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Cristián BARRÍA
La mayoría de los fieles intuitivamente comprende las cosas desde un paradigma nuevo
y, aún respetando a sus pastores, no entiende las enseñanzas entregadas en clave antigua.
Entonces no las puede acoger y se da una escisión dañina para el Pueblo de Dios.
Pues bien, sugerimos que en el caso de la sexualidad está en curso una transformación
epistemológica análoga, desde un paradigma histórico hacia uno nuevo. Por siglos, ha
predominado una determinada concepción de esa materia en la doctrina oficial, de antiguas
raíces (helénicas y agustinianas)[2]. Pero en las últimas décadas se ha ido desarrollando desde
las ciencias (biología, psicología, sociología) una comprensión moderna sobre la sexualidad,
que subyace en los pronunciamientos innovadores de una parte significativa de los moralistas
y también de algunos obispos. Esto da cuenta de la conducta de hombres y mujeres que
difiere de las orientaciones oficiales, siguiendo en esto —a veces no sin dificultad— su propia
conciencia creyente[3].
EL CAMBIO EN LA CIENCIA
El historiador Tomás Kuhn plantea que las ciencias naturales (como también otros
campos del saber) avanzan por un tiempo en sus descubrimientos de un modo normal, por
acumulación de conocimientos[4]. Pero este avance tranquilo periódicamente es interrumpido
por épocas de crisis —revoluciones de la ciencia— que se resuelven cuando el grueso de la
comunidad adopta por fin un nuevo paradigma. En adelante, este orienta el avance de la
disciplina, abandonándose el antiguo. El nuevo permite una comprensión inédita de los
fenómenos. Según Kuhn, la crisis es desencadenada por hechos novedosos vistos como
anómalos pues no pueden ser explicados por la visión dominante: se construyen así teorías
con el fin de explicar lo nuevo. Surgen esbozos de un nuevo paradigma, coexistiendo por un
tiempo este con el anterior. La comunidad queda dividida temporalmente entre el antiguo y el
potencialmente nuevo. Los investigadores adheridos al primero de ellos se resistirían a
aceptar las nuevas ideas, pues estarían comprometidos con el sistema establecido, que ha
permitido el progreso hasta el punto actual. Los investigadores más libres —con frecuencia,
jóvenes— exploran el nuevo enfoque y si este es útil para explicar los hechos y sugerir nuevos
caminos, lo adoptan en forma creciente. Así, con Galileo se produjo un cambio en la
cosmovisión. Y la física cuántica representó otra mutación fundamental respecto a la física
clásica. Estas transformaciones del pensamiento se dan también fuera de las ciencias.
CAMBIOS EN LA SEXUALIDAD
Avanzados los debates en esta Comisión de expertos que asesoraba al Papa, solo cuatro
de los teólogos evaluaban la anticoncepción como “intrínsecamente mala, por ley natural”,
contra una significativa mayoría de quince que ya no la veía así y consideraba reformable esta
doctrina. Teniendo en cuenta que, para asegurar la seriedad de sus conclusiones sus
integrantes fueron cuidadosamente seleccionados, la mayoría que surgió a favor del cambio
nos parece elocuente.
Pero ese mayoritario grupo innovador fracasó en convencer al papa Pablo VI en 1966:
quizá el paradigma nuevo sobre la sexualidad estaba apenas esbozado y débil, frente a uno
clásico con una fortaleza de siglos. Como sabemos, las nuevas técnicas de la medicina —los
fármacos hormonales— que permitían regular mejor la fecundidad humana fueron excluidas
moralmente en 1968, en la encíclica Humanae vitae, rechazo reiterado posteriormente en
múltiples ocasiones.
¿RENOVAR O MANTENER?
Pues bien, sucede que un nuevo abordaje ha sido ya aceptado en la moral de la Iglesia
en todo lo relacionado con lo social. Pero es lamentable que de esta nueva comprensión se
exceptúe sistemáticamente lo sexual. En temas económicos, políticos y sociales ella ya tiene
un discurso ético moderno. En este terreno dialoga con la realidad acogiendo a la ciencia
actual, formulando criterios y orientaciones morales que dejan un espacio de discernimiento a
los laicos. Todo esto le ha dado credibilidad y persuasión a su enseñanza. Pero en materia
sexual, la Iglesia sigue adhiriendo al paradigma antiguo clásico, severamente normativo. Esta
contradicción en el método entre la moral social y la sexual ha sido cuestionada por teólogos
como Calvez y Curran[20].
En suma, con respecto a la moral sexual en la comunidad católica coexisten dos formas
de comprensión que discurren en paralelo. En la práctica, la mayoría de los fieles coincide
intuitivamente con el paradigma innovador, afín al pensamiento moderno. Así, llegado el caso,
buena parte de los laicos opta por el uso de los métodos anticonceptivos artificiales para
regular los nacimientos y muchos eventualmente aceptan la fertilización asistida. Por su parte,
el discurso oficial reafirma el paradigma vigente históricamente pero tiene dificultades para
persuadir a muchos fieles, e incluso a sacerdotes y teólogos[21]. Un sector menor pero
influyente de católicos comparte la concepción histórica, excluye el uso de anticonceptivos y
suele optar por familias numerosas. En estos años los católicos no hemos podido evitar que
subsistan dos modos de abordar la sexualidad. Seguir en este impasse es dañino para la
moral católica y su credibilidad social. Es doloroso para quienes viven esa tensión en su propia
persona: adhieren a una Iglesia que sostiene un paradigma, pero viven su sexualidad en otro,
divergente.
ESPERANZAS
Cristián Barría
Santiago de Chile
[1] Una encuesta a católicos en Chile mostraba que el 95% de ellos era partidario del
uso de los métodos artificiales de prevención de la natalidad. Bentué, Antonio: “La opinión de
las mayorías en la Iglesia. Su valor Teológico”. Mensaje nº 545, diciembre de 2005, p.16.
[2] Sobre la evolución histórica de la teología moral matrimonial, ver Jannsens, L.: Las
grandes etapas de la moral cristiana del matrimonio, en las fuentes de la moral conyugal,
Desclée, Bilbao, 1969, pp. 159-200.
[3] Un estudio sobre el cambio de paradigma en moral fundamental, antes y después del
Concilio, se encuentra en Gomez, Mier: La refundación de la moral. El cambio de matriz
disciplinar después del Concilio Vaticano II. Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1995.
[7] Blair Kaiser, R.: The politics of sex and religion. Leaven Press, Kansas City, 1985, p.
65.
[8] Dos de las tres parejas dirigían clínicas en las que se enseñaba el método del ritmo.
El tercer matrimonio, de apellido Crowley, era líder del Movimiento Familiar Cristiano.
Kaufman, P.: Manual para católicos disconformes. Marea, B. Aires, 2004, p.102.
[9] Los tres documentos de la Comisión pontificia sobre control de la natalidad, Ed. ZYX,
Madrid, 1967. Documento de minoría Estado de la cuestión, redactado por Ford, J, Visser, J.,
Zalba, M., Lestapis, E., p. 53.
[10] Los obispos y cardenales por innovar fueron 9 (de 15; es decir, el 60%). Los
teólogos por innovar fueron 15 (de 19; es decir, el 78,95%). Kaufman, O.c. p. 30.
[11] Nunca había sucedido que tantos obispos reaccionaran ante una encíclica papal y
que lo hicieran de manera tan variada y hasta crítica en algunos casos: Selling, Joseph, The
reaccion to Humanae Vitae, p.13, citado por Kaufman, O.c., p.150.
[13] M. Rohnheimer, teólogo moral que adhiere al paradigma clásico; admite que la
inseparabilidad del significado de unión y procreación no es demostrable: Como todos los
principios fundamentales, tampoco el de la inseparabilidad se puede demostrar propiamente,
sino que más bien solo cabe mostrarlo, expresarlo con otras palabras, aclararlo. Ver: Ética de
la Procreación, Rialp, Madrid, 2004, p. 64.
[14] Ver Mifsud, Tony, Moral de discernimiento, T.2, El respeto por la vida humana.
Bioética. San Pablo, Santiago, 2002, pp.159-169. En este tema, Mifsud observa dos posturas:
“Hoy día existen dos posturas básicas entre los moralistas católicos frente a la inseminación
artificial: la tradicional y un nuevo enfoque abogado por la mayoría de los moralistas”, p.166.
Para nosotros, estas dos posturas se extienden a prácticamente todo el campo de la moral
sexual.
[15]Es el caso, entre otros, de M. Vidal.Ver Melloni, A.: “Las recientes notificaciones sobre
obras de R. Mebner, J. Dupuis y M.Vidal”, Concilium, nº 298, nov. 2002
[20] Calvez, Jean-Yves, “Morale Sociale et Morale Sexuelle”, Etudes 378, Mai 1993, 641-
650, versión castellana “Moral Social y Moral Sexual”, en Selecciones de teología 33,1994,
201-206, disponible en Internet: Revista electrónica RELat nº 379. Curran, Ch. Official Catholic
Social and Sexual Teaching: A methodological Comparison: Tensions in Moral Theology, Notre
Dame, 1988, pp. 87-109, citado en Vidal, M. Orientaciones éticas para tiempos inciertos,
Desclée, Bilbao, 2007 p. 269. El tema se desarrolla en un anterior artículo nuestro en Mensaje:
“¿Es posible una renovación en la moral sexual católica?”, diciembre de 2007.
[21] Un diálogo crítico con Veritatis Splendor fue entablado por un grupo de moralistas
(Häring, Fuchs, Vidal, Auer, McKormick y otros) en Teología moral en fuera de juego, Mieth, D.
(director) Herder, Barcelona, 1996.