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Siranda.

Revista de Estudios Culturales, Teoría de los Medios e


Número 2
Innovación Tecnológica
Año 2009
http://grupo.us.es/grupoinnovacion/

Robert Rossen: experiencia vital y compromiso ideológico, materia

prima en la creación cinematográfica (I)

Dr. José Antonio Jiménez de las Heras

Universidad Complutense de Madrid

Permítaseme una breve y personal introducción antes de entrar en el

estudio de la obra de Rossen: el caso de Robert Rossen es, sin duda,

uno de los más trágicos e injustos de la historia del cine. Su prematura

muerte nos privó de un director en la cima de su creatividad, dejando

pendiente el que es uno de los más apasionantes proyectos incompletos

del cine norteamericano y mundial –me refiero al guión de Cocoa Beach,

sobre el que tendremos oportunidad de volver luego-. Por otra parte, su

fallecimiento en 1966 con tan solo 57 años de edad, consumido por la

diabetes –a la que se unía una extraña y dolorosa afección en la piel-,

pero sobre todo consumido por los recuerdos, la culpa y el dolor de una

existencia convulsa y apasionante, le condenaron injustamente a un

olvido en el que aún hoy permanece –a pesar de la fama puntual

alcanzada por alguna de sus obras-. Un olvido que no puede si no

provocar estupor e indignación ante la estupidez de todos aquellos que

alaban sin medida a mediocres creadores (clásicos o modernos,

españoles o extranjeros), ignorando a uno de los genios universales de

la cinematografía que esta todavía esperando a ser “descubierto” 40

años después de su muerte (el 16 de febrero de 1966). Espero que este

estudio (y su continuación en el siguiente numero, con un repaso al

primer tramo de su carrera como guionista) contribuya a paliar ese


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desconocimiento y sirva como homenaje a uno de los creadores clave

que justifican la denominación de su oficio como séptimo arte.

1.- Del guión a la dirección, una primera etapa (1946-1953):

independencia y compromiso ideológico bajo la sombra del HUAC

Tras su paso de casi diez años por la Warner como guionista a sueldo

del estudio y de un periodo de dos años como guionista independiente,

Robert Rossen accederá a la dirección, finalmente, en el año 46. Un

anhelo largamente deseado y que se basa en una obsesión que planeará

sobre toda su carrera: la consecución de la máxima independencia

posible para obtener el mayor control sobre sus películas. Preguntado

en 1951 por los inquisidores del HUAC (House Comitte of Un-American

Activities1), Rossen aclaraba sus razones para su paso a la dirección:

“Mis razones eran que siempre he sostenido la opinión de que las

películas representan un medio de comunicación muy importante, y

sentía que la única forma de que un escritor funcionase en una película

era que funcionase como una entidad completa, esto es, como escritor,

pero también siendo capaz de dirigir, producir y montar sus películas”2

1
Como indica Victor Navasky el acrónimo adecuado seria HCUA, pero la utilización de HUAC se debe a
los detractores del comité, pasando luego a usarse de manera habitual (y sin el componente peyorativo
con el que nació) para referirse al Comité de actividades anti-americanas. NAVASKY, Victor. Naming
Names. Viking Press. New York, 1980. Foreword, Pág. VII.
2
“Testimony Of Robert Rossen Hearings before the Committee on Un-American Activities, House of
Representatives. Communist Infiltration Of Hollywood Motion Picture Industry. United States
Goverment Printing Office. Whasington D.C., 25 de junio de 1951. Pág. 678-679

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Una idea de autoría total que le asegurara el control sobre el material, y

en la que Rossen va a ser uno de los pioneros dentro del cine

norteamericano. Idea que incluye también la labor de producción,

puesto que como Rossen explicaba, para él producir sus propias

películas “significa –en términos de estructura de producción en las

películas americanas- tener el control del material del principio al fin

(...) cuando he tenido el control como productor he hecho mis mejores

películas; cuando no lo he tenido no las he hecho”3.

Johnny O’Clock será la película con que Rossen debuté finalmente en la

dirección –a pesar de los enormes esfuerzos de Hal B. Wallis para

conseguir que sea con él con quien Rossen comience su carrera de

director4-. Rossen escribirá el guión y tras la negativa de Charles Vidor

de hacerse cargo del proyecto (enfrentado a Harry Cohn en un pleito por

“abuso verbal”5), será él mismo quien lo dirija, a sugerencia de Dick

Powell, la estrella de la película. Johnny O’Clock terminará resultando

una sólida muestra de Cine Negro, en el que llama la atención la soltura

y confianza del debutante en la planificación y puesta en escena. El

3
ROSSEN, Robert. “The Face of Independence”. Films & Filming. Volumen 8, nº 11. Agosto de 1962.
Pág. 7.
4
Tal y como acreditan los numerosos documentos dedicados a este tema en la colección dedicada al
director en la Margaret Herrick Library (Robert Rossen Collection y Hal B. Wallis Collection.
Margaret Herrick Library), y que no tiene sentido detallar. Una relación cuyo fruto más visible será un
guión inédito, titulado Son & Stranger, que nunca será llevado al cine. Son and Stranger (Script). “Son
and Stranger Complete Draft”. Hal B. Wallis Collection. Margaret Herrick Library. 1 de febrero de
1951. 117 páginas.
5
Para una información más detallada sobre el incidente ver “A Public View of the “Fictious, Fabulous,
Topsy-Turvy, Temperamental World”” en THOMAS, Bob. King Cohn. Barry & Rockliff. Londres,
1967. Pág. 248-261.

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moderado éxito de la cinta (económico y de publico) le permitirá a

Rossen entrar en el proyecto de la que resultará su segunda película.

Body & Soul –una de las películas favoritas de Rossen6- va a ser el

mayor éxito de su carrera y permanece hoy como uno de las

aportaciones más importantes al Film Noir dentro del subgénero de

boxeo –aunque esta no pueda considerarse como una película sobre el

boxeo, de la misma forma que ocurrirá años después con The Hustler;

sin embargo, mientras The Hustler no es en absoluto una película sobre

el billar, Body & Soul si va a encontrarse más cerca que aquella de las

normas y reglas de su genero-. La película va a estar financiada y

distribuida por un pequeño estudio de reciente creación; Enterprise nace

como una iniciativa de David L. Loew, Charles Einfeld –un antiguo

ejecutivo de la Warner- y A. Pam Blumenthal. A estos socios iniciales se

les unirán dos más que van a marcar claramente el rumbo de la

compañía. Nos referimos a John Garfield y su socio, Bob Roberts, ambos

copropietarios de la compañía Roberts Production que unirá su capital al

de Enterprise. La entrada de Garfield y Roberts (miembros del partido

comunista), junto a los proyectos que van a realizarse durante su breve

existencia harán de Enterprise una especie de productora “oficiosa” del

partido en Hollywood. Por primera y única vez en su carrera, Rossen va a

6
Así lo manifiesta el mismo Rossen al afirmar Noames que sus dos últimas películas eran las mejores:
“Yo no pienso que lo sean. Me gustan All the King’s Men y Body and Soul. Creo que The Brave Bulls es
una película maravillosa. Entonces, puede que estas tres y las dos a las que ha hecho mención sean mis
mejores películas. Pero me es imposible elegir una sola como la mejor. Todo esto puede ser por que
espero que ninguna de ellas lo sea, y que me quede por hacer la mejor...”. NOAMES, Jean-Louis.
“Lecciones aprendidas en el combate. Entrevista con Robert Rossen”. Cahiers du Cinema, nº 186, enero
1967 Pág. 27.

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encontrarse dirigiendo un guión ajeno en el que no ha participado. Este

va a ser obra de Abraham L. Polonsky (igualmente miembro del partido)

y pretende ser, como el mismo lo definía, “Un cuento de hadas, un mito

de las calles de Nueva York”7, es decir, una fábula proletaria. La

elección de Rossen va a ser debida a dos factores: uno el ya referido

éxito de su primera película –al parecer Einfield pidió a Cohn ver la

película de Rossen y, tras una inicial negativa de este, pudo hacerlo

convenciéndole el trabajo realizado por el debutante-; el segundo en

directa relación con su militancia comunista8, lo que le acercaba a los

postulados ideológicos de Garfield, Polonsky y Roberts, y, por supuesto,

a las intenciones discursivas con las que se quería impregnar el film.

La historia se centra en la carrera de Charlie Davis, un boxeador

neoyorquino de ascendencia obrera que comparte sus orígenes con los

de varios de los autores del film (al menos Rossen, Garfield y Polonsky,

los tres neoyorquinos de clase baja y, no lo olvidemos, judíos). La

película iba a titularse en principio Tiger, Tiger, Burning Bright9, según

relata en sus memorias Robert Parrish10 –montador de la película,

convirtiéndose más tarde él mismo en director-. También según este el

7
Paul BUHLE y David Wagner. A Very Dangerous Citizen. Abraham Lincoln Polonsky and the
Hollywood Left. University of California Press. Los Ángeles & Berkeley, 2001.Pág. 117.
8
Una militancia que Rossen había dejado, teóricamente, hacía 1944-45. Sin embargo su hijo señalaba que
ese abandono era más formal que real, al dejar de ir a las reuniones o de colaborar económicamente con el
partido, pero asegurando que nunca se terminaban de romper totalmente los lazos, cerrando el tema con
una categórica afirmación: “nunca abandonas el partido comunista”. JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José
Antonio. Entrevista personal con Steven Rossen, hijo del director Robert Rossen (Inédita). Los
Ángeles, marzo 2002.
9
Que será finalmente el título de un poema que recita Peg (Lili Palmer) a Charlie Davis (John Garfield),
el boxeador protagonista, tras conocerse, y que según ella le define de manera precisa.
10
PARRISH, Robert. Growing Up in Hollywood. Little, Brown & Company. Boston, 1976. Pág. 168-
175.

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film pretendía ser, en principio, la biografía del boxeador Barney Ross,

el cual vio acabada su carrera por un asunto de drogas. A pesar del

interés inicial de Rossen por que así fuera, el proyecto debió rescribirse,

pues la censura impedía la aparición del tema de las drogas en pantalla,

cambiándose el título por el definitivo de Body & Soul.

El periplo de Charlie va a ser un camino de corrupción a manos de su

promotor Roberts (Lloyd Goff), acompañado en la senda hacia el éxito

por su madre y su novia, Peg (Lili Palmer) –aunque se aparte de ellas en

su ascensión-; esta última interpretará a una pintora e intelectual

enamorada de Charlie que parece un primer esbozo (de trazo mucho

más grueso) de lo que será el personaje de Sarah en The Hustler. En el

contrato de Rossen, al aceptar dirigir la película, se adjuntó una cláusula

por la que no podía modificar nada del guión. A pesar de ello, y según el

testimonio de Polonsky11, Rossen rescribirá algunos diálogos sobre la

marcha y, sobre todo, pretenderá un cambio en el final. En el guión de

Polonsky, Charlie Davis desafía con éxito a su promotor, Roberts,

ganando el combate que este había amañado para que lo perdiera –una

decisión que el boxeador toma tras la muerte de su amigo y entrenador

Ben (Canada Lee), de la cual es casi directo responsable Roberts-. Por el

contrario, en el final proyectado por Rossen, Charlie Davis lograba ganar

el combate, pero era posteriormente abatido por los sicarios de Roberts

11
McGILLIGAN, Patrick & BUHLE, Paul. Tender Comrades. St. Martin’s Press. New York 1997. Pág.
486.

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como venganza a su desafió12. Aunque los dos finales llegaron a ser

rodados –lo que da una idea de la influencia de Rossen-, se eligió el de

Polonsky (apoyado en la decisión por el propio Garfield), en el que tras

ganar el combate y despreciar las amenazas de Roberts, se ve a Charlie

Davis paseando por las calles del barrio de su juventud, con su antigua

novia Peg, reconciliados tras la victoria de este.

A pesar de ciertas obviedades a nivel de guión y de la tendencia un

tanto maniquea de Polonsky a simplificar, la película va a alcanzar la

categoría de clásico gracias a la labor de planificación y puesta en

escena de Rossen. Ya desde el inicio con el acercamiento de grúa inicial

a la ventana de la habitación de Charlie, pasando por el saco

balanceándose sobre el ring vacio –en donde Ben ha sido casi

“asesinado” por Roberts horas antes-, la película va a mantener una

tensión visual enorme. De la misma forma, Rossen consigue un

acercamiento sumamente realista a los suburbios Neoyorquinos –bien

conocidos por él- y a esas salas de billar conocidas como “Billiard

Parlor”, quizás por que el billar es la última cosa en el mundo a lo que

se jugaría en este sitio en particular”13, y que según Rossen eran “el

fumadero de opio del hombre pobre. En ningún sitio se podía mentir y

ser creído como en una sala de billar; en ningún sitio en el mundo un

hombre que era encargado en una lavandería, sabe, y que no era una
12
Muriendo con la cabeza en “un cubo de basura”. Un final simbólico que, de manera llamativa, coincide
con el del protagonista de Los sudarios no tienen bolsillos, excelente novela de Horace McCoy, editada
también en español (Ediciones Jucar. Madrid, 1987).
13
ROSSEN, Robert. Cornet Pocket (obra de teatro inacabada), Robert Rossen Papers, 1934-1965.
(Collection 87). Arts Library Special Collections, Young Research Library, University of
California, Los Angeles. Collection 87, Box 6, Folder 1. 1936.

