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Documento de Trabajo Nº 2
Borrador Marzo, 2009
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Introducción
En el consumo de drogas recreacionales, como la marihuana, cocaína y heroína, es
generalmente aceptado de que conducen a distintos grados de adicción, empeorando la
salud de usuarios y no-usuarios, contribuyendo al crimen cometido por usuarios y
oferentes e incrementando otros costos sociales. El objetivo principal de cualquier
prohibición es de reducir esos costos a través de la reducción del uso. Sin disuasión la
prohibición dista mucho de ser efectiva en la reducción del uso, y los esfuerzos por
disuadir pueden no tener el efecto deseado en el largo plazo.
Entre los economistas no hay un posición clara respecto del uso de drogas recreacionales,
sin embargo, la posición anti-prohibicionista en sus múltiples alternativas es la preferida
por los profesionales del área, premios Nóbel incluidos.
Muchos economistas han sido fuertes críticos a la efectividad de la “Guerra a las Drogas”
y aparentemente esta guerra está siendo perdida [Dennis (1990), Nedelmann (1989), y
Reuter y Kleinman (1986)]. Se ha derivado la atención desde sus “consecuencias no
intencionales”, como el crimen violento y la corrupción, hacia propuestas de políticas
alternativas como lo son la descriminalización y la legalización.
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Thornton, Mark (2002), Prohibition vs. Legalization: Do economist reach a conclusion on drug policy?,
southern association convention, New Orleans, Louisiana
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economistas abogan por una total liberalización y menos del 2% favorece medias más
duras como sentencias más largas o incrementos en los presupuestos destinados a
disuasión.
En un principio legal que no puede haber delito sin voluntad criminal; esto es, sin la
voluntad de invadir la persona o propiedad de otro. Pero nunca nadie practica un vicio
con esa voluntad criminosa. Practica su vicio solamente por su propia satisfacción y no
por malicia alguna hacia otros.
En tanto no se haga y reconozca legalmente esta clara distinción entre vicios y delitos,
no puede haber en la tierra cosas como el derecho individual, la libertad o la propiedad;
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cosas como el derecho de un hombre a controlar su propia persona y propiedad y los
correspondientes derechos de otro hombre a controlar su propia persona y propiedad.”
(Vices Are Not Crimes, A Vindication of Moral Liberty by Lysander Spooner, 1875)
Como las drogas tienen un costo de producción bastante bajo, es la prohibición la que
eleva los precios de venta de drogas recreacionales creando el incentivo para apropiarse
de utilidades abundantes y extra-normales. En este escenario el crimen se comete, al
menos, por tres razones:
1. Los productores, distribuidores y vendedores callejeros que están involucrados se
consideran criminales per se, ya que rompen la ley antidrogas. Pero en esta
categoría no hay crimen real ya que no hay víctimas de esta actividad comercial.
Desde la producción, sólo hay participantes que desean satisfacer una necesidad.
2. Dado los altos precios de venta en el mercado de las drogas recreacionales, los
adictos deben considerar el crimen como fuente para obtener los recursos
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necesarios para financiar sus hábitos. Acá el crimen es flagrante, ya que no hay
consentimiento previo para el daño a la propiedad privada perpetrada.
Existen tres causas esgrimidas para explicar la relación causal entre consumo de drogas y
crímenes violentos (Goldstein, 1987). Mientras las categorías psicofarmacológicas y la
compulsión económica están directamente vinculadas con el uso de las drogas, los
factores sistemáticos están relacionados con el hecho de que, dada la prohibición,
entonces las drogas ilegales son transadas en mercados negros. Haremos una pequeña
explicación de cada una, para mayor detalle ver (Resignato, 2000)
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La elasticidad por consumo de drogas es bastante baja2, esto es porque estos bienes son
usualmente vistos como necesarios y no superfluos o de lujo. Mientras un aumento de los
precios tiene un efecto significativo en la reducción de cantidades consumidas de los
bienes de lujo, esto no aplica a bienes de demanda inelástica, como las drogas para el caso
de los adictos.
Los usuarios de marihuana presentan una baja respuesta a las variaciones de precios. Un
incremento de un 1% en el precio resulta en sólo una 0,06% de disminución en la
demanda. Puesto de otra manera, un aumento de un 16,67% del precio reduce la demanda
sólo un 1%. Como apuntan De Simonne y Farrelly (2003), “claramente, factores distintos
al precio o a los arrestos, son importantes en determinar cambios en el uso de las drogas
recreacionales a través de las cohortes”
Costos de la prohibición
Un análisis costo-beneficio respecto de hechos pasados es difícil porque no todo tiene
valor económico (i.e. monetario) como por ejemplo, la vida. Los economistas hacen un
esfuerzo para proveer números adecuados. Analizar el futuro es más dificultoso aún, ya
que hay presente una incertidumbre inherente.
