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I. OBJETO:
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Y lo afirmamos de esa manera, probablemente pues resultan ser los únicos “debidamente controlables” [a contrario
de aquellos “no manifestados”, por dicha razón decididamente “incontrolables”, producto de los márgenes
discrecionales (decisionistas) de la labor judicial judicial].
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II.2) Agravios:
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Nuevamente y de aquí en mas los resaltados y las bastardillas no figuran en el texto original.
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Resulta al menos curioso pensar en la posibilidad de que algunos de los imputados (los restantes dieciséis
descontando a la fiscalía) le podrían atribuir dicho carácter.
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6
Sobre los que luego se hará referencia.
6
Colofón de dichas apreciaciones son el texto del art. 6 del C.P.P. – “…la
acción penal pública se ejercerá exclusivamente por el Ministerio Público
Fiscal…” -, como dijéramos sin perjuicio de la prevención de su art. 25 – “…el
juez de instrucción investiga los delitos de competencia criminal…” -, que
entendemos corresponde sea interpretada en el sentido de que – aún en los
“modelos inquisitivos reformados o mixtos – al juez de instrucción sólo le
compete el disponer la producción de los medios de prueba y de recolección
de información, desde las peticiones (y estrategias) de las partes, no
pudiendo involucrarse con ninguna de ellas (aseguramiento del aludido
“principio de ajeneidad”), efectuando el “control de legalidad” de dicha etapa
preparatoria del proceso penal.
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Valga como ejemplo acerca de ello, las diversas “teorías legales” sostenidas por la querella particular y los
representantes de la vindicta pública en el denominado caso “Poblete”, no sólo al momento de presentar sus alegatos
de clausura, sino también mucho antes, en la etapa de instrucción, en relación a la “conducta específica” que
correspondía atribuirle al imputado, y a su consecuente calificación legal. Precisamente la condena que le fue
impuesta al enjuiciado, reconoció como correcta la que la querella particular sostuvo a lo largo de dicho proceso
penal.
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Pero en realidad hasta los años sesenta, ya en el siglo XX, las ideas
político criminales desarrollaron un sistema basado en la neutralización de la
víctima 11
.
10
Cfr.: “La posición jurídica de la víctima en las últimas reformas del derecho y en el proceso penal argentino”;
Reynaga, Juan Carlos; pág. 110; en Derecho Penal 5; Editorial Juris; año 1997
11
Dicen Hassemer y Muñoz Conde: “…actualmente la víctima está neutralizada, no hay una relación
víctima delincuente... el Estado es quien se contrapone al delincuente, pudiéndo inclusive forzar a
la víctima en interés de la búsqueda de la verdad…” (Cfr: “Introducción a la criminología y al derecho
penal”; pág. 29 y siguientes; Editorial Tirant lo blanch; Valencia, año 1989).
11
los cuales construye el concepto de “reparación” del daño que -para él-
contribuye a restaurar la paz jurídica. 12
14
Cfr.: “El querellante particular en el Código Procesal Penal de Córdoba”; en Revista de Derecho
Penal Integrado, año II; nro. 2; Carlos Ferrer; pág. 53; año 2001.
12
Es por eso que se afirma que “…la víctima real quedó relegada a un
plano inferior y terminó constituyéndose, exclusivamente, en un objeto de
prueba, exento de derechos y en total estado de indefensión, en general
revictimizada por el mismo procedimiento penal…” 16
.
16
Cfr.: “Derecho Procesal Penal”; Ryser, María del Carmen; tomo I; pág. 150; Editorial: Librería
Intellectus; Córdoba.
17
Cfr. en “Cuestiones actuales sobre el Procedimiento Penal”; Cafferata Nores; pág. 185; Editorial
del Puerto; año 1997.
13
18
véase: Bielsa, Rafael. Derecho Constitucional. Depalma. Buenos Aires. Año 1.959. pág. 294.
19
En Introducción al Derecho Procesal Penal, Marcos Lerner Editora Córdoba, 1.994, pág. 33
14
26
Adoptado por el Procedimiento Penal Austríaco, cfr. Balcarce, Fabián, “El querellante particular”, Foro de Cba. Nº
74, 2001, pág. 33
27
Artículo que dispone: “La sentencia de sobreseimiento será apelable, sin efecto suspensivo, por el Ministerio
Público y, salvo el caso previsto en el art. 359, por el querellante particular. En este último supuesto regirá lo
dispuesto por el artículo 334 ultimo párrafo...”
28
“Si el Fiscal de Instrucción solicitase el sobreseimiento y el Juez no estuviere de acuerdo, se elevarán las
actuaciones al Fiscal de Cámara de Acusación. Si este coincidiera con lo solicitado por el inferior, el Juez resolverá
en tal sentido. En caso contrario, el Fiscal de Cámara formulará el requerimiento de citación a juicio, que tramitará
con arreglo a este titulo”
29
En autos “Buonanotte, Carlos Federico y otro p.ss.aa Homicidio Culposo”; AI 16, 27/07/04.-
30
TSJ Sala Penal Cba. Sent. 101, 13/10/04 en “Actuaciones Labradas por Unidad Judicial 19, en sumario nº 3460/01
con motivo de la Denuncia Formulada por Nora E. Bernasconi”
16
31
Hairabedián Maximiliano, Zurueta Federico y Anán de Agrelo, María José en “Derecho de la Víctima a una
investigación eficaz: Participación del Querellante particular en las medidas de coerción del imputado”, Libro de
Ponencias Generales y Trabajos Seleccionados en el XXIII Congreso Nacional de Derecho Procesal, Mendoza,
Septiembre de 2005.-
32
Obarrio, Manuel, Exposición de Motivos, 15/07/1882.
33
Velez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, Tomo I, Marcos Lerner Editora, Córdoba, 1986, págs. 291 y ss.
34
Cafferata Nores, José, Temas de Derecho Procesal Penal, Depalma, Buenos Aires, 1988, págs. 81 y ss.
17
propio bien jurídico que esa ley protege; que su intervención significa una
cooperación para el Ministerio Público; o que su abolición responde a criterios
sustentados por principios centralistas o de absolutismo político, opuestos a
la esencia del sistema republicano de gobierno.
35
Cafferata Nores, José, ¿Se terminó el “monopolio” del Ministerio Público Fiscal sobre la acción penal?, artículo publicado en
La Ley, 1998-E-329 y ss.
36
“Quiroga, Edgardo Oscar S/causa N° 4302", Q. 162, XXXVIII, rta. el 23/diciembre/2004.
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derecho que la ley le concede a ser oído en juicio oral y público (...) ni una
afectación intolerable a la independencia del Ministerio Público (...)”
(Considerando 37° del voto de la mayoría).
Tras apuntar los avances que se han producido en los últimos tiempos
en favor de la independencia del Ministerio Público y del derecho de defensa
del justiciable, el vocal Freiler indica que ahora toca el turno de la víctima,
cuyo recorrido es comparable, si se tiene en consideración que ha ido
incrementado su protagonismo al compás de la evolución constitucional
hacia un proceso acusatorio pleno.
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Nuevamente como medio de asegurar el axioma “ne procedat iudex ex offcio”, de modo analógico normativizado
en el art. 1, párrafo segundo de la ley 24.946, en el ámbito de la jurisdicción federal.
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desarrollo del juicio oral acreditó más allá de toda duda razonable –
incorporación mediante de “información de buena calidad” – del contexto del
accionar policial (básicamente de un actuar planificado, con objetivos
predeterminados y específicos) y es a partir de allí que la querella se
encontraba en condiciones de utilizarlo. La “oportunidad” a la que se alude
en la presentación, es a ciencia cierta un argumento que pretende neutralizar
los efectos posibles de sus peticiones, buscando no expedirse sobre su
contenido sustancial, en función de que acepta que los tiempos de
tramitación de una causa de estas características no pueden ser rígidos y
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Obviamente, no participando de “actos de investigación” que partían de un análisis parcial y erróneo de los
elementos de prueba reunidos tanto en la causa “Poblete…”, como en las presentes actruaciones.
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Téngase presente que es el propio juez de instrucción quien reconoce y acepta que entre tales conductas existen
puntos de contactos y conexidad.
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justicia no sólo tiene que ser imparcial sino parecerlo, único modo de
cimentar la confianza de la sociedad en ella. Así ha considerado que resulta
contrario a ese estándar objetivo de imparcialidad un juez que haya estado
involucrado anteriormente con funciones de persecución respecto del mismo
caso (Piersack V. Bélgica, TEDH 1/10/82. A 53), o cuando el juez o tribunal
ejerce simultáneamente funciones jurisdiccionales y persecutorias
(Kristinson v. Islandia, TEDH 1.03.90, A 177-B y Kyprianou v. Chipre,
TEDH 27.01. 2004), o cuando el fiscal es el que ejerce, además de las
persecutorias, funciones jurisdiccionales (Huber v. Suiza, TEDH 23.10.90,
A.188) o cuando el tribunal que juzga ejerce también funciones de instrucción
(Cubber v. Bélgica, TEDH 14.9.87, A 124-B).
III. RESERVAS:
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Ello así, por las fundadas razones que hemos explicitado relativas a la
correcta “doctrina legal” que debe aplicarse en el caso en desarrollo, y
particularmente en relación a la “derecho de intervención autónoma” que
cabe el reconocerle a la víctima en el proceso y su correspondencia con su
“correcto alcance constitucional”; razones todas que ameritan el dejar
introducido en tiempo y forma el debido caso federal, en función de la
suficiente gravedad institucional que representaría dichas resoluciones
jurisdiccionales, efectuando la reserva del recurso extraordinario de
apelación que prevé el art.14 de la ley 48.
IV. Por todo lo expuesto, por las razones dadas y en virtud de las
normas señaladas,
Solicitamos: