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Creatividad I

Fecha Martes, 16 diciembre a las 14:00:00


Tema Opinión

Opinión

Michael A. Galascio Sánchez (*)

• Es necesario que la palabra “creatividad” y muchos otros conceptos esenciales


para nuestro progreso como sociedad, no pierdan su sentido como lo han hechos
otros, tales como: “democracia”, “solidaridad”, “paz”, “igualdad” y “resolución de
conflictos”…

No es la primera vez que reflexiono sobre la creatividad. Sin embargo,


cada vez que me comentan sobre algún curso o consultoras muy “sui
generis”, que venden humo, me sorprende la fe ciega con que algunas
instituciones públicas, compran ese montón de morralla intelectual.
Da la impresión, que la urgencia por contratar estos espectrales
servicios, se fundamenta en la idea de que los mismos, representan
una solución única. Por otro lado, comprendo el interés de las
instituciones por progresar, aunque soy de la idea, ¡que no a cualquier precio!

Tanto la creatividad como la innovación, no son absolutas. No representan una solución


para nada, a menos que quienes reciban esa información, estén dispuestos a cambiar sus
perspectivas y conductas durante los procesos de trabajo. De otro modo, estaríamos
tirando una partida presupuestaria por el sumidero del universo “pseudotécnico”.

Es necesario que la palabra “creatividad” y muchos otros conceptos esenciales para


nuestro progreso como sociedad, no pierdan su sentido como lo han hechos otros, tales
como: “democracia”, “solidaridad”, “paz”, “igualdad” y “resolución de conflictos”…

La creatividad, bien concebida puede ser una herramienta muy poderosa en la


optimización de la ejecución de cualquier empresa o institución pública.

No obstante, ¿qué necesitamos hacer para que funcione, además de alejarnos de ciertos
gurús-parásitos?

En primer lugar, debemos tener una mente abierta y valorar con sinceridad nuestros
esquemas actuales. Se trata de evaluar todas las opciones. Esto no significa, que
debamos cambiar todo, pero sí, mirar hacia nuevas formas, modos, métodos, para no
terminar haciendo un pasacalle con cuatro paletos que llevan veinte años viviendo de la
administración pública, embruteciendo felizmente a nuestros jóvenes. En este sentido, la
creatividad provee innumerables técnicas para ayudar a las personas a ver las cosas
desde una nueva perspectiva y romper con los marcos críticos establecidos. Nos ofrece
una ventaja competitiva, la habilidad para crear ideas. No obstante, ésta es la primera
fase, porque después del “innova – inventing” de muchos, ¡hay más cosas! Existe una
segunda fase, quizás la más importante. Esta es, cambiar la mentalidad y diseñar una
estrategia.

Sin embargo, existen cinco puntos fundamentales que son esenciales para aquellas
organizaciones o entidades que desean dar un salto hacia el futuro. ¡No un salto, al
vacío! Un salto hacia arriba en los difíciles peldaños de una sociedad en crisis, donde ya
es bastante complicado subsistir. Estos puntos de apoyo son: la motivación intrínseca,
las herramientas técnicas, flujo y manejo del conocimiento existente y la experiencia.
Claro que, para que estas semillas puedan aflorar dentro del árido terreno competitivo,
de quienes “se oponen a cualquier idea que no sea la suya”, es indispensable una mejora
en la comunicación, así como, en la confianza, algo muy devaluado en la administración
pública.

Les mentiría, si les dijera que esto es todo. También faltaría a la verdad si les afirmara
que lo pueden aprender en un “workshop” de tres días, con el “valor de tres créditos
lectivos” en la universidad de su predilección.

Una vez inmersos en esto, es vital remover las barreras estratégicas. ¿Por qué existen
barreras estratégicas? Ésta es quizás, la pregunta menos bienvenida en las reuniones de
alto nivel. El que hace ésta pregunta, suele pagarlo muy caro. Normalmente, comienza a
experimentar problemas de apoyos, ataques de los sabuesos, falta de confianza. Y todo,
porque algunos en la cúpula de la organización, no todos, se sienten más cómodos
cuando no se estremecen los cimientos. Aunque los ciudadanos y cargos con
responsabilidad pública deberían saber, que se “destruye creando”. Para construir un
edificio hay que romper, remover el terreno y muchas cosas más.

De la misma manera, hay que romper la barrera que representa una cultura rígida, para
poder analizar y resolver los problemas actuales. ¡Hay que cambiar la mentalidad!

Se debe tener el valor de adoptar nuevas posturas para afrontar los problemas. En esta
línea, las barreras estratégicas que se detectan con más frecuencia son: métodos
habituales e invariables de actuación, demasiadas o muy pocas opciones, superación de
valores arraigados, como religiosos o ciertas tradiciones, superación de barreras
perceptivas, como imagen propia o la sensibilidad al riesgo.

Por otro lado, está el cambio de actitud hacia el riesgo. Al principio, puede parecer un
tanto, raro, ya que no se trata de que las organizaciones asuman grandes peligros sino
que no los vean como algo intrínsecamente adverso.

En la cultura creativa, los individuos necesitan salirse un poco de su zona de seguridad


(comodidad) de toda la vida, incrementando así, su propio riesgo personal. Aquí, debo
señalar, que un énfasis en la exploración y valoración de oportunidades, significa que
las actividades pueden realizarse con menor riesgo y los proyectos previamente
considerados aventurados, pueden ser posibles. Un cambio de la cultura que motive la
colaboración, también minimiza el riesgo de la organización, debido a que se comparten
información e ideas. No debe extrañarnos, que los expertos al día de hoy, ofrezcan
consejos tan simples, pues solemos observar dentro de la administración pública, cómo
compañeros de un mismo departamento ven a los demás, tener que “luchar” para sacar
adelante sus proyectos, porque éstos, no están dispuestos a compartir su información,
recursos técnicos y métodos de trabajo. A la larga, el resultado va en detrimento de
todos.

En este sentido, como medida vital, debemos ir hacia la optimización del sistema de
aprendizaje y la transferencia de información en todos sus sentidos. Finalmente, ¿cómo
se puede administrar la creatividad? Aunque la pregunta parezca limitante, existen
métodos para realizarlo. ¿Cómo se adquiere la creatividad? ¿Se puede comprar? ¿Por
qué hacen falta consultores? ¿Cómo escoger a un buen consultor entre tanto predigo?
¿Existe un marco de trabajo seguro para administrar la creatividad? Intentaré abordar
éstas cuestiones en una segunda reflexión. No obstante, la creatividad no debe ser
descartada aunque debemos ser muy cautos en el modo, que la integramos y
desarrollamos.

(*) Licenciado en Ciencias Políticas, doctorando en Psicología de la Salud y Clínica

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