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cuanto a entender el principio de las cosas (quizás no así respecto del
fin de ellas) necesitamos de un punto de inicio el cual siempre, en
esta materia, nos va a llevar a un concepto abstracto, es decir, no
registrado, pero que determina a partir de él lo que vamos a entender
por el buen comportamiento que nos permitirá desarrollarnos
pacíficamente en sociedad y esto porque como Aristóteles dijo en su
momento y Tomás reafirma, somos seres sociales, necesitamos
desenvolvernos en sociedad y para ello requerimos de normas que
regulen nuestra conducta, estas normas nacen de la convención de
los sujetos libres e iguales, señala Aristóteles, y agregaré, según
Aquino, hombres racionales, que para establecer preceptos
reguladores de nuestra conducta necesitamos remitirnos a aquello
que en el inconsciente colectivo sabemos es lo bueno y entendemos
que el hombre, por ser principios que emanan de nosotros y que son
valorados como absolutos, intentará tender a ellos tanto en su
comportamiento, cuanto al establecer normas que nos rijan,
generando el rechazo colectivo de aquellos que actúen en
contravención a ellos.
Para terminar creo que O’Connor se equivoca al pedir en estos
momentos, en la época de santo Tomás de Aquino, la comprobación
de los fenómenos o sencillamente una investigación empírica de los
fenómenos, primero porque no era en aquel tiempo lo relevante para
arribar a posibles respuestas, no por lo menos en la filosofía, rama
que hoy muchas veces necesita complementarse de otras como la
sociología y psicología para poder dar respuestas satisfactorias. De
este modo, Tomás de Aquino no se representó o si lo hizo no registró
el llevar este tipo de análisis o método científico como hoy casi
exigimos de todo aquello que se quiera predicar como ciencia.