Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
“DUERERÍAS”
Consejo de Redacción
Miguel Alejo Alcántara, Fco. Javier Hernández González, Luis Ramos de la Torre,
Pablo Redondo Sánchez, Carmen Reguilón Lozano, Sebastián Salgado González
Ilustraciones
Carmen Picazo Pino
Leão Guedes
Carmen González García
© Duererías, 2005
ISSN 1696-0734
Artículos
Sebastián Salgado González: El mundo a la espera. La construcción
radical de la acción (pg. 28)
Miguel Alejo Alcántara: La literatura como interpretación y creación del
universo (pg. 73)
Pablo Redondo Sánchez: De martillos, botas y jarras. Heidegger y las
cosas (pg. 92)
José Manuel Gomes Pinto: Imaginación y artificio: «…el más real y el
más sólido infierno de la vida…» (pg. 105)
Ana García Varas: Imágenes convencionales. Otra vuelta de tuerca a la
relación entre palabras e imágenes (pg. 115)
Francisco Molina Martínez: Los Sapos son Ellos (pg. 129)
Helicón
Carmen Reguilón Lozano: Pares de ojos (pg. 246)
Andrés Domínguez Morán: Soy uno, qué suerte (pg. 247)
3
18-X-1955, muere la gran figura de la filosofía española:
José Ortega y Gasset. Cincuenta años después, tras largos años de
olvido e incluso menosprecio, parece que volvemos a recuperar un
pensador que sigue teniendo plena vigencia, cargado de ideas y
sugerencias que nos pueden ayudar a navegar racionalmente por ese
inmenso y complicado océano que es la vida humana.
La vida humana siempre está unida al individuo. La vida
humana es siempre vida de un individuo humano (“verdad y
perspectiva”). Pero, si se queda en lucha individual es deseo estéril
de afirmar nuestra insignificancia ante la inmensidad del todo, pues
como decía Heráclito “a partir de donde hay generación para las
cosas, hacia allí también se produce la destrucción, según la
necesidad; en efecto, pagan la culpa unas a otras y la reparación de
la injusticia, de acuerdo con el ordenamiento del tiempo”.
El logos, o palabra dialogada que busca lo común, es la forma
más racional y lógica de buscar ese sentido de la vida. La
comprensión racional de nosotros mismos y de la totalidad, el
conocerte a ti mismo. Como dice Heráclito: "la mayoría oye, pero no
entiende la palabra del logos". Son egoístas porque no son capaces
de entender ni de sentir que su plenitud personal está en formar parte
del todo. Por el contrario, luchan ciegamente por afirmarse a sí
mismos (unos seres breves y absurdos si no están unidos a la
totalidad). Y esto es lo que le está sucediendo a la humanidad que ha
roto su equilibrio de participación dentro de la totalidad de la
naturaleza, y al destruir la naturaleza se está cavando su propia
tumba. Es la sabia naturaleza, el todo, del que no podemos escapar y
que terminará por reabsorbernos dentro de la totalidad indiferenciada
de los seres naturales para castigar nuestro pecado de "hybris".
Vivimos momentos en que el río de la vida se está
acelerando, vivimos tiempos de “rápidos”, de remolinos, de agitación;
el tradicional y pausado discurrir de la vida es ya historia. Rotos los
tradicionales equilibrios entre naturaleza y cultura, esta última, en
forma de desarrollo científico-tecnológico, está imprimiendo una
velocidad de vértigo a nuestras vidas. La fe ciega en la ciencia nos
está llevando a cometer un pecado de "hybris", de soberbia,
prepotencia, desmesura; querer ser como dioses, como los de Babel,
querer llegar al cielo, a la inmortalidad. Esto supone ignorar nuestras
Editorial Fco. Javier Hernández
5
Editorial Fco. Javier Hernández
6
Editorial Fco. Javier Hernández
7
9
Entrevista al Prof. Félix Duque, Catedrático de Filosofía en la
Universidad Autónoma de Madrid
11
Félix Duque: Yo creo que el “tiempo histórico” se engendra
precisamente en el “desajuste” –continuamente mudable- entre la
evolución técnica y la facticidad y finitud del ser humano (la
necesidad por parte de un grupo de mamíferos de sobrevivir y
perpetuarse en un medio hostil): una facticidad que en última
instancia remite a ese hondón retráctil que yo llamo “tierra”. Desde
esta perspectiva, “Mundo” (etimológicamente: lo armónico y bien
trabado, la complexión de lo real) se despliega en dos respectos
antitéticos: Naturaleza e Historia. La primera es el diferencial (no una
“cosa” ni un conjunto de ellas, sino un pliegue) entre el fondo de
provisión, de abastecimiento –digamos- y los residuos resultantes, a
su vez promesa de posibles tratamientos (reciclajes) ulteriores. Por
eso, lo “natural” es visto siempre desde el pasado, y como garantía de
futuro (piénsese tanto en los ciclos naturales como en el territorio o
“nación”: un término claramente derivado de nascio). La segunda, en
cambio, la Historia, es
la integral de las Europa, como constructo mental (para
relaciones entre la diferenciar esa Idea del concepto “Unión
Europea”), es y ha sido siempre desazón,
técnica y la naturaleza inquietud, disconformidad con el propio
dentro de un grupo suelo y la propia tierra. Su propia figura
humano. De ahí que lo geográfica parece impulsarla a salir fuera
“histórico” sea visto de sí, a ser la “portátil” Europa de la que
hablaba Baltasar Gracián.
siempre desde el futuro
(desde el “proyecto
sugestivo de vida en común”, que dijeron Renan y Ortega), y como
garantía y “cierre” del pasado. Los dos factores, derivados de
“Mundo”, tienen su propio tiempo, y sus tempi. La imposibilidad de
que ambos coincidan –digamos, en un presente inmutable, o al menos
rector y ley de los cambios- ha desatado el “hambre” por lo divino, en
buena parte sustituida por la creencia típicamente moderna de que
gracias a la técnica (y a la política parlamentaria y el mercado libre:
tipos sofisticados de tecnificación de “recursos humanos”) el tiempo
“natural” y el “histórico” estarían convergiendo asintóticamente,
hasta llegar a una plena identificación de la Humanidad en paz (Kant)
y de una Naturaleza absolutamente tecnificada (McLuhan). Un sueño
que, como suele ocurrir con los sueños de la razón, está engendrando
los monstruos denunciados por la ecología: la tierra devastada.
12
Duererías: Ahondando en los cimientos –para bien y para
mal- de la filosofía occidental, hallamos el humanismo como
paradigma pedagógico y metafísico, tal y como lo ha definido en su
libro “Contra el humanismo” (Abada, 2003): ¿cree posible una
superación del humanismo?, ¿hacia dónde nos conduciría tal estado
de superación? ¿En qué medida las filosofías de Kant y Sartre,
respectivamente, pueden participar en dicho proceso de superación
del humanismo?
Félix Duque: Yo no hablaría de “superación”, un término
subsidiario de la creencia moderna en el progreso histórico. Me
gustaría utilizar en cambio el término heideggeriano, reutilizado por
Gianni Vattimo: Verwindung, “retorsión” o “remonte” (se emplea
también en alemán para referirse al remonte de una enfermedad, tras
la crisis decisiva). En cuanto deudor de la burbuja “metafísica”
(según la ha denunciado Heidegger), el humanismo (y muy
especialmente el neohumanismo norteamericano) es
eurocéntricamente responsable de la exportación indiscriminada de la
“libertad” y la “democracia” a otros pueblos (obviamente, me refiero
a casos como Afganistán e Irak), queriendo imponer por la fuerza una
rule of law desatenta a la evolución de otras culturas. Y ello por no
hablar de nuevo de la tecnificación a ultranza de la tierra en nombre
de un capitalismo furioso que puede acabar por implosionar en sus
propios centros neurálgicos. Más en profundidad, el “humanismo”
desata al hombre de su doble tracción: lo sagrado y lo telúrico, corta
toda raíz con el ser de lo ente y deja solo al hombre frente a un
universo frío y sin más sentido que el de la dominación. La filosofía
de Kant, a este respecto, leída desde una decidida óptica no-
humanista, puede aportar insospechada claridad al problema del
puesto del hombre en el mundo. Recuérdese que el sujeto kantiano
está escindido radicalmente, “sujeto” a la ley natural y a la moral: la
gravedad y el deber le recuerdan constantemente al hombre que la
necesidad es algo en lo que él se encuentra –no algo forjado por él, ni
susceptible de ser por él controlado- y que la libertad no es un
atributo suyo, ni algo que esté en su mano utilizar o cambiar, sino que
es rigurosamente antropógena, es decir, que engendra esa extraña
criatura que llamamos “hombre”. Por otro lado, el Sartre de la Crítica
de la razón dialéctica dio algunos pasos para salir del subjetivismo
“decisionista” propio de un existencialismo tan “heroico” como
13
nihilista, deudor en última instancia de una lectura apresurada de
Heidegger y de Hegel, reinterpretado a través de Kojève (recuérdense
el an soi y el pour soi sartreanos). Pero, a mi ver, Sartre siguió a pesar
de todo preso de un marxismo “humanista” difuso, seguramente por
la influencia del Lukács de 1922 y de Lucien Goldmann.
14
culturales ni tampoco pretende subyugar por entero la soberanía de
los distintos estados miembros. En una palabra, la UE no quiere ni
puede ser un Superestado, pero sí algo semejante a una “nación de
naciones” (como ya propugnaba Montesquieu: “L’Europe –decía- est
une nation formée de plusieurs”). Curiosamente, a lo que más podría
parecerse en el futuro sería a un “Imperio democrático” parecido al
extinto Sacro Imperio Romano Germánico, con un Parlamento, un
Consejo de Pares y una Comisión ejecutiva. Adviértase que entiendo
aquí “Imperio” como descentralización administrativa y paridad de
tierras y estados, sólo que no simbólicamente aunados en la cabeza de
un Emperador (un recuerdo dinástico muy “natural”), sino conectados
en una retícula postmoderna de un poder difuso (un desafío
cibernético muy
Quiero creer que la negativa de Francia y de Holanda “técnico”). Ese
al Tratado para una Constitución Europea “imperio” suo
(abusivamente denominado “Constitución”) se ha modo habría de
debido a un mecanismo de defensa (de autoctonía, de
nuevo) temporal y limitado, ya que, de extenderse ese ser, creo yo,
“egoísmo nacional”, se rompería en pedazos la Unión radicalmente
opuesto a la
“Democracia imperial” (y hasta imperialista) de los Estados Unidos,
con su ansia tan moderna (y tan “europea”: como que costó la casi
desaparición de este rabo de Asia) de imponer sus leyes, sus ideas y
sus creencias al mundo entero, como si se tratase de la aplicación de
un sistema sobre una materia plástica y “predispuesta” a ser formada
(y si no lo está, se le aplica la “receta” de Rousseau: todo hombre
debe ser libre, y al que no quiera le obligaremos a ser libre, decía).
2) Yo creo que precisamente trascendencia, diálogo y libertad son
los tres valores (dependientes de la Idea matriz y motriz de Europa: la
extroversión) que obligan –están obligando ya- a esa apertura política
y económica. Quiero creer que la negativa de Francia y de Holanda al
Tratado para una Constitución Europea (abusivamente denominado
“Constitución”) se ha debido a un mecanismo de defensa (de
autoctonía, de nuevo) temporal y limitado, ya que, de extenderse ese
“egoísmo nacional”, se rompería en pedazos la Unión: algo, por lo
demás, si no imposible sí altamente improbable –recuérdese lo que
dije antes de la formación “a saltos” de Europa por presiones
exteriores-, porque el hegemón norteamericano, junto con Japón y las
potencias ascendentes: China e India, obliga literalmente a Europa a
15
unirse política y económicamente. Tres son sus peligros inmediatos:
la rigidez identitaria del melting pot americano, en un margen, frente
a la descomposición facciosa del mosaico ex – soviético, en el otro.
El tercero, el terrorismo islámico, viene producido por esos dos
factores, con lo que no
deja de ser un deudor de la burbuja “metafísica” (según la
subproducto de la ha denunciado Heidegger), el humanismo (y
Guerra Fría. El muy especialmente el neohumanismo
problema: los tres norteamericano) es eurocéntricamente
responsable de la exportación indiscriminada
peligros no están de la “libertad” y la “democracia” a otros
“fuera”, sino que pueblos
multinacionales y
aculturación (de la TV a los videojuegos), mafias e inmigración están
ya en el interior de Europa. Dejando aparte las mafias y el terrorismo
(y aun así no está claro si esos factores de perturbación no le son
necesarios al sistema, forzado a generar antitoxinas), industria
telemática, show business e inmigración son absolutamente vitales
para la UE: no por su mera presencia bruta, sino porque, de nuevo,
exigen de Europa (esa “enferma” siempre en crisis y siempre
reponiéndose de ellas, que dijo Nietzsche) la conversión de su
constante infirmitas en recursos de trascendencia, de diálogo –
transacciones y negociaciones continuas, en lugar del empleo de la
fuerza militar- y de libertad. A este respecto, la lenta y dolorosa
solución del problema de los Balcanes y de la partición de Chipre
serán el preámbulo de la entrada de una Turquía -profundamente
modificada y “laicizada”- en la Unión, como “transición suave” (en
términos de Hume) hacia el mundo islámico. En suma, yo elegiría
como lema para Europa la divisa heraclítea: cambiando descansa.
16
su pensamiento está lejos del fascismo de “sangre y suelo”, y su
“biologicismo” tiene más que ver con el bíos que con la zoé. Un
individualista radical nunca puede ser fascista.
17
sensatez, lejos de engolfamientos románticos y de supersticiones
clericales; y sin embargo, su pluma es “romántica”, abundante en
aforismos, en frases redondas (que a veces, es verdad, ocultan una
falta de nervio y de arquitectura pensante), genial a veces en las
distancias cortas (los ensayos de
Es obvio que a Ortega le faltó
espíritu sistemático, enciclopédico: “El espectador”, por ejemplo),
más intuitivo que “razonable”, pero horra de argumentación,
regaba de intuiciones –muchas de diríamos, “lógica”, lo cual le
ellas, felices y fecundas- sus hace lamentarse continuamente
fragmentos
por la falta de tiempo para
perfilar sus ideas o, al contrario,
anunciar temas y hasta obras que nunca escribirá. Pero en un mundo
“postnietzscheano” e inmerso velis nolis en la postmodernidad, esa
tensión entre la querencia de sistema y la dispersión fáctica no tiene
por qué convertirse en reproche.
18
en una “voluntad de aventura” como de alborada, al entroncarse con
la gran herencia cartesiana y nietzscheana.
19
Duererías: Finalmente, analicemos esquemáticamente la
vigencia de Ortega en la sociedad contemporánea: ¿es actual el
“hombre-masa”?. ¿Fue Ortega, en este punto, un visionario?
