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Una vez que Poty concluyó su extensa exposición, esperó la respuesta del futuro
asesor. Hasta ahora éste había permanecido en silencio. Sólo anotaba continuamente lo
que su interlocutor le contaba. No hubo debate. Prácticamente no levantó la vista de su
cuaderno. Ahora le tocaba hablar a él:
“Has logrado engancharme”; “me gusta”; “me interesa lo que has contado hasta
ahora”; “ésta es tu visión, ahora habrá que escuchar a la otra parte”. Éstas fueron sus
primeras palabras. Expone su situación profesional actual. Tiene varias ofertas para
asesorar, ninguna a centros completos. Constituye todo un reto tener la posibilidad de
intervenir en un centro en el que todos sus profesores puedan estar involucrados en un
proceso de mejora escolar.
Le ofrece una serie de datos sobre cómo concibe el asesoramiento externo:
El compromiso institucional.
Ahora el siguiente paso consistía en buscar una fecha disponible para poner en
contacto al claustro con el futuro asesor, tal y como éste había demandado
sistemáticamente. Poty planteó que debía ser cuanto antes dadas las fechas en las que
nos encontramos y la proximidad del final del curso: “ahora todo esto está en caliente, si
lo dejamos para septiembre tendríamos que volver a plantear el tema. Si lo crees
oportuno los martes por la tarde se reúnen los profesores en la hora de exclusiva, si
puedes ir al cole ese día, le comunicaré a la directora que reserve la tarde del martes
para hablar contigo”.
De esta forma se llegó a un rápido acuerdo para mantener la primera sesión con
el claustro el martes 19 de mayo de 1992.
La primera sesión que tuvo el futuro asesor con el claustro de profesores fue el
19 de mayo de 1992.
Mensajes como éste y otros tantos que se fueron poniendo sobre la mesa los
llevaba el futuro asesor en una agenda, que de vez en cuando miraba y continuaba con
su discurso. Años más tarde los profesores comentarían jocosamente “lo bien que te
preparaste aquella sesión para impresionarnos”.
La directora intervino una vez que el futuro asesor terminó su exposición. Sus
palabras fueron categóricas:
Los profesores se apresuran a ratificar las palabras del futuro asesor: “está muy
claro, no hacen falta matizaciones”. Continúa el asesor: “Me gustaría saber cuáles
fueron las razones que les llevaron a pedir ayuda; cuáles serían aquellos problemas que
a ustedes les inquietan más. (Emplea una metáfora curiosa): ¿qué cosas tenemos en el
estómago que nos están angustiando continuamente?”.
toda esa situación que Poty te contó y que es muy cierta, se debe a la falta de
disciplina que tienen los alumnos de este centro. La razón del abandono del
claustro anterior es que no soportaban la tensión constante que se vive en el
centro por la indisciplina de nuestros alumnos.
Fue tal el énfasis con el que relató su sentimiento que la profesora enrojeció,
hablaba con un tono de voz muy alto. Sin duda estaba expresando un sentimiento que
era ampliamente compartido. A esta intervención sucedieron algunas más. Todas se
centraban en el entorno que rodeaba al centro y a lo mal que venían los alumnos de sus
casas. Se interviene atropelladamente. Los problemas son de distinta naturaleza, algunos
tenían su origen en las familias, otros en el entorno, otros en los alumnos, otros en la
Consejería. Pero a todo ello los profesores concluían sus intervenciones llamándolo
problemas de disciplina. Curiosamente no se esgrimió ningún argumento que
responsabilizara al centro o a los propios profesores de esta indisciplina:
con alumnos que roban, que insultan a los profesores, que castigan a los más
pequeños, que no saben caminar por los pasillos sin alborotar, que te hacen
frente cuando les llamas la atención y que en definitiva les importa un bledo lo
que uno les está diciendo, es muy difícil trabajar. Muchos de nuestros alumnos
pasan hambre, vienen a clase sin desayunar.
Éste era el diagnóstico de los poquísimos profesores que llevaban algunos años
en el centro, y que además vivían en la zona. Algún año después se ratificarían en su
diagnóstico cuando se realizó la clarificación del problema. Estaban señalando algunas
cuestiones que indicaban cómo se concretaba la indisciplina en el centro.