El uso de las leyes para disuadir el consumo de drogas recreacionales incrementa el costo
de la oferta para proveer las drogas al mercado. Los estudios asociados muestran que a los
niveles actuales de gasto, la disuasión no es efectiva: marginalmente, un dólar puesto en
disuasión lleva a una reducción del costo social de menos de un dólar. Una razón
importante para esto es que el efecto de los esfuerzo de disuasión, frecuentemente se ven
disminuidos en la medida que oferentes y demandantes se adaptan y aprenden a evitar los
costos impuestos por la prohibición.
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la elasticidad de la demanda respecto del precio es de -0.06. Pacula et al. (2001)
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Cuando estamos frente a una prohibición, el análisis se complica aún más, porque no
podemos asumir la condición ceteris paribus. Cuando los mercados se liberalizan todo
cambia en ellos. Afortunadamente podemos preguntarnos: ¿cuál es el costo de
oportunidad? que sacrificamos cuando re-ubicamos estos recursos que fortalecen la
prohibición.
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de la prohibición, drogas más peligrosas y fuertes son puestas en el mercado negro
(Thorntorn, 1998). Cualquier reducción de la cantidad ofrecida en el mercado es
rápidamente compensada con drogas más fuertes y de menor calidad
incrementando de manera significativa los riesgos a la salud.
Beneficios de la prohibición
1. La prohibición no elimina la demanda por drogas recreacionales: los
consumidores de drogas recreacionales tienen acceso a drogas legales, ilegales y
sustitutos inferiores. No se puede sostener que los beneficiarios de la prohibición
sean los consumidores. (Ver Bruce Yandle, “Bootleggers and baptists: the
education of a regulary economist”).
2. Las industrias que venden sustitutos de drogas recreacionales ilegales: en la
medida que la prohibición eleva los precios del las drogas recreacionales, éstas
son sustituidas de manera parcial por demanda de drogas recreacionales legales
como son el tabaco y el alcohol. Los incentivos para mantener la prohibición de la
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los productores de drogas recreacionales legales tienen un incentivo que es el
monetario, y no un criterio de tipo ideológico o una ilusión subjetiva.
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restricción de precios son frecuentemente parte de las regulaciones auto impuestas
por el gobierno. Así muchos reformadores han propuesto que las drogas ilegales
estén disponibles pero sólo a través de procesos regulados donde oferentes como
demandantes convergen con requerimientos estatales/gobierno. Se argumenta
(Kleiman, 1992) que los bebedores de alcohol y los fumadores de marihuana
paguen altos impuestos3, tengan licencias revocables y limites en la cantidades
consumidas. El costo de administrar un sistema tan burocrático puede ser
demasiado alto, pero hay alternativas a la propuesta de Kleiman.
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La tasa del Impuesto al Tabaco es diferenciada según el tipo de producto, a los puros se les aplica una
tasa del 51%, a los cigarrillos se les aplica una tasa del 60,4% y al tabaco elaborado una tasa del 57,9%.
El Impuesto se aplica sobre el valor de venta al consumidor final. Aspectos generales del sistema
tributario chileno, SII, Noviembre 2004.
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Una debilidad del uso de un impuesto específico para drogas recreacionales es que
la mayoría de estos impuestos son pagados por el vendedor del bien, esto crea un
aumento de costos para el productor, por lo que está incentivado a evitar esos
costo impuestos por el gobierno. Si el impuesto es demasiado alto y eso afecta la
cantidad demandada disminuyéndola, entonces las ventas ilegales en el mercado
negro seguirán ocurriendo, al igual que con la prohibición.
Otra complejidad del impuesto específico es la dificultad para imponer una tasa
impositiva adecuada. Una tasa impositiva baja, tiene poco efecto sobre el consumo
mientras que una tasa alta genera los incentivos para comprar y comercializar a
través del mercado negro. Como apuntan Becker y Murphy (2006), el mercado
negro existirá bajo la premisa de impuestos específicos, por lo que se debe
mantener un menor nivel de disuasión para eliminar ese mercado.
4. Libre mercado: bajo una modalidad de libre mercado, la oferta y la demanda por
drogas recreacionales se definirán sólo en base a las fuerzas del mercado. Las
condiciones de competencia resultarán en una baja de precios y una oferta
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diversificada de productos competitivos. El consumidor determinará cual producto
satisface de mejor manera su necesidad en términos de precio y calidad.
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pérdida del trabajo o la pérdida de reputación en su comunidad. Algunos
individuos serán afectados por el efecto de la fruta prohibida, que incrementa el
consumo por bienes ilegales. Haciendo los bienes legales dejarán de tener el
atractivo que los inducía a su consumo.
Lo que normalmente es negado en el debate sobre las políticas sobre drogas es que
las reglas que regulan los mercados libres son las preferencias de la propiedad
privada. Con la legalización, el comportamiento del mercado será más parecido a
Marlboro y Coca-Cola que a Al Capone, Miami Vice o Los Sopranos.
