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Psicología de la liberación

Ignacio Martín-Baró

Edición, introducción y notas de Amalio Blanco

Epílogo de Noam Chomsky

E D T O R A L T R O T T A
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CONTENIDO
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COlECCIÓN ESTRUCTURAS Y PROCESOS
Serie Pensomiento, Psicopotologío y Psiquiotrio I;
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Introducción. La coherencia en los compromísos: Amalio Blanco

L EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA


9

© Editorial Trotto, S.A, 1998


Sogosto, 33. 28004 Madrid
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t:
1.
2.
3.
Presupuestos psico-sociales del carácter ....... .... .................. ....
El latino' indolente .................................................................
El latino explotado.. ................. ............................. ................
39

73

103

Te/éfono: 91 5939040
Fax: 91 59391 1 r
E-moi/: trotto@inforneLes t lI. EL QUEHACER DESIDEOLOGIZADOR DE LA PSICOLOGÍA
http://www.trotta.es
r.
~~

© UCA Editores, 1998 4. Conscientización y currículos universitarios .......................... 131

5. El papel desenmascarador dei psicólogo.. .............. ...... ....... ... 161

© Ama/io Blanco Abarco, 1998

© Noom Chomsky, 1998


j,

Diseno f. m. LA LIBERACIÓN COMO VIVENCIA DE LA FE


Jooquín Gol/ego f
f
t.
6. Iglesia y revolución en El Salvador 203
ISBN: 84-8164·273-8 1.
Depósito Legal: VA-485/98 t 7. Religión y guerra psicológica ................................................ 227
Impresi6n

8. Del opio religioso a la fe libertadora 245


Simoncos Ediciones, S,A

PaI. Ind. San Cristóbol

C/ Estono, parcelo 152

47012 Vollodolid

7
2

ELLATINO INDOLENTEI

«Queridos filósofos,
queridos sociólogos progresistas,
queridos psicólogos sociales:
no jodan tanto con la enajenación
aquf donde lo más jodido
es la nación ajena.»

Roque Dalton, Poemas clandestinos

EL SfNDROME FATALISTA

El sopor latinoamericano

En el mundo latinoamericano recreado por García Márquez, los he­


chos m~s extravagantes terminan por parecer normales y los anacro­
nismos más pintorescos adquieren un carácter de cotidaneidad
atemporaL Como para el coronel que no tiene quien le escriba, el
tiempo parece haberse detenido en estos pueblos, desquiciados entre
las selvas tropicales y las cumbres andinas. Pueblos solos y solitarios,
para los que el manana ya fue ayer, y luego será demasiado tarde, sin
que hoy o abora puedan ellos hacer nada por cambiar ese destino
fatal 2 •

1. Este capítulo rue expresarnente escrito para el libro Psicologia política latínoame­
ricaruJ coordinado por Marina Montero en 1987 y publicado por la Editorial Panapo de
Venezuela a cuyo editor, Pedro Carmona, queremos agradecerle las facilidades que nos ha
dado para volver a incluir el capítulo en esta selección de textos de Mamn-Baró.
2. La referenda a García Márquez nos permite seÍÍalar algo que a estas alturas no
habrá pasado inadverrido: el mimo con que Mamn-Baró trata allenguaje. De casta le viene

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

~Ficción novelística? Por supuesto; pero una ficción que capta los miembros de la Junta de Gobierno se encontraban luchando en
atinadamente un mundo obligado a vivir pseudo-marginado de la la guerrilla, mientras el jefe de la Polida Nacional, síndicada de «co­
historia. Basta asomarse a la vida latinoamericana de cada día, «desde bijar a los escuadrones de la muerte» y de practicar sistemáticamente
el do Bravo hasta la Patagonia», para saber que la imaginación litera­ la tortura y el asesinato, era nombrado miembro de la ComÍsión de
ria no ha hecho más que depurar un hecho esencial de nuestra reali­ Derechos Humanos; un ministro de gobierno expresó por la televi­
dado En El Salvador, por ejemplo, nada resulta sorprendente y, si sión que la revolución salvadorefia no tenía comparación en toda la
algo ha conseguido la guerra civil que desde 1981 asola ai país, es historia, y que quizá sólo la Revolución francesa se le podda equipa­
hacer de lo insólito lo cotidian0 3 • En 1981, los hijos de uno solo de rar, mientras que, con motivo de un intercambio de prisioneros, un
subsecretario de Relaciones Exteriores saludaba a un comandante
guerrillero con la expresión, «a sus órdenes, mi comandante»; en la
ai galgo: su padre, Francisco Martín Abril, ha sido durante décadas «el poeta local, eI cronis­
ta local, eI escritor local por antonomasia» (en palabras de Francisco Umbral en sus Cuader­
pared de la iglesia de un pueblo "fantasma», abandonado por la gue­
nos de Luis Vives) de su tierra vallisoletana. Francisco Martín Abril fallecía eI día 25 de rra, Tenancingo, crecía un gran árbol, mientras que el director na­
diciembre de 1997, y cuentan los cronistas dei lugar que su porte digno, la imagen pulera­ cional de Turismo declaraba que la guerra seda muy útil para ei
mente acicalada de la bondad machadiana (Martín Abril, escribe Antonio l'iedra en EI Norte
de Casti/la dei 31 de diciembre de 1997, «era la encarnación dei poeta machadiano definido turismo dei país, ya que se podría mostrar a los exnanjeros los «ta­
como bueno por naturaleza») comenzó a quebrarse definitivamente a raíz dei asesinato de tús», es decir, las cuevas excavadas en la tierra donde la gente se
su hijo. En una larga carta remitida a la UCA ai Poco de los acontecimientos deja patente su protege contra los bombardeos de la Fuerza Armada.
desconcierto dolorido: «No hemos tenido tiempo de lIorarte, Nacho. No nos han dejado
pensar en tu martirio ni hablar de ti sólo nosotros. Sólo y solos nosotros; quedarnos en La lista de absurdos históricos podda prolongarse indefinida­
silencio y apiftados en torno a tu presencia hermosa y grande, milagrosa y pacífica. Estamos mente. Como en eI inconsciente freudiano, todas las contradiccio­
ofuscados, deslumbrados, heridos, mareados. Nacho dei alma, Nacho ya en la Gloria. íQuê nes son posibles en el mundo latinoamericano, ya que la lógica pare­
pobre va a salir mi "Galería"! Pero he de decir algo. Y no sé qué decir en esta crónica. Tú ya
lo sabes todo. ~Lo comprendes, verdad que lo comprendes? [... ) Porque tÚ estás aqui. No te ce no contar, por lo menos aquella lógica que se basa en la razón y
veo. Te siento. Todo este hogar se ha poblado de tus huellas calientes. La sala, el comedor, no en los intereses creados. Se diría que los pueblos latinoamerica­
los aposentos, el cuarto que tÚ ocupabas en tus breves estancias con nosotros, está lIeno de ti, nos se hallan sumidos en una siesta forzosa, un estado de duermeve­
Nacho valiente, Nacho desprendido. iSi yo acertase a perfilar un poco, tan sólo un poco, de
lo que está en íni corazón ardiente! No puedo. iMe pesa eI mundo de tu muene!» (En la que los mantiene al margen de su propia historia, sujetos obliga­
Mártires de la UCA, libro editado por Salvador Carranza. San Salvador: UCA Editores, 1990, dos de procesos que otrOS determinan, sin que la semicondenda de
pp. 66-67). Sus últimos aftos los pasó ensimismado, enroscado sobre sí mismo intentando su situación les permita crear otra cosa que sobresaltos esporádicos
reordenar sus credos y creencias lastimadas tras la madrugada dei 16 de noviembre de 1989.
Miguel Delibes, uno de sus mejores amigos, lo ha descrito, con la sencillez de que suele hacer como quien cabecea para no caer totalmente dormido. Los periódi­
gala, en un artículo publicado en EI Norte de Casti/la e131 de diciembre de 1997, La peque­ cos golpes de Estado que se producen en algunos de estos países
M palabra de Paco: «Profundamente religioso, de una reIigiosidad tradicional con cienos
ribetes de integrismo, Paco fue evolucionando en los últimos anos, aunque él hablase poco
constituyen una parte integrante dei «folk1ore latino» y representan
de esto. EI mundo circundante --especialmente el tercero-, la dívisión norte-sur, eI ejem­ simples vueltas a la tortilla para seguir asándola por el otro lado, es
pio de Sus hijos, alguno heroico, le lIevaron seguramente a reflexionar, a identificarse sin dedr, para que otro grupo minoritario tome eI turno en el disfrute
apenas darse cuenta con eI grupo de los desposefdos, de los perdedores, de la lIamada iglesia
de los pobres. Ahí encontró, creo yo, el verdadero sentido de lo cristiano». Su madre, la del pastel y para ei pueblo todo siga igual.
buena senora Alicia, falleció en febrero de 1998. Este aparente estancamiento dei tiempo histórico para los pue­
3. Sobre este extremo IJamó repetidas veces la atención por entender que tras él se blos latinoamericanos parece asimilar las realidades sociales a la na­
escondía una de las razones de la pervivencia de ese orden social cruel y violento que estaba
haciendo afticos la convivencia social. En eI capítulo 8 de Acâ6n e ideologia. apunta a uno de turaleza física. Cada objeto sigue su ciclo predeterminado, sin más
estos mecanismos: la racionalización de la víolencía erigida unas veces como valor central alteradones que aquellas impuestas por las mínimas exigencias evo­
de una forma de vida, legitimada otras como medio para la consecución de determinados
objetivos y favorecida siempre por un «marco estimulante de valores y normas, formales o
informales, que acepte la violencía como una forma de comportamiento posible e incluso la
requiera» (Martín-Baró, 1983,373). Pero es quizá en la Introducción a su Psicología social después, la vida vuelva a su normalidad, como si nada hubiera pasado [... ) Es indudable que
de la guerra, obra publicada por la Editorial de la UCA en 1990, donde aparece con más esta interiorizacíón dei marco de la guerra como un contexto "natural" tiene que afectar ai
c1aridad esta perversa «normalídad de lo insólito.: la guerra ha acabado por convertirse en psiquismo de los salvadoreiios, a nuestta conciencia personal y colectiva» (pp. 15-16). Sobre
eI «marco fundamental de referencia para la vida de los salvadorenos. De alguna manera, eI mismo argumento vuelve en la entrevista a la que hemos hecho alusión en eI capitulo
que haya guerra es algo que se asume ya como "natural", y a nadie sorprenden los partes previo: el dano irreparable que genera «Ia habituación a la violencia de la sociedad; todo ese
cotidianos de enfrentamientos y emboscadas, de muertos y heridos, de sabotajes y bombar· hacer de la violencia, de la muerte, de la imposición de los mecanismos bélicos como marco
deos. Nos hemos acostumbrado a vivir en guerra; nadie se extrana de que en cualquier de referencía cotidiana para nuestra existencia» (E. Lira y A. Luco, "Conversación con Igna­
esquina de la capital estalle repentinamente una "balacera", y menosaún que, cínco minutos cio Martin-Bar6». Revista Chilena de Psicologia., 10, 1990,51-54).

