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corrección política destinadas a imponer cierta visión de la realidad acorde con sus
intereses particulares. De ambas se nutre abundantemente el correo de la Defensora.
Abordaré hoy el primero de estos frentes, el de las ofensas. El goteo de quejas por el uso
de determinadas expresiones que se consideran lesivas es permanente. Las últimas que
he recibido se refieren al artículo La culpa del otro, en el que el profesor Rafael
Argulloll aludía el pasado 31 de mayo a "las circunstancias que rodean a la juventud
como causantes del preocupante barbarismo que se detecta en forma de ignorancia,
apatía, autismo o violencia". La frase molestó a algunos lectores, padres de niños
autistas. Eva Reduello nos reprocha "el uso del término autista como sinónimo de
barbarismo". "Yo, hasta que tuve una hija con autismo, tenía el mismo concepto:
personas que se aíslan del mundo, lo rechazan y muestran apatía e incluso agresividad
contra él", pero ésa es una visión "trasnochada y falsa". "Mi hija es cariñosa, dulce y
alegre, y es muy feliz", dice. Ester Cuadrado exige "respeto y ética" porque "el uso que
perpetran de la palabra autismo incide de manera directa en la consideración social de
niños como mi hijo", argumento que comparten otros padres como Eva Campano,
David Vaguco o Mariano Alvira.
"No es sólo una cuestión de lenguaje", insiste Eva Reduello. "Es algo más. Estamos
intentando cambiar el concepto que la sociedad tiene de este síndrome, y para ello
necesitamos hacernos visibles, mostrarnos tal como somos". Ésa es la clave, el núcleo de
las quejas que llegan por este tipo de problemas desde diferentes colectivos.Rafael
Argulloll acepta las críticas: "Utilizo el término autista como metáfora, como figura
retórica. Pero agradezco las matizaciones porque un escritor ha de ser responsable de la
evolución de las palabras. Como autor, puedo ejercer una violencia que estoy dispuesto
a retirar porque me cuesta menos retirar una metáfora que herir, aunque sea a una
minoría, con esa metáfora".
Un periódico tiene que ser sensible a la evolución social del lenguaje y evitar el uso
estigmatizador de palabras como autismo, esquizofrenia, borderline o psicótico, que
pueden causar daño. La palabra "anoréxica", por ejemplo, está siendo ya utilizada de
forma despectiva, como insulto, en ciertos medios juveniles. El uso responsable de las
palabras es una exigencia del buen periodismo. Pero ¿significa eso que no pueden
utilizarse nunca esas palabras como metáfora de una situación? No. Porque una cosa es
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Metáforas que hieren, ladrillos que duelen · ELPAÍS.com http://www.elpais.com/articulo/opinion/Metaforas/hieren/ladrillos/due...
Encontrar un equilibrio no es fácil, pues las exigencias son cada vez mayores. Primero
se rechazó, con razón, el término "loco" porque era peyorativo, y se sustituyó por el de
"enfermo mental". Es sin duda más apropiado. Pero desde ciertas asociaciones de
pacientes se nos exige ahora que no hablemos de enfermos mentales o de
discapacitados, sino de "personas con enfermedad mental" o "personas con
discapacidad", pues la condición de esquizofrénico, como la de diabético, no es lo único
que define a esa persona. De acuerdo. Pero estos colectivos han de comprender que
tampoco podemos retorcer el lenguaje hasta encorsetarlo en una capa de escayola.
El problema a veces no radica en el uso de las metáforas, sino en la capacidad que tiene
el periodismo de crear estereotipos. El arquitecto Héctor Sequero Marcos se ha dirigido
a la Defensora preocupado por el uso que el periódico está haciendo del término
"ladrillo" para referirse al sector de la construcción. Le parece una simplificación que
distorsiona la realidad. "Es cierto que la burbuja inmobiliaria ha producido daños, pero
no toda la construcción es especulativa. Están ustedes alimentando el uso de un
término despectivo y con ello extienden a todo el sector lo que ha sido un mal
comportamiento de una parte".
Vicente Jiménez no acepta esta crítica. "En periodismo, como en cualquier otra
expresión literaria, la sinécdoque (designar un todo con el nombre de una de sus
partes) es lícita. Entiendo que para muchos profesionales del sector de la construcción,
la palabra ladrillo pueda tener un matiz despectivo y a menudo asociado con un ámbito
demasiado plagado de prácticas delictivas. Sin embargo, creo que en este caso la culpa
no la tiene el lenguaje escrito ni su uso por los periodistas, sino la abundancia de
canallas que han visto en el ladrillo, la oportunidad de llenarse el bolsillo a costa de la
ley".
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