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CUENTOS CORTOS

El Desvirgamiento de Mi Virtuosidad

Conocí a Helen una tarde de primavera, ella llegó de intercambio a la empresa


donde laboro hace ya 6 años, se veía resplandeciente y su cuerpo hacía gala de unas
protuberantes y deliciosas curvaturas, cabellos dorados y voz angelical.

Noté la manera en que, por una misteriosa gracia del cielo, ella se fijo en mí, me
miraba disimuladamente como si estuviera desprevenida y de cuando en cuando me
sonreía… Así empezó todo, como una historia de amor que promete ser poética y
sublime, pero no tardé en descubrir lo más hondo que residía en mi entrañable
humanidad.

Después de seis meses juntos, Helen y yo nos comprometimos y dadas las


circunstancias su “pequeña” hija, de quien muy poco me había hablado, vendría a
instalarse con nosotros.

Si bien, el conocer a Helen fue una experiencia deslumbrante, conocer a esta tierna
criatura fue desconcertante y adimensional. Laury, pese a su corta edad, tan sólo 12
años, poseía la figura más sensual jamás vista, un redondo y abultado trasero que se
notaban firmes y tersos, unos senos apenas florecientes, pero con el más
prometedor futuro, unas piernas torneadas, caderas sobresalientes y talle perfecto;
sin embargo todo esto era poco comparado con ese deslumbrante fuego en su
mirada, sus ojos inquietantes jugaban con mi tranquilidad… apenas la vi, no supe
más de mi.

Estábamos en el aeropuerto cuando la fuimos a recoger, ella tenía un pantaloncito


bien corto, cuyo dobladillo llegaba hasta sus entrepiernas, su blusa era de algodón,
sin cuello ni mangas, y dejaba ver sus erectos pezones rojizos sin brasier. Me saludó
gustosa, me abrazó y se dispuso a caminar hacia la salida. Helen pudo notar mi
consternación, por lo que, queriendo disimular su naciente inquietud, comentó: “Sí,
ya se que es deslumbrante y hermosa, ella siempre provoca tal efecto, pero confío
en ella y principalmente en ti”… Yo le sonreí y sentí pena por ella, esas palabras
denotaban el temor en su corazón, sabía que su hija era una diosa encarnada, que
con esa mirada confesaba su disposición a derrocar a cualquier otra dama, incluso a
aquella que la engendró.

Las primeras semanas transcurrieron con una aparente normalidad, exceptuando


las miradas traviesas de Laury y su vestimenta que siempre dejaba ver pedazos de
su feminidad. Todos los días la íbamos a buscar al colegio los dos, ella permanecía
distante y callada, y de vez en cuando me lanzaba una de sus miradas juguetonas
por el retrovisor, pero no me permitía saber de ella nada más.

Helen tuvo que irse de viaje, la empresa la mandó al otro lado del continente por 2
semanas. Al notificarme semejante situación no pude evitar que una sonrisa se
dibujara en mi rostro, realmente no lo pude controlar, pero traté de disimular…
Cuando la llevamos al aeropuerto, justo antes de abordar, me abrazó fuertemente y
me dijo al oído “Laury es muy juguetona, sólo no le pongas cuidado y todo estará
bien” Otra vez me dejaba ver su ansiedad, ¿Por qué se engañaba de esa forma? Se
que nada estuvo bien para Helen desde que Laury empezó a hacerse mujer, de eso
estoy seguro, yo sólo soy una historia más…

Los dos primeros días fueron normales, hasta que mi intranquilidad me enloqueció y
pensé en espiarla en la ducha para ver los otros pedazos de su femineidad que esos
pequeños trajes ocultaban con poca sobriedad.

Cuando me escurrí por el callejón para asomarme a esa pequeña ventana que daba
hacia el baño, no pude creer lo que mis ojos vieron, ¡qué belleza! estaba toda
desnuda y sudaba, se movía y jadeaba, quería ver ¡qué rayos estaba haciendo, hasta
que pude observar que sus manos tomaban una botella mediana de colonia, de
bordes curvos, y se la sobaba en medio de sus entrepiernas; me concentré tanto en
ese frasco, como si mirándolo pudiera sustituirle, se metía entre sus labios y
restregaba con firmeza el punto central, ella seguía jadeando como pidiendo más y
sobre el frasco se derramaban pequeñas gotas provenientes de su
profundidad…Tuve que huir para no estallar ahí de pie en mis pantalones; pero la
hazaña de Laury en el baño me mostraba mi oportunidad… ahora sabía sobre sus
deseos y su curiosidad… de tal manera que no dudé esa misma noche prepararle
una escena para hacerla fantasear y acercarse a mi…

Renté un video de “lolitas”, me costó un dineral, pero cualquier cosa no me parecía


imprudente para disfrutar de mi morbosidad. Lo puse a eso de las 9:30 p.m. hora en
la cual sabía que bajaba por un bocadillo y que por ley había de pasar por el
estudio… así que lo puse y empecé a masturbarme con la puerta entreabierta, de
tal manera que ella pudiera ver mi mano empuñando ferozmente el miembro
erecto, y en segunda escena las imágenes de las chicas en el televisor practicando
sexo oral… escuché sus pasos, la sentí detenerse en el corredor, empezó a espiar y
a sabiendas de todo esto yo le daba más duro y el vídeo ayudaba: se trataba de una
chica vestida de colegiala que lamía el miembro acaramelado de su supuesto
vecino… Pude escuchar su respiración agitada, hasta que se devolvió al cuarto y
entró apresuradamente al baño, por mi parte, me incorporé como pude y corrí al
callejón…ahí estaba otra vez con la botella, pero esta vez introdujo un poco más, se
podía ver claramente en su rostro huellas de un sentimiento de ardor mezclado con
el placer de la morbosidad…

Esa noche nada ocurrió, pero fue la escena prelúdica que ahogó en mí los hálitos de
mi virtuosidad…

Dos días después pretendía repetir el ritual, pero ella, esta vez, se me adelantó.

