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(Para entender algunas cosas que digo compara las ideas con actores y sería
deseable que te gustara Robert de Niro, pues se tiene mucha relación con la idea estrella
de Descartes , "pienso, luego existo”. Imagina que tenemos que decidir qué actores son
buenos y cuáles malos para representar la mejor obra que tenemos que representar. A los
unos y los escogemos por el grado de veracidad con que representan su papel. El casting
va a ser muy duro, pero hemos de ser listos y coger un método válido para evitar las
incertidumbres, indecisiones y equívocos).
0.
1.
Sobre todas, destaca una diferencia respecto a la filosofía precedente. Todos los
filósofos tienen el mismo interés: llegar a la verdad; en la filosofía moderna, de la que
Descartes es su iniciador, la verdad no está en la relación que une la idea o proposición
con la realidad, sino en la proposición misma, en la lógica. Cuando un filósofo medieval
piensa la verdad, afirma que la idea se corresponde con la realidad; cuando lo piensa
Descartes, no acude a significar esa correspondencia, sino que la verdad está en la
proposición. Es una verdad que está en la mente, pero no en la realidad. La verdad es el
calificativo que tienen esas oraciones que por su sola forma no son falsas. Por ejemplo:
todas las madres son hembras, todos los hombres son mortales, ... Este tipo de
proposiciones son verdaderas, es tan evidente su verdad que con sólo pensarlas un poco
nos damos cuenta que no nos podemos equivocar. Su característica es que no tienes que
analizar otros componentes más que los que están implicados en la proposición para
saber si son verdaderas. Son verdades mentales, que sin comprobación, sabes que son
verdad. Verdades intuidas de modo evidente, diríamos, con evidencia interna, no externa.
Dada esta modalidad de verdad, no es de extrañar que el principio normativo que decida
el valor de una proposición sea el de no contradicción.
3.
¿Cuál es el principio?
¿Cómo se puede uno olvidar del mundo en el que vive? Procesando únicamente
las propias representaciones, analizando las sensaciones, elaborando los sentimientos
que ese mundo despierta en nosotros, pero sin tocarlo. Es como si el mundo fuese visto a
través del espíritu del hombre. Pero con una condición, el mundo de fuera, que en teoría
suministra toda la información que poseemos, no es un buen surtidor de información
según Descartes, por eso, los sentidos, a través de los que llega esa información, no son
tampoco fiables. Por tanto, se impone no hacer caso del mundo y tampoco de la
información sensible que se refiere a ese mundo.
5.
Resumen.
6.
El punto de partida. Es él mismo, su persona, su yo. Pero, ¿cómo hablar de uno mismo
sin bajar a temas personales, sin que se convierta en una especie de confesión? En el
texto que tienes que comentar no aparecen las poderosas razones que le llevaron a
Descartes a iniciar desde el principio, desde los fundamentos del saber, toda la filosofía.
No fue otra cosa que el error. Y ahí enumera una serie de ejemplos tomados de su vida
de estudiante, de su vida viajera, ..., en los que se aprecia cómo la verdad no existe, lo
que hoy es verdad, mañana no lo es, lo que un tiempo constituyó una ley sólida, hoy no lo
es. Y, sobre todo, ninguna de las ciencias es capaz de llegar a resultados satisfactorios en
ese tema.
Descartes quiere hacer algo que no esté en contradicción (algo es contradictorio cuando
niega y afirma algo al mismo tiempo) con lo que sabe. Pero antes de nada, necesita saber
lo que sabe. Y lo que sabe es mucho, pero lo que sabe verdaderamente que no le acarree
contradicción es muy poco, tan poco que cree que se reduce a proposiciones evidentes.
Sólo así tomará las decisiones acertadas. El precio de la contingencia a favor de la
necesidad lógica y vital bajo la forma de lo evidente.
7.
¿Qué es lo evidente? Aquello que ni ofrece dudas, ni contradicciones. Según esta regla,
poco es lo evidente. Descartes empieza a analizar el contenido de sus conocimientos
según esa regla de la evidencia y asegura que ha llegado a un punto en su vida en que
todo es dudoso. Esa regla de la evidencia, no admitir como verdad algo dudoso, elimina
de nuestro interior aquellas supuestas verdades que aceptábamos viniendo de fuera. Es
la regla que enmudece la realidad.
8.
Supongamos que estoy por la calle y me asalta una duda. La frase "pienso, luego
existo" (era la favorita de Descartes) se puede demostrar por los sentidos, o sea, puedo
verla como veo un cartel con un anuncio de maquillaje. No. Su evidencia no es como la
que ofrece la vista. Si no es esa su verdad, nunca podré sentirme engañado por los
sentidos mientras piense frases como la del pienso. En cambio, si digo ese cartel de ahí
anuncia una marca de maquillaje de ojos. Siempre podré dudar de si es verdad lo que
veo, de si es realmente maquillaje y no otra cosa, y de si realmente es maquillaje de ojos
y no de pómulos. En una palabra, la oración del “cogito” es verdadera sin que intervengan
los sentidos, por tanto, puedo estar tranquilo que los sentidos en ese tipo de oraciones o
ideas no me van a engañar. Lo mismo pasa con la oración “todas las madres son
hembras”, como no es una idea que se pueda ver con los ojos, que se pueda oír, que se
pueda sentir de alguna manera, no me puedo engañar, porque los sentidos, que para
Descartes nos meten en dudas y contradicciones cuando menos lo esperas, no
intervienen en la verdad de estas ideas.
Otro ejemplo. Supongamos que alguien me dice que las verdades estrella, como
la de los hombre y la mortalidad, las madres y el pienso luego existo, son falsas o no
evidentes porque las he soñado, no las he pensado. Pero Descartes contesta a esa duda
diciendo, aunque sueñe, es evidente que existo. Aunque sueñe con las madres y las
hembras, es evidente lo mismo en sueños que despierto que todas las madres son
hembras. Aunque sueñe, siempre será evidente que los ángulos de un triángulo equilátero
suman ciento ochenta grados, o que en la circunferencia todos los puntos equidistan lo
mismo del centro. . Por tanto, esa dificultad está subsanada.
Supongamos, en tercer lugar, que las verdades estrella, entre las que hemos
incluido la de las matemáticas, son falsas porque nos las ha revelado un genio maligno
que quiere conducirnos al error, a la duda, a la contradicción. Aunque existiese un
supergenio o superdemonio engañador, nada tengo que temer puesto que las verdades
estrella son tan firmes que nadie me las puede tirar abajo. ¿Quién me lo asegura? Mi
propio pensamiento que al creer verse envuelto en un error, no puede dejar de pensar
que es evidente que aunque se equivoque, existe, aunque yerre, existe.
Regla del análisis. Como hay muchas problemas filosóficos difíciles de resolver
es importante dividir los problemas en sus aspectos esenciales. Como hacemos a la hora
de explicar un texto y comentarlo. Lo primero es dividirlo en sus partes más importantes,
explicar los problemas contenidos en cada parte y ofrecer una solución. Analizar es
sinónimo de dividir.
9.
Regla de la síntesis. Recomponer los elementos, como si compusiéramos las
piezas de un puzle hasta formarlo como un todo.
10.
DIOS
Este es otro de los temas básicos sobre los que reflexiona el autor. ¿Por qué
este tema? La fe es un elemento escondido, pero presente en toda la parte cuarta del
Discurso. Pero no es el tipo de creencia al que estamos acostumbrados cuando hablamos
de Dios. Descartes pretende utilizar el nombre de Dios y todo lo que esa palabra encierra
para justificar, demostrar, incluso documentar, que su manera de pensar y su filosofía
hasta el momento establecida es verdadera, aún más, cierta y segura. Y lo hace a modo
de ensayo lógico: como si intentase abarcar con el discurso lo que está más allá de la
física, la metafísica, un lugar externo a todo nacimiento porque lo abarca. Dios va a ser la
idea que se desdoble como evidencia del yo y como prueba de que la evidencia no es
subjetiva, sino que se corresponde con la realidad, o sea, que la evidencia lo es de algo y
que ese algo existe.
(Sería propio en este punto recordar cómo sin Sancho, el Quijote no tendría otra
evidencia que la de su propia visión y, sin Sancho, nadie podría alojarlo en el mundo de
los molinos. Descartes no quiere tener el tipo de evidencias quijotescas, pero tampoco lo
acompaña ningún fiel escudero, sólo Dios, y con la idea de Ser Sumamente Perfecto o
Dios, basta para acreditarlo como hombre de ideas firmes)
La oración "pienso, luego existo" es evidentes para él y para todo el mundo y,
además, es real, lo que significa que existe todo lo que en las proposiciones evidentes se
afirma. (Este punto es famoso por representar el paso de la esencia de algo a la
existencia con sólo nombrar lo que es y por ser eso mismo tan discutible. Otra forma de
decirlo sería la de la justificación de la necesidad en el mundo de las posibilidades o la
contingencia).
Como puedes ver no son pruebas que prueben gran cosa, pero le ayudan a
definir y asegurar la verdad de su filosofía, la del “ pienso, luego existo”, ya que como
existe Dios que no lo puede engañar, resulta que todas las ideas que piense como
evidentes son reales, porque Dios se las garantiza y no es un invento personal. Ahora
puede decir que más allá de sí mismo existe una realidad que es independiente de mí y
de mi pensamiento. Esa realidad no ha sido conceptualizada solamente, ha sido
encontrada en la realidad. El problema de la relación entre el pensamiento y la realidad
cae del lado del primero, el cual se asegura lo que dice por medio de la evidencia y luego
de un Ser Supremo que es completamente veraz. La seguridad del propio pensador será
completa cuando “regrese” de nuevo al mundo.
11.
El mundo
Este tema viene en último lugar porque Descartes era del que más desconfiaba.