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

lutivas. Las cosas son como son, como fueron ayer y como serán 291-293)6, Yque se tradudrá en comportamientos de conformismo
manana. Sólo el presente cuenta y no por la plenitud vivendal que y resignación ante cualquier circunstancia, incluso las más negati­
buscaba el poeta latino (carpe diem), sino por el estrechamiento for­ vas_ Podemos examinar el fatalismo en su triple vertiente ideacio­
zoso de las posibilidades de vida. Arrojados ahí, sin memoria históri­ nal, afectiva y comportamentaL
ca4 ni proyecto de vida, se diría que a los pueblos latinoamericanos Las ideas más comunes de la actitud fatalista son las siguientes:
no les queda más perspectiva que Ia aceptación fatal de sus destinos. 1. Los principales aspectos de la vida de las personas están defi­
nidos en su destino desde el momento mismo en que nacen: las per­
EI fatalismo sanas traen ya «escrito» lo que podrán ser y lo que no podrán hacer;
por eso, Ia existencia individual no es más que el despliegue de ese
Fatalismo es un término que proviene del latín fatum, que significa proyecto de vida predeterminado en el hado de cada cual;
hado, es decir, predicción, oráculo y, de ahí, destino inevitable. Algo 2. Las personas no pueden hacer nada por evadir o por cambiar
es fatal cuando es inevitable, pero también cuando es desgradado, su destino fatal; la vida de los seres humanos está regida por fuerzas
infeliz. En castellano, por tanto, fataHdad tiene esa doble connota­ superiores, ajenas aI propio contrai y poder;
dón de futuro inevitable y desgradad0 5 • El fatalismo es aquella com­
prensión de la existencia humana según la cual el destino de todos
está ya predeterminado y todo hecho ocun:e de modo ineludible. A (6) Haber sido dejados de la mano de Dios, pensar que eI destino está escrito y se
cumpr.rá con una precisión irremediable porque un determinado azar, algo que escapa a
los seres humanos no les queda más opción que acatar su destino, nuestro conocimiento, control y responsabilidad, ha tenido la ocurrencia de colocamos cn
someterse a la suerte que les prescriba su hado. las cloacas de la historia: ése es el profundo sentimiento dei fatum. La primera aproxima­
ci6ri sistemática ai fatalismo la \leva a cabo Marrín-Baró en "Psicologia de! campesino salva­
La comprensión fatalista de la existencia que se atribuye a am­ doreíio» (Estudios Centroamericanos, 297/298, 1973,476-495). En realidad, se trata de la
plias sectores de los pueblos latinoamericanos puede entenderse continuación de los "Presupuestos psico-sociales de una caracterologia para nuestros paí­
como una actitud básica, como una manera de situarse frente a la ses», de unos países que, como consecuencia dei fatalismo, permiten un fácil diagnóstico
desde eI p'lnto de vista psicológico sustentado sobre cuatro rasgos: la alienaci6n, la rigidez
propia vida. En cuanto tal, el fatalismo pone de manifiesto una pecu­ estructural, la jerarquIa de poder y Ia opresi6n. En opini6n de Martín-Baró, «todas las
liar relación de sentido que establecen las personas consigo mismas y caracterlsticas sefialadas hasta ahora pueden resumirse en una sola: nuesrra sociedad lati­
con los hechos de su existencia (ver Martín-Baró, 1983a, 281-282, noamericana vive en un régimen de opresión. Todos nuestros análisis nos conducen a suseri­
bir eI diagnóstico de Paulo Freire: América latina mantiene unas estrucruras de opresión,
tanto en sus relaciones internacionales como en sus esquemas internos» (Martín-Baró,
4. Como tendremos ocasión de ver a lo largo de este libro, la recuperación de la Psicodiagnóstico de América IJltina. San Salvador: Editorial LEA, 1972, 281). Desde los
memoria histórica forma parre decisiva de esa epistemologia psico-social que tiene como afios setenta, pues, la quiebra dei fatalismo constituirá eI verdadero motivo de una Psicolo­
protagonistas a las mayorías populares y constituye la primera de las tareas de una Psicologia gia de la líberación. En el arrículo de 1973 están ya presentes los elementos centrales de la
de la liberación (ver epígrafe «Tres tareas urgentes» dei capítulo Hacia una Psicología de la propuesta psico-social de Martín-Baró: las razones (y raíces) esrructurales de las conductas
liberaci6n). La superación dei presentismo mediante la recuperación de la memoria histórica dei campesino, una unidad de análisis que se eleva por encima de las variables meramente
se convierre en «e1 primer elemento para la eliminación dei fatalismo» (en la nOta 12 infra individuales, la actitud como pieza central que media entre e! sujeto y las circunscancias de
arremeterá contra el individualismo presentista de una parte de la Psicologia social, y algo de su mundo (sus circunstancias históricas), y la necesidad de luchar contra esa ideologia que
ello veremos también en eI epígrafe «La ruptura dei fatalismo.), y como no podia ser de otra acepta pasivamente eI presente y eI futuro, y contra esa estructura de pensamiento infantil,
manera dada la naturaleza interdepediente de estos fenómenos, en soporte para la conscien­ mágica y presentista. EI fatalismo se define como «una actitud de aceptación pasiva de un
tización (ver el capítulo El papel desenmascarador dei psic6Iogo). Lo volverá a repetir, prác­ presente y un futuro en los que todo está ya predeterminado» (p. 486), Y la realidad dei
ticamente en los mismos términos, en la entrevista que le hiciera Ignacio Dobles: eI primero campesino salvadorefio se caracteriza como desacogedora, cerrada y opresora (ésas son
de los pasos en el plano de la intervención psico-social reside en eI reencuenrro de la memo­ precisamente sus tres actitudes básicas). Posteriormente, en el capítulo 2 de Sistema, grupo y
ria colecciva como «vehículo de conscientízaci6n y como instrumento de lucha popular» (p. poder, dedicará un apartado ai «conformismo, fatalismo y dominación social» (pp. 156­
75). EUo requiere una desideologizaci6n de la experiencia cotidiana, y ello, a su vez, «exige 164), y definirá eI fatalismo como «un conformismo básico de grupos y personas con unas
desmontar el clima de mentira social y de terrorismo ideol6gico en el que viven nuestros condiciones deplorables de existencia y con un régimen de vida opresor» (Martín-Baró,
pueblos» (<<Psicologia social desde Centroamérica: retos y perspectivas. Entrevista con el Df. 1989, 156), una definición a la que se aproxima definitivamente cuando en la página si­
Ignacio Martín-Bar6». Revista Costamcense de Psicología, 8/9, 1986,75). En una palabra, guiente nos habla de sus tendencias comporramentales más sobresalientes. Pero es probable
recuperación de la memoria histórica, conscientizaci6n, desideologización y liberaci6n son que la dimensión más perniciosa dei fatalismo sea aquella que lo une a la ideologia religiosa
los mimbres necesarios para construir en la práctica una Psicología de la Iiberación y de ello e indirecramente a la creencia en un «orden natural» emanado de la voluntad de Dios (ver
encontramos una acabada descripción en el epígrafe «La conscientización sacio-política» nota 15 infra y las notas 4 y 5 deI capitulo Del opio religioso a la fe libertadora). Así aparece
(pp. 138-142 de este libro). en diversas ocasiones; en el capítulo 19lesia y revoluci6n en El Salvador lo hace de manera
5. EI Diccionario de la Real Academia define eI fatalismo en los siguientes términos: especialmente clara. Una ampliación de las ideas defendidas en dicho capítulo la encontra­
«Doctrina según la cual todo sucede por ine\udible determinación dei hado o destino, sin mos en eI epígrafe "Naturaleza ideológica de la religión» del capítulo Del opio religioso a la
que exista en ningún ser libertad ni albedrío». fe libertadora.

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EL LATINO INDOLENTE
EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA

3. En el marco de referencia predominantemente religioso de los EI cuadro 1 sintetiza estos rasgos delfatalismo l~tinoamericano
conceptualizado como una actitud 7 • Aunque cae por su propio peso,
pueblos latinoamericanos, la definición dei destino de las personas es
es importante subrayar que las ideas, afectos y tendencias comporta­
atribuido a Dios, un Dios lejano y todopoderoso aI que de nada ser­
mentales enumerados representan un desglose analítico de una for­
vida oponerse, y cuya infinita sabiduda en la creación deI mundo y
ma de ser, de una manera como dertas personas se relacionan con­
la sociedad no podría ser cuestionada por una simpie creatura.
sigo mismas y se ubican ante su mundo. Eso quiere decir que podría
Los tres afectos o elementos emocionales que con más frecuencia
encontrarse una forma distinta de analizar esa realidad existencial y,
aparecen en el síndrome fatalista latinoamericano son los siguientes:
por tanto, que las características sefialadas no deben cosificarse como
1. Hay que aceptar resignadamente eI destino que a cada cualle
ha tocado en suerte; es decir, asumir la existencia tal como le ha sido entidades por sí mismas. Cada una de ellas ha de entenderse por
referencia ai todo personal (Ias personas «fatalistas»), se presentará
impuesta, sin resentimientos ni rebeIdías que a nada conducen;
más o menos claramente en cada individuo, y su sentido debe anali­
2. La inevitabilidad de los acontecimientos de la propia vida
resta importancia a cada uno de ellos. De ahí que carezca de sentido zarse en el contexto de cada drcunstancia histórica.
el experimentar grandes emociones, eI dejarse llevar por la alegría o
la tristeza; lo que cuenta en la existencia es aceptar el propio destino
Cuadro 1. ELEMENTOS MÁS CARACfERlsTICOS

con coraje y llevarIo con dignidad;


DEL FATALISMO LATINOAMERICANO

3. La vida es así una prueba exigente y dolorosa, de carácter


trágico, que hace de la vivenda del sufrimiento eI estado normal de
las personas, hasta Ilegar a la identificación de destino y sufrimien­ Ideas Sentimientos Comportamientos
to: «se nace para sufrir». -

Finalmente, los tres rasgos o tendencias comportamentales más Resignación frente Conformismo
La vida estã
características del fatalismo latinoamericano son las siguientes: predefinida. ai propio destino. y sumisiÓn.
1. El conformismo respecto a las exigencias dei propio destino.
Ante la ineluctabilidad de las circunstancias en que uno se encuentra La propia acción No dejarse afectar ni Tendencia a
y de los acontecimientos que a uno se le ocurren, no queda más alter­ no puede cambiar emocionar por los no hacer esfuerzos,
nativa que la de conformarse. La sumisión a las imposiciones deI des­ ese destino fatal. sucesos de la vida. a la pasividad.
tino, es decir, el realizar lo más fielmente posible lo que se le exige y
Un Dios lejano Aceptación dei Presentismo, sin
de la manera que se le exige constituye la única forma adecuada de memoria dei pasado
y todopoderoso sufrimiento causado.
aceptar la propia suerte y de evitarse problemas adidonales; ni planificación
2. La pasividad frente a las circunstancias de la vida. Puesto que decide el destino de
cada persona. dei futuro.
nada puede hacerse por cambiar el propio destino o por evitar que
tengan lugar los acontecimientos más significativos de la existencia,
carece de sentido el esforzarse por mejorar la propia suerte, el tener
iniciativas o el empefiarse en alterar el curso de las cosas. La pasivi­
dad representa la forma racionalmente más cómoda de adaptarse ai 7. EI artículo mencionado en la nota anterior, «Psicologia dei campesino salvadore­
fio», da comienzo justamente con una iritroducción dedicada a la definición psico-social de
destino fatal; actitud, y lo hace porque "lo que nos interesa no son los actos o conductas dei campesino,
3. La reducción dei horizonte vital ai presente. Lo único que cuanto sus raíces estructurales: las actitudes», escribe Martín-Baró (p. 477). Una pausada
cuenta es eI aquí y eI ahora, tanto para bien como para mal. EI cono­ ojeada a sus libros de consulta arroja la inequívoca sensación de que eI tema de las actitudes
le fue especialmente predilecto. Dos ejemplos: los capítulos escritos por W. McGuire para
cimiento dei pasado o la predicdón del futuro tan sólo sirven para la 2. a y 3.' edición dei Handbook de Psicologia social fueron especialmente trabajados por
confirmar la inevitabilidad del destino. Puesto que nada esencial pue­ Maron-Baró utilizando su tradicional estrategia dei subrayado a colores (rojo, azul, verde y
de alterarse, es inútil planificar o pretender aquello a lo que se está amarillo), sobre todo en su primera mitad. Durante su estancia en Chicago uno de los cursos
que recibió fue "Psychology of Social Attitudes» y el trabajo que presentó, Counterattitudi­
predestinado. Hay que responder a las exigencias inmediatas de la nal Performance, Attitude Change and Mass Persuasion Campaign, provocó en el profesor,
vida, tratando de que resulten lo menos negativas posibles y extra­ que no era otrO que Milton Rosenberg, una reacci6n admirativa: «Super», escribió debajo de
yendo el máximo de sus posibilidades positivas. la nota (A + ).

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

A partir de esta caracterización dei síndrome fatalista empieza a En Sus trabajos antropológicos, construidos con las pro pias pa­
dibujarse una imagen estereotipada que suele atribuirse allatinoame­ labras de las personas entrevistadas, Oscar Lewis ha logrado trans­
ricano por encima de distinciones nacionales o grupales, y que no mitir las formas características de pensar, sentir y actuar de los sec­
sólo se maneja en otros países de Norteamérica o Europa, sino que tores populares mexicanos (Lewis, 1961), puertorriquenos (Lewis,
constituye un esquema de referencia incorporado a las mismas pau­ 1965) y cubanos (Lewis, Lewis y Rigdon, 1977a, 1977b, 1978).
9
tas dei pensamiento cultural en los países de América latina. Ellati­ Muchas de las hipótesis sobre la textura mental dei machism0 han
noamericano perezoso, inconstante, irresponsable, juerguista y muy surgido o han encontrado su confirmación en los relatos de Lewis.
religioso. Sobre esta «matriz estereotípica» se dibujan diversos tipos: Asimismo, en esas narraciones autobiográficas aparecen algunos de
eI oligarca, cosmopolita y derrochador, «hijo de papá» o pariente de los rasgos característicos dei fatalismo: una creencia más o menos
algún dictador; eI militar golpista, medio populista y medio gorila, explícita en la irremisibilidad dei destino de las personas, la resig­
sobornable en todo menos en su machismo, visceral y de principio; el nación frente a lo inevitable, la pasividad y eI presentismo como
indígena vago y simplista, de apariencia obsequiosamente sumisa, formas de adaptarse a las exigencias sobre la propia vida. Resulta
pero doblado, rencoroso y vengativo. particularmente interesante observar la diferencia de este tipo de
Ahora bien, es importante distinguir eI fatalismo en cuanto acti­ esquemas mentales en los cubanos antes y después dei triunfo de la
tud ante la vida de las personas dei fatalismo en cuanto estereotipo revolución.
social atribuido a los latinoamericanos, incluso.cuando eI estereotipo Desde un punto de vista sociológico, el fatalismo tiende a apare­
se lo apliquen a sí mismos los propios latinoamericanos. En otras cer en los resultados de casi todas las encuestas sobre las actitudes y
palabras, habrá que examinar si eI fatalismo corresponde a una acti­ opiniones de los sectores populares latinoamericanos. Podemos to­
tud real de los latinoamericanos o si más bien constituye una caracte­ mar como ejemplo un estudio realizado por Reinaldo Antonio Téfel
rización que se les atribuye y que, de esa manera, tiene un impacto en 1972 con 450 jefes de famílias de los barrios marginales de Mana­
sobre su existencia, aunque su comportamiento real no corresponda gua (TéfeI, 1972). El 79,7% de los entrevistados se mostró de acuer­
a esa caracterizaciónH • do con que «hacer planes sólo trae la ínfeIicidad porque es difícil
llevarlos a cabo» (inutilidad de toda planificación); eI 66,8% acepta­
Estudios sobre el fatalismo latinoamericano ba que «uno debe preocuparse de las cosas de hoy y dejar las de
manana para manana» (presentismo); finalmente, eI93% considera­
A pesar de lo extendido dei estereotipo sobre eI fatalismo latinoame­ ba que «eI secreto de la feIicidad está en no esperar mucho de la vida,
ricano, no existen muchos estudios empíricos que enfoquen este tema y en estar contento con lo que le toca a uno» (conformismo, resigna­
directamente. La mayor parte de los análisis encontrados constituyen ción) (TéfeI, 1972, 118-119).
reflexiones teóricas sobre la naturaleza dei fatalismo, con frecuencia Uno de los primeros análisis psico-sociales que toca eI tema dei
considerado como un rasgo más dei «carácter latinoamericano» o deI fatalismo latinoamericano es eI estudio desarrollado por Erich
carácter particular de los habitantes de alguno de los países latino­ Fromm y MichaeI Maccoby entre 1957 y 1963 en un pequeno pue­
americanos. En otros casos, el fatalismo es asumido como un punto blo mexicano de 162 familias, utilizando la tipología de Fromm so­
de partida, como un dato cuya evidencia vueIve innecesario su exa­ bre eI carácter social (Fromm 1969a, 1969b). Según Fromm y Mac­
men o su verificación empírica. De ahí que los estudios sobre eI coby (1970, 60), los aldeanos estudiados «son envidiosos, suspicaces
fatalismo no sólo sean sorprendentemente pocos, sino que la mayo­ de los motivos mutuos, pesimistas en cuanto aI futuro y fatalistas.
ría apenas enfoca eI tema en forma indirecta, aI tratar algunos de los Muchos se muestran sumisos e insatisfechos de eIlos mismos aunque
problemas de los sectores populares y marginados. Podemos espigar son capaces de rebelarse y de iniciar la revolución. Se sienten infe­
algunos de estos estudios más significativos. riores a los citadinos, más estúpidos y menos educados. Existe un
sentimiento abrumador de impotencia para influir a la naturaleza o
8. EI problema que suscita Martín-Baró es eI de si el fatalismo forma parte de la a la máquina industrial que les domina». Aparecen, pues, en estos
identidad nacional dei latinoamericano o se trata simplemente de un estereotipo que se le
aplica de manera automática. En apartados precedentes (ver nota 6) y subsiguientes de este
mismo capítulo (ver nota 15), ya lo largo dei siguiente podemos encontrar algunas pautas 9. Sobre eI tratamiento que Martín-Baró hace dei machismo, ver nota 7 dei próximo
para dirimir esta cuestión. capítulo.

80 (fi)

EL FATALISMO COMO IDENTlDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

campesinos los rasgos típicos dei fatalismo: eI pesimismo hacia eI sentido histórico (Salazar 1970; Santoro, 1975; Salazar y Marín,
futuro, la sumisión y la impotencia frente ai mundo y la sociedad. 1975; Salazar y Rodríguez 1982; Montero, 1984). Los estudios
Por supuesto, estos rasgos no son absolutos, ya que, por ejemplo, se muestran que la autoimagen dei venezolano no es rígida ni unifor­
mezclan con semillas de rebeldía. Es importante, con todo, indicar me en toda la población y que está muy relacionada con las condi­
que la tendencia a rebelarse no constituye de por sí una negación dei ciones socio-económicas propias de cada grupo; con todo, confir­
fatalismo sino que puede constituir incluso su confirmación: eI fata­ man que uno de los elementos más constantes en la imagen que eI
lismo afirmado en eI día tras día sólo es puesto en cuestión mediante venezolano tiene de sí mismo es eI verse en un marco de pasividad
la rebeldía violenta y circunstancial que, por lo general, termina por connatural frente a la realidad.
volver ai cauce de «la normalidad fata]". Cabe preguntarse en qué medida los estudios empíricos existen­
A través de un cuestionario original sobre la «filosofía de la vida» tes confirman la validez dei síndrome fatalista latinoamericano. Con
y otros instrumentos de medición, Rogelio Díaz-Guerrero (1973, la provisionalidad que exige una revisión de estudios incompleta y en
1975) ha podido concluir que, a diferencia de la sociedad anglosajo­ base a la extrapolación de los resultados de esos estudios, se pueden
na, la sociedad mexicana tiende a reforzar patrones de adaptación proponer tres conclusiones tentativas:
de carácter pasivo y conformista. Entre ocho tipos de mexicanos 1. Aunque no hay estudios que confirmen la presencia de todos
característicos, Díaz-Guerrero (1985) considera que el tipo «pasivo, y cada uno de los rasgos que configuran eI síndrome fatalista tal
obediente, afiliativo» sería eI más común. Este tipo no cabe identifi­ como lo hemos presentado, los estudios disponibles comprueban
carlo con eI fatalista que hemos descrito, pero mostrada algunos de que diversos sectores de la población latinoamericana mantienen
sus rasgos, sobre todo su conformismo y sumisión frente aI orden una actitud fatalista frente a la vida, cuya importancia varía según
social establecido. Los rasgos fatalistas estarían, por tanto, vincula­ las circunstancias históricas y sociales;
dos a las condiciones económicas, políticas y culturales de cada sis­ 2. Varios de los principales rasgos dei estereotipo sobre eI lati­
tema social. Estudios más recientes comparando poblaciones equi­ noamericano fatalista se encuentran en la imagen que diversos gru­
valentes de mexicanos en Estados Unidos y México confirman esta pos sociales asignan a los nacionales de sus propios países e incluso
relación entre medio social y fatalismo. Catherine E. Ross, John de todos los países latinoamericanos;
Mirowsky y William C. Cockerham (1983), por ejemplo, compara­ 3. La actitud fatalista tiende a observarse sobre todo en los
ron un grupo de 330 residentes de El Paso (Estados Unidos) con sectores socio-económicos bajosll, en los campesinos y margina­
138 residentes de Juárez (México), con edades comprendidas entre dos; es decir, en los sectores populares mayoritarios de los países
los 18 y los 65 afios, y encontraron que los mexicanos de sectores latinoamericanos, mientras que el estereotipo sobre el fatalismo la­
socio-económicos más bajos eran más fatalistas que los de sectores tinoamericano se encuentra no sólo en esos sectores, sino también
más altos, y que los mexicanos en conjunto'eran más fatalistas que en otros grupos.
los norteamericanos.
Los estudios sobre la imagen que los diversos grupos sociales
tienen de sí mismos son sin duda los que mejor permiten apreciar la 11. La relación entre fatalismo y cultura de la pobreza no se le escapó a Martín-Baró;
de hecho, es objeto de un' apartado en este mismo capítulo, y hará acto de presencia en
presencia del esquema fatalista. Estos estudios han sido realizados Sistema, grupo y poder dentro dei epígrafe «La reproducción dei orden social. (pp. 84-87),
sobre todo en Venezuela, impulsados por eI trabajo pionero de José un mecanismo ai que concede Una gran relevancia en la mayoría de los temas de los que se
ocupa. Con esta idea lo que pretende es salir ai paso dei .presenrismo. ahistoricista que
Miguel Salazar. Como en esta obra se les dedica un capítulo entero lO, transita con toda locuacidad en la literatura psicológica. Ya lo hemos visto en el capítulo
apenas aludiremos brevemente a ellos. En la imagen que eI venezola­ anterior ai defender eI carácter como algo que «apunta a una estructura disposicional más
no tiene de sí mismo aparecen con insistencia rasgos como «la floje­ amplia•. Lo volverá a repetir de mil maneras y aduciendo mil ejemplos: .En Ley y orden en
la vida dei mesón» (Estudios Centroamericanos, 1978, 360, 803-827) lo explica en los
ra», la pasividad, la irresponsabilidad, eI pesimismo y la ausencia de siguiemes términos: «De hecho, las normas más importantes que determinan la vida dei
mesón no surgen de la interacción espontánea dei grupo. La tesis comúnmente aceptada en
Psicologia social de que cada grupo, ai formarse como tal, se da sus propias normas, es
totalmente falsa aquí. Las normas de dominación vienen impuestas por la mesonera, no
10. EI capítulo que José Miguel Salazar escribió lIeva por título .Ellatinoamerícanis­ como persona, sino como personificación dei poder que recibe de la esrructura social más
mo como una idea política», y está incluído dentro de la Sección .Identidad, alíenación y amplia, económica y política.. (p. 824). Es la hipótesis que subyace a «La socialización polí­
conciencia., en la misma en la que se incluyen los dos capítulos de Martín-Baró que hemos tica: dos temas críticos. (Boletín de Psicología, 19, 1986,5-20), y volverá a aparecer a la
seleccionado para este libra_ hora de hablar, criticamente, de los grupos primarios en Sistema, grupo y poder.

