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EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA

Causas de los descubrimientos geográficos


En los siglos finales de la Edad Media se generaron unas condiciones técnicas,
económicas y políticas que fueron decisivas para que se produjeran los descubrimientos
geográficos que marcaron la época del Renacimiento.

Entre los factores técnicos hay que mencionar el desarrollo de la cartografía, los
instrumentos de navegación y las técnicas náuticas. También se produjo un avance
importante en la construcción naval, con la aparición de la nao y la carabela, las naves
que permitieron navegar con cierta seguridad por el Atlántico.

Entre las causas económicas la más importante fue el crecimiento del comercio
internacional en los siglos XIV y XV, que aportó los capitales necesarios para las
empresas de navegación. La falta de metales preciosos también animaba a buscar nuevas
minas y yacimientos. Pero sobre todo fue la necesidad de buscar una nueva ruta hacia
las Indias la que llevó a los portugueses, primero, y a los castellanos después, a lanzarse a
la aventura. Europa necesitaba las especias orientales, y la ruta tradicional, que las traía
por tierra junto a otros productos de lujo, quedó colapsada con la expansión del Imperio
turco en el Mediterráneo oriental. Había que buscar nuevos caminos hacia los mercados
asiáticos.

Por último, están los factores políticos e ideológicos. Portugal y Castilla estaban en
plena expansión en el siglo XV. El fin de la reconquista se produjo en un ambiente de
euforia, que prolongó el espíritu de cruzada más allá de la guerra de Granada. La
hegemonía europea basculaba hacia los países del Atlántico, y la rivalidad entre los
Estados de la Península fomentó la competencia entre ellos y el interés de ambas
Coronas en las empresas de descubrimiento. Además, la cultura humanística impulsaba
la curiosidad científica, y los intelectuales recomendaban a los reyes las exploraciones
geográficas.

El descubrimiento
Cristóbal Colón era un marinero genovés experimentado cuando en 1476
llegó a Portugal. Para entonces estaba al tanto de todo lo conocido en materia de
geografía, astronomía y navegación. En 1482 presentó en Lisboa su proyecto de
viajar a las Indias por occidente, pero los gobernantes portugueses lo
rechazaron. Ellos habían reconocido ya la mayor parte de la costa atlántica
africana, y estaban convencidos de encontrar más al sur un paso hacia las
Indias. Además, en el tratado de Alcaçovas habían aceptado la soberanía castellana
sobre las Canarias, a cambio de que Castilla reconociera su exclusiva en la costa
africana.

Desengañado, Colón se dirigió entonces a Castilla, el único Estado que podía


tener interés en aquel momento en su proyecto descubridor. Llegó a Palos en 1485 y
entró en contacto con los monjes del monasterio de La Rábida, que decidieron
apoyarle y recomendarle en la Corte. Fue recibido por los reyes, pero la comisión de
expertos nombrada por ellos rechazó la propuesta de Colón, porque su teoría era
frágil, científicamente no se sostenía. Además, los gastos de la guerra de
Granada tampoco permitían mucho margen para proyectos inciertos.

En 1488 Bartolomé Dias llegó al sur de África y descubrió el Cabo de Buena


Esperanza: los portugueses habían conseguido su objetivo. Y Colón volvió a
insistir: consiguió una nueva recomendación de los franciscanos de La Rábida, y se
presentó ante los reyes en los días de exaltación que siguieron a la entrada en
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Granada. Ahora, además de repetir los argumentos de años atrás, Colón
exigía una serie de condiciones, títulos, beneficios económicos y privilegios.
Tras una dura negociación, el 27 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones
de Santa Fe. En ellas se concedían a Colón, entre otras cosas, los títulos de Virrey,
Gobernador y Almirante en las tierras y mares que descubriera; el derecho a proponer
a la Corona los cargos que quisiera nombrar; y el 10% de los beneficios que se
obtuvieran en las tierras descubiertas.

El viaje se organizó en el puerto de Palos, donde había marineros experimentados, y


fue financiado en su mayor parte por la Corona. Se armaron tres barcos, dos
carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao, la Santa María, a cuyo mando estaban
respectivamente los hermanos Martín Alonso y Vicente Yañez Pinzón y el propio
Colón, además de unos noventa hombres, a los que costó enrolar en la empresa.

