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ASÍ EN LA TIERRA

COMO EN EL CIELO

(Reflexiones de Poeta sobre el Padre


nuestro)

P. Daniel Albarrán
Autor: Daniel Albarrán

Título:
Así en la Tierra como en el Cielo
(Reflexiones de Poeta)
Depósito legal lf : 081 2000 200 2220
ISBN 9803321471

Editor: D. A.
Impresión: D. A.
Escrita en Roma en el año 1990
Primera edición en noviembre del 2.000

Segunda edición: 2005.

Edición y Reproducción: El mismo autor.

Editado y reproducción por el mismo autor


Barcelona, Venezuela
e-mail: dalbarranu@cantv.net
DEDICATORIA:

A todo aquel que está en actitud de


búsqueda y que vibra con la suavidad
del corazón. Es decir, a todos.
PRÓLOGO

TIPO DE REFLEXION: "DE POETA"

Desde hace algunos días cuando rezo el Padre nuestro tengo la


idea de relacionar al cielo con el corazón y a la tierra con la cabeza.
No sé precisar el por qué, pero el hecho de pensar en esa relación me
hace saborear pequeñas satisfacciones místicas, que tampoco sé si
serán verdaderas o simplicidades de la imaginación. En ese sentido,
me satisface pensar en el "todo y la nada" que propone San Juan de la
Cruz: "Si quieres poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada; si
quieres venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada...". O
conocer ignorando (ignoto conoscere) para llegar a la "docta
ignorantia"1
En el caso de que sean verdaderas manifestaciones del espíritu
no significa que yo sea un hombre cultivado en trances espirituales ni
mucho menos una persona de estrecha intimidad con Dios. Por lo
menos no en méritos propios al intentar cultivarlo conscientemente,
como tampoco el olvidar que al fin y al cabo la "sensibilidad" del
corazón es un don de Dios. De manera que se puede ser un hombre
pecador, más con dones especiales a la hora de experimentar las

1
Cfr. RATZINGER, "El misterio pascual, raíz y objeto más hondo de la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús"; conferencia en el Congreso de Tolouse sobre el
Corazón de Jesús, del 24 al 28 de julio de 1981, con motivo del XXV aniversario de
la encíclica Haurietis aqua.
Prólogo: Reflexión de poeta

bondades de Dios en el espíritu. Pues ya lo dice el mismo Apóstol San


Pablo:

"Pues bien sé yo que nada bueno habita en mí, es


decir, en mi carne; en efecto, querer el bien lo tengo a mi
alcance, mas no el realizarlo, puesto que no hago el bien que
quiero, sino que obro el mal que no quiero. Y, si hago lo que
no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita
en mí. Descubro, pues, esta ley: aun queriendo hacer el bien,
es el mal el que se me presenta. Pues me complazco en la ley
de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en
mis miembros que lucha contra la ley de mi razón y me
esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros.
¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva
a la muerte”?, (Romanos 7:18-24).

Vamos a dar como base esa realidad: tener alma y fibras de


poeta es un don. Así que, sabiéndome pecador como soy, y no se trata
de humildad2, ni mucho menos, tengo que reconocer que me descubro
con alma sensible para las cosas del espíritu. Pues, pienso que quien es
sensible a las bellezas, ya es un ser de fibras de poeta, ya que el poeta
sin hacer demasiado trabajo intelectivo, ni menos intuitivo, vibra de
manera especial ante los simples acontecimientos de la vida diaria. Y
eso mismo que lo hace vibrar lo hace sufrir, porque se le convierte en
su propia pasión de la vida. Y "pasión" significa "padecer", "sufrir".
Pero es un sufrimiento que da satisfacciones. Es como si se tratara de
una estrecha e inseparable relación y trabazón de un "vivir muriendo"
y de un "morir viviendo" Al respecto se puede ver lo que dice
2
Me gusta mucho la parte de la humildad tratada por Federico Nietzsche en su libro
Así habló Zaratustra. Creo que es un tratado que vale la pena tener en cuenta.
Pero sólo el tratado sobre la humildad, en este caso.
10
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Hermann HESS en su pequeño libro El Balneario de Badén, sobre la


desdicha de ser poeta: que en aún en lo más mínimo se encuentra la
inspiración y se sufre porque cada cosa se le impone y lo marca al
personificarse. Se puede ver también el libro de Leonardo Boff, Los
Sacramentos de la vida, en donde el autor dice que el más mínimo
detalle de la vida es un sacramento porque tienen un valor y un
significado para cada uno de nosotros. Se me ocurre pensar que un
mismo sentimiento interior de búsqueda mueven al poeta y al místico.
Tal vez para ser místico se necesita alma de poeta. En este sentido el
Padre Elmar Salmann, osb., profesor de la Cátedra "Mística e
Iluminismo" de la Pontificia Universidad Gregoriana, decía el 24 de
octubre de 1990, al inicio de su curso que "mucha gente piensa que
Mística e Iluminismo son dos términos antagónicos". Por el contrario,
tienen muchos elementos comunes como: la crisis de la tradición, es
decir, van contra las mismas costumbres diarias; la crítica objetiva de
lo sensorial; la emancipación del sujeto; ascetismo fenomenológico; el
descubrimiento de la posibilidad de la conciencia; el descubrimiento
de una libertad invertida e indiferente; el descubrimiento del absoluto
transensorial; el absoluto se da en una historia larga, aventurera del
sujeto; el absoluto está unido a la persona. Por otra parte, nos consuela
Jacques Maritan cuando habla del arte y la poesía y dice que se trata
de una intuición que lleva a plasmar lo que se siente. Y se trata de una
emoción intuitiva que no volverá jamás3. Lo que significa que hay que
seguir esa intuición, por fuerza.
3
Cfr. Jean Daujat, Jacques Maritain, “Maritain, el arte y la poesía”, Dimensiones,
Caracas, 1981.

11
Prólogo: Reflexión de poeta

Ni yo mismo me entiendo, pero siento la necesidad de decirlo,


porque al decirlo me intuyo y me satisfago, porque vivo al decirlo y
muero a la vez. Es como si diciéndolo, me realizara. Y realizándome,
sintiera que se desgarra algo allá dentro. Y es como sentir una doble
fuerza: una que me hace vivir de la misma emoción y otra, quizás la
misma emoción, que me hace morir, porque como que sintiera que al
expresarlo se me escapara lo que quisiera que saliera pero que no
quisiera que se me escapara. Y entonces, vivo. Porque al vibrar, vivo.
Y muero, porque al querer expresarlo, en cierta forma, mato lo mismo
que siento y me hace vibrar. Podría decirse que es como un
movimiento dialéctico: de menos a más, que lleva a considerar lo
conseguido como algo ya superado desde el mismo momento de
sentirlo.
Porque descubro que se trata de un "vivir y morir" al mismo
tiempo. Pero que no me hace daño, ni me perjudica, sino que me
enriquece. Y aquí es donde está la cruel enfermedad de ser poeta: que
su propia naturaleza interior lo lleva a "padecer", a "morir" y a "vivir"
al mismo tiempo. Porque "muriendo" "vive" y "viviendo", "muere".
Pero, no se puede eludir la realidad de tener un alma sensible. Se tiene
que seguir las propias intuiciones. Y esto es lo que yo quiero intentar.
No tanto porque yo mismo pretenda ser poeta, sino porque no puedo
dejar de sentir ni mucho menos resistir a la fuerza y a la atracción que
me llevan a las llamas que me calientan y que me consumirán
igualmente sin compasión, como a la mariposa que por el calor del
fuego se acerca a él para vivir sin saber al mismo tiempo que ese
mismo calor la aniquilará. Porque lo que menos piensa es que va a
12
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

morir, sino que vive por la energía del calor que la atrae. Pero, no
repara, sino que vuela agitada acercándose a la fuerza que la atrae...
Que quede claro: no se trata por mi virtud, ni méritos. Sino de
una realidad que se lleva dentro y a la que quiero dar riendas sueltas.
Tampoco es que me ufane de ello, pues por el contrario, bien sé que
me exige correspondencia y consonancia existencial con las bondades
que descubro, y, amo, más bien, mis seguridades vitales. Así queda
claro, que no sólo debo tener fe, sino corresponder a ella, para evitar la
contradicción del protestantismo, en especial la teología de Lutero.
Dejado por supuesta esta realidad pasemos inmediatamente a
lo que quiero dedicarme.
A la hora de clasificar mi intento de reflexión de poeta se
podría ubicar como un aporte de Teología Fundamental, pues es un
intento de descubrir la íntima relación de fe y razón, desde una
reflexión de poeta, precisamente.
Es importante anotar que esta reflexión es tratada, con su
respectiva profundidad teológica, al hablar del corazón, por Ratzinger
en "El misterio pascual, raíz y objeto más hondo de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús", en Tolouse, con motivo del XXV
aniversario de la encíclica Haurietis aqua, del 24 al 28 de julio de
1984.

13
PUNTO DE PARTIDA

EL PADRE NUESTRO: PUNTO DE PARTIDA Y DE LA


RELACIÓN
EL PADRE NUESTRO

Lo primero que tenemos que decir es que el "así en la tierra


como en el cielo" está incluido en la oración del Padrenuestro, oración
que el evangelista refiere como oración de Jesús de Nazareth. No es
mi tarea ni mi propósito un estudio exegético-histórico del texto.
Aunque por caminos diversos, de poeta, se podría decir que se está
haciendo antropología teológica y teología del corazón. No estoy
inventado nada, al respecto. Véase, por ejemplo el estudio que hace
Ratzinger al tratar de Antropología del corazón en su intervención en
el Congreso de Tolouse, sobre el Corazón de Jesús.
En la oración del Padre nuestro la palabra "cielo" aparece dos
veces y "tierra" una. Según el evangelista Mateo, aunque también la
oración del Padre nuestro la refiere el evangelista Lucas, pero no hace
referencia ni a "los cielos" ni a "la tierra", que es parte de nuestro
interés. Por eso preferimos la versión de Mateo. Dice en el evangelio
de Mateo:
Punto de partida: el padrenuestro

"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea


tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la
tierra como en el cielo.
Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nues-
tras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros
deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del
mal", (Mateo 6:9-13).

En mi imaginación esta misma oración resuena así: "Padre


nuestro que estás en los "corazones"; santificado sea tu nombre; venga
a nosotros tu Reino; hágase tu voluntad así en "la cabeza" como en "el
corazón".

INQUIETUDES INICIALES:

La primera vez que aparece "cielo" es refiriéndose al Padre, es


decir, a Dios, como su lugar o trono: "Padrenuestro, que estás en los
cielos". Y la segunda es para pedir que "hágase tu voluntad así en la
tierra como en el cielo".
Surge automáticamente la pregunta: ¿Qué se entiende por
"cielo”? ¿Es el mismo cielo del "Padrenuestro que estás" del "hágase...
como en el cielo”? Porque se supone inmediatamente que si el Padre
nuestro está en el cielo y éste es su lugar o trono, allí se hace
precisamente su voluntad, porque no hay otro que mande junto con él,
o sobre él o que comparta su mando o autoridad.
¿Qué significa "hágase tu voluntad así en la tierra como en el
cielo”? ¿O es que hay otro cielo del cielo donde habita el Padre

18
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

nuestro? ¿Ese "cielo" del "hágase tu voluntad" es sólo el cielo de los


humanos, diferente del "cielo" del "Padre nuestro que estás”? ¿Y en
qué se diferencian si es que se diferencian? ¿El "hágase tu voluntad"
está referido al cielo donde habita el Padre nuestro, porque es lógico
que allí se hace su voluntad, o sólo al cielo de la tierra? Porque
pareciera que se hiciera la diferencia del cielo donde está el Padre del
cielo donde estamos nosotros, pues dice: "venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo". ¿De cuál tierra y
cielo? ¿Del de "nosotros”? Porque se puede pensar que sería absurdo
que en el suyo no se hace su voluntad.
Ahora bien, si el suyo es más poderoso, porque es el objetivo,
¿Por qué no reina definitivamente sobre el nuestro que es relativo y
por consiguiente de menos poder y fuerza?
Y lo primero que se me ocurre como primera respuesta es que
el "cielo" del "Padre nuestro que estás" es el cielo objetivo. Y el de
nosotros es el relativo. De donde se puede deducir, muy pronto y sin
fundamentos aún, es que al pedir que se haga su voluntad estamos
pidiendo que el objetivo se posesione del relativo: venga a nosotros tu
Reino. Hablo del "relativo" no tanto en el sentido de que sea
indiferente o de ninguna importancia, sino como de una "prolonga-
ción" o de un reflejo del Otro cielo, el "verdaderamente absoluto".
Estas primeras inquietudes parecen vanales. No lo discuto. Sin
embargo, en la oración del Padrenuestro se hace la diferencia. Y sobre
esta diferencia se trata en este libro. Invito a que sigan con mucha
atención lo que se va a descubrir.

