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’54 tonadas

Jaime López
canción
’54 tonadas
Jaime López
© Jaime López

1a edición. 2001. Impresa.


Enkidu Editores
Ediciones del Lirio
ISBN: 968-6545-05-0

2a edición. 2009. Internet.

Ilustración de la portada: Carmina Hernández


Cautiva
monólogo musical
para cantactriz
I

Ahora que en el mitin se concentran


las fuerzas celulares de mi cuerpo,
teléfono al oído te lo cuento:
el chisme es buen negocio en esta era.

A rastras la memoria me conduce


rentándome películas vacías,
el metro se convierte en un tranvía
y al túnel del flashback nos introduce.

Del fondo viene el grito…


algún atropellado sigue vivo.

El púlpito salvando a los suicidas,


catorce catedrales que relucen;
aquí aunque mi silencio me reduce,
ya cruje cuando escribo la crujía.

Raído reina el ruido por el templo,


aquí donde el pecado te lo inventas;
la biblia parabólica nos cuenta
que cada videoclip es un ejemplo.

4
II

No lucen los espejos ya muy bellos,


se notan poco a poco las atrofias;
no eres por ahora aquella novia
que todo un pueblo amaba verso a verso.

Ya no hay chofer ni limusina afuera,


la vida es una diva trastornada;
se va desafocando la mirada
y ahora ya en la sala nadie espera.

Dejémonos de tretas,

no hay vida como ésta en dos planetas.

En el oscuro cuarto en que te hallas,


un poco más acá de las esferas,
la única luciérnaga que vuela
es esa compañera con pantalla.

Así, entre estrellas solitarias obvias,


existe un mundo en todo el universo
que con lo artificial de su destello
no deja de brillar con luz muy propia.

5
III

Se escucha despertarse a los camiones,


la fábrica a tu paso ya te silba
y en el despunte de este nuevo día
tu llanto aún rocía los faroles.

Empiezan a apagar su madrugada


las luces mercuriales desde el lodo
y esclava en la cadena del insomnio
te miras en la esquina ahí parada.

En ese viejo feudo


las piernas del patrón serán tu asiento.

Ahora que ya estás tocando el fondo,


sin sueños ni ilusión, alucinada,
como un pantano urbano que te traga,
te hunde el pavimento hasta los codos.

Un día se dirá que un día hundía


su soledad y tú entre sus rubores,
en nombre de unos tiempos ya mejores,
bajabas la mirada enrojecida.

6
IV

De pie va levantando un nuevo día


el sol al escalar los edificios,
parece ir de prisa el muy cretino
llevando un portafolios de rutina.

Detrás de las montañas en la infancia


salía perezoso y desgreñado,
ahora que se oculta en ese saco
camina sin querer darnos la cara.

A veces juegas duro


haciendo de la vista un lente oscuro.

Aquel azul del cielo es viejo cuadro,


ahora más parece un guardaespaldas
un tanto ennegrecido por la capa
de nubes y relámpagos de cuarzo.

Es un elevador su domicilio
y ahí en el ataúd de la oficina
está con la corbata que lo asfixia
el sol durmiendo el sueño del vampiro.

7
V

Atrás el tiempo no contaba edades


y nadie celebraba los cumpleaños,
vivíamos afuera del rebaño
de una o dos o tres trivialidades.

Aquello no duró más que un suspiro,


un antes y un después existe ahora
que estoy por ser quien soy, a mucha honra,
desde antes de vagar en el exilio.

En esos buenos días


la luz y las tinieblas eran mías.

Andamos de la mano de la hora


en estos tiempos de pedir auxilio,
por estas épocas el paraíso
ya sólo pertenece al que lo compra.

Yo aún recuerdo aquel primer regalo


que me arrojó del plácido paraje
a las flamígeras profundidades,
cayendo de la gracia como el diablo.

8
VI

Alguna vez soñé con arrecifes


a orillas del desierto vigilantes,
cactáceos rostros como navegantes
de roca pura y duras cicatrices.

Haciéndose a la mar color dorado


los vi zarpar, partir rumbo a la nada;
coyotes y camellos ya nadaban
haciendo compañía a aquellos barcos.

Tal vez es un delirio


soñar y estar burlando lo prohibido.

El sol en la cascada de sus barbas


cual viejo cascarrabias solitario,
no era más que un pobre atormentado
cascado cascabel que viboreaba.

Alguna vez soñé con el oleaje


de las arenas de tu piel de tigre,
espero en el instante en que rugiste
me hayas recordado al despertarte.

9
VII

Levántate, querido viejo lobo,


que creo que me estoy volviendo oveja;
no hay cosa sin chistar que no obedezca
en la dulzura de un hogar sin fondo.

Regrésame a la calle miserable,


ahí donde se lidia con el hampa;
libérame de la divina trampa
que fue el corral que quise yo robarme.

Levántate y camina …
querido viejo lobo, no te extingas.

Ya ves que un cómodo sofá te atrapa


y así se multiplica interminable,
domésticas mazmorras adorables,
bostezo cotidiano que nos traga.

Asómate feroz por esas rejas,


te espero ahí en el bar del foco rojo;
levántate, querido viejo lobo,
que creo que me estoy volviendo oveja.

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VIII

¿Me quieres ver la cara a mí de nuevo?


¡Si vieras que aprendí de mi pasado!
Hacérmela otra vez es demasiado,
un día te llevaste a quien más quiero.

