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LA FE ES EUROPA.

Y EUROPA ES LA FE

SESIÓN I
IGLESIA: EL BARCO-HOSPITAL

“La Iglesia está viva. Y la Iglesia es joven. Ella lleva en


sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica
también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro”.

-Benedicto XVI, abril 2005

SUMARIO: I. Purificar la memoria II. ¿Qué es la Historia de la Iglesia? III.


¿Por qué estudiarla? IV. El barco-hospital V. Cómo acercarnos a la
Historia de la Iglesia VI. La Fe es Europa VII. El Cubo y la Catedral

Siempre me ha gustado un texto de G. K. Chesterton publicado en 1926 sobre la Iglesia.


En él explica que “la Iglesia Católica lleva una especie de mapa de la mente que se parece mucho
a un mapa de un laberinto, pero que de hecho es una guía para el laberinto”. Cualquier persona
que quiera llevar una vida decente –y pido perdón a los posmodernos y a los nihilistas que no
creen en los finales decentes– busca guías, explora pasados, lee historias, trata de llegar a la
salida del laberinto. La Iglesia ha sido erigida como guía de la humanidad en este laberinto.
Enseña, corrige, dirige.

Entonces surge la siguiente pregunta: ¿porqué estudiar el mapa, porqué estudiar la


Historia de la Iglesia? Hay que localizar, con la luz de la fe y de la razón, esos calabozos y esos
caminos sin salida que aparecen en el mapa. Hay que purificar el mapa. Hay que purificar la
conciencia y la memoria.

En el 2000, Juan Pablo II pidió perdón por los errores de la Iglesia. Ya lo había hecho en
1992 cuando habló de los ‘excesos’ de la Inquisición; en 1998 con un documento sobre la Shoá; en
1995 sobre los problemas morales sobrevenidos en las Cruzadas, y en ese mismo año señalaba la
discriminación que ha sufrido la mujer muchas veces por miembros de la Iglesia. En 1999 se
publicó un documento llamado ‘Memoria y Reconciliación: La Iglesia y las faltas en el Pasado’ en
donde aparece parte de un discurso de Juan Pablo II que resulta atrevido y valiente:

“La Iglesia, en resumen, no tiene miedo a la verdad que emerge de la historia y está
dispuesta a reconocer equivocaciones allí donde se han verificado, sobre todo cuando
se trata del respeto debido a las personas y a las comunidades. Pero es propensa a
desconfiar de los juicios generalizados de absolución o de condena respecto a las
diversas épocas históricas”1.

¿Porqué estudiar la historia de la Iglesia? Hay una conciencia católica, y hay que
purificarla, tanto individual como colectivamente. Pero hay que purificar sólo lo que se tenga que
purificar, es decir, hay que aproximarnos con profesionalidad académica a los lugares comunes
para evitar generalizaciones.

Es verdad que la Iglesia –sus miembros– se ha apartado del camino de Dios muchas
veces. Por eso es importante rectificar:

“La Bula Incarnationis mysterium (29 de noviembre de 1998) indica, entre los signos
«que oportunamente pueden servir para vivir con mayor intensidad la insigne gracia
del jubileo», la purificación de la memoria. Ésta consiste en el proceso orientado a
liberar la conciencia personal y común de todas las formas de resentimiento o de
violencia que la herencia de culpas del pasado puede habernos dejado, mediante una
valoración renovada, histórica y teológica, de los acontecimientos implicados, que
1Juan Pablo II. Memoria y Reconciliación: la Iglesia y las Faltas en el Pasado. 1999.
conduzca, si resultara justo, a un reconocimiento correspondiente de la culpa y
contribuya a un camino real de reconciliación”.

A diferencia de otras historias, la Historia de la Iglesia nos incluye a nosotros: los errores de
la Iglesia son más bien nuestros errores. Y, como vemos en la cita anterior, resulta importantísimo
aceptar las culpas pasadas para facilitar la reconciliación. Piensa en el conflicto entre Israel y
Palestina. ¿Crees posible que exista una salida si no se abren al perdón?

