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Autor: CABRERO, Ferrán

Título: Introducción al Estudio de los Pueblos Indígenas, la


Gobernabilidad Democrática y los Derechos Humanos

Ubicación: 1 - 15

Extensión: 15 páginas

Año
Publicación: 2008

Editor: Escuela Virtual, PNUD

Link: www.escuelapnud.org
INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS, LA GOBERNABILIDAD
DEMOCRÁTICA Y LOS DERECHOS HUMANOS
Material de la Escuela Virtual PNUD/RBLAC
Pueblos Indígenas, Gobernabilidad Democrática y Derechos Humanos
Ferran Cabrero

¿Quiénes son los pueblos indígenas? ¿Qué origen tienen? ¿Cómo viven? ¿Por qué se han convertido desde hace pocas
décadas en actores clave para la gobernabilidad de buena parte de los países donde habitan, sobretodo en América Latina?
¿Por qué están en el centro de la discusión en derechos humanos tanto en el ámbito nacional como en el internacional?
Estas son las principales cuestiones que se abordan en esta introducción al Curso de profundización Pueblos Indígenas,
Gobernabilidad Democrática y Derechos Humanos.

En los siguientes párrafos nos remitimos a las tres primeras cuestiones apuntadas arriba, empezando por intentar encontrar
una definición de los protagonistas de este curso: los pueblos indígenas; empresa difícil porque se trata de comunidades
humanas de una gran diversidad, en su mayor parte en contacto con otras culturas y, por tanto, difíciles de delimitar y en
procesos acelerados de transformación; además de estar en el centro de intereses políticos y económicos. De hecho,
actualmente se tiende a no definir el término para evitar tanto la exclusión de alguno de sus posibles beneficiarios como la
utilización indebida del mismo por parte de otros actores (por ejemplo, los Estados). Como se verá más adelante, más allá
de las definiciones que puedan hacer otros, el término “indígena” apunta al derecho que tienen sus beneficiarios a definirse
a sí mismos. No obstante, para facilitar la comprensión de la temática, de manera necesaria aquí se intenta aclarar y
diferenciar los términos más extendidos (de uso local, regional, o internacional) al referirse a estos pueblos.

I. Breve aclaración de términos


Los términos “pueblo tribal” o “grupo tribal”, común en un pasado (provienen de la antropología colonial), se continúan
usando sobretodo en Asia (Scheduled Tribes, por ejemplo, son aquellos pueblos de la India que han sido objeto de
disposiciones legislativas especiales), y también en el caso de comunidades que no siempre afirman o pueden afirmar que
descienden de los habitantes originarios de un territorio. La acepción “pueblos primitivos” proviene de la escuela
evolucionista de arqueología de mediados del siglo XIX, la cual postulaba que la Humanidad pasaba forzosamente por una
serie de estadios de evolución hasta un estadio superior representado por la cultura europea de aquella época. “Naciones
primeras” (First Nations) es un término que se utiliza sobretodo en Canadá; “pueblos primeros” ha entrado como acepción
recientemente en el mundo francófono (siendo inspirado por al concepto de “artes primeras”), y el término “originarios” se
centra igualmente en la perspectiva histórica: en el sentido de ser los descendientes de los grupos que tienen origen o
llegaron primero a un determinado territorio. El mismo sentido se aplica a los términos más comunes de: (i) “indígena” (si
bien en muchos países ha pasado a ser un término peyorativo, al igual que “indio”); (ii) “nativo” (muy usado en Estados
Unidos: “Native Americans”), y (iii) “aborigen” (asociado sobretodo a los indígenas australianos).

Finalmente, dos acepciones más: “sociedades tradicionales” abarcaría todas aquellas sociedades (no sólo las indígenas)
que siguen una “tradición” y han evitado entrar en la llamada “modernidad”; y “minorías étnicas” es un término que puede
malinterpretarse: una minoría étnica no ha de ser necesariamente indígena (véase, por ejemplo, el caso de los judíos en
muchos países del mundo); y, a la inversa, aunque grupos indígenas u oriundos de un territorio sean catalogados como
“etnia” (término clasificatorio prestado de la antropología colonial) no significa que sean minoría (por ejemplo, en Bolivia los
pueblos indígenas son mayoría). Además, no hay que dejar de señalar que en la legislación internacional, las minorías
poseerían derechos individuales, no colectivos. Después de este primer esbozo conceptual de términos se hace preciso
abordar las diferentes definiciones de “pueblos indígenas”, la acepción más común y con implicaciones legales que hoy se
ha extendido en el ámbito internacional.

II. El término “pueblos indígenas”


La definición de pueblos indígenas que propuso el Relator de la Subcomisión de prevención de discriminaciones y
protección de las minorías de las Naciones Unidas, José R. Martínez Cobo (en su estudio de 1986, que lleva su nombre)
es una de las más utilizadas. Incide en tres puntos: (i) la continuidad histórica de estos pueblos antes de la colonización
europea (incluyendo la ocupación y uso de un territorio específico); (ii) su actual posición no dominante en los Estados
donde viven; y (iii) la autoidentificación.1

DEFINICIÓN DE TRABAJO DE NACIONES UNIDAS

“Son comunidades, pueblos y naciones indígenas los que, teniendo una continuidad histórica con las
sociedades anteriores a la invasión y precoloniales que se desarrollaron en sus territorios, se consideran
distintos a otros sectores de las sociedades que ahora prevalecen en esos territorios o en parte de ellos.
Constituyen ahora sectores no dominantes de la sociedad y tienen la determinación de preservar, desarrollar y
transmitir a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica como base de su existencia
continuada como pueblo, de acuerdo con sus propios patrones culturales, sus instituciones sociales y sus
sistemas legales.”
José R. Martínez Cobo,
Relator de la Subcomisión de prevención de discriminaciones y protección de las minorías

Esta definición, con todo y mantenerse como el principal referente a la hora de definir a los “pueblos indígenas” en el marco
internacional, no evitó crear cierta ambivalencia alrededor de quien era y quien no era “indígena” en los participantes del
Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas para Poblaciones Indígenas.2 Así, en su 13ª sesión (1995) la Presidenta del
Grupo, Erica-Irene Daes, tuvo que abordar el tema, cuyos aportes y debates incorporó al documento del siguiente año,

1
Martínez Cobo (1986) “Estudio del problema de la discriminación contra las poblaciones indígenas: conclusiones, propuestas y recomendaciones”:
E/CN.4/Sub.2/1986/7/Add.4 (pgs. 28-30).
2
Mecanismo establecido en 1982. Véase aquí tanto Sanders (1999) como su fuente a este respecto, la nota de la Presidenta sobre los criterios que podrían aplicarse al
examinar el concepto de pueblos indígenas: E/CN.4/Sub.2/AC.4/1995/3.
incluyendo la diferencia entre pueblos indígenas y minorías, así como uno de los temas más polémicos: si hay o no hay
pueblos indígenas en África y Asia, es decir, allí donde toda la población pareciera indígena (como varios de sus gobiernos
mantienen).3

Durante los muchos años de debate en el Grupo de Trabajo, los miembros de las organizaciones indígenas rechazaron la
idea de que los Estados adoptaran una definición oficial de pueblos indígenas. Igualmente las delegaciones de los
gobiernos expresaron la opinión de que no era convincente ni necesario elaborar una definición universal para los pueblos
indígenas. Finalmente, en el 15º período de sesiones (1997) se concluyó que, en ese momento, no era posible tener una
definición a escala mundial y que, al fin y al cabo, tampoco era necesario. En el derecho internacional términos importantes,
como “pueblos” y “minorías”, permanecen sin ser definidos oficialmente; si bien no ha sido un obstáculo para que las
Naciones Unidas reconocieran, por ejemplo, el derecho de los pueblos a la autodeterminación o adoptaran la Declaración
sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías.

Además de éstas definiciones dentro de la estructura de derechos humanos de Naciones Unidas, se encuentra la que
ofrece el principal instrumento internacional para salvaguardar los derechos de los pueblos indígenas, el Convenio N.º 169
sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que entró en vigor en el año 1991
sustituyendo al Convenio N.º 107 de 1957 (que tenia un carácter asimilacionista). Al ser un instrumento jurídico internacional
(no un documento de estudio o de discusión como los anteriores), la utilización del término “pueblos indígenas” aparece
como un elemento de no poca importancia.

La principal implicación jurídica radica en la “s” al final de la palabra “pueblo”; en su plural. En inglés es más aguda la
diferencia porque si people, sin la “s”, significa “gente”, peoples quiere decir “pueblos”. En su uso común la diferencia puede
ser imperceptible (Indígenous People/ Peoples), lo que no sucede en la legislación internacional: a la gente se le reconocen
sus derechos individuales, pero sólo los pueblos tienen derechos colectivos y, por consiguiente, también tienen capacidad
de ejercer el derecho a la autodeterminación, a decidir libremente sobre sus vidas (derecho que los Estado ven sobretodo
como posibilidad de secesión). De ahí la controversia durante años en las conferencias internacionales sobre la
conveniencia o no de utilizar el término, como reclaman los pueblos indígenas, y las prudentes cláusulas de salvaguardia,
como en el caso del Convenio N.º169, que si bien utiliza el término “pueblos”, añade un artículo controversial (véase el
artículo 1.3).4

3
Documento de trabajo sobre el concepto de pueblos indígenas: E/CN.4/Sub.2/AC.4/1996/2. Véase también el estudio del Relator Especial Miguel Alfonso Martínez,
Discrimination Against Indigenous Peoples; Study on Treaties, Agreements and Other Constructive Arrangements Between States and Indigenous Populations; donde
propone que el término vuelva a su uso más reducido de grupos humanos en Estados con poblaciones nacionales dominantes establecidas por migración colonial
europea: E/CN.4/Sub.2/1995/27 (pp. 99-105).
4
Véase igualmente que los dos espacios internacionales más reconocidos para y por los pueblos indígenas, evitan citar el término en sus nombres: “Grupo de Trabajo de
Poblaciones Indígenas”; y “Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas”; 1982 y 2002 en adelante respectivamente.
ARTÍCULO 1
Convenio N°169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales

1. El presente Convenio se aplica:


a) a los pueblos tribales en países independientes, cuyas condiciones sociales, culturales y económicas les
distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estén regidos total o parcialmente por sus propias
costumbres o tradiciones o por una legislación especial;
b) a los pueblos en países independientes, considerados indígenas por el hecho de descender de poblaciones
que habitaban en el país o en una región geográfica a la que pertenece el país en la época de la conquista o la
colonización o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situación
jurídica, conservan todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.
2. La conciencia de su identidad indígena o tribal deberá considerarse un criterio fundamental para determinar
los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio.
3. La utilización del término "pueblos" en este Convenio no deberá interpretarse en el sentido de que tenga
implicación alguna en lo que atañe a los derechos que pueda conferirse a dicho término en el derecho
internacional.

Añadida a estas tres definiciones ampliamente conocidas en el ámbito internacional están las que utilizan en su trabajo
diario las agencias del sistema de Naciones Unidas, especialmente el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) y el Banco Mundial. De acuerdo con la nota política del PNUD en referencia a este grupo de personas (2001), los
“pueblos indígenas”, “minorías étnicas indígenas” y “grupos tribales” serian “grupos sociales que comparten una identidad
social y cultural que difiere del grupo dominante en la sociedad”. Entre los criterios clásicos para distinguirlos remarca el de
la autoidentificación.