¿Acaso me ha marcado la derrota?


Tú sabes que te estimo por lo que eres.
Si aquí los perdedores son los héroes,
yo niego, pues, la cruz de mi parroquia.

Por dios, querida hermana,


la mano no se lee entre gitanas.

Con golpes en el pecho, ¿quién se hiere?


La culpa no se quita ni con hostias.
En cuanto a lo demás, no queda otra:
no creo en otra vida, en otros seres.

Apágame la tele, pon el radio,


si es algo que me arrulle, lo prefiero,
porque por siempre en el cuadrante entero
se oye la balada del ahorcado.

11
IX

Podrás quitarme el sueño día a día


y hacer de cada noche una condena,
si amar o no amar es el problema,
¡borrón ! Y tú tu onda y yo la mía.

No te preocupes por salvar la honra,


si a ti te están faltando las agallas,
aquí me están sobrando a mí las ganas…
y el tiempo está corriendo en nuestra contra.

Mi amor, ya no te espantes,
que yo andaré por donde el duende ande.

Lavemos el asunto sucio en casa,


podemos empezar el round de sombra;
que rueden las ofensas por la alfombra,
que oigan las paredes la batalla.

No pasa el río el que nada arriesga,


bajemos hasta el sótano, mi vida ;
abramos esa puerta tan sombría,
que no hay peor miedo que el que no se enfrenta.

12
X

Me dicen por mi facha de jolgorio


que soy la flor que se vistió de luto
un día en una boda y de seguro
que me verán de blanco en los velorios.

Me dicen por mis modos relajados


que causo en las sotanas temblorinas,
que soy un carnaval en plena misa,
que quito las aureolas a los santos.

Pero en verdad os digo:


jamás me reprobaron en civismo.

Lo dicen, lo repiten y lo afirman,


que guiada por mi signo del zodiaco,
el equilibrio desequilibrado
en todo lo que hago predomina.

Así que puedo ser la flor de luto


en plena boda de don Juan Tenorio
o andar de blanco por cualquier velorio
cual doña Inés en Halloween de lujo.

13
XI

Y continúa el astro rey en llamas,


puntual, a cada súbdito azuzando;
con nubes o con cielo despejado
se sigue levantando a diario en armas.

Insiste en imitarlo nuestro mundo,


la plebe se marea y pega el grito
sintiendo que la Tierra va al abismo
sin ton ni son, sin rumbo dando tumbos.

No empieza aún la crisis,


así que guárdate tu Apocalipsis.

Anímate, planeta peregrino,


tan sólo es otro susto entre los sustos,
la página que cambia acá en lo oscuro,
no viene el fin del libro de los siglos.

Ya van llegando aquí los invitados,


abierta está la puerta de la casa …
y pese a que se llene de fantasmas,
del caos viene la creación del canto.

14
La lengua es redonda
algo sobre España
Heme aquí

Heme aquí
oyendo cómo vuelan las palabras.
Heme aquí
por valles y montañas de concreto.
Aquí donde la calle es una cancha
de plebes que patean el idioma,
la vieja lengua viva que parece
pelota al rebotar de boca en boca.

Heme aquí
a miles de kilómetros de casa.
Heme aquí
huyéndole al pantano a fin de cuentas.
Mi hogar es este cuerpo caminando
ausente con la mente en movimiento,
así que no pretendo a donde vaya
dejar de parecer un extranjero.

Heme aquí,
heme aquí …

Heme aquí
por baches, por banquetas, por cantinas.
Heme aquí
por túneles, andenes y vagones.
A pie voy navegando en el asfalto,
16
a solas cabalgando en el abismo,
sin más paisano que el que pasa aprisa
dejando su fugaz impresionismo.

Heme aquí
bebiéndome la niebla del cigarro.
Heme aquí
dejando sólo huellas en el aire.
En el hotel que va sobre las ruedas
del tren y entre las alas de un avión,
se encuentra la tonada que me sigue
diciendo que entre más lejos, mejor.

17
Soneto del Federico

Si García Lorca era Federico,


quisiera ver qué cara le pondría
al nada señorito pugilista
que riñe aquí en la barra y es mi amigo.

Pues todo comenzó con la llovizna


que ya nos empujaba al precipicio
de bar en bar, por cuevas y escondrijos,
en el Madrid nocturno que se abría.

Mejor que un poeta es este pillo


al lado cuando surgen los tunantes,
que rudos chapotean por el antro.

Es de este Federico del que yo hablo,


que pese a sus tocayos abundantes,
ninguno se parece a Federico.

18
Soneto de la Rosita y Paco

Tras de las copas se rompió una taza


y cada quien cogió su rumbo fijo,
mas en el taxi se quedó dormido
y casi Paco se nos va de casa.

Y la Rosita andando en el olvido


llegó al hogar, pero algo le faltaba …
¿Sería aquél que tanto vomitaba
detrás de ella como fiel marido?

En un pisito del Madrid de a diario,


se quita uno un poco lo turista
como un humano que se quita el saco.

Entre esos duendecillos brincoteando,


el alma tras la faz cosmopolita
de la ciudad son la Rosita y Paco.

19
Soneto de la bruja Elsa

Un gato gótico con sus zarpazos


trazó este barrio azul para las brujas,
Gaudí maúlla al levantar la luna,
pues ya las ve venir aterrizando.