El 3 de agosto se hicieron a la mar, y tras hacer escala en las Canarias,


pusieron rumbo hacia occidente, a la altura en que Colón creía que se encontraba
la costa de Cipango (la India). El viaje fue, desde el punto de vista náutico,
facilísimo, porque los vientos alisios empujaban las naves con rapidez. Durante
cinco semanas avanzaron sin encontrar más que algunas aves que venían del
oeste. Las tripulaciones comenzaron a inquietarse, y el 10 de octubre Martín
Alonso Pinzón, que dirigía una de las naves, tuvo que intervenir para imponer
disciplina.

Por fin, el 12 de octubre, a las 2 de la mañana, el vigía avistó la costa de la isla de


Guanahaní (isla de Watling, en las Bahamas). Tras desembarcar y tomar posesión
solemne, Colón y sus hombres entraron en contacto con los indígenas. Durante
varias semanas exploraron la isla y siguieron ruta, costeando algunas de las Bahamas
y las islas de Cuba y Santo Domingo. Allí, tras perder la Santa María, encallada
en la costa, se construyó un fortín, en el que quedaron algunos marineros, y el 16
de enero emprendieron el regreso.

El 4 de marzo llegaron a Lisboa, y pocos días después a Palos. El 15 de abril


Colón se presentaba ante los reyes en Barcelona, llevando oro, objetos exóticos y
dos indígenas. Fue recibido de forma triunfal y agasajado.

El significado del descubrimiento.

El Tratado de Tordesillas y los viajes menores


Colón estaba convencido de que las islas descubiertas estaban situadas frente a la costa
asiática, de ahí los nombres de Antillas (ante-illas) y de indios, aplicado a los indígenas.
Pero tanto para él como para los reyes, se trataba de tierras desconocidas, y que
presentaban posibilidades para su explotación comercial. Rápidamente, los Reyes
Católicos solicitaron del papa que confirmara su soberanía sobre las tierras descubiertas.

La bula Inter Caetera, de mayo de 1493, entregaba a Castilla el derecho a tales


tierras y a las que se descubrieren, a partir de una línea de meridiano situada a 100
leguas al oeste de las Azores. Pero los portugueses no aceptaron la decisión pontificia.
Para ellos, el viaje colombino había violado el acuerdo de Alcaçovas. Tras varios meses
de negociación, en junio de 1494 ambos Estados firmaron el Tratado de Tordesillas, en
el que se fijaba una nueva división norte-sur. De ahí arrancó el derecho de Portugal al
Brasil, situado al este de la línea de demarcación.

En septiembre de 1493 Colón inició un nuevo viaje, esta vez con una flota de 17
barcos y 1.500 hombres. El objetivo era ya colonizar e iniciar la evangelización de los
indios. En el viaje iban oficiales de la Corona, frailes y colonos, que buscaban fortuna en
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las tierras descubiertas. El viaje sirvió para completar el reconocimiento de las Antillas,
pero sobre todo para constatar dos hechos: primero, que Colón era un buen marino, pero
un pésimo gobernante, que no supo imponer su autoridad y que permitió el
enfrentamiento entre los colonos y el abuso sobre los indígenas. Y, en segundo lugar, que
las tierras descubiertas no eran un puñado de pequeñas islas, sino un conjunto de
territorios vasto y que no podía ser explotado de forma particular.

A partir de ahí los Reyes Católicos comenzaron a retirar su confianza a Colón.


Enviaron administradores y recaudadores, y comenzaron a autorizar nuevos viajes,
ajenos al Almirante. Son los llamados viajes menores, que entre 1499 y 1503
completaron el conocimiento de las Antillas, descubrieron la costa de América del Sur
entre el Brasil y Panamá y fueron explorando la Tierra Firme y las islas. Una
expedición portuguesa descubría en 1499 el Brasil, y en 1500 el italiano Américo
Vespucci reconoció la costa sur. Curiosamente, su nombre sería propuesto por un
cartógrafo lorenés, Martín Waldseemüller, en 1507, para bautizar al que por entonces ya
era considerado un nuevo continente.

Colón realizó aún otros dos viajes, empeñado en encontrar un paso que condujera
a la costa de Cathay (China). Pero fracasó en su intento, y se enfrentó a las autoridades
enviadas por los reyes, hasta el punto de que en 1500 fue apresado y devuelto a Castilla
acusado de abusar de su poder. Murió en 1506, cansado y desilusionado. Conservaba
sus títulos, que pasaron a sus herederos, pero desprovistos de poder real.

América bajo control de la Corona


Desde 1502 el Estado comenzó a nombrar gobernadores y pasó a controlar
directamente el nuevo territorio. Desde Santo Domingo partirán casi todas las
expediciones hacia Tierra Firme en los años siguientes.

En 1503 se estableció en Sevilla la Casa de Contratación, organismo múltiple encargado


de todo lo referente a América. Era aduana, almacén para preparar las naves, casa de control
de emigración, escuela de pilotos, centro de cartografía, depósito de mercancías e
institución encargada de recaudar el quinto real, el 20% de los beneficios del comercio
americano, que iba a parar a las arcas reales. Todas las expediciones hacia América debían
partir obligatoriamente de Sevilla, elegida por su tradición comercial y por ser puerto
seguro, dada su situación interior.

Los colonos, en su mayoría andaluces, extremeños y vascos, comenzaron a ser


seleccionados por la Casa de Contratación. Recibían tierras, y se les entregaba un grupo
de indios (encomendación), teóricamente para ser evangelizados e instruidos,
pero que en la práctica fueron obligados a trabajos forzosos. Los indios antillanos no
habían opuesto apenas resistencia a la conquista, entre otras cosas porque la
superioridad material de los castellanos era absoluta. La modificación brutal de sus
formas de vida, el trabajo durísimo al que eran sometidos y el impacto de las
enfermedades traídas por los europeos, ante las que carecían de defensas, produjeron
una auténtica hecatombe demográfica, hasta el punto de obligar, décadas después, a
traer esclavos de África.

Sólo a partir de 1511, y gracias a las denuncias de algunos frailes dominicos,


se empezaron a discutir en Castilla los métodos de colonización y los derechos
de los indios. Las leyes de Burgos de 1512 proclamaban la libertad de los
indios, su derecho a una vivienda y a un salario dignos, así como a la
evangelización por métodos pacíficos. Pero los abusos se siguieron produciendo, y
las denuncias también.

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El mapa atlántico de América quedó completado entre 1508 y 1516: Alonso de
Ojeda reconoció la costa venezolana, y Diego Ponce de León exploró toda la
costa de Florida. Yen 1515 Vasco Núñez de Balboa consiguió lo que otros
habían buscado en vano en años anteriores. Partiendo de Darién, y
siguiendo las indicaciones de los guías indígenas, atravesó el istmo de Panamá
y descubrió el océano Pacífico, la Mar del Sur, hallazgo que confirmaba
definitivamente el carácter continental de las nuevas tierras.

EL GOBIERNO Y LA ADMINISTRACIÓN DE AMÉRICA


La conquista del continente
La búsqueda de un paso hacia el oriente llevó a un portugués, Fernando de
Magallanes, a organizar una expedición, bajo el patrocinio de Castilla, que partió en
1519 y consiguió atravesar el cabo de Hornos y alcanzar las islas de las especias. Tras
una travesía terrible y llena de desgracias, incluida la muerte del propio Magallanes,
su lugarteniente Juan Sebastián Elcano logra regresar a Sevilla en 1522 con sólo
veintidós supervivientes, tras dar la primera vuelta al mundo.

A partir de 1519 se desarrollan una serie de expediciones que extenderán la


conquista al continente americano. Ese año Hernán Cortes desembarca en la costa y
funda Veracruz. Tras declararse independiente del gobernador de Cuba, se interna
con cuatrocientos hombres hacia las tierras del Imperio azteca, que, a diferencia de los
pueblos antillanos, sí tenía un elevado grado de civilización. Cortés supo aprovechar
el descontento de los pueblos sometidos por los aztecas y, tras una serie de peripecias
increíbles, logró hacerse con el control del imperio.

