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“United Church of Christ”, UCC, Juan 17 en estado puro. “Iglesia Unida de Cristo”.
Ahí estamos –o, mejor dicho, ahí deberíamos estar todos los cristianos–.
Mola la coma roja que adopta la UCC como logo tras una campaña de evangelización
en televisión con el eslogan “God is still speaking” (“Dios está [sigue] hablando”) y
leyendas como “Never place a period where God has placed a comma” (“No poner
nunca un punto donde Dios sólo puso una coma”).
La UCC es una iglesia minoritaria –las iglesias proféticas nunca son mayoría–.
Contabiliza unos dos millones de miembros, el 0,7% de la población de EE.UU.
Miembros relevantes de la UCC, según recordaba recientemente Paolo Nasso,
director del programa "Protestantesimo" en la segunda cadena de tv de la RAI
italiana, fueron el gran teólogo Reinhold Niebuhr y dos grandes protagonistas
de la escena pública estadounidense de los años 60 y 70: el pastor William
Sloane Coffin, famoso por su empeño social y pacifista, y el pastor Andrew
Young, gran dirigente del movimiento por los derechos civiles primero y
después embajador de los EE.UU. ante las Naciones Unidas.
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En esos sermones, Wright decía cosas como que EE.UU. había sido en parte culpable de
los atentados del 11 de setiembre del 2001 contra Washington y Nueva York por su
política internacional e invitaba a los afroamericanos a entonar un "Dios maldiga
América" en lugar del himno "Dios bendiga América", por lo que él considera racismo
todavía latente en el país.
En concreto, dos de sus discursos son los que han levantado una mayor controversia. En
el primero, realizado tan sólo cinco días después del 11-S, responsabilizó a la
política exterior norteamericana de los atentados en Nueva York y el
Pentágono: "Nosotros hemos apoyado el terrorismo de estado contra los palestinos y los
negros de Sudáfrica, y ahora nos indignamos porque lo que hemos hecho al otro lado
del Atlántico nos es devuelto en nuestra propia casa". Ese mismo día el reverendo
también recordó que los EEUU mataron a mucha más gente en Hiroshima y
Nagasaki "sin tan siquiera pestañear".
Varios comentarios raciales realizados recientemente desde el mismo púlpito por otro
reverendo, Michael Pfleger, han causado nuevos problemas al senador afroamericano.
Pfleger, que trabaja en un barrio de negros y es conocido en Chicago por campañas
controvertidas, pronunció un sermón el domingo pasado que se reprodujo rápidamente
en Internet.
"Cuando Hillary lloró, la gente dijo que era de mentira. Realmente, yo no creo que fuera
de mentira. Realmente creo que ella siempre ha pensado, 'Esto es mío. Soy la esposa de
Bill. !Soy blanca y esto es mío! Simplemente tengo que levantarme y ocupar el lugar'.
Entonces, de la nada, !salió Barack Obama!", dijo Pfleger, que es blanco, entre el
aplauso y las risas de la congregación. "Soy blanca. Tengo derecho. Hay un negro que
me está robando el lugar", afirmó Pfleger, y fingió llorar.
Obama afirmó que la polémica de Pfleger deja claro que si seguía siendo un
miembro de la iglesia, seguirían haciendo referencias a él durante los
sermones, incluso si estas referencias iban en contra de los intereses
personales de Obama.
En el lado republicano, el senador John McCain ha tenido sus propios problemas por
sus vínculos con dos predicadores evangélicos: John Hagee, quien ha dicho, por
ejemplo, que Dios envió a Hitler para forzar a los judíos a volver a la Tierra Prometida;
y Rod Parsley, quien ha afirmado que "el Islam es una religión anticristo que pretende
conquistar el mundo a través de la violencia".
Por ello, en lo que va de campaña el gran peligro para un candidato no ha sido una
fotografía con un corrupto o un mafioso, sino tener cualquier relación con un clérigo
con ideas controvertidas.