Félix Duque: Superficialmente, sí. No en profundidad.
Ortega fue más bien en esto un epígono de Nietzsche, con su idea de
que la democracia engendraba hombres mecánicamente regulados
mas sin ideales ni horizontes, masas que necesitaban hombres fuertes
que los controlaran y guiaran: los Señores de la Tierra, cuyos
descendientes “adecentados”
No me gusta la idea de “salvar” ni de y un tanto capitidisminuidos
“ser salvado”. Me recuerda demasiado
a “redentores” como, entre nosotros,
son las elites orteguianas.
Tejero, y ahora fuera –si es que hay un A pesar de su “nada moderno
“afuera”- Bush. y muy siglo veinte”, la idea
del “hombre masa” es más
bien tardíamente decimonónica, si es verdad –con Hobsbawn- que el
S. XIX se alargó hasta 1914. Hoy no existe la “masa”, sino la
“sociedad del espectáculo”, que es cosa bien distinta. El narcisismo
individualista, que vive de “catástrofes mínimas” para conjurar y
desplazar sine die la catástrofe final, apocalíptica; que desplaza, entre
fascinada y aterrorizada, la presentida extinción de la “Tierra” en
nombre de pequeños “horrores” (remito para ello a mi: Terror
después de la postmodernidad) no tiene nada que ver con la “masa”
de Ortega, de Simmel o de Sombart.
20
donde, sobre todo, se estaba gestando la decisiva revolución
duchampeana, anti-representacional) poco tienen que decir a una
época que está saliendo trabajosamente incluso del postmodernismo.
Duererías:
¿Ortega hizo “escuela” La propia técnica cibernética, la economía
en España? en joint ventures, la Europa de las
Félix Duque: transacciones y traspasos continuos de
poder y responsabilidad están clamando
Al principio, sí, desde
por una estructura reticular, flexible y
luego: toda una mudable, que poco tiene que ver con la
espléndida generación “vertebración”. A lo mejor hay que
de filósofos surgió del aprender hoy a ser más “gusano” que
magisterio orteguiano: “antropoide”.
¿cómo pensar, sin él, a
Zubiri, Zambrano, García Morente, Gaos, García Bacca, y tantos
otros? Lo que ocurre es que la guerra civil española, seguida de la
segunda mundial, y la ambigua posición de Ortega en Argentina y a
su vuelta, su actitud de: “No es esto, no es esto” (parecida en este
punto a la de Heidegger: puesto que no salen las cosas como pensé, es
el mundo el que se ha equivocado, no yo), junto con el páramo
intelectual en el que yo mismo en mis años mozos viví, hicieron
imposible una verdadera “escuela”. Por lo demás, España no es tierra
de “escuelas”, sino de invidivuos tan brillantes como fugaces. En eso,
Ortega fracasó, a pesar de sus denodados esfuerzos. Él recuerda, en el
prólogo a la “Historia de la filosofía” de Bréhier, el adagio árabe:
“Bebe del pozo y deja tu puesto a otro”. En momentos de pesimismo,
yo cambiaría la frase: “No dejes beber del pozo a nadie, hasta que
otro te quite el puesto.”
21
tiene que ver con la “vertebración”. A lo mejor hay que aprender hoy
a ser más “gusano” que “antropoide”.
22
Entrevista al Prof. Jacobo Muñoz, Catedrático de Filosofía en
la Universidad Complutense de Madrid
Jacobo Muñoz Veiga, es catedrático de la Facultad de
Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid. Nacido en
Valencia en 1942, doctorado en la Universidad de Barcelona en 1973
con una tesis dirigida por Emilio Lledó.
Sus temas de investigación son variados y abarcan campos
como los de "La teoría del valor de Marx", "El pragmatismo de
Peirce y Dewey" o "La filosofía del lenguaje de Wittgenstein",
además de ser un profundo conocedor de los pensadores de la
Escuela de Frankfurt.
Entre sus publicaciones destacan Lecturas de filosofía
contemporánea (1984), Inventario provisional. Materiales para una
ontología del presente (1995) y Figuras del desasosiego moderno.
Encrucijadas filosóficas de nuestro tiempo (2002), El retorno del
pragmatismo, así como un Compendio de epistemología (2000), del
que es coeditor junto con Julián Velarde.
No debemos olvidar su extraordinaria labor de traducción,
edición e introducción de autores tan relevantes en el panorama de la
filosofía contemporánea como Lukács, Heidegger, Theodor W.
Adorno, Walter Benjamín, Husserl y Wittgenstein.
Hasta el año 2000 fue Director del Departamento de
Filosofía IV (Teoría del Conocimiento e Historia del Pensamiento) de
la Universidad Complutense de Madrid. Es Miembro honorario del
Consejo Editorial de Revista Observaciones Filosóficas.
24
la razón”, Ortega buscó la racionalidad de la vida: su instancia
estructuradora. Más que de “reacción pendular” – que también -, yo
hablaría de redención: de integración.
25
Jacobo Muñoz: “Diletante” es un gran elogio. ¿Acaso no lo fue
también Leibniz, por ejemplo: cortesano, historiador de la dinastía a
la que sirvió, diplomático, hombre de mundo…?
26
El mundo a la espera: la construcción radical de la acción humana
Introducción
“Nada hay en, bajo o sobre la tierra que no revele la
presencia del ser humano. Y ello, no sólo por lo que respecta al
pensar, sino también al hacer”1
Félix Duque
1
DUQUE, Félix: Filosofía de la técnica de la naturaleza (ed. Tecnos, 1986, pg. 24)
Pero antes de todo, será preciso problematizar
epistemológicamente nuestra tarea. Por ello, será necesario delimitar
cuál es el campo de aplicación de una teoría de la acción, pues es ésta
la perspectiva con la que mirar filosóficamente la acción.
Una filosofía de la acción es la confluencia de distintas
disciplinas (ontología, epistemología, política, estética, filosofía del
lenguaje, filosofía de la ciencia, filosofía del derecho, incluso
sociología, antropología y psicología) dispuestas a colaborar en la
configuración de un discurso comprensivo 2 de las acciones como
exposición del modo adoptado por el hombre para ser en el mundo.
Por supuesto, el objetivo fundamental de toda teoría en torno
al tema de la acción es tratar de asir conceptualmente dicho término;
por tanto, ¿qué es la acción? es la pregunta nuclear de toda teoría de
la acción. Pero, para llegar a responder tal cuestión, o más bien
problematizarla, que es verdaderamente a lo que se dedica la
filosofía, habrá que intentar resolver estos temas: la acción formando
parte del mundo, la acción como objeto de conocimiento, la
estructura de causalidad e intencionalidad de la acción, la relación
entre acción y lenguaje, entre acción y pensamiento, entre acción y
razón, la acción como ejecución de principios éticos, políticos,
estéticos, jurídicos, la acción en sus procesos formativos:
antropogénesis y sociogénesis, acción y mente, la acción ante su
sujeto y objeto, etc.
2
Fco. José Martínez (“Acción humana y praxis”, en Metafísica, UNED, 1998) y J.
Alberto Ochaíta (“El papel de la filosofía en la acción”; en PAIDEIA, nº 69, 2004)
delimitan el terreno epistemológico de la investigación filosófica de la acción.
29
y las partes, la cosa en sí y los fenómenos, la sustancia y sus atributos.
Los tres planos de realidad antedichos no deben ser tomados como
sustancias, ni tampoco como ingredientes o elementos de lo que todo
está hecho, a lo sumo hay que adoptarlos, quizá de un modo kantiano,
como postulados, es decir, como principios lógicos imprescindibles
para empezar a pensar. Claro está que podemos optar entre
mantenerlos como ideas (idealismo, fruto de la voluntad de poder del
pensar) o afirmarlos como cosas (realismo, también resultado, pero,
ahora, de la voluntad de poder del ser). En ambos casos, para esta
empresa son necesarios hombre, mundo y acción como términos con
los que irremediablemente empezar a contar.
Ahora bien, lo que se pretende es matizar que eso con lo que
contamos de antemano es la cuestión en sí misma, es decir, que
cuando hablamos de hombre hablamos de un ser que actúa y con ello
hace mundo, que cuando hablamos de mundo aludimos a algo para
alguien, que cuando hablamos de acción estamos matizando el modo
en que un ser, el hombre, se inserta en una estructura que no es
anterior ni posterior a él, sino equivalente: el mundo. La tesis
fenomenológica existencial parece, pues, inexcusable: hay mundo por
y para una conciencia.
3
“Perseverar, en el mundo inerte, significa seguir estando; en el mundo vivo
significa seguir vivo; y en el mundo culto significa seguir conociendo. Cada vez que
la incertidumbre del entorno fluctúa, se replantea la cuestión. Entonces la selección
–fundamental, natural o cultural- actúa sobre individualidades que ganan nuevas
funciones a favor de seguir estando, seguir viviendo o seguir conociendo… Un
individuo progresa en un entorno si gana independencia con respecto al mismo… la
capacidad de cambiar el (o de) entorno expresa la variabilidad de estados accesibles
30
A la acción llegamos reactivamente, porque, en cierto modo,
la acción es resultado de un “retraso”, el que se produce entre el
mundo y el hombre: la acción se establece ante la espera del mundo,
pero quien espera no es sólo el mundo, también el hombre; el hombre
espera del y ante el mundo: del mundo espera que le dé quehacer,
ante el mundo espera para hacer, porque su adaptación al entorno no
se produce fruto de cierta especialización, sino que, al contrario, es
resultado de una inespecialización original. Desde un punto de vista
físico, estaríamos hablando de estado inestable: la acción es resultado
de la inestabilidad, de la falta de adaptación inmediata al medio. La
prominente voluntad queda para después. Parece como si la voluntad
fuese el búho de Minerva: siempre levanta el vuelo a la caída de la
tarde, cuando la luz se apaga.
del entorno… Se trata de estudiar las alternativas disponibles que tiene un ser vivo
para perseverar cuando la incertidumbre de su entorno aumenta… Son la
independencia pasiva, la independencia activa y la nueva independencia”
(Wagensberg, Jorge: la rebelión de las formas; cap. VII; ed. Tusquets-metatemas,
2004)
31
Hemos de distinguir entre acción4
y adaptación5: adaptarse es adecuarse al
medio, simplemente. Compartimos esta
función con el resto de animales; en
cambio, acción significa adaptarse al
medio pero transformando el medio.
Aquello que caracteriza al ser humano es
la acción, y no simplemente la
adaptación, porque su inmersión en la
realidad se efectúa como régimen de
transformación de la misma. Por tanto, la
acción es la región del acontecer humano
en el mundo, es decir, su modo de ser en
el mundo.
La acción se constituye como conjunto de actividades
radicales, en el sentido en que se sitúan en la raíz, que son capaces de
transformar la realidad en la que surgen; actividades, pues, que son
capaces de constituir realidades. Cabe nombrar como actividades
radicales las siguientes: la técnica, el trabajo, el lenguaje y el arte.
Podemos tomar dichas actividades en tanto que ejes de presentación
de la acción humana en el mundo. Sólo en el caso de un hombre que
actúa se produce la unión de trabajo, técnica, arte y lenguaje, como
4
“nuestra experiencia primaria es la de producir y generar cambios en la
naturaleza mediante nuestra intervención o manipulación de las cosas” Ignacio
Sánchez-Cuenca: “Causalidad y Acción”; en Revista de Filosofía; Universidad
Complutense de Madrid; 3ª época, volumen XI, 1998, nº 19)
5
Jorge Wagensberg, diferencia entre adaptación e independencia: “Un individuo vivo
es un objeto de este mundo que tiende a conservar la identidad que le es propia,
independientemente de las fluctuaciones del resto del mundo (el entorno). Y resulta
que el entorno cambia. Adaptación es la capacidad para resistir los cambios típicos
de un entorno. Independencia (o adaptabilidad) es la capacidad para resistir
cambios nuevos. La adaptación se refiere a la certidumbre del entorno y la
adaptabilidad a su incertidumbre. No son la misma cosa. Incluso ocurre que a más
de la primera, menos de la segunda.
La incertidumbre del mundo es su más grande certidumbre. Así que, si hay
una pregunta que vale la pena, es ésta: ¿cómo seguir vivo en un entorno incierto? A
lo mejor resulta que la clave para comprender la evolución biológica no es el
concepto adaptación, sino el de independencia. La idea promete, porque la física y la
matemática, sus leyes y teoremas, no entienden de adaptaciones, pero sí de
independencias”. (“Complejidad contra incertidumbre”; en EL PAÍS, 12-I-2000)
32
conjunto de dimensiones culturales constituyentes de su existencia.
Dimensiones culturales o actividades radicales, esto es, estructuras
que están en la raíz de la acción a modo de condiciones de posibilidad
y procesos expositivos de la misma: no hay acción sin trabajo,
técnica, arte y lenguaje. Pero este conjunto de posibilidades no son
algo distinto a la acción, sino que más bien la acción acontece bajo
las formas de trabajo, técnica, arte y lenguaje.
Hay un dato estructural que permite comprender mejor esta
tesis precedente; ese dato es el siguiente: la acción humana es
inseparable de la conciencia, es decir, que la acción humana es
“autofundación”: no debemos reducir conciencia a consciencia, ni
equiparar directamente conciencia y razón. Conciencia significa en
este contexto la disposición intencional de la acción o, más
exactamente, conciencia es la estructura de intencionalidad de la
acción. Son suficientes los estudios fenomenológicos (Husserl) y
fenomenológico-existenciales (Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty)
para fundamentar esta cuestión. Refiramos, solamente, la
convergencia de sus conclusiones: conciencia y acción son
inseparables en la medida en que la acción humana es el proceso de
autoposicionamiento de la subjetividad. Cuando el ser humano actúa
lo hace motivado, esto es, “intenciona” y, de esa manera, pone en
marcha un mundo.
El ser-que-actúa reconstruye la información mediante la toma
de decisiones; la interpretación que lleva a cabo del mundo se
manifiesta en la creación de ese mundo: el ser-que-actúa no ve, sino
que mira; no oye, sino que escucha; no habla, sino que dice. El ser-
que-actúa es un mirón, un testigo escuchón y un decidor. Esto,
precisamente, es ser subjetividad.6.
6
En terminología sartreana: “El hombre es el único que no sólo es tal como él se
concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como
se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que
lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo. Es también lo que
se llama la subjetividad, que se nos hecha en cara bajo ese nombre. Pero ¿qué
queremos decir con esto sino que el hombre tiene una dignidad mayor que la piedra
o la mesa? Porque queremos decir que el hombre empieza por existir, es decir, que
empieza por ser lo que se lanza hacia un porvenir, y que es consciente de
proyectarse hacia el porvenir. El hombre es ante todo un proyecto que se vive
subjetivamente, en lugar de ser un musgo, una podredumbre o una coliflor; nada
existe previamente a este proyecto; nada hay en el cielo inteligible, y el hombre será
33
El territorio en el que habita el humano no es excluyente,
pero sí resulta exclusivo. El hombre no es totalmente diferente al
resto de animales ni en patrones biológicos ni en comportamentales,
pero ello no impide que el modo en que el ser humano ocupe el
mundo, exista su sitio, sea singular. La singularidad o hecho de ser
singular no impide las funciones de evolución ni interrelación. Por
eso, hablo de una situación ontológica, de una territorialidad
ontológica y no de una determinación ontológica o naturaleza. La
diferencia entre ambos términos es abismal: el concepto de
naturaleza humana reúne bajo su denominación un par de principios
que actúan de excluyentes categoriales, a saber: el de fractura y el de
dignificación. La concepción clásica –y el clasicismo puede viajar
incólume en sus principios hasta nuestros días y troquelarse ante
nuestros ojos en forma de postmodernismo7- del ser humano sostiene
que el hombre es tal por la diferencia: es, precisamente, la diferencia
con el resto de animales lo que nos hace humanos; tal concepción,
como se observa, está fundada en el imperativo hipotético de la
diferencia. Se trata de un imperativo hipotético en la medida en que
sostiene que sólo si eres diferente eres hombre, sólo si te distancias de
lo animal te haces humano. Además, sobre tal diferencia ontológica
se asienta la garantía de moralidad humana. Como dicen Adorno y
ante todo lo que habrá proyectado ser [...] Pero si verdaderamente la existencia
precede a la esencia, el hombre es responsable de lo que es. Así el primer paso del
existencialismo es poner a todo hombre en posesión de lo que es, y asentar sobre él
la responsabilidad total de su existencia. Y cuando decimos que el hombre es
responsable de sí mismo, no queremos decir que el hombre es responsable de su
estricta individualidad, sino que es responsable de todos los hombres [...] Cuando
decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero
también queremos decir con esto que al elegirse elige a todos los hombres. En efecto,
no hay ninguno de nuestros actos que al crear al hombre que queremos ser, no cree
al mismo tiempo una imagen del hombre tal como consideramos que debe ser” (J. P.
SARTRE, El existencialismo es un humanismo)
7
El posicionamiento originario de la diferencia, que reclama como tesis irrevocable
el postmodernismo (por ejemplo, de manera más efusiva, Derrida) no es más que una
nueva versión actualizada del clasicismo: tanto en Platón, a quien podríamos
nombrar, para este caso, representante del clasicismo, como en Derrida, existe un
mismo principio operativo ontológicamente: el ser es por la diferencia. Derrida se
extenúa y nos extenúa, con sus desordenados y caprichosos textos, en afirmar que la
diferencia es originaria, fundamental. Platón sostuvo con alambiques mitológicos la
existencia de la Idea fundamental, de la Idea de la idea, esto es, de la diferencia
radical o diferencia en el origen.
34
Horkheimer, en su Dialéctica de la Ilustración, la antropología
occidental demuestra la dignidad humana postulando la irracionalidad
del animal: “la idea de hombre se expresa en la historia europea en
su diferencia respecto al animal. Mediante la irracionalidad del
animal se demuestra la dignidad del hombre. Esta antítesis ha sido
predicada con tal constancia y unanimidad por todos los antepasados
del pensamiento burgués -antiguos judíos, estoicos, y padres de la
iglesia- y luego a través de la edad media y la edad moderna, que
pertenece ya como pocas otras ideas, al fondo inalienable de la
antropología occidental. Aún hoy es admitida”8.
8
M. Horkheimer, Th. Adorno: dialéctica de la ilustración (trad. Cast. Ed. Trotta,
Madrid, 1994, pág. 291)
35
humano primero es la cultura. El ser humano sería sin ella un
primate del más bajo rango”9.
Esta concepción de la cultura, que acabamos de rescatar de Edgar
Morin, es un ejemplo más del humanismo como prisma ideológico
con el que se mira el tema de la identidad humana. Se hace aparecer
la cultura como segunda naturaleza del hombre; una naturaleza que
nos diferencia del resto de seres. Pero, resulta que este nombramiento
es una operación ideológica que cosechamos de antemano. Es cierto
que la cultura, como dice Morin parece que inspirándose en Ortega,
es lo que permite aprender y conocer a la vez que impide aprender y
conocer fuera de sus imperativos y normas, es decir, que la cultura es
nuestra situación como humanos, nuestra corporeidad; es cierto
también que la emergencia de la cultura acontece dialécticamente: la
cultura aparece porque el individuo y la sociedad se han
complejizado, pero, a la vez, la cultura los complejiza. Igualmente es
cierto, como repite Morin que “la cultura llena un vacío dejado por
la juvenilización y el inacabamiento biológicos” 10 . Una tesis que
Morin parece rescatar de Gehlen11,
Pero, desde nuestro punto de vista, ninguna de estas afirmaciones
puede ser suficiente argumento para refrendar la cultura como criterio
de separación o de singularización humana. Al contrario, la cultura no
queda al margen del enlace entre hombre y animal. En palabras de
Aguilera: “Hombre y animal se encuentran en lo que hasta ahora
9
MORIN, E. El Método V, La identidad humana. La humanidad de la humanidad
(trad. Cast. Ed. Círculo de lectores, 2004, pg. 35-6)
10
MORIN, ibid, 2004, pg. 36
11
“El desvalimiento orgánico del hombre y su actividad creadora de cultura deben
sin duda relacionarse y concebirse como hechos biológicos que se condicionan
íntimamente entre sí [...] los límites a la propagación del hombre están no en la
naturaleza, sino en los grados de ampliación y perfeccionamiento de su actividad
creadora de cultura, ante todo de recursos mentales y materiales.
Así pues, el hombre es un ser carencial orgánicamente (Herder), no apto para vivir
en ningún ambiente natural, de modo que debe empezar por fabricarse una segunda
naturaleza, un mundo sustitutivo elaborado y adaptado artificialmente que compense
su deficiente equipamiento orgánico [...] Vive, como quien dice, en una naturaleza
artificialmente convertida por él en inofensiva, manejable y útil a su vida, que es
justamente la esfera cultural. También se puede decir que él se ve obligado a
dominar la naturaleza”. (Arnold GEHLEN: Antropología filosófica; trad. Cast. Ed.
Paidós, 1993, pág. 65-66)
36
parecía alejarlos más, en la cultura, en la segunda naturaleza, en la
sociedad, en la comunicación, en la conducta, en lo inhumano”12.
12
AGUILERA PEDROSA, Antonio: hombre y cultura (ed. Trotta, 1995, pg 129)
13
DUQUE, Félix: Filosofía de la técnica de la naturaleza (ed. Tecnos, 1986, pg. 26)
14
en Meditación de la Técnica (1933) y El mito del hombre allende la técnica (1951)
37
encaminada a ahorrar esfuerzos futuros; en efecto, tal y como afirma
Ortega en su Meditación de la Técnica, “la técnica es el esfuerzo por
ahorrar esfuerzo”. Pero, entonces, ¿cómo hemos de interpretar
ciertas conductas animales como las del herrerillo, el macaco, el
pinzón, el alimoche y el chimpancé, por ejemplo?: en Gran Bretaña,
los herrerillos fueron capaces de abrir con su pico los tapones de las
botellas de leche. Imo, una hembra de macaco japonés, consiguió a
los dos años de edad lavar las batatas en el agua para limpiarlas de
arena y después comerlas. Los pinzones usan, habitualmente, espinas
para sacar larvas de los árboles. El alimoche emplea piedras a modo
de utensilio para romper el cascarón de los huevos. Sobretodo el
chimpancé es diestro en la utilización de instrumentos para su higiene
personal, para apalancar y hurgar cuando busca alimento, para
ahuyentar a los insectos, etc.
Todos estos ejemplos sirven para argumentar que la técnica no es
cosa de uno, no es propiedad del ser humano debido a que, como
respuesta adaptativa, se encuentra, en mayor o menor nivel y grado de
perfeccionamiento, en algunos otros animales. La técnica, por tanto,
no sirve ya como criterio de esencialidad, de identidad ontológica. No
hemos, pues, de buscar en la técnica lo humano de la humanidad, esto
es, la categoría que pone fin al territorio animal para abrir el espacio
del hombre.
Huérfanos de identidad técnica, tendemos a buscar la identidad
tecnológica. La tecnología la convertimos, como dice Carlos París, en
apéndice de nuestro cuerpo, en una esfera que habitar singularmente:
“la tecnología es la dilatación de nuestro sistema muscular”15. Pero,
¿cómo identificar esencialmente a lo humano por uno de sus
apéndices, por una consecuencia práctica de su enfrentamiento
racional al mundo?
Ninguna, pues, de las categorías anteriores (técnica, tecnología,
cultura) puede expresar la esencia del ser humano, en el sentido de
que ninguna de ellas es capaz de identificarlo diferencialmente. El
hombre es, pues, un ser entroncado, un latido entre su animalidad
emergente y su apuesta por un universo artificial, cultural. Como dice
Carlos París (op. Cit.), la cultura es una realidad estructura y
estructurante que se levanta y reactúa sobre la biología, o como
15
PARÍS, Carlos: Crítica de la civilización nuclear (ed. Libertarias, 1991, pg. 178)
38
sostiene el Profesor Félix Duque: “no tiene sentido hablar de la
Naturaleza como de una entidad (o constelación de fuerzas) previa al
hombre… la naturaleza se va configurando al hilo de la acción del
hombre sobre su entorno… no hay línea de demarcación entre
Naturaleza y Cultura, sino una diferencia de perspectiva de un mismo
plexo de referencias: el proceso cultural atiende a la reproducción de
saberes, esto es, a la difusión de reglas sociales y conocimientos
prácticos normalizados; el proceso natural atiende a la invención de
saberes, esto es, a la redistribución del flujo energético en el devenir
de la comunidad”16.
16
Duque, ibidem, 1986, pg. 26-7
17
“La acusada flexión entre sacro y parte lumbar es exclusiva del hombre y está
condicionada por la forma en cuña de las vértebras lumbares y por el disco
intervertebral situado entre la quinta vértebra lumbar y el sacro. La columna
vertebral humana tiene forma de S muy estilizada, vista de perfil y con la espalda a
la izquierda” (Aguilera, ibid, 1995, pg. 135)
39
humana 18 o, como dice Félix Duque, “la naturaleza se va
configurando al hilo de la acción del hombre sobre su entorno”. Así
pues, una ontología como teoría de la acción puede ayudar a ver la
acción humana no sólo como lo que un agente, el ser humano, hace
(a) la realidad (en) la realidad, sino, especialmente, la realidad que
dicho agente hace o construye. Resulta posible, sin embargo,
concebir, sin caer en idealismos19 más o menos ingenuos, la acción
humana como aquella realidad capaz de generar realidades.
18
Parece inmejorable la fórmula expresada a este respecto por Maurice Merleau-
Ponty en su Sentido y sin sentido:“En el momento en que percibo una cosa,
experimento que ya estaba allí antes de mí, más allá de mi campo de visión. Un
horizonte infinito de cosas disponibles roba el reducido número de las que yo puedo
de hecho percibir. El silbido de la locomotora en la noche, la sala de teatro vacía en
la que penetro, hacen aparecer, como en un relámpago, cosas dispuestas para la
percepción, espectáculos de nadie, tinieblas plagadas de seres... Pero al mismo
tiempo, caigo en la cuenta de que cada cosa, después de todo, tiene necesidad de mí
para existir. Cuando descubro un paisaje oculto hasta entonces detrás de una colina,
es solamente entonces cuando llega a ser plenamente paisaje, y no es posible
concebir lo que sería una cosa sin la inminencia o la posibilidad de mi mirada sobre
ella. Este mundo que tenía todo el aire de existir sin mí, de envolverme y superarme,
soy yo quien le hace existir. Yo soy una conciencia, una presencia inmediata en el
mundo, y nada puede pretender existir sin estar incluido de alguna manera en el
tejido de mi experiencia”.
19
Decía Ortega que ni idealismo ni realismo, sino vitalismo. A lo que no contento
con su capacidad sintetizadora añadiría: ni racionalismo ni vitalismo, sino
raciovitalismo. No podemos comentar suficientemente aquí la crítica orteguiana al
idealismo, pero sí apuntaremos que la necesidad de superar los idealismos es una
tarea básica para afrontar con solvencia las numerosas caídas en el esencialismo que
la búsqueda de un corpus teórico de la acción humana pueda provocar. El análisis de
Ortega (en Adán en el Paraíso, 1910: O. C. Vol. I, y en Qué es filosofía, lección IX)
provoca que idealismo y realismo se invaliden a sí mismos por ser el mismo.
Idealismo y realismo se funden hasta confundirse.
40
actuar no pertenece a cualquier orden de realidad; sólo es posible para
cierto animal: un animal preparado naturalmente para albergar
determinadas condiciones de percepción, un animal cultural, es decir,
un animal capaz de tener experiencias, de estructurar vivencialmente
su relación con el medio. Sostiene Jesús Mosterín que “Cada animal
tiene su mundo. De la inmensa cantidad de información objetiva
presente en su medio, cada animal detecta sólo una parte, aquella
que está genéticamente programado para detectar, interpretar y
experienciar…”20. Pero Mosterín confunde los territorios ontológicos
del hombre y del animal, desposeyendo así de circunstancia
antropológica al hombre: “Cada especie animal tiene su propio
ámbito de percepciones, vivencias y experiencias posibles, su propio
mundo perceptible, vivencial, experiencial…” 21 . Incluso aísla el
horizonte vital de cada individuo: “Cada uno sólo percibe sus
propias percepciones, sólo experimenta sus propias experiencias,
sólo vive sus propias vivencias. Sólo podemos concebir o imaginar
las experiencias de los demás por analogía conjetural con nuestras
propias experiencias”22.
Es cierto que cada animal tiene su mundo, a lo que podemos
añadir que el hombre tiene su mundo y que como no le basta tiene
que hacerse otro, el cual pasará a ser el suyo propio; también es muy
cierto que cada individuo tiene sus propias experiencias y vivencias, y
que para participar de experiencias ajenas hace falta ponerse en lugar
del prójimo: somos, pues, irreductibles, aunque no necesarios. Pero
supone una exageración -o, al menos, una sobredimensionalización
conceptual, un juego ilícito con los conceptos, sacándolos de su
campo de significación- extender la vivenciación más allá de lo
humano. Con ello sólo hacemos que enfocar antropomórficamente
toda realidad: extiende las categorías de lo humano a otros
fragmentos de realidad humanizándolos. Además, Mosterín no se
conforma con la exageración o extralimitación, sino que también
deduce por reducción: opera de manera reduccionista cuando convoca
la necesidad de la predeterminación genética: para Mosterín todo
parece consistir en los genes y la carga de información que conllevan.
20
Mosterín, Jesús: “El papel de la acción en la economía de la vida”; en Acción
humana; Manuel Cruz, coord. Ed. Ariel, 1997, pg. 151.