Ante tal cúmulo de argumentos, relatados con una gran dosis de ansiedad en el
profesorado, el asesor aclara que no viene allí para solucionarles los problemas que
tanto les estaban angustiando. Su aportación se concretaría en facilitarles un proceso de
trabajo mediante el cual entre todos se pudieran encontrar respuestas válidas para la
mejora de la disciplina en la escuela:
Yo no soy un experto en disciplina, creo que pocas personas pueden resolver en
forma de recetas la variedad de problemas que ustedes han puesto sobre la
mesa. Insisto, si solucionamos uno o varios de los problemas aquí expuestos
será entre todos. Lo que sí puedo aportarles es un proceso de trabajo, a largo
plazo, que nos pueda traer algo de luz donde hoy no existen nada más que
sombras.
Parece que todos están de acuerdo en que la disciplina es el problema que más
les preocupa. Sin embargo no todos estarían de acuerdo si nos plantemos qué es
la disciplina para cada uno de nosotros. No conocemos otras necesidades, sólo
hemos hablado de la disciplina, posiblemente ni ustedes conozcan lo que opinan
otros compañeros sobre las necesidades generales del centro y seguramente
mejorándolas puede mejorarse también la disciplina.
De esta forma dejaba entrever algunos procesos que luego serían decisivos
durante el desarrollo de la mejora. Se refería a la necesidad de clarificar conceptos,
ideas, en suma, ir unificando visiones que nos aproximaran a un modelo de escuela
compartido. Al mismo tiempo apostaba por el aprendizaje profesional compartido
cuando se refería al desconocimiento que otros compañeros tenían de las distintas
manifestaciones del problema en cada una de las aulas. El asesoramiento desde los
primeros momentos se centraba en lo que posteriormente sería uno de sus principios
básicos: el desarrollo de procesos generales.
Teniendo en cuenta que el motivo fundamental por el que el centro contactó con
el asesor fue el interés por resolver el problema de la disciplina, éste no hizo mucho
hincapié en hacer un diagnóstico de necesidades ni su posterior categorización.
Esta sesión, con sus debates internos correspondientes, era una forma de
colaboración espontánea y participación voluntaria para iniciar un proceso de trabajo
que contaba con la aquiescencia de todo el profesorado.
El asesor no fue informado de que se iba a realizar esa sesión, tampoco fue
invitado a ella. Sin embargo, la explicación que proporcionó al claustro sobre la auto
revisión de la escuela fue suficiente como para propiciar que el profesorado la hiciera
sin contar con su ayuda. Le proporcionó al claustro un proceso general para confirmar
una demanda expresada por el centro y al mismo tiempo que compartieran una visión de
otras necesidades de la escuela.
A partir de esa reunió se inicia una relación muy fluida y cordial entre la
directora del centro y el nuevo asesor. Muy pronto Poty pasa a jugar un papel
totalmente secundario, aunque el asesor siempre contó con su apoyo y era consciente de
que Poty seguía de cerca los movimientos del asesor y la respuesta del profesorado.
Esto para el asesor siempre fu un dato que reforzaba su seguridad. Sabía que Poty
podría orientarlo en situaciones difíciles. A lo largo de los años, esta labor también fue
decreciendo en la medida que el asesor se hacía con un conocimiento más profundo del
centro y de sus personajes.
La directora y el asesor hablaron por teléfono varias veces durante el mes de
junio. La iniciativa generalmente partía de la propia directora. Sin saberlo, ambos
estaban pasando por situaciones de incomodidad para no enturbiar una relación. El
centro no quería ocupar demasiado al asesor y el asesor no quería ser percibido como un
intruso en estos primeros momentos.
Estos contactos telefónicos ayudaron mucho al asesor a conocer la realidad del centro.
Cada conversación aportaba una cantidad de datos importantes. Al mismo tiempo, el
nivel de confianza entre ambos se iba incrementando. Aunque con una gran dosis de
discreción, cada uno exteriorizaba su visión de la situación tal y como era percibida
desde la visión externa, ocasional y desde el compromiso interno. La sinceridad y el
respeto fueron dos pilares que desde el principio contribuyeron a ir consolidando
paulatinamente una relación que será clave para entender el proceso de mejora en el
centro.
En esa fecha los alumnos saldrían del centro a las doce del día. La jornada
escolar a partir del 15 de junio tienen una hora menos con los alumnos, por lo que el
resto del tiempo de estancia de los profesores en el centro lo dedicarían a debatir el plan
de trabajo. Se estaban dando una serie de pasos que denotaban una gran seriedad por
parte del centro y del asesor.