Antes de que me empezara a masturbar, llegó al estudio con uno de sus


pantaloncitos para dormir extremadamente corto que dejaba ver el comienzo de su
trasero, y su hermoso torso lo cubría una camisita blanca semiabierta, que
evidenciaba sus pezones erectos… se me acercó con su sonrisa de Gioconda y me
preguntó sobre el video… Yo lo quise ocultar y sugerí que mejor viéramos la
programación de la tele, pero me acorraló con sus preguntas sobre por qué no le
mostraba el vídeo, hasta que me vi obligado a explicarle que se trataba de un video
de adultos… ella me miró despreocupada, y despectivamente dijo: “ya lo sabía…
¿por qué mientes?”… Le expliqué que aún estaba muy niña para ver eso, y además
su madre se enfadaría conmigo si la dejase ver el contenido… ella me lo arrebató de
la mano, se me acercó mirándome fijamente con vileza, y muy decidida me dijo “es
mejor que aprenda en casa, no?.. Enséñame… será nuestro secreto… ¿Cómo decir
que no a esas demandas?… pusimos el video y lo empezó a observar con esa mirada
de fuego, y al ver como la chica y su supuesto vecino jugueteaban con el miembro,
me miró con picardía y me dijo “Si ves? Es mejor aprenderlo en casa que con
extraños”… yo sólo le pude sonreír… Estábamos en sillones diferentes, y
transcurridos pocos minutos del vídeo me empecé a erectar, hecho que ella pudo
notar y que cautivó su curiosidad, así dejó de observar el vídeo para empezar a
verme, y me preguntó delicadamente, casi suplicante ¿Puedo tocar?... Yo
obviamente me moría de ganas pero le expliqué que si lo hacía, yo podía perder el
control y no podría responder por mis actos, pero nuevamente esta genial chica
siempre una seductora respuesta para todo: ¿quién te dijo que tendrías que
responder por tus actos? ya te dije que no diré nada; sólo una vez y ya, si? … Accedí,
y de inmediato se levantó, se acercó a mi y empezó a tocarme a través de mi
sudadera; por mi parte, le agarré la cadera y empecé a apretarla, eso le encantó…
poco a poco fue deslizando su mano hasta el interior y me lo sacó, para entonces mi
mano jugueteaba con su voluptuoso trasero por su entrepierna y su parte de atrás,
deslicé mis dedos debajo el pantaloncito y pude notar, además de su humedad, que
tampoco llevaba interior, … se me sentó encima dándome la espalda y empezó
sobarse en mi, yo le estrujaba su trasero firme y escurría de vez en cuando mis
dedos en su parte de atrás a lo cual ella respondía muy bien, de un momento a otro
pude sentir mi miembro en sus labios menores, ella había rodado a un lado su ropaje
y jugaba con mi miembro como si se tratara del frasco, jadeaba sin cesar, hasta que
entre un jadeo y otro, suplicante me rogó “métemelo, por favor” a lo que refuté
“pero te podría doler”… y deteniéndose me mira fijamente y me dice “no ves que
eso es lo que quiero, que me duela, quiero sentir ardor” entonces la cargué hasta al
escritorio, la acosté en el, abrí sus piernas torneadas y sin quitarle ese pequeño
pantalón, sólo haciéndolo a un lado, empecé a introducirme poco a poco, pero ella
reclamaba insaciable más, así que me haló hacia ella entrando de una vez, todo de
un tirón… ahh! qué deliciosa estrechez!… pude sentir sus paredes abrirse hacia mi;
ella hizo un pequeño alarido, me miró fijamente y me dijo con una morbosidad
jamás esperada en tan pequeña criatura “mira como me lo metes todo, apuesto que
lo disfrutas más que con mi madre” esa frase cruel llena de morbosidad me hizo
caer en la abismal humanidad de los delirios sexuales, no me pude contener y la
apreté fuerte contra mi y le di más y más duro hasta hacerla gritar de placer, ella
disfrutaba y me miraba, al mirarla pude ver que su goce se satisfacía en mi
morbosidad, así que con éste acto me dio las llaves de la indecencia para
compartirlas con ella y en esos instantes no hice más que expresarle que le haría las
cosas más ricas y dolorosas que jamás se había imaginado... La sentí estallar, fue
como una implosión en su vientre que me apretó más y más, me absorbió y me hizo
también estallar… los dos nos recostamos sobre el escritorio y una vez descansados
me sonrió y me dijo “sabia que me iba a gustar” yo le dije que debíamos aprovechar
esos días antes de que viniera su madre, y ella me miró como queriéndome decir
que yo no tenía idea sobre la verdad… y empezó a explicarme que de un tiempo
para acá todos los novios de su madre han “jugueteado” con ella y su mamá lo
sabía, e incluso ha visto como la acariciaban y ha visto a su propia hija disfrutar con
sus novios; me hizo la salvedad que ninguno había sido tan feroz como yo, que me
atreví a entrar totalmente en ella, pero que de igual manera los “jueguitos” siempre
habían estado… me contó cómo su madre le gusta engañarse, pensando que con el
próximo novio no volvería a pasar, pero que ciertamente sabe que su propia hija lo
disfrutaba y por eso no decía nada hasta que presa del dolor se terminaba
separando… casi por obvia conclusión le pregunté: Entonces, con el tiempo tu
madre me dejará si nos sorprende cierto? A lo que ella respondió con macabra
picardía: eso, mi querido padrastro sucederá el día en que ya no me satisfagas más,
yo se hacerla desistir… no supe que pensar, no sabía si asustarme o excitarme al ver
los alcances de esta pequeña…
Cuando Helen regresó, traté de comportarme como si nada, pero la angustia estaba
pintada en su rostro, esperando cualquier indicio que confirmara sus miedos. Laury
yo, casi sin ningún esfuerzo, actuamos como de costumbre… hasta que por la
noche cuando Helen y yo estábamos en la cama, Laury con sus ropajes diminutos,
entró a la habitación, Helen saltó de la cama y le preguntó con voz entrecortada
“¿Laury, qué pasa?” ella con su mirada juguetona y su sonrisa dijo “nada mamá, sólo
quiero que mi nuevo papi me lea, ya tengo la vista cansada y esto es para mañana
en la escuela” Helen me miró como suplicándome que no fuera, vi en sus ojos que
sabía claramente en que terminaría esa interrupción de Laury en la alcoba. Le dije
“tranquila Helen, duérmete, yo la ayudo” Laury sonrió y corrió a esperarme en su
habitación… y justo cuando me incorporaba, Helen me tomó por el brazo y me miró
indignada “¿Por qué tu, Antón?, pensé que era diferente contigo” Me armé de valor
y le dije “Querida Helen, hay verdades fundamentales tu eres y serás siempre mi
amor, mi ángel la mujer de mis sueños, con ella es sólo un juego, una fantasía hecha
realidad, algún día se irá, realmente no tiene importancia en mi corazón, sólo me
deja liberar mis más bajos placeres… no te angusties, ¿no crees que es mejor que
sepas dónde tu marido peca, antes que mires por una ventana esperando mi
regreso?, ya sabes dónde estoy y bien sabes que en unos años ella se irá…
Entonces, sólo olvídalo, no le des la importancia que no tiene, porque en últimas eso
es lo que te llena de infelicidad… Ella me miró entre desconcierto y sensatez,
suspiró y me dijo: “Tal vez tengas razón… es más fácil si no pienso en eso, al final
ella se ira, lo se, es su naturaleza siempre busca lo que le de más placer, es insaciable
y cuando se aburra de ti. se irá….me dio la espalda y rápidamente se volvió a
incorporar en la cama…. No se si realmente me dijo todo esto con veracidad y
convicción o sólo buscando la manera de herirme… la verdad, sí esta era su
intención, no lo consiguió… entonces, mientras iba caminando por el pasillo hacia la
habitación de Laury, pude darme cuenta que había roto la brecha entre la virtud e
indulgencia y la morbosa perversidad, yo que me creía un hombre lúcido y recto,
hasta entonces comprendí que la satisfacción de los placeres burdos hace parte de
la humanidad, tratar de disfrazarlos y ocultarlos sólo nos hace enfermamente
reprimidos, hasta ahora en mi vida podía respirar con aire de satisfacción y triunfo,
pues tenía bajo mi techo a la mujer de mis sueños: Helén, dulce y tierna, responsable
y cordial, y al mismo tiempo una “lolita” dispuesta a dejarme saborear cada
recoveco de su feminidad con ligero aire de incesto en la intimidad…

Llegué a su habitación y ahí estaba con un frasco de jalea en su mano derecha y otro
de aceites lubricantes en su mano izquierda y mirándome con el ardoroso fuego
morboso en sus ojos penetrantes me dijo: Hoy, mi querido padrastro, te voy
saborear y tu me vas ensanchar hasta el ardor esa pequeña herida por donde hasta
ahora nadie había osado entrar….

(30 de Jul. 2006)

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