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

LA PSICOLOGIZACIÓN" DEL FATALISMO tendencia a pasar la responsabilidad de dentro dei individuo a fuer­
zas externas ingobernables; senala que e! yo podría ya haberse "dado
Analizado en frío, el fatalismo constituye una visión de la vida muy por vencido", es decir, haber renunciado a la idea de que sería capaz
contraproducente, ya que tiende a bloquear todo esfuerzo por el pro­ de determinar la suerte de! individuo venciendo las fuerzas exterio­
greso yel cambio, personal y social. En otras palabras, el fatalismo es res» (Adorno et ai., 1965, 241). Se trata de un rasgo típicamente
una de esas profecías que se cumplen por sí mismas (self-fulfílling fatalista, como se pone de manifiesto en e! principal item con el cual
prophecy), ya que provoca aquello mismo que postula: la imposibi­ la Escala F pretende medirIo: «Todos debemos tener fe absoluta en
lidad de alterar el rumbo de la propia existencia o de controlar las un poder sobrenatural cuyas decisiones hemos de acatar».
circunstancias que determinan la vida real de cada cual. Por ello hay La idea de que la concepción fatalista de la existencia constituye
que preguntarse cómo surge el fatalismo. ~A qué se debe que las per­ un rasgo típico dei carácter de los pueblos latino americanos explica­
sonas y, sobre todo, los grupos asuman una actitud fatalista frente a ría la frecuencia con que aparece en los diversos países que forman e!
la vida? <:Cómo explicar el que las mayorías populares latinoameri­ continente. Esta explicación ha sido propuesta desde diversas pers­
canas acepten como concepción de su vida una vÍsión que les conde­ pectivas teóricas. Quizá la formulación más influyente y con más
na ai inmovilismo y a la desesperanza? pretensiones científicas proviene de la visión desarrollista planteada
La mayor parte de las explicaciones que se han ofrecido sobre el por el Centro para e! Desarrollo Económico y Social de América lati­
fatalismo latinoamericano tienden a enfatizar eI papel determinante na (DESAL).
de los factores psicológicos, ya sea como parte de los rasgos de un EI interés de! DESAL se centra en explicar e! fenómeno de la
presunto carácter latinoamericano, ya sea como parte de las caracte­ dualidad de las sociedades latinoamericanas y en buscar la mejor
rísticas de personalidad que se desarrollarían en el interior de la cul­ manera de integrar la población marginada al sistema social, cam­
tura latinoamericana. Examinemos ambos tipos de explicaciones. biando sus valores y actitudes fundamentales (Vekemans y Silva,
1969). El fatalismo constituiría una de las actitudes propias de la
EI carácter latinoamericano población marginada que le impiden integrarse al mundo moderno y
que le mantienen en la miseria y en la impotencia social (Silva, 1972).
Entre los rasgos que eI grupo de Berkeley atribuía a la personalidad Un ejemplo típico de este enfoque lo constituye el planteamien­
autoritaria se encuentra la superstición. «La superstición indica una to de Fernando Durán. Según Durán (1978, 98-100), la mayoría de
la población latinoamericana presenta los siguientes rasgos caracte­
12. EI término «psicologizacíón» aparece con frecuenda en la obra de Martín-Baró; rológicos: a) autoritarismo, «en e! sentido que se tiende a confiar en
siempre lo hace para ser enfrentado a la hípótesis sobre la que se sustenta eI capítulo prímero:
la contextualización (historíddad) dei comportamiento y de la estructura psicológica deI su­ la autoridad para fundar las acciones y los juicios»; b) "identifi­
jeto, y con mucha frecuencia se asocía con eI presentísmo. Para Martín-Baró, psicologicismo cación de! individuo con un microcosmos de relaciones sociales»;
es sínónimo de ahistoricismo, y con ello es fácil suponer una permanente presencia crítica a c) conformismo, y d) «indinación a considerar el pasado y presente
lo largo de toda su obra: cuando habla de la religión dei orden para contraponerla a la religión
subversiva (vivenda comunitaria de la fe, O lo que es lo mismo, historizacíón dei anuncio como foco temporal de la vida humana, sin prestar atención deteni­
salvífico), cuando arremete contra el supuesto de un orden natural; cuando intenta, en el ya da aI periodo futuro». A partir de estos rasgos caracterológicos se
famoso capítulo 8 deAcción e ideología, ofrecer una explicación de la violencia, cuando pone poddan entender fenómenos como e! de! caciquismo, que se asenta­
ai descubierro los traumas que sufre eI nino salvadoreno corno consecuencia de la guerra
(<<Guerra y trauma psico-sodal dei nino salvadoreno» I, cuando critica eI presentismo de da sobre el conformismo autoritario de la población o "Ia falta de
muchas de las investigaciones sobre grupos (ver Introducción) y cuando en eI próximo epí­ responsabilidad y de iniciativa», que se basarían en la misma depen­
grafe critique la noción de lo psíquico como fundamento de la estructuración social (e1 fata­ dencia de la autoridad y en el presentismo provinciano.
lismo corno algo instalado en lo hondo de la personalidad de las personas). Una de Ias claves
se encuentra en la influencia que F10yd AlIport acabó por ejercer en Ia Psicología social (ver Según Durán (1978, 100-105), junto a esos cuatro rasgos carac­
nota 7 de la Introducción). A la Vera de su concepción mecanicista de la Psicologia social (la terológicos que él considera comunes a la mayoría de latinoamerica­
de Allporr es una Psicología primordialmente individual) se han ido congregando la falta de
sentido histórico de la actitud, la lIamativa deshistorización de la realidad de los estereotipos,
nos, se encontrarían otros rasgos diferenciales que configurarían cin­
la necesidad de ver y analizar los grupos pequenos «sobre eI trasfondo de los grupos funcio­ co tipos de carácter social: a) el capitalino, de mentalidad moderna,
nales y estructurales», la improcedencia de arrancar de la cienda prefabricada ajena ai estudio dinámica y técnica; b) e! provinciano, apegado a las tradiciones y al
de los problemas propios (una referenda, de nuevo, a la realidad como punto de partida), tal
y como se nos advierte en el capítulo «ConsdentÍzaciÓll y currículos universitarios», por poner
ritualismo; c) el campesino, resignado y opuesto a cualquier cam­
tan sólo unos pocos ejemplos. bio; d) el caribeno, caracterizado por eI «tropicalismo», es decir, por

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EL LATINO INDOLENTE
EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA

conductas desmesuradas e irresponsables, y e) eI indígena, por lo Sin embargo, la experiencia de las poblaciones marginadas mues­
general aislado, pasivo, fatalista e inclinado a lo mágico. De acuerdo tra palmariamente lo falso de esta tesis. No es voluntad, ni deseo, ni
con Durán, estas cinco tipos de carácter social coexistirían simultá­ empuje, ni siquiera flexibilidad lo que falta a muchos marginados.
neamente en cada una de las naciones dei continente latinoamericano. En una serie de estudios sobre las actitudes hacia eI trabajo, L. Good­
Este enfoque sobre eI fatalismo adolece de los mismos proble­ win (1972) encontró que no había diferencia entre la «ética deI tra­
mas que eI planteamiento de DESAL sobre el subdesarrollo de los bajo» o las aspiraciones vitales de las personas pobres y de las perso­
países latinoamericanos (Sotelo, 1975; Martín-Baró, 1989a, 156­ nas no pobres. Para eI caso dei pueblo salvadoreno, su laboriosidad
164)13. Se atribuye a la herencia colonial eI que amplias sectores de y tesón son tan reconocidos que se ha hecho de esas virtudes un
la población latinoamericana se encuentren «todavía» marginados estereotipo folklórico. La guerra entre EI Salvador y Honduras en
deI mundo moderno, capitalista y anglosajón. La superposición de 1969 estuvo muy relacionada con eI progreso y poder socioeconó­
la cultura hispana y las culturas indígenas estaría en la raíz de la mico que los emigrantes salvadorenos habían logrado en tierra hon­
desintegración cultural y normativa de la personalidad dei margina­ durena. Por el contrario, en el interior dei país, tan pequeno o nulo
do, quien carecería de aquellas actitudes necesarias para enfrentar es eI progreso que logra eI marginado que se esfuerza como eI que se
adecuadamente las exigencias de una sociedad moderna. La dicoto­ abandona «ai destino», sin que aparezca correlación alguna entre
mía social sería producida por esta deficiencia psico-social de los empuje y logro. Quizá para explicar y aun justificar esta falta de
sectores marginados, sumisos, presentistas y recelosos de todo cam­ progreso, el «estereotipo folklórico» dei salvadoreno anade su cuali­
bio: lo psíquico sería el fundamento de la estructuración social y no . dad de «guanaco», es decir, de pájaro simplón y enganable. El que
viceversa. Que las personas se incorporen o no ai sistema estableci­ sectores cada vez más amplios de làs mayorías latinoamericanas no
do dependería, por tanto, de sus rasgos caracterológicos, no de la consigan «integrarse» aI sistema dominante y ni siquiera disfruten
naturaleza dei sistema social. de sus beneficios mínimos, no es por falta de esfuerzo o por una
Una forma más sutil de atribuir eI fatalismo ai carácter o a la insuficiente motivación; cuando menos, no siempre o necesariamen­
personalidad de los individuas se encuentra en quienes lo vinculan te es por eso, sino que eI sistema social mismo está planteado en
tales términos estructurales que no puede satisfacer las necesidades
con una baja motivación de logro. Decir, por ejemplo, que el obrero
o el campesino latinoamericanos, a diferencia de los norteamerica­ fundamentales de esa población mayoritaria. La paradoja estriba en
nos, no progresan porque carecen de esa ambición y empuje, es una que estas mayorías «marginales» sí se encuentran integradas ai siste­
forma aparentemente más «técnica», pera no por ello menos psico­ ma, pero en cuanto marginadas, y ello no porque tengan o dejen de
logista, de cargar a la víctima con la culpa de su situación. tener los valores y las actitudes requeridas, no porque estén motiva­
das o no para lograr grandes cosas en su vida, sino porque carecen
de oportunidades sociales mínimas o de poder para lograrIas.
13. La cita original (1984) corresponde a la edición «mimeo» que Martín-Baró fue
haciendo de lo que posteriormente iba a constituir su Sistema, grupo y poder donde, «EI
modelo de desintegración psico-socía!» aparece entre las páginas 69-71, en unos términos La cultura de la pobreza
prácticamente idénticos a los de 1984. En adelante, citaremos sólo e1libro de 1989. La idea
de este segundo volumen la lIevaba madurando desde la publicación de Acci6n e ideologfa.
En sucesivas cartas remitidas ai editor de este libro, Martín-8aró va dando cuenta dei estado Una versión diferente dei fatalismo latinoamericano atribuye este sín­
de la cuestión: «Acabo de sacar un par de capitulillos, en su primera versión, sobre eI segun­ drome al desarrollo de unas pautas culturales necesarias en un mo­
do volumen para mi texto de Psicologia social. Te envío una copia en cuanto pueda. Cual­ mento para lograr la supervivencia, pero que al reproducirse tienden
quier crítica o comentario será recibida con gozo» (carta fechada en San Salvador el día 24
de agosto de 1984). Un par de afios más tarde se hace ecO de la necesidad de dar por a perpetuar aquellas mismas condiciones que las producen, generan­
terminado eI libro: «Tengo ya la comezón por sacar eI segundo volumen de La Psicologia do un círculo vicioso. Se trata de la llamada «cultura de la pobreza».
social desde Centroamérica que incluiría los capítulos que tú ya conoces sobre sistema, po­ EI término fue acunado por Oscar Lewis (1959) e inmediata­
der y grupos» (carta fechada en San Salvador el 26 de diciembre de 1986). En 1988 ya se
apunta la inminencía de la publicación: «Yo, no sé cómo, he logrado terminar un capítulo mente fue asumido por los científicos sociales, ya que reflejaba a la
que me faltaba para cerrar un segundo tomo de Acción e ideologfa (que irá con otro nombre, perfección eI hecho de que «los pobres» vivían en un mundo dife­
claro). Por supuesto, el plan original era mucho más ambicioso; pero "el princípio de reali­
dad" impone sus condiciones. Ahora tengo que revisar los primeros capítulos, que datan de
rente, con sus propias normas y valores, sus comportamientos y há­
1984 (tú los conoces), hacer resúmenes, algunas correcciones y enviarlo también a la im­ bitos característicos. Según Lewis (1969), la familia de esta subcul­
prenta» (carta fechada en San Salvador el7 de septiembre de 1988). Ver también nota 21 dei tura se caracteriza por las uniones libres, eI matricentrismo, la
capítulo .El papel desenmascarador dei psicólogo».

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITI'IA
EL LATINO INDOLENTE

ausencia de infancia como un periodo prolongado bajo protección,


tencia O «desesperanza aprendida,) (Iearned helplessness) (Ardila,
la frecuencia dei abandono paterno, una fuerte predisposición hacia
1979). Desde una perspectiva algo distinta de corte psicoanalítico,
eI autoritarismo y eI énfasis verbal en la solidaridad familiar. Los Francisco González Pineda (1971, 42) mantiene que la sumisión del
individuos se caracterizan por fuertes sentimientos de marginalidad,
indígena mexicano habda sido una actitud extrema que le habría ser­
impotencia, dependencia e inferioridad; carecen de un adecuado
vido para evitar su destrucción. Santiago Ramírez (1971, 76), tam­
control sobre sus impulsos, tienen una fuerte orientación presentis­
bién en términos psicoanalíticos, afirma que ese indígena «no se re­
ta, son resignados, fatalistas, provincianos y no tienen una mínima
bela ante la pobreza porque gracias a eIla ha podido conservar un
conciencia de clase. De acuerdo con Lewis, lo que hace de estos
cierto grado de independencia»_ Así, pues, parecería confirmarse que
rasgos una subcultura no es su simple presencia aislada, sino su con­
las ventajas secundarias obtenidas mediante el fatalismo tendedan a
junción funcional. De ahí que, «probablemente, los perfiles de la
perpetuarIo como elemento cultural y rasgo psicológico.
subcultura de la pobreza diferirán de forma sistemática de acuerdo a
Como en el caso dei «carácter latinoamericano», la pretensión
las diferencias de los contextos de la cultura nacional de la que for­
explicativa de la cultura de la pobreza para el síndrome fatalista incu­
men parte» (Lewis, 1959, 193).
rre en una sutil psicologización. Se afirma que, una vez establecido eI
La cultura de la pobreza es algo más que la pobreza; es un estilo
rasgo o el estilo de vida, adquiere una autonomía funcional que lo
de vida 14 que florece en un determinado contexto social. De hecho,
mantiene y reproduce. EI supuesto implícito es que, aun cuando evo­
«Ia cultura de la pobreza constituye tanto una adaptación como una
lucionen las condiciones sociales, el individuo mantendrá su indolen­
reacción de los pobres hacia su posición marginal en una sociedad
cia fatalista. En otras palabras, una vez establecida «la cultura de la
estratificada en clases, muy individualista y capitalista. Representa
pobreza», en ella radicará la causa dei fatalismo de la población, inde­
un esfuerzo para manejar los sentimientos de impotencia y desespe­
pendientemente de que las condiciones sociales cambien o no. EI fa­
ración que se desarroIlan ante la comprobación de que es improba­
talismo echaría sus raíces en eI psiquismo de las personas más que en
ble tener éxito siguiendo los valores y fines de la sociedad más am­
eI funcionamiento de las estructuras económicas, políticas y sociales.
plia» (Lewis, 1969, 188). Por consiguiente, el fatalismo seda una
Que en la población marginallatinoamericana se encuentran los
forma adaptativa: plegarse a las fuerzas dominantes, dejarse llevar
rasgos de la cultura de Ia pobreza es un hecho; el problema estriba en
hacia donde imponen los poderes establecidos constituida la única
si esos rasgos, una vez establecidos, adquieren una autonomía fun­
forma de supervivencia asequible a la gran mayoría de personas de
cionaL Ahora bien, los datos empíricos disponibles no confirman la
los sectores marginados de Ias sociedades latinoamericanas. La inevi­
existencia de una subcultura propiade los pobres que perpetúe su
tabilidad histórica se hace más aceptable cuando se percibe como
situación como mecanismo funcionalmente autónomo respecto ai sis­
destino natural; la necesidad se convierte en virtud, y hasta se le saca
dulzura aI fatídico limón de la vida. tema social global. Así, por ejemplo, en un estudio realizado con nor­
teamericanos pobres de raza negra, Coward, Feagin y Williams
Aunque la cultura de Ia pobreza surge como un mecanismo adap­
(1974) encontraron que los únicos aspectos de la cultura de la pobre­
tativo frente a las condiciones de marginación, una vez establecida
za que sus datos confirmaban eran aquellos que podían considerarse
seda más difícil de eliminar que la misma pobreza y tenderia a per­
como simples indicadores alternativos de la situación de pobreza, y
petuarse a través de líneas familiares. De esta forma, eI fatalismo se
no como representaciones de un estilo propio de vida, de una cultu­
convertida en una especie de profecía realizadora de lo que anuncia
ra, o como una orientación psicológica distinta a la del resto de la
(self fulfilling prophecy), ya que llevaría aI individuo a no hacer es­
población. La misma evolución observada por Lewis en Cuba des­
fuerzos para salir de su pobreza.
pués de la revolución contradiría la tesis de que la cultura de la po­
Algunos psicólogos han identificado recientemente el proceso de
breza perdura incluso cuando se producen cambios macrosociales
adquisición de la cultura de la pobreza con el desarrollo de la impo­
que tocan las raíces sistemáticas de la pobreza.
Si el síndrome fatalista sigue produciéndose en los sectores ma­
14. Gustavo Gutiérrez, uno de los padres de la teología de la liberadón, corrobora yoritarios de los pueblos latinoamericanos, no es porque se repro­
esta misma idea en eI capítulo .Pobres y opción fundamental .. que escríbiera en 1990 para
Mysterium Liberationis de Ellacuría y Sobrino: «A1 mismo dempo --es importante recor· duzca a través de las normas culturales y de un estilo de vida propio
darlo--, ser pobre es un modo de vivi r, de pensar, de amar, de orar, de creer y esperar, de de los pobres e independiente de los cambios que se operan en el
pasar eI tiempo libre, de luchar por su vida.. (Gutiérrez, 1990, 305). sistema social más amplio; eI fatalismo constituye una relación de

