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Cambio climático
Se llama cambio climático a la modificación del clima con respecto al historial climático a una
escala global o regional. Tales cambios se producen a muy diversas escalas de tiempo y sobre todos los
parámetros climáticos: temperatura, precipitaciones, nubosidad, etcétera. Son debidos a causas
naturales y la acción de la humanidad.
Además del calentamiento global, el cambio climático implica cambios en otras variables como
las lluvias globales y sus patrones, la cobertura de nubes y todos los demás elementos del sistema
atmosférico.
Actualmente, existe un fuerte consenso científico que afirma que el clima global se verá
alterado significativamente, en el siglo XXI, como resultado del aumento de concentraciones de gases
invernadero tales como el dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos y clorofluorocarbonos (Houghton
et al., 1990, 1992). Estos gases están atrapando una porción creciente de radiación infrarroja terrestre
y se espera que harán aumentar la temperatura planetaria entre 1,5 y 4,5 °C.
Algunas de las causas del cambio climático son un cambio en la emisión del sol, en la composición de la
atmósfera, en la disposición de los continentes, en las corrientes marinas o en la órbita de la Tierra
puede modificar la distribución de energía y el balance radioactivo terrestre, alterando así
profundamente el clima planetario.
Estas influencias se pueden clasificar en externas e internas a la Tierra. Las externas actúan de forma
sistemática sobre el clima, aunque también los hay aleatorios como es el caso de los impactos de
meteoritos.
Al clima se le considera un sistema complejo. Según qué tipo de factores dominen la variación del clima
será sistemática o caótica.
Como se produce constantemente por causas naturales se lo denomina también variabilidad natural
del clima. En algunos casos, para referirse al cambio de origen humano se usa también la expresión
cambio climático antropogénico.
Este fenómeno evita que la energía solar recibida constantemente por la Tierra vuelva
inmediatamente al espacio, produciendo a escala planetaria un efecto similar al observado en un
invernadero.
La imagen muestra cómo estos flujos se combinan para mantener caliente la superficie del
planeta creando el efecto invernadero. Si el calor total recibido en la superficie fuera 235 W/m2,
entonces la temperatura de equilibrio de la superficie de la Tierra sería de -18 °C (Lashof 1989).
En cambio, la atmósfera de la Tierra recicla el calor que viene de la superficie y entrega unos 324
W/m2 adicionales que elevan la temperatura media de la superficie a aproximadamente +14 °C.
El efecto invernadero es un factor esencial del clima de la Tierra. Bajo condiciones de equilibrio, la
cantidad total de energía que entra en el sistema por la radiación solar se compensará
exactamente con la cantidad de energía radiada al espacio, permitiendo a la Tierra mantener una
temperatura media constante en el tiempo.
Todos los cuerpos, por el hecho de estar a una cierta temperatura superior al cero absoluto ,
emiten una radiación electromagnética. La radiación electromagnética se traslada sin obstáculos a
través del vacío, pero puede hacerlo también a través de medios materiales con ciertas
restricciones. Las radiaciones de longitud de onda más corta son más penetrantes, como ilustra el
comportamiento de los rayos x cuando se los compara con la luz visible . También depende de las
propiedades del medio material, especialmente del parámetro denominado transmitencia , que se
refiere a la opacidad de un material dado para radiación de una determinada longitud de onda.
Prinipales consecuencias
Las emisiones de gases con efecto invernadero podrían provocar un aumento de las temperaturas
de hasta once grados centígrados para mediados de este siglo, según se desprende del mayor
experimento sobre los efectos del cambio climático, dirigido por David Stainforth.
Este aumento se basa en el supuesto de que los niveles de dióxido de carbono se dupliquen
respecto a los anteriores a la Revolución Industrial (hacia mediados del siglo XVIII). Estos niveles
podrían alcanzarse a mediados de este siglo si no se reducen estas emisiones, advierte el estudio.
Según este estudio, el aumento de las temperaturas se establecería entre 2 y 11 grados y el nivel
del mar aumentaría, lo que provocaría inundaciones y cambios drásticos en el clima.
Según el segundo informe publicado por el IPCC (Intergovernamental Panel on Climate Change)
en 1995, se estima un aumento de la temperatura media global del aire en el año 2100 entre 1ºC
y 3.5ºC.
Un calentamiento de esta magnitud alteraría el clima en todo el mundo originando vientos más
cálidos y secos. Esto provocaría en mayor o menor grado una serie de consecuencias, como un
ascenso del nivel del mar por la fusión de hielos y glaciares (sobre todo en la Antártida),
tormentas, inundaciones y sequías más intensas y frecuentes, así como cambios en la biota y en
la productividad de alimentos.
Los niveles naturales de dióxido de carbono hacen posible la vida: sin él la temperatura media del
planeta sería de 30°C menos. Si la presencia de ciertos gases atmosféricos se incrementa, como
hoy sucede por la acción del ser humano, mayor es la radiación devuelta hacia la superficie del
planeta. Como resultado de esto, el calentamiento es mayor, con los correspondientes perjuicios
para todos los seres vivos.
Los cambios aparentemente pequeños pueden acarrear efectos dramáticos. Un incremento de 2°C
produciría temperaturas no registradas en el planeta desde hace 125.000 años. Un aumento de
3°C haría que el mundo fuera más cálido de lo que ha sido durante los últimos 2 millones de años.
La Tierra, como todo cuerpo caliente, emite radiación, pero al ser su temperatura mucho menor
que la solar, emite radiación inflarroja de una longitud de onda mucho más larga que la que
recibe. Sin embargo, no toda esta radiación vuelve al espacio, ya que los gases de efecto
invernadero absorben la mayor parte.
La atmósfera transfiere la energía así recibida tanto hacia el espacio (37,5%) como hacia la
superficie de la Tierra (62,5%). Ello representa 324 W/m2, casi la misma cantidad de energía que
la proveniente del Sol, aún sin albedo. De este modo, el equilibrio térmico se establece a una
temperatura superior a la que se obtendría sin este efecto. La importancia de los efectos de
absorción y emisión de radiación en la atmósfera son fundamentales para el desarrollo de la vida
tal y como se conoce. De hecho, si no existiera este efecto la temperatura media de la superficie
de la Tierra sería de unos -22 ºC, y gracias al efecto invernadero es de unos 14ºC.
En zonas de la Tierra cuya atmósfera tiene poca proporción de gases de efecto invernadero
(especialmente de vapor de agua), como en los grandes desiertos, las fluctuaciones de
temperatura entre el día (absorción de radiación solar) y la noche (emisión hacia el cielo
nocturno) son muy grandes.
Desde hace unos años el hombre está produciendo un aumento de los gases de efecto
invernadero, con lo que la atmósfera retiene más calor y devuelve a la Tierra aún más energía
causando un desequilibrio del balance radiativo y un calentamiento gloal.
Además, se puede asemejar con un invernadero, siendo el CO2 comparado con el techo de cristal.
Los denominados gases de efecto invernadero o gases invernadero, responsables del efecto
descrito, son:
Estos cambios causan un paulatino incremento de la temperatura terrestre, el llamado cambio climático
que, a su vez, es origen de otros problemas ambientales:
Protocolo de Kioto
El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objetivo
reducir las emisiones de seis gases provocadores del calentamiento global: dióxido de carbono (CO2),
gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados:
Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje
aproximado de un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las
emisiones al año 1990.
Por ejemplo, si la contaminación de estos gases en el año 1990 alcanzaba el 100%, al término del año
2012 deberá ser del 95%. Cada país obligado por Kioto tiene sus propios porcentajes de emisión que
debe disminuir.
Se estableció que el compromiso sería de obligatorio cumplimiento cuando lo ratificasen los países
industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2.
██ Firmado y ratificado.
██ Firmado pero con ratificación pendiente.
██ Firmado pero con ratificación rechazada.
██ No posicionado.
Además del cumplimiento que estos países hicieron en cuanto a la emisión de gases de efecto
invernadero se promovió también la generación de un desarrollo sostenible, de tal forma que se utilice
también energías no convencionales y así disminuya el calentamiento global
El gobierno de Estados Unidos firmó el acuerdo pero no lo ratificó (ni Bill Clinton, ni George W. Bush),
por lo que su adhesión sólo fue simbólica hasta el año 2001 en el cual el gobierno de Bush se retiró del
protocolo, según su declaración, no porque no compartiese su idea de fondo de reducir las emisiones,
sino porque considera que la aplicación del Protocolo es ineficiente e injusta al involucrar sólo a los
países industrializados y excluir de las restricciones a algunos de los mayores emisores de gases en vías
de desarrollo (China e India en particular), lo cual considera que perjudicaría gravemente la economía
estadounidense.
La Unión Europea, como agente especialmente activo en la concreción del Protocolo, se comprometió a
reducir sus emisiones totales medias durante el periodo 2008-2012 en un 8% respecto de las de 1990.
No obstante, a cada país se le otorgó un margen distinto en función de diversas variables económicas y
medioambientales según el principio de «reparto de la carga», de manera que dicho reparto se acordó
de la siguiente manera: Alemania (-21%), Austria (-13%), Bélgica (-7,5%), Dinamarca (-21%), Italia
(-6,5%), Luxemburgo (-28%), Países Bajos (-6%), Reino Unido (-12,5%), Finlandia (-2,6%), Francia
(-1,9%), España (+15%), Grecia (+25%), Irlanda (+13%), Portugal (+27%) y Suecia (+4%).
Por su parte, España -que, como vemos, se comprometió a aumentar sus emisiones un máximo del
15% en relación al año base- se ha convertido en el país miembro que menos posibilidades tiene de
cumplir lo pactado. En concreto, el incremento de sus emisiones en relación a 1990 durante los últimos
años ha sido como sigue: 1996: 7%; 1997: 15%; 1998: 18%; 1999: 28%; 2000: 33%; 2001: 33%;
2002: 39%; 2003: 41%; 2004: 47%; 2005: 52%; 2006: 52%; 2007: 48%