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TEMAS Y CONTEXTOS
El Libro de Job
El libro de Job plantea uno de los más graves problemas del creyente: el mal. En la
mentalidad habitual judaica, el mal es castigo del pecado, y por tanto resulta
enteramente incomprensible el sufrimiento de "el justo". Este es el tema planteado
por Job: ha observado fielmente la Ley y sin embargo se ve abrumado por toda clase
de desgracias. Sus amigos le dicen que reconozca que estas desgracias son castigo de
sus pecados, pero Job mantiene su inocencia y no puede explicarse el mal que le
aqueja. El autor del libro ofrece la única solución que tiene: apelar a la Suprema
Autoridad de Dios: "¿Quién eres tú para pedir cuentas a Dios?". Lo que significa que
no entiende nada, sigue con su problema, pero se somete a Dios y renuncia a
entender.
Este es un tema que debemos aceptar como es, sin suavizarlo, sin ir más allá de lo
que la Palabra nos muestra. Nosotros queremos buscar una explicación al mal. No la
tenemos. El sufrimiento del inocente, muy especialmente el sufrimiento de los niños,
es algo que no encaja con nuestra fe en Dios Abbá, bueno y poderoso. Y no tenemos
ninguna explicación. Creemos en Abbá, bueno y poderoso, a pesar de que no
podemos explicar el problema del sufrimiento del inocente.
Es dramática la presencia de este problema en la misma vida de Jesús. Él es el más
inocente, el Santo por excelencia. Y, ante la pasión y la muerte, parece compartir con
nosotros toda la oscuridad del sufrimiento. Lo manifiesta dramáticamente en el Huerto
TO 12 - 3
de los Olivos, y más trágicamente cuando recita en la cruz el Salmo 22: "Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
No hay ninguna revelación que nos explique el mal, el sufrimiento del inocente. Todo
lo que nosotros inventamos para explicarlo es deficiente: el mal es necesario para
contraponerlo al bien, el mal tiene carácter de "redención" por el pecado, el mal tiene
sentido como "mérito para la vida eterna"... todo ello no soporta la idea de que "Abbá
podría haber ahorrado a sus hijos tanto sufrimiento".
Con el libro de Job, pero superándolo por el conocimiento de Dios que supone Jesús,
debemos aceptar que "los caminos de Dios no son nuestros caminos" y que no
tenemos solución a este tema. Pero sí tenemos motivos para fiarnos de Abbá - no
solamente para someternos al Todopoderoso - y saber que Jesús no ha explicado
esto, ni otras muchas cosas. En este tema, la posición de Jesús es clara: su vida es
luchar contra el mal, y es parte importante de nuestra misión.
Una vez más, la revelación de Dios en el N.T. antepone "Dios libertador" a "Dios
Señor". La fe en "Dios Señor" nos pediría más bien explicaciones. La fe en Dios
Libertador nos pide trabajar con Él contra el mal que aqueja a sus hijos.
Este es uno de los significados más profundos de los milagros de Jesús. Los milagros
de Jesús son de carácter "liberador", en favor del hombre oprimido por la enfermedad,
por el pecado. La presencia de Jesús, la presencia de Dios, en el mundo, se ve
continuamente acompañada por "signos de liberación", que muestran, más aún que
las palabras, en qué Dios creemos, y qué se espera de nosotros.
LA CARTA A LOS CORINTIOS (5; 14-17)
Se presenta la muerte de Cristo como supremo acto de amor, amor en el que
podemos conocer el amor el amor del Padre. Estas expresiones no tienen nada que
ver con el concepto vulgar de “redención” (la muerte de Jesús como sacrificio
sangriento expiatorio y vicario) sino que están en la línea de Juan 3,16: “tanto amó
Dios al mundo que no escatimó a su único hijo”, o e Romanos 8,32: “el que no
escatimó a su propio hijo sino que lo entregó por todos nosotros”.
A continuación, nuestra respuesta: vivir para el Reino: ni nuestro conocimiento de las
personas ni el de Jesús es ya como antes, eso es “lo viejo”. Se nos ofrece un modo
nuevo de vivir y de pensar, con los criterios y valores de Jesús, como haber sido credo
de nuevo.
Esta nueva creación, criatura nueva, es la que se celebra en el bautismo, con el
símbolo de “ser librado de las aguas, pasar del peligro de muerte por asfixia a la luz,
al aire, a la vida en libertad, como un hijo de Dios.
TO 12 - 4
La tempestad calmada
Este día, al atardecer, Cuando Jesús terminó Un día subió a una barca
les dice: « Pasemos a la estas parábolas, con sus discípulos y les
otra orilla. » Despiden a partió de allí. Como dijo: "Pasemos ala otra
la gente y le llevan en la veía que la orilla del Lago". Y
barca, como estaba; e muchedumbre lo navegaron hacia dentro.
iban otras barcas con él. cercaba, mandó pasar Mientras navegaban, se
En esto, se levantó una a la otra orilla. Subió durmió. Y bajó sobre el
fuerte borrasca y las olas a una barca y le lago tal torbellino de
irrumpían en la barca, de acompañaron sus viento que empezaron a
suerte que ya se discípulos. Y he aquí inundarse y a peligrar.
anegaba la barca. El que se levantó una Se acercaron para
estaba en popa, tempestad tan grande despertarle y le dijeron:
durmiendo sobre un que las olas cubrían la "Maestro, que
cabezal. Le despiertan y barca. Pero Él dormía. perecemos". Él se
le dicen: « Maestro, ¿no Se acercaron para levantó, increpó al viento
te importa que despertarle y dijeron: y a las olas del mar, que
perezcamos? » El, "Salva, Señor, que cesaron, y sobrevino la
habiéndose despertado, perecemos". Y les calma. Entonces les dijo:
increpó al viento y dijo al respondió: "¿Por qué "¿Dónde está vuestra
mar: « ¡Calla, teméis, hombres de fe?". Ellos, admirados y
enmudece! » El viento se poca fe?" Entonces se temerosos, decían entre
calmó y sobrevino una levantó, increpó a los sí: "Pues ¿quién es Éste?
gran bonanza. Y les vientos y al mar y se Porque manda a los
dijo: « ¿Por qué estáis produjo una gran vientos y al mar y le
con tanto miedo? ¿Cómo calma. Y ellos decían obedecen".
no tenéis fe? . Se admirados: "¿Quién es
quedaron espantados, y éste? Porque aun los
se decían unos a otros: vientos y el mar le
"Pero, ¿quién es éste? obedecen".
¡Hasta el viento y las
aguas le obedecen!"
TO 12 - 5
prefieren fijarse en un dios paseando sobre las aguas: los que han cambiado sus ojos
por los de Jesús no ven a Dios en los resplandores estériles, sino en el corazón de
Jesús.
La fe mueve montañas, pero no hay nada interesante en que se muevan las
montañas. La fe puede mover el corazón humano, y eso sí que nos importa.
La presencia de Dios en la iglesia no se manifiesta en fiestas solemnes, en
espectáculos cultuales, en solemnes procesiones masivas, sino en atender a los
hambrientos, vivir en la justicia y el compromiso, renunciar al despilfarro, vivir en
solidaridad: ése es el milagro de los milagros.
No hace mucho, Su Santidad el Papa Benedicto repetía en Auschwitz la eterna
pregunta de la humanidad: “¿Dónde estabas, Dios, mientras pasaba todo esto?”.
Desgraciadamente, no dio la respuesta, pero la respuesta existe, y debió darse. La
respuesta está en aquella vieja y entrañable parábola oriental:
PROFESIÓN DE FE