21
Mosterín, ibidem, 1997
22
Mosterín, ibidem, 1997
41
Presenta unos individuos destinados genéticamente. Una cosa es
afirmar que el mundo deviene siempre finito, limitado, y otra muy
distinta que nos viene ya hecho y que sólo podemos descubrir lo que
nos está dado descubrir.
No estaría de más desentrañar los presupuestos metafísicos de
la pregunta kantiana ¿qué podemos conocer?. ¿Esa pregunta supone
dar por supuesto que hay un fragmento de realidad incognoscible para
nosotros: conocemos lo que nos es dado conocer, o bien tal pregunta
supone advertir que el conocimiento es una construcción, un proceso,
que únicamente existe en marcha, y que necesitamos reactivar
continuamente?. Quizá ambos presupuestos estén presentes en la
filosofía de Kant, pues el propio Kant admite la posibilidad de un ser-
en-sí, lo que llamaba noúmeno, el cual permanecía incognoscible,
quedando lo fenoménico en el terreno de lo cognoscible, y, al mismo
tiempo, Kant afirma que el conocimiento requiere, para su
posibilidad, de una serie de condicionamientos a priori que nosotros
mismos fundamos: el espacio y el tiempo no son, para Kant, más que
formas de nuestra sensibilidad, no existen fuera de la percepción
sensible de los objetos; las categorías no son sino artificios
lingüísticos con una enorme carga de representación metafísica de lo
real; finalmente, las ideas son principios lógicos que establecemos
para poder pensar, es decir, unificar nuestro entendimiento. La razón
por la que Kant mantuvo ambos argumentos –postular la existencia
de la cosa en sí, incognoscible, y advertir del carácter de proceso, de
construcción en que consiste el conocimiento de lo fenoménico- es
una consecuencia lógica de la afirmación del principio ontológico que
sitúa al hombre en el mundo: el hombre es naturaleza y cultura.
42
es el signo y el designio de su vida, porque el hombre está abocado a
ser creador, está obligado a inventar y a inventarse.
La técnica, el trabajo, el lenguaje y el arte son, entre otras
cosas, modos de posibilización de la acción a los que tomamos como
referencias de diferenciación del yo frente al mundo. El mundo es
mundo para una conciencia; la conciencia es conciencia de algo que
no es ella. Comenzar por el cogito supone advertir la presencia de una
realidad que no soy yo. Me doy cuenta de mi mismo porque puedo
diferenciarme, porque puedo señalar aquello que no soy. En el
reconocimiento del yo, por tanto, está implícito el conocimiento del
no-yo.
Ahora bien, ¿por qué es posible hablar de un conjunto, es
decir, qué hace conjuntables o relacionables a tales actividades? Su
propia estructura de acontecimiento: si desgranamos el proceso de la
técnica y el trabajo, veremos que resulta del todo semejante al
proceso del lenguaje y el arte. El hombre mira en derredor
técnicamente 23 , esto es, convirtiendo las cosas en útiles, en
instrumentos; esos instrumentos se encuentran al servicio de la
transformación de la realidad: son útiles de trabajo. Por su parte, el
proceso del lenguaje también consiste en una transformación de la
23
Por supuesto que tiene razón Jünger cuando sostiene que “el ser humano no está
ligado a la técnica de un modo inmediato, sino de un modo mediato” (Ernst Jünger:
El trabajador. Dominio y Figura; trad. Cast. Ed. Tusquets, 1990, pg. 147). La tesis
de este artículo corrobora la impureza de la técnica al enmarcarla en un contexto no
exclusivamente antropológico, ni metafísico, sino encadenada a otros procesos de
realización de lo humano como son el trabajo, el lenguaje y el arte. También Jünger
encadenará técnica y trabajo, pero desde una perspectiva onto-política diferente,
porque para Jünger, “la técnica es el modo y manera en que la figura del trabajador
moviliza el mundo… la técnica en este sentido es el dominio del lenguaje que está
vigente en el espacio del trabajo” (Jünger, 1990, ibidem, 148). En cambio, a mi
modo de ver, la técnica no pertenece ni a una clase – Jünger no utiliza la figura del
trabajador en sentido marxista, es decir, como resumen de una clase social- ni a un
dominio metafísico, es decir, a cierta construcción del mundo, que sí es la manera en
que lo presenta Jünger; por eso creo que la técnica no puede ser el modo y manera en
que la figura del trabajador moviliza el mundo. Muy al contrario, la técnica forma
parte de la facticidad antropológica del hombre. Sin embargo, el hecho de que el
hombre esté instalado en la técnica no supone que la relación entre hombre-técnica
no exija mediaciones. Si enfocamos bien el problema, es fácil darse cuenta que el ser
humano es una mediación absoluta: su naturaleza se presenta mediada por su cultura,
y viceversa; sus ideas están mediadas por las cosas, y viceversa; su trabajo está
mediado por su técnica… y su lenguaje, y su arte, etc.
43
materialidad existente en forma abstracta: el lenguaje convierte un
sonido en un símbolo y dichos símbolos son modificadores de la
realidad, hasta tal punto que son generadores de una realidad nueva y
artificial; en cuanto al arte, su proceso es comparable al del lenguaje:
transforma la materia en forma y concede a esa forma el valor del
símbolo. El arte, de nuevo, como forma de lenguaje, resulta ser
creador de mundo. El arte obtiene su legitimidad no sólo como
lenguaje sino, también, como técnica y trabajo: el arte es la expresión
de la concreción de la técnica; el arte es la composición de un trabajo
social al servicio de la transformación de la realidad.
Vemos, pues, que estas cuatro dimensiones culturales
constitutivas y constituyentes de la acción son inseparables. Una
teoría de la acción ha de tratarlas, entonces, como un conjunto de
actividades radicales, en el que matizar sus conexiones:
1. Al actuar técnicamente, al transformar las cosas en útiles, el ser
humano introducía algo nuevo en la realidad, introducía la
finalidad, no en vano la intencionalidad es la estructura formal de
toda acción. Pero al actuar de esta manera, es decir, actuar
intencionalmente, el hombre precisaba distinguir, aplicar valor,
dirigir su acción; para ello dispondría del lenguaje. Técnica y
lenguaje, herramienta y palabra, quedaban así reunidas 24 . Pero
entre la técnica y el lenguaje aparece un mediador: el trabajo. Y
más allá de todos, diseñando la esfera utópica de irrealidad, se
cierne el arte25.
24
“El hombre transformaba las cosas en útiles, lo que suponía introducir en el
mundo la finalidad; pero fue el primer error atribuir a las consecuencias reactivas
equivalentes, resultados idénticos. A la distinción activa transformadora de las cosas
en útiles, correspondía, como efecto reactivo, la distinción humana mediante
palabras; al hacer transformador del mundo le correspondía la creación del
lenguaje; a la finalidad con que se dota el mundo corresponde el habla con que se
enriquece el hombre… En efecto, cuantas acciones lleva a cabo la mano en el
construir los útiles primero y en servirse de ellos después, tiene, al modo de un
reflejo, su equivalente en el lenguaje la palabra” (PAJÓN, Enrique: El ser y el
hombre; ed. Fundamentos, 1989, pg. 147-8)
25
“la energía que vuelve reactivada por la finalidad, se hace habla; la reacción a la
finitud se hace poesía. La poética viene a ser el habla creadora. Un habla que no
hace que el hombre tenga mundo, sino valores; un habla que no distingue trazando
límites en la realidad, sino que crea el mundo irreal como ámbito de lo humano”.
(PAJÓN, Enrique: El ser y el hombre; ed. Fundamentos, 1989, pg. 148)
44
2. Que el trabajo sea mediador no significa, en este caso, que haya
un antes y un después, que la técnica acontezca primero y
seguidamente sea el lenguaje el que aparezca. No exactamente.
La mediación hecha posible como trabajo, más que por el trabajo,
consiste en vincular técnica y lenguaje a modo de reflejos. Pero,
¿reflejos de qué? De la exposición del hombre en el mundo, de su
reacción frente al medio, de su apuesta por “sobre-vivir”. El
trabajo es el mediador entre la técnica y el lenguaje que hace de
ambos constructos sociales, porque el trabajo no es sólo fuerza;
es, sobretodo, cooperación, distribución de fuerzas.
3. Si desde el trabajo es posible ver la conexión técnica-lenguaje,
desde el lenguaje es posible evaluar la conexión técnica-trabajo,
ya que el lenguaje se nos muestra como técnica y trabajo26: el
lenguaje, como técnica, nos ahorra mucho esfuerzo, no sólo
porque el peso de la palabra sea más liviano que el peso de la
cosa sino porque, además, resulta más fácil de transportar, es más
dinámico; el lenguaje, como trabajo, es una empresa cooperativa,
de hecho no hay lenguaje sin multitud y el lenguaje sirve de
medio de cohesión de las fuerzas sociales. Por otro lado, el
lenguaje aporta un crecimiento simbólico a la conexión técnica-
trabajo, porque el lenguaje ha hecho posible una nueva realidad:
donde estaban las cosas, ahora están los signos; el lenguaje es
quien crea la posibilidad de distinguir, de decir categorialmente,
las cosas.
26
“Si ahora observamos la estructura del desarrollo lingüístico que acabamos de
seguir no nos será difícil descubrir en ella un claro paralelo en el proceso que
condujo del animal evolucionado al hombre. La primera tarea que pudo con rigor
llamarse humana fue la de transformar las cosas en útiles, en instrumentos y, de esa
manera, convertir la actividad en trabajo. En el nuevo nivel que ahora nos ocupa, el
primer paso consiste en la transformación de un sonido o trazo en símbolo, en
instrumento para un fin. Esta finalidad, en paralelo con el trabajo como resultado,
es, en el plano del lenguaje, la comunicación… si la acción sobre la cosa para
transformarla en útil convertía al hombre en el modificador de la realidad, la
transformación de sonidos o trazos en términos significantes repercutirá también en
una nueva concepción del hombre sobre sí mismo. El acceso al plano del lenguaje,
en efecto, convierte al hombre en creador de símbolos, de lo válido abstracto, y,
como primera consecuencia, en miembro de una sociedad que tiene los caracteres
también abstractos de un ser viviente, en miembro de una cultura” (PAJÓN,
Enrique: El ser y el hombre ed. Fundamentos, 1989, pg. 65-6)
45
4. En esta apuesta por “sobre-vivir” –una apuesta que hace de lo
real vivencialidad- el hombre había de comprometerse
irremediablemente: había de enfocar proyectivamente lo real,
había de trascender lo que hay, exprimir el jugo de la
contingencia, en definitiva, ser estando siempre en proyecto. Y,
en dicha tarea, el arte se mostraba dichoso y dispuesto, porque si
bien todas las actividades radicales consideradas (técnica, trabajo,
lenguaje y arte) disponen la creación como recurso vital, el arte, a
diferencia de las otras actividades radicales, lleva al límite las
posibilidades de acción, porque en la ejecución de la obra (de
arte) la materia queda trascendida; no quiere esto decir que la
materia desaparezca o se vea superada o lanzada más allá del
porvenir, lo que queremos indicar es que en el arte la materialidad
es finalmente el símbolo, la realidad se despliega en un haz de
posibilidades nuevas, antes inexistentes, siempre inconclusas. El
arte se compone de técnica, trabajo y lenguaje, pero es, también,
algo más: esa plusvalía es la que le otorga valor trascendental,
que no trascendente; es decir, el arte es algo más en la medida en
que reúne las actividades radicales bajo la absolutización del
principio de creación: la reacción frente al medio (técnica), su
profundización social (trabajo) y su organización simbólica
(lenguaje) coadyuvan en la manifestación de un excedente vital,
el arte, con el que afrontar los riesgos de la existencia: “El
hombre crea, y hasta donde crea, evita el azar, planifica y se
hace libre; el hombre crea, y hasta donde crea, se adueña de la
necesidad, la somete y se libera. Las necesidades pasan entonces
a servirle”27.
Técnica
“Para poseer una relación verdadera y efectiva con la técnica es
preciso ser algo más que un mero técnico. El error que no permite que
27
PAJÓN, Enrique: El ser y el hombre (ed. Fundamentos, 1989, pg. 156)
46
salgan bien las cuentas en ninguno de los sitios donde se intenta relacionar
la vida con la técnica es siempre el mismo… ese error fundamental reside
en poner al ser humano en relación inmediata con la técnica, ya viendo en
él a su creador, ya viendo en él a su víctima”
Ernst Jünger28
28
Jünger, ibidem, pg. 147
29
“Visto morfológicamente, el hombre no tiene prácticamente ninguna
especialización. Consta de una serie de no-especializaciones, que desde el punto de
vista biológico-evolutivo aparecen como primitivismos. Por ejemplo, su dentadura
tiene una carencia de huecos, que es totalmente primitiva, y una indeterminación de
estructura, que no pertenece ni a los herbívoros ni a los carnívoros; es decir, a la
mandíbula de un depredador. Con respecto a los grandes monos, que son animales
arborícolas altamente especializados, con brazos superdesarrollados para trepar y
colgarse, que tienen pies para trepar, pelo por todo el cuerpo y poderosos colmillos,
el hombre es un ser desesperadamente inadaptado. Es de una medianía biológica
única en su género y se resarce de esa carencia solamente mediante su capacidad de
trabajo o el don de la acción; es decir, con sus manos e inteligencia” (A. Gehlen: El
hombre; trad. Cast. Ed. Sígueme, 1989
47
especializadas y, por ende, capaces de encarar los problemas
imprevisibles del mundo. La técnica aparece en un ser no-
especializado, en un ser carente, desde el punto de vista biológico,
que traduce esa carencia en positividad, en crecimiento intelectual…
en desarrollo técnico.
La técnica aparece para actuar, esto es, para transformar
inteligentemente cualesquiera circunstancias naturales que se le
presenten, para superar y compensar su insuficiencia. En este sentido,
la técnica puede ser valorada, antropológicamente, como recurso
biológico humano30.
Pero, la técnica, como luego notificaremos, no aparece sólo
en el ser humano, en ese ser no-especializado, sino que también
figura entre los asideros de los que se valen ciertos animales para
adaptarse al medio. Por eso, para identificar correctamente al ser
técnico, no basta con demarcar su facticidad antropológica; es
preciso, además, señalar de manera ontológica el campo de su
experiencia, porque el hombre como ser técnico no sólo se organiza
existencialmente en tanto que respuesta al medio, ni se agota en la
escenificación de un modo concreto de adaptación, sino que el
hombre hace de la realidad modificada por su actividad técnica el
“mundo” en que vivir.
En este punto, la filosofía de Ortega resulta, como tantas otras
veces, clarividente a la hora de señalar ontológicamente al ser
técnico. Dice Ortega en Meditación de la técnica que “El hombre no
vive de sus instintos”, por lo que siente subjetivamente como
necesidad sobre-vivir; necesita, porque así lo desea, vivir por encima
de sus condiciones materiales de existencia. En definitiva, el hombre
no vive plegado a la naturaleza, sino que vive culturalmente, vive en
lo que podríamos denominar un “retirarse de la naturaleza”. La
técnica es, así, aquel procedimiento que nos permite obtener lo que no
30
“en sus comienzos, la raza humana no consiguió una posición especial debido tan
sólo al empleo de herramientas o la fabricación de las mismas. Mejor dicho, al
principio el hombre poseía una herramienta primaria polifacética que era más
importante que cualquier otro conjunto ulterior: su cuerpo activado por una mente…
Para compensar su equipo de trabajo, extremadamente primitivo, los primeros
hombres disponían de una baza mucho más importante que ampliaba todo su
horizonte técnico: tenían un equipo biológico mucho más rico que cualquier otro
animal, un cuerpo no especializado para cualquier actividad determinada” (Lewis
Mumford: “La técnica y la naturaleza del hombre”)
48
hay en la naturaleza, pero que sentimos como necesario. En su
reobrar sobre la naturaleza, la técnica nos abre el camino hacia una
“nueva realidad”, otrora inexistente, que va a ser el espacio que
verdaderamente habitemos. A este nuevo hábitat Carlos París lo llama
“tecnoesfera”31.
Vista desde la perspectiva orteguiana, la técnica es re-acción,
es decir, es la acción de la acción que el hombre acomete contra la
naturaleza, contra sus necesidades: el hombre responde a sus
necesidades creando otras nuevas… reaccionando contra ellas. La
técnica no hace, re-hace; la técnica no obra, re-obra. La dirección de
esta nueva conducta no es el necesitarismo biológico, sino lo
superfluo, el mundo de lo que no hay. En definitiva, ontológicamente
hablando, el mundo de la técnica no es lo que es necesario, sino lo
que se vuelve necesario. Gracias a la técnica la necesidad ya no es
asumida, sino creada o, más bien, re-creada.
Lo que nos permite la técnica no es ya sólo vivir, sino vivir
bien. De esta forma, el análisis orteguiano de la técnica, inicialmente
ontológico se abre a un planteamiento ético del problema, cuya tesis
central sería ésta: lo que nos dona la técnica es el bienestar: “el
empeño del hombre por vivir, por estar en el mundo, es inseparable
de su empeño de estar bien… El bienestar y no el estar es la
necesidad fundamental para el hombre, la necesidad de las
necesidades… vivir es esencialmente vivir bien”32.
Esa re-creación del bienestar se toma como acción para vivir
la superfluidad: “la técnica es la producción de lo superfluo”, decía
Ortega. La vida hay que vivirla según una idea de la vida, ya que el
hombre es el animal por el cual lo superfluo resulta necesario. De ahí
que sea urgente vivir la vida como proyecto: el hombre convierte su
vida en un afán por realizar un determinado proyecto, un programa.
Por eso, el hombre se define por lo que aún no es: el hombre es lo que
aspira a ser: “He aquí la tremenda y sin par condición del ser
humano… Un ente cuyo ser consiste no en lo que ya es, sino en lo
que aún no es, un ser que consiste en aún no ser… La cosa tiene su
ser dado ya y logrado. El hombre no es una cosa, sino una
pretensión”33.
31
Carlos París: Crítica de la civilización nuclear (ed. Libertarias, 1991)
32
Ortega y Gasset, José: Meditación de la técnica (O.C. vol. V)
33
Ortega, ibid, pg. 35
49
Ortega escribía su Meditación de la técnica en 1933, pero en
1951 dicta una conferencia, El mito del hombre allende la técnica no
menos lúcida que aquella obra. En esta conferencia, Ortega, desde la
fidelidad a su planteamiento Meditación de la técnica, añade, a mi
modo de ver, una idea nueva, a saber: la técnica como eslabón que
une la libertad (tener que elegir) con la inteligencia (elegir bien):
“Pero este ser se encontró, por primera vez, ante estos dos
proyectos completamente diferentes: ante los instintivos, que aún
alentaban en él y ante los fantásticos, y por eso tenía que elegir;
seleccionar.
¡Ahí tienen ustedes a este animal! El hombre tendrá que ser,
desde el principio, un animal esencialmente elector. Los latinos
llamaban al hecho de elegir, escoger, seleccionar, eligere; y al que lo
hacía, lo llamaban eligens o elegens o elegans. El elegans o elegante
no es más que el que elige y elige bien. Así pues, el hombre tiene de
antemano una determinación elegante, tiene que ser elegante. Pero
aún hay más. El latino advirtió —como es corriente en casi todas las
lenguas— que después de un cierto tiempo la palabra elegans y el
hecho del «elegante» -la elegantia- se había desvaído algo, por ello
era menester agudizar la cuestión y se empezó a decir intelegans,
intelligentia: inteligente. Yo no sé si los lingüistas tendrán que
oponer algo a esta última deducción etimológica. Pero sólo puede
atribuirse a una mera casualidad el que la palabra intellegantia no
se haya usado igual que intellígentia, como se dice en latín. Así pues,
el hombre es inteligente, en los casos en que lo es, porque necesita
elegir. Y porque tiene que elegir, tiene que hacerse libre. De ahí
procede esta famosa libertad del hombre, esta terrible libertad del
hombre, que es también su más alto privilegio. Sólo se hizo libre
porque se vio obligado a elegir, y esto se produjo porque tenía una
fantasía tan rica, porque encontró en sí tantas locas visiones
imaginarias”34.
34
ORTEGA Y GASSET, José: El mito del hombre allende la técnica, 1951. Obras
Completas, vol. IX
50
la técnica como dimensión práctica concreta de dicha estancia
humana en el mundo no es otro que la consideración de la acción
como interferencia provocadora de cambios en el curso de los
sucesos: cuando hablamos de técnica estamos refiriéndonos a
determinados patrones de conducta caracterizados por su estabilidad
y por su capacidad transformadora. Tales características son
enfocadas al logro eficiente de un objetivo: cambiar el medio.
Pero la definición anterior de técnica, aún siendo acertada, no
es suficiente, porque sólo recoge criterios de orden operacional
(estabilidad, transformación, eficiencia, planificación) y sólo alude a
la participación de los componentes agenciales (el sujeto que actúa y
el medio en el que actúa y frente al que actúa técnicamente). Esta
definición no resulta suficiente porque se olvida del componente
objetual, a la vez material e instrumental, de la técnica, es decir, el
artefacto: las acciones humanas son acciones técnicas, en la medida
en que la estructura de apertura al mundo que caracteriza
originariamente a la existencia humana requiere de inmediato la
transformación de la realidad, es decir, el paso de un estado de
naturaleza a un estado de artificialidad permanente: la cultura. Pero
para acceder a lo cultural como espacio de vivencia, el ser humano
necesita recurrir a una extensión de su propio cuerpo. Y eso es lo que
hace con el artefacto. El artefacto es una extensión de las
extremidades humanas. El hombre, en su enfrentamiento con el
medio, necesita del artefacto, de la herramienta, para salir adelante.
La actividad técnica es la raíz antropológica de la vida humana al ser
ella misma productora de libertad, ya que la presencia de la
herramienta potencia la aparición de un universo de posibilidades y
elecciones. Con el utensilio o herramienta el hombre se pone enfrente
de las cosas, tramita creativa o productivamente la objetividad. Decía
Heidegger, en El origen de la obra de arte, que “este ente, el
utensilio, está particularmente próximo al modo humano de
representar, porque llega al ser gracias a nuestra propia creación”.
El artefacto o utensilio, por tanto, permite al hombre ampliar
sus sentidos, optimizando así los medios de los que dispone para
llevar a cabo su proceso de adaptación al medio.
51
acción humana, es decir, la capacidad técnica es lo que diferencia a
los hombres del resto de animales? No. Hay animales que emplean
técnicas, que construyen artefactos. Sin embargo, sólo el ser humano
es capaz de basar su capacidad técnica en una “instrumentalidad de
segundo orden”35, o lo que podemos denominar una “intencionalidad
estratégica”36.
Desde este punto de vista, la técnica tiene una doble función
conjuntada: transformar materialmente la realidad, lo dado en la
naturaleza, y transformar idealmente la realidad; esto último podemos
nombrarlo como tarea de imaginación y previsión del hombre. Por
eso, lo propio de la técnica no es sólo hacer instrumentos sino
preparar la acción para solucionar problemas previstos; con la acción
técnica el hombre no sólo modifica sino que, sobretodo, prevé.
Esta doble función de la técnica es, precisamente, la que se deduce de
la definición que de tal concepto de técnica ofrece el profesor
Quintanilla: “la técnica es aquel sistema de acciones humanas
intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos
para conseguir de forma eficiente un resultado valioso”37.
35
“Es precisamente la comunidad de propiedades que comparten artefactos y
organismos lo que nos permite establecer una característica específica de las
técnicas humanas… son muchos los animales que disponen de técnicas, es decir, de
patrones estables de conducta que transforman el medio, y son también muchos los
animales que fabrican artefactos… no son las técnicas, no es la instrumentalidad lo
característico de la técnica humana. Es el hecho de que sean composicionales de
segundo orden, que solamente puedan ser producidos mediante racionalidad
instrumental compleja… No es el tejer telas de lino lo que hace de los humanos una
especie técnica, es el plantar campos de lino para tener materiales disponibles. Sólo
los humanos de entre las especies supervivientes parecen haber tenido esta
capacidad estratégica…” (BRONCANO, Fernando: Mundos artificiales. Filosofía
del cambio tecnológico (ed. Paidós, 2000, pg. 114-115)
36
“la cultura, la intencionalidad, el control no son suficientes. Es necesario cierto
tipo de cultura, de inteligencia, de intencionalidad, de control, para que existan
técnicas y sistemas artificiales. La cuestión ahora es: ¿cuáles son las condiciones de
inteligencia y cultura que hacen posible los artefactos y las técnicas composicionales
de segundo orden? Es necesaria la intencionalidad estratégica: acciones compuestas
en planes, es necesaria una cultura con suficiente división social del trabajo, es
necesario el control parcial de los productos: es necesaria y suficiente la existencia
de diseños, la acción planificada y cooperativa… la intencionalidad estratégica
exige fabricar instrumentos para fabricar partes, es una composicionalidad que
exige evolución cultural…” (BRONCANO, Fernando: ibidem, 2000, pg. 115-116)
37
QUINTANILLA, Miguel Ángel: Tecnología: un enfoque filosófico (ed. Fundesco,
1989)
52
Se trata de un Sistema porque presenta una estructuración
ordenada; se trata de un conjunto donde los elementos son
interdependientes. Elementos que van desde el manejo de utensilios
y/o la creación o fabricación de los mismos hasta la capacidad
intelectiva y comunicativa (racionalidad técnica) necesarias para
posibilitar la aparición y desarrollo social de la técnica.
Cabe hablar de Sistema de acciones humanas porque la
técnica es resultado de la praxis, esto es, es una actividad necesaria
para el hombre. El hombre no consigue adaptarse al medio sin
recurrir a la técnica; en este sentido, la técnica se convierte en un
mecanismo de adaptación al medio, pero que tiene una peculiaridad:
adapta el medio a nosotros.
Es un Sistema de acciones humanas intencionalmente
orientado en la medida en que la acción técnica lleva consigo
determinada carga de inteligencia, no sólo individual sino sobretodo
social. Ante la técnica la realidad no va a quedar en su estado
original: será transformada, se convertirá en un ser para algo.
Finalmente, es un Sistema de acciones humanas
intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos
porque es una actividad transformadora: la técnica produce
materialmente nuestra vida –es un quehacer instrumental- mediante
la transformación de lo dado, lo natural, en algo artificial y, por tanto,
previamente inexistente. En este sentido la técnica es una acción
creadora.
Así pues, hablamos de un Sistema de acciones humanas
intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos
para conseguir de forma eficiente un resultado valioso ya que sin
eficacia no hay técnica; la acción técnica pretende ser eficiente en
términos universales, de ahí su interés por lograr un resultado valioso.
53
compensación de su insuficiencia, adaptación eficaz por medio de
una dirección intencional de la acción, creación de una sobre-vida.
Como modelo de racionalidad con la que enfrentarse al
mundo, la técnica es trabajo y arte: es tarea de artesano. Pero, como
modelo de racionalidad con la que organizar discursivamente el
mundo, es decir, manera de ofrecer un orden categorial a eso que
creemos ver, sentir, pensar… y que llamamos mundo, la técnica es la
bandera ideológica del tecno-poder: ayer, siglos diecinueve y veinte,
tanto Marx como Jünger, autores aparentemente situados uno del otro
en las antípodas, estarían de acuerdo en establecer que el mundo-
palabra (diseño de la realidad, modo de concebirla, organizarla, etc)
de la técnica era anticristiano, pero aún burgués38. Hoy, en cambio, la
técnica es el mundo y la palabra, es la esfera donde habitar y saludar
el futuro presentificado. La ideología burguesa ha capitalizado el
poder de la técnica –la mal llamada “globalización” 39 necesita
apoyarse en el desarrollo técnico para realizarse- y en cuanto al
38
valga como ejemplo de esta tesis la siguiente cita de Jünger: “la técnica, esto es, la
movilización del mundo por la figura del trabajador, es la destructora de toda fe en
general y, por tanto, el poder anticristiano más resuelto que ha surgido hasta
ahora… En el espacio burgués la técnica aparece, en efecto, como un órgano del
progreso, un órgano que tiende a la realización plena de lo racional y lo virtuoso.
De ahí que la técnica se halle estrechamente ligada a las valoraciones propias del
conocimiento, de la moral, del humanitarismo, de la economía y del confort… Ahora
bien, es indiscutible que una locomotora puede mover, en vez de un vagón
restaurante, una compañía de soldados, o que un motor puede mover, en vez de un
vehículo de lujo, un tanque… De igual manera, la producción artificial de
preparados nitrogenados tiene repercusiones no sólo en la agricultura, sino también
en la técnica de los explosivos” (Ernst Jünger: El trabajador. Dominio y Figura trad.
Cast. Ed. Tusquets, 1990, pg. 152-3)
39
no es este artículo el momento más adecuado para hablar de este tema, pero
enunciaré el siguiente argumento para advertir de la incorrecta o quizá intencionada
utilización del término globalización tanto por detractores como partidarios: tanto
unos y otros esconden, más que olvidan o desconocen, que a lo que han dado en
llamar globalización no es más que Imperio, porque no se han globalizado las
posibilidades, no se han globalizado los recursos, no han sido globalizadas las
estructuras, sino únicamente y de manera unidireccional las consecuencias;
globalización es el imperio impuesto por quienes disponen de redes de accesibilidad
y control económico e informacional del mundo. Cierto es que algunas voces, Antoni
Negri, por ejemplo, utilizan el término “imperio”, pero su marginalidad parece
desautorizarle ante unos, partidarios, y otros, detractores.
54
cristianismo40, lejos de enfrentarse a la era de la técnica, ha decido
integrarse subrepticiamente en ella.
Trabajo
El trabajo es el modo social de la técnica. El trabajo nos
coloca frente a la naturaleza y consiste en la transformación de la
misma gracias a la acción técnica. Ahora bien, esa toma de posición
que es el trabajo resulta ser siempre social, porque quien trabaja es el
ser social. Marx consideraba el trabajo esencia del hombre. Pero
Marx entendía ese nombramiento (esencia) de forma dinámica,
porque el trabajo era definido como acción humana transformadora
de la naturaleza y como estructura de las relaciones sociales: las
distintas sociedades se organizan según las distintas relaciones de
producción en las que son engendradas. El trabajo aparece siempre
como estructura de configuración de esas relaciones de producción,
ya que es el mediador imprescindible para el devenir de la sociedad.
De esta manera, será en el trabajo donde el hombre halle su
esencia41, pero también la alienación42 de su condición humana.
40
Para observar críticamente la ambigüedad del llamado “humanismo cristiano”
puede consultarse la obra de Félix Duque: Contra el humanismo, (ed. Abada, 2003)
41
“Se puede diferenciar a los hombres de los animales por su conciencia, por la
religión o por lo que se quiera. Por su parte, ellos comienzan a diferenciarse de los
animales desde el momento en que empiezan a producir sus medios de subsistencia,
operación que está condicionada por su organización corporal. Al producir sus
medios de subsistencia, los hombres producen indirectamente su vida material
misma. La manera como los hombres producen sus medios de subsistencia depende
en primer lugar de la naturaleza de los medios de subsistencia que encuentran a
mano y que tienen que reproducir. Esta manera de producir no hay que considerarla
simplemente desde el punto de vista de que es la reproducción de la existencia física
de los individuos. Es, más bien, ya una especie determinada de la actividad de esos
individuos, una manera determinada de manifestar su vida, una manera de vivir
determinada de esos individuos. Lo que ellos son coincide, pues, con su producción,
tanto por lo que producen como por la manera como lo producen. Por lo tanto, lo
que son los individuos depende de las condiciones materiales de la producción”
(MARX, Karl: La Ideología alemana)
42
“En el trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que
mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí
fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja, y
cuando trabaja no está en lo suyo [...] de esto resulta que el ser humano (el
trabajador) sólo se siente libre en sus funciones animales, en el comer, beber
55
La centralidad del trabajo, como mecanismo de producción y
distribución social, en el estudio de la sociedad humana se veía, pues,
claramente expuesta en la filosofía de Marx. Sin embargo, la filosofía
marxiana del trabajo reproducía, quizá inconscientemente, la
consideración dialéctica con la que éste hubo de ser evaluado a lo
largo de la historia, porque en las sociedades de la antigua Grecia y
Roma, por ejemplo, el trabajo era considerado, por una parte, cosa de
esclavos y artesanos, y, por otra, modo de hacerse humano (Hesíodo).
En las sociedades modernas surgidas en el contexto de influencia de
la ética protestante, el trabajo era valorado de forma positiva, pues se
alude a él como garantía de éxito profesional y social, además de vía
de salvación. Las sociedades bajo influencia del catolicismo
mantenían la consideración dual del trabajo heredada de la Edad
Media: a un tiempo castigo divino y participación emergente del
hombre en la creación. En la actualidad, finalmente, el trabajo, como
modo de la acción social de los hombres, es la estructura básica de
organización y especialización social; además, el trabajo ha accedido
a un estadio de cientificidad y automatización que lo han convertido
en el criterio formador de los individuos. El crecimiento del trabajo
tiene hoy en día un carácter holístico: todo el mundo trabaja, o al
menos, tiene derecho al trabajo. Trabaja incluso el deportista y el
ocioso. Ocurre, pues, que ese derecho se ha tornado obligación si de
lo que se trata es de mantener las condiciones dignas de vida. Hoy en
día, todos somos esclavos de nuestro trabajo: los que lo poseen
porque son poseídos por él, los que no lo tienen porque necesitan
desesperadamente de él. Tal y como revelan sucesivas encuestas
sociológicas, el trabajo, o exactamente, su falta, es la preocupación
primera para la población, por encima de otros serios problemas
como el terrorismo, la educación o la inmigración.
Ahora bien, si de lo que se trata es de hacer una evaluación
onto-antropológica del trabajo en tanto que actividad radical humana,
habría que matizar el significado de trabajo como instrumento de
producción: el trabajo es, por excelencia, la actividad productiva del
56
hombre. De esta manera, el trabajo pone en contacto al hombre con
sus semejantes, estableciendo los criterios necesarios para una
identificación social, y pone en contacto, primeramente, al hombre
con la naturaleza; el trabajo es, así, criterio de identidad natural.
Como advierte Marx, “el trabajador no puede crear nada sin la
naturaleza, sin el mundo exterior sensible. Esta es la materia en que
su trabajo se realiza, en la que obra, en la que y con la que
produce”.
Gracias al trabajo, la técnica (reacción contra el medio,
corrección de la medianía biológica del hombre, aspiración al
bienestar) cobra una identidad social y gracias, también, al trabajo, la
naturaleza se hace humana: si la técnica convertía la naturaleza en
utensilio, el trabajo, por su parte, convierte dicho utensilio en
instrumentos institucionalizado de dominio social del hombre sobre sí
mismo y sobre la naturaleza. El trabajo reúne al hombre con la
naturaleza pero modificando a ambos43. El hombre se convierte, así,
en un ser necesitante, no sólo necesitado, ya que busca afanosamente
satisfacer sus necesidades por medio de la creación de otras nuevas;
la naturaleza aparece como el terreno de labor, el ámbito de
aplicación técnica del trabajo como fuerza.
43
“El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre,
proceso en que este realiza, regula y controla mediante su propia acción su
intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso el hombre se enfrenta
como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas
naturales que forman su corporeidad, los brazos, las piernas, la cabeza y la mano,
para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias
que la naturaleza le brinda. Y a la par de ese modo actúa sobre la naturaleza
exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las
potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia
disciplina (MARX, Karl: El Capital trad. Cast. Ed. FCE, 1946)
57
ninguna otra especie44 que trabaje? Pero, de nuevo, la respuesta no
nos dirige hasta una singularidad humana: al contrario de lo que
opinaba Marx, creo que el trabajo no esencializa la actividad del
hombre, porque el trabajo no es más que un medio, aunque muy
potente, por el que el hombre conjunta productiva o eficazmente su
doble dimensionalidad existencial: naturaleza y cultura.
Así pues, el significado de la acción “trabajo” cobra entidad
en tanto que mediación, no en tanto que sustantivización: la verdadera
“naturaleza” del “trabajo” no está en ser esencia, sino en valer como
medio. Mediación, como diría Kant45, entre la naturaleza y la cultura,
capaz de insertar la libertad en la historia. Incluso el análisis
jungeriano del trabajo –basado en la absolutización 46 del trabajo
como espacio vital de lo humano- no puede prescindir de aquélla
condición propia del trabajo consistente en ser mediación, pues el
propio Jünger reconoce que “el trabajo no es actividad en general
44
“Una araña ejecuta operaciones que semejan las manipulaciones del tejedor, y la
construcción de los panales de las abejas podría avergonzar, por su perfección, a
más de un maestro de obras. Pero hay algo en que el peor maestro de obras aventaja
a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta
en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de
comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado que
tenía ya existencia ideal” MARX, Karl: El Capital (trad. Cast. Ed. FCE, 1946)
45
El análisis marxiano del trabajo tiene una doble fuente de la que bebe: por un lado,
la economía política de Adam Smith; por otro lado, la representación filosófica que
Hegel y, antes que éste, Kant, hicieran del trabajo. Kant, en su programa de filosofía
de la historia (que puede verse ilustrado en obras como La Paz Perpetua e Idea de
una historia universal en clave cosmopolita) es quien primero enfatiza el carácter
mediador del trabajo como medio que pone en contacto naturaleza y cultura en el
hombre y como comienzo de la historia. Dos ideas, pues, fielmente recogidas por
Marx pero que el marxismo pretendió hacer originariamente suyas.
46
“El espacio de trabajo es ilimitado, de igual manera que la jornada de trabajo
abarca veinticuatro horas. Lo contrario del trabajo no es acaso el descanso o el
ocio; no hay, desde este ángulo de visión, ninguna situación que no sea concebida
como trabajo. Como ejemplo práctico de esto cabe mencionar el modo en que hoy se
entregan los seres humanos a sus esparcimientos. Estos esparcimientos, o bien
exhiben, como ocurre en el deporte, un patentísimo carácter de trabajo, o bien
representan dentro del trabajo un contrapeso coloreado de juego, como ocurre en
las diversiones, en las festividades técnicas, en las estancias en el campo, pero de
ninguna manera representan lo contrario del trabajo. Con esto guarda relación el
absurdo creciente de los domingos y días festivos de viejo estilo” (Ernst Jünger: El
trabajador. Dominio y Figura; trad. Cast. Ed. Tusquets, 1990, pg. 91)
58
sino que es la expresión de un ser especial que intenta llenar su
espacio propio, henchir su tiempo propio, cumplir sus leyes propias”.
Ese ser especial suponemos que es el hombre. Así pues, frente a la
animalidad y, por supuesto, frente a la cosa, el hombre se identifica
porque es un ser-que-trabaja y, en ese sentido, es admitida la
absolutización del trabajo –“de ahí que el trabajo, dice Jünger, no
conozca nada que se le oponga fuera de sí, no conozca ninguna
antítesis”-. Pero, en cuanto que ese trabajo vehicula social o
productivamente las operaciones, radicales o no, por las que el
hombre se realiza, entonces el trabajo admite, al menos, una
mediación: su propio ser mediado; la mediación que admite el trabajo
es ser él mismo mediación.
Sin embargo, el carácter mediador del trabajo no se agota en
la mediación entre naturaleza y cultura en el hombre, sino que
progresa hasta servir de puente entre los hombres: una vez afrontado
productivamente (mediante el trabajo y la técnica) el riesgo de vivir
en naturaleza, el hombre, ya convertido en modificador y señor de la
naturaleza, se convierte en siervo de sí mismo, porque el trabajo
disgrega la tribu, introduce la diferencia en el seno de la comunidad,
proporciona distintos niveles de estratificación social a los
individuos; en definitiva, el trabajo, aquella acción mediática (de
transformación de la naturaleza y profundización social de la técnica)
que colocaba al hombre frente a la naturaleza, ahora coloca al hombre
frente a su “igual” que, en ese preciso instante, deja de serlo para
apostarse como “otro”. Tal y como querían Hegel y Marx, el trabajo
es la expresión dialéctica de la condición social del hombre: por
medio del trabajo el hombre se afirma (se auto-funda o constituye)
frente a la naturaleza y se afirma frente a otro o prójimo, es decir, se
funda como conciencia de sí y de otro, porque, como dice Hegel, “la
autoconciencia (esto es, la conciencia que el hombre tiene de sí
mismo) alcanza la satisfacción solo en otra autoconciencia”.
Pero los resultados que proporciona el trabajo como
estructura de mediación entre naturaleza y hombre, por un lado, y los
hombres entre sí, por otro, son bastante diferentes, porque en el
primer caso, el resultado de la mediación es la condición de igualdad:
el hombre es hombre porque actúa sobre la naturaleza modificándola,
produciendo su propia vida; en cambio, en el segundo caso, el
resultado de la mediación es la desigualdad: el trabajo introduce el
59
privilegio, la ventaja de unos hombres sobre otros. Justamente en la
instauración de esta distancia surge la historia como dialéctica siervo-
señor (Hegel) o lucha de clases (Marx).
Ahora bien, ¿qué ha ocurrido para que la historia, como
proceso de dinamización de la acción humana “trabajo”, escenario de
libertad47 y autoconciencia48, se haya convertido, a partir de Marx, en
escenario de alienación? Sencillamente, que el trabajo ya no es
evaluado únicamente fijando su finalidad (producción de la vida
material, transformación de la naturaleza, instauración de la vida
social) sino que es evaluado, sobretodo, analizando sus condiciones
materiales de realización: el trabajo, a partir de la filosofía marxiana,
heredera en este punto de Hegel, rinde cuentas no sólo como proceso
mediador de autofundación del hombre frente a la naturaleza, sino
especialmente como proceso mediador de afirmación del hombre
como “dueño”: dueño de la producción (en tanto que
institucionalización económica de la fuerza) o simplemente dueño,
pronto embargado, de la fuerza. En definitiva, de hombre libre (Kant)
47
Para Kant la Historia es la articulación de la relación naturaleza y cultura bajo la
legitimación racional de la autoridad política y como vía de inserción de la libertad
en tanto que expresión de la plenitud de potencialidades naturales del hombre. La
Historia, en la perspectiva kantiana, cumple un plan teleológico diseñado por la
naturaleza, según el cual ha de ser posible racionalmente encumbrar al hombre
gracias a la técnica o trabajo, la civilización (entendida como progreso en la
conquista de derechos humanos y perfección del Estado) y la moral (entendida como
actuación por deber). Así, la Historia, como porvenir de la comunidad, es la acción
por la que nos dirigimos a cumplir el plan de la naturaleza, que consiste en la
realización del ideal de la Humanidad: el Sumo bien (reunión de virtud y felicidad).
Al respecto, puede verse el texto de Kant Idea de una Historia universal en sentido
cosmopolita.
48
La Historia, en Hegel, viene definida como el movimiento dialéctico de la Idea.
Hay que aclarar: primero, que la dialéctica es el sistema de correspondencia entre el
ser y el pensar por el que se hace posible el despliegue y conocimiento racional de lo
real; segundo, que la Idea es la realidad del Sujeto, entendiendo por éste el Espíritu (a
su vez concebido en la autoconcepción de tres momentos: subjetivo, objetivo y
absoluto) cuya autenticidad se logra en el concepto, pues el concepto es la realidad
como tal (recuérdese que, según Hegel, todo lo real es racional y todo lo racional es
real). Para Hegel, en definitiva, la Historia es el progreso de la libertad, la cual es
evaluada como autoconciencia, es decir, como realización de la voluntad racional en
el mundo ético. Véase al respecto al menos las siguientes obras de Hegel:
Fenomenología del Espíritu, Principios de filosofía del Derecho, Lecciones de
Historia Universal.
60
a hombre alienado (Hegel, Marx), ese es el recorrido realizado por el
trabajo como modo de concreción histórica de la acción.
Lenguaje
Hasta el momento han resultado pertinentes las apariciones
de la técnica y el trabajo en la constitución de la acción humana. Pero,
ahora, el tema es por qué ha de resultar también pertinente el
tratamiento del lenguaje como actividad radical, como dimensión
constituyente de la acción, conjuntivamente con las otras ya vistas.
Quizá porque como dice Sartre en El ser y la Nada: “El surgimiento
del otro frente a mí como mirada hace aflorar el lenguaje como
condición de mi ser”. El lenguaje aflora –continuando con Sartre-
bajo forma de mi cuerpo: “el lenguaje es nuestro cuerpo […] estamos
en el lenguaje como en nuestro cuerpo”. Y precisamente este aflorar
corporeizado del lenguaje hace que podamos rastrear su fundamento
antropológico: según Morin, “el lenguaje, aparecido en el curso de la
hominización, está en el núcleo de toda cultura y de toda sociedad
humana, y las lenguas de todas las culturas, incluso de las más
arcaicas, son de la misma estructura”49.
El lenguaje constituye, por tanto, la tarea integral de la acción
humana. En primer lugar porque, según Bergson en La evolución
creadora: “El lenguaje [...] proporciona a la conciencia un cuerpo
inmaterial en el que encarnarse”. En segundo lugar, porque como el
cuerpo, el lenguaje no sólo es para mí sino también para otro; como
dicen Marx y Engels en La ideología alemana: “El lenguaje es la
conciencia real, práctica, que existe también para otros hombres”.
En tercer lugar, porque el lenguaje configura el mundo: lógica,
simbólica, operacional o instrumentalmente, el lenguaje es la
posibilidad misma de que los hombres tengan un mundo. En este
sentido, “el lenguaje es el disco giratorio esencial entre lo biológico,
lo humano, lo cultural, lo social. El lenguaje es una parte de la
totalidad humana, pero la totalidad humana se encuentra contenida
en el lenguaje”50. En palabras de Gadamer en Verdad y método: “El
lenguaje no es sólo una de las dotaciones de que está pertrechado el
49
MORIN, E. El Método V, ed. Círculo de lectores, 2004, pg. 35
50
MORIN, E. El Método V, 2004, pg. 37
61
hombre tal como está en el mundo, sino que en él se basa y se
representa el que los hombres simplemente tengan mundo. (...) Y esta
existencia del mundo está constituida lingüísticamente”.
El lenguaje configura el mundo lógicamente si tenemos en
cuenta que, como sostiene Wittgenstein en el Tractatus logico-
philosophicus:
Lenguaje y realidad comparten la misma forma
(isomorfismo).
Ambos son descomponibles atómicamente: el lenguaje en
proposiciones (simples y complejas) y la realidad en hechos,
los cuales se componen de estados de cosas.
“El pensamiento es la proposición con sentido”
“La totalidad de las proposiciones es el lenguaje”.
Una proposición pinta o figura lógicamente un estado de
cosas
El conjunto de los estados de cosas representados
lógicamente es el mundo.
51
La primera evidencia de una mente simbólica en la especie humana se remontaba
hasta los 40.000 años, con la aparición de las pinturas rupestres en diversas regiones
del planeta; sin embargo, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga pretende demostrar que
hace 300.000 años treinta individuos fueron enterrados en la Sima de los Huesos de
Atapuerca por sus congéneres como práctica de un ritual religioso, el cual sólo podría
darse si tales individuos contaran con un lenguaje, es decir, con una estructura
comunicativa de carácter simbólico.
62
uso de símbolos. Es el símbolo el que transforma a una cría de homo
sapiens en un ser humano... Todo comportamiento humano consiste o
depende del uso de símbolos. El comportamiento humano es un
comportamiento simbólico; el comportamiento simbólico es un
comportamiento humano”.
Resulta imposible, pues, no sentir la naturaleza, no “mirarla”,
no tramar su coste bajo los auspicios del lenguaje, el adalid del sentir
y del pensar. En palabras de Enrique Pajón: “si la acción sobre la
cosa para transformarla en útil convertía al hombre en el
modificador de la realidad, la transformación de sonidos o trazos en
términos significantes repercutirá también en una nueva concepción
del hombre sobre sí mismo. El acceso al plano del lenguaje, en
efecto, convierte al hombre en creador de símbolos, de lo válido
abstracto, y, como primera consecuencia, en miembro de una
sociedad que tiene los caracteres también abstractos de un ser
viviente, en miembro de una cultura”52.
Finalmente, el lenguaje es un instrumento de comunicación
como forma de progreso del ser humano; en efecto, a través del
lenguaje el hombre se adapta al medio, a través del lenguaje el
hombre construye su realidad, su vida. A través del lenguaje,
también, el hombre adapta el medio a sus necesidades. Como sostiene
José Antonio Marina en su libro La selva del lenguaje: “El lenguaje
es, pues, la mejor herramienta de progreso de la que dispone el ser
humano. Porque el lenguaje es la estructura vital necesaria para
comenzar a desandar el camino de la naturaleza, es decir, para
enfrentarse autónomamente al medio con la fuerza y seguridad que
da la acumulación evolutiva del proceso de hominización y
humanización. El lenguaje instala al niño en el mundo con la ventaja
de las generaciones que lo precedieron”.
52
PAJÓN, Enrique: El ser y el hombre (ed. Fundamentos, 1989, pg. 66)
63
La ocupación ontológica de la realidad que lleva a cabo el
lenguaje hace posible la aparición no sólo de la objetividad, el mundo
exterior como tal, sino, al unísono, la experiencia de la subjetividad.
Por tanto, por el lenguaje, en el lenguaje y como lenguaje,
descubrimos el mundo, en el que quedamos integrados: objetividad y
subjetividad son dimensiones heredadas de la aparición del lenguaje.
Pero la presencia de la subjetividad deletrea la aparición radical del
otro como elemento constituyente de mi subjetividad, de mi propia
presencia: no es posible el yo sin el otro, la subjetividad es
originariamente intersubjetiva. La realidad es pronunciada por una
voz para-sí-para-otro. De este modo, el lenguaje provoca la presencia
de un mundo compartido: “Al introducir el objeto en los circuitos de
lenguaje, lo integro en un territorio de propiedad mancomunada”,
dice Marina.
Desde un punto de vista fenomenológico, el lenguaje es
garantía de construcción del Yo, es decir, de un sujeto autónomo
capaz de poseer y manejar la realidad y ser consciente de su propia
realidad, porque el lenguaje no sólo proporciona al sujeto la
objetividad a la que necesita confrontarse para ser, sino que le ofrece
en bandeja la objetividad de su propia subjetividad como conciencia.
De ahí que el análisis ontológico del lenguaje tenga que empezar
invariablemente por una investigación fenomenológica del mismo. La
radicalidad estructural de la conciencia (su base de intencionalidad)
es inseparable de lo que podemos llamar movimiento ontológico del
lenguaje: “El hombre se ha salido de la realidad para vivir en su
doble, el lenguaje” 53.
Ahora bien, ¿de dónde surge el lenguaje?. Esta cuestión
encierra otras dos preguntas: ¿cuál es el origen del lenguaje? y ¿cómo
se produce el lenguaje?. Si la primera puede carecer de sentido y, en
cualquier caso, como veremos a continuación, deletrea la carga
ideológica que acompaña (determinativamente) a toda representación
lingüística de la realidad, la segunda se puede contestar aludiendo a la
dinámica antropológica del lenguaje. Empecemos por aquí: ¿en qué
consiste la dinámica antropológica del lenguaje?.
53
PAJÓN, Enrique: El ser y el hombre (ed. Fundamentos, 1989, pg. 67)
64
El privilegio ontológico54 que ocupa el lenguaje humano es
correlato de un proceso antropológico de construcción de la relación
con la realidad más allá de su tematización instintiva.
Pero, lejos de ser una constante al alza, la existencia del
lenguaje refleja la irrelevante posición biológica del hombre en la
naturaleza: el lenguaje es resultado, en este caso, de una reacción ante
el débil bagaje biológico con el que el ser humano se presenta ante el
medio. El lenguaje es, así, una muestra de desvalimiento físico del
hombre, de su primitivismo morfológico, como rasgos del estado de
indeterminación (el hombre está determinado por la carencia) que
anunciara Gehlen bajo el concepto de “estar inacabado”; el lenguaje
es emblema de la radical menesterosidad del ser humano, su
inevitable condición de prematuramente nacido, que destacan Marina,
desde la perspectiva de una teoría de la inteligencia creadora, y
Arsuaga, desde el plano de investigación paleoantropológica.
54
“En el lenguaje no se transmite sólo el modo interpretar el mundo de una cultura,
sino, sobretodo, la experiencia ancestral que el hombre ha adquirido sobre sí mismo.
La gran epopeya de la inteligencia, la historia de su liberación del estímulo... todas
las aventuras y dramas de la humanización están reflejadas en el lenguaje,
transmitidas por el lenguaje, hechas posibles por el lenguaje”. MARINA, J. A,: la
selva del lenguaje (ed. Anagrama, pg 63)
65
conduce los procesos cognoscitivos a un punto que denomina de
“preparación para el lenguaje”. Dicho proceso de maduración
incluiría aspectos orgánicos y cognoscitivos. Por tanto, no se ha
probado más que tengamos innatas ciertas capacidades de
conocimiento.
Si bien falta mucho para descifrar la red genética completa
que se encuentra detrás de la emergencia del lenguaje, así como los
procesos de integración entre las distintas partes del cerebro que
permiten a los humanos manejar el lenguaje simbólico y, a través
suyo, erigirse en dueños de su destino, lo único que podemos
representarnos certeramente es que el lenguaje tiene un papel
imprescindible en la experiencia consciente. Por ejemplo: “La
apreciación consciente que tengo acerca de algo tan primitivo como
un dolor me hace pensar enseguida sobre cuál es la causa del dolor.
Me hablo a mí mismo: '¿Por qué me duele?, ¿está mejorando?,
¿cuándo va a desaparecer?, ¿en qué consiste este dolor?'. Mi
experiencia del dolor depende en gran medida de esa conversación
que tengo en mi interior” 55 . Por tanto, sin el lenguaje mi estado
consciente sería tan distinto que no lo podría llamar del mismo modo.
Independientemente de la fiabilidad de estos datos, lo que sí
es significativo es la vinculación plasmada entre lenguaje y estructura
biológica del hombre, es decir, entre evolución del cuerpo
(hominización) y evolución cultural (humanización). Esta vinculación
parece estar a la base de cualquier intento de rescatar los fundamentos
del lenguaje.
Pero todo esto nos conduce a un par de insidiosas preguntas:
¿Es específicamente humana la facultad del lenguaje? y, a renglón
seguido, dado que el lenguaje se produce culturalmente y la cultura se
crea y tramita lingüísticamente, ¿la cultura es la estructura de
singularización de lo humano frente al animal?.
En opinión de muchos el lenguaje es algo que caracteriza a la
especie humana y la distingue de las demás. Sabida es la tajante
postura de Lenneberg cuando sostiene que “no hay prueba alguna de
que un organismo no humano tenga la capacidad para adquirir ni
siquiera los estadios más primitivos del desarrollo lingüístico”56. Y
55
Charles Stevens, en EL PAÍS, 1 de septiembre de 2002
56
LENNEBERG: Fundamentos biológicos del lenguaje; cap. 5
66
más conocida aún es la tesis de Chomsky, según la cual “cualquiera
que se ocupe del estudio de la naturaleza y capacidades humanas
tendrá que abordar el hecho de que todos los seres humanos
normales adquieren el lenguaje, mientras que la adquisicón de sus
más elementales rudimentos se encuentra mucho más allá de las
capacidades de un primate por inteligente que sea”57.
Sin embargo, experimentos con chimpancés, llevados a cabo
desde el campo de la psicología principalmente, parecen contradecir
las tesis anteriores. Por ejemplo, tal y como los repasa Hierro S.
Pescador en su obra Principios de filosofía del lenguaje I:
En 1966 los Gardner entrenaron a una chimpancé, Washoe,
para que se manejara en el lenguaje de signos de los sordos. Washoe
llegó a manejar 132 signos y llegó a combinarlos espontáneamente,
llegando incluso a utilizarlos en secuencias de hasta cinco signos. De
tales experimentos se podía concluir que Washoe expresaba
intenciones semánticas y que alcanzó un nivel lingüístico semejante
al primer nivel del desarrollo infantil.
También en 1966, Premack entrenó a otra chimpancé, Sarah,
mediante el manejo de piezas de plástico de diferentes colores,
tamaños y formas, que representaban palabras. Sarah llegó a manejar
130 piezas con un porcentaje de acierto del 80%. Teniendo en cuenta
que algunas de esas piezas tenían un alto alcance semántico, se pude
decir que Sarah se comportaba lingüísticamente como un niño de dos
años, reproduciendo oraciones. Pero, a diferencia de éste, Sarah sólo
se interesaba por las piezas de plástico bajo estimulaciones, lo cual
evidenciaba una diferencia enorme con respecto a la curiosidad de los
humanos y una mayor pasividad que Washoe. Quizá el método
skinneriano empleado para el entrenamiento marcara los resultados
del mismo.
En 1978 Patterson toma a otro chimpancé, Koko, y el mismo
método de los Gardner, para realizar experimentos sobre la
adquisición del lenguaje. Koko era capaz de hacer preguntas y ofrecer
respuestas, llegando a manejar unos 375 signos y traduciendo
espntáneamente frases que oía en ingles. De esta manera, Koko
demostraba, con respecto a sus predecesores, un progreso semántico
considerable.
57
CHOMSKY, N: lenguaje y entendimiento; cap. 3
67
Como evidencia Hierro S. Pescador, cualquier experimento
de los anteriores pone de manifiesto que los primates superiores
pueden desarrollar capacidades y habilidades que no estaban en su
condicionamiento natural, es decir, que pueden aprender y que, de
hecho, han aprendido un lenguaje, si entendemos por tal un sistema
de signos utilizado para comunicarse. Sin embargo, esto no significa
que tal lenguaje sea comparable al humano, ya que éste posee una
complejidad y riqueza semántica que no se aparece en toda su
magnitud en los experimentos con los primates.
Arte
En un apartado de un artículo reciente, publicado en esta
misma Revista59, me ocupaba del la esencia modo de ser y aparecer
del arte. Resumiendo lo que allí
matizaba podría servir para esta
ocasión lo siguiente:
El arte es aquella región de la
acción cultural humana donde la
58
Hammersley y Atkinson: Etnografía. Métodos de investigación; trad. Cast. ed.
paidós, 2003, pg. 143
59
Salgado González, Sebastián: “la estética como conocimiento: semántica y
crítica” (en Duererías, Revista de Filosofía, nº 4, diciembre 2004, Zamora, pp. 160-
195)
68
materialidad no agota el sentido; una obra de arte es siempre mucho
más de lo que es, porque el arte produce simbólicamente una realidad
nueva que supera a la realidad fáctica. El arte es, así, el modo de
producción metafórico de lo posible: cada obra de arte es una
metáfora no tanto de lo que es o fue como de lo que puede ser, ya que
el auténtico y puro devenir es la presencia ineludible del arte. En este
sentido, el arte es la resolución utópica de la facticidad antropológica
de la realidad (“el hombre hecho para crear”, que diría Bloch): el arte
está abocado a crear, a re-crear la realidad re-inventándola. El arte es,
por tanto, una acción, una forma de expresión social, cuya actividad
es esencialmente creadora.