Por otra parte, el Banco Mundial, después de fuertes críticas al nivel internacional debido a los efectos negativos de sus
megaproyectos en territorios indígenas ha mostrado recientemente un especial interés en no perjudicar a estos pueblos. En
su Política Operacional 4.10 (que desde julio de 2005, junto con las Normas de Procedimiento del Banco, BP. 4.10,
reemplaza a la Directriz Operacional OD 4.20), recogiendo la opinión mayoritaria en este caso, prefiere no definir el término
(debido a los diversos contextos cambiantes donde habría de ser ajustado), si bien lo utiliza de manera genérica para
referirse a diferentes “grupos culturales y sociales vulnerables” que poseen ciertas características (básicamente ya
recogidas en las definiciones anteriormente citadas).5

Finalmente, comentar que la academia también ha contribuido al debate sobre el término “pueblos indígenas”. Kingsbury
(1998) intenta encontrar una salida a la “controversia asiática” proponiendo un modelo flexible para definir a las poblaciones
indígenas, a la vez que ofrece una lista de “criterios esenciales” y otra de “indicios relevantes”. Wiessner (1999), partiendo
tanto de Daes (1996) como de Kingsbury, procura precisar el término enfatizando que es la percepción de la otra gente,

5
En parte como consecuencia a las criticas recibidas véase que, aunque el supuesto grupo, debido a un traslado forzoso, haya perdido el “apego colectivo a hábitats
geográficamente definidos o territorios ancestrales en la zona del proyecto” (párrafo 4b) sigue siendo “eligible” para ser cubierto por la Política.
más que la constatación empírica, lo que haría a los pueblos indígenas descendientes de los habitantes originales de tierras
con las cuales tienen fuertes lazos de unión.6

Hoy día prevalece la opinión de que no es necesaria una definición internacional oficial del término “pueblos indígenas” y,
para fines prácticos, se acepta usualmente al respecto la propuesta en el estudio de Martínez Cobo (1986). Pero conviene
recordar que cualquier definición ya entraría dentro de los derechos de estos pueblos, ya que de acuerdo con el artículo 8
de la Declaración de las Naciones Unidas sobre sus derechos: “Los pueblos indígenas tienen el derecho colectivo e
individual a mantener y desarrollar sus propias características e identidades, comprendido el derecho a identificarse a sí
mismos como indígenas y a ser reconocidos como tales”.7

III. Origen y características


De su origen común en el África meridional, los seres humanos se fueron distribuyendo a lo largo y ancho del globo durante
miles de años en varias oleadas y sucesivas migraciones, volviendo a hacer contactos entre ellos y a encontrarse. De esta
manera, algunas poblaciones humanas se caracterizan por una distribución territorial milenaria, a diferencia de la de otros,
mucho más reciente. Véase el caso de los bantúes en gran parte del África subsahariana, o el de los europeos en América.
En este caso, por ejemplo, las últimas poblaciones en llegar a aquellos territorios y adueñárselos de sus pobladores
ancestrales se incorporaron a una serie de migraciones que se remontan a la prehistoria del Continente, cuando se pobló
hace más de 30.000 años por diferentes grupos y en varias oleadas.

Si bien no hay datos exactos, los propios indígenas y los defensores de sus causas manejan una cifra de la existencia de
unos 6.000 grupos indígenas en todo el mundo, lo que significaría entre 300 y 400 millones de personas. En América Latina,
se estima que hay 50 millones, que forman parte de alguno de los 400 grupos étnicos que existen (definidos por diferente
lengua) y que representan hasta un 11 por ciento de la población de la región. Es más, en algunos países, como Guatemala
y Bolivia, los pueblos indígenas son más de la mitad de la población (véase la estadística del Banco Mundial y, en parte, la
de la CEPAL), y en Ecuador y Perú son entre el 30 y el 40 por ciento (siempre según datos aproximados). En México esta
población está entre el 10 y el 15 por ciento, pero es la más grande en América Latina, con aproximadamente 11 millones
de personas.

6
Wiessner intenta desactivar la polémica que creó el descubrimiento, en Norteamérica, de unos restos arqueológicos milenarios asociados a rasgos “caucasoides” y con
información genética similar a la euroasiática.
7
Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, texto aprobado por el Consejo de Derechos Humanos el 29 de junio de 2006 y
pendiente de aprobación por la Asamblea General de la ONU.
ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN INDÍGENA EN AMÉRICA LATINA
Porcentaje en el total de la población

País / Fuente Banco Mundial CEPAL BID

Argentina 1,0 - 1,1


Bolivia 71,0 59 50,51
Brasil 0,4 1 0,16
Chile 8,0 10,3 7,06
Colombia 1,8 2,2 1,74
Costa Rica 0,8 - 0,75
Ecuador 38,0 35,3 24,85
El Salvador 7,0 - 1,69
Guatemala 66,0 42,8 48,01
Honduras 15,0 1,3 11,88
México 14,0 7,4 9,47
Nicaragua 5,0 1,8 7,59
Panamá 10,0 8,3 7,78
Paraguay 1,5 0,7 1,96
Perú 47,0 40,2 38,39
Uruguay 0,4 - -
Venezuela 0,9 0,9 1,48

Fuente: Hopenhayn y Bello (2001) “Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe”, CEPAL Serie Políticas Sociales 47; IDB (1997) “The Role of
the Inter-American Development Bank”, Forum of the Americas, mimeo; World Bank (2004) “Inequality in Latin America. Breaking with history?”, cap. 3; CIAT (2003)
“Latin America and Caribbean Population Database Documentation”.

Con todo y estas cifras, en las diferentes estadísticas nacionales de América Latina (censos y encuestas por hogares)
apenas se ha podido identificar la “etnicidad” de manera rigurosa. Sólo recientemente alguna de ellas ha incluido preguntas
para dicha identificación, si bien con diferentes métodos. Dependiendo del país, se considera a una persona indígena (o
afro-descendiente) si: (i) se identifica a sí misma como perteneciente a cierto grupo étnico; (ii) identifica su lengua nativa o
habla un idioma indígena; o bien (iii) vive en un territorio que está poblado mayoritariamente por personas de un cierto grupo
étnico. Se usa la autopercepción como un método de identificación en Bolivia, Guatemala, Panamá, y Perú. Se usa la
lengua como un criterio de identificación en Chile, Ecuador, y Paraguay; y regiones en el caso de Colombia, Costa Rica,
México y Honduras.

Cada método, no obstante, conlleva sus desventajas. Si bien el primero seria el más acorde con las demandas indígenas,
también es cierto que la discriminación y el fuerte prejuicio social ante los pueblos indígenas hace que muchos de sus
miembros no se identifiquen como tales. El método de usar la lengua como criterio de identificación puede conllevar
problemas cuando hay una política lingüística monocultural muy fuerte, haciendo desaparecer las lenguas indígenas
(cuando se sabe que una persona puede continuar siendo indígena a pesar de haber dejado de hablar su idioma originario).
Por último, una forma más imperfecta de identificar la etnicidad es por la región donde la persona reside. Si bien puede
tener la ventaja que evita la subjetividad, algunas personas pueden ser clasificadas erróneamente como indígenas si no hay
una segregación estanca (lo que es más bien usual).

DEFINICIONES DE ETNICIDAD
por países escogidos

Pregunta usada para


Criterio de identificar la A quién se le considera no-
País Años Posibles respuestas
identificación etnicidad en la blanco
encuesta por hogares

Bolivia 1997 Lengua ¿Qué lengua habla Español, quechua, guaraní, Individuos que hablan por lo
normalmente? otras lenguas indígenas, o menos una lengua indígena
lenguas extranjeras. Una (quechua, aymara, guaraní u
combinación entre las otro)
categorías previas también era
posible

2002 Autoidentificación ¿Se considera usted Quechua, aymara, guaraní, Individuos que se consideran
como perteneciente a chiquitano, mojeño, otro, o a sí mismos que pertenecen
uno de os siguientes ninguno a algún pueblo indígena
pueblos indígenas?

Chile 2000 Autoidentificación ¿Hay algún miembro Aymara, rapa-nui, quechua, Individuos que viven en
de la familia que habla mapuche, atacameño, coya, hogares donde al menos un
o entiende alguna de kawaskar, yagán miembro habla o entiende
los siguientes lenguas? ana lengua indígena

Ecuador 1998 Lengua Qué lengua habla? Español, quechua, shuar, otros, Individuos que hablan por lo
y cualquier combinación entre menos una lengua indígena
ellos

Guatemala 2002 Autoidentificación “Especificación por Kiché, queqchi, kaqchikel, mam, Individuos que se consideran
grupo étnico” garífuna, ladino, extranjero, a sí mismos como
achi, acateco, awacateco, pertenecientes a alguno de
qanjobal, ixil, chorti, chuj, los grupos indígenas
jacalteco, pocomchi, pocomam,
tzutujil, xinca, popti, otros
grupos indígenas, otros

Honduras 2003 Región Municipios y - Individuos que viven en


(municipios) departamentos municipios con más del 50%
(marcado por el de población indígena que
entrevistador) están en los estados de
Gracias a Dios, Intibuca, Islas
de la Bahía, La Paz, Lempira,
y Ocotepeque

México 1992 Región Municipios y Estado - Individuos que viven en


(municipios) (entrado por el municipalidades con más del
2002 entrevistador) 50% de población indígena
que están en los Estados de
Campeche, Chiapas,
Chihuahua, Durango,
Guerrero, Hidalgo, Nayant,
Oaxaca, Puebla, Quintana
Roo, San Luis Potosí,
Veracruz y Yucatan

Nicaragua 1998 Lengua ¿Cuál es la lengua que Español, miskito, sumo, inglés u Individuos que hablan miskito
hablas en casa desde otro o sumo
tu infancia?

2001 Autopercepción ¿A qué grupo étnico Mestizo, blanco, criollo, Individuos que se declararon
perteneces? cróele/afrodescendiente, cróele/afrodescendientes,
miskito, mayagna (sumo), rama, miskito, mayagna (sumo),
otros rama

Panamá 2002 Autoidentificación ¿Eres indígena? Sí-No Individuos que respondieron


“sí”

Paraguay 1995 Lengua ¿Qué lengua habla de Guaraní, guaraní y español, Individuos que hablan sólo
manera usual en casa? español, otro guaraní
2001

Perú Autoidentificación ¿De acuerdo a su Indígenas de la Amazonía, Individuos que respondieron


herencia o a su cultura quechua, aymara, ser indígenas de la amazonia,
se considera usted negro/mulato/zambo, mestizo, quechua, aymara o
como parte de algún blanco, otros negro/mulato/zambo
grupo étnico?

Fuente: VV.AA (2005) Ethnicity and the Millennium Development Goals. Bogotá: CEDLAS/ECLAC/ IDB/ UNDP/ The World Bank.

Tradicionalmente los pueblos indígenas viven de trabajos muy vinculados a sus territorios: desde la caza y la recolección,
como aún practican los yanomami de la Amazonía o los akkas (“pigmeos”) en África ecuatorial; pasando por el pastoreo, del
que viven por ejemplo los masai de las llanuras orientales del mismo Continente; y también por la agricultura de
subsistencia, como es el caso de los quechuas y los aymaras de la Sierra andina, en Sudamérica, o de los nagas de la
frontera entre China, India y Myanmar, que proyectan terrazas arroceras (junto con la tala y quema de bosque). Hoy día,
estos patrones de vida (tanto nómadas como sedentarios) están cambiando por presiones externas y cada vez más se
puede ver a personas indígenas en distintos trabajos, en el campo y en la ciudad, o bien combinándolos durante períodos
del año para completar la economía familiar y comunitaria. Así, las estadísticas nacionales muestran que la familia indígena
(y afrodescendiente) promedio vive en áreas rurales y es un poco más extensa (tiene más hijos) que la familia “blanca” y
mestiza. Los indicadores socio-económicos también muestra una mayor incidencia de la pobreza, lo que a su vez evidencia
sociedades muy desiguales y discriminatorias, cuando no marcadamente racistas.8 Mención especial se merece aquí la
situación de la mujer indígena que, como ya empieza a ser reconocido, sufre una triple discriminación: por indígena, por
pobre, y por mujer.

8
Para una visión regional con estadísticas actualizadas véase al respecto AA.VV (2005) Ethnicity and the Millennium Development Goals. CEDLAS/ECLAC/ IDB/ UNDP/
The World Bank: Bogotá. Al nivel nacional pueden consultarse los estudios innovadores del SNU en Bolivia: Gama étnica y lingüística de la población boliviana y Pueblos
Indígenas Originarios y Objetivos de Desarrollo del Milenio, ambos del 2006; así como el informe de Ecuador igualmente sobre ODMs y pueblos indígenas (de próxima
aparición), y el Informe de Desarrollo Humano de Guatemala 2005. Diversidad cultural y étnica: ciudadanía en un Estado plural.
LA CENTRALIDAD DE LA AGRICULTURA EN LOS ANDES
Ejemplo de modo de vida

La cultura andina está formada por varios pueblos relacionados desde hace siglos y que suman de ocho a diez
millones de personas. Habitan una área extensa que abarca el norte de Chile, Perú, Bolivia, Ecuador y
Colombia, de donde ocupan sobretodo los altiplanos y los valles interandinos. Los dos grupos más importantes
de esta base cultural común son los quechuas y los aymaras.

La cultura andina es esencialmente agrocéntrica. Si bien limitada por el suelo y las duras condiciones climáticas
de los Andes, la ocupación primaria del habitante de la Sierra y allí donde concentra con más intensidad su
cosmovisión es la agricultura, que se concibe como un diálogo continuo entre el campesino y la naturaleza. Una
reciprocidad que es la manifestación más evidente de la actitud de respeto y de afecto con que se “cría” todo.

En el mundo andino se vive y se trabaja comunitariamente y el campesino se considera como un miembro más,
que no el más importante, de su Pacha (la tierra o cosmos local), que se ve como un ser vivo. La persona
puede equivaler a una humilde piedra o a un imponente cerro, que es también hijo, hermano, y padre de todo lo
que conforma la Pacha. A la vez, para contribuir a la cría de la armonía en esta organicidad, el hombre (runa)
cría la heterogeneidad de la vida en la “chacra” o huerto andino mediante variadas formas de interrelación entre
todos los elementos de este cosmos.

En una época en que se está obsesionado por la velocidad y la productividad, aspectos que han llevado a la
uniformidad de cultivos, a la desertización, y al agotamiento de los recursos, la cultura andina cobra
importancia. Lejos de ver la agricultura como un simple objeto comercializable que acaba empobreciendo la
riqueza de su diversidad de vida, es un ejemplo de cómo se puede conservar y potenciar la heterogeneidad en
el campo, clave para afrontar coyunturas futuras de desarrollo y para la misma sostenibilidad de nuestro
planeta.

Fuente: Cabrero (2001) a partir de textos de Quidel y Juliano, en Dossiers de Cultures del Món:
http://www.unescocat.org/ct/p6/serie1/quitxues1.htm

IV. Actores visibles y protagónicos


Para finalizar con esta unidad introductoria al estudo de los pueblos indígenas, se esbozan las dos últimas cuestiones que
se presentaban en el primer párrafo, que podrían verse como la inspiración principal del Curso: ¿por qué los pueblos
indígenas se han convertido desde hace pocos años en un actor clave de gobernabilidad en los países donde habitan,
sobretodo en América Latina? ¿Por qué están al centro de la discusión en derechos humanos tanto al nivel nacional como
internacional?

A partir de los procesos de globalización de las últimas décadas, se ha incrementado la presión sobre los territorios donde
habitan los pueblos indígenas. Al papel negativo que usualmente ha cumplido el Estado para estos grupos (desde la
exclusión a la asimilación, sin descuidar los efectos de los megaproyectos financiados por instituciones multilaterales) hoy
se añaden de manera creciente las acciones de las empresas transnacionales (sobretodo en minería, en cultivos
extensivos, y en extracción de hidrocarburos), lo que ahonda la desigualdad económica, la exclusión social, y la
homogeneización cultural; todo ello junto con el deterioro del medio ambiente. No es ningún secreto que, en los países
donde habitan, los pueblos indígenas constituyen los ciudadanos más pobres entre los pobres, con una desigualdad en
todos los indicadores socio-económicos alarmante frente a los otros ciudadanos y grupos culturales del mismo Estado. Esta
situación, añadida a otros factores coyunturales (“estructura de oportunidades”) que se abordarán en la Unidad IV, conlleva
necesariamente conflictos que, a partir de los años setenta, hacen resurgir al movimiento indígena para defender los
derechos de estos pueblos, si bien a partir de las celebraciones oficiales del Quinto Centenario se muestra más visible: ya
no sólo actúa a la defensiva, sino en la consecución de proyectos políticos.

GOBERNABILIDAD

El marco de reglas, instituciones y prácticas establecidas que sientan los límites y los incentivos para el
comportamiento de los individuos, las organizaciones y las empresas.

Globalización con rostro humano. Informe de Desarrollo Humano (1999)

Es en este sentido, a través de movimientos sociales basados en la identidad cultural, que los pueblos indígenas se han
convertido actualmente en un actor clave para la gobernabilidad democrática de los Estados de donde hoy son parte.9 Pero
lejos de los desafíos clásicos de la gobernabilidad, emergen como un desafío nuevo y radical porque éste no sólo apela a la
inclusión de los demandantes como ciudadanos de pleno derecho en un marco jurídico preestablecido (como sería el caso
de los niños, jóvenes, mujeres, ancianos, discapacitados, entre otros sectores vulnerables), sino que también remite a la
misma definición y reelaboración del Estado y de su sistema de gobierno: la democracia occidental moderna. Este desafío
desvía la atención de la discusión liberal clásica del individuo y la colectividad (como simple agregado contractual) hacia la
persona y la comunidad (como lugar durable, profundo y a la vez espiritual). La ciudadanía, nos dice que, en general, el
movimiento indígena, debe basarse no tanto en los lazos cada vez más débiles de la colectividad (debilitados precisamente
por referirse al individuo, supuestamente autónomo), sino en la comunidad, centrada en la persona, que no se realiza sino
en comunión con otras personas, de aquí y del más allá (los ancestros o aquellos que aún no han nacido), e incluso con el
cosmos (naturaleza) y los dioses (lo divino).

LA DEMOCRACIA ÉTNICA Y EL MULTICULTURALISMO

Como mujer maya y como ciudadana que he trabajado en los procesos de construcción multicultural estoy
consciente de lo que significa democracia, que se concibe desde el pueblo y para el pueblo. El problema
principal de nuestras “democracias”, al menos en América Latina, es que no son completas. Aparentan ser lo
que no son, desde que fueron concebidas dentro de Estados monoculturales, excluyentes y con privilegios
para unos pocos, en perjuicio de las mayorías. Nosotros, los indígenas y las indígenas, somos pacíficos,
respetuosos y buscamos la armonía, no sólo entre los seres humanos sino también con otros seres y
elementos de la naturaleza. Para los pueblos indígenas, la consulta, la participación y el consenso son un
proceso de suma importancia para la toma de decisiones, por lo que en este sentido prevalece la decisión de
la mayoría, como principio democrático, donde todos los seres humanos somos iguales y tenemos los mismos
derechos y obligaciones, por lo que deseamos que nuestros sistemas políticos se transformen para el
beneficio de todos, en donde se les dé la igualdad de oportunidades y sin exclusiones de ninguna especie. Los
pueblos indígenas colocan sus esperanzas en el futuro. Apuestan por la convivencia y coexistencia armoniosa
y equitativa de las etnias, las culturas, las lenguas y las religiones. Que la democracia sea incluyente,
representativa, intercultural, es decir, respetuosa de las diferencias. La unidad de Guatemala y de otros países
similares debe descansar en esa rica veta de la diversidad que se debe reflejar en una democracia étnica.

9
En los últimos años, especialmente el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha intentado difundir el concepto de “gobernabilidad indígena”.
Otilia Lux de Cojti, ex Ministra de Cultura de Guatemala; texto elaborado para el PRODDAL, 2004

Aunque no se reducen a ellos, el eje instrumental en torno al cual giran las peticiones y los proyectos políticos indígenas
que influyen en la gobernabilidad democrática se basa en los Derechos Humanos, facilitados por el avance de los
instrumentos para hacer valer estos derechos en la comunidad internacional, y que tanto los pueblos indígenas como sus
defensores han sabido utilizar de manera estratégica (pues suele haber la percepción política de que esta categoría de
demandantes es reducida y única, y debe tratarse como un caso especial). Véase por ejemplo los dos Pactos
Internacionales, la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial o, de
manera más específica, el Convenio N°169 de la OIT sobre “pueblos indígenas y tribales” y el Convenio de Diversidad
Biológica (1992); sin descuidar los mecanismos propios para hacer avanzar los derechos indígenas dentro del sistema de
las Naciones Unidas: el Grupo de Trabajo para las Poblaciones Indígenas y el Foro Permanente sobre las Cuestiones
Indígenas, por citar los dos más célebres.

Ahora bien, como ya se hacía entrever antes, el movimiento indígena no sólo apunta a los derechos individuales de las
personas de origen indígena (donde parece no haber conflicto) sino a los derechos colectivos de sus culturas, entendidas
como pueblos; que es cuando precisamente se desata la polémica. En este sentido, los derechos colectivos han sido
cuestionados seriamente por los Estados y sobretodo en el Occidente moderno han dado lugar también a enconados
debates académicos donde se contrapone el individuo a la comunidad, la libertad individual a la supuesta opresión de
sistemas culturales anacrónicos. ¿Cuáles son los argumentos de estos llamados “universalistas liberales clásicos” no
proclives a los derechos colectivos de los pueblos indígenas?

Siguiendo a Oliva Martínez (2005), de esta posición se pueden avanzar de forma escueta los siguientes argumentos: (i) las
culturas indígenas, de por sí, no pueden vislumbrarse como entidades capaces de adquirir derechos, no tienen conciencia,
ni voluntad, no pueden atribuírseles subjetividad, no son un fin en sí mismo; (ii) los pueblos indígenas nos sitúan ante un
supuesto sujeto de derecho difuso (informal, poco definido, con fronteras socio-culturales y políticas permeables por otros
pueblos o personas no indígenas); (iii) reconocer los derechos de los pueblos indígenas puede suponer a su vez una
restricción a los derechos individuales de sus integrantes (lo que supondría una incompatibilidad entre estos dos tipos de
derechos); (iv) el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas puede implicar una redefinición del Estado-
nación, de la democracia representativa y de las estructuras de participación en la Comunidad Internacional que, en el
contexto actual, no serian deseables; (v) el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos indígenas debería
venir acompañado del establecimiento de una serie de órganos y procedimientos especiales para su protección (que de
momento no hay capacidad para asegurar); y finalmente, dentro de esta postura también suele argumentarse que (vi) la
integridad cultural de los pueblos indígenas no es importante de por sí, no tiene una relevancia moral, no enriquece a la
humanidad.

En oposición a esta aproximación, que acaba por mantener que las demandas indígenas deben atenderse únicamente
reforzando los derechos individuales de sus miembros, Oliva Martínez procura sintetizar de manera también didáctica las
“constataciones empíricas” que desde posiciones “particularistas”, “multiculturalistas”, o “pluralistas” a través de distintas
disciplinas, se pueden aportar para equilibrar el debate y con el ánimo de poder llegar a un consenso; entre ellas: (i) el ser
humano es un animal cultural, de ahí que sólo pueda surgir en una cultura comunitaria, en sociedad, en contacto con los
otros (el individuo neutro tal y como lo definen ciertas tendencias universalistas no existe); (ii) la diversidad cultural debe
entenderse como patrimonio común y característica general de la Humanidad (el mundo está compuesto por diversas
culturas y además esta diversidad es positiva en tanto capacidad para afrontar desafíos adaptativos, tal y como ya lo
postula la UNESCO);10 (iii) si bien puede variar a lo largo del tiempo, las culturas de los pueblos indígenas constituyen un
todo integrado; (iv) no existen culturas inferiores o superiores, avanzadas o retrasadas (cada una es una expresión única de
la creatividad humana); y (v) las culturas indígenas contienen elementos de emancipación, liberación y mejora de la calidad
de vida para los individuos indígenas y para toda la humanidad (véase por ejemplo los valores de sostenibilidad ambiental y
de reciprocidad y fuerte cohesión social).

ARTÍCULO 1
Declaración Universal sobre Diversidad Cultural de la UNESCO

La cultura adquiere formas diversas a través del tiempo y del espacio. Esta diversidad se manifiesta con la
originalidad y la pluralidad de las identidades que caracterizan a los grupos y las sociedades que componen la
humanidad. Fuente de intercambios, de innovación y de creatividad, la diversidad cultural es, para el género
humano, tan necesaria como la diversidad biológica para los organismos vivos. En este sentido, constituye el
patrimonio común de la humanidad y debe ser reconocida y consolidada en beneficio de las generaciones
presentes y futuras.

Según el autor castellano, lejos de las posturas liberales clásicas y con base en estas “constataciones empíricas” (entre
otras), los derechos colectivos de los pueblos indígenas sí pueden ser contemplados, si bien con tres condiciones mínimas
indispensables, a saber: (i) la participación voluntaria de los miembros de una determinada cultura indígena; (ii) que los
derechos colectivos no sean contrarios en su aplicación y ejercicio a los derechos y libertades fundamentales; y (iii) que los
procesos de participación al interior de las comunidades indígenas sean verdaderamente democráticos. El aporte de Oliva
Martínez es valioso porque sintetiza de manera pedagógica las dos posiciones encontradas ante la aplicación de los
derechos colectivos; y también porque su desarrollo final no sólo parece conservador, sino que mantiene intacta la
cuadratura del círculo, con lo que evidencia aún más la complejidad del tema. De ahí que sea un ejemplo de las visiones
liberales más progresistas de Occidente (el “culturalismo liberal” de Kymlicka); que tampoco acaban de sustraerse de una

10
Hay que remarcar que los pueblos indígenas son los grandes depositarios de la diversidad cultural, representando el 90% de esta diversidad del planeta.
de las raíces (¿mitos?) de la modernidad: el individuo; y por tanto, difícilmente pueden alcanzar a distinguir en toda su
amplitud tanto los fundamentos como las consecuencias profundas del proyecto indígena.
¿Cómo va a ser voluntaria la participación de uno si se ha asumido anteriormente que el ser humano es un animal cultural,
que nace en el seno de una cultura específica? Que uno, “si quiere”, pueda irse a vivir a otro pueblo o cultura, lejos de su
familia y de sus referentes axiológicos, no es algo que de por sí suela acontecer. ¿Cómo los derechos colectivos han de
estar sujetos a los derechos individuales si a la vez somos conscientes de que otras culturas no basan tanto su cohesión en
el individuo y la colectividad sino en la persona y la comunidad? Y finalmente: ¿por qué siempre se repite en ciertos ámbitos
académicos y de ideología estatal que los procesos de participación al interior de las comunidades han de ser
verdaderamente democráticos? ¿Acaso se cree que los procesos políticos de otras culturas, si no se adscriben a los
parámetros de la democracia occidental moderna, han de ser necesariamente dictatoriales? En todo caso, la discusión
continúa abierta y, en este curso, se abordará con más detalle en la Unidad V, sobre autonomía y derecho a la
autodeterminación.11

LA GRAN LEY DE LA PAZ


Ejemplo de cultura jurídica no occidental

La Confederación de las Seis Naciones Iroquesas, o Haudenosaunee, forma parte del conjunto de pueblos
autóctonos norteamericanos que habitan en la región de los Grandes Lagos, entre Estados Unidas y
Canadá. Una de las sabidurías de los iroqueses que hoy puede sorprender especialmente, tanto o más que
a los primeros europeos que pisaron sus tierras, es su cultura de la paz, basada en una constitución oral
muy detallada. Según los mohawks (una de las seis naciones que forman los iroqueses), tras un período de
guerras sin tregua con las naciones vecinas, se acordó forjar una paz duradera a partir de leyes no escritas,
la llamada “Gran Ley de la Paz”. Este fundamento legislativo permitió la creación de la Haudenosaunee, una
especie de parlamento formado por cincuenta jefes (provenientes de las diferentes naciones) y que se
basaba en procesos de negociación y de mediación antes de recurrir al uso de cualquier táctica militar. La
Haudenosaunee se convirtió en el gobierno de la Confederación Iroquesa, pero en ningún caso era un
gobierno estatal ni coercitivo. Cada una de las seis naciones se hallaba distanciada de las otras físicamente,
ocupaba y habitaba un territorio propio y, pese a que formaba parte de la Confederación, era totalmente
independiente de las demás. Cada nación tenía su propio gobierno y sus propios jefes. Toda decisión en el
marco de las naciones iroquesas se tomaba tras un largo proceso de consultas y discusiones en diferentes
niveles y por consenso, aunque eso implicara retrasar la toma de una decisión el tiempo que fuera
necesario. Esta práctica imposibilitaba, de alguna manera, que los jefes se pudieran constituir en un grupo
autónomo que pudiera continuar existiendo al margen de la gente de su nación. La Gran Ley de la Paz
ofreció un marco único para resolver las diferencias entre las naciones, y mediante la Haudenosaunee, creó
una unidad diplomática que también afectaría a la historia y la cultura de los europeos llegados a América.
Algunos de los padres de la “novedosa” constitución norteamericana, como Benjamín Franklin o Thomas
Jefferson, eran grandes conocedores de la Gran Ley de la Paz, a la que consideraban un modelo ejemplar y
una fuente de inspiración.

Fuente: Cabrero (2006) El Tercer Mundo no existe: diversidad cultural y desarrollo. Barcelona: Intermón/OXFAM

11
Una expresión de la posición intercultural radical (en el sentido de ir a las raíces) cercana a los postulados más atrevidos del movimiento indígena son los trabajos
inspirados por el filósofo catalano-hindú Raimón Panikkar. Para su enfoque jurídico véase especialmente Agustí Nicolau, Robert Vachon, y Christoph Eberhard.
V. Reflexiones finales
Antes de finalizar esta Unidad y para ayudar a ampliar el debate, caben unas reflexiones finales a partir de algunos de los
puntos citados. La primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano surgió en el marco de la Revolución
francesa como un instrumento de defensa frente al poder, con la esperanza de limitar los abusos que se habían sufrido en
el Antiguo Régimen de monarquías absolutas. Es decir, es consecuencia de un momento y de un lugar específicos. Pero si
luchar contra las injusticias de las propias instituciones occidentales era la función originaria de los Derechos Humanos tal y
como los entendemos hoy, con el tiempo se le han añadido por lo menos dos funciones más: justificar empresas militares y
estructurar internamente otras culturas con vistas a propagar el modo de vida occidental. De hecho, ambas se pueden
resumir con una frase desgraciadamente célebre: “O Derechos Humanos o barbarie”; como si los derechos humanos
modernos fueran la única manera, o la mejor, de concebir la articulación de las relaciones sociales. De acuerdo con la ex
Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Mary Robinson (persona que difícilmente puede ser
calificada como extremista): “Los derechos humanos no deberían ser otra forma de colonialismo”.12

De hecho, hay cada vez más juristas, antropólogos y filósofos que critican los fundamentos mismos de los Derechos
Humanos: individuales, universales, igualitarios... fundamentos que comparten precisamente con el capitalismo, porque
pueden ser dos caras de la misma moneda: la modernidad (en principio entendida como proyecto particular de Occidente).
¿Cómo se defienden los derechos del mercader que llega para hacer negocios a otro contexto cultural lejos de su
comunidad de pertenencia si no es otorgándole unos derechos individuales? ¿Cómo pretender que estos derechos tengan
validez en el nuevo contexto si no es creyendo y defendiendo su universalidad? ¿Cómo promover los mismos derechos si
no es apelando a la supuesta igualdad de todas las personas?... cuando de hecho el capitalismo, como actual fuerza motriz
del proyecto moderno de Occidente, acaba provocando lo contrario: una fuerte desigualdad y una desestructuración social
que desintegra la comunidad humana y atenta contra la propia dignidad de las personas.

A diferencia de lo expuesto, los mecanismos de “equilibrio del cosmos” de las culturas tradicionales (como las de los
pueblos indígenas) son colectivos, se basan en la comunidad, pero a la vez destacan la diferencia (como la desigualdad) y
el particularismo (no universalidad). No todos los casos de un crimen son los mismos: se tienen que observar con
detenimiento las circunstancias en que ha tenido lugar, las condiciones del acusado, el papel o responsabilidad de la familia
y la comunidad. Es más, en estos tipos de derecho, la experiencia espiritual es fundamental y es la que al final condiciona
un restablecimiento del “equilibrio roto”. De hecho, si partimos de que no creer en Dios es otra creencia (tan digna como no
creer), ¿por qué se insiste en la universalidad laica, o incluso laicista, de los Derechos Humanos? ¿Por qué “nuestras”
normas profanas tienen que ser superiores a las sagradas de otros? ¿No es otra manera de imperialismo cultural?

Para intentar finalizar esta primera discusión hay que tener presente que, al fin y al cabo, para las sociedades tradicionales
los derechos importan poco. Son los deberes lo realmente valioso, y no sólo para con las demás personas, sino también

12
La Jornada, 23 de noviembre de 1999, citado en López García: “Derechos culturales y derechos humanos desde la perspectiva de los pueblos indígenas
iberoamericanos” en Mariño Menéndez y Oliva Martínez (2004) Avances en la protección de los derechos de los pueblos indígenas. Madrid: Dykinson.
para con los animales, los árboles, las montañas, los ríos y los mares: la naturaleza (cosmos) en general. Sin deberes, los
derechos occidentales se parecen más a un reclamo infantil y pasivo ante los mayores que a una verdadera justicia basada
en la acción y la dignidad humana junto con la de todos los seres vivos del planeta. Eso no quiere decir que, hoy, los
Derechos Humanos (individuales) no puedan cumplir una función positiva. Todo depende de cómo se utilicen, por
parte de quién y con qué intenciones. Son insuficientes y pueden llegar a ser contraproducentes, pero también pueden ser
imprescindibles.

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