Cortés organizó una administración eficaz, al tiempo que enviaba varias expediciones
que le permitieron ampliar el territorio bajo su control. En 1535, cuando se convirtió
en el virreinato de Nueva España, con capital en Méjico, abarcaba desde California y
la costa sur de los actuales Estados Unidos hasta Panamá, incluyendo también las
Antillas.
La otra gran conquista del periodo es la del Perú, en la que el Imperio inca
dominaba las tierras de toda la región del Pacífico, desde Colombia hasta Chile.
Tras varios viajes de exploración, en 1531 Francisco Pizarro inicia la
conquista, capturando al inca Atahualpa en Cajamarca y sometiendo sucesiva-
mente a sus lugartenientes. Tras la toma de la capital, Cuzco, fundó Lima, que
se convirtió en la capital del virreinato del Perú, establecido en 1542. A él se
incorporarán las tierras de Chile, exploradas por Diego de Almagro y por Pedro
de Valdivia, y del Río de la Plata, en donde en 1535 Pedro de Mendoza había
fundado Buenos Aires.
Hacia 1540 puede darse por concluida la conquista, aunque el dominio real no
se extendiera a todo el territorio: las frías tierras del sur y las selvas del Amazonas,
de difícil explotación, no llegaron a ser colonizadas.

La explotación del territorio

La conquista se realizó mediante expediciones particulares, en las que los


conquistadores firmaban unas capitulaciones con la Corona, primero, y más
tarde con sus gobernadores. En ellas se fijaban los objetivos y el reparto del botín.
Eran, por tanto, expediciones de empresa, en las que lo que primaba era la obtención
de beneficios rápidos, y donde la exploración y el descubrimiento de nuevas tierras
era una motivación secundaria.
En los primeros tiempos, en las grandes islas del Caribe,1 conquistadores se
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dedicaron a extraer la mayor cantidad oro posible, sometiendo a los indígenas a un
trabajo forzoso sistemático. El resultado es que en unos pocos años se obtuvo todo el
oro que los indígenas antillanos habían producido durante cientos de años, de manera
que en 1525 el ciclo del oro había terminado. Además, al obligar a los indios a abandonar
su trabajo agrícola y su forma de vida, se produjo la hecatombe demográfica que despobló
las Grandes Antillas, hasta el punto del/ tener que ser repobladas con mano de obra
esclava procedente de África

La situación fue bien distinta en el continente. Se trataba de una gigantesca extensión de


tierras, con suelos fértiles y una gran población indígena más estructurada. Comenzaron
a llegar colonos dispuestos a instalarse y vivir en América. Se adueñaron de la tierra y
obligaron a los indios a trabajarla mediante el sistema de encomiendas.

La explotación del trabajo indígena y los abusos sistemáticos provocaron las


protestas de los frailes, y de forma especial de fray Bartolomé de Las Casas. Las
denuncias llegaron a Castilla, y Carlos V tomó partido, inicialmente, en favor de Las
Casas, suprimiendo la encomienda en 1542. Pero su prohibición duró poco: el
descubrimiento de las grandes minas de plata y la necesidad de utilizar mano de obra
indígena para extraer el metal llevaron a Felipe II, pocos años después, a restablecer las
encomiendas y otras formas de explotación de la mano de obra indígena.

El comercio con la Península y los metales preciosos


El comercio entre Sevilla y los puertos americanos creció rápidamente. Los colonos
necesitaban prácticamente de todo: alimentos, ropa, aperos de labranza, armas, herrajes,
animales de tiro, etc. Aunque pronto hubo talleres artesanales en América, la
dependencia de manufacturas europeas continuó siendo muy alta durante toda la
época colonial. A cambio, a Europa se enviaban materias primas, pero su valor no
correspondía al de las exportaciones hacia América.

