Working Paper

13 de septiembre de 2013

PARTIDISMO Y CORRUPCIÓN

PARTYSANSHIP AND CORRUPTION ALDERDIKERIA ETA USTELKERIA

As a Working Paper, it does not reflect any institutional position or opinion neither of EKAI Center,
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 PARTIDISMO Y CORRUPCIÓN

1. Aunque a menudo se habla y escribe 5. Sin embargo, el correcto funcionamiento

sobre la corrupción política relacionada con
actividades ilegales de financiación, con
frecuencia tienen una mayor repercusión
actividades legales –o aparentemente legales- de
los partidos políticos que, sin embargo, son
política, económica y socialmente mucho más
dañinas.
2. Una de estas degeneraciones es lo que se
ha venido denominando como partidismo. Se
trata de una actitud o conducta habitual y
generalizada entre afiliados y directivos de los
partidos políticos, así como entre los cargos
públicos dependientes de los mismos. En base a
esta actitud, muchas de estas personas
mantienen una interpretación claramente
distorsionada de la realidad, en base a la cual los
planteamientos, propuestas o decisiones de otros
partidos políticos son sistemáticamente criticados
y atacados y los derivados de su propio partido
sistemáticamente alabados.
3. Hay que decir que, dentro de un cierto
margen, este tipo de actitud, puede ser aceptable
e intrínseca al sistema de partidos, en el que se
da por supuesto que las grandes masas de
votantes necesitan de referencias conceptuales y
políticas suficientemente estables, que los
partidos políticos les proporcionan. Esto facilita
que los grandes grupos de interés u opinión
canalicen sus necesidades o intereses hacia la
acción de gobierno.
4. El sistema de partidos sirve, en este
sentido, para orientar al ciudadano a la hora de
designar a representantes que no conoce
personalmente y para aportar a la sociedad
algunas referencias básicas sobre lo que deben
hacer o no hacer los poderes públicos en los
distintos ámbitos.
del sistema de partidos no se basa nunca en una
exacerbación del sectarismo sino, al contrario, en
un equilibrio entre los intereses del partido y los
intereses generales expresados a través de los
objetivos ideológicos del respectivo partido
político.
6. Los partidos políticos no se crean ni se
desarrollan para defenderse a sí mismos, sino
para defender el interés general a través de sus
específicos objetivos ideológicos o ideario
político.
7. Esto significa que afiliados, dirigentes y
cargos públicos deben siempre ser conscientes de
que el propio desarrollo y fortalecimiento de su
respectivo partido político no es ni debe ser un
objetivo en sí mismo, sino un instrumento al
servicio de sus objetivos ideológicos y, a través de
ellos, del interés general.
8. Esto es así en todo tipo de sociedades
democráticas, pero se convierte en algo cada vez
más necesario en las sociedades avanzadas, a
medida que el nivel formativo de los votantes
avanza.
9. El diario espectáculo a que nos vemos
sometidos por parte de representantes de los
partidos políticos en los medios de comunicación
tiende, cada vez más, a caer en el ridículo. La
sistemática alabanza ciega de los planteamientos
y actuaciones propios y la sistemática crítica
destructiva de los de los otros partidos crea un
creciente rechazo entre los ciudadanos y una
cada vez mayor pérdida de credibilidad de los
partidos políticos.
10. En ocasiones, algunos políticos parecen
confundir partidismo con radicalidad. Pero nada
más lejos de la realidad. No se trata de aceptar
sistemáticamente posturas intermedias por el

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hecho de serlo. El afiliado o responsable político
debe ser capaz de mirar de frente y sin miedo a la
realidad, a la verdad y debe esforzarse
permanentemente por acercarse a la misma.
11. El afiliado o militante político que
confunde la defensa militante de su ideología con
la defensa sectaria de su partido no está en
realidad defendiendo sus objetivos ideológicos
sino sus objetivos de clan, con frecuencia
relacionados con intereses personales o
económicos de prestigio público, carrera
profesional, etc.
12. Evidentemente, cierto nivel de partidismo
existe en todos los sistemas democráticos. La
clave reside en el equilibrio entre los intereses de
partido y los objetivos ideológicos. En las
democracias avanzadas los partidos políticos
tienden a distinguir cada vez más claramente los
intereses del partido como tal grupo de interés
de los objetivos ideológicos y, en base a estos
últimos, ser capaz de adoptar decisiones,
moderadas o radicales, que puedan implicar
determinados sacrificios para el propio partido en
aras del interés general. Y esto es así
fundamentalmente porque, en las sociedades
avanzadas, los ciudadanos obligan a los partidos a
actuar de esta forma.
debería saber que, cada vez más, está haciendo el
ridículo. Pero, como decimos, esto no sólo
depende de los propios partidos sino del nivel
formativo de de la ciudadanía en general o de la
profesionalidad de los medios de comunicación.
14. Por supuesto, todo esto tiene mucho que
ver con la medida en que los partidos se toman
en serio sus propios objetivos ideológicos y, por
lo tanto, son capaces de inculcar entre sus
afiliados y cuadros un compromiso con la
realidad y un compromiso con la verdad que les
obliga a mantener un suficiente nivel de
autocrítica y una valoración mínimamente
objetiva de las propuestas y actuaciones de los
restantes partidos políticos.
15. El partido político que sólo se mira a sí
mismo y pierde esa conciencia de no ser sino un
instrumento de sus fines ideológicos –y, en este
sentido, del interés general- introduce
rápidamente la semilla de la corrupción y acaba
destruyéndose a sí mismo, destruyendo sus
objetivos ideológicos y haciendo un daño
irreparable al sistema democrático. Sin olvidar
que el partidismo es, en sí mismo, una forma de
corrupción.

13. Un representante político que, en un

medio de comunicación, no sabe sino alabar
sistemáticamente todo lo que hace su partido y
criticar sistemáticamente lo que hacen los demás

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