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mierda fuera de allí, nada... de repente entra, hace una buena jugada de

billar, ¿ve?, y dice mentiras. Se sienta por ahí, dice gilipolleces, es un

sitio para estar a las tres, cuatro de la mañana, para quedarse hasta las

once de la mañana”14. Pero será en las secuencias finales del combate

de boxeo cuando Rossen obtenga los mejores momentos. A sugerencia

de James Wong Howe, director de fotografía de la película, se utilizaron

a operadores del ejercito con pequeñas cámaras de 16 mm que rodaron

planos de la multitud aclamando al boxeador e, incluso, primeros

planos de los contendientes desde dentro del ring, utilizando para ello

Howe unos patines con los que seguir la acción. Gracias al montaje y a

la planificación, Rossen consigue crear un personaje colectivo alrededor

del boxeador que le llevará a renunciar al tongo propuesto, ganando el

combate y derrotando simbólicamente a la corrupción propuesta por el

capital (representado por Roberts) y aceptada por una sociedad ávida de

éxito.

Como resulta lógico Body & Soul va a suponer uno de los filmes que

más llamaron la atención de los inquisidores senatoriales que en el año

47 van a inaugurar uno de los periodos más negros de la reciente

historia social norteamericana: la denominada “Caza de Brujas”. Durante

la primavera de 1947 un comité del senado, comandado por Parnell

Thomas como segundo presidente del HUAC15, visitará Hollywood

siguiendo el requerimiento de la ultraderechista The Motion Picture

14
STEIN, D. "Robert Rossen's last interview" (1968): Persistence of Vision: A Collection of Film
Criticism, ed. Joseph McBride (Madison: Univ. of Wisconsin Press), pp. 210-211.
15
El primero fue el senador Martin Dies.

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Alliance for the Preservation of American Ideals 16 y con el apoyo de la

no menos reaccionaria American Legion. De estas primeras

investigaciones –en las que comparecerá Eric Johnston, presidente de la

MPAA, negándose a colaborar inicialmente con el comité- resultaran

cursadas en septiembre una serie citaciones para los que finalmente se

conocerán como los diecinueve “testigos inamistosos”, entre los que

estará encuadrado el propio Rossen17. Las primeras vistas del comité

tendrán lugar en las dos primeras semanas de octubre, declarando

primero, voluntariamente, los denominados “testigos amistosos” (entre

los que estan productores como Jack Warner que acusara a muchos de

sus antiguos trabajadores, entre ellos a Rossen, o actores como Gary

Cooper, Adolph Menjou o Ronald Reagan –futuro presidente de los USA-

y otros testigos tan exóticos como la madre de Ginger Rogers,

presentada por el HUAC como “una experta en comunismo

internacional”). Los “testigos inamistosos” irán acompañados por los

miembros del Comité por la Primera Enmienda, puesto en marcha por el

director John Huston y el guionista Philip Dunne en defensa, como dirá

Dunne, de los derechos constitucionales y no de la causa concreta de los

diecinueve18. La historia, aparentemente bien conocida –la historia del

16
A la que no solo pertenecía la despreciable Hedda Hopper, sino “adalides” del liberalismo político –lo
que todavía algunos pretenden hacernos creer- como John Wayne, John Ford o el directamente filonazi
Ward Bond.
17
Junto a él este grupo estará integrado por los guionistas Alvah Bessie, Lester Cole, Howard Koch, Ring
Lardner Jr., John Howard Lawson, Albert Maltz, Richard Collins, Samuel Ornitz, Gordon Kahn, Waldo
Salt y Dalton Trumbo, a los que se unen los directores Lewis Milestone, Irving Pichel, Edward Dmytryck
y Herbert Biberman, el productor Adrian Scott, el actor Larry Parks y el dramaturgo Bertolt Brecht.
18
Algo que se demuestra en la clara posición expresada por Philip Dunne, en una nota en la que
desmentía al abogado Ben Margolis, el cual afirmaba que el CFA (Comitte for The First Amendment)
“era el mayor esfuerzo hecho en apoyo de la causa de los Diecinueve”. A esto Dunne contestaba en la
referida nota, firmemente asentado en sus convicciones, que “Ben estaba equivocado. El CFA apoyaba
derechos no causas”. http://members.rogers.com/hollywood10/history1.html. 1 de marzo de 2003.

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HUAC y la caza de brujas merecería una seria revisión que no es ahora

tiempo ni lugar para hacer-, narra que las primeras comparecencias

fueron un intercambio de gritos entre los acusados y el tribunal que

terminaba con el compareciente siendo indefectiblemente expulsado de

la sala. Este comportamiento sigue teniendo su mejor explicación/

valoración en las palabras de Huston:

“Al día siguiente asistimos a la vista como grupo representativo: el

Comité de la Primera Enmienda en acto de protesta. Uno tras otro los

acusados fueron interrogados. Daban su nombre y su dirección y luego

usaban las preguntas como punto de partida para hacer declaraciones,

nunca contestaban a las preguntas, sino que daban vueltas en torno a

ellas. Luego venia la gran pregunta: “¿Pertenece usted, o ha pertenecido

alguna vez, al partido comunista?”. No daban una respuesta directa.

Parnell Thomas golpeaba con el mazo y el testigo alzaba la voz

invariablemente. Parnell Thomas golpeaba más fuerte, y el testigo,

generalmente, estaba gritando cuando se le condenaba por desacato.

Fueron condenados uno tras otro. Era un espectáculo lamentable. Se te

ponía la carne de gallina y sentías nauseas. Yo desaprobaba lo que les

estaban haciendo a los Diez, pero también desaprobaba su reacción.

Habían desperdiciado una oportunidad de defender un principio de la

máxima importancia. A mí me pareció que se trataba de un caso de

pésima estrategia”19

19
HUSTON, John. A libro abierto. Espasa-Calpe. Madrid, 1986. Pág. 165. El subrayado es mío.

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Las comparecencias serán suspendidas el dia treinta tras el

interrogatorio de diez testigos –once con Brecht que por ser alemán y

abandonar rápidamente el país tras declarar no pertenecer al partido

comunista (en una de las más divertidas mentiras de la historia) no

entrará en el cómputo final-. Una victoria pírrica, pues dos meses más

tarde los representantes de los grandes estudios se reunirán en Nueva

York presionados por los inversionistas y políticos de la costa este, en la

llamada “Conferencia del Waldorf”, determinando la expulsión de los

llamados “Diez de Hollywood” (Hollywood Ten) como medida de

contención, pensando en evitar males mayores.

En este ambiente a Rossen le bastará con escribir una carta dirigida a

Harry Cohn, en la que aseguraba no pertenecer al partido comunista,

con lo que fue suficiente para seguir trabajando a pesar de su más que

conocida militancia pasada –algo de sobra sabido por el propio Cohn-.

De esta manera se ponía de manifiesto la hipocresía y cobardía de una

industria que no estaba dispuesta a renunciar a sus mejores talentos.

Con todo lo anterior, solo se puede calificar de acto de valor y coraje la

decisión de Rossen de adaptar a la pantalla la novela de Robert Penn

Warren titulada Todos los hombres del rey, convirtiendo su versión

cinematográfica en una profunda reflexión sobre las tentaciones fascista

que anidan en el interior de las democracias y en una denuncia de

cualquier totalitarismo20. All the King’s Men –me niego a utilizar el

20
Razón que hizo sospechar al partido comunista norteamericano sobre la posibilidad de que el personaje
de Willie Stark pudierá contener un retrato metaforico y critico de Stalin. Esto hizo que se obligase a

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título español de la película (El político) impuesto por el franquismo en

uno de los mejores ejemplos de intento de manipulación y falseamiento

del discurso contenido en el film-, va a permanecer como un

paradigmático ejemplo de cine político e ideológico y de apropiación de

una novela que apunta hacia objetivos muy diferentes a los del film –a

pesar de ello el propio Penn Warren quedo sumamente satisfecho del

resultado, alabando el trabajo de Rossen en el mismo-. Frente a todas

las dificultades21, Rossen consiguió realizar una película de la que se

recuerdan las escenas de masas por su realismo y fuerza –logrando, de

nuevo, el retrato de un personaje colectivo que resulta uno de los

mayores logros del film-, condensando narrativamente de manera

ejemplar una compleja estructura narrativa, y obteniendo el que con

toda probabilidad es el mejor film político de la historia del cine

norteamericano. Rossen logró también el reconocimiento académico

concediéndosele en la ceremonia de los Oscars la estatuilla al mejor film

del año, y obteniendo para Broderick Crawford y Mercedes McCambridge

las estatuillas respectivas al mejor actor y a la mejor actriz de reparto.

Rossen va a pasar dos años en Méjico entre la preparación y el rodaje de

la que va a ser su cuarta película, una adaptación que toma el título de

Rossen a comparecer en una sesión de “autocrítica” en casa de John Howard Lawson, quien condujo la
reunión (en su papel de comisario político) y que lo único que logró fue el definitivo abandono del partido
por parte de Rossen y su total alejamiento de este.
21
La primera de las cuales fue la desconfianza de Cohn en el proyecto, lo que le llevo a intervenir en la
fase de guión obligando a Rossen a cambiar el flash-back inicialmente previsto por una estructura lineal.
Después de ello se escribieron numerosas versiones del guión en las que participaron, entre otros, John
Bright, Walter Bernstein o el propio Penn Warren. Y, finalmente, Rossen hubo de enfrentarse a un largo y
doloroso proceso de montaje –que llego a contar hasta con ocho versiones diferentes de la película, tras
varios y desastrosos previews- pasandose de un metraje inicial de tres horas a otro de menos de dos.

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la novela de Tom Lea en la que se basa. The Brave Bulls va a estar

ambientada en el mundo de los toros y va a suponer,

sorprendentemente, una de las mejores aproximaciones filmadas a

dicho mundo. Rossen va a llevar al extremo en esta película la técnica

documental22, rodando casi toda la película en localizaciones –como ya

había hecho con la ciudad de Stockton al convertirla en un plató gigante

para el rodaje de All the King’s Men- y utilizando de nuevo pequeñas

cámaras de 16 mm para conferir verismo y riqueza a las secuencias de

toreo. En la película un triangulo amoroso formado por Lidia de

Calderón (Miroslava), el torero Luis Bello (Mel Ferrer) y el representante

de este Raúl Fuentes (Anthony Quinn) va a adelantar, en cierta forma, las

relaciones existentes entre los protagonistas de The Hustler: Tras la

muerte de Lidia y Raúl juntos en un accidente (en lo que parece el

escenario de una traición amorosa), y después de ver como un toro coge

a su hermano pequeño, Luis volverá a encontrar el valor perdido

enfrentándose de nuevo a un astado. Rossen mostrará la transformación

final del torero cuando le siga hasta el centro de la plaza, y cerrando el

plano sobre su rostro, amputando cualquier sonido que no sea el de los

pensamientos de Bello, nos permita oír las palabras que pasan por su

cabeza mientras dedica, desde los medios, la muerte del toro al público:

“Quiero dedicaros este toro a todos vosotros. Porque ahora sé que un

22
Una concepción del cine heredada por Rossen del neorrealismo, del que era un gran admirador. A este
respecto Rossen decía lo siguiente: “Mi película sobre el linchamiento, en 1937, They Won’t Forget era
muy neorrealista, al igual que el primer Bogart en Marked Woman, y The Roaring Twenties,... En ese
momento, hice muchas cosas bajo este espíritu. Pero esto no quiere decir que más tarde no haya sido
influenciado por este gran movimiento italiano. Por el contrario, Roma ciudad abierta, El ladrón de
bicicletas, etc... me han marcado mucho y he pensado mucho, mientras me convertía en director, que se
trataba de la verdadera forma de hacer películas”. NOAMES, Jean-Louis. “Lecciones aprendidas en el
combate. Entrevista con Robert Rossen”. Cahiers du Cinema, nº 186, enero 1967. Pág. 31.

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hombre no puede vivir con miedo”. Unas palabras finales las de Bello

que no pueden si no verse como una declaración personal de Rossen

ante la que va a ser su actitud frente al HUAC en el año 51, con la

reactivación del comité a causa del inicio de la guerra de Corea.