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EL FA·TALISMO COMO lDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

sentido entre las personas y un mundo ai que encuentran cerrado e cación de que resulta imposible a las mayodas populares latinoame­
incontrolable; es decir, se trata de una actitud continuamente causa­ ricanas lograr un cambio de su situación social mediante sus esfuer­
~~ reforzada por el funcionamiento opresivo de las estructuras zos. EI fatalismo detecta acertadamente el síntoma, pero yerra en su
macr~l nino de las favelas o champas marginales intro­ diagnóstico.
yecta el fatalismo no tanto como una herencia paterna, cuanto como La historia de cualquier pueblo latinoamericano puede corrobo­
el fruto de su propia experiencia frente a la sociedad: día a día apren­ rar ese núcleo de verdad del fatalismo. EI nivel de vida de las mayo­
de que sus esfuerzos en la escue!a no sirven para nada o casi nada, das salvadorenas no es hoy mejor de lo que era hace cincuenta, trein­
que la calle recompensa mal su dedicación laboral prematura como ta o diez anos, a pesar de que el ingreso per cápita dei país ha seguido
vendedor de periódicos, cuidador de carros o limpiabotas y que, una curva de ascenso. Y, si como díce lo que hemos llamado el «es­
por tanto, es mejor no sonar ni trazarse metas que nunca podrán tereotipo folklórico», el salvadoreno es tan trabajador, mal se puede
alcanzarse. La resignación sumisa la aprende no tanto como fruto de achacar a 'su carácter o a deficiencia de esfuerzos esta falta de pro­
una transmÍsión de valores en una subcultura cerrada, cuanto como greso. En un estudio realizado en 1978 en un mesón de San Salva­
verificación cotidiana de la inviabilidad o inutilidad de cualquier dor, es decir, en una vivienda colectiva popular donde cada família
esfuerzo por cambiar significativamente su propia realidad dentro dispone de una o dos habitaciones y comparte servicios comunes, se
de un medio que es parte de un sistema social opresivo. Así como la observó que los inquilinos aceptaban vivir en esas lamentables con­
marginación es generada por un sistema socioeconómico excluyen­ diciones porque las consideraban transitorias y pensaban que pron­
te de! que, por tanto, los marginados forman parte en cuanto margi­ to podrían conseguir una vivienda propia y más digna (Herrera y
nados, las actitudes y valores propios de la cultura de la pobreza Martín-Baró, 1978)16. Sin embargo, un buen número de ellos ya
están siendo continuamente causadas y reforzadas por el funciona­ arrastraba esa situación desde hacía varios anos, y todo permitía
miento normal de ese sistema social dei que los pobres son miem­ predecir que la mayoda, si no todos los inquilinos, pasaría el resto
bros. Y aunque fuera cierto que, como afirma Lewis (1969, 197), de su vida en una vivienda así, quizá cambiando a otros mesones
«es mucho más difícil eliminar la cultura de la pobreza que la pobre­ equivalentes o levantando una «champa» (choza) en alguna colonia
za misma», más difícil aún parece eliminar la cultura de la pobreza marginaL Frente a lo que se pensaría desde la perspectiva de la cul­
mientras se mantenga la pobreza y las estructuras socio-económícas tura de la pobreza, psicológícamente casi todos los inquilinos del
que la producen y perpetúan. mesón aspiraban y aun confiaban en mejorar su situación económi­
ca y habitacional; era el funcionamiento inexorable del sistema so­
cial dei que constituían una parte marginal el que truncaba sus aspi­
LA FUNCIONALlDAD POLÍTICA DEL FATALISMO raciones y suenos, manteniéndoles en la misma situación.
Incluso políticamente, las mayorías salvadorenas han tratado de
La verdad dei fatalismo: imposibilidad dei cambio social abrir el camino hacia un cambio social. Pero los esfuerzos políticos
no han tenido mejor destino que los esfuerzos laborales. En 1932, un
Así como hay un elemento de falsedad en e! fatalismo, hay otro levantamiento popular fue ahogado en sangre (Anderson, 1976). En
elemento de verdad. Lo falso dei fatalismo estriba en atribuir la falta 1974, un amplio sector campesino aceptó participar en un proyecto
de progreso a un destino fatal determinado por la naturaleza y aun de «Transformación Agraria» que el gobierno de turno le presentó
por eI mismo DioS15; lo verdadero de! fatalismo consiste en la verifi­

confluencia entre fatalismo y creencias religiosas «constituye uno de los elementos que más
{í5\ En una especie de dialéctica voraz, parecida a aquella otra (en realidad es práctica­ contribuye a garantizar la estabílídad dei orden opresor». Algo hemos visto ya en eI capítulo
me~a misma) que alumbra cI pecado (ver nota 14 de «lglesia y revolución en EI Salva­ previo, y volveremos sobre ello en eI capítulo «lglesia y revolución en EI Salvador» (nota 2),
dor») eI fatalismo alimenta y se nutre de la creencia en un orden natural (ver notas 4, 5 y 12 y sobre todo a lo largo dei capitulo «Del opio religioso a la fe libertadora».
deI capítulo «Del opio religioso a la fe libertadora»), y suele contar con apoyos en las más 16, Este estudio es un buen ejemplo de la critica ai individualismo que subyace a la
acendradas y rancias creencias religiosas que acaban por justificar la dominación social (Ia propuesta psico·social de Martln-Baró: «Lo que interesa no es tanto analizar casos indivi­
docilidad convertida en virtud, se dice ai final de este capítulo; en la virtud de la resigna­ duales cuanto examinar si eI mesón, como esrructura social, puede ofrecer una base, aI
ción), la condena de las ideas políticas, la reivindicación de justicia y dignidad para la perso­ menos mínima, para el desarrollo de una comunidad humana. En otras palabras, no interesa
na. Lo dirá en este mismo capítulo, aI final dei epígrafe «EI carácter ideológico dei fatalis­ eI individuo como tal, sino en cuanto es miembro de un "sistema" social, eI "sistema" dei
mo»: habida cuenta de la importancia de la religión en los pueblos latinoamericanos, la mesón» (Herrera y Martln-Baró, 1978, 807).

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA
EL LATINO INDOLENTE

como camino hacia el cambio social. EI proyecto no sólo fue cance­ determinadas estructuras sociales. Reaparece as! la vieja tesis psico­
lado dos meses después de que fuera anunciado, sino que se repri­ social que postula una correlación entre estructuras objetivas y sub­
mió a los campesinos involucrados cuando reclamaban su ejecución; jetivas, .entre las exigencias de los regímenes sociales y los rasgos
de esta forma pagaban con su vida eI haber confiado en la palabra caracterológicos de los individuos. No hace falta suponer una rela­
gubernamental y haber osado buscar un cambio a su destino (ver A ción mecânica de causa-efecto ni postular una «personalidad de base»;
sus 6rdenes, 1976; Martín-Baró, 1977). Más recientemente, en se trata de verificar el hecho obvio de que el orden y funcionamiento
1980, eI gobierno salvadorefio inició un nuevo proyecto de Refor­ de cada régimen social propicia unas actitudes mientras dificulta
ma Agraria '7 COn la voluntad expresa de «quitar banderas a los mo­ otras, premia ciertas formas de comportamiento mientras prohíbe y
vimientos revolucionarios» y eliminar aIgunas de las condiciones castiga otras.
sociales más explosivas dei país. Aunque eI programa ha continua­ Abora bien, uno de los errores cometidos en la concepción clásica
do, más que nada como una fachada requerida por eI proyecto en sobre la relación entre estructuras sociales y estructuras de la persona­
marcha de exterminar militarmente a los grupos revolucionarios, lidad radica en el presupuesto implícito de que entre los sectores que
sus virtualidades han sido bloqueadas por la falta de apoyo real y forman una sociedad hay armonía y unidad cultural, asunción propia
aun por la misma Constitución política elaborada en 1982. De he­ de la visión funcionalista de la sociedad, según la cualla pertenencia
cho, las condiciones reales de los beneficiarios han seguido siendo 'a un mismo sistema social implica una comunidad de valores y nor­
tan precarias y en ciertos casos más que las dei resto dei campesina­ mas. Si, por el contrario, se comprueba que las sociedades latinoame­
do salvadorefio (Diskin, 1985; Olano y Orellana, 1985).
ricanas se basan en el dominio opresivo de unas dases sobre otras, cabe
Se diría que, como pretende la teoría de la dependencia J8, la entonces esperar que las estructuras afecten de diversa manera a las
situación que se produce internacionalmente entre países ricos y personas según su diferente incardinación clasista. Así como los teó­
países pobres se refleja ai interior de cada país entre las minorías ricos dei aprendizaje social han verificado que existen conductas
ricas o establecidas y las mayorías depauperadas y marginales. EI sexualmente tipificadas, es decir, a las que se responde de distinta
empobrecimiento creciente que hace impagable la deuda externa manera si provienen de un hombre que si provienen de una mujer
que tiene contraída la mayor parte de los países latinoamericanos (Mischel, 1972), no es aventurado suponer que existen también es­
parece reproducirse en el empobrecimiento progresivo de los secto­ quemas comportamentales dasistas, es decir, diferencialmente estimu­
res mayoritarios de sus respectivos pueblos. Y as! como la impagabi­ lados y reforzados en los miembros de una dase social o de otra.
lidad de esa deuda es consecuencia de un ordenamiento económico La consecuencia no por obvia resulta menos importante: el fata­
y financiero internacional que favorece a los países industrializados, lismo constituye uno de esos esquemas comportamentales que el or­
la inmutabilidad de la situación de las mayorías populares latino­ den social prevalente en los países latinoamericanos propicia y
americanas es e1 resultado de unas estructuras sociales explotadoras refuerza en aquellos estratos de la población a los que la racionalidad
y marginantes.
deI orden establecido niega la satisfacción de las necesidades más
Llegamos así a la consecuencia de que, aunque el fatalismo cons­ básicas mientras posibilita la satisfacción suntuaria de las minorías
tituye un síndrome personal, representa un correlato psíquico de dominantes. A la praxis social sigue el conocimiento sobre la reali­
dad 19 ; las dases sociales se apropian de su destino histórico y lo
17. La pOstura de la UCA sobre la reforma agrada fue precisamente uno de los moti­
vos de desencuentro con los gobernantes. EI 29 de junio de 1976 la Asamblea Legislativa
aprueba un tímido programa de reforma que es apoyado públicamente por los jesuitas en un
editorial de ECA (Estudios Centroamericanos). Pero ante la protesta de los terratenientes, eI 19. Es una buena muestra de la postura epistemológica de Martln-Baró, perfectamen­
presidente Molina retira la ley, lo que provoca un duro editorial de ECA, -A sus órdenes, mi te acorde con eI compromiso de caridad dei que hablãbamos en la Introducci6n. EI conoci­
capital», en e! que se apunta directamente ai capitalismo agrario más reaccionario como el miento (Ias teorias psíco-sociales) emanan ai calor de una realidad que en algunas latitudes
responsable de! fracaso. En los meses siguientes la UCA sufrió media docena de atenrados sangra por los cuatro costados y debe tener como objetivo (posíción axiológica) intentar
Con bombas, algunos de ellos perpetrados por el famoso escuadrón de la muerte "Unión liberar a las personas de sus garras. La realidad nacional que con ramo énfasis ha definido eI
Guerrera Blanca». La reforma agraria OCupa precisamente la última parte de la Psicología quehacer de la UCA como instituci6n; la realidad como problema central, la realidad histó­
dei campesino saluadoreno, el artículo en eI que, como se ha comentado, Martín-Baró se rica de EI Salvador como la "gran asignatura», una realidad «Caracterizada por la injusticia
aproxima con decísíón aI tema dei faralismo. estruetural y la víolencia institucionalizada, por la dependencía internacional y por la pola­
18. Sobre las teodas desarrollistas y de la dependencia, ver notas 3 y 4 deI cap!tulo rización social" (son palabras dei editorial de la revista Estudios Centroamericanos que, bajo
«Conscientización y currículos universitarios». el título de "Veinticinco anos de compromiso universitario con la Iiberación.. se publicó en
eI n." 503 de 1990, pp. 705-729): de ahl a las teorias, y no ai revés.