La diferencia se cubría con metales preciosos. Tras la etapa inicial, en la que el oro y
la plata fueron arrebatados a los indígenas, entre 1545 y 1546 se descubrieron las
grandes minas de plata del Potosí (Perú) y Zacatecas (Nueva España), y comenzó su
explotación sistemática. A lo largo de todo el siglo la producción de plata fue en
aumento, sobre todo desde la aplicación de una nueva técnica, la amalgama de
mercurio, que permitía aumentar la velocidad de producción.
La plata fue muy importante para sostener las guerras europeas. Por eso los reyes
españoles dieron prioridad absoluta a la extracción minera. Para garantizar que
hubiera mano de obra se introdujo la mita, un sistema de trabajo forzoso, tomado de la
civilización inca, que obligaba a un porcentaje de trabajadores de cada pueblo a
prestar servicios en las minas a cambio de un salario. Aunque en teoría estaban rí-
gidamente reguladas la jornada y las condiciones de trabajo, la dureza de las minas
provocaba la muerte de cientos de trabajadores. Pero la Corona no hizo nada por
atajar el problema, ya que necesitaba imperiosamente la llegada de los grandes
cargamentos de plata.
D es d e los pr imer os años de la explota ción de América, surgió la
piratería Muchos franceses e ingleses se dedicaron a asaltar españoles, capturando
botines importantes. La Corona decidió regular la navegación: primero se obligó
a los barcos mercantes a agruparse en dos flotas anuales, y más adelante, cuando
la piratería arreciaba, ya en el reinado de Felipe II, se crearon las Armadas que
protegían los convoyes que traían la plata desde el Perú y Nueva España.

La organización administra de América


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Los conquistadores fueron creando ciudades según avanzaban en la exploración
del territorio, habitadas por colonos castellanos. En ellas se creaba un cabildo, una
especie de concejo asambleario dirigido por un alcalde mayor. Desde 1502 la Corona
estableció gobernadores, que fueron los que lanzaron las expediciones de
conquista al continente. En 1524, por otro lado, se organizó el Consejo de Indias, en
la Corte de Castilla, encargado de todos los asuntos relacionados con América.

Una vez terminado el proceso de conquista, la América española se dividió en los


dos grandes virreinatos de Nueva España y del Perú. Los virreyes eran la máxima
autoridad en América, por lo que fueron designados entre miembros de la alta nobleza,
y en ocasiones incluso de la familia real. Aunque su gestión era sometida a
inspecciones periódicas (visitas), en la practica actuaban con enorme autonomía,
dada la gran distancia y los dilatados periodos de comunicación con Castilla.

Por debajo de ellos estaban las Audiencias, que correspondían a los distritos
en que se subdividía cada virreinato. La audiencia era a la vez un órgano
administrativo y un tribunal de justicia.

La sociedad y la cultura americanas


La nueva sociedad se caracterizó por el dominio de los colonos europeos, que
se hicieron con la tierra y las minas y sometieron a los indígenas. No obstante,
desde el principio se produjo un mestizaje bastante profundo: ante la falta de
mujeres entre los emigrantes a América, los colonos tuvieron que buscar esposas
entre las indígenas, y la segunda generación estaba ya bastante mezclada. Por otro
lado, la desaparición de la población indígena antillana y, en menor medida, de
otras regiones, hizo que pronto se trajeran esclavos negros africanos para
sustituirlos. Lentamente, la sociedad americana se fue mezclando en un sinfín de
cruces raciales (mestizos, mulatos), entre los que los criollos, blancos
americanos descendientes de los colonos, fueron cada vez una minoría más
restringida, escasamente incrementada por nuevas llegadas de inmigrantes.

Las culturas indígenas desaparecieron casi por completo en el choque de la


conquista. La evangelización forzosa y la superioridad tecnológica europea hicieron
que todo el sistema de creencias y formas de vida se derrumbara bruscamente.
La cristianización estuvo a cargo las órdenes religiosas, sobre todo de dominicos,
franciscanos y jesuitas. Ellos incorporaban, además, la lengua castellana y las
costumbres europeas: alimentos, vestidos, técnicas de construcción y de trabajo, moral
social y familiar y, sobre todo, la lengua, principal vehículo de colonización. Sólo
unos pocos, en su mayoría frailes, alzaron la voz para denunciar la explotación y la
postergación de las culturas autóctonas, y esa voz quedó apagada por completo en la
segunda mitad del siglo XVI.

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