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Punto de partida: el padrenuestro

Insisto, antes de comenzar, en que las citas se buscaron


comenzando desde el Génesis. Y se siguieron en los libros siguientes,
tal como aparecen en el orden de los libros de la Biblia. La sorpresa
que quiero comunicar está en que hay un orden sorprendente en la
continuidad de la idea según la misma aparición de las citas. Y aquí
sufro al pensar que no se capte la sorpresa del descubrimiento pues
existe un orden en las ideas, cita tras cita. Es decir, la cita posterior da
un paso en la idea de la anterior. Y las citas son sobre “cielos-tierra” y
“cielo-tierra”, no otras. Aquí está la sorpresa que quiero comunicar.
Pero sorpresa de poeta. Atención a esa insistencia, por favor.

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PRIMERA PARTE:

PRIMERA RELACIÓN:
CIELOS-TIERRA
Primer dato: la cantidad de veces

Lo primero que entresacamos de una primera ojeada es que en


plural, "cielos", aparece 324, de los cuales 239 en el Antiguo y 85 del
Nuevo. Aún cuando este dato no es muy importante, como tal, no
podemos obviarlo ya que tendremos que acudir a sus referencias y
partir desde allí. No tanto en cuanto a la cantidad sino a la referencia
como cita obligada y buscar lo que se quiere decir en el texto.

ACLARATORIA INICIAL Y FUNDAMENTAL:

En mi búsqueda y hallazgo, al mismo tiempo, para sorpresa y


admiración, es importante aclarar que los textos con sus respectivas
citas, están escalonadas, en el orden que las voy dando. Tal cual
aparecen en la Biblia, desde el Génesis. Hago esta aclaratoria porque
se podría pensar que estoy forzando las citas a mi antojo. No. La
sorpresa está, precisamente, en que ellas mismas siguen un orden
sorprendente para admirarnos más todavía. De manera que se puede
pensar, con sorpresa de poeta, es que, simplemente, las doy en el
orden aparecido. Y con ello, aumenta la sorpresa y el descubrimiento.
Sorpresa de sorpresa en la sorpresa de la maravilla de ser poeta. Y en
esto insistiré a cada instante para recordarlo. Y perdónenme la
insistencia cuando la haga, y que será muy a menudo, por cierto. Pero
es la clave de este trabajo.
Cielos-Tierra (cielos en plural)

1) ANTIGUO TESTAMENTO

EN LAS SIETE PRIMERAS APARICIONES EN EL LIBRO


DEL GÉNESIS:

La primera referencia al cielo es en el libro del Génesis y


aparece en plural "cielos", donde dice: "En el principio creó Dios los
cielos y la tierra", (Génesis 1:1). Y aparece en relación con la tierra.
Así las siete primera veces está referido a los cielos y a la tierra, con la
constante insistencia de que fueron realidades creadas por Dios:

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra" (Gén. 1,1).


"Esos fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando
fueron creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los
cielos"(2,4). "Y llamó Dios al firmamento "cielos". Y
atardeció y amaneció: día segundo" (1,8). "Y dijo Dios:
"Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza
nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves de los
cielos, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en
todas las sierpes que serpean por la tierra"(1,26). "Y bendíjolos
Dios, y díjoles Dios: "Sed fecundos y "multiplicaos y henchid
la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las
aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra."
(1,28). "Y a todo animal terrestre, y a toda ave de los cielos y a
toda sierpe de sobre la tierra, animada de vida, toda la hierba
verde les doy de alimento. Y así fue"(1,30). "Concluyéronse,
pues, los cielos y la tierra y todo su aparato"(2,1). "Esos
fueron los orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron
creados. El día en que hizo Yahveh Dios la tierra y los cie-
los"(2,4).

Es necesario resaltar que las veces que cuando cielo aparece en


plural está siempre relacionado con la tierra, mientras que tierra
24
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

siempre aparece en singular. Nunca dice "cielos y tierras", sino "cielos


y tierra". ¿Por qué esta distinción e insistencia? ¿Es que no hay tantas
tierras como cielos?
Pero no queramos deducir nada todavía porque es muy
temprano, sino que más bien dejemos que las insinuaciones interiores
nos lleven a poner cuantos obstáculos sean posibles para que ellas
mismas nos lleven a indagar los mistéricos caminos de las corazona-
das, que dejándose llevar por las intuiciones comprenden y no
comprenden, pero saborean igualmente los manjares de ser poeta.
Otra inquietud, en actitud curiosa, es que en las primeras siete
veces que aparece en el libro del Génesis, la referencia que nos ocupa,
insiste en que se trata de la obra de Dios. ¿Por qué? Curiosidad, nada
más. Es importante aclarar que no estamos forzando las referencias.
Solamente las estamos dando en el orden que aparecen en orden de la
posición numérica del texto sagrado. Una después de la que le sigue.
Encadenadas según el mismo texto. Y esto nos llama la atención
porque pareciera que las citas dadas en ese orden del mismo texto
estuvieran a nuestro favor en las inquietudes iniciales. ¿Curioso,
verdad?. Sobre todo, porque el número siete es emblemático en la
mentalidad judía y en las Sagradas Escrituras.

LAS CITAS SIGUIENTES, SEGÚN EL ORDEN DEL LIBRO


DEL GÉNESIS:

LA CITA NÚMERO OCHO, SEGÚN NUESTRO HALLAZGO:


LA TORRE DE BABEL: LA SEPARACIÓN.
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Cielos-Tierra (cielos en plural)

Así la cita del Génesis que continúa hablando de los cielos en


plural, y en relación con la tierra resalta la intención del hombre de
crear la división. Vamos a precisar los dos sujetos interlocutores: Dios
y el hombre. Dios como el Creador y el hombre como criatura. En ese
sentido, no quiero insistir que sea Adam o Moisés o Jacob. Me es
indiferente. Simplemente el hombre, como la misma realidad creada
que se relaciona en lo profundo de su ser con el Creador. Dice:

"Después dijeron: "Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una


torre con la cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si
nos desperdigamos por toda la haz de la tierra. "" (Génesis
11:4).

Lo curioso es que en las primeras siete referencias del Génesis


se habla de la creación de parte de Dios de los cielos y la tierra. De
manera que la misma cita número siete dice que: "Esos fueron los
orígenes de los cielos y la tierra, cuando fueron creados. El día en
que hizo Yahveh Dios la tierra y los cielos". (Génesis 2:4).
Como si ella insistiera que ya la obra estaba totalmente
terminada.
Mientras que en la cita que continúa inmediatamente, que es la
número ocho, hace referencia al inicio de las diferencias al hombre
hacer "una ciudad con la cúspide en los cielos" y pone de una vez la
intención que los motiva: "y hagámonos famosos". Y cuenta el mismo
libro en el mismo relato la intervención de Dios:

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Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

"Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que habían edificado


los humanos, y dijo Yahveh: "He aquí que todos son un solo
pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo de su
obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible.
Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de
modo que no entienda cada cual el de su prójimo." (Génesis
11:5-7).

Llama la atención de la misma cita anterior donde dice:


"Ahora nada de cuanto se propongan les será imposible". Como si
desde ese momento el mismo autor de los "cielos y la tierra" dejara su
acción creadora y dejara que el hombre continuara la suya. Y como
que se encontrara relación entre el "Ahora nada de cuanto se
propongan les será imposible" y el "hagámonos famosos" del Génesis
11, 4. Tal vez, esto último será lo que más le va a preocupar al
hombre.
Pero, con todo y eso, se descubre que el hombre no está
retando al creador de los cielos y la tierra, sino que está reconociendo
su poder y pretende su protección, pues en el mismo texto se dice que:
construyamos "una ciudad con la cúspide en los cielos". Y al decir así
como que se entendiera que bajo los cielos y no en rivalidad al cielo.
Esto descubrimos en la primera ojeada sin pretender concluir
todavía nada. Lo que nos lleva a seguir mirando los siguientes textos
en donde aparecen "los cielos" y "la tierra". Y así se descubre
igualmente que en los textos, del mismo Génesis, que continúan es
para reconocer y agradecer al Creador su obra. Así se puede ver en los
textos inmediatos, con referencia a los "cielos" y "la tierra":

27
Cielos-Tierra (cielos en plural)

"y le bendijo diciendo: "¡Bendito sea Abram del Dios


Altísimo, creador de cielos y tierra, "(14,19). "Pero Abram dijo
al rey de Sodoma: "Alzo mi mano ante el Dios Altísimo,
creador de cielos y tierra"(14,22). "Que voy a juramentarte por
Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás
mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos con los
que vivo"(24,3). "Yahveh, Dios de los cielos y Dios de la
tierra, que me tomó de mi casa paterna y de mi patria"(24,7).

Surge, inmediatamente, una otra pregunta a las muchas que se


han presentado: ¿Cuando el hombre reconoce la obra de Dios lo
relaciona con los "cielos" y "la tierra" y cuando se opone a ese
reconocimiento se opone al cielo y reafirma la tierra, como en el caso
de la Torre de Babel? Otro detalle que llama la atención en los textos
inmediatamente anteriores es que en los dos últimos se dice "Dios de
los cielos y Dios de la tierra" (Génesis 24:3; 24:7), ¿Significa,
entonces, que son dos reinos diferentes: el del cielo y el de la tierra?
De ser así, ¿en cuál manda Dios y en cuál el hombre, o es esta la clave
del problema entre cielos y tierra en el que el hombre hace su propia
historia distinta a la de Dios?
Me pareciera que ya habíamos adelantado la posible respuesta
en aquella parte de:

"Bajó Yahveh a ver la ciudad y la torre que habían


edificado los humanos, y dijo Yahveh: "He aquí que todos son
un solo pueblo con un mismo lenguaje, y este es el comienzo
de su obra. Ahora nada de cuanto se propongan les será impo-
sible. Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su len-
guaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo."
(Génesis 11:5-7).

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Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Y en la que anteriormente se afianza la intención del hombre:


"Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los
cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la
haz de la tierra" (Génesis 11:4).
En donde el "hagámonos famosos" pudiera ser la clave de la
distinción y la separación.
Quedémonos con el supuesto que sea cierto todo lo que vengo
pensando, ya que no es mi tarea demostrar nada ni mucho menos
defender lo demostrado sino de seguir las intuiciones de poeta. En el
caso de que sea cierto lo de la separación, según lo que vengo
siguiendo, y en el caso de que sea igualmente lógico, resulta
sorprendente, según mis propias ojeadas, ojalá no sean caprichosas, el
hecho de que la cita que continúa inmediatamente a la última que he
dado, la del Génesis 24:7, aunque tiene más relación con el orden que
yo voy siguiendo, que sería la del Génesis 11:4; 5-7, es que la cita que
sigue es la del sueño de Jacob, precisamente el personaje con el que se
renueva y se constituye el nuevo pueblo, el pueblo de Israel en donde
se realiza todo el plan preparatorio de la comunicación de Dios con la
humanidad. Dice el texto: "Y tuvo un sueño; soñó con una escalera
apoyada en tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los
ángeles de Dios subían y bajaban por ella"(28,12).

LA CITA QUE CONTINÚA: EL SUEÑO DE JACOB: EL


INTENTO DE LA UNIDAD.

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Cielos-Tierra (cielos en plural)

De donde se me ocurre pensar que la "escalera" del sueño


representa el puente mismo de la comunicación entre Dios y los
hombres, pues dice que: "soñó con una escalera apoyada en tierra, y
cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de Dios subían
y bajaban por ella".
Porque si nos detenemos en el hilo conductor de lo que vengo
pensando, ya que no es mi intención demostrar absolutamente nada, se
repite la misma idea de "la cúspide en el cielo" del momento de la
separación del relato del Génesis 11:4. Allá para iniciar el momento
de la separación. Aquí para comunicar. Pues dice en el primer caso:
"Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la cúspide en los
cielos" y en el segundo: "soñó con una escalera apoyada en tierra, y
cuya cima tocaba los cielos". Generando en ambos casos dos
acciones: separando en el primero y uniendo en el segundo, como se
puede ver en los mismos relatos: "por si nos desperdigamos por toda
la haz de la tierra", como de hecho sucedió pues dice inmediatamente:
"Ea, pues, bajemos, y una vez allí confundamos su lenguaje, de modo
que no entienda cada cual el de su prójimo. " (Génesis 11:5-7:). Y
uniendo en el segundo, como dice el texto del sueño: "y he aquí que
los ángeles de Dios subían y bajaban por ella.", (Génesis 28:12).
De lo que se puede decir, sin hacer de ello una verdad de fe, ni
mucho menos, sino una reflexión de poeta que la ciudad del primer
caso es la separación y la escalera del sueño es la unión.
Ahora bien, en ambos casos se puede deducir que Dios no
abandona al hombre, pues si en el primero se dice "bajo la cúspide del
cielo" se puede entender que bajo la mirada de Dios, implícitamente,

30
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

ya que en el segundo la guía de Dios es explícita, pues se puede leer


en continuación del mismo apartado del sueño lo siguiente:

"Y vio que Yahveh estaba sobre ella, y que le dijo: "Yo soy
Yahveh, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La
tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia.
"Mira que yo estoy contigo; te guardaré por doquiera que
vayas y te devolveré a este solar. No, no te abandonaré hasta
haber cumplido lo que te he dicho" (Génesis 28:13; 15).

Pero en ambos casos las consecuencias vienen de parte de


Dios. Allá provoca la confusión de lenguas. Aquí promete la
compañía. Y se inicia otra vez el deseo de estar en contacto con Dios
pues dice el relato que Jacob erigió la piedra que tenía de cabecera
como signo.
Y con ese relato es la última referencia del libro de Génesis en
donde aparece las palabras "los cielos" y "la tierra" juntos.
De lo que podemos decir con la primera cita del Génesis 1, 1:
"En el principio creó Dios los cielos y la tierra", como el punto
mismo de partida, para después quedarnos con el punto central del
problema del: "Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una torre con la
cúspide en los cielos, y hagámonos famosos, por si nos desperdi-
gamos por toda la haz de la tierra. " (Génesis 11:4); y, concluir
nuestra primera reflexión con: "soñó con una escalera apoyada en
tierra, y cuya cima tocaba los cielos, y he aquí que los ángeles de
Dios subían y bajaban por ella", (Génesis 28:12). De manera que las
ideas serían: 1) Dios que crea "los cielos y la tierra"; 2) el hombre que
crea "la ciudad" para hacerse famoso, y, se empieza la disgregación
31
Cielos-Tierra (cielos en plural)

por la tierra; y, 3) la "escalera" del sueño por el que Dios se manifiesta


que busca unir a Dios y al hombre: "Levantóse Jacob de madrugada,
y tomando la piedra que se había puesto por cabezal, la erigió como
estela y derramó aceite sobre ella. Jacob hizo un voto, diciendo: "Si
Dios me asiste y me guarda en este camino que recorro, y me da pan
que comer y ropa con que vestirme, y vuelvo sano y salvo a casa de
mi padre, entonces Yahveh será mi Dios; y esta piedra que he erigido
como estela será Casa de Dios; y de todo lo que me dieres, te pagaré
el diezmo" (Génesis 28:18, 20-22).
Pero con la sutileza de un sueño. Y en esa sutileza, tal vez, va a
estar la relación, en la que el símbolo es la piedra erigida como estela
y ungida con aceite por parte de Jacob.

EN LOS LIBROS QUE CONTINUAN:

Todo lo que hemos indagado anteriormente lo encontramos en


el libro del Génesis. Y habíamos concluido que "la escalera", con la
sutileza del sueño, tal vez, siendo a su vez la clave misma, era la
representación de la nueva relación entre Dios y el hombre. Y
habíamos descubierto, según nuestros propios hallazgos, que era la
última referencia del Génesis en donde aparecían juntos las palabras
"los cielos" y "la tierra". En plural el primero y en singular lo
segundo, como en plural aparece en la primera parte del Padrenuestro
("que estás en los cielos") y en singular en la segunda vez del mismo
texto evangélico ("así en la tierra como en el cielo"), tanto la tierra
que se dice sólo una vez, como el cielo en relación con tierra.

32
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Ahora bien, si nos detenemos con atención, veremos que


nuestro análisis resulta escalonado y ordenado, pues se cierra con el
relato del sueño de la escalera del Génesis. De donde habíamos dicho
que tal vez esta escalera, con la delicadeza de un sueño, que es y no a
la vez, real porque existe como sueño pero que no es ya que no se
palpa materialmente, era la clave del nuevo contacto divino-humano,
que se había hecho dificultoso desde la torre de Babel. Pero que se
reanudaba.
Suponiendo que lo que venimos descubriendo sea lógico nos
sorprende que el siguiente texto, que es del Exodo, en donde aparecen
"los cielos" y "la tierra" juntos se dé una continuación inmediata con
lo que venimos anotando. Pues, como hemos dicho, el contacto se
inicia otra vez, según el último apartado del Génesis, con el sueño de
Jacob, en donde Dios le ofrece su compañía y Jacob su fidelidad.
Dando por supuesto que este contacto ya es real y un hecho entre el
hombre y Dios, éste pone inmediatamente las reglas de esa relación
que se restablece. Pues dice el texto que continúa: "No te harás
escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de
lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de
la tierra" (Exodo 20:4).
Nos llama la atención ese hecho de los dos primeros libros de
las Sagradas Escrituras. En la última referencia del Génesis donde
aparecen "los cielos" y "la tierra" se restablece la relación. Y en la
primera del libro que continúa aparece inmediatamente las
condiciones por parte de Dios, como hemos señalado inmediatamente
anterior.
33
Cielos-Tierra (cielos en plural)

Así nos sorprende, con sorpresa de poeta, no con lógica ni de


exegeta ni de crítico, el hecho de que el texto que continúa a la
próxima aparición de "los cielos" y la "tierra" sea así mismo para
referirnos el hecho de la tabla de la ley o el decálogo, como si los
textos se nos prestaran a servirnos de ayuda en nuestro escalonamiento
y hasta parecieran, más bien, como caprichosos. Así leemos:

"Habló Yahveh a Moisés diciendo: "Habla tú a los


israelitas y diles: No dejéis de guardar mis sábados; porque el
sábado es una señal entre yo y vosotros, de generación en
generación, para que sepáis que yo, Yahveh, soy el que os san-
tifico. Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros. El
que lo profane morirá. Todo el que haga algún trabajo en él
será exterminado de en medio de su pueblo. Seis días se
trabajará; pero el día séptimo será día de descanso completo,
consagrado a Yahveh. Todo aquel que trabaje en sábado,
morirá. Los israelitas guardarán el sábado celebrándolo de
generación en generación como alianza perpetua. Será entre yo
y los israelitas una señal perpetua; pues en seis días hizo
Yahveh los cielos y la tierra, y el día séptimo descansó y tomó
respiro. Después de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le
dio las dos tablas del Testimonio, tablas de piedra, escritas por
el dedo de Dios" (Exodo 31:12-18).
Habíamos dicho desde el comienzo, al intentar justificar mis
reflexiones de poeta, que la santidad se trata de un don de Dios. Ahora
al dar Dios los preceptos le recuerda al hombre: "para que sepáis que
yo, Yahveh, soy el que os santifico".
En ese mismo sentido todos los textos que continúan, y que
son del libro del Deuteronomio es para insistir en la misma idea de los
preceptos por parte de Dios, y en la conveniencia por parte del hombre

34
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

en cumplirlos, pues atenderlos es para su propio beneficio, como se


puede ver a continuación:

"Yahveh, Señor mío, tú has comenzado a manifestar a tu


siervo tu grandeza y tu mano fuerte; pues ¿qué Dios hay, en los
cielos ni en la tierra, que pueda hacer obras y proezas como las
tuyas”? (Deuteronomio 3:24). "No te harás escultura ni imagen
alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay
abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la
tierra" (Deuteronomio 5:8). "Mira: De Yahveh tu Dios son los
cielos y los cielos de los cielos, la tierra y cuanto hay en
ella"(Deuteronomio 10:14). "Pues la ira de Yahveh se
encendería contra vosotros y cerraría los cielos, no habría más
lluvia, el suelo no daría su fruto y vosotros pereceríais bien
pronto en esa tierra buena que Yahveh os da"(Deuteronomio
11:17 ). "Por eso, cuando Yahveh tu Dios te haya asentado al
abrigo de todos tus enemigos de alrededor, en la tierra que
Yahveh tu Dios te da en herencia para que la poseas, borrarás
el recuerdo de Amalec de debajo de los cielos. ¡No lo olvides!"
(Deuteronomio 25:19). "Desde la morada de tu santidad, desde
lo alto de los cielos, contempla y bendice a tu pueblo Israel, así
como al suelo que nos has dado como habías jurado a nuestros
padres, tierra que mana leche y miel" (Deuteronomio 26:15).
"Yahveh abrirá para ti los cielos, su rico tesoro, para dar a su
tiempo la lluvia necesaria a tu tierra y para bendecir todas tus
obras. Prestarás a naciones numerosas, y tú no tendrás que
tomar prestado" (Deuteronomio 28:12). "Los cielos de encima
de tu cabeza serán de bronce, y la tierra de debajo de ti será de
hierro". (Deuteronomio 28:23). "Prestad oído, cielos, que
hablo yo, escuche la tierra las palabras de mi boca"
(Deuteronomio 32:1). "Para José dijo: Su tierra es bendita de
Yahveh; para él lo mejor de los cielos: el rocío, y del abismo
que reposa abajo" (Deuteronomio 33:13).

35
Cielos-Tierra (cielos en plural)

APLICACIÓN DE POETA: LA RELACIÓN DEL “CIELO” CON


EL CORAZÓN Y DE LA “TIERRA” CON LA CABEZA:

Y, ya, desde este momento se encuentran en los textos que


siguen un sentimiento de culpa por parte del hombre, por no haber
sido fiel a los mandatos de Dios, quien por su parte, si se ha
mantenido fiel a la promesa hecha. Y este sentimiento de culpa,
descubierto en mi búsqueda, viene a hacer más rica mi reflexión de
poeta pues como que se prestara a mi inquietud, o mejor dicho, a mis
intuiciones e insinuaciones, y por consiguiente no verdades absolutas,
sobre la identificación de los cielos o "el cielo" con el corazón y "la
tierra" con la cabeza.
De manera que cuando el hombre, que es cielo y tierra, es
decir, corazón y cabeza, comienza a hacer la distinción entre los dos y,
sobre todo, quiere hacer prevalecer la cabeza sobre el corazón (la
tierra sobre el cielo), invirtiendo el orden, en ese preciso momento
comienza a sentir la necesidad de hacer callar las voces del mismo
cielo que lleva dentro, y que es tan sutil y delicado como el sueño de
Jacob, que con un simple parpadear se esfuma.
Tal vez, sea parte de ese mismo sueño las promesas de ser
consecuente con las insinuaciones de bondad y que podrían ser las
mismas propuestas, imperativos divinos, de la ley de Dios. Pero son
tan sutiles que con el trajinar de la historia se olvidan o parecieran
olvidarse, y esa misma "escalera" por donde suben y bajan los ángeles
del sueño de Jacob se ignora, quizás, porque se busca vivir de
realidades y no precisamente de sueños. Y es entonces, cuando ante

36
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

las insinuaciones frágiles el hombre quiere imponerse realidades. En


otras palabras, según lo que venimos diciendo en nuestro intento
poético, se crea la división de los dos reinos: el del corazón (cielo) y
el de la tierra (cabeza).
Pero como no se pueden separar el corazón de la cabeza del
mismo cuerpo y seguir viviendo igual, esa misma escalera del sueño,
que comunica las dos realidades, cielo y tierra, se vuelve a sentir
igualmente la comunicación de los mismos sentimientos de unión1.
Tal vez en esa división consistió la distinción entre alma y cuerpo
como dos realidades diferentes durante tantos siglos de la historia de
la humanidad. Una sometida a la otra (ideas platónicas, maniqueas,
etc...). Y es, entonces, cuando aparecen los sentimientos de
remordimiento y el deseo ardiente de volver a experimentar las
antiguas bondades de ese maravilloso encuentro. En el que se
reconoce, por una parte, que los preceptos de Dios, el creador son
justos y buenos y es un beneficio aceptarlos y cumplirlos, pero por
otra, se reconoce igualmente que se ha estado lejos de esa unión y por
consiguiente del creador mismo. De lo que se genera un sentimiento
religioso, quizás sean las mismas insinuaciones del corazón a las que
la cabeza da profundo y agradecido asentimiento.
Tal vez, ese mismo sentimiento religioso, y que se podría
llamar en el buen sentido "fe", es lo que genera el intento del hombre

1
Ya lo dice San Agustín en el libro Las Confesiones :"¿Y cómo he de invocar a mi
Dios y Señor? Llamándole para que venga a mí, está dentro de mí mismo. Pues
¿qué lugar hay en mí, adonde pueda venir y estar mi Dios”?, (San Agustín, Las
Confesiones, traducción del R.P. Eugenio CEBALLOS, Editorial Difusión, S.A.
Buenos Aires, 1946, capítulo II, p. 14).

37
Cielos-Tierra (cielos en plural)

de correspondencia, o sea, el propósito sincero de que la tierra, la


cabeza, vibre ante las delicadas insinuaciones y mensajes sutiles del
corazón, el cielo.
Y se despierta, por consiguiente, el deseo de permanecer,
como se puede deducir de los textos que continúan en el orden que
estamos siguiendo, y que es tal como los encontramos en los libros
bíblicos:

"Al oírlo, ha desfallecido nuestro corazón y no se


encuentra ya nadie con aliento en vuestra presencia, porque
Yahveh vuestro Dios, es Dios arriba en los cielos y abajo en la
tierra"(Josué 2:11). "Cuando saliste de Seír, Yahveh, cuando
avanzaste por los campos de Edom, tembló la tierra, gotearon
los cielos, las nubes en agua se fundieron" (Jueces 5:4). "La
tierra fue sacudida y vaciló, las bases de los cielos
retemblaron. Vacilaron bajo su furor" (II Samuel 22:8). "Y
dijo: "Yahveh, Dios de Israel, no hay Dios como tú en lo alto
de los cielos ni abajo sobre la tierra, tú que guardas la alianza y
el amor a tus siervos que andan en tu presencia con todo su
corazón"(I Reyes 8:23). "¿Es que verdaderamente habitará
Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos
de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa
que yo te he construido!" (I Reyes 8:27). "Escucha tú desde los
cielos y perdona el pecado de tu pueblo Israel y vuélvelos a la
tierra que diste a sus padres" (I Reyes 8:34). "Escucha tú desde
los cielos y perdona el pecado de tu siervo y de tu pueblo
Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deberán
andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo en
herencia" (I Reyes 8:36). "Escucha tú desde los cielos, lugar de
tu morada, y haz según cuanto te pida el extranjero, para que
todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman
como tu pueblo Israel, y sepan que tu Nombre es invocado en
esta Casa que yo he construido" (I Reyes 8:43). "Hizo
Ezequías esta plegaria ante Yahveh: "Yahveh, Dios de Israel,
que estás sobre los Querubines, tú sólo eres Dios en todos los
38
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

reinos de la tierra, tú el que has hecho los cielos y la tierra" (II


Reyes 19:15). "Alégrense los cielos y la tierra jubile. Decid
entre las gentes: "¡Yahveh es rey!" (I Crónicas 16:31). "Pero,
¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre
la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden
contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!"
(II Crónicas 6:18). "Escucha tú desde los cielos, perdona el
pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que les diste
a ellos y a sus padres" (II Crónicas 6:25). "Escucha tú desde
los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo
Israel, pues les enseñarás el camino bueno por el que deben
andar, y envía lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por
herencia" (II Crónicas 6:27). "Escucha tú desde los cielos,
lugar de tu morada, y haz cuanto te pida el extranjero, para que
todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te teman,
como tu pueblo Israel, y sepan que tu Nombre es invocado
sobre esta Casa que yo he construido" (II Crónicas 6:33). "Y
mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla,
orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos
caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y
sanaré su tierra" (II Crónicas 7:14).

En los textos inmediatos se habla ya de la intención de


construir un templo y de organizar un pueblo propiamente, ya que se
podría decir que ante la inconstancia de la permanencia del hombre en
esa estrecha relación del cielo con la tierra, del corazón con la
cabeza, pretende crear una casa material, que sea sagrada, que
represente ese mismo deseo de unión. Son los textos del libro2 II
2
Aquí se pueden citar igualmente los textos siguientes: I Reyes 8:27: "¿Es que
verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los
cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he
construido!" II Crónicas 6:18 "Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los
hombres sobre la tierra? Si los cielos y los cielos de los cielos no pueden
contenerte, ¡cuánto menos esta Casa que yo te he construido!". Tal vez porque se
reconoce la obra de Dios y su grandeza:"¡Tú, Yahveh, tú el único! Tú hiciste los
cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra y todo cuanto abarca, los
mares y todo cuanto encierran. Todo esto tú lo animas, y la mesnada de los cielos
ante ti se prosterna.", (Nehemías 9:6). 39
Cielos-Tierra (cielos en plural)

Crónicas 36:23 y el de Esdras 1:2. Pero deseo que nace de un


sentimiento religioso de agradecimiento y que busca estar siempre en
contacto, como se ven en las 18 veces que aparece en los salmos "los
cielos" y "la tierra" juntos3.
Y ya este hecho de la construcción del templo, y que se podría
considerar como la misma idea de la piedra del sueño de Jacob, pero
en mayores dimensiones, ante el mismo acontecimiento del lugar del
recuerdo de la comunicación, me sugiere muchas ideas en mi
reflexión de poeta. Tal vez, en esto consista el grito de Jesús de
destruir el templo material y de restaurar, ni siquiera instituir, el
verdadero culto agradable a Dios. Tal vez, no lo sé. Pero estas ideas
serán parte del segundo capítulo de mis reflexiones.
De manera que podemos concluir igualmente como en la
primera parte con las mismas ideas, prácticamente, pero con un
desarrollo gradual: 1) Dios que crea la relación; 2) El hombre que
quiere permanecer fiel (en la primera conclusión era la piedra) y
construye el templo para recordar el compromiso, de lo que se genera
un sentimiento religioso.

LA INSISTENCIA DE LOS LIBROS SAPIENCIALES:

3
Cfr. Salmos 8:2; 50:4; 57:6; 57:12; 68:9; 69:35; 76:9; 85:12; 96:11; 102:20; 102:26;
103:11; 108:6; 113:6; 115:15; 115:16; 134:3; 146:6; 147:8.

40
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Así, pues, podríamos decir que se vuelve a establecer el


contacto directo del cielo con la tierra, o en las mismas palabras que
venimos utilizando, en nuestra reflexión de poeta, el corazón y la
cabeza. Y en donde las citas que continúan, del libro de los Proverbios
y la Sabiduría buscan catequizar y recordar esas verdades, como se
puede ver:

"Con la Sabiduría fundó Yahveh la tierra, consolidó los


cielos con inteligencia" (Proverbios 3:19:). "Los cielos por su
altura, la tierra por su profundidad, y el corazón de los reyes:
son inescrutables" (Proverbios 25:3). "¿Quién subió a los
cielos y volvió a bajar? ¿quién ha recogido viento en sus
palmas? ¿quién retuvo las aguas en su manto? ¿quién
estableció los linderos de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el
nombre de su hijo, si es que lo sabes”? (Proverbios 30:4).
"Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra y con
fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance; ¿quién, entonces,
ha rastreado lo que está en los cielos”? (Sabiduría 9:16).

Pero en las que se descubre que comienzan a considerar como


"misterios" tanto los cielos como la misma tierra. Y este mismo nuevo
hallazgo torna más interesante, y más que justificado nuestro intento
de relacionar al cielo con el corazón y la tierra con la cabeza. Y en vez
de decir con los autores sagrados: "Los cielos por su altura, la tierra
por su profundidad, y el corazón de los reyes: son inescrutables",
(Proverbios 25:3:); y, "Trabajosamente conjeturamos lo que hay
sobre la tierra y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance;
¿quién, entonces, ha rastreado lo que está en los cielos”?, (Sabiduría
9:16:); podríamos muy bien decir: "trabajosamente conjeturamos lo
41
Cielos-Tierra (cielos en plural)

que hay en la cabeza del hombre... ¿quién, entonces, ha rastreado lo


que está en el corazón”?, o "el corazón por su altura, la tierra por su
profundidad... son inescrutables". Y cobra sentido todo lo que
venimos reflexionando, sin duda.
Ahora bien, todos los textos del Antiguo Testamento que
continúan hacen referencia explícita a la invitación de volver a Dios,
tarea propia de los profetas. Pero por no hacer muy extensa esta
reflexión de poeta los omitimos4.

2) EN EL NUEVO TESTAMENTO:

Como habíamos anotado al comienzo son 13 veces que


aparecen juntos las palabras "los cielos" y "la tierra" en el Nuevo
Testamento.
Y nos sorprende igualmente la consecuencia del tema que
venimos siguiendo. Fijémonos bien en la parte que recién hemos
terminado de reflexionar: Dios que restablece las relaciones con el
hombre y el hombre que busca materializar como representación esa
relación. En la primera reflexión era la piedra y en la segunda era el
templo.

4
Sin embargo damos las citas, por si el lector quiere consultarlas. Son ellas 46:
Isaías 1:2; 13:5; 44:23; 44:24; 45:8; 45:12; 45:18; 48:13; 49:13; 51:6; 51:13;
51:16; 55:9; 13:5; 13:13; 14:12; 37:16; 40:12; 42:5; 55:10; 65:17; 66:1; 66:22;
Jeremías 4:23; 4:28; 10:12; 10:13; 23:24; 31:37; 32:17; 33:25; 51:9; 51:15;
51:16; 51:48; Daniel 6:28; Oseas 2:23; Joel 2:10; Amós 9:6 Habacuc 3:3; 1:10; 2:6;
2:21; Zacarías 8:12; 12:1.
La primera es del poder del reino y la segunda del poder de la voluntad, pues pedir
es querer algo y proponérselo.

42
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Ahora, en esta tercera que iniciamos, la representación es el


mismo Cristo, como se verán en los textos que daremos como
resultado de nuestra búsqueda. Y no se puede negar el íntimo
desarrollo de la misma idea, prácticamente.
No olvidemos la relación que venimos haciendo con el corazón
y la cabeza, como las partes correlativas al cielo y la tierra. Así doy a
continuación las citas del Nuevo Testamento. Omito
premeditadamente, la primera vez que lo hago en estas reflexiones, las
citas del Evangelio de Mateo y de los Hechos1, pues están referidos a
otros temas, que por ahora no obedecen a mis inquietudes de poeta en
mi relación "cielo-tierra" con "corazón-cabeza", aunque viéndolo
bien hacen referencia al poder sobre los cielos y la tierra2. Así, pues,
tenemos:
Efesios 1:10:
"para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo
tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo
que está en la tierra".
Filipenses 2:10:
"Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los
cielos, en la tierra y en los abismos",
Colosenses 1:16:
"porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en
la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las
Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo
fue creado por él y para él",

1
Cfr. Mateo 16:19; 18:19; Hechos 10:11.

2
Las dos citas de Mateo están referidas al poder: Mateo 16:19: "A ti te daré las
llaves del Reino de los cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos." Mateo 18:19:
"Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para
pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos."
43
Cielos-Tierra (cielos en plural)

Colosenses 1:20:
"y reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando,
mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y
en los cielos".

Y así podemos decir, concluyendo, prácticamente nuestras


primeras reflexiones, fructíferas para mí, que existe una estrecha, pero
sutil relación entre el cielo y la tierra. Habíamos dicho así que era la
escalera en el sueño de Jacob como los preceptos en el decálogo y la
intención del hombre de permanecer fiel. Pero ahora, ya no será ni una
simple piedra, ni menos una suma de muchas piedras como en el caso
del templo material, sino la misma persona de Cristo lo que va a
establecer definitivamente y de una vez por todas las relaciones.
De todo esto podemos decir muchas cosas positivas: Por una
parte, Dios no abandona al hombre3, a pesar de que le deja hacer su
propia historia. ¿Cómo podrían los cielos renegar de sí mismos?
¿Cómo podría el corazón abandonar la cabeza, a pesar de que la
cabeza se imponga aparentemente?4. Y cuando esto sucede, es decir,
cuando la cabeza pareciera que dominara plenamente, con sus
imperios de seguridades y de realidades concretas, descubre
automáticamente por las insinuaciones casi imperceptibles del corazón
3
San Agustín lo expresa bellamente al decir: "Luego, es verdad, Dios mío, que yo
no existiría ni tendría ser alguno, si Vos no estuvieras en mí. ¿O será mejor decir
que no existiría ni tendría ser, si yo mismo no estuviera en Vos, de quien, por quien y
en quien tienen ser todas las cosas? [... ]. Pues si yo estoy en Vos, ¿para dónde os
llamo? [... ]" Las Confesiones.
4
Tal vez se podría hablar del reino de las dos ciudades, la de Caín y la de Abel,
como ciudades opuestas de las que habla San Agustín en La ciudad de Dios.
Aunque yo añadiría, que a pesar de que parecieran opuestas y como que lucharan
entre sí (tal vez aquí se pudiera hablar en dimensión paulina de la gracia y el pecado
como pertenecientes a la misma realidad humana) no es más que una sutil
separación como sutil es también la unión entre el corazón y la cabeza.
44
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

que las razones últimas y trascendentales de su existencia están más


allá de lo que posee en las manos.
En ese mismo sentido el hombre tampoco se aparta de Dios, ya
que siempre puede escuchar su voz. Porque ¿cómo se podría apartar el
corazón de la cabeza del mismo cuerpo? Sería realmente un
fenómeno. Además, el hecho de que la cabeza se imponga aparente-
mente no significa que se está independizando totalmente del corazón
o en palabras de nuestra relación, el hecho de que se imponga el reino
de la tierra, aparentemente, no significa que el del cielo no esté
yaciendo en el fondo. Lo que sería lo mismo de la ciudad que se crea
el hombre para hacerse famoso pero con la cúspide en los cielos. De lo
que se podría decir que en relación.
Y si están en relación están en comunicación, aunque sea muy
mínima, si no ya no sería relación. Por eso mismo Dios se da a
conocer como el trascendente. Y por eso el hombre está en capacidad
de reconocerlo como tal, precisamente, porque está en un mínimo de
contacto con él y sabe el tipo de comunicación. Por eso el hombre,
que es inmanente-trascendente percibe lo puramente trascendente,
porque ¿cómo podría captarlo o percibirlo si no posee en sí mismo el
instrumento preciso y propio de esa comunicación que es la
trascendencia misma?
Precisamente porque estas dos realidades están unidas en una
misma y son la misma realidad indivisible, porque el cuerpo no sólo
es cabeza, ni sólo corazón, ni sólo miembros separados. Pues así,
biológicamente hablando, como la cabeza, como el centro motor,
posee todas las facultades de movimiento y de coordinación, sin la
45
Cielos-Tierra (cielos en plural)

sangre que fluye de las pulsaciones rítmicas del corazón no podría


procesar los estímulos recibidos del exterior y el cuerpo igualmente no
podría ejecutar ninguna acción. Igualmente, sucedería a nivel de ideas
intelectivas o espirituales, sin la iluminación especialísima del
corazón. O lo que es igual, del cielo.
Ahora bien, como el inmanente-transcendente, es decir el
hombre, experimentaba en esa relación una constante lucha entre el
permanecer atento y olvidarse algunas veces, el puramente transcen-
dente decide completar definitivamente la historia con su definitiva
manifestación en la persona de su Hijo. Y entonces el mismo Dios,
creador de los cielos y la tierra, en la persona de su Hijo, se convierte
en el puente mismo de la plena comunicación y se da desde entonces
el cambio maravilloso del TRANSCENDENTE-INMANENTE5, que
no es otra cosa que la perfección misma del inmanente-transcendente.
Es decir, Creador-criatura y criatura-Creador.
De manera, que el hombre en su afán de permanecer en íntimo
contacto con su creador, ya no necesita ni de una piedra, como señal,
como en el caso de Jacob, ni de un templo, como el pueblo de Israel,
que eran al mismo tiempo el obstáculo mismo de la comunicación,
pues no era un hecho externo sino la comunicación como tal.
Y si nos detenemos con atención en lo que vengo reflexionan-
do descubriremos fácilmente el desarrollo de ese proceso. Pues ya no
es la relación que la inicia el Transcendente y la debe mantener el
inmanente, en una constante lucha agotadora, sino que la relación la
5
Tal vez podría ser la misma idea de la patrística de que Dios se humaniza y el
hombre se diviniza al mismo tiempo.

46
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

inicia el transcendente y la continúa el transcendente mismo. Es decir,


es la plenitud de la relación del inmanente-transcendente en el
transcendente-inmanente.
Sólo desde esa relación se comprende la oración del
Padrenuestro, que es lo que nos ha inspirado en esta reflexión de
poeta. Pues si volvemos al relato de los evangelistas leeremos
inmediatamente que Jesús, el Hijo, la relación misma, enseña a orar de
esa forma a los discípulos quienes le han pedido que les enseñe a orar.
De lo que se pueden tomar los siguientes datos: No es la
oración de Jesús, sino es la manera como Jesús recomienda orar. Pues
dice el relato de Lucas: 11:1: "Y sucedió que, estando él orando en
cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos:
"Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus
discípulos." Y Mateo, de donde tomamos el texto por referirse
a los cielos y a la tierra, dice: "Vosotros, pues, orad así: Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el
cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos
nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a
nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas
líbranos del mal", (Mateo 6:9-13).

De esa relación se descubren dos cosas importantes que van a


hacer la clave de la relación Dios-hombre, cielos-tierra o corazón-
cabeza: una es el Reino de los cielos y la otra la voluntad de que se
haga ese Reino en la tierra como en el cielo, en donde el Hijo se va a
convertir en la relación misma de ese Reino. Pero es tema de una
posterior reflexión.

47
Cielos-Tierra (cielos en plural)

Así, pues, tenemos que el corazón y la cabeza están en estrecha


relación y que esa íntima comunicación se va a llamar Reino de los
cielos, o en otras palabras Reino del corazón, porque según hemos
venido reflexionando el cielo es el corazón mismo y la tierra la
cabeza, y que son inseparables en la realidad hombre.
De manera que cuando decimos: "hágase tu voluntad en la
tierra como en el cielo" estamos diciendo en otras palabras: "hágase
tu voluntad así en la cabeza como en el corazón". O mejor todavía,
"hágase en la cabeza como ya está fijado y determinado en el
corazón", pues es en el corazón mismo del hombre donde está Dios. O
aún, "ayúdanos, Creador de Cielos y Tierra, a poder estar en íntima
sintonía con corazón y cabeza". Es decir, a vivir el Reino del corazón
o del cielo que es lo mismo, según nuestra reflexión.
Y que serán "los cielos nuevos y la tierra nueva" de la
esperanza escatológica6.

6
2 Pedro 3, 7; 3, 10; 3,13: “ y que los cielos y la tierra presentes, por esa misma
Palabra, están reservados para el fuego y guardados hasta el día del Juicio y de la
destrucción de los impíos”. El Día del Señor llegará como un ladrón; en aquel día,
los cielos, con ruido ensordecedor, se desharán; los elementos, abrasados, se
disolverán, y la tierra y cuanto ella encierra se consumirá. 13 Pero esperamos,
según nos lo tiene prometido, nuevos cielos y nueva tierra, en lo que habite la
justicia. Apocalipsis 12, 12: “Por eso, regocijaos, cielos y los que en ellos habitáis.
¡Ay de la tierra y del mar! porque el Diablo ha bajado donde vosotros con gran furor,
sabiendo que le queda poco tiempo.”

48
SEGUNDA PARTE:

LA RELACIÓN “CIELO-TIERRA”
En la primera parte anotábamos que el sentido general de
“cielos-tierra” es con relación al reconocimiento de la obra de Dios.
Por lo menos, ese es el sentido que descubrimos en esa primera
relación. Ahora, en esta segunda, veremos y descubriremos que es otro
el sentido que la Biblia le da a la relación “cielo-tierra”. Allá en plural.
Aquí en singular. ¿Por qué? Nuestro aporte consiste, precisamente, en
descubrir la diferencia y percatarnos de ella.

DATOS ESTADÍSTICOS GENERALES:

Siguiendo la misma metodología de la primera parte tenemos


que decir para empezar esta segunda que son 141 veces que aparecen
"el cielo" y "la tierra" juntos, de las cuales 93 en el Antiguo
Testamento y 48 en el Nuevo. Esos son los datos encontrados en
nuestra búsqueda.
Después, hacer ver que hay una notable diferencia en el
sentido con las veces que aparecen "los cielos" y "la tierra" que
hemos visto anteriormente.

PRIMERAS IMPRESIONES:
Cielo-Tierra (cielo en singular)

En la primera relación, aparece con una cierta referencia de


majestad reconocida a Dios, por parte del hombre que quiere
reconocer la obra de Dios, y el deseo de relación entre Dios y el
hombre. Mientras que la primera impresión que percibimos en nuestra
ojeada al buscar las veces que aparecen "el cielo" y "la tierra" es la de
crear y declarar las hostilidades entre Dios y el hombre, pero sobre
todo como iniciativa de Dios ante la actitud de obstinación del
hombre. Y esta primera impresión puede ser ya la primera diferencia
entre "los cielos-la tierra" y "el cielo-la tierra".

EN EL LIBRO DEL GÉNESIS:

Génesis 6:17: "Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas


sobre la tierra, para exterminar toda carne que tiene hálito de
vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá.
Génesis 7:3: (Asimismo de las aves del cielo, siete parejas,
machos y hembras) para que sobreviva la casta sobre la haz de
toda la tierra. Génesis 7:19: Subió el nivel de las aguas mucho,
muchísimo sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes
más altos que hay debajo del cielo. Génesis 7:23: Yahveh
exterminó todo ser que había sobre la haz del suelo, desde el
hombre hasta los ganados, hasta las sierpes y hasta las aves del
cielo: todos fueron exterminados de la tierra, quedando sólo
Noé y los que con él estaban en el arca.

¿Por qué esa notable diferencia? ¿Será que al decir "cielo", en


singular, es para indicar que se trata de un cielo propio creado por el
hombre y no de "los cielos", en reconocimiento de la obra de Dios y
sin referencia a Él, sino opuesto?. Y por eso mismo, ¿el Dios de los

52
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

cielos quiere reivindicar su verdadero puesto? Porque es evidente que


hay diferencias en el sentido de un uso y de otro.
Aunque no se puede negar tampoco que, en parte, Dios le da
un cierto reconocimiento al hombre al pretender éste usar su propio
poderío, pues en las citas que continúan inmediatamente del libro del
Génesis dice:

Génesis 9:2: “Infundiréis temor y miedo a todos los animales


de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a todo lo que repta
por el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a vuestra
disposición". Génesis 26:4: “Multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas
estas tierras. Y por tu descendencia se bendecirán todas las
naciones de la tierra”. Génesis 27:28: “¡Pues que Dios te dé el
rocío del cielo y la grosura de la tierra, mucho trigo y mosto!”
Génesis 27:39: “Su padre Isaac le dijo por respuesta: "He aquí
que lejos de la grosura de la tierra será tu morada, y lejos del
rocío que baja del cielo”.

De manera, que se puede notar como una especie de


participación en el poder sobre lo creado, de Dios y del hombre.
Y este hallazgo pareciera iluminar nuestra reflexión de poeta.
Ya que se puede notar, desde él, que toda la historia del hombre,
según los datos bíblicos, y según nuestra relación va a estar en ese
doble trabajo sobre lo creado, con una sutil diferencia. Es decir, esa
corresponsabilidad sobre lo creado no resulta ningún problema cuando
el hombre se sabe instrumento de quien le da el poder y actúa en
consecuencia relacional. Pero se convierte en problema cuando
provoca la división, precisamente. Y entonces, es cuando se crea "el

53
Cielo-Tierra (cielo en singular)

cielo" sin referencia a "los cielos". Pues es lo que se puede deducir de


los textos que siguen:

“Quebrantaré vuestra orgullosa fuerza y haré vuestro


cielo como hierro y vuestra tierra como bronce” (Levítico
26:19). “Figura de alguna de las bestias de la tierra, figura de
alguna de las aves que vuelan por el cielo”, (Deuteronomio
4:17). “Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la
tierra que desapareceréis rápidamente de esa tierra que vais a
tomar en posesión al pasar el Jordán”. “No prolongaréis en ella
vuestros días, porque seréis completamente destruidos”,
(Deuteronomio 4:26). “Pregunta, pregunta a los tiempos
antiguos, que te han precedido desde el día en que Dios creó al
hombre sobre la tierra: ¿Hubo jamás desde un extremo a otro
del cielo palabra tan grande como ésta? ¿Se oyó semejante”?
(Deuteronomio 4:32). “Desde el cielo te ha hecho oír su voz
para instruirte, y en la tierra te ha mostrado su gran fuego, y de
en medio del fuego has oído sus palabras”, (Deuteronomio
4:36). “Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que
Yahveh es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en
la tierra; no hay otro”, (Deuteronomio 4:39). “Sino que la
tierra a la que vais a pasar para tomarla en posesión es una
tierra de montes y valles, que bebe el agua de la lluvia del
cielo”, (Deuteronomio 11:11). “Para que vuestros días y los
días de vuestros hijos en la tierra que Yahveh juró dar a
vuestros padres sean tan numerosos como los días del cielo
sobre la tierra”. (Deuteronomio 11:21). “Yahveh dará como
lluvia a tu tierra polvo y arena, que caerán del cielo sobre ti
hasta tu destrucción, (Deuteronomio 28:24). “Tu cadáver será
pasto de todas las aves del cielo y de todas las bestias de la
tierra sin que nadie las espante” (Deuteronomio 28:26).
“Pongo hoy por testigos contra vosotros al cielo y a la tierra: te
pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la
vida, para que vivas, tú y tu descendencia”, (Deuteronomio
30:19). “Congregad junto a mí a todos los ancianos de vuestras
tribus y a vuestros escribas, que voy a pronunciar a sus oídos

54
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

estas palabras, poniendo por testigos contra ellos al cielo y a la


tierra”, (Deuteronomio 31:28).