Ahí, precisamente, reside la superioridad y necesidad del arte:
superioridad, al modo hegeliano60, en tanto que su tarea es “llevar a
la consciencia los supremos intereses del espíritu” 61 ; necesidad,
porque, como hemos comentado, el hombre es “doble” y gracias al
arte reconoce su sí mismo auténtico: “la necesidad universal del arte
es la racional que tiene el hombre de elevar a la consciencia
espiritual el mundo interno y externo como un objeto en el que él
reconoce su propio sí mismo”62.
60
Comenta Hegel que “muy lejos de ser mera apariencia, a los fenómenos del arte
ha de atribuírseles, frente a la realidad efectiva ordinaria, la realidad superior y el
ser-ahí más verdadero” (Hegel, Lecciones de Estética; trad. Cast. Ed. Akal, 1989,
pg. 12).
61
Hegel, Lecciones de Estética (trad. Cast. Ed. Akal, 1989, pg. 15)
62
Hegel, 1989, pg. 27
69
El arte surge en la disposición dialéctica de la socialidad
humana; la sentencia de Sartre es clara: “sólo hay arte por y para los
demás”. Mi libertad, que es en el fondo el disparadero de mi voluntad
estética, sólo es posible como llamada o solicitud de la presencia del
otro.
El arte consiste en sus obras; obras que “escriben” la historia,
que hacen narrativa la existencia. El arte es una escritura utópica63,
vital y “acogedora” de la historia; una escritura en la que no sólo
participa el artista, al unísono lo hacen también el espectador y la
obra. Para escribir la historia el arte se sirve de la metáfora, pero hasta
tal punto la metáfora ocupa su lugar en el seno del arte, que éste se
transmuta en aquélla, porque el sentido que hace expreso el arte se
construye como símbolo de lo real. En la obra de arte el símbolo
representa el sentido. Por eso, la obra de arte no refleja, construye; la
obra de arte no copia, re-crea; en definitiva, la obra de arte hace
crecer la realidad, convirtiendo las cosas en símbolos. De este modo,
el arte como técnica productiva produce capital simbólico. La
centralidad del símbolo en el arte ya fue tematizada por Cassirer, para
quien el arte es una forma simbólica que hace de la acción humana
una actividad libre.
A pesar de que el arte no pueda resumirse en sus técnicas,
considerando a éstas como medios o instrumentos al servicio de la
expresión artística, la cual permanece inagotada ante las técnicas
artísticas, la técnica resulta, sin embargo, constitutiva del arte, porque
“en ella se sintetiza el hecho de que toda obra de arte fue hecha por
hombres, que todo lo que en ella hay de artístico es producto
humano”64 .
El arte es una fuerza productiva más de la sociedad, al tiempo
que el arte es un producto social, ya que el arte no existe al margen de
las instituciones que sancionan un producto como obra de arte.
Como fuerza productiva y producto social, el arte no está
limpio, sino manchado, es decir, pervive ideológicamente: “un arte
que no tenga nada de ideología es imposible… Sartre ha subrayado
con razón que el principio de l’art pour l’art que desde Baudelaire
había prevalecido en Francia (como en Alemania) sobre el ideal
63
Dice Adorno que “el arte se trasciende hacia lo no existente desde lo existente”
(ADORNO, TH. W.: Teoría Estética, trad. Cast. Ed. Taurus, 1986, pg. 299)
64
ADORNO, TH. W.: ibidem 1986,
70
estético del arte como presión moral, fue recibido con gusto por la
burguesía porque veía en él una forma de neutralización”65.
Finalmente, ni el artista ni el espectador pasan de ser meros
personajes, alígeros visitantes, pues, como decía Picasso, “todos
sabemos que el arte no es verdad. El arte es una mentira que nos
hace comprender la verdad… el artista ha de saber cómo convencer
a los demás de la veracidad de sus mentiras”. De ahí que el arte o
poder artístico de la mentira, como productor de apariencias, sea la
auténtica posibilidad de la existencia, su forma sublime y liberadora.
Gracias a la impostura como vivencia del arte, como su presencia
existencial, podemos “pensar de otra manera”: frente al dualismo
metafísico realidad/apariencia, podemos afirmar el monismo realidad-
apariencia.
65
Adorno, 1986, 309-10
71
actividades radicales, lleva al límite las posibilidades de acción,
porque el arte es capaz de reunir las actividades radicales bajo la
absolutización del principio de creación:
“Lo artístico que la nueva epifanía nos permite vislumbrar,
nada imita, nada reproduce; todo lo crea. Crea un mundo para el
hombre, crea al hombre mismo y, con él, su sensibilidad, su conducta
y su pensamiento […] Verdadero arte, pues, lo que con justicia puede
llamarse arte auténtico sólo lo hace el hombre cuando actúa sobre su
propio ser, cuando crea valores cuyo sentido se agota en el ámbito de
lo humano”66.
El arte, mejor que ninguna otra de las actividades radicales,
pone de manifiesto que la creación de símbolos como categoría de lo
humano (lenguaje) está estrictamente vinculada al papel del hombre
como modificador de la realidad (técnica, trabajo).
66
PAJÓN, Enrique: El ser y el hombre (ed. Fundamentos, 1989, pg. 143-5)
72
73
LA LITERATURA COMO INTERPRETACIÓN Y CREACIÓN
DEL UNIVERSO
1
Pessoa, Fernando. “Libro del desasosiego”. Ed. SEIX BARRAL. Barcelona, 1986.,
pág., 70.
2
Marina, J. Antonio. “Teoría de la inteligencia creadora”. Ed. ANAGRAMA.
Barcelona 1993, pág., 63.
dividirla en estancias y construir pasillos y relaciones para ir de una
a la otra”.
3
Precisamente esa diversidad es una muestra de la riqueza de experiencias
acumulada por el ser humano a través de los tiempos, así como de la importancia que
para la humanidad tiene preservar todas y cada una de las lenguas, cada expresión o
concepto, como fuente de conocimiento y vía de acceso a la realidad.
75
que actúa como mecanismo regulador de la conducta. Gracias al
lenguaje el hombre adquiere la conciencia de sí mismo, de la
subjetividad y de su autonomía. El hombre ya no estaría preso en un
mundo abrupto sino que es libre de ir desbrozando la realidad que lo
rodea y abrir nuevas vías a otros mundos posibles.
En la vida real nos resulta muy difícil realizar esa labor por
diversas razones: de un lado, desconocemos el futuro y también las
76
circunstancias que pueden o no ser favorables. Por otro, nos falta
perspectiva porque la realidad se nos da de modo fragmentario y
azaroso. Así, un texto literario viene a ser una variante imaginaria de
la vida real. El lector puede encontrar en la obra de ficción
experiencias vitales que le sean cercanas; se trata por lo tanto de una
variación imaginaria de la realidad misma que está presente por más
fantástica que nos parezca la obra.
La persona que se enfrenta a una obra lo hace desde un punto
de vista personal, pero no juzga la acción de los personajes. Acepta
las reglas de juego que le propone el autor de modo que su propia
vida queda suspendida, más tarde someterá la obra a juicio, pero
mientras participa de ella, pone su vida entre paréntesis iniciando lo
que Ortega llamó una isla de irrealidad. El texto siempre nos muestra
un abanico de posibilidades posibles que el lector hace como si
creyera, ya que es el único modo de enfrentarse a ella. De este modo
la obra pone ante nosotros una serie de experiencias de las que nos
apropiamos hasta el punto de que llegan a emocionarnos,
entristecernos, alegrarnos,…, lo que quiere decir que de algún modo
las vivimos. Una vez que la obra ha concluido retornamos al mundo
real y comparamos lo ficticio con nuestra realidad personal o social,
de modo que seguimos tendiendo puentes explicativos sobre la
realidad misma. En ocasiones, incluso, la propia obra de ficción nos
lleva a realizar una revisión de nuestra experiencia y quizá hasta a
variar nuestra trayectoria personal, los comportamientos, las
actitudes, etc.
4
Fernando Pessoa inventó el neologismo “otrarse”, hacerse otro, que puede
servirnos para entendernos, aunque él lo utilizara en relación con sus heterónimos.
77
aspecto crítico para impedir que una forma finita y limitada de la
realidad se consolide como absoluta y definitiva. Se trata de una
observación capital porque, evidentemente, la obra de arte nos
permite entrar en otra relación con la realidad, distinta de la que
tenemos con ella en la vida real.
Aún iríamos más allá diciendo que la ficción nos permite
establecer infinitas relaciones con realidades múltiples. Aquí, Pessoa
vuelve a darnos una lección magistral: “Reconocer la realidad como
forma de ilusión, y la ilusión como una forma de realidad, es
igualmente necesario e igualmente inútil. La vida contemplativa,
para siquiera existir, tiene que considerar los accidentes objetivos
como premisas dispersas de una conclusión inalcanzable; pero tiene
al mismo tiempo que considerar las contingencias del sueño como en
cierto modo dignas de esa atención a ellas por la que nos volvemos
contemplativos. Cualquier cosa, conforme se la considera, es un
asombro o un estorbo, un todo o una nada, un camino o una
preocupación. Considerarla cada vez de un modo diferente es
renovarla, multiplicarla por sí misma”5.
5
Pessoa, F. “Libro del desasosiego”. Ed. SEIX BARRAL. Barcelona 1986, pág.,
300.
78
forma que al hacerlo emprenden caminos únicos, incluso
desapercibidos para el propio autor, reflejan realidades originales que
constituyen una manera diferente de ver el mundo; ayudan a
conformar nuevos mundos. Realizan así una actualización constante
de la obra entre otras muchas posibles y por ello se la hacen propia, se
la apropian6.
6
Lo expresa Borges diciendo que “la realidad es como esa imagen nuestra que surge
en todos los espejos, simulacro que por nosotros existe (…) es decir que, para existir
y perdurar sólo cabe ser ficciones. El ser humano es un animal verbal que debe
autoinventarse lingüísticamente, porque la literatura no es menos real que lo que se
llama realidad”. Fernández Ferrer, A. 1988, 238. ANTHROPOS, Nº 142-143, pág.,
31.
7
En sentido propio vendría a ser un manuscrito antiguo del que se puede descifrar
una escritura primigenia que fue borrada. Otros autores hablan de intertextualidad o
transtextualidad o incluso literatura en segundo grado. Eso suprimiría la idea de
79
idea de literatura como libro único. Para él la historia de la literatura
no es sino la de unas pocas metáforas repetidas en variaciones
infinitas, pero siempre las mismas. Esta noción de la literatura como
reformulación de unas pocas imágenes conecta con el concepto
junguiano del inconsciente colectivo, reservorio de arquetipos o
imágenes primordiales comunes a toda la humanidad. Tales
arquetipos, que constituyen verdaderas pautas de conducta, se
proyectan como imágenes en los sueños, en los mitos y en las
producciones artísticas.
EL MUNDO POSIBLE.
81
pretendieron siempre una suerte de dominio de la realidad:
abarcándola en toda su unidad se la podía dominar. De ese modo el
carácter complejo de la realidad se fue escapando siempre entre los
huecos de la red que pretendían capturarla.
82
también Prigogine cuando se decide a encarar la realidad de manera
holística, como un entramado complejo y bullente de situaciones
azarosas que requieren de un enfoque amplio, donde caos y orden se
complementan.
83
epistemológico de la metáfora, según refiere Saúl Yurkievich 8 , el
albacea de Julio Cortázar, del que llegó a decir que escribía como
improvisando jazz. Dice Borges: “todo conocimiento tiene un origen
mitológico, es decir metafórico. Ninguno puede operar en el seno de
su propio orden sin traslaciones de sentido, sin transferencia a los
otros órdenes. Todo conocimiento resulta metafórico porque todo
sistema simbólico de representación –los sistemas simbólicos hacen y
deshacen el mundo- se origina metafóricamente, o sea, puede ser
endilgado a la esfera mítica”.
Según Borges tres mitologías urden nuestro saber: la
matemática, la física y la lírica. Las dos primeras tienen finalidad
cognitiva, la tercera pertenece al orden de la intimidad y la
afectividad. Sin embargo el logos rompió el hechizo y pretendió
acabar con el mito.
8
Yurkievich, S. “De lo gnómico a lo mítico (sobre algunas asombrosas mixturas)”.
ANTHROPOS, nº 142/143, pág., 55.
9
El cuento de la ciencia/ Ernst Jünger, la edad de los patriarcas. ARCHIPIÉLAGO,
nº 20.
84
Hacia los años setenta las relaciones entre metáfora y
filosofía fueron estudiadas por Derrida (La mytolhologie blanche) y
Ricoeur (La metáfora viva). Para el primero se había producido el fin
de la metáfora en filosofía; para el segundo, por el contrario, la
metáfora tenía la capacidad de renovar el lenguaje filosófico. Esta
controversia es el punto de encuentro de algunas cuestiones
filosóficas como las relaciones entre filosofía y lenguaje, la
consideración del lenguaje filosófico como horizonte de posibilidades
e incluso la relación entre verdad y lenguaje.
Es en Heidegger donde se encuentran muchos de los
elementos que constituyen el problema de la metáfora para la
filosofía; en concreto se refiere a la tradicional metáfora de la luz con
una visión particular: la del carácter débil y oscuro, indeciso, de la luz
misma, la declinación de la luz. Para Heidegger el ser no puede darse
sino ocultándose de tal modo que, si queremos conocer la verdad de
algo, debemos buscarla entre la luz y la sombra.
La metáfora entendida como lugar intermedio, indefinido, es
tanto apertura como distanciamiento, a la vez una vía de acceso y un
“situarse fuera de”. A este juego de apertura y vínculo puede
corresponder la modificación de nuestra idea de verdad 10 . Si la
metáfora remite a algo no será ya a una presunta verdad literal. El
lenguaje, antes lineal, pierde esa condición por efecto de la metáfora
y se transforma en un universo de posibilidades, como si de un juego
de espejos se tratara, nos muestra el otro lado, con sus realidades
superpuestas. Gracias a esa “visión” nos produce un reflejo de la
totalidad que nos resulta inabarcable, nos hace parecer inteligible la
realidad, trascendiendo y subvirtiendo la apariencia de la propia
realidad.
En el momento en que se crea la metáfora el lenguaje deja de
utilizarse con el criterio exclusivo de utilidad comunicativa, la
palabra deja de remitirse directamente a la cosa para remitirse a otra/s
palabra/s con lo que el espacio entre las palabras y las cosas se va
haciendo cada vez mayor. El lenguