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La escena en Foucault
1
Notas del Curso de doctorado, Teoría del conocimiento e historia de los sistemas de pensamiento.
semestre de primavera 1999, Prof. Dr. Jacobo Muñoz, Universidad Complutense de Madrid.
Este ensayo tiene por objeto exponer cómo aparece el elemento de la escena
como manifestación de las mecánicas del poder según Michel Foucault, para
ello tomaré como referencia los siguientes textos:
Gran parte del desarrollo del ensayo, hará énfasis en la cuestionada aparición
del individuo indócil, la escena en la cual aparece este, lo cual lleva a tratar la
escena del suplicio, su teatralidad, los elementos que constituyen la escena del
castigo. Uno de esos elementos es la idea del panóptico de Bentham, cómo la
mirada tiene el papel más importante en la configuración del saber que
encuentra Foucault, de ese saber que está disfrazado y está latente en la
escena.
Si bien, para Foucault existen claramente unas fuerzas de poder que operan en
cada cultura e indudablemente en el desarrollo de la cultura occidental, la
interacción de estas fuerzas han de producir a la larga ciertos espacios que
satisfagan las necesidades que han dejado las interacciones. Las relaciones
del poder están ligadas a las relaciones económicas, de producción, y son las
que han configurado el teatro de la racionalidad occidental.
Foucault demuestra que su interés no está en ver cómo acaecieron los hechos
en los que las fuerzas del poder, sino que su interés está en que es lo que
pasa, cómo se transforma la sociedad por medio del conflicto de las fuerzas del
poder, allí hay conocimiento.
Estoy de acuerdo con este planteamiento foucaultiano, aún cuando parece que
no se interesara por un planteamiento estructuralista (que él mismo negara en
varias ocasiones) de la historia, el cual creo es importante porque la historia no
debe ser vista sólo desde un punto de vista ya sea como acontecimiento
pasado (del discurso claro está) o como un acontecimiento que sucede en
determinado momento y que configura una transformación del mundo.
El tercer caso es algo peculiar a pesar que es uno de los más estudiados por
Foucault, pues la relación que debería haber entre el individuo y la escena se
limita a describir aspectos como el encierro y la prohibición, como aspectos
sicológicos del individuo (esto no quiere decir dicha relación no exista) en caso
tal que nos queda como solución recurrir a las teorías de corrección en otros
textos, pero eso lo dejo para más adelante, ahora es necesario definir al
individuo indócil. L práctica del encierro es de por sí una consecuencia del
rápido crecimiento del mundo, cada vez es necesario excluir a cierto tipo de
gente.
Como vemos la solución no está tan visible a menos que remitamos otros
textos de Foucault.
En este sistema el poder se ejerce por entero y constantemente, por una figura
jerárquica continua. Cada individuo está constantemente localizado y
examinado y en palabras de Bentham: "Todo esto constituye un modelo
compacto de dispositivo disciplinario".
Se hace aún más evidente la partición del espacio de exclusión, por una parte
está el gran encierro con el fin de hacer desaparecer al individuo molesto, y por
otra parte está el buen encauzamiento de la conducta.
Cada celda del panóptico es como un pequeño escenario, un teatro. Basta con
situar un vigilante en la torre central para controlar al enfermo, al loco, al
escolar o al condenado. El elemento más teatral a mi parecer es la luz, la
visibilidad, en el panóptico se elimina la antigua práctica del calabozo oscuro,
en el cual la oscuridad es un escondrijo, ahora la luminosidad ofrece un control
psicológico continuo, nada puede escapar a la claridad y por lo tanto el
individuo se siente en escena; Es esta la reaparición de la mirada y de su
efecto escudriñador.
Es muy interesante como desde Nietzsche, pasando por Wagner, y luego por
Boulez, Foucault a configurado un sistema de trabajo que siendo paralelo a sus
investigaciones en otros campos de la ciencia moderna como en sus Historias
parte de la importancia del espacio como concepto positivo u objetivo, y lo más
importante: de cómo en este espacio hay una puesta en escena de la verdad
que ha de constituir el saber de occidente.
Desde finales del siglo XVIII la arquitectura comienza a estar ligada a los
problemas de población, de salud, de urbanismo. Antes, el arte de construir
respondía sobre todo a la necesidad de manifestar el poder, la divinidad, la
fuerza. El palacio y la iglesia constituían las grandes formas a las que hay que
añadir las plazas fuertes: se manifestaba el poderío, se manifestaba el
soberano, se manifestaba Dios. La arquitectura se ha desarrollado durante
mucho tiempo alrededor de estas exigencias. Pero, a finales del siglo XVIII,
aparecen nuevos problemas: se trata de servirse de la organización del espacio
para fines económico-políticos.
descalificación correlativa del espacio que aparece del lado del entendimiento,
de lo analítico, de lo conceptual, de lo muerto, de lo fijo, de lo inerte. Recuerdo
haber hablado, hace una docena de años de estos problemas de una política
de los espacios, y se me respondió que era bien reaccionario insistir tanto
sobre el espacio, que el tiempo, el proyecto, era la vida y el progreso. Conviene
decir que este reproche venía de un psicólogo -verdad y vergüenza de la
filosofía del siglo XIX-.
Siguiendo con la arquitectura, cabe decir que individuos como los médicos,
cuya participación social es considerable a finales del siglo XVIII, han
desempeñado de algún modo un papel de organizadores del espacio. La
higiene social nace entonces; en nombre de la limpieza, la salud, se controlan
los lugares que ocupan unos y otros. Y los médicos, con el renacimiento de la
medicina hipocrática, se sitúan ente los más sensibilizados al problema del
entorno, del lugar, de la temperatura, datos que encontramos en la encuesta de
Howard sobre las prisiones.
propagación de las enfermedades). Los médicos han sido con los militares, los
primeros gestores del espacio colectivo. Pero los militares pensaban sobre todo
el espacio de las “campañas” (y por lo tanto el de los “pasos”) y el de las
fortalezas. Los médicos han pensado sobre todo el espacio de las residencias y
el de las ciudades. No recuerdo quién ha buscado en Montesquieu y en
Augusto Comte las grandes etapas del pensamiento sociológico. Es ser bien
ignorante. El saber sociológico se forma más bien en prácticas tales como las
de los médicos. Guepin ha escrito en los mismos comienzos del siglo XIX un
maravilloso análisis de la ciudad de Nantes.
III
M. FOUCAULT
Durante el siglo XVIII se produce la crítica a los modos de castigo, por parte de
juristas, filósofos, magistrados, etc. los cuales buscan nuevas formas o modos
de castigo que no muestren la tiranía del poder ni la desesperación de las
víctimas, abandonadas a una sed de venganza por parte del poder establecido.
La condición "humana" de los delincuentes se ha de hacer respetar con el
abandono de métodos de castigo que impliquen el suplicio símbolo de barbarie.
* El daño del criminal debe ser castigado, pues si no, puede volver a
repetirse
El castigo más que intenso debe de estar repartido por todas partes
homogéneamente, y de manera continua; ha de ser más regular, más eficaz y
constante, disminuyendo su costo económico y político. Esta reforma es
iniciada desde dentro del mismo aparato judicial por parte de algunos
magistrados y juristas que le delinearon en líneas o principios generales. Busca
poder jugar sin la intervención de la soberanía, independiente de las relaciones
de propiedad, que no dependa de los privilegios. Su objetivo es hacer del
castigo y de la represión de los ilegalismos una función regular, coexistiva a la
sociedad, castigar mejor aunque con una severidad atenuada, con más
universalidad. Introducir el poder de castigar más profundamente en el cuerpo
social. Es una nueva política ante los ilegalismos del Antiguo Régimen donde
los diferentes estratos sociales tenían cada cual su margen de ilegalidad
tolerada, eran privilegios concedidos a individuos y comunidades. Hasta las
clases más desfavorecidas se beneficiaban de los márgenes concedidos por
las leyes dentro de un marco de tolerancia; la criminalidad se fundaba en un
amplio ilegalismo; el juego recíproco de los ilegalismos formaba parte de la vida
política y económica de la sociedad. Pero ya en el siglo XVIII el proceso tiende
a invertirse, con el aumento de riqueza y el empuje demográfico el blanco
general del ilegalismo popular, ya no son los "derechos" sino los bienes, el robo
tiende a desplazar al contrabando y la lucha armada contra los agentes del
fisco. Ahora esas tolerancias que el pueblo había conseguido les son negadas
y perseguidas, se produce una represión rigurosa del ilegalismo. Se hace
necesario ante este clima de cambio de actitudes, controlar y hacer entrar en el
código todas las prácticas ilícitas, definir y castigar las infracciones que en esa
masa de irregularidades toleradas y sancionadas de manera discontinua,
determinando que es infracción intolerable y que castigo le corresponde. La
economía de los ilegalismos se ha reestructurado con el desarrollo de la
sociedad capitalista. Esto se traduce en una especialización de los circuitos
judiciales: para los ilegalismos de bienes (robos) los tribunales ordinarios y los
castigos, para los ilegalismos de derechos (fraudes) más jurisdicciones
especiales para la burguesía. Se precisa de una estrategia y técnicas de
castigo que reemplacen las antiguas; la reforma penal ha nacido entre la lucha
del sobrepoder soberano y la lucha contra el infrapoder de las ilegalidades
conquistadas y toleradas. Dentro de esta reforma penal que critica los suplicios
es la humanidad de las penas la regla en que se basan los castigos fijando
límites a unos y otros. La nueva legislación criminal se caracteriza por un
suavizamiento de las penas, una codificación más clara, una disminución de la
arbitrariedad y una coacción más rigurosa para mantener su nueva ordenación.
El fin es encontrar nuevas técnicas para adecuar los castigos y adaptar los
efectos, regulación de los castigos, disminuir su costo económico y político
aumentando su eficacia. El criminal es enemigo de la sociedad y el delito ataca
a la sociedad entera. La sociedad entera se halla presente en su castigo del
delito. El castigo penal es pues función generalizada. El derecho de castigar ha
sido trasladado de la venganza del soberano a la defensa de la sociedad. Pero
el castigo es más moderado, mas humano ya que la justicia anterior trataba de
manera inhumana al fuera de la ley. El castigo es para prevenir posibles delitos
similares y debe tener como objetivo las consecuencias del delito. La
proporción entre la pena y la calidad del delito está determinada por las
influencias que tiene sobre el orden social el pacto que viola. La pena se
calcula en función no del crimen sino de su posible repetición.
verdad. La verdad del delito no puede admitirse hasta que sea enteramente
probada y hasta la demostración final del delito, debe considerarse inocente al
inculpado.
Se trata en suma de una serie de reglas que exigen la suavidad como una
economía calculada del poder de castigar. Se pide la no aplicación de ese
poder al cuerpo, sino que sea el espíritu el que reciba la representación del
castigo.
* Ser lo menos arbitrario posible, para que la relación entre delito y castigo
sea directa Las penas deben ser naturales por institución: a quiénes abusen de
la libertad pública se les privará de la suya, la muerte castigará el asesinato,
etc. Reformadores como Peletier, dice: "Son necesarias unas relaciones
exactas entre la naturaleza del delito y la del castigo". Las penas son crueles y
similares al Antiguo Régimen, pero el castigo deriva del crimen.
* Utilidad de una modulación temporal: La pena para ser útil debe ser
temporal y no permanente. Al ser temporal se puede reformar al condenado, si
no tuviera límite sería inútil. A aquéllos que no se puede reformar son a los
asesinos y traidores (el código de 1791 los condena a muerte). El resto de
penas deben tener un máximo de 20 años de prisión. Se prevé un
aligeramiento de la pena, conforme se va cumpliendo.
* El castigo público debe ser entendible y el público sacar una lección de él.
Debe tener un ritual cuyo sentido ha de ser claro para todos. Cada elemento de
su ritual debe hablar, decir el crimen, recordar la ley, demostrar la necesidad de
castigo. Hay que hacer propaganda del castigo, no para aterrorizar sino como
lección para el pueblo. La pena aplicada en secreto es pena perdida. Hay que
llevar incluso a los niños para que aprendan.
Comentario de texto:
castigar de otro modo: deshacer ese enfrentamiento físico del soberano con el
condenado; desenlazar ese cuerpo a cuerpo, que se desarrolla entre la
venganza del príncipe y la cólera contenida del pueblo, por intermedio del
ajusticiado y del verdugo. Muy pronto el suplicio se ha hecho intolerable.
Irritante, si se mira del lado del poder, del cual descubre la tiranía, el exceso, la
sed de desquite y el "cruel placer de castigar". Vergonzoso, cuando se mira del
lado de la víctima, a la que se reduce a la desesperación y de la cual se
quisiera que todavía bendijera "al cielo y a sus jueces de los que parece
abandonada". Peligroso de todos modos, por el apoyo que en él encuentran
una contra otra, la violencia del rey y la del pueblo. (Foucault, M. Vigilar y
castigar).