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El cuerpo en la donación y trasplante de órganos. Aspectos psíquicos y éticos. México 2005.

eleazarcorrea@yahoo.com

El cuerpo en la donación y trasplante de órganos. Aspectos psíquicos y éticos.


Presenta: Eleazar Correa González.

Resumen

Se presentan las reflexiones de mi investigación acerca de la donación de órganos. Al inicio se


argumenta desde el psicoanálisis (Lacan) que toda intervención médica es fundamentalmente
no en el organismo sino en el cuerpo, instancia atravesada por el lenguaje. La lógica de la
modernidad y de la técnica médica le ha arrebatado al cuerpo aquello que tenía de sagrado y
han hecho del cuerpo un elemento de uso para la práctica racional e individualista de los
trasplantes de órganos. Posteriormente se señala que aquella situación va acompañada de un
discurso pro donación de órganos que anula elementos estructurales de la lógica simbólica de
la donación como fue pensada por la antropología, este hecho genera diversas reacciones
consecuencias psíquicas en el sujeto, de las cuales –al final del trabajo- sólo se analizan aquí
las que están en relación con el cuerpo (Simbólico, imaginario y real).
Palabras clave: donación de órganos, cuerpo, organismo. Consecuencias psíquicas.

1.- Introducción

Las posibilidades de intervención de las ciencias de la vida y de la salud sobre el


cuerpo humano han avanzado de manera asombrosa en los últimos años al grado que
hoy son una realidad los trasplantes de órganos; sin embargo toda intervención en el
cuerpo, suscita reacciones contradictorias y nuevas cuestiones. En base a una
experiencia con donadores y pacientes receptores de riñón, nosotros abordaremos
sólo de manera aproximativa algunos puntos concernientes para una reflexión ética y
algunos ejes teóricos para pensar desde el psicoanálisis, las implicaciones psíquicas
cuando se interviene en el cuerpo con fines de trasplante. Los autores principales en
los que me baso mis ideas para esta investigación son Freud, Mauss y Lacan, y los
autores que retomo en tanto han investigado algunas de las problemáticas que aquí

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señalo son A. Le Breton, J. F. Collange y K. L. Schwering, cuya bibliografía está en el


contenido del texto.
2.- ¿La intervención médica en el organismo o en el cuerpo?

Cuando se trata de la donación de órganos tal intervención en el cuerpo no se


trata únicamente de una intervención médica en el organismo, pues ella tiene un
alcance en el registro de lo psíquico, es por ello que conviene hablar no de organismo
sino de cuerpo. Para el psicoanálisis el cuerpo no es la otra parte o el opuesto de la
mente o de lo psíquico, no se trata de dos instancias separadas, entre cuerpo y
psiquismo son instancias diferentes pero entre ellas existe –en lo general- una
compleja continuidad. Tampoco el cuerpo es sólo un conjunto de órganos y funciones
ordenadas según las leyes de la anatomía y la fisiología. El cuerpo es mucho más que
la complejidad física y química de una estructura o función orgánica. Él está
atravesado por el lenguaje y por eso es fundamentalmente una estructura simbólica. El
psicoanálisis fue más allá del paradigma del dualismo clásico que oponía el cuerpo a la
psique. Freud transformó ese falso dualismo mostrando la estructura simbólica del
cuerpo a través del caso clínico de la conversión histérica y de su reflexión teórica
acerca de la pulsión en su texto de Pulsiones y Destinos de Pulsión.
En el caso de la histeria constató que existe una sensibilidad del cuerpo a las
representaciones inconscientes, es decir, que las representaciones reprimidas
“hablaban al cuerpo”, que los síntomas eran portadores de un mensaje. Y en el caso
de la pulsión, Freud la planteo como un concepto límite entre lo psíquico y lo somático,
es decir, la pulsión sería una delegación energética de una excitación somática de
origen interno en el psiquismo, el cuerpo sería entonces un cuerpo atravesado por el
placer y el goce, es decir, el cuerpo es para el psicoanálisis un cuerpo erotizado y
erógeno.
Por su parte Lacan, aportó nuevos elementos para continuar con el pensamiento
freudiano. Sus aportes nos permiten abordar la compleja relación que el sujeto tiene
con su cuerpo desde 3 registros: Imaginario, Simbólico y Real, y en el cuerpo es la
conquista de lo imaginario y lo simbólico sobre lo real del organismo. Volveremos sobre
ello.