Y entrando a nuestro tema, nos preguntamos ¿qué es la Historia de la Iglesia? Es la


historia de los cristianos –eclesiásticos y laicos– y de la influencia que tiene el Espíritu Santo sobre
ellos. Aunque pareciera que el objeto de estudio es la Jerarquía (y más o menos ocupa una gran
parte del contenido de la materia por las fuentes que tenemos), también es fundamental pensar en
los laicos: su devoción, su vida, su arte.

Pero estudiar la Historia de la Iglesia va más allá. Visto desde fuera de la Iglesia, no es la
historia de un imaginario colectivo tolkeniano donde hay creaturas mágicas, mitos arcanos y héroes
elegidos. La Iglesia Católica es claramente uno de los pilares de la Civilización Occidental, junto
con el mundo hebreo, la cultura grecorromana, el folklor de los pueblos barbáricos2, la Revolución
Francesa3, etc.

Thomas Woods, un escritor norteamericano contemporáneo, explica en su libro Cómo la


Iglesia construyó la Civilización Occidental que nuestra cultura le debe mucho más a la Iglesia que
las artes. Woods evidencia la huella que la Iglesia ha dejado en la ciencia, en la economía, en el
derecho internacional, en la teoría de la guerra justa, en el sistema universitario, en el sistema de
hospitales y ayuda humanitaria, y en un largo etcétera. Por supuesto, comenta Woods, esto es
información de la que casi nadie habla. Un estudiante universitario medio responderá que la
Historia de la Iglesia se reduce a una palabra: ‘corrupción’. Esa palabra debería ser ‘civilización’4.

No soy de los que creen que existe un gran complot para acabar con la Iglesia.
Evidentemente han existido grupos que sí tienen esta misión, pero dudo que cualquier comentario
o actitud que puede ser interpretado en contra de la doctrina de la Iglesia se trate forzosamente de
un ataque sistemático a la Barca de Pedro, orquestado por grupos de poder. Sin embargo, y como
señala Joseph Weiler, un judío ortodoxo, sí existe una especie de Cristofobia en Europa5. Hilaire
Belloc, aquel gran historiador católico amigo de Chesterton, explica este punto en Europe and the
Faith:

“The curious have remarked that one institution alone for now nineteen hundred years
has been attacked not by one opposing principle but from every conceivable point. It
has been denounced upon all sides and for reasons successively incompatible: it has
suffered the contempt, the hatred and the ephemeral triumph of enemies as diverse as
the diversity of things could produce. This institution is the Catholic Church. Alone of
moral things present among man it has been rejected, criticized, or cursed, on grounds
which have not only varied from age to age, but have been always of conflicting and
often of contradictory kinds. No one attacking force seems to have cared whether its
particular form of assault were in agreement with others past, or even contemporary,
so long as its assault were directed against Catholicism. Each is so concerned, in each
2Íbamos a decir la cultura de los pueblos barbáricos pero no quisimos ponerlos en el mismo nivel que los
griegos o los romanos.
3Y es curioso que en el Preámbulo de la Constitución Europea se considere que la Revolución Francesa es el
pilar más importante de nuestra Civilización.
4El libro de Woods parte de esta idea y la desarrolla ampliamente.
5Weiler intenta una explicación de esta Cristofobia: “1. Se dice que el cristianismo tuvo que ver con el
Holocausto 2. 1968 fue una rebelión contra el cristianismo 3. No se quiere aceptar que el cristianismo cooperó
notablemente a la caída del comunismo 4. La participación de cristianos en la política y en los organismos
europeo 5. Identificar al cristianismo con la derecha (xenofobia, racismo, intolerancia, nacionalismo, etc) 6. La
postura anti-juanpablosegundo de secularistas y disidentes católicos 7. El realce de la Ilustración en la historia
y el oscurecimiento de la Edad Media 8. La gente de 1968 está confundida y sus hijos están siendo
cristianos”. En: Weigel, George. El cubo y la catedral. Ediciones Cristiandad. 2007.
case, with the thing attacked that it ignores all else. Each is indifferent to learn that the
very defects it finds in this Institution are elsewhere put forward as the special virtues
of some other opponent. Each is at heart concerned not so much with its own doctrine
as with the destruction of the Faith”6.