Y luego siguen por la vieja ruta


al gato gótico que paso a paso,
mañoso y malandrín, las va mareando
con esas copas llenas de burbujas.

En esta serenata catalana,


las brujas danzan por las catedrales
y así se ríen de la verde leña.

En una de estas medievales ramblas,


encima de su pose imperturbable,
la bruja Elsa se soltó la greña.

20
Soneto de Ignaci y Montse

Si te han hablado del Mediterráneo,


irremediablemente habrás caído
en esa hipnosis del coral sonido
que son sus olas penetrando el cráneo.

De tanta intrepidez contemporáneo,


del torpe navegante a los fenicios,
del más gitano al payo peregrino,
si te han hablado del Mediterráneo,

darás con él por la Barceloneta


en esas noches de esas caminatas
o en el Anís del Mono de esa copa

que aguarda en un rincón de Badalona,


ahí por donde abriendo la ventana
Ignaci y Montse brindan su acuarela.

21
Soneto del Mesalles

Allá Mesalles baila sevillanas,


allá ese Víctor tiene duende propio;
allá el galán tendrá siempre un piropo
y allá su mano es una mano hermana.

La noche se nos lía como un porro


y habla y habla como canta y canta
y jura en vano que se va a la cama
y sigue el tocadiscos muy sonoro.

Pues fue arrullado por el cante jondo


el buen Mesalles que nació en el fondo
del restaurante aquel de un barrio chino.

¡Salud, carnal, paisano fronterizo!


Es tanta la emoción, mejor le paro …
no vaya el corazón a reventarnos.

22
Soneto de la Rosaura

Subió Rosaura a la Giralda un día


que en paz desde la almohada yo soñaba
con esa torre esbelta con Rosaura
y toda la Sevilla que veía.

Me dio la mano y me perdió por Triana


con la creciente luna que reía
al río mío que por siguiriyas
tocaba al ras su cuerpo de guitarra.

Sentí el Guadalquivir entre mis venas,


sentí el galope de una voz antigua,
sentí de la Maestranza aquella arena.

Volví del sueño que cortó una espada


y aquellos ojos negros me veían …
bajó Rosaura, al fin, de la Giralda.

23
Soneto por tarifa

Jamás el viento me aventó impetuoso


con la potencia de ese par de brazos
que son Atlántico y Mediterráneo,
donde es Tarifa esquina con el Moro.

Para llegar aquí, pensé instantáneo,


se necesita estar un poco loco;
pero bastante más pa’ entrarle al toro
de descubrir aquellos mundos raros

que suelen esperarnos contundentes


un poco más allá de lo que aterra.
Lo dice aquel nacido en Matamoros:

si hubiera descubierto un continente,


con gusto hubiese yo gritado tierra
donde es Tarifa esquina con el Moro.

24
La lengua es redonda

Madrid es la morena
que en pleno amanecer
detiene a la Gran Vía
y el taxi está a sus pies.

Granada es la gitana
que canta al pregonar
y venda lo que venda
no la podrás comprar.

Es Córdoba, sin duda,


la estatua del saber:
Maimónides que rasga
las cuerdas del placer.

La lengua es redonda
se viene a comprobar
en una carabela
que vuela para atrás.

Sevilla brilla, brilla


por el Guadalquivir
y en un solar de Triana
la luna baila en ti.

25
Jerez de la Frontera
en la meditación,
la copla es una copa
de un fino viejo amor.

Allá por San Fernando


se me quebró la voz,
en la Venta de Vargas
recé por Camarón.

26
Arando al aire
canciones para pasar de siglo
Mi niña tiene el coraje

De latir, de respirar,
de vivir, de ser así,
mi niña tiene el coraje
de gritar estoy aquí.

Ojitos de aceituna,
carita de quejío,
tu cuna es una luna
que va a arrullarse al río.

28
Juímonos, anda, Lucía

Deja ya esa perra vida,


sal del árido refugio;
quítate esa cara agria,
hay que darnos ese lujo.

Ya relaja el nudo ciego,


échate esa cheve fría;
ponle alas a la troka,
juímonos, anda, Lucía.

Juímonos, anda, Lucía,


juímonos,
que la fiesta se desata,
ojos de gitana gata.

Pon tus armas bajo tierra,


cántame como en la cuna;
esta noche es una hamaca
la querida vieja luna.

Aligérate la carga,
abandónate en la vía;
ponle rieles a la cama,
juímonos, anda, Lucía.

29
¿Cómo ves esa troka?

Dicen que hay camellos en Beirut


y pingüinos en el Polo Sur,
dicen que hasta existe Timbuctú
y uno que otro Beatle en Liverpool.
Dizque hay pesebres en Belén,
que, por cierto, rima con:
Matusalén, Jerusalén y amén también.

Hablan mucho de la Torre Eiffel


y de pisa y corre de Babel,
que por Babilonia baila el buey
y que hasta Moncada es un cuartel.
Dizque hay pesebres en Belén,
que, por cierto, rima con:
Matusalén, Jerusalén y amén también.

¿Cómo ves esa troka


pa’ recorrer lo que nos falta del mundo?

Dicen que hay desiertos en el mar


como que hay ahogados en el bar,
dicen que el Dorado brilla allá,
cerca de las rejas de Alcatraz.
Dizque hay pesebres en Belén,
que, por cierto, rima con:
Matusalén, Jerusalén y amén también.
30
El cometa errante

¡Hasta aquí! Que ya estoy que me arrastro


como el mártir aquel del calvario.
Te lo dice quien tanto ha pecado:
ya no más, por favor.

En el nombre del ser más sagrado,


te lo ruego, retira ese tarro;
no me sirvas el próximo trago,
no me tientes, por dios.

Ni una más, que ya se va el Cometa Errante,


ya me voy a California a echarme un dancin’;
a’i te mando una postal o pa’l retache
te veré por los vapores de Portales.

Por el cuerpo y la sangre de Cristo,


ya no me hagas tomar este vino
que hace libre a cualquier municipio
y hasta Tlalpan estoy.

Callejón, carretera o camino,


me reclama mi propio destino;
no sé dónde se encuentra mi juicio,
pero yo ya me voy.

31
Ábranla, que ya se va el Cometa Errante,
ya me voy a California a echarme un dancin’;
a’i te mando una postal o pa’l retache
te veré por los vapores de Portales.

32
En ese portón

En este portón
tres años atrás
parece que nada pasó,
tal vez una estrella fugaz;
apenas un rostro es tu voz
y el fuego me abrasa al cantar
en este portón
tres años atrás.

En este portón
mil noches después,
¿qué fue del querido rincón
y el beso sabor a café?
¿Qué fue del famoso farol?
De golpe la luz se nos fue
en este portón
mil noches después.

A veces como un bandolero


me asalta el recuerdo
de un tiempo que aún se me mueve
y llueve y entonces me voy
de vagón en vagón
donde el metro me lleve.

33
En este portón
ahora y aquí,
exacto la noche de hoy
eterna se puede sentir;
parece que estás cuando estoy
cantándote así como así
en este portón,
ahora y aquí.

34
Por los arrabales

Corazón,
confesor de mis soledades;
valedor,
recordando y viviendo el baile,
¿dónde están
las que amé por los arrabales?
Corazón,
confesor de mis soledades.

¿Qué pasó con la Güera Petra y la Salomé?


¿Dónde fue a parar la Lola y la Gran Lulú,
la Liset, la Raquel, la Rita y la Bella Esther?
Claro está y sin olvidar a la Marilú.

35
Sírveme un agave

Nos veremos cara a cara sin pretextos


justo ahora que el infierno ya se acerca,
donde nadie nos estorbe ni nos juzgue,
te lo digo Juana pa’ que entiendas Petra.

Y ábreme las llaves,


que olvidé la puerta;
sírveme un agave,
que me lleva Gestas.

Desarmados, ya sin cuerpo, ay, alma mía,


en las llamas del eterno sufrimiento;
alejados de la dulce vita aquella,
la manera de gozar encontraremos.

36
Más mortal que una bala

Puede que duelan, y mucho,


las despedidas, amiga;
puede que queme tu odio
más que el ardor de una herida.

Puede que cale tu ausencia


más que filosa cuchilla
y te lo digo tripeando
que hasta me pueden tus líneas.

Cuando quisiste halagarme


lo hiciste carta tras carta,
pa’ despreciarme una frase
fue más mortal que una bala.

Puede que duelan, y mucho,


las despedidas, amiga.

Mira qué chico es el mundo,


qué tan cortita es la vida,
que para ahogarse hasta un vaso
basta y quizá sobraría.

Si a la cantina al final
vienen a dar los suicidas,

37
puede que sea profunda
más que la filosofía.

Puedo arrojarme al abismo


si de encontrarte se trata,
porque también tu silencio
es más mortal que una bala.

Mira qué chico es el mundo,


qué tan cortita es la vida.

Y más mortal que una bala


es una sola certera palabra
y más mortal que una bala
es el silencio que dejas en mi alma…

38
Rodeos

Entre azul y buenas noches


cierta vez nos conocimos
y bailamos ese duelo
con el dedo en el gatillo.
Desde entonces, vida mía,
mucha sangre ha corrido;
hay un as de corazones
en el póker malherido.
No hay más cartas en la manga,
¿qué te tomas?, ¿qué te sirvo?
Como dicen: al fin solos,
frente a frente y sin Cupido.
Esa línea no es la recta,
no dispares indirectas;
como buen vaquero viejo
ya no me ando con rodeos.

Ya no quiero azul celeste,


en la barra sólo un tarro;
interpreta mis señales
en el humo del cigarro.
Nada traigo en las alforjas,
puedo ser tu tiro al blanco
hoy que luzco en el sombrero
las arrugas del barranco.
Me he quitado las espuelas,
39
mil demonios he domado
y me voy montando a pelo
un caballo desbocado.
Esa línea no es la recta,
no dispares indirectas;
como buen vaquero viejo
ya no me ando con rodeos.

40
Cruel carrusel

Te amé muriéndome de hambre


y en la noche llovía el alcohol,
entonces daba la vida
por robarle algún verso al amor.
Y besabas, más bien, al cigarro
y de esto jamás se escribió.

Te amé pegada a la barda


y la fábrica en eso silbó,
contigo anduve en los rieles
del tranvía que un día pasó.
Y tomamos café con los chinos
y de esto jamás se escribió.

Y de pronto un oscuro total,


dando vueltas ahí me quedé,
el cruel carrusel, ya sabrás.

Yo que sé si pasaste y te vi,


sé que aquélla, aunque no eras tú,
bastante tenía de ti.

Cruel carrusel, cruel carrusel,


detente ya, detente ya…

41
Te amé cayéndome al suelo
y en el suelo aun fue mejor,
los pies en las nubes tenía,
la cabeza rodando a un rincón.
Y cantabas con tus carcajadas
y de esto jamás se escribió.

Te amé despacio y de prisa


en la cama o por un callejón,
tal vez como un paranoico,
como príncipe azul sin presión.
Y deseabas lo que ya tenías
y de esto jamás se escribió.

42
Regalando lo peor

Cada que quiero cantarle yo al sol,


se me oscurece, de pronto, la voz;
cada que quiero cortarte una flor,
por el contrario, te rompo un jarrón.

Cada que quiero decirte mi amor,


se me atraganta el besarte y me voy;
cada que pienso que doy lo mejor,
puede que esté regalando lo peor.

Gracias, entonces, te doy


por no mirar para acá;
gracias, de veras, primor,
por simular que aquí estás.

Cada que quiero la luz alcanzar,


en el pantano me hundo yo más;
cada que quiero ser claro y brillar,
sólo tinieblas arrojo al hablar.

Cada que quiero tu mano tomar,


eso que llaman distancia se da;
cada que intento por ti declamar,
ese bostezo me quiere tragar.

43
Ese beso de tus ojos

Al cielo pongo por testigo y juro


que nunca imaginé ni por ensueño
que aquella cita alguna vez llegara
y a media luz se me cumplió el deseo.

El vino, muy solemne, reposaba,


discreto, silencioso cual vigía;
las copas escoltaban nuestros platos,
ahí donde el amor es un caníbal.

Parece que no pasa nada a veces,


de cerca suele ser distante un rostro;
no obstante, más que un beso de tu boca,
deseaba ese beso de tus ojos.

Por a’i en la espesura de la charla,


a tientas caminaban nuestras voces;
lejanas se escuchaban las palabras,
tan tímidas, pasándonos de noche.

Románticas las velas en la mesa


ardían y la cita transcurría,
las manos al mantel se asomaban
ahí donde el amor es un caníbal.

44
Asomando por el escondite

Asomando por el escondite


de la propia timidez,
fue con la mirada que empezamos
poco a poco a acariciarnos.

Ese roce audaz de las mejillas,


sonrojada calidez,
fue, sin más, lo que nos fue llevando
al encuentro de los labios.

Tras abrirnos en el claroscuro


y probarnos el sabor,
suspirando al paso de ese beso,
descendimos por el cuello.

Desde ahí, ramificando el tacto,


un abrazo nos fundió;
interplanetario fue el encuentro
en lo más solar del plexo.

Asomando por el escondite…

Asomando por el escondite


de nuestro aparente ser,
fue que en eso el alma liberada
retozaba en el Nirvana.
45
Y el travieso beso que seguía
descendiendo hasta los pies,
pero, pese a todo, cosa rara,
ya las piernas no temblaban.

Era todo y no dejamos nada


a la imaginación,
la sonrisa acusa y sucumbimos
en lo bajo del instinto.

Recorrimos nuestras geografías


con el mero corazón,
lo mejor, en fin, ahí nos dimos…
ya después nos desvestimos.

46
Así de fácil

Así de fácil, de corazón,


así de frágil se da el amor;
así de gratis, sin más por hoy,
así de fácil se dice adiós…

y lo demás lo sabes tú
y lo de menos el cielo azul.

Recuerdo el día de noche, al fin,


que amanecimos unidos, sí,
con el pasado curado ahí
en un presente sin porvenir…

y lo demás lo sabes tú
y lo de menos el cielo azul.

Por cierto, ¿cómo ves mi desastre?


Lo siento, nunca vino mi sastre.
Y se supone que debo sentir
como la estatua que ve de perfil…

y lo demás lo sabes tú
y lo de menos el cielo azul.

47
Misterioso asesinato

Al fondo del café, ahí plantado,


se ve que te han pasado por encima;
tal vez herido, amigo, habrás oído:
lo siento, lo lamento, vida mía…
y así cualquier pretexto
y tú sin medicina…
mejor ya no las pidas
si no quieres mentiras.

En ese misterioso asesinato,


incluso, nadie dio ni con el muerto,
el mismo que no fue a la funeraria,
culpable que ella no llegara a tiempo…
y toda la familia
parece ir en deceso…
a otro mugre perro
con ese viejo hueso.

No digas que yo soy el único,


si realmente me quieres;
no, nunca me lo digas…
que no pedí mentiras.

Me quiere, no me quiere, da lo mismo;


me miente, no me miente, es lo que temes;
no es la margarita mentirosa,
48
tal vez no la deshojas cuando debes…
y hablando del zodiaco,
verás que nunca es tarde
para cambiar de aire
mucho antes que te cambien.

49
Mucho más que un simple perro

Es tan denso tu silencio


que me dan escalofríos,
siento el peso del desprecio
que me hunde bajo el piso;
ya no más una sonrisa,
me desairan tus pestañas,
ya la luna me regaña,
doce duendes me critican.

Yo no sé en qué te he ofendido,
la traición no es mi defecto;
suelo ser agradecido
mucho más que un simple perro,
pero viene ya la araña
con la red que inmoviliza,
ya la pálida me atiza,
ya muy cínica te ensañas.

Suelo ser yo todo oídos,


suelo ser acomedido,
suelo ser agradecido
mucho más que un simple perro.

El suspenso es tan espeso


que se corta con cuchillo,
ya no más un solo beso,
50
ya no más aquel cariño;
debe ser que ya en el colmo
no me quieres, uh, lalá,
por apátrida, supongo,
y xenófobo, además.

51
Los señoritos

Los señoritos por siempre con sus desplegados,


los señoritos de siempre en el mitin de hoy,
en su importante grupito de no más de cien,
los señoritos jugando a la revolución;
así se carguen a los de abajo
y hasta se caiga el propio país,
siempre ha de haber escudos humanos
y un lugarcito a salvo en París.

Con el poder heredado de sangre en la tinta,


los señoritos bien son los abajofirmantes;
como por dios que la beca es de quien la trabaja,
los señoritos bien son no gubernamentales.
Organizados los pioneritos
con paliacates y mochilitas,
cual buen salvaje en selva de asfalto
vienen y van con su guerrillita.

Cuando la moda pasó por el mundo,


encuentra siempre ese punto de atrás
donde se atasca y no pasa jamás…
donde se atasca y no pasa jamás.

Ya cuando el hábito se ha salpicado de fango,


hay que curarse en salud con la gran salvación;
es lo que vienen vendiéndole los señoritos
52
a todo aquél que de vil señorito pecó.
Hacen la guerra con paz y amor,
son regañones como Greenpeace
y alguna linda estrella de rock
baja a lavar su lana ahí.

53
Rojos y cristianos

Pues yo no estoy con rojos ni cristianos…


¡si fueron ambos mis perseguidores!
Si desde entonces iban de la mano
a izquierda y a derecha los censores.

Y no es por ir al centro con neutrales.


Detrás de la protestataria pose,
de los sesenta a los noventa actuales,
más bien los reaccionarios son de clóset.

Ya van saliendo a diestra y a siniestra,


ya van cayendo por su propio peso
y toda esa medida maniquea
al hoyo con el siglo se va yendo.

Sermones, choros, rollos, estertores,


patada apocalíptica de ahogado;
incrédulos y mochos oradores,
me da lo mismo tibios y troyanos.

54
¿Qué le dieron a joselito?

¿Quién es ese freak?,


¿qué fue de su frac?
Le dieron de todo
y todo hizo crack.

Mejores los tiempos que le conocí,


pues yo era un crío creyendo que él
también era un crío, ¡qué dulce su voz!,
¡qué real y qué noble la pinta de aquél!

Habiéndole visto en el cine una vez,


prendí yo la tele treinta años después
y el tal Joselito, un tanto castizo,
entonces ya era un midget postizo.

¿Quién es ese freak?,


¿qué fue de su frac?
Le dieron de todo
y todo hizo crack.

55
¿Qué fue de la gran Betty Boop?

Me he enamorado de muchas estrellas,


en el burlesque, en el teatro, en el cine;
de la pantalla a los magazines,
toda mi vida no he visto más bellas.

Suelen decir que no son de a de veras,


tan criticadas nos ven todavía
y aunque titilan un poco postizas,
me he enamorado de muchas estrellas.

Pero de todas, y ya esto es el colmo,


de carne y hueso no es la que adoro;
tal vez es su voz, tal vez es su look,
dime, ¿qué fue de la gran Betty Boop?

Tantas estrellas y muchas han muerto,


que lo que vemos tan sólo es un mito;
su resplandor es lo único vivo
como un autógrafo en el firmamento.

Brillo perdido y quizá puro cuento,


esa pantalla no es ya de plata,
pero, de vidrio o de hoja de lata,
aún las amo y no me lamento.

56
Uno de pocos

Uno de tantos destacará


y las estrellas te bajará,
pero si te hartas del cielo,
cuando te canse lo bueno,
uno de pocos te esperará.

La buena vida es un manantial,


un callejón es la oscuridad,
así que si un día de estos
vienes a dar a mi lecho
es que ya debes andar muy mal.

Es que ya debes andar muy mal


si es que conmigo has venido a dar,
pero si te hartas del cielo,
cuando te canse lo bueno,
uno de pocos te esperará.

Uno de pocos te esperará…

57
Te he de querer

En tierra de nadie
hallé la señal que me dijo adelante,
tocando ya el fondo
llegué hasta el punto en que no hay retorno;
en esta ciudad
me diste el coraje en un beso mordaz
y en pueblo sin ley
nos queda partir desde cero otra vez.

Te he de querer,
te he de querer sin volver al ayer;
te he de querer,
te he de querer justo ahora, mujer…

Gorrión mal herido,


de golpe la sangre nos llega hasta el nido;
sin cielo ni montes,
volamos aun cuando no hay horizonte;
detrás del disfraz
nos vamos quitando la piel de metal
y en el tú por tú
se hace la luz apagando la luz.

58
Me tumba tu rumba

No sé,
caray, no sé quién pidió dolor;
qué tal,
mejor, ¿qué tal si me das amor?
Dame, dame amor;
dame, dame más
dolor.

Algo en el destello me oscurecerá,


algo en la penumbra me iluminará;
amo ver tu rostro a medio eclipse ya
en el claroscuro de la intimidad,
¿qué más?

Ya, ya, ya me tumba tu rumba…

59
Lápida de años

Has de platicar contigo


en silencio un tanto a lo tonto
y aunque al lado siempre hay alguien,
suele ser quien te acompaña un monstruo;
cuando miras hacia el techo
has de recordar tu mismo rostro
que se va agrietando a solas
y se viene abajo ya de pronto.

