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Sumilla: Denuncia conjunta por violación

de Derechos Humanos

Señor Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos


Humanos de la OEA:

1889 F Street, N. W.
Washington, D.C. 20006
USA

Fax: (202) 458-3992

De nuestra consideración:

Expresándole nuestro más respetuoso saludo, los


suscritos:
Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso, ciudadano peruano, de 73 años
de edad, con instrucción superior en Derecho y Filosofía en la Universidad San
Agustín de Arequipa, con título de Abogado y bachiller en Filosofía, y con
estudios de doctorado en Filosofía; actualmente recluido en el Establecimiento
Penal Militar de la Base Naval del Callao, ubicado en la Provincia
Constitucional del Callao, en Lima-Perú; enfrentando hace dieciséis años un
régimen militarizado de aislamiento absoluto.
Elena Albertina Yparraguirre Revoredo, ciudadana peruana, de 60 años de
edad, con instrucción superior en Educación Inicial y Post – grado en retardo
mental, habiendo estudiado en la Universidad La Cantuta y el Post Grado para
Maestras Especializadas en Niños Inadaptados en París-Francia; actualmente
recluida en el Establecimiento Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado
en el Distrito de Chorrillos, en Lima-Perú; enfrentando hace dieciséis años un
régimen cerrado de aislamiento.

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María Guadalupe Pantoja Sánchez, ciudadana peruana, de 54 años de edad,
con instrucción superior en la carrera de Sociología habiendo estudiado en la
Universidad de San Martín de Porres; actualmente recluida en el
Establecimiento Penal anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado en el Distrito de
Chorrillos, en Lima- Perú; enfrentando dieciséis años de prisión efectiva.
Laura Eugenia Zambrano Padilla, ciudadana peruana, de 62 años de edad ,
con instrucción superior en la carrera de Educación realizada en la Escuela
Normal Julio A. Chiriboga; actualmente recluida en el Establecimiento Penal
anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado en el Distrito de Chorrillos, en Lima-
Perú; enfrentando dieciséis años de prisión efectiva.
Margot Lourdes Liendo Gil, ciudadana peruana, de 59 años de edad, con
instrucción superior, bachiller en Sociología; egresada de la Universidad
Femenina del Sagrado Corazón en Lima; actualmente recluida en el
Establecimiento Penal anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado en el Distrito de
Chorrillos, en Lima-Perú; enfrentando veinte años efectivos de prisión,
damnificada del caso “Castro Castro”
Osmán Roberto Morote Barrionuevo, ciudadano peruano, de 63 años de
edad, con instrucción superior antropólogo egresado de la Universidad
Nacional San Cristóbal de Huamanga, de ocupación profesor universitario;
actualmente recluido en el Establecimiento Penal de Máxima Seguridad de
“Piedras Gordas”, ubicado en el Distrito de Ancón , en Lima-Perú; enfrentando
un régimen cerrado de aislamiento, con veinte años de prisión efectiva,
damnificado del caso “Castro Castro”.
Margi Eveling Clavo Peralta, ciudadana peruana, de 54 años de edad, con
instrucción superior incompleta, habiendo cursado estudios de Ingeniería
Electrónica en la Universidad Nacional de Ingeniería; actualmente recluida en
el Establecimiento Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado en el Distrito
de Chorrillos, en Lima-Perú; enfrentando trece años de prisión efectiva.
Victoria Obdulia Trujillo Agurto, ciudadana peruana, de 47 años de edad,
con instrucción superior incompleta en Tecnología Médica, en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos; actualmente recluida en el Establecimiento
Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado en el Distrito de Chorrillos, en
Lima-Perú; enfrentando diecinueve años de prisión efectiva, damnificada del
caso “Castro Castro”.
Víctor Zavala Cataño, ciudadano peruano, de 76 años de edad, con
instrucción superior, dramaturgo, especialista en Teatro, con doctorado en la
Universidad Nacional De Educación de La Cantuta y Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, de ocupación maestro; actualmente recluido en el
Establecimiento Penal “Miguel Castro Castro”, ubicado en el Distrito de San
Juan de Lurigancho, en Lima-Perú; enfrentando dieciocho años de prisión
efectiva; damnificado del caso “Castro Castro
Rosa Angélica Salas La Cruz, ciudadana peruana, de 62 años de edad, con
instrucción superior en el grado de Bachiller en Sociología, habiendo cursado
estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos; actualmente

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recluida en el Establecimiento Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado
en el Distrito de Chorrillos, en Lima-Perú; enfrentando quince años de prisión
efectiva.
Recurrimos a la Comisión que Ud. preside, de conformidad con lo
establecido en el Artículo 44º de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica”, así como en el
Artículo 205º de la Constitución Política del Perú; para:
Denunciar al Estado Peruano por ser responsable de la violación de nuestros
derechos establecidos en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre, (a la que en adelante denominaremos la Declaración Americana) y
la Convención Americana sobre Derechos Humanos “Pacto de San José de
Costa Rica” (a la que en adelante denominaremos la Convención Americana).
Hecho o situación denunciada. El día 13 de octubre del 2006 en la ciudad de
Lima-Perú, hemos sido sentenciados a diversas penas privativas de la libertad
por el llamado delito de terrorismo agravado en supuesto agravio del Estado,
Sentencia expedida con flagrante violación de nuestros derechos garantizados
por la Declaración Americana y la Convención Americana. Sentencia expedida
en el expediente acumulado Nº 560-03 del proceso judicial llevado a cabo por
la denominada Sala Penal Nacional (al que llamaremos megaproceso). Dicha
sentencia al ser objeto de Recurso de Nulidad por los suscritos, fue elevada a
la Corte Suprema de Justicia de la República del Perú, la misma que mediante
Ejecutoria Suprema de fecha 14 de Diciembre del 2007, expedida en la Causa
Nº 5385-2006, resolvió elevar la pena a dos de las agraviadas, confirmando las
demás condenas impuestas a los otros agraviados, conforme detallaremos más
adelante.
Solicitar que, previos los trámites y dictámenes que correspondan, se someta
esta denuncia a la Jurisdicción Internacional de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, solicitándose de conformidad con el Artículo 63º de la
Convención Americana, que dicha Corte declare la nulidad del juicio, la
Sentencia que se nos ha impuesto y la Ejecutoria Suprema que la confirma y
se nos realice un nuevo juicio conforme a las normas del debido proceso.
Dejar constancia que con el Recurso de Nulidad interpuesto contra la
sentencia condenatoria que se nos ha impuesto, hemos agotado la jurisdicción
interna, con lo cual hemos cumplido con el requisito exigido por el inciso a) del
Artículo 46º de la Convención; y que la presente denuncia la estamos
presentando dentro del plazo de seis meses, desde que fuimos notificados
personalmente con la decisión definitiva, con lo cual cumplimos con el requisito
exigido por el inciso b) del Artículo 46º de la Convención.
Hacer presente que la materia de esta petición no está pendiente de otro
procedimiento o arreglo internacional, cumpliendo así con el requisito exigido
en el inciso c) del Artículo 46º de la Convención.
Manifestar que no consideramos necesario que nuestras identidades sean
mantenidas en reserva frente al Estado Peruano.

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A. CUESTIONES PREVIAS:
1. Rechazamos que en la Sentencia de la Sala Penal que nos han
impuesto, se califique al Partido Comunista del Perú, de “organización
terrorista” y que la Ejecutoria Suprema, agregue además que es
“organización criminal”. Rechazamos dichas calificaciones infamantes.
2. Nos reafirmamos en que somos combatientes revolucionarios del
Partido Comunista del Perú. Nunca hemos sido, no somos, ni
seremos “terroristas”, ni pertenecemos a organización criminal alguna.
3. Rechazamos que en la sentencia que se nos ha impuesto se diga que
lo ocurrido en nuestro país a partir del 17 de mayo de 1980 fue
terrorismo. Esto es una falacia, punto de partida que tergiversa la
realidad de los hechos y sobre el cual se levanta todo un sistema
legal antisubversivo concebido y aplicado como un arma más de la
guerra contrasubversiva. Es pretender reducir a conflicto jurídico
penal el proceso de guerra popular para aplicar el Derecho Penal del
Enemigo contra el cual elevamos nuestra voz de protesta; en el fondo
tienen una razón política: estigmatizar y escarmentar al pueblo para
que no ose levantarse en pro de transformar el mundo opresor y
explotador.
4. Nos reafirmamos en que lo ocurrido en el Perú desde el 17 de mayo
de 1980 fue una guerra popular, el más importante movimiento social
revolucionario de la historia peruana en beneficio de los de abajo. Nos
reafirmamos en que hemos aplicado el sagrado derecho del pueblo,
de las mayorías oprimidas y explotadas a transformar la sociedad
actual que las hunde en el atraso, la postergación y la miseria y a
tener otra sociedad mejor. No se puede permanecer indiferente ante
esa centenaria y agobiante sociedad, con 50% de pobreza y 25% de
pobreza extrema. Consideramos que este es el derecho político por
excelencia, sustantivo y superior, es la especificación del gran
principio marxista de que en una sociedad de clases la rebelión se
justifica.
5. Rechazamos que en la Sentencia y Ejecutoria, materia de la presente
denuncia se apunte principalmente contra el doctor Abimael Guzmán
Reinoso, expresando un particular ensañamiento político contra él,
por su condición de Presidente del Partido Comunista del Perú y
Jefatura de la revolución peruana. Ensañamiento que se compagina
con la estrategia del Estado peruano de considerarlo enemigo público
número uno y de eterna peligrosidad negándole hasta sus más
elementales derechos fundamentales; particularmente compaginado
con la política de guerra al terrorismo mundial preconizada por el
imperialismo norteamericano. Rechazamos que se apunte también
contra la ideología al referirse a que el Doctor Guzmán es “artífice de
la corriente ideológica llamada ‘pensamiento gonzalo´”; ocultando
expresamente el sustento marxista-leninista-maoísta del pensamiento
Gonzalo y de la guerra popular al omitirlo por completo en ambas

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situaciones. Rechazamos se le haya condenado a cadena perpetua lo
que significa sepultarlo vivo: encerrarlo de por vida en la prisión; que
sea el único a quien se le quita cualquier tipo de atenuante; que sea el
único a quien se le responsabiliza de todos los hechos acontecidos en
doce años de guerra popular; que sea el único y exclusivo condenado
por la imputación de los hechos de Lucanamarca. Rechazamos que al
doctor Guzmán, además, se le mantenga hace dieciséis años en
aislamiento e incomunicación y recluido en el Penal Militar Base Naval
del Callao. Rechazamos y denunciamos las sistemáticas campañas,
atizadas en tiempos de elecciones en claro uso del tema por las
diferentes facciones en pugna electoral, en agravio de su persona y
sus convicciones ideológicas sin que se autorice en su único caso el
derecho a defender, expresar y difundir sus ideas en legítima defensa.
Rechazamos que al doctor Abimael Guzmán Reinoso no se le trate
como persona sujeto de derechos.
6. Nos reafirmamos en que el doctor Guzmán es una persona, que le
asisten todos los derechos que la ley peruana y las cartas
internacionales contemplan, que es un combatiente revolucionario
marxista-leninista-maoísta y que ha generado un pensamiento que
será la referencia para quien se diga revolucionario en el Perú
principalmente. Contra él especialmente se han violado los Artículos
5° y el Artículo 1° de la Convención Americana.
7. Reafirmamos nuestra propuesta de solución política, amnistía general
y reconciliación nacional, que consideramos es una necesidad
insoslayable para toda la sociedad después de haber atravesado por
una guerra interna.
8. Rechazamos pues este nuevo juicio porque vulnera los derechos de
los que aquí suscriben, en violación a la Convención Americana de
Derechos Humanos.

B. PROCESO DEL FENÓMENO SUBVERSIVO Y CONTEXTO POLITICO,


DE LOS QUE SE DERIVAN LOS HECHOS MATERIA DE LA
PRESENTE DENUNCIA.
Proceso de la guerra popular.
El Partido Comunista del Perú dirigió una guerra popular guiada por el
marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo con el objetivo político de
conquistar el poder para construir la Republica Popular de Nueva Democracia,
pasar al socialismo y servir a la meta del comunismo. Los militantes del Partido
Comunista del Perú somos combatientes revolucionarios, no somos terroristas,
rechazamos tal calificativo falaz utilizado por la reacción peruana y el
imperialismo principalmente norteamericano para ocultar o desprestigiar a la
revolución. Somos parte protagónica del más trascendente movimiento de
transformación social en beneficio de los de abajo que la historia peruana haya

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producido hasta hoy: la guerra popular, gesta de las masas dirigida por el
Partido que sólo el futuro superará.
Cuáles fueron las causas que generaron la guerra popular. En primer lugar el
carácter de la sociedad peruana de los últimos cien años. La sociedad peruana
se caracteriza por ser una sociedad atrasada con relaciones de producción
semifeudal y semicolonial en las que se desenvuelve un capitalismo
burocrático; base económica sobre la cual se constituyen dictaduras de clases
explotadoras a través del Estado terrateniente burocrático comandado por
diversas facciones de la gran burguesía cualquiera fuese su forma de gobierno
con o sin parlamento. Clases explotadoras que dirigieron ese Estado al servicio
de sus intereses y los del imperialismo dominante de turno, en contra de los
intereses de las mayorías populares a las que hundieron en la miseria, la
ignorancia y el atraso, constriñendo sus fuerzas productivas para mantener ese
sistema y, a lo sumo, evolucionarlo lentamente, camino burocrático antipopular
que en los más de cien años transcurridos desde fines del siglo XIX evidenció
su fracaso.
Durante ese mismo tiempo las masas populares nunca dejaron de luchar en
contra del camino de las minorías y por desenvolver su propio camino de
resistencia, protesta y combate hacia la transformación económica, política y
social, camino democrático popular que con éxitos y fracasos fue
desarrollándose significativamente hasta madurar como revolución armada en
determinadas condiciones esencialmente políticas; camino concomitante
aunque opuesto al proceso evolutivo del capitalismo burocrático pero
concomitante y favorable al proceso de desarrollo del Partido.
Dos caminos se enfrentan en la historia de la sociedad peruana y reseñando el
camino del pueblo en el curso señalado vemos tres grandes momentos: 1º
agudización de la lucha popular en las décadas del diez y el veinte, que entre
otros conquistó la jornada de ocho horas para la clase obrera; momento en el
que desde 1895 había comenzado el capitalismo burocrático; lucha popular
que además sirvió a la constitución del Partido por Mariátegui en 1928. 2º
Agudización de la lucha popular en la gran ola revolucionaria mundial de los
sesenta, que movilizó 500 000 campesinos por la tierra y se elevó a lucha
armada, no obstante su carácter pequeño burgués y su cortísima duración;
momento en el que el capitalismo burocrático se desarrollaba; lucha que sirvió
a la reconstitución del Partido acordada en la VI Conferencia del PCP en 1969.
3º Agudización de la lucha popular que en mayo del ochenta se elevó a guerra
popular marxista – leninista – maoísta y duró veinte años, doce de los cuales
así como los quince de la reconstitución, bajo la dirección personal del
presidente Gonzalo; precisamente cuando el capitalismo burocrático entraba en
crisis general y más aún el Partido ingresaba a su tercera etapa de dirigir la
guerra.
De ese somero resumen, se puede derivar que el Partido Comunista del Perú
es resultado de ese proceso de desarrollo y maduración de la lucha de clases,
en particular de la lucha del proletariado que en este país amaneció luchando a
fines del siglo XIX. Y en ese mismo proceso se encuentran las causas de la
guerra popular, la guerra popular es, pues, resultado del desarrollo de la lucha

6
del pueblo que combate contra el camino de explotación y forja su propio
camino de transformación social.
En segundo lugar, siempre al amparo de la ideología científica del proletariado,
dado el carácter de la sociedad se define el carácter de la revolución y ésta en
el Perú del siglo XX era revolución democrática de nuevo tipo, es decir, una
revolución que combate por derrumbar esas tres montañas de opresión y
explotación que pesan sobre los hombros del pueblo, para construir una
República Popular de nueva democracia con una nueva política, una nueva
economía y una nueva cultura, en la cual se cambie el modo de producción y
las mayorías populares ejerzan el poder (el proletariado como clase directriz, el
campesinado como fuerza principal, la pequeña burguesía, como aliado
confiable y también la burguesía nacional, en determinadas condiciones),
dirigidas por el Partido Comunista que garantice el paso ininterrumpido al
Socialismo y la meta futura del Comunismo. De esta línea política general, a la
vez, se derivan el Programa y los Estatutos.
En tercer lugar, de ambos, del carácter de la sociedad definido por el modo de
producción y las relaciones sociales de explotación y del carácter de la
revolución, se desprende la forma de lucha revolucionaria; para nosotros en el
Perú: una guerra popular prolongada que siguiera el camino de cercar las
ciudades desde el campo teniendo al campo como principal y la ciudad como
complemento.
Pero como ninguna revolución se desenvuelve al margen de la lucha de clases
internacional, decimos, en cuarto lugar, que internacionalmente bajo el
desarrollo del marxismo-leninismo-maoísmo el PCP bebía del ascenso de la
revolución proletaria mundial en la que destacaba la más alta ola del
movimiento de liberación nacional, así como la repercusión de la gran
revolución proletaria en China y la intensa lucha entre la línea proletaria y el
revisionismo, que aprovechando la muerte del Presidente Mao Tsetung dio un
golpe contrarrevolucionario restaurando el capitalismo en China, con Teng
Siaoping a la cabeza, lo que significó la segunda gran derrota de la revolución
veinte años después de la primera en la ex URSS (causada por el revisionismo
de Jruschov que abandona el marxismo-leninismo en 1956). Ahí comenzó la
ardorosa y trascendente lucha por la defensa y mantenimiento de la revolución
proletaria mundial. Cuando nuestro partido maduraba, al tiempo que las masas
populares combatían la agresión de la dictadura militar en defensa de sus
derechos y clamaban por el fin de la opresión semifeudal y la explotación
semicolonial en medio de la crisis del capitalismo burocrático que fermentaba
las condiciones para la revolución en el Perú. Condiciones que dieron base
objetiva y subjetiva para entrar a la lucha armada.
¿Cómo fue el proceso de la guerra popular? Fue en esas condiciones
nacionales e internacionales favorables que el PCP con la valiosísima
experiencia de su reconstitución, en la maduración de la lucha popular y el
desarrollo del marxismo en el mundo, que el Partido, decíamos, en su IX Pleno
del Comité Central de Julio de 1979 decide culminar la reconstitución y define
pasar a una nueva etapa de su desenvolvimiento luego de la Constitución, de
tiempos de paz a tiempos de guerra, concretándose de esta manera el primer

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hito de la guerra popular: la definición. En la Conferencia Nacional Ampliada
de noviembre del mismo año prepara el salto inédito con la directriz de
desarrollar el Partido a través de acciones y el Plan Militar, concretándose el
segundo hito de la guerra popular: la preparación. Luego de la definición y la
preparación, el Partido convoca a la primera Escuela Militar que constituyó una
gran movilización ideológico política conformándose ahí la orden de los
iniciadores, un 19 de Abril el Partido declara la guerra al Estado terrateniente
burocrático comandado por la gran burguesía explotadora y pro imperialista, y
las masas populares principalmente campesinas pobres, hartas de la miseria,
el atraso y la postergación en que el sistema económico y político las hundía
decidieron asumir su destino con sus propias manos acogiendo el llamado del
Partido Comunista del Perú enarbolando el gran principio marxista de que
mientras haya opresión y explotación la rebelión se justifica.
Ante esa afrenta de ver cuestionado su poder el Estado opresor y explotador
ordenó el ingreso de las Fuerzas Armadas a combatir la guerra revolucionaria,
en vista, además, de la flagrante derrota de las Fuerzas Policiales. La matanza
feroz e inmisericorde desatada por el Ejército, la Marina y la Aviación, contó
además con el uso de mesnadas, enfrentando pueblos contra pueblos; los
años de 1983 y 1984 son fehaciente prueba histórica de este genocidio del cual
el Estado peruano debe responder.
El inicio de la lucha armada el 17 de mayo de 1980 significó una gran
incorporación de las masas más pobres y del pueblo en general. El desarrollo
posterior nos llevó hasta el equilibrio estratégico, es decir el momento en que
las dos partes beligerantes contienden encarnizadamente una por recuperar
posiciones perdidas para defenderse y la otra por consolidar lo ganado
preparándose para pasar a la ofensiva general en pos de la conquista del
poder total. Este hecho se convirtió en el problema principal que afectaba la
seguridad del Estado peruano, y el imperialismo principalmente norteamericano
pretendió ingresar en apoyo del anterior para derrotarnos. Todo el país se veía
comprometido de una u otra manera y los medios de difusión fueron utilizados
con el propósito de distorsionar los hechos y desprestigiar la revolución y a los
revolucionarios, no obstante el pueblo y las nuevas clases sociales como la
burguesía nacional expresaban su apoyo creciente y la guerra se tornó más
dura llegando a su punto más alto en julio de 1992, siendo su perspectiva
inmediata construir la conquista del Poder, lo que demandaba resolver nuevos,
complejos y más serios problemas.
En el plano internacional los acontecimientos de fines de los ochentas y
comienzos de los noventas complicaban el desarrollo revolucionario y se entró
a un repliegue estratégico de la revolución proletaria mundial. En estas
condiciones se produjo la detención de la cabeza del Partido que se sumó a la
caída de gran parte de dirigentes, tal descabezamiento significó un grave
problema de dirección política proletaria, decisiva para el Partido y la guerra;
pues configuró en la propia lucha de clases un giro estratégico en la correlación
de fuerzas entre revolución y contrarrevolución desfavorable a la primera. Lo
cual llevó a una Nueva Gran Estrategia partidaria: pasar de tiempos de guerra
a tiempos de paz, es decir, cambiar de lucha política con armas a lucha política
sin armas. Se entró a luchar por un acuerdo de paz primero y a solución

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política después, hoy especificada en Solución Política, Amnistía General y
Reconciliación Nacional.
Parte de esta nueva y cuarta etapa partidaria son las huelgas de hambre de los
prisioneros de guerra y presos políticos por la nulidad de todos los procesos
militares y sin rostro así como la lucha legal por nuevos juicios y la lucha
reivindicativa contra tan inicuas condiciones de prisión, entre ellos el cierre del
Penal Militar de la Base Naval del Callao, el de Challapallca y el de Yanamayo,
todos con aislamiento y encierro de 23 horas.

Contexto político del megaproceso.


Visto el proceso del inicio y desarrollo de la guerra popular, hecho social
y eminentemente político, del cual derivan los hechos materia de este proceso,
“megaproceso”, diremos algo del contexto en que éste se desenvolvió.
Creemos que la Sentencia de la Sala Penal Nacional así como la Ejecutoria
Suprema no escapan de la tendencia internacional actual en el campo jurídico:
priorizar supuestas razones de seguridad por encima del respeto a los
derechos y libertades de la persona. Tendencia que se desprende de la línea
contrarrevolucionaria y antipueblo de la superpotencia imperialista única de los
Estados Unidos de Norteamérica, siendo que su gestión actual es una de las
más recalcitrantes de los últimos tiempos; así Bush desenvolviendo la política
contra el llamado terrorismo iniciada por Reagan (con el directo asesoramiento
de militares o del FBI), ha impuesto la llamada guerra al terrorismo mundial,
enmarcando dentro de ese calificativo principalmente a las luchas de los
comunistas, también la lucha de los revolucionarios y a cuanta protesta popular
se exprese contra el sistema, pugnando a la vez por reaccionarizar los
sistemas legales de todo el mundo y criminalizar de esa manera la lucha de los
pueblos del mundo contra la opresión y explotación.
No obstante, los propios fracasos que cosechan en sus guerras de agresión
imperialista y en la potenciación de la supuesta seguridad así como el
desarrollo de la conciencia de los pueblos del mundo, han atizado las
contradicciones interimperialistas por un lado y la contradicción imperialismo-
naciones oprimidas, por otro lado. Lo que se puede ver en las opiniones críticas
a esa tendencia; entre los juristas europeos, la del inglés Edgard Crowie de
“Security and Estrategic Rewiev for Latin America” quien denunció en
noviembre del 2007 que no hay referente de éxito en el aumento de controles
antiterroristas de los Estados Unidos, que buscan uniformizar las leyes
antiterroristas en el mundo llamando a no contentarse con los ya duros
Códigos Penales, adosar la etiqueta de terrorismo y aumentar más las penas.
De ahí, asimismo, que Europa se haya dividido ante el proyecto de la Unión
Europea para aumentar el control de datos personales y del Internet en pos de
un mayor endurecimiento de la lucha antiterrorista.
Más evidente es aún como esa política reaccionaria ha atizado la contradicción
principal: naciones oprimidas-imperialismo principalmente yanqui, pues los
hechos muestran guerras de resistencia contra la agresión de la soberanía de
las naciones; luchas populares en grandes ciudades por derechos y

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reivindicaciones políticas; puntos peligrosos con riesgo a estallar; el término de
la guerra popular maoísta en Nepal; el nacimiento de posiciones
antiimperialistas desde los nacionalismos o “socialismos del S. XXI” en América
Latina, y el alineamiento de dos ejes contrapuestos, a saber, Venezuela,
Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay por un lado y Chile, Colombia y Perú por
el otro, habiéndose producido choques con motivo de discrepancias en torno a
cómo combatir el llamado terrorismo, tal el habido entre Colombia y Ecuador
que dejó la muerte de un dirigente de las FARC, entre otros asesinados, en
medio de negociaciones para entregar rehenes. Desde el punto de vista del
aspecto económico, en cuanto al crecimiento de la economía mundial, luego de
un agudo debate, para muchos es evidente que Estados Unidos está en
recesión, y se sigue discutiendo la dimensión de la crisis internacional así como
la repercusión que tendrá en los países atrasados. Y si bien se dice que China
e India seguirán desenvolviéndose positivamente, todo lleva a pensar que la
crisis económica será general, golpeando como siempre más a unos que a
otros.
En el plano nacional. Se habla mucho del crecimiento económico que ya
llevaría siete años, mas lo concreto es que están evolucionando el capitalismo
burocrático razón por la que el beneficio llega sólo a ciertos sectores, a la
capital y a algunas ciudades costeras del Norte e Ica del Sur; al resto del país,
la Sierra sobre todo no, más grave aún, algunas zonas como Huancavelica, se
están empobreciendo. Más se hace ya evidente la inflación. Y si se va al fondo
de la situación económica del Perú se puede entrever que está terminando el
crecimiento de los últimos años de lo cual deriva que los de arriba buscarán
beneficiarse lo más posible del período final de tan propagandizado
crecimiento; y los de abajo incrementarán su disconformidad y protesta por el
encarecimiento del costo de vida y el agravamiento de sus condiciones. En
síntesis, el gobierno llevará adelante el camino de evolución del capitalismo
burocrático pero adoptará algunas medidas sociales para contener la
explosividad, blandiendo la represión como línea de solución, el pueblo
desenvolverá su propio camino reimpulsando su lucha reivindicativa y política,
enfrentando y resistiendo la agresión.
En el sector justicia, las encuestas manifiestan aproximadamente 80% del
rechazo al Poder Judicial y su descrédito lleva a algunos extremos en que
toman la justicia por sus propias manos. La tendencia que se está imponiendo
es la de criminalizar la protesta popular en general y se apunta contra el
llamado terrorismo sobredimensionando los rezagos para aplicar operativos
armados “justificados”; se dan nuevos decretos antiterroristas como arma de
guerra contrasubversiva, como los Decretos Legislativos de julio del 2007 en
los cuales se quita beneficios y se niega libertades, por ejemplo no se reconoce
la redención de la pena por el trabajo o estudio en determinados casos, o el
monstruoso e inaplicable pago íntegro de la reparación civil para acceder a
beneficios, entre otros que son inconstitucionales. Y aquí queremos tomar
como prueba de que no hubo un juicio justo en nuestro caso porque post
sentencia de la Sala Penal Nacional se emitieron decretos que justificaron
“legalmente” lo que ya nos habían aplicado: dar facultades especiales a la
Corte Suprema y al Consejo Ejecutivo del Poder Judicial para crear sus

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organismos de excepción, la introducción de la prueba trasladada o la
reintroducción de la cadena perpetua. Situaciones a las que se suma la
persecución a los liberados amenazando con publicación oficial de listas con
nombres y apellidos para que la sociedad los repudie y excluya de toda
oportunidad de trabajo o estudio. La campaña oficialista también sobre la pena
de muerte al terrorismo, un imposible jurídico y constitucional. La campaña de
imputación de “privilegios” al doctor Abimael Guzmán. La campaña de que la
decisión de actuar políticamente es dar tiempo para que el senderismo se
reorganice y vuelva a las armas, sentando bases para ilegalizar los organismos
de familiares de los prisioneros de guerra y presos políticos del Perú con el
objetivo de negar el derecho de cualquier ciudadano a actuar políticamente
como lo reconoce la Constitución Política del Perú.
Por último, en torno a la emisión de la Ejecutoria Suprema se precipitaron en
viabilizar la vista a la causa para sentar precedente con la imposición de
autoría mediata en nuestro caso y aplicársela luego al enjuiciado ex presidente
Alberto Fujimori. Y acercándose las elecciones generales del 2011 los diversos
grupos y facciones políticas usaron el tema del terrorismo y del juicio a los
dirigentes del Partido Comunista del Perú para ganar réditos políticos. En la
agudizada lucha popular el oficialismo inventaba la presencia de los
comunistas, de los “terroristas”, de “Sendero Luminoso” para crear el fantasma
del inmediato reinicio de la guerra, es decir, volvieron a montar una campaña
contra el “terrorismo” y contra las libertades, presionando a los jueces que
llevaban los nuevos juicios ante la anulación de los juicios con jueces sin rostro
y tribunales militares. Parte de esto es la legislación antiterrorista que se sigue
fortaleciendo empero el cambio de la situación de guerra y usándola como
arma de guerra contrasubversiva.
Los planteamientos políticos del Partido Comunista del Perú, del cual somos
parte, respecto a solución política, amnistía general y reconciliación nacional se
han tratado de acallar. Y la difusión de que oportuna y públicamente ante el
pueblo el PCP hará una autocrítica pública reconociendo limitaciones, errores y
excesos se ha querido igualmente ocultar. Y en la Sentencia de la Sala Penal
Nacional y la Ejecutoria Suprema no se ha tomado en cuenta estos
planteamientos como tampoco que a través de nuestra defensa, expresamos
nuestro más condolido sentimiento con los familiares de las víctimas de los
sucesos de Lucanamarca ocurridos y que jamás ordenamos.
Campañas todas dentro de la estrategia política del Estado peruano por
estigmatizar la revolución y a los revolucionarios.

C. EXPOSICION, ANALISIS Y FUNDAMENTO JURIDICO DE LOS


HECHOS DENUNCIADOS:

I. DOS PUNTOS DE PARTIDA

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Dos puntos políticos básicos de partida tiene la Ejecutoria Suprema del
megaproceso.
1. Partido Comunista del Perú: “Organización Criminal”

El Partido no es materia de enjuiciamiento en este proceso. Ni podría ser


objeto de juicio penal, pues solo cabe este tipo de acción contra personas y no
organizaciones ni instituciones, por las cuales responden, en todo caso, sus
representantes. Sin embargo, so capa de descripción, califica al Partido
Comunista del Perú de “organización criminal”, infamándolo; y partiendo de
negar su condición de partido político, busca desprestigiarlo, promover la
opinión pública en su contra y condenar moralmente a sus dirigentes y
militantes como delincuentes.
Por otra parte, según la Ejecutoria Suprema, el Partido Comunista del Perú
calificado como “organización criminal” está formado por “una estructura
nacional jerárquica” tiene por objetivo “la comisión de delitos” y como finalidad
“generar terror”. Así, estas imputaciones permiten a la Corte Suprema, a través
de su Segunda Sala Penal Transitoria, condenar a la llamada “cúpula” por
autoría mediata en supuesto delito de “terrorismo“.
Dígase, al paso: recientemente en el país se viene considerando, entre otras
(autoría mediata con organizaciones de poder de Roxin, delito autónomo de
ser dirigente, etc.), la cuestión de “organizaciones criminales”; así, en el
megaproceso usaron tal calificación, con nuestra oposición claro está, la
Fiscalía y la Procuraduría.
En conclusión, “organización criminal” es un fundamental punto de partida que
desde su inicio tiñe políticamente la Ejecutoria.

FUNDAMENTO JURIDICO:
El Partido Comunista del Perú (PCP) es una organización política
revolucionaria que se constituye en el Perú por decisión libre y voluntaria del
proletariado peruano, en 1928 y tiene por objetivo construir la revolución y
como meta final el comunismo, la sociedad sin clases. Se fundamenta y guía
por la ideología del marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo, de la
cual derivan una línea política general y un Programa general y concreto.
Los suscriptores de la presente demanda que asumen la condición de ser
componentes del Partido Comunista del Perú, tienen la libre decisión de
asociarse en ese organismo porque es su derecho. La Constitución Política del
Perú, vigente, en su Artículo 2, inciso 13 establece el derecho de toda persona
a asociarse sin autorización previa; Constitución que contempla también la
libertad de pensamiento.
El PCP no ha sido ilegalizado en la sociedad peruana, no existe ninguna norma
que lo pretenda en el ordenamiento jurídico peruano; más ese mismo artículo
constitucional citado expresamente dispone que una asociación no puede ser

12
disuelta por resolución administrativa, lo que implica que sólo podría serlo por
mandato judicial y a solicitud del Ministerio Público, pero, el Ministerio Público
no ha solicitado su disolución. ¿Pretende acaso la ejecutoria suprema calificar
al PCP como “organización criminal” para sentar bases de una posible futura
disolución como se hizo en la Constitución de 1933, una de las más restrictivas
de la historia republicana? De hacerlo sería una posición retrógrada de
persecución de ideas.
Luego, ¿en qué parte la acusación fiscal escrita u oral pide que se califique al
PCP? En ninguna porque la organización no es materia de enjuiciamiento; de
modo que, por un lado, incurren en “ultra petio” y por otro lado, en el
ordenamiento penal peruano la concepción encierra que no se puede enjuiciar
organismos o instituciones sino personas, o en todo caso sus representantes.
Entonces ¿qué sustento legal tienen tanto la Sala Penal Nacional como la
Corte Suprema para calificar a la organización a la cual pertenecemos?
Ninguna. Ninguna razón legal sino exclusivamente razón política como se
denuncia arriba.
Sin base legal entonces y so capa de “descripción” la Sala Penal Nacional
califica de “organización terrorista” a la organización a la que pertenecemos y la
Ejecutoria Suprema agrega la calificación de “organización criminal”, en
contradicción con la anterior. Mas, leyendo las Actas del megaproceso se
demuestra que en ningún momento se debatió cuál era el carácter de la
organización, sino que a reiterativo uso oral del calificativo “organización
criminal” por los representantes del Estado: el Ministerio Público y la
Procuraduría, por lo demás no contenido en el Escrito de Acusación Fiscal, la
defensa lo rechazó cuantas veces se pronunció.
Lo que define jurídicamente a las organizaciones criminales es precisamente el
lucro, como puede verse en la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Transnacional Adoptada por la Asamblea General de
la Naciones Unidas, el 15 de noviembre del 2000, mediante Resolución
A/RES/55/25, cuyo Art. 2 a) citamos:

“Artículo 2
Definiciones
Para los fines de la presente Convención:
a) Por “grupo delictivo organizado” se entenderá un grupo estructurado
de tres o más personas que exista durante cierto tiempo y que actúe
concertadamente con el propósito de cometer uno o más delitos
graves o delitos tipificados con arreglo a la presente Convención con
miras a obtener, directa o indirectamente, un beneficio económico u
otro beneficio de orden material”.
En el Programa General para la revolución democrática del PCP, leído
en el proceso por la defensa, no se encuentra en ninguno de sus catorce

13
puntos nada que se vincule a la obtención de un beneficio económico u otro de
orden material, más bien en los principios básicos de ese mismo programa se
dice todo lo contrario y es práctica demostrada de sus componentes la entrega
total a la causa del comunismo, el desinterés personal absoluto y el servir al
pueblo de todo corazón. Pero este fondo de altruismo se oculta por razones de
interés político para estigmatizar tanto la revolución como a los revolucionarios,
quienes en tanto comunistas tenemos por conducta oficial la actitud de estar
dispuestos a la prisión, el destierro y la muerte para cumplir tan honrosos
objetivos como la revolución hasta el comunismo.
Historiadores peruanos como el doctor José Ragaz dicen: Sendero Luminoso
ha sido creo, el mayor fenómeno social del siglo XX en el Perú, no solamente
por haber sido un movimiento ideologizado hasta el fanatismo casi, sino
también por lo que ha desnudado en la sociedad peruana: una discriminación
de las mayorías, un desinterés del Estado hacia gran parte de la población, un
ausentismo por parte de las instituciones públicas... frente a Sendero el
comportamiento que tuvo el propio Estado, o las Fuerzas Armadas, una
vergüenza nacional, desengañó a la gente... eso y la hiperinflación llevó a que
en los noventas el Perú estuvo a punto del colapso con Sendero a las puertas
de Lima. (Entrevista Radio Programas del Perú, 28.07.06).

“El objetivo o el elemento teleológico o finalista, es lo que


distingue a una banda terrorista de cualquier otra asociación ilícita con
finalidad política”. “En la primera etapa de la revolución, denominada
Revolución Democrática, a la usanza maoísta, se habían propuesto
como objetivo la conquista del poder político a través de la guerra
popular para instaurar la República Popular del Perú”. “Si no dialogamos,
menos si no reflexionamos para intentar siquiera comprender por qué el
Perú es diferente después de la década del 80 y por qué Sendero
Luminoso casi colapsa del sistema...” “Nunca hemos tratado de
comprender sobre qué base o fuerza descansaba el poder de Sendero
Luminoso y cómo explicarnos el hecho de que pudo mantenerse en la
clandestinidad durante doce años y su contingente aumentaba cada vez
más... Ahora es cuando cabría hacerlo”, dice un jefe policial como el
Coronel PNP Benedicto Jiménez (En: “Inicio, desarrollo y ocaso del
terrorismo en el Perú. Lima 3ª edición 2004).
“Sendero Luminoso ha dejado unos cuantos militantes en el camino.
Jóvenes que eligieron el camino de la lucha, dando lo único que
comenzaban a tener: la vida. Dejaron padres, casas, hermanos, novios,
esposos o hijos. Algunos cayeron en el combate, otros están presos y
muchos fueron asesinados a la mala” dice el Mayor EP José Fernández
Salvatecci. (En: “Terrorismo y guerra sucia en el Perú”, Lima-Perú,
1986).
“Y debemos reconocer cómo Sendero Luminoso tiene militantes activos,
entregados, sacrificados. Debemos reconocer algo que ellos tienen y
nosotros no tenemos como partido...equivocado o no, el senderista tiene

14
lo que nosotros no tenemos: mística y entrega... Esa es gente que
merece nuestro respeto y mi personal admiración porque son, quiérase
o no, militantes. Fanáticos les dicen. Yo creo que tienen mística y es
parte de nuestra autocrítica, compañeros, saber reconocer que quien,
subordinado no, se entrega a la muerte, entrega la vida, tiene mística”.
Alan García Pérez, en el VIII Congreso Nacional de la Juventud aprista,
mayo de 1988.
Asimismo debe tenerse en cuenta que a la fecha, ningún organismo
internacional ha calificado ni descrito al Partido Comunista del Perú como
“organización criminal” como lo hace esta Ejecutoria Suprema.
Cabe mencionar, a fin de constatar la cautela con que se expresan los
organismos internacionales, respecto a las organizaciones armadas, no
oficiales, la reciente resolución del Consejo Permanente de la OEA del 5 de
marzo del 2008, con relación a los hechos entre Ecuador y Colombia,
cuando refiriéndose a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) las califican simplemente de “grupo irregular” no dice ni terrorista
menos criminal.
En consecuencia, no existe fundamento legal para que el Partido Comunista
del Perú al cual pertenecemos pueda ser calificado de “organización criminal”.
Por lo tanto, calificar en la Ejecutoria suprema al PCP de “organización
criminal” y por ende a sus componentes de delincuentes criminales, constituye
discriminación por motivos políticos, violación manifiesta del artículo 1° de la
Convención Americana, así como del derecho a la libertad de asociación
establecido en el artículo 16 de dicho Pacto, además de constituir una condena
infamante prohibida en el artículo XXVI de la Declaración Americana. Se está
igualmente violando la Declaración Universal de los Derechos del Hombre que
contempla en su inciso 3° del Preámbulo: “Considerando esencial que los
derechos humanos sean protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el
hombre no se vea impelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y
la opresión” (las subrayas son nuestras).
Es de hacer notar que cuando la Ejecutoria Suprema entra a hacer la
“descripción de la organización criminal” en realidad lo que hace es describir la
estructura orgánica que corresponde a todo partido comunista, lo cual resulta
ser un juicio peyorativo e infamante decir que todo partido comunista sea una
organización criminal y que sus miembros sean criminales delincuentes. De
esta manera lo infama, partiendo de negar su condición de partido político
reconocido por diversos organismos y busca desprestigiarlo para promover
opinión pública de odio contra la organización y sus militantes o simpatizantes
por motivo de ser revolucionarios, marxistas y comunistas, y condenarlos
moralmente como delincuentes. Lo que constituye una violación de los artículos
11, de protección de la honra y de la dignidad; y 13, de libertad de pensamiento
y de expresión, inciso 5 que prohíbe toda apología de odio contra cualquier
persona o grupo de personas.
Incluso, al imputar, dicha Ejecutoria Suprema, al PCP de estar formado por una
“estructura nacional jerárquica”, tener por objetivo “la comisión de delitos” y

15
como finalidad “generar terror”, trastoca la realidad de los hechos sin probarlos
y actúa como juez y parte sometiéndose al interés político del Estado opresor
de condenar a la llamada cúpula por “autoría mediata” en supuesto delito de
“terrorismo”; con lo cual incurre en violación del principio de imparcialidad e
incompetencia del juez, lo que constituye violación de las garantías judiciales
Art. 8 de la Convención Americana.
No encontramos, pues, basamento legal alguno para calificar so capa de
describir de “organización criminal” al PCP. Y queda clara la conclusión de que
tal imputación es un fundamental punto de partida que desde su inicio tiñe
políticamente la Ejecutoria.

2. Delito De “Terrorismo”: “Naturaleza De Los Hechos Imputados”.

En el megaproceso planteamos la existencia y desarrollo de la guerra


popular, señalando específicamente las características de la misma. Hechos
históricamente evidentes que la llamada Sala Penal Nacional ni hoy la
Ejecutoria Suprema niegan, sino que simplemente se refugian, para no
tratarlas, tras palabras diciendo de tales acciones armadas: “cuya motivación
política no es materia de grado ni tienen relevancia jurídica para el sistema
penal”. Hechos que, no obstante, sirven al Fiscal para acusar a Elena
Yparraguirre Revoredo por: “copartícipe de los numerosos hechos tendentes a
desestabilizar el gobierno constitucional mediante acciones armadas
perpetradas desde mayo de mil novecientos ochenta a junio de mil novecientos
noventa y uno”. En síntesis: los mismos “hechos tendentes a desestabilizar el
gobierno constitucional mediante acciones armadas”, obviamente políticos, se
pueden utilizar para acusar y condenar en juicio; pero no se puede considerar
la condición política de los mismos para establecer la verdad de los hechos que
todo proceso debe necesariamente conocer para ser justo y válido, según los
principios y normas que el Derecho resalta.
Más, aparte del doble manejo político señalado, veamos en qué circunstancias
y para qué surgió el D.L. 25475, ley antiterrorista, columna vertebral de toda
esta legislación. En 1992 la guerra popular estaba en su punto más alto, se
había alcanzado el equilibrio estratégico el año anterior, y la capital, Lima,
estaba, sin aún ser las ciudades el ámbito principal de acción armada,
expuesta a los golpes de la guerra interna, como militares y especialistas
denominan la, para nosotros, guerra popular. En estas condiciones, se dio el
golpe de Estado del 5 de abril del 92 para, entre otras razones, combatir el
peligro del llamado “terrorismo”; y no es de extrañar que al mes del golpe, el 6
de mayo, se promulgara el ya citado Decreto Ley 25475.
Preguntémonos ¿fue éste un hecho político del gobierno? y ¿cuál su objetivo?
Las interrogantes se responden por sí mismas: Su promulgación fue un hecho
evidentemente político y su objetivo no era sino el llamado “terrorismo” como
corresponde a toda ley antiterrorista. Valga la redundancia, más si es necesaria
para plantear lo principal: El D.L. 25475, la ley antiterrorista, fue concebida y
sancionada como parte de la guerra contrasubversiva, como un instrumento

16
legal, un arma más de la guerra contrasubversiva para combatir la guerra
popular. Por ello no sólo se dio ese Decreto Ley sino un conjunto de normas
legales abarcando desde la detención de los imputados de terrorismo, la parte
penal sustantiva, la procesal, los tribunales antiterroristas, hasta la ejecución
penal que se les debía aplicar; toda una legislación antiterrorista concebida y
concretada como parte del Derecho Penal del enemigo. En síntesis, la
legislación antiterrorista es un hecho político, producto de una decisión política,
es parte integrante y fundamental de la guerra contrasubversiva; y su
aplicación aún hoy no es sino parte de la misma guerra contrasubversiva. Y es
obviamente un hecho político.
Y si la legislación inicial de l992 ha sido modificada, en lo fundamental subsiste
la misma, basta tener en cuenta el mantenimiento y aplicación actual de lo
esencial del Decreto Ley 25475. Más aún, téngase presente los Decretos
Leyes promulgados en julio del 2007 en los cuales se sigue legislando sobre el
terrorismo; así, en cuanto reintroducción de la cadena perpetua, terrorismo
internacional, reclusión, pago de la reparación civil, etc.
En conclusión, los dos puntos de partida de la Ejecutoria Suprema: 1) Partido
Comunista del Perú: “organización criminal” y 2) delito de terrorismo:
“naturaleza de los hechos imputados”, son fundamentales sustentos que
marcan y expresan desde el comienzo el carácter político de la Ejecutoria.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Toda ley parte de fijar objetivamente la verdad de los hechos que la
determinan. El connotado jurista peruano doctor José Hurtado Pozo plantea
que se debe determinar un criterio suficientemente claro para discernir las
acciones que deben ser prohibidas; de igual manera dice que no es posible sin
un adecuado conocimiento de la realidad construir y aplicar una política
criminal coherente y eficaz.
La guerra popular dirigida por el Partido Comunista del Perú cuyo objetivo era
la conquista del poder para conformar la República Popular de Nueva
Democracia y servir al socialismo con la meta del comunismo, es un hecho de
trascendencia histórica para el país y hay una base material, objetiva, histórica,
social e ideológica que la ha generado. El respetado historiador doctor Manuel
Burga, reciente ex rector de la prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San
Marcos opina de los hechos en cuestión: “Era el sendero luminoso de
Mariátegui. Creo que constituye el momento climático de mayor énfasis de la
aplicación socialista de construcción de la república peruana” y sobre cuáles
fueron sus causas: “La marginación de esta población andina que se quedó un
poco fuera de la historia del Perú oficial”. El Mayor del Ejército Peruano (R)
José Fernández Salvatecci analizando los primeros seis años de acción
armada señaló que se trataba de un partido político y de una guerra subversiva
originada por la marginación de las mayorías:
“Estamos en medio de una Guerra entre dos bandos: el Gobierno,
que defiende al sistema, sus características y el statu quo, y los

17
guerrilleros de Sendero Luminoso * , que insurgen contra todo ello, por
considerarlo negativo, optando por un cambio total, es decir, estamos en
una guerra eminentemente política.” (Pág.7)
“Dentro de la Guerra Revolucionaria, la Guerra de Guerrillas tiene como
finalidad suprema la captura del Poder, creando un gobierno que
asegure la independencia nacional, la cultura, el bienestar de las masas
y el pleno desenvolvimiento de la Nación, por lo que su acción termina
cuando se ha vencido totalmente al adversario” (Pág. 11)
“En la época actual, se trata de ocultar el subdesarrollo, la injusta
repartición de riqueza, la ignorancia, la insalubridad, la miseria, etc.,
subrayando constantemente que se está luchando contra el “peligro
comunista” y que no es este Estado, este Sistema y el imperialismo
quienes agreden al pueblo peruano, sino Sendero Luminoso, quien sería
el responsable de esta guerra.” (Pág. 59)
“Sendero Luminoso no es una banda de “delincuentes-terroristas”, sino
un Partido Político, con objetivos políticos y que realiza acciones
políticas, cuyo mensaje es recepcionado por parte importante de nuestra
población.
No reconocer este hecho concreto, es uno de los orígenes de nuestro
problema.” (Pág. 100)
(En: “Terrorismo y Guerra sucia en el Perú”, Mayor del Ejército Peruano
(r) José Fernández Salvatecci; Ediciones Fernández Salvatecci, Lima-
Perú, 1986).

Y en el incidente de Nulidad sobre “Guerra Popular no terrorismo”


presentado por la defensa en la Cuadragésima Quinta Sesión del Juicio Oral
celebrada el 08 de mayo del 2006, demostramos esta realidad que no fue
refutada por preferir razones puramente formales en apariencia.
Si se trastoca esta realidad, como lo hace el Estado peruano guiándose por la
política imperialista de los Estados Unidos, de “guerra al terrorismo mundial” y
por su propia estrategia política de escarmiento para que no se repita, de hacer
un “proceso contra el terrorismo”, llamando a la revolución armada “terrorismo”
y a sus actores revolucionarios “terroristas”, se parte de una falacia sobre la
cual crean el delito de terrorismo, cuyo origen es militar y policiaco y extraño a
lo jurídico, y montan sobre esa base todo un sistema legal anti, en este caso
anti-terrorista, ¿qué se deriva de aquí? Se deriva que si la ley no refleja el
hecho social tal cual es, la ley no podrá ser justa ni haber un juicio justo ni
sanciones de estricta justicia.
El propio Tribunal Constitucional del Perú en sentencia recaída en Expediente
005-2001-AI-TC, al referirse al llamado “terrorismo”, enfatiza en la finalidad
*
“Sendero Luminoso” es el nombre con que la prensa nombra al Partido Comunista del Perú y a la guerra
popular que la dirige.

18
política e ideológica del mismo, lo que significa que tal no se puede soslayar;
dice el Tribunal: ...”En efecto, el elemento que ha de caracterizar este tipo de
ilícito, es la finalidad política y/o ideológica de la agrupación orgánica. En
consecuencia, si ésta no tiene como objetivo esta finalidad política, el ilícito no
constituye “terrorismo” sino un ilícito común distinto. Esto mismo se desprende
de la consideración necesaria que debe efectuarse respecto del bien jurídico
tutelado a través del tipo penal del terrorismo...”
Entonces, cuando la Sala Penal Nacional y la Ejecutoria Suprema se refugian
tras palabras para no tratar la verdad de los hechos, cuando no consideran la
condición política de los hechos para establecer la verdad de los mismos en
cambio sí para acusar o condenar en evidente doble manejo político, están
adoptando la misma estrategia política del Estado peruano de hacer un
“proceso contra el terrorismo” y reducir así a conflicto jurídico penal un hecho
político de trascendencia histórica, soslayando inclusive las causas que lo
motivaron.
De esta manera, aparte que violan los Principios Generales del Derecho y la
esencia del Derecho Penal, violan el artículo 9° de la Convención Americana
acerca de que nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el
momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho aplicable; violan
su artículo 8° de garantías judiciales, entre las cuales la imparcialidad del juez;
y al resistirse a aplicar el artículo 45 del Código penal de 1991 vigente en el
Perú, referido a la co-culpabilidad social o co-responsabilidad del Estado, y el
artículo 46° del mismo referente a los móviles y fines de los hechos, ambos
necesarios criterios para la individualización de las penas que los jueces están
obligados a considerar, están violando la igualdad ante la ley, contemplado en
el artículo 1° de la Convención Americana referente a respetar los derechos de
la persona sin distinción alguna.
Tampoco se puede ignorar que en el contexto internacional no se ha llegado a
una definición unívoca y precisa de terrorismo aún cuando desde los años
noventas las Naciones Unidas estimulan a los Estados para que se estudien
las disposiciones jurídicas internacionales vigentes respecto a prevención,
represión y eliminación del terrorismo con el fin de que haya un marco jurídico
general en todo el mundo. Ni menos se puede omitir que desde los sucesos del
11 de septiembre en el campo del Derecho, se ha impuesto una tendencia
peligrosa por la cual se priorizan las razones de seguridad en desmedro de los
derechos y libertades, aunque ésta se encuentre cada día más cuestionada
como lo demuestran voces como la referida arriba, de la revista de
investigación sobre seguridad y defensa de Latinoamérica, en Londres, quien
denuncia a los Estados Unidos de Norteamérica de exigir que todo el mundo se
unifique en sus criterios de aumento de controles y en el agravamiento de las
medidas ya restrictivas de los códigos penales y leyes antiterroristas; y se
plantea que la cuestión no es imputar “terrorismo” sino ver las causas políticas
que lo motivaron y la respuesta democrática correspondiente, pues se resalta,
es la pertinente.
En cuanto a la misma legislación antisubversiva del Perú que se está
aplicando, esta legislación antiterrorista es un hecho político, producto de una

19
decisión política, parte integrante y fundamental de la guerra contrasubversiva,
un arma más de la guerra que el Estado peruano comandó siendo el Decreto
Ley 25475 la columna vertebral de todo este sistema que se mantiene pese a
las modificaciones hechas desde su dación a pocos días del Golpe de Estado
del 5 de abril de 1992. Al respecto el doctor José Hurtado Pozo dice hablando
de la intensificación de la violencia en estos tiempos:
“...se ha propuesto constituir un sistema represivo apropiado...
que se caracterizaría sobre todo por el abandono en gran parte de las
garantías del Derecho Penal liberal y por el recurso a penas muy
severas. Los partidarios de esta idea hablan de ‘derecho penal del
enemigo’. El enemigo es identificado de manera diversa según los
criterios ideológicos que se manejan... La necesidad de combatir los
movimientos de rebelión armada y, en particular, el terrorismo, ha
conducido a la promulgación de leyes cada vez más severas y a la
organización de un sistema procesal expeditivo. Con el ‘derecho penal
del enemigo’ se propugna reemplazar este ‘derecho de emergencia’ por
un derecho represivo paralelo y ajeno al Derecho Penal propio de un
Estado de derecho. Aceptar esta política constituye un grave retroceso
que no es justificado por el logro de una mayor ‘seguridad ciudadana’”.
Manual de Derecho Penal. Parte General I. Editora Jurídica
Grijley, 3ª edición, 2005. IV. Política criminal y realidad social,
pág.81. (Las subrayas son nuestras)

El doctor César San Martín Castro, otro connotado jurista peruano escribe:
“En los delitos de más fuerte incidencia estadística, como son los de
tráfico ilícito de drogas y terrorismo, desde el año de 1978 se ha venido
construyendo una legislación procesal especial, con un marcado acento
restrictivo en cuanto a los derechos fundamentales y una desmesurada
concesión de poderes a la administración, en desmedro de la
jurisdicción”,
Derecho Procesal Penal, Editora Jurídica Grijley, 2ª edición,
octubre 2003. volumen I; página 49 (Las subrayas son nuestras)

“Respecto al delito de terrorismo, la legislación de emergencia


configuró un procedimiento con especialidades procedimentales y un
procedimiento especial por colaboración eficaz, a través a) del Decreto
Ley Nº 25499, del 16 de mayo de 1992, y b) de la Ley Nº 26620 del 19
de agosto de 1993, el mismo que culminó con c) la Ley N° 26435 del 30
de agosto de 1994.
“El procedimiento antiterrorista aún está regulado esencialmente por
el Decreto Ley N° 25475, del 6 de mayo de 1992. En él ha destacado la
fuerte incidencia que se otorgó a la investigación policial, las importantes

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facultades que se confirieron a la policía (incomunicación y traslado de
detenidos sin previa orden judicial), la obligación del mandato de
detención, la prohibición de citar como testigos a los policías que
intervinieron en la investigación, la competencia nacional de los jueces y
tribunales, la figura de los jueces y fiscales sin rostro, la reducción
irrazonable de los plazos procesales, etc. Paralelamente, se dispuso la
intervención de la justicia militar para juzgar los tipos penales
especialmente agravados de terrorismo, a los que se les denominó
impropiamente delito de traición a la patria (Decretos Leyes N° 25659
del 13 de agosto de 1992, y 25880 del 26 de noviembre de 1992 y Ley
N° 26508, del 21 de julio de 1995); estos ilícitos estuvieron sujetos al
procedimiento previsto en los Decretos Leyes N° 25708 del 10 de
septiembre de 1992, que contemplaban una investigación con las
mismas características que el procedimiento por el delito de terrorismo y
el procedimiento judicial denominado ‘juicio en teatro de operaciones’,
que es un procedimiento sumarísimo al que se adicionó la figura del
Juez y del Fiscal sin rostro”.
“Esta legislación, progresivamente, ha venido siendo normalizada
aunque no del todo”
Obra citada; página 50 (Las subrayas son nuestras).

Cuando las circunstancias han cambiado respecto a la situación de la


guerra popular en el Perú de la actualidad: la guerra prácticamente ha
terminado, quedando circunscritos y focalizados en dos pequeños lugares de la
Selva; cuando ya no hay estado de emergencia en las tres cuartas partes del
territorio nacional como lo hubo entre 1980 y 1992 mientras la guerra popular
era el problema principal del país en tanto el Estado peruano veía
comprometida su seguridad y los Estados Unidos amenazaban con un ingreso
a combatir la lucha revolucionaria; cuando públicamente los dirigentes vienen
planteando una solución política concebida como Acuerdo de Paz primero y
Solución Política, Amnistía General y Reconciliación Nacional después y en
este momento, ¿cabe mantener esa legislación? No. Pero aún con sus
modificaciones, resultado de la lucha política y legal de los prisioneros de
guerra y prisioneros políticos, que alcanzaron la cifra de más de diez mil, y de
la lucha del pueblo por libertades democráticas contra la dictadura, luchas que
empujaron a tales modificaciones por el Estado, esta legislación se sigue
aplicando y más aún se le está fortaleciendo como medida preventiva, por
razones de supuestas peligrosidad y seguridad, de ahí los Decretos
Legislativos 921 a 927 bajo el régimen del Presidente Toledo, de ahí los últimos
Decretos Legislativos de julio del 2007 en los que se niega derechos,
beneficios y libertades a los todavía varios cientos de prisioneros como el
condicionar su libertad al pago total de la alta y a veces inconmensurable
reparación civil, habiendo enfrentado ya más de quince años de prisión, en
inicuas condiciones buena parte de esos años, entre otras restricciones.

21
Pero para ocultar el cambio de la situación de guerra y mantener la línea
represiva ¿qué se hace?, sistemáticamente se montan campañas mediáticas
que sobredimensionan los llamados rezagos y se utiliza el tema del “terrorismo”
para justificar la extendida criminalización de la protesta popular que incluye
mantener la legislación antisubversiva, es decir, un Derecho Penal del
enemigo, que se está extendiendo en ruptura de la tradición liberal del Derecho
penal peruano, en desmedro del llamado Estado de derecho. Les sirve, pues,
para prevenir la revolución y contener la explosividad de las masas populares.
¿Cuál es la consecuencia de esta política en el campo jurídico y penal? No
llevará a que haya realmente justicia.
“Aunque sea una verdad trivial no se puede dejar de decir que el
orden jurídico, en general y el penal en particular, están vinculados
estrechamente a la realidad social, económica y cultural del país. Todo
cambio socio económico y político repercute en la legislación y en la
administración de justicia. Esta vinculación se refleja también respecto a
la labor que realizan los juristas. La concepción doctrinaria que elaboren
no puede dejar de tener en cuenta estas circunstancias. De igual
manera, no es posible –sin un adecuado conocimiento de la realidad-
construir y aplicar una Política criminal coherente y eficaz”. (Las
subrayas son nuestras).
Como dice el doctor José Hurtado Pozo, defensor del derecho liberal; a
quien acabamos de transcribir de obra citada adelante, página 40 título
Derecho Penal y Poder, del año 2005.

II. CUESTIONES FUNDAMENTALES

Basándose en lo antedicho manejan la legislación, principalmente


antiterrorista, en función de sus objetivos políticos; lo cual puede verse,
aplicado a nuestro juicio, en las ocho cuestiones fundamentales siguientes:

1. LEY ANTITERRORISTA Y BIEN JURÍDICO. DECRETO LEY 25475.


Nuestra posición ha sido y es cuestionar el Decreto Ley 25475 por violar
el principio de legalidad, en cuanto el artículo 2º de aquél lesiona la exigencia
de precisión y taxatividad de la norma penal que no puede ser un dispositivo
abierto de amplia interpretación. Y si bien la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, en el caso García Asto, dijo no haber tal colisión con el Art. 9 de la
Convención; también, en la misma resolución, la jueza Medina Quiroga
discrepó con ese criterio. Así, y no sólo por esto sino porque tenemos razones
para seguir cuestionando la legalidad del D.L. 25475; especialmente en lo
referente al bien jurídico que fue planteada en la apelación.
A nuestro alegato, la Ejecutoria Suprema responde que no hay carencia de
bien jurídico en la norma criticada, que en todo caso es la tranquilidad pública,
los bienes protegidos en el aludido Art. 2º o el generar terror. Pues,

22
concretamente, el problema es: falta de precisión y univocidad del delito de
terrorismo en la legislación peruana. El Código Penal de 1991 lo ubicó en su
Título XIV, Delito contra la Tranquilidad Pública; de allí lo extrajo el D.L. 25475
enumerando simplemente los daños que podría causar y la generación de
zozobra, alarma y temor; y el Tribunal Constitucional, al declarar la
inconstitucionalidad del D.L. 895 tipifica al terrorismo como delito contra el
orden constitucional, por tanto ubicable dentro del Título XVI del Código Penal,
Delitos contra los poderes del Estado y el orden constitucional, junto a rebelión,
sedición y motín.
En síntesis: no hay precisión ni univocidad en el tratamiento del delito de
terrorismo en cuanto a bien jurídico lesionado en la legislación nacional.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Abundaremos aquí en la cuestión central del bien jurídico en el Decreto
Ley Nº 25475.
Principio de Legalidad. El D.L. Nº 25475 viola el principio de legalidad.
El principio de legalidad es pieza fundamental de garantía para el
ciudadano que debe informar y limitar toda la actividad represora del Estado,
debiéndose expresar en la formalidad legal positiva. Aplicarlo o no está
relacionado al carácter democrático o no democrático del Estado. La propia
Constitución Política del Perú, en su artículo 2° inciso 4 d) prescribe que: “No
se permite forma alguna de restricción de la libertad personal, salvo en los
casos previstos por la ley”.
Al respecto, el doctor Gonzalo Quintero Olivares, en su Manual de Derecho
Penal, escribe:
“Después de la II Guerra Mundial... El pensamiento jurídico democrático
sitúa en el principio de legalidad la pieza fundamental de los sistemas
jurídicos de la mayoría de los países”
Gonzalo Quinteros Olivares, Manual de Derecho Penal, Parte
General; Tercera edición. Editorial Aranzadi SA, 2002. (Los
subtítulos y subrayas son nuestras). (Pág. 72)

“Tan gran relieve jurídico no puede entenderse si se olvida que el


principio de legalidad no es una garantía permanente formal, sino que
esa forma envuelve el único modo de enfrentar al ciudadano con el
Derecho Penal respetando mínimamente su dignidad y la de todos”
(Pág.72)
“El principio de legalidad hoy es, ante todo, un postulado de ‘garantía’,
que, compone ‘parte formal’ del principio de Estado de derecho. Ahora

23
bien, la plena vitalidad del principio de legalidad se despliega sólo en el
seno del Estado democrático de Derecho” (Pág. 73)
“Nuestra tarea no consiste simplemente en comprobar si la ley positiva
se ajusta o no al postulado de legalidad, sino, si todo el conjunto de la
actividad represora del Estado se adecua o no al estado de Derecho
social y democrático. Esta última es la dimensión esencial del principio
de legalidad en la actualidad...” (Pág.73)
En estas citas, ¿qué destacamos? Que el respeto al principio de
legalidad tiene que ver con el carácter democrático del pensamiento jurídico, si
se viola éste, considerado pieza fundamental, se choca con el carácter
democrático del pensamiento jurídico. Que aplicar este principio es el único
modo con el cual el Derecho Penal puede enfrentar a la persona respetando su
dignidad, por tanto esta garantía debe ser contemplada de otro modo la
persona queda desprotegida. Que esta garantía compone la ‘parte formal’ del
Estado de Derecho, al no aplicarla no habría Estado de Derecho. Entonces, si
el D.L. 25475 viola el principio de legalidad deja desprotegido al ciudadano y no
expresa un pensamiento jurídico con carácter democrático, lo que chocaría con
un Estado de derecho.
Principio de seguridad jurídica. El principio de legalidad está íntimamente
ligado al principio de seguridad jurídica, otra garantía para la persona
enfrentada al Estado. El mismo autor arriba mencionado concibe:
“El principio de seguridad jurídica se cumple como una garantía a favor
del ciudadano frente al sistema penal... el principio de seguridad jurídica
se cumple, por un parte con el estricto acatamiento del principio de
legalidad en lo que concierne a la certeza y concreción de las leyes que
describen delitos, a los que se asocian sanciones penales, renunciando
a las cláusulas abiertas, imprecisas y oscuras” (Pág. 73)
“Por otra parte, el principio de seguridad se manifiesta en la contracción
de la intervención punitiva a un hecho concreto y anterior. Le desea,
pues, un Derecho Penal de hecho como único compatible con el ideal de
seguridad” (Pág.73)

Resaltemos, nos está diciendo que para imponer una pena al autor de
un hecho calificado como delito, éste debe estar descrito con certeza en la Ley
penal y más concretamente en la Parte especial de manera clara, cierta e
inequívoca en observancia estricta del principio de LEGALIDAD que proscribe
las cláusulas abiertas e imprecisas u oscuras.
Así es como el Derecho penal de autor se repugna y se da paso al Derecho
penal de acto. De este modo se criminaliza a las personas por su modo de
vida, o por su ideología política mediante descripciones abiertas, sin certeza,
anulando la garantía de seguridad jurídica para el ciudadano.

24
El artículo 2 del D. L. 25475 y el Tribunal Constitucional. El artículo 2° del D.L.
25475 lesiona la exigencia de precisión y taxatividad de la norma penal que no
puede ser un dispositivo abierto de amplia interpretación. Habiéndose acudido
al Tribunal Constitucional a fin que se corrija esta violación de la legalidad y la
seguridad jurídica, en la sentencia recaída en el proceso de
inconstitucionalidad contra el Decreto Ley Nº 25475 y otros, Exp. Nº 010-2002-
AI/TC, el Tribunal Constitucional sostiene que el artículo 2° del Decreto Ley
25475 no vulnera el principio de legalidad contenido en el artículo 2° inciso 24
de la Constitución actual, por lo tanto éste resulta constitucional.
Así el Tribunal Constitucional no resolvió el problema de la seguridad jurídica
para el ciudadano, porque ésta se deriva del acatamiento del principio de
legalidad para el cual; la ley penal debe taxativamente: proteger el bien jurídico
tutelado, describir el delito y señalar la pena, en forma previa, expresa e
inequívoca, con lo que no cumple el Decreto Ley 25475.
Esto ha sido advertido en el voto disidente sobre el Caso García Asto emitido
por la Señora Juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Dra.
Medina Quiroga quien expresó:
“11. El 3 de enero del 2003, el Tribunal Constitucional del Perú dictó
sentencia ante un reclamo de inconstitucionalidad de varios artículos de
los Decretos Leyes 25475 y 25659. En dicha sentencia, el Tribunal
sostuvo que las conductas típicas descritas en ambos Decretos Leyes
(terrorismo y traición a la patria o terrorismo agravado) “podrían ser
comprendidas indistintamente dentro de un delito como de otro, según
los criterios del Ministerio Público y de los jueces respectivos”,
agregando que la imprecisión en el deslinde entre ambos tipos penales
afectaba la situación jurídica de los inculpados de diversas maneras.
Para sostener esto, el Tribunal se apoyó en el párrafo 119 de la
sentencia dictada por esta Corte Interamericana en el caso Castillo
Petruzzi y otros y, además, en el principio de legalidad penal consagrado
en el literal d del inciso 24 del artículo 2 de la Constitución Política del
Perú.
La afirmación hecha por el Tribunal Constitucional parecía traer como
consecuencia lógica que se declararan inconstitucionales todos esos
tipos penales, para que se reelaboraran otros que cumplieran a
cabalidad con el principio de que la conducta que se pena debe ser
descrita con la precisión necesaria para que se impida esta clase de
confusiones. El Tribunal, sin embargo, no concluyó sus consideraciones
de esa manera sino que decidió que, aún cuando ambos tipos penales
eran lo suficientemente imprecisos como para que se aplicaran unos u
otros a una misma conducta, eran los tipos penales del Decreto Ley
25659 los inconstitucionales y no los del Decreto Ley 25475.
12. Con respecto al artículo 2° del Decreto Ley 25475, el Tribunal
Constitucional estimó que no era inconstitucional, sosteniendo que la
exigencia de ley cierta no podía entenderse en el sentido de exigir al
legislador que tuviera una claridad y precisión absolutas en la

25
formulación de los conceptos legales y que el Derecho Penal admitía la
posibilidad de tipos penales abiertos que ‘delegan al juzgador la labor
de complementarlos mediante la interpretación’ (Párrafo 49).
Seguidamente, procedió a sostener que el artículo 2 prevé tres
modalidades de conducta.
14... La adición de estas precisiones es una prueba más de que el tipo
podía definirse mejor de lo que estaba definido en el artículo 2.
...
15. Sin perjuicio de que estimo que esta sentencia analizada no resuelve
la objeción señalada en el párrafo 9 de este voto, en el sentido de que el
artículo 2 no establece la necesidad de que las conductas se ejecuten
teniendo la intención de causar consecuencias que impliquen de algún
modo aterrorizar a la sociedad o al Estado, sino que se incorpora la
intencionalidad sólo para la realización de la conducta (por ejemplo,
querer destruir un medio de transporte), baste para sostener que el
artículo 2° del Decreto Ley 25475 violaba el principio de legalidad
cuando se aplicó al señor Wilson García, el hecho de que dicha
disposición no había sido adicionada a esa fecha con las precisiones de
que se ha hablado.”

En efecto, el Tribunal Constitucional no resolvió el problema de la


intención en el delito de terrorismo (de dañar o lesionar un bien jurídico distinto
a los bienes jurídicos ya protegidos en el Código Penal, precisamente para que
el delito fuera distinto más que para fundamentar la agravación de las penas)
quedando siempre un tipo penal de responsabilidad por el resultado (temor en
la población). Delito en el cual el dolo está incorporado al hecho resultante, es
decir se trata siempre de un delito de responsabilidad objetiva, y la sentencia
del juicio cuanto la Ejecutoria suprema así lo han aplicado, particularmente en
cuanto a la autoría mediata y delito de ser dirigente de organización.
Sobre bien jurídico. Hasta aquí planteamos que el D.L.25475 viola el principio
de legalidad, viola el principio de seguridad y que denunciadas estas
violaciones ante el Tribunal Constitucional, éste no resolvió el problema,
habiendo una manera de ver que registra estas violaciones en un voto
disidente en la Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso García Asto.
Queremos decir que sin embargo, es en subordinación del bien jurídico que se
debe analizar los principios de legalidad y de seguridad, pues aquél trata de
intereses jurídicamente seleccionados de modo expreso y previo al acto, en ley
penal que ineludiblemente debe ser regida por estos principios. Aquí
trataremos cinco ideas:

• Ley Penal y Bien Jurídico

26
“El objeto del Derecho Penal es la protección de los valores elementales
de la vida comunitaria”; “solo los ‘mínimos necesarios’, para la
convivencia”. Bienes jurídicos: intereses que reciben protección,
mediante la ley punitiva”
(Ob., Cit. Pág.80)

No hay forma de protección de bienes jurídicos que no sea mediante la


Ley penal, POR PRINCIPIO:
“Todas las leyes penales deberán, por principio, proteger bienes
jurídicos”
(Ob, Cit. Pág.85)
“Es imprescindible encontrar un equilibrio justo, que a la vez satisfaga
las necesidades sociales y las garantías democráticas, entre la función
de protección de la sociedad y de la protección de los derechos
fundamentales del individuo”
(Ob, Cit. Pág.81)

Es decir no puede invocarse la protección de la sociedad y desatenderse


los derechos fundamentales de la persona, por ello no redunda el autor citado
cuando habla de equilibrio justo.

• Ataque al Bien Jurídico Esencia de la Antijuricidad


La dimensión de base material, fundamento de lo antijurídico (injusto), es
la custodia del bien jurídico y su búsqueda no puede ir más allá de la misma
norma.
“Lo injusto, que formalmente es la contradicción entre un acto y una
norma encuentra su dimensión material profundizando en la misión que
aquella norma transgredida cumple... [en] el Derecho Penal, sus normas
sólo, pueden orientarse a la protección de bienes jurídicos. Resulta así
que el bien jurídico, en cuya custodia encuentra su fundamento el
Derecho penal, es aquello que por haber sido atacado (destruido o
puesto en peligro) confiere la plena característica de injusto al acto
enjuiciado” (Ob. Cit. Pág. 90,91)
“imposibilidad de comprender con los viejos instrumentos del derecho
positivo el alcance profundo del concepto de bien jurídico. Es por ello,...
que la discusión sobre bien jurídico ha dejado hoy de ser una pura
polémica jurídica y se ha transformado en primordial cuestión política-
criminal...” (Ob. Cit. Pág.283)
“la precisión de los bienes jurídicos se convierte simultáneamente en
una opción político-criminal que, por lo mismo, no puede reducirse a la

27
búsqueda del telos de las normas positivas, sino que procede realizar
una inversión de orden, colocando primero la decisión sobre cuales son
los bienes jurídicos que va a proteger el Derecho penal, y frente a qué
clase de ataques, para luego describir en el Código Penal las figuras de
delito que a esa finalidad convienen” (Ob. Cit. Pág. 283)

• Estado y Bien Jurídico


“El Estado al seleccionar los bienes jurídicos que considera tutelables
penalmente (fase de selección), dibuja en el plano jurídico la malla de
relaciones imprescindibles para la convivencia social... en un momento
ulterior (fase de protección de esas relaciones), la fijación de la pena
responde a la necesidad de auto perpetuación del Estado y de
mantenimiento de un cierto modelo de escala axiológica de valores o
intereses...; los procesos de selección de bienes jurídicos serán distintos
según el modelo de Estado... Los procesos de incriminación-
desincriminación analizados en toda su complejidad permiten comprobar
la ideología que el Estado sustenta” (Ob. Cit. Pág.287)
“El bien jurídico ofrece la clave de la interpretación (interpretación
teleológica) y la base de la formación del sistema de la Parte Especial.
La premisa... se encuentra en la adopción de un concepto material-
perjurídico (vinculación al contexto y dinámica de bien jurídico” (Ob. Cit,
Pág. 287)

• Definiciones social y constitucional del Bien Jurídico


“En los últimos decenios la teoría del bien jurídico se vincula con los
fines del ordenamiento jurídico y del Estado, y por consiguiente de la
Política criminal... Dentro de esta corriente de opinión, mayoritaria hoy
en la doctrina penal, cabe distinguir dos tendencias:
“Aquellos autores que postulan un concepto material de bien jurídico de
corte estrictamente sociológico o social...”
“Aquellos autores que colocan la definición del bien jurídico en una
instancia formalizada (la Constitución) que expresa los valores y los fines
del orden jurídico”
“En un intento de aunar aquellos aspectos que ostentan mayores
virtudes y garantismo político-criminales de ambas tendencias, puede
afirmarse que el bien jurídico debe ser analizado como un concepto de
raíz sociológica y social, ubicado en el sistema social y confrontado
dinámicamente con el mismo; pero a su vez, la teoría del bien jurídico no
debe obviar la escala de valores que ha sido recogida en la Constitución,
porque la norma fundamental constituye una premisa política-criminal de
gran trascendencia para la modelación del sistema penal... debe

28
postularse un concepto de bien jurídico de corte sociológico y
constitucionalmente orientado” (Ob. Cit. Pág.288)

• Principio de Ofensividad (Lesividad)


Esa aspiración se ve claramente en un principio de lesividad o de
ofensividad expresada en el Artículo IV del Título Preliminar del Código Penal
que dice: “La pena necesariamente precisa de la lesión o puesta en peligro de
bienes jurídicos tutelados por la ley”
“Es importante señalar que la orientación del Derecho penal a la tutela
de bienes jurídicos sólo puede verificarse exigiendo que aquello que se
considera merecedor de pena haya sido realmente dañoso y ofensivo
para un bien jurídico. Tal idea viene formulada desde antiguo ‘nullum
crimen sine injuria’ y en el fondo es la única compatible con la
consideración de la estructura y contenido de la norma penal” (Ob. Cit.
Pág. 285)
“... tiempos ha habido en que la reacción represiva se ha inspirado en la
orientación de la voluntad o de los pensamientos, o en actos cuyo
carácter ofensivo dependía exclusivamente de la particular apreciación
de un sujeto. Si el Derecho Penal aspira a construirse sobre valores
objetivos y seguros no puede admitir normas que permitan
subjetivizaciones absolutas del interés protegido” (Ob. Cit. Pág. 285)

Se infiere válidamente que el Bien Jurídico tutelado se halla en la ley


penal, luego en contrario no hay delito, en consecuencia, no hay pena. La
interpretación teleológica o finalista de la norma penal no es la búsqueda del
ámbito de prohibición fuera de la ley misma.
Por ello es que todo Código Penal moderno, como el Código peruano, en la
Parte Especial, en cada Título y Capítulo consagra el ámbito de prohibición, en
el Título expresa el injusto con la fórmula: DELITOS CONTRA, por ejemplo: LA
VIDA EL CUERPO Y LA SALUD. En cada Capítulo denomina genéricamente
los ilícitos, por ejemplo: HOMICIDIO; para luego en cada artículo establecer la
descripción típica objetiva y subjetiva de la conducta: “el que...” y la pena
mínima y máxima.

¿Por qué dicen es terrorismo y no guerra revolucionaria?


El Estado peruano, a pesar de la perspectiva del tiempo pasado desde
los hechos, continúa calificando por interés político, como terrorismo a la guerra
popular, la que, en su objetivo de conquistar el Poder para el proletariado y el
pueblo, había logrado a 1991 la constitución de más de mil quinientos comités
populares como formas del nuevo Poder, y alcanzado el equilibrio estratégico,

29
momento en que ambas partes en contienda se preparan uno para recuperar
posiciones y otro para construir la conquista del poder.
Esa interesada calificación tiene que ver con la deliberada indefinición del bien
jurídico protegido en el texto escrito de la ley de excepción, el Decreto Ley
25475, para evadir la naturaleza eminentemente política de la guerra que en la
síntesis hecha por el clásico Karl Von Clausewitz, se lee: “La guerra es la
continuación de la política por otros medios, a saber: las armas”. Y, “La guerra
tiene finalidad política”.
El Partido Comunista del Perú inició la lucha armada en 1980, insistimos,
buscando transformar la sociedad peruana en beneficio del pueblo, de los
pobres, de los oprimidos y explotados del Perú. Disputó el poder del Estado
con las armas.
El PCP es un partido político, con ochenta años de historia al servicio de los
intereses del proletariado y del pueblo, tiene una ideología, una organización y
en la guerra aplicó una teoría militar (teoría militar de la Guerra Popular, o
guerra campesina, dirigida por el Partido, creada por el Presidente Mao
Tsetung), como lo reconocen muchos estudiosos y analistas. Bajo la
nomenclatura de Conflicto interno ya ha sido reconocida por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos en la sentencia sobre el Caso Masacre
de la Cárcel de Canto Grande. Como dijimos antes, el objeto de dicha guerra
fue la transformación de la sociedad mediante la revolución democrática de
nuevo tipo, con una estrategia centralizada y con una táctica descentralizada,
desarrollando planes estratégicos y planes específicos.
En ningún caso puede decirse que la actividad revolucionaria desenvuelta se
ajuste a los conceptos sobre Terrorismo que suscribe el Documento de trabajo
no vinculante Sobre Terrorismo y Derechos Humanos, de octubre del 2003 de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a partir de las definiciones de
origen militar o policíacas (FBI) de los Estados Unidos y de Gran Bretaña,
cuando la gestión de Reagan; por lo tanto, anteriores al 11 de septiembre;
dicen: terrorismo es violencia con fines políticos como medio de presión. Pero
tras “violencia con fines políticos” se puede incluir la agresión armada del
imperialismo norteamericano al territorio de Irak donde so pretexto político de
guerra al terrorismo internacional libra una guerra inicua, como “medio de
presión” para imponer su sistema y apoderarse del petróleo de esas tierras? Y,
¿por qué no se le llama terrorismo? Sin embargo, debe verse que el propio
aludido documento señala que es el Estado democrático el atacado por el
terrorismo, luego, aquél sería el bien jurídico a criterio de la CIDH, de la OEA,
según puede colegirse. Desde luego, también con ese criterio colisiona la
Ejecutoria suprema.
En el Perú, la calificación de terrorismo no recoge jurídicamente el hecho de la
guerra interna pero se aplica a sus hechos criminalizando la lucha armada
como terrorismo, para negar su esencia política y estigmatizar o escarmentar la
revolución y los revolucionarios a fin que el fenómeno no se repita, que se
repudie y que el pueblo no ose rebelarse en contra de la opresión. Calificativo

30
que les permite concebir y concretar toda una legislación como arma de guerra
contrasubversiva que se concreta en Derecho Penal del enemigo.
De allí el establecimiento de la Cadena Perpetua y otras penas draconianas,
pues tanto en el tipo base como en los derivados la pena mínima es de veinte
años de pena privativa de libertad, incluso para los actos de colaboración que
se agotan, en todo caso, según la Doctrina, en “actos impunes” [LA MARCA
PEREZ CARMEN, Tratamiento Jurídico del terrorismo, citada por PEÑA
CABRERA] o la simple pertenencia (sin actos materiales).
Análisis crítico de la Sentencia del Tribunal Constitucional referente a
inconstitucionalidad de los Decretos Legislativos 895 y 897.
El 15 de noviembre del 2001 el Tribunal Constitucional, emitió Sentencia
de Inconstitucionalidad de los Decretos Legislativos Nº 895 y Nº 897 y la Ley Nº
27235, expediente Nº 005-2001-AI/TC referidos a “terrorismo agravado” y
delincuencia común por bandas organizadas; en la misma el Tribunal
Constitucional planteó su concepción de lo que es una lucha revolucionaria y
señaló que el bien jurídico tutelado en el llamado delito de terrorismo es el
régimen político.
“El concepto de seguridad nacional no debe confundirse con el de
seguridad ciudadana. Aquella implica un peligro grave para la integridad
territorial, para el Estado de derecho, para el orden constitucional
establecido; es la violencia contra el Estado que afecta los cimientos del
sistema democrático, como se expresó en la vigésima cuarta reunión de
ministros de relaciones exteriores... supone, pues, un elemento político
o una ideología que se pretende imponer, y sólo puede equipararse a la
seguridad ciudadana por excepción... quien delinque contra la seguridad
ciudadana, no se propone derrocar o amenazar al régimen político
constitucionalmente establecido, a fin de imponer uno distinto o una
distinta ideología”
“...el bien jurídico tutelado por la normatividad del terrorismo es el
régimen político-ideológico establecido constitucionalmente; y la acción o
conducta proscrita es la sustitución o variación violenta del régimen
político, ideológico, democrático y constitucionalmente establecido... En
efecto, el elemento que ha de caracterizar este tipo de ilícito es la
finalidad política y/o ideológica de la agrupación organizada. En
consecuencia, si ésta no tiene como objetivo esta finalidad política, el
ilícito no constituye “terrorismo”, sino un ilícito común distinto. Esto
mismo se desprende de la consideración necesaria que debe efectuarse
respecto del bien jurídico tutelado a través del tipo penal del terrorismo.
En la persecución del terrorismo, el bien jurídico tutelado es el régimen
político democrático definido por la Constitución; vale decir, la Seguridad
Nacional. En consecuencia, los ilícitos penales cometidos por
agrupaciones organizadas que no afectan este bien jurídico, porque no
tienen la finalidad de sustituir o variar el régimen político democrático
establecido por la Constitución y carecen del elemento subjetivo
tipificante, no constituye terrorismo”.

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“El poder punitivo del Estado tiene límites impuestos por la Constitución.
No puede ser arbitrario ni excesivo. Debe ser congruente con los
principios constitucionales y razonablemente proporcionado no sólo al
hecho delictivo sino también al bien jurídico protegido. Por eso, no sólo
el delito debe estar claramente tipificado en la ley, de manera detallada y
explícita, sino además, el bien jurídico protegido debe ser delimitado
claramente, a fin de impedir que ciertos actos sean calificados o
tipificados equivocadamente por el juzgador, con las consecuencias de
un proceso indebido y una pena injusta” (En “2. La delegación de
facultades por le Congreso al Poder Ejecutivo”)

Como puede verse, fluyen de esta sentencia con claridad mínimamente


dos cuestiones que controvierten la Ejecutoria Suprema recaída en el
megajuicio:
Una que no puede darse el llamado terrorismo cuando el bien jurídico protegido
no es el orden constitucional, el que no está “delimitado claramente” en el
Decreto Ley 25475 como lo exige la última cita. La segunda, que la finalidad en
el llamado terrorismo tiene carácter ideológico y político y que sin apreciar este
asunto no se puede deslindar terrorismo de otros delitos.
Sin embargo hay una cuestión de la cual se habla últimamente, de que se
puede juzgar por terrorismo aún habiendo un conflicto interno. Particularmente
la sentencia de la Sala Penal ha introducido este concepto.
Empero para ello previamente el delito de terrorismo tendría que, obligatoria y
necesariamente, haber sido delimitado en cuanto a bien jurídico protegido y
previsto y descrito antes del hecho imputado en la legislación penal común,
distinguirse de los actos ya protegidos en otros epígrafes del Código Penal, y
su juzgamiento tendría que hacerse por los jueces naturales además: que los
combatientes de la guerra pudieran distinguirse de los terroristas por un
desarrollo legislativo interno. De otro modo, la acción bélica del pueblo contra la
opresión estaría proscrita.
Cuando se llega, como lo hace la Ejecutoria, a atribuir el carácter de “Plan
Global del delito de terrorismo” al programa revolucionario se pretende que sea
terrorismo justificando la ley de excepción, el fuero de excepción, el
procedimiento antigarantista y las penas draconianas, justificando en resumen
el Derecho Penal del Enemigo.
Decreto Ley Nº 25475 y Bien Jurídico.
En este punto nos ayudarán algunas citas de Raúl Peña Cabrera en su
libro Traición a la Patria y Arrepentimiento Terrorista, Editorial Jurídica “Grijley”,
julio de 1994.
El D.L. 25475, la ley antiterrorista, fue concebida y sancionada como parte de
la guerra contrasubversiva, como un instrumento legal, un arma más de la
guerra contrasubversiva para combatir la guerra popular. Su promulgación fue

32
un hecho evidentemente político y su objetivo no era sino el llamado
“terrorismo” como corresponde a toda ley antiterrorista. Por eso al haberla así
concebido, como arma de la guerra contrasubversiva se dieron también un
conjunto de normas de excepción, toda una legislación antiterrorista concebida
y concretada como parte del Derecho Penal del Enemigo.
“Si bien es cierto, que los inicios se la política legislativa antiterrorista los
podemos encontrar en 1930 fecha desde que se han promulgado,
puesto en vigencia y derogado diversas normas sustanciales y
procesales, pero de manera dispersa. Sin embargo, es a partir de la
Constitución Política de 1979 que se formula un tratamiento jurídico más
específico de lucha contra el terrorismo; y más concretamente a partir de
la ‘lucha armada’. Desde este momento la política legislativa del Estado
empieza el tratamiento legal del terrorismo de modo orgánico” (Pág. 58-
59)
“Interesa precisar el carácter conceptual jurídico penal de bien jurídico.
En efecto, lo entendemos como una síntesis normativa de un interés
social aprehendido de una relación social determinada. El legislador en
este caso ha seleccionado concretas y específicas relaciones sociales
para elaborar la norma prohibitiva y de mandato. El bien jurídico así
construido representa un principio garantizador al ser de conocimiento
colectivo; en otras palabras, cada ciudadano debe saber anteladamente
qué es lo que se está protegiendo y, concomitantemente, qué es lo que
se está prohibiendo. En consecuencia, podemos decir que todo tipo
delictivo viene impuesto por la necesidad de defender un bien jurídico
frente a una forma de agresión que se considera socialmente intolerable”
(Pág.64)

Precisamente esa síntesis normativa debería contenerse en el texto


escrito, si el bien jurídico no se precisa, el ciudadano no lo conoce, no sabe
qué se protege ni qué se prohíbe, así viola la legalidad y la seguridad y si no se
ha recogido esa relación simplemente no hay tipicidad penal, ni el acto puede
ser lesivo a un bien difuso como ocurre con el Decreto Ley 25475.
“Precisando de esta manera el bien jurídico se hace el enlace coherente
con el tipo de injusto. Es el fundamento de la tipicidad y de la
antijuricidad. Los contenidos del injusto típico no se extraen de la
metafísica, ni constituye una entelequia, sino que tienen su apoyatura en
la protección de los bienes jurídicos”.
“El bien jurídico visto de esta manera determina lo injusto y, por ende, el
delito. El hecho punible revela la esencia de lo injusto constituyendo la
tipicidad y la antijuricidad su contenido. La culpabilidad no es un
contenido del hecho ni del injusto; se trata de una referencia al sujeto
responsable” (Pág.64)

33
¿Por coincidencia o interés político es que la política legislativa
antiterrorista del Estado se manifiesta cuando se constituye el PCP en 1928 y
cuando se entra a la lucha armada en 1980? Creemos que por lo segundo. Y
luego insiste en la necesidad de precisar el carácter conceptual jurídico penal
del bien jurídico, y la entiende como una síntesis normativa que relaciona un
interés social con una relación social para que se cumpla como principio
garantizador de la persona.
“Hemos señalado que comprendemos la noción de bien jurídico como
síntesis que la ley efectúa de una relación social concreta y dinámica, lo
que permite, distinguir un derecho penal democrático de otro autoritario.
El bien jurídico no constituye un concepto abstracto y divorciado de la
realidad social. El bien jurídico es un criterio eminentemente político,
jurídico-penal. El bien jurídico expresa el estado de evolución de la
democracia, o también el estancamiento o involución de la misma”. (Pág.
64-65)
“Así, concebido el bien jurídico, indudablemente, constituye un límite al
poder punitivo del Estado, a su intervención caprichosa sobre la
actividad social de los ciudadanos… El bien jurídico no solamente es
una base material al delito mismo…sino que a través de estas
categorías especifica su inequívoca función garantizadora. Esta es la
razón por la cual, en la reciente dación del Nuevo Código Penal,
incluimos esta garantía, señalando que: “La pena, necesariamente
precisa la lesión o `puesta en peligro de bienes jurídicos tutelados por la
ley” (Artículo IV Titulo Preliminar. Código Penal 1991), consagrando de
esta manera el principio de lesividad o puesta en peligro de bienes
jurídicos como fundamentos de la pena” (Pág.65)
“Esta concepción explica la permanente vinculación histórica de la pena
y el Estado. El estado se hace presente a los ciudadanos a través de la
pena. Es la pena –cuantitativa y cualitativamente observada- la que nos
indica y orienta sobre la naturaleza del Estado; y en la pena se
proyectan el Estado democrático y el autoritario”. (Pág.65)

El Decreto Ley 25475 no determina el bien jurídico protegido con el


delito base de terrorismo. Como instrumento legal para combatir la guerra
popular imputa la responsabilidad al resultado. Es un tipo objetivo sin tipo
subjetivo, el dolo está incorporado al delito.
“Este Decreto Ley Nº 25475 es el resultado de una elaboración
legislativa de un gobierno de facto, y por tanto, no democrático y
contradictorio de la noción del Estado político democrático que diseñó la
Constitución Política de 1979. Algo más, el Gobierno de Emergencia y
Reconstrucción Nacional suspendió la vigencia de la Carta Política en
todo aquello que se opusiera a sus objetivos”. (Pág.65-66)
“El bien jurídico que se expresa en el Decreto Ley en concreto recoge
una aspiración de apresar a través de la norma una relación social

34
concreta y dialéctica, genéricamente es la ‘seguridad pública’
específicamente la ‘tranquilidad pública’”. (Pág.66)
“Sin embargo, interesa saber qué entendemos por ‘seguridad’ o
tranquilidad pública’. Realmente, tal como se desprende de la
cristalización legislativa no existe una determinación exacta del bien
jurídico. Su construcción es vaga no solamente por su impresión sino por
su vastedad; de suerte que en este epígrafe serían innúmeros los
comportamientos que caen bajo su órbita y de clasificarse de
atentatorios contra la tranquilidad de la población’. De lege ferenda
resulta procedente restringir interpretativamente los mencionados bienes
jurídicos señalados por el Decreto Ley, en concordancia con los
postulados de un Derecho Penal mínimo y garantista” (Pág., 66)

De estos seis párrafos se desprende que el bien jurídico debe


entenderse como síntesis que la ley efectúa de una relación social (Estado y
persona) y que ahí radica su carácter democrático o autoritario, pues el bien
jurídico es un criterio político jurídico. Que si se concibe así constituye un límite
al poder punitivo del Estado a favor de garantizar el derecho a la persona; por
esto la modificación al Código Penal de 1991 del Perú incluye que se precise el
bien jurídico. Que tal reflejaría la vinculación histórica de la pena y el Estado
pues, en la pena se proyecta el carácter o democrático o autoritario del estado.
Lo que aplicado al D. L. 25475 demuestra que al ser resultado de un gobierno
de facto, contrario al ordenamiento democrático de la Constitución Política
Peruana de 1979, ese hecho origina que el bien jurídico de él desprendido, del
Decreto Ley, conlleve una concepción policíaca represiva, de ahí que lo
reduzca a seguridad pública en general y tranquilidad pública en específico.
Criterio éste cuya construcción es vaga por su contenido y vastedad lo que
contraría el derecho mínimo garantista.
Por otro lado, a la fecha de la dación del Decreto Ley 25475, estaba vigente la
Constitución Política de 1979, la cual de acuerdo a su artículo 307º, no podía
suspenderse y menos derogarse por acto de fuerza de un gobierno usurpador.
Pero el Tribunal Constitucional, justificó los actos del gobierno de facto en la AI
010-2002-TC:
“23. a este respecto, ya se ha precisado que mediante la Ley
constitucional del 9 de enero de 1993 se declaró que los Decretos Leyes
expedidos por el gobierno de facto mantenían plena vigencia en tanto no
fueran d erogados, modificados o revisados, por lo que no puede
efectuarse un control formal de constitucionalidad de acuerdo con la
Carta de 1979”.

Contradictoriamente, en la sentencia recaída en el Hábeas Corpus


interpuesto, por doña Blanca Revoredo viuda de Yparraguirre a favor de doña
Elena Yparraguirre el Tribunal Constitucional estableció que la beneficiaria no

35
debió ser juzgada por un tribunal militar conforme el Decreto Ley 25659 toda
vez que fue detenida cuando regía la Constitución Política de 1979.
Sin embargo, el ámbito de esta protección en este caso se ha vulnerado
ostensiblemente al someterla al juicio bajo los alcances de los Decretos
Legislativos 922 y 926.

Carácter vinculante de la Sentencia recaída en la AI 005-2005-TC para el


propio Tribunal constitucional
Como ha sido ya demostrado, el Decreto Ley 25475 no tiene un bien
jurídico determinado. Entre tanto al darse el Decreto legislativo 895 se
estableció como bien jurídico protegido del llamado terrorismo agravado la
Seguridad Nacional.
Luego, al declararse inconstitucional el Decreto Legislativo 895 (con la
sentencia AI 005-2001-TC) porque la acción típica no atacaba la seguridad
nacional, bien jurídico protegido “en la persecución del terrorismo”, la misma
inconstitucionalidad alcanza al Decreto Ley 27475, ya que: tiene ese bien
jurídico pues “no sólo el delito debe estar claramente tipificado en la ley, de
manera detallada y explícita, sino además, el bien jurídico protegido debe ser
delimitado claramente” como lo sostuvo en dicha sentencia.
El Tribunal Constitucional al hacer retro vigente su interpretación “para casos
pasados” sin modificar el texto del tipo penal a pesar de las adiciones
inmateriales que hizo entre paréntesis, no tuvo en cuenta que al sentenciar la
causa AI-005-2001-TC, había considerado como bien jurídico protegido con el
delito de terrorismo al Orden Constitucional Democrático que, ciertamente, no
se halla en el Decreto Ley 25475, el cual derogó el artículo 319º y siguientes
del Código Penal de 1991 cuyo bien protegido era la tranquilidad pública, sin
hacer el traslado de dicho bien jurídico como lo exige el principio de taxatividad,
mientras que el orden democrático constitucional está protegido con los delitos
de Rebelión, Sedición y Motín.
De ese modo el bien jurídico protegido con el delito de terrorismo sigue siendo
indeterminado.
Así, como el Tribunal Constitucional expresó en aquella oportunidad una
“aspiración de política criminal democrática”, indicando un bien jurídico
protegido no contenido en el Decreto Ley 25475, la constitucionalidad de éste
quedó cuestionada y, luego no fue salvada por la sentencia Nº 010-2002-AI/TC.
Todo este contenido doctrinario nos lleva a concluir que en el Decreto ley
25475 no hay precisión ni univocidad en el tratamiento del delito de terrorismo
en cuanto a bien jurídico lesionado en la legislación nacional.
Lo antedicho alcanza también a toda la legislación antiterrorista anterior, hoy
derogada, pero que se nos ha aplicado y que a continuación indicamos:

36
- Decreto Legislativo Nº 046.
- Artículos 288 A y 288 B del Código Penal Peruano de 1924, introducido por
la Ley 24651.
- Artículos 288 A y 288 B del Código Penal Peruano de 1924, modificados
por la Ley 24953.
-Artículos 319º y 320º del Código Penal Peruano de 1991 en su texto original

Disposiciones legales que no cumplen con la exigencia del principio de


taxatividad penal al no precisarse en ellos el bien jurídico protegido del llamado
delito de terrorismo, pues, conforme puede apreciarse con una simple lectura,
en ellos se consignan actos, por ejemplo contra la vida, la libertad, el
patrimonio etc. que ya se encuentran tipificados como delitos en otras
disposiciones del Código Penal Peruano, incurriéndose así, en una
sobrecriminalización.
Por lo anteriormente expuesto denunciamos, que con la Sentencia y Ejecutoria
que se nos ha impuesto, se ha violado en nuestro agravio el derecho a no ser
procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no
esté previamente calificado en la ley de manera expresa e inequívoca y en
consecuencia el Estado Peruano debe ser condenado por violación del Artículo
9 de la Convención Americana y Artículo 7 inciso 2 de la Convención
Americana: condiciona la privación de la libertad, sólo por las causas y en las
condiciones fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de los
Estados partes o por las leyes dictadas conforme a ellas, lo cual no cumple el
Decreto Ley 25475 por cuanto viola el Artículo 2º , 24 d) de la Constitución
Política del Perú que consagra el principio de taxatividad, el cual no es recogido
en el Decreto Ley acotado.
De otro lado, la falta de precisión en la ley, respecto a cuál es el bien jurídico
protegido ha conducido en el Perú a la existencia de criterios diferentes sobre
el tema y así tenemos por ejemplo que:

a) En la sentencia que nos ha impuesto la Sala Penal Nacional y que es


materia de la presente denuncia, se considera que el bien jurídico protegido del
delito de terrorismo, es la tranquilidad pública; sin embargo el Tribunal
Constitucional del Perú en su sentencia del 15 de noviembre de 2001, recaída
en el asunto Defensoría del Pueblo contra Legislación sobre Terrorismo
Especial, Expediente 005-2001-AI/TC ha sancionado que: la finalidad última del
delito de terrorismo es la subversión del régimen político ideológico establecido
constitucionalmente, y que en estricto sentido es el bien jurídico tutelado, de
suerte que la acción proscrita y razón de ser de la configuración típica desde
una perspectiva final es la sustitución o variación violenta del régimen
constitucional.

37
Como quiera que en nuestro país las sentencias del Tribunal Constitucional
constituyen precedentes vinculantes para todos los órganos judiciales del Perú,
la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia del Perú integrada
por los Magistrados San Martín Castro, Palacios Villar, Barrientos Peña,
Lecaros Cornejo y Molina Ordoñez, al fallar sobre el Recurso de Nulidad
interpuesto por don Alfonso Abel Dueñas Escobar, en la Causa Nº 3048-
2004.LIMA, mediante resolución de fecha 21 de diciembre de 2004; ha resuelto
acogiendo, respecto al bien jurídico tutelado en el delito de terrorismo, lo
establecido por el Tribunal Constitucional en su sentencia del 15 de noviembre
de 2001 y que hemos reseñado el párrafo inmediatamente anterior a este,
ESTABLECIENDO que ello constituye precedente vinculante.
Entonces nos preguntamos, si lo establecido por el Tribunal Constitucional,
respecto al bien jurídico del delito de terrorismo, tiene carácter vinculante para
todos los órganos jurisdiccionales y fue acogido así por la Sala Penal
Permanente de la Corte Suprema, conforme hemos expuesto en el párrafo que
precede, estableciendo que ello constituye precedente vinculante, entendemos
incluso para cualquier Sala Penal de la Corte Suprema, ¿Por qué en la
sentencia que nos condenan, tanto la Sala Penal Nacional, como la Segunda
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, apartándose del precedente
vinculante sin ninguna fundamentación, como estaban obligados; consideran
que el bien jurídico tutelado por el delito de terrorismo es la tranquilidad
pública? Respondemos: ¡por simples necesidades políticas!
b) En la Ejecutoria Suprema recaída en la causa Nº 2707-04 del 24 de
noviembre de 2004, expedida por la Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema se afirma que el bien jurídico del D.L. 25475 es “la tranquilidad
pública, las relaciones internacionales, la seguridad de la sociedad y del
Estado.”
c) En la Ejecutoria Suprema recaída en la causa 1462-2004 del 06 de octubre
de 2004, expedida por la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema se
afirma que el bien jurídico protegido por el D.L. 25475 es “el régimen político
democrático definido por la Constitución.”

2. SUPUESTO DELITO AUTÓNOMO DE SER DIRIGENTE. ART. 3 a)


DEL D.L. 25475.
La Ejecutoria Suprema dice:
“a) La pertenencia al grupo dirigencial de una organización terrorista,
no ha recibido un tratamiento uniforme en la legislación
antiterrorista”. Y tras esbozar el derrotero concluye: “Finalmente, en
el Decreto Ley Nº 25475 se prevé la pertenencia al grupo dirigencial
de una organización terrorista en calidad de cabecilla, jefe,
secretario general u otro equivalente, a nivel nacional (Art. 3a)”.

38
En resumen, para la Corte Suprema el Art. 3a) del D.L. 25475 introdujo
el delito autónomo de ser dirigente de una organización terrorista. De paso,
digamos, rechaza lo dicho por la Sala Penal Nacional sobre que tal figura
delictiva había sido introducida por el Art. 320º del Código Penal de 1991 y,
antes, por la Ley 24953 de diciembre de 1988 que modificando el Código Penal
de 1924 estableció el Art. 288-B.
A nuestro criterio, el Art. 3a) del D.L. 25475 no introdujo el supuesto delito
autónomo de ser dirigente de una organización terrorista, simplemente acuñó
una pena agravada para el delito de terrorismo establecido en el Art. 2º del D.L.
25475.
Fue el Art. 2º del Decreto Ley 25659 el que introdujo el delito autónomo de ser
dirigente al establecer:
“Artículo 2º.- Incurre en delito de Traición a la Patria:
“a) El que pertenece al grupo dirigencial de una organización
terrorista, sea en calidad de líder, cabecilla, jefe u otro
equivalente”.

Más el Tribunal Constitucional, en enero del 2003, declaró


inconstitucional el D.L. 25659; en consecuencia desapareció no sólo el delito
de traición a la patria sino también el delito autónomo de ser dirigente por
pertenencia al grupo dirigencial de una organización terrorista.
Mientras que: el artículo 3a) del Decreto Legislativo 25475, a continuación del
establecimiento del delito de terrorismo en el Art. 2º del mismo Decreto Ley, a
la letra dice:
“Artículo 3º.- La pena será
“a. Cadena perpetua:
“-Si el agente pertenece al grupo dirigencial de una
organización terrorista sea en calidad de líder, cabecilla, jefe,
secretario general u otro equivalente, a nivel nacional, sin
distingo de la función que desempeñe en la organización”.
La interrogante surge por si ¿agente de qué?, pues de la comisión del
delito de terrorismo definido por el artículo 2º del Decreto Legislativo 25475;
simple y concretamente, pues, pena agravada de tal delito.
Comparando ambas redacciones legales se concluye evidente e
incontrovertiblemente: El Art. 2a) del D.L. 25659 estableció el delito autónomo
de pertenencia a grupo dirigencial de una organización terrorista en el delito de
traición a la patria, promulgado el 13 de agosto de 1992. El Art. 3a) del D.L.
25475 había sancionado únicamente la pena agravada del delito de terrorismo
en su promulgación del 6 de mayo del mismo año 1992, tres meses antes.
Estos fueron los hechos jurídica y políticamente hablando.

39
Lo cierto es: ante la imposibilidad de poderle probar a la llamada cúpula la
comisión de ningún acto terrorista (tipificado en el Art. 2º del D.L. 25475) se ha
recurrido, por vez primera en el país al supuesto delito autónomo de ser
dirigente de una organización terrorista, como se imputa al Partido Comunista
del Perú.

FUNDAMENTO JURÍDICO:
Las cuatro primeras personas que encabezan la formulación de la
presente denuncia, hemos sido condenados a la pena de cadena perpetua bajo
la supuesta imputación de ser dirigentes de una organización terrorista,
concibiendo erróneamente que el Artículo 3 a) del Decreto Ley 25475 es
autónomo y penaliza la mera pertenencia a la organización en calidad de
dirigente, pero como hemos demostrado precedentemente, dicha disposición
es una pena agravada del delito base, es decir del Artículo 2º del Decreto Ley
acotado. En consecuencia, y por haber sido condenados por nuestra condición,
(ser dirigentes) la misma que no se encontraba tipificada como delito al
momento de ser sentenciados; el Estado Peruano es responsable de la
violación en nuestro agravio del Artículo 9 de la Convención Americana que
prohíbe condenar por acciones que en el momento de cometerse no fueran
delictivos según el derecho aplicable.
Más aún, en el caso que se concibiera (supuesto negado) que el Artículo 3 a)
del Decreto Ley 25475 (vigente a partir del 06/05/92) penalizara la mera
pertenencia en condición de dirigente de una organización terrorista, éste
dispositivo no sería el aplicable a nosotros (los sentenciados a cadena
perpetua) por el principio de irretroactividad, ya que nuestra condición de
dirigentes data desde antes de 1980, conforme está acreditado en autos.
Téngase en cuenta que la Declaración Americana en sus Artículos XXV y
XXVI exige ley preexistente, es decir que la ley exista antes del hecho. En el
presente caso el hecho sería nuestra incorporación a la organización en
condición de dirigente y la ley aplicable sería la que se encontraba vigente
antes de dicha incorporación, y cuál era esta ley en el Perú antes de 1980,
pues, ninguna. Ese hecho no constituía delito y, si bien es cierto, con
posterioridad, el Decreto Legislativo Nº 046 de 10 de marzo de 1981 en el
segundo párrafo del artículo 5º, consideró ese hecho como una modalidad
agravada, después fue derogado mediante la Ley 24651 del 6 de marzo de
1987, en consecuencia el hecho en comento dejó de ser delito.
En conclusión, reiteramos, hemos sido sentenciados a cadena perpetua por un
hecho que no se encuentra tipificado en la legislación peruana como delito y
por esto el Estado Peruano es responsable de violación en nuestro agravio del
Artículo 9 de La Convención Americana y de los Artículos XXV y XXVI de La
Declaración Americana.

40
3. AUTORIA MEDIATA. ART. 23 DEL CÓDIGO PENAL PERUANO Y
TESIS DE ROXIN SOBRE “ORGANIZACIONES DE PODER”
(APARATOS DE PODER)
Nuestra posición es: el Art. 23 del Código Penal Peruano no contiene tal
tesis de Roxin.
La Ejecutoria en análisis plantea: a) “La autoría mediata es una categoría
dogmática, vinculada a la teoría del dominio del hecho” y b) “aparato
organizado de poder donde la cúpula dirigencial puede responder al titulo de
autor mediato”. Son dos problemas, veámoslos uno por uno.
a) Sobre teoría del dominio del hecho. En cuanto aquí concierne resaltemos.
Obviamente esta teoría, anterior a Roxin pero, desarrollada por él, es
actualmente dominante en lo referente a autoría penal, a nivel internacional.
Igualmente en nuestro país, cuya jurisprudencia del Código Penal de 1991
toma la teoría del dominio del hecho como relacionada a las tres formas de
autoría (directa, mediata y coautoría) especificadas en el Art. 23 de aquel
código. Tal puede verse en dos casos que citan a Roxin: Ejecutoria Suprema
16/03/00. Exp. 5049-99 - San Román - Juliaca y Sentencia 12/01/99. Segunda
sala Penal. Corte Superior de Justicia del Callao. Exp 98-0429-070701 JPOG.
Callao 1 ; en las cuales, reiteramos, se toma como base el dominio del hecho.
b) Sobre “organizaciones de poder” (aparatos organizados de poder). Roxin al
tratar la autoría mediata introdujo, aparte de las clásicas autorías mediatas por
dominio de la voluntad en sus formas derivadas de coacción y de error,
introdujo, insistimos, una tercera forma: autoría mediata a través de
“organizaciones de poder” o aparatos organizados de poder. Pues bien,
mientras el desarrollo roxiniano de la teoría del domino del hecho encontró
aceptación doctrinaria y jurisprudencial, su tesis de autoría mediata por medio
de aparatos organizados de poder generó oposición doctrinaria en connotados
penalistas como Jackobs, Jescheck, Köhler, etc., entre los propios tratadistas
alemanes; e incluso la crítica de maestros españoles cual F. Muñoz Conde y
de su propio prologuista, Manuel Cobo del Rosal, quien dice no compartir “su
intento que creemos fallido, de fundamentar una autoría mediata en base a
aparatos organizados de poder”. Asimismo, en el país la mayoría de
destacados penalistas tampoco acepta tal posición; y es sólo en los últimos
tiempos que algunos comienzan a introducir y sostener tales criterios.
La propia jurisprudencia penal peruana no utiliza la autoría mediata por
aparatos organizados de poder. Y si bien, la arriba citada Ejecutoria Suprema
sobre un caso de San Román - Juliaca, habla de “estructuras organizadas”, es
obvio que el hecho condenado (homicidio) no tiene las características
especificadas por Roxin para la autoría mediata por aparatos organizados de
poder.
Por otro lado, si bien vale destacar que, La Exposición de Motivos del Código
Penal Peruano en su acápite, “Autoría y participación” no hacen referencia
alguna a la autoría mediata, ni menos a la correspondiente llevada a través de
1
Código Penal comentado, Julio Castillo Alva, Tomo I, páginas 904 y 905.

41
“organizaciones de poder” o aparatos organizados de poder. Lo que hubiera
sido indispensable tratándose de tema tan novedoso cuan importante.
En síntesis, si el Art. 23 del Código Penal se sustenta en la teoría del dominio
del hecho; esto no implica en modo alguno que en el mismo artículo esté
considerada la tesis de Roxin sobre aparatos organizados de poder. Ni la
doctrina ni jurisprudencia peruana sobre Derecho Penal avalan tal suposición.
Sino que, reiterando, ante la carencia de acciones delictivas llamadas
terroristas 1 imputables a la denominada cúpula del Partido Comunista del Perú,
así como se introduce un supuesto delito autónomo de ser dirigente, se fuerza
el art. 23 del Código Penal para introducir la tesis roxiniana de autoría mediata
a través de aparatos de poder, inexistente en tal dispositivo.
En conclusión, simples necesidades políticas de condenar aunque no haya
base jurídica para ello.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Artículo 8 inciso 2 de la Convención Americana. Garantiza la
presunción de inocencia mientras no se establezca legalmente la culpabilidad.
Esto exige la estricta observancia del principio de responsabilidad penal
consagrado en el Artículo VII del Titulo Preliminar del Código Penal Peruano,
que textualmente prescribe:
“La pena requiere de la responsabilidad penal del autor. Queda
proscrita toda forma de responsabilidad objetiva”.
Entonces, queda proscrita toda forma de responsabilidad objetiva y el
propio Roxin dice que su teoría es objetiva; pero a nosotros en contra de este
considerando legal nos aplican la concepción de la responsabilidad por los
resultados, es decir responsabilidad objetiva.
Conforme a dicho principio una persona sólo puede ser objeto de una sanción
penal por los hechos que realiza personalmente y, excepcionalmente
(conforme al Art. 23 ) como autor mediato cuando utiliza a otro como
instrumento mediante error o coacción, casos en que el autor directo no es
penalmente responsable. Considerar la existencia de un autor mediato, a
través de aparatos de poder, cuando existe un autor directo responsable
penalmente, requeriría quebrar el principio de responsabilidad penal que
nuestro Código Penal Peruano no permite, por cuanto éste se encuadra dentro
del concepto del injusto individual, mientras que el injusto de organización
postulado por Roxin no se encuentra expresamente incorporado a nuestra
legislación penal, y en la actualidad, sólo ha obtenido reconocimiento legislativo
en el Derecho Penal Internacional a condición de aceptarse la quiebra del
principio de responsabilidad penal, conforme expone Patricia Faraldo Cabana

1
Considérese además que, en todo caso, de los veinte y tres hechos de la acusación “probados” según la
Sala Penal Nacional, solo una caería dentro del Código Penal del 91.

42
en su obra “Responsabilidad penal del dirigente en estructuras jerárquicas”
(Tirant lo Blanch 2003, pág. 224 ) que a continuación citamos :
“La aplicación de la autoría mediata con aparatos organizados de poder
que, como hemos visto, surge pensando en el marco estatal, ha recibido
reconocimiento legislativo justamente en este marco debido a las
recientes tendencias de incriminación en el Derecho Penal Internacional.
En efecto, a nivel internacional son conocidas las dificultades de
imputación cuando se utilizan conceptos basados en la conducta
individual para juzgar injustos cometidos utilizando el aparato y los
recursos del Estado. A este nivel, y precisamente en relación con los
delitos internacionales, ya se ha aceptado la quiebra del principio de
responsabilidad entendido en sentido clásico, que en el ámbito de la
autoría y participación postula, como hemos visto, que en la medida en
que el ejecutor (autor inmediato) comete el delito de forma voluntaria y
consciente no es posible ya hablar de dominio del hecho en relación con
quien le determinó a ello, de forma que el hombre de atrás no podría ser
considerado autor (mediato) sino mero inductor. Así, el art. 25 del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, de 17 de julio de l998,
bajo la rúbrica “responsabilidad penal individual” señala en su apartado
tercero que “de conformidad con el presente Estatuto, será penalmente
responsable y podrá ser penado por la comisión de un crimen de la
competencia de la Corte quien: a) Cometa ese crimen por sí solo, con
otro o por conducto de otro, sea éste o no penalmente responsable”.
Por tanto, se admite expresamente la autoría mediata como instrumento
que obra de forma penalmente responsable”

Y no es que se pretenda eximir responsabilidad, pues, cada uno hemos


asumido la responsabilidad de haber dirigido la guerra popular, en tanto
dirigentes o militantes, por tanto responsables de la concepción estratégica, de
la línea política general y su centro la línea militar, y del Programa, lo que
queda probado en las actas del juicio oral.

4. CADENA PERPETUA ART. 29 CÓDIGO PENAL Y 3° a) DEL D.L.


25475.-
En este punto, nuestra posición es: al momento de sentenciarnos
13/X/2006, no existía pena de cadena perpetua en la legislación peruana.
Si bien sobre la cadena perpetua se ha dicho y escrito mucho, bástenos aquí
citas del penalista Raúl Peña Cabrera de su obra: “Traición a la patria y
arrepentimiento terrorista”, Editora Jurídica Grijley 1994:
“El aislamiento perpetuo remarca Beccaria es más cruel que la muerte.”
(pág. 170)

43
“A nuestro juicio, la cadena perpetua no puede adecuarse al derecho
actual, porque eso sería como querer transformar la misma concepción
del Estado de derecho.” (pág. 172)
“Es hipocresía decir que se camina hacia un futuro garantista,
fundamentalmente del debido proceso y de la ejecución indicada; pues
los hechos parecen decir lo contrario, realmente retrocedemos.” (pág.
172)
“…, la cadena perpetua debe proscribirse de nuestro ordenamiento
jurídico. Esta aspiración constituye un acto de elemental civilidad.” (pág.
178)

Constitucionalmente, la cadena perpetua va contra la dignidad de la


persona y por ende colisiona con el Art. 1 de la Carta de 1993; y con su Art.
139, inc. 22, específicamente con la “reincorporación del penado a la sociedad”
parte del principio del régimen penitenciario peruano. Podrá decirse que tal
reincorporación está resuelta al establecerse (DL 921) la revisión de la cadena
perpetua a los 35 años; más como puede ser denegada la petición sin límite de
veces, la cadena perpetua se perenniza.
En cuanto a la inexistencia de la cadena perpetua al momento de
sentenciarnos, veamos:
El art. 29 del Código Penal del 91 estableció: “La pena privativa de libertad
tendrá una duración mínima de dos días y una máxima de veinticinco años”.
Fue modificado por el art. 21 del DL 25475, cuya letra era:
Artículo 29º.- La pena privativa de libertad tendrá una duración mínima
de dos días hasta cadena perpetua.”

Derogado a su vez por la Ley 26360, del 29 de septiembre de 1994, para


reintroducir la duración máxima de veinticinco años de privación de la libertad.
A su vez sustituida por el DL 895, del 23 de mayo de 1998, para elevar el
máximo a treinta y cinco años, en su quinta disposición final. Pero el Tribunal
Constitucional, en Exp. Nº 005-2001-AI/TC, publicado el 17 de noviembre del
2001, declaró inconstitucional el DL 895; posteriormente derogado por ley Nº
27569 de fecha 2.XII.01.
Así desapareció el art. 29 del Código Penal, hasta su restablecimiento por el
Decreto Legislativo 982, de 21 de Julio del 2007, con el siguiente texto,
expresando la tendencia de drasticidad de las penas iniciada en la década de
los noventas:
Artículo 29º.- Duración de la pena privativa de libertad.

44
“La pena privativa de libertad, puede ser temporal o de cadena perpetua.
En el primer caso, tendrá una duración mínima de dos días y una
máxima de treinta y cinco años.”

Y en cuanto al art. 3a) del DL 25475. La lectura y análisis de éste en


comparación con el art. 2º del DL 25659, demuestra evidentemente que éste
último derogó a aquél, el 3a) al generalizar su contenido y convertirlo de pena
agravada de terrorismo en delito de traición a la patria. Sobre esta derogación
se pronunció Peña Cabrera, en su obra ya citada, página 294; y Ronald
Gamarra en su “Terrorismo. Tratamiento Jurídico”; Instituto de Defensa Legal,
1995; en cuyas páginas 78 y 79 se lee:
“Como se puede observar, los incs. a y b del art. 2 del Decreto Ley
25659 regulan los mismo supuestos que el inc. a del art. 3 del Decreto
Ley 25475. La diferencia radica en que, en el primero, los supuestos
constituyen por si mismos tipos autónomos, sin que haya necesidad de
ser ligados a un tipo base, como ocurre en el segundo caso.
“En definitiva, los incs a y b del art. 2 del Decreto Ley 25659 han
derogado de forma tácita el inc. a del art. 3 del Decreto Ley 25475.”

Posteriormente, como es sabido, el Tribunal Constitucional con Exp. Nº


010-2002-AI/TC, de fecha 4 de enero del 2003, declaró inconstitucional el DL
25659, desapareciendo por ende su art. 2 que derogó, reiteramos el art. 3a) del
DL 25475.
Así, en síntesis, dejaron de existir en la legislación del país la pena de cadena
perpetua genérica, art. 29 del Código Penal; y la específica, art. 3a) del DL
25475. Sin embargo la misma nunca consideró, como en otras naciones, los
beneficios de la semilibertad ni libertad condicional; ni se tuvo en cuenta la
situación de sexo o avanzada edad que tendrían las personas en la ejecución
de la pena.
De lo antedicho concluimos, en el momento de sentenciarnos no existía pena
de cadena perpetua en la legislación peruana; condenándosenos por estrictas
razones políticas.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Con lo anteriormente expuesto queda palmariamente demostrado, que
las cuatro primeras personas que suscriben la presente denuncia, hemos sido
condenados con una pena (cadena perpetua) que no se encontraba
establecida mediante una ley preexistente a la fecha de ser sentenciados,
pues, había sido derogada, y así el Estado Peruano es responsable por la
violación en nuestro agravio de los Artículos XXV y XXVI de la Declaración

45
Americana, y del inciso 2 del Artículo 7º, y Artículo 9 de la Convención
Americana.
Abona a nuestra fundamentación sobre la derogatoria del Artículo 3 a) del
Decreto Ley 25475 por los incisos a) y b) del Artículo 2º del Decreto Ley 25659,
el Artículo I del Titulo Preliminar del Código Civil Peruano, el mismo que
establece:
“La ley se deroga sólo por otra ley.
La derogación se produce por declaración expresa, por incompatibilidad
entre la nueva ley y la anterior o cuando la materia de esta es
íntegramente regulada por aquella.
Por la derogación de una ley no recobran vigencia las que ella hubiere
derogado.”

Esta disposición establece tres supuestos:

a) Declaración expresa.
b) Incompatibilidad entre la nueva ley y la anterior.
c) Cuando la materia de ésta es íntegramente regulada por aquélla.

En nuestro caso, es evidente que la derogación del Artículo 3° a) del


D.L. 25475 se produjo por que, posteriormente, el inciso a) del Artículo 2º del
D.L. 25659 reguló íntegramente la materia regulada por aquella. Debiendo
tenerse en cuenta que la materia era el ser miembro de la organización en
calidad de dirigente. Entonces lo que se produjo es una derogación tácita.

5. DERECHO PENAL DEL ENEMIGO:

La legislación antiterrorista peruana es un Derecho Penal del enemigo.


Veamos lo dicho por Juan Bustos Ramírez en su artículo “In-seguridad y Lucha
contra el Terrorismo” sobre tal legislación:
“…desde el inicio también hace surgir en el imaginario social la división
entre amigos y enemigos, el terrorista deja de ser un ciudadano más, es
un enemigo y la línea divisoria entre unos y otros resulta tenue y
arbitraria, pues es puramente subjetiva…; la legislación terrorista es un
derivado residual de la teoría de seguridad nacional… ya no es el hecho

46
lo que interesa, sino sujetos movidos por esa finalidad, no es el
homicidio lo relevante, sino el terrorista” 1 .

Y en Manuel Cancio Meliá, “¿Derecho Penal del enemigo?”:


“Dos diferencias estructurales (íntimamente relacionadas entre sí) entre
‘Derecho Penal’ del enemigo y Derecho Penal: a) el Derecho Penal del
enemigo no estabiliza normas (prevención general positiva); sino
demoniza determinados grupos de infractores; b) en consecuencia, el
Derecho Penal del enemigo no es un derecho penal de hecho, sino de
autor” 2

A la luz de lo trascrito analicemos la legislación antiterrorista peruana y


considerando las tres características especificadas por Jakobs, agreguemos
que, pese a lo dicho por la Ejecutoria Suprema, centra en lo prospectivo, en lo
que el inculpado podría hacer, no en lo hecho; impone penas draconianas,
incluida la cadena perpetua; y reduce y niega derechos procesales y
beneficios. Yendo, en síntesis, contra la dignidad de la persona y la igualdad
ante la Ley; violando así los artículos 1 y 2, numeral 2, de la Constitución de
1993 y el 1er. Principio General del Código Penal del 91 en cuanto tal
ordenamiento es el medio protector de la persona humana”.
De paso destaquemos una forma en que hoy está concretándose el Derecho
Penal del enemigo: la criminalización de la lucha popular.
En conclusión, desde su inicial promulgación hasta hoy la Legislación
Antiterrorista Peruana es Derecho Penal del Enemigo.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Los denunciantes hemos sido procesados y sentenciados en base a
una legislación sustantiva antiterrorista que por ser Derecho Penal del enemigo
rompe con el principio de igualdad y de humanidad y que a decir de Carlos
Parma “Se trata de una verdadera reformulación del derecho penal de autor,
que en busca de cuestiones de prevención general, considera al hombre-como
sentencia Zaffaroni- como un simple medio para la conservación del orden
social”. Por otro lado, conforme se demuestra con las actas del juicio oral,
fuimos juzgados con una legislación procesal violatoria del debido proceso,
con marcada restricción de las garantías judiciales, para lo cual el Estado,
exprofesamente y poco después que más de cinco mil ciudadanos arrancaran

1
Mario G. Lozano y Francisco Muñoz Conde, El Derecho ante la Globalización y el
Terrorismo. Tirant lo blanch. Valencia 2004; Pág. 407.
2
XII Congreso Latinoamericano, IX Iberoamericano, I Nacional de Derecho Penal y
Criminología, octubre 2005, ARA Editores, 2005; Pàg. 111 y 112.

47
la nulidad de los juicios por terrorismo, introdujo modificaciones al Código de
Procedimientos Penales mediante el Decreto Legislativo Nº 959º de 17 de
agosto de 2004.
En este aspecto consideramos pertinente volver a citar al jurista peruano,
Doctor César San Martín Castro para reparar en que en el Derecho Procesal
Penal en el Perú, existe una legislación procesal penal especial, la cual no es
sino una legislación procesal penal de excepción:
“Con posterioridad a 1940 y, fundamentalmente, en las últimas dos
décadas, se han dictado una serie de leyes procesales penales
que, de hecho, han alterado sustancialmente el modelo del Código
de Procedimientos Penales, estatuto de por sí involutivo en
comparación con el de 1920 al reforzar las formas inquisitivas en
desmedro de las acusatorias y garantistas. Estas normas han
venido incorporando instituciones de dudosa legitimidad e
instituyendo procedimientos más restrictivos y de naturaleza
especial.”
César San Martín Castro, Derecho Procesal Penal Derecho
Procesal Penal editora jurídica Grijley. Segunda edición, octubre
2003. Vol. I; página 47. (Las subrayas son nuestras)
“En los delitos de más fuerte incidencia estadística, como son los
de tráfico ilícito de drogas y terrorismo, desde el año 1978 se ha
venido construyendo una legislación procesal especial, con un
marcado acento restrictivo en cuanto a los derechos fundamentales
y una desmesurada concesión de poderes a la administración, en
desmedro de la jurisdicción.”
(Obra citada; página 49. Las subrayas son nuestras)

El Derecho Penal del enemigo extiende las barreras de punibilidad del


Estado en perjuicio de los derechos fundamentales de la persona, resulta ser
simbólico. El Derecho penal del enemigo se caracteriza según Jakobs por: a)
Amplio adelantamiento de la punibilidad, b) Penas desproporcionadas; y, c)
Relativización o supresión de determinadas garantías procesales.
“...el más genuino y destacado representante de la tendencia
funcionalista en la dogmática jurídico-penal, el profesor GÚNTHER
JAKOBS, en una ponencia presentada a un Congreso celebrado a
principios de octubre de 1999 en Berlín sobre “Los retos de la
ciencia del derecho penal ante el futuro” (publicada junto con el
resto de las ponencias habidas en ese Congreso en un volumen
colectivo del que hay versión española, coordinada por Muñoz
Conde, publicada por la editorial Tirant lo Blanch, Valencia, 2004,
con el título “La ciencia del derecho penal ante el nuevo milenio”),
expuso con claridad y contundencia, y quizás con cierto aire de
provocación, la necesidad de reconocer y admitir que en las

48
actuales sociedades, junto a un Derecho penal dirigido como única
tarea a restablecer a través de la sanción punitiva la vigencia de la
norma quebrantada por el delincuente y la confianza de los
ciudadanos en el Derecho (seguridad normativa), inspirado en
conceptos más o menos flexibles o funcionales pero respetuosos
con el sistema de garantías y límites del poder punitivo en el
Estado de Derecho, había otro Derecho penal, un “Derecho penal
del enemigo” (“Feindstrafrencht”), en que el Estado frente a
determinados sujeto, que de forma grave y reiterada se comportan
en contra de las normas básicas que rigen la sociedad y
constituyen una amenaza para la misma, tiene que reaccionar de
forma mucho más contundente para restablecer, no ya la
seguridad y la confianza normativa, sino la “seguridad cognitiva”.
En este “Derecho penal del enemigo”, según Jakobs, el Estado
para luchar eficazmente contra el enemigo procede a imponer
penas desproporcionadas y draconianas, a penalizar conductas en
sí mismas inocuas o muy alejadas de ser una amenaza o peligro
para un bien jurídico y, lo que todavía es más grave, a eliminar o
reducir a un mínimo ciertas garantías y derechos del imputado en
el proceso penal.”
(En: MUÑOZ CONDE, Francisco, De nuevo sobre el
“Derecho penal del enemigo”, hammul’aBi, 2005.
Introducción, pág. 16-17. Las subrayas son nuestras)

“Con él, dice el citado penalista, el legislador no dialoga con sus


ciudadano, sino que amenaza a sus enemigos, conminando sus
delitos con penas draconianas más allá de la idea de
proporcionalidad, recortando las garantías procesales y ampliando
las posibilidades de sancionar conductas muy alejadas las
posibilidades de sancionar conductas muy alejadas de la lesión de
un bien jurídico.”
(Ob. Cit. 1. La ponencia de Jakobs en el Congreso de
Berlín de 1999.pág. 25, las subrayas son nuestras)

“Probablemente, la novedad de este “Derecho penal del enemigo”


al que ahora se refiere JAKOBS, es que este tipo de Derecho
penal excepcional, contrario a los principios liberales del Estado de
derecho e incluso a los derechos fundamentales reconocidos en
las constituciones y declaraciones internacionales de derechos
humanos, empieza a darse también en los Estados democráticos
de Derecho”
(Ob. Cit. pág. 27, las subrayas son nuestras)

49
En los últimos tiempos las condiciones sociales, la intensificación
agravada de las luchas y las crisis están generando y desenvolviendo en la
actualidad, el Derecho Penal del enemigo. Punto central de éste es la negación
de la persona, cuestionando sus derechos fundamentales y dignidad. Como
derecho penal de autor implica una regresión en el desarrollo del Derecho
penal. Los planteamientos de los juristas nazis son los antecedentes
inmediatos de este tipo de derecho. Estas tesis de Günther Jakobs sobre el
Derecho penal del enemigo han sido combatidas desde el inicio y si bien el
debate continúa y está en pleno desenvolvimiento es destacable su
cuestionamiento en España y América Latina. La legislación penal peruana
desde la década de los ochenta registra un proceso de autoritarismo y,
específica y más precisamente de Derecho penal del enemigo. Pensamos que
la defensa del Derecho penal demanda como necesidad cuestionar y combatir
este Derecho penal del enemigo.
En el Perú, el llamado “terrorista” es el enemigo, por esto es que a los
comunistas, a los combatientes revolucionarios a quienes cuestionan el
sistema imperante de opresión y explotación capitalista que beneficia a un
puñado de los beneficios económico y políticos y relega a las mayorías, a estos
se les tilda de terroristas, de enemigos y se les saca del ordenamiento penal
común para establecerse sin nominarlo así ni ordenarlo como tal, como un
Derecho de excepción; en nuestro caso desde la ley sustantiva, el fuero, los
procedimientos, la ejecución penal. En síntesis toda la legislación antiterrorista
es un Derecho penal del enemigo y centra en la persona no en el hecho, se
nos considera peligrosos en potencia, se nos quita todo tipo de derechos y
beneficios o éstos nos lo restringen al máximo en abierta discriminación por
razones de ser comunistas.
Como lo podemos ver haciendo un simple recuento de la legislación
antiterrorista desde su inicial promulgación:

LEGISLACIÓN ANTITERRORISTA APLICADA DESDE 1980.


1. En el gobierno de Fernando Belaúnde Terry 1980-1985.
– Decreto Legislativo N° 046. Promulgado por el gobierno de Fernando
Belaúnde Terry el 10 de marzo de 1981. Vigencia desde el 12 de
marzo de 1981 hasta el 20 de marzo de 1987.
2. En el primer gobierno de Alan García Pérez. 1985-1990.
– Ley N° 24651. Dada por el Congreso de la República y promulgada
por Alan García Pérez el 19 de marzo de 1987. Entró en vigencia el
24 de marzo de 1987. Esta ley introduce el delito de terrorismo en el
Código Penal vigente (1924).

– Ley N° 24700. Dada por el Congreso y promulgada por el gobierno


de García Pérez el 22 de junio de 1987, publicada en El Peruano el

50
24 de junio, entró en vigencia 15 días después de su publicación.
Norma de procedimiento penal, entre otros dispone la improcedencia
del Hábeas Corpus contra la detención policial de 15 días, y
autorización judicial para incomunicar al detenido por 10 días.
– Ley N° 24953. Dada por el Congreso el 25 de noviembre de 1988
promulgada por el gobierno de García Pérez el 7 de diciembre de
1988, vigente al día siguiente de su publicación. Modifica artículos del
Código Penal para agravar las penas.
– Ley N° 25103. Promulgada el 4 de octubre de 1989. es una
modalidad de arrepentimiento.

3. En el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori. 1990-2000.


– Decreto Legislativo N° 25475. Promulgado el 5 de mayo de 1992 y
publicado el 6 de mayo de 1992, en vigencia desde ese mismo día,
denominada ley antiterrorista, penaliza con cadena perpetua y pena
mínima de 20 años; crea Tribunales secretos, establece tribunales
civiles sin rostro, la pena de cadena perpetua. Declara
inconstitucional en parte por la sentencia del Tribunal Constitucional
el 5 de enero 2005.
– Decreto Ley 25659, promulgado por el gobierno de Fujimori el 12 de
agosto de 1992, publicado el 13 de agosto y vigente al día siguiente
de su publicación. Crea el delito de Traición a la patria, juzgamiento
de civiles en tribunales militares con jueces sin rostro y la pena de
cadena perpetua se suprime las acciones de garantía.
– Decreto ley N° 25744, promulgado el 10 de setiembre de 1992,
dispone detención indefinida, niega el derecho de defensa, establece
régimen carcelario de “aislamiento celular continuo” por el primer año
de condena.
– Decreto Ley N° 25880, expedido el 18 de noviembre de 1992.
– Decreto Ley N° 25708.

4. En el gobierno de Alejandro Toledo. 2001-2006.


– Reglamento del Centro de Reclusión de Máxima Seguridad de la
Base Naval del Callao, aprobado mediante Decreto Supremo Nº 024-
2001-JUS, publicado en el Diario Oficial “El Peruano” el 19 de Agosto
de 2001. El mismo que fue objeto de impugnación mediante Acción
Popular ante el Poder Judicial del Perú.

51
– Decreto Legislativo N° 921, promulgado el 18 de enero del 2003.
instrumentaliza la aplicación de la cadena perpetua, fija la revisión de
la condena después de cumplir 35 años de pena.
– Decreto Legislativo N° 922. Promulgado el 20 de febrero del 2003.
Legisla sobre la nulidad de los procesos por traición a la patria
seguidos en el Fuero militar. Norma que viola el derecho a la libertad
individual, los principios de autonomía de la función jurisdiccional del
debido proceso; establece un fuero antiterrorista, un procedimiento
distinto de los previamente establecidos y vulnera el principio de
defensa irrestricta.
– Decreto Legislativo N° 923. Promulgado el 20 de febrero del 2003. el
Estado crea una Procuraduría pública “especializada en delitos de
terrorismo” con facultades privilegiadas, vulnera el principio de
igualdad de las partes y de igualdad ante la ley.
– Decreto Legislativo N° 924. Promulgado el 20 de febrero del 2003.
Restituye el delito de apología del terrorismo, que fue declarado
inconstitucional y aumenta la penalidad.
– Decreto Legislativo N° 925. Promulgado el 20 de febrero del 2003.
Nueva ley de arrepentimiento.
– Decreto Legislativo N° 926. Promulgado el 20 de febrero del 2003.
Anulación de los procesos seguidos en el fuero común con jueces y
fiscales “sin rostro”.
– Decreto Legislativo N° 927. Promulgado el 20 de febrero del 2003.
Restablece beneficios penitenciarios a los condenados por
terrorismo. Norma discriminatoria, excluye al condenado por el delito
de terrorismo del sistema de ejecución penal existente en el país por
razones políticas.
– Decreto Supremo Nº 016-2004-JUS que modifica el Reglamento del
Código de Ejecución Penal, estableciendo regímenes carcelarios
cerrados y la visita familiar por locutorios.
– Decreto Legislativo N° 959, promulgado en agosto del 2004

5. En el segundo gobierno de Alan García Pérez. 2006-2008.


– Ley 29009 del 28 de abril del 2007, mediante el cual se otorgó
facultades al Poder Ejecutivo. Al amparo de esta ley, el 22 de julio,
fueron publicados en el diario oficial “El Peruano” once Decretos
Legislativos; 982 al 992, que en esencia constituye la extensión del
Derecho Penal del enemigo en el que la flexibilización mayor de las
garantías individuales acompañadas de un endurecimiento de las
sanciones punitivas y restricciones procesales, antes reservadas al

52
denominado delito de terrorismo, hoy se generalizan a los nuevos
enemigos del orden existente.

Resaltaremos los referidos al llamado delito de terrorismo:


– Decreto Legislativo N° 982. Se introduce legalmente la cadena
perpetua y la privación de la libertad de 2 a 35 años en el Art. 29 del
Código Penal; confirma nuestros planteamientos en el proceso
judicial que el Art. 29 del Código Penal estaba derogado.
– Decreto Legislativo N° 983. Modifica el Código de Procedimientos
penales, el Código Procesal Penal y el Nuevo Código Procesal
Penal. Modifica el Art. 16 sobre facultades especiales de la Corte
Suprema y del Consejo Ejecutivo del poder Judicial, en el inciso 2do.
Da al Consejo Ejecutivo del Poder Judicial facultades para crear
Tribunales especiales en general; en este inciso se reconoce la
necesidad de legislar sobre este problema, y se demuestra que la
Sala Nacional de Terrorismo no tenía fundamento legal alguno.
– Modifica Art. 261 del Código de Procedimientos Penales que
introduce la prueba trasladada, que se nos aplicó en el megaproceso
sin fundamento legal específico.
– Decreto Legislativo N° 984. modifica el Código de Ejecución Penal, al
artículo 11 se añaden 11a, 11b, y 11c, donde reintroducen criterios
de persecución por ideas, ya que a los internos “vinculados” o
integrantes de las “organizaciones criminales” se les separará de los
demás, sometidos a un “régimen cerrado especial” y de no estar
desvinculado siempre estará sometido al régimen de máxima
seguridad
– Decreto Legislativo N° 985 que modifica el DL. 25475 y el DL 923. en
el Art. 3 del DL 25475 introducen dos nuevos tipos penales que
apuntan a relacionar el narcotráfico con el terrorismo internacional.
– Modifica el Decreto Legislativo 927, Art. 4 Liberación condicional, se
introduce la exigencia de previo pago íntegro de la reparación civil
con el objetivo de encerrar por siempre tras las rejas a los prisioneros
que aún permanecen en las cárceles; y principalmente con el vano
propósito de que ningún sentenciado salga en libertad, pese al
cumplimiento de sus condenas, constituyéndose ya en una detención
arbitraria.
– Art.4° del Decreto Legislativo N° 985. Improcedencia de beneficios
penitenciarios, reintroduciendo lo que fue declarado inconstitucional
por el tribunal Constitucional. En este punto hemos hecho referencia
a los Decretos Legislativos relacionados al megaproceso.

53
Merece denunciar como expresión de Derecho Penal del Enemigo
aplicado por el Estado Peruano, la entrega en custodia del Dr. Abimael
Guzmán y la profesora Elena Yparraguirre a la Marina por orden verbal del
entonces Presidente Alberto Fujimori, así como los traslados encadenados, con
traje a rayas y por naves patrulleras custodiadas por helicópteros artillados
haciendo escarnio público de la persona aún no procesada violando la
presunción de inocencia. Otro hecho, en la Policía Antiterrorista (DINCOTE) a
las suscritas Elena Yparraguirre, María Pantoja y Laura Zambrano se les
colocó a la fuerza un traje a rayas. Iniciándose así la violación de la presunción
de inocencia, y un trato humillante y vejatorio a todos los detenidos por
causales de la guerra
Por todo lo anteriormente expuesto en este punto, denunciamos que el Estado
Peruano al habernos juzgado y sentenciado en base a una legislación
antiterrorista que es derecho penal del enemigo, violó en nuestro perjuicio el
Artículo II de la Declaración Americana y los Artículos 1º y 24º de la
Convención Americana.

6. FUERO ANTITERRORISTA:

Desde mayo de 1992 y para el juzgamiento del llamado “terrorismo” se


introdujo un fuero antiterrorista, con las variantes que ha ido adquiriendo a
través del tiempo: Tribunales sin rostro, Tribunales Militares, Sala Nacional
Antiterrorista y Sala Penal Nacional, en la actualidad. Todas estas
especificaciones solamente han sido y son rótulos; nominaciones diferentes de
una misma y esencial realidad: Órganos Jurisdiccionales de Excepción, cuyo
objetivo era y es simplemente aplicar la legislación antiterrorista como parte de
la guerra contrasubversiva.
Fuero antiterrorista que al cumplir tal papel no solo viola el Art. 139º, Numeral
2) de la Constitución del 93 en cuanto establece: “La independencia en el
ejercicio de la función jurisdiccional”; lo que es más, violenta el numeral 3 del
mismo artículo de igual Carta; en tanto: “Ninguna persona puede ser desviada
de la jurisdicción predeterminada por la Ley… ni juzgada por órgano
jurisdiccionales de excepción”.

FUNDAMENTO JURIDICO:
En la sentencia se sostiene lo siguiente:
“En primer lugar, todos sabemos en el Perú que las Cortes no son
órganos jurisdiccionales, sino las Salas Superiores, por ende, no puede
apelarse a una interpretación gramatical del dispositivo constitucional
para restringir el significado de la norma a las Salas de Corte Superior, y
mucho menos sostener que tal norma no autoriza o prohíbe la

54
constitución de una Sala Superior con competencia nacional para juzgar
delitos de terrorismo.
“Consideramos que, cuando el artículo 143° de la Constitución utiliza el
concepto de Cortes, se está refiriendo a las Salas Superiores y no a las
Cortes Superiores que son el conjunto de órganos de gobierno,
jurisdiccionales y de administración de un distrito judicial.
“En segundo lugar, como ya se ha señalado, en nuestro ordenamiento
jurídico la ley no crea los órganos jurisdiccionales en concreto, sino que
estos son creados por Resolución Administrativa del Consejo Ejecutivo
del Poder Judicial (artículo 82.24 de la Ley Orgánica del Poder Judicial);
luego, cuando el artículo 143° de la Constitución señala que los órganos
jurisdiccionales serán los que determine su ley orgánica, no se está
refiriendo a los órganos judiciales propiamente dichos, sino a los
órdenes jurisdiccionales, llámese penal, civil, laboral, familia entre otros,
los que deben ser determinados por la ley.
“En ese sentido se ha expresado el Tribunal Constitucional en el
fundamento jurídico 4 de su sentencia en el caso Marcial Mori Dávila
expediente N° 1320-HC/TC, no contraría el derecho al juez natural que
mediante una resolución administrativa se especifique la sub-
especialidad de una Sala penal prevista por la ley.
“…Todo ello tiene más sentido, si advertimos que la conformación de
una Sala Penal Superior Especializada en el conocimiento de delito de
terrorismo a nivel nacional, es consecuencia de la regla competencial de
carácter objetivo prevista en el artículo 17° del Decreto Ley 25475,
cuando señala que para los efectos de lo dispuesto en el presente
Decreto Ley, los magistrados asumen competencia a nivel nacional para
conocer del delito de terrorismo, sin observar el lugar de comisión del
hecho delictuoso. Es decir, el criterio de atribución competencial para el
conocimiento de los delitos de terrorismo viene dado por la ley, y lo que
ha hecho el órgano de gobierno del Poder Judicial es adoptar las
medidas necesarias para viabilizar orgánicamente dicha norma conforme
a sus facultades previstas en los incisos 24) y 26) del artículo 82 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial.

Los artículos de la Ley Orgánica del Poder Judicial, citados en la


Sentencia son los siguientes:
“Artículo 82.- Funciones y Atribuciones del Consejo Ejecutivo del Poder
Judicial
Son funciones y atribuciones del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial:

24. Crear y suprimir Distritos Judiciales, Salas de Cortes Superiores y


Juzgados, cuando así se requiera para la más rápida y eficaz

55
administración de justicia, así como crear Salas Superiores
Descentralizadas en ciudades diferentes de las sedes de los Distritos
Judiciales, de acuerdo con las necesidades de éstos.
La creación de Distritos Judiciales se realiza en función de áreas de
geografía uniforme, la concentración de grupos humanos de
idiosincrasia común, los volúmenes demográficos rural y urbano, el
movimiento judicial y además la existencia de vías de comunicación y
medios de transporte que garanticen a la población respectiva un fácil
acceso al órgano jurisdiccional.
En todo caso, la creación o supresión de Distritos Judiciales, Salas de
Cortes Superiores o Juzgados, se sustentan estrictamente en factores
geográficos y estadísticos.
25. Reubicar Salas de Cortes Superiores y Juzgados a nivel nacional,
así como aprobar la demarcación de los Distritos Judiciales y la
modificación de sus ámbitos de competencia territorial, pudiendo
excepcionalmente incorporar salas de Cortes Superiores Especializadas
y Juzgados especializados o Mixtos con competencia supraprovincial.
26. Adoptar acuerdos y demás medidas necesarias para que las
dependencias del Poder Judicial funcionen con celeridad y eficiencia y
para que los magistrados y demás servidores del Poder Judicial se
desempeñen con la mejor conducta funciona”l.

De esta manera la Sentencia al interpretar que donde la Constitución


dice Cortes debe decir Salas, invierte el razonamiento debido porque
subordina el texto claro de la Constitución en función a una resolución
administrativa que vulnera el propio texto de la Ley Orgánica.
La jurisdicción es única y se ejerce a través del Poder Judicial, ése es el órgano
de justicia, el cual se distribuye mediante la competencia que es la misma
jurisdicción aplicada por razones de territorio, materia y grado, entonces, la
jurisdicción y competencia son una unidad y una contradicción porque la
jurisdicción existe en cuanto hay competencia y ésta es la expresión particular
de la jurisdicción que es un asunto universal.
La jurisdicción se reparte así mediante las reglas de competencia: en cuanto a
grado, de arriba abajo: Corte Suprema, Cortes Superiores, Juzgados
Provinciales. En cuanto a materia: Civil, Penal, Laboral, etc. y en cuanto a
territorio, Corte Suprema en el ámbito nacional, Cortes Superiores determinan
Distritos Judiciales y en el orden provincial, los Juzgados de Primera Instancia.
Los artículos de la Constitución que tratan de la Jurisdicción y competencia son
los siguientes:
Artículo 139º. Son principios y derechos de la función jurisdiccional:
1. La unidad y exclusividad de la función jurisdiccional.

56
No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente,
con excepción de la militar y la arbitral.
No hay proceso judicial por comisión o delegación.
2. La observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional.
Ninguna persona puede ser desviada de la jurisdicción
predeterminada por la ley, ni sometida a procedimiento distinto de los
previamente establecidos, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de
excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera
sea su denominación.
3. La publicidad en los procesos, salvo disposición contraria de la ley.
Los procesos judiciales por responsabilidad de funcionarios públicos,
y por los delitos cometidos por medio de la prensa y los que se
refieren a derechos fundamentales garantizados por la Constitución,
son siempre públicos.
22. El principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la
reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la
sociedad.
“Artículo 106°. Mediante Leyes orgánicas se regulan la estructura y
funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución,
así como también las otras materias cuya regulación por Ley Orgánica
está establecida en la constitución.”
Artículo 141. Corresponde a la Corte Suprema fallar en casación, o en
última instancia, cuando la acción se inicia en una Corte Superior o ante la
propia Corte Suprema conforme a ley. Asimismo, conoce en casación las
resoluciones del Fuero Militar, con las limitaciones que establece el
artículo 173º-
Artículo 143º. El Poder Judicial está integrado por órganos jurisdiccionales
que administran justicia en nombre de la nación, y por órganos que
ejercen su gobierno y administración.
Los órganos jurisdiccionales son: La Corte Suprema de Justicia y las
demás Cortes y Juzgados que determine su ley orgánica.

Como puede verse, el Artículo 143 establece la Reserva de Ley


Orgánica que la Sentencia niega, sustentando como válida la desviación de la
jurisdicción predeterminada por la Ley a un Distrito Judicial nacional pues la
Sala Penal Nacional, en realidad no es una Sala si no una Corte Superior que
incluye órganos de gobierno y se conforma por varios Colegiados que en
realidad son Salas.

57
Como puede apreciarse de la lectura de la Ley Orgánica del Poder Judicial, la
autorización para crear órganos de competencia distinta a las previsiones de la
misma Ley, están referidas exclusivamente a competencia territorial. Tal es así
que el artículo 3° de la referida Ley Orgánica dice:

“Artículo 3°. La presente Ley determina la estructura del poder Judicial


(...) para asegurar el cumplimiento y p0leno respeto de las garantías
constitucionales de la administración de justicia”.
Siendo que la estructura del Poder Judicial se determina en la forma
indicada, ésta en su desarrollo normativo también establece:

“Artículo 26°. Son órganos jurisdiccionales del Poder Judicial:


1. La Corte Suprema de Justicia de la República.
2. Las Cortes Superiores de Justicia.
3. Los Juzgados especializados y mixtos.
4. Los Juzgados de paz letrado.
5. Los Juzgados de paz.”

La estructura del Poder Judicial está determinada por su Ley Orgánica y


cualquier modificatoria es materia reservada a su Ley Orgánica.
Empero, la llamada Sala Penal Nacional está atribuida de competencia material
exclusivamente en Terrorismo previsto en el Decreto Ley 25475 y esa
apropiación de un solo delito la convierte en Fuero de Excepción, parte de la
política contrasubversiva, parte del Derecho Penal de Autor, es decir, Derecho
Penal del enemigo.
Sino, la regla competencial que la Sentencia alude, ¿no es acaso el mismo
Decreto Ley 25475? Sin embargo, dicha competencia ni con dicho decreto ley
le correspondería a este fuero antiterrorista pues interpretada sistemáticamente
con la Ley Orgánica del Poder Judicial tendría que habérsele atribuido a los
jueces comunes y salas comunes de cada Distrito Judicial.
Dijimos que la llamada Sala Penal Nacional, en realidad estaba organizada
como Corte Superior de competencia pero como tal no está en la Ley Orgánica
del Poder Judicial, no se le ha denominado así, porque configuraría expresa
trasgresión literal de dicha ley y pondría en evidencia el Fuero antiterrorista
delegado de la Corte Suprema y al margen de la Constitución.
Por esa misma razón y para tramitar dos extradiciones ante el Reino de Italia,
una la de Pablo La Torre y otra de un procesado que está en el proceso cero
sesenta y nueve –noventa y seis, en ambos casos, la Sala Penal Nacional que
en ese momento se llamaba Sala Penal Especializada en Terrorismo ha tenido

58
que acudir ante la Corte Superior de Lima para tramitar el envío del cuaderno
de extradición porque la ley de extradición exige que el Presidente de la Corte
Superior sea quien eleve el documento a la Corte Suprema y la tramitación de
una extradición es un asunto administrativo en ese lado y jurisdiccional en otro,
esto habla claramente de que la Sala Penal Nacional tiene limitaciones porque
formalmente no es una Corte Superior si no de facto y por comisión.
En ambos casos el Poder Judicial del Reino de Italia ha sentenciado que los
delitos que se le imputan a esas personas: Pablo La Torre y al requerido de
apellido Aujas, son imputaciones de carácter político social, incluso la referida a
Don Pablo La Torre ha sido publicada por el doctor Valle Riestra en su Tratado
de Extradición.
Lo central es que este Fuero aplica exclusivamente el Decreto Ley 25475, ello
no es una especialidad sino una vulneración al derecho al Juez Natural previsto
en el Pacto de San José, consecuentemente la imparcialidad objetiva está
baldada por la aplicación de una ley injusta que surge en detrimento de la
igualdad de las personas ante la ley.
Por Decreto Legislativo N° 983, publicado en El Peruano el 22 de julio del 2007,
el Ejecutivo ha dictado una modificación específica del Código de
Procedimientos Penales, facultando al Consejo Ejecutivo del Poder Judicial a
conformar órganos jurisdiccionales de competencia territorial distinta a la
prevista orgánicamente incluyendo la previsión de su competencia material,
esto es por delito. Antes no hubo tal determinación legal en que pudiera
ampararse el Fuero antiterrorista.
Sin embargo, ya desde 1997 a través de Resoluciones Administrativas
establecieron un fuero de excepción. Así a través de Resolución Administrativa
N° 521-CME-PJ de fecha 20 de noviembre de 1997, se otorgó potestad a la
Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia y con ello se instituye
la sub-especialidad penal para los delitos de terrorismo; mediante Resolución
Administrativa N° 001-97-SPPCS-T-PJ del 12 de diciembre de 1997 la Corte
Suprema de la República estableció y creó la Sala Penal Superior Corporativa
con sede en la ciudad de Lima con competencia a nivel nacional para delitos de
terrorismo; posteriormente, mediante Resolución Administrativa N° 009-2001-
CT-PJ del 22 de febrero del 2001 se ordena la conformación de una Sala
Superior Especializada en delitos de Terrorismo, organizaciones delictivas y
bandas, de similar manera a través de otras disposiciones establece que el
órgano superior pasa a denominarse Sala Nacional de Terrorismo hoy Sala
Penal Nacional.
Por otra parte, como es de observarse las Resoluciones Administrativas en
cuestión, que establecen el fuero antiterrorista, son posteriores a los hechos
materia de enjuiciamiento, así tenemos que estas resoluciones fueron emitidas
en fechas 20 de noviembre de 1997, 12 de diciembre de 1997, 22 de febrero
del 2001 y 20 de julio del 2002 y las imputaciones hechas por el Ministerio
Público datan hasta el año 1992, transgrediendo el artículo 139° inciso 3 de la
Constitución Política del Perú y el artículo 8.1 de la Convención Americana que
trascribimos:

59
Artículo 8°.1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente independiente e imparcial, establecido CON
ANTERIORIDAD POR LA LEY (...)”

La labor de la Corte Suprema, Cortes Superiores y de los Juzgados


especializados, se distribuyen en Salas especializadas por materia, es decir,
Salas Civiles, Salas penales, Salas de derecho Constitucional y Social, Salas
Laborales, Juzgados civiles, Juzgados Penales, Juzgados de Familia,
Juzgados de Trabajo, como se desprende de los artículos 30, 33, 34, 35, 40,
41, 42, 43, 46, 49. 50, 51 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
En ningún extremo de la Constitución Política del Estado y la Ley Orgánica del
Poder Judicial existen Juzgados o Salas por delitos, como en caso de los
llamados Juzgados para delito de Terrorismo o Sala de Terrorismo, por ello
consideramos que es un fuero diferente al ordinario, un fuero de excepción.
- Artículo XXVI de la Declaración Americana.
- Artículos 7° inciso 2 y Artículo 8 inciso 1 de la Convención Americana.

7. PRUEBA TRASLADADA:
La prueba trasladada no estaba en el Código de Procedimientos Penales
del Perú cuando fuimos juzgados y lo central es que: La Sala Penal Nacional
abandonó su posición de imparcialidad, pasando a ser acusadora para cuya
finalidad utilizó, de oficio, prueba trasladada de procesos en los cuales los
imputados no fuimos parte ni policialmente investigados. Ese es el punto en
cuestión: El abandono de la debida imparcialidad, como principio insustituible
de una justa sentencia.
De paso destaquemos: la prueba trasladada recién ha sido introducida en el
Proceso Penal mediante el Decreto Legislativo Nº 983 de Julio del 2007.

FUNDAMENTO JURIDICO:
La concepción del Derecho procesal penal, en un Estado que se precia
de democrático es clara respecto a la necesidad de limitaciones a los poderes
del estado. Nuevamente aquí invocamos al doctor César San Martín Castro,
conocido penalista peruano, actualmente miembro de la corte Suprema, quien
en el año 2003 sostenía:
“El derecho procesal penal, en un Estado Democrático, desde el
punto de vista de sus medios incorpora tres grandes limitaciones:

60
“1. La vinculación formal de la prueba de la verdad ∗ es una de las
seguridades fundamentales del proceso penal y uno de los
objetivos del Código Procesal Penal de 1991 (Art. 190º y 195º).
La prueba no se averigua a cualquier precio. La actividad
probatoria permite proceder contra el imputado de modo que se
respete su dignidad, garantizando sus derechos fundamentales y
respetando su personalidad.

“2. La dependencia del derecho procesal penal respecto del derecho


constitucional. Si la verdad se investiga con estricto respeto a la
dignidad humana y a los derechos fundamentales (Arts. 1º y 44º
de la Constitución), es obvia la estrecha relación entre ambos
derechos. Según nuestro sistema jurídico, el Código de
Procedimientos Penales regula extensamente el poder estatal en
las causales penales y, por ello, sus reglas –que son obligatorias-
sólo encuentran un límite externo en la ley fundamental.
“La doctrina es unánime en enfatizar que las disposiciones de la
ley procesal, al igual que el resto del ordenamiento jurídico, deben
ser interpretadas de acuerdo con la Constitución, es decir, en un
sentido que establezca una conformidad interna con el contenido
de la ley fundamental. Tiedeman explica al respecto que la
interpretación de acuerdo a la Constitución actúa en la mayor
parte de las veces restringiendo y limitando los poderes estatales.

“3. El formalismo del proceso penal. Para remover la presunción de


inocencia, instituida en nuestro texto constitucional como un
derecho fundamental (Art. 2º, 24 ‘e’ Const.), el proceso penal
debe ser realizado debidamente: Sólo respetando los derechos
fundamentales y teniendo en cuenta los límites a la actividad de
los órganos públicos es posible condenar y remover la presunción
de inocencia”.
(En: Derecho Procesal Penal Editora Jurídica Grijley,
segunda edición: octubre 2003, volumen I, páginas 15 y
16)

Lo trascrito es esencial para un debido proceso, desde el aspecto del


Derecho Procesal penal, obviamente, y dentro de un Estado que respete y
garantice los derechos fundamentales de los inculpados. Esto lleva a la
siguiente cuestión: ¿Se han cumplido en el llamado megaproceso? ¿Podrían
haberse cumplido? La respuesta es simple: NO. Y el problema es no sólo cómo
se desenvolvió el juicio oral, que naturalmente se debe tomar como punto de
partida, o cómo se han desenvuelto las partes previas al mismo desde la
detención; sino que, a nuestro juicio, la cuestión está en el carácter de fuero
antiterrorista de la denominada Sala Penal Nacional y, más aún, en las leyes


En versalita en el original, en esta y siguientes subtitulados numerados.

61
que se aplican aunque sea redundante decirlo: la 25475, los DDLL 921 a 927 y
demás leyes de excepción o antiterroristas exprofesamente dictadas,
específicamente procesales o sustantivas ligadas al megaproceso. Para no
abundar, preguntémonos: Cuántas violaciones de las normas procesales
garantistas o respetuosas de los derechos fundamentales encierra el Decreto
Legislativo Nº 959 del 17 de agosto de 2004, pues, respondemos: son
numerosas, conforme ha quedado demostrado durante todo el desarrollo del
juicio oral en el que nuestros abogados impugnaron las violaciones al debido
proceso y como era de esperarse con resultados infructuosos, conforme consta
en las actas del megaproceso.
La Constitución Política del Perú en su Artículo 159º y la Ley Orgánica del
Ministerio Público, promulgada mediante Decreto Legislativo Nº 052 otorgan
exclusivamente al Fiscal la facultad de promover la acción de la justicia para la
persecución del delito y la obligación de probar, es decir denuncia, acusa y
tiene la carga de la prueba como parte acusadora en el proceso penal.
También, el Art. 139º inciso 5 de la misma Constitución exige de toda
resolución judicial que esté motivada y que se mencione expresamente la ley
aplicable.
El Art. 7, inciso 2, de la Convención Americana dice: “Nadie puede ser privado
de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de
antemano por las Constituciones Políticas de los Estado partes o por las leyes
dictadas conforme a ellas.”
Vistos la doctrina y la ley ¿qué vemos en el megaproceso? Lo que sostenemos
arriba en el punto 7, resumido en: al introducir de oficio prueba trasladada, no
contemplada en el Código de Procedimientos Penales, la Sala Penal Nacional
abandonó su posición de imparcialidad pasando a ser acusadora, imparcialidad
que es un principio insustituible para llegar a una sentencia justa.
Conforme puede apreciarse en las actas del Juicio Oral, en la página 18 del
acta de la Septuagésima Sexta sesión de la audiencia de juzgamiento de fecha
05 de septiembre del 2006 , el Tribunal que nos juzgó ,ya casi en la etapa final
del juicio ,esto es después de la lectura u oralización de pruebas, dispuso de
oficio y sin ningún fundamento jurídico la incorporación de abundante prueba
de cargo, es decir contra los acusados, incorporó prueba originada en otros
procesos en los cuales no teníamos la condición de denunciados, inculpados o
acusados y lo hizo casi al final del juicio, cuando procesalmente nosotros ya no
podíamos actuar medios probatorios (testigos, peritos, inspección ocular, etc.)
para contradecir las pruebas aportadas por el Tribunal, así se negó nuestro
derecho de defensa, violentándose además los principios de contradicción e
inmediación en la actuación de la prueba penal, la misma que debe ser actuada
en el juicio oral.
En ese momento, remarcamos, no se contemplaba el uso de prueba trasladada
en el Código de Procedimientos Penales del Perú, por tal motivo resulta
pertinente poner en conocimiento de la Comisión, que la prueba trasladada
recién fue incorporada al mismo mediante el Decreto Legislativo N° 983 del 21
de julio del 2007, esto es, nueve meses después de que fuéramos

62
sentenciados, lo que muestra que antes de esa fecha sencillamente no existía,
no habían, pues, condiciones fijadas de antemano.
Más aún, el Tribunal adujo que lo hacía con el carácter de prueba
complementaria pero en la propia sentencia, página 107, sin ninguna base
legal la va a denominar prueba trasladada, cuyo empleo pretende justificar:
“...en razón a que, una organización como la que formaban parte los acusados,
es un entramado complejo de estructuras o niveles y constituido por numerosos
miembros...” lo que significa que con la inexistente prueba trasladada, basan su
condena y que se utilizó la prueba trasladada en contra nuestra por ser
miembros de la organización ¿de cuál? Del Partido Comunista del Perú.
Respecto al hecho que la prueba trasladada se la haya aplicado sin que
existiera base legal es arbitrario y viola la imparcialidad del juez quien pasa a
ser acusador en perjuicio de los derechos del acusado quien va en condiciones
de mayor desigualdad de partes, se le afecta su derecho a la defensa y no hay
el contradictorio indispensable. Reprobables violaciones al debido proceso
cometidas en contra nuestra en el megaproceso.
Lo real es que la prueba trasladada recién ha sido introducida en la legislación
procesal penal mediante D.L. 983 de julio del 2007, contra la cual muchos y
entre ellos el Colegio de Abogados de Lima se ha pronunciado criticando esta
modificación, mediante el “Informe acerca de los Decretos Legislativos
Expedidos al amparo de la Ley Nº 29009” hecho por el experto designado. Dr.
Arsenio Oré Guardia de fecha 29 de agosto del 2007, de ahí tomamos:
“Este quizá sea uno de los rubros más cuestionados de las
modificaciones, pues implica una seria limitación a los derechos de
defensa y contradicción”
“¿En qué casos procede? La prueba trasladada procede a pedido de las
partes o de “oficio” por la Sala:
“Cuando sea de imposible ejecución o de difícil reproducción por riesgo
de pérdida de la fuente de prueba o de amenaza para un órgano de
prueba. Debemos entender que se refiere a aquellos casos donde se
hubiere realizado una inspección ocular, testigos fallecidos, con
paradero desconocido o que se encuentren en el extranjero.
“Cuando se trate de dictámenes periciales oficiales, informes y prueba
documental admitida o incorporada en otro proceso judicial. En este
caso, se establece una regla especial y peligrosa que permite
trasladar en todos los casos estos documentos.
“Aunque la norma no lo establece, esta prueba requiere que el proceso
primigenio se haya practicado válidamente, esto es, con plena
observancia de la contradicción como elemento indispensable; además
que ésta prueba debe haber sido aportada por la parte contra quien
se pretende utilizar en el segundo caso o con la intervención de ésta
en el proceso; a ello hay que añadirle que el traslado al segundo proceso

63
se debe realizar oportunamente y con conocimiento de las partes para
que puedan hacer efectivo el derecho de contradicción que les asiste”.
“En lo que respecta a su valor probatorio, la prueba trasladada tiene
valor probatorio de un indicio que debe ser valorada con otros elementos
de convicción; es por ello que –si bien la norma no lo establece- no es
suficiente la simple oralización de la prueba trasladada, sino que deberá
exigirse su ratificación, esto es, deberá actuarse la prueba en el juicio
oral, así deberá ser citado el testigo, los peritos o coimputados. Pues de
lo contrario ¿cómo cuestiono?, ¿interrogo al papel? Salvo, claro está,
en casos de imposible consecución”.

Los suscritos hemos sido, entonces, sentenciados y condenados a pena


privativa de libertad por un Tribunal denominado Sala Penal Nacional, que en
lugar de mantenerse equidistante de las partes, abandonó su posición de
imparcialidad y pasó a ser parte acusadora aportando supuestas pruebas en
contra de los suscritos, sin base legal existente. Lo que constituye el abandono
de la debida imparcialidad, como principio insustituible de una justa sentencia.
Violándose de este modo en nuestro perjuicio el Artículo XXVI de la
Declaración Americana, y el Artículo 8º inciso 1 de la Convención Americana
que reconocen el derecho de toda persona a ser juzgada por un Tribunal
imparcial; además del artículo 7 inciso 2 sobre condiciones fijadas de antemano
para sentenciar en concordancia con el artículo 139° inciso 3 de la Constitución
Política del Perú de que ninguna persona puede ser sometida a procedimientos
que no estuvieran previamente establecidos. También se violó el artículo 8º
inciso 2 c) de la Convención Americana que garantiza a toda persona inculpada
el derecho en plena igualdad como garantía mínima a que se le conceda el
tiempo y los medios adecuados para la preparación de su defensa.

8. LUCANAMARCA:
Lo central y principal es que la Dirección Nacional no dispuso ni ordenó
la acción de Lucanamarca.
Las circunstancias fueron: a fines de 1982, el Gobierno de F. Belaúnde envió
las fuerzas armadas al departamento de Ayacucho para combatir la guerra
popular, las cuales aplicaron una política de genocidio desde su ingreso,
especialmente en la Provincia de Huanta; utilizando además, a las mesnadas
que previamente habían organizado. Estando reunido el Comité Central,
primeros meses del año 83, se produjeron graves enfrentamientos en las
Provincias de Cangallo y Fajardo; ante cuyos hechos, el mismo organismo
tomó la política de impedir que la acción genocida se extendiera a tales
provincias, para lo cual dispuso convergencia de fuerzas aplicando la
orientación estratégica de restablecimiento–contrarrestablecimiento, en
defensa del nuevo y reciente poder de los Comités populares que se habían

64
constituido con apoyo de las masas. Eso fue, reiteramos, lo acordado por el
Comité Central y aplicado por la Dirección Nacional.
Por otro lado, como muestran los documentos partidarios de diversos años, y
obviamente posteriores a los hechos de Lucanamarca, siempre se criticó el
exceso militarista de tales acciones. Si bien se reconoció, como era necesario,
la importancia política y militar de las mismas, en cuanto hicieron fracasar el
plan inicial de mesnadas nucleadas en torno a campesinos ricos que solamente
volvieron a reflotar en 1989, una vez más por acción de las Fuerzas Armadas.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación naturalmente y también en este
caso, ha adulterado los sucesos de Lucanamarca presentándolos como
producto de una supuesta “rebelión campesina” contra el PCP y de una,
igualmente, supuesta y siniestra venganza genocida de éste. Asimismo ha
adulterado declaraciones que le fueran hechas y trascrito documentos sacados
de contexto. Lo que ha usado el llamado megajuicio como palabra sacrosanta
en contra nuestra.
Finalmente, señalemos: De los testimonios en juicio, solamente uno imputa a la
Dirección Nacional la responsabilidad por Lucanamarca, y, como el proceso
evidenció, tenía directo interés en hacerlo.
En conclusión, y reiteramos: lo central y principal es que la Dirección Nacional
no dispuso ni ordenó la acción de Lucanamarca que aquí se nos imputa. Esta
es la cuestión a destacar y, más aún, señalemos: debemos bregar porque la
verdad quede histórica y nítidamente definida.

FUNDAMENTO JURIDICO:
Los hechos de Lucanamarca, que han sido materia de imputación penal
contra los suscritos: Manuel Abimael Guzmán Reinoso y Elena Albertina
Yparraguirre Revoredo y de condena contra el primero; ocurrieron el día 3 de
abril de 1983 cuando se encontraba en vigencia el Código Penal Peruano de
1924 que rigió hasta el 23 de abril de 1991 y la Ley Antiterrorista promulgada el
10 de marzo de 1981 mediante Decreto Legislativo Nº 046. En consecuencia,
esta es la legislación preexistente aplicable a dichos hechos de conformidad
con los Artículos XXVI y XXVII de la Declaración Americana y el Artículo 9º
de la Convención Americana; sin embargo, en lo que sea más favorable al
imputado, también es de aplicación el vigente Código Penal Peruano de 1991.
De otro lado, los hechos de Lucanamarca fueron tipificados en la acusación
fiscal como delito de terrorismo previsto en los artículos 1º y 2º , incisos b), d) y
e) del Decreto Legislativo Nº 046 y como delito de homicidio calificado en el
Artículo 152º del Código Penal de 1924, correspondiéndole una pena máxima
de veinticinco años de pena privativa de la libertad.
Por otra parte, debemos señalar que, el Artículo 80º del vigente Código Penal
ha establecido el plazo de prescripción de la acción penal, cuando no se ha
producido la intervención del Ministerio Público ni de la autoridad judicial,

65
esto es, de la denominada prescripción ordinaria, fijándola en un tiempo igual
al máximo de la pena fijada por la ley para el delito si es privativa de libertad.
Entonces, de acuerdo a esta disposición, la prescripción ordinaria de los
hechos de Lucanamarca operaría a los 25 años, pero no es así, pues, el cuarto
párrafo del mismo artículo 80º (texto original) dispone que: “En ningún caso, la
prescripción será mayor a veinte años”. En consecuencia, el plazo de
prescripción ordinaria de la acción penal por los hechos de Lucanamarca es de
20 años, conforme es admitido por la Corte Suprema en la Ejecutoria materia
de la presente denuncia (pág. 53).
Debe tenerse presente, que de conformidad con el artículo 121º del Código
Penal de 1924, aplicable al presente caso, la interrupción de la prescripción se
producía por denuncia del Ministerio Público.
Ahora bien, si se tiene en cuenta que los hechos de Lucanamarca ocurrieron el
03 de abril de 1983 y la denuncia del Ministerio Público se produjo el 12 de
octubre de 2004, nos encontramos ante un típico caso de prescripción
ordinaria, por cuanto ya habían pasado veinte años sin que se hubiera
producido la intervención del Ministerio Público, ocurrida seis meses después.
En consecuencia, se concluye que la acción penal por dichos hechos ya había
prescrito de forma ordinaria, causando la extinción de la acción penal
conforme lo establece el inciso 1 del artículo 78º del Código Penal y
produciendo los efectos de la cosa juzgada conforme lo dispone el inciso 13 del
artículo 139º de la Constitución Política del Perú.
No obstante lo anteriormente expuesto, y por razones eminentemente políticas,
la Sala Penal Nacional se avocó al juzgamiento de los hechos de
Lucanamarca, y rechazó la excepción de prescripción que planteamos en la
vigésima segunda sesión de audiencia del juicio oral de fecha 19 de enero de
2006, bajo el absurdo razonamiento de que los hechos producidos desde el
inicio de la guerra popular 17/05/80, hasta la detención de los acusados
ocurrida el 12/09/92, constituyen delito continuado y que la prescripción se
iniciaría desde el día que cesó la actividad delictuosa, esto es, la fecha de
detención de los acusados y que por esto, los hechos de Lucanamarca no
habrían prescrito. Además, la Sala Penal Nacional apoya su resolución
denegatoria de fecha 2 de febrero de 2006 en supuestas consideraciones de
política criminal (pág. 3), lo que evidencia una vez más la aplicación del
Derecho Penal del enemigo en el presente caso.
La Corte Suprema en la Ejecutoria materia de denuncia (pág. 53) al resolver la
excepción de prescripción, implícitamente descarta el absurdo de concebir los
hechos de la guerra popular como delito continuado, pero incurre
arbitrariamente en agregar al plazo de prescripción ordinaria (20 años), una
mitad de éste (10 años), lo cual no corresponde, pues, aquí no se trata de una
prescripción extraordinaria, sino de una ordinaria, pues, como hemos expuesto
la denuncia del Ministerio Público se produjo el día 12 de octubre de 2004
cuando ya habían transcurrido más de veinte años de los hechos de
Lucanamarca, y ya había operado la prescripción ordinaria, puesto que, valga
la redundancia, durante ese lapso (más de veinte años) no hubo intervención

66
del Ministerio Público ni de la Autoridad Judicial. En consecuencia, no
corresponde recurrir al plazo extraordinario, como lo dispone el último párrafo
del artículo 121º del Código Penal Peruano de 1924, que sólo se aplica en caso
haya operado la interrupción del plazo de prescripción, cuestión que no ocurrió
en el presente caso.(Al respecto para el Código Penal vigente de 1991, ver
Sentencia del Tribunal Constitucional de 6 de junio de 2005, Exp. Nº 4118-
2004-HC/TC Piura, caso Velásquez Angulo, fundamento 9).
Sin embargo, y a pesar de haberse operado la prescripción ordinaria de la
acción penal por los hechos de Lucanamarca, conforme ha sido demostrado
en los párrafos que anteceden; hemos sido procesados, juzgados y
condenados por dichos hechos.
Si judicialmente violentan principios y normas con el afán de condenar, esto
responde a la fuerte presión política que mediante organismos del Estado y
mediáticos se ha ejercido para crear una opinión pública a su favor y en su
defensa. De esta manera, con motivo de los hechos de Lucanamarca se ha
montado una de las campañas más publicitadas para estigmatizar al Partido
Comunista del Perú tergiversando la realidad y buscando así la condena
pública, moral, social y judicial de la revolución y los revolucionarios, es decir,
con un claro objetivo político en función de los intereses de las clases
dominantes.
Dentro de esa campaña política contra la revolución y veinte años después de
los hechos ocurridos en Lucanamarca vimos el montaje publicitario
persecutorio que hizo la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) cuya
imparcialidad quedó negada desde el mismo Decreto de su creación, el
Decreto Supremo N° 065-2001-PCM, que se parcializa con el Estado y apunta
contra el Partido Comunista y la guerra popular por él dirigida sino, baste
señalar uno de sus considerandos:
“Que, en mayo de 1980 organizaciones terroristas desencadenaron la
violencia contra la humanidad y miles de peruanos resultaron víctimas
de la violación de sus derechos más elementales tanto por obra de
dichas organizaciones terroristas como por la de algunos agentes del
estado con un trágico saldo…”

Respecto a la CVR, sus componentes carentes de representatividad, sus


investigaciones llevadas a cabo “en campo”, esto es, en zonas campesinas que
permanecieron ocupadas por el Ejército Peruano desde 1992 hasta el 2000, así
como su tendencioso Informe Final están teñidos por este carácter y vician sus
apreciaciones, no obstante sus contradicciones internas traslucidas en buena
parte de sus trabajos. El desenvolvimiento de este organismo, además, uno de
los marcos fundamentales que tomó la Sala Penal Nacional como referencia
obligada para el caso Lucanamarca.
Precisamente en el megaproceso ha sido utilizada como fuente para la
acusación fiscal y el desenvolvimiento del juicio oral; de paso, es esta comisión
la que ha introducido la teoría de Roxin para aplicar por vez primera la autoría

67
mediata por organizaciones de poder que la sentencia de la Sala Penal
Nacional y la Ejecutoria Suprema calzan con camisa de fuerza en el artículo 23
del Código Penal, asumiendo el plan político del Ejecutivo. Esta posición es la
que ha guiado la acusación fiscal para tergiversar groseramente los hechos
imputarnos una supuesta política de ‘masacres a la población civil’cuando en
verdad se trata de una guerra campesina dirigida por el Partido Comunista y
que en ese ámbito del campo los pobladores apoyaron la revolución, se
incorporaron y nació el Nuevo Poder, como el de Lucanamarca, un Comité
Popular derivado de un juicio popular que generó la renuncia de las
autoridades locales, expresión del gamonalismo, forma en que llega el Estado
peruano en la sociedad semifeudal. Hecho real ante el cual el Estado con sus
Fuerzas Armadas y aquellos campesinos ricos y miembros del poder local
organizados en mesnadas por el Ejército respondieron con genocidio para
restablecer su poder.
También se ha usado para torcer, lo dicho en la llamada Entrevista del Siglo,
(Entrevista dada por el Dr. Abimael Guzmán Reinoso el 13 de julio de 1988 y
publicada en El Diario el 17 de julio del mismo año), se malinterpreta lo ahí
planteado sobre Lucanamarca o no se le transcribe completo creando
confusión, pero lo que ahí se dice es que la dirección planificó la respuesta al
ingreso de las Fuerzas Armadas no la matanza indiscriminada, y por dirección
entendemos la dirección del Comité Permanente, del Buró Político, del Comité
Central; y lo que se acordó orgánicamente en todos esos aparatos de dirección
fue concentrar fuerzas para responder la agresión genocida de las Fuerzas
Armadas del Estado y sus fuerzas complementarias: las mesnadas; falso es
que ahí estemos justificando el exceso, lo que ahí hacemos es una evaluación
en dos aspectos el positivo que sofrenó la expansión del genocidio de la
Fuerza Armada con mesnadas y el negativo, que significó un exceso, un
exceso militarista, que no debería repetirse; nos basamos en la idea leninista
de no sobrepasar el límite en un acto de guerra. Hablamos pues en términos de
guerra revolucionaria guiada por la política, en la cual la parte débil que es el
pueblo se enfrenta al Ejército del Estado, superior en número y armas.
Público y reconocido es cuáles fueron las circunstancias del ingreso de las
Fuerzas Armadas a combatir la guerra popular, que aplicaron una política de
genocidio, en todo el Departamento de ayacucho, especialmente en la
provincia de Huanta; y que usaron además a las mesnadas que previamente
habían organizado. Buscaron exterminar a los combatientes revolucionarios y
el nacimiento del nuevo Poder, incipiente pero que cuestionaba el Estado,
ingresaron pues a destruir ese Nuevo Poder y a restablecer su poder, y
perpetraron la peor matanza de revolucionarios y campesinos de todos los
años de la guerra; los años 83 y 84 son prueba histórica fehaciente de la
política genocida del Estado peruano.
Por más que hoy en día se pretenda ocultar esta verdad histórica ya ha sido
registrada por muchos, aquí citaremos al Mayor del Ejército Peruano José
Fernández Salvatecci, en su libro “Terrorismo y Guerra Sucia en el Perú”,
Ediciones Punto Rojo, 1986:

68
“El 29 de diciembre de 1982, ‘el Ministro de Guerra, Luis Cisneros
Vizquerra –según el diario ‘LA REPÚBLICA’- advirtió ayer que a
SENDERO LUMINOSO sólo le queda 24 horas de vida y que ese
grupo acabará con el año’.
‘Con su habitual tono de dureza, Cisneros Vizquerra, dijo que ‘el
próximo año 1983 marcará la desaparición del terrorismo en el Perú’
‘Lo único que puedo asegurar es que en 1983 Ayacucho va a estar
tranquilo, expresó
Cuando se le preguntó si la Fuerza Armada está preparada para
asumir la acción antiterrorista respondió: ‘Estamos mejor preparados
que Sendero Luminoso. De eso tengan la absoluta seguridad’.
En la misma pagina del diario LA REPUBLICA del 29 de diciembre
82(p.2) y bajo el titular: ‘Rangers realizan operativos sicológicos en
Huamanga’
‘Mientras tanto, los Rangers del Ejército siguen realizando sus fuertes
entrenamientos en plena ciudad con las caras pintadas con betún
negro, al mismo tiempo que llevan en la mano derecha un puñal’.
‘En sus entrenamientos por las inmediaciones del aeropuerto y las
principales avenidas del acceso a Huamanga, van corriendo al compás
de cánticos o coro cuya letra dice textualmente: “terrorista...esta
noche...entraremos a tu casita, nos comeremos tus tripitas...te
volaremos tu cabecita”...”. (p. 74-75)
“En el Perú se realizan actos de genocidio y etnocidio ante la vista
paciente de una clase dirigente atemorizada y un pueblo que radicaliza
sus luchas.
“Huaychao, Uchuraccay, Accocro, Huancaraylla, Pariabamba, Huambo,
Huancapi, Andarapa, Aguairo, Chuschi Pomabamba, Paccha, Vinchos,
Pomacocha, Chillicraman, Llocllapampa, Pitecc, Vilcashauman,
Pacayacu, Accomarca, Lurigancho, Bellavista y muchos otros pueblos
han dejado de ser lugares geográficos, para convertirse en zonas de
matanzas peores que la de Hiroshima y Nagasaki, que las hicieron los
norteamericanos contra los japoneses, porque son las ejecutadas por
gobiernos contra sus propios gobernados, que dicen representar”
(p.81-82, en subtítulo Las Matanzas)
“Como antecedente de esta operación tenemos las palabras del
General Cisneros Vizquerra hechas a la revista ‘¿QUÉ HACER?
‘Cuando se decida el ingreso, la Fuerza Armada tendrá que tomar el
control político y militar de la zona... Lo que perjudicaría es que la
prensa pueda llegar con la facilidad con que llega y pueda terminar
haciendo apologías. Se limitaría la zona donde ingresarían… se
evacuarían comunidades.

69
Y es que para dar inicio a la ‘guerra sucia’ se ha optado siempre por
silenciar el periodismo e impedir, mediante acciones de terror, su
ingreso a las zonas elegidas para masacre, etnocidio y genocidio”
(p.82, mismo subtítulo)
“Es un axioma de la guerra contrainsurgente el apoyo que se debe
buscar de los naturales, motivo por el cual se analiza –para obtenerlo-
cuáles son los grupos sociales más atrasados: en la India , siglo XVIII
se movilizó a los cipayos y los gurkhas; en Vietnam, Francia y los
Estados Unidos de Norteamérica utilizaron a los Thai y a los MOI o
MSO; en Venezuela se movilizó a los guajiros, en Nicaragua a los
miskitos. No debe llamar la atención que se haya nombrado para los
puestos de Gobernadores y Tenientes Gobernadores a gente
“especial”, como Fortunato Gavilán en Uchuraccay, con el fin de
contrapesar o dominar a los Varayoc y a la Panaka Incaica, esto es, a
las autoridades populares del Ande, que podrían oponerse a este tipo
de acciones” (p.61-62 bajo el subtítulo “Utilización de los pueblos
atrasados. Las subrayas son nuestras)
“La GUERRA SUCIA iniciada en el Perú el 23 de diciembre de 1982,
contó con el apoyo total del gobierno del Arq. Belaúnde Terry y centró
sus operaciones dentro de los siguientes campos terroristas:
1. Desaparición de presos políticos y torturas.
2. Despliegue de efectivos represivos para obtener presión
psicológica.
3. Control de la Población, con violaciones domiciliarias, toque de
queda, etc.
4. Acciones de castigo contra la población (masacres)
5. Terror selectivo contra familias, dirigentes, periodistas, etc.
6. Terror masivo, usando medios de comunicación.
7. Campañas de desinformación del pueblo.
8. Acciones para desmantelar las organizaciones populares.
9. Acciones de juego político convocando a elecciones municipales en
1983, sabiendo las dificultades que generarían en la zona de
guerra.
10. Enfrentamiento sangriento entre comunidades.
Pero toda esta campaña de exterminio, si bien causó miles de muertos
inocentes y la desocupación de muchos pueblos, fracasó,
convirtiéndose en una total derrota, porque ni el Gobierno y sus fuerzas
represivas comprometidas en esas tareas pudieron detener la lucha del
pueblo ayacuchano liderado por SENDERO LUMINOSO, que más

70
bien expandió sus actividades por gran parte del territorio nacional”. (p.
62, mismo subtítulo; las subrayas son nuestras)
“La utilización de paramilitares comuneros fue anunciada por Manuel
Ulloa Elías, durante su interpelación por el Parlamento Nacional en
septiembre de 1982, un año antes de su materialización y meses antes
del ingreso de la Fuerza Armada en conflicto con el PC del P,
SENDERO LUMINOSO.
Esto no era más que el aviso de la puesta en marcha de la técnica
norteamericana empleada en Vietnam, con la finalidad de que,
enfrentando al pueblo contra pueblo, decrezca el apoyo a las fuerzas
guerrilleras.
En el Perú los paramilitares fueron organizados bajo los rótulos de
‘Comités de Defensa’ o de ‘autodefensa’, ‘rondas’ y ‘grupos de defensa
civil’, para que, sin ser militares, cumplieran labores militares.
Socialmente estos grupos causaron mayores problemas que beneficios
para la región y hasta para las mismas fuerzas represivas, volviéndose
cargas pesada para las comunidades campesinas, ya que tuvieron que
dejar de trabajar, desacostumbrándose, para hacer servicios de
vigilancia, patrullaje, incursiones solos o con fuerzas gubernamentales,
terminando por asaltar caseríos, saquear tiendas, robos de alimentos y
animales, imponiendo cupos, resintiendo la organización comunal.
Pero parece que la incapacidad de los organizadores de las estrategias
genocidas gubernamentales no tiene límites, pues hicieron vivir a los
‘ronderos’ en condiciones infrahumanas, peor a las que estaban
acostumbrados y originaron las guerrillas. Las enfermedades
intestinales, bronquiales, parasitarias y venéreas empezaron a crecer
con la generalizada desnutrición en la que se les mantenía.
Como la estrategia, en este punto era el enfrentamiento generalizado
de campesinos, la Fuerza Armada se dedicó a organizar los ‘Comités
de Autodefensa’ y el General Mori, en cumplimiento de las órdenes
superiores, estimó en abril-85, que alrededor del 90% de la población
rural se había organizado en ‘Comités locales de Autodefensa’, lo cual
evidentemente era una posición demasiado optimista.
Pero ¿cuáles fueron los resultados de esas tácticas y de esa estrategia
que priorizaba la organización de paramilitares? Masacres colectivas y
miles de víctimas inocentes, zonas abandonadas, sin el menor rastro
de vida, miedo y demás tragedias: zonas sin vida y con terror” (p. 66-67
bajo el subtítulo “Los Paramilitares)

También un prestigiado organismo internacional como Amnistía


Internacional registró lo mismo que nosotros y otros, en carta dirigida al ex

71
presidente Fernando Belaúnde Terry en el año 1983, en la que hace constar lo
siguiente:
“Amnistía Internacional ha recibido información sobre la gran cantidad de
muertes que parecerían haber sido ejecuciones extrajudiciales llevadas
a cabo por las fuerzas conjuntas , de militares y de la guardia civil en los
distritos adyacentes a Lucanamarca, Huancasancos y Sacsamarca,
durante los meses de enero y febrero de mil novecientos ochenta y tres,
en los cuales, comuneros de los tres distritos ayudaron a los servicios de
seguridad en la captura o muerte de guerrilleros subversivos de
Sendero Luminoso.
“en Huancasancos nueve personas fueron muertas a tiros en
circunstancias poco claras por los servicios de seguridad. No se tiene
noticias de que hubiese prisioneros como resultado del operativo del
dieciséis de febrero.
Se señaló que “en la versión del Comando de Ayacucho se dice que el
incidente resultó en la muerte de veinticinco guerrilleros. A pesar de la
magnitud de la ofensiva realizada el veintiuno de febrero por los
servicios de seguridad en la zona de Huancasancos y Sacsamarca.
Amnistía Internacional no tiene noticias de que posteriormente se haya
dicho que hubo prisioneros, la información disponible sugiere que le
mayoría de los presuntos miembros o colaboradores de Sendero
Luminoso detenidos en esas fechas fueron interrogados y luego
ejecutados extrajudicialmente.
“El veintiocho de febrero unos ocho a diez comuneros que huyeron de la
reunión fueron muertos a tiros en el lugar por guardias civiles. Mientras
que la policía en un comunicado había informado de la muerte de
diecinueve delincuente subversivos en un enfrentamiento.
“Noticias de prensa del dieciséis de marzo informaron sobre la matanza
de dieciocho militantes de Sendero Luminoso en los tres distritos a
manos de comuneros. Por ejemplo entre el cuatro y diez de abril, fuerzas
conjuntas mataron un total de sesenta y nueve guerrilleros de acuerdo a
la información suministrada en las comunidades del comando de
Ayacucho.
“Informaciones de prensa de fecha diecinueve de abril citaron a
portavoces militares que describieron las muertes ocurridas en los seis
días, del cuatro al diez de abril como el mayor número de bajas
guerrilleras, jamás ocurridas en un único operativo.
“Además de los trescientos cinco guerrilleros que se informa fueron
muertos en el mes de mayo por el Comando de Ayacucho, se dice que
setenta fueron muertos en Sacsamarca en un mismo día, veintiuno de
abril.
“En un parte del Comando Político Militar se da cuenta que entre el seis
de mayo y el ocho de junio de mil novecientos ochenta y tres murieron

72
trescientos setenta y cuatro terroristas, mientras que de la policía sólo
dos efectivos.
“En un testimonio recibido por Amnistía Internacional se hace referencia
a la participación de comuneros del distrito de Lucanamarca en una
redada realizada el seis de abril por la guardia civil en la comunidad de
Espite, a raíz del cual se produjo una considerable pérdida de vidas. Al
parecer la redada del seis de abril en Espite, comunidad que la guardia
civil identificaba como habiendo colaborado con la guerrilla, fue llevada a
cabo en represalia por la matanza de Lucanamarca el tres de abril”.

Ambas apreciaciones muestran la situación de guerra que vivía el país


los primeros años de la década del 80, guerra en la cual se produce un cambio
con el ingreso de las fuerzas Armadas y la política genocida del Estado
peruano por aquellas aplicada desde diciembre de 1982, política proclamada
sin ambages por quien fuera Ministro de Guerra, General EP Luis Cisneros
Vizquerra: “Sí, está bien, la Fuerzas Armadas van a entrar, pero cuando entren
las Fuerzas Armadas, que no se diga que los matemos de frente o de perfil, si
entra la Fuerza Armada que es una institución preparada para matar,
tendremos que matar a sesenta para que mueran tres” (Las subrayas son
nuestras). Así fue como los Comandos Políticos Militares actuaron bajo estado
de emergencia al ingresar a Ayacucho, Huancavelica y Apurímac; una situación
en que la orden para los oficiales, soldados y sus fuerzas complementarias, las
mesnadas, la orden era matar a los subversivos, a los componentes de los
Comités Populares, formas del Nuevo poder construido al calor de la lucha
revolucionaria con el gran apoyo de las masas campesinas; y si no se hacía
eso, los mismos comuneros “seríamos asesinados como perros” por el Ejèrcito,
en palabras de uno de los testigos del Estado, testimonio que figura en la
sesión 38º de la audiencia continuada del juicio.
Por otro lado y con el mismo propósito de mostrar las circunstancias reales en
las que se deben enjuiciar los hechos de Lucanamarca con ajuste a la verdad,
en los documentos partidarios del PCP se enjuicia el ingreso de las Fuerzas
Armadas a combatirnos, dos años después de iniciar la guerra popular, la
política genocida del Estado peruano, y la respuesta estratégica que el Partido
debía dar. Demostrando que precisamente cuando ocurrieron los luctuosos
hechos de Lucanamarca, materia de esta acusación sentenciada y confirmada
por la Sala Penal Nacional y la Sala Suprema, toda la dirección del Partido: el
Comité Central del PCP se encontraba reunido en una sesión ampliada con
dirigentes de menor jerarquía y cuadros de las bases partidarias; Comité
Central Ampliado que duró cuatro meses desde los primeros días de enero
hasta mediados de abril, en el año de 1983, siendo el 3 de abril de ese mismo
año de 1983 la fecha de los hechos en cuestión.
Pero, si ninguno de los componentes del Comité Central estuvo en la ejecución
de los hechos imputados, ¿qué fue lo que la sesión ampliada acordó en
relación con lo acontecido? Lo que este Comité Central ampliado acordó fue la
respuesta estratégica al ingreso de las Fuerzas Armadas con su acción

73
genocida y su uso de mesnadas, estrategia que se concretó en las cuatro
tareas: el Gran Plan Estratégico de la guerra para Conquistar Bases de Apoyo;
el Plan de Construcción del Ejército Guerrillero Popular; el Plan de desarrollo
partidario; y la conformación de la República Popular de Nueva Democracia,
acordándose como parte de esas cuatro tareas la orientación estratégica de
restablecimiento y contra restablecimiento en defensa del Nuevo Poder surgido
con amplio apoyo de las masas campesinas principalmente, e impedir que la
acción genocida del ejército se extendiera a las provincias del sur de Ayacucho,
para lo cual se dispuso la táctica de concentración de fuerzas en puntos
estratégicos. Esto fue lo que se acordó en el Comité Central. Estrategia general
que debía especificarse en los puntos que cada Comité Zonal determinara,
viéndose que uno de esos puntos sería Lucanamarca. Esto fue lo que acordó
para este lugar. Jamás, nunca ni tratamos ni acordamos el plan táctico
operativo de la acción porque no era nuestra responsabilidad; nunca se
concibió ni se planificó masacre alguna ni matar a niños, ancianos o mujeres,
más, en esta documentación partidaria se precisa la política de respuesta a las
mesnadas: “debe reducirse el radio de ataque, dividirlos… siempre aislar a los
más recalcitrantes” (pàg.5 de IV Sesión Ampliada del CC del PCP “Rematar el
gran Salto”, noviembre de 1985)

Leamos los propios documentos:


“¿Cómo ha entrado el ejército?
Ha entrado a nueve provincias, cuarenta y cuatro mil kilómetros
cuadrados, quinientos mil habitantes, se han desplazado de Lima a
Huancayo, han pasado al Comando de la Segunda Región Militar; toman
ciudades: Huancayo, Ayacucho, puntos fuertes: aeropuerto de
Ayacucho, por ello hay doscientos avioneros, carretera de Huancayo,
Ayacucho es puerta más importante, podían controlar Pisco,
Libertadores, Nazca y sur de Ayacucho. Otra área bien atrasada,
paupérrima, con terrenos difíciles, donde actúan y cuidan:
Huancavelica, Tayacaja, de Pampas a Mayocc y tren. Ayacucho y
capitales de provincia, en apurímac cuidan Andahuaylas y puntos
estratégicos. Vilcas y concepción. Operativos en Ayacucho, casa por
casa, presión psicológica pero no surte efecto, acciones prosiguieron,
luego fueron a Huamanguilla, Paccha, Vinchos, Huatatas, cogen, buscan
información, matan, aquí en más fuertes operativos con sinchis, en
Cangallo, Huancaraylla, Chuschi, Pomabamba, Huancapi, Huanta,
Uchuraccay y Acocro, en Andahuaylas, Pariamarca Awaiyo, múltiples
informaciones para confundir, pp.16,17;
“periodistas extranjeros dijeron aquí estamos viendo cosas que sólo
hemos visto en Vietnam” (p.19. del documento “Conquistar Bases, II
Sesión Plenaria del Comité Central Ampliado del PCP, enero-abril de
1983)
“el veintinueve, (de enero) ayer se ha generado un alboroto, un grupo
de periodistas fueron a Huaychao y Uchuraccay, fueron el veinticuatro y

74
debieron de volver en tres días pero no volvieron, dicen que los
campesinos los atacaron y los mataron, ¿quién los ha matado?, ¿o son
los sinchis o son los campesinos? Dijeron que los sinchis fueron a
Huaychao, así que en el Perú ha explosionado un grave escándalo
político, dicen los diarios que es la mayor matanza de periodistas que se
ha visto en el mundo” (pp. 19 y 20 del mismo documento).
Juicios Populares y Jurado.- “Sobre los juicios populares pensar en si no
es más conveniente la existencia de un jurado, esto es un conjunto de
personas que juzgan como conciencia colectiva, así es el propio pueblo
que juzga como conciencia colectiva” (p.26; ídem)
“unir a los pobres, el pueblo nunca contra el pueblo, buscar resolver
problemas de tierras, uniendo al conjunto y dividiendo a la reacción,
aplicar esa política con paciencia, si ellos han ganado serrucharles por lo
bajo y lograr encajonarlos a los pillos, nuestro problema es unir a los
pobres, el pueblo nunca contra el pueblo” (p.64 ídem).
“un pueblo contra otro, política estatal seguida desde comienzos de
guerra contra subversiva, en Uchuraccay han usado infiltrados, un grupo
y mover un pueblo contra otro, pero el plan les ha revertido en la cara
con el asesinato de los ocho periodistas” (p.66; ídem)
“golpear la región principal, la reacción ha dado golpes en varios puntos,
en la región principal ahora están las fuerzas armadas, allí los golpes
son más planificados, más sistemáticos, porque siguen plan riguroso y lo
seguirán aplicando y dicen que han ocupado Huancasancos,
Lucanamarca, Sacsamarca y Carapo, si ellos ocupan crean problemas,
según los diarios han muerto diez en Lucanamarca, entraron y mataron,
eso va a seguir” (p. 149; ídem)
“no es correcto ir y matar a todos, escoger los puntos más importantes,
golpear a los cabecillas más importantes, reducir el golpe, no es correcto
ir y matar a todos, eso es actuar en forma desesperada y darle en la
yema del gusto a la reacción”,
“nos hemos enfrentado a siniestras masacres Huaychao, Uchurajay,
Huambo, Lucanamarca y las hemos superado y hoy los combatientes, lo
que están haciendo es para que la Sesión salga adelante, están
ajustando las cuentas a algunos verdugos y si ha habido excesos ha
sido eso, exceso”.
Mesnada y bandolerismo.-“estamos viendo un bandolerismo defendido
por el Estado para defender con sus mesnadas su viejo orden”,
“...Con el ingreso de las Fuerzas armadas cambia la situación y su
objetivo es acabarnos, monta operativos buscando utilizar a parte de las
masas presionándolas, así surgen las mesnadas, el Ejército y la Marina
disfrazadas de campesinos y con mesnadas nos golpean en la parte
norte y sur del Comité Regional Principal, el primer golpe fue en
Huaychao, Iquicha Uchuraccay, ante estos hechos Belaúnde saludó a

75
los campesinos que habían actuado contra nosotros, por tanto responde
de las matanzas, elaboraron un plan por intermedio de la Marina,
asesorados por el imperialismo yanqui y aplicado por el Ejército,
pensaron que usando masas podrían separarnos de las masas y tomar
posiciones, el Partido respondió golpeando contundentemente a las
mesnadas, en Lucanamarca, esto sofrenó a las mesnadas, este es el
principal aspecto de esta acción, pero también tiene otro aspecto que es
negativo, el extremismo militarista; hay otros casos de estos como
Soras, pero son casos aislados y producto de la desesperación, Lenin
dice que uno en la acción armada puede tener un margen de exceso,
pero no sobrepasar un límite, esto quiere decir, no convertirlo en la
política general. (En la Iv Sesión Ampliada del Comité Central del PCP
“Rematar el Gran Salto”, noviembre 1985; Pág.22 ídem)

Sobre el tema de Lucanamarca en concreto, insistimos, vamos a


encontrar una situación de aguda confrontación entre dos fuerzas con armas
empeñadas en disputarse el poder político una en el restablecimiento del nuevo
poder, y la otra en el contrarrestablecimiento, contienda en que la fuerza con
mayor cantidad de hombres y armas, de superior preparación, organización,
economía, apoyo estatal y todo lo demás, vienen a ser las Fuerzas Armadas
que utilizan las mesnadas luego de presionar con amenazas a las masas, para
enfrentar masas contra masas, pero este trasfondo real de guerra, de guerra
revolucionaria y guerra contrarrevolucionaria se tapa y a los peor armados, a
los poco preparados, a los menos numerosos se les carga la mayor
responsabilidad y encima se les estigmatiza y convierte en terroristas,
exculpando o callando que el ingreso de las Fuerzas Armadas para restablecer
el viejo poder, trajo consigo innumerables y gigantescas fosas comunes como
la del Cuartel 9 de diciembre de Ayacucho, conocido como “Los cabitos” donde
se piensa habrían más de tres mil torturados, asesinados y sus restos
ocultados; pero de esta barbarie pocos recuerdan. Entonces, cuando la
Dirección del Partido Comunista del Perú establece una política de respuesta
al ingreso de las Fuerzas Armadas usando mesnadas, cuando nadie del
Comité Central ni ordenó ni dispuso la acción de Lucanamarca que aquí se nos
imputa. Y cuando, posteriormente a los hechos el Comité Central evaluó tal en
dos aspectos, viendo que el primero sofrenó el genocidio de las Fuerzas
Armadas y que el segundo era el exceso militarista que no se debía repetir
¿puede derivarse responsabilidad penal para algún miembro de esta
Dirección?
En toda la documentación del Comité Central Ampliado de enero a abril de
1983 se comprueba que ninguno de los miembros del Comité Permanente,
Buró Político o Comité Central ejecutamos esos hechos ni los ordenamos ni
dispusimos, el Doctor Abimael Guzmán Reinoso no ordenó ni dispuso ni
ejecutó estos hechos ocurridos, pero sí todo el Comité Central los asume
políticamente como todos los hechos de la guerra, con todos sus aciertos y
errores, pues no se trata de sindicar a los ejecutores, piénsese en la
circunstancia concreta que enfrentaban bajo la fuerte presión de haber perdido
a sus propios familiares o amigos o camaradas e incluso haberse librado ellos

76
mismos de tan vil acción genocida de las Fuerzas Armadas que ingresaron a
exterminar a los revolucionarios.
Aparte de todo lo dicho cuando la sentencia de la Sala Penal Nacional y la
Ejecutoria suprema aplican la autoría mediata para el caso del Dr. Guzmán
están cometiendo otra violación procesal más, pues mediante organizaciones
de poder, la autoría mediata tiene como sustento una interpretación política ad
hoc, retroactiva de la tesis de Roxin, tesis que, como hemos demostrado, no
está recogida en el Código Penal de 1991 en cuanto a dominio de la voluntad
por organización de poder. En dicha interpretación política se ha prescindido de
la cuestión de la fungibilidad, sustantiva en la tesis de Roxin, precisamente
porque en este caso la sentencia reconoció que no se daba la especialidad del
ejecutor de propia mano.
Las transgresiones al debido proceso en el caso Lucanamarca han sido
colosales, porque primero la Fiscalía denunció Lesa Humanidad, lo que fue
desestimado por el Juzgado de Huancasancos y se abrió proceso por
Homicidio Calificado para luego ampliarse por Terrorismo sin tener en cuenta
que el homicidio está contemplado como terrorismo medio, con dos objetivos
ilegales, uno, que el Fuero Antiterrorista asumiera jurisdicción DELEGÁNDOLA
AL JUEZ TERRITORIAL que respondía al Distrito Judicial de Ayacucho y no a
la Sala Penal Nacional que tiene sus propios juzgados antiterroristas
supraprovinciales; y dos, que con fines mediáticos exclusivamente, se
considerase dos agraviados, dos partes civiles, los familiares de las víctimas y
el Estado.
Después de la escandalosa quiebra del proceso por el caso de adoctrinamiento
político y fuente de financiamiento del PCP con la Academia de preparación pre
universitaria César Vallejo, por el Estado, pretextando que el Presidente de la
Sala de Juzgamiento había sido “abogado de terroristas”, entre otros, y con el
único fin de hacer del nuevo juicio un juicio ejemplarizador contra el PCP, a
través de sus dirigentes, montaron una campaña mediática para forzar a la
Sala a incluir el caso de Lucanamarca y condenar a la pena máxima a los
dirigentes del Partido. Hoy aquí el caso Lucanamarca incluido en el
megaproceso tiene este origen pero se le encubre.
Luego, en la segunda audiencia del juicio quebrado por el Estado, se nombró a
un nuevo Procurador “antiterrorista”, casualmente renunciado al término del
presente megaproceso. Más también al término de esa audiencia sorpresiva y
subrepticiamente se trasladó de la Base Naval donde funciona la Sala de
Juzgamiento y el Penal Militar Naval, a la profesora Elena Iparraguirre, el 15 de
noviembre del 2004. A los pocos días, se amplió la acusación del caso
Lucanamarca incluyéndola; en la instructiva planteó su decisión de guardar
silencio; no obstante, el Juzgado de Huancasancos, constituyéndose en Lima,
al Penal de Mujeres de Chorrillos la citó para una confrontación con Abimael
Guzmán Reinoso, su conviviente, convivencia declarada ante los jueces desde
la instructiva. Es decir, legalmente imposible y con el oculto propósito de
contraponer políticamente a estos dos dirigentes del Partido, buscando
además, romper su derecho al silencio. Conforme consta en el expediente, la

77
diligencia de confrontación fue cuestionada por ambos inculpados en la propia
Sala donde incluso sus abogados no estuvieron presentes.
El abogado del Dr. Guzmán y la profesora Yparraguirre se constituyó ante el
Juez de Huancasancos y señaló domicilio procesal, no habiéndosele citado a
ninguna diligencia, como consta en el expediente.
En cuanto al testimonio único que imputa al Doctor Guzmán la responsabilidad
por Lucanamarca, don Oscar Ramírez Durand quien recurrió a la mentira para
limpiarse de toda responsabilidad con anuencia y contemplación de la Fiscalía,
la Procuraduría, a la Sala Penal Nacional y la Sala Suprema tenía interés
directo de hacerlo para salvarse, un colaborador “muy eficaz” en 22 casos,
como el propio presidente de la Sala penal Nacional dijo en entrevista radial.
Por otro lado se violenta por interés político el principio del derecho liberal
testigo único testigo nulo, aduciendo su supuesta caducidad. Es decir hacer
todo por condenar, así se ha actuado en este caso, en el que no existió
presunción de inocencia alguna sino prejuicio contra la persona seleccionada
de antemano para responder como único autor mediato; los propios testigos del
estado, ninguno sindicó que vio a Abimael Guzmán Reinoso en el lugar de los
hechos, solamente sindicaron a “Sendero Luminoso” a “subversivos con
brazaletes rojos y estrella dorada”
En conclusión, y reiteramos: lo central y principal es que la Dirección Nacional
no dispuso ni ordenó la acción de Lucanamarca que aquí se nos imputa, sino
la política de respuesta al ingreso de las Fuerzas Armadas con genocidio
usando mesnadas, para aniquilar la guerra popular y destruir el Nuevo Poder.
Y aquí, como expresamos en el megaproceso por intermedio de nuestra
defensa, aquí también reiteramos nuestro más condolido sentimiento con los
deudos de las víctimas de Lucanamarca, así como expresamos el compromiso
de resarcir el perjuicio que el Partido hubiera ocasionado contra nuestro
amadísimo pueblo a quien seguiremos sirviendo.
Por todo lo anterior es que denunciamos que el Estado Peruano ha violado en
nuestro perjuicio:
- Nuestro derecho a no ser privado de la libertad sino en los casos y
según las formas establecidas en leyes preexistentes, derecho
establecido en el artículo XXV de la Declaración Americana.
- Nuestro derecho a no ser privado de la libertad, salvo por las causas y
en las causas fijadas de antemano por las Constituciones Políticas de
los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a ellas, derecho
establecido en el inciso 2 del artículo 7º de la Convención Americana.
- Nuestro derecho a no ser sometido a detención o encarcelamiento
arbitrarios, derecho establecido en el inciso 3 del artículo 7º de la
Convención Americana.
- Nuestro derecho al debido proceso, a ser oído con las debidas garantías
y dentro de un plazo razonable en la sustanciación de cualquier
acusación penal, derecho establecido en el artículo 8º inciso 1 y el
mismo Artículo 8º inciso 2 sobre la presunción de inocencia.

78
Y para terminar:
“El derecho procesal penal, al ser derecho referido al procedimiento
penal, que como sabemos importa una intensa confrontación entre el
ciudadano y el poder público, exige –de un lado- la regulación jurídica
escrupulosa y –de otro lado- una limitación de los poderes de los
órganos estatales penales, así como de los derechos y obligaciones
del sospechosos del delito y de los agraviados, testigos, peritos e
intérpretes.”
“Esta relación jurídica… tiene como meta esencial el esclarecimiento
de la sospecha de la comisión de un delito incriminado al imputado…
Tal constatación obliga a considerar que el inculpado sea realmente
inocente, lo que debe marcar el conjunto de sus regulaciones del
Derecho Procesal Penal”
Meta del proceso penal “Desde todo punto de vista y en orden a una
perspectiva final, siguiendo a Roxin, la meta del proceso penal es, por
consiguiente, la decisión sobre la punibilidad del imputado: 1)
materialmente correcta, 2) obtenida de conformidad con el
ordenamiento procesal; y 3) que restablezca la paz jurídica”.
(César San Martín Castro, en Derecho Procesal Penal
Editora Jurídica Grijley, segunda edición: octubre 2003,
volumen I, páginas 15 y 16)

Y a la luz de estos criterios ¿qué podríamos decir del llamado


megaproceso? Que en éste en modo alguno se ha cumplido la meta del
proceso penal, pues la decisión sobre la punibilidad del imputado: 1) es
materialmente incorrecta 2) no se ha obtenido de conformidad con el
ordenamiento procesal sino todo lo contrario por estrictas razones políticas; y
3) es fácil derivar que no se ha restablecido la paz jurídica con este proceso.
Y como hemos demostrado en estos diez puntos no se nos ha aplicado un
juicio justo y estos constituyen la base por el cual elevamos esta denuncia
contra el Estado peruano ante la Comisión dignamente presidida por usted.
Pasaremos a las especificaciones individuales y terminaremos con las
conclusiones.

III. ESPECIFICACIONES INDIVIDUALES:

1.- Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso: Fui detenido el 12 de


septiembre de 1,992, y recluido en las instalaciones de la Dirección Contra el
Terrorismo (DINCOTE) rendí mi manifestación policial el día 22 del mismo mes
y año en la que expresé: “… soy militante del Partido Comunista del Perú; soy
jefe del partido y la revolución peruana, tengo el cargo de presidente del PCP,

79
del cual tengo el altísimo honor de ser militante…” es decir desde un primer
momento he asumido mi responsabilidad. Luego a fines de septiembre fui
entregado en custodia a la Marina de Guerra del Perú y recluido en la Isla “San
Lorenzo” sin que exista ningún fundamento legal. Era la primera vez que se
recluía a civiles en una prisión militar. Mi detención fue utilizada políticamente,
pues, el Gobierno mandó embanderar la ciudad y la Prensa resaltó la
significación política para el Estado Peruano presentándome como un
monstruo.
La policía derivó mi caso al fuero militar, y no obstante que siendo mi condición
de civil no me correspondía dicho fuero, por expresa prohibición del Art. 282º
de la Constitución Política del Perú de 1979; en las propias instalaciones de la
Estación Naval Isla San Lorenzo, en “la zona de operaciones”, fui juzgado y
sentenciado por un Tribunal Militar “sin rostro” a la pena de cadena perpetua
por el supuesto delito de “traición a la patria”, con inhabilitación absoluta y
perpetua de todos mis derechos; con encierro de 24 horas y aislamiento
absoluto permanecí allí hasta el 5 de abril de 1993 en que fui trasladado en una
nave de la Marina con uniforme a rayas y en una jaula sobre cubierta, como
consta en los diarios y medios televisivos. Desde ese día me encuentro aislado
en el Penal Militar Base Naval del Callao.
Doce años después del anterior, en octubre de 2004 concurrí a un nuevo juicio
en las instalaciones de la Base Naval, el mismo que se abrió por el caso
“Academia César Vallejo”, el mismo que fue quebrado por el Estrado amparado
por una campaña mediática. El trasfondo: incluir el caso Lucanamarca.
Nuevamente fui procesado, juzgado y sentenciado a la pena de cadena
perpetua mediante la Sentencia y Ejecutoria que es materia de la presente
denuncia.
Iniciado el nuevo juicio concurrí al juzgado el día 5 de mayo de 2003 y
manifesté lo siguiente:
“Soy marxista, leninista, maoísta y hasta mi detención presidente del Partido
Comunista del Perú y por ende responsable de la guerra popular que mi
Partido dirigió desde el diecisiete de mayo de mil novecientos ochenta. Así,
jamás he negado, niego, ni negaré la responsabilidad aludida. Sin embargo, no
estoy conforme y rechazo el juicio que se ha dispuesto en mi contra por las
siguientes consideraciones:
I.- Mi Partido inició y desenvolvió una guerra popular pero el Estado peruano la
calificó y sigue calificando de terrorismo. Llamarla terrorismo no corresponde a
los hechos, a la realidad, pues especialistas de diverso tipo de formación la han
calificado de guerra civil o guerra interna y nosotros, reitero, desde nuestra
posición la llamamos guerra popular. La calificación de terrorismo al no
responder a la realidad refleja incorrectamente los hechos desenvueltos desde
mayo del ochenta y por tanto tales normas no pueden ser justas ni derivar de
ellas sanciones de estricta justicia. Asimismo, las diferentes normas sobre el
llamado "terrorismo" iniciadas con el Decreto Legislativo cero cuarenta y seis y
otras, entre ellas el Decreto Ley veinticinco cuatro setenta y cinco, no son sino
continuación de las normas de excepción y emergencia dadas en el Perú a lo

80
largo del siglo veinte; normas que ya dieran Sánchez Cerro, Benavides, Odría y
otras personas. Igualmente las normas sobre terrorismo aplicadas contra la
guerra popular han sido emitidas a la sombra de los mandatos del imperialismo
norteamericano, particularmente de la doctrina del presidente Reagan y de la
teoría militar de los Estados Unidos difundida en la revista Military Review. He
participado y dirigido una guerra popular, simple y concretamente.
II.- La ley antiterrorista, específicamente el Decreto Ley veinticinco cuatro
setenta y cinco es inconstitucional y atenta contra el principio universal de la
tipicidad de la ley penal. Tal ha sido afirmado por la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos y por juristas dentro y fuera de nuestro país. En
consecuencia es inaplicable ese dispositivo. La sentencia dictada por el tribunal
Constitucional el tres de enero del presente año sobre Acción de
Inconstitucionalidad en modo alguno resolvió lo que se le había pedido: se le
demandó, en petición de miles de ciudadanos, la declaración de nulidad del
Decreto Ley veinticinco cuatro setenta y cinco, entre otros; pero el tribunal
invocando un supuesto derecho de interpretación para el cual no está facultado
por la Constitución peruana resolvió mantener el Decreto Ley veinticinco cuatro
setenta y cinco y, a su vez, a más de mantener este nefasto dispositivo del
Gobierno de facto de Fujimori, por ende mantiene una pieza clave y en último
término la columna que sostiene el sistema represivo que hoy quiere
imponérsenos como legal. No sólo esto sino que, el Tribunal hace una larga,
reiterativa y enredada explicación para pretender fundamentar su "capacidad" o
"facultad" de interpretativamente sostener el decreto ley fujimorista al que
estamos aludiendo.
III.- En el país, el siglo veinte lo ha mostrado reiteradas veces, se han dado
regímenes de excepción con tribunales militares y leyes dictatoriales como lo
reconocen diversos autores. Pues bien, Fujimori tras el golpe de Estado del
cinco de abril del noventidós va a mantener esa tradición abiertamente
antidemocrática, pruebas saltantes son las leyes sobre el llamado terrorismo, la
llamada ley de traición a la patria y dispositivos complementarios a las mismas.
En esas condiciones como muchos otros peruanos que combatíamos en una
guerra popular fui sancionado y condenado por un tribunal militar. Hoy se
mantiene regímenes procesales antidemocráticos siguiendo lo que Fujimori
comenzara. Más aún, consideramos, que se ha establecido en el país un
verdadero Fuero antiterrorista al cual se busca someternos yéndose contra
estrictas normas constitucionales y leyes orgánicas en cuanto a sistemas de
juzgamiento penal se refiere. A mí como a muchos otros nos correspondería
ser juzgados por un Juez natural, específico, por un Juez penal común.
Expreso mi cabal discrepancia y completo rechazo a un Fuero antiterrorista en
nuestro país. Quisiera especificar, la ley autoritativa veintisiete nueve trece que
dio facultades al Ejecutivo para normar lo que dispuso el tres de enero el
Tribunal Constitucional, planteó y reconoció el derecho de petición para
demandar o solicitar nulidad de sentencia o un nuevo juicio; el decreto
legislativo novecientos veintidós ha violado flagrantemente ese derecho de
petición, derecho que obviamente fue reconocido por el Tribunal en
acatamiento de normas constitucionales. He ahí una evidente nueva violación

81
de los derechos que se nos han concedido por la ley autoritativa del Congreso
y la sentencia del Tribunal Constitucional antes referida.
IV.- El Decreto Legislativo novecientos veintiuno norma la aplicación de la
cadena perpetua, sanción que pese a haberla considerado inconstitucional el
Tribunal Constitucional la ha mantenido o reintroducido según quepa
considerar. Lo claro y concreto es, la pena de cadena perpetua está en las
normas actuales y es absolutamente inaceptable que se mantenga tal sanción
yendo contra la tradición jurídica y democrática de nuestra patria. Podría
debatirse esta situación, obviamente; sin embargo, lo cierto es: La Fiscalía en
su acusación plantea en mi caso, así como en otros, la sanción con cadena
perpetua, situación que ha sido considerada en la apertura de instrucción en mi
contra. Así, en consecuencia, hay mantención de drásticas disposiciones y
sanciones que serán aplicadas, se sobreentiende, pues por algo habrán sido
normadas, en contra de quienes serán juzgados por delitos de supuesto
terrorismo.
V.- En los Decretos Legislativos derivados de la sentencia del Tribunal se
establecen diversas disposiciones que van contra el debido proceso. Para no
abundar me permito referirme a un problema sustantivo, sin decir que los
demás no lo sean, el de la publicidad. Publicidad seriamente recortada y que
puede quedar sujeta al arbitrio si alguien quisiera mal manejarla; en este punto
baste resaltar lo siguiente: la publicidad en el derecho penal, como bien
sabemos todos, por larguísima tradición de siglos es garantía necesaria, por
ende necesaria para la administración de justicia y la validez de la sanción o
condena. Obviamente de su condición de indispensable para que una sanción
sea justa y para que rija la justicia. Valga notar también cómo puede ser
restringida la palabra del inculpado cuando sea juzgado en una Sala, incluso
que puede ser desalojado y sentenciado sin su presencia; son especificaciones
todas que dan mucho que pensar.
VI.- Permítaseme insistir en un punto a mi juicio sustantivo: El Decreto Ley
veinticinco cuatro setenta y cinco fue promulgado por un gobierno de facto; en
consecuencia de conformidad con la Constitución del setenta y nueve, no tenía
validez alguna y no debía ser aplicado; más, según la carta de entonces debió
ser rechazado, pues su vicio de origen es insalvable. Esta cuestión no la ha
querido tratar como corresponde el Tribunal Constitucional. La forma como este
Tribunal trata el problema en la sentencia del tres de enero no tiene
fundamentos suficientes; más, juega con la vigencia de las constituciones la del
setenta y nueve y la del noventa y tres y, lo que es mas delicado, lleva a
plantearse una interrogante ¿Está el Tribunal fundamentando el derecho al
golpe de Estado?. Problema sumamente serio y delicado cuya historia en el
país todos conocemos.- Por esas condiciones reitero mi disconformidad y
rechazo con el juicio que se ha ordenado se me abra. Además lo antedicho
muestra, a mi entender, que no hay condiciones para un debido proceso que
concluya o concluyera con una sentencia justa en caso de persistirse en mi
juzgamiento. Asimismo, es evidente, lo prueban los medios de comunicación,
que hay una abierta campaña en mi contra, prosiguiéndose la vieja campaña
de los noventa que apuntó a presentarme como un monstruo; es obvio que la
opinión pública es de importancia en el juzgamiento, sin pretender que lo

82
determine. Más aún, desde mi detención no se reconoce mi derecho a
responder la campaña negra que se lleva en mi contra; se me ha negado y
sigue negándoseme el derecho de libertad de expresión y por ende se me
niega la libertad de pensamiento, pues no pueden separase según las normas
establecidas incluso internacionalmente. Por todo lo antedicho y acogiéndome
al artículo ciento veintisiete del Código de Procedimientos Penales guardaré
silencio; cito este artículo por que es meridianamente claro. Lo que estoy
expresando y señalo de guardar silencio tiene como fundamento las razones
dadas para ello, en modo alguno tiene que ver con quienes me están juzgando
específicamente ni es de modo alguno un problema personal; más aún pido
que se sirva tener lo antedicho como fundado en estas razones enumeradas
del punto primero al sexto. Finalmente, en razón de corresponder a mi interés
como persona, y al de muchas otras personas, miembros del Partido
Comunista del Perú, o relacionados, ligados o que se les ligue a nuestra
organización, quiero expresar, considerando que el derecho no ese sino el
interés de los ciudadanos o personas garantizado por la Ley, digo esta actitud
de guardar silencio de modo alguno va contra nuestra posición reiteradamente
sostenida desde mil novecientos noventa y nueve de buscar una solución
política a los problemas de la guerra popular, esto es a los problemas
derivados de ella. Pues, incluso el que tal petición no sea atendida por quien
corresponda, más la campaña que se nos haga en contra, no mellan nuestra
decisión, aquí una vez mas reiterada de velar por una solución política a los
problemas derivadas de la guerra popular. “
Durante el juicio oral no he dado declaración alguna haciendo uso de mi
derecho a guardar silencio y frente a la acusación, manifesté:
“Simplemente no soy terrorista, nunca he sido y jamás lo seré, soy un
revolucionario combatiente del Partido Comunista del Perú, lo he dicho en
declaración, presentada ante el primer juzgado el cinco de mayo de 2003
cuando asumí políticamente mi responsabilidad y jamás la rehuiré.”
Al finalizar el juicio oral con la expedición de la sentencia por la Sala Penal
Nacional, contra la misma interpuse recurso de nulidad.
2.- Elena Albertina Yparraguirre Revoredo: Fui detenida el 12 de septiembre
de 1,992, procesada y juzgada en el Fuero Militar y sentenciada a cadena
perpetua, sentencia que posteriormente fue anulada por el Estado Peruano.
Nuevamente fui procesada, juzgada y sentenciada a la pena de cadena
perpetua mediante la Sentencia y Ejecutoria que es materia de la presente
denuncia.
Iniciado el nuevo juicio, mediante escrito de fecha 17 de mayo de 2003
presentado al juzgado, manifesté lo siguiente:
“Señor Juez del Primer juzgado Especializado en Terrorismo. Muy atentamente
ante usted, Señor Juez digo: Como lo hice ante los Tribunales Militares, aquí
también hoy asumo mi responsabilidad: Soy marxista, leninista, maoísta,
pensamiento Gonzalo, militante del Partido Comunista del Perú desde 1968 y
dirigente del Comité Central desde 1979, y como tal participé en la conducción

83
de la Guerra Popular iniciada el 17 de mayo de 1980 hasta el momento de mi
detención el 12 de septiembre de 1992.
Mi decisión era concurrir a la Justicia para esclarecer cuanto se me imputara en
el Fuero Militar, instancia a la que siendo civil no se me debió someter. Por ello
y a través de mis familiares recurrí a una revisión de caso que fuera rechazada;
posteriormente, mis propios familiares interpusieron un Hábeas Corpus a
resultas del cual el Tribunal Constitucional dispuso la nulidad del juicio en los
Tribunales Militares y la apertura de uno nuevo en el Fuero Común. Sin
embargo en este proceso judicial me veo compelida a no declarar desde la
instructiva por las siguientes razones:
I.- No soy terrorista, no acepto se me juzgue como tal, mi delito es político
social, soy una presa política, más aún, prisionera de guerra, pues, lo que el
Partido Comunista del Perú ha dirigido es una Guerra Popular librada
principalmente en el campo, complementariamente en la ciudad, con el objetivo
de hacer una revolución democrática e instaurar una República Popular de
Nueva Democracia en el país, como registran los documentos oficiales.
Empero, el Estado peruano, desde los años 80, sigue calificando a la Guerra
Popular como terrorismo guiándose por la política del imperialismo
norteamericano en la materia usando modalidades de la propia tradición
represiva peruana de los estados de excepción, con el claro propósito de vaciar
el contenido de transformación social a la lucha revolucionaria y reducir a los
revolucionarios a la condición de delincuentes comunes, estigmatizándosenos
con el marchamo de "terroristas" para justificar su represión desenfrenada,
sistemático desprestigio y vano sueño de acabar la revolución y extinguir a los
revolucionarios.
Mas si la ley no refleja el hecho social tal cual es no puede ejercer justicia, no
puede ser justa y no podrá haber un juicio justo; y si se está como se dice en
un régimen democrático ¿cómo puede haber sistemas legales que mas bien
corresponden a regímenes dictatoriales?
II.- No obstante los avances de la sentencia del Tribunal Constitucional ante la
demanda de más de 5000 ciudadanos por cambiar la legislación
antisubversiva, ha incumplido su función al mantener el D.L. 25475, ley
antiterrorista promulgado por el ex-presidente Alberto Fujimori en su gobierno
de facto, por tanto es una ley inconstitucional, que además va contra el
principio de legalidad y contra el principio de tipicidad al definir el delito de
terrorismo en forma abierta y difusa, en consecuencia, no tiene los caracteres
que debe tener una ley penal para ser válida. Y esto está considerado por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos y juristas nacionales e
internacionales. El D.L. 25475 debe derogarse y se me debe juzgar con la
Constitución y las leyes vigentes al momento de mi detención.
III.- La Constitución establece cuales son los Tribunales que deben juzgar a los
ciudadanos, a mí me corresponde ser juzgada por la Justicia Penal Común.
Pero ¿qué se ha hecho? Siguiendo lo planteado por el fujimorismo se
mantienen jueces y Salas "especializadas" en terrorismo creando un fuero
antiterrorismo en los hechos, para de esa manera aplicar un sistema represivo

84
y violatorio del principio de igualdad ante la ley. Por lo tanto se viola mi derecho
de ser juzgada por un Juez natural.
Máxime si a mí se me puso bajo jurisdicción del 28º Juzgado Penal Común y
de ahí se han hecho una serie de manejos y dilaciones para pasarme en la
parte final del año y comienzos del 2003 al fuero antiterrorista. Yo no estoy de
acuerdo con eso porque me corresponde un Juez Penal Común.
IV.- Al mantenerse el D.L.25475 se mantienen penas drásticas como 30 años,
incluso la cadena perpetua, regulada en el D.L. 921, la cual si bien es discutible
la pueden aplicar por ley como la acusación Fiscal y la apertura de instrucción
en mi contra lo prueban. Olvidándose que la mayor parte de los prisioneros de
guerra y presos políticos del país llevan mas de diez años de carcelería y en
las mas inicuas condiciones de ejecución penal: aislamiento y encierro celular
que, si bien están cambiando aún no condicen con los derechos que asisten a
las personas así estén privadas de libertad y en mi caso como el de muchos,
en condición de inculpados, ya no sentenciados.
Y como todos sabemos, la cadena perpetua es una forma de tortura constante
porque a la perspectiva de muerte se le añade la de vivir sólo para morir sin
libertad. ¿Pueden esas penas corresponder a la necesidad de servir a la
reconciliación nacional que el régimen actual propaga?
V.- Se mantienen también disposiciones que van contra el debido proceso. En
mi caso se me abrió instrucción dentro de lo establecido por el D.L. 25475 y ahí
rige un procedimiento pero posteriormente se aplicó otro específicamente para
continuación de la instructiva por ejemplo. Luego, después de la sentencia del
Tribunal Constitucional, se han emitido por el Ejecutivo Decretos Legislativos
como el 921 y siguientes que violan las garantías de un juicio público o dan
validez a los atestados policiales, ente otros; estas medidas implican
variaciones que repercuten en mi situación y la de otros compañeros
desfavorablemente.
VI.- El D.L. 25475 ha sido promulgado, insisto, por un gobierno de facto, y de
acuerdo con la Constitución de 1979 toda disposición dada por un gobierno
usurpador carece de validez alguna; y si lo convalidó el Congreso
Constituyente de 1993 yo fui detenida en septiembre del 92 cuando regía la
Constitución del 79.
Finalmente, subrayo mi disposición a seguir bregando por encontrar una
solución política a los problemas derivados de la guerra popular, como lo vengo
haciendo desde 1999. Por lo expuesto, Señor Juez, reitero a Usted mi decisión
de no declarar, solicitando se sirva disponer se agregue este documento al
expediente, el mismo que contiene los fundamentos de mi decisión”.
Durante el juicio oral no he dado declaración alguna, haciendo uso de mi
derecho a guardar silencio de conformidad con lo dispuesto en el Artículo 245º
del Código de Procedimientos Penales del Perú.
Frente a la acusación manifesté:

85
Rechazo la acusación ya he presentado una carta declaratoria en la instructiva
del 17 de mayo de 2003, allí expongo que son tres partes, en las cuales
expreso 1° las razones por las cuales no acepto ser juzgada como terrorista; 2°
asumo mi responsabilidad como marxista-leninista- maoísta, pensamiento
gonzalo y dirigente del Partido Comunista del Perú, y como tal en la dirección
de la guerra popular; y 3° guardaré silencio por no contar con las garantías
para un juicio justo”.
En cuanto a mi especificación de ejecución penal me encuentro en aislamiento
en un ambiente separado de los pabellones, en un ambiente “especial”, se me
discrimina del derecho a la visita familiar -encuentro familiar- porque soy
conviviente del Dr. Abimael Guzmán Reinoso a quien se le niega hasta hoy
todo tipo de visitas; encuentro familiar que constituye un derecho fundamental
violándose en mi caso lo planteado por la Constitución Peruana y la
Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la Mujer “Convención de Belén do Pará” siendo que durante 4 años
vengo solicitando se me otorgue este derecho contemplado en el Reglamento
del Código de Ejecución Penal –DS 015-2003-JUS y el Código de Ejecución
Penal.

3.- María Guadalupe Pantoja Sánchez,


1) Fui intervenida y detenida el 12 de septiembre de l,992, por la Policía
Nacional en circunstancias que en la fecha señalada concurrí al inmueble cito
en la calle N° 459, los Sauces- Surquillo, lugar donde luego de golpearme pasé
la noche con las manos esposadas y con la vista vendada, tirada en el piso, sin
que la Policía me hiciera conocer el motivo o cargos que pesaban en mi contra,
ni notificarme con el mandato de detención, al día siguiente fui conducida a la
dependencia de la Dirección Nacional contra el terrorismo de la Policía
Nacional (DINCOTE) lugar en el que permanecí incomunicada con el mundo
exterior. El 22 de septiembre del mencionado año fui forzada a golpes a
ponerme un traje a rayas, con número al pecho, y esposada fue expuesta ante
un grupo de periodistas, policías uniformados y otros, quienes lanzaban
improperios a gritos contra mis convicciones ideológicas y mi condición de
mujer; sin siquiera antes haber rendido mi manifestación policial, la misma que
recién tuvo lugar en 23 de septiembre de 1992, es decir 11 días después de mi
detención, a pesar de ello no me permitieron por lo menos conferenciar con mi
abogado defensor.
2) Días después, sin que se me comunicara ni a mi abogado o familiar alguno,
fui trasladada a la Base Aérea de la Joya en el departamento de Arequipa, sin
que existiera – a la fecha no obra en el expediente- disposición alguna y
motivos para ello, conllevado a que tanto mi propia persona como mis
familiares desconozcan mi paradero durante mucho tiempo.

3) Fui procesada y sentenciada por el Consejo de Guerra de la tercera Zona


Judicial de la Fuerza Aérea de Arequipa por supuesto delito de Traición a la
Patria contenido en el Decreto Ley N° 25659, en un procedimiento sumarísimo

86
en el interior del cuartel como el “teatro de operaciones” sometida a un
procedimiento distinto al previamente establecido por ley, en razón de que a
raíz de nuestra detención se emite el Decreto Ley N° 25744 que reglamentaba
al decreto Ley N° 25659, sin derecho a defensa alguna, toda vez que mis
familiares y abogado desconocían mi paradero, proceso que se llevó a cabo
en secreto y aislamiento absoluto; en lugar de mi abogado defensor, me
impusieron un “supuesto” abogado identificado con clave que lejos de ejercer la
defensa se convirtió en un agente policiaco más, mi abogada recién tuvo
opción de apersonarse luego de pronunciada la sentencia el 7 de octubre de
1992 en la que fui condenada a cadena perpetua, la misma que fue ratificada el
9 de octubre del mismo año, señalando además esta última Resolución que
dicha pena la cumpliría en, la Base Aérea de la Joya, en el Departamento de
Arequipa.
Permanecí en el más absoluto aislamiento, sin poder interponer recurso alguno
contra el Juicio ilegal al que fui sometida, no solamente porque existía una ley
prohibitiva para quienes éramos aprehendidos o sentenciados por delito de
Terrorismo y Traición a la Patria, sino, porque el aislamiento de mi familia y
amigos hicieron que no tenga forma de llegar a Tribunal alguno, pero, tal como
tengo señalado ante el tribunal de excepción que me juzgó, materializo ahora
esta denuncia conjunta ante la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos.
4) Luego de la sentencia y fallo emitido por el Fuero Militar, en diciembre de
1992, fui trasladada nuevamente sin que se me comunicara, al establecimiento
Penal de Máxima Seguridad de Yanamayo, ubicado en la región altiplánica
andina, departamento de Puno, sobre una altitud de 4,000 metros sobre el nivel
del mar, sujeta a un régimen de aislamiento celular durante un año, encerrada
en una celda de l.50m de ancho y 2m de largo, durante 72 horas accediendo al
patio sólo por 30 minutos el primer año de la detención y 23 horas y media los
años posteriores; despojada de todo tipo de material de lectura y trabajo, se
estableció la visita familiar (familiares directos) una vez al mes que por la
lejanía se traducía en una visita por año, aparte que los familiares eran
constantemente hostigados y sometidos a revisiones vejatorias y humillantes a
su dignidad a cambio de poder visitarnos.
5) Posteriormente, en mayo del 2001, fui trasladada al establecimiento Penal
de Aucallama-Huaral y actualmente me encuentro recluida en el
Establecimiento Penal de Mujeres anexo- Chorrillos, por primera vez en un
penal de la ciudad donde viven mis familiares.
6) El l5 de junio del 2002 se planteó una Acción de Inconstitucionalidad por Don
Marcelino Tineo Silva y más de cinco mil ciudadanos contra los Decretos Leyes
225475, 25659, 25708 y 25880 ante el Tribunal Constitucional, expediente 010-
2002-AI/TC, la misma que concluyera en sentencia del 3 de enero del año 2003
que anula todos los juicios militares y de jueces sin rostro y declara
inconstitucional el Decreto Ley 25659 excepto el artículo 8° del mismo,
disponiendo además que el Congreso de la República en un plazo razonable
legislara a fin de viabilizar los nuevos procesos judiciales al que tendrían
acceso previa petición de parte del sentenciado.

87
El artículo 7° de la Convención Americana de Derechos Humanos señala:
“Artículo 7° derecho a la Libertad Personal.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y seguridad personal.
2. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento arbitrarios
5. Toda persona (...) tiene derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad (...)”
Dentro del principio de Legalidad encontramos el aforismo Nullun
crimen sine legge, no existe crimen si no está en la ley, fui sentenciada en el
fuero Militar a la pena de Cadena Perpetua por delito de Traición a al Patria, el
Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el decreto Ley N° 25659,
decreto que tipifica el llamado delito de Traición a la Patria, entonces no existía
ya el delito de Traición a la Patria -valga la redundancia- en la legislación
peruana, por lo que correspondía era mi inmediata libertad.
Por otro lado, a la fecha de disponerse el nuevo juzgamiento habían
transcurrido 11 largos años y a la fecha de emitirse la sentencia y ejecutoria en
mi contra han transcurrido l6 años, considero que es una ilegalidad, una abierta
violación a mi derecho a la libertad y a ser juzgada en un plazo razonable,
máxime cuando las violaciones a mi derecho a un debido proceso provinieron
del Estado Peruano desde el momento de mi detención, El 12 de septiembre
del 2004 presenté con otros coinculpados un recurso de Habeas Hábeas contra
el exceso de carcelería y no fue resuelto.
7) Del Nuevo Juicio. En este segundo juzgamiento, el Estado nuevamente ha
violado los artículos 5, 7, 8, y 9 de la Convención Americana en mi caso
específico por lo siguiente:
a. El 16 de mayo del año 2003, la Fiscalía Provincial para casos de
terrorismo, formaliza denuncia penal contra mi persona por delito de
terrorismo agravado tipificado en el artículo 3° inc. “a” del decreto Ley
25475, simplemente sin imputarme hecho alguno sino la supuesta
condición de ser dirigente. Y el 22 de mayo del mismo año se dicta auto
apertorio de instrucción por el Juzgado Especial de Terrorismo de lima,
con la misma tipificación efectuada por el Ministerio Público. La
acusación fiscal data de fecha 15 de agosto del 2005. La Sala Nacional
de Terrorismo dicta el auto de enjuiciamiento y el 13 de octubre del 2006
se dicta sentencia que me condena a 35 años de pena privativa de
libertad, más el pago de una reparación civil por tres mil setecientos
millones de soles, como dirigente sin haberlo demostrado y en abierta
negación de un juicio justo y mediante Ejecutoria Suprema se eleva la
pena a cadena perpetua.
b. La Ejecutoria Suprema yendo más allá de la Sentencia de la Sala Penal
Nacional que calificó de terrorismo la naturaleza de los hechos
imputados, con lo cual pretenden negar la verdad de los hechos de una
guerra popular queriéndola reducir a hecho jurídico penal y razón por la

88
cual me aplican de comienzo a fin todo un sistema legal antisubversivo
de excepción concebido como arma de su guerra contrasubversiva, la
Sala Nacional, decía, emite su fallo encuadrando mi conducta como
criminalidad organizada, tipo penal por el que no fui denunciada, menos
juzgada, tampoco sentenciada, existiendo falta de unidad o
concordancia entre el delito denunciado, investigado y sentenciado, más
aún cuando la Sala Penal Nacional señaló que no se estaba enjuiciando
a la organización, sino los actos delictivos que habríamos cometido los
acusados, a las claras se ve que califica al Partido Comunista del Perú
de organización criminal

Soy militante del partido Comunista del Perú como lo he señalado desde
mi manifestación policial, y en la declaración presentada ante el primer juzgado
el l4 de mayo del 2003, asumí la responsabilidad de combatiente revolucionaria
de la guerra popular y mi decisión de guardar silencio. Durante el juicio oral no
he dado declaración alguna, haciendo uso de mi derecho de guardar silencio.
Dos puntos de partida: calificar a la organización a la que pertenezco de
organización criminal además de terrorista so pretexto de describirla sin
ninguna fundamentación devela el carácter eminentemente político de esta
sentencia. Afirmar no es probar.
c. Se me está aplicando el Decreto ley 254745 cuyo artículo 2 viola el
principio de legalidad en cuanto que lesiona la exigencia de precisión y
taxatividad de la norma penal que no puede ser abierta de amplia
interpretación. En mi caso específico, se me acusa no de hechos sino
de ser dirigente y por tal razón de este mismo DL. 25475 me aplican el
artículo 3 a) concebido como supuesto delito autónomo de ser dirigente
cuando en verdad es una pena agravada para el delito de terrorismo
establecido en el artículo 2 de este mismo DL. 25475 ya demostrado en
la parte II.

Del análisis de las normas citadas, en esa II parte punto 2: Supuesto


delito autónomo de ser dirigente, art. 3 a) del DL. 25475, claramente se
observa que el artículo 3° inciso “a” del decreto Ley N” 25475 se encontraba
derogado, en la misma línea de argumentación se encuentra lo sostenido por
juristas nacionales como es el caso del Dr. Ronald Gamarra, en su texto
“Terrorismo, Tratamiento Jurídico” sostiene:
“Como se puede observar, los incisos a y b del artículo 2° del decreto ley
N” 25659 regulan los mismos supuestos del artículo 3° del decreto Ley
N” 25475. La diferencia radica en que, en el primero, los supuestos
constituyen por sí mismos tipos autónomos, sin necesidad de ser ligados
a un tipo base como en el segundo caso.

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En definitiva, los incisos a y b del artículo 2° del decreto ley N” 25659, ha
derogado en forma tácita el inciso “a” del artículo 3” del decreto ley N”
25475”.
Incluso de las normas glosadas y lo señalado por el Dr. Ronald Gamarra
tenemos que el artículo 2” del decreto ley N” 25659 establecía el tipo autónomo
de pertenencia a grupo dirigencial, en cambio el artículo 3” inciso “a” del
decreto Ley N” 25475 sancionaba la pena agravada del delito del terrorismo,
claramente tal autonomía del artículo 3” del decreto Ley en cuestión NO
EXISTE, el problema es simplemente que, al no poder probar la comisión de
acto alguno tipificado como delito de terrorismo que sirve de base a la figura de
terrorismo agravado, se recurrió a este mecanismo, para finalmente
sentenciarme a la pena de cadena perpetua.
d. En cuanto a la cadena perpetua que la Ejecutoria Suprema eleva:
1º En mi caso es la Corte Suprema la que me subió la pena de 35 años
a cadena perpetua
2° La pena de Cadena Perpetua que la Ejecutoria Suprema me ha
impuesto en contradicción con la Sala Penal Nacional, al momento
de emitir la sentencia condenatoria no se encontraba vigente en la
legislación penal, tal como lo hemos demostrado en la II parte de la
demanda.
3° Por lo que considero que se ha violado el artículo 9ª de la
Convención Americana que establece:
“Artículo 9°. Principio de Legalidad y de Retroactividad.
Nadie `puede se condenado por acciones u omisiones que en el
momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho a
aplicarse. Tampoco se puede imponer pena más grave que la
aplicable en el momento de la comisión del delito…”
4° Prueba de lo que sostengo, es el Decreto Legislativo 982 del 22 de
julio del año 2007, que nuevamente reintroduce la cadena perpetua,
disponiendo textualmente:
“Articulo 29ª.- Duración de la Pena Privativa de Libertad.
La pena privativa de libertad puede ser temporal o de cadena
perpetua. En el primer caso, tendrá una duración mínima de dos días
y una máxima de treinta y cinco años:”
5° Además que la imposición de la Pena de Cadena Perpetua
contraviene el artículo 5ª de la Convención Americana, así tenemos:
“Articulo 5° Derecho a la integridad personal.
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psíquica y moral.

90
6. Las penas privativas de libertad tendrán como finalidad esencial la
reforma y la readaptación social de los condenados”.
6° La cadena perpetua es inhumana y hasta degradante, que niega al
penado a reincorporarse a la sociedad, a aspirar alguna vez su
libertad tras largos años de carcelería, téngase en cuenta que luego
de la sentencia del Tribunal Constitucional en el expediente 010-
2002-AI/TC, se emitió el decreto Legislativo N° 921, la misma que
regula la pena de Cadena Perpetua, señalando ésta que su revisión
puede efectuarse transcurrido 35 años de carcelería, lo que
considero perenniza mi permanencia privada de libertad toda la vida,
no existe límite, es indefinida, convirtiéndola en un instrumento de
tortura contra mi persona.
Téngase presente como Jurisprudencia Internacional que el Estatuto
de Roma, si bien es cierto contempla la pena de Cadena Perpetua,
sin embargo su artículo 110° del citado cuerpo legal prescribe:

“Artículo 110°. Examen de una reducción de pena.


(…)
2. Cuando el recluso haya cumplido las dos terceras partes de la
pena o 25 años de prisión en caso de cadena perpetua, la Corte
revisará la pena para determinar si ésta puede reducirse (…)”.
Como se puede observar, la revisión de la pena de Cadena Perpetua
es de 25 años, para el procedimiento señala que será antes de
cumplirse los plazos; una gran diferencia con la legislación peruana,
con el claro objetivo de mantenerme en prisión de por vida, a la par
que me imponen la pena privativa de libertad de Cadena Perpetua,
debo pagar en forma solidaria con mis demás co-sentenciados la
ilegal e impagable suma de TRES MIL SETECIENTOS MILLONES
DE NUEVOS SOLES; ilegal porque judicialmente nos se puede
exigir un imposible jurídico, impagable, en razón de ser una suma a
la que jamás tendré acceso, además, debe tenerse presente que a la
fecha he devenido en insolvente por una situación ajena a mi
voluntad, el Estado peruano me mantiene privada de mi libertad 16
años, es decir, 16 años que no puedo trabajar, ni contar con medio
alguno que me permita generar ingresos en consecuencia estoy
condenada a morir en prisión, sin ninguna esperanza de libertad.

e. Tal como denunciamos en el punto 6° Fuero Antiterrorista de la Parte II


de esta demanda conjunta, en mi caso se me ha sacado del Fuero
ordinario que por ley me correspondía y se me ha impuesto un fuero de
excepción, violándose el artículo 8.1 de la Convención Americana que a
la letra dice:

91
“Artículo 8.1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente independiente e imparcial, establecido CON
ANTERIORIDAD POR LA LEY (…)

Se me han violado los artículos 139° inc. 3, 106°, 143° de la


Constitución Política del Perú, así como el Artículo 26 de la Estructura
del Poder Judicial; imponiéndoseme este fuero de excepción por
simples resoluciones administrativas.
Por otro lado, como es de observarse las Resoluciones Administrativas
en cuestión, que establecen un fuero antiterrorista son posteriores a los
hechos materia de enjuiciamiento, así tenemos que estas resoluciones
fueron emitidas en fechas 20 de noviembre de 1997, 12 de diciembre de
1997, 22 de febrero del 2001 y 20 de Julio del 2002 y las imputaciones
hechas por el Ministerio Publico datan hasta el año 1992,
transgrediendo el artículo 139 inciso 3 de la Constitución Política del
Perú y la Convención Americana de Derecho Humanos transcritas
supra.
En ningún extremo de la Constitución Política del Estado y la ley
Orgánica del Poder Judicial existen Juzgados por delitos, como en caso
de los llamados Juzgados de Terrorismo o Sala de Terrorismo, por ello
considero que es un fuero diferente al ordinario, un fuero de Excepción.
f. Asimismo cabe señalar, el Código de Procedimientos Penales del Perú
prescribe:
“TÌTULO I
PRINCIPIO DE LA INSTRUCCIÓN
CITACIÓN Y DETENCIÓN DEL INCULPADO.
ARTÍCULO 72. Objeto de la Instrucción.
La instrucción tiene por objeto reunir la prueba de la realización de delito
de las circunstancias en que se la perpetrado, y de sus móviles
(…)”
CÓDIGO PROCESAL PENAL.
Articulo 137°. Duración de la detención
“La detención no durará más de nueve meses en el procedimiento
ordinario y de dieciocho meses en el procedimiento especial (…).
Tratándose de procedimientos por delito de tráfico ilícito de drogas,
terrorismo, espionaje y otros de naturaleza compleja seguidos contra
más de diez imputados en agravio de igual número de personas o el
Estado, el plazo límite de detención se duplicará. A su vencimiento, sin

92
haberse dictado la sentencia de primer grado, deberá decretarse la
inmediata libertad del inculpado, (…)”

En el proceso a que fui sometida ante el juzgado antiterrorista no se


cumplieron tales disposiciones, así tenemos que en la etapa de instrucción se
limitaron en una primera oportunidad a apersonarse al Establecimiento Penal
de Aucallama y pretender tomarme la declaración instructiva sin haberme
notificado con el auto apertorio de instrucción y el mandato de detención que
pesaba en mi contra, violándose el artículo 8.2 de la Convención Americana
que establece: las garantías judiciales: “Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a (...) b) Comunicación previa y detallada al inculpado de la denuncia
formulada” y también apelo al inciso c) Concesión al inculpado del tiempo y de
los medios adecuados para la preparación de su defensa”., pues no contaba
con abogado de mi elección, por lo que dicha diligencia tuvo que suspenderse;
finalmente, por escrito fundamenté las razones por las que no iba a prestar
declaración. Nunca se llevó a cabo diligencias de inspección ocular, toma de
testimoniales u otras que conlleven a recabar pruebas sobre el delito que se
me imputaba. En cuanto al mandato de detención, es una aberración que luego
de once años privada de libertad me notifiquen con un mandato de detención,
la norma glosada claramente establece como máximo 18 meses y en caso de
terrorismo 36 meses como máximo, aún ello permanecí y permanezco privada
de liberad sin habérseme notificado con dicho mandato, vulnerando el principio
de legalidad procesal y del derecho a la igualdad consagrado en el artículo 24
de la Convención Americana de Derechos Humanos que dispone:
“Artículo 234°. Igualdad ante la Ley.
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen
derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.”

Lo que correspondía era que el Juez disponga mi liberación inmediata,


sin embargo por el simple hecho de ser mi conducta calificada por el Estado
como de terrorismo agravado, sencillamente no aplican la ley que si lo hace
con otros.
Finalmente teniendo presente que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos no es una cuarta instancia o tribunal de alzada, debo referirme en
cuanto a las pruebas que menciona la Sentencia y Ejecutoria Suprema:
Sobre las muestras M4 y M6, pues estos constituyen escritos mecanografiados
a máquina, nunca se probó que esa máquina fuera de mi pertenencia o la
habría utilizado mi persona, ni se me incautó tampoco.
En cuanto al seudónimo de Doris, apelativo con el que habría hecho llegar una
carta al Presidente Gonzalo, no existe pericia o prueba alguna que demuestre
que ese documento provenga de mi puño gráfico, éste apelativo que
supuestamente sería el mío, recién aparece en el Juicio Oral, siendo la única

93
persona que lo menciona Oscar Ramírez Durand, el mismo que en la etapa de
instrucción señaló que no conocía mi nivel dentro del partido ni el apelativo que
utilizaba, lo cual resta fuerte dosis de credibilidad, pues al ser también un
acusado, optó por la figura de la “confesión sincera”, con claro interés en los
apremios que ésta otorga. También se hace mención a mi presencia en las
conversaciones sobre la propuesta para un Acuerdo de Paz, éste fue un hecho
posterior a mi detención y no fue materia de denuncia ni juzgamiento, sin
embargo es inaudito que a quien propulsa un Acuerdo de Paz y una solución
política a la guerra popular ocurrida en el Perú, se le considere terrorista y
prueba para sentenciarla a cadena perpetua.
Estas son las violaciones específicas que me mueven a elevar esta demanda
contra el Estado Peruano con el objeto que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos dictamine la responsabilidad internacional de Estado
Peruana por la violación de los derechos reconocidos en los artículos 1, 2, 5,7,
8, 8, 11,14, y 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia designo
como abogado defensor a la Doctora Carmen Rosa Hualla Muriel, con registro
CAP N° 1667.

4.- Laura Eugenia Zambrano Padilla


1. Fui intervenida y detenida el 12 de septiembre de l,992, por la Policía
Nacional en circunstancias que en la fecha señalada concurrí al inmueble cito
en la calle N° 459, los Sauces- Surquillo, lugar donde luego de golpearme pasé
la noche con las manos esposadas y con la vista vendada, tirada en el piso, sin
que la Policía me hiciera conocer el motivo o cargos que pesaban en mi contra,
ni notificarme con el mandato de detención, al día siguiente fui conducida a la
dependencia de la Dirección Nacional contra el terrorismo de la Policía
Nacional (DINCOTE) lugar en el que permanecí incomunicada con el mundo
exterior el 22 de septiembre del mencionado año fui forzada a golpes a
ponerme un traje a rayas, con número al pecho, y esposada fue expuesta ante
un grupo de periodistas, policías uniformados y otros, quienes lanzaban
improperios a gritos contra mis convicciones ideológicas y mi condición de
mujer; sin siquiera antes haber rendido mi manifestación policial, la misma que
recién tuvo lugar en 23 de septiembre de 1992, es decir 11 días después de mi
detención, a pesar de ello no me permitieron por lo menos conferenciar con mi
abogado defensor.
2. Días Después, sin que se me comunicara ni a mi abogado o familiar alguno,
fui trasladada a la Basse Aérea de la Joya en el departamento de Arequipa, sin
que existiera – a la fecha no obra en el expediente- disposición alguna y
motivos para ello, conllevado a que tanto mi propia persona como mis
familiares desconozcan mi paradero durante mucho tiempo. Permanecí en
celda aislada durante tres meses, sin poder ver la luz del día; no podía
comunicarme con ninguna de las demás mujeres que también estaban en la
Base de La Joya (4 mujeres), pues estaba prohibido conversar o por lo menos
silbar.

94
3. Fui procesada y sentenciada por el llamado delito de traición a la patria por
el Consejo de Guerra de la Tercera Zona Judicial de la Fuerza Aérea-FAP de
Arequipa, en un procedimiento sumarísimo como en el teatro de operaciones,
sin derecho a defensa alguna, toda vez que mis familiares y abogado
desconocían mi paradero, proceso que se llevó a cabo en secreto y aislamiento
absoluto, durante el proceso permanecí sentada y enmarrocada a una silla,
los militares que en número de 10 o más me apuntaban a la cabeza con su
arma (fusil), me impusieron un abogado con “clave”, que lejos de defenderme
se convirtió en un acusador más; mi defensa recién tuvo opción de
apersonarse luego de pronunciada la sentencia de fecha 7 de octubre de 1992
en la que fui condenada a Cadena Perpetua, la misma que fue ratificada en
fecha 9 de octubre del mismo año, señalando además esta última resolución
que dicha pena la cumpliría en la Base de La Joya. Permanecí en el más
absoluto aislamiento, sin poder interponer recurso alguno contra el Juicio ilegal
al que fui sometida, no solamente porque existía una ley prohibitiva para
quienes éramos aprehendidos o sentenciados por delito de Terrorismo y
Traición a la Patria, sino, porque el aislamiento de mi familia y amigos hicieron
que no tenga forma de llegar a Tribunal alguno.
4. Luego de la sentencia y fallo emitido por el Fuero Militar fui trasladada
nuevamente sin que se me comunicara, al establecimiento Penal de Máxima
Seguridad de Yanamayo, a pesar de que la sentencia señalaba mi
permanencia en la Base de La Joya, sujeta a un régimen de aislamiento celular
durante un año, penal en el que las condiciones carcelarias eran
extremadamente restrictivas, encerrada en una celda oscura, sin luz artificial ni
natural de l.50 m de ancho y 2m de largo, durante 23 horas y media,
accediendo al patio sólo por 30 minutos diarios, despojada de todo tipo de
material de lectura y trabajo, no ingresaba un solo lapicero menos aguja; se
estableció la visita familiar (familiares directos) una vez al mes que por la
lejanía se traducía en una visita por año, aparte que los familiares eran
constantemente hostigados y sometidos a revisiones vejatorias y humillantes a
nuestra dignidad a cambio de poder visitarnos. Se implementó una política de
reducción y exterminio sistemático contra los prisioneros sentenciados por el
llamado delito de terrorismo y traición a la patria. No se permitía el ingreso de
frutas ni verduras que con mucho esfuerzo traía mi familia.
Las requisas que efectuaban eran sumamente violentas, golpizas a los
varones, amenazas contra las mujeres, destrucción de nuestras pertenencias.
La visita de nuestros familiares era por locutorios, media hora entre fierros y
mallas podíamos ver a nuestros padres o madres, hijos o los que tenían sus
esposos, este régimen implementado por el gobierno dictatorial violentaba la
Constitución política del Perú y los Tratados Internacionales sobre Derechos
Humanos.
5. Posteriormente fui trasladada al establecimiento Penal de Aucallama-Huaral
y actualmente me encuentro recluida en el Establecimiento Penal Anexo de
Mujeres de Chorrillos, sujeta a un régimen carcelario de hostigamiento, presión
y recorte de mis derechos recogidos en la Convención Americana

95
6. El l5 de junio del 2002 se planteó una Acción de Inconstitucionalidad por Don
Marcelino Tineo Silva y más de cinco mil ciudadanos contra los Decretos Leyes
225475, 25659, 25708 y 25880 ante el Tribunal Constitucional, expediente 010-
2002-AI/TC, la misma que concluyera en sentencia del 3 de enero del año 2003
que anula todos los juicios militares y de jueces sin rostro y declara
inconstitucional el Decreto Ley 25659 a excepción del artículo 8° del mismo,
disponiendo además que el Congreso de la República en un plazo razonable
legislara a fin de viabilizar los nuevos procesos judiciales al que tendrían
acceso previa petición de parte del sentenciado.
El artículo 7° de la Convención Americana de Derechos Humanos señala:

“Artículo 7° derecho a la Libertad Personal.


3. Toda persona tiene derecho a al libertad y seguridad
personal.
4. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento
arbitrarios
6. Toda persona (...) tiene derecho a ser juzgada dentro de un
plazo razonable o a ser puesta en libertad (...)”
Dentro del principio de Legalidad encontramos el aforismo Nullun crimen sine
legge, no existe crimen si no está en la ley fui sentenciada en el fuero Militar a
la pena de Cadena Perpetua por delito de Traición a al Patria, el Tribunal
Constitucional declaró inconstitucional el decreto Ley N° 25659, decreto que
tipifica el llamado delito de Traición a la Patria, entonces no existía ya el delito
de Traición a la Patria- valga la redundancia- en la legislación peruana, por lo
que correspondía era mi inmediata libertad. En fecha 21 de enero del año
2003, accioné un proceso de Hábeas Corpus contra el fuero militar, proceso
que llegó ante el Tribunal Constitucional que declaró fundada en parte mi
acción de garantía, reformando la sentencia recurrida (segunda instancia) que
confirmó la sentencia del décimo séptimo Juzgado Penal de Lima, que con
fecha 31 de enero de 2003 declaró que “carece de objeto pronunciarse sobre el
fondo de la presente acción por haberse producido la sustracción de la materia
debido a los alcances de la sentencia en el Exp. N° 010-2002-AI/TC”. Pese a
que la sentencia del Tribunal Constitucional me favoreció en parte, no me sirvió
de nada porque había pasado casi un año y el nuevo proceso ya estaba en
camino, pues la Sala nacional de Terrorismo ya de oficio había declarado nulo
el juicio en el fuero militar. El tribunal Constitucional declaró IMPROCEDENTE
mi petición de excarcelación que había solicitado en razón de que ya no estaba
vigente el Decreto Ley 25659 – delito de traición a la patria por haber sido
declarado inconstitucional. Lo que considero una violación al Principio de
Legalidad y la de la Cosa Juzgada, pues el derecho interno considera que
cuando un “hecho sancionado deja de ser punible, la pena impuesta y sus
efectos se extinguen de pleno derecho” (textual el artículo 7 del código Penal
dice:
“Artículo 7. Principio de retroactividad benigna.

96
Si, según la nueva ley, el hecho sancionado en una norma anterior deja
de ser punible, la pena impuesta y sus efectos se extinguen de pleno
derecho”.
7. En este segundo juzgamiento, el Estado nuevamente ha violado los artículos
5, 7, 8, y 9 de la Convención Americana en mi caso específico por lo siguiente:
a. El 16 de mayo del año 2003, la Fiscalía Provincial para casos de terrorismo,
formaliza denuncia penal contra mi persona mi persona por delito de terrorismo
agravado tipificado en el artículo 3° inc. “a” del decreto Ley 25475, simplemente
sin imputarme hecho alguno sino la supuesta condición de ser dirigente. Y el 22
de mayo del mismo año se dicta auto apertorio de instrucción por el Juzgado
Especial de Terrorismo de lima, con la misma tipificación efectuada por el
Ministerio Público. La acusación fiscal data de fecha... La Sala Nacional de
Terrorismo dicta el auto de enjuiciamiento y el 13 de octubre del 2006 se dicta
sentencia que me condena a 35 años de pena privativa de libertad, más el
pago de una reparación civil por tres mil setecientos millones de soles, como
dirigente sin haberlo demostrado y en abierta negación de un juicio justo y
mediante Ejecutoria Suprema se eleva la pena a cadena perpetua.
b. La Ejecutoria Suprema yendo más allá de la Sentencia de la Sala Penal
Nacional que calificó de terrorismo la naturaleza de los hechos imputados, con
lo cual pretenden negar la verdad de los hechos de una guerra popular
queriéndola reducir a hecho jurídico penal y razón por la cual me aplican de
comienzo a fin todo un sistema legal antisubversivo de excepción concebido
como arma de su guerra contrasubversiva, la Sala Nacional, decía, emite su
fallo encuadrando mi conducta como criminalidad organizada, tipo penal por el
que no fui denunciada, menos juzgada, tampoco sentenciada, existiendo falta
de unidad o concordancia entre el delito denunciado, investigado y
sentenciado, más aún cuando la Sala Penal Nacional señaló que no se estaba
enjuiciando a la organización, sino los actos delictivos que habríamos cometido
los acusados, a las claras se ve que califica al Partido Comunista del Perú de
organización criminal
Soy militante del partido Comunista del Perú como lo he señalado desde mi
manifestación policial, y en la declaración presentada ante el primer juzgado el
l4 de mayo del 2003, asumí la responsabilidad de combatiente revolucionaria
de la guerra popular y mi decisión de guardar silencia. Durante el juicio oral no
he dado declaración alguna, haciendo uso de mi derecho de guardar silencio.
Dos puntos de partida: calificar a la organización a la que pertenezco de
organización criminal además de terrorista so pretexto de describirla sin
ninguna fundamentación devela el carácter eminentemente político de esta
sentencia. Afirmar no es probar.
c. Se me está aplicando el Decreto ley 254745 cuyo artículo 2 viola el principio
de legalidad en cuanto que lesiona la exigencia de precisión y taxatividad de la
norma penal que no puede ser abierta de amplia interpretación. En mi caso
específico, se me acusa no de hechos sino de ser dirigente y por tal razón de
este mismo DL. 25475 me aplican el artículo 3 a) concebido como supuesto
delito autónomo de ser dirigente cuando en verdad es una pena agravada para

97
el delito de terrorismo establecido en el artículo 2 de este mismo DL. 25475 ya
demostrado en la parte II.
Del análisis de las normas citadas, en esa II parte punto 2: Supuesto delito
autónomo de ser dirigente, art. 3 a) del DL. 25475, claramente se observa que
el artículo 3° inciso “a” del decreto Ley N” 25475 se encontraba derogado, en la
misma línea de argumentación se encuentra lo sostenido por juristas
nacionales como es el caso del Dr. Ronald Gamarra, en su texto “Terrorismo,
Tratamiento Jurídico” sostiene:
“Como se puede observar, los incisos a y b del artículo 2° del decreto ley
N” 25659 regulan los mismos supuestos del artículo 3° del decreto Ley
N” 25475. La diferencia radica en que, en el primero, los supuestos
constituyen por sí mismos tipos autónomos, sin necesidad de ser ligados
a un tipo base como en el segundo caso.
En definitiva, los incisos a y b del artículo 2° del decreto ley N” 25659, ha
derogado en forma tácita el inciso “a” del artículo 3” del decreto ley N”
25475”.
Incluso de las normas glosadas y lo señalado por el Dr. Ronald Gamarra
tenemos que el artículo 2” del decreto ley N” 25659 establecía el tipo autónomo
de pertenencia a grupo dirigencial, en cambio el artículo 3” inciso “a” del
decreto Ley N” 25475 sancionaba la pena agravada del delito del terrorismo,
claramente tal autonomía del artículo 3” del decreto Ley en cuestión NO
EXISTE, el problema es simplemente que, al no poder probar la comisión de
acto alguno tipificado como delito de terrorismo que sirve de base a la figura de
terrorismo agravado, se recurrió a este mecanismo, para finalmente
sentenciarme a la pena de cadena perpetua.
d. En cuanto a la cadena perpetua que la Ejecutoria Suprema eleva:

1º En mi caso es la Corte Suprema la que me subió la pena de 35 años


a cadena perpetua
2° La pena de Cadena Perpetua que la Ejecutoria Suprema me ha
impuesto en contradicción con la Sala Penal Nacional, al momento de
emitir la sentencia condenatoria no se encontraba vigente en la
legislación penal, tal como lo hemos demostrado en la II parte de la
demanda.
3° Por lo que considero que se ha violado el artículo 9ª de la Convención
Americana que establece:
“Artículo 9°. Principio de Legalidad y de Retroactividad.
Nadie `puede ser condenado por acciones u omisiones que en el
momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho a
aplicarse. Tampoco se puede imponer pena más grave que la
aplicable en el momento de la comisión del delito…”

98
4° Prueba de lo que sostengo, es el Decreto Legislativo 982 del 22 de
julio del año 2007, que nuevamente reintroduce la cadena perpetua,
disponiendo textualmente:
“Articulo 29ª.- Duración de la Pena Privativa de Libertad.
La pena privativa de libertad puede ser temporal o de cadena
perpetua. En el primer caso, tendrá una duración mínima de
dos días y una máxima de treinta y cinco años:”
5° Además que la imposición de la Pena de Cadena Perpetua
contraviene el artículo 5ª de la Convención Americana, así tenemos:
“Articulo 5° Derecho a la integridad personal.
1. Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física,
psíquica y moral.
6. Las penas privativas de libertad tendrán como finalidad esencial la
reforma y la readaptación social de los condenados”.
6° La cadena perpetua es inhumana y hasta degradante, que niega al
penado a reincorporarse a la sociedad, a aspirar alguna vez su libertad
tras largos años de carcelería, téngase en cuenta que luego de la
sentencia del Tribunal Constitucional en el expediente 010-2002-AI/TC,
se emitió el decreto Legislativo N° 921, la misma que regula la pena de
Cadena Perpetua, señalando ésta que su revisión puede efectuarse
transcurrido 35 años de carcelería, lo que considero perenniza mi
permanencia privada de libertad toda la vida, no existe límite, es
indefinida, convirtiéndola en un instrumento de tortura contra mi persona.
Téngase presente como Jurisprudencia Internacional que el Estatuto de
Roma, si bien es cierto contempla la pena de Cadena Perpetua, sin
embargo su artículo 110° del citado cuerpo legal prescribe:
“Artículo 110°. Examen de una reducción de pena.
(…)
2. Cuando el recluso haya cumplido las dos terceras partes de la pena o
25 años de prisión en caso de cadena perpetua, la Corte revisará la
pena para determinar si ésta puede reducirse (…)”.
Como se puede observar, la revisión de la pena de Cadena Perpetua es
de 25 años, para el procedimiento señala que será antes de cumplirse
los plazos; una gran diferencia con la legislación peruana, con el claro
objetivo de mantenerme en prisión de por vida, a la par que me imponen
la pena privativa de libertad de Cadena Perpetua, debo pagar en forma
solidaria con mis demás co-sentenciados la ilegal e impagable suma de
TRES MIL SETECIENTOS MILLONES DE NUEVOS SOLES; ilegal
porque judicialmente nos se puede exigir un imposible jurídico,
impagable, en razón de ser una suma a la que jamás tendré acceso,

99
además, debe tenerse presente que a la fecha he devenido en
insolvente por una situación ajena a mi voluntad, el Estado peruano me
mantiene privada de mi libertad 16 años, es decir, 16 años que no puedo
trabajar, ni contar con medio alguno que me permita generar ingresos en
consecuencia estoy condenada a morir en prisión, sin ninguna
esperanza de libertad.

e. Tal como denunciamos en el punto 6° Fuero Antiterrorista de la Parte II de


esta demanda conjunta, en mi caso se me ha sacado del Fuero ordinario que
por ley me correspondía y se me ha impuesto un fuero de excepción,
violándose el artículo 8.1 de la Convención Americana que a la letra dice:
“Artículo 8.1. Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal
competente independiente e imparcial, establecido CON
ANTERIORIDAD POR LA LEY (…)
Se me han violado los artículos 139° inc. 3, 106°, 143° de la Constitución
Política del Perú, así como el Artículo 26 de la Estructura del Poder Judicial;
imponiéndoseme este fuero de excepción por simples resoluciones
administrativas.
Por otro lado, como es de observarse las Resoluciones Administrativas en
cuestión, que establecen un fuero antiterrorista son posteriores a los hechos
materia de enjuiciamiento, así tenemos que estas resoluciones fueron emitidas
en fechas 20 de noviembre de 1997, 12 de diciembre de 1997, 22 de febrero
del 2001 y 20 de Julio del 2002 y las imputaciones hechas por el Ministerio
Publico datan hasta el año 1992, transgrediendo el artículo 139 inciso 3 de la
Constitución Política del Perú y la Convención Americana de Derecho
Humanos transcritas supra.
En ningún extremo de la Constitución Política del Estado y la ley Orgánica del
Poder Judicial existen Juzgados por delitos, como en caso de los llamados
Juzgados de Terrorismo o Sala de Terrorismo, por ello considero que es un
fuero diferente al ordinario, un fuero de Excepción.
f. Asimismo cabe señalar, el Código de Procedimientos Penales del Perú
prescribe:
“TÌTULO I
PRINCIPIO DE LA INSTRUCCIÓN
CITACIÓN Y DETENCIÓN DEL INCULPADO.
ARTÍCULO 72. Objeto de la Instrucción.
La instrucción tiene por objeto reunir la prueba de la realización de
delito de las circunstancias en que se la perpetrado, y de sus móviles

100
(…)”
CÓDIGO PROCESAL PENAL.
Articulo 137°. Duración de la detención
“La detención no durará más de nueve meses en el procedimiento
ordinario y de dieciocho meses en el procedimiento especial (…).
Tratándose de procedimientos por delito de tráfico ilícito de drogas,
terrorismo, espionaje y otros de naturaleza compleja seguidos contra
más de diez imputados en agravio de igual número de personas o el
Estado, el plazo límite de detención se duplicará. A su vencimiento, sin
haberse dictado la sentencia de primer grado, deberá decretarse la
inmediata libertad del inculpado, (…)”
En el proceso a que fui sometida ante el juzgado antiterrorista no se
cumplieron tales disposiciones, así tenemos que en la etapa de instrucción se
limitaron en una primera oportunidad a apersonarse al Establecimiento Penal
de Aucallama y pretender tomarme la declaración instructiva sin haberme
notificado con el auto apertorio de instrucción y el mandato de detención que
pesaba en mi contra, violándose el artículo 8.2 de la Convención Americana
que establece: las garantías judiciales: “Toda persona inculpada de delito tiene
derecho a (...) b) Comunicación previa y detallada al inculpado de la denuncia
formulada” y también apelo al inciso c) Concesión al inculpado del tiempo y de
los medios adecuados para la preparación de su defensa”., pues no contaba
con abogado de mi elección, por lo que dicha diligencia tuvo que suspenderse;
finalmente, por escrito fundamenté las razones por las que no iba a prestar
declaración. Nunca se llevó a cabo diligencias de inspección ocular, toma de
testimoniales u otras que conlleven a recabar pruebas sobre el delito que se
me imputaba. En cuanto al mandato de detención, es una aberración que luego
de once años privada de libertad me notifiquen con un mandato de detención,
la norma glosada claramente establece como máximo 18 meses y en caso de
terrorismo 36 meses como máximo, aún ello permanecí y permanezco privada
de liberad sin habérseme notificado con dicho mandato, vulnerando el principio
de legalidad procesal y del derecho a la igualdad consagrado en el artículo 24
de la Convención Americana de Derechos Humanos que dispone:
“Artículo 234°. Igualdad ante la Ley.
Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen
derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley.”
Lo que correspondía era que el Juez disponga mi liberación inmediata,
sin embargo por el simple hecho de ser mi conducta calificada por el Estado
como de terrorismo agravado, sencillamente no aplican la ley que si lo hace
con otros.
Finalmente teniendo en cuenta que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos no es una cuarta instancia o tribunal de alzada, debo referir en
cuanto a las pruebas que menciona la Sentencia y ejecutoria:

101
Primero, que no existe hecho alguno sobre el que se me responsabilice, la
sentencia y Ejecutoria mencionan mi condición dentro del Partido Comunista
del Perú, tomando para ello la versión de Oscar Ramírez Durand, versión
interesada en razón de ser éste mi coacusado, quien se acogió a la figura
llamada confesión sincera, sin embargo muestra claramente su interés en el
resultado del proceso; debe tenerse en cuenta que en el año 1984 fui detenida,
procesada y sentenciada a diez años de pena privativa de libertad, recién había
recobrado mi libertad en octubre del año 1991, meses antes de ser
nuevamente detenida y sentenciada por el fuero militar a cadena perpetua y
actualmente nuevamente sentenciada a cadena perpetua, es decir que me
encuentro privada de mi libertad 24 años con interrupción de unos meses.
La persona de Oscar Ramírez Durand menciona que la recurrente tuvo la
condición de dirigente, pero que por principio desde la cárcel no se dirige,
entonces por qué se me sentencia?, no hay hecho alguno que se me impute.
La Ejecutoria Suprema alude que es un indicio para sentenciarme mi antigua
militancia en el Partido Comunista, pues este criterio vulnera el principio de
Cosa Juzgada, en razón de que reitero, por esa condición ya había sido
procesada y sentenciada y, apenas en octubre del año 1991 había recobrado
mi libertad (condicional).
Estas son las violaciones específicas que me mueven a elevar esta demanda
contra el Estado Peruano con el objeto que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos dictamine la responsabilidad internacional de Estado
Peruana por la violación de los derechos reconocidos en los artículos 1, 2, 5,7,
8, 8,11,14, y 25 de la Convención Americana de Derechos.
Finalmente, nombro como mi representante ante la Comisión, a la Srta.
Abogada Carmen Rosa Hualla Muriel, con registro CAP N° 1667.

5.- Margot Lourdes Liendo Gil


Fui, detenida el 11 de junio de 1988, en circunstancias que me encontraba en
los alrededores del parque Universitario, del centro de Lima, luego que arribara
de la ciudad de Tacna. Después de 2 años de proceso, me condenan a 18
años de pena privativa de la libertad, en el expediente signado con el número
241-93, con sentencia de fecha 12 de noviembre de 1990, la misma que es
ratificada mediante Ejecutoria de fecha 02 de marzo de 1992, pena que ya he
cumplido. La sentencia en mención, básicamente me condena por hechos de
ser miembro dirigencial, encuadrando en el tipo penal del Art. 288 - A y 288 - B,
inciso b), del Código Penal de 1924, modificado por el Art. 1º de la Ley 24651.
No obstante de estar detenida, la policía nacional me incluye en otros
atestados: Atestado No 096-DINCOTE de fecha 15 junio de 1990, Atestado Nº
138-DIRCOTE de fecha 05 de julio de 1991 y sus ampliatorias. Los Atestados
Nº 096 – DINCOTE y el atestado Nº 138-DIRCOTE, tienen las mismas
imputaciones: Tener cargo dirigencial, ser autora de los atentados contra
Domingo García Rada, Alberto Ponce Canessa, Jerónimo Cafferata Marassi,

102
Rodrigo Franco Montes, Eriberto Arroyo Mío. Felipe Santiago Salaverry,
Rodríguez, Orestes Rodríguez Campos, SAIS SOLLOCOTA – Puno Azángaro,
y otros miles de personas a nivel Nacional.
Por el atestado Nº 096-DIRCOTE del 15 de junio de 1990, se me instruyó en el
Fuero común, mediante denuncia Penal obrante en dicho expediente a Fs. 802,
encuadrando los ilícitos en los Art. 288-C, 288-B del Código Penal introducido
mediante ley 24651. Dicha denuncia promovió la instrucción con Auto apertorio
de Fs. 806, por los siguientes delitos: Delitos contra la Vida, el cuerpo y la salud
(homicidio calificado), Delito contra la libertad individual, delito contra el
patrimonio (robos asaltos, y robos a mano armada); Usurpación, Daños, Delitos
contra las comunicaciones públicas; Delito contra la tranquilidad pública, delito
contra el Estado y Defensa Nacional, delito contra las relaciones exteriores;
delitos contra los poderes del Estado; Delitos contra la voluntad popular, delitos
contra la autoridad pública; delitos contra la administración de justicia; delitos
contra la fe pública. Con fecha 03 de diciembre de 1990, la Fiscalía Provincial
mediante dictamen obrante a Fs. 1474 a 1475, opinó por no Haber Mérito a
Formular Denuncia Penal contra la agraviada por los delitos en mención,
debiendo archivarse definitivamente, toda vez que dichos delitos se encuentran
subsumidos en el delito de Terrorismo. Dicho dictamen fue observado por el
Juez Juzgador, por lo que la Fiscalía a Fs. 1544 amplia su Dictamen,
sosteniendo que al no existir elementos suficientes que acrediten la
participación de la denunciante y de otros procesados, asimismo que dichos
delitos se encuentran subsumidos en el delito de terrorismo. Los informes
finales obrantes a Fs. 1935 concluye que está acreditada la responsabilidad de
la denunciante, y mediante Acusación Fiscal de fs. 2015 /2022 vuelta concluye
que hay mérito para pasar a juicio oral contra la denunciante, mediante auto de
enjuiciamiento de Fs. 2137/2139 se inicia el juicio oral en el expediente
signado con el Nº 05-93, en el Penal de Yanamayo, arribando a una sentencia
absolutoria de todos los cargos en mención (Fs.2729) su fecha 11 de octubre
de 1994; confirmándose con Ejecutoria de fecha 2940/2942.
El atestado 138-DIRCOTE de fecha 05 de julio de 1991, contienen las mismas
imputaciones que el 096-DINCOTE, este atestado deriva a la denuncia Penal
de fecha 05 de julio de 1991, donde se atribuye a la denunciante el delito de
terrorismo los mismos agraviados, delitos encuadrados dentro de los alcances
del Art. 319 y 320 del Código Penal de 1991. Mediante Auto de Apertura de
fecha 05 de julio de 1991, se abre instrucción a la denunciante. Con fecha 20
de julio de 1994 (Fs. 5200), la Fiscalía Superior acusa, y declara haber mérito
para pasar a juicio oral por los delitos en mención en calidad de dirigente.
Desde la fecha en mención, la denunciante se encontraba procesada; hubieron
varias nulidades, pasaron los años a pesar de encontrarme detenida en el
Penal de Yanamayo con un sistema carcelario de aislamiento absoluto, el
proceso iba dilatándose, hasta que con fecha 10 de diciembre de 1999 se inicia
el juicio, y sentencian al resto de encausados, reservando el proceso en mi
contra por encontrarme en Yanamayo. Con fecha 5 de julio del 2002, la Sala
Nacional de Terrorismo solicita mi traslado para el inicio de la Audiencia, que
se llevaría a cabo el 27 de agosto del 2002. La Audiencia se estuvo llevando
en forma regular hasta que con fecha 26 de febrero del 2003, el Colegiado que

103
juzgaba a la denunciante, al existir problemas en el peritaje propuesto por el
colegiado sobre la Muestra M-35, prueba clave para absolución, el Colegiado
quiebra el proceso, aduciendo que el Presidente del Colegiado había sufrido un
accidente ( Fs. 9184) del Expediente 04-93. Con fecha 28 de febrero de Fs.
9185 el Colegiado resuelve quebrar el proceso. Con fecha 30 de mayo de
2003, la Sala Nacional de Terrorismo, declara nulas todas la sentencias e
insubsistente la acusación Fiscal por estar suscrito por Jueces y Fiscales con
claves secretas, ordenando se remita al Juzgado competente, para la emisión
del informe Final. Sin embargo es preciso acotar que este proceso (04-93) no
debió de remitirse al Juzgado, sino a Fiscalía para la correspondiente
acusación porque dicho dictamen era con identidad secreta. Empero, como la
Sala quería que se amplíe el auto apertorio, después de quebrar el proceso a la
denunciante; con fecha 11 de junio del 2004 se amplia la instrucción,
ampliándose las imputaciones, acumulándose al expediente signado con el
numero 560-03.
Fui juzgada por un fuero antiterrorista: Tribunales sin rostro, Sala Nacional
Antiterrorista y Sala Penal Nacional en la actualidad, órganos jurisdiccionales
de excepción con el fin de aplicar la legislación antiterrorista como parte de la
guerra contrasubversiva.
El Tribunal Constitucional, a solicitud de más de 5000 ciudadanos que
demandaron la inconstitucionalidad del sistema legal antisubversivo, declaró la
inconstitucionalidad de algunos artículos de los decretos leyes 25475 y la
inconstitucionalidad de los decretos leyes números 25475, 25659, 25477 y
otros, hecho que obligó al Poder Ejecutivo del Estado peruano promulgar los
decretos legislativos 921 al 927. El D.L. 926 establece los nuevos juicios para
aquellas personas que han sido sentenciadas por jueces con identidad secreta,
y en el presente caso, no se cumplió para mí, toda vez que en el expediente
04-93 nunca hubo una sentencia, ni condenatoria ni absolutoria, desde el 05 de
julio de 1991 estuve procesada
La Ley 27553, promulgada el 12 de noviembre del 2001, dispone que la prisión
preventiva no excederá de 9 meses en el procedimiento Sumario y de 18
meses en el procedimiento ordinario. Este plazo se puede duplicar en caso de
delitos de TID, terrorismo, espionaje y otros de naturaleza compleja seguidos
contra más de 10 imputados o en agravio de igual número de personas.
Anteriormente en los procesos ordinarios el plazo máximo de detención
preventiva era de 15 meses. Al vencimiento de los plazos aludidos cuando no
se ha pronunciado la sentencia de primer grado el juez deberá ordenar la
inmediata libertad del inculpado. Sin embargo, la norma prevé otra
prolongación de la investigación por un plazo igual pero requiere de la emisión
de un auto debidamente motivado a solicitud expresa del Fiscal (no de oficio) y
con audiencia del inculpado. Esta misma ley concede la facultad al juez para
ampliar por 8 meses más el plazo de la investigación en los procesos ordinarios
con lo cual la fase indagatoria tendrá una duración de 14 meses, más de un
año, hecho que vulnera el principio procesal penal referido al imputado a ser
juzgado en un plazo razonable, ni muy largo ni muy corto. En este orden de
ideas a la denunciante, se me abre instrucción el 05 de julio de 1991, en el
Expediente signado con el número 04-93, y han transcurrido mas de 15 años

104
con proceso pendiente, con acumulaciones, quebramiento de audiencias por el
mismo órgano Jurisdiccional, hasta que con fecha 13 de octubre de 2006, con
violaciones a un debido proceso, se me sentencia como autora mediata de los
hechos consignados en el atestado Policial Nª 138-DIRCOTE, siendo
confirmada dicha sentencia con fecha 14 de diciembre de 2007. De este
extremo, se colige que el proceso prolongado desde 1991 a 2006, a
sobrepasado los límites impuestos por la Ley 27553, violentado el Art. 7 inciso
5, y artículo 8 inciso 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.
El Tribunal Constitucional ha definido que el principio ne bis in idem tiene una
doble configuración: por un lado, una versión sustantiva y, por otro, una
connotación procesal; así, el contenido material del ne bis in idem implica que
nadie puede ser castigado dos veces por un mismo hecho, y por ende que
reiteren dos sanciones sobre el mismo sujeto por una misma trasgresión, y que
ese proceder es, contradictorio a las garantías propias del Estado de Derecho.
Así mismo ha enfatizado la estrecha relación entre el ne bis in idem material y
la garantía de la cosa juzgada prevista en el Art. 139 inciso 13 de la
Constitución Política del Estado y en el Art. 90 del Código Penal. Y que el
principio del ne bis in idem material tiene conexión con los principios de
legalidad y proporcionalidad; fundamentalmente con el debido proceso. Y en el
caso de la presente denuncia tenemos que en el Expediente signado con el
Número 04-93 acumulado al Exp. 560-03, tal como consta en la denuncia
Fiscal, auto Apertorio, Acusación Fiscal, las imputaciones que hacen a la
denunciante MARGOT LOURDES LIENDO GIL, es de ser autora mediata de
los atentados contra Domingo García Rada, Alberto Ponce Canessa, Jerónimo
Cafferata Marassi, Rodrigo Franco Montes, Ediverto Arroyo Mio; Felipe
Santiago Salaverry Rodríguez, Oreste Rodríguez Campos, Paúl Juan Poblet
Lind, Comandante PNP-Lino Mendoza Bedoya; entre otros agraviados; así
mismo los agraviados SAIS “SOLLOCOTA” de Puno; Pueblo de San José,-
Azángaro de Puno; Radio Callao de Juliaca (Puno); Ferretería VISA, SAIS “LA
UNIÓN” –Puno, entre otros; imputaciones que el Órgano Jurisdiccional ha
concluido en la sentencia que están probados el aniquilamiento de Carlos
Alberto Ponce Canessa, Jerónimo Cafferata Marassi, José Díaz Narro, Rodrigo
Franco de Peralta y los sabotajes a los locales del Partido aprista peruano en
El Agustino-Lima y en Carmen de la Legua, en el Callao, siendo ratificada por
la Corte Suprema de la República, aplicando una condena de 25 años de pena
privativa de la libertad. Sin embargo, como puede observarse nítidamente, las
imputaciones inmersas en el atestado Policial Nª 096- DIRCOTE- su fecha 15
de junio de 1990, Denuncia Fiscal Nº 013- 05-90, Auto Apertorio, del 15 de
junio de 1990, los agraviados son los siguientes: Alberto Ponce Canessa,
Jerónimo Cafferata Marassi, Rodrigo Franco Montes, Ediverto Arroyo Mío;
Domingo García Rada, Comandante PNP-Lino Mendoza Bedoya, y otros miles
de personas a nivel nacional; así mismo los agraviados SAIS “SOLLOCOTA”
de Puno; Pueblo de San José- Azángaro de Puno; Radio Callao de Juliaca
(Puno); Ferretería VISA, SAIS “LA UNIÓN” –Puno, y el Estado Peruano. Siendo
que, la doctrina, instituye que para que se establezca el principio Ne bis in
idem, se requiere que se cumpla la triple identidad: un mismo hecho, que se
trate del mismo sujeto y el mismo fundamento; y de las instrumentales
mencionadas se colige que se trata de los mismos hechos (mismos

105
agraviados) mismo sujeto, MARGOT LOURDES LIENDO GIL, El mismo
fundamento; delito de terrorismo. La denunciante ya ha sido juzgada y
sentenciada siendo que he sido absuelta del delito instruido. Cabe resaltar que
a Fs. 1475/1476 del Exp. 05-93 del cual fui absuelta, obra el Dictamen su fecha
03 de diciembre de 1990, ampliado a Fs. 1544/ 1545, que en esencia opina que
los delitos instruidos han sido SUBSUMIDOS AL DELITO DE TERRORISMO;
de lo que se colige que fui absuelta de los atentados ya mencionados; en
consecuencia SE CUMPLE COPULATIVAMENTE LA TRIPLE IDENTIDAD. Lo
que demuestra que se ha producido una múltiple persecución por un mismo
hecho: Derecho Penal del enemigo y el ne bis in ídem prohíbe no solo la
imposición de doble sanción sino la doble o múltiple investigación del mismo
hecho. Principio que reviste a las sentencias de una calidad especial, en virtud
de la cual no se permite que las partes frente a quienes se profiere puedan
volver a instaurar un segundo proceso con base en los mismos pedimentos y
sobre iguales hechos. Por lo que concluye, que el Estado ha violado el Art. 8
inciso 4 de la Convención.
Un debido proceso es aquel en el que se aplican las leyes sustantivas y
adjetivas debidamente, es decir en forma igual para ambas partes,
correspondiendo al juez la obligación de cumplirlas y hacerlas cumplir, sin
embargo en el proceso llevado a la suscrita denunciante, el Estado promulga el
D.L. 959, otorgándole, al Procurador Publico, funciones equiparables a la del
Ministerio Público, quebrantando el principio de igualdad de armas, porque en
la práctica se tuvo 02 fiscales, contra los procesados, máxime que el
Procurador depende del Ministerio del Interior, de igual manera que la
DINCOTE, quien tiene abiertas todas las instituciones para acumular pruebas,
hecho que no sucedió con la defensa de las acusados, que para obtener una
prueba, se tuvo que seguir todo el cause administrativo, y muchas veces
denegatorias; cuando básicamente el representante de la parte civil, sólo tiene
un fin indemnizatorio más no así persecutorio, para mayor abundamiento el
señor Procurador mediante la prensa, escrita, hablada y televisada, tenía
tribuna para amedrentar a los juzgadores, y desinformar a la población. En el
juzgamiento en mención, se aplicó el Derecho Penal del enemigo, con la
finalidad de tenerme en prisión a pesar he cumplido la condena por la cual fui
juzgada y sentenciada, yendo en contra de la dignidad de la persona y la
igualdad ante la ley, violando el artículo 1 y 2 numeral 2 de la Constitución de
1993 y el Primer Principio General del Código Penal del 91 en cuanto este es
“medio protector de la persona humana”
En consecuencia, el estado ha vulnerado el Art. 8.2 de la Convención.
El decreto Ley 25475, fue publicado el 06 de mayo de 1992, cuando se
encontraba vigente la Constitución Política del Estado de 1979, ley
Antiterrorista, columna vertebral de la legislación antisubversiva, dejando en
suspenso hasta la actualidad el Código Procesal Penal por contener el Sistema
Procesal Acusatorio Garantista, estando solo en vigencia 22 artículos. En la
investigación preliminar, la policía especializada para casos de terrorismo tuvo
el control material de la investigación elaborando los atestados policiales, que
en esencia es la otra parte que participó en la guerra desarrollada en el Perú;
siendo el Ministerio Público el director formal en esta etapa, quienes muchas

106
veces solo legalizaban las arbitrariedades realizadas por la policía. En la etapa
judicial el Juez Penal se convierte en director de la investigación judicial de
conformidad con el Art. 49 del Código de Procedimientos Penales
violentándose el Art. 159 numeral 4 de la Constitución Política del Estado que
estable que el Ministerio público conduce desde sus inicios la investigación del
delito, labor que es atribuido al Juez Penal. La Constitución Política Del Estado,
contiene no menos de 15 normas que consagran derechos y garantías
constitucionales relacionados con el proceso penal las que incorpora el Código
Adjetivo de 1 991. Haciendo énfasis que la primera declaración de voluntad del
Estado en materia penal, está en la Constitución y no en los Códigos, normas
que el órgano Jurisdiccional soslaya la facultad de aplicar el control difuso de la
Constitución y los aplica al pie de la letra. Al respecto Claus Roxin, sostiene
que “el proceso penal es el sismógrafo de la Constitución de un país”, y
asimismo Goldschmidt sustenta que “el proceso penal de una nación es el
termómetro de los elementos autoritarios de la Constitución”. En consecuencia
el proceso penal ordinario, formulado en el Código de Procedimientos Penales
de 1940, no se ajusta a los estándares de la Constitución de 1993; máxime que
se crearon leyes y salas de Juzgamiento de excepción para el juzgamiento de
los delitos de terrorismo, teniendo normas procesales y sustantivas para tal fin.
En consecuencia se ha vulnerado el Art. 9 de la Convención.
Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho de obtener
de los órganos judiciales una respuesta deducida, motivada y congruente con
las pretensiones oportunamente deducidas por las partes en cualquier clase de
procesos. La exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en
proporción a los términos del inciso 5) del artículo 139° de la Constitución
Política del Estado, garantiza que los jueces, cualquiera sea la instancia a la
que pertenezcan, expresen el sumario intelectual que los ha acarreado a incluir
a la denunciante en el auto apertorio, con sujeción a la normatividad política y a
la ley. En la causa signada con el Nº 04-93 el auto apertorio no se encuentra
debidamente motivado; se nombra en forma general los hechos por los cuales
se ha instruido a la denunciante, no se nombra las pruebas sobre las cuales se
sustenta la imputación. En cuanto a la denunciante Margot Lourdes Liendo Gil,
se le incluye como miembro directriz, cuando la norma vigente al momento de
la detención era la Ley 24651 que introdujo el delito de terrorismo en el Código
Penal de 1924, y que no preveía la figura “miembro directriz”. El Art. 9 de la
Convención, concordado con el Art. 15.1 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos que sostiene “Nadie será condenado por actos u
omisiones que el momento de cometerse no fueran delictivos según el
derecho nacional o internacional… (...)” Y el debido proceso como derecho
exigible ante cualquier órgano o autoridad estatal. Y está definido, como las
condiciones que deben cumplirse para asegurar la adecuada defensa de
aquellos cuyos derechos u obligaciones están bajo consideración judicial. En
consecuencia el Estado ha vulnerado el Art. 8.2 y Art. 9 de la Convención.
El Art. 139 inciso22., de la Constitución Política del Estado sostiene: El
“principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación,
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad” y el Código de
Ejecución Penal en forma similar sostiene lo siguiente “La ejecución Penal

107
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
Penado a la sociedad… (...)”. Empero, después del 10 de mayo de 1992,
luego del genocidio en el Penal Castro Castro, fui sometida a un régimen
carcelario de aislamiento absoluto en el Penal de Máxima Seguridad de
Chorrillos, violentándose nuestros derechos fundamentales, agregados a la
privación de la libertad, apuntando a reducirnos a la condición de subhumanos
y a destruir nuestra esencia social de seres humanos, aplicando un plan de
reducción y aniquilamiento sofisticado contra los prisioneros, ya que se nos
mantuvo encerradas en las celdas los primeros meses las 24 horas del día sin
poder tomar los rayos del sol, (posteriormente 23 horas y media); sin visita, que
luego fue por locutorio y sólo con familiares directos por media hora al inicio;
negándosenos la visita de abogados; se nos negó el derecho a la educación, al
trabajo y el acceso a los medios de comunicación desde radio, periódicos, etc.;
se nos mantuvo en constante zozobra y con golpizas los primeros años,
quitándonos nuestras pocas pertenencias; con pésima alimentación y deficiente
atención médica. Asimismo nuestros familiares fueron objeto de constante
hostigamiento, persecución, chantajes, con amenazas de suspensión de
visitas. En conclusión, el estado ha violado el Artículo 5.1, 5.2, 5.3 y 5.6 de la
Convención
He asumido mi condición de militante del Partido Comunista del Perú, Partido
que dirigió la guerra popular iniciada el 17 de mayo de 1980 como consta en
las actas del juicio oral, declaración que reitero en la presente.
Todo lo planteado en la parte general es mi posición la misma que suscribo,
agregando que en mi caso se han presentado las violaciones específicas
mencionadas aquí.
Ofrezco como prueba:
Solicito que su despacho pida al Estado peruano por intermedio de la
Cancillería, que remita los cuadernos o tomos que corresponden al expediente
04-93 y los tomos que forman parte del Expediente 560-03 a partir del juicio
oral hasta el último tomo; asimismo solicito que se pida el Expediente 05-93
cuyo proceso es cosa juzgada. Ambos procesos se encuentran en la sala
Penal Nacional.
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia designo
como abogado defensor a la Doctora Bertha Flores Zúñiga.

6.- Osmán Roberto Morote Barrionuevo, Soy militante del partido Comunista
del Perú, Partido que dirigió la guerra popular iniciada en mayo de 1980 como
consta en mi declaración instructiva y en las actas del juicio oral. Suscribo todo
lo planteado en el contenido de esta demanda y especifico lo siguiente:
El 11 de junio de 1988 fui detenido en la ciudad de Lima, luego de ser
interrogado y torturado por el grupo Delta 8 de la DINCOTE, trasladado al
Establecimiento Penal de Máxima Seguridad de Canto Grande, y aislado en la
alcaldía del penal durante tres años y medio..

108
Un Tribunal Civil “especial” me sentenció a 20 años de pena privativa de
libertad en el expediente signado con el número 241-93, con sentencia de
fecha 12 de noviembre de 1990, la misma que es ratificada mediante Ejecutoria
de fecha 02 de marzo de 1992, la Corte Suprema confirmó la sentencia
reduciéndola a l8 años, habiendo cumplido en la actualidad más del tiempo
establecido en la sentencia.
La sentencia en mención, básicamente me condena por ser miembro
dirigencial, encuadrado en el tipo penal del Art. 288-A y 288-B, inciso b), del
Código Penal de l924, modificado por el Art. 1” de la Ley 24651.
A mediados del año 91 fui trasladado al pabellón 4B y estuve presente cuando
se produjo el genocidio que el gobierno de Fujimori dispuso contra los
prisioneros políticos en mayo de 1992. El 4 de junio junto a 80 prisioneros fui
trasladado al Establecimiento Penal de Máxima Seguridad de Yanamayo en el
departamento de Puno, donde permanecí durante 10 años.
En la prisión de Yanamayo estuve sometido a un régimen de aislamiento y
aniquilamiento, con encierro de 23 horas y media en celdas frías y estrechas,
privados del derecho a trabajar, estudiar, a medios de información con visitas
por locutorio que por la lejanía de la zona las visitas se reducían a una vez al
año. Alimentación reducida y de pésima calidad y prohibición del apoyo familiar
a los que se les amenazaba y hostigaba en forma permanente.
El 20 de abril de 1996, en Yanamayo un Tribunal “sin rostro” y sin nombre en
una mascarada de juicio, sin ninguna garantía me sentenció a cadena perpetua
por hechos ocurridos en Canto Grande en mayo 92, juicio posteriormente
anulado donde fui absuelto en el nuevo proceso. Ese mismo día 20 de abril de
1996 también fue “juzgado” y condenado en el Exp. Nº 04-93, imponiéndome
una condena de 25años de pena privativa de libertad. En ambos casos
interpuse recurso de nulidad, los que nunca fueron tramitados.

No obstante estar detenido, la DINCOTE me incluye en el Atestado N° 096-


DINCOTE de fecha 15 de junio de 1990, Atestado N° 138- DIRCOTE de fecha
05 de julio de 1991 y sus ampliatorias. Los atestados N° 096-DINCOTE y el
atestado N° 138-DIRCOTE, tienen las mismas imputaciones: Tener cargo
dirigencial, ser autor de atentados y de acciones a nivel nacional.
Por el atestado 138-DIRCOTE de fecha 05 de julio de 1991 que contiene las
mismas imputaciones que el 096-DINCOTE, este atestado deriva la denuncia
penal de fecha 05 de julio de 1991, donde se me atribuye el delito de
terrorismo, delito encuadrado dentro de los alcances del Art. 319 y 320 del
Código Penal de 1991. Mediante Auto Apertorio de fecha 05 de julio de 1991,
se me abre instrucción. Con fecha 20 de julio de 1994 (Fs 5200), la Fiscalía
Superior acusa y declara haber mérito para pasar a juicio oral por los delitos en
mención en calidad de dirigente. El 20 de abril del año 96 fui juzgado y
sentenciado a 25 años de pena privativa de libertad por Tribunales civiles “sin
rostro” en abierta violación a los principios elementales del debido proceso y las
garantías judiciales.

109
El Tribunal constitucional a solicitud de más de 5000 ciudadanos que
demandaron la inconstitucionalidad del sistema legal antisubversivo, declaró la
inconstitucionalidad de algunos artículos del decreto ley 25475 y la
constitucionalidad de los decretos leyes: 25659, 25477 y otros, hecho que
obligó al Poder Ejecutivo del Estado peruano a promulgar los decretos
legislativos 921 al 927. El DL. 926 establece los nuevos juicios para aquellas
personas que han sido sentenciadas por jueces con identidad secreta y en el
presente caso con fecha 30 de mayo del 2003, la Sala Nacional de Terrorismo,
declara nulas todas las sentencias e insubsistente la acusación fiscal por estar
suscrito por Jueces y Fiscales con claves secretas, ordenando se remita al
juzgado competente, para la emisión del informe final. Sin embargo es preciso
acotar que este proceso (04-93) no debió remitirse al Juzgado, sino a la
Fiscalía para la correspondiente acusación porque dicho dictamen era con
identidad secreta. Se amplían las imputaciones, y por razones políticas se
acumula al expediente signado con el número 560-03.
En el nuevo juzgamiento no se han cumplido las normas del debido proceso,
pues un debido proceso es aquel en que se aplican las leyes sustantivas y
adjetivas debidamente, es decir en forma igual para ambas apartes,
correspondiendo al juez la obligación de cumplirlas y hacerlas cumplir sin
embargo en el proceso llevado en mi contra el Estado peruano promulga el
Decreto Legislativo. 923 otorgándole al Procurador Público funciones
equiparables al Ministerio Público, quebrando el principio de igualdad de
armas, porque en la práctica se tuvo dos fiscales contra los procesados,
máxime cuando el Procurador depende del Ministerio del Interior, de igual
manera que la DINCOTE, cuando básicamente el representante de la parte civil
sólo tiene un fin indemnizatorio más no así persecutorio. En el juzgamiento en
cuestión se aplicó el Derecho penal del enemigo violando el artículo 1y 2
numeral 2 de la Constitución de 1993 y el Primer Principio General del Código
Penal de 1991 en cuanto este es “medio protector de la persona humana”. En
consecuencia el Estado ha vulnerado el Art. 8.2 de la Convención.
El proceso penal ordinario, formulado en el Código de Procedimientos Penales
de 1940, no se ajusta a los estándares de la Constitución de 1993, máxime que
se crearon leyes y salas de juzgamiento de excepción para el juzgamiento de
los delitos de terrorismo, teniendo normas procesales y sustantivas para tal fin.
En consecuencia se han vulnerado El Art. 9 de la Convención.
Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho de obtener
de los órganos judiciales una respuesta deducida, motivada y congruente. La
causa signada con el N° 04-93 el auto apertorio no se encuentra debidamente
motivado; se nombra en general los hechos sobre los cuales se me ha
instruido, no se nombra las pruebas sobre las cuales se sustenta las
imputaciones. Se me incluye como miembro directriz cuando la norma vigente
al momento de la detención era la Ley 24651 que introdujo el delito de
terrorismo en Código Penal de 1924 y que no preveía la figura de “miembro
directriz”. El Art. 9 de la Convención, concordado con el Art. 15.1del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos que sostiene “Nadie será
condenado por actos u omisiones que al momento de cometerse no
fueran delictivos según el derecho nacional o internacional..(...)” y el

110
debido proceso como derecho exigible ante cualquier órgano o autoridad
estatal. Y está definido, como las condiciones que deben cumplirse para
asegurar la adecuada defensa de aquellos cuyos derechos u obligaciones
están bajo consideración judicial. En consecuencia el estado ha vulnerado el
Art. 8.2 y Art. 9 de la Convención.
La Sala Penal Nacional me condena por “pertenencia” a “grupo dirigencial de
una organización terrorista” aplicándome el articulo 288 B inciso a) del Código
Penal de 1924 introducido por la ley 24953 porque según razona que esta
norma estaba en “vigor cuando se produjo su elección como miembro titular del
Comité Central de dicha organización” y, como “autor mediato” de
aniquilamientos selectivos de Carlos Alberto Poce Canessa, Jerónimo
Cafferata Marazzi y José Díaz Narro, así como de sabotajes contra el partido
aprista del Agustino (Lima) y de Carmen de la Legua (Callao). Cabe señalar
que en el proceso 04-93 no está considerada en el atestado 138-DICOTE, ni en
ninguno de los atestados ampliatorios la persona de José Díaz Narro como
víctima de aniquilamiento.
La Sala Suprema ha confirmado la sentencia de la Sala Penal en el extremo
que me encuentro comprendido, agregando que la “pertenencia a la
organización en calidad de dirigente requiere únicamente que se mantenga
dicha condición fáctica, sin que sea necesario que se evidencie actos de
dirección concretos” (página 97de la Ejecutoria Suprema)
No existe ninguna prueba que acredite los cargos imputados. La versión de
Oscar Ramírez Duran tiene interés personal para obtener beneficios, no es una
versión imparcial ajustada a los hechos. La llamada testimonial del policía
Benedicto Jiménez Baca, carece de valor porque el no tiene la condición de un
testigo, porque ha participado en la formulación de los atestados y no puede
tener condición de testigo, porque no ha presenciado ni ha visto, oído u otra
situación que sí le consta al testigo; igual situación es la del policía Rubén
Zúñiga Carpio. Referente al sobre de Manila que según la policía fue
encontrado al producirse la detención de Carlos Manuel Mendoza Torres, no ha
sido reconocido por éste el documento ni el contenido que había en dicho
sobre, tampoco ha sido reconocido por otra persona, en consecuencia carece
de valor probatorio más aún si en es un documento anónimo.
Por último, en el supuesto de que fuera yo, autor y responsable de los cargos
imputados correspondía aplicar la norma vigente en el momento que se produjo
la detención de Yobanka Pardavé Trujillo y otros, su fecha 29de junio de 1991,
que dio origen al atestado 138-DINCOTE, que a su vez originó el Auto de
Apertura de instrucción, con fecha 5 de julio de 1991-EXP 04-93, más aún si a
esa fecha según la sentencia ostentaba el cargo dirigencial.
Debió aplicarse los artículos 319 y 320 incisos 1 y 6 del Código Penal de 1991,
en aplicación estricta de los previsto en el numeral 11 del artículo 139 de la
Constitución Política de 1993 y Artículo 6 del mismo Código mencionado.
Por lo que la Sala Penal Nacional y la Sala Suprema incurrieron en violación de
las normas internas y del artículo 9 Principio de Legalidad y de Retroactividad
de la Convención Americana de Derechos Humanos.

111
Recurro ante esta instancia Supranacional, porque se han vulnerado mis
derechos fundamentales de libertad y seguridad personal
Estas son las violaciones específicas que me mueven a elevar esta demanda
contra el Estado peruano con el objeto que la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos dictamine la responsabilidad internacional de Estado
peruano por violación de mis derechos reconocidos en los artículos 1, 2, 5, 7, 8,
9, 11, 24 y 25 de la Convención Americana.
MEDIDA CAUTELAR
No obstante estar detenido, la DINCOTE me sigue incluyendo en otros
atestados policiales con el claro propósito de impedir mi libertad como lo ha
declarado el Procurador Público para casos de terrorismo por lo que pido a la
Comisión Interamericana MEDIDA CAUTELAR. Que si bien he sido
sentenciado en forma ilegal a una condena de 25 años de pena privativa de
libertad, pena máxima que pudieron haberme impuesto; y para impedir
cualquier trámite de libertad, ahora se pretende entablarme nuevos procesos
por el mismo delito (investigación que se encuentra actualmente en la Fiscalía
Penal Supraprovincial) y por los mismos hechos materia del mega proceso,
buscando con ello sepultarme en vida en la prisión sin posibilidad alguna de
obtener mi libertad a pesar de los 20 años de prisión efectiva y en las
condiciones de carcelería que me fueron impuestas. Razón por la que solicito a
la ilustre Comisión que en uso de sus facultades cautele mi derecho a la
Libertad y Seguridad Jurídica e integridad personal, toda vez que el Estado
Peruano no puede abusar de su poder punitivo ilimitadamente y sentenciar a
rajatabla a quienes considera sus enemigos como sostiene la Procuraduría de
la República del Perú.
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia designo
como abogado defensor al Doctor Manuel Fajardo Cravero

7.- Margi Eveling Clavo Peralta, prisionera política y de guerra, actualmente


recluida en el Establecimiento Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos, ubicado
en el Distrito de Chorrillos, en Lima-Perú. He asumido desde mi detención mi
condición de militante del Partido Comunista del Perú. Considero que la
Ejecutoria Suprema del megaproceso es eminentemente política, es
inconstitucional y violatoria de los derechos fundamentales, por ello, suscribo
todo lo planteado en el contenido de esta demanda y especifico lo siguiente:
Iniciado el nuevo proceso hice uso de mi derecho a guardar silencio por no
estar de acuerdo con la legislación con la que se me juzga, el D.L. 25475, dado
que es inconstitucional y constituye una expresión de Derecho Penal del
enemigo. Considero que los hechos de los que se me acusa son parte de una
guerra popular y no constituyen delito de terrorismo. Declaro que no soy
terrorista, no lo he sido ni jamás lo seré; lo que me ha guiado y me guía es
servir a la transformación de la sociedad peruana en beneficio del pueblo. Soy
militante del Partido Comunista del Perú y como tal asumo la responsabilidad

112
en la dirección de la guerra popular por él dirigida desde el 17 de mayo de
1980.
Fui detenida en la ciudad de Huancayo el 22 de marzo de 1995 por la policía
política –DINCOTE-, trasladada a Lima, me presentaron a la prensa vestida
con traje a rayas confeccionado para esos efectos, cuya intención era
menoscabar mi dignidad de ser humano y de política, presentándome como
delincuente terrorista, pese a que había manifestado desde el primer momento
de mi arresto, que soy militante del Partido Comunista del Perú (PCP).
Después de más de un mes fui entregada al Ejército, encarcelada en un cuartel
de Chorrillos, donde en un simulacro de juicio como en el teatro de
operaciones, me sentenciaron a cadena perpetua en aplicación del
inconstitucional Decreto Ley Nº 25659, hoy felizmente expulsado de la
legislación penal por inconstitucional.
Terminada la parodia de juicio, me condujeron al Penal de Máxima Seguridad
de Chorrillos y, posteriormente al ilegal e inconstitucional Penal Militar de la
Base Naval del Callao, para luego, en 1998, ser trasladada al Penal de Máxima
Seguridad de Yanamayo en Puno, cárcel de castigo, sometida al igual que
todos los demás presos, a un siniestro régimen de aislamiento y aniquilamiento
sistemático, permaneciendo en éste, hasta el 10 de mayo del 2001 fecha en
que fui trasladada al Penal de Sentenciados de Aucallama-Huaral,
Posteriormente, el 12 de noviembre del 2004 fui trasladada arbitraria e
ilegalmente, al Establecimiento Penal Santa Mónica de Chorrillos, donde
permanecí aislada con otra procesada política en el ambiente de Prevención,
fuera de los pabellones durante 22 meses. Y finalmente me trasladaron al
Establecimiento Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos donde me encuentro a
la fecha.
Fui, como he señalado, detenida por la policía política, llamada DINCOTE la
que por entonces, en aplicación de los Decretos Leyes 25475 y 25659, que por
entonces tenía la función de determinar si las personas detenidas habían o no
cometido actos de presunto delito de terrorismo o traición a la patria y, a la vez
determinar si eran justiciables de tribunales civiles “sin rostro” o de la justicia
militar, también “sin rostro”. Estas atribuciones fueron repugnadas por la Corte
interamericana de derechos Humanos específicamente en la sentencia recaída
en el caso María Elena Loayza Tamayo.
Antes y después de mi detención, la DINCOTE ha confeccionado atestados
policiales, sin ninguna prueba, originando una serie de procesos, pues el
Ministerio Público y el Poder Judicial y por supuesto la Justicia militar, sin
ningún criterio técnico, procedieron a denunciar y a abrir proceso penal, dando
lugar a decenas de procesos que los fueron acumulando, quedando los
siguientes: Exp. N° 584-03 SPN, Exp. N° 247-93 SPN, Exp. N° 46-03 SPN,
Exp. N° 89-03 SPN (acumulado), Exp. 177-03 – SPN, Exp N° 542-03 SPN
(acumulado al Exp. N° 109-94-SNT, Exp. N° 04-93 SPN, Exp. N° 035-93 SPN,
Exp. N°212-95 SPN Exp. N° 372-03 SPN, Exp. N° 372-03 SPN, Exp. N° 095-
043 SPN, Exp.N° 102-03 SPN, entre otros, los que después de varias

113
acumulaciones y desacumulaciones, se fueron reduciendo .De esos procesos,
dos se han acumulado al llamado megaproceso, Exp. 560-03.
Ellos son los Expedientes 04-93 y el Exp. 177-93, en los cuales había sido
sobreseída, y cuando la Sala Nacional de Terrorismo anuló la resolución de
sobreseimiento, los magistrados del Colegiado incurrieron en delito de
prevaricato, porque el Decreto Legislativo 926 no prescribía la anulación de los
procesos sobreseídos, y no había vacío de la ley por él legislados, no lo
consideró dentro de los procesos que tenían que ser anulados, en razón de
que la Constitución vigente en su artículo 129 inciso 13, considera al
sobreseimiento definitivo como cosa juzgada y prohíbe revivir procesos
fenecidos con resoluciones ejecutoriadas.
Finalmente, en los dos expedientes 04-93 y 177-93 desacumularon las
imputaciones de algunos acusados de los expedientes originales y los
acumularon al Exp. 560-03 denominándolo megaproceso. Así sobre-
criminalizaron hechos imputados, demorando más el juicio porque el proceso
tenía que volver a la Fiscalía para una nueva acusación Fiscal del acumulado.
Es en este proceso acumulado, que me han sentenciado a una pena de 25
años sin ninguna prueba.
En la Ejecutoria Suprema signada con el Nº 5385-2006, de fecha 14 de
diciembre del 2007, con respecto a mi persona nuevamente se incurre en el
error de juzgarme dos veces por la misma conducta y hechos, al establecer en
forma textual en el considerando 7º ) 7.7.2 b): “En el presente caso se advierte
que a la procesada Margi Clavo Peralta fue condenada a 33 años de pena
privativa de libertad, en el Expediente Nº 548-03, habiendo sido condenada con
fecha 16 de mayo del 2006, por delito de pertenencia a la dirigencia nacional
de Sendero Luminoso”, siendo sancionada de conformidad con lo establecido
en el art. 3º literal a) del D.L. 25475. En tanto que en el present4e proceso, el
objeto de la imputación como se evidencia de la imputación fiscal (acápite 7.1)
es por el mismo hecho. En definitiva se verifica tanto la identidad objetiva
(mismo supuesto fáctico), como la subjetiva (misma procesada). Aun cuando
se señale que la primera sentencia no se encuentre firme se configura el
supuesto del ne bis in ídem procesal, pues se estaría persiguiendo dos veces a
la misma persona en distintos procesos penales, por lo que en este extremo la
decisión de la Sala Superior está arreglada a ley”.
Estando así, un fallo con decisión de cosa juzgada, se aprecia ostensiblemente
que existe una fuerte contradicción insalvable entre ambas causas, donde al
establecer dichos Jueces supremos, que existe el ne bis in ídem, en esta causa
se me condena a otra pena severa de 25 años de pena privativa de libertad. La
calidad o conducta penal de dirigencia de la organización subversiva desde el
inicio de la lucha armada no puede estar dividida en el tiempo, con dicha
sentencia se ha sobrecriminalizado mi responsabilidad, constituyendo en
inconstitucionales, ilegales e injustos tales fallos en contra de mi derecho de
procesada.
El fallo aludido que apoyaba esta Ejecutoria Suprema, tuvo vicios procesales
insalvables, donde para establecer mi responsabilidad y condenarme a la pena

114
de 35 años de pena privativa de libertad utilizó como única prueba en el juicio
oral la declaración de u arrepentido y las demás pruebas fueron extraídas del
atestado policial donde participó en dos diligencias el Fiscal Militar, existiendo
conforme a nuestro ordenamiento constitucional la obligación de dirigir dicha
investigación policial, exclusivamente el Ministerio Público.
Por otra parte, se me condena como autora mediata de ocho hechos llamados
“hechos probados” no obstante que la Sentencia del Exp. 548-03 que la Sala
utiliza para declarar de oficio cosa juzgada, también me sentencia como “autora
mediata de todos los hechos cometidos por todos los miembros desde el
momento de su incorporación hasta su detención” es decir desde 1980 hasta
1995, por tanto, ¿los ocho hechos no están incluidos en todos los hechos
aludidos?
Otra cuestión violatoria es el que para imponer la pena la Sala Superior y la
Ejecutoria Suprema acuden al Código Penal de 1924 cuando debieron aplicar
el Código del 91 pues en el caso de conflicto de leyes debe aplicarse la ley más
favorable al reo.
Se debe precisar, que no se tuvo en cuenta mi alegación y defensa a mi favor,
se me castiga contraviniendo lo que señala el art. VII del Título Preliminar
‘Principios Generales- del Código Penal, que establece: “Que la pena requiere
de la responsabilidad del autor. Queda proscrita toda forma de responsabilidad
objetiva”.
Recurro ante esta instancia supranacional, porque con esas decisiones
condenatorias se vulnera mis derechos fundamentales de libertad y seguridad
personal, en función de los procesos abiertos como procesada, por lo cual no
se respetó el principio procesal de ne bis in ídem: art.10º de la Declaración
Universal de Derechos Humanos, que indica: “Toda persona tiene derecho en
condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
Tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y
obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia
penal”
Por otro lado, el Estado peruano a través de los Jueces que me juzgaron, no
tuvieron presente lo que establece el art. 8º, literal c) de la Convención
Americana de Derechos Humanos, que precisa sobre las Garantías Judiciales,
que establece sobre: “La concesión al inculpado del tiempo y de los medios
adecuados para la preparación de la defensa”, al estar sometida
simultáneamente en 2 procesos iguales, no se permitió preparar dicha defensa.
Derechos violados:
Los hechos del caso se refieren a la violación de los artículos. 1.1°. (obligación
de respetar los derechos), 2°(deber de adoptar disposiciones del derecho
interno), 5°( derecho a la integración personal), 7°(derecho a la libertad
personal), 8° (garantías judiciales), 9°(principio de legalidad y retroactividad) y
24°(igualdad ante la ley) de la Convención y tuvieron lugar después de la
ratificación de la Convención por parte del Estado Peruano.

115
El Estado Peruano, La República del Perú, ratificó la Convención Americana, el
28 de julio de 1978 y aceptó la jurisdicción contenciosa de la Corte
Interamericana de los Derechos Humanos, el 21 de enero de 1981, conforme al
art. 52(3), de dicho tratado.
Medios probatorios:
1. El mérito del Expediente Nº 548-03, con su Ejecutoria Suprema Nº 3451-
2006, del cual se encuentra concluido, donde se me sentenció a la pena
de 35 años de pena privativa de libertad, con varios vicios procesales
indicados, el mismo que se solicitará al Estado Peruano en copias
certificadas.
2. Que, se solicite al Estado Peruano, las ediciones oficiales de las
Constituciones del Perú de 1979 y 1993 (derogada y vigente
respectivamente), el Código Penal peruano de 1924 y el de 1991, el
Código de Procedimientos Penales, el Código Procesal Penal, el Código
de Ejecución Penal de 1991, vigente, todos en calidad de prueba
documentaria.
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia
designo como abogado defensor al Doctor Manuel Fajardo Cravero.

8.- Victoria Obdulia Trujillo Agurto


Fui detenida el 28 de agosto de 1989, en el distrito de Comas, siendo
procesada, juzgada y sentenciada a 10 años de pena privativa de la libertad,
con fecha 26 de abril de 1994, por delito de terrorismo, la misma que fue
ejecutoriada por la Corte Suprema de Justicia del Perú el 9 de octubre de 1995,
habiendo cumplido ya la pena.
A mérito del Atestado Nº 21-D4-DIRCOTE del 14 de febrero de 1991, se me
abre instrucción con fecha 18 de febrero de 1991 ante el 10 Juzgado Penal de
Lima; con fecha 09 de setiembre de 1992 se formaliza la acusación penal, y
con fecha 24 de junio de 1994 se emite una sentencia condenatoria de 20 años
de pena privativa de la libertad; con fecha 26 de junio de 1995 la Corte
Suprema declara NULA la sentencia y ordena un nuevo juicio. En un nuevo
juicio fui condenada a 25 años de pena privativa de libertad, siendo ratificada
con Fecha 15 de agosto de 1998. Con fecha 10 de marzo de 2003 la Sala
Penal Nacional declara NULO todo lo actuado con jueces con clave y ordena
un nuevo juicio, remitiendo a Fiscalía superior para su respectiva acusación, y
con fecha 01 de abril de 2003 se emite dictamen de Acusación opinando 18
años de pena privativa de la libertad; con fecha 14 de abril y 21 de noviembre
del 2003, en forma unilateral, sin que la denunciante lo haya solicitado
declaran improcedente la libertad por exceso de carcelería. Con fecha 07 de
junio del 2003 la Sala unilateralmente realiza la acumulación de la presente
causa al expediente signado con el Nº 89-93; con fecha 18 de octubre de 2005
la Sala Penal Nacional ordena que la suscrita sea desacumulada del exp. 89-
93 y se le proporcione un nuevo ingreso, formando el Exp. 60-2005, el mismo

116
que se encuentra para juicio oral. Mediante el atestado Nº 138-DIRCOTE, de
fecha 05 de julio de 1991 que contienen las mismas imputaciones: de Tener
cargo dirigencial, ser autora de los atentados contra Domingo García Rada,
Alberto Ponce Canessa, Jerónimo Cafferata Marassi, Rodrigo Franco Montes,
Ediverto Arroyo Mío. Felipe Santiago Salaverry, Rodríguez, Orestes Rodríguez
Campos, SAIS SOLLOCOTA – Puno Azángaro, y otros, se apertura instrucción
con fecha 05 de julio de 1991 bajo los alcances del Art. 319 y 320 del Código
Penal de 1991. Con fecha 20 de julio de 1994 (Fs. 5200), la Fiscalía Superior
acusa, y declara haber mérito para pasar a juicio oral por los delitos en
mención en calidad de dirigente. Con fecha 28 de setiembre de 1994 se da
inicio del juicio oral y concluye en sentencia de 25 años de pena privativa de la
libertad la misma que es anulada mediante ejecutoria obrante a Fs. 6104/6106,
emitiéndose nuevo auto de enjuiciamiento obrante a Fs. 6434, y con fecha 10
de diciembre de 1999 se da inicio del juicio oral, concluyendo en una excepción
de cosa juzgada, siendo confirmada a Fs. 7984. Con fecha 30 de mayo de
2003, la Sala Nacional de Terrorismo, declara Nulas todas la sentencias e
insubsistente la acusación Fiscal por estar suscrito por Jueces y Fiscales con
claves secretas, ordenando se remita al Juzgado competente, para la emisión
del informe Final. Sin embargo es preciso acotar que este proceso (04-93) no
debió de remitirse al Juzgado, sino a Fiscalía para la correspondiente
acusación porque dicho dictamen era con identidad secreta. Empero, como la
Sala quería que se amplíe el auto apertorio, después de quebrar el proceso a la
denunciante; con fecha 11 de junio del 2004 se amplía la instrucción,
ampliándose las imputaciones, acumulándose todos los procesos, en el
expediente signado con el numero 560-03.
En el expediente acumulado 560-03, se emite acusación con fecha 05 de
agosto del 2005, en la calidad de autor mediato de todas las imputaciones
establecidas en todos los expediente acumulados, con fecha 15 de agosto del
2005 se emite auto de enjuiciamiento, contra Victoria Obdulia Trujillo Agurto,
concluyendo con una sentencia condenatoria violatoria de los derechos
humanos fundamentales.
Fui juzgada por un fuero antiterrorista: Tribunales sin rostro, Sala Nacional
antiterrorista y Sala Penal Nacional en la actualidad, órganos jurisdiccionales
de excepción con el fin de aplicar la legislación antiterrorista como parte de la
guerra contrasubversiva en el Perú.
El Tribunal Constitucional, a solicitud de más de 5000 ciudadanos que
demandaron la inconstitucionalidad del sistema legal antisubversivo, declaró la
inconstitucionalidad de algunos artículos de los decretos leyes 25475 y la
inconstitucionalidad de los decretos leyes números 25475, 25659, 25477 y
otros, hecho que obligó al Poder Ejecutivo del Estado peruano promulgar los
decretos legislativos 921 al 927. El D.L. 926 establece los nuevos juicios para
aquellas personas que han sido sentenciadas por jueces con identidad
secreta, y en el presente caso, para Victoria Obdulia Trujillo Agurto, que fue
juzgada en el expediente 04-93, 212-93, por los mismos hechos ambos fueron
anulados. La Causa del Exp. Nº 04-93 se acumuló al expediente Nº 560-03 y
la causa del Exp. Nº 212-93 fue acumulado al Exp. Nº 89-93; y mediante
resolución de fecha 18 de octubre de 2005, la causa 212, en el extremo de la

117
suscrita es desacumulado, dándosele un nuevo ingreso el expediente signado
con el número 60-2005, el mismo que está en giro, siendo las misma
imputación y una sola prueba la cinta del video, llamado por la policía “Zorba el
Griego”.
Este proceso se origina con el atestado Nº 138- DIRCOTE, de fecha 05 de julio
de 1991, abriendo instrucción a la suscrita, con fecha 05 de julio de 1991,
encuadrando en el tipo penal del Art. 319 y 320 del Código Penal de 1991;
cuando la denunciante se encontraba detenida desde 1989, violentando el
principio de legalidad, e irretroactividad de la ley penal. Con fecha 20 de julio de
1994 la Fiscalía Superior con identidad secreta emite su dictamen acusatorio;
iniciándose el juicio oral el 28 de setiembre de 1994, con jueces con identidad
secreta, vulnerando el principio de legalidad, y el debido proceso, las
audiencias son rápidas, sin dar a la denunciante el tiempo suficiente y los
medios adecuados para la preparación de su defensa. El proceso se prolonga
del 05 de julio de 1991 hasta los primeros meses de 2000, que concluye con
una sentencia donde ampara la excepción de cosa juzgada, habiendo
transcurrido más de 8 años de proceso, violentando el plazo razonable
establecido en el Art. 8.1 de la Convención, siendo confirmada por la Corte
Suprema de la República; hasta que el 30 de mayo de 2003, la Sala Penal
Nacional declara nulas las sentencias, y posteriormente esta causa la acumula
en forma unilateral al expediente Nº 560-03. De lo que se colige, que en primer
juicio anulado se ha vulnerado las siguientes garantías: Un debido proceso, la
garantía de ser juzgado por un Juez competente, independiente e imparcial, el
derecho a la publicidad del proceso penal, al plazo razonable para el
juzgamiento, garantías establecidas por los artículos: 8.1, 8.2, 8.5. concordados
con los artículos 1.1, 24 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos.
Un debido proceso es aquel en el que se aplican las leyes sustantivas y
adjetivas debidamente, es decir en forma igual para ambas partes,
correspondiendo al juez la obligación de cumplirlas y hacerlas cumplir, sin
embargo en el proceso llevado a la suscrita denunciante, el Estado promulga el
D.L. 959, otorgándole, al Procurador Publico, funciones equiparables a la del
Ministerio Público, quebrantando el principio de igualdad de armas, porque en
la práctica se tuvo 02 fiscales, contra los procesados, máxime que el
Procurador depende del Ministerio del Interior, de igual manera que la
DINCOTE, quien tiene abiertas todas las instituciones para acumular pruebas,
hecho que no sucedió con la defensa de los acusados, que para obtener una
prueba, se tuvo que seguir todo el cauce administrativo, y muchas veces
denegatorias; cuando básicamente el representante de la parte civil, solo tiene
un fin indemnizatorio más no así persecutorio, para mayor abundamiento el
señor Procurador mediante la prensa, escrita, hablada y televisada, tenía
tribuna para amedrentar a los juzgadores, y desinformar a la población. En el
juzgamiento en mención, se aplicó el Derecho Penal del enemigo, yendo en
contra de la dignidad de la persona y la igualdad ante la ley, violando el artículo
1 y 2 numeral 2 de la Constitución de 1993 y el Primer Principio General del
Código Penal del 91 en cuanto éste es “medio protector de la persona

118
humana”, con la finalidad de tenerme en prisión a pesar de haber cumplido la
condena por la cual fui juzgada y sentenciada
En consecuencia el estado ha vulnerado el Artículo 8.2 de la Convención.
El decreto Ley 25475, fue publicado el 06 de mayo de 1992, cuando se
encontraba vigente la Constitución Política del Estado de 1979, ley
antiterrorista, columna vertebral de la legislación antisubversiva, dejando en
suspenso hasta la actualidad el Código Procesal Penal por contener el Sistema
Procesal Acusatorio Garantista, estando solo en vigencia 22 artículos. En la
investigación preliminar, la policía especializada para casos de terrorismo tuvo
el control material de la investigación elaborando los atestados policiales, que
en esencia es la otra parte que participó en la guerra desarrollada en el Perú;
siendo el Ministerio Público el director formal en esta etapa, quienes muchas
veces solo legalizaban las arbitrariedades realizadas por la policía. En la etapa
judicial el Juez penal se convierte en director de la investigación judicial de
conformidad con el Art. 49 del Código de Procedimientos Penales
violentándose el Art. 159 numeral 4 de la Constitución Política del Estado que
estable que el Ministerio público conduce desde sus inicios la investigación del
delito, labor que es atribuido al Juez Penal. La Constitución Política Del Estado,
contiene no menos de 15 normas que consagran derechos y garantías
constitucionales relacionados con el proceso penal las que incorpora el Código
Adjetivo de 1991. Haciendo énfasis que la primera declaración de voluntad del
Estado en materia penal, está en la Constitución y no en los Códigos, normas
que el órgano Jurisdiccional soslaya la facultad de aplicar el control difuso de la
Constitución y los aplica al pie de la letra. Al respecto Claus Roxin, sostiene
que “el proceso penal es el sismógrafo de la Constitución de un país”, y
asimismo Goldschmidt sustenta que “el proceso penal de una nación es el
termómetro de los elementos autoritarios de la Constitución”. En consecuencia
el proceso penal ordinario, formulado en el Código de Procedimientos Penales
de 1940, no se ajusta a los estándares de la Constitución de 1993; máxime que
se crearon leyes y salas de Juzgamiento de excepción para el juzgamiento de
los delitos de terrorismo, teniendo normas procesales y sustantivas para tal fin.
En consecuencia se han vulnerado los Art. 9 de la Convención.
Uno de los contenidos del derecho al debido proceso es el derecho de obtener
de los órganos judiciales una respuesta deducida, motivada y congruente con
las pretensiones oportunamente deducidas por las partes en cualquier clase de
procesos. La exigencia de que las decisiones judiciales sean motivadas en
proporción a los términos del inciso 5) del artículo 139° de la Constitución
Política del Estado, garantiza que los jueces, cualquiera sea la instancia a la
que pertenezcan, expresen el sumario intelectual que los ha acarreado a incluir
a la denunciante en el auto apertorio, con sujeción a la normatividad política y a
la ley. En la causa signada con el Nº 04-93 el auto apertorio no se encuentra
debidamente motivado; se nombra en forma general los hechos por los cuales
se ha instruido a la denunciante, no se nombra las pruebas sobre las cuales se
sustenta la imputación.
El Art. 139 inciso 22 de la Constitución Política del Estado sostiene: El
“principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación,

119
rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad” y el Código de
Ejecución Penal en forma similar sostiene lo siguiente “La ejecución Penal
tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del
Penado a la sociedad… (...)”. Empero, después del 10 de mayo de 1992,
luego del genocidio en el Penal Castro Castro, fui sometida a un régimen
carcelario de aislamiento absoluto en el Penal de Máxima Seguridad de
Chorrillos, violentándose nuestros derechos fundamentales, agregados a la
privación de la libertad, apuntando a reducirnos a la condición de sub humanos
y a destruir nuestra esencia social de seres humanos, aplicando un plan de
reducción y aniquilamiento sofisticado contra los prisioneros, ya que se nos
mantuvo encerradas en las celdas los primeros meses las 24 horas del día sin
poder tomar los rayos del sol, (posteriormente 23 horas y media); sin visita, que
luego fue por locutorio y sólo con familiares directos por media hora al inicio;
negándosenos la visita de abogados; se nos negó el derecho a la educación, al
trabajo y el acceso a los medios de comunicación desde radio, periódicos, etc.;
se nos mantuvo en constante zozobra y con golpizas los primeros años,
quitándonos nuestras pocas pertenencias; con pésima alimentación y deficiente
atención médica. Asimismo nuestros familiares fueron objeto de constante
hostigamiento, persecución, chantajes, con amenazas de suspensión de
visitas. En conclusión, el estado ha violado el Artículo 5.1, 5.2, 5.3 y 5.6 de la
Convención.
He asumido mi condición de militante del Partido Comunista del Perú, Partido
que dirigió la guerra popular iniciada el 17 de mayo de 1980 como consta en mi
declaración en la ampliación de Instructiva (a fojas 6978) y en lo manifestado
en el juicio oral que en toda su integridad reitero en la presente demanda.
Todo lo planteado en la parte general es mi posición, la misma que suscribo,
agregando que en mi caso se han presentado las violaciones específicas
mencionadas aquí.
Ofrezco como prueba:
Solicito que su despacho pida al Estado peruano por intermedio de la
Cancillería el Expediente Nº 04-93, Nº 89-93, Nº 212-93, Nº 105-95, Nº 60-
2005, Nº 415-93, Nº 560-2003.
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia designo
como abogado defensor al Doctor

9.- Víctor Zavala Cataño, de nacionalidad peruano, con DNI. N° 0810157, de


76 años de edad, nacido el 6 de marzo de 1932, de ocupación (antes de mi
detención) maestro y con domicilio real hasta antes de mi detención en jirón
Libertad 318, departamento 301 del distrito de San Juan de Lurigancho,
provincia y departamento de Lima .
Fui detenido por la policía el 22 de junio de 1991, en una de las calles del
distrito de San Martín de Porres de la ciudad de Lima, Capital de la República
del Perú, luego llevado con el rostro absolutamente cubierto a diversos puntos

120
probablemente de la ciudad, sometido a una cruel tortura, métodos utilizados
como práctica en el interrogatorio policial, instrumentos que condena la
Convención, sin que el Estado peruano como signatario ajuste sus legislación
interna a los estándares internacionales sobre derechos humanos y que
garantice que la tortura sea (en ese entonces) considerada un delito criminal,
por el contrario ha convalidado dichas formas, otorgando a la policía facultades
excesivas, incluso para determinar las pruebas consideradas suficientes para
acusar, juzgar y condenar como ha ocurrido en mi caso.
Luego de mi detención fui recluido en el Establecimiento “Miguel Castro
Castro”, ubicado en las afueras de la ciudad de Lima, bajo el régimen de
aislamiento celular, luego como consecuencia del genocidio materializado por
las Fuerzas Armadas y Policiales en dicho penal en mayo de 1992, fui
trasladado al Penal de Yanamayo, ubicado en la región altiplánica andina,
Departamento de Puno, sobre una altitud de más de 4,000 metros sobre el
nivel del mar, situación que volvía prácticamente imposible las visitas
periódicas de mis familiares menos aún de mi abogado, permaneciendo bajo el
régimen de prohibición e impedido de todo contacto con mis familiares,
recibiendo una sola visita al mes de 30 minutos a través de los denominados
locutorios.
Fui sometido a juicio ante un Tribunal sin rostro en el Exp. N° 17-92., siendo el
cargo materia de acusación de ser dirigente a lo que la propia sentencia
denomina “organización criminal”, como tal, autor intelectual de los hechos
investigados y otros en procesos distintos, de lo dicho se infiere que, he sido
juzgado y sentenciado en calidad de dirigente del Partido Comunista del Perú y
como tal como presunto autor del delito de terrorismo de hechos incriminados
en dicho proceso, inclusive en otros procesos.
Desde que se promulgó en el Perú la denominada Ley antiterrorista (Decreto
Ley 25475, en junio de 1992, los Tribunales sin rostro peruanos han condenado
y encarcelado como es mi caso, a miles de personas por delitos relacionados
con el “terrorismo”. En el procedimiento de los Tribunales sin rostro reinó el
secreto, los jueces y fiscales se identifican con códigos, desempeñando su
función en Salas Especiales, equipadas en el interior de centros penitenciarios
de máxima seguridad, donde solo el acusado y el abogado pudieron asistir al
juicio, hago hincapié que, lo dicho es para resaltar las condiciones en la que he
sido juzgado y sentenciado en el expediente 17-92, en aquel entonces, por la
denominada Sala Única Especial, en dicho proceso se me condenó a 20 años
de pena privativa de libertad, según dice en los fundamentos de la sentencia,
por haber sido dirigente principal y como tal autor intelectual de los hechos
investigados y otros, en proceso distintos, de lo que se rescata que, en calidad
de dirigente cualesquiera fuera su nivel del Partido Comunista del Perú, he sido
juzgado y sentenciado.
A mérito de la Acción de inconstitucionalidad FORMULADA por don Marcelino
Tineo Sulca y más de cinco mil ciudadanos, contra los Decretos Leyes 25475,
25659, 25708 y 25880, ante el Tribunal Constitucional, formándose el
expediente 010-2002-AITC, la que concluyó en sentencia de fecha 3 de enero
del año 2003, que declara NULOS los proceso llevados ante el fuero militar o

121
jueces sin rostro, por haber sido declarado inconstitucional el Decreto Ley
25659 Ley sobre traición a la patria y parte del Decreto Ley 25475.
Del Nuevo Juzgamiento:
1.- Cargos imputados en el Atestado Policial, la acusación fiscal como son: Ser
integrante del Comité de dirección de Socorro Popular, en condición de Sub
Secretario, a su vez mando militar de todos los destacamentos de esa
organización, compartiendo responsabilidad con la fallecida Yovanka Pardavé
Trujillo y Tito Valle Travesaño en la planificación de las acciones terroristas,
control, supervisión y evaluación de las mismas, luego información del
resultado mediante los informes-balances que realizaban en forma periódica y
como tal autor mediato de 73 hechos en lo que respecta a mi caso.
2.- Que, por pertenecer a Socorro Popular, señalándose en las respectivas
sentencias que han quedado ejecutoriadas en cada caso, que es un aparato
central partidario de la Organización “terrorista” Sendero Luminoso”, como es
verse en el denominado mega proceso en el que recayó la Ejecutoria Suprema
en cuestión, he sido juzgado y sentenciado como dirigente de Socorro Popular,
como tal autor mediato de todos los hechos investigados, que son los mismos
por los cuales ya he sido sentenciado, diferenciándose sólo en los términos de
tipificación, en las sentencias que anteceden, se señala “autor intelectual”, y en
la cuestionada “autor mediato”, de lo que se infiere que no existe un criterio
uniforme en la aplicación de “autoría mediata”, por no estar previsto en nuestra
legislación, con lo que se ha violado el principio de NON BIS IN IDEM al que
hago referencia más adelante.
3.- De los setenta y tres (73) hechos imputados por la fiscalía, según la
sentencia de primer grado, la que ha sido confirmada por la Ejecutoria
Suprema, sólo han sido probados 23 hechos, siendo estos: atentado contra la
vida del Presidente del Jurado Nacional de Elecciones Domingo García Rada
(24-05-85), atentado contra la vida del vicealmirante de la Marina de Guerra del
Perú Jerónimo Cafferata Marazzi (14-10-86), atentado contra la vida de
Rodrigo Franco Montes de Peralta (28-08-87); atentado contra la vida de
Heriberto Arroyo Mio (23-04-89); atentado contra la vida de Felipe Santiago
Salaverry Rodríguez (17-04-90) atentado contra la vida de Paul Juan Poblet
Lind (23-05-91); atentado contra la vida de Luis Queirolo Queirolo (14-08-89);
atentado contra el ómnibus de la empresa Enatru Perú con pasajeros,
resultando muerto el alumno PNP Luis Morales Palacios (18-08-90); sabotaje
en la modalidad de asalto y quema de vehículo de propiedad de Antonio
Baltasar Avellaneda (03-11.90); atentado contra la vida de Roberto Víctor
Barriga Hernández (23-03-90); atentado contra la vida de Tomás Irigoyen Giles
(01-06-90); atentado contra la vida de Antonio Rosales Durand (20-07-90);
sabotaje contra la Embajada de Rusia (10-12-90); sabotaje a la Embajada de
Japón (10-12-90); atentado contra la Embajada de Alemania (10-12-90);
sabotaje contra la Empresa Hogar SA (20-07-90); sabotaje a los locales del
Partido Aprista Peruano ubicados en Carmen de la Legua y el Agustino (31-07-
86); asalto y robo al Puesto de la Guardia Civil de la Quinua Ayacucho (15-08-
81).

122
4.- De los hechos enumerados UT SUPRA, donde se consignan fechas y años
de su producción, todos, excepto el atentado contra la vida de Paul Juan Poblet
Lind, ocurrido un día después de mi detención, se han materializado en el
tiempo en que estuvo vigente el Código Penal de 1924, norma que no
contemplaba el delito de terrorismo, tampoco estaba prevista en dicha norma
sustantiva la responsabilidad penal de autoría por organismos de poder
desprendida de la teoría de Roxin, es decir no existía dicha figura, siendo así,
al haberse aplicado tanto en la acusación Fiscal como, en la Ejecutoria
Suprema leyes que han sido promulgadas con posterioridad a la posible
comisión de los hechos por los cuales he sido juzgado, se ha violado el
Principio de Legalidad y en el derecho interno mis derechos constitucionales,
consagrados en el Art. 2° Inc. 24 Literal d), Art 103 y 139 Inc. 13 de la
Constitución política del Estado de 1993; Art. 11 Inc. 2 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, congruentes con el Art. 6° del Código
Penal que señala “la Ley aplicable es la vigente en el momento de la
comisión del hecho punible. No obstante se aplicará la más favorable al
reo en el tiempo de conflicto en el tiempo de las Leyes penales”.
5.- La Ejecutoria Suprema al determinar los actos por los cuales he sido
sentenciado, ha sustraído ciertos hechos, calificándolos como actos
“terroristas”, sin efectuar en su conjunto un enjuiciamiento político social e
histórico del Partido Comunista del Perú que desarrolló y dirigió una guerra
popular durante los años de la década del 80 y años 1991 y parte del 92, cuyo
objetivo era, conquistar el poder político e instaurar la República de Nueva
Democracia para el pueblo, en cuyo proceso he participado no como un
“terrorista” como escribe sino como un revolucionario, de este modo, no se ha
podido establecer ni se podrá establecer la verdad a lo que debe aspirar y
apuntar todo fallo judicial para ser justo.
6.- Considero que, con el criterio Ut Supra, adoptado por los Jueces peruanos,
se ha vulnerado el principio de la unidad procesal que exige, los hechos
incriminados, no pueden ser separados para comprenderlos en diversos
procesos, esta situación ha conllevado en mi caso que, en el proceso
denominado megaproceso he sido objeto de juzgamiento por hechos que son
los mismos por los cuales he sido juzgado en otros procesos, lo que es peor
aún, cuando ciertos hechos en los que se funda como probados en mi contra
ya han sido materia de acusación y juzgamiento en otros procesos, en cuyo
expediente el suscrito no aparece tanto en el atestado policial como en la
acusación fiscal, tal es el caso por ejemplo de Cafferata, siendo así, carece de
legalidad este proceso, a lo que debe añadirse la violación del principio de
NON BIS IN IDEM (Cosa Juzgada).
7.- Por otro lado, en la sentencia de primer grado la misma que ha sido
confirmada por la ejecutoria cuestionada por ilegal, incurre en una grave
contradicción por lo siguiente. En la primera parte de sus fundamentos señala
“no es emitir sentencia contra una organización política, ni contra una
ideología, ni mucho menos que los acusados llaman masas”, y más
adelante señala la propia sentencia “...el Partido Comunista del Perú –
Sendero luminoso- era definitivamente una organización ilícita, con una
estructura y dirección claramente establecida y diferenciada”, por otro lado

123
en la Ejecutoria Suprema se califica al Partido Comunista como una
“organización criminal”. De estos criterios claramente se concluye: lo que se
ha juzgado es al Partido Comunista del Perú, escudándose en sus dirigentes
como en mi caso, al imputárseme y condenarme como “terrorista”, delito cuya
tipificación no estaba prevista en el ordenamiento penal sustantivo vigente en el
tiempo en que se produjeron los hechos materia de acusación y sentencia.
Con todo lo expuesto específicamente aquí en este punto 7 los tribunales que
suscriben la Ejecutoria Suprema en cuestión, han incurrido en violar todo lo
concerniente a un juicio justo. Con todo lo dicho antes y visto aquí, en mi caso,
fue, evidente además:
Concentración del poder en manos de la policía, antes de presentarme al Juez,
la que actúa en ausencia de un Fiscal y su abogado, situación que le facilita
para sembrar pruebas en contra del detenido, acto que se ha cometido en mi
caso.
Los policías tienen facultades para determinar si las pruebas son suficientes
para hacer la acusación en la mayoría de los casos sin corroborar con pruebas
materiales.
El interés de condenar de los jueces se revela en su tendencia de atenerse por
entero a los resultados de la investigación policial, sin mayor investigación
propia, ¡Qué Salas Especiales pueden ser sino de excepción! La Sala
antiterrorista creada por medida administrativa, o sea ilegalmente.
Las Audiencias se han desarrollado dentro de un recinto militar: en la Base
Naval del Callao, es decir, en lugar distinto a la sede judicial aunque la
construcción de la Sala Penal se haya pretendido legitimar por razones
políticas.
8.- La sentencia de primer grado, así como la Ejecutoria Suprema fueron
notificados primero a la prensa nacional e internacional y luego a las partes del
proceso, lo que constituye la violación del debido proceso, situación que revela
el carácter político del juicio e injerencia del Poder Ejecutivo en el Poder
Judicial, o que implica la carencia de un poder judicial independiente.

OBJETO DE LA DEMANDA:
Todo lo planteado en la parte general es mi posición la misma que suscribo
plenamente. Agregando que en mi caso se han presentado las violaciones
específicas mencionadas aquí. Es, objeto principal de la presente demanda es
a efectos de que, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se
pronuncie, en relación a VICTOR ZAVALA CATAÑO, respecto a la violación de
sus derechos fundamentales contemplados en la normatividad de la
Convención, ratificados por el Estado peruano, artículos 1°, 5°, 7°, 8°, 9°, 24° y
25° específicamente en el proceso que se le siguió por el denominado Mega
Proceso, sin prejuicio de imponérsele una indemnización que corresponde por
los daños y perjuicios ocasionados a mi persona.

124
MEDIDA CAUTELAR:
Estando a que fui sentenciado a 25 años de pena privativa de libertad, pena
máxima que pudieron haberme impuesto, ahora se pretende entablarme
nuevos procesos por el mismo delito (delito de terrorismo) que justifiquen la
imposición de una pena mayor como es de cadena perpetua, alegando autoría
mediata respecto a hechos posteriores a mi detención (Investigación que se
encuentra actualmente en la fiscalía Penal Supraprovincial), buscando con ello
sepultarme en vida en la prisión sin aspiración alguna de obtener mi libertad a
pesar de los largos años de carcelería y en las condiciones que me fue
impuesta, razón por la cual, solicito a la ilustre Comisión que en uso de sus
facultades cautele mi derecho a la Libertad y Seguridad Jurídica (Cosa
Juzgada) e Integridad Personal, toda vez, que como señalé supra he sido
juzgado y sentenciado como autor intelectual de hechos en los que no tuve
participación alguna y, el Estado peruano no puede abusar de su poder punitivo
ilimitadamente y sentenciar a rajatabla a quienes considera sus “enemigos”
como sostiene la Procuraduría de la República del Perú.
Que, para los efectos de mi defensa legal en la presente denuncia designo
como abogado defensor al Doctor Víctor Cahuana Martínez.

10.- Rosa Angélica Salas La Cruz


Ciudadana peruana, de 62 años de edad, madre de familia, de instrucción
superior, con grado de Bachiller en Sociología, cumpliendo condena de 25
años de pena privativa de libertad, en el Establecimiento Penal de Mujeres –
Anexo Chorrillos, Lima-Perú (efectivos en condena 15 años), recurro a la
Comisión que Ud. preside, de conformidad con lo que dispone el Art. 44° de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos del Pacto de San José de
Costa Rica”, así como lo establece el Art. 205° de la Constitución Política del
Perú:
HECHO DENUNCIADO: Como se señala en los puntos anteriores de la
presente demanda, que, el día 13 de octubre del 2006, en la ciudad de Lima-
Perú, he sido sentenciada a la pena de 25 años de pena privativa de mi
libertad, en causas penales acumuladas al principal N° 560-2003 (al que
denominó el Estado Mega-proceso), por el delito de terrorismo agravado en
supuesto agravio del Estado, fallo que fue objeto de Recurso de Nulidad por mi
parte, siendo elevado a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia del Perú,
la misma que mediante Ejecutoria Suprema de fecha 14 de diciembre del 2007,
en la causa N° 5385- 2006, resolvió confirmar esta condena impuesta,
sentencia con flagrante violación a mis derechos humanos y procesales
conforme se detallará.
INVOCO el art. 3° y 63.1 de la Convención Americana, que recoge la norma
consuetudinaria que constituye uno de los principios fundamentales del
Derecho Internacional contemporáneo sobre la responsabilidad de los Estados.

125
Al producirse un hecho ilícito imputable a un Estado surge de inmediato la
responsabilidad internacional de éste por la violación de un norma internacional
con el consecuente deber de reparación y de hacer cesar las consecuencias de
la violación.
En el proceso penal N° 560-2003, fui juzgada por el delito de terrorismo, mi
persona ha reconocido su condición de militante del Partido Comunista del
Perú, en igual forma otros procesados más de la misma causa, por lo que la
Sala que nos juzgó le dio un aspecto de Juicio político-jurídico, con connotación
histórica, porque desde el año 1980 en mi país se produjo una guerra interna,
una guerra popular.
Se me aplicó en la sentencia ejecutoriada, el Art.5° del D.L. 25475, vigente
desde el mes de mayo de 1992, la que señalaba textualmente: ”El que
pertenece a una organización terrorista por el sólo hecho de pertenecer a ella,
serán reprimidos con pena privativa de libertad no menor de 20 años...”, pero
esta pauta fue trasgredido por los jueces que me condenaron, como se observa
de su lectura de la norma, la que indicaba una pena única, como mínima y
máxima al mismo tiempo, para la figura de pertenencia o militancia o afiliada a
dicha organización, pero al anular mi juicio anterior por mandato constitucional,
la Sala que me juzgó utilizó ilegalmente una norma posterior: el D.L. 921, que
entró en vigencia el 19 de enero del 2003 y recién ahí estableció que “con
relación a la pena temporal máxima de dicha conducta será (ampliar) 5 años
mayor a la pena mínima establecida en los mismos, es decir dicho aumento
debió aplicarse a los hechos producidos posterior a la fecha del 19 de enero del
2003, del cual no me correspondía, lo que es una muestra más de las
violaciones de derechos fundamentales producidos en el proceso.
En forma ilegal, se violó la tutela jurídica y debido proceso, transgrediendo lo
que señala los artículos 11.2° de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos que establece:”Nadie será condenado por actos u omisiones que en
el momento de cometerse no fueron delictivos según derecho nacional o
internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable al
momento de la comisión del delito”
Como se observa de la sentencia ejecutoriada, trasgredió ostensiblemente
también lo que es norma de la Convención Americana, conforme el art. 9° que
prescribe el “Principio de legalidad y retroactividad” y lo que en igual forma
también violó lo que establece la Declaración Universal, convirtiéndose
entonces en arbitrario e ilegal dicha sentencia.
Que, debo de señalar que se me condenó con una ley de emergencia porque
esta se originó de un autogolpe de Estado, pero a través de innumerables
sentencias de la materia, emitidas por la Corte Interamericana (Caso Lori
Berenson, caso De la Cruz flores, Ramírez Rojas: caso 12.413 y otros) el
Estado Peruano se comprometió a adecuar dicha legislación antiterrorista a
una legislación democrática y no lo hizo, sino que lo envileció, donde entre
otras normas como señalo, trasgredió el principio de retroactividad.
Que, conforme a la jurisprudencia desarrollada de la Corte Interamericana en
los casos Castillo Petruzzi, Loayza Tamayo y Cantoral Benavides ha indicado

126
que la legislación antiterrorista peruana es incompatible con la Convención,
desde la definición del delito de terrorismo por ser un tipo penal que desconoce
el contenido del principio de legalidad por que es una norma penal abstracta,
indeterminada y genérica y con esa disposición fui juzgada. Asimismo con las
nuevas disposiciones por el cual se aplicó al nuevo juzgamiento no solucionó
las graves deficiencias e imperfecciones que señalo, persistiendo en mi juicio
su índole represiva por lo que mantuvo en peligro los derechos y garantías
protegido por la Convención. En el fallo se me aplica la política del “Derecho
Penal del enemigo”.
Que, si bien es cierto que he aceptado mi condición de militante de la
organización subversiva, la pena impuesta no se encuentra acorde con los
hechos y con las mínimas pruebas aportadas por el Estado.
EXPONGO MI TESTIMONIO DE LOS HECHOS, en la forma siguiente: fui
detenida en forma violenta por Fuerzas del Ejército Peruano, mientras
caminaba por la calle sin estar cometiendo ningún acto subversivo, el 18 de
agosto de 1993 en la ciudad de Huancayo- Departamento de Junín; conducida
al Cuartel del Ejército acantonado en el distrito de Chilca, donde se me
mantuvo incomunicada y sometida a crueles torturas físicas y psicológicas
humillantes y vejatorias ahogamientos, colgaduras, tenerme desnuda y
vendada, sacarme a caminar al descampado sin zapatos amenazándome con
lanzarme al Río Mantaro y otras crueldades que me produjeron una
hemorragia; además de amenazarme con detener a mis hijos y
desaparecerme.
En los hechos estuve secuestrada impedida de avisar a mi familia de mi
detención y sin acceso a un abogado. Luego de 4 días fui trasladada a Lima, a
los sótanos del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) - Pentagonito, donde
continué secuestrada durante 10 días más o menos; donde me agredieron
físicamente con golpes en la cabeza, en los costados y torturándome sicológica
y moralmente, interrogándome día y noche; buscando una confesión
autoinculpatoria.
Ya habían transcurrido más de 15 días cuando me presentaron a la prensa con
traje a rayas y luego me llevaron a la DINCOTE (Dirección Nacional contra el
Terrorismo), donde continuaron las torturas psicológicas. Dicho sea de paso
que a este lugar llegué muy mal, no sólo físicamente como consecuencia de lo
que me aplicaron, sino también en estado de fragilidad psíquica y moral, por los
vejámenes, por las amenazas de ser desaparecida. No pude ofrecer resistencia
y permití que me tomaran la manifestación en las noches, precisamente en
ausencia de mi abogado; no recuerdo haber leído mis supuestas declaraciones
antes de firmar, pues fueron hechas bajo los efectos de todo lo vivido desde mi
detención y las presiones y amenazas a las que estaba sometida; por eso es
que conforme a lo que declaré posteriormente, esa “manifestación” inculpatoria
e incriminando a otros no podía tener ni tiene ninguna validez ni constituir
prueba alguna. A pesar de que eran evidentes las huellas que dejaron en mi
cuerpo las torturas: marcas de soga en el pie izquierdo por las colgaduras e
hinchazón; dificultad para respirar y fuerte dolor en las costillas (lado derecho),
el médico legista no quiso dejar constancia, minimizó. La razón es que en esos

127
momentos no existían garantías de ningún tipo, prohibieron el Habeas Corpus
para los acusados por terrorismo.
Quiero precisar que el Estado peruano se extralimitó en el plazo de detención
para toda persona involucrada en delito de terrorismo ya que estuve 50 días
sometida a investigación policial. El mismo día que me internaran en el Penal
de Mujeres de Chorrillos, un Tribunal militar con jueces sin rostro, con un fiscal
militar sin la presencia de mi abogado, me hicieron un juicio sumario, tomando
como prueba mi supuesta “manifestación” descrita anteriormente; violando el
derecho al debido proceso, principio de legalidad y otros, me condenaron a
cadena perpetua; esto ocurrió el 8 de octubre de 1993.
Fui trasladada al E.P. de Mujeres – Chorrillos, donde se me privó de
comunicación con el mundo exterior, aquí estuve en condiciones infrahumanas,
en aplicación del Art. 20° del Decreto Ley 25475, durante un año estuve en
aislamiento, y durante 9 años sólo podía salir al patio durante 30 minutos por
día, tenía muy limitadas las posibilidades de leer y enterarme de lo que sucedía
en la sociedad y contaba con un régimen de visitas en extremo condicionado,
durante varios años.
Por otro lado señalo también que me abrieron otros procesos, los que a la
fecha después de 15 años, aún no me han juzgado, siendo entre ellos: el
expediente N° 89-1993, expediente N° 212-93, 28-2006 acumulado con el 60-
2005, lo que ha generado en mi persona un trauma y esto significa repercusión
en mi estado emocional por lo que aún no se decide en forma definitiva mi
situación jurídica, lo que se precia una abierta violación a lo que dispone el art.
7.5 ( Derecho a la libertad personal) que establece: “Toda persona detenida
debe ser llevada sin demora, ante el juez... y tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o ser puesta en libertad, sin perjuicio que se
continúe su proceso...”.
Respecto a las pruebas que sirvieron para la sentencia cuestionada de 25 años
de condena, como son la de un video, esto conforme a la legislación peruana,
no tiene relevancia probatoria, principalmente porque no se demostró que era
mi persona, son filmaciones que no contaron con la presencia del Fiscal, por
otro lado se tomó como prueba una foto donde supuestamente estaba
acompañada de un presunto miembro de la organización, quien no acudió a
Juicio, violándose el derecho de defensa y el principio de contradicción.
Debo remarcar que con respecto al tipo penal que se me condenó, el art. 5° del
D.L. 25475 vigente desde el 6 de mayo de 1992, como militante a la
organización subversiva, en la jurisprudencia nacional peruana, los jueces
supremos, han interpretado en forma diversa dicha norma, como en las
Ejecutorias Supremas siguientes, las personas sentenciadas por esta
conducta, según las causas penales N° 1951-2005, se condenó a 13 y 10 años
de privativa de libertad, en la causa N° 2973-2004, se condenó a la pena de 12
años de prisión, lo que se aprecia con respecto a esta conducta que no ha
existido en la Jurisprudencia, un criterio uniforme en su aplicación, tanto más
cuando no se me ha demostrado que mi conducta haya causado daños a un
bien jurídico protegido por la ley conforme a la sentencia ejecutoriada.

128
Sobre el ilegal cobro del monto de reparación civil: cuyo pago se me está
requiriendo. Debo precisar que en conjunto con otros 11 condenados más, en
este proceso se nos ha impuesto con el pago de la reparación civil astronómica
e impagable de: S/. 3,700’000,000 de nuevos soles (tres mil setecientos
millones de nuevos soles), lo que haciendo un cálculo en la alícuota que me
corresponde pagar, sería la suma de: S/. 308’333,333.00 nuevos soles.
(trescientos ocho millones, trescientos treinta y tres nuevos soles), lo que se
aprecia con dicha cantidad, en forma objetiva, que ni siquiera con el resto de mi
vida lograre cumplir con algo de dicha suma y conforme a la norma modificada
con respecto a un posible beneficio de liberación condicional que me
corresponde al cumplir las ¾ partes de la pena (19 años de ella), es requisito
esencial cubrir con el pago íntegro de dicha reparación, lo que contraviene con
lo que dispone el art. 7º de la Declaración Universal de los derechos Humanos,
que establece que: “Todos son iguales ante la ley y tienen sin distinción
derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección
contra toda discriminación que infrinja esta Declaración…”, la que se invoca de
igual manera, el art. 5º.6 de la Convención, que establece que “las penas
privativas de libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la
readaptación social de los condenados”, consecuentemente su solicitud de
reinserción a la sociedad, antes de vencer la pena.
En síntesis, el estado Peruano denunciado, a través del Poder Judicial, en el
proceso penal denominado mega proceso, no cumplió con los siguientes
artículos establecidos en la Convención:
1.1º Que se refiere a la obligación de respetar mis derechos y libertades
reconocidos y garantizar el libre y pleno ejercicio, sin discriminación alguna por
motivo de opinión pública u otra índole de razón nacional y social.
2º Que indica el deber de adoptar disposiciones el derecho interno en particular
de procedimientos constitucionales.
5º Que reseña el derecho a la integridad personal, psíquica y moral.
5.1.- El deber de la pena privativa de libertad, tiene como finalidad esencial la
reforma y readaptación social de los condenados.
7º Que describe que el derecho a la libertad y seguridad personal.
7.3º Que prescribe que nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamiento arbitrario.
8º Que representa las garantías judiciales como la de ser oída por un Tribunal
competente independiente e imparcial, establecido anteriormente por la ley.
8.2º Sobre el derecho a no ser obligado a declarar contra sí mismo, ni
declararse culpable.
8.3º Sobre la confesión del inculpado solamente es válida, si es hecho sin
coacción desde ninguna naturaleza.

129
9º Que estipula la aplicación del principio de legalidad y retroactividad, se
indica que se impuso en la condena pena más grave que la aplicable al
momento del presunto delito.
24º Que dispone sobre el principio de igualdad, se tiene derecho sin
discriminación a igual protección ante la ley.
Asimismo se invoca lo que dispone los Arts. 1º de la Constitución Política del
Estado, que consagra la defensa de la persona humana, el respeto a su
dignidad, los que son el fin supremo de la sociedad, que nadie debe ser víctima
de violencia moral, psíquica y física, ni sometidos a tortura o tratos
humillantes… Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la violencia,
quien la emplea incurre en responsabilidad”, en concordancia con lo que
establece el art. 5º de la Declaración de los Derechos Humanos.
E igualmente se me violentó lo que dispone el art. 7º del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, lo que señala que: “Nadie puede ser
incomunicado, sino en caso indispensable para el esclarecimiento de un delito
y en la forma y por tiempo previsto por la ley”.
Ofrezco como pruebas:
Solicito que su despacho pida al Estado peruano, por intermedio de la
Cancillería, el Expediente 560-2003, seguido en mi contra y en donde aparece
las denuncias del Ministerio Público en cada uno de los procesos acumulados,
el Auto Apertorio de Instrucción, el dictamen o acusación fiscal del 5 de agosto
del 2005, la sentencia del 13 de octubre del 2006, el Dictamen del Fiscal
Supremo, la Ejecutoria Suprema del 14 de diciembre del 2007 que me
sentenció a la pena de 25 años de pena privativa de libertad.
Asimismo se solicite al Estado peruano través de su Ministerio de Relaciones
exteriores, las ediciones oficiales de las Constituciones de 1979 y la de 1993
(derogada y vigente respectivamente). El Código Penal peruano de 1924 y el
de 1991; el Código de Procedimientos Penales; el código Procesal Penal de
1991, todos en calidad de prueba instrumental preconstituida.
Solicito se pida al Estado peruano través de su Ministerio de Relaciones
Exteriores, las ediciones oficiales de los Decretos Leyes 25475, 25659, 25708,
25880 y 25744.
Asimismo los Decretos Legislativos Números 921, 922, 923, 924, 925, 926 y
927, y los Decretos Supremos del 982 al 989, la que se solicitará al Estado
peruano, en su edición oficial.
Designo abogada a la letrada señorita M. Luz Villanueva Cerpa, identificada
con DNI 08235869, con matrícula del Colegio de Abogados de Lima N° 08053.

130
II. CONCLUSIONES:
1. Sentencia política usando legislación antiterrorista que es parte de
la guerra contrasubversiva.
2. Peso de la opinión pública creada en contra nuestra a través de los
medios de comunicación.
3. Escarmentar a los revolucionarios y hundir en prisión a los
enjuiciados.

Por lo expuesto, a Ud. Señor Presidente, solicitamos se sirva admitir la


presente denuncia y darle el trámite que corresponde y se someta esta
denuncia a la Jurisdicción Internacional de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, solicitándose de conformidad con el Artículo 63º de la
Convención Americana, que dicha Corte declare la nulidad del juicio, la
Sentencia que se nos ha impuesto y la Ejecutoria Suprema que la confirma y
se nos realice un nuevo juicio conforme a las normas del debido proceso.

OTROSI DECIMOS.- Que, además de lo expuesto anteriormente; solicitamos


se tengan como fundamentos de hecho y de Derecho de la presente denuncia
las impugnaciones, incidentes, tachas, nulidades, apelaciones, excepciones,
etc. y alegatos de defensa realizados por nuestros abogados defensores
durante el desarrollo del juicio oral, así como nuestras intervenciones en el
mismo; todo lo cual forma parte del contenido de las actas de la audiencia
realizada en ochentaiséis sesiones en el periodo comprendido del 26 de
septiembre de 2005 al 13 de octubre de 2006 correspondientes al expediente
acumulado Nº 560-03, las mismas que pedimos se soliciten al Estado Peruano,
conjuntamente con los documentos y pruebas instrumentales incorporadas por
las partes, y formen parte de la presente denuncia.
OTROSI DECIMOS.- Que, a fin de probar los hechos expuestos anteriormente,
en calidad de MEDIOS PROBATORIOS, cuyas copias se solicitarán al Estado
Peruano, ofrecemos los siguientes:
l.- El mérito de las denuncias formuladas por el Ministerio Público en cada uno
de los procesos acumulados que forman parte del expediente 560-03, objeto de
la presente denuncia.
2.- El mérito de las resoluciones judiciales que contienen el auto apertorio de
instrucción de cada uno de los procesos acumulados que forman parte del
expediente 560-03, objeto de la presente denuncia.
3.- El mérito del dictamen Nº 036-05-3ª FSPN-MP-FN que contiene la
Acusación Fiscal de fecha cinco de Agosto de 2005 formulada en el expediente
560-03.

131
4.- El mérito de la Sentencia de fecha 13 de Octubre de 2006 expedida por la
Sala Penal Nacional en el expediente acumulado Nº 560-03.
5.- El mérito del Dictamen Fiscal Supremo Nº 1638-2007-MP-1ªFSP fecha 25
de Julio de 2007 formulado en la causa Nº 5385-2006.
6.- El mérito de la Ejecutoria Suprema de fecha 14 de diciembre de 2007
expedida por la Segunda Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de
Justicia en la causa Nº 5385-2006.
7.- Texto oficial de las Constituciones Políticas de Perú, correspondiente a los
años de 1979 y 1993.
8.- Texto oficial de los Códigos Penales del Perú correspondientes a los años
1924 y 1991.y sus modificatorias.
9.- Texto oficial del Código de Procedimientos Penales del año 1939 y sus
modificatorias.
10.- Texto oficial de los Decretos Leyes Nº 25475 y 25659.
11.- Texto oficial de los Decretos Legislativos 921 al 927.
12.- Texto oficial de los Decretos Legislativos 982 al 989.
13.- Texto oficial del Decreto Legislativo Nº 895 del 23 de mayo de 1998
14.- El mérito de las sentencias del Tribunal Constitucional del Perú recaídas
en los expedientes:
Nº 010-2002-AI/TC de tres de enero de 2003
Nº 005-2001-AI/TC de diecisiete de noviembre de 2001
Nº 003-2005-PI/TC de nueve de agosto de 2006

OTROSI DECIMOS.- Que, también ofrecemos como medios probatorios los


siguientes:
a) A fin de probar la opinión pública creada en contra nuestra, remitimos en
fojas… impresos periodísticos aparecidos en diversos medios de información
del Perú.
b) Un disco CD que contiene imágenes referidas a la captura de los agraviados
Abimael Guzmán Reinoso y Elena Yparraguirre Revoredo.
c) Las cartas cursadas al entonces Presidente de la República Alberto Fujimori
solicitando conversaciones para llegar a un acuerdo de paz que termine la
guerra.
d) Las cartas cursadas al entonces Presidente de la República Doctor Valentín
Paniagua solicitando se de una solución política a los problemas derivados de

132
la guerra interna que abarque la situación de los presos, de los requisitoriados,
de los exiliados, sus familiares, hasta la de los rezagos en armas, la de las
leyes antiterroristas.
e) Carta de Elena Yparraguirre Revoredo dirigida al Presidente del Instituto
Nacional Penitenciario, sobre la situación del Doctor Guzmán en la Base Naval
y contra la campaña periodística de decir que goza de privilegios.
f) Copia del recurso de apelación presentado por Elena Yparraguirre Revoredo
contra la negación de encuentro familiar con su compañero el Doctor Abimael
Guzmán Reinoso. También adjuntamos la Resolución Directoral N°1278-2008
INPE/18, del 25 de julio del 2008.

OTROSI DECIMOS.- los denunciantes Abimael Guzmán Reinoso y Elena


Yparraguirre Revoredo, para los efectos de la presente denuncia nombramos
como abogados defensores al doctor Alfredo Crespo Bragayrac, con Registro
CAL N° 11206 y Carlos Gamero Quispe quienes están facultados para ejercer
nuestra defensa de manera conjunta e indistinta de cada uno de nosotros dos.
OTROSI DECIMOS.- que para los efectos de la presente denuncia señalamos
domicilio legal común en la Av. Nicolás de Piérola Nº 938 Oficina 301, Privado
F, Lima Cercado, Lima 1 – Perú, lugar donde solicitamos se haga llegar a
nuestros abogados la admisión de esta denuncia y otras comunicaciones de la
Comisión, SIN PERJUICIO, de notificarnos personalmente con las mismas
providencias en el Establecimiento Penal donde nos encontramos recluidos, el
mismo que hemos indicado en la introducción de la presente.

Lima-Perú, 3 de setiembre del 2008

…………………………………………………..

Manuel Rubén Abimael Guzmán Reinoso

………………………………………………..

Elena Albertina Yparraguirre Revoredo

133
………………………………………….

María Guadalupe Pantoja Sánchez

………………………………………..

Laura Eugenia Zambrano Padilla

…………………………………

Margot Lourdes Liendo Gil

…………………………………………….

Osmán Roberto Morote Barrionuevo

………………………………….

Margi Eveling Clavo Peralta

………………………………………

Victoria Obdulia Trujillo Agurto

………………………….

Víctor Zavala Cataño

……………………………………

Rosa Angélica Salas La Cruz

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