No quiere decir que dude de que vivimos en el mundo, de lo que duda es de si nos
podemos fiar de la información que de él viene por los sentidos o por la imaginación o la
memoria. Le parece que lo menos engañoso del mundo sería lograr una definición que
valiese para siempre, que no cambiase. ¿Qué es el mundo? Una cosa. Pero una cosa es
también el ordenador y no es el mundo. Una idea, pero qué idea. Descartes afirma que lo
que caracteriza al mundo, su definición más justa es que es extenso. La materia es
extensa, incluido el propio cuerpo. Ya tenemos las tres sustancias. Una para asegurar o
definir ese mundo metafísico que se va divisando con la certeza de una ciencia formal.
Pero las sustancias finitas son, además, distintas. Reconoce que esa distinción (por ende,
evidencia) se sostiene metafísicamente, pero no a nivel de los hechos, lo cual lo sitúa en
la tesitura de hacer que interactúen ambas sustancias, localizando al efecto la glándula
pineal como asiento del alma.
La prueba de que existe el mundo a partir del atributo de extensión sólo contiene
un argumento: la sola convicción moral de estar seguros de que Dios no nos engaña, que
con seguridad esas sensaciones que tengo realmente proceden de los cuerpos, lo que
prueba que la realidad extensa más allá de la evidencia de la idea es real.
12.
Conclusión
Puede que una idea sea evidente para mí, pero no para otro. Puede que un actor
sea bueno para uno pero no para otro. Para evitar que le acusen de subjetivista y de no
saber juzgar correctamente, recurre a Dios, cuya idea o esencia es la perfección. Como
tengo la evidencia de la idea de Dios, si existe, entonces no me puedo equivocar en mi
decisión. Debe existir un supremo juez que decida sobre la verdad de la representación.
13.
El peso de la filosofía de Descartes arraiga en la duda, una duda que le hace ser
infiel a sí mismo. De ahí la perentoria necesidad de la evidencia y, no menos perentoria, la
de Dios. La certeza metafísica es la garantía de que nada cae fuera de la posibilidad de
llevar a la práctica el discurso de la ciencia. Y de hecho en su parte final entiende que el
propio cuerpo debe ser el correlato material del alma. El siguiente paso es la moral. Pero
ésta no puede edificarse porque la voluntad no ha conseguido ser distinguida y nombrada
por la certeza científica. Ella constituye su motivo de fidelidad.
Queda planteada una vía de acceso por entre los contornos de la necesidad y la
contingencia, pero el discurrir está sólo iniciado a medias. No obstante, realizó con
brillantez argumentativa labores de asepsia mental, aunque de espaldas al mundo. No
tenía otro remedio si quería acabar con la falsedad y fortalecer la voluntad.
(En toda esta clausura metódica no dejo de recordar el escenario tan delimitado
de la Franja de Gaza. Esta no consentida limitación física, ese estado de confinamiento
obligatorio agrava el solipsismo y desestabiliza la fuerza de la voluntad).
14.
Finalmente:
separa el cuerpo del alma. Ambos se estudian por diferentes métodos y ambos
seguirán separados por la propia naturaleza de la filosofía. Afirmó sin cortarse que cuando
el pensamiento piensa, él está seguro de que no ha muerto, ni está soñando, sino que
mientras piensa, existe. ¿Y no habrá posibilidad de saber si este camino se va a bloquear
con el uso, o por el contrario ,se va a extender entre las personas para que pueda
hacerse con un sitio mejor del que tenían en el ámbito de la verdad? Y eso no es todo;
desconfiaba en grado máximo, incluso de las verdades matemáticas y de Dios.
Después de las pruebas, de definirlo, el hueso más difícil de roer es el de Dios. No sé si
se puede justificar la fe y las obras sin estar a lo que se está. Como si dijéramos con
plena conciencia. Como no se sabe, entonces Dios es la justificación perfecta para
soportar un mundo que cada vez se ilusiona con la verdad sin darse cuenta de que no lo
es casi nunca. ¡Qué terrible responsabilidad pesa sobre Dios¡ En lo del dualismo introdujo
la interacción, lo cual sirvió para atemperar los resultados, pero aDioslo dejó así.
Como todos los grandes filósofos influyó en otros, caso de Hume, Kant,...y su
manera de entender la vida sintonizaba con la de otros racionalistas que, entre otras
cosas, veían el futuro más esperanzador de lo que lo vemos ahora... Quizás por eso se
llama Modernidad, que sería sinónimo de novedad. Y qué mejor regla para estrenarla que
a asegurar sus pensamientos por orden evidente, simple y que no se confundieran con
otras ideas. Marcó una forma de pensar, no sólo en lo referente a su denostado
Mecanicismo, sino un estilo de pensamiento que presume de seguridad, ingrediente del
progreso.
¿Qué tenía que hacer la filosofía sino intentar acompasar cuando menos su paso
al de la ciencia?
(Nota: la idea de comparar el cogito cartesiano con el actor Robertde Niro fue
una idea descrita en clase, por tanto, fuera de ese ámbito no tiene tanto sentido.)