Вы находитесь на странице: 1из 60

PARTIDO

NACIONAL
PERÚ PARA TODOS

PPT
Ideario y Programa

AUTOR:
Soc. RAUL ZAPATA SOTO

EDICIÓN Y COMPILACIÓN FINAL:

JOSÉ GONZALES DE LA FLOR

1
PRESENTACIÓN
Este documento constituye el ideario básico de un conjunto creciente de
ciudadanos organizados que creemos tener un nuevo pensamiento político, y
está constituido de los siguientes elementos: en primer lugar, exponer cuáles
son las razones de porque nos hemos constituido como partido político; en
segundo lugar, cuáles son las características fundamentales, qué es lo que
define al Partido Nacional PERÚ PARA TODOS; en tercer lugar, cuáles
son los supuestos fundamentales de nuestro programa; y finalmente, los
elementos esenciales del programa mismo.

2
PRONUNCIAMIENTO

Nos dirigimos a todos los peruanos y en especial a quienes desean asumir su propia
representación con el objetivo de construir su propio futuro, que no es otro que el de
nuestra propia Patria. Por ello, a partir de la constatación de una serie de causalidades
históricas, desde 2003 decidimos organizarnos independientemente para hacer realidad la
promesa peruana. Desde un inicio queremos aclarar que cuando utilizamos el término de
independientes no lo hacemos por oportunistas o ignorantes como tantos “independientes”.
Por lo tanto cuando proclamamos nuestra independencia lo hacemos con absoluta
conciencia de lo que somos y de adonde queremos ir, pues si algo mínimamente caracteriza
al Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, es ser producto de una seria, constante,
profunda (y revisable) reflexión. Tampoco, lo hacemos porque hemos constatado que los
nombres de los partidos tradicionales ya no tienen imagen y porque se ha producido un
vacío que puede “ser aprovechado” oportunistamente. Nuestra independencia implica no
sólo un claro deslinde y ruptura no sólo de los viejos partidos tradicionales y del
fujimontesinismo sino también con todo el pasado republicano, a pesar que reconozcamos
que somos producto de todo el sedimento dejado por la dolorosa historia del país. Para que
no hayan dudas, afirmamos claramente que como políticos que somos aspiramos al poder
político hegemónico. Político que no lo aspira que se dedique a cualquier cosa y que no
pierda su tiempo y no se lo haga perder al país. No aspiramos, por tanto, a un pedacito de
una torta para fines particulares, pues no los tenemos. Porque el Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS, a diferencia del oportunismo, sí tiene un proyecto para el país. Por lo
tanto, no somos de esa fauna camaleónica que con tal de seguir estando en la escena se
juntan con otros viejos políticos, así estén -ideológica o presuntamente- en las antípodas
políticas. Y sin falsas modestias, creemos que somos el único grupo político que tiene ese
proyecto. Y quien quiera estar con nosotros tiene que estar sistemática y cotidianamente
con nuestro proyecto. Pues nada más lejos de nosotros que el electoralismo que ha
malogrado, casi siempre la vida política del país. Y, también, aclaramos que cuando
decimos electoralismo para nada implica ese término en nosotros un repudio a la vida
democrática, sino a esos oportunistas de coyuntura para los cuales la vida política sólo
existe cuando se acerca un proceso electoral. Por todo ello, invocamos a los peruanos su
adhesión para construir una sociedad democrática y desarrollada, con bienestar para todos.

3
Capítulo I

¿POR QUE NOS HEMOS ORGANIZADO?


1.1. PORQUE QUEREMOS UN PAÍS DESARROLLADO, CON BIENESTAR
PARA LAS MAYORÍAS NACIONALES, PORQUE CONSIDERAMOS QUE
ESO ES POSIBLE, PERO LA MAYOR PARTE DE LOS POLÍTICOS EN
TODA LA HISTORIA REPUBLICANA NOS HAN PRODUCIDO
SOLAMENTE EL PAÍS MISERABLE, DESESTRUCTURADO Y POBRE
EN EL QUE HOY VIVIMOS
Ciertamente es pesada la herencia que los peruanos de este tiempo, en particular, las
nuevas generaciones que están emergiendo, hemos heredado de nuestros mayores. No
obstante ello no queremos ser injustos con los que nos han antecedido. No es que seamos
estúpidamente ingenuos para olvidarnos fácilmente de las aves de rapiña que poblaron la
política y el país, no es que nos olvidemos de los traidores, de los que recurrentemente lo
vendieron -y lo siguen haciendo el día de hoy- por un plato de lentejas.
No nos olvidamos ni de los asustadizos y cobardes, de los estúpidos y de los
ignorantes, de los malvados, abusivos y criminales. De aquellos dúplices de doble moral
que borraban con una mano lo que escribían con la otra, los que decían una cosa cuando lo
que querían era otra. No nos olvidamos que ellos fueron responsables que el Perú fuera
descuartizado y presa de aves de rapiña de afuera, para dolor, indignación y sufrimiento de
la mayor parte de los peruanos. No lo hemos olvidado y no los olvidaremos, pues
recordarlos permanentemente, sobre todo a las nuevas generaciones, es darnos y dar
cotidianamente lecciones de conciencia histórica, para no caer en el error ni en la infamia
del pasado. Por desgracia, todavía del presente. Tan importante es esto que es también tarea
del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS y de las nuevas generaciones reescribir,
como lo pedía, casi que lo exigía, Goethe, reescribir la historia. Reescribir la historia del
Perú sin contemplaciones y sin concesiones para los que nos legaron este país de error y de
horror es una fecunda y hasta hermosa tarea de construcción de la Nación peruana.
Reescribirla sin olvidar a los felones y a los estúpidos, con nombres, pelos y
señales; pero también sin injusticias: sin olvidar que aquí también hubieron auroras
-escasas, es cierto. Que, a pesar de todo, en medio de la prepotencia y la maldad
hegemónicas fue creciendo el Perú. Quizás, con una lentitud exasperante. El Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS, no piensa, como el ilustre Raymondi, tanto en el banco
de oro como en el mendigo que está sentado en ese banco. El mendigo ya no lo es tanto.
Los peruanos de hoy día todavía conservamos muchos de los defectos seculares, pero
también conservamos o hemos ganado, quizás a pesar de nosotros mismos y quizás sin que
seamos conscientes de ello, una serie de virtudes, a partir de las cuales el Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS, monta sus esperanzas en un mundo mejor para los
peruanos.
¿Cuáles son los elementos que el Perú tiene, su bagaje y sedimento acumulado, que
el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS tiene en consideración para soñar con ese
mundo mejor?

1.1.1. EL PERÚ EXISTE Y ES VIABLE


4
Hace algunos años, en los 90-92, cuando la vorágine del terror había
alcanzado su más alta cúspide una multitud de peruanos y extranjeros, estudiosos o
no, con el alma puesta temerosamente en las manos, llegó a formarse por lo menos
una duda: ¿es viable el Perú?, como si el terror pudiese hacer desaparecer esta
aventura humana que es el Perú y que ha sido construida a lo largo de varios
milenios, y con más precisión a partir de que Pizarro puso sus pies en las blancas
arenas de Tumbes. Y de pronto, sólo se necesitó que algunos segmentos de la
sociedad civil -las rondas campesinas- reaccionasen y que algunas instancias del
Estado funcionasen para que la duda se acabase. Y volviéramos a creer en el Perú
como una posibilidad real, concreta y posible. La verdad es que nunca el Perú
estuvo en cuestión, nunca fue puesta realmente en duda su viabilidad. Porque si se
hubiese puesto realmente en cuestión la existencia de nuestro amado país, no
hubiesen sido deshecho tan fácilmente -a pesar de la sangre que costó- los motivos
de esos temores y esas dudas.
Pero todos esos temores y falsas visualizaciones fueron sólo producto de
nuestra ignorancia, de no conocer nuestra historia ni conocernos nosotros mismos.
No sabíamos la inmensa fortaleza que, en medio de nuestros temores, albergamos
los peruanos. Y no lo sabíamos porque no nos habíamos dado el trabajo de escarbar
en nuestra milenaria historia, para saber que somos un pueblo, a pesar de todos
nuestros defectos, marcados por el sino de la resistencia y la fortaleza. Hace un
poco más de un siglo, Chile nos invadió, destrozó a nuestras fuerzas armadas,
destruyó nuestra marina a pesar de la gesta inmortal del más excelso de los
peruanos de todos los tiempos, Miguel Grau, que tuvo el coraje de ir a la muerte
sabiendo que iba a ella en defensa de la patria. Acobardó a las clases dominantes y
a las poblaciones citadinas, destruyó nuestra producción, hizo desaparecer nuestro
comercio y nuestra moneda, confinó a los sobrevivientes en sus moradas como
último refugio ante la derrota, hizo desaparecer al Estado peruano, holló
salvajemente nuestro territorio a lo largo y ancho del Perú. Y se apropió de una
parte de nuestra heredad inmemorial. Parecía que todo estaba perdido, que el Perú
ya no que no era viable sino, simplemente, que ya no existía. Pero no era cierto. A
pesar de todo esto, que fue inmensamente superior a toda la catástrofe del
terrorismo de los recientes años ochenta y comienzos de los noventa de este siglo,
el Perú, como si fuese un supremo milagro, como una suerte de mitológica Ave
Fénix, siguió existiendo. Nos levantamos de nuestras cenizas y seguimos siendo
una sociedad reconocida y con nuestro nombre propio. El Perú es y seguirá siendo.
No todas las sociedades de la tierra pueden afirmar con legítimo orgullo esto.
Pero, ¿cómo es que podemos afirmar esto cuando los peruanos tenemos
tantos defectos, cuando el Perú ocupa el lugar que ocupa en el concierto mundial,
cuando hay tanto atraso, cuando hay tanta incultura, cuando hay tanta intolerancia,
cuando hay tanta in competitividad, cuando vemos que proyecto tras proyecto han
fallado, cuando ilusión tras ilusión se han deshecho, dejándonos sólo el sabor
amargo casi de la derrota? Por una razón simple, que el gran pensador liberal inglés
Isaiah Berlín llama “derecho de reconocimiento”. La mayor parte de peruanos, a
pesar de las enormes diferencias que existen entre nosotros -ese maldito racismo
que nos malogra tanto, etc.- y de las enormes debilidades de todo tipo que existen
entre nosotros, ya sea como individuos o como colectivos, nos hemos aferrado
brutalmente, casi inexplicablemente a este espacio llamado Perú. Porque existe, y
sabe el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS que está afirmando una cosa
totalmente nueva, una extraordinaria identificación de nosotros, los peruanos, con5
su sociedad. Quizá no seamos conscientes de esta identidad y quizá buena parte de
nosotros sea escéptico de las posibilidades del país.
¿Cuándo, cómo se creó esta identidad? Es casi imposible saberlo, pero sin
duda se maceró larga, penosa y amargamente a lo largo de varios siglos, incluso
cuando el Perú no existía. Sin duda, comenzó a formarse en lo que hoy llamamos
Antiguo Perú, con los chavines, los tallanes, los mochicas, los tiahuanacos, los
waris, los incas. Pero el punto nodal, el instante crucial se da, paradójicamente,
cuando Pizarro llega a Tumbes. Es en ese instante en que se comienza a formar esa
idea llamada Perú. Es probable, quizás, que si no hubiese habido invasión hispana,
este territorio sobre el cual hoy vivimos, fuese una sociedad más desarrollada;
hubiese, quizás, mayor bienestar, mayor equidad, ocupásemos un rango más alto en
la sociedad humana. Pero no sería el Perú. Además todo eso es Ucronía, no historia,
lo que pudo haber sido y no fue. Sólo en el terrible período colonial se comienza a
formar el Perú actual. Y se comienza a formar de muchísimas maneras,
contradictorias todas ellas entre sí. Con los millones de indígenas muertos como
consecuencia de los virus europeos para los que los nativos no estaban
inmunizados, y en el impacto seguramente desolador que tuvo esto en los
sobrevivientes; en las vírgenes vestales violadas impunemente por el conquistador
ávido de sexo, y en la impotencia que sufrieron esas mujeres formadas para otro
destino; en la orgullosa élite inca, vencida, humillada, ninguneada; en los cañaris,
en los chancas, en los huancas, eficaces aliados de los españoles contra los incas,
que deben haberse sentido, después de descubrir la verdadera magnitud de la
invasión hispana, engañados, utilizados, traicionados y estupidizados. Pero,
también, quizás, en el mismo Francisco Pizarro, que bien sabía que con su esfuerzo
y no con el de la Corona se conquistó este rico reino. En todo caso, quienes bien
supieron que fue con su esfuerzo se hizo la conquista fueron Gonzalo Pizarro y el
famoso “demonio de los Andes”, Francisco de Carbajal, que guerrearon contra la
Corona. Y con Lope de Aguirre, quien en medio de su locura, no tuvo empacho
para escribirle al mismo Felipe II: “Mira, mira, Rei español, no seas cruel a tus
vasallos ni yngrato, pues estando tu y tú padre en los Reinos de Castilla, sin
ninguna zozobra te an dado tus vasallos, a costa de su sangre y hazienda, tantos
rreinos y señoríos como en estas partes tienes, y mira Rei y Señor, que no puedes
llevar con título de Rei justo, ningún yntereses que primero los que en esta tierra
an trabajado y sudado sean gratificados” 1. Y en la misma élite criolla, rica,
orgullosa, pero siempre en sordina, siempre asolapada, nunca ella misma. Pero,
sobre todo, en el producto racial de la conquista: el mestizo. Este segmento racial,
crecientemente culto, inubicable e inatrapable; ese dudoso nuevo ser que mereció
en la misma colonia una frase dicteriosa: “mestizo educado, diablo encarnado”.
Todos estos ríos divergentes, estos ucayalis, estos marañones, a su pesar y hasta sin
su consentimiento, terminaron, felizmente, y no han terminado aún por juntarse en
el Amazonas que es el Perú de hoy. Un espacio de encuentro, así ese encuentro sea
difícil y contradictorio. No tiene porque serlo así para siempre. Esta es la principal
base -la existencia de una identidad nacional- para decir que alentamos y creemos
en la promesa peruana de la que nos habló Basadre, en la que creyeron nuestros
padres fundadores de la República.

1 Archivo General de Indias de Sevilla, Patronato 29, num. 13, ramo 1. Citado por Iwasaki Cauti, Fernando.
Nación Peruana: Entelequia o Utopía. Ed. Crese. Lima, 1988. Pág.. 18.
6
1.1.2. YA TENEMOS LOS PERUANOS LOS ELEMENTOS PARA UNA
AUTÉNTICA REFLEXIÓN NACIONAL.
Cuando el ilustre peruano José Faustino Sánchez Carrión, hombre probo y
de no pocas, aunque innatas, luces, pensaba como liberal, ¿de verdad era consciente
de lo que significaba el liberalismo? ¿Había exactamente internalizado, hecho suyo,
el gran conocimiento de las luces que iluminaron la Europa a partir del siglo XVI?
¿Conocía ese pensamiento? Cuando uno examina su biografía y la de tantos otros
próceres e ideólogos de la independencia, no puede llegar más que a una triste
conclusión, de la que no fueron responsables ni Sánchez Carrión ni la pléyade de
hombres que lo acompañaron; y esa conclusión es que no. Esa gente, que era lo
mejor del país no tuvo la oportunidad de conocer e internalizar el gran pensamiento
liberal, pues no sólo el oscurantismo en que nos sumió el período colonial lo
impidió, sino porque también aprender a reflexionar necesita sus tiempos, tiene sus
ritmos propios, sus pasos generacionales, sus esfuerzos deliberados, sus inversiones
conscientes. A veces Europa, quiere darnos lecciones de rapidez histórica, quiere
que caminemos a su propio ritmo, olvidándose de su propia historia. ¿Es que acaso
Europa no se demoró varios siglos en la lenta producción, maceración,
internalización, depuración de su modernidad, desde 1300, cuando Marsilio de
Padua escribe la primera obra de la modernidad hasta que ésta estalló
luminosamente en el siglo XVIII con la gran Revolución Francesa?
Pero, ¿podemos decir que todavía estamos en los tiempos de los Sánchez
Carrión, de los Vidaurre, de los Pando, etc.? El siglo post-independentista, fue un
páramo intelectual, a pesar de esos maravillosos extraviados de la historia, no
suficientemente conocidos y reconocidos como el extraordinariamente ético
Francisco de Paula González Vigil. Eran tiempos en que incluso recién se
comenzaba a conocer físicamente el país, a saber donde comenzaba y dónde
terminaba, recién a conocer su paisaje, su flora, su fauna, sus potencialidades
naturales: nombres extraordinarios pueblan esa inmensa tarea, y los principales de
ellos no fueron peruanos: Weberbauer, Raymondi, Isaiah Bauman etc. Ni siquiera
podemos decir que con ese otro gran patricio que fue Manuel González Prada -y ya
estamos hablando de fines del siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte,
comenzamos a reflexionar. González Prada fue la gran consciencia ética que nos
dejó la monstruosa derrota de 1879, fue el hombre de los grandes ucases, de los
inmensos dicterios; y en esa labor que no fue propiamente reflexión sino la del
agonista constructor, se fueron construyendo lentamente las bases para la reflexión
peruana. Pero ésta no comienza propiamente sino con la casi escueta labor de la
Generación del Novecientos, con la labor de Riva Agüero y Osma y sus estudios
juveniles sobre la literatura y la historia del Perú (así terminara sus días como un
fascista reaccionario), con la labor de Francisco García Calderón y su admirable
escrito en francés Le Pérou contemporain (así se exiliara voluntariamente del país
demasiado joven), con los trabajos cada vez más vigorosos de Víctor Andrés
Belaúnde Diez Canseco, así los malograse un poco -sólo un poco- su exacerbado
clericalismo.
Estos trabajos iniciales tomarían un impulso esplendente con otra
generación, la más rica intelectualmente que ha producido el país: la Generación de
la Reforma o la Generación del Centenario: Mariátegui, Haya de la Torre, Basadre,7
Valcárcel, Sánchez, etc. Son ellos, y por eso el país les tiene una deuda eterna,
quienes por primera vez, de modo masivo y desde distintos ángulos comienzan a
reflexionar este país. Jorge Basadre, aunque concesivo, nos dio por primera vez el
gran retrato de la historia republicana del país, que tanto lo necesitábamos para
pensarnos, reflexionarnos, hacer buena política. Si lo hemos utilizado o no, bien o
mal, ya no es responsabilidad del ilustre historiador. Nunca después,
lamentablemente, ha surgido una generación tan esplendente como esta.
Pero, quizás no por responsabilidad suya, esta generación nos dejó un lastre
que las generaciones posteriores no tuvieron la capacidad de desembarazarse. Casi
todos ellos nos pintaron un país de horror pero hechura del imperialismo, en el que
casi los peruanos no tuvimos nada que hacer. Nos dejaron, unos más que otros, una
visión populista, que marcó de modo tan agudo toda la política peruana, incluso
cuando la hacían los conservadores y dictadores, y que, finalmente, la historia ha
demostrado sus enormes falencias. Un programa populista que, como camino de
desarrollo, a larga condujo a impedir pensar salidas económico-productivas y que
hizo del Estado peruano el ogro filantrópico, para utilizar el término de Octavio
Paz, y que terminó hundiendo no sólo al país en el desastre económico y en que
lamentablemente sería su antípoda: el populismo, paradójicamente, condujo a hacer
más pobres a las pobres. No fueron capaces de pensar el Perú desde su propia
postura, incluso en el caso de Haya que reclamó e hizo gala de ello: el aprismo
ciertamente produjo una serie de cosas originales, pero sus matrices teóricas
fundamentales no fueron creadas por Haya: fueron hijos del clima intelectual
europeo. En resumen, nos dejó una multitud de prejuicios que nos han impedido
reflexionar más profundamente nuestra propia realidad y encontrar las verdaderas
salidas del atraso peruano. Se puede decir que fue el clima ideológico imperante. Y
es una respuesta válida: no podía pensarse de otra manera. Pero tampoco hay que
olvidar que en esos momentos no dejaban de existir -por desgracia, no en nuestro
país- solitarios que pensaban de modo distinto. En todo caso, no fue
responsabilidad de esa generación que sus sucesores no asumieron su legado
críticamente, y por lo tanto la crítica no les cabe a aquélla sino a éstos. No obstante
lo dicho, el balance es positivo. La generación del Centenario fue un avance en la
reflexión del Perú.
Incluso entre las generaciones que le sucedieron -los Macera, los Matos
Mar, los Cotler, los Flores Galindo, los Lumbreras, etc.-, a pesar de su
incapacidad para leer críticamente el legado de la generación del Centenario, y,
desde luego superarlo, con el apoyo de una masiva cooperación internacional, han
profundizado extraordinariamente en distintos aspectos de la realidad nacional.
Desde luego ninguna de estas generaciones, ni ninguno de estos intelectuales
alcanzó el nivel esplendente de la pléyade Mariátegui; sin embargo, sería mezquino
negar su aporte a un conocimiento más rico del país. Y por tanto a una reflexión
más profunda, más veraz, más positiva y, sobre todo, más instrumental en relación
al problema que preocupa a la mayoría de peruanos: el desarrollo y el bienestar.
Fuera de los campos propiamente intelectuales se fue acumulando una
información estadística de la que no gozaron los peruanos del siglo pasado. Una
rica información económica, productiva y demográfica se fue acumulando como
trabajo de una serie de instituciones estatales. A partir de 1941, los censos
nacionales comienzan a desarrollarse de modo sistemático. El BCR, también en la
8
década del cuarenta comienza producir información económico-productiva, cada
vez más confiable, sistemática y constante. Estos también han sido elementos para
poder conocer más el país.
Una multitud de tecnócratas, nacionales y extranjeros, han recorrido a lo
largo y ancho del país, y han producido una inmensa serie de proyectos, de los
cuales una determinada cantidad de ellos se ha ejecutado. No es que no se
equivocaran, pues ello también sucedió; pero han dejado una enorme cartera de
proyectos que permiten imaginar mejor una imagen deseable de país. Asimismo,
incluso desde antes de la creación del Instituto Nacional de Planificación comenzó
a surgir un pensamiento planificador, cuyas mejores luces se concretaron
justamente en esa institución, tan injustamente eliminada. Una experiencia
intelectual no tanto para reflexionar el país sino para imaginarlo luminosamente en
el futuro, como pedía el maestro Charles Bettelheim. No es que los planificadores
no se equivocaran, pero quien más se equivocó fue una ignara clase política que
ignoró olímpicamente muchos de los excelentes productos que se crearon en los
marcos del INP, y fuera de él desde luego.
En resumen, podemos decir con franco y fresco optimismo, que ya no
estamos en los tiempos de los Sánchez Carrión, de los Vidaurre, de los Pando.
Tampoco, ya en los de Mariátegui, de Haya, de Basadre, de Sánchez. Ni siquiera
estamos en los tiempos casi contemporáneos de los Macera, de los Flores Galindo,
de los Cotler, de los Matos Mar. No, hoy, y entre otras cosas, gracias a ellos
mismos, a la labor fundadora y fecundadora que ellos hicieron, algunos con más
genio que otros, algunos con mayor valentía y sentido de apostolado que otros, y
algunos de ellos, sin ver muchas veces más allá de sus narices; podemos, ¡por fin!,
pensar con nuestra propia cabeza, ver nuestro propio país y el mundo que lo rodea
con nuestros propios ojos, imaginar nosotros mismos nuestras propias salidas. Ya
estamos en posibilidad de no ser más meros repetidores de segunda mano de
pensadores europeos, que escribían, incluso cuando lo hacían sobre países como el
nuestro, desde tradiciones, historias y sensibilidades distintas. Este no cabe duda, es
el cambio más trascendental que se está produciendo en el país, y que nos permite
albergar una mirada optimista y responsable para el Perú que se vendrá en los
próximos tiempos. Sin soberbia y sin pedantería, pero sí con legítimo orgullo
sabemos que el espacio cultural y político donde con más fuerza se está dando ese
proceso es en el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS. Y que quede claro
cuando escribimos de este modo, no hay ni por asomo ánimo alguno de xenofobia,
de renuncia a lo mejor de la tradición cultural del mundo, sino exactamente al
revés: debemos apropiarnos de lo mejor de esa tradición, sin dogmatismos ni
actitudes de cierrapuertas, pero que esto no nos impida darnos cuenta que el prisma
bajo el que nos apropiemos de ello no puede ser otro que nuestro Perú.
1.1.3. LOS PERUANOS SOMOS INTELIGENTES Y CREATIVOS
A veces los peruanos somos injustos con nosotros mismos, y no sabemos
valorar las virtudes que tenemos. Todo el desarrollo intelectual ya brevemente
reseñado, no se hubiese logrado en tan pequeño espacio de tiempo -para la historia
universal los 182 años de la República son pocos-, si es que en el habitante peruano
no hubiese tenido durante varios miles de años un extraordinario desarrollo de su
creatividad. Ciertamente, el período colonial y su oscurantismo, de cierta manera,
implicaron un retraso. Pero, sólo de cierta manera: también de algún modo 9la
Conquista, nos guste o no, nos ligó, así sea de manera desviada y hasta perversa
con Occidente. Después de estos años de vivencia de República, después del
cambio de los patrones demográficos producidos en el país a partir de 1940 y la
urbanización y castellanización acelerada consecuentes; se observan que grandes
masas se incorporan a un gigantesco proceso de creación, no sólo intelectual sino
también productiva. Lo nuevo de esta creatividad es que está siendo aportada por
las mayorías indias y mestizas que las élites blancas olvidando los ancestros de
estas mayorías habían ninguneado durante siglos. Y resulta que los verdaderos
creadores productivos no vienen de las élites blancas tradicionales sino de estas
mayorías morenas que en Gamarra, en Caquetá, en el Mercado Central, en algunas
calles de Trujillo, en Chiclayo, en Puno, en Tacna, en fin, en miles de espacios del
Perú nos vienen dando al Perú entero por donde se sitúan los ejes del desarrollo. Y
están cambiando de un modo realmente dramático la estructura social misma del
Perú. No queremos hacer con esto poesía: sabemos que detrás de esta creatividad
autónoma se esconde no sólo el desinterés del Estado peruano sino también miles y
miles de fracasos individuales. Pero, a pesar de ello nos señalan un camino y nos
demuestran una impronta: somos capaces de hacer cosas.
La inteligencia y la capacidad creativa del peruano es también una base
también para soñar una utopía peruana posible. No es por un falso espíritu
chauvinista pero cuando nos comparamos, por ejemplo, con muchas sociedades del
continente africano -allí están las experiencias terribles como las de Ruanda- donde
el hombre parece haber llegado a un punto muerto, un estancamiento letal, donde
no parecen haber salidas, a menos que intervenga decididamente la comunidad
internacional (cosa, de otro lado, poco factible); sin asomo de dudas decimos que
los peruanos tenemos grandes problemas pero también decimos que no sólo ya
tenemos las soluciones en las manos, sino que ya están en nuestras manos, así sea
incipientemente, los instrumentos para concretarlas. Incluso cuando nos
comparamos con países vecinos como el Ecuador y Bolivia, y observamos, no
ciertamente puntos muertos, pero sí un retraso de muchos años respecto a nuestro
país. Peor aún, cuando nos comparamos con países en que la naturaleza y la historia
ha sido tan pródiga como Argentina y que observamos que pasan años tras años y
son incapaces de hallar su destino, de verdad podemos decir que, a pesar de todo
tenemos nuestras ventajas. Y una de ellas, probablemente porque la naturaleza no
fue pródiga con nosotros, a lo largo de miles de años nuestra creatividad e
inteligencia se agudizó sino no habríamos podido sobrevivir.
El mero reconocimiento de esta creatividad por nosotros mismos significa
un avance en una sociedad que tradicionalmente se ha autoninguneado. El día que
logremos que esto se internalice en la mayor parte de los peruanos significará
simplemente el desarrollo.

1.1.4. LA RICA AUNQUE DURA EXPERIENCIA DEL PODER


Una de las primeras constataciones que respectivamente hicieron San
Martín y Bolívar en su periplo peruano fue la ausencia de experiencia política en el
10
país. Bolívar, en particular, que logró expulsar a los españoles en 1824 y por lo
tanto crear al Estado peruano fue muy lúcido (y duro) en relación a este problema,
el de la inexistencia de políticos mínimamente experimentados y capaces en el
manejo del poder y la cosa pública. La colonia nos dejó al respecto dos pesadas
herencias. La primera, la ya mencionada ausencia de experiencia en cuestiones de
poder. Como ya lo hemos señalado, si bien la élite criolla tuvo acceso a la riqueza,
su acceso al poder político fue secundario; hecho este último que se magnificó
paradójicamente con el acceso a la Corona española de la dinastía borbónica,
presuntamente liberal, que a lo largo del siglo XVIII, ejecutó deliberadamente una
política de cierrapuertas a la élite criolla. Si a esto sumamos que como producto de
la derrota de 1824, la mayor parte de la élite burocrática (hispana o criolla) emigró
del país, la situación real es que la república nació, más que otras repúblicas
latinoamericanas, sin el mínimo de cuadros políticos y burocráticos para conducir y
manejar la nave republicana. La colonia, de otro lado, nos dejó otra herencia, que
fue creada conscientemente por la Corona dentro de su estrategia de dominación:
una cultura sistemática de autofraccionamiento y autodisgregación. Esta cultura se
presentó constantemente desde los comienzos del proceso independentista y tomó
carne en la iniciación republicana. La misma élite política y social que le rendía
exagerada pleitesía a Bolívar, en sordina y maquiavélicamente, a sus espaldas,
trabajaba contra el Libertador.
En esas condiciones no sólo era imposible la estabilidad política necesaria
para el desarrollo nacional sino para lo que es la base de éste: el surgimiento,
desarrollo y consolidación de las instituciones políticas. De allí, la necesidad
histórica del militarismo post-independentista. De allí que, como correlato de esto,
también fuera imposible concretar -hacer realidad- el proyecto liberal que
sucesivamente proclamaron prácticamente todas las Constituciones políticas del
Perú, salvo la Vitalicia de Bolívar.
Pero en el largo proceso republicano, los peruanos, a golpes y a porrazos,
entre dictaduras, autocracias y democracias casi seudo liberales, hemos ido, en la
dura y escueta escuela de los hechos, aprendiendo a sacar conclusiones. Hoy día no
sólo sabemos infinitamente más de lo que supieron del poder un San Martín, un
Riva Agüero, un Bolívar, un Torre Tagle, un Sánchez Carrión, sino que -y esto no
constituye ninguna paradoja- también, hemos forjado mejores instituciones
políticas y hemos llegado a tener políticos muchos más capaces de lo que fueron
nuestros padres fundadores.
La mayor parte de peruanos de hoy refunfuñamos, y con razón, de la mayor
parte de las instituciones del Estado, y las consideramos incompetentes. Y
efectivamente lo son frente a los retos de competitividad que plantea la sociedad
moderna. Sin embargo, para comenzar existe una estructura burocrática extendida a
lo largo del país que es superior a la estructura burocrática prácticamente sólo
limeña que existía hace sólo un siglo. Asimismo, el Estado peruano ha acumulado
experiencias, procedimientos, instrumentos de movilización y uso de su poder, y lo
último, un conjunto nada despreciable de cuadros. Y en algunos puntos -imposible
negarlo- la excelencia toca sus puertas. Con esto no queremos negar ni
incompetencias del Estado e incluso involuciones: es difícil encontrar en la vida
republicana un Parlamento tan regresivo desde una perspectiva liberal como el
actual.
11
De todos modos, por la experiencia acumulada (incluidos los errores), las
personas involucradas dentro de ella, el conocimiento y la reflexión alcanzada, la
situación de la política peruana hoy ofrece más que ayer mayores perspectivas para
el desarrollo. Desde luego esto no significa que el Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS, no aprecie la larga coyuntura actual -que es de transición- con sus vacíos,
ausencias, errores, corrupción y hasta carencia de perspectivas.

1.1.5. EL ODIO A LAS AUTOCRACIAS Y A TODA FORMA DE


GOBIERNO DESPÓTICO
A pesar de lo indeseable de las autocracias y gobiernos dictatoriales a lo
largo de la vida republicana, felizmente, es posible hacer otra constatación: no
obstante lo repetitivo de la concentración ilegal del poder, siempre -rápidamente-
han fracasado estas experiencias. Los peruanos, a diferencia de otros países
latinoamericanos, nunca hemos aceptado estas formas de gobierno. Incluso, un
gobierno dictatorial dirigido por un hombre tan ilustre y con tantos merecimientos,
como fue el de Bolívar, no fue aceptado por los peruanos. Fracasaron Gamarra y
fracasó Salaverry. Fracasó Vivanco y sus pretensiones de despotismo ilustrado. No
fracasó Castilla porque como político verdadero supo que su éxito estaba en saber
conceder, sin dejar -claro está- de ser él mismo. Pero por olvidar esta lección y esta
cultura política peruana básica fracasaron Leguía, Sánchez Cerro, Benavides,
Odría, Velasco y Morales Bermúdez. La autocracia más larga que habido en la
historia peruana fue la de un civil, Augusto Bernardino Leguía Salcedo (1919-
1930); pero un día, sin que se diera cuenta, cuando él creía que aún estaba en la
cresta de la ola, cayó y ninguna mano se levantó para defenderlo. Consuelo
González Posada de Velasco, el 29 de agosto de 1975, el día que fue depuesto su
esposo, el general Juan Velasco Alvarado -por lo demás un hombre de coraje y
muchos merecimientos-, se preguntaba amargamente cuando ella prácticamente
sola tenía que cargar sus maletas al lado de su marido inválido en las puertas de
Palacio de Gobierno: “¿dónde están las masas que aclamaban a mi marido?”. Ella
no sabía que ésa era la lógica y el fin de las dictaduras en este país. Este Perú nunca
ha tenido un Gaspar Rodríguez de Francia como el Paraguay (que gobernó entre
1814 y 1840), un mexicano como Porfirio Díaz (1877-1911), un Juan Manuel de
Rosas (1835 - 1952) en Argentina. Menos, mucho menos el Perú aceptó un
Somoza, un Trujillo, un Duvalier. Quienes se sienten predestinados de la historia en
el Perú -acaso porque culturalmente no son peruanos- piensan que pueden durar
para siempre. Se equivocan terriblemente. El Perú no los aceptará y no habrá
seguimiento, persecución, soplonería y todo lo que quieran y puedan hacer. Un día
caerán y serán, como Leguía, exiliados para siempre de la historia. Lo que no saben
los autócratas y su séquito de eunucos es lo que bien sabía el novelista
norteamericano William Faulkner en su maravillosa novela !Absalón, Absalón!: que
afirma: “Hice todo cuanto me propuse hacer. Ahora podría detenerme si quisiera, y
nadie, ni siquiera yo mismo, podría acusarme de indolencia. Quizás sea éste el
instante que invariablemente elige el Destino para traicionarnos, pero la cumbre
nos parece tan sólida y estable que el primer paso de la caída permanece oculto
por un espacio de tiempo”. Es cierto, hasta ahora, los peruanos no hemos sido
capaces de hacer realidad la utopía liberal, pero tenemos, no como pensamiento o
reflexión sino como parte de una cultura casi atávica uno de los fundamentos para
12
su concreción: el odio intuitivo hacia las dictaduras y autocracias, a pesar que en
algún momento de crisis nos extraviemos.

1.1.6. EL RENACIMIENTO DE LA TENACIDAD PERUANA


Una de las cosas que permitió la intromisión hispana es la pérdida de la
tenacidad que había caracterizado a los hombres del Antiguo Perú. No por nada
esos hombres dejaron productos humanos tan esplendorosos que muy
tempranamente dejaban perplejos a observadores perspicaces como Cieza de León,
el príncipe de los cronistas. Esos maravillosos caminos empedrados que cruzaban
lo largo y lo ancho del país recién conquistado y que no se habían construido en la
Europa misma, a pesar de las ventajas técnicas que ésta poseía, no podían
explicarse exclusivamente por la agudeza creativa del hombre andino -aunque fuese
verdad también esto- sino, sobre todo, por una tenacidad ejemplar. Cuando
Pachacútec logra derrotar a los chancas que habían llegado hasta las proximidades
del Cusco; y decide construir con miles y miles de hombres anónimos, puliendo y
engarzando piedra tras piedra, con delectación de artífice, la maravillosa obra
eterna con la forma de un puma al acecho que hasta ahora es el Cusco, no hizo más
que durante veinte años, demostrar eso: una tenacidad inaudita. El sistema de
dominación colonial hispana no tenía ningún incentivo real para que esa tenacidad
continuase, perdiéndose, durante varias centurias lo que era, quizás, el más valioso
capital del hombre peruano antiguo. Es por eso que durante toda la colonia y buena
parte de la República no registran, a pesar de las obvias superioridades
tecnológicas, una obra semejante a las de las distintas culturas que sucesivamente
poblaron el Perú de nuestros ancestros.
Tanto es así que el coyunturalismo, el cortoplacismo, la inmediatez, el pan
del cada día, aparecieron como elementos constitutivos del alma nacional. La
tenacidad y el largo aliento desapareció de sus miradas. Pero, en las décadas
recientes, a pesar de la persistencia del coyunturalismo y de sus obvias fragilidades,
al ritmo que imponen la creciente urbanización y terciarización del país, ha
comenzado a surgir nuevamente una tenacidad, un sentido hondo de llegar con la
tarea hasta el fin. Cuando hablábamos de la creatividad e inteligencia del peruano y
nos referíamos a los miles de talleres que a lo largo y ancho del Perú, en distintas
partes de Lima y de otras ciudades del país, venían fructificando maravillosamente,
no podemos dejar de mencionar que uno de los elementos para esa creación era
justamente la tenacidad, de hombres que han olvidado en su quehacer diario, el
“venga usted mañana”, sino que acometen cotidianamente su trabajo hasta
terminarlo, o sabiendo que luchando día tras día van en algún momento tangible
alcanzar lo que se han propuesto. Esto se llama tenacidad y ya está entre nosotros.
Esto propiamente no ha llegado a lo político, probablemente porque la política fue
-todavía es- pasto de las clases que todavía no han sabido desembarazarse de la
herencia colonial; pero en la vida cotidiana de miles y miles de peruanos se advierte
un nuevo espíritu, una mirada de lontananza, una actividad constructora persistente.
La atávica tenacidad peruana está renaciendo, así no nos demos cuenta y seamos
escépticos.

13
1.2. PORQUE OBSERVAMOS QUE CON EL ESTALLIDO DE LA LLAMADA
III REVOLUCIÓN INDUSTRIAL, SE ACRECIENTA LA BRECHA ENTRE
LOS PAÍSES RICOS Y LOS PAÍSES POBRES
Nada de lo señalado anteriormente es ingenuidad. Sabemos nuestros déficit,
sabemos qué es exactamente lo que somos, sabemos qué momento pasa la sociedad
peruana y sabemos qué tiempo de la humanidad vivimos y cómo son de colosales las
diferencias con los países más desarrollados de la tierra.. Sabemos del modo tan
extraordinario como se viene desarrollando la ciencia y la tecnología en los países
altamente desarrollados. Diariamente periódicos y revistas, y no tan especializados, nos
atosigan con nombres de ciencias que casi nos es difícil comprender; nos dicen de tales
desarrollos en la electrónica cuántica, en las teorías de la información, en biología
molecular, en nucleónica, en ciencias marinas y submarinas, en ecología y, lo máximo, casi
lo indescriptible para pueblos como el nuestro, las ciencias espaciales. En base a estas y
otras ciencias, que ha implicado altísimas inversiones en la investigación científica y
tecnológica, se vienen desarrollando nuevas industrias que hace solamente unos veinte
años eran prácticamente desconocidas: la industria de la electrónica y de la computación,
que ya produjo cambios económicos, financieros, ideológicos y culturales en todo el
planeta; incluso para los países a quienes nos llega sólo el rebote de su importancia.
Asimismo, asistimos, asombrados, como ingresando en el reino de la ciencia-ficción, el
desarrollo de la industria genética, que amenaza condicionar la vida humana y la vida en
general pero también nos da la posibilidad de solucionar el hambre de la especie humana.
Estas sólo son dos nuevas industrias, pero mares y cielos son transformados como nichos
de nuevas industrias.
Todas estas industrias de la llamada tercera revolución industrial o de la tercera ola,
como la denomina Alvin Toffler, han dejado atrás, como chatarra del pasado, a industrias, a
las que los países atrasados de la tierra nunca hemos llegado o hemos llegado solo muy
marginalmente: los grandes circuitos económicos y financieros ya no van pasando tanto
por esas industrias que luchan por sobrevivir pero que ya son como dinosaurios del pasado:
la industrias petrolíferas, las acerías, los ferrocarriles, energía nuclear, la explotación del
carbón, las hilaturas, el caucho, las máquinas-herramientas. Curioso, se trata de una
modernidad a la que no hemos sido capaces de llegar como productores; y ya la
postmodernidad científica, tecnológica e industrial las va exiliando de la historia. Una
postmodernidad que pareciera estar tan, pero tan lejos.
Pero no es tan así, no es que olvidemos que las distancias son siderales, pero no
endiosamos todo esto. No olvidemos, en primer lugar, que la historia no se escribe de una
vez y para siempre. Si examinamos la historia de la humanidad vemos que grandes
sociedades del pasado transcurrido su momento de gloria tuvieron que dejar su lugar a
otras que tuvieron más méritos para suceder a sus predecesoras. Las grandes sociedades de
hoy no necesariamente serán las del mañana. No hay que olvidar esta necesarísima lección
de la historia. ¿Por qué no puede ser mañana nuestra sociedad una de las grandes
sociedades de la historia? Total ya una vez lo fuimos.
¿Además, por qué nuestro camino al desarrollo y al bienestar tiene que ser el que
siguieron y siguen los países hoy desarrollados? Si algo enseña la historia de la humanidad
es que el desarrollo no es unilineal, y que el desarrollo industrial puede tener muchas
puntas, muchas aristas. El problema para nosotros es saber escoger exactamente cuál es la
nuestra. No podemos dejar de apreciar y aprovechar el avance científico y tecnológico que
14
se va dando en el primer mundo, pero sabemos que no tenemos todas las posibilidades para
seguirlo al mismo ritmo. Aprovechemos todo lo que nos sea posible aprovechar, pero no
olvidemos que esa ciencia y esa tecnología es un espacio de creación, pero no es el único.
¿Podemos ubicar un espacio en que no sea imprescindible toda esa ciencia y esa
tecnología? Si, definitivamente sí. Si no simplemente la creación hubiera sido imposible en
las etapas precias de la humanidad. Este documento viene siendo creado en una
computadora, ¿pero podría haber sido escrito con pluma de ganso? Si. No olvidemos que
uno de los más grandes creadores de la humanidad -y lo sigue siendo hasta ahora- fue un
hombre llamado Aristóteles que vivió hace más de 2000 años y sus obras no fueron escritas
en papel porque éste no existía aún para la cultura griega. Y sus obras veintitrés siglos
después siguen iluminando a la humanidad.
De todos modos, estamos ya estamos en el tercer milenio, y existe, convenga o no,
un desarrollo esplendoroso de la ciencia. Analicémosla bien, y ubiquemos cuál de los
espacios de esa ciencia y de esa tecnología que podemos atrapar con los recursos que
tenemos ahora nosotros, y desarrollémosla. Ubiquemos cuál o cuáles son los nichos que
nos convienen y allí hacernos fuertes, porque debemos dejar para siempre esa cantaleta
estúpida de los neoliberales que sólo podemos desarrollar nuestras mal llamadas “ventajas
comparativas”, en el sentido de que sólo podemos ser exportadores de materias primas. ¿Y
por qué no intentar otras “ventajas comparativas”? ¿Por qué no podemos ser exportadores
de capital humano, de inteligencia, de servicios? ¿Por qué no biotecnología? Nada de eso
nos está negado. La cuestión es ubicar claramente qué es lo que nos conviene de la ciencia
moderna y desarrollarla a morir, cueste lo que cueste. Sabemos que los peruanos podemos
hacerlo. La capacidad creativa de los peruanos no tiene límites. Por ello, el Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS, afirma con absoluta convicción que las distancias
pueden acortarse e incluso anularse si nos decidimos a ello y tenemos un buen proyecto
para ello.

1.3. LOS ORÍGENES DEL ATRASO


El estado de postración de la sociedad peruana tiene muy larga data. Es producto de
una historia vivida a partir de 1532. Sin embargo, sin dejar de vislumbrar la lejana
causalidad histórica y las responsabilidades que nos competen a tirios y troyanos, es decir,
a todos; la responsabilidad principal -bajo la República- cae en las sucesivas dirigencias
políticas que con su sentido aristocratizante, su propensión a la corrupción, su ineficiencia
y su frivolidad, han sido los verdaderos causantes de la bancarrota. Este es un punto que
debe quedar bien en claro: no es que el capital extranjero y algunas potencias foráneas, las
clases dominantes peruanas y, por último, el peruano común y corriente -cualquiera de
nosotros-, no tengan ninguna responsabilidad en el atraso peruano. Pero la responsabilidad
principal es la política. Por lo tanto, los responsables principales, no importa su color
ideológico, han sido los políticos, por acción o defección. En particular, de los que fueron
gobierno. Hay que terminar con esa estrategia de los políticos de sacar los pies del plato o
para decirlo más en peruano con esa táctica del ladrón que grita “al ladrón, al ladrón...”
para evadir su responsabilidad.
En el siglo pasado, salvo algunos atisbos de reflexión política, lo cierto es que la
capacidad de proyectarse de los políticos peruanos fue muy deficiente por decir lo menos.
Hoy día recordamos la administración de Ramón Castilla como el primer gobierno
15
institucionalizado de la República, pero ¿hubiese existido esa mínima institucionalidad sin
la milagrosa intervención de la explotación del guano, que nos volvió ricos de repente y sin
que nadie, y menos que nadie el Estado, hubiese hecho algo por ello? De todas maneras, el
atraso era tan evidente y aunque quizás las exigencias y presiones sociales no fueran
muchas, salvo a través de explosivas e instantáneas revueltas campesinas, que algunos
peruanos se imaginaban los caminos de salida. Vistas las cosas con perspectiva, no hubo ni
mayor análisis ni mayor creatividad, y las salidas que finalmente se impusieron no fueron
pensadas por peruanos. Lo que hicimos nosotros, a lo máximo, fue darle un cauce, una
interpretación, una suerte de instrumentalización. No fue un gran progreso, pero al fin y al
cabo hubo un avance. No importa la bondad de las salidas, había gente que se preocupaba
porque ellas existiesen.
La generación encargada no sólo de hacer el gran mapa social, histórico y cultural
del Perú, la Generación del Centenario o de la Reforma, fue también la encargada de
imaginar un programa para el país. Fueron hijos del clima intelectual de la época, del
marxismo, de un cierto humanismo, del reduccionismo cientificista imperante en las
ciencias sociales, de una presunta debacle de la democracia y el liberalismo -creíble, por
otro lado: eran los tiempos triunfales de la Revolución de Octubre de 1917 y de emergencia
del fascismo-. Fueron hijos, a diferencia de sus antecesores, de una preocupación muy
sensible por la suerte de los desposeídos. El programa máximo del marxismo no tuvo
mayor suerte en el Perú, en tanto que el Partido Comunista del Perú devino muy
rápidamente en un partido colonial, un mero apéndice del Partido Comunista de la Unión
Soviética. Fue un partidillo de sirvientes y oportunistas, sin generosidad ni aliento
histórico. El Apra que, qué duda puede caber, implicó un mayor pensamiento nacional,
hubo una clara intencionalidad de Haya en pensar al país sin anteojeras; y hubo algunos
instantes magníficos en que lo logró. Pero fue eso, instantes, espacios claramente
definidos, pero en general su pensamiento, aunque laborioso y sistemático no fue más que
una lectura de América hecha con ojos europeos.
Del pensamiento de la generación del Centenario y de toda esa generosa pléyade de
hombres que poblaron nuestro continente nació un producto indeseado, a la postre. ¿Cuál
fue éste? El populismo. Ciertamente el populismo hunde sus raíces en los famosos
terroristas rusos narodniki. Pero el populismo latinoamericano no fue precisamente
terrorista, tanto que lo practicaron personas tan diversas como el militar brasileño Getulio
Vargas, el general argentino Juan Domingo Perón (aunque con un tufillo fascista), el
general peruano Juan Velasco Alvarado. Toda la historia del PRI mexicano, hasta tiempos
recientes, fue la del populismo. Populista fue Rómulo Betancourt y su Acción Democrática
en Venezuela. Populista fue también Pepe Figueres en Costa Rica. En realidad, a partir de
la década del treinta, e incluso hasta ahora, la historia de América Latina fue la del
populismo. ¿Sólo América latina? No, claro que no. Bien miradas las cosas, el mismo
pensamiento de John Maynard Keynes fue populista. Por ello, a fin de cuentas, todo el
New Deal de Franklin Delano Roosevelt fue populismo.. El populismo se enseñoreó en
Europa durante varias décadas hasta que apareció esa abeja reina que fue Margaret
Thatcher. Todo el socialismo fue populismo. El populismo reinó invicto en todos los
continentes, y parecía ... !tan progresista!
Pero, ¿qué es el populismo? El populismo es una doctrina y una cultura política que
tiene cuatro ejes fundamentales: el primero, que es preocupación del Estado la situación de
miseria de los pobres, por lo que se plantea una suerte de redistribución de la riqueza de
toda la sociedad a los más pobres desde el Estado. El segundo, es el nuevo rol que se
asigna al Estado, considerándose a éste como un factor adicional dentro de la economía y
16
de la producción: es la emergencia del Estado-empresario. Asimismo, en los países
atrasados el populismo adoptó dos características adicionales: la implementación de una
estrategia de industrialización sustitutiva que supere a la situación económica de meros
exportadores de materias primas. Y finalmente, la liquidación de un sistema de propiedad
de la tierra obsoleto y parasitario que frenaba el crecimiento del mercado interno. De allí
que una de las medidas populistas por excelencia fueran las reformas agrarias.
¿Cómo es que emerge el populismo? En los países desarrollados, es una reacción
concreta frente al explosivo desarrollo de un capitalismo que se montó sobre una infame
depauperación de las mayorías nacionales. En los países atrasados, como consecuencia de
la creciente pérdida de autonomización y ninguneamiento de estos países como,
consecuencia, a su vez, de la penetración del capital imperialista. De la presunta
concreción de las utopías justicieras e igualitarias y de la redefinición del rol del Estado a
partir de triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 que dio lugar al nacimiento de la
URSS. Por último, entre los principales antecedentes de esta emergencia no puede dejar de
contarse que el populismo es, históricamente, más que hijo de la Revolución de Octubre
de 1917 lo es de la más grande bancarrota del capitalismo, de la crisis de 1929 de Wall
Street, el crac de la Bolsa de Nueva York, que puso en capilla a la economía
norteamericana y mundial. Porque fue con populismo que se salió de la inmensa recesión
resultante de ese famoso jueves negro del 24 de setiembre de 1929. Cosa que con facilidad
olvidan quienes leen la historia por retazos y no por entero.
En resumen, la aparición del populismo era una consecuencia casi natural de una
situación de exclusivización de la riqueza en manos de unos pocos con la decidida
intervención del Estado para que esos pocos se enriquecieran más, cada vez más; dejando a
las mayorías de cada nación cada vez más pobres. Pero, los momentos previos a la
emergencia del populismo implicó una suerte de vigencia del laissez faire, laissez passer,
que hacía del Estado una institución raquítica, anémica e insolvente, incapaz de intervenir
en la solución de los problemas sociales en virtud de su insolvencia.
Las personas que tenían sensibilidad social no podían permanecer estáticos frente a
esta situación de pobreza generalizada que atenazaba a todas las sociedades, pobres y ricas;
desde luego más a las pobres. E imaginan el populismo. Y desde allí ya no se puede hacer
política sin populismo, sensibilidades sociales aparte: la lógica de la política de masas lo
impone. De Sánchez Cerro en adelante, pasando por Benavides, Prado, Bustamante, Odría,
otra vez Prado, la Junta Militar presidida por Pérez Godoy y Lindley, el primer gobierno de
Belaúnde, las dictaduras de Velasco Alvarado y de Morales Bermúdez, el segundo
gobierno de Belaúnde, el de Alan García, e incluso el gobierno neoliberal de Fujimori han
sido y son populistas. Claro está, cada cual con sus matices.
Sánchez Cerro para combatir los enormes efectos políticos de la prédica populista
del Apra no le quedó otro camino que ser populista; pero ya con Oscar Raymundo
Benavides (1933-1939) el populismo -así no se utilizase el término- toma ya carta de
ciudadanía en la política peruana. Pero el gobierno que lleva a su máxima expresión el
populismo es la dictadura de Juan Velasco Alvarado (1968-1975). Con él no sólo alcanza
su máximo esplendor el Estado-empresario sino que los sistemas de redistribución de la
riqueza vía el Estado alcanzan su mayor plenitud.
La crítica que tiene que hacerse al populismo no es a la sensibilidad social que
cargada, ya fuera ésta legítima o inducida por mero oportunismo. La crítica debe ir a sus
defectos que nunca fueron advertidos a tiempo. El populismo carecía de una suerte de
17
pensamiento económico. ¿Qué queremos decir con esto? El populismo careció de un
proyecto económico-productivo, es decir de una lectura hacia el futuro de cómo hacer, de
verdad, crecer las fuerzas productivas del país. En nuestro país, definitivamente, y los
hechos son tozudos, cincuenta o sesenta años de vigencia del populismo, no han implicado
un crecimiento real de nuestro aparato productivo. En todo caso, el proyecto económico-
productivo del populismo fue absolutamente deficiente, y no cortó todas las malas amarras
con el pasado. Un proyecto de industrialización cuyo crimen no fue basarse en el mercado
interno sino en una industria de consumo final sobre protegida de pies de barro, que
garantizaba sobre ganancias fáciles a los empresarios, mientras lentamente se iban
minando las bases económicas y productivas del país. Aparentemente, la industrialización
inducida por el populismo fue un paso adelante, a la vieja (y ahora resucitada) teoría de las
ventajas comparativas, una superación de aquello que produzcamos en lo que
aparentemente tenemos más ventajas, y que eso se concretaba en que fuésemos
productores de materias primas mientras que los países desarrollados tenían más ventajas
comparativas como productores de bienes industriales. Pero, era una industrialización
regresiva, montada sobre pies de barro. Era una industrialización dólar-adicta, que se
consumía los pocos dólares que producía una cada vez más anémica estructura productiva
exportadora primaria. Y que ponía las bases para una crisis intermitente en nuestras
relaciones económicas internacionales. Por último, era una industrialización de tercera no
sólo porque era super dependiente de los avances científicos y tecnológicos de los países
desarrollados, sino nos limitábamos a ser casi productores de bienes de consumo final.
Siempre, todo el tiempo, hizo falta un gran proyecto industrializador, dentro de un
proyecto nacional, que ensamblase orgánicamente desde y para el Perú, la industria que
necesitaba el país para proyectarse al desarrollo.
Cuando se imaginaban transferencias desde el Estado a la sociedad nunca surgía la
pregunta sí el Estado tenía los recursos para enfrentar esas transferencias. De allí que el
Estado permanente y crecientemente estuviera sumido en una situación deficitaria. ¿Cómo
se saldaban estas desigualdades? De dos modos: de un lado, con lo que Pedro Beltrán
denominaba la “maquinita”, la emisión inorgánica de dinero. Masas monetarias sin
respaldo real inundaban la economía. De allí al desencadenamiento de cada vez más
acelerados procesos inflacionarios sólo había un paso. De otro lado, a pesar del
nacionalismo que presuntamente marcaba al populismo, éste no implicó una ruptura
cultural y política con el pasado: no cortó con la cultura colonial de la subsidiariedad
colonial. No cortó con el mito de la llamada “ayuda exterior”. El populismo pretendió
hacer desarrollo nacional a partir de una siempre -allí está toda la historia de la República
para confirmárnoslo- onerosa política de endeudamiento externo. Nunca el populismo fue
consciente que jamás íbamos a desarrollarnos endeudándonos, pues, al final siempre se
paga muchísimo más de lo que se recibe, tanto es que, al final, los verdaderos exportadores
netos de capital -por una suerte de maldita paradoja- han resultado no los grandes países
desarrollados, los prestamistas, sino los países desheredados de la tierra.
Tampoco, el populismo peruano tenía un análisis cultural cuando imagina y
concreta el Estado-empresario. Toda la cultura de las élites políticas y el modo cómo han
usufructuado las clases dominantes al Estado peruano, podían hacer ver que el Estado-
empresario iba derecho al fracaso, a la corrupción, a la dilapidación de los recursos. El
Estado-empresario más bien se asimilaba a la tradición política del Estado clientelista, de
ese Estado no sólo que redistribuía favores entre sus allegados, sino el Estado como el
principal ofertante de empleo del país. Ello, sin importarle su economía y la del país. En
18
resumen, es probable que el Estado-empresario pudiese funcionar en otros países que no
fuesen el Perú, como en efecto ha sucedido. Es una frivolidad inexcusable decir que en
toda circunstancia el único norte que tiene el Estado-empresario es el fracaso, como si la
empresa privada hubiese sido en todo lugar y en todo tiempo, sinónimo de excelencia.
Todas estas estructuras ideológicas no pudieron haberse concebido sino es al
amparo de un falaz reduccionismo economicista, que nunca fue consciente que el
verdadero motor del desarrollo (o del anti-desarrollo) no es el capital financiero o cualquier
otra variable económica, ni siquiera la mera redistribución de riqueza -allí está el fracaso
de la reforma agraria para confirmárnoslo; sino el hombre mismo. Nunca fue consciente el
populismo que el verdadero capital a conseguir y a desarrollar era el capital humano. Y que
la única manera como desarrollar ese capital humano era mediante la educación; pero el
populismo jamás llegó a entender que la educación no era consumo sino inversión, cuyos
réditos, ciertamente eran de mediano y largo plazo, pero que no había -no hay- otro
camino para el desarrollo. Este populismo que se dio al mismo tiempo que no sólo se daba
un cambio en los patrones demográficos con su crecimiento poblacional acelerado y su
también acelerado proceso de urbanización y de exigencias educacionales masivas,
ciertamente ofreció al país la respuesta más masiva de educación que se haya ofrecido al
país a lo largo de toda su historia. Después del populismo, se puede decir que
prácticamente uno de los flagelos del atraso, el del analfabetismo, en los hechos
prácticamente ha desaparecido, tanto que, incluso, sin que el Estado intervenga dentro de
una generación no habrá ya analfabetos en el país, pues la mayor parte de los analfabetos
existentes hoy día son mujeres campesinas mayores de edad. Educación masificada, sí,
pero ¿qué clase de educación y qué tiene que ver esta educación con los retos más
competitivos de la sociedad humana actual? Ante el crecimiento masivo de demanda
educacional, el Estado populista optó por lo más fácil, redujo las horas de estudio de los
escolares, con el fin de utilizar doblemente la misma infraestructura educativa, al mismo
tiempo que en los hechos se desentendía de este problema. Hasta antes del velasquismo,
por ejemplo, los estudiantes de primaria y secundaria recibían diariamente 1260 horas
anuales de clases; luego a partir de algo que muy pomposamente se llamó Reforma
Educativa, los estudiantes recibían sólo 825 horas lectivas anuales, una pérdida de casi el
35% en relación a su generación inmediata. Entre muchachos de muy escasa diferencia de
edad se produjo irresponsablemente un corte y una significativa caída en la calidad de la
educación. Hoy día el estudiante peruano de educación básica regular está muy por
debajo ya no digamos del Japón, sino de Bolivia y el Ecuador, sólo en lo que se refiere
a esta variable, de horas lectivas. Definitivamente, la educación que hoy recibe el
estudiante de los sistemas públicos está hoy muy por debajo de la que recibían las
generaciones anteriores. Si a esto se suman factores tales como que el maestro ha visto
como se ha reducido la capacidad adquisitiva de su salario, la incapacidad de la clase
política por reformar integralmente el sistema educativo basado en una relación pasiva
profesor- alumno, etc., la situación del capital humano es realmente desoladora; y sin
ninguna perspectiva en la actualidad. La universidad peruana que debía ser la que debía
haber hegemonizado todo este proceso de cualificación del capital humano, ha sido tratada
de la peor manera por las sucesivas élites gobernantes de signo populista. Hoy día el Perú
tiene más universidades que Francia, pero, ¿qué universidades, por Dios! La universidad
peruana es una productora no de profesionales sino de títulos universitarios que no se
condicen para nada con las exigencias del mercado; de allí que lo que mayormente está
produciendo esta universidad es generaciones enteras de taxistas -o similares- con título
universitario (y con toda la frustración que ello supone). En resumen, poco afortunado es el
balance que puede ofrecer el populismo en su paso por la educación peruana.
19
Lo paradójico y dramático del populismo es que a pesar de sus intenciones y de su
práctica, el de transferir recursos de toda la sociedad vía el Estado a los más pobres se dio
un atroz fenómeno regresivo: la estructura del ingreso en lugar de democratizarse por el
contrario se concentró cada vez más. El populismo no pasó su principal prueba de fuego,
pues como consecuencia de las prácticas populistas los pobres devinieron en más pobres y
los ricos en más ricos. El país se empobreció. Creció apabullantemente la deuda
externa.
1.4. EL NEOLIBERALISMO A LA PERUANA
El fujimorismo no puede entenderse sin tener en cuenta tres cuestiones básicas y
que le son previas a su existencia misma: (a) el régimen de Alan García Pérez (1985-1990)
que no sólo llevó el modelo populista hasta sus últimas consecuencias, sino que todo el
sistema político general peruano y sus enormes ineficiencias fueron también llevados hasta
sus últimas consecuencias; de un desmadre en todos los terrenos de la vida social,
espoleados, además por el auge del terrorismo. Frente a esta suerte de antigobierno,
cualquier cosa definitivamente iba a ser mejor (y tener legitimidad) al más infeliz gobierno
de toda la historia republicana. (b) Pero no sólo se trataba de una crisis de gobierno, o de
una crisis del Apra, el Perú en 1990 (y desde antes) se enfrentaba a una crisis generalizada
del sistema de partidos políticos, de todos, de izquierda a derecha. El cambio dramático
que se dio fue que este hecho fue asumido, espontáneamente, por las mayorías nacionales,
que buscaron, como en una cita a ciegas, una salida, cualquiera, pero que no fuese la que
representaban los partidos tradicionales. Fujimori, sin duda, sin proponérselo, estuvo, para
su suerte, en el sitio exacto y en el momento exacto. (c) Pero, además, el régimen de
Alberto Fujimori surge en medio de una oleada victoriosa de la ideología neoliberal, sin
que, de modo general, la intelectualidad -y no sólo la nacional- tuviese capacidad de
respuesta frente al disparate intelectual y esa enorme confusión histórica que es el
neoliberalismo. Como bien lo entendió Mario Vargas Llosa ante la inminencia de su
derrota, al interior del país, si bien el célebre novelista perdió la batalla política, ganó la
batalla cultural. Mario Vargas Llosa derrotó al populismo. De allí, que a Alberto Fujimori,
hombre pragmático pero de pocas y elementales luces, no le quedó otra alternativa que ser
neoliberal; lo que no quiere decir que consideremos el pensamiento de MVLL como
neoliberal, así tenga una enorme cantidad de coincidencias con ese pensamiento.
La emergencia del fujimorismo fue una salida espontánea y no pensada de un
proceso de respuesta a la crisis secular. El fujimorismo neoliberal alcanzó una ejecutoria
que se resume en la virtual derrota del terrorismo y una serie de éxitos en la aplicación de
su política económica. Y esto sin duda debe ser relevado y sobre todo asumido. El
pensamiento populista no tuvo como si lo ha tenido el neoliberalismo una clara conciencia
de los nocivos efectos del déficit fiscal para un proceso inflacionario, y de los gravísimos
efectos para la economía y la sociedad entera. Esto debe ser definitivamente asumido por
las futuras clases políticas peruanas: no se debe consumir más de lo que se produce.
Sin embargo, a pesar de esto, persisten y se han profundizado los males de una
producción que no corre pareja al ritmo del crecimiento acelerado y transformación de la
economía mundial, y sobre todo al ritmo que le exige el bienestar de las peruanos; persiste
y se ha profundizado, hasta niveles inimaginables, el desempleo; persiste y se han
agudizado las horripilantes condiciones de existencia de la mayor parte de los peruanos.
Los propagandistas del fujimorismo nos quisieron hacer creer que el progreso sólo es
cuestión de tiempo. Esto no es cierto. El paradigma neoliberal puede ofrecer salidas en el
20
corto plazo, pero como paradigma de desarrollo nunca, en ningún espacio y tiempo,
funcionó. Los éxitos del fujimorismo fueron frágiles y, lo que sí fue cuestión de tiempo
-porque se lo permitimos- es ver desplegar la hidra de sus males.
Esto se pone de manifiesto cuando observamos la aguda persistencia del atraso
en nuestro país, y no obstante que en los tiempos recientes se observan una serie de
“éxitos”, nada indica que el lento crecimiento de la producción y la agudización del
problema del empleo vaya a modificarse. Porque justamente esos éxitos tienen costos
objetivos: el desempleo abierto pasó de 523,690 desempleados en 1990 a ......................
en 1995; la reducción de 1’336,591 de peruanos con ocupación plena a sólo
................... en 1995; y que los peruanos en extrema pobreza hayan pasado de
7’000,000 en 1990 a casi 15 millones en 1995; que el ingreso nacional haya sufrido
una brutal contracción que implica que el 49.3% del ingreso se concentre en
utilidades, mientras que a remuneraciones vaya sólo el 19.9% del total. Que ya no
sólo se estaba incubando una gravísima crisis en las cuentas externas sino que la
misma producción entró a partir de abril del año 1995 en una onda recesiva.
¿Cuáles son las raíces de los principales déficit del fujimorismo? Primero, ausencia
general de programa. Fujimori entendió y sobre todo asumió sin mayor capacidad de
internalización, debido a su limitadísima formación teórica, algunas elementales ideas del
modelo neoliberal, pero fue incapaz de una lectura de los principales problemas peruanos.
Asimismo, su entorno creado, apresuradamente y sin mayor trayectoria, salvo en algunos
escasísimos casos, de formación tecnocrática y empresarial (que de todos modos es
insuficiente para entender este país y proyectarlo hacia el futuro), ha sido incapaz de crear
un proyecto más o menos sistemático y coherente y sobre todo que se dirigiera a solucionar
los problemas del país y sus habitantes. En realidad, el neoliberalismo no es ni siquiera un
modelo, una teoría, es un conjunto de dogmas cuasi religiosos, que nunca se han aplicado
en ninguna parte del mundo, salvo incluso de un modo deformado en muy recientemente
en países como el nuestro, Argentina o México. Pero no más: la historia de Chile o de los
tigres del Asia le debe muy poco al neoliberalismo.
El segundo déficit del fujimorismo fue su incapacidad para entender la importancia
de la concreción de la utopía liberal, es decir, de la libertad y de su correlato necesario, la
democracia, como de uno de los elementos básicos para el desarrollo de la humanidad, a
partir de la modernidad. Definitivamente, el régimen político que encabezara el japonés
Fujimori no es liberal: el liberalismo no sólo supone que los representantes de la
ciudadanía sean elegidos por ella sino, lo es de suma y crucial importancia en la utopía
liberal: que hay una serie de campos del individuo que de ningún modo pueden ser
afectados por la acción del gobierno, así éste haya sido elegido por las mayorías. La
democracia, a fin de cuentas, no es el gobierno de las mayorías, sino el respeto de los
derechos mínimos del individuo. El gobierno no puede hacer lo que se le da la gana sólo
por el hecho de ser mayoría. Comenzando, que no puede violar impunemente la ley, como
repetidamente lo hizo el gobierno. Cuando hacía esto el fujimorismo, daba cartas para la
anarquía y el desgobierno.
Tercer déficit, incapacidad para romper con tradiciones culturales políticas
anteriores. De un lado, si bien se advierten, tal como lo exigen las instituciones
internacionales que promueven al neoliberalismo, un cierto sentido de largo plazo, el
fujimorismo esencialmente fue cortoplacista. De allí, sus marchas y contramarchas. De
otro lado, el fujimorismo, sin mayor programa general, siguió haciendo populismo aunque
ciertamente sobre mejores bases, aunque sean estas coyunturalistas. Muy buena parte de 21
su
aceptación (aunque decreciente) en la ciudadanía se debía justamente al populismo.
Finalmente, el fujimorismo, como la vieja tradición política republicana no supo cortar con
el sentido subsidiario en relación a la deuda externa; de allí que irresponsablemente
hayamos seguido y que la deuda la paguen los que vengan.
Cuarto déficit, corrupción generalizada y sistemática. La corrupción en el sistema
político del país no es nada nuevo, desde que en los gobiernos de Castilla y Echenique se
dio paso a la dolosísima llamada “consolidación de la deuda interna” en detrimento del
Estado peruano y en favor de unos pocos cercanos al poder. En este siglo, bajo la otra gran
autocracia peruana, la de Leguía, se instauró un régimen absolutamente corrupto. En
verdad, ningún gobierno peruano -quizás uno que otro gobernante-, se salva del estigma de
la corrupción. Ni el actual, conducido por Toledo. Pero, ya desde hace una cierta cantidad
de años, la corrupción venía deviniendo en metástasis, pues comenzó a invadir todos los
poros de las jerarquías del poder. Quien más lo intentó fue el régimen de Alan García, pero
este hombre negado para la moral, bien examinadas las cosas, a la postre ha demostrado
que no fue más que un pirañita, un ladronzuelo de baja monta. Quien examine las
acusaciones que se le hicieron utilizando a un delincuente, el tristemente célebre Siragusa,
y las relacionadas con Alfredo Zanatti; fácilmente comprobará que Alan García era un
ladrón, sí de eso no hay duda. Pero más específicamente era un ratero. Gravísimo porque
era el primer mandatario de la República. Pero sus peores delitos fueron otros.
Con el régimen de Fujimori asistimos a la corrupción generalizada, en que ya no
son raterillos de palacio. No se trata de mafias organizadas y que corroen todo el
organismo político. Será muy difícil encontrar un alcalde, un alto funcionario, un ministro,
un decano de facultad, un rector de Universidad, un simple responsable de una oficina de
abastecimientos de cualquier instancia gubernamental que no esté metido en la coima, en el
“cómo es”, “cuánto hay”. Mínimo, los contratistas de obras tienen que pagar el diezmo
(10% del valor de la obra o de la compra) sino es más. Y si esas compañías contratistas
están ligadas directamente a los altos funcionarios del Estado. La Compaña J & J Camet,
creada y fundada por el ex - Ministro de Economía y Finanzas Jorge Camet Dickman -y
existieron pruebas fundadas de esto-, contrató impunemente con el Estado. Pero, maravilla
de maravillas, J & J Camet ya no era del responsable del MEF. Ahora es de sus hijos. Y los
negocios siguen. Desde luego, para no hablar que por primera vez en la historia del país se
encuentran ligazones del narcotráfico con altos personajes del gobierno.
¿Y el control? Funciona a las mil maravillas para que este sistema masivo de
corrupción se mueve bien aceitado. Nunca el poder judicial fue tan ineficiente y corrupto,
después de una gigantesca poda, dedicado a perseguir a los raterillos que un sistema social
que no funciona inevitablemente produce. Nunca la Fiscalía de la Nación fue tan
ineficiente y corrupta. Nunca la Contraloría General de la República fue tan ineficiente y
corrupta. ¿Y la labor fiscalizadora del Parlamento? Martha Chávez hizo, desde la
Presidencia de la Comisión de Fiscalización, una práctica de experta para evitar que se
investigase todo signo de corrupción.
No cabe duda que el fujimorismo tuvo a su favor, a diferencia de los gobiernos que
lo precedieron, una alta legitimidad, cuestión nada desdeñable si consideramos que
prácticamente recibió apoyo en toda su gestión. Cuestión que de otro lado, aunque no niega
la intuitiva sagacidad política de Fujimori y de su entorno, no se debe exclusivamente a
ello, sino también a una serie de hechos externos al ex Presidente. Pero, es obvio que su
tiempo histórico se le acabo.
22
¿Podría, quizás, pensarse que el fujimorismo pudiese haber dado un viraje radical,
no, naturalmente, para reeditar populismos descartados por la historia, sino para iniciar un
proyecto trascendente que rompa las tuercas del pasado y enrumbe al país al desarrollo?
No, ello es imposible. La primera razón de esa imposibilidad porque el liberalismo a la
peruana es producto de una compleja y poderosa coalición de intereses fácticos que no
renunciarían a los beneficios que les ha reportado el fujimorato; entre otras cosas, porque
la desaparición de este régimen político, en algunos casos podría implicar para algunos de
estos intereses segmentados su desaparición o su derrumbe o quizás cosas peores. Si
Fujimori se hubiera atrevido a hacer eso, el Presidente habría sido “renunciado” por esos
intereses económicos (nacionales e internacionales), ideológicos (sobre todo
internacionales), militares y en menor medida, políticos. Tampoco fue posible un eventual
viraje radical porque el fujimorismo al asentarse en poderosos intereses fácticos pero de
escasa presencia política y social y también en un hondo e inconsciente deseo espontáneo
de las mayorías hacia el cambio, se sustentó siempre en su negativa a fundamentar su
hegemonía política en la creación de una institucionalidad política (partidaria) solvente,
sistemática, enraizada en la sociedad civil. Es obvio que esta alternativa política -la no
institucionalidad política- era la que era ad-hoc al proyecto autocrático (aunque eso de
decir “proyecto” es un exceso: Fujimori fue un autócrata por temperamento y convicción
no por reflexión), pero ya le fue demasiado tarde para crearla, si ello hubiera entrado en los
propósitos de Fujimori.
Y esto por una tercera razón, que es la más importante: el tiempo histórico de
Fujimori, como ya lo señalábamos líneas arriba, comenzó a agotarse y esta vez sí
irremisiblemente. Página atrás demostrábamos que una de las características de la
personalidad política republicana del país es su aversión a las autocracias en términos de
largo plazo. No interesa para ello si el autócrata está haciendo bien las cosas -hipótesis
negada desde nuestra posición: la autocracia o cualquier forma de dictadura pueden hacer
algunas cosas bien pero intrínsecamente es mala-, pero de acuerdo a esa personalidad
política peruana hay un instante de quiebre y de ruptura en que de la legitimidad amplia,
irrestricta, de masas (la aceptación y adhesión generalizada) se pasa a la ilegitimidad (el
repudio y el rechazo creciente). Esto ya se dio irreversiblemente en el caso de Fujimori.
1.5. NADA DE ESTO, CIERTAMENTE, IMPLICA EL RETORNO DE LAS
ANTEDILUVIANAS FIGURAS DE LA VIEJA POLÍTICA
Todo lo anterior que es una crítica y una recusación severa al fujimorismo, también
lo es al Toledismo. Por ello, para el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, es claro que
el régimen que encabezara Alberto Fujimori ya fracasó y que debe ser exiliado de la
historia. Lo mismo que al actual régimen. Pero, al mismo tiempo el Partido Nacional
PERÚ PARA TODOS, es muy claro en considerar que la superación del fujimontesinismo
y toledismo no puede simplemente consistir en una vuelta a lo viejo. Un regreso al viejo
sistema político. Ni a sus instituciones, sus paradigmas y sus culturas. Y en esto el Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS, es radicalmente intransigente. En ningún momento
transará o negociará con los responsables seculares de la bancarrota peruana, tomen los
nombres que tomen o cambien de rostros para seguir asiendo lo mismo. Desde 1989
estamos viviendo un período histórico en que la sociedad peruana se orienta hacia la
concreción de un nuevo sujeto político, bajo el que nuestro país le cambie la tuerca a la
historia, enrumbándose por una modernidad cuya meta sea el bienestar para todos. Ese es
el objetivo histórico del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS.

23
Ese nuevo sujeto político no puede ser la vuelta de los viejos rostros de la vieja
política peruana. Muchos de estos rostros no son precisamente físicamente viejos, y como
hace poco lo recordara uno de ellos, Agustín Haya, son todavía gente con muchos años
por vivir por delante. El Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, no tiene una visión
física de lo viejo. Son viejos no porque hayan o no sobrepasado la cincuentena de años,
sino porque la política que hicieron y hacen es la política del pasado, la política del
aristocratismo, del particularismo (en provecho propio) y la política de la ineficiencia. Para
que no hayan dudas, los vamos a señalar con sus propios nombres, y no nos referiremos ni
a los Belaúnde –que ya no está- ni a los Bedoya –que ya es caduco- , porque la vida ya les
señaló sus límites físicos . Creemos que la vuelta a la democracia y la emergencia de un
nuevo sujeto político no debe contar con nombres como los Diez Canseco (ni con Javier, ni
con Raúl ni con Pancho). Son relativamente jóvenes pero son la vejez política andando.
Tampoco, cuentan un Borea Odría, no sólo porque no tiene ninguna capacidad para un
liderazgo trascendente, sino porque su currículum vitae lo hace poco recomendable.
¿Cómo es posible que allí pudiésemos encontrar a un hombre todavía joven pero de una
trayectoria prístinamente sinuosa como Ángel Delgado? ¿Deberemos olvidarnos que este
Ángel Delgado fue Secretario del Ministerio de la Presidencia bajo la gestión de Juan
Carlos Hurtado Miller, el hombre que encabezó el Gabinete de Ministros que decretó el
shock de 8 de agosto de 1990? ¿Pretenderán que se acepte allí a un Henry Pease García y
que nos olvidemos que después de conversar con Alberto Fujimori en los días previos a la
ascensión de éste a la Presidencia de la República en 1990 comprometió a su Partido, el
Movimiento Democrático de Izquierda, tanto que la primera Ministra de Educación de
Fujimori fue Gloria Helfer, militante de ese partido, y por lo tanto corresponsable de la
implementación de la política neoliberal con Fujimori? ¿Seguiremos asistiendo a
personajes como Javier Diez Canseco en su papel de celestina de siempre, prohijando
alianzas que después él era el primero en torpedear? ¿Será nuevo sujeto político este hijo
de la aristocracia republicana que hablaba y hablaba de “violencia revolucionaria” cuando
lo único que quiere ser sempiterno Senador de la República y ahora Primer Mandatario?
En fin para qué seguir, la lista puede ser y de hecho es interminable.
Pero no sólo no pueden estar por su pasado. No tienen hoy nada que ofrecerle al
Perú. Y desde luego, esto es todavía más importante para el Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS. Toda esta gente y todos sus similares, conocidos o no, viejos, semiviejos,
o semijóvenes, no sólo siguen con la misma cultura política de siempre. Siempre con su
mirada puestas en las “personalidades” (no decimos liderazgos), siempre el mismo
aristocratismo de siempre, siempre el mismo particularismo de siempre, la misma repartija,
el mismo cuoteo, la misma doble moral: si Fujimori maltrata a los ambulantes mal, si
Andrade Carmona hace lo mismo, silencio absoluto; si Fujimori expulsa trabajadores mal,
muy mal; si Andrade Carmona hace exactamente lo mismo, y peor, con los trabajadores
municipales, aquí no pasó nada. Pero, sobre todo, aunque lo anterior no es nada
desdeñable, la misma ineficiencia de siempre, como si nada hubiera pasado, como si sus
viejas ideas no hubieran sido descartadas por la historia. Con su mismo populismo de
siempre, con su falso nacionalismo que nunca creó Nación. Detrás de todas estas vejeces
del pasado no existe ninguna nueva lectura del país, ningún proyecto histórico, siempre el
mismo corporativismo que atascó a los pobres del país.
Puede el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, estar de acuerdo que Toledo
debe irse ya, ahora; pero cometería traición a sus ideas, a su postulado de un nuevo sujeto
político, a su característica fundamental de que antes de ser un movimiento político es un
24
movimiento cultural, si escondiéramos que detrás de determinados antifujimoristas,
antitoledistas -la Oposición le dicen- se esconde lo más viejo y más manido de la política
peruana. Nuestra ineluctable posición histórica es votar en masa contra ellos.

Capítulo II

¿QUÉ ES EL PARTIDO NACIONAL PERÚ PARA TODOS?


Antes de entrar en el terreno propiamente de las definiciones consideramos esencial
hacer algunos deslindes previos. Una de las preguntas más recurrentes que se le hace al
Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, es cuál es su definición en relación a la tríada
ideológica izquierda-centro-derecha. Frente a eso deberemos responder que es una
pregunta producto de la costumbre, pero que responde a una mentalidad ya ahistórica. La25
política existe en la historia de la humanidad ya desde hace algunos milenios, desde que el
hombre se convierte en un zoom politikon, pero no siempre ha estado marcada por esta
división ideológica, que es producto de una modernidad que ha durado trescientos años. Y
conviene recordarlo que incluso como nombre tiene una aparición absolutamente
anecdótica del mismo modo que el terrible término bolchevique tuvo una aparición
puramente circunstancial. El término bolchevique en ruso significa solamente mayoría en
tanto que menchevique significa minoría. ¿Cómo aparecen estos nombres? De una
situación absolutamente casual: en el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata
Ruso que se realizó en Londres en 1902 los partidarios V.I. Ulianov Lenin fueron la
mayoría en ese Congreso, mientras que los partidarios de Plejánov y Martov fueron la
minoría. Una situación absolutamente casual definió un término que después adquirió
tremendismo. ¿Cómo aparecen los términos de izquierda-centro-derecha? En la
Convención Nacional que surgió con la Revolución Francesa, los jacobinos, que eran el ala
radical de esa Revolución (y que tomaron ese nombre porque su local quedaba en el
convento de los jacobinos) se sentaban en el ala izquierda de la sala en que funcionaba la
Convención; los de la Gironda que también querían un cambio radical en la sociedad
francesa pero que no comulgaban con la orgía sangrienta en que había devenido la
Revolución se ubicaban en la derecha; los de la Llanura, que era una masa asustadiza e
indiferenciable estaban colocados en los asientos del centro. Difícilmente, se podría decir
que los jacobinos pudiesen asimilarse en algo de lo que posteriormente, desde el punto de
vista ideológico, se ha llamado izquierda. Por ejemplo, desde el ala jacobina surgió la
política antisindical que también signó a la Revolución; algo sin duda que si los
juzgáramos desde la perspectiva que tuvo la izquierda incluso antes de Marx no sería nada
congruente.
Pero más allá de lo anecdótico, lo cierto es que a partir de la revolución, y más
específicamente a partir del pensamiento marxista, la división ideológica aludida tomó
carta de ciudadanía. El problema es si la tomó para siempre. Para el Partido Nacional
PERÚ PARA TODOS, no es así: fue una división histórica que ya ha perdido su razón de
ser. Se ha vuelto ahistórica. Y por varias razones, algunas de ellas ideológicas, otras de
carácter histórico.
Es claro que dejando de lado a la Gironda que tuvo en sus filas algunos nombres
resplandecientes como los de Condorcet o Madame Roland, la derecha posterior fue una
postura ideológica que más que defender el desarrollo de la democracia y del capitalismo,
lo que hizo fue justificar una concentración abusiva de la riqueza y del poder político en
manos de una reducida minoría y una persecución de la sociedad civil en buena parte de
sus expresiones. Estos son hechos históricos concretos y tuvieron en su momento sus
justificaciones ideológicas. La derecha representó definitivamente un pensamiento
retardatario que iba en contra de las ruedas de la historia. La lucha ideológica que se dio a
posteriori de la Revolución Francesa hizo aparecer a la derecha (y al centro) como cuasi
sinónimos de democracia, en tanto que la izquierda y el socialismo, y más específicamente
el marxismo, hicieron profesión de fe de la antidemocracia. Los hechos históricos, sin
embargo, no son tan toscos. Ciertamente no es el marxismo quien ideológicamente
defendió el principio de la libertad ni el ideal democrático, pero en la férrea lógica de los
hechos, la consolidación y ampliación del sistema democrático, por esas incongruencias de
la historia, fue más obra, aunque no exclusivamente, más de socialistas y marxistas que de
derechistas. Así estos últimos hicieran elogios encendidos de la libertad. Así, pues, muchas
de las virtudes que hoy admiramos en la democracia hayan sido impulsadas justamente por
26
quienes más la negaban. El capitalismo que vemos hoy día en los países del primer mundo
debe mucho a la abnegada y sacrificada labor que desarrollaron una enorme cantidad de
militantes socialistas que lucharon indesmayablemente por el respeto del derecho de
agremiación, contra el racismo, por las reivindicaciones de los desposeídos, por la causa
feminista, etc. En resumen, en muchos países, sobre todo en Europa, el socialismo jugó un
rol central en lo que es la base de la democracia: el desarrollo de la sociedad civil.
Todo el inmenso trabajo desplegado por los socialistas en ese desarrollo de la
sociedad civil que en última instancia es lo que explica el capitalismo (y sus avances) que
podemos observar hoy, y que, desde luego, no es el que vivió, por ejemplo, Marx; no
obvia, sin embargo, que la ideología esencial de la izquierda, el socialismo y el marxismo
(dibujados en gruesos trazos en este apretado resumen) no fue democrático. Dos ideas que
signaron al marxismo (de Marx) fueron la idea de la clase obrera como única hacedora de
la historia y su consecuencia lógica, la dictadura del proletariado; y asimismo, la de la
violencia como partera de la historia. Qué duda cabe que el socialismo que fue la ideología
de la izquierda durante varios siglos la que interpretó utópica o “científicamente” mejor
que nadie los deseos de justicia y equidad que siempre ha marcado a la especie humana.
Pero cómo bien se sabe, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
El socialismo real (y sus postulados ideológicos previos) postularon, valga la
redundancia, por una gigantesca y absurda contradicción intrínseca, no precisamente la
socialización del poder político y de los bienes terrenales, sino exactamente todo lo
contrario. Si el capitalismo de los siglos XVIII y XIX implicó una feroz concentración del
poder político en manos de una clase, la burguesía, el socialismo marxista implicó una
concentración aún mayor, aguda y degradante: la concentración del poder político en
manos de un partido único, que de proletariado sólo tenía el nombre, porque era la
concentración del poder en manos de una reducidísima casta burocrática. El realidad,
dados los postulados principistas del socialismo el proyecto debió haber sido exactamente
su contrario: la socialización del poder a toda la sociedad. Si el capitalismo significaba la
concentración de la propiedad en manos de una sola clase, el socialismo debió ser la
socialización de esas riquezas a toda la sociedad. Fue exactamente al contrario: la
concentración exclusiva de toda la riqueza en un solo agente económico, el Estado,
dominado no por una clase sino como ya hemos dicho por una casta, la casta burocrática.
Esta grave contradicción intrínseca posibilitó que en el curso de pocos años, el
socialismo pese a su evidentemente historicidad, deviniera en muy poco tiempo en
ahistórico. Perdiera su razón de ser, pues iba en contra de la dirección de la historia de los
últimos setecientos años que se movía a la socialización, democratización o redistribución
(o como querramos llamarla) de la riqueza y del poder. De allí que era un proyecto que más
a la corta que a la larga iba a colapsar, pues sólo podía mantenerse a punta de represión. De
hecho el proyecto socialista ubicado en la historia de la humanidad ha durado muy poco
tiempo: 1917-1989. Total solamente 72 años. Pues lo que queda son jirones del socialismo.
Pero como proyecto con futuro no existe más. Y si alguna vez renace, porque es parte del
hombre la utopía, lo hará bajo criterios y situaciones absolutamente distintas del proyecto
que las generaciones presentes han visto. Y con toda seguridad ese proyecto no lo veremos
nosotros ni las generaciones que nos sucedan.
Al perder su necesidad histórica el socialismo, no sólo se pierde él sino se trae
abajo todo el esquema ideológico que integraba: derecha, centro, izquierda ya no dicen
nada.
27
Los esquemas ideológicos se comienzan a marcar por otros referentes muy distintos
de los que vivieron los políticos e ideólogos de ayer nomás.
Desde luego, constatar que esta tríada ideológica ha perdido su necesidad histórica
y en particular que el socialismo ha perdido su pertinencia, no implica, para nada,
desconocer el rol que jugaron muchos socialistas como hombres de una gran integridad
moral y de gran genio político. Marx, diferencias situacionales aparte, es uno de los
grandes genios que ha producido la humanidad, pero de barro humano estaba hecho, y no
sólo muchos de sus pronósticos no sólo no se cumplieron sino que su proyecto de sociedad
justiciera estaba construido sobre zapatos de cristal.
Además, situándonos concretamente en nuestro país, aún como lo hemos afirmado
páginas atrás, sabiendo que cumplimos una labor fundadora y de ruptura crucial, por lo
demás; no nos sentimos adánicos: somos hijos de un sedimento, bueno y malo, que a lo
largo de los 175 años de la República (y aún desde antes) se ha acumulado y que nos
permite decir y hacer lo que decimos y hacemos hoy día, y que algún día inevitablemente
será negado igualmente; no podemos dejar de decir que votamos en contra de todas las
clases políticas -no negamos para nada algunos individuos verdaderamente ejemplares en
toda la historia del país que pudieron ponerse por encima de todos los condicionantes
negativos para hacer una labor de apostolado y siembra-. De la derecha creemos que ya se
dijo lo suficiente, pero es necesario puntualizar y manifestar lo siguiente: nada liga al
Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, a la izquierda peruana tan parecida a la derecha
peruana con su sentido aristocrático, argollero, cuando no racista de hacer política;
tampoco, nada nos liga a ese modo mañoso, manipulatorio y muchas veces corrupto que
tuvo la izquierda tradicional. Nada nos liga a su discurso violentista ni menos a su práctica
ad-hoc (cuando la hubo). No nos ligan a ella sus propuestas populistas que como ya lo
señalamos ya demostraron su incapacidad histórica. Nada nos liga con una izquierda que
antes de crear un proyecto nacional hizo del corporativismo -esa política donde existían los
derechos de los maestros pero no los de los estudiantes, donde existían, los derechos de los
trabajadores de la salud pero no los de los enfermos que, desgraciadamente, eran los más
pobres del país- elemento esencial de su acción política, impidiendo de esta manera
construir identidades de Nación, como debía haberlo hecho. Nada nos liga a esa izquierda
que no supo nunca romper con la impronta colonial. Por último, nada nos liga a esa
izquierda y a su enorme debilidad para crear institucionalidad política y a esa íntima y total
ausencia de vocación de poder.
¿Significa esto que no queda nada de recuperar de los grandes mensajes que trajo al
mundo la modernidad y que se esparcieron entre el socialismo y el liberalismo? No. Para
nada. Hay ideas como el bienestar común, la idea de Nación, la idea de justicia, la de
equidad que siguen siendo acicates valederos no sólo para la acción política sino para la
acción humana en general. Es probable que algunos de estos mensajes, en concreto la idea
de Nación, puedan morir dentro de algún tiempo que nosotros no veremos, pero siguen
siendo todavía válidos para una sociedad como la nuestra. Lo que sí de ningún modo puede
seguir siendo válido porque la historia lo demostró son ideas como la de dictadura, del
color que se piense y se presente.
Tampoco queda vigente esa idea que puso a la violencia como partera de la historia.
No es que la violencia vaya a desaparecer de la historia de la humanidad, pues ella es
consustancial a la naturaleza humana, de ángel y demonio al mismo tiempo. Lo que nos
queda es que ella sea una idea de cambio y desarrollo. La verdad es que la paz y
28
muchísimas otras cosas se han mostrado más productivas en los tiempos modernos para el
cambio, el desarrollo y el bienestar. Y, desde luego, no queda válido todo lo que en los
hechos ha demostrado su perecibilidad histórica. Quienes siguen creyendo en esas ideas
actúan como imbéciles sin capacidad de reflexión y sin capacidad de leer la historia.
Si esto es así, ¿cuáles son los referentes del Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS?. A eso vamos, pero muy rápidamente podemos caracterizarnos sin dejar de ser
un movimiento político, fundamentalmente es un movimiento cultural, que asume al país,
nuestro país como su referente fundamental, que recoge de la modernidad la idea de
libertad y que finalmente, no es un movimiento utópico. Creemos en la libertad, en la
justicia y en la equidad, pero nos aferramos a las reales posibilidades que nos ofrece
nuestro país, incrustado, ciertamente, dentro de un mundo altamente competitivo y
partiendo en condiciones de desventaja. Pero, como lo hemos afirmado antes, sabemos que
la historia no se hace de una vez y para siempre, en tanto que la historia es voluntad, y
somos hombres de linaje signados para hacer historia.

2.1. ES ANTE TODO UN MOVIMIENTO CULTURAL


Toda la historia de la política en el país se movió dentro de los campos estrechos de
la conquista del poder, del poder por el poder, sin saber para qué se quería el poder, cómo
se construía el poder, sin saber cuáles eran sus costos, con qué moral, con qué ideas, con
qué cuadros, con qué relación con la sociedad, con el futuro, etc. Llegar a cualquier precio:
¿para qué? !Qué importaba! A lo máximo una convicción casi animalesca del poder, para el
goce personal, para el usufructo desmedido, para la figuración vacua. Nada que ver con
una generosa visión de la política como una provincia del hombre y de la moral, como lo
definía el novelista y humanista francés Albert Camus. Ya hemos sido precisos en señalar
que, para utilizar la expresión de Mario Vargas Llosa, al Perú lo jodió la política. Para ser
más exactos la mala política, la política que no se atrevió a representarse y pensarse a sí
misma como un hecho cultural. ¿Qué es lo que estamos diciendo con todo esto? Que el
problema central del país es cultural y en tanto no se solucione éste no hay salidas reales, a
pesar que tenemos los méritos que tenemos y que ya han sido señalados en este
documento. Pero, ¿a que le llamamos problema cultural? A la persistencia en el Perú, y no
sólo en la política, de una serie de antivalores y, también, a la persistencia de malos
conocimientos o a la ausencia de buenos conocimientos.
Cuando hablamos de antivalores nos estamos refiriendo a la prevalencia en el país,
en la vida cotidiana y en la política en particular no de fines, normas o orientadores con un
contenido positivo, sino todo lo contrario, con una terrible carga negativa, regresiva, no
progresiva. Antivalores o todo la más lejana acción debida en favor del desarrollo humano
y del país como totalidad. Con esto nos estamos refiriendo, por ejemplo, en el caso de la
política, a la sobreexistencia al interior de las castas políticas de un antivalor como el
racismo. Este antivalor marcó de cabo a rabo la política peruana: en un país en que los
indios y los mestizos somos la mayoría en el Perú, ocupaban el espacio de las decisiones
una minoría blanca. Otro antivalor, el particularismo y la corrupción como motivadores de
la acción política en las élites dirigentes. No se hacía, no se hace política en favor de la
comunidad o de la colectividad, sino en favor de uno mismo, de su casta, de su grupo.
Asimismo, otro antivalor profundamente internalizado en nuestra cultura política peruana:
la prescindencia de la educación como uno de los motores del desarrollo. Palabras más,
palabras menos, las élites políticas fueron incapaces de concebir la educación como una
29
inversión y la vieron solamente como un pesado y deficitario consumo. Todo era más
importante que la educación para un gobernante: la deuda externa, los gastos militares, el
desarrollo de empresas públicas, etc.
Pero, el problema cultural no es sólo un problema de hegemonización de
antivalores. Es también un problema de que el accionar político ha estado orientado por
apreciaciones inadecuadas de lo que es el país y su desarrollo o, peor aún, ausencia de
conocimientos. Belaunde fue Presidente de la República dos veces, pero ¿cuál es su legado
cultural? Ninguno. Algunas frases hechas, y nada más. ¿Cuál fue su reflexión del país?
¿Cuál su proyecto de país? La verdad es que nunca tuvo ni una ni otra cosa. Por eso jamás
fue un estadista. ¿Cómo entendió este hombre la política? Como lo que era, como un
arquitecto, como mera construcción de obras. Allí están innumerables obras, centrales
hidroeléctricas, carreteras, viviendas, escuelas, etc. como resultado de su gestión
gubernativa; pero ¿era capaz este hombre de hacerse preguntas elementales, tales como
qué relación guardaban esas obras con la economía del Estado, con la economía del país?
No, nunca fue capaz de hacer eso. Por ello sus dos gobiernos fueron un desastre y once
años de historia del país dilapidados al ritmo de palabras rimbombantes que decían nada.
Su visión fue una suma inconexa de malos conocimientos. Y lo mismo podríamos decir de
todos los Presidentes que ha tenido el Perú. Echenique en sus memorias habla de la
ignorancia supina con que Ramón Castilla manejaba el Estado. Pero, ¿cómo fue el
gobierno de Echenique? Peor que el de Castilla. Manuel Pardo, a través de la Revista de
Lima, apareció como el tecnócrata que tenía las llaves del progreso. Su gobierno entre
1872 y 1876 fue un desastre y fue el exacto prólogo que buscaba la infame derrota de
1879.¿Qué fue la autocracia de Leguía? Una larguísima construcción de obras, un
espejismo de modernidad de rouge y charlestón, un rush impresionante de corruptos
empréstitos. Y al final, ¿qué? La bancarrota del país. Y así como hace poco tiempo un tal
Michael Camdessus -el mismo que por supuesto no se mete en una campaña presidencial
en los Estados Unidos- llegó a hacer campaña por Fujimori en el mismo Ayacucho; en
1929, Mr. Alexander Moore, Embajador de los Estados Unidos en Lima, propuso a
Augusto B. Leguía como candidato al Premio Nobel de la Paz. Un año más tarde Leguía
era pasto irremisible del olvido. ¿Estadista? Jamás lo fue, a pesar de todos los ditirambos y
apariencias. No fueron estadistas ni Sánchez Cerro que en realidad fue solo un sangriento
carnicero, ni Benavides ni Manuel Prado. En 1945, los viejos políticos encontraron en un
brillante jurista pero político, José Luis Bustamante y Rivero, la salida política. ¿Estadista?
No, fue incapaz de manejar la nave peruana, y de su gobierno sólo emergió una obscena
dictadura de ocho años, la del general Manuel Apolinario Odría.
No es que no faltaron los intelectuales en la vida política peruana. Pero es
importante hacer dos aclaraciones: la primera es que jamás un intelectual llegó al poder en
el país. Llegaron abogados, militares, arquitectos, ingenieros hasta desde luego quienes
nunca pasaron por la Universidad, como Piérola y Leguía. La segunda es que no se trata de
hacer un ditirambo a la intelectualidad.
Dos casos importantes para entender esto. El primero, el de José Carlos Mariátegui.
Este hombre baldado que nunca había pasado por la Universidad, pero que tenía una
generosidad y amor por la cultura extraordinarios, hizo mucho más por la cultura que todos
sus antecesores políticos e intelectuales. Antes de Mariátegui no existía para el Perú ni
Freud, ni James Joyce, ni Marcel Proust, para nombrar algunos de los centenares de
nombres de la cultura y la política mundial que llegaron al Perú por intermediación de
Mariátegui. Famosas eran sus reuniones diarias que Mariátegui hacía en su salón rojo en su
30
casa del jirón Washington. Pero, hechas las sumas y las restas, ¿qué quedó en términos
políticos de esta labor político-cultural? Mucho desde el punto de vista cultural pero
entendida esta solamente como ingreso de nuevos conocimientos y de una postura distinta
y más activa para la producción intelectual (lo que dígase de paso no era poco, tampoco,
para un país como el Perú de los años veinte); poco desde el punto de vista de la cultura
que era el crucial, es decir la penetración de la cultura en lo político, que era la tarea más
importante. Poco, porque Mariátegui se equivocó: la política no debe nunca dejar de ser
cultura pero no puede confundirse con existencia de intelectuales diletantes. Dicho de otro
modo, si bien Mariátegui pudo nuclear a hombres tales como el eminentísimo historiador
Jorge Basadre, jamás pudo convencerlo para que fuera un intelectual orgánico, es decir el
intelectual-militante. De allí que de la tertulia de Washington casi nadie quedara en la
política orgánica después de la muerte de Mariátegui. En descargo de Mariátegui, se puede
decir de este admirable hombre que es probable que los tiempos no daban para la creación
del intelectual orgánico. Pues al igual que la emergencia de una reflexión propia requiere
de sus tiempos, sus ritmos, sus inversiones e incluso -lo que los peruanos sabemos apreciar
poco- su dosis de fracaso y de desencuentros.
El segundo, es el de Haya. El líder del Apra ha sido un hombre excesivamente
vilipendiado en la política peruana, pero es indudable que ha sido la personalidad política
más importante del presente siglo y al mismo tiempo una de las personalidades
intelectuales más vigorosas. Podemos sesenta años después criticar su “Antiimperialismo y
el Apra”, pero en el momento que fue escrita simplemente significó un salto con garrocha
en el pensamiento latinoamericano. Y aún así, todavía encontramos páginas realmente
luminosas. Haya de la Torre fue el creador del partido político orgánico de masas
latinoamericano, pero, curiosamente, no hubieron intelectuales orgánicos en el Apra. Haya
logró congregar en torno suyo a una brillante pléyade de organizadores: Luis Eduardo
Enríquez, Serafín Delmar, Magda Portal, Ramiro Prialé, Armando Villanueva, Manuel
Arévalo, Manuel Seoane Corrales, etc. Brillantes organizadores -gente capaz de meterse en
la sociedad y crear sociedad civil, adscribiéndola a la organización política- de los que
careció, por ejemplo, el Partido Comunista. Pero, ninguno de ellos fue un reflexionador.
Ninguno de ellos fue un intelectual orgánico. ¿Por qué? Porque si bien el Apra fue un salto
adelante en la organización política peruana y latinoamericana, no llegó a comprender y
hacer suyo el pensamiento liberal, y no entendió la importancia de la democracia interna
para asegurar el progreso, y la labor que cumplen dentro de ella los intelectuales orgánicos
(en la que su organicidad no anula ni mata su independencia y su libertad de criterio). Haya
fue el único intelectual orgánico dentro del Apra. ¿Luis Alberto Sánchez? No. Ciertamente
Sánchez fue intelectual, pero fue el producto de lujo de exportación del Apra; y su trabajo
se fue más a otros campos que a la reflexión del país, a pesar de algunos trabajos como
“Retrato de un país adolescente”. Pero, el intelectual orgánico, político era Haya, y nadie
más. Esta ausencia sistemática de intelectuales-militantes explicó que el Apra fuera capaz
de ser la organización política más importante del siglo en el país, pero también explica el
feroz fracaso del gobierno de Alan García: no tenían intelectuales orgánicos y el
pensamiento de Haya ya había envejecido.
En resumen, ¿por qué decimos que el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS,
sin dejar de ser un movimiento político es ante todo un movimiento cultural? Porque sus
metas como Partido son dos: en primer lugar, producir un pensamiento de alto nivel que al
mismo tiempo sea profundamente peruano. ¿Cuál es la importancia y la trascendencia de
esto? Repetidamente en este Ideario hemos señalado que el atraso peruano desde la
perspectiva política e intelectual hunde sus raíces en nuestra incapacidad para haber
generado un pensamiento que haga que nuestra sociedad se desarrolle, se enriquezca y 31
se
autonomice. Mientras no demos vuelta a esta situación, mientras no seamos capaces de
crear un pensamiento político de alto nivel, no es esperable que la actividad política sea
eficaz y que, en consecuencia, asistamos en un futuro largo plazo a un desarrollo real del
país.
En segundo lugar, en tanto que la política como acción concreta tiene que ser un
campo de alta competitividad, y por ello es objetivo del Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS, la formación masiva y sistemática de cuadros políticos con la característica de
intelectuales orgánicos. ¿Por qué es importante la organización política casi como
sinónimo de intelectuales orgánicos? Porque no se trata solamente de crear un pensamiento
de calidad sino que éste debe concretarse en hombres organizados y concretos capaces de
pensar con su propia cabeza. Ello, por dos razones adicionales: de un lado que el
pensamiento del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, como toda obra humana será
inevitablemente falible, pero será menos falible, con mayor capacidad de revisión y
enriquecimiento si cuenta dentro de sus filas con una masa de intelectuales orgánicos,
capaces de una recreación sistemática. De otro lado, porque los problemas del país son
muchos, son vastos y muy variados. Necesitamos mucha gente pensando por todo el país,
con capacidad para apreciar dentro de la lógica general del Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS y de la lógica general que le imponga el desarrollo de la sociedad, los
problemas específicos que le imponga cada sitio específico o cada experiencia particular.
El Perú necesita masas de cuadros de alto nivel. El sólo manejo del Estado peruano, en
todos sus niveles -central, regional, local, etc.- requiere de muchos cuadros, de muchos
intelectuales orgánicos. Si no somos capaces de crear esas élites masivas, será imposible
transformar al país, sacarlo de su estancamiento.
Así, es pretensión del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS de convertirse no
desde luego en espacio de encuentro de intelectuales oportunistas y diletantes sino de un
sistema entretejido de intelectuales de alto nivel, que atraviese todo el país, a lo largo y a lo
ancho, y sobre todo atravesando las distintas capas sociales. ¿Tarea gigantesca? Si, sin
duda, y el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, es absolutamente consciente del reto
elegido. Pero no existen otras salidas si aspiramos al futuro, pues esta formación de
cuadros orgánicos no se da en el Perú ni siquiera en los más altos niveles educativos, y
requiere de una constancia y una tenacidad colectiva, justo en los momentos en que al Perú
(y al mundo) los invade una cultura de desintegración, sobre todo en sus segmentos
juveniles. Pero, con tenacidad, sabemos que al final venceremos.
Lo que sí nunca será el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, es una horda de
extraviados que busquen en la violencia las salidas al presente. Nosotros orgullosamente
como Francisco de Paula González Vigil podemos repetir lo que dijera el ilustre tacneño:
“nuestra labor es la de las ideas, pues fuera de ellas no somos más que pacíficos
ciudadanos”.

2.2. EL “PARTIDO NACIONAL PERÚ PARA TODOS” ES NACIONAL


A lo largo de este Ideario surge clara la idea, que es sólida convicción del Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS, la existencia del Perú como una sociedad claramente
definida. Es lo que definimos como sociedad en sí. Y es una sociedad en sí no sólo porque
tenemos una base geográfica o territorio y sus correspondientes recursos naturales, una
32
base demográfica o población, una base económica-productiva, un Estado y una serie de
sistemas institucionales, estatales o no, sino también porque como lo señalábamos en el
ítem 1.1.1 El Perú existe y es viable, nuestro país ha sabido desarrollar otros elementos que
siendo subjetivos son de primordial importancia para la constitución de una sociedad en sí:
sentido de diferenciación y de pertenencia de los peruanos con respecto a otras sociedades.
En resumen, hemos sabido definir, y no hemos terminado de hacerlo, así sea
conflictivamente un sentido de identidad.
Y que uno de los componentes, no el único, que han contribuido a constituir a la
sociedad peruana como una sociedad en sí han sido recurrentes versiones de lo que
llamamos conciencia de la crisis. ¿A qué denomina el Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS con este término? A esas reflexiones que dan cuenta de los efectos de los
problemas no de los problemas mismos, y que aparece, sobre todo, cuando el país se
encuentra en situación de suma emergencia, conflictos bélicos, graves conmociones
interiores, etc. Pero, en tanto que estas situaciones de emergencia son, con todo lo grave
que pudiesen ser, y de hecho lo han sido -Guerra con Chile, subversión terrorista de
Sendero Luminosa y del MRTA, etc.-, son de naturaleza coyuntural, cortoplacista.
La conciencia de crisis es un conocimiento prejuicioso, elemental y/o ideologizado
de la sociedad. Por lo tanto, incapacidad para conocer a la sociedad por estar marcada la
actividad intelectual por determinados anti-valores: incapacidad para aprehender la
realidad porque la leen a través de modelos que han sido elaborados a partir de
interpretaciones de otras sociedades, y no de nuestra propia sociedad; o bien, porque,
hemos leído nuestra sociedad a partir de supuestos o modelos (de corto, mediano o largo
plazo) erróneos (divorciados a veces incluso de la naturaleza humana).
Esta conciencia de crisis se caracteriza, además, por los siguientes elementos: (a)
Preeminencia de propuesta de coyuntura y de salidas reivindicacionistas que no afectan las
problemáticas centrales de la sociedad. (b) Divorcio, abismo, ausencia de integralidad entre
las propuestas coyunturalistas y reivindicativas y los proyectos ideologizados (de largo
plazo). (c) Incapacidad para solventar instituciones políticas sólidas. Ausencia de
conocimiento o conocimiento parcial de los procesos reales del poder político en el Perú.
(d) Persistencia subyacente en la conciencia de la crisis de la herencia colonial y de la
antidemocracia.
La conciencia de la crisis, de otro lado, implica la existencia de sucesivos (y hasta
contemporáneos) y contradictorios proyectos de conciencia de crisis, sin que existan
elementos de continuidad, empate y coherencia entre ellos. Cada grupo político tiene o
crea sus propios proyectos sin vasos comunicantes con los anteriores o sus
contemporáneos, incluso en situación de gravísimas crisis.
Del mismo modo que la sociedad en sí, la conciencia de crisis implica
subconsciente o subyacentemente (o incluso, formalmente), de todos modos, una
embrionaria conciencia nacional histórica, que es lo que permite la continuidad a la
sociedad en sí.
Una sociedad en sí, por todos los elementos mencionados, en particular, los
últimos, implica, de todos modos, la existencia embrionaria, subconsciente o subyacente de
una conciencia histórica nacional.
En lo que nunca ha devenido la sociedad peruana es en ser una sociedad para sí o
sea una sociedad que viva para su propio desarrollo. Todavía nunca ha existido el Perú
33
como una Nación. Todavía el Perú ha sido y sigue siendo una sociedad para otros. ¿Qué es
esto? El Perú es una sociedad en sí, pero cuya estructuración y lógica de funcionamiento es
exocéntrica; que esa estructuración interna del país en sus diferentes niveles (económicos,
políticos, sociales, culturales, institucionales, etc.) se realiza fundamentalmente en función
y en favor de otras sociedades. Y por lo tanto no implica el desarrollo de la sociedad en sí.
En tanto que el Perú continúe siendo una sociedad exocéntrica, por ello mismo, es
incapaz de acumular, pues, por el contrario, tal como lo hemos visto en relación al
problema de la deuda externa, sistemáticamente desacumula. Por lo tanto, es incapaz de
crecer. Una sociedad exocéntrica, como la nuestra, no sólo es lo más lejano posible de la
democratización de la riqueza, sino que por el contrario, tal como lo hemos visto en la
evolución de la estructura del ingreso, la estructura social se hace cada vez más
diferenciada y regresiva, por la poca torta o ingreso a repartir.
Pero no sólo desacumula la sociedad exocéntrica como un todo: este tipo de
sociedad para que pueda existir debe tener en su seno a un segmento social que sí acumula
(aunque sea como segmento minoritario), mientras que la mayor parte de la población
desacumula. Parte importante, son los que están en extrema pobreza, como no pueden
desacumular en términos económicos, lo hacen en términos vitales, en vida, enfermedades,
ignorancia, desestructuración familiar y personal, violencia, ausencia de futuro, etc.
La sociedad exocéntrica de todos modos debe tener algunos elementos
endocéntricos que le permitan aunque sean mínimos niveles de acumulación (y no sólo
económica), sino inevitablemente estallaría. Pero ello no implica que este tipo de sociedad
deje de ser una sociedad para otros (algunos autores llaman a este tipo de sociedad colonial
o semicolonial). En resumen, la sociedad exocéntrica implica que ella no sea una Nación.
¿Qué es, entonces, una Nación? Es la sociedad cuya lógica de funcionamiento y
estructuración es endocéntrica. Esto no implica autarquía o aislacionamiento: el
endocentrismo implica que si bien una sociedad puede tener relaciones con otras
sociedades lo hace con la clara intención de que tal relación sea a favor suyo y no al revés.
Más todavía: el endocentrismo implica que toda la lógica de estructuración y
funcionamiento de la sociedad (esté o no en relación con otras sociedades) sea en favor del
desarrollo de sí misma. Sólo en estas condiciones, la sociedad deviene en Nación, puede
acumular y crecer (y ello no implica que sea imperialista o guerrera), pues los intereses
fundamentales son los de ella misma. Porque al fin y al cabo el crecimiento de una
sociedad, por lo menos a estas alturas de la historia de la humanidad, no se da tanto por la
capacidad de una sociedad para saquear a otras como por su capacidad intrínseca para
enriquecerse a sí misma. Esta sociedad que acumula (y por lo tanto no desacumula) puede
crecer y hace posible per sé que el ingreso nacional a distribuir sea más grande, haciendo
posible que la mayor parte de la base demográfica acceda a mayores niveles de bienestar.
La sociedad para sí o Nación no es sinónimo de socialización absoluta de la riqueza
(no se conocen casos históricos). Por lo tanto, la Nación no es igual a sociedad sin clases.
Persiste en la Nación la estructura social, pero ésta es menos escindida que en la sociedad
exocéntrica; pues en aquélla hay una mayor democratización de la riqueza, el poder y la
cultura que en ésta.
Sin embargo, para que emerja la Nación o sociedad para sí, se necesitan de dos
elementos que han estado ausentes en la historia republicana del Perú: de un lado, la
34
existencia de una conciencia histórica que a su vez se constituye de un conocimiento real y
objetivo de la sociedad en sí, y tal como lo hemos señalado en el ítem 1.1.2. Ya tenemos los
peruanos los elementos para una auténtica reflexión nacional, tal conocimiento no ha
existido de modo completo en el país. Pero, como lo señalábamos en ese mismo apartado,
este proceso de acumulación intelectual que se ha dado penosa y lentamente ya se cumplió
en el país. La existencia de una conciencia histórica nacional implica la emergencia de lo
que es el correlato necesario y cuasi natural de un conocimiento veraz de la realidad
nacional, la proyección hacia el futuro, la elaboración de un proyecto nacional de
desarrollo.
Tanto la elaboración de una imagen real de país como de un proyecto nacional
implican dos cuestiones previas: la creación de un paradigma epistemológico que permita
el quiebre cognoscitivo, la ruptura de los prejuicios que nos impidieron hacer nuestro
verdadero retrato y su proyección. Se trata de una ruptura epistemológica, una ruptura con
las bases de la ciencia social tal como ha sido concebida hasta ahora, una ruptura del
reduccionismo cientificista que en el caso concreto de las ciencias sociales redujo la
importancia de lo social a meras instancias económicas, dejando de lado inmensos vacíos
de la realidad que muchas veces podían ser más importantes o fructíferos para explicar una
realidad sui géneris como la nuestra. Lo que, desde luego, no implica el ninguneamiento de
lo económico, sino ponerlo en el lugar exacto que la realidad plantee. Pero, también se
trata de otro tipo de ruptura cultural, de una ruptura valorativa: de dejar que nuestras ideas
sean comandadas por los otros, por el pensamiento eurocentrista. En resumen, se trata de
romper con la herencia colonial intelectual. Que, como lo advertíamos páginas atrás, no
implica para nada ninguna actitud xenofóbica.
De otro lado, además de lo señalado para que exista Nación, es necesario que ese
conocimiento y ese proyecto se concreten. No basta para que exista Nación que existan los
elementos cognoscitivos, es necesario la concreción de esa conciencia histórica. Pero, dada
toda la historia reseñada, nunca se ha concretado esa conciencia histórica por la ausencia
de un sujeto político ad-hoc.
Al hacer este largo diseño, el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, extrae el
problema de la Nación de vacuos textos escolares y lo pone en su verdadera dimensión. La
Nación no son nuestros muertos, ni nuestros héroes, ni nuestros Presidentes, ni nuestros
generales, a pesar de todo el respeto que nos merezcan; y que incluso sean elementos
imprescindibles para plantear y sobre todo concretar la utopía nacional. Pero, el problema
va por otro lado: no es posible alcanzar la jerarquía de Nación sino devenimos en una
sociedad para sí, en una sociedad para nosotros. De allí el postulado irrenunciable de
Partido Nacional PERÚ PARA TODOS como nacionalista. Y de su pretensión
irrenunciable de convertirse en el nuevo sujeto político que hará posible la Nación peruana.
Esta vez de verdad, vivida en la cotidianidad de los peruanos, con su bienestar, con su
felicidad diaria, y no sólo en los días de conmemoración patriótica.

2.3. EL “PARTIDO NACIONAL PERÚ PARA TODOS”, ES LIBERAL?


El liberalismo se ha convertido por hordas de fanáticos y de organismos
internacionales cuasi gansteriles casi en una palabra obscena. El liberalismo ha devenido
por culpa del modelo neoliberal y de quienes inconsecuentemente lo prohíjan 35 en
simplemente una estrategia para el saqueo de pueblos como el nuestro, en algunas reformas
estructurales, en venta de empresas públicas, en despido indiscriminado de empleados
públicos, en apertura igualmente indiscriminada de nuestro mercado interno a la
producción extranjera. Ya no insistiremos en esto: después de años de ejecutoria el fracaso
es demasiado evidente, pero tampoco podemos olvidar que el modelo neoliberal, el laissez
faire, el laissez passer, en realidad no se aplicó en ninguna parte del mundo. Todas las
experiencias de desarrollo, desde las clásicas hasta las muy recientes de los “tigres del
Asia” se llevaron a cabo con una intervención decidida del estado y con una defensa
irrestricta del mercado interno. No sólo eso: quienes más nos las imponen, los países que
son dueños del Fondo Monetario Internacional no la practican: los Estados Unidos, Europa
y el Japón defienden a morir su mercado interno hoy, no solamente ayer.
Pero, entonces, ¿a qué le llama liberalismo el Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS? A una cultura, ideología y práctica política que ya tiene varios siglos de
existencia y que se abrió paso dificultosamente en la historia, la utopía de la vigencia
irrestricta de la libertad política y de su correlato necesario, el sistema democrático. De un
sistema político en el que importa que los representantes sean elegidos por los ciudadanos,
pero donde importa todavía más que haya campos del individuo que ni siquiera en nombre
de las mayorías puedan ser violados por el Estado. La democracia, a fin de cuentas, no es
el gobierno de las mayorías, sino el respeto de los derechos mínimos del individuo.
Somos, por tanto liberales porque entendemos que la libertad más que el supremo
valor es un valor con mayores posibilidades históricas, es más factible su realización que
otros valores como la igualdad o la justicia. ¿Qué queremos decir con esto? Que es más
posible alcanzar grados más grandes de justicia e igualdad si se pone como eje central de la
acción política el principio de la libertad. Bajo la antítesis de la libertad, la dictadura, puede
que se consigan más éxitos en lo que se refiere a igualdad y justicia, pero la historia, madre
y maestra, ha demostrado que tales éxitos son falsos cuando no efímeros, frágiles,
aparentes. Y sus grados de eficacia son igualmente frágiles, porque los espíritus creadores,
en el largo plazo, son producto de sociedades democráticas no de dictaduras. Y aquí cabe
una precisión importante: no es igual dictadura a disciplina o autoridad, ni tampoco la
libertad y la democracia no están reñidos (o no deberían estarlo) con la disciplina y la
autoridad. Pero son disciplinas y autoridades emanadas de la voluntad de las mayorías.
Esta cultura liberal es la que ha marcado esa etapa de la humanidad denominada
modernidad; esta utopía liberal es la que marcó la promesa peruana bajo la cual nuestros
padres fundadores crearon la República. Pero, al mismo tiempo, somos conscientes de que
hasta ahora hemos sido incapaces de concretarla.
La cultura liberal al concretarse es la única que ha logrado avances trascendentes en
el desarrollo de la humanidad en los últimos siglos. Toda forma de dictadura, cualesquiera
que sean sus formas e ideologías es un salto al pasado. Ciertamente la cultura liberal como
producto humano que es no crea el mejor de los mundos posibles, pero no se necesita ser
zahorí que el desarrollo se alcanzó donde de una forma u otra se concreto el pensamiento
liberal, donde funcionaron sus instituciones, donde el individuo fue crecientemente libre.
En resumen, en el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS es:
 Necesidad intensa de cambiar el rumbo de la historia.

36
 Vocación y hambre de futuro, encarnados en nuevos nombres, nuevos rostros,
nuevas palabras.
 Posibilidad de pensarnos nosotros mismos.
 Posibilidad de enfrentar con eficacia los males seculares.
 Posibilidad de una representación y vivencia democrática, con respeto del
Estado de Derecho.
En resumen, es la posibilidad, histórica en este nuevo milenio, de concretar la
promesa peruana. De concretar un gran país para todos los peruanos.

No basta haber generado un nuevo paradigma. Se necesita de espíritus generosos,


con una comprensión íntima de la trascendencia de su misión. De hombres concretos,
libres e independientes pero organizados detrás de una visión histórica. En otras palabras,
poco importa el nacimiento de un nuevo paradigma si al mismo tiempo y
consecuentemente, no somos capaces de generar al nuevo sujeto político que lo concrete.

No será tarea fácil porque la atomización, complejidad, transitoriedad, fragilidad de


la época atentan contra ello. Pero también se oponen al objetivo de crear una pléyade de
constructores, nuestra propia idiosincrasia y la cultura política que arrastramos: exacerbado
individualismo, irresponsabilidad, indisciplina, particularismo, impuntualidad,
oportunismo. Realizar, finalmente, una visión histórica significa concretarla antes en un
grupo de hombres organizados. No es que en la historia de nuestro país no hayan existido
hombres de grandeza histórica: Garcilaso, Huamán Poma de Ayala, Sánchez Carrión, José
Gálvez, Grau, Bolognesi, González Prada, Mariátegui son sólo algunos nombres.
Desgraciadamente, fueron solamente individualidades. Por eso sus nombres están
asociados a una grandeza signada por la frustración, la soledad y la incontinuidad. Crear
esa grandeza orgánica es el reto del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS.

Hemos convertido nuestra acción en una esperanza aún con la convicción de que
todo no va a resultar tal como lo esperamos, pero esta decisión la asumimos porque
organizarnos hoy es lo único que da sentido a nuestras vidas. Con tenacidad, con mística y
entendiendo al Perú como una pasión, estamos seguros que más temprano que tarde
venceremos.

!LAS PUERTAS DE LA HISTORIA ESTÁN ABIERTAS, ENTREMOS


RESUELTAMENTE!

Capitulo III :

¿CUALES SON LOS SUPUESTOS DE LA PROPUESTA


GENERAL DE DESARROLLO DEL PARTIDO NACIONAL
PERÚ PARA TODOS?

El Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, quiere que quede claro que su
propósito final es la gran transformación del Perú. El Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS, no quiere que la situación nuestra sea la de un país sentado en su riqueza, sumido
37
en el atraso, mirando su pobreza. ¿Qué significa para el Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS esta gran transformación histórica? Quiere decir crecimiento, pero no
exclusivamente ello. Queremos ciertamente que el Perú crezca, que sea efectivamente más
rico, que su producto bruto interno crezca en una cuantía mayor y con mayor velocidad.
Decimos que no es propósito exclusivo del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, que
crezca muy rápidamente su producto bruto interno, pues queremos algo que trasciende
ello; pero, al mismo tiempo, somos conscientes que si sólo se lograra eso, ya sería un salto
adelante. Porque entre nosotros se ha dado una discusión bastante tonta, en eso de divorciar
crecimiento y desarrollo. Porque, al fin y al cabo, después de tanta discusión, de tantas
promesas, de verdad nunca ha habido crecimiento real en el país. Y eso es justamente lo
que estamos viendo ahora mismo: un gobierno que se precia, se vanagloria -y desde luego
no faltan “Camdessus” que lo avalan, y desde luego sabemos porque lo avalan: negocios,
solamente turbios negocios- de un crecimiento que sólo existe en las palabras. Pues lo
cierto es que no dejando de reconocer algunos éxitos y algunas lecciones que dejan los
gobiernos, en cuanto crecimiento, cero balas, cero puntos.
Pero el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, quiere algo más que mejores y
más aceleradas tasas de crecimiento de su producción. Queremos desarrollo, queremos que
el Perú sea un país desarrollado. Y ¿qué significa eso? Lo primero que nuestro país sea
rico, pero también que esa sea una riqueza que esté al acceso de la mayor parte de los
peruanos. Queremos que nuestra sociedad sea una sociedad más equitativa. No queremos
una sociedad con abismos sociales tan degradantes, en que unos pocos gozan de niveles de
vida ni siquiera europeos, sino los de las élites sociales europeas, mientras que los más
sufren niveles de vida africanos, y desde luego no los de las élites sociales africanas. Y es
sumamente curioso que algunas personas que nos ponen como ejemplo de vida el
american way life prohíjan con su vida, con su pensamiento y su acción política esta
disparidad social, de la que hemos dado páginas atrás cifras absolutamente contundentes,
que no existe de ningún modo en los países de sus amores. No es que el Partido Nacional
PERÚ PARA TODOS, piense que algún país sobre la tierra es su modelo. No, nada de
eso. Tampoco, dejamos de admirar y hasta envidiar a aquellos países en los que la mayor
parte de sus habitantes alcanzan niveles de vida compatibles con la condición humana. En
resumen, queremos para la mayor parte de nuestros compatriotas la equidad de la riqueza,
de ningún modo la equidad de la pobreza. Desde luego, y esto es casi redundancia
escribirlo, equidad no significa para el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, apoyo a
ineficiencias, a dilapidación de los recursos de la sociedad y del Estado.
Mas, desarrollo y bienestar no se queda en el hecho de tener la barriga llena: las
necesidades y aspiraciones humanas tales como las considera el Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS, son más trascendentes. Aspiramos a una sociedad culta, a una sociedad
informada, una sociedad consciente y rica espiritualmente. Queremos una sociedad en que
no exista la exclusión por el color de la piel. Queremos una sociedad donde no exista ese
racismo hipócrita que nos impusieron ociosas e infames minorías blancas. Queremos una
sociedad donde el poder político no sea patrimonio exclusivo de unos cuantos, de unas
llamadas “personalidades” que surgen exclusivamente de las élites blancas. No. Queremos
que los representantes de la ciudadanía puedan surgir de todos nosotros, seamos de inga o
de mandinga. Queremos una sociedad donde el reino de las tiranías, las autocracias y las
dictaduras acabe de una vez y para siempre. Que el verdadero poder se sitúe en las
mayorías nacionales. Queremos una sociedad donde el poder no esté ni concentrado
exclusivamente en la Capital de la República ni en el Gobierno Central. También para
38
nosotros es desarrollo descentralización del poder a las regiones, a las provincias, a los
distritos de todo el país. Digámoslo de otro modo: no queremos superministerios que
gastan inmensas sumas de recursos, que toman gigantescas decisiones sobre lo que muchas
veces no conocen ni efectivamente pueden conocer. No queremos tener democracias
frágiles, casi de mentiras ni que estas democracias se rompan cada vez que hay problemas
y surge por allí algún iluminado (o ambicioso, o corrupto, etc.) que cree tener la verdad en
sus manos y rompe lo que mal que bien las mayorías eligieron. El Partido Nacional
PERÚ PARA TODOS, no quiere más dictaduras, civiles o militares, deshonrando su
historia. Y hundiendo cada vez más al país en el atraso, pues nunca, jamás de los jamases,
una dictadura significó progreso en nuestro país. Todo esto es desarrollo para el Partido
Nacional PERÚ PARA TODOS. Examinemos con más precisión cuáles son los supuestos
de lo que significa desarrollo para el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS, pues para
alcanzar el desarrollo hay que tener algunas ideas bien claras, coherentes y fundamentadas:

3.1. EL DESARROLLO SÓLO ES POSIBLE EN TANTO QUE AL FRENTE DEL


ESTADO ESTÉ UN NUEVO SUJETO POLÍTICO.

No va existir desarrollo con más de lo mismo. No va existir ni con abusivas


dictaduras ni con pseudo democracias, frágiles, al final de cuentas, unas y otras. No va
existir ni con Mesías reencarnados ni con liderazgos inventados. No va a existir con
paradigmas hechos por otros ni con paradigmas ya fracasados.
No puede ni va a existir desarrollo sin una maquinaria política de gran calidad. Esta
es la cuestión previa para el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS de la posibilidad del
desarrollo. Es decir, si no emerge en el seno de la sociedad peruana un nuevo sujeto
político, olvidémonos del desarrollo. Con un adicional importante: la emergencia de un
nuevo sujeto político significará en sí mismo ya desarrollo. Así no haya llegado todavía al
poder hegemónico. Porque esa emergencia y su dificultosa inserción en la sociedad,
significará que estamos, !por fin!, cortando con 182 años de historia republicana en que el
país fue incapaz de crear el sujeto político que permita el progreso ansiado. Porque ese
nuevo sujeto político habrá significado, por primera vez, eslabonar y crear el conocimiento
y los cuadros necesarios para concretar el desarrollo; interrelacionados, a su vez, con toda
la sociedad civil. Quisiéramos ver a gobierno alguno hacer lo que se da la gana cuando
exista alguien que le tome cuentas, alguien ante el que sea responsable. Eso es el nuevo
sujeto político.
Mas, ¿qué es el nuevo sujeto político? Es la organización política que ruptura
radicalmente con la política tradicional (incluida dentro de ella el fujimorismo y el
toledismo). Es la organización política que ruptura el aristocratismo, el particularismo, la
ineficiencia y la antidemocracia que caracterizaron a los sujetos políticos tradicionales. Es
la organización política capaz de pensar por cuenta propia y no copiando modelos creados
por otros y, al mismo tiempo, deja de lado sin piedad y sin contemplaciones los paradigmas
desechados por la historia. Es la organización política que no pone el color de la piel ni la
condición social ni la ubicación territorial como precondición para integrarse a ella, y lo
que es más importante, para llegar a los niveles decisionales. En tanto ello, el nuevo sujeto
político es democrático, descentralizador y desarrollador de la sociedad civil como sus ejes
vitales. Es la organización política que pone a la moral como el punto de quiebre entre la
vieja política y la nueva política. Justamente en los momentos en que la corrupción y la
inmoralidad hace presa todos los niveles de la vida pública, el Partido Nacional PERÚ 39
PARA TODOS, pone el acento fundamental de la nueva acción política, en el hecho que
no puede haber ni progreso, ni desarrollo, ni nuevo sujeto político, sino se hace del servicio
a la comunidad, al país, a los otros, el eje de toda acción política verdadera. Es la
organización política que pone el acento en la elaboración y concreción de una imagen
cierta, veraz y coherente de país y, al mismo, en la imaginación de un país posible y mejor
para todos.
El nuevo sujeto político deberá ser democrático, descentralista, transferirá poder a
la sociedad civil: ¿significa esto que el nuevo sujeto político será débil ? No, para nada. Por
dos razones: la primera, es que no puede existir nuevo sujeto político si sé es débil. El
nuevo sujeto político no puede concebirse a sí mismo ni como concesivo ni como débil. Si
el nuevo sujeto político no es fuerte, ¿cuál sería el elemento de homogeneización y unidad
que podría tener un nuevo proyecto político de desarrollo? ¿Si fuese débil ese nuevo sujeto
político como podría contrarrestar las aún poderosas fuerzas -políticas, económicas,
militares, internacionales, etc.- de lo viejo?
Hay intelectuales que siguen y siguen, como si nada hubiera pasado, leyendo al país
a partir de lecturas europeas. Y piensan que esta concepción de un nuevo sujeto político es
en realidad vieja. Nos dicen estos intelectuales, incluso, que esta suerte de reedición de un
viejo sujeto político es fantasiosa. Naturalmente, nosotros comprendemos a estos
intelectuales, cuyo pensamiento -que en realidad no es suyo- proviene de leer a tecnólogos
de la política europeos o norteamericanos, es decir, a aquellos intelectuales que no hacen
política, escriben sobre ella, y cuya actividad es intrínsecamente corrupta: ¿cómo es
posible aceptar que haya gente que escribe, alienta y recomienda lo que no son capaces o
no tienen la voluntad de hacer? ¿Qué nombre darles sino el de corruptos a aquellos
intelectuales que, por ejemplo, recomendaban hacer la violencia que ellos no se atrevían ni
querían realizar? !Cómo estos tecnólogos de la política pueden, por último, acertar en un
terreno que no conocen! Pues el terreno de la política sólo puede conocerse ciertamente sin
dejar de lado los trabajos intelectuales, incluidos el de los tecnólogos de la política (así
sean intrínsecamente corruptos), pero sobre todo se conoce en la actividad misma de la
política. Así que los tecnólogos de la política no nos vengan a dar lecciones de cómo hacer
política a los que hacemos política. Del mismo modo que Jorge Basadre en 1931 no tenía
ningún derecho (y ninguna razón) a darle lecciones de política a Haya cuando éste se
presentó a las elecciones de ese año, cuando el futuro ilustre historiador fundaba la Acción
Republicana junto con otros tecnólogos de la política. Al poco tiempo, Basadre recibía una
beca de USA y se iba por varios años y aquí Haya se quedaba encarcelado con una pena de
muerte pendiente sobre él y la impotencia ante el asesinato de miles de apristas en Chan-
chan. Es obvio que Basadre no tenía ninguna autoridad moral para pretender darle
lecciones de política a quien sí la hacía, más allá de si Haya se equivocó o no. Por lo
menos, Basadre, pasados los años, tuvo que escribir -en su Historia de la República 1822-
1933- de los dirigentes de la Acción Republicana algo que parecía una autocrítica: “Dichos
dirigentes, por lo demás, con toda su sinceridad, su limpieza y su buena fe, resultaron ser
políticos sólo en sus horas extras, pues sus bufetes, sus oficinas o la vida familiar ocupaban
la mayor parte de su tiempo y cometieron, sobre todo, el pecado capital de no acercarse al
pueblo” 2

2
Basadre, Jorge. Historia de la República 1822-1933. Ed. Universitaria. Lima, 1983.
Tomo X. Pág.103.
40
Pero volvamos a esos corruptos tecnólogos de la política, a esos meros repetidores
de textos europeos, que nos dicen que es fantasiosa pretensión de reeditar las experiencias
de los viejos tiempos; el “partido de cuadros, casi leninista”. Pero, ¿cuando hubo en el Perú
lo que esos tecnólogos copistas llaman “partido de cuadros”? Ya en este mismo Ideario
hemos señalado que uno de las causas del fracaso de la promesa peruana es que justamente
nunca hubo una organización política de cuadros; y que justamente esta ausencia, desde los
albores de la República, es lo que explica no sólo el militarismo recurrente, las frágiles
democracias, la ineficacia del poder político. ¿Por qué emergió como necesidad el
militarismo post-independentista? Por la incapacidad que tuvieron políticos como Luna
Pizarro de crear institucionalidad política. ¿Es que debemos olvidarnos cómo fueron
elegidos, por ejemplo, Manuel Prado (en sus dos gobiernos) y José Luis Bustamante y
Rivero? ¿Como producto de un viejo y fantasioso partido de cuadros? No, como producto
de componendas políticas. Por eso fueron gobiernos frágiles, en que la muñeca del
Presidente era lo único que los salvaba o los hundía. ¿Era un partido de cuadros Acción
Popular que eligió dos veces como Presidente de la República a Fernando Belaunde Terry?
No, era “una federación de independientes” como lo denominó con frase feliz Andrés
Townsend Escurra. Por eso fueron, como ya lo hemos dicho, una dilapidación de once años
de la historia del Perú. Por último, ni siquiera el Apra fue un partido de cuadros. En los
términos como lo define el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS.
No obstante ello, podrían decir estos tecnólogos que el partido de cuadros pudo
haber tenido su necesidad de ser en otros tiempos, pero ahora ya no. Y nuevamente repiten
lugares comunes. Ciertamente, en nuestro país los partidos políticos están ya en crisis
terminal. En realidad ya murieron. Pero, ¿es cierto eso en todos los países de la tierra? No,
en absoluto. Ni siquiera en Europa Oriental donde el modelo socialista ha sido tan
brutalmente sepultado, han muerto las estructuras partidarias. ¿Han muerto los partidos
Demócrata y Republicano en los Estados Unidos? ¿Ha muerto los partidos Laborista y
Conservador en Gran Bretaña? ¿Ha muerto el Partido Socialista en Francia? ¿Han muerto
los partidos Socialdemócrata y Democristiano en Alemania? No, no han muerto. Continúan
vivitos y coleando. Pero, para qué irnos tan lejos: ¿Ha muerto, en la Argentina los partidos
Justicialista y Radical? No. ¿Han muerto en Chile los partidos Socialista y Democristiano?
No. ¿En Colombia, después de las pruebas de relación con el narcotráfico del Presidente
Samper ha muerto el Partido Liberal? No.
Nada de esto no significa que el sistema político tradicional en términos generales
esté en crisis y exija una renovación. Eso está fuera de duda, y no sabemos qué es lo que
nos traerá los nuevos tiempos. En todo caso, no estamos para responder qué es lo que
debieran hacer los norteamericanos o los franceses o los alemanes o los rusos, incluso, ni
siquiera para responder qué es lo que deben hacer los chilenos, los argentinos o los
colombianos. De lo que sí no tenemos dudas en responder es sobre la política en nuestro
país, que la conocemos intelectivamente pero sobre todo en la práctica. Y ojo, no en una
práctica de enjuagues y oportunismos, sino en la dura lucha por crear, en medio de
condiciones absolutamente difíciles, un nuevo sujeto político. Y este conocimiento nos
dice que deberemos crear un entretejido sumamente fuerte de paradigmas, de liderazgos y
de la máquina política, constituida esta última por militantes dotados de gran capacidad y
con una fuerte ligazón con la sociedad civil.. Para nosotros, el término “cuadro” adquiere
así una connotación distinta de la que tuvo para los partidos de cuadros del pasado: cuadro
no sólo como organizador sino también como creador. De ambas condiciones, de su
inserción con la sociedad así como de su capacidad individual para crear, el nuevo sujeto
político adquiere su fuerza.
41
¿Cuál es la importancia de la fortaleza de un sujeto político de esta naturaleza? Ella
radica en su capacidad de dar respuesta y solución no sólo a los problemas que ya conoce
sino a los que en el proceso emerjan, sino sobre todo para crear un piso de homogeneidad
que permita la gobernabilidad del país. La debilidad de las democracias, la permanente
intrusión del militarismo en el país, e incluso la fragilidad del militarismo mismo, no se
explican sino por un hecho crucial en la historia del Perú republicano: la incapacidad de los
distintos sujetos políticos, independientes de sus características, de sostener una
gobernabilidad continua. Este problema no ha desaparecido aún. La capacidad de
gobernabilidad de la que gozó fujimori no es estructural, proviene de la legitimidad que
consiguió ante las mayorías (por el desprestigio de la partidocracia tradicional) y, sobre
todo, de la legitimidad ante determinados sectores externos. Provino, asimismo, de que el
modelo sobre el que se asentó, evidentemente mostró fisuras hasta que estalló, con su
tercera elección.
Esta misma situación la vemos con el gobierno toledista, ¿Qué es lo que va a pasar
cuando la legitimidad ciudadana se diluya, como se está viendo? ¿Qué es lo que va a pasar
cuando el modelo estalle? Que no tiene ningún sustento político institucionalizado. La
crisis de gobernabilidad volverá.
Esta situación estructural de ingobernabilidad no se solucionará como quieren
algunos tecnócratas internacionales a partir de “consensos” con lo viejo, sino de la
emergencia de sujetos políticos de verdad nuevos y de verdad fuertes. No existe otra salida.
Lo otro es volver al péndulo político de siempre: de democracias frágiles a dictaduras
frágiles, pues ni una ni otra son, a la postre fuertes. Desde luego, la idea de fortaleza tal
como se ha establecido en este Ideario no tiene nada que ver con la intolerancia,
dictaduras, Mesías reencarnados (así se acepte el rol de los liderazgos verdaderos); sino
sobre todo en la excelencia y en la capacidad de insertarse en la sociedad civil,
desarrollándola a ésta, y haciéndola agente de poder y de desarrollo.

3.2. EL DESARROLLO ES TAREA DE LARGO PLAZO

Ninguna propuesta de futuro puede pasar alegremente que más allá de los alardes
de un presunto desarrollo puedan hacer los neoliberales (reales u oportunistas) que
rodearon a Alberto Kenyo Fujimori, lo cierto es que cuando termine su gobierno, dejará
algunas lecciones. También dejará algunas obras e incluso algunos adelantos. Pero, igual
que todos los gobiernos de la historia republicana dejará a quienes vengan una pesada
herencia. Y no sólo la herencia de una deuda externa cada vez más impagable, no sólo la
herencia de un país improductivo. Dejará, sobre todo, una vez más, la dolorosa sensación
de oportunidades perdidas. Definitivamente, el país que deje la actual administración será
uno con grandes carencias, con problemas magnificados. Y como correlato de todo esto,
dejará, exactamente igual que los gobiernos anteriores, una aguda escasez de recursos. Y
cuando decimos esto, no nos estamos refiriendo si deja billetes verdes en las arcas del
BCRP -Belaunde también los dejó, y ¿qué?. Aunque dudamos que Toledo, como Fujimori
los deje realmente, después de los irresponsables compromisos financieros internacionales
que está acordando y después de su dilapidación populista. Sea como fuere, este gobierno
dejará vacías las arcas, más que del tesoro público, las arcas de la economía del país.
Problemas magnificados y aguda escasez de recursos. Esto exige ver el largo plazo
como espacio de solución temporal de los problemas que afectan al Perú y a los peruanos.
42
Por otro lado, en ninguna sociedad, ni siquiera en las más ricas, los recursos sobran:
siempre las necesidades superan a los recursos disponibles, pero es obvio que en casos
como el nuestro la disparidad entre ambos es más aguda. Justamente porque existe esta
diferencia entre recursos y necesidades, los pueblos sabios adoptaron siempre para
desarrollarse una cultura de largo plazo. No es que en el largo plazo todos estaremos
muertos como en una instante de irresponsabilidad dijo Keynes. Esta es una verdad: la vida
de un hombre es finita, la de las sociedades no lo es tanto, por lo menos no en la misma
medida que la de cada hombre; pero ello no significa que no se tenga responsabilidad ante
el futuro, así ya no tengamos ojos para verlo.
Quienes alcanzaron el desarrollo, en todos los casos, lo hicieron a través de
procesos de larga temporalidad. No existen recetas mágicas para el desarrollo. No existe ni
existirá ninguna fórmula, ningún plan que pueda provocar el desarrollo en términos de
mediano plazo, menos en términos de corto plazo. Quienes proponen que pueden lograr
sacar al país del atasco de varios siglos prácticamente en un abrir de ojos, no son otra cosa
que infames demagogos. De allí, que es de suma importancia si es que la sociedad peruana
quiere en algún momento lograr el desarrollo que tenga claramente en cuenta si existe o no
un proyecto de largo plazo de desarrollo nacional y una estrategia para concretarlo.
Dicho lo anterior, y ello es enteramente válido, es necesario hacer dos
importantísimas atingencias. La primera, el largo plazo, no comienza, digamos, dentro de
veinticinco años -si supusiéramos que esos son los años de que constaría el largo plazo-,
sino que comienza en el día presente, hoy. El largo plazo está constituido de la sumatoria
de sucesivos cortos y medianos plazos y se va concretando (o no) en esos pequeños
períodos. El largo plazo en términos de desarrollo no es un mero pasar de muchos años.
No. Si fuera así ya el Perú sería desarrollado: total tenemos ya 182 años de República. La
segunda cuestión, es que sino sabemos pensar, sino sabemos actuar todo el largo plazo
puede irse al diablo no sólo en un mediano plazo, en un corto plazo, sino en una infeliz
coyuntura. En una sola acción mal ejecutada, en tanto que ella sea de importancia cardinal.

3.3. NO ES POSIBLE ALCANZAR EL DESARROLLO SINO SE TIENE UNA


PROPUESTA DE DESARROLLO INTEGRAL

Los problemas del país, tal como lo hemos señalado a lo largo de este Ideario no
sólo son hondos, también son múltiples. Pero no todos tienen la misma prioridad. Algunos
son más ricos en determinaciones que otros, es decir, algunos son más profundos y difíciles
de solucionar y a su vez causan otros problemas. Es importante que la propuesta de
desarrollo ubique con claridad
Cuáles son esos problemas principales y prioritarios y cargue todas sus baterías para
solucionarlos. Solucionados ellos, se solucionarán los otros (o estarán en vías de solución).
Pero los políticos e intelectuales peruanos, del mismo modo que no supieron hacer una
lectura integral de estos problemas, tampoco supieron definir cuáles eran los principales
problemas. Incapaces de leer nuestra propia realidad, aceptando y copiando paradigmas
hechos afuera, y que en los hechos nunca fueron aceptados por los países que se
desarrollaron, siempre supusimos que el problema fundamental era el económico, fuese
cual fuese la definición que diéramos de “lo económico”. Muchos intelectuales -no todos,
pero la mayor parte sí- dijeron explícitamente que el problema de este país, por ejemplo,
no era el educativo, sino el económico. Y actuaron en consecuencia. Hoy sabemos no que
el problema económico sea secundario, pues es de primera importancia, pero no es el único 43
importante: el problema del capital humano es clave y trascendente en el desarrollo. En
realidad, así fue siempre; pero un reduccionismo cientificista que hoy demuestra sus
carencias, lo olvidó. Y los economicistas de izquierda y de derecha lo siguen considerando
así, cada cual desde su propia perspectiva, pero que hijos de la misma cultura -de la cultura
moderna, que hoy vemos agonizar- tienen una serie de puntos de entronque. Así, por
ejemplo, los neoliberales nos quieren vender la idea del mercado como el súmmum del
desarrollo. El problema es que esta visión economicista de la realidad social no se aplicó
nunca en ninguna parte del mundo ni en ningún momento de la historia.
Así, pues, el desarrollo no es exclusivamente resultante de una propuesta
económica sino de una propuesta integral en la que los aspectos culturales e institucionales
juegan el rol clave de ruptura; que dentro de lo institucional el rol crucial está a cargo de un
nuevo sujeto político. Desde luego, lo mencionado no implica el ninguneamiento de lo
económico, pues es imposible el desarrollo si el proyecto para ello no cuenta con una
estrategia económico-productiva.

3.4. POR ELLO EL DESARROLLO SERÁ PRODUCTO DE UNA EFICAZ


COMBINACIÓN ENTRE EL ROL DEL MERCADO Y EL ROL DEL
ESTADO

Por ello no está dentro de nuestra propuesta la desaparición del mercado, pues
sabiendo de su pertinencia sabemos también que no es receta mágica. De allí que
planteemos al país una eficaz combinación del rol del Estado con el de las fuerzas del
mercado, donde el rol del Estado sea, en representación de toda la sociedad, el de orientar,
dirigir, e, incluso cuando las circunstancias lo exijan, crear al mercado.
Sabemos que sin una intervención decidida del Estado sobre la economía, la
producción, la institucionalidad y la cultura será imposible un crecimiento rápido de las
fuerzas productivas. Una de las realidades emergentes de las sociedades actuales más
desarrolladas es que el principal recurso productivo es el capital humano. ¿Quién hará
posible un capital humano acorde con las necesidades de progreso? El mercado
evidentemente: no. Es el Estado quien tiene que tomar -seriamente- esta tarea en sus
manos. Desde luego el desarrollo de capital humano desborda largamente la mera
construcción de infraestructura educativa. Para el Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS, este es un punto crucial desde la perspectiva programática del desarrollo.

3.5. NO PUEDE HABER DESARROLLO SIN UNA DEFENSA DEL MERCADO


INTERNO

No proponemos la defensa de una producción ineficaz para cultivar nuevamente el


mercantilismo parasitario, pero tampoco la desprotección de la producción nacional frente
a producciones importadas, muchas veces ellas sí protegidas en sus países de origen
cuando no productos de largos procesos de protección. Nos interesa más la producción
nacional que la importación indiscriminada y fácil. En esta perspectiva, es que debe ser
entendida la apertura al mundo: no para que la producción extranjera penetre nuestras
fronteras, sino al revés.

44
3.6. NO PUEDE HABER DESARROLLO SIN NACIÓN NI, TAMPOCO, SIN
ESTADO-NACIÓN

El desarrollo no puede darse sin un nuevo paradigma de características nacionales;


que el desarrollo no implica la desaparición de la Nación en pro de una presunta
universalidad, pues ésta se alcanza a partir de una efectiva y real afirmación de lo nacional.
No sólo eso, justamente el desarrollo, tal como lo hemos señalado extensamente, implica
que nuestro país alcance a ser una Nación; que sea verdaderamente una sociedad para sí, y
no siga siendo una sociedad para otros.
Hay algunos tratadistas examinando sus propias realidades de países desarrollados
-que no son las nuestras- dicen que estamos viviendo un período de agotamiento y colapso
de la idea y la institucionalidad de Estado-Nación, es decir, el finiquitamiento del Estado
como eje, agente y sostén de la nación, pues el Estado-Nación actualmente no sólo es
incapaz de dar solución a la multitud de problemas que le plantea la sociedad moderna,
sino porque el campo de las decisiones del Estado-Nación se ha estrechado, tanto por la
acción emergente de fuerzas centrífugas nacionales como por el poder que han alcanzado
las instancias supranacionales.
Es probable que esto que todavía es futurología incluso para los países
desarrollados pueda concretarse en un futuro previsible; pero esta no es la realidad de
países como el nuestro. En nuestro caso el Estado-Nación es todavía necesidad perentoria.
Es parte de la modernidad que no hemos alcanzado. No es que el Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS, desconozca el enorme poderío de las fuerzas internacionales de todo tipo.
No es que desconozca el mundo externo en el que, guste o no, está inserto nuestro país.
No, no desconocemos para nada todo ello. Pero, al mismo tiempo, sabemos, como ya lo
hemos dicho, que la historia no se escribe de una sola vez y no creemos que nuestro país
está condenado para siempre a la tercería. Y, también, y esto no es futuro, es realidad y es
pasado propio: nadie nos puso una pistola en el pecho para que por ejemplo nos
endeudáramos irresponsablemente. Y eso es lo que han hecho gobierno tras gobierno de
nuestro país. Ciertamente tendremos que definir nuestro futuro teniendo en consideración
esas fuerzas y esas interrelaciones internacionales, pero quienes en última instancia
definirán nuestro futuro -bueno o malo- somos nosotros mismos. Y para que sea bueno
necesitamos que nuestro Estado devenga en Estado-Nación. Si USA o Francia o Japón, o
cualquier otro país, desean o la necesidad los hace prescindir de su propio Estado-Nación
es problema y decisión de ellos, no nuestra. Lo que sí sabemos, sin ninguna duda, que
nuestro país, el Perú, sí necesita de su propio Estado-Nación. Porque, a fin de cuentas, es el
instrumento principal para alcanzar nuestro desarrollo, que será nuestro y no el de los
otros, y adquirirá sus propias e irrepetibles características. Pero, desarrollo, al fin y al cabo.

3.7. EL DESARROLLO SERÁ GESTA MULTITUDINARIA

Hemos dicho que no es posible el desarrollo sino se genera en el país -y llega al


poder político- un nuevo sujeto político. También hemos dicho que para el desarrollo es
necesario la conversión de nuestro antediluviano Estado en Estado-Nación. Pero, nada de
esto niega una verdad elemental: el desarrollo será gesta multitudinaria de todos los
peruanos, o por lo menos de la inmensa mayoría. Para comenzar no puede existir nuevo
sujeto político alejado de las verdades, sentimientos, aspiraciones y anhelos de la mayoría
45
de los peruanos, como tampoco podrá existir Estado-Nación sino tiene en cuenta como eje
central de sus propios objetivos los objetivos de la mayor parte de los peruanos.
Pero gesta multitudinaria no debe ser entendida como una gigantesca algarada,
violenta quizás, un rápido encuentro con la historia. El Partido Nacional PERÚ PARA
TODOS no lo entiende así. Para comenzar, para que las mayorías nacionales sean sujeto y
no objeto de su propio destino tienen que asumirlo responsablemente en la cotidianidad de
sus vidas, comenzando por los actos políticos, por su apreciación, por ejemplo, de las
salidas políticas que se le ofrecen. Ningún pueblo que decida irresponsablemente desde el
punto de vista político, por ejemplo, puede aspirar al desarrollo. Como dice el viejo dicho:
“los pueblos tienen los gobiernos que merecen”. Y hasta ahora, como hemos sido un
pueblo irresponsable, hemos tenido los gobiernos que merecíamos. De nada vale quejarse
después cuando uno vota irresponsablemente sin reflexionar su decisión de voto.
Mas, la participación de las mayorías no podemos concebirla como el mero acto de
la votación. Abarca mucho más que eso: es ser responsable cotidianamente. Los
empresarios deben ser todos los días buenos empresarios; los burócratas buenos
burócratas; los estudiantes buenos estudiantes; los trabajadores buenos trabajadores; los
profesores buenos profesores, los padres de familia buenos padres de familia, etc. Allí está
la clave del desarrollo. Y eso nadie nos lo va a regalar. Tendremos, como pueblo entero
que ganarlo y conquistarlo. Si irresponsablemente elegimos el atraso, atraso tendremos. Y
esta actitud no es de un día especial, es labor de todos los días de todas nuestras vidas. De
cada uno de nosotros.

3.8. BASARSE EN SUS PROPIOS ESFUERZOS

Liquidar todo sentido de subsidiareidad de desarrollo desde el extranjero. Corte a la


política onerosa de préstamos extranjeros al Estado. El sector privado puede endeudarse
pero es responsabilidad suya (y de los prestamistas extranjeros) no del Estado peruano. El
Estado peruano debe iniciar una política de mediano plazo de liquidación de su deuda
externa.

Capítulo IV

NÚCLEOS FUNDAMENTALES DEL


PROGRAMA GENERAL DE DESARROLLO
4.1. EL DESARROLLO DEL CAPITAL HUMANO

Contra todo lo que se ha venido afirmando durante largos años, el desarrollo, el


crecimiento de la producción y de la productividad, no provienen de algunas recetas
económicas, sino, fundamentalmente, de la calidad del recurso humano. Lamentablemente
46
en nuestro país, las sucesivas dirigencias políticas, como ya lo hemos precisado, tuvieron
-tienen, todavía- una visión ahistórica de este problema, si es que tuvieron alguna. La
política que implementó Fujimori de construcción de locales escolares no lo hizo pensando
precisamente en el desarrollo del capital humano, sino en un trasnochado populismo -ganar
adhesiones haciendo obras- y, por supuesto, una grosera política de corrupción,
construyendo locales que han durado muy poco tiempo, como hemos podido observar. No
se trata como dijo la ex-directora del Infes -la institución encargada de la edificación de
locales escolares- y ex Ministra de Transportes, Ing. Elsa Carrera, “de lo que se trata es de
hacer obra, y que al hacer obra se cometen errores”. Ella se preguntó: ¿o es que no
debíamos hacer nada? No, se trata de que no debían hacer obra, sino que debían hacerla
bien, y no a la maldita sea, signados por la corrupción. Habría que recordarle a la ex
Ministra Carrera que las grandes unidades escolares que se construyeron bajo la dictadura
de Manuel Odría -Melitón Carbajal, Alfonso Ugarte, María Parado de Bellido, Mariano
Melgar, etc., en Lima y muchas más en provincias- han sufrido lógicamente el paso del
tiempo (y de la incuria), pero después de prácticamente cincuenta años allí están tan fuertes
como cuando fueron construidas. Por no hablar del Colegio Guadalupe que un siglo
después de su construcción sigue siendo una estructura sólida.
Sin duda la atención al problema de la formación de un capital humano adecuado,
pasa por la construcción de una infraestructura adecuada, pero pasa sobre todo y como
cuestión previa por definir un proyecto al respecto y la estrategia correspondiente, algo que
nunca -jamás de los jamases- pasó por la mente del dictador Alberto Fujimori, a pesar de
haber sido Presidente de la Asamblea de Rectores, ni por ninguno de sus antecesores. No
pasa, tampoco, por ninguno de los supuestos aspirantes al sillón presidencial para el 2006.
La verdad que el problema del capital humano nunca pasó por las mentes de la clase
política del país, sea cual fuese su color político. Salvo los casos absolutamente
excepcionales de, curiosamente, dos conservadores, el cura Bartolomé Herrera en el siglo
pasado y Víctor Andrés Belaúnde, a comienzos de este siglo.
Siendo la cuestión educativa el aspecto principal de la formación (o deformación)
del capital humano, es sólo uno de los componentes que debemos tener en consideración,
pero hay otros aspectos que se nos pasan absolutamente inadvertidos. Y dentro de ellos, el
principal es el que juegan los medios masivos de comunicación que en su mayor parte
juegan un importantísimo rol en la deformación de nuestro capital humano más precioso, el
de las nuevas generaciones. Los integrantes de la anterior generación podían -tenían la
posibilidad- de ver en el cine comercial las obras más grandes que producían los excelsos
directores de los cincuenta de los sesenta. Así, esa generación tenía la posibilidad de
formarse viendo las películas de Fellini, de Visconti, de Buñuel, de Bergman, de Wilder, de
Peckinpack, etc. Hoy día en esos mismos cines, prácticamente el único cine -de modo
continuado- es el pornográfico (de bajísimo nivel, naturalmente) y el dedicado a la
adoración de la violencia: los Rambo, los Sylvester Stallone, los Jean-Claude Van Damme,
los Arnold Schwazenegger, los Steven Seagal etc. ¿Es qué la sociedad, el Estado no tiene
ningún rol que jugar en esto? La mayor parte de los canales de televisión tienen una
programación exacta para la evasión, para la violencia, la chabacanería, la pornografía. No
es que se esté postulando una TV seria, aburrida, presuntamente cultural, alejada de lo que
son las nuevas culturas juveniles, pero definitivamente esta monstruosidad que se le
presentan a las mayorías nacionales, lo único que hace es deformar las nuevas
mentalidades. Otro caso pasa con la prensa, en particular con la llamada prensa chicha
(incluida, dentro de ella, la deportiva) en que la violencia, la pornografía, la
irresponsabilidad, el irrespeto del honor de las personas y derecho a la vida privada, todo
47
ello con la cínica intención de buscar y rebuscar los bajos instintos (y de obtener fáciles
ganancias económicas). ¿En nombre de qué “libertad de expresión” se permite todo esto?
Ello no sucede, por lo menos en la misma medida, en los países desarrollados.
Nuevamente, ¿cuál es el rol del Estado en todo esto? En los Estados Unidos, las películas
pornográficas no son prohibidas, pero simplemente son calificadas de modo tal que uno
sólo puede acceder a ellas a partir de las doce de la noche: ¿no puede hacer el Estado
peruano una cosa parecida? Desde luego, el rol nefasto que vienen cumpliendo la mayor
parte de medios masivos de comunicación en el país no es una responsabilidad exclusiva
del Estado, es una responsabilidad de toda la sociedad, desde los maestros, los padres de
familia, y desde luego de los mismos propietarios de los medios masivos de comunicación.
Y, sin duda, de la clase política que debe tomar clara conciencia de las graves
consecuencias del modo como funcionan la mayor parte de medios de comunicación; y que
eso debe ser un objetivo de lucha permanente y sistemático.
De todos modos la cuestión de la formación del capital humano es una cuestión
esencialmente educativa. Y la cuestión educativa pasa ciertamente por temas tan dispares
como la calidad, naturaleza, cantidad y pertinencia de la infraestructura educativa; la
calidad, número, remuneración, formación y post-capacitación del profesorado; la relación
del estudio importado con el mercado; la estructuración curricular; los sistemas
educativos, etc. Tomemos el caso de la infraestructura educativa que construyó el INFES,
fuera de los problemas derivados de haber creado un sólo modelo que imprudentemente se
ejecutó en todo el país, sin respetar no sólo los distintos climas y ecologías, sino, incluso,
las arquitecturas tradicionales, quebrando hermosos conjuntos arquitectónicos en una
multitud de pueblos del interior del país. Lo más grave es que la construcción de los
locales del Infes y en general la construcción de todos los locales escolares, incluido dentro
de ellos a los universitarios, etc., correspondientes a una visión de la educación
absolutamente desfasada. La concepción que considera al alumno como un ente meramente
pasivo, en que el profesor es el sumo dador de conocimientos, mientras que el alumno es
un mero receptor; a pesar que ya la sicología demostró hasta la saciedad las enormes
limitaciones de tal tipo de educación. Este tipo de educación de claras reminiscencias
medievales, todavía está presente en nuestro sistema educativo y tiene influencia en las
distintas instancias de la vida educacional del país. De allí no tiene nada de raro que un
profesor universitario pueda dictar improductivamente un curso ante doscientos alumnos; o
que en la educación secundaria pueda un profesor dictar un curso, igualmente con
resultados improductivos, ante cincuenta o sesenta alumnos. En el caso de la Universidad
de San Marcos, toda la infraestructura educativa ha sido construida y sigue construyéndose
bajo este criterio pero nada que ver con lo que sí ha demostrado productividad: talleres,
grupos de trabajo y discusión pequeños, donde es posible identificar a cada alumno, saber
de sus progresos y de sus estancamientos, donde es posible esperar la participación del
alumno, donde, finalmente, es esperable un verdadero aprendizaje y el inicio de un proceso
de creatividad. Si un grupo de alumnos quisiera hacer un taller de trabajo, no encontrará
que desde el punto de vista de la infraestructura la Universidad puede ofrecer las
facilidades pertinentes. Grave es la carencia de este tipo de infraestructura, pero más grave
es la carencia de una nueva concepción educativa en las autoridades universitarias y
educativas del país.
Pero el problema de la infraestructura es solamente uno de los problemas que
confronta el problema educativo, no necesariamente el más importante. Lo definitivo es
que todo el sistema educativo peruano no tiene nada que ver con las exigencias del
desarrollo que tiene la sociedad peruana y los retos que le plantean a ésta la sociedad
48
humana contemporánea, una sociedad de conocimientos y de información. Veamos el caso
de la universidad peruana: en el Perú existen 45 universidades, de ellas más de treinta son
universidades nacionales; y sin temor a equivocarnos podemos decir que ninguna de ellas,
salvo, quizás, la Universidad Nacional de Ingeniería y la Universidad Nacional Agraria (y
esta afirmación hay que tomarla, a pesar de todo, con pinzas) ninguna está preparada para
formar los cuadros profesionales que el país necesita. Para comenzar la universidad
peruana no está diseñada -¿para qué existe la Asamblea de Rectores?- como un todo frente
a problemas tales como el mercado de trabajo. En San Marcos actualmente estudian
aproximadamente 300 alumnos en el programa de arqueología. Asimismo, existen
programas de arqueología en las universidades San Agustín de Arequipa, San Antonio
Abad del Cusco, en la Universidad de Ayacucho, en la Universidad de Trujillo y en la
Universidad Católica de Lima. ¿Qué tiene que ver esto con el mercado de trabajo para
arqueólogos? Nada. Lo cierto es que sin mencionar los posibles egresados de arqueología
del resto de universidades mencionadas del país, lo cierto es que solamente si hubiese un
solo programa, el de San Marcos, esos 300 alumnos no tendrían colocación en el mercado
laboral de arqueólogos de los próximos cinco años. Igual análisis podríamos hacer de una
infinidad de carreras: su nula relación con sus respectivos mercados de trabajo. ¿Cuál es la
posición de las autoridades universitarias, de las autoridades educativas del país, de la clase
política del país frente a este grave problema? No se trata solamente que estamos
asistiendo a un grave despilfarro de recursos escasos, sino estamos ante la siembra masiva
de frustraciones en un segmento generacional de la máxima importancia. Naturalmente,
que un programa nacional de desarrollo pasa por el rediseño del sistema universitario sólo
en este aspecto, el de la relación de la universidad con el mercado laboral.
Esto plantea un problema colateral: ¿por qué tenemos tantas universidades
nacionales y particulares atrozmente improductivas e ineficaces en el país? Al respecto
sucesivos Parlamentos han sido irresponsables, frívolos e ignaros al dar pase a tantas
universidades -ya lo hemos mencionados anteriormente: el Perú tiene más universidades
que Francia-. Una universidad tiene que ser el producto de estudios muy serios, de la
capacidad de contar los recursos financieros adecuados, de la infraestructura pertinente y,
sobre todo, de los profesores adecuados. Hay universidades del país que se han creado sin
un mínimo de sustento en que profesores de secundaria han devenido en catedráticos.
Definitivamente un programa nacional de desarrollo pasa por el rediseño del sistema
universitario, solamente en lo que se refiere a la cantidad de universidades que realmente
debe contar el país. Debemos tener buenas universidades y tendremos sólo aquellas que el
país esté en condiciones de solventar adecuadamente.
¿Cuál es el grado de formación y de post-grado al que han tenido acceso la mayor parte
de profesores universitario? La verdad es que ha sido sumamente escaso. Y desde luego,
no nos estamos refiriendo a esos post-grado realizados sin ningún esfuerzo sin la calidad
profesional adecuada para tal nivel de los profesores. Es el caso de las Universidades San
Martín y Garcilaso de la Vega (por no hablar de San Marcos) que reparten maestrías y
doctorados sin ninguna responsabilidad, sin ofrecer ninguna real mejora académica. En
realidad reparten cartones para aumentar falazmente curriculums sin ninguna
trascendencia. ¿Cuál es la posición de la Asamblea de Rectores, de las autoridades
educativas nacionales y de la clase política frente a este hecho que no sólo es grave sino
escandaloso?
Las élites políticas deben tomar conciencia de que no habrá desarrollo sino
logramos mejorar cualitativamente nuestro capital humano. Nos hemos dedicado a hablar
del caso de las universidades, pero ¿qué pasa con la educación inicial, primaria 49 y
secundaria? ¿Qué resultados vienen obteniendo en relación a la formación del capital
humano necesario? La verdad que ninguno. Y si alguien se salva es por condiciones
absolutamente particulares, por contar con familias particularmente privilegiadas
culturalmente. Pero estamos hablando de microélites que por más buenas que sean no
pueden ser el fundamento de un auténtico desarrollo nacional. Para nosotros el problema
de la educación en estos niveles tiene que ver, por ejemplo, con los salarios que reciben los
profesores; pero definitivamente está más allá de esto. Sabemos que es imposible que los
ingresos que percibe el profesorado no puede dar un salto importante si es que no hay un
salto en la economía del país; pero de allí a ignorarlo olímpicamente como lo han hecho
todos los gobiernos, hay un trecho bien grande. Aquí se ha pasado el tiempo y los
sucesivos gobiernos han permitido irresponsablemente no sólo que los ingresos de los
profesores no sólo no crezcan sino que con ineficacia y ausencia de sensibilidad han
permitido que decrezcan continuamente. Esto no va cambiar de la noche a la mañana, pero
porque no establecer, por ejemplo, sustanciales mejores remuneraciones para aquellos
profesores que son más destacados, que se preocupan por capacitarse continuamente. En
resumen, por crear una motivación económica que permita un autoprogreso y una
autoestima en un segmento clave pero muy venido a menos. ¿Qué ha hecho el Estado en
todo esto? La respuesta es simple: nada.
¿Qué ha hecho, responsablemente, el Estado y la sociedad entera por mejorar la
capacitación de los profesores? Durante el régimen de Alan García se hizo del profesorado
un sistema de clientelaje realmente repugnante, por el cual entraron miles y miles de
apristas, sin la más elemental capacitación -a veces sin ni siquiera primaria- en el
profesorado del Estado peruano. Obviamente, no podemos esperar buenos resultados con
esto. Pero, incluso las normales y las facultades de educación de las diversas universidades
del país, han sido las parientes pobres del sistema educativo peruano. Es decir, el sitio
donde el Estado y la sociedad entera debía poner su preocupación principal, pues ellos eran
los formadores del futuro capital humano, se dio una despreocupación irresponsable. Y ya
no hablemos de la postcapacitación del profesor que fue un terreno baldío. En resumen, la
formación y post-capacitación permanente y sistemática de profesores de todas las
instancias educativas de la escuela pública (y privada) tienen que ser un reto que el Estado
y la sociedad deben abordar como prioridad impostergable.
Otro es el caso, de otros tipos de educación: por ejemplo, el caso de los llamados
institutos tecnológicos privados que si bien en muchos casos han cubierto un campo que el
Estado había abandonado, al mismo tiempo se han convertido solamente en entidades con
fines de lucro, sin que se estableciese, por parte del Estado, un sistema de control que
garantizase que el educando recibiese una educación mínimamente adecuada. Otros
campos de suma importancia como la vinculación de la educación con el trabajo y la
empresa, cualesquiera que fuese la naturaleza de ésta, nunca han sido abordados, ni
siquiera de relancina por el estado y la sociedad en general.
En resumen, podemos decir, y todo lo mencionado anteriormente al respecto son
sólo brevísimas acotaciones que requieren un desarrollo mayor, más profundo y más
específico, que el campo de la formación y recreación del capital humano es para el
Partido Nacional PERÚ PARA TODOS el aspecto principal de su estrategia de
desarrollo, lo que debe reflejarse en la dotación de recursos que el estado debe darle a la
educación en general. Recursos que desbordan largamente los económicos. En síntesis, se
trata de decir que el estado debe asumir el problema educativo como el problema principal,
y que es posible ser asumido desde el primer día: no es necesario el largo plazo para
50
comenzar a ver resultados positivos. Es posible, por ejemplo, en términos de medianos
plazo ver resultados en el sistema universitario.

4.2. OCUPACIÓN ESPACIAL DEL TERRITORIO Y DESARROLLO DE


NUEVOS EJES ESPACIALES DE DESARROLLO, INCORPORANDO LA
VARIABLE GEOPOLÍTICA.
4.2.1. El territorio peruano está mal ocupado
La primera constatación que surge cuando se observa nuestro territorio es que
ciertamente tiene, como hecho natural, dificultades reales, pero, al mismo tiempo, como si
la madre tierra hubiera querido compensar esas dificultades, también nos ha otorgado una
rica variedad de recursos. Nuestro territorio no es una pampa argentina naturalmente
pródiga para una de las agriculturas más prósperas del mundo, ni tampoco esos inmensos
territorios de los Estados Unidos ligados hacia el mar por gigantescos ríos. Pero tenemos
una amazonía, que todavía no conocemos ni hemos comprendido en toda su magnitud, y
que guarda en su seno, y decimos esto sabiendo de sus limitaciones, riquezas
incomparables. Tampoco conocemos ni hemos comprendido las posibilidades de nuestra
sierra y lo que podría producirse en esa multitud de microclimas que tiene dentro de sí.
Hasta ahora no hemos aprovechado las posibilidades hidroenergéticas que tiene nuestra
selva alta, que realmente son inmensas y que nosotros apenas hemos arañado. Por último,
ni siquiera hemos comprendido el territorio que más hemos trabajado y explotado, la costa,
a la que hemos depredado impunemente.
Nada de esto exime una cuestión no natural sino enteramente cultural e histórica;
que, además, es de estirpe muy reciente: el territorio peruano está muy mal ocupado. Si a
comienzos de siglo, e incluso hasta la década del cuarenta demográficamente el país era
fundamentalmente rural y serrano, hoy ya no lo es más. Y las consecuencias de esto son
devastadoras y hasta ahora las élites políticas no se han dado cuenta de ello. Podría
arguirse que esto no es particularmente peruano y que el proceso de urbanización es un
hecho mundial. Sin embargo, la naturaleza específica de la ocupación urbana de nuestro
territorio sí es un hecho peruano. En todo caso, en América Latina, pocos países tienen una
ocupación tan esencialmente costeña, y además, tan centralizada. Mientras Brasil, tiene
además de Río de Janeiro una gran ciudad como es Sao Paulo y una decena de ciudades
menores pero que no andan muy lejos de sus grandes megalópolis; mientras Colombia
tiene una serie de ciudades -Medellín, Barranquilla, Manizales, Cali, Cartagena, que no
están muy a la zaga de Santa Fe de Bogotá; mientras Ecuador tiene en Quito y Guayaquil
dos grandes ciudades; mientras Santiago de Chile tiene cerca a otras ciudades tales como
Antofagasta, Concepción y Valparaiso; mientras todo eso sucede en estos y otros países
latinoamericanos, el Perú exhibe un caso muy particular: Lima es diez veces más grande
que la segunda ciudad del país, Arequipa, y las principales ciudades del país, sumadas
todas ellas, no igualan a Lima.
En resumen, ¿de qué estamos hablando cuando decimos que nuestro territorio está
deficientemente ocupado? De dos cosas: en primer lugar, del centralismo que agobia a todo
nivel la vida nacional. Ciertamente, decir esto no es ninguna novedad en la literatura socio-
política peruana, pero el matiz es radicalmente distinto. A nosotros nos preocupa
ciertamente que el poder político se concentre en Lima, pero en este punto programático
nos preocupa el hecho de modo total, en sus distintas facetas, en la irresponsable
aglomeración demográfica, en la depredación de los recursos naturales resultante de ello, 51
en la utilización excesiva de recursos que corresponden a todos los peruanos para paliar
-no solucionar- esa excesiva centralización poblacional, en la concentración de la
producción y de la utilización de recursos financieros, en la concentración cultural, etc, etc.
El problema nos preocupa de modo global. Las consecuencias perversas de este modo
concentrado de ocupación de ciertas zonas del territorio sobre toda la sociedad.
Porque, de otro lado, esta sólo es una cara de otro fenómeno: la despoblación de la
mayor parte del país. Y no sólo como hecho histórico. A fines del siglo pasado, la
población del departamento de Lima era inferior a la de departamentos serranos como
Ancash y Puno. Hoy día observamos que departamentos como Arequipa y Tacna tienen
una población puneña prácticamente mayoritaria. Incluso, los puneños han llegado a
nuestra capital, y ocupado algunos ejes estratégicos. No es que nos parezca mal que un
puneño como cualquier otro compatriota tenga el legítimo derecho para trasladarse a donde
les parezca mejor. El problema es otro: se trata de preguntarse bajo qué lógica millones de
peruanos, y no sólo puneños, sino piuranos, ancashinos, ayacuchanos, etc., han decidido
abandonar su hábitat natural para trasladarse a zonas que no están en capacidad de
sostenerlos en el largo plazo. No es que irresponsablemente olvidemos de bajo qué lógica
miles de nuestros compatriotas han sido obligados a abandonar sus terruños con el objetivo
de sobrevivir. Es decir, bajo la lógica de estructuración de una sociedad y de una economía
que sólo generaba miseria para el que se quedaba en sus lugares de origen, donde estaba
vetada incluso hasta toda ilusión de progreso. Pero eso tiene sus costos para todo el país. El
país no puede sostener una ciudad como Lima. El proceso de urbanización tal como se ha
dado ha implicado otro importantísimo cariz que la clase política ha olvidado
irresponsablemente: se ha montado sobre una sistemática depredación de los recursos
naturales. Examinemos estas problemáticas más detenidamente.
4.2.2. Existen espacios que están muy onerosa densamente ocupados
Decíamos antes que el proceso de urbanización es un problema mundial. Para
comenzar esto señalemos esto: es ya un problema mundial. Adicionalmente, es importante
señalar una de las concomitancias del caso peruano y específicamente del caso limeño:
Lima está situada en la costa peruana, árida y atravesada por múltiples desiertos y alejada
de la sierra agrícola por los inhóspitos farallones que caracterizan los Andes cercanos a la
costa. No es que Lima haya carecido de recursos naturales: no hay que olvidar que Lima es
fundada por Pizarro en el lugar que hoy se encuentra justamente por la riqueza natural de
su agro y por la benignidad de su clima; hechos ambos que fue hecho notar
encomiosamente por una multitud de cronistas que dieron cuenta de una Lima que se fue.
Pero es obvio, se trataba de condiciones favorables para una ciudad relativamente pequeña,
no para el monstruo de ocho millones de habitantes que tiene actualmente. Digamos, de
frente y con claridad: las condiciones geográficas y ecológicas no dan para sostener una
enorme ciudad como es actualmente Lima. De allí que uno de los objetivos de un plan
nacional de desarrollo es modificar la relativa importancia de Lima en términos
demográficos, económicos, productivos, sociales, culturales, etc. Definitivamente
necesitamos otra Lima, que definitivamente debe ser más pequeña de la actual. No
necesitamos alocarnos ante esta perspectiva futurista: ya los modernos urbanistas están
planteando exactamente lo mismo para otras ciudades de países con muchísimos más
recursos, de todo tipo, que nuestro país. Y de hecho, ya se vienen ejecutando políticas de
despoblación de las grandes ciudades.

52
Todo se centraliza prácticamente en Lima, y algunos reales que van a las ciudades
de provincias. Para el resto del país minucias, cuando no la nada. Con este gobierno y con
todos los anteriores. No sabemos cuanto ahora el Estado peruano tiene pensado invertir en
el desarrollo del Cenepa, si es que está pensando algo. Pero lo que sí sabemos es que el
gobierno de Fujimori estuvo embarcado en préstamos -que se van a pagar- por varios miles
de millones de dólares para mejorar lo que no se puede mejorar: Lima. Proyectos de
trasvase de la laguna de Marcapomacocha, proyectos de represamiento del río Chillón, por
más de 500 millones de dólares. Incluso hay un proyecto de trasvase del río El Mantaro por
más de 1,500 millones de dólares. Dos proyectos, ya firmados, para el tratamiento de aguas
servidas para Lima por más de 500 millones de dólares, uno para irrigar las pampas de San
Bartolo y otro para tirar esas aguas servidas 40 km mar adentro. Existe un gigantesco
proyecto de una serie de obras para interconectar todo Lima Metropolitana. ¿Cuánto
cuesta? Casi 1,500 millones de dólares. Y, por supuesto sin contar los proyectos del ex
alcalde Andrade Carmona y del actual opaco alcalde Castañeda Lossio.
No sólo se trata de que Lima es crecientemente una sociedad muy cara para todo el
país -es una ciudad cuya existencia tenemos que pagarla todos los peruanos, vivamos o no
en Lima-, sino que es imposible que se puedan solucionar los problemas de una ciudad
como Lima, se gaste lo que se gaste. Por ejemplo, cuesten lo que cuesten los proyectos de
Marcapomacocha, Chillón y El Mantaro para dar agua a la población y producción limeña
siempre será menor que la voracidad de una megalópolis creciente necesita. Dicho en otras
palabras no sólo es caro sino es inútil. Por otro lado, no debemos dejar tan de lado eso de
oneroso. No se trata sólo que los peruanos, todos, pagamos para que Lima sobreviva, sino
que lo que se gasta en Lima es lo que no se gasta en el resto del país. Sobre todo en ese
“resto del país” abandonado desde casi siempre.
Junto con la enormidad de la ciudad-capital encontramos algunas ciudades de
alguna relativa importancia (Arequipa, Piura, Chiclayo, Trujillo, Ica, Chimbote. Huancayo,
Huaraz, Cusco, Juliaca, etc.). Y aunque estas ciudades han crecido muy rápidamente, no lo
han hecho al ritmo de Lima, pero se comienzan a observar casi los mismos problemas que
en Lima: una depredación de sus tierras de cultivo y en general de sus recursos naturales.
Cabe observar que nuestro país no es rico en tierras cultivables, y casi irreversiblemente se
observa que a partir de la década del cuarenta el rush impresionante del crecimiento urbano
en lo fundamental se asienta sobre ese escasísimo recurso natural. Hasta ahora el Estado en
sus diversos espacios (central, regional, local) no ha tenido ninguna política ante esta
depredación que ya está adquiriendo el desarrollo urbano. Tampoco la sociedad como
conjunto no tiene una cultura que le haga ser capaz de comprender esta pesada herencia
que le estamos dejando a las generaciones que vendrán. No se trata sólo de Lima: ya sólo
las generaciones que se van tienen un recuerdo de lo que fueron los valles del Rímac,
Chillón y Lurín, sobre todo el primero, cubierto por una espesa capa de cemento y de
edificaciones urbanas. Arequipa, la segunda ciudad del país prácticamente ya no tiene
tierra disponible por donde crecer, cultivable o no. Si sigue a este ritmo su crecimiento
urbano, la generación siguiente encontrará la famosa “campiña arequipeña” solamente en
las páginas desvaídas que hoy todavía se imprimen.
4.2.3. Existen amplísimas zonas del territorio nacional con enormes
posibilidades productivas que no están ocupadas
¿Cuál es la imagen que de nuestro territorio puede captar cualquier viajero? El de
las inmensas soledades, de los territorios deshabitados, ya sea el arenal casi infinito que
atravesamos en la costa, cortado por los escasos oasis que son los valles originados por los
53
delgados ríos que bajan en cada estío desde la sierra; ya sea la sierra rocosa, los inmensos
páramos andinos, la exuberante amazonía, casi sin pisada humana. E incluso, en los
mismos valles, ya sean de la costa o de la sierra, por más ricos y ubérrimos que sean es
siempre la misma imagen de la soledad y del desierto humano, a menos que se encuentren
cerca de una urbe provinciana. Nosotros, a diferencia de otras culturas, la europea o la
norteamericana, no somos habitantes de urbes con un pie constante en el campo. No existe
entre nosotros, en particular entre las clases dominantes, que son las que mayores
posibilidades tienen, ese estimulante hábito por la casa de campo. Máximo, llegan a las
residencias campestres por los alrededores de Chosica, zona ya definitivamente urbana. Y
pensar que cerca de Lima, en las alturas de los valles serranos, existen maravillosos
paisajes que bien podrían ser zonas de residencia temporal. Menos, mucho menos existe
esta cultura en otras zonas del país. Impulsar una nueva cultura de apropiación del espacio
tiene que ser parte de una nueva mirada cierta coherente, veraz y enriquecedora del futuro.
Los ejemplos pueden agrandarse ad-infinitum, es imposible pensar en el desarrollo
del país sino ocupamos racionalmente todo el inmenso y rico espacio que nos dotó la
naturaleza. Ciertamente no será obra de un día para otro, pero en algún momento debemos
comenzar. ¿Cómo se debe solucionar esto? Teniendo un proyecto distinto y consciente de
como debemos ocupar nuestro territorio. Por ejemplo, prácticamente toda la infraestructura
de comunicaciones tiene su punto axial en Lima. Pucallpa es la ciudad de montaña más
cerca de la frontera con el Brasil, y para comunicarse con la costa, tiene se ha tenido que
hacer una carretera larga y antieconómica pues el punto de llegada no puede ser más que
Lima. ¿Por qué no habernos imaginado otras formas de diseñar las vía de comunicaciones
que unan , según sea el caso, las distintas regiones del país, teniendo como criterio no el
que se comuniquen con Lima, sino con la clara intención de crear nuevos espacios
desarrollados en sí mismos y sin el criterio antieconómico de que todo debe terminar en
Lima. La propuesta del Partido Nacional PERÚ PARA TODOS es la progresiva
creación de un conjunto de ejes estratégicos de ocupación del territorio del país, que unan
las distintas regiones, en el norte, cercano a la frontera con el Ecuador, en el norte de Lima,
a la altura de Casma que tenga como objetivo unir la frontera del Brasil, vía Pucallpa, con
la costa peruana; en el sur, al sur de Ica, dejando el aislamiento de pueblos y regiones de
Ayacucho y Huancavelica y sus circunvecinos selváticos, hasta ahora alejados de la
historia y del progreso. Y, finalmente, otro eje, que recorra el sur del país, resguardando los
intereses geopolíticos del país y uniendo la selva con la sierra y la costa. Y pensando que
cada uno de estos ejes deben ser potenciales en sí mismos, con vida productiva,
económica, financiera, cultural, etc., propia y no dependiente de la capital. Sólo cuando, en
un proceso que será de larga inversión y maceración podemos estar, finalmente, ocupando
todo nuestro espacio territorial, incorporándolo a la vida nacional, destruyendo esa imagen
de soledad u aislamiento como del pernicioso centralismo que afecta gravemente las
posibilidades del Perú.
4.2.4. El criterio geopolítico: ocupar nuestras fronteras
Esta pésima ocupación del territorio no ha tenido en consideración ningún criterio
geopolítico. De allí que los problemas geopolíticos están presentes, entre otras cosas, por el
modo cómo se ha ocupado el espacio nacional. Miles de millones para el centralismo, y
hasta donde sabemos nada, al sitio donde se está jugando buena parte de la geopolítica del
país. Del futuro geopolítico del país. Un Estado y un gobierno sin ninguna responsabilidad
frente a los intereses nacionales y frente al futuro. Hasta que nuevamente las trompetas de
la guerra nos lo recuerden
54
¿Cómo entender, por ejemplo, nuestra política de fronteras encerrada
exclusivamente desde hace tanto tiempo en el árido terreno de “lo diplomático”? ¿Hasta
cuando pretenderemos que se podrá solucionar el problema con Ecuador si no ocupamos
efectivamente nuestra frontera? Desde 1942 en que se firmó el Tratado de Límites con el
Ecuador, ¿qué es lo que ha hecho el estado peruano y la sociedad entera por desarrollar
nuestra frontera, por concretar ese concepto de “fronteras vivas”? De fronteras ocupadas
por el hombre, con su producción, con su infraestructura, con su aliento vital, con el
sembrado de nuevas generaciones? Todo ha sido dejado a la casualidad. La única ciudad
que se ha desarrollado, y no ha sido exactamente por política gubernamental, en la frontera
norte, ha sido Piura, y en menor medida y bajo los mismos conceptos, Sullana y
Chulucanas. ¿Y el resto? ¿Qué política ha tenido el Estado para desarrollar Huancabamba
y Ayabaca, para general una infraestructura de comunicaciones entre la gigantesca selva y
la sierra y costa del norte del país? Nos desgarramos las vestiduras con los “héroes del
Cenepa”, pero ¿qué hizo el estado peruano para ocupar desde 1942 el Cenepa? Las
imágenes que nos brindaba la televisión con motivo del infausto conflicto con el Ecuador
de 1996 están todavía vívidas en nuestra memoria: pequeños y miserables caseríos
incomunicados del mundo, niños con sus barrigas hinchadas por la desnutrición y la
parasitosis, sobreviviendo seguramente a altas tasas de mortalidad; ausencia de
infraestructura de todo; casi nula producción; y sobre todo la inmensa soledad amazónica.
¿Es que no tienen un envidiable potencial productivo y turístico esas zonas? Claro que sí.
Pero igual y nuevamente, surge la pregunta: ¿qué hizo el Estado? Nada. Y porque decimos
siempre, el estado y no por ejemplo, el mercado. Porque el mercado, como el estado es
hechura humana, pero el Estado es siempre anterior al mercado. Si el Estado no llega allí
nunca va a llegar el mercado, nunca van a llegar capitales. ¿Acaso es novedad que justa o
no, legal o no, es una política nacional ecuatoriana llegar hasta el Amazonas? ¿Qué hizo el
estado peruano frente a ello? ¿Cuánto invirtió frente a ello, y advertimos que no estamos
hablando para nada de gastos militares? Casi nada.
Pero, también debemos tener ojos avizores para nuestras otras fronteras: ¿cómo
estamos encarando los problemas geopolíticos con Chile? ¿O es que creemos que ya
fueron resueltos todos? ¿Qué pensamiento geopolíticos tenemos con el gigante de la
Amazonía, Brasil? ¿Qué pensamos en torno a nuestras relaciones futuras? Hay un hecho
demostrable, Brasil tiene efectivamente una política hacia la Amazonía, una política de
fronteras de la que carece el Perú. Por la TV nos enteramos como pueblos peruanos
fronterizos viven en relación a los pueblos de frontera del Brasil, y que incluso dejan ya de
hablar el castellano, que sus niños se educan en escuelas brasileras. ¿Cuál es el
pensamiento y el proyecto del Estado peruano frente a ello? No olvidemos que el Perú
tiene un recurso estratégico del que carece Brasil, y que más tarde o más temprano va a ser
codiciado por el gigantes vecino: nuestro enorme potencial de generación de energía
hidroeléctrica en los Andes orientales. ¿Cuál será su destino final si continuamos como
hasta ahora sin una política de fronteras vivas? Repetimos no será obra de corto plazo ni de
coyuntura, pues igual de muchas de las cosas que se plantean en este Ideario son parte de
un ideal que debemos ir pensando y concretando en el lapso de una generación; pero qué
desgraciados seríamos si dentro de una generación no hubiésemos avanzado nada y lo que
es peor los problemas del presente se hubiesen agravado.
4.2.5. Ausencia de proyecto de ocupación territorial
Esta mala ocupación del territorio se debe o a una pésima concepción de la
ocupación del territorio o peor, a la ausencia de una concepción de una ocupación del
territorio que sea ad-hoc a un proyecto de desarrollo nacional. Nunca hemos tenido una
55
política de ocupación del espacio. Ese fue otro gran fracaso de los políticos tradicionales y
de su soporte intelectual. Si pensamos en un país desarrollado, debemos en primer lugar ser
consciente que el tipo de ocupación espacial que actualmente tenemos nos conduce al
antidesarrollo, a la antieconomía, al abandono de nuestras fronteras, De allí, que sea
necesario en primer lugar elaborar un plan de ocupación del territorio que contenga
variables como el desarrollo de los espacios deshabitados, la minimización de los espacios
excesivamente ocupados, las variables geopolíticas y las variables ecológicas. Las breves
líneas escritas en este trabajo, por naturaleza general, no son sino los antecedentes de un
trabajo programático más intenso que el Partido Nacional PERÚ PARA TODOS está
comprometido a profundizar.

4.3. ESTRATEGIA DE DESARROLLO ECONÓMICO-PRODUCTIVO,


PROMOCIÓN, DESARROLLO Y DEFENSA ESTRATÉGICA DE LA
PRODUCCIÓN NACIONAL DE BIENES Y SERVICIOS
4.3.1. Una nueva economía

Instauración de una base económico-productiva orgánica, es decir que sea integral


y coherente entre sus distintos componentes así como en las reales potencialidades del país
actual y del futuro. Esta nueva base económica-productiva debe sustentarse en un nuevo
modo de acumulación del capital y en un nuevo modo de producción y de consumo, que
liquide de una vez y para siempre la acumulación rentista, parasitaria y especulativa.
Nueva base económica-productiva que tenga como objetivo la generación de la
riqueza de modo constante y sostenido a través de una economía de libre competencia, sin
intervención de prácticas extraeconómicas para la consecución de la ganancia; cuestión
que no niega el rol central del Estado en la implementación de condiciones institucionales
propicias para la creación de una nueva economía (e, incluso, su intervención en el mismo
terreno productivo, cuando ello sea indispensable y oportuno).
Una nueva economía en que el excedente de la producción se dirija especialmente a
la creación sostenida y creciente de riqueza, es decir a través de la inversión en la
producción y no al rentismo y la especulación.

El nuevo modo de acumulación deberá tener como norte la constitución de un


aparato productivo integrado tanto sectorial como espacialmente.
4.3.2. Del redireccionamiento de la política económica
La crisis económica viene alcanzando niveles alarmantes de profundidad, sobre
todo por los altos grados de recesión de la actividad productora de bienes y servicios. Esto
requiere solución ahora: (i) Esto significa respuestas que provengan no de un corpus
ideologizado, como es el neo-liberalismo, sino de un respuesta eficaz, rápida e integral a
las necesidades del Perú de hoy y de sus habitantes; y que frente a los mitos del mercado
no pueden hacer olvidar que la libertad de mercado no puede ni debe obviar el rol
regulador del Estado (ii) Esto no implica abandonar políticas destinadas a bajar las tasas
inflacionarias ni a mejorar la situación de la caja fiscal; más bien por el contrario esto debe
ser profundizado; (iii) Es imprescindible redireccionar el modelo bajo el que se ha venido
implementando la política económica, poniendo el tema de la reactivación como el pivote
56
fundamental; (iv) Dentro de ella debe encararse decididamente tanto el problema de la
producción agropecuaria como el de las ramas industriales estratégicas, como objetivos de
la reactivación, sin olvidar el rol central que debe jugar en todo esto la promoción a la
pequeña y micro empresa.

4.3.3. Reordenar nuestra economía poniendo fin a la crisis económica a través


de la adopción de políticas de estabilización integrales.
El gravísimo desorden de nuestra economía se grafica, aunque no de modo
absoluto, en los problemas irresueltos de inflación que, a pesar de los programas de ajuste
ejecutados por la administración Fujimori, sigue siendo un problema central. Ciertamente
las gestiones de los ex ministros Hurtado Miller y de Bologna bajaron la inflación de casi
8,000% en el último año de administración de García Pérez (1990) a menos de 10% en el
último año de la administración fujimontesinista, en el 2000. Sin embargo, esta tasa menor
no es el único factor para fines de reactivación de la base productiva, se necesita inversión
que equilibre en primer lugar la balanza comercial y catapulte la manufactura en niveles
que permitan en paralelo el incremento en el empleo. Con el gobierno de Toledo, se siguen
ejecutando las mismas políticas económicas, las que son dictadas por el Fondo Monetario
Internacional. Asimismo, esta estrategia de corto-mediano plazo debe atacar la persistencia
de desequilibrios macroeconómicos, la mayor parte de los cuales no han sido mellados por
la actual administración gubernamental, tales como la persistencia del atraso cambiario (y
la dolarización subsecuente de nuestra economía), la existencia de un déficit fiscal
conseguido sobre la depresión del gasto fiscal y sobre un incremento de los ingresos
fiscales (subproducto de la situación de recesión), la persistencia e incremento del déficit
en la balanza comercial, la distorsión de los precios relativos, tasas de interés altas, etc. Y,
como colofón de todo esto, una tenaz y creciente caída del producto nacional y retracción
de las remuneraciones. Todas estas situaciones pueden y deben ser atacadas y solucionadas
en términos de corto-mediano plazo.

4.4. LIQUIDACIÓN DE LA DEUDA EXTERNA

4.4.1. Lograr una eficaz inserción en el sistema financiero internacional,


abandonando las posiciones populistas y el falso nacionalismo.
Agotados los cantos de sirena del populismo, a pesar de los grandes costos que
implica la consecución de este objetivo, más costosa ha resultado la política de convertir al
país en un paria del sistema financiero internacional, en el que nos dejó Alan García Pérez.
Fujimori tuvo inmensos problemas para la suscripción de una Carta de Intención con el
Fondo Monetario Internacional y la constitución de un grupo de apoyo para tal fin, tal
inserción no es un acto puramente económico sino que es también un acto político, como
las restricciones planteadas por la administración norteamericana para apoyar y suscribir
este acuerdo si persisten las violaciones a los derechos humanos en nuestro país.
Esto implica abandonar, no una postura nacionalista como fundamento necesario e
imprescindible para el desarrollo del país, sino los ideologismos “nacionalistas” que solo
expresaban arcaicos y desfasados paradigmas autárquicos -el encerramiento del país en sí
mismo- que no tienen nada que ver con la lógica de estructuración del mundo
contemporáneo, sino que, como se ha expresado líneas arriba, también eran consecuencia
de una lectura unilateral del proceso de constitución de nuestra sociedad como provocada
casi de modo exclusivo por los “demonios” de afuera.
57
Postular esta inserción y en general el rol de la denominada “ayuda externa”, no
significa de ningún modo adoptar el criterio que el desarrollo del país depende de modo
fundamental del ahorro externo. Ningún país, ni antes ni ahora, ha alcanzado su desarrollo,
a partir de “ayudas” o condiciones externas, sino a partir de los que internamente ha
podido realizar. Pero, al mismo tiempo, es indudable que sí es una importante cuota para
superar las actuales restricciones por las que atraviesa el país.

4.5. REFORMA DEL ESTADO

4.5.1. Proceder a renovar radicalmente al Estado peruano, dotándolo de


eficacia y democratizándolo.
Un tercer campo debe ser la revisión y remodelación de los principales ejes de
nuestra institucionalidad. Una de las lecciones que no debemos olvidar es que para que no
sólo los programas de ordenamiento y estabilización de la economía sino para que el
desarrollo mismo pueda tener éxito, debe procederse a modificaciones radicales del
sistema institucional. A pesar que la administración Fujimori hizo del ítem de la reforma
del Estado uno de sus pivotes publicitarios, lo cierto es que ha sido más ruido que nueces,
por la ausencia tanto de un proyecto sistemático e integral y la ausencia de un aliento y una
visión democrática.
La reforma del Estado no puede reducirse a una minimización cuantitativa de la
burocracia pública, desaparición de algunas instituciones y venta de empresas públicas,
sino -sabiendo que lo anterior, si es parte de un proyecto sistemático, son efectivamente
elementos constitutivos de tal proceso-, también a la cualificación de la burocracia. Ello,
en tanto que la burocracia estatal, producto en general de la utilización clientelista del
Estado, es masivamente ineficiente. De otro lado, a un rediseño sistemático e integral del
mismo sistema institucional del Estado. Es decir, examinar la pertinencia, calidad y
coherencia de cada institución (ministerios, instituciones estatales, etc.) en sí misma, así
como del sistema estatal en su conjunto.
Y, sobre todo, iniciar un proceso de democratización de este sistema institucional,
que en última instancia es la posibilidad que la sociedad civil cope espacios decisionales
dentro del Estado. Obviamente, esto último no es tarea de pocos años porque implica un
largo proceso de aprendizaje social de los distintos actores en el proceso de toma de
decisiones: clase política, burocracia, sociedad civil. Sin embargo, es necesario iniciarlo
ya. Para poner un ejemplo de esto, es necesario modificar la legalidad de una institución
como la de los gobiernos locales, que se caracteriza por concentrar de modo desmedido el
poder en el alcalde. Hecho que constituye una violación abierta de la voluntad ciudadana,
pues el poder del regidor -elegido libremente por los ciudadanos- puede, a través de esta
legalidad institucionalizada, ser minimizado cuando no anulado totalmente.

4.5.2. La gestión del Estado


(¡) El gobierno debe tomar conciencia y actuar en consecuencia de la
importancia de contar con planes de corto y mediano plazo consistentes y confiables;
(¡¡) El problema de los cuadros de dirección y el de la gestión pública deben ser
asumido seriamente;
58
(¡¡¡) La Reforma del Estado debe continuar aceleradamente. Sin embargo debe
existir la comprensión que ella no puede reducirse a una mera reducción de la burocracia y
a la privatización de empresas públicas, sino principalmente a una reestructuración eficaz
de las instituciones estatales, comenzando por las del Gobierno Central, y a políticas
destinadas a reforzar y a mejorar cualitativamente a la burocracia estatal.

CONVOCATORIA A
LOS PERUANOS
59
Le proponemos al país, como nunca se hizo en su historia, que la
principal fuerza productiva de la humanidad son sus recursos humanos.
Por ello, le proponemos no sólo una gigantesca inversión en las mentes de
los peruanos como requisito imprescindible para el desarrollo, sino un
cambio cultural que implique un nuevo signo, un nuevo derrotero, una
nueva avanzada: tenacidad, permanencia y constancia, asociacionismo y
espíritu colectivo, sentido nacional, conciencia empresarial, laboriosidad y
austeridad y ética.
Para ello proponemos no un Estado elefantiásico e ineficiente, sino
un Estado pequeño, eficiente y profesional, promotor y orientador, ético.
Nada de esto podrá hacerse fuera de la democracia, la libertad y el
respeto al Estado de Derecho, que atraviesen el organismo social en todas
sus instancias y momentos, pues no existe desarrollo duradero y
trascendente en las murallas de las dictaduras y el totalitarismo.
Sólo así los peruanos amaneceremos, como en el verso de César
Vallejo, desayunados para siempre. A este reto invitamos al país entero. Por
estas razones, llamamos al país a incorporarse al Partido Nacional PERÚ
PARA TODOS, la más segura promesa lanzada al futuro del país.

Lima, 22 de marzo de 2009.

Comisión de Ideario y Programa

JOSÉ GONZÁLES DE LA FLOR

60

Вам также может понравиться