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para prevenir el hurto y/o disuadir contratos. Como la prohibición está combinada con
disuasión, los participantes de estos mercados enfrentan el riesgo de la cárcel y el arresto.
Todos estos efectos son costos que pueden ser evitados bajo la legalización de las drogas
recreacionales. La legalización de las actuales drogas ilegales llevará a un aumento de la
oferta y un aumento poco significativo en el consumo total de drogas.
Si una droga actualmente prohibida, fuera legalizada y aplicada un impuesto sobre ella,
cualquier potencial oferente debe evaluar si prefiere vender en el mercado formal y pagar
impuestos o derivar al mercado informal o negro. Cada decisión específica tiene sus
propios costos. El costo específico de vender drogas de manera legal es el impuesto que
debe ser pagado. El costo específico de vender drogas de manera informal en el mercado
negro está asociado con la imposibilidad de buscar protección en la ley y el riesgo de
castigo por evasión tributaria. Dado que el beneficio económico está garantizado y es
normal, un proveedor que maximiza los beneficios, podría elegir la opción que presentara
el menor costo específico. Esta elección va a ser diferente para los diferentes proveedores.
Aunque la tasa de impuesto es la misma y será aplicada a todos los vendedores de drogas,
el costo de vender en el mercado negro va a ser una decisión individual y no sólo
dependerá de los esfuerzos por disuadir y el castigo, sino que también dependerá de la
habilidad de los proveedores para evitar la detección o su disposición favorable a tomar
riesgos. De manera consecuente, aquellos sin experiencia en el mercado negro y con altos
niveles de aversión al riesgo serán más propensos a pagar el impuesto, mientras que
aquellos que actualmente están participando del mercado negro tenderán a evadir el pago
de impuestos y mantenerse en el comercio informal.
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Un proveedor va a vender drogas de manera legal y pagar impuestos si y sólo si (i) se
pueden obtener utilidades económicas, (ii) la tasa impositiva es menor que el costo
específico de vender en el mercado negro. Se sigue que un impuesto “prohibitivo” puede
ser encontrado y podrá ser suficientemente alto como para evitar que los oferentes vendan
en el mercado formal. Con una disminución en el impuesto los emprendedores podrían
encontrar rentable entrar el negocio formal de venta de drogas recreacionales. El mercado
negro debería disminuir de manera notable en base a la competencia adicional y los
menores precios de las drogas recreacionales. La cantidad total de droga transada podría
incrementarse a tasas rápidas, pero no significativas. Con un impuesto suficientemente
bajo, el mercado negro seria eliminado.
Es relevante recalcar que cada vez que inflingimos una derrota a los traficantes de
drogas, no hacemos otra cosa que aumentar los incentivos para el mercado negro,
ya que mayores utilidades serán conseguidas. Es mejor arruinar el negocio ilícito
desinflando la burbuja que aumentar la prohibición, que no hace otra cosa que
hacerlos más poderosos.
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Si consideramos el caso del VIH, encontraremos que la propagación de la
enfermedad ocurre a través del compartir las agujas infectadas por los adictos, los
cuales no tienen forma segura, a través del sistema de salud pública, de solucionar
sus problemas de agujas. Para comparar, otra enfermedad donde legalmente hay
apoyo y también se utilizan agujas, es el caso de los diabéticos y la insulina. Allí
no hay propagación del VIH.
3. Libertades civiles: como la venta de drogas, es un crimen sin víctimas, las policías
trabajan con desventaja en comparación con el robo de autos, violaciones, etc. No
existe un verdadero acusador. En consecuencia, si se desea resolver el “crimen”,
se debe recurrir a técnicas y tácticas que de otra manera serian innecesarias y poco
éticas. Esta es la razón del porque estas actividades de las policías atropellan las
libertades civiles.
Papers
Saffer, H y Chaloupka, F. (1999) State drug control spending and illicit drug
participation, NBER
Block, W. (1993) Drug Prohibition: a legal and economic analysis, Journal of business
ethics 12: 689-700
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Resignato, A. (2000) violent crime: a function of drug use or drug enforcement, Applied
Economics, 32, 681-688
Becker, G., Murphy, K., Grossman, M. (2004) The economic theory of illegal goods: the
case of drugs, NBER
Clark, Andrew. (2003) the economics of drug prohibition, CNRS & DELTA
Ponencias
Thornton, M. (2002) Prohibition vs. Legalization: Do economist reach a conclusion on
drug policy? Southern economic association convention, new Orleans
Johansson, J., Roumasset, J. (1999) Prohibition vs. taxification: drug control policy in the
USA. Drug Forum, Manoa
Working Papers
Thornton, M., Bowenmaker, S. (2006) Recreational drug prohibition. Ludwig von Mises
Institute
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