La cita de Belloc es amplia y es irónica, como todo lo escrito por Belloc. Pero es cierta…
aunque un poco terrorista. Yo entiendo porqué la Iglesia ha sido criticada, y con esto juego un poco
con la cita de Belloc. Podría resumir todas las críticas en dos grandes grupos: a) los que critican a
la Iglesia porque sus enseñanzas son muy rígidas, y b) los que critican a la Iglesia porque sus
miembros no viven esas enseñanzas rígidas. Y es comprensible que duela enterarse de conductas
inmorales de sus miembros. Pero no podemos generalizar. Por otra parte, también comprendo que
se critique a las personas de la Iglesia que viven con heroísmo y decoro esas enseñanzas rígidas.
La conciencia está viva y nos interpela cuando no le hacemos caso.

Oscar Wilde, escritor inglés fallecido en el 1900 dijo: "La Iglesia Católica es para santos y
pecadores. Para la gente respetable ya existe la Iglesia anglicana". Y esto es la Iglesia, un lugar
donde hay santos y hay pecadores. Y más aún, los santos siempre son pecadores y los pecadores
pueden ser santos.

Una vez escuché una alegoría sobre la Iglesia que me gustó. Comparaban a la Iglesia con
un barco-hospital donde hay todo tipo de personas: mujeres, hombres, ancianos, niños,
académicos, pillos, aviadores, aburridos… y también hay enfermos. Pero, recordémoslo, además
de ser barco es hospital, y es el mejor de los hospitales. Ahí existen todos los remedios, o, en
palabras de Chesterton, existe un mapa con todos los posibles caminos –buenos o equivocados–.
El asunto es que a lo largo del viaje, llega el momento en que algunos se hartan del barco y
deciden salirse del barco para ir a buscar un determinado remedio a otra parte. A estos les
llamamos herejes o cismáticos, o cismáticos herejes, o herejes sistemáticos.

¿Cómo hay que aproximarnos a la Historia de la Iglesia? Tenemos el peligro de caer en lo


que Newman llamó la dicotomía entre conocimiento nocional y conocimiento real:

“It could be said that a ‘notional’ knowledge of a particular truth involves the proper
understanding of the combination of words which expresses it, perhaps also of the
logical corollaries which follow from that truth. For the knowledge to become ‘real’, the
heart needs to be open to the truth, letting itself be shaped by it, that the truth may
become fruitful. A ‘real’ knowledge gives access to the truth’s depth and vital power,
and it becomes a vivid and influential principie in the person’s life, leading to a series of
consequences, some intellectual and some practical”.

Por ejemplo, la expresión un hijo debe querer a su madre es muy distinta de la expresión
tú quieres a tu madre. Con la Iglesia sucede lo mismo Podremos conocer muchísimos datos sobre
su existencia pero difícilmente entenderemos la Historia de la Iglesia si nosotros no vivimos la
realidad de la Iglesia.

Y otra pregunta, ¿por qué el título de este curso es La Fe es Europa. Y Europa es la Fe?
Hablamos anteriormente de la conciencia católica de la historia. Los católicos vemos la historia
desde dentro. Le puse este título por dos razones: a) porque necesitaba tener un título7, y b)
porque hay que ver esa historia desde Europa, que es en donde más adentro ha estado la Fe.

Podemos decir que Europa es nuestra casa porque Europa es la casa de la Iglesia. La
Divina Providencia quiso que la Iglesia se desenvolviera en Roma por razones que nunca
sabremos. Y desde Roma se cristianizó a Europa. En Roma, Europa se horneó, no sólo espiritual
sino culturalmente. Y en Europa, el cristianismo dio sus primeros pasos. En las próximas sesiones
veremos el desarrollo histórico de Europa y su relación con el cristianismo8.
6Hilaire Belloc. Survivals and New Arrivals: The Old and New Enemies of the Catholic Church. UK. 1929.
7Y es la razón más importante.
8Es interesante saber que el término Europa se hace común hasta entrada la Edad Moderna, en el siglo
XVIII. Antes había sido utilizado pocas veces. Herodoto fue el primero, allá en el lejano s. IV a.C.: «Los persas
Ahora, aunque está claro que sí soy filoeuropeo, es importante aclarar –porque es difícil
deducirlo– que no soy estúpido. Evidentemente, Asia, África, América y Oceanía han jugado
papeles importantísimos, fundamentales, esenciales en la Historia de la Iglesia. Sin embargo, en
Europa está Roma, y en Roma está Pedro9.

Decíamos que la Iglesia y su Historia es uno de los pilares de la Civilización Occidental. La


Revolución Francesa es otro. Y aquí queremos hacer una referencia a una cuestión sumamente
interesante que describe George Weigel en uno de sus libros recientes. Weigel se pregunta qué
cultura aporta mejores fundamentos a los derechos humanos, es decir, en qué cultura se
encuentran más protegidos los derechos inalienables del hombre: en la Edad Media que construyó
la Catedral gótica de Notre Dame o en la Edad Moderna que construyó el Arco de la Defensa,
ambos en París. La discusión está abierta.

Por último, me gustaría aclarar que en este Curso no queremos abarcar todos los temas
importantes de la Historia de la Iglesia. Es absurdo. Basta recordar que Ludwig von Pastor escribió
la Historia de los Papas desde fines de la Edad Media en cuarenta tomos. Más bien nos
limitaremos a hacer una exposición, aunque sí cronológica, ad líbitum en cuanto a los temas. Yo
aporto lo que he podido averiguar en dos años de estudio. Evidentemente, mi aportación no se
conforma de datos o sucesos desconocidos sino en la organización de los mismos.

También quiero aclarar y sugerir que voy a seguir la división de la Historia de la Iglesia que
hace Christopher Dawson. El galés divide la Historia en seis edades en contraposición a las tres
edades clásicas (antigua, media y moderna). Esto sirve para vislumbrar la complejidad de la vida
de la Iglesia. Porque la Iglesia está viva10, y la barca de Pedro sigue avanzando a través del tiempo
y del espacio. Y sigue llamando a las personas –a todos, gentiles y judíos- a la divinización del
mundo.

consideran Asia como su propiedad y los pueblos bárbaros que habitan en ella, mientras estiman que Europa
y el mundo griego es un país distinto». Y comenta Ratzinger en un discurso del 2004: “No hace referencia a
las fronteras de Europa, pero está claro que tierras que hoy son el núcleo de Europa estaban completamente
fuera del campo visual del historiador antiguo”. (Ratzinger, J., Discurso del 13-05-04 ante el Senado Italiano).
9Cuando le mandé a mi amigo el Dr. Michael Núñez la invitación para asistir a este curso recibí de vuelta un
correo de mil palabras donde critica el nombre que elegí para el Curso. Entre otras cosas me dice que “si en
Derecho, donde la influencia directa europea no admite discusión, es posible aceptar toda una aportación
latinoamericana, cómo no se va a hacer lo propio en materia de Fe ¡En materia de Fe es más evidente el
sincretismo! Basta ver el tema de la iconografía; de ello da cuenta la imagen de Nuestra Señora de
Guadalupe con toda la fusión de lo europeo y lo autóctono. Hasta donde yo se, si bien es cierto que la Iglesia
Católica entendida como institución religiosa, es una realidad europea, la Fe como virtud teológica es una
realidad personal, y en este sentido América tiene mucho que decir (…). Lo cierto es que en mi muy modesta
opinión, tu título denota un eurocentrismo que no pareciera estar acorde con el carácter ecuménico de la Fe
Católica. Todo lo anterior no quita para nada el reconocimiento, sin discusión, de que la Fe Católica se basa
en una teología europea en tanto que dogma, pero existe un constante enriquecimiento que tiene un carácter
americano, árabe, etc”.
10Tomado de la homilía de Benedicto XVI al inicio de su pontificado. 24-04-05. La cita completa es: “Sí, la
Iglesia está viva; ésta es la maravillosa experiencia de estos días. Precisamente en los tristes días de la
enfermedad y la muerte del Papa, algo se ha manifestado de modo maravilloso ante nuestros ojos: que la
Iglesia está viva. Y la Iglesia es joven. Ella lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a
cada uno de nosotros la vía hacia el futuro. La Iglesia está viva y nosotros lo vemos: experimentamos la
alegría que el Resucitado ha prometido a los suyos. La Iglesia está viva; está viva porque Cristo está vivo,
porque él ha resucitado verdaderamente”.

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