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3.-Implicaciones éticas sobre el cuerpo.

a) El adiós al cuerpo sagrado y la “ética” de la instrumentalización del cuerpo.

Investigaciones científicas han evitado y curado muchas enfermedades y salvado


vidas. El saber médico ha tenido sorprendentes progresos, a los que muchas personas
han recurrido para mejorar el funcionamiento del propio cuerpo. Desde las vacunas,
calmantes, medicinas, prótesis, que evitaban enfermedades hasta la inmunosupresión
y los trasplantes.
Fue desde el Renacimiento donde se comenzó a inscribir una modificación
importante en torno al estudio del cuerpo. Fue esa época en la que se legalizó y
organizaron públicamente las autopsias. Antes en nombre de la posible “resurrección
del cuerpo”, estaba prohibido atentar contra el cuerpo de un muerto. A Cinco siglos
después las prácticas médicas logran hoy disponer de un cuerpo muerto, desprendido
de tintes teleológicos. Así, del cuerpo muerto del Renacimiento, expuesto al
desmembramiento médico y al diagnóstico “natural” llegamos al cuerpo viviente,
observado en directo a través de técnicas como el scaneo, identificación genética y del
genoma humano, etc.
En otra época, se tenía una idea del cuerpo en la que se establecía que el
hombre no tenía un dominio sobre su vida porque la misma era un regalo de Dios; en
consecuencia, no podía disponer de su cuerpo a su antojo; esta perspectiva
fundamentaba el principio de sacralidad de la vida humana. Hoy se tiene una idea
diferente, la del dominio sobre el cuerpo, que a su vez presenta dos formas, una
«individual» (el cuerpo como propiedad privada) y otra «común» (el cuerpo como
propiedad pública). Hoy se considera al hombre como amo y dueño de sí mismo, de su
de su vida, y de su cuerpo hasta en los niveles moleculares.

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Le Breton confronta la noción de cuerpo en las sociedades tradicionales con las


del mundo contemporáneo. En las primeras el cuerpo no se distingue de la persona. El
sujeto sólo existe en función de su relación con los demás y su cuerpo resulta un
elemento masa, indiscernible del conjunto simbólico que lo engloba. Se trata de
sociedades con un funcionamiento holista, donde el cuerpo no resulta un signo de
individuación sino que se funde en un continuo con el cosmos, la naturaleza y la
comunidad.
En cambio, el cuerpo en la modernidad remite a un orden diferente. Comporta la
ruptura del sujeto con los otros, acorde a un funcionamiento social de tipo individualista
y a una disociación del cosmos, pues las materias primas que constituyen el cuerpo no
conservan ninguna referencia fuera de su campo específico. El cuerpo ha dejado de
ser simple materia destinada a pudrirse, hoy puede ser modificado en todos sus
estados por la intervención de una tecnología médico-científica, y por último, se ha
alienado respecto del sujeto mismo, quien, más que ser un cuerpo, ha pasado no solo
a poseer un cuerpo, sino a disponer de partes como es el caso de los trasplantes.
Los trasplantes han devenido el procedimiento técnico y racional del tratamiento
del humano a través del fragmento del cuerpo de otro humano. Esta mutación del
cuerpo, del mundo de la fe hacía el mundo de la técnica, ha abolido lo sagrado del
cuerpo, el cual no está lejos de convertirse médica y potencialmente en un producto
industrial y comercial. Los trasplantes de órganos han conducido ha sustituir la noción
de lo sagrado del cuerpo humano por la noción moderna de dignidad del cuerpo
humano, noción que lo vuelve a poner como señala este autor, en "el objeto de un
debate intenso y de prácticas que dividen el discurso social, situando a cada uno en
una difícil toma de posición”.

b) Suprimir la muerte: la “ética” de la terapéutica médica.

Los trasplantes de órganos se han presentado como un gran progreso de la medicina


al que muchas personas han recurrido para mejorar el funcionamiento del propio
cuerpo o en caso extremo, para salvar la vida de otras personas. Esta perspectiva
terapéutica de la medicina ha ganado adherentes en la sociedad. Nuestra sociedad