Así, la historia del hombre va a estar entre el aceptar y


reconocer, por una parte, "los cielos" sobre "el cielo" y el hacer, por
otra, su propio poder. Cuando está en consonancia reconoce la obra de
Dios y Dios aparece, prácticamente, haciendo una misma historia con
el hombre, pero cuando la olvida, crea la división.
Es prácticamente la idea general de todos los textos que
continúan y que omitimos por razones obvias1. Sin embargo, no
podemos dejar de reconocer que "el cielo" es, en todo caso, también,
un misterio para el hombre mismo, como lo dice el libro del
Eclesiástico: “La altura del cielo, la anchura de la tierra, la profun-
didad del abismo, ¿quién los alcanzará”?, (Eclesiástico 1:3).
Y que según nuestra relación con el corazón sería su misterio
mismo.
De lo que tenemos dicho podemos decir que el hombre separa
"el cielo" de "los cielos", para crear su propia historia en el caso de "el
cielo" y "la tierra". Y aquí hay ya otra diferencia con "los cielos" y
"la tierra": allá, cuando ocurre la separación y se dan los pasos por
parte de Dios para restablecerse las relaciones se ponen las reglas por
parte de Dios y las promesas del hombre en ser fiel. Mientras que
aquí, no hay ni reglas de Dios ni promesas del hombre. Son los
detalles que se descubren en una ojeada rápida de ambos casos. Y esto

1
Cfr. Eclesiástico; 16:18 Isaías 24:4; Jeremías 7:33; 10: 11; 16:4; 19:7; 34:20;
Lamentaciones 2: 1; Baruc 1: 11; 6:53; Ezequiel 8:3; 29:5; 32:4; 38:20; Daniel 4:8;
4:12; 4:17; 4: 19; 4:20; 4:32; 8: 10; l 14:5; Oseas 2:20; 4:3; Joel 3:3; 4:16; Jonás 1:9;
Sofonías 1:3; Zacarías 5:9; 6:5. 55
Cielo-Tierra (cielo en singular)

me parece interesante, y tal vez sea una clave importante para poder
interpretar mis reflexiones y mis inquietudes de poeta a raíz de los
textos bíblicos, pues es evidente que hay diferencias en los dos usos,
sobre los que vengo pensando.

EN EL NUEVO TESTAMENTO:

a) En los Evangelios:

Y lo primero que se nota de la primera cita del evangelio de


Mateo es la relativización del cielo y la tierra, como se ve: Mateo
5:18: “Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase
una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda”.
Lo curioso es que sin hacer ninguna reflexión forzada, con-
scientemente, pues vengo apuntando lo que me sugiere espontá-
neamente la intuición, pareciera haber una estrecha relación con las
anotaciones sobre el Antiguo Testamento. Pues si nos detenemos, para
seguir la línea que llevamos, encontraremos enseguida que, al hombre
crearse su propio "cielo" y "tierra", como en contraposición a "los
cielos", después de las amenazas de Dios del Antiguo Testamento,
viene la sentencia del evangelista Mateo, del Nuevo Testamento, al
poner en boca de Jesús de Nazareth la relativización, precisamente, de
ese "cielo" y esa "tierra" del hombre. Y pide a continuación que se
realice el verdadero reino, no del hombre sino el del "Padre nuestro",
para que se haga así su voluntad "en la tierra como en el cielo": Mateo
6:10: “venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el
cielo”.
56
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Y, así, la cita que continúa inmediatamente, también de Mateo,


coloca enseguida el justo valor de lo creado. De manera que primero
relativiza la realidad del hombre y después valora la verdadera
realidad. Dice el texto: Mateo 11:25: “En aquel tiempo, tomando
Jesús la palabra, dijo: "Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se
las has revelado a pequeños".

CIELO-TIERRA EN RELACIÓN CON LA CABEZA-


CORAZÓN:

Como si ya después de haber relativizado todo el reino del


hombre, al crear la división en la corresponsabilidad sobre lo creado y
apropiárselo todo para sí como el único, se diera gracias a Dios por el
don de la comprensión de las verdaderas realidades. Y como si se
dijera: "todas estas pequeñas cosas, tan sublimes y profundas a la vez
están vetadas a quienes utilizan mucho la cabeza y menos el corazón,
pues son tan sutiles que sólo el corazón las puede captar". Es lo que
se podría interpretar de la cita de Mateo 11:25: "has ocultado estas
cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños". Y a
quienes les recomienda, en esa misma línea, no confundir la justa
escala de los valores, al decir: Mateo 23:9: “Ni llaméis a nadie
"Padre" vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del
cielo”.
Como si se pretendiera decir: "no te edifiques ningún Dios en
la cabeza, de propia creación, ni lo llames Padre, porque uno solo es
57
Cielo-Tierra (cielo en singular)

vuestro Padre: el del corazón". Todos los demás son apariencias o


escapes ya que el verdadero Dios lo llevamos en nosotros mismos.
En ese mismo sentido saltamos las citas que continúan de los
evangelios de Mateo y Marcos2 y pasamos inmediatamente a la
primera cita de Lucas porque nos complementa prácticamente lo que
venimos reflexionando. Lucas 12:56: “¡Hipócritas! Sabéis explorar el
aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este
tiempo”?
Como si con ello se insistiera en que el hombre es capaz de
escudriñar demasiado y se olvidara de lo esencial.
Ahora bien, siguiendo la misma línea de reflexión hacemos un
salto cuantitativo a las únicas dos citas del evangelio de San Juan
porque continúan en el mismo orden de ideas, en donde el evangelista
nos refiere que Jesús se pone en el nivel del hombre pero éste no le
capta y entonces Jesús replica: Juan 3:12: “Si al deciros cosas de la
tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os digo cosas del cielo”?. Juan
3:31-32: “El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de
la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da
testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta”.

2
Las citas que continúan son las siguientes. pero que omitimos en el texto porque
nos distraen: Mateo 24:30: Entonces aparecerá en el cielo la seftal del Hijo del
hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo
del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. Mateo 24:35: El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mateo 28:18: Jesús se acer-
có a eUos y les habló así: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Marcos 13:27: entonces enviará a los ángeles y reunirá de lo!: cuatro vientos a sus.
elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo. Marcos 13:31: El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Lucas 16:17: "Más fácil es
que el cielo y la tierra pasen, que no que caiga un ápice de la Ley. Lucas 21:33: El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
58
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

De lo que podría decirse que a pesar de que el hombre está


habituado a vivir según el mundo de la cabeza ha perdido todo
mínimo contacto con el corazón. De allí que no puede captar lo que el
mismo corazón le inspira. Tal vez porque la cabeza está demasiado
llena de su propio mundo que no tiene espacio para otros pequeños
mundos. Y se me ocurre pensar que tal vez en esto consista la pobreza
de las bienaventuranzas, pero es tema de otra reflexión, aunque no se
puede negar que es al fin y al cabo la profundización o la
consecuencia de la misma idea.
De manera que se identifica la línea divisoria entre "el cielo" y
"la tierra", o entre "el corazón" y "la cabeza", como si las dos
realidades fueran dos mundos diferentes. Tal vez por eso el mismo
Jesús daba gracias al Padre de haber ocultado el misterio de la relación
cielo-tierra a la gente inteligente y revelado a la gente sencilla. Tal vez
porque no hay relación en el plano tierra-tierra, pues son dos iguales,
sino cielo-tierra, y por eso, precisamente, se llama relación. Tal vez
porque le falta al plano tierra-tierra la especificidad del diferente que
es el cielo. O lo que es lo mismo, cabeza-cabeza, cielo-cabeza.
Y tal vez, precisamente, por eso mismo, Jesús, que es la
relación misma cielo-tierra, transcendente-inmanente, le recrimina al
hombre su falta de complementariedad en la realidad inmanente-
transcendente, convertida sólo en inmanencia. Tal vez.
Pero, para completar mis inquietudes de poeta pasemos ahora a
las experiencias apostólicas.

59
Cielo-Tierra (cielo en singular)

b) Los otros libros del Nuevo Testamento:

Las primeras seis citas de los Hechos de los Apóstoles hacen


referencia al reconocimiento de la obra de Dios3 y es prácticamente
una repetición de algunos textos del Antiguo Testamento. Las
omitimos y pasamos a la que damos a continuación, y que en cierta
manera nos pone en contacto con las ideas anteriores. Así dice en:
Hechos 14:15: “Amigos, ¿por qué hacéis esto? Nosotros somos
también hombres, de igual condición que vosotros, que os predicamos
que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios vivo que hizo el
cielo, la tierra, el mar y cuanto en ellos hay”.
En donde encontramos relación pues al relativizar la realidad
del hombre, como habíamos dicho en la parte inmediatamente
anterior, se quiere poner el verdadero valor en Dios, mas los
Apóstoles al predicar esa nueva verdad y hacer grandes signos se ven
confundidos como los nuevos dioses. Y entonces recuerdan que son
también hombres, de igual condición.
Y es importante esa nueva aclaratoria pues no se trata de
repetir la misma historia antigua, sino de reconocer la obra de Dios
que ya está totalmente perfeccionada y de valorar igualmente que ya
no es una sustitución de lugares o de dioses como del templo sino de
un lugar en el hombre mismo, como señala la cita inmediata: Hechos

3
Hechos 2:19: Haré prodigios arriba en el cielo y señales abajo en la tierra. Hechos
4 :24: Al oírlo, todos a una elevaron su V07. a Dios y dijeron: "Señor, tú que hiciste el
cielo y la tierra., el mar y todo lo que hay en ellos. Hechos 7:49 : El cielo es mi trono
y la tierra el escabel de mis pies. Dice el Señor: ¿Qué Casa me edificaréis? O ¿cuál
será el lugar de mi descanso? Hechos 10: 12: Dentro de él habia toda suertc de
cuadrúpedos, reptiles de la tierra y aves del cielo. Hechos 1 J:6 Lo miré atentamente
y vi en él los cuadrúpedos de la tierra, las bestias, los reptiles, y las aves del cielo.
60
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

17:24: “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es
Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por
manos humanas”.
Ya que se trata de un nuevo hombre, como apunta el texto
posterior: I Corintios 15:47: “El primer hombre, salido de la tierra, es
terreno; el segundo, viene del cielo”.
Del cual el modelo es el mismo Cristo: Efesios 3:15: “de quien
toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra”. Y del que no se
puede prescindir, pues, se añade en la cita que continúa: Hebreos
12:25: “Guardáos de rechazar al que os habla; pues si los que
rechazaron al que promulgaba los oráculos desde la tierra no
escaparon al castigo, mucho menos nosotros, si volvemos la espalda
al que nos habla desde el cielo”.
De manera, que encontramos como un desarrollo lógico en las
mismas citas y como que una viene a continuar la anterior en nuestro
intento de reflexionar sobre el cielo y la tierra en los textos bíblicos en
nuestra relación corazón-cabeza.
Ahora bien, la perfección de ese reconocimiento absoluto, sin
separación por parte del hombre es prácticamente la escatología
misma, pues es evidente que la historia del hombre va a estar entre el
sí y el no, pues como apunta el libro de Santiago: Santiago 5:12:
“Ante todo, hermanos, no juréis ni por el cielo ni por la tierra, ni por
ningún otra cosa. Que vuestro sí sea sí, y el no, no; para no incurrir
en juicio”.
Realidad en eterno movimiento que no se puede negar. De allí
que los textos que continúan a Santiago sean precisamente los del
61
Cielo-Tierra (cielo en singular)

Apocalipsis como la meta misma de la historia del hombre nuevo4, en


la figura del ángel, en eterno reconocimiento.
Y para terminar esta parte cito el último texto del Apocalipsis
donde aparecen "cielo" y "tierra" juntos, precisamente como nuevos,
como la meta misma de la historia: Apocalipsis 21:1: “Luego vi un
cielo nuevo y una tierra nueva - porque el primer cielo y la primera
tierra desaparecieron, y el mar no existe ya”.
Y de lo que se puede decir que ese nuevo cielo y esa nueva
tierra es obra de Dios mismo, mas escatológicamente, sin negar por
supuesto que es también un quehacer histórico en la tierra por parte
del hombre. De allí que en la oración del Padrenuestro se diga: "venga
a nosotros tu Reino", pues ya el hecho de que "se haga tu voluntad en
la tierra como en el cielo" es el deseo del hombre de querer vivir en
sintonía de corazón y cabeza, o de cielo y tierra, haciendo así su
propia historia lejana y cercana, a la vez, del Reino de Dios, que es
precisa y obligadamente la tercera parte de estas reflexiones de poeta,
pues es parte constitutiva de la oración del Padrenuestro y que en mis
insinuaciones de poeta suena a "Reino del corazón" como la
manifestación o expresión de los cielos o el Corazón del Padre.
Pero antes de pasar a la tercera parte es necesario primero
precisar las ideas de lo que hemos venido diciendo en estas dos
primeras. Así tenemos que cuando aparecen "cielos" y "tierra" juntos,
es para hacer referencia a la creación por parte de Dios y del
reconocimiento por parte del hombre. Se descubre también un intento

4
Apocalipsis: 5:3; 5: 13; 6: 13; 9:1; 10:5; 10:6; 10:8; 11 :6; 11: 19; 12:4; 13: 13; 14:6;

14:7; 18: 1;20:9; 20: 11.


62
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

del hombre de crear su propio mundo, pero sin oponerse totalmente al


de Dios. Dios y el hombre están en continuo contacto de manera que
se dan unos mandamientos por parte de Dios que el hombre debe
cumplir para mantener la relación. Mientras que cuando aparecen
"cielo" y "tierra" juntos es para hacer referencia explícita a lo material
con más precisión. Y es en esta parte en donde se descubre como una
especie de oposición hacia Dios por parte del hombre, más que en la
primera en donde sí se nota una mínima comunicación.
Así, pues, se pueden descubrir diferencias.

63
Tercera Parte

VENGA TU REINO:
LAS BIENAVENTURANZAS
Como habíamos señalado, en el principio, hay una relación
entre los cielos y el cielo en la oración del Padrenuestro. Dice el texto:
“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el
cielo”, (Mateo 6:9-13).
Ya hemos hecho nuestras anotaciones sobre las dos partes de
la relación del primer trozo de la oración. Es decir, hemos relacionado
el "Padrenuestro que estás en los cielos" con el "hágase tu Voluntad
así en la tierra como en el cielo" y hemos descubierto el tipo de
relaciones en los dos casos.
Ahora bien, en esta parte nos dedicaremos, precisamente, a la
realidad que comunica los dos elementos de la relación que es el
Reino del Padrenuestro.

RELACIÓN OBLIGADA CON LOS DOS APARTADOS


ANTERIORES CON MUCHA ATENCIÓN:

Para empezar, esta tercera parte, tenemos que volver por un


momento al primer apartado de nuestro intento en donde habíamos
Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

dicho entre otras cosas que: 1) Dios crea la relación; 2) El hombre que
quiere permanecer fiel (en la primera conclusión era la piedra) y
construye el templo para recordar el compromiso, de lo que se genera
un sentimiento religioso. De lo que se puede decir que existe una
estrecha, pero sutil relación entre el cielo y la tierra. Habíamos dicho
así que era la escalera en el sueño de Jacob como los preceptos en el
decálogo y la intención del hombre de permanecer fiel. Pero ahora, ya
no será ni una simple piedra, ni menos una suma de muchas piedras
como en el caso del templo material, sino la misma persona de Cristo
lo que va a establecer definitivamente y de una vez por todas las
relaciones.
Ahora bien, como el inmanente-transcendente, es decir el
hombre, experimentaba en esa relación una constante lucha entre el
permanecer atento y olvidarse algunas veces, el puramente transcen-
dente decide completar definitivamente la historia con su definitiva
manifestación en la persona de su Hijo. Y entonces el mismo Dios,
creador de los cielos y la tierra, en la persona de su Hijo, se convierte
en el puente mismo de la plena comunicación y se da desde entonces
el cambio maravilloso del TRANSCENDENTE-INMANENTE, que
no es otra cosa que la perfección misma del inmanente-transcendente.
Realidad que hace que el hombre se mantenga en una
constante búsqueda de la perfección, consiguiéndola y no al mismo
tiempo objetiva, pero subjetivamente queriendo estar en esa línea. De
allí, que en la oración del Padrenuestro Jesús enseña a decir:
"venga tu Reino".

68
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Reino, que se puede decir que es el nuevo cielo y la nueva


tierra como obra de Dios mismo, mas escatológicamente. Sin negar,
por supuesto, que es también un quehacer histórico en la tierra por
parte del hombre. De allí, que en la oración del Padrenuestro se diga:
"venga a nosotros tu Reino". Pues, ya, el hecho, de que "se haga tu
voluntad en la tierra como en el cielo" es el deseo del hombre de
querer vivir en sintonía de corazón y cabeza, o de cielo y tierra,
haciendo así su propia historia lejana y cercana, a la vez, del Reino de
Dios. Pues es parte constitutiva de la oración del Padrenuestro y que
en mis insinuaciones de poeta suena a "Reino del corazón" como la
manifestación o expresión de los cielos o el Corazón del Padre. Y esta
parte corresponde a la segunda de nuestras reflexiones.

MÁS INQUIETUDES POR RESOLVER:

Bien. Ahora, surgen automáticamente las preguntas: ¿Cuál


Reino? Es evidente que el del Padrenuestro. Sí, pero ¿cómo es ese
reino? ¿Cómo será la organización de ese reino? ¿Cuáles son los jefes
de ese reino? ¿Cuáles son las leyes de ese reino? ¿Cuáles son los
confines, los límites geográficos, los lineamientos políticos y el tipo
de vida de ese reino?
Y para intentar contestarnos a nosotros mismos debemos ojear
los textos bíblicos, como hemos hecho en los dos apartados
precedentes e intentar seguir nuestra relación.
Así, lo primero que tenemos que decir es que la realidad de ese
Reino en el Nuevo Testamento está expresada como Reino de los
69
Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

Cielos, en el caso del evangelista San Mateo, y como Reino de Dios


en los demás evangelistas. Como Reino de Dios aparece 72 veces y
como Reino de los cielos 33.
Quedémonos aquí con la expresión Reino de los cielos.

REINO DE LOS CIELOS:

Donde se unen “cielo (s)-tierra”:

a) EN EL EVANGELIO DE MATEO:

Y lo primero que tenemos que señalar es que de hecho se halla


inmediata ilación con lo que venimos diciendo, sin necesidad de
forzar los textos en que aparecen relacionados los cielos y la tierra con
Reino de los cielos. Así, encontramos que en Mateo la primera
referencia es el anuncio de la llegada del Reino, como si fuera una
continuación de lo que se había señalado sobre la plenitud de lo
inmanente-transcendente como la nueva realidad. Dice así el texto:
Mateo 3:2:"Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos."
Mateo 4:1: “Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: "Co-
nvertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado."
Se podría decir que ya el tiempo definitivo de la relación
estrecha cielo-tierra, o corazón-cielo, es una realidad. Y lo que surge
de esa estrecha relación es lo que se va a llamar "el Reino de los

70
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

cielos" o de Dios, es decir, el fruto de la íntima y total comunicación


entre estas dos realidades, en la que ya no habrá divisiones, por lo
menos en el anuncio de Jesús.
Porque ya no se trata de la división entre los cielos y el cielo,
es decir, entre los cielos del Creador o del Padre y el cielo del hombre,
como habíamos visto en la segunda parte de estas reflexiones, sino del
deseo firme de hacer juntos un mismo reino. Pero que está vetado a
los que utilizan demasiado la cabeza, en expresiones del evangelista,
los inteligentes, y en cambio revelado a los pequeños.
Ahora bien, esos pequeños van a ser llamados los bienaventu-
rados por el mismo Jesús por quienes da gracias al Padre. Y así en la
cita que continúa en el evangelio de Mateo dice: Mateo 5:2-11:

“Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:


"Bienaventurados los pobres de espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos
poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque
ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán
llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de
ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con
mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa".

71
Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

EN LA PRIMERA BIENAVENTURANZA SE UNEN EL CIELO


Y LA TIERRA:

POBRE DE ESPÍRITU:

De donde, la condición más importante para asimilar la nueva


realidad del Reino de los cielos es ser pobre de espíritu. Es decir,
como si se dijera, tener la cabeza libre para poder captar las
insinuaciones sutiles pero profundas del corazón. O como si se dijera
no tener nada o estar desposeído de reino, tal vez de ideas, para captar
el corazón.
Pero no sólo captarlo sino generar la actitud consecuente de
esa suave intuición. Precisamente, porque se trata de un reino. Pero,
un reino de actitudes y de posturas existenciales y que el mismo
evangelista señala: mansedumbre, misericordia, justicia, transpa-
rencia de corazón. Y de la que me llama la atención la parte que dice
“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”. Tal
vez, porque los que lloran, son los que sufren místicamente por la
íntima comunicación del corazón y la cabeza, cielo y tierra, y
comprenden, al mismo tiempo, las maravillosas profundidades de ese
continuo padecer.
Reino que no sólo es comprenderlo sino captarlo. Es decir, no
sólo saberlo racionalmente, sino de vivirlo existencialmente. Pues, la
misma cita que continúa a la de las bienaventuranzas marca
automáticamente la diferencia. Dice Mateo 5:20: “Porque os digo

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Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,


no entraréis en el Reino de los Cielos”.
Precisamente, porque no se trata de saberlo, pues de hecho
todos lo sabemos racionalmente, de una o de otra forma. Sino de
generar otro tipo de relación interpersonal que es la de la justicia. Y en
ese mismo sentido la cita siguiente señala igualmente: Mateo 7:21:
“No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial”.
Voluntad del Padre en la que no habrá diferencias ni preferen-
cias, pues no se trata de pertenecer al grupo que lo entienden sino que
lo viven, como se señala en: Mateo 8:11: “Y os digo que vendrán
muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham,
Isaac y Jacob en el reino de los Cielos”.
Y como se trata precisamente de un reino éste mismo se
anuncia: Mateo 10, 7: “Id proclamando que el Reino de los Cielos
está cerca”. Pero tan cerca que está en nosotros mismos. Pero no
hecho para todos, sino para quienes son capaces de dar el paso de la
cabeza al corazón, es decir quienes se violentan para poder captar sus
propios corazones en vez de la cabeza, pues dice el texto que
prosigue: Mateo 11:1: “Desde los días de Juan el Bautista hasta
ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo
arrebatan”.
En ese mismo sentido está la respuesta del mismo Jesús al
justificar la comprensión y la diferencia, que no es discriminatoria
sino la recompensa al don de ser pobre de espíritu: Mateo 13:11: “Él

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Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

les respondió: "Es que a vosotros se os ha dado el conocer los


misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no”.
Y, enseguida, el evangelista nos da las comparaciones del
Reino de los cielos en las que la idea general es lo sutil y pequeño,
como se puede ver en:
Mateo 13:24: “Otra parábola les propuso, diciendo:
"El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que
sembró buena semilla en su campo”. Mateo 13:31: “Otra
parábola les propuso: "El Reino de los Cielos es semejante
a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en
su campo”. Mateo 13:33: “Les dijo otra parábola: "El
Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó
una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que
fermentó todo”. Mateo 13:44: "El Reino de los Cielos es
semejante a un tesoro escondido en un campo que, al
encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la
alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el
campo aquel. " Mateo 13:45: “También es semejante el
Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando
perlas finas”. Mateo 13:47: "También es semejante el Reino
de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge peces
de todas clases”.

Se reconoce inmediatamente el paso dado por quien quiere


entrar en la nueva dimensión de relación, pues dice el texto que
continúa: Mateo 13:52: “Y Él les dijo: "Así, todo escriba que se ha
hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una
casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo.”
Pero la única condición es, precisamente, ser pobre de espíritu
del que el modelo mismo es la capacidad de recibir y de percibir como

74
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

la de un niño: Mateo 18: 1-4: “En aquel momento se acercaron a


Jesús los discípulos y le dijeron: "¿Quién es, pues, el mayor en el
Reino de los Cielos”? y dijo: "Yo os aseguro: si no cambiáis y os
hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos”. Así
pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el
Reino de los Cielos”.
Es decir, que lo para el hombre adulto es una etapa superada,
la de la niñez, y considerada como una inmadurez el tener
comportamiento de niños, a nivel de la búsqueda, en la línea del Reino
de los cielos es la condición principal para estar en capacidad de
pertenecer a ese nuevo reinado. Se podría decir que no son los
comportamientos que el hombre se ha forjado en su cabeza como los
ideales, sino todos los contrarios. Quizás en línea de asimilación y de
la sorpresa ante lo viejo y nuevo de cada cosa propia de la capacidad
sencilla del niño.
De lo que puede decirse que a pesar de que los tienen el
dominio de la cabeza sobre las insinuaciones del corazón pueden, de
hecho, acercarse, aunque ya lo están, y captar las nuevas y eternas
leyes del Reino que está en el hombre mismo, pues en eso consiste la
capacidad del niño, como se repite en la cita inmediata a las que
hemos señalado anteriormente: Mateo 19:14: “Mas Jesús les dijo:
"Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los
que son como éstos es el Reino de los Cielos. "
De lo que surge, automáticamente, la enseñanza sobre lo
mismo de Jesús, de que es difícil que un rico capte esta nueva

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Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

dimensión, quizás porque tiene muchas seguridades y muchas ideas en


la cabeza, que está lleno de sí. Así dice así el texto que continúa:
Mateo 19:23: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Yo os aseguro
que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos”.
Ya que ser pobre de espíritu y niño, a la vez, es asimilar la
sencillez del corazón que exige menos y más que las complejidades de
la cabeza. Vuelve Mateo sobre las mismas ideas: Mateo 19:24: “Os lo
repito, es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que
el que un rico entre en el Reino de los Cielos”.
Pero como la sencillez del corazón puede, a pesar de los
razonamientos precisos y organizados de la cabeza, conquistar al
mismo tiempo, por sus suaves insinuaciones a través de la estrecha e
íntima comunicación entre ellos. Y comprender, al mismo tiempo, las
maravillas de las verdades insinuadas, que prefiere, entonces,
sacrificar sus precisiones y sus seguridades. Y dar apertura y cabida,
plenamente, a lo que siente y saborea como imperecedero y sin
comparación. Como lo expresa, de hecho, el evangelista: Mateo
19:12: “Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay
eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos.
Quien pueda entender, que entienda".
Pues, con todo lo que supone de extraordinario no deja de ser
más que una invitación casi susurrada e imperceptible, como bien lo
dicen los textos que continúan a la cita anterior de "quien pueda
entender, que entienda", pues dicen: Mateo 20,1: “En efecto, el Reino
de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora

76
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

de la mañana a contratar obreros para su viña”. Mateo 22,2: “El


Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de
bodas de su hijo”.
Invitación que requiere la respuesta libre, pero que se puede
convertir en una espada de doble filo. Pues por no entenderse ni
captarse se puede pretender que los demás no respondan libremente a
lo que sin la línea íntima de cabeza-corazón no tiene ningún sentido.
Ya lo dice: Mateo 23:13: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
hipócritas, que cerráis a los hombres el Reino de los Cielos! Vosotros
ciertamente no entráis; y a los que están entrando no les dejáis
entrar”.
Mas no sólo respuesta como tal sino el estar dispuesto y
preparado. Así como se apunta, precisamente, en la última cita del
evangelio de San Mateo: Mateo 25,1: “Entonces el Reino de los
Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la
mano, salieron al encuentro del novio”.

b) EN LOS DEMAS LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO:

De lo que sigue la única cita, después de Mateo, en el Nuevo


Testamento donde aparece "Reino de los cielos" pues es frecuente, por
el contrario el uso de "Reino de Dios": I Corintios 15:50: “Os digo
esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de
los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción”.
Mas de donde se origina la creación del hombre nuevo como
consecuencia inmediata de ese reino de los cielos, como se señala en:
77
Venga tu Reino (donde se unen cielo (s)-tierra: las bienaventuranzas

Efesios 2:15: “anulando en su carne la Ley de los mandamientos con


sus preceptos, para crear en sí mismo, de los dos, un solo Hombre
Nuevo, haciendo la paz”.
Y creando a su vez la nueva tarea por parte del hombre mismo
de: Efesios 4:24: “y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según
Dios, en la justicia y santidad de la verdad”. Colosenses 3:10: “y
revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un
conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador”. Con la
certeza, precisamente, de que desde ahora todo está redimensionado,
como lo señala el Apóstol en Romanos 6:6: “sabiendo que nuestro
hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera destruido este
cuerpo de pecado y cesáramos de ser esclavos del pecado”.
En donde no hay distinción, pues: Colosenses 3:10-11: “y
revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un
conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay
griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita,
esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos”.
Y en la que la, igualmente, la justicia nueva, como fruto de la
misma pobreza de espíritu, sigue siendo la nueva ley externa de
comportamiento humano, ya que hay, según, Colosenses 3:12-13:
“Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de
entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre,
paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si
alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonáos
también vosotros”.

78
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

Pero, no una justicia, meramente humana, sino en la nueva


dimensión del amor, que es, precisamente, la gran novedad y la
característica especial de la realización y manifestación del "Reino de
los cielos": Colosenses 3:14: “Y por encima de todo esto, revestíos
del amor, que es el vínculo de la perfección”.

79
CONCLUSIÓN

De manera, pues, que la primera parte de la oración del


Padrenuestro resuena desde hace algún tiempo así: "Padre nuestro
que estás en los "corazones"; santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu Reino; hágase tu voluntad así en "la cabeza" como en "el
corazón".
En donde, por una parte, Dios no abandona al hombre, a pesar
de que le deja hacer su propia historia. ¿Cómo podrían los cielos
renegar de sí mismos? ¿Cómo podría el corazón abandonar la cabeza,
a pesar de que la cabeza se imponga aparentemente? Y, cuando esto
sucede, es decir, cuando la cabeza pareciera que dominara plenamen-
te, con sus imperios de seguridades y de realidades concretas,
descubre automáticamente por las insinuaciones casi imperceptibles
del corazón que las razones últimas y trascendentales de su existencia
están más allá de lo que posee en las manos.
En ese mismo sentido el hombre tampoco se aparta de Dios, ya
que siempre puede escuchar su voz. Porque ¿cómo se podría apartar el
corazón de la cabeza del mismo cuerpo? Sería realmente un
fenómeno. Además, el hecho de que la cabeza se imponga aparente-
mente no significa que se está independizando totalmente del corazón
o en palabras de nuestra relación, el hecho de que se imponga el reino
Conclusión

de la tierra, aparentemente, no significa que el del cielo no esté


yaciendo en el fondo. Lo que sería lo mismo de la ciudad que se crea
el hombre para hacerse famoso pero con la cúspide en los cielos. De lo
que se podría decir que en relación.
Y si están en relación están en comunicación, aunque sea muy
mínima, si no ya no sería relación. Por eso mismo Dios se da a
conocer como el trascendente. Y por eso el hombre está en capacidad
de reconocerlo como tal, precisamente, porque está en un mínimo de
contacto con él y sabe el tipo de comunicación. Por eso el hombre,
que es inmanente-trascendente percibe lo puramente trascendente,
porque ¿cómo podría captarlo o percibirlo si no posee en sí mismo el
instrumento preciso y propio de esa comunicación que es la
trascendencia misma?
Precisamente porque estas dos realidades están unidas en una
misma y son la misma realidad indivisible, porque el cuerpo no sólo
es cabeza, ni sólo corazón, ni sólo miembros separados. Pues así,
biológicamente hablando, como la cabeza, como el centro motor,
posee todas las facultades de movimiento y de coordinación, sin la
sangre que fluye de las pulsaciones rítmicas del corazón no podría
procesar los estímulos recibidos del exterior y el cuerpo igualmente no
podría ejecutar ninguna acción. Igualmente, sucedería a nivel de ideas
intelectivas o espirituales, sin la iluminación especialísima del
corazón. O lo que es igual, del cielo.
Así, el inmanente-transcendente, es decir el hombre, experi-
mentaba en esa relación una constante lucha entre el permanecer
atento y olvidarse algunas veces, el puramente transcendente decide
82
Así en la tierra como en el cielo (reflexiones de poeta)

completar definitivamente la historia con su definitiva manifestación


en la persona de su Hijo. Y entonces el mismo Dios, creador de los
cielos y la tierra, en la persona de su Hijo, se convierte en el puente
mismo de la plena comunicación y se da desde entonces el cambio
maravilloso del TRANSCENDENTE-INMANENTE, que no es otra
cosa que la perfección misma del inmanente-transcendente.
Para evitar así la línea divisoria entre "el cielo" y "la tierra", o
entre "el corazón" y "la cabeza", como si las dos realidades fueran dos
mundos diferentes. Tal vez por eso el mismo Jesús daba gracias al
Padre de haber ocultado el misterio de la relación cielo-tierra a la
gente inteligente y revelado a la gente sencilla. Tal vez porque no hay
relación en el plano tierra-tierra, pues son dos iguales, sino cielo-
tierra, y por eso, precisamente, se llama relación. Tal vez porque le
falta al plano tierra-tierra la especificidad del diferente que es el cielo.
O lo que es lo mismo, cabeza-cabeza, cielo-cabeza.
Y de lo que se puede decir que ese nuevo cielo y esa nueva
tierra es obra de Dios mismo, mas escatológicamente, sin negar por
supuesto que es también un quehacer histórico en la tierra por parte
del hombre. De allí que en la oración del Padrenuestro se diga: "venga
a nosotros tu Reino", pues ya el hecho de que "se haga tu voluntad en
la tierra como en el cielo" es el deseo del hombre de querer vivir en
sintonía de corazón y cabeza, o de cielo y tierra, haciendo así su
propia historia lejana y cercana a la vez del Reino de Dios.
Y lo que surge de esa estrecha relación es lo que se va a llamar
"el Reino de los cielos" o de Dios, es decir, el fruto de la íntima y total

83
Conclusión

comunicación entre estas dos realidades, en la que ya no habrá


divisiones, por lo menos en el anuncio de Jesús.
Porque ya no se trata de la división entre los cielos y el cielo,
es decir, entre los cielos del Creador o del Padre y el cielo del hombre,
como habíamos visto en la segunda parte de estas reflexiones, sino del
deseo firme de hacer juntos un mismo reino. Pero que está vetado a
los que utilizan demasiado la cabeza, en expresiones del evangelista,
los inteligentes, y en cambio revelado a los pequeños.
Ahora bien, esos pequeños van a ser llamados los bienaventu-
rados por el mismo Jesús por quienes da gracias al Padre y en donde el
ser pobre de espíritu va a ser la condición necesaria para mantenerse
en esa nueva relación, es decir en el Reino de los cielos. Y en donde,
como consecuencia, la nueva justicia en la nueva dimensión del amor,
no meramente humano, es el fundamento precisamente de la
construcción de ese Reino.
Termino, pues, como empecé mi reflexión: En mi imaginación
la oración del Padrenuestro resuena así:

"Padre nuestro,
que estás en los "corazones";
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad así en "la cabeza"
como en "el corazón"...

84
ÍNDICE GENERAL

PRÓLOGO........................................................................................... 9
TIPO DE REFLEXION: "DE POETA"............................................ 9
PUNTO DE PARTIDA...................................................................... 15
EL PADRE NUESTRO: PUNTO DE PARTIDA Y DE LA
RELACIÓN........................................................................................ 15
EL PADRE NUESTRO..................................................................... 17
INQUIETUDES INICIALES:...............................................................18
PRIMERA PARTE:........................................................................... 21
PRIMERA RELACIÓN: .................................................................. 21
CIELOS-TIERRA.............................................................................. 21
Primer dato: la cantidad de veces.......................................................... 23
ACLARATORIA INICIAL Y FUNDAMENTAL:......................................... 23
1) ANTIGUO TESTAMENTO.......................................................... 24
EN LAS SIETE PRIMERAS APARICIONES EN EL LIBRO DEL
GÉNESIS:................................................................................................ 24
EN LOS LIBROS QUE CONTINUAN:..........................................................32
APLICACIÓN DE POETA: LA RELACIÓN DEL “CIELO” CON
EL CORAZÓN Y DE LA “TIERRA” CON LA CABEZA:.............. 36
LA INSISTENCIA DE LOS LIBROS SAPIENCIALES:................... 40
2) EN EL NUEVO TESTAMENTO:................................................ 42
SEGUNDA PARTE:.......................................................................... 49
LA RELACIÓN “CIELO-TIERRA”................................................. 49
DATOS ESTADÍSTICOS GENERALES:...................................................... 51
PRIMERAS IMPRESIONES:..........................................................................51
EN EL LIBRO DEL GÉNESIS:............................................................ 52
ÍNDICE GENERAL

EN EL NUEVO TESTAMENTO:......................................................... 56
a) En los Evangelios:.............................................................................. 56
CIELO-TIERRA EN RELACIÓN CON LA CABEZA-CORAZÓN:............ 57
b) Los otros libros del Nuevo Testamento:........................................ 60
Tercera Parte...................................................................................... 65
VENGA TU REINO:......................................................................... 65
LAS BIENAVENTURANZAS..........................................................65
RELACIÓN OBLIGADA CON LOS DOS APARTADOS ANTERIORES
CON MUCHA ATENCIÓN:........................................................................... 67
MÁS INQUIETUDES POR RESOLVER:...................................................... 69
REINO DE LOS CIELOS:............................................................................... 70
Donde se unen “cielo (s)-tierra”:...................................................................... 70
a) EN EL EVANGELIO DE MATEO:................................................ 70
EN LA PRIMERA BIENAVENTURANZA SE UNEN EL CIELO Y
LA TIERRA:........................................................................................... 72
POBRE DE ESPÍRITU:......................................................................... 72
b) EN LOS DEMAS LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO:....... 77
CONCLUSIÓN.................................................................................. 81
ÍNDICE GENERAL.......................................................................... 86

87

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