Porque a veces uno piensa


que son cosas sólo en la cabeza,
nunca falta quien va haciendo
caravana con sombrero ajeno;
porque a veces los errores
cuestan sangre y van pesando horrores,
una lápida de años
vas cargando por el calendario.

Una lápida de años


vas cargando por el calendario…

Porque no te preguntabas
qué hago aquí con este amor sufriendo,
60
o cortándose las venas
o poniéndose la soga al cuello;
porque no te cuestionabas
y se fue, se fue pasando el tiempo,
las heridas no cerraron
ni lamiéndolas con el lamento.

61
Desenchufado

Te extraño y lástima que no me extrañes.


Te invoco y lástima que no aparezcas.
Así las cosas, así es la vida
y esa puerta que no se abre sola.

Te fumo y lástima que ni me fumes.


Te atrapo y lástima que te hagas humo.
Ya no hay contacto, ya no hay señales
y aquí en mi mente nada es exacto.

Estoy desconectado,
aquí en mi bóveda craneana hundido.
Estoy desenchufado,
tu piel eléctrica es un zumbido.

Te creo y lástima que no me creas.


Te siento y lástima que no te toque.
Por un momento, por un instante,
en un suspiro acaricié lo eterno.

Te sueño y lástima que no me sueñes.


Te tomo y lástima que te evapores.
Aquellos tragos, aquellas calles
y el cine aquel como un hotel de paso.

62
La ofrenda

Pareciendo oírte hablar del dulce cansancio


del placer cumplido desde ignoto lugar,
apagué la lámpara y llegó de lo lejos
un olor a incienso que me vino a incendiar.

Tú que te has perdido para al fin encontrarte


y hay señales de humo desde algún callejón,
sólo sé que existas donde existas excitas
y eres tú la diosa y lo demás qué sé yo.

Dicen que es un campo de batalla la mente


y de muy dementes el desearla tomar,
la locura atrapa con sus gatos guardianes
al ladrón que intenta profanar más allá.

No me queda duda que tu cuerpo es un templo,


no me queda duda que al entrar siento a dios;
dicho de otro modo: si el altar es la cama,
eres tú la diosa… y la ofrenda soy yo.

No, a nadie quiero convencer,


convencer de lo que sé;
que predique el inseguro,
que predique el inseguro de su fe.

63
Gran quinqué

Te quiero,
lucero de mi oscuridad,
me entrego
al fuego tuyo sideral;
tus ojos al abrirme su profundidad
me comen, me devoran, me arrebatan ya
y en eso
te beso y el temor se va.

Cariño,
destino que viniste a mí,
te brindo
el brillo que tomé de ti;
tu mano es una flor que brota y prende aquí,
hay una llama siempre viva en el candil
y al fin no
camino para hallar el fin.

No sé si un día te contaron que el sendero aquel


es laberíntico y te lleva rumbo a no sé qué,
pero la Vía Láctea en tu mirada viene a ser
la vieja brújula que embruja con su gran quinqué.

Gran quinqué…

64
Angelita

El árabe tocaba la armónica en la barda


y ella lo ahuyentaba con piedras, juguetona;
el siglo era joven y ella una niña
que ya le alborotaban el cuerpo las hormonas.

Al árabe en el patio le daba de patadas,


coqueta, de reojo, saltándole la cuerda;
y así el adolescente, fogoso, insistía
tocándole Angelina, tonada muy muy vieja.

Porque la niña aquella, pequeña y tan traviesa,


con cara de diablilla se llamaba Angelita…
¡Ay, Angelita!, ¡ay, Angelita!,
¡ay, Angelita!, ¡ay, Angelita!

Los golpes de la vida un día le cambiaron


su pueblo de alacrán de la sierra nayarita,
sería un infinito rezarnos el Rosario,
así que del viacrucis, mejor, ni hablar ahorita.

El árabe tocaba la armónica y lo veo


en un recuerdo que de repente se le sale;
el siglo ya envejece y ella con arrugas
retorna a ser la niña que vino a ser mi madre.

65
Nadie va a Durango

La diligencia, mi amor, ya no circula…


ni el Doroteo aquel, un tal Arango.
Ni aventureros ni vagos valedores,
será por eso que nadie va a Durango.

Aquí la mano de Dios está relejos,


será por ser tan ateos, dice un bato;
se fue John Wayne y ya el pueblo es un fantasma,
será por eso que nadie va a Durango.

Hoy todo el mundo camina muy correcto,


las botas limpias, sin polvo, ya sin fango;
no hay jirafas ni alucinaciones,
por eso estamos tan solos en Durango.

Ya el horizonte no es un potro bronco,


pepitas de oro no hay tan a la mano,
no existe más esa fiebre gambusina,
será por eso que nadie va a Durango.

Por el desierto no crece ya el delirio,


la tarde pone su cara de venado
y la esperanza se extingue como lobo
será por eso que nadie va a Durango.

66
Ay, Mesa de Otay

De lo que ahorré, aposté un día


y así en Tijuana perdí mi lana;
pero esto creo que no fue nada,
yo sé de alguien que dio la vida.

Le di mi mano a la Esperanza
y por completo salí amolado,
en un taller medio abandonado
jugué al albur mis mejores cartas.

Ay, Mesa de Otay,


lloro, qué caray;
todo mi caudal
nunca volverá.

A ti te gusta la mala vida,


me dijo el bato de aquella troka
cuando le dije voy pa’ la zona
y el aventón era a la deriva.