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adherida a una ideología medicamentosa busca suprimir “lo real” y todo lo que
signifique la muerte, de esta manera, no se tolera el síntoma, ni el dolor, pues busca
"curarlo" con medicamentos. Tampoco nuestra sociedad tolera “lo real” bajo la forma
de fallas del cuerpo, handicaps, órganos colapsados o inertes, etc.
Bajo el argumento de mejorar la calidad de vida, o de salvarla, los desarrollos de
las biotecnologías, de la genética y de la robótica, buscan a todo precio mejorar las
capacidades (performances) del cuerpo, prolongar la vida pretendiendo eliminar la
muerte y así, “reparar” nuestra condición de mortales. Y de todo esto el resultado es un
hombre agotado por el evitamiento de sus pasiones, donde no le queda más que
obedecer al Ideal de cuerpo y salud que se le propone. En efecto, estas “propuestas”
que se le hacen al hombre moderno, serían, siguiendo a Michel Foucault nuevas
formas de gestión y del control del cuerpo por el “biopoder”, poder sobre la vida.
El desarrollo de la ciencia y sus consecuencias técnicas ofrecen al sujeto
sobreponerse a los límites del cuerpo y la existencia, de este modo, para todo aquello
que puede significar la presencia de lo real y de la muerte, la ciencia parece tener la
receta exacta para eliminar sus efectos y asegurar un armónico estado de salud.
En efecto, investigaciones inobjetables de la medicina se le ofrecen al enfermo
cómo imperativos para recuperar la salud corporal:
“para el envejecimiento, la medicina ofrece el lifting; para la obesidad, la
liposucción; para el órgano colapsado, el transplante; para el temor a la muerte, el
logro de una longevidad inédita aunque fuese por medio del recurso de conectar el
cuerpo inerte a un conjunto de aparatos; para fantasmas como el de Schreber de ser
una mujer en el momento del coito, las operaciones de cambio de sexo; para la
menopausia, la esterilidad, el celibato, el matrimonio homosexual: los bancos
genéticos, los embriones congelados, la inseminación artificial, la fecundación "in vitro";
para lo irremediable de la muerte, los proyectos de clonación cuya realización quizá ya
sea ingobernable; para la angustia ante las posibles imperfecciones de la
descendencia, la ingeniería genética, la dilucidación del genoma humano y su
manipulación intrusiva, la eugenesia; a la muerte siempre incontrolable, la eutanasia”.
La lista podría hacerse más extensiva, pero lo que interesa es destacar el rasgo
común de todas estas proposiciones: la idea básica de que todo malestar puede

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eliminarse o evitarse y la vida puede transcurrir sin la menor tensión. Pareciera ser que
la modernidad, con sus avances científicos y técnicos, se ha propuesto como meta
curar a la humanidad de su malestar.

4.- Implicaciones psíquicas de los síntomas en la donación de órganos.

Hablar del cuerpo en la donación de órganos desde una mirada psicoanalítica


implica considerar al cuerpo no sólo como un organismo lo que implica que la donación
de un órgano así como su trasplante, -alcanza tanto en el donante como en el
paciente-receptor- diversos y hasta contradictorios sentimientos y significaciones tanto
conscientes como inconscientes.
La práctica médica de los trasplantes lleva al extremo algunos fenómenos
psico-sociales y pone en tensión algunos aspectos psíquicos. En efecto, los límites y
relaciones entre el sujeto y el otro, el yo/no-yo, el sí-mismo/otro, el yo/otro, así como la
identidad, se ven puestas en entredicho. Particularmente cuando la estructura psíquica
no tiene la capacidad de reacción frente a los fuertes sentimientos de invasión psíquica
del otro desencadenados por el órgano trasplantado y frente a una inmensa actividad
psíquica fantasmática que puede producir severas crisis psicopatológicas, según el
caso.
A partir de esa práctica médica se desprenden también problemáticas sobre los
temas de la vida y de la muerte, de la donación y la deuda, de la culpabilidad y de la
identidad sexual. Dicha práctica toca también -en ciertos casos- las formas del
parentesco y de la filiación, pues es en el cuerpo donde los lazos de filiación cobran
significación construyendo una identidad.
Aquellas y estas problemáticas o fenómenos son sin embargo desconocidas o
minimizadas por los que promueven la donación y trasplante. Veamos algunos casos.

4a) La negación de la deuda en la donación.

En la actualidad la donación de órganos intenta inscribirse como una proximidad social,


se rechaza tratar a los prójimos como medios al servicio de los propios fines. La

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donación argumenta derivarse de una ética y de una lógica que no son las del mercado
y del beneficio, incluso, parece que se les opone. No se trataría más del “don reciproco
de cosas equivalentes”, tampoco el don que produce la obligación, en la persona quien
lo recibe, de devolverlo, e incluso devolver más, como sucedía en la donación llamada
por Mauss “Potlach” donde demostraba la lógica de los dones e intercambios
simbólicos, sino por el contrario, se trata de la donación caritativa, contraria a un
negocio social. En estos términos, la donación de órganos parece haber devenido
objetivamente un asunto subjetivo, personal e individual en donde toda deuda está a
priori negada. Pese a esta caracterización por parte del discurso oficial, la experiencia
clínica muestra que un órgano que no es incorporado en tanto que objeto de un acto
de donación simbólica, sino simplemente en tanto que objeto, o sea, fuera de la lógica
de la donación, es susceptible de provocar resultados negativos sobre el plano
orgánico, sobre el plano de la incorporación psíquica, y también sobre la dinámica
imaginaria y simbólica de la relación al otro.

4b) El órgano reducido a su pura funcionalización.

Para la medicina, la realización de un trasplante tiene como objetivo la pura


funcionalización objetiva, biológica del órgano a trasplantar, pero en ningún momento
se da importancia a los factores de orden psíquico. Reconocer este orden psíquico
significa considerar al mismo tiempo la determinación que tienen los aspectos
socio-culturales, simbólicos y religiosos en el cuerpo. Ello implica ir más allá de reducir
el órgano a su pura dimensión real, implica reconocer que más allá de las motivaciones
conscientes del paciente existen factores sociales, implicaciones y causas
inconscientes de tal acto, factores que pueden hacer que el acto de la donación no sea
un acto mercantil, y causas inconscientes propias al sujeto donador y receptor que
pueden hacer que el acto de la donación de un órgano y de su trasplante no tenga
consecuencias que atenten contra su vida subjetiva.
Reconocer la importancia de las diferentes significaciones que tiene el cuerpo y
analizar como ellas se ven afectadas cuando se interviene en el cuerpo es ir más allá
de una pura instrumentalización del cuerpo. Se requiere considerar los factores

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sociales y las distintas significaciones que tiene el cuerpo para el sujeto. Ello permitiría
ver la donación y el trasplante como un acto posible a ser integrado en la realidad
psíquica individual, es decir que la experiencia de la donación y del trasplante pueda
‘integrarse’ en la historia subjetiva de los sujetos ahí involucrados.

4c) La donación entendida como un acto individualista y voluntarioso

El acto de la donación de un órgano así como la recepción de él por parte de un


paciente puede tener una significación completamente diferente. En lo que se refiere al
acto de la donación, el donador puede expresar distintas motivaciones conscientes
para tal acto, y puede encontrar diversos argumentos, sin embargo él poco sabe de
relaciones íntimas que se viven en su subjetividad con respecto a su cuerpo. En lo que
se refiere a la recepción de un órgano para trasplante, el paciente, de manera similar
que el donador argumenta y presenta motivaciones de su acto, pero desconoce, sabe
poco o no tiene control de la dinámica psíquica, por ejemplo, acerca de los
sentimientos de culpa que suelen suscitarse o de la presencia de la angustia. En esta
complejidad se perfila la importancia de investigar acerca de tales significaciones.

d) Efectos que produce un trasplante en la relación del sujeto con su cuerpo


Es desde el lenguaje como estructura simbólica a partir de la cual se constituyen por
un lado el sujeto y por otro el cuerpo y desde donde el sujeto establece una relación
particular con el cuerpo, el cual es constituido como un lugar vacío, de esta manera el
lenguaje lo divide y nos divide de él. Si bien el cuerpo es la conquista de lo imaginario y
lo simbólico sobre lo real del organismo, es decir es una producción del lenguaje, pero
una paradoja surge también, el lenguaje crea al cuerpo pero al mismo tiempo
imposibilita su acceso a él. Por ello, tanto el cuerpo como toda la realidad humana se
hace necesario abordarlo en su estudio desde tres dimensiones o registros.
El cuerpo en su dimensión simbólica es el efecto de la inscripción de los
significantes, de ahí que se diga que “el cuerpo es hablado” y “hablante”. El tiene una
“existencia” independientemente de su presencia orgánica; ya sea antes de su
concepción o de su muerte. Los ritos funerarios por ejemplo, son testigos de esta

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existencia particular del cuerpo simbólico. La captura del cuerpo por el significante
agujera al cuerpo, el cual recibe el nombre de cuerpo en su dimensión imaginaria que
es un cuerpo agujereado por los “objetos a”, pedazos de cuerpo imaginariamente
perdidos. No se trata de objetos imaginados sino objetos imaginarios y perdidos que
dejan agujeros, estos agujeros exigen otro trabajo imaginario al sujeto: revestir un
cuerpo agujereado que da la posibilidad de tener un cuerpo “la experiencia misma de
tener un cuerpo está condicionada por la pérdida... El reconocimiento de la imagen
sólo es posible en la medida en que se asume que a ella algo le falta, lo que exige
vestirla, revestirla. Por eso, el cuerpo que ‘tengo’ es más que nada esa vestimenta,
mientras el cuerpo que ‘soy’ se asimila con la carencia en la imagen...”. Finalmente, el
cuerpo en lo real, se constituye por todo lo que del cuerpo escapa a las tentativas de
imaginarización y de simbolización.
En relación a los trasplantes, el sujeto se ve más o menos confrontado a una
intervención médica que desestructura o modifica la relación que tiene con su cuerpo
simbólico, imaginario y real. Dicha confrontación es doblemente complicada, pues para
empezar, el cuerpo es -ya hemos dicho- algo ajeno al sujeto; un órgano trasplantado,
reactualiza en el sujeto el extrañamiento respecto de su cuerpo y también
desencadena fantasías de fragmentación corporal y/o angustia. Las evidencias clínicas
en pacientes trasplantados muestran que las causas son: 1) la antropomorfización del
órgano, 2) atribución de vida autónoma al órgano transplantado, (pese a la
inmunosupresión), 3) fantasma de reencarnación y omnipotencia del pensamiento y 4)
sentimiento de culpa.
El hecho que un órgano trasplantado pueda suscitar angustia, guarda una
relación con las elaboraciones teóricas que se hacen desde el psicoanálisis, a saber,
que: estas manifestaciones, sobretodo constatan el hecho de que el cuerpo y lo
psíquico no son entidades autónomas ni separadas, como lo piensa la medicina, sino
que cuerpo y psique hacen digamos, una desestructurada y compleja unidad.
La presencia del órgano trasplantado despierta en algunos pacientes un
sentimiento particular, sentimiento ominoso, de extrañamiento productor de angustia,
pues el órgano trasplantado representa para ellos la intrusión del otro en sí. Cuando la
angustia rebasa ciertos límites, de la vulnerabilidad del yo o del cuerpo imaginario, las

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consecuencias pueden ser las del rechazo del órgano, o en casos menos graves,
frecuentes y largos episodios de desorganización somática. Tal aseveración puede ser
entendida a partir de la consideración de que entre lo psíquico y el cuerpo existe una
continuidad muy estrecha. Y lo que aparece pronto es que, en efecto, un órgano
trasplantado puede desestructurar las relaciones que el sujeto tiene con su cuerpo
simbólico, imaginario y real.
Un órgano tiene una dimensión real, la cual hace al órgano resistir a las
identificaciones imaginarias y simbólicas, en efecto, lo real del cuerpo está constituido
por todo lo que del cuerpo escapa a las tentativas de simbolización del significante.
Y finalmente, en lo que respecta al donante, el psicoanálisis señala que en la vida
psíquica fantasmática de todo Sujeto, existe la idea de no despojarse nunca de una
parte vital de sí. La idea contraria, afectaría su invulnerabilidad narcisista y su
integridad corporal, pero sobre todo la angustia se haría presente. La presencia de
angustia en el caso del donante, se explicaría a partir de la hipótesis freudiana que
relaciona el complejo de castración y el efecto de un sentimiento de extrañamiento
(unheimlich) o angustia que se produce en el sujeto cuando existen miembros cortados
o mutilados. Un órgano extraído puede venir a resonar a nivel inconsciente como un
equivalente de la castración simbólica.

5.- Conclusiones

Pese al poco interés del psicoanálisis por la articulación teórica que se hace de la
experiencia subjetiva de un trasplante con los tres registros; Simbólico, imaginario y
real, planteados por el psicoanalista francés J. Lacan, ella ofrece una perspectiva de
estudio original y con múltiples posibilidades para continuar con la reflexión sobre la
relación de extrañamiento cuerpo-sujeto. Este estudio obliga a repensar tanto la clínica
psicoanalítica de lo psicosomático y de la lesión de órgano así como plantear distintas
modalidades de intervención psicoterapéutica. La conclusión más evidente señala que
es ineludible la investigación sobre la donación y trasplante de órganos a partir de

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coordenadas antropológicas, sociales y psicoanalíticas. La técnica médica parece


avanzar mucho más rápido que los pensamientos sobre la verdad del sujeto.

Bibliografía
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