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

interpretan ideológicamente desde su perspectiva alienada. Por eso, es la propia estructuración social de los países latinoamericanos el
mientras las clases dominantes desarrollan una alta «motivación de determinante último de la fatalidad de hecho, ai condenar de ante­
logro» y alcanzan un «control interno» sobre los refuerzos, las clases mano ai fracaso los esfuerzos de superación que puedan realizar las
dominadas se muestran pasivas, asumiendo con fatalismo que ellu­ personas. Así, los miembros de las dases dominadas irán aprendien­
gar donde se decide su destino estâ bajo «control externo,,20. do cuál es «su sitio» en la sociedad corno pobres, ignorantes, campe­
EI moldeamiento diferencial de los miembros de Ias clases do­ sinos o indígenas.
minantes y dominadas no es, por supuesto, un proceso mecânico y
uniforme, sino histórico; es decir, determinado por la especificidad El fatalismo como interiorización de la dominación social
de cada situación y de cada circunstancia concreta. De ahí que no se
pueda esperar encontrar un fatalismo homogéneo y total en todos La realidad estructural de una sociedad no es un dato natural sino
los grupos y personas de las clases dominadas, sino que existen mul­ histórico, cuya construcción y funcionamiento involucra la
titud de grados y modalidades de fatalismo. Por eso es necesario pre­ intersubjetividad de los grupos y personas que forman esa sociedad.
guntarse cuál es la forma que en cada caso adquiere el fatalismo, asÍ Por ello, la ideología no es una simple superestructura que se afiada a
corno los procesos específicos a través de los cuales se ha conforma­ las sociedades ya constituidas, sino que representa un importante ele­
do y transmitido y los comportamientos con los cuales se materializa mento en la configuración social. Ciertamente no son determinadas
y actúa. Corno muestran los estudios ya mencionados de Lewis, en concepciones las que causan en última instancia los procesos de do­
algunos casos serán las pautas de crianza y educación los principales minación, sino el poder adquirido en las relaciones sociales mediante
mecanismos de socialización fatalista; en otros, podrâ influir la obra la apropiación de los recursos más necesarios para la vida humana lo
educativa de la escuela o de las iglesias; en otros muchos, sobre todo que permite a un grupo imponer su voluntad e intereses a los demás.
para el campesinado, que aún constituye un porcentaje muy elevado Sin embargo, esta dominación no logra su estabilízación mientras no
de la población latinoamericana, será la experiencia laboral, la vi­ encuentra acogida en el mismo psiquismo de las personas, mientras
vencia de las relaciones obrero-patronales en el campo el más conti­ no se vuelve concepción de la vida y, lo que es más, sentido común.
nuo semillero para el fatalismo. En todo caso, el fatalismo puede La colonización social sólo logra echar raíces cuando se articula ideo­
transmitirse en varias y diversas circunstancias institucionales, ya que lógicamente en la mentalidad de las personas y grupos, quedando así
justificada con el sello de lo que aparece corno una realidad no histó­
20. Una de las singularidades de la propuesta psico-sodal de Martín-Baró es eI amplio rica sino natural. Parte importante de esta colonización ideológica la
traramiento que hace de la clase social en eI capítulo 3 (Las estructuras sociales y su impacro constituye eI mito dei «nativo perezoso» (Alatas, 1977).
psicológico) de Acci6n e ideologia. A lo largo de las 25 páginas que ocupa la realidad psico­ Frantz Fanon, quien acompafio corno psiquiatra los procesos de
social de las c/ases sociales (nota 8 dei capítulo anterior) vuelven a hacer actO de presencia
los mismos términos empleados en el fatalismo: lo individual frente a lo situacíonal y estruc­ liberación dei pueblo argelino, pudo captar los niveles de profundi­
tural, la necesidad de una perspectiva dialécrica y la viabilidad de una Psicología de clase dad alcanzados por la colonización en la misma estructura somato­
consistente en «aquellas formas de pensar, sentir, querer y actuar propias de los individuas psíquica del colonizado. La violencia impuesta por eI colonizador es
que pertenecen a las diversas clases sociales históricas» (Martín-Baró, 1983, 101). Términos
nítidamente durkheimianos con claras resonancias marxianas, como cuando cn «Hacía una introyectada por el colonizado, quedando anelada en su musculatu­
Psicología de la liberación» dice que ~todos estamos condicionados por nuestros intereses ra corno una tensión reprimida y en su mente corno una culpabili­
de clase que parcializan nuestro conocimiento», o cuando en el capítulo «Conscientización dad asumida. El colonizado vive su sometimiento corno un estado
y currículos universitarios» resalta cómo «Ia diferenciación clasista penetra hasta lo más
profundo de las estructuras psico-sociales mediante la transmisión e imposición de unos de inhibición que le lleva corno compensación psíquica a sofiar con
modelos sociales de estricto COrte c1asista». Es en este contexto en eI que hace su aparición «suefios musculares, suefios de acción, suefios agresivos» (Fanon,
la alienación (enajenación) que, en eI caso dei oprimido (ver la tipología de clase de Freire
mencionada por Mardn-Baró), guarda un correlato muy estrecho con eI fatalismo. En Siste­
1972, 45), o a explosiones periódicas de violencia frente a sus igua­
ma, grupo y poder va un poco más aliá: la guerra civil que azota a EI Salvador es la manifes­ les. Su culpabilidad «no es una culpabilidad asumida, es más bien
tación de una lucha de c1ases: «La experiencia que se vive en EI Salvador desde 1980 de una una especie de maldición, una espada de Damodes» (Fanon, 1972,
guerra civil de corte estricramente c1asista mueSlra lo problemático de la relación entre
conciencia gremial y concienóa de c1ase. Objetivamente hab!ando, si en algún sitio debería 46) que continuamente pende sobre su cabeza y bloquea sus impul­
aparecer claro que los problemas que enfrenta0 los trabajadores, obreros y campesinos, sos liberadores.
remiten fundamentalmente a un conflicro de clases, es en EI Salvador~ (Martín-Baró, 1989, Los análisis de Fanon muestran por un lado la penetración de la
333). Y sobre la lucha de c1ases volverá brevemente cn el último capítulo, en el subepígrafe
«La definición de los problemas». dominación en el propio dominado, pero muestran también que el

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA EL LATINO INDOLENTE

mantenimiento de este domínio introyectado requiere eI ejercIclO mido contribuye a mantener las condiciones de opresión. La expre­
externo dei poder dominante. La negación de su misma realidad sión «uno de pobre» con que el campesino o eI marginado salvado­
como persona impide, en última instancia, que el colonizado asuma renos.solían hasta hace poco dar razón de su situación o justificar lo
totalmente las estructuras colonizadoras. Sin embargo, mientras no moderado de sus aspiraciones vitales pone de manifiesto esta natura­
tome conciencia refleja de la contradíccíón presente en su existencia, lización que viabiliza aI mismo sistema dei que surge.
la inhibición corporal y laculpabilidad psíquica mantendrán su com­
portamiento dentro dei ámbito de lo exigido por eI orden colonia.!. El carácter ideológico deI fatalismo
Las relaciones socíales están de tal manera estructuradas en los
países latinoamericanos que despojan a la mayoría de la población de Si con eI fatalismo las personas de las dases oprimidas encuentran
los recursos mínimos indispensables para configurar y dirigir su vida. un sentido a su vida, ello mismo constituye un valioso instrumento
La propiedad privada como uno de los principios máximos de la con­ ideológico para las dases dominantes. La aceptación ideológica dei
vivencia consagra eI despojo permanente de las mayorías que no en­ fatalismo supone una aceptación práctica dei orden social opresivo.
cuentran posibilidad real de controlar su propio destino. Ellugar de EI fatalismo constituye un poderoso aliado dei sistema establecido
nacimiento se convierte así en lugar de destino. EI fatalismo es, por en por lo menos dos aspectos cruciales: a) aI justificar una postura
elIo, una realídad social, externa y objetiva antes de convertírse en de conformismo y sumisión hacia las condiciones sociales que a cada
una actitud personal, interna y subjetiva21 • Las c1ases dominadas no cual se le imponen comO si se tratara de un determinismo de la natu­
tienen posibilidad real de controlar su propio futuro, de definir el raleza, le ahorra a las dases dominantes la necesidad de recurrir a los
horizonte de su existenda y moldear su vida de acuerdo a esa defini­ mecanismos de coerción represiva, facilitando así el dominio social;
ción. Mediante eI fatalismo adquiere sentido, por deplorable que sea, b) aI inducir a un comportamiento dócil frente a las exigencias de
la inevitabilidad de unas condiciones que no abren más alternativa a quienes tienen eI poder, contribuye a reforzar y reproducir eI orden
la vida de las personas que la de someterse a su destino. existente. Así, facilitando la opresión y reproduciendo las condicio­
Paulo Freire (1970) ha mostrado eI papei que desempena eI fa­ nes de domínio social, eI fatalismo de las mayorías populares canaliza
talismo Corno parte de la ideología dei oprimido. EI oprimido se en­ los intereses de las dases dominantes; es decir, articula en su propio
cuentra inmerso en una realidad de despojo e impotencia que se le psiquismo los intereses que les mantienen enajenados y bloquean su
presenta como una situación Iímite que no puede superar. En esas humanización.
condiciones, aI no lograr captar las raíces de su estado, su conciencia EI fatalismo supone la mitificación de las fuerzas históricas como
se acoge a la actitud fatalista, transformando la historia en naturale­ naturaleza O como Dios. Como sefiala Freire (1970, 63), «dentro del
za. Más aún, frente a este destino fatal, eI oprimido interpreta su im­ mundo mágico o mítico en que se encuentra la conciencia oprimida,
potencia como la prueba de que él mismo carece de valor personal, sobre todo la campesina, casi inmersa en la naturaleza, encuentra en
en contraste con la figura poderosa del opresor a quien todo parece eI sufrirniento, producto de la explotación de que es objeto, la volun­
sede posible; de ahí que el oprimido experimente una atracción irre­ tad de Dios, como si él fuese el creador de este «desorden organiza­
sistible hacia eI opresor, quien se convierte en su modelo de identi­ do». La alienación de la conciencia en el fatalismo se perpetúa me­
ficación, y ante cuyos imperativos rnuestra una casi total docilidad. diante la referencia a símbolos absolutos, inalcanzables e inmutables,
I?e este modo, no sólo la historia queda consagrada como destino, que incluso entrana la manipulación ideológica de la simbología cris­
s~no que .quedan aseguradas las vías para su reproducción y perviven­ tiana. Quizás ahí radique, al menos en parte, la clave dei éxito que
Cla: medIante su actitud fatalista y su comportamiento sumiso eI opri­ tienen actualmente entre los sectores oprimidos centroamericanos las
sectas fundamentalistas. Convencidos una vez más de la inmutabili­
dad de su destino, atemorizados por las consecuencias que arrastran
21. Una afirmación en la que confluyen Durkheim y Vygotski. La primera parte (la los intentos históricos por cambiar esa condición, muchos encuen­
realidad, externalidad y objetividad) nos lIeva aI Durkheim de! «hecho social". mientras que
la traducción posterior en una actirud persúnal, interna y subjetiva nos conduce a la «Iey tran sentido en las creencias milenaristas, consuelo en sus liturgias
genética dei desarrollo cultural.. dei ruso. ~No es, acaso, eI fatalismo una suerte de represen­ catárticas, tranquilidad en su pietismo individualista. EI milenarismo
ración colcctiva, en cl sentido más durkheimiano dei término, que sirve de envolrura a los
procesos psicológicos superiores? (sobre la noción de rcpresenración colectiva cn Vygotski
cuasi-cristiano de estas sectas remite a Dios la salvación inmediata
ver eI capitulo 4 dellibro de Alex Kozulin lA Psicologia de Vygotski. Madrid: Alianza, 1994 l. dei mundo, sin que al hombre le quepa más papei que el de rogar por

