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Simón Rodríguez: Educador Emblemático

Nace en Caracas el 28 de octubre de 1771. Se dice


que fue hijo adoptivo de Alejandro Carreño y Rosalía
Rodríguez. De su infancia, se conoce muy poco. Fue un niño
expósito y su único familiar conocido es su hermano
Cayetano.

Llamado "loco", "maestro" o "don" fue educador, pensador filósofo,


escritor y sociólogo. Su vida como maestro la comenzó en mayo de 1791,
cuando el Cabildo de Caracas lo admitió para ejercer el cargo en la escuela
de primeras letras para niños.

Rodríguez fue contratado por Feliciano Palacios, abuelo de Bolívar,


para que le sirviera de amanuense. Luego, al fugarse de la casa de su tío
Carlos Palacios, Bolívar ingresó a la escuela pública de Rodríguez.

Fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su


tiempo, destacando por su amplio conocimiento sobre la sociedad
hispanoamericana. Se caracterizó por seguir su ideal de pensar y enseñar en
plena libertad.

Viajó durante de 16 años, conoció Italia, Suiza, Alemania, Bélgica,


Rusia, Inglaterra, entre otros países; dominaba el francés, el italiano, el
alemán y el portugués. Profundizó sus estudios filosóficos y entró en
contacto con las teorías revolucionarias. Todos estos conocimientos los
compartiría con el Libertador.

Tradujo al español la novela Atala, de Chateaubriand. Posteriormente,


en 1804 Rodríguez y Bolívar se reúnen en Viena y consolidan su amistad. El
célebre maestro participó e influyó en los pensamientos y acciones del
Libertador, los cuales determinaron el destino de la patria.
Bolívar confirmó en 1823 la manera de enseñanza de Rodríguez sobre
las buenas costumbres y el amor a la libertad: “Usted formó mi corazón para
la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso.”

Para 1828 Simón Rodríguez emprendió un viaje para Arequipa, donde


publicó la obra Sociedades Americanas. En ella insiste en la necesidad de
buscar soluciones para los problemas de Hispanoamérica. Aquí delinea la
disyuntiva: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es
original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales
los medios de fundar uno y otro. O inventamos o erramos”.

La célebre frase cobra vigencia en el actual pensamiento militar


venezolano, siendo este el modelo donde se inserta la raíz mas profunda del
pensum de estudios de la Academia Militar de Venezuela, los talleres de
brigadistas de “ Moral y Luces”, entre otros proyectos de estudios que ahora
giran en torno a las raíces robinsonianas.

En los años cumbres de su vida, Simón Rodríguez va a Guayaquil y


en 1853, emprende un nuevo viaje al Perú, acompañado por su hijo José y
su amigo Camilo Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte.

Fallece en el pueblo de Amotape el 17 de julio de 1853. Setenta años


después, sus restos fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima,
y desde allí, al siglo de su desaparición física, fueron devueltos a Caracas,
donde reposan en el Panteón Nacional.

Vanessa Fragoso Sequera / Prensa EJNB

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