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Dimensiones de la oralidad
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Dimensiones de la oralidad

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Este libro es un instructivo y fascinante recorrido al mundo de la sonoridad y audibilidad humana, que progresivamente nos acerca a las complejidades de aquello que llamamos oralidad. Mediado por un exhaustivo análisis de las dimensiones que esta posee, nos enfrenta tanto a su posición teórica como a evidencia científico fonética acerca de nuestra capacidad de hablar, escuchar, comprender y, por tanto, interactuar.
LanguageEspañol
Release dateDec 19, 2023
ISBN9789563574388
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    Dimensiones de la oralidad - José Cantero Serena

    Dimensiones de la oralidad

    Francisco José Cantero Serena

    Ediciones Universidad Alberto Hurtado

    Alameda 1869 – Santiago de Chile

    mgarciam@uahurtado.cl – 56-228897726

    www.uahurtado.cl

    Los libros de Ediciones UAH poseen tres instancias de evaluación: comité científico de la colección, comité editorial multidisciplinario y sistema de referato ciego. Este libro fue sometido a las tres instancias de evaluación.

    ISBN libro impreso: 978-956-357-437-1

    ISBN libro digital: 978-956-357-438-8

    Coordinadora Colección Literatura

    María Teresa Johansson

    Coordinadora Colección Lingüística

    Macarena Céspedes

    Dirección editorial

    Alejandra Stevenson Valdés

    Editora ejecutiva

    Beatriz García-Huidobro

    Diseño interior

    Gloria Barrios A.

    Diseño portada

    Francisca Toral

    Imagen de portada

    iStock

    Con las debidas licencias. Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamos públicos.

    Diagramación digital: ebooks Patagonia

    www.ebookspatagonia.com

    info@ebookspatagonia.com

    ÍNDICE

    Prólogo

    Nota del autor

    Procedencia de los textos

    I. La oralidad oral

    Comunicación y voz

    La comunicación oral

    II. Para una didáctica de la oralidad

    Conceptos clave en lengua oral

    Didáctica de la pronunciación:

    de la corrección fonética al enfoque oral

    Complejidad y competencia comunicativa

    III. Análisis fónico de la oralidad

    Adquisición de competencias fónicas

    De la fonética del habla espontánea a la fonología de la complejidad

    Códigos de la entonación y entonación emocional

    Expresión y contacto: dimensiones de la afectividad en prosodia

    IV. La oralidad escrita

    Oír para leer: la formación del mediador fónico en la lectura

    La ruta de acceso a la lectura

    Referencias bibliográficas

    PRÓLOGO

    El autor desde su voz de profesor nos deja claro que este libro no pretende ser un manual. De hecho, esta zigzagueante ruta en busca de una teoría de la oralidad no tiene una perspectiva unidireccional, más bien, este tratado deja claro que la oralidad existe en la interacción comunicativa, en tanto, no solo debe ser producida sino también tendrá que ser comprendida; lo cierto, es que requiere reciprocidad. De esto trata el primer capítulo titulado La oralidad oral, en donde la protagonista es la voz entendida como una dimensión primaria cargada de un carácter afectivo-sensorial que nos conecta para entablar un vínculo comunicacional con el otro, desde que somos bebés y durante toda nuestra existencia. En este apartado, el doctor Cantero pasa revista a los códigos orales y, especialmente, se detiene a explicar cuáles son las restricciones de la comunicación escrita versus la oral, las que radican en que la escritura es unidireccional, no negociada, descontextualizada e intelectualizada. Sobre todo, nos dice el autor, la escritura no logra, en sí misma, ser afectiva.

    También, es relevante la mención al hecho de oír leer en donde el énfasis está puesto en el desafío de la mediación fónica de la lectura, pues la interpretación sonora del texto escrito será la portadora del mensaje íntegro para el oyente y para que este lo pueda entender. Así vemos que el disfrute lector lo experimentamos tanto cuando nos escuchamos leer en silencio como cuando escuchamos leer a otro en voz alta. Lo mismo, quienes disfrutamos leer en voz alta y jugar con la prosodia para que el texto suene mejor.

    Cabe destacar cómo el autor va coordinando conceptos clave en lengua: por un lado, comunicación oral, variedades lingüísticas y situación comunicativa; por otro, comprensión oral, audición, percepción y comprensión. Estos últimos, menos descritos por las ciencias del lenguaje y, por tanto, menos trabajados en didáctica, como, por ejemplo, entender sobre el reconocimiento de las unidades fónicas en bloques.

    Con maestría, diferencia estos conceptos y elementos de las actividades de producción, expresión y comprensión oral, lo que es vital para aproximarnos a la didáctica de la oralidad. Sin dejar de detallar la pronunciación en sí misma, profundizando en conceptos fundamentales de fonética y fonología.

    Una vez entretejido este marco conceptual, en torno a la sonoridad y audibilidad humana, comienza a introducirnos por la insospechada complejidad de la didáctica de la pronunciación. El autor ha recorrido varios caminos investigativos para llegar al punto de encuentro en donde el enfoque de corrección fonética se clarifica como un enfoque de lo oral, sin más. Por lo mismo, vuelve a hacer hincapié entre las diferencias de la lengua hablada y el lenguaje escrito, en donde desataca que estos no son complementarios, pues, como lo ha mencionado antes, el lenguaje natural es el hablado, porque nuestra lengua es oral; mientras que la modalidad escrita correspondería a un tipo de lenguaje que, como se sabe, ha considerado patrones de la lengua oral para ser formalizado mediante un código grafémico y ortográfico. Según el autor, esto ha conllevado que el sistema escolar considere la lengua oral como algo que no merece ser estudiado, ni enseñado, porque es vulgar, no obstante, advierte que hay un desconocimiento de lo que realmente es la oralidad, en tanto que esta se caracteriza por una sencillez formal, la que se corresponde con una complejidad de las relaciones humanas (p. 64).

    A partir de esta problemática, revisita conceptos fundamentales en los que se ha enmarcado la didáctica de la oralidad, redefiniendo con su mirada de fonetista, cada uno de estos; persiguiendo la necesaria trasposición de la dimensión teórica a la práctica de los enfoques didácticos en pronunciación. Al final de este capítulo, el autor proporciona una revisión de los tipos de competencias comunicativas, así como su complejidad, explicando de este modo la multiplicidad de códigos que maneja el hablante/oyente y la competencia que tiene para alternar e integrarlos en el transcurso de las diferentes posibilidades de interacción humana en sociedad. De este modo, llega a la idea de la estrella comunicativa, la que sería como un libro de arena, con un número indefinido de hojas, de códigos, que el hablante va elaborando a lo largo de su vida, número que puede variar y crecer, también indefinidamente (p. 115).

    En el tercer capítulo, de dimensiones, encontramos una presentación de análisis fónico de la oralidad, primero analizando la adquisición de competencias fónicas desde una perspectiva polifónica, múltiple y variada; centrándose en los tipos de pronunciación funcionales a contextos y situaciones específicas, por citar algunos ejemplos: la pronunciación en competencia estratégica, en competencia productiva o en competencia mediadora. Lo que está directamente relacionado con la enseñanza de lengua extranjera, por lo que trabaja el concepto de interlengua fónica y su análisis fónico.

    A partir de los posibles tipos de análisis, el autor nos invita a repasar, de manera crítica, los métodos fonéticos y modelos fonológicos que han servido de base científica para explicar el español hablado; por lo mismo, transita de la fonética del habla espontánea a la fonología de la complejidad. En esta última parada, se sirve de la teoría de la complejidad, paradigma filosófico, y refiere a Edgar Morin como uno de sus máximos exponentes. Desde este paradigma desarrolla tópicos lingüísticos fundamentales como la Fonología de la interacción, Sistemas fonológicos dinámicos, no lineales y emergentes, y Fonología dialógica, autoorganizada, hologramática.

    Una vez que nos deja claro que la realidad hablada es más compleja de lo que los antiguos paradigmas podían describir y, por tanto, explicar; entra en el fascinante mundo de los Códigos de la entonación y entonación emocional, en palabras del autor, la entonación aporta simultáneamente información muy diversa: la procedencia del hablante, a veces también su condición social, la modalidad discursiva del enunciado, las intenciones del hablante, su posición dentro de la conversación, la parte del discurso más relevante, su actitud emocional, etc.. Al mismo tiempo que acerca al lector a una dimensión translingüística, presenta su propio modelo teórico de la entonación, en el que distingue tres niveles de análisis: entonación prelingüística, entonación lingüística y entonación paralingüística (Cfr. p. 151), tales niveles se configuran bajo una lógica de jerarquía fónica desde donde se proyectan las unidades fónicas analizables para cada nivel propuesto.

    Seguramente, una de las dimensiones más difíciles de abordar en oralidad es la afectividad en prosodia. Primero, porque traspasa los límites de lo puramente lingüístico, según el autor, desde una perspectiva paralingüística se distinguen tres tipos de entonación: la emocional, la de cortesía verbal y la de foco, entendiendo la primera como la menos estable dentro de los códigos de la entonación. Segundo, se activan mecanismos prosódicos para referir esta afectividad y, por tanto, se utilizan mecanismos fonéticos que el autor presenta mediante ejemplos tomados del análisis melódico del habla, desde donde define y desarrolla dimensiones de la afectividad en prosodia que ayudarán a comprender cada vez más las complejidades de la oralidad que quiere ser enseñada mediante una didáctica que todavía no alcanza a trasponer estos recovecos prosódicos a la práctica educativa. Sin detenerse a pensar en aquello que está bien o mal dicho, sino mirando el verdadero sentido interaccional de estas dimensiones.

    El autor finaliza este viaje con un cuarto capítulo dedicado a la oralidad escrita, en donde muestra los mecanismos fónicos que permiten que la escritura cobre vida a través de la lectura, por eso señala que tenemos que oír para leer, dejando claro que la formación del mediador fónico en el aprendizaje de la lectura es elemental y que, por tanto, la enseñanza tendría que estar centrada en la audición, la que es la verdadera ruta de acceso a la lectura. En palabras del autor: El mediador fónico (o leedor) es el intermediario entre el texto y el lector, y constituye el elemento metodológico esencial en la adquisición de la competencia lectora. Sin leedor no hay lector competente., desde esta premisa pone sobre la mesa los problemas de comprensión lectora debido a la ausencia de mediador fónico.

    Durante estas últimas páginas nos lleva a las profundidades de nuestro yo leedor, aquel intérprete fónico que escuchamos cada vez que leemos en silencio y toda vez que otro lector nos provee de esta mediación; pues, leer es una escucha atenta que posibilita la comprensión de aquello que se ha puesto por escrito. Por esto, nos aconseja el autor, es importante integrar la lectura en voz alta como una herramienta didáctica elemental para la formación del mediador fónico, sobre todo en la etapa inicial, no obstante, es necesaria toda la vida para entrenar a este mediador fónico en la versatilidad del lenguaje escrito, pues no se lee del mismo modo un cuento que un poema, porque lo esperable es que suene diferente porque es un género distinto.

    Quiero dejar por escrito que este libro que empiezas a leer, no solo trata de oralidad, sino que también trata de un viaje extenso que ha recorrido el doctor Francisco José Cantero como profesor e investigador. Por eso, te invito a escucharte sumergido en esta textualidad zigzagueante, a la que el autor ha dedicado décadas de su vida académica. Es así como hoy nos deja con este libro unos pilares fundacionales para una teoría de la oralidad.

    M

    ACARENA

    C

    ÉSPEDES

    Primavera de 2023, Santiago de Chile

    NOTA DEL AUTOR

    En este volumen he reunido textos dispersos que recogen las dos líneas de investigación principales a lo largo de mi vida profesional: el análisis del habla y la enseñanza de la lengua oral. En la selección, y en un primer momento, pensé en incluir también mis textos más antiguos, en los que se presentaban ya muchas de mis ideas en su primer estadio de desarrollo; la relectura de ellos me provocó una cierta ternura, y entendí que volver a enfrentarlos a la imprenta no podía ser más que un acto de coquetería. En los textos que he seleccionado, finalmente, los conceptos están mucho mejor expresados, presentados de manera más sistemática y ya sin las pulsiones de la juventud (aunque, creo, con su mismo entusiasmo). Reúnen más de veinte años de trabajo.

    He optado por no rehacer los textos originales, porque mi intención no era reelaborarlos en un manual, sino presentar el itinerario diverso, incluso zigzagueante, que he seguido para intentar comprender la complejidad de la lengua hablada y la diversidad de sus dimensiones. Cada lector deberá decidir, entonces, qué camino toma a continuación, qué sugerencias sigue, qué reto afronta.

    Sobre los textos originales, solo he hecho los cambios pertinentes para evitar repeticiones enojosas, he unificado las referencias bibliográficas, la numeración de figuras y citas, etc., con el fin de darle al conjunto la apariencia de unidad que requiere una publicación académica. Pero este volumen no constituye un manual. Un manual no deja de ser un artefacto normativo, y yo soy profesor: prefiero ofrecer más preguntas que respuestas.

    Como soy profesor, yo no escribo manuales: dibujo mapas del tesoro.

    F

    RANCISCO

    J

    OSÉ

    C

    ANTERO

    S

    ERENA

    Barcelona, enero de 2021

    PROCEDENCIA DE LOS TEXTOS

    La oralidad oral

    Comunicación y voz (2004): publicado en catalán como Comunicació i veu, ARTICLES de didàctica de la llengua i a literatura, num. 32. Monografia Veu i locució (pp. 8-24).

    La comunicación oral (2019): en El arte de no enseñar lengua. Barcelona: Octaedro (pp. 55-63).

    Para una didáctica de la oralidad

    Conceptos clave en lengua oral (1998): en Antonio Mendoza (coord.): Conceptos clave en didáctica de la lengua y la literatura. Barcelona: Horsori (pp. 141-153).

    Didáctica de la pronunciación: de la corrección fonética al enfoque oral (2020): en Francisco José Cantero Serena y Marta Giralt Lorenz (coords.): Pronunciación y enfoque oral en lenguas extranjeras. Barcelona: Octaedro (pp. 11-48).

    Complejidad y competencia comunicativa (2008): Revista Horizontes de Lingüística Aplicada, V. 7, n.º 1 (pp. 71-87).

    Análisis fónico de la oralidad

    Adquisición de competencias fónicas (2014): en Yolanda Congosto et al. (eds.): Fonética Experimental, Educación Superior e Investigación. Vol. II. Adquisición y aprendizaje de lenguas / Español como lengua extranjera. Madrid: Arco-Libros (pp. 29-55).

    De la fonética del habla espontánea a la fonología de la complejidad (2015): Normas (Revista de Estudios Lingüísticos Hispánicos), n.º 5 (pp. 9-29).

    Códigos de la entonación y entonación emocional (2014): Actas del 31 Congreso Internacional de AESLA. La Laguna: Universidad de La Laguna (pp. 618-629).

    Expresión y contacto: dimensiones de la afectividad en prosodia (2019): Moenia, Vol. 25, Especial: Fonología y fonética (pp. 521-537).

    La oralidad escrita

    Oír para leer: la formación del mediador fónico en la lectura (2002): en Antonio Mendoza (dir.): La seducción de la lectura en edades tempranas. Madrid: M.E.C.D. Colección Aulas de Verano (pp. 75-100).

    La ruta de acceso a la lectura (2004): en Ignacio González Gallego (dir.): Investigaciones sobre el inicio de la lectoescritura en edades tempranas. Madrid: M.E.C.D. Colección Conocimiento Educativo (pp. 391-405).

    LA ORALIDAD ORAL

    COMUNICACIÓN Y VOZ

    Introducción: transmitir o contactar

    Comunicarse es transmitir información. Pero más que transmitir, la comunicación humana consiste en contactar, es decir, en establecer y mantener una relación valiosa en sí misma (haya mucha, poca o ninguna información). Comunicarse es, por encima de todo, relacionarse.

    En este escenario las estrellas gemelas son la información y la comunicación.

    (S. Serrano, 1999: 30)

    Con todo, muy a menudo las ideas de comunicación e información aparecen juntas, como dos estrellas gemelas, y una sirve para definir a la otra. Así, la comunicación consiste en el paso de información de un emisor a un receptor (según el Diccionario de la Lengua Catalana, 1982: 398), o bien en una puesta en común de informaciones con la ayuda de señales (según el Diccionario de Lingüística de Lewandowski, 1975: 66).

    Varios autores consideran que, de hecho, toda señal está destinada a la transmisión de información (Tusón, 1984: 45), ya que la finalidad de todo contacto lingüístico es, precisamente, hacerse entender (Malmberg, 1966: 140), es decir, el intercambio y negociación de información entre, al menos, dos individuos (Canale, 1983: 65).

    Incluso, cuando por primera vez se formalizó una teoría de la comunicación fue, precisamente, como teoría de la información (Shannon y Weaver, 1949), basándose en esta idea fundacional: comunicarse es transmitir información (ni más, ni menos).

    Más allá de esta idea unívoca que identifica comunicación e información, otros autores establecen varios niveles de comunicación, en los que la transmisión de información es solo un aspecto más del proceso. Watzlawick et al. (1967: 52 y ss.), por ejemplo (siguiendo a Bateson y Ruesch, 1951), proponen distinguir entre un aspecto referencial (report), que es la transmisión de información del mensaje, y un aspecto relacional (command), de carácter pragmático, centrado en la relación entre los interlocutores. Estos mismos autores explican que, en realidad, se diferenciarán tres áreas en la teoría de la comunicación humana: el estudio de la transmisión de información, el estudio de los significados (entendidos como información compartida) y el estudio de la comunicación como conducta (ibid.: 23).

    Desde esta perspectiva, cualquier conducta en una situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación. Por tanto, se deduce que, por mucho que se intente, no se puede dejar de comunicar (ibid.: 50). Hagamos lo que hagamos, pues, nos comunicamos con los demás, con las palabras, con los gestos, con la indumentaria, con los silencios.

    Es evidente, sin embargo, que no siempre estamos dando una información concreta y que, en todo caso, el receptor puede suponer una información que nosotros no hemos dado (intencionadamente). Puede discutirse, pues, si hay comunicación realmente entre lo que un interlocutor no ha dicho y lo que el otro sí ha entendido, pero lo cierto es que en la comunicación humana hay algo que va más allá de la pura transmisión de información.

    Así pues, las definiciones clásicas que hemos visto de comunicación tienen un aspecto muy razonable, pero no son del todo correctas porque dejan de lado una parte esencial de la relación comunicativa, todo lo que va más allá de la información: La comunicación es una actividad compleja, donde hacer uso de una lengua o transmitir información solo son aspectos parciales, circunstanciales, ni siquiera elementos centrales del proceso (Cantero y Mendoza, 2003: 35).

    Comunicación sin información

    En nuestra vida cotidiana nos encontramos continuamente participando en actos de habla en los que la información que se transmite, si es que hay, no es demasiado relevante, o bien en situaciones comunicativas repletas de ceremonias y cortesía (que, en sí mismas, no son particularmente informativas).

    Los elementos de cortesía, por ejemplo, no añaden ninguna información al discurso, pero son elementos esenciales en las conversaciones entre desconocidos. Si en la tienda decimos, sencillamente: Quiero comprar seis melocotones, damos una información exacta de lo que queremos, en efecto, y en el mensaje no hay mucho más que información pura. Ahora bien, tal vez no es la mejor manera de dirigirse al dependiente, y quizás este se sentirá ofendido. Si, en cambio, empezamos nuestro discurso con un saludo: ¡Buenos días!, seguido de unos cuantos mensajes sin interés informativo: ¡Qué calor que hace hoy! ¡Ah, qué duraznos más bonitos! Cómo está su hija, ¿ha terminado ya la escuela?, y finalizamos con una petición muy cortés: Quisiera un quilo de duraznos ¿Qué precio tienen?, etc., entonces, la comunicación será eficaz y feliz. Todos estos elementos de cortesía no añaden apenas información, pero permiten entablar una conversación satisfactoria para ambos interlocutores, es decir, establecen la relación, la regulan y, de hecho, permiten la comunicación. Aunque el objetivo de ir a la tienda es comprar los melocotones, el propósito de la conversación es establecer, definir y mantener la relación entre los interlocutores: por eso son tan importantes los dependientes, por eso no volvemos a entrar en una tienda donde tuvimos una mala relación comunicativa (al margen de la calidad o del precio de los productos), por eso volvemos siempre al negocio donde nos tratan bien, es decir, donde la relación comunicativa es satisfactoria (y, también, al margen de la calidad o del precio).

    Otras veces, en la situación comunicativa no hay nada de información en absoluto, y únicamente hay relación, contacto puro. Así ocurre, muy a menudo, en los actos de habla de intimidad, entre amigos, familiares o en pareja. Decirle a la pareja: Oh, ratita, qué guapa estás hoy, en qué piensas, ¿me amas? no quiere decir nada, ni aporta ningún elemento informativo, pero refuerza el vínculo afectivo. De hecho, sin enunciados como este, no habría ningún vínculo afectivo y la relación no sería posible.

    Decir al conjunto de la familia: ¿Quién cambió de sitio mi pañuelo verde?; yo lo había dejado en la silla y no sé qué hace sobre la cama. ¡No puedo tener nada ordenado! tampoco expresa nada (en concreto), salvo manifestarse afectivamente. Las respuestas a enunciados de este estilo serán igualmente poco informativas, pero servirán para reforzar los vínculos y las relaciones: Nadie te cambió nada, cariño, tal vez lo olvidaste, para reforzar la relación de superioridad jerárquica de los padres, o: Yo no he tocado nada, mamá, díselo, para reforzar la relación de inferioridad del hermanito y, siempre, para reforzar la relación, sencillamente. Si no hubiera este tipo de enunciados, no habría ni podría haber ninguna relación.

    Podríamos intentar valorar cuántas veces transmitimos información en nuestra vida cotidiana, frente a cuántas veces simplemente nos relacionamos, sin ningún otro objetivo. Quizá encontraríamos una proporción de 8 a 2. Ahora bien, si valoramos cuántos mensajes damos con información pura (sin ningún elemento de afectividad o cortesía), seguramente sería difícil encontrar alguno.

    Una locución afectiva

    El principal objetivo de la comunicación es la afectividad: contactarse con otro, sentirse cerca

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