Tras la finalización y el estreno de Brave Bulls en 1951 –manteniéndose

al parecer, según Steven Rossen, tan sólo una semana en cartel debido

al boicoteo de varias organizaciones derechistas-, Rossen va a

permanecer en Méjico hasta la llegada de una citación para el 25 de

junio de ese mismo año. En su primera comparecencia ante el comité,

Rossen se negará a dar nombres de antiguos compañeros ni tampoco

hablará sobre su antigua militancia –siguiendo una estrategia común de

todos los acusados, aunque al parecer Rossen estaba dispuesto a no

ocultarla23-. Sin embargo Rossen atacará duramente al partido

comunista afirmando respecto a este: “No simpatizo con él ni con sus

fines”24, a lo que añadirá toda una declaración de intenciones al ser

preguntado tendenciosamente por uno de los miembros del HUAC si le

gustaría que sus hijos fueran comunistas:

23
A este respecto su esposa, Su Rossen, le confesaría a Navasky lo siguiente: “Justo al principio mi
marido, que fue uno de los primeros diecinueve llamados a declarar, quiso decir, “soy miembro del
partido comunista y joderos”. Bob me contó esto en la intimidad del comedor, aunque el estaba dispuesto
a seguir el camino de los Diez de Hollywood (en el sentido de no decir nada). En esos momentos yo
estaba sacando a relucir el tema de mis hijos; sentí que él lo entendía y yo no. Durante aquellos días tuvo
lugar una reunión en casa –era 1947, después de que los diecinueve hubieran sido citados, pero antes de
que compareciesen- y él vino a la cocina y me dijo “aparentemente no vamos a poder contar la verdad”.
Los abogados estaban tratando de proteger al Partido Comunista”. NAVASKY, Victor. Op. Cit. Pág.
303.
24
“Testimony Of Robert Rossen”. Hearings before the Committee on Un-American Activities. 1951.
Op. Cit. Pág. 676.

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“No, no quisiera que lo fueran(...) Porque no creo en el Partido. Mi razón

fundamental para no creer en él es que pienso básicamente que este

solo conduce a una cosa, o ha conducido solo a una cosa en un

determinado país, y probablemente, hablando en líneas generales, solo

conduciría a lo mismo en este país, que no es a otra que a la dictadura.

Yo me opongo a la dictadura. Estoy opuesto a ella en cualquier nivel. Me

opongo por muchas e importantes razones. Esta se opone a la libertad

de religión, a la libertad de expresión, y esta básicamente en contra de

la dignidad del ser humano como individuo. Y yo estoy definitiva y muy

positivamente en contra de este concepto de vida. Creo en la forma de

vida en democracia”25

Una declaración valiente que le costo a Rossen la inclusión en la “Lista

Negra”, la perdida de su contrato con Columbia y que le granjeo escasas

simpatías entre los demás acusados, muchos de ellos miembros activos

del partido en el momento de las vistas26. A partir de ese momento

Robert Rossen va a debatirse entre la fidelidad a sí mismo y la necesidad

de volver a comparecer ante el comité y claudicar si quería volver a

trabajar como director. Un terrible dilema que su esposa resumía de la

siguiente manera:

25
“Testimony Of Robert Rossen”. Hearings before the Committee on Un-American Activities. 1951.
Op. Cit. Pág. 704.
26
Unas dificultades que le llevarán a declarar a la revista Newsweek el 9 de Julio lo siguiente: "Un
hombre esta en su derecho de creer en algo durante un determinado tiempo, y también esta en su derecho
de cambiar sus creencias. Pero el hecho de que cambie en sus creencias no significa necesariamente que
las motivaciones originales... fuesen equivocadas. No quiero escupir sobre mis creencias pasadas...".
CASTY, Alan. The films of Robert Rossen. The Museum of Modren Art. New York, 1969. Pag. 29

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“Aquello terminó con Bob, obligándole a elegir entre hacer lo que hizo o

muriendo por desgaste, por que Bob no pudo conseguir un trabajo de

escritor, y según mi libro si Bob no podía escribir no podía vivir (...) fue

completamente rechazado por todos. No pudo conseguir ni una sola

oferta en Nueva York. El no tenía contactos ya dentro del teatro

neoyorquino. Estaba completamente bloqueado por todos lados. La idea

era ir a Nueva York, conseguir un cuaderno y un lápiz y escribir, pero no

pudo hacerlo. Su escritura en una pagina podía comenzar siendo

inmensa y terminar siendo insignificante, y era a causa del Comité.

Estaba aterrorizado por el dinero”27

Ante esta panorama, presionado por la situación familiar, por el dinero,

pero sobre todo por la angustia de no poder dirigir, Rossen claudicará

dos años después de su primera comparecencia. El 7 de mayo de 1953

Rossen comparecerá de nuevo, esta vez en audiencia voluntaria y sin

abogados, dispuesto a dar nombres y confesando su antigua

pertenencia al partido comunista. Un hecho que modificará para siempre

su vida, la imagen de sí mismo que hasta entonces había tenido y que

supondrá una fractura moral y física de la que nunca se recuperará. Algo

que su hijo resumía perfectamente en nuestra conversación, al decir que

“la mayor traición de mi padre fue para consigo mismo”28, condenado

por ello a un sentimiento de culpa que ya nunca le abandonaría.

27
NAVASKY, Victor. Op. Cit. Pág. 303.
28
JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José Antonio. “Entrevista personal con Steven Rossen”. Op. Cit.

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2.- Un nuevo comienzo (1953-1959): del exilio exterior hacia la

introspección

Tras su salida (traumática) de la “Lista Negra”, Rossen comenzará una

especie de exilio voluntario con su familia que le llevará por Europa a lo

largo de los siguientes tres años (teniendo España un singular

protagonismo en ese periplo). La primera parada de este exilio tendrá

lugar en Italia, en donde Rossen realizará Mambo, contando con el

concurso de algunos nombres ilustres del cine italiano (desde los

productores Carlo Ponti y Dino de Laurentis, al genial Nino Rota, los

guionistas Guido Piovene, Ivo Perilli y Ennio de Concini o el actor Vittorio

Gassman). Tal y como señalaba José María Latorre, muy acertadamente,

en un artículo no demasiado lejano, el caso de Mambo es uno de esos

en los que “los árboles no dejan ver el bosque, aunque algunas de sus

hojas y ramas tengan un hermoso brillo”29. Un brillo que comienza por

el tono sombrío y casi trágico de un melodrama envuelto en duros

contrastes tonales –debido en parte, como también señalaba Latorre, al

trabajo de Harold Rosson; y es que Rossen siempre tuvo un excelente

olfato eligiendo directores de fotografía, como demuestra con sus dos

últimas películas, fotografiadas por el maravilloso y anciano Schüfftan-.

Pero sobre todo por la poco convencional historia de amor entre

Giovanna (Silvana Mangano) y su mentora Tony (Shelly Winters,

maravillosa actriz, como aquí demuestra, a la que recordamos por la

cercanía de su desaparición): algo de lo que Giovanna no tiene noticia,

pero que queda meridianamente claro para el espectador inteligente,

29
LATORRE, José María. Dirigido. Nº 347, Julio-Agosto 2005. Pág. 98.

50
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gracias al sutil cuidado que pone Rossen en la planificación y en la

utilización de las miradas, algo en lo que era un absoluto maestro –Tony

demuestra además una generosidad y una nobleza que contrasta con el

despreciable comportamiento de los dos personajes masculinos con los

que Giovanna mantiene relaciones: el Conde Enrico Marosoni (Michael

Rennie) y Mario Rossi (Vittorio Gassman)30-. Un personaje el de Tony

que también adelanta rasgos del de Sarah, incluido una especie de

suicidio inducido por Mario, con la colaboración inconsciente de

Giovanna. Una buena película, en definitiva, y mucho mejor de lo que

suelen relatar las crónicas –algo que tampoco sorprende a estas alturas-

Su siguiente película hará recalar a Rossen en España y le permitirá una

nueva reflexión sobre el poder y su utilización, implícita siempre en sus

películas, pero planteada ya explícitamente en su anterior All the King’s

Men31. En dicho sentido el personaje de Alejandro condensaba todas

las características de los personajes de Rossen en su búsqueda obsesiva

del éxito, del reconocimiento social o, en este caso, histórico. Para

30
Algo que queda más claramente plasmado en la versión europea de la película, la cual ademas de tener
casi quince minutos más de metraje, posee una estructura narrativa muy diferente a la versión americana.
De hecho, los cortes y modificaciones de la versión USA parecen encaminados a despojar al personaje de
Tony de la carga evidentemente positiva que tiene en la versión italiana (la película se rodó
simultaneamente en dos idiomas: italiano e ingles). Valga un ejemplo: cuando en la versión europea
finaliza el flash-back por el que Giovanna recuerda la forma en que llego a ser bailarina, esta vuelve al
compartimiento de Tony comportándose con ella de una manera muy diferente a la actitud que tenia antes
de comenzar ese recuerdo. El motivo de ello es el reconocimiento de la propia Giovanna (tras el repaso a
sus recuerdos) a la generosidad y amor sincero que muestra por ella Tony, cuidándola y dándole una
profesión que la convierte en una mujer independiente, permitiendola no estar al albur de personaje como
Enrico o Mario. Por el contrario, en la versión americana esta secuencia (fundamental para entender lo
anterior) ha desaparecido.
31
En este sentido, Rossen señalaba que su personaje, Willie Stark, representaba el “Deseo de poder en la
absoluta creencia de que si lo tuviese, podría hacer cosas que ayudarían a la gente”. STEIN, Daniel,
"Robert Rossen's last interview", Persistence of Vision: A Collection of Film Criticisim. Ed. Joseph
McBride (Madison: Univ. of Wisconsin Press, 1968). Pág. 207.

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Rossen el “deseo de poder” en Alejandro “era una cosa natural e

inevitable basado en su propia procedencia, y su uso constructivo del

poder no vino hasta los últimos tres o cuatro años de su vida, cuando

empezó a entender que el poder podría ser un arma constructiva”32

Pero otro de los grandes temas de Rossen, y una de sus preocupaciones

fundamentales, también se condensaba de manera paradigmática en la

figura del conquistador macedonio: las capacidades destructivas, y

autodestructivas, del ser humano en su búsqueda del éxito y el poder.

Rossen asumía que esta característica era “mucho más cierta en una

sociedad compleja”, pero admitía que en Alexander the Great este tema

estaba, sin duda, muy presente. El propio director definía su visión del

personaje en la siguiente cita:

“Un hombre nacido antes de su tiempo, un agente catalizador, emergió

en una era de guerras nacionalistas para tratar por primera vez en la

historia de unir a las gentes de Europa y Asia en una vida común. Pero

terminó por convertirse en una fuerza destructiva, y en el proceso de

acabar con otros pueblos al tratar de unificarlos, termino por destruirse

a sí mismo”33.

Pero un tema fundamental que va a enlazar con la película que cierra su

filmografía –tal y como veremos al llegar a ella- es el reflejo de una

32
Ibidem. Pág. 208.
33
Citado por CASTY, Alan. MOMA, 1969. Op. Cit. Pág. 33.

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metáfora personal a través de un personaje de ficción, en este caso

Alejandro. Nuevamente el inestimable testimonio de su hijo nos sirve

para encajar una pieza del discurso que en este caso hubiera sido casi

imposible de averiguar. Cierto es que la mejor parte de una película

perjudicada por la mutilación a la que se la sometió –pasando de las tres

horas iniciales a unas dos horas y diez- es la que compete a las

relaciones entre Alejandro y su padre Filipo de Macedonia. Pues bien,

según Steven Rossen, su padre Robert Rossen utilizo la coincidencia del

nombre de Filipo (Philip, en ingles, de la misma forma en que se nombra

al personaje en la película) con el de su progenitor para reflejar en las

tensas relaciones fraternales entre Filipo y Alejandro, las tensiones con

su propio padre (y el sentimiento de culpa que ellas implicaban). De esta

manera, las declaraciones de Rossen al respecto de esta relación en la

película cobran un sentido muy diferente al calor de la anterior

revelación:

“No, no hubo ningún conflicto. Las únicas presiones –y hubo presiones

que pude haber aguantado, supongo, si hubiera sido suficientemente

fuerte en aquel momento34- fueron presiones en lo referido al montaje,

en ajustarlo a una longitud. Vera, Alexander... Alexander era

originalmente una película de tres horas de duración. La quería en un

intervalo. Se asustaron mucho de la duración. Al final me convencieron.

Ahora, realmente, es una película mucho mejor en su duración de tres

34
Una afirmación que desvela un cierto complejo de culpa por su debilidad (creativa) en ese momento –
una debilidad cuya naturaleza Rossen no desvela, pero que posiblemente tuviera que ver con su situación
mental, anímica y personal tras su experiencia del 53 ante el HUAC-.

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horas que en la de dos y veinte, precisamente por una razón: desvela el

sentimiento de culpa de Alejandro hacia su padre, lo que supone algo

mucho más profundamente subjetivo. Por ejemplo, su persecución tras

Darío no busca simplemente matar al emperador de Persia. La

persecución de Darío esta tremendamente ligada a su sentimiento de

que mientras la figura de su padre perviva en la realeza tiene que acabar

con ella”35

La última película de Rossen en su exilio Voluntario va a ser, de nuevo,

un melodrama –basado en el voluminoso best-seller de Alec Waugh-, de

argumento mucho más enrevesado e increíble que el de Mambo. Si la

película a pesar de todo mantiene en algo el interés se debe a tres

razones fundamentales: la excelente interpretación de James Mason

(siempre magnífico, pero en este caso muy por encima del resto del

reparto); el gran trabajo de encuadre y composición en cinemascope que

hace Rossen en algunas secuencias, y, finalmente, los leves apuntes

sobre el racismo, de los cuales el más interesante es el combativo y

sorprendente final –sobre todo para una superproducción que adolece

claramente de su carácter de encargo-: el líder negro David Boyeur (un

improbable Harry Belafonte) renunciara –a pesar de quererla- al amor de

la bella y aristocrática Mavis Norman (una más que correcta Joan

Fontaine), a causa de que ella sería un estorbo en la lucha casi

revolucionaria que va a comenzar, liderada por él, para conseguir

reivindicar los derechos de su pueblo; un final al que Rossen intenta

35
STEIN, Daniel. Op. Cit. Pág. 208.

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dotar de complejidad –resaltando lo que tiene tanto de positivo, como

de negativo la actitud de Boyeur-, pero que se queda a medio camino

por lo inverosímil de la interpretación de Belafonte, francamente

limitado como interprete.

El retorno a Estados unidos va a estar marcado por una nueva decepción

para Rossen. Su primera película en los USA (tras nada menos que seis

años) va a ser una nueva adaptación, en este caso de la novela de

Glendan Swarthout –de la que también existe una traducción al

castellano con el acertado título de Héroes de barro-. La novela (al igual

que la película) narra la peripecia del Mayor Thomas Thorn, un oficial

marcado por un acto de cobardía que, en una cruel paradoja, es el

encargado de nombrar a aquellos que han de recibir una medalla por su

valor en combate. A pesar de que Rossen no pudo terminar la película

de la misma manera que el libro, es decir, con la muerte de Thorn –

puesto que el productor William Goetz se negó a que un personaje

interpretado por Gary Cooper muriese en pantalla- hay en la película

suficientes elementos como para hacer de ella un producto apreciable.

Así olvidándonos de la convencional carga de caballería del inicio –

rodada por el director de la segunda unidad Frank G. Carson y no por

Rossen-, la fisicidad del trayecto posterior hacia Cordura y la precisa

narración del deterioro de los personajes hacen del film un más que

notable estudio de personajes. De todas formas, las mutilaciones del

metraje no consiguen que la película alcance el nivel que haría podido

tener, más teniendo en cuenta la metáfora tan personal que contiene:


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unos personajes a los que se les nombra héroes por un acto de valor

aislado, pero que en su vida cotidiana se comportan como seres

rastreros, mezquinos y cobardes, frente a otro personaje obsesionado

con averiguar la esencia del valor –que, sin embargo, demuestra tener-,

pero que es señalado como un cobarde por un acto de debilidad tan

puntual como el de los supuestos héroes. Además de ello la película

contiene una de las más emotivas y hermosas secuencias de amor que

pueda recordar: la escena en la que Thorn y Adelaide (una muy correcta

Rita Hayworth) conversan –con un contenido y callado sentimiento

amoroso del uno hacia el otro- antes de que ella se entregue al

despreciable y brutal Sargento John Chaw (excelente Van Hefflin) para

poder asegurarle una noche de sueño al agotado Thorn; una secuencia

de un lirismo a la altura de los mejores logros de Rossen demostrando

que se encontraba en la madurez de su creatividad.

3.- Un primer paso para llegar de lo subjetivo a lo universal: The Hustler

(1961)

Tras la amarga experiencia (una más) que supuso para Rossen Llegaron

a Cordura36, el director volverá a Nueva York, en donde establece su

residencia definitiva, negándose por completo a regresar a Hollywood y

rodando allí sus dos últimas películas –Lilith se hará a caballo entre

Nueva York y la cercana Maryland-.

36
Parece ser que Rossen intentó, tras finalizar Lilith, remontar Cordura. Una versión que, si existe,
nadie por desgracia ha podido ver.

56
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The Hustler y Lilith van a establecer un díptico (que habría sido un

tríptico si la muerte no le hubiese impedido realizar Cocoa Beach)

separado del resto de su filmografía –aunque, a la vez, tengan una

directa relación con los temas y preocupaciones del resto de sus

películas-. Estos filmes van a suponer la aportación definitiva de Rossen

a la cinematografía mundial y dos de las mejores obras que ningún

cineasta haya realizado hasta el momento (una afirmación categórica,

pero que difícilmente puede ser rebatida con seriedad). Con ellas

Rossen va a lograr reelaborar su experiencia vital, construyendo una

metáfora que logrará trascender, para convertir el discurso contenido en

ambos films en una reflexión de alcance universal. Un anhelo de Rossen

que expresaba con precisión en sus palabras para Cahiers:

“No es una cuestión de reproducir servilmente la realidad. En cambio, es

necesario capturar las cosas tal como son y modificarlas hasta obtener

de ellas un significado poético. Poco importa, de todas formas, sí se

denomina o no poético, lo importante es mostrar las cosas situadas por

encima o por debajo de la vida, y que así, sintamos lo que se piensa en

profundidad. Conseguir que lo subjetivo se convierta en universal

objetivándolo”37

La relación directa de The Hustler con la experiencia personal de

Rossen, la establecía en primera instancia su hijo durante la larga

conversación que mantuvimos en Los Ángeles:

37
NOAMES, Jean-Louis. Op. Cit. Pág. 31.

57
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“The Hustler es realmente una historia sobre la traición. Tenemos a ese

personaje que quiere triunfar (se refiere a Eddie Felson), que quiere

derrotar completamente a Minnesota Fats, y que está dispuesto para ello

no solo a herirse a sí mismo, si no a herir a otros, a gente que está cerca

de él. Yo hable de este tema con mi padre, y cuando él testificó (en el

53), tomó esa decisión porque quería trabajar como director. Y pienso

que ese conflicto se refleja en The Hustler”38

The Hustler esta basada de forma muy libre en la primera novela de

Walter Tevis, de titulo homónimo. El propio Rossen se expresaba de la

siguiente manera sobre la adaptación y las razones que le habían

llevado a interesarse por el libro de Tevis:

“The Hustler no era del todo una adaptación literal del libro. Solamente

que aquí, mi labor ha sido más fácil en la medida en que yo mismo pasé

varios años de mi juventud en salas de billar. Escribí una obra sobre esta

materia cuando tenía 25 o 26 años. Nunca la realicé por que no estaba

satisfecho de ella, me parecía que no alcanzaba a decir todo lo que

realmente quería expresar. Treinta años más tarde, leí The Hustler y me

pareció encontrar lo que había intentado decir en mi obra, sin darme

realmente cuenta de ello, ya que era demasiado joven en ese momento.

38
JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José Antonio. Entrevista personal con Steven Rossen, hijo del director
Robert Rossen (Inédita). Los Ángeles, marzo 2002. Los subrayados son míos.

58
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Por supuesto, en la novela había un trasfondo social mucho más

realista.” 39

La película de Rossen no sólo no va a ser una adaptación “del todo

literal” como él mismo dice, si no que va a ser profundamente infiel al

espíritu de la novela de Tevis y, manteniendo la estructura básica –las

dos partidas de comienzo y final; el viaje a Louisville e, incluso, el

encuentro con Sarah en la primera parte-, va a introducir toda una serie

de modificaciones que cambiaran por completo el discurso de la película

frente al del libro. Tevis (al igual que Rossen) era un buen aficionado al

billar que plasmó su pasión por el juego en un libro que se mantiene

excesivamente fiel a los arquetipos de la novela negra. El autor describe

en ella la evolución de un jugador (Eddie Felson) que “aprende” a ser un

ganador con la ayuda de Bert –sin apellido en la novela-, venciendo

finalmente a su contrincante, Minnesota Fats, en una partida final con

pretendidos rasgos míticos (incluyendo momentos de derrota casi

agónicos que se transforman en victorias de último minuto,

reapariciones sorpresivas y proverbiales, todo ello filtrado por

ingeniosas frases de estilo Noir y una atención excesiva a la descripción

pormenorizada de las jugadas). Rossen, como ya hemos indicado,

tomará la premisa básica del argumento, pero se alejará por completo

de ese proceso de “aprendizaje”, narrando, por el contrario, un proceso

de perversión al enfrentar a un personaje destructivo (una tipología que

como se ha podido observar abunda en su filmografía) con otro (en este

39
NOAMES, Jean-Louis. Op. Cit. Pág. 31.

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caso otros) fundamentalmente creativo –lo que no significa que estos

últimos, Sarah y Eddie en la película, sean personajes de una pieza: si

algo horroriza a Rossen, alejándose radicalmente de ello, es el

maniqueísmo y la simplificación-. El propio Rossen describía lo que para

él significaba su película, en una carta inédita al censor de la Motion

Picture Association of America (MPAA) Geoffrey M. Shurlock:

“Considero la película una obra moral en su propia sustancia que narra

la lucha de Sarah y Eddie por salir de las sombras y entrar en la luz, y

por llegar a ser dos seres humanos completos. La tragedia de la historia

es que se dan cuenta de esto demasiado tarde, o al menos Eddie se da

cuenta demasiado tarde para prevenir la destrucción de Sarah, pero la

cuestión es que consigue hacerlo, y que se rebela contra toda la

inmoralidad que representa Bert en la historia”40

Dos van a ser los ejes fundamentales en los que Rossen va a sustentar el

discurso de la película, alejándose de lo planteado por Tevis en la

novela. El primero va a consistir en una redefinición absoluta de los

términos ganador y perdedor, asentando el concepto de ganador sobre

la base de una premisa moral y no en función del éxito social y

económico con el que trabajan las sociedades occidentales. El segundo

eje sería el personaje de Sarah; un personaje que, tal y como aparece en

la película, debe ser considerado como una creación personal de

40
ROSSEN, Robert. “Carta a Geoffrey M. Shurlock (censor del Motion Picture Association of
America, MPAA)”, Collection: Robert Rossen; File Name: The Hustler, 20th Century-Fox, 1961,
Margaret Herrick Library-Special Collections. 3 de marzo, 1961.

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Rossen, sin ninguna similitud al de la novela, siendo además uno de los

personajes femeninos más complejos y fascinantes de la historia del

cine –tan solo superado por el maravilloso personaje de Lilith-.

Antes de continuar se ha de señalar también que otra diferencia básica

separa a la película de la novela: mientras el libro de Tevis es una

mediocre novela negra que busca retratar el ambiente “duro y en

ebullición” del billar, la película de Rossen no es, en absoluto, una

película sobre el billar41 –algo que durante muchos años, y aún todavía,

se sigue utilizando como argumento (equivocado) para ensalzar los

valores del film-. Si en ocasiones anteriores (como en Body & Soul, o en

su obra inacabada Cornet Pocket) Rossen había utilizado el billar (más

concretamente las salas en donde se juega al billar) como trasfondo

social para las historias, aquí Rossen va a utilizar dicho espacio como

una metáfora no anclada en la realidad.

El espacio de la sala de billar en The Hustler va a ser para Rossen un

espacio simbólico –lo cual no impide que a la vez se muestre con un

estilizado realismo- que va a servir para hablar metafóricamente de lo

que él denomina como “el artista en la sociedad” y de lo que debe hacer

41
Algo que el propio Rossen expresaba a su montadora, Dede Allen, pues según palabras de esta al
decirle a Rossen que ella no sabia nada sobre el billar, el director le respondió “El billar es un juego muy
aburrido de ver a menos que seas un experto”. Dijo: “no se trata de billar sino de los personajes. Una
vez que establecemos lo buenos que son no es necesario seguir todas las bolas. No se trata de una
partida de billar, sino de Minnesota Fats, Eddie Felson y el carácter”. ALLEN, Dede. Comentario de
audio de la edición Especial en DVD de El buscavidas (The Hustler, Robert Rossen, 1961). Twentieth
Century Fox Entertainment (2002).

61
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este “para alcanzar el éxito”42. Para Rossen el billar representa “una

forma de expresión creativa”43 y, por lo tanto, asimilable a cualquier

otra actividad artística o expresiva incluido, como no, el cine. De esta

forma, en la experiencia vital del Eddie jugador de billar está contenida

la vivencia misma de Rossen como creador cinematográfico; metáfora

básica e imprescindible para entender una parte importantísima del

discurso fílmico contenido en The Hustler.

La relación de Eddie, como creador, con la sociedad está condensada en

la relación que va a mantener en el film con su propio promotor, Bert

Gordon44 (George C. Scott). Por extensión, esta relación contiene una

reflexión del propio Rossen sobre su quehacer profesional y su

responsabilidad como artista con la sociedad. La vampirización a la que

Bert Gordon va a someter a Eddie (un camino de corrupción y no de

aprendizaje como en la novela) es el mismo al que la sociedad, y sobre

todo aquellos que controlan los medios de producción y financieros,

someten a los artistas obligándoles a plegarse a sus exigencias o siendo

destruidos. Una vez más las palabras de Rossen apuntan decididamente

en este sentido:

42
NEVE, Brian. Film And Politics In America: A Social Tradition. Routledge. Londres, 2000. Págs
218-19.
43
CASTY, Alan. The Films of Robert Rossen. The Museum of Modern Art. New York, 1969. Pág. 41.
44
Se ha señalado con anterioridad que Bert no tiene apellido en la novela. Para darnos una idea de la
opinión de Rossen sobre el personaje de Bert (en el film también una creación propia del director, con el
apreciable concurso de George C. Scott) nos basta con saber que el apellido que ostenta en el film lo
hereda del jefe de los matones de la sala Bennington’s, billar donde se desarrollan las dos partidas entre
Eddie y Fats en la novela.

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“Es la eterna historia de Hollywood, en la cual un incompetente, cuando

el artista ha terminado su trabajo, siente un maligno placer en destruirlo

tortuosamente por medio del montaje o en distribuirlo con una idiotez

de Elvis Presley, por ejemplo. Es el combate que ha habido siempre

entre los creadores y los productores, o con toda esa gente que trabaja

en un estudio. Son gente frustrada, que se atreven a decirle a un escritor

que es lo que tiene que escribir. Ellos actúan de la misma forma con el

director, el cual tenia el derecho al primer montaje; el “director’s-cut”-

que en el fondo no significa nada, porque los estudios pueden remontar

la película cuando quieran para después mostrarla como ellos pensaban

que debía haber sido hecha-. Toda esa gente no sabe nada. Si la

película tiene éxito, ganan por ello. Si no atribuyen el fallo al director.

No hay ninguna razón para ello. Son unos idiotas...”45

Volviendo a lo que considerábamos los ejes de la película debemos

hacer hincapié en el personaje de Sarah (Pipper Laurie, en su mejor

interpretación cinematográfica). Si antes decíamos que Rossen lleva a

cabo una redefinición de los conceptos “ganador” y “perdedor”, el

personaje de Sarah (siempre referido al de película) va a resultar

fundamental en ello. Quizá la secuencia básica del film, al menos en

este sentido, sea la de la merienda campestre. Si hemos señalado que la

sala de billar es vista por Rossen como un espacio simbólico, debemos

añadir que todos los espacios del film se contagian de este

planteamiento. Así existe una idea global que pesa sobre ellos: el

45
NOAMES, Jean-Louis. “Entrevista con Robert Rossen”, Cahiers Du Cinema (Paris), nº 177. Pág. 36.

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director construye un mundo interior, en donde apenas tienen presencia

los exteriores, meras transiciones (las pocas veces que aparecen) entre

espacios interiores, cerrados y asfixiantes –ya sea el piso de Sarah, la

mansión Findley o el interior de la estación de autobuses-; Rossen

consigue con ello dibujar la idea de un espacio abstracto en la mente del

espectador: una ciudad genérica, indeterminada y que, por eso mismo,

puede ejemplificar cualquier gran ciudad del mundo, representando a

todas las sociedades sin concretar ninguna; un perfecto ejemplo de

cómo llegar de “lo subjetivo a lo universal”.

La merienda campestre va a ser la única secuencia importante del film

que se desarrolle en un exterior. Situemos un momento la acción para

entender perfectamente el planteamiento. En el momento en que la

secuencia se desarrolla Eddie está con las manos escayoladas, puesto

que le han fracturado los dedos –algo que también aparece en la novela,

pero que Rossen utiliza como una ataque despiadado (promovido por

Bert, tal y como da a entender el film) a la esencia artística de Eddie: sus

manos como fuente de creación-. Este hecho va a lograr que las

deterioradas relaciones entre Eddie y Sarah se recuperen (al cuidar ella

de él, demostrándole su amor), restaurando a su vez una cierta dignidad

moral en los personajes –Sarah define excelentemente su anterior

situación a través del relato corto que esta escribiendo (una genial idea

de guión por parte de Rossen y Carrol, sin que, por supuesto, aparezca

en la novela); Sarah escribe que tienen “un contrato de depravación”

definiendo así la descarnada relación de intercambio que existe entre


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ellos46: Sarah obtiene compañía, sexo y alcohol a cambio de

proporcionarle a Eddie un sitio gratis donde alojarse y comer-.

Rossen situará así la recuperación moral de sus personajes –antes de la

definitiva degradación a la que van a ser sometidos- en un exterior, en

donde, casi por primera vez, se oyen risas y juegos de niños (aunque no

los veamos, pues las calles de la ciudad siempre se encuentran vacías,

reforzando el aspecto de espacio mental que las caracteriza). Al llegar al

parque donde merendaran se iniciará una conversación fundamental

para el discurso de Rossen en el film; Eddie hablará, por primera y única

vez en la película, de lo que siente al jugar al billar, con un entusiasmo y

una generosidad inéditos en su discurso. Mientras Eddie habla, Rossen

mantendrá la cámara sobre él –aunque incluyendo, de espaldas, a Sarah

en el plano como parte del planteamiento- y solo al final recurrirá a

varios primeros planos de Sarah en donde esta, convertida en la

autentica portavoz de Rossen, le dirá a Eddie “No eres un perdedor

Eddie, eres un ganador. Algunos hombres nunca llegan a conseguir

sentir algo así respecto a nada”, a lo que añade “Te quiero, Eddie”. Toda

una declaración de principios que recoge el planteamiento básico de lo

que es para el propio Rossen un ganador47.

46
Una situación ante la que Sarah se autoengaña en un principio –aún siendo perfectamente consciente de
ello-, pero que es imposible de mantener tras la visita de Charlie, el antiguo socio de Eddie, al cual este
humilla y abandona, ignorando los sentimientos de Sarah al respecto.
47
En este sentido basta comparar las palabras de Eddie en el film al hablar del billar -“Es una gran
sensación, cuando aciertas y sabes que has acertado. De repente siento mi brazo engrasado. El taco de
billar es una parte de mí. Sabes, el taco de billar tiene nervios. Puedes sentir como ruedan las bolas. No
necesitas mirar. Lo sabes. Has realizado un tiro que nadie mas hará. Y juegas de una forma en que nadie
jamás había jugado antes”-, con el planteamiento de Tevis en la novela, asumido por su personaje
principal, el cual tras ganar a Findley describe sus sensaciones de la siguiente manera: “Bert solo había
dicho una parte de la verdad al hablar sobre el carácter. Había otra cosa que Bert solo había podido ver

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Muchas más cosas se podrían plantear sobre The Hustler, pero dado el

limitado espacio debemos centrarnos en el final que cierra el complejo

discurso del film –sobre el que se han dicho y escrito un sinfín de

sandeces48-. Las últimas secuencias de la película tendrán lugar de

nuevo en Ames –local en donde se desarrolla la partida inicial entre

Eddie y Fats-. Tras la muerte de Sarah, Eddie se enfrentará de nuevo a

Fats, con su propio dinero –ganado en la partida con Findley, la cual ha

provocado el suicidio de Sarah-, venciendo en esta ocasión. Sin

embargo, desde la planificación hasta el planteamiento discursivo de la

secuencia dejan claro que el enfrentamiento no es con Fats, sino con

parcialmente, que solo parcialmente le había comunicado, y ésto era el fijo, invariable conocimiento del
propósito del juego: ganar. Acabar con el otro. Acabar con el otro totalmente, de forma tan completa
como fuera posible: ése era el profundo y permanente significado del juego de billar. Y, le pareció a
Eddie, en este minuto de reflexión, que ésto era el significado de algo mas que el juego de billar, yendo
mas allá de los cinco por diez pies de ese microcosmos de ambición y deseo. Le pareció que todos los
hombres deberían saberlo, porque es algo que está en todos los sitios y en todos los actos, en el inmenso
juego que supone la vida de los hombres”. TEVIS, Walter. The Hustler. Ace Books. Londres, 1961. Pág.
122. Los subrayados vuelven a ser míos. Por supuesto, el lector podrá comprobar que los planteamientos
de la novela, aquí reflejados, poco tiene que ver con la “obra moral en su propia sustancia” de la que
hablaba Rossen.
48
El primero Alan Casty que en su articulo sobre la carrera de Rossen llega a decir que “lo que seguimos
teniendo es el triunfante final típico de película deportiva, y esto distrae demasiado la atención.
Posiblemente combates de boxeo y partidas de billar puedan ser empleados mejor como símbolos
negativos de la imperfección humana. Los aspectos realistas y la preocupación sobre quien es el ganador
parecen tomados en el sentido de lo que podrían ser un renacimiento espiritual tipo Fénix”. CASTY,
Alan. Film Quarterly. Volumen 20, Nº 2. Winter1966/67. Pág. 10. Unas afirmaciones que demuestran lo
poco que Casty se enteró del autentico significado de la película. Algo nimio en comparación con las
estupideces proferidas por Martin Scorsese, autor de la deleznable (estética y éticamente), además de
innecesaria, supuesta continuación de The Hustler. Así el autor de El color del dinero decía a propósito
del final de Rossen que “La película es magnifica visualmente, pero los largos discursos de los
personajes, los juicios morales que continuamente hacen sobre sus actos, me parecían desfasados. Ese
no es realmente el estilo de los jugadores de billar, por lo menos en nuestra época. Todo estaba dicho
cuando Piper Laurie se suicidaba después de escribir <<pervertidos, depravados, enfermos>> sobre el
espejo. Lo que seguía era una redundancia o demasiado solemne”. THOMPSON, David y CHRISTIE,
Ian Eds. Martin Scorsese por Martin Scorsese, Alba Editores. Barcelona, 1999. Pág. 104. Una
imbecilidad de enorme calibre que no hay espacio suficiente para rebatir. No obstante el lector interesado
en profundizar en el tema me permitirá que le recuerde otro articulo escrito por el firmante de este en que,
como simple medida de justicia, se comparan pormenorizadamente ambas adaptaciones. JIMÉNEZ DE
LAS HERAS, José Antonio. “Un personaje para dos adaptaciones: Visiones confrontadas en torno a
“Fast” Eddie Felson en The Hustler (1961) y The Colour of Money (1986)” en Arte2o, nº 15 verano
2004. Dirección Electrónica: http://www.ucm.es/info/arte2o/documentos/investigacion_jimenez.htm.

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Bert. Prueba de ello es que, tras ganar a Fats, Eddie se negará a pagar a

Bert, no por egoísmo –como así ocurre en la novela-, sino como un

planteamiento moral: Eddie renuncia de esta manera a Gordon y a sus

planteamientos –“a toda la inmoralidad que representa en la historia”-,

asumiendo al tiempo los de Sarah, aunque haya tenido que ser al precio

de su muerte –y del insoslayable sentimiento de culpa, totalmente

justificado, que deja en Eddie-. Pero esto no será suficiente y Bert, en el

acto más cruel de todos, dejará con vida a Eddie –aunque se pueda

sospechar que lo matará tarde o temprano-, prohibiéndole ejercer su

profesión; una prohibición que dará paso a dos planos profundamente

desoladores: Eddie en plano medio con los brazos caídos y el semblante

agónico, y un Fats, al que Rossen ha dedicado varios planos

significativos durante el enfrentamiento entre Bert y Eddie, mostrado

ahora mediante un gran angular, engullido (literalmente) por el

decorado49. De esta forma Rossen nos dice que los “perdedores” como

Bert –Eddie le dirá “Tu si eres un perdedor, porque estas muerto por

dentro y no puedes vivir sin destruir todo lo que te rodea”- son los que

condenan a los creadores que no se doblegan a sus condiciones,

obligándoles a optar ante una dura dicotomía: la corrupción o el silencio

(creativo) y la muerte (artística y/o física).

49
De una forma equivalente al encuadre de Eddie en la mansión Findley, aplastado contra el techo debido
al contrapicado y el teleobjetivo, mientras escucha las palabras de Sarah –“Llevan mascaras Eddie, y
debajo estan lisiados, pervertidos y retorcidos”-; unas palabras que Eddie reconoce como ciertas, pero a
pesar de las cuales Eddie decide quedarse con Bert provocando el suicidio de Sarah –de ahí el encuadre
con él intentando taparse la cara con las manos, buscando aislarse ante el discurso de Sarah-.

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Un final que es, sin duda, la metáfora inversa del comportamiento del

director ante el HUAC en 1953: si Rossen comparte con Eddie el talento

creativo y la culpa por su debilidad –esa ansiedad por triunfar o por

seguir haciendo cine, a costa de traicionarse a sí mismos, haciendo

“daño a los que les rodean” (sea Sarah o los seres queridos de Rossen)-,

lo que no va a compartir con Eddie es su destino. Rossen nos dice a

través de su personaje (en un acto de sinceridad y valor que le honra)

que en el 53 estuvo equivocado, pues no tuvo el valor de asumir el

precio que si paga Eddie por sus nuevas convicciones tras la muerte de

Sarah: llegar a convertirse en un ser humano completo (renunciando a la

corrupción, la ofrezca Bert o el HUAC), a cambio del ostracismo artístico

y el aislamiento social.

4.- Un paso intermedio e inacabado: Cocoa Beach (1961-1963)

Aunque sea con la suma brevedad a la que nos obliga el espacio

disponible, no podemos dejar pasar la oportunidad, en un estudio sobre

la obra de Rossen, de mencionar el proyecto de Cocoa Beach. Una vez

terminada la experiencia de The Hustler50, Rossen se va a embarcar en

la escritura de un guión basado, por primera vez desde sus tiempos de

la Warner, en una historia real –lo correcto sería decir inspirado, puesto

que Rossen tan solo toma la anécdota de un jugador de baloncesto

50
En la que a pesar de la libertad con la que contó, Rossen hubo de enfrentarse a la productora, primero
por su empeño de rodar en Nueva York lejos de la Costa Oeste y luego por razones como el prólogo que
la Twentieth quería cortar puesto que según Dede Allen decían que “no servia para nada”. ALLEN,
Dede. Comentario de audio de la edición Especial en DVD de El buscavidas. Op. Cit. A pesar de todo la
película resultó finalmente un éxito de publico (que no de critica), haciendo que la productora se viera
obligada a invertir en su publicidad –algo que habían rechazado de inicio- y obteniendo dos oscar
otorgados a Schüfftan por la fotografía y a Gene Callahan por los decorados.

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expulsado de su universidad por “raspar” puntos en los partidos51,

como punto de partida de una historia completamente original escrita

por el propio director, con la ayuda de su hijo52-. Igualmente es el

primer guión de Rossen no basado en una novela desde los tiempos de

Alejandro –el cual no estaba basado en ningún libro concreto, aunque

Rossen utilizase varias fuentes históricas para su elaboración53-. El

propio director se refería al proyecto en su articulo “The Face of

Independence” de la siguiente manera:

“Estoy trabajando en una película que es una historia original sobre

Cocoa Beach, la playa cercana a Cabo Cañaveral desde donde se lanzan

los cohetes. La película no será sobre los cohetes o las naves espaciales.

Se desarrollará sobre ese fondo y tendrá que ver con la vida de la gente

en esa localidad en particular. Hay gente que no se da realmente cuenta

de las implicaciones que tienen las cosas que pasan justo delante de

ellos”54

Este articulo y todos los documentos (inéditos y enormemente valiosos)

que se encuentran en la colección dedicada al director en los archivos

51
Brian Neve (Film and Politics in América. Op. Cit., Pág. 221) hace referencia a un articulo de Lou
Brown titulado “The candid confesión of a young man to whom money mean too much”, y que apareció
en la revista Look en 1962, articulo que aparece actualmente en la caja denominada “Miscellaneus”
dentro de la colección de la UCLA (Op. Cit.). En el se hace referencia al caso de un jugador de baloncesto
universitario, de apellido Wagman, que fue expulsado de la liga por cobrar sobornos para perder.
52
Steven Rossen confesó en nuestra larga conversación que su padre recurrió a él para hacer una serie de
perfiles de los personajes jóvenes, de forma que fuera alguien perteneciente a la generación de dichos
personajes, y más cercano a su mentalidad, el que diera una dimensión real a los mismos.
53
Como hemos visto, excepto los guiones de Johnny O’Clock y Body & Soul (inspirado lejanamente en
una historia real como se recordará), todas las películas de Rossen estan basadas en obras preexistentes,
siendo Rosen uno de los mejores adaptadores del cine norteamericano junto, probablemente, a Huston.
54
ROSSEN, Robert. “The Face of Independence”, Op. Cit. Pág. 7.

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de UCLA indican que Rossen pensaba en este proyecto como su

siguiente película tras The Hustler55. Un hecho que reviste una

importancia esencial puesto que, después de casi dos años de trabajo,

el que Rossen abandonará el proyecto a favor de Lilith da una prueba

bastante irrefutable de la enorme importancia que va a tener para él su

última película –parece que Rossen se planteó así la probabilidad de

que, dado que se encontraba muy enfermo, solo tuviera tiempo de

acabar una película, cosa que finalmente y por desgracia ocurrió,

eligiendo para ello Lilith con todo lo que eso implicaba56-. Volviendo a

lo que sabemos sobre Cocoa Beach son nuevamente las palabras y


55
Los datos al respecto son bastante definitivos: la primera sinopsis correspondiente al proyecto de
Cocoa Beach (“Cocoa Beach Project”. Caja 3, Carpeta 2. Robert Rossen Papers, 1934-1965.
(Collection 87). Arts Library Special Collections, Young Research Library, University of
California, Los Ángeles.) está fechada el 11 de diciembre de 1961 –año en que se publica la primera
edición en ingles de la novela de Salamanca-, mientras que el primer tratamiento del mismo esta fechado
casi cuatro meses después, el 2 de marzo del 62 (Ibidem. Caja 3, Carpeta 4). Por otra parte, John Springer
en la filmografía que acompaña a los artículos de Henry Hart y Henry Burton sobre Rossen (HART,
Henry. “Notes on Robert Rossen”, Films in Review, Volumen 13, nº 6, Junio/ Julio 1962, pp. 333-335;
BURTON, Henry. “Notes on Rossen Films”. Ibidem. Págs. 335-341), incluye Cocoa Beach como el
proyecto inmediato de Rossen tras finalizar The Hustler; Springer indica textualmente: “Cocoa Beach.
Columbia, probablemente 1962. Será producida y dirigida por Rossen, siendo escrita también por él
mismo. La vida en una ciudad que ha crecido al calor de Cabo Cañaveral, con un lanzamiento como
fondo para los personajes los cuales no estan asociados directamente a Cabo Cañaveral. Warren Beatty
y Paul Newman son los principales candidatos para el papel del “Héroe sin brillo””. SPRINGER, John.
“A Rossen Index”. Films in Review. Op. Cit., Pág. 342.
56
Dede Allen hacía referencia, en el comentario de audio de la edición especial de The Hustler, a las
dificultades que le creaba la diabetes para trabajar. El propio Steven Rossen aclara que su padre se
encontraba gravemente enfermo desde principios de 1962, sumándosele a la anterior enfermedad una
extraña afección de la piel –que Steven Rossen definía como perteneciente “a la familia de la lepra”
(JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José Antonio. Op. Cit.)- que le creaba enormes bolsas de liquido por todo
el cuerpo, y que solo podía ser tratada con cortisona, lo que agravaba su diabetes –según su hijo el
tratamiento con cortisona le provocaba derrames internos, por lo que este señalaba que no entendía “como
pudo terminar la película” (Ibidem)-. Estas complicaciones crearon serias dificultades durante el rodaje
de Lilith, teniendo que ser interrumpido en varias ocasiones, cuando Rossen sufría alguna crisis –de estas
circunstancias también se hacia eco la protagonista de la película, Jean Seberg, en un maravilloso articulo
publicado en el especial que dedico al cineasta la revista Cahiers du cinema tras su muerte. SEBERG,
Jean. “Lilith et moi”. Cahiers Du Cinema (Paris), nº 177. pp. 43-44-. Ante todo lo anterior, y preguntado
por mí al respecto, Steven Rossen no se atrevía a afirmar que su padre diera muestras de pensar que Lilith
iba a ser su última película, aduciendo además que tras ella retomo el proyecto de Cocoa Beach (algo que
confirman los documentos relativos al proyecto, del cual queda constancia de un guión de rodaje, así
como de otros documentos, entre ellos parece ser que un guión completo al que no se ha tenido acceso,
todos ellos de 1965. Ver “Cocoa Beach project”, Op. Cit.). De lo que sin embargo no le quedaba duda
alguna es de que su enfermedad tenia algún tipo reflejo en Lilith (JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José
Antonio. Op. Cit.) –lo que implica, en consecuencia, la conciencia, de alguna manera, sobre el hecho de
que su vida podía estar en grave peligro-.

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testimonios de padre e hijo los que aclaran, sin ningún genero de duda,

que este era un proyecto en intima conexión con los planteamientos de

The Hustler. Así Steven Rossen decía respecto al proyecto que su padre

“quería hacer con el cohete algo parecido a Fellini57 -se refiere a

conferir a este un significado simbólico-. Su idea era que la nave

espacial avanzaba hacia el futuro, dejando atrás a todos esos pequeños

“Hustlers” cuya vida esta llena de consumismo barato”58.

Complementando lo anterior, el propio Rossen planteaba la idea central

de su proyecto en uno de los documentos contenidos en la colección

UCLA -titulado “Framework”, y que podría ser traducido como “marco de

trabajo”-: “cada uno de los personajes mantiene alguna relación con el

acontecimiento –el lanzamiento orbital de John Glenn, en el primer vuelo

espacial tripulado de Estados Unidos-: tangencial, simbólica, mas que

directa o intima. Esto quiere decir que ninguno de nuestros personajes

principales es hermano o hermana del astronauta, o un científico

implicado en el proyecto; pero todo está relacionado con el drama o el

significado de su proeza. Su nobleza y coraje contrasta con la miseria y

57
Parece evidente que Steven Rossen se refiere al cohete que aparece en Fellini Ocho y Medio (Fellini,
Otto e Mezo, 1961). Curiosamente, y a pesar de la admiración que Rossen parecía tener por el trabajo del
italiano (algo que su hijo recalcaba con energía; JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José Antonio, Op. Cit.), en
su última entrevista concedida a Daniel Stein calificaba despectivamente al director italiano y a sus
películas –entre ellas a 8 ½: “Creo que Fellini es un farsante, total y completamente, un depravado –no
un depravado, esa no es la palabra correcta- un italiano vodevilistico (...) vi su última película, y me
puso enfermo, y fui por la tarde, ese es el único momento en que puedo ver una película – salí después de
una hora. Realmente me sentía insultado. Insultado en la elección del material, insultado por el hecho de
que me diese esas experiencias, experiencias traumáticas, que ella podría haber tenido o no en su vida...
¡hizo lo mismo en Ocho y Medio!”. STEIN, Daniel. “Robert Rossen’s Last Interview”. Op. Cit. Pág. 215-
16.
58
En este caso la frase de Rossen en ingles es quizá mucho más significativa, aunque difícilmente
traducible de forma correcta al español, cuando se refiere a que las vidas de todos esos “little hustlers”,
como les denomina, esta llena de “crash and comercial” (algo que quizá podría traducirse como “ruido y
comercialidad”).

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depravación de los hombres en la tierra. Él les afecta a todos ellos:

sutilmente, indirectamente, remotamente”59.

El argumento presentaba, de nuevo, a un “joven buscador” –en una

buena definición de Alan Casty60-, llamado Buddy Hagen que podría

ser una especie de Eddie Felson, pero sin la lucidez final que le permite

a aquel su trasformación definitiva61. Buddy es un brillante jugador de

baloncesto universitario expulsado del equipo y la universidad por hacer

trampas en la cancha –mantiene a raya el marcador, apostando a unos

determinados puntos, cobrando luego sustanciosas y manipuladas

apuestas-. Sus encuentros con determinados personajes, con el fondo

del lanzamiento orbital de John Glenn, pretendían dibujar un nuevo

retrato critico de la sociedad norteamericana y, por extensión, de

cualquier sociedad capitalista occidental. Un proyecto ambicioso que

podría haber tenido un alcance aún mayor que la propia The Hustler,

pero que desgraciadamente quedo inacabado por la trágica y prematura

muerte de Rossen62.

59
ROSSEN, Robert. “Cocoa Beach Project”: “The Framework”, pág. 1. Caja 5, Carpeta 4. Op. Cit.
60
“El buscador de Rossen es un joven –habitualmente desarraigado o socialmente desposeído- con una
cierta fuerza natural interna, alguien que no puede identificar totalmente o controlar dicha energía, esa
fuente de gracia y poder”. CASTY, Alan. The films of Robert Rossen. Op. Cit. Pág. 2.
61
El propio Rossen define a su personaje: “nuestro “joven cualquiera” –prototipo de la juventud
americana- alienado, cínico, egoísta, aterrorizado ante un mundo que puede estallar o ante un mundo
que no le ofrece mas que una diosa puta (sic) y un surtido de electrodomésticos”. ROSSEN, Robert.
“Cocoa Beach Project”: “The Framework”. Caja 5, Carpeta 4. Pág. 1. Op. Cit.
62
Aunque Rosen, tal y como demuestran los documentos de la colección –algo que confirmó su hijo en
nuestra entrevista-, retomo el proyecto, pero la enfermedad y el cansancio le impidieron llevarlo a su fin.

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5.- La perfecta conclusión de un apasionante periplo vital y artístico:

Lilith (1964) o la “honrosa herida del hombre en su lucha por

comprender”

En el encuentro, al que ya me he referido en varias ocasiones, con el hijo

de Rossen, este describió, con cierta precisión, una impresión general

que parece existir sobre la película de Rossen en los diferentes críticos o

investigadores que (sin mucha fortuna, en la mayoría de los casos63) se

han acercado a ella. Steven confesaba, con una importante carga

emotiva, lo siguiente:

“Nunca he llegado a comprender Lilith. Cuando digo esto me refiero a

que no sé por qué hizo esa película ni cual es la conexión que tiene con

su vida. No consigo ver la conexión con ninguno de sus otros filmes, ni

consigo entender lo que quería decir. Para mí... aún no entiendo que le

atrajo en la novela. Puedo saber lo que le atraía de Body & Soul o de All

the King’s Men, pero no respecto a esta. Yo no he podido lograr una

respuesta y espero que tú puedas hacerlo mejor”64

Sin embargo, unos minutos después y ante mi insistencia, de una forma

sorpresiva, Steven Rossen demostraba hasta que punto instintivo era

capaz (incluso de forma casi inconsciente) de acercarse a una respuesta

sobre aquello que momentos antes confesaba no entender:

63
Con la notable excepción de Antonio Castro que al poco del estreno en nuestro país escribió un todavía
valioso articulo sobre la misma. CASTRO, Antonio. Film Ideal. “Más sobre Robert Rossen y Lilith”. Nº
217-219. 1970 Págs.51-59
64
JIMÉNEZ DE LAS HERAS, José Antonio. “Entrevista personal con Steven Rossen”. Op. Cit.

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“Lilith trata acerca de matar el amor, matando la perfección, matando la

imaginación, de no confiar en él, tratando de asesinarlo de algún

modo... es realmente una película sobre el amor fracasado y, de una

manera insospechada, trata sobre una parte de su vida y de su

carácter... No puedo probar esto”65

El gran logro de Robert Rossen en Lilith fue el realizar una de las pocas

películas de la historia del cine (por no decir la película) que consigue

unir de manera radical la reflexión ferozmente personal sobre el propio

Rossen, junto a una visión absolutamente lúcida, universal e intemporal

sobre nuestra sociedad y nuestro mundo. Algo al alcance de muy pocos

creadores (en el cine, la literatura, la música o cualquier otro arte), y que

sin duda debería asegurar a Rossen un lugar de honor en la historia del

cine. Continuando con esta reflexión es el propio Rossen el que mejor

va a describir a Lilith (una maravillosa Jean Seberg) como personaje

capital de su obra. En una primera sinopsis de la historia, Rossen dice

de ella lo siguiente:

“No hay virtualmente nada que Lilith no pueda crear para mantenerse a

sí misma en su propio mundo –música, lenguaje, ropas, pinturas- y una

moralidad más cercana a la pureza de lo que nunca se haya concebido.

65
Ibidem

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Expresado de una manera sencilla, esta moralidad sostiene que el amor,

que es la alegría, debe ser ilimitado”66

Ante esta definición, cualquier planteamiento –como los que hacen en

sus artículos Casty, Noletti, Farber, Kauffman67 y un largo etcétera de

no muy inspirados estudiosos- respecto a que el mundo de Lilith es

“destructivo” resulta simple y sencillamente ridículo. Algo que Rossen

desmiente por completo al parafrasear la novela, y su propio guión,

asegurando que Lilith “tiene un arrobamiento en torno a ella que es

irresistible. Hay algo glorioso en Lilith, y aun así detestamos sus

fantasías y las encontramos espantosas. Ella podría ser como un

delicado cristal que se ha rajado por el golpe de alguna intolerable

revelación... como si hubiera sido destruida a causa de su propia

excelencia. Lilith es una de las honrosas heridas del hombre en su lucha

por comprender... es una de las heroínas del universo –su más fina

partícula y su más noble victima”68.

66
ROSSEN, Robert. “Synosis of Lilith”. Sin Fecha. Robert Rossen Papers, 1934-1965. (Collection 87).
Arts Library Special Collections, Young Research Library, University of California, Los Angeles.
El subrayado es mío.
67
Para ello pueden verse los artículos FARBER, Stephen: “Lilith”, Film Comment, Nº 6 (Fall 1970), pp.
51-54. New York, USA; CASTY, Alan, "The films of Robert Rossen", Film Quarterly (Berkeley,
Calif.), Winter 1966-1967, pp. 3-12; KAUFFMAN, Stanley. “World Of Shadows”, The New Republic,
22 de agosto de 1964, pp. 35-36 o, por último, NOLLETTI, Arthur, "The Fissure in the Spider Web: A
reading of Rossen's Lilith", Film criticism (Meadville, Pennsylvania), Vol. 11, no. 1/2, 1987. pp. 144-
160, el más interesante de todos a pesar de su excesiva carga psicoanalítica que le impide un mayor
acierto en su análisis.
68
COHEN, Saul. “Robert Rossen and the Filming of Lilith”. Film Comment (New York), Spring 1965.
El subrayado es mío. El pasaje de la novela que Rossen parafrasea, y que Rossen traslada de forma casi
literal al diálogo de la película es el siguiente:
“Muchas de estas personas tienen mentes extraordinarias, sensibilidades excepcionales. A veces
pienso que demasiado. Tal vez sea un concepto romántico, pero a menudo las comparo con un fino
cristal que ha sido destruido por el impacto de alguna intolerable revelación. (...) A menudo tengo la
impresión, cuando hablo con ellos, de que son un instrumento excesivamente preciso; se han acercado a
algún limite, a algo absoluto, y han sido destruidos por ello. Destruidos, podría decirse, por su propia
superioridad, por el ejercicio de su facultad más elevada, más divina. Te hace sentir un gran respeto

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Lo que Rossen va a plantear en Lilith, de una forma genérica y cruzado

con otros temas de enorme calado, va a ser el nuevo encuentro de un

personaje esencialmente creador –Lilith- con otro personaje

fundamentalmente destructivo –Vincent (Warren Beatty)-. Vincent Bruce

va a volver de la guerra con “las manos frías, como muertas”, tal y como

le dirá Lilith en un momento de la película –retomando así un tema ya

planteado en The Hustler, y que en este film va a tener un desarrollo

sistemático: las manos como símbolo de la creación-. Vincent es un

personaje forjado por el dolor y la muerte, dos elementos que van a ser

irrenunciables en su conducta social y personal. Un planteamiento que

Rossen deja claro desde el inicio de la película: tras su primer contacto

con Poplar Lodge, Vincent volverá a su casa. En ella tanto la iluminación

del salón como la de su habitación contrasta con las luces suaves del

manicomio, dibujando un mundo de sombras que rodea por completo a

Vincent –el sonido del reloj marca el vacio y el silencio de un mundo

inhóspito, a diferencia del tumultuoso y alegre ambiente sonoro que se

escucha en el manicomio (las maquinas del jardín, los pájaros e incluso

las melodías de Hopkins que acompañan las primeras apariciones del

lugar); un reloj cuyo sonido también aparecerá en la casa de Laura, la

antigua novia de Vincent, y que unificará ambos espacios dibujando una

idea global de la ciudad de Stonemont como representativa de una vida

media norteamericana por completo desoladora-.

hacia ellos. Los consideras como las honrosas bajas en la lucha del hombre para alcanzar el
entendimiento. Considerados bajo este aspecto, son los héroes del universo, su mejor producto y también
su victima más noble”. SALAMANCA, J.R. Lilith. Plaza & Janes. Barcelona, 1965. Pág. 237.

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Tal y como Lilith le dirá en un pasaje de la novela, Vincent es “un

adorador del dolor” –lo contrario a ella-. Una idea que Rossen transmite

al situarle reflexionando en su habitación sobre si debe entrar o no a

trabajar en el Lodge: Vincent mirará la foto de su madre, y tras dos

primeros planos de la misma, Rossen hará que vuelva su mirada hacia la

televisión; un documental sobre la guerra muestra escenas de batallas,

con heridos y muertos, alternando Rossen la imagen del televisor con la

de Vincent desplazando la mirada hacia donde se encuentra el retrato

materno –en el que se puede leer “a Vincent con amor. Mama”-. Vincent

se levantará y después de apagar el televisor, en un tono de voz casi

inaudible, recitará como una especie de letanía la siguiente frase: “Tú

mueres. Ella muere. Todo el mundo Muere”. Esta secuencia, creación de

Rossen, pues no tiene referente alguno en la novela, establece la

filosofía de Vincent al traducir esa idea del personaje como un “adorador

del dolor”, realizando una terrible declaración de principios (involuntaria

por subconsciente) que tendrá unos devastadores efectos para el resto

de los personajes en la película.

Rossen planteará desde el principio, sutilmente, las razones de Vincent

para trabajar en el Lodge: poder ayudar/ recuperar de una forma

simbólica a su madre loca. Al igual que en la novela, en la película esta

idea nunca se expone de forma explicita, pero toda una serie de detalles

nos señalan hacia este dato revelador. Cuando Vincent completa su

primera visita al manicomio, la visión de una mujer catatónica (de la cual


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oímos su agónica respiración) afectará profundamente al personaje –la

misma imagen que veremos al final de Lilith, desde el punto de vista de

Vincent, cuando este haya terminado su destrucción-; una impresión

que se refuerza mediante la mirada de Bea Brice (Kim Hunter), personaje

que va actuar en alguna ocasión como intermediario de Rossen en la

ficción. Esto, unido a la posterior secuencia en la que aparece la foto de

la madre de Vincent, establece una relación sutil, pero suficientemente

clara para el espectador inteligente: tras las palabras de Vincent (“Tú

mueres...”) un encadenado nos muestra a una de las empleadas

escribiendo su nombre en una taquilla, en un raccord mental que

relaciona a la madre de Vincent, con la mujer catatónica y con su

decisión de trabajar en el manicomio69. Esta idea es completamente

necesaria para comprender uno de los puntos básicos del filme y el

desencadenante principal de la tragedia: la identificación que va a

realizar Vincent entre su madre y Lilith.

Para Vincent, Lilith va a representar la oportunidad ideal y única de

recuperar a su madre y de satisfacer, a la vez, un inconsciente deseo

incestuoso hacia esta. Vincent proyectará sobre Lilith la imagen

69
Una idea que ya ofrecía el Doctor Fisher, un psicoanalista amigo de Rossen, que en una carta escrita al
director analizaba, a petición de este, la novela de Salamanca. Así respecto al tema de la locura de la
madre de Vincent, el doctor Fisher se pronunciaba de la siguiente manera: Me comentaste (se refiere,
obviamente, a Rossen) que pensabas que Vincent tenia una profunda necesidad interior de hospitalizarse
y creo que es una apreciación correcta, pero creo que es más un problema de salvar su cordura
convirtiéndose en terapeuta y no en paciente. Su madre le había aleccionado en su lecho de muerte para
ser como Saint Vincent y ayudar a los pobres y desposeídos, y esto le proporciona una razón para ir a
trabajar al Lodge. Pero pienso que esto es un intento inconsciente para buscar a su madre, una
necesidad de curarla porque él pensaba que estaba loca. Al mismo tiempo, se identifica profundamente
con ella”. FISCHER,Charles. “Notes on "Lilith" by Dr. Charles Fischer, dated 1/17/63”. Robert Rossen
Papers, 1934-1965. (Collection 87). Arts Library Special Collections, Young Research Library,
University of California, Los Angeles. Una idea que Rossen retoma y elabora cinematográficamente de
manera impecable.

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idealizada de su madre, intentando satisfacer con ello dos deseos que le

van a llevar finalmente a destruir a Lilith y a su universo: por una parte

el deseo de curar a su madre/ Lilith de la locura y, por otro, el deseo de

poseerla sexualmente –un deseo de posesión sexual que va a ser solo el

medio para poseerla en exclusiva como ser humano; algo que va en

contra de la esencia del universo de Lilith, el cual ha de ser

necesariamente compartido con los demás para que cobre su sentido-.

El trágico error de Lilith será no darse cuenta del potencial destructivo

de Vincent, ofreciéndole un universo creativo que este no comprende y

que su pulsión destructiva terminará por exterminar. Sin embargo

Vincent, y ahí está uno de los principales planteamientos discursivos del

film, no será más que un instrumento social: igual que se le programa

para la guerra y el exterminio del enemigo, se le utiliza como

mecanismo de regulación para destruir a aquellos que son diferentes o

molestos, en una sociedad que no tolera el descubrimiento (y la

exposición) de su mediocridad en la comparación con individuos

extraordinarios como Lilith.

Retomando lo anterior, Rossen mostrará la identificación de Lilith y la

madre de Vincent a través la imagen: cuando Lilith, en el curso de una

conversación en el jardín de Polar Lodge, le pregunte a Vincent “¿Cómo

era tú madre?” este no responderá. En la siguiente secuencia, Rossen

mostrará a Vincent observando a Lilith (plano de Vincent y contraplano

de Lilith acercándose a su rostro con el zoom) vestida de forma

diferente al resto de las ocasiones, con un vestido similar al de la madre


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de Vincent en la foto de su habitación –y al que lleva Laura en el

recuerdo que Vincent tiene de ella, lo que completa visualmente la idea

de que Vincent va buscando a su madre en todas sus relaciones con

mujeres; es más la foto de su madre en la mesilla resulta ser la propia

Jean Seberg retocada, en un detalle más que significativo-. Una

identificación que se consumará finalmente en una maravillosa

secuencia, sin tampoco referente en la novela, en la que Rossen utilizará

todos los elementos cinematográficos a su alcance para, sin apenas

diálogo, lograr que el espectador comprenda, sin duda alguna, el

planteamiento que estamos explicando: una tormenta azota Stonemont

haciendo golpear las contraventanas de la habitación de Vincent. La

tormenta se desencadenada mentalmente para Vincent –al igual que en

una escena anterior- por las risas de los pacientes, y en concreto por la

de Lilith (en lo que veremos que es un elemento represor). Mientras la

lluvia golpea con fuerza los cristales oímos la voz de Lilith sobre el

rostro de Vincent que dice “¿Por qué no me dices que me amas? ¿Porqué

no me dices que me deseas?”, a lo que inmediatamente le sigue “Porque

yo te quiero... el honor no puede salvarme”. Tras ello el plano se abre –

antes permanecía cerrado sobre el rostro de Vincent- pudiendo

observarse como cae el retrato de su madre, despertándole. Con Vincent

ya despierto –tras colocar de nuevo el retrato, el plano se cierra otra vez

sobre su rostro-, oiremos todavía tres frases más, todas ellas

sumamente significativas (siempre con la voz de Lilith y risas de fondo),

pero una en concreto resultará fundamental: “¿Cómo era tu madre?” 70.

70
Significativamente la única que no tiene subtitulo en la versión original del DVD, por no hablar de la

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Una secuencia tras la que Vincent decidirá poseer sexualmente a Lilith

(lo que hará después del torneo, en el que participa como ofrenda hacia

ella y su mundo) y que culmina sus deseos incestuosos, completando la

recuperación simbólica de su madre a través de Lilith.

Un elemento va a caracterizar visualmente al mundo de Lilith: el agua.

Elemento que Rossen va a utilizar con suma inteligencia y de manera

conceptualmente muy compleja71. El agua va a representar una

abstracción del mundo de Lilith y por ello Vincent va a elegirlo como

elemento fundamental en la perversión, primero, y más tarde en la

destrucción de ese universo. La primera vez que aparece el agua en el

film será durante la excursión campestre. Lilith lo observará fascinada,

ofreciendo Rossen toda una serie de planos que refuerzan esta

impresión, pero el fundamental será precisamente aquel que pasa casi

desapercibido: mientras Vincent y Steven conversan siguiendo a Lilith,

Rossen nos ofrecerá el reflejo solitario de ella en el agua. Un plano que

cobrará todo su sentido avanzada la narración, cuando Vincent y Lilith

vuelvan a salir de excursión –esta vez en solitario-: al dejar Stonemont

se cruzarán con Laura que los mira con atención sin ser vista; cuando

desfigurada versión doblada que con sus cambios casi consigue arruinar el discurso de la película; algo
que no logra debido a la enorme coherencia y riqueza de la planificación y puesta en escena de Rossen.
71
A pesar de las simplificaciones en las que caen muchos autores a la hora de analizar el significado de
dicho elemento en la película, como es el caso de Casty al decir que “Mediante recurrentes imágenes de
agua (sin ser ciertamente una gran innovación en sí mismas) Rossen consigue de manera efectiva sugerir
el trastorno emocional, la pasión sexual, y el retorcido poder que conforman la compleja base en la
manifiesta conciencia del filme. La enorme atracción del arrobamiento y belleza de Lilith, de ella como
amor y alegría, es capturada en la neblinosa escena de las aguas mansas y, particularmente, en la que
camina dentro del agua. A pesar de ello está presente su narcisismo al mirarse en el agua y el mal
presagio de la densa neblina. La relación de la pasión sexual de Lilith con un poder destructivo es
captada en las escenas de las cataratas, secuencias que tienen tanto una función en el desarrollo
argumental como en un nivel de sugerencia simbólica (su desafió al chico que acabará por suicidarse)”.
CASTY, Alan, "The films of Robert Rossen". Op. Cit. Pág. 11.

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ella se dirija a su casa, Rossen encadenará la imagen (apoyado en la

excelente música de Kenyon Hopkins) con la del reflejo de Vincent y

Lilith en el agua del rió. De esta manera, Rossen nos relata que Vincent

se aleja por completo del universo de Stonemont y de la convencional

sociedad que este representa a través de Laura, al ser aceptado y

absorbido por el maravilloso universo que representa Lilith.

Sin embargo, Rossen utilizará también el agua como un elemento

represor unido al punto de vista de Vincent –el cual se proyecta por

momentos, de una manera sutil y precisa, en la narración-. Así la

aparición de la lluvia siempre ira unida a esta idea represora –ante la

risa de Lilith en la fiesta campestre; en la visita de Vincent a casa de

Laura en busca de una alternativa al universo de Lilith, etc.-, pero sobre

todo en la última ocasión en que aparece: tras la muerte/ asesinato de

Steven a manos de Vincent, la lluvia recluirá a todos los habitantes de

Poplar Lodge detrás de las rejas de las habitaciones, como si esta fuera

una prolongación del terrible acto llevado a cabo por Vincent. Pero la

mejor y más compleja utilización del agua, en este sentido, tendrá lugar

con la escena de la pecera: después de que Vincent haya intentado, sin

existo, reposeer a Lilith en varias ocasiones –buscando, a la vez, una

alternativa imposible en Laura-, el personaje tendrá una especie de

“iluminación” en la visita que hace junto a Lilith a una tienda de

Stonemont. Tras arrancar literalmente a Lilith de la compañía de un niño

–al cual Vincent no “salva de las garras” de Lilith por ser un moralista,

sino que le aparta como un rival-, entrará en la tienda observando, en


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un determinado momento, a la propia Lilith a través del cristal de una

pecera. Ello va a dar pie a uno de los actos simbólicos más complejos

del film: Vincent comprará la pecera y, después de robar la muñeca que

gano para Lilith en la feria, la sumergirá en esta. De esta forma, Vincent

pervierte el universo de Lilith mediante el elemento que lo caracteriza –

el agua-; Vincent intenta simbólicamente fijar así a Lilith en su

elemento, para poder poseerla en exclusiva, a pesar de que ello –tal y

como simboliza la inmersión de la muñeca- suponga la destrucción de

Lilith y de su mundo.

El universo de Lilith, a diferencia del de Vincent, va a resultar sanador y

trascendente. Así el planteamiento que hace Lilith de sí misma como

una divinidad viene a proponer una alternativa a las religiones

tradicionales (casi todas ellas basadas en la represión de la sexualidad

en primer termino y en la exacerbación de la culpa, sobre todo la

católica y la judía, a la que pertenecía Rossen): frente a estas Lilith

ofrece un universo creativo, en donde la despenalización del sexo le

convierte en un instrumento de inspiración para los demás. Lilith le dirá

a Vincent “debes amar mucho a tu dios para matar por él y seguir

amándole. Yo nunca le pediría eso a nadie. Solo les pido que gocen”.

Con ello es el propio Rossen quien parece ofrecer una alternativa a la

religión, mediante lo que podríamos denominar como la “Religión de la

creación o el arte”: si Rossen no puede confiar en su propia

trascendencia a través de la religión o de la idea de dios –datos

suficientes avalan, en este sentido, el agnosticismo de Rossen-,


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encontrándose gravemente amenazado de muerte no es nada extraño

que busque una alternativa a esa trascendencia; alternativa que

encuentra como su personaje –con el cual se identifica profundamente-

a través de la creación72. Pero no solo encuentra trascendencia Lilith a

través del arte, sino redención, o mucho mejor expresado aún, una

justificación (no en el sentido de excusa) a su propio sentimiento de

culpa. Si Lilith inventa todo un universo creativo en el que el sexo

(denominado gozo), y descargado de todo sentimiento de culpa, es el

elemento básico alrededor del que gira, se debe a que la muerte de su

hermano fue provocada precisamente por la incapacidad de este para

aceptar el sentimiento amoroso/ deseo sexual hacia su hermana; de la

misma forma que Lilith ofrece un universo creativo mediante la

despenalización del sexo desde un punto de vista moral, para así asumir

su sentimiento de culpa –el sentimiento existe, a pesar de que la

película deje meridianamente claro que el suicidio de su hermano no es

culpa suya-, Rossen va a ofrecer en sus últimas películas (The Hustler y,

en concreto, esta) una justificación (tampoco en el sentido de excusa) de

su propio sentimiento de culpa: para él crear es una responsabilidad,

puesto que por seguir trabajando como director sacrifico su vida, la

imagen que tenia de sí mismo y la confianza de los suyos. Algo que se

72
En este sentido la búsqueda de Rossen sería similar a la que señalaba Antonio Castro, en su libro sobre
Stanley Kubrick, a propósito de las intenciones últimas de este en su obra maestra 2001: una odisea en el
espacio: “En definitiva, Kubrick en su desesperado intento de encontrar un sentido a la existencia, acaba
creando una nueva religión. Las religiones trataban –de forma irracional- de dar sentido a la existencia,
a la vez que asegurar a los hombres –de alguna manera- la inmortalidad. Para un agnóstico como
Kubrick, la obsesiva inevitabilidad de su propia muerte y la insignificancia de su persona en el universo,
se convierten en un pensamiento intolerable. No pudiendo creer en las religiones irracionales, trata de
crear una religión racional, que le permita resolver el problema. (...) Su terror a desaparecer del mundo
sin dejar huella, le lleva a proposiciones que dan vértigo. La religión de la inteligencia, también tiene sus
servidumbres”. CASTRO, Antonio. Stanley Kubrick. Museo de Bellas Artes de Bilbao. Bilbao, 2003.

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concreta en un detalle en el que nadie parece haber reparado y que

pone cerco, definitivamente, al sentimiento de culpa de Rossen: en la

novela Warren es el nombre del personaje interpretado por Peter Fonda,

al cual Vincent “asesina” (en un nuevo suicidio / asesinato similar al de

Sarah, aunque en este caso de manera mucho más despiadada y

premeditada). Sin embargo, en la película este va a ser el único

personaje que cambie de nombre respecto al libro de Salamanca,

tomando uno que no puede ser más significativo: Steven, el mismo que

el del único hijo varón de Rossen73.

De esta manera será el propio Rossen el que este detrás cuando Vincent

se acerque a Bea y el Dr. Lavrier al final de la película y, únicamente,

pueda expresar un agónico “Help me”, tras haber destruido a Steven y a

Lilith, y con ella a su universo –con lo cual ni siquiera le queda la

posibilidad de atenuar su sentimiento de culpa y convertirse en un ser

humano como Eddie en The Hustler, puesto que si este era capaz de

asumir la herencia ideológica y vital de Sarah, Vincent destruye dicha

herencia al destruir a Lilith-: ese desgarrador “ayudarme” no es sino la

emocionada voz de un padre que pide perdón por haber fallado a la

confianza de un hijo adolescente, arrostrando por ello una culpa

inasumible. Un final que cierra de una manera antológica y

admirablemente sincera, una vida apasionante y una carrera maravillosa

73
Recordemos que Steven Rossen hacía referencia a la utilización del nombre de su abuelo por parte de
su padre en Alexander, proyectando sobre las tensas relaciones de Alejandro con su padre las de Robert
Rossen con el suyo propio. Siendo así resulta imposible no tener en cuenta este antecedente en la
utilización, por parte de Rossen, del nombre de Steven, en un cambio mucho más significativo.

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esperando a ser descubierta por una inmensa mayoría de nuevos

espectadores. Esperemos que modestamente este estudio haya

contribuido a ello.

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