Y siempre cuesta el aprendizaje,


no hay nada de oquis, no hay nada gratis;
aquello que te parece fácil,
muy caro lo pagarás por maje.

67
El tigrío

Traía sólo cinco mugres varos


y poca chance de cantar victoria,
me dije tembloroso peor es nada
cruzando ya la línea divisoria.

Tal vez por malvestido y aventado,


los cuates me llamaban el Tigrío;
todo eso se quedó allá en el pueblo
y ahora aquí la migra es el peligro.

Qué noche para andar de cacería,


nos andan lampareando por la sombra;
qué triste pa’l Tigrío dar el cuero,
qué gacho terminar de vil alfombra.

Alfombra de Tigrío, ¡pura manga!,


aquí les va lo poco que me queda,
así como quien dice va mi resto
y voy derecho y convertido en fiera.

Así que no por nada, batos locos,


la raza me apodaba a mí el Tigrío;
ya se han de imaginar de dónde vengo
con eso de que yo salí pintito.

68
Del calor a lo frío

Desde una edad muy temprana


a trasnochar empecé,
lo atestiguaron la Lerdo,
la Mariscal y ese hotel,
aquellas calles candentes
de mi Juaritos aquel.

De chavalillo a’i andaba


de las nevadas de Juárez
a las heladas aquellas
del solitario Nogales
y era yo un buqui trepado
al tren de carga, carnales.

Si soy un poco extremoso


no es por mi culpa, amor mío;
desde pequeño a lo loco
voy del calor a lo frío.

Los cactos rumbo a Nogales


son oraciones al sol,
aquellas mismas biznagas
por Tucson son de neón;
hasta en el mero desierto
hay una gran división.

69
Del huracán al tornado,
del mar al seco paisaje,
en Matamoros fui huerco,
después chavalo por Juárez
y aquel cabrito ya era
un buqui loco en Nogales.

70
Amadísima ciudad

Cierta vez una ciudad me dio todo:


un hotel con la mujer de mis sueños
y el amor a mis paisajes perdidos
en las calles de su cuerpo maltrecho.

Cierta vez un silencioso fuereño


en el hombro te tocó y me supongo
que, con todo y su rarísimo aspecto,
te tocó en algo más que en el hombro.

Si he dejado mi huella no importa,


sólo espero el haber desterrado
una pena de tu alma, quizá,
amadísima ciudad.

Cierta vez amanecí en una esquina,


la valija como único asiento;
al mirarte desde abajo hasta arriba,
ese cielo me dejó sin aliento.

Cierta vez al ir perdiendo el acento,


una lengua acá entre nos inventamos;
y yo que nunca pensaba en cantarte,
al encantarte me fuiste encantando.

71
Arando al aire

Ven, que quiero hablarte al oído,


tararear la melodía muy muy suave;
mientras toca un grupo a lo lejos,
imagina que a tus pies está el cantante.

Creo estar haciendo tierra


a pesar de los pesares
o si no es que sólo estamos
a’i nomás arando al aire.

Ven, amor, recárgate en mi hombro,


haz de cuenta, vida mía, que es un baile;
desconéctate por un momento,
no hagas caso del desdén y del desaire.

Siento que se van haciendo


nuestros sueños realidades
o si no es que sólo andamos
a’i nomás arando al aire.

Algo habrá
tras nomás
andar arando al aire…

Toma lo que queda de mi cuerpo,


sigue dura la batalla allá en la calle;
72
te daré el Jardín de las Delicias
con las lágrimas más negras de este valle.

Estos corazones nuestros


laten una misma sangre
o si no es que sólo andamos
a’i nomás arando al aire.

73
Contenido

Cautiva. Monólogo musical para cantactriz

I 4
II 5
III 6
IV 7
V 8
VI 9
VII 10
VIII 11
IX 12
X 13
XI 14

La lengua es redonda. Algo sobre España

Heme aquí 16
Soneto del Federico 18
Soneto de la Rosita y Paco 19
Soneto de la bruja Elsa 20
Soneto de Ignaci y Montse 21
Soneto del Mesalles 22
Soneto de la Rosaura 23
Soneto por tarifa 24
La lengua es redonda 25
Arando al aire. Canciones para pasar de siglo

Mi niña tiene el coraje 28


Juímonos, anda, Lucía 29
¿Cómo ves esa troka? 30
El cometa errante 31
En ese portón 33
Por los arrabales 35
Sírveme un agave 36
Más mortal que una bala 37
Rodeos 39
Cruel carrusel 41
Regalando lo peor 43
Ese beso de tus ojos 44
Asomando por el escondite 45
Así de fácil 47
Misterioso asesinato 48
Mucho más que un simple perro 50
Los señoritos 52
Rojos y cristianos 54
¿Qué le dieron a joselito? 55
¿Qué fue de la gran Betty Boop? 56
Uno de pocos 57
Te he de querer 58
Me tumba tu rumba 59
Lápida de años 60
Desenchufado 62
La ofrenda 63
Gran quinqué 64
Angelita 65
Nadie va a Durango 66
Ay, Mesa de Otay 67
El tigrío 68
Del calor a lo frío 69
Amadísima ciudad 71
Arando al aire 72
La edición para internet de
54 tonadas de Jaime López
se terminó en la Ciudad de México
en julio de 2009.

En su composición se usaron
tipos de la familia Candida BT.

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