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EL fATAliSMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA

la pronta realízación de este último desígnio divino. El destino fatal La eliminación deI fatalismo no puede, entonces, plantearse
que confronta la propia existencia es asumido por la acción, quizá no como una cuestión alternativa de cambiar aI individuo O cambiar sus
menos fatal, con que Dios pondrá término a la sociedad humana. Lo condiciones sociales; de lo que se trata es de cambiar la relación
importante, por lo tanto, no es cambiar eI orden social; lo importan­ entre la persona y su mundo, lo que supone tanto un cambio perso­
te es preparar aI individuo para recibir la salvación de Dios. nal como un cambio social. Para que las mayorías latinoamericanas
Dada la religiosidad de los pueblos latinoamericanos, la con­ puedan eliminar su fatalismo no sólo hace falta que modifiquen sus
fluencia de fatalismo y creencias religiosas constituye uno de los ele­ creencias sobre el carácter dei mundo y de la vida, sino que tengan
mentos que más contribuye a garantizar la estabilidad dei orden una experiencia real de modificación de su mundo y determinación
opresor. Cuando la definición dei propio destino se asume casi como de su propio futuro. Se trata de un proceso dialéctico en eI que el
un artículo de fe, la sumisión frente a las condiciones de la vida se cambio de las condiciones sociales y eI cambio de las actitudes per­
interpreta como obediencia a la voluntad de Dios y la docilidad so­ sonales se posibilitan mutuamente.
cial se convierte en una virtud religiosa, todo aquello que podría De hecho los acontecimientos que se han desarrollado en El Sal­
afectar los núcleos fundamentales deI ordenamiento social es ex­ vador desde la década de los setenta y que han adquirido particular
cluido como objeto de cambio. De este modo, el fatalismo propor­ virulencia en la guerra civil que se vive desde 1981, han permitido a
ciona a las clases dominantes una eficaz punta de lanza para la de­ una buena parte de la población romper con los esquemas fatalistas
fensa de sus intereses de elase. tradicionales. Si todavía hay sectores campesinos que prefieren so­
meterse a una situación de explotación opresiva, no es tanto porque
en ello vean su destino fatal o la voluntad de Dios, cuanto porque
LA RUPTURA DEL FATALISMO temen (iy con razón!) las consecuencias que les puede ocasionar el
rechazo a esas condiciones, temen ser tildados de «subversivos», o
Según Fanon (1972, 46), la dominación psicológica dei colonizado simplemente porque no ven alternativas realistas mejores. Pero la
nunca es completa: «en lo más profundo de sí mismo, el colonizado expresión «uno de pobre» con que tradicionalmente mostraban su
no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domestica­ sumisión fatalista ha desaparecido hoy de su vocabulario y, muy
do. Está inferiorizado, pero no convencido de su inferioridad». La probablemente, también de su psiquismo.
culpabilidad que pende sobre él como espada de Damocles está lista El proceso dialéctico por eI que las mayorías latinoamericanas
para volver su filo contra eI colonizador; y la violencia física, anelada podrán eliminar su actitud fatalista involucra tres importantes cam­
en su musculatura, está presta a organizarse y desplegarse como vio­ bios: a) la recuperación de su memoria histórica; b} la organización
lencia liberadora. La semilla de la rebeldía, del rechazo a un destino popular, y c} la práctica de clase.
injusto, no necesita ser sembrada; se encuentra ya en el espírítu dei 1. EI primer elemento para la eliminación dei fatalismo lo cons­
colonizado y sólo requiere encontrar una circunstancia propicia para tituye la superaôón deI presentismo, no sólo abriendo la mente aI
brotar. futm:o, sino tambiên recuperando la memoria dei pasado, personal y
Esta observación de Fanon lleva a pensar que la actitud fatalista colecdvo. Sólo en la medida en que las personas y grupos adquieran
no es cuestión de todo o nada, sino que se presenta en diversos gra­ conciencia sobre sus raíces históricas, sobre todos aquellos hechos y
dos y con multitud de matices. La creencia en la fatalidad inmutable condiciones que han configurado su realidad, podrán situarse en una
dei propio destino se mantiene siempre sobre el elaroscuro dei domi­ perspectiva adecuada para evaluar su propia identidad. Saber quién
nio que de hecho tiene cada persona de su propia existencia. Por eso se es supone saber de dónde se viene y de quiên o quê se depende.
cabe hipotetizar que cuanto mayor sea el control que ejercen de No hay verdadero conocimiento de sÍ mismo que no sea un recono­
hecho las personas y los grupos sobre su realidad presente, menor cimiento de los propios orígenes, de la propia identidad comunita­
será su convicción fatalista, aun cuando sigan utilizando eI mismo ria, de la propia historia. Los pueblos latinoamericanos necesitan
esquema para explicar el desarrollo de su vida. Y es que, en última una clara memoria histórica para rastrear los dinamismos de su his­
instancia, la raíz dei fatalismo no está en la rigidez mental de las toria, para saber dónde buscar las causas de su opresión secular y de
personas, sino en la inmutabilidad de las condiciones sociales frente su situación presente; como dice Fals Borda (1985, 189), necesitan
a las que las personas y grupos existen y se forman. «descubrir, selectivamente, mediante la memoria colectiva, eIemen­

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EL FATALISMO COMO IDENTIDAD COGNITIVA

micas, pero también psico-sociales, donde se asienta un ordenamien­


tos de! pasado que fueron eficaces para defender los intereses de las tO marginante Y pasivizador que basa el bienestar de unos pocos en
clases explotadas y que vuelvan otra vez a ser útiles para los objeti­ la explotación opresiva de los muchos. Sólo la práctica revoluciona­
vos de lucha y conscientización». Esta memoria es particularmente ria22 permitirá a los pueblos latinoamericanos romper la inflexibili­es

importante en las circunstancias actuales en que las fuerzas domi­ dad de unas estructuras sociales congeladas en función de interes

nantes realizan un gran esfuerzo propagandístico por atribuir Ias minoritarios Ysuperar así los «cien afios de soledad» que los mantie­

causas de los problemas latinoamericanos a la confrontación entre nen al margen de la historia, uncidos aI yugo de un destino fatal.

el Este y el Oeste y, más en concreto, a la «subversión comunista»,


como si los males latinoamericanos se derivaran del expansionis­
mo soviético o comenzaran con Ia subida de Fidel Castro al poder.
La conciencia histórica necesita una particular perspicaciacrítica
para discernir a partir de hechos y realidades concretas la validez de
las propuestas ideológicas que hoy se plantean a los pueblos latino­
americanos, desenmascarando el carácter orwelliano deI lenguaje
dominante.
2. Uno de los puntos cruciales para la eliminación deI fatalismo
radica en laorganizaciónsocial de las mayorias populares en función
de sus propios intereses. Sólo de esta manera se superará el indivi­
dualismo; es decir, la concepción de que cada cual debe confrontar
aisladamente sus condiciones de vida, de que e! êxito o fracaso es
algo que sólo concierne a cada individuo en particular, sin que el
destino de uno tenga relación alguna con e! destino de los demás. La 22. Entre orras cosas, porque la Iiberación nO se agora en una crítica a ese modelo de
organización.popular supone Ia conciencia de que existe una profun­ sociedad que ha dado lugar a la pobreza, a la injusricia Y a la violencia; es también una praxis
social que intenta cambiar las condiciones que los alimentan. EI compromiso dei que hemos
da comunidad de intereses entre todos los miembros de las clases hablado en la Inrroducci6n y dei que volveremos a hablar en la nota 5 de "Conscíentízadón
oprimidas y de que Ia inmutabilidad de su mundo es debida, en bue­ y currículos universirarios» se concreta en la lucha contra aquellas estrUcturas dotadas de un
na medida, a su división y aislamiento individualista. En EI Salvador tridente letal (injusticia, pobreza y violencia: ver nora 9 de "lglesia y revoluci6n en EI Salva­
dor») que se ayuda de la asepsia para seguir manteniendo sU perverso maridAje con eI poder
se ha podido apreciar e! importante papel de las organizaciones po­ esrablecido. AI abordar eI problema de la víolencía en América latina, la Conferencia de
s
pulares como elemento dinamizador de la iniciativa de los oprimidos Medellín dejó hecha la advertencia: «No debe, pues, extraliarno que nazca en América
y aun como alternativa a Ia oferta tradicional de los partidos políticos latina la "tentación de la violencia". No hay que abusar de la paciencía de un pueblo que
soporta durante alios una condici6n que difícílmente aceptarían quienes tienen una mayor
para emerger de su marginación histórica y representar sus intereses conciencia de los derechos humanOS» (CELAM, 1977,38). Un par de alios más tarde, en
frente a otras instancias sociales (Ellacuría, 1983). 1979, monseno Romero insistida en la misma dirección: «Cada vez son más en eI país los
r
que caen en la cuenta de que la raíz última de los grandes males que nos aflígen, incluído eI
3. El aspecto fundamental para la superación deI fatalismo de recrudecimiento de la violencía, es esta "violencia estructural" que se concreta en la injusta
las mayorías latinoamericanas lo constituye supráctica de clase. Nin­ disrribucíón de la riqueza Y de la propiedad, especialmente por lo que toca a la tenencia de
gún sentido tendría una conciencia histórica que no se operativizara la tierra y, más en general, en aquel conjunto de estructuras económicas y políticas por las
que unos pocos se hacen cada vez más ricos y poderosos, mientras los más se hacen cada vez
en la búsqueda de una nueva identidad social, o la organización que más pobres y débiles» (<<Misión de la 19lesia en medio de la crisis dei país», en J. Sobrino, L
no se materializara en actividades en beneficio para los sectores po­ Martin-Baró YR. Cardenal, La voz de los sin voz. La pa/abra viva de MonsenoT Romero. San
pulares que rompan eI círculo vicioso de su pasividad y margina­ Salvador: UCA Editores, 1980, p. 157). EI desarroll o de una «práctica sacio-política» resis­
tente a cualquier forma de dominación Y la legitimidad de oponerse a estructuras opresivas
ción. Más aún, es difícil pensar en que se desarrolle una verdadera es una de las ideas que Martín-Baró maneja (ver capítulo «lglesia Y revolución en EI Salva­
conciencia histórica o que se logre una organización popular fuera dor»). Y lo hace, entre orras cosas, como parte de ese compromiso de vida que tan cabalmen­
deI contexto de una práctica popular que por necesidad tiene que te reflejado queda en eI ya citado editorial "Veinticinco alios de compromiso universitarío
con la Iíberación» (Estudios CentTOameric.anos. 503, 1990,705-729): «EI talante fundamen­
ser una praxis de clase, es decir, articulada en eI eje de los intereses tai de la actividad universitaria que tiene comO horizonte la sicuación real de las mayotÍas
populares. En última instancia, la superación dei fatalismo de las oprimidas no puede ser el conformismo o la conciliación. Tiene que ser un talante beligeran­
mayorías populares latinoamericanas requiere un cambio revolucio­ te; de tal manera que, en nuestra situación, la beligerancia es una característica importante
nario; es decir, un cambio en aquellas estructuras, políticas y econó­ dei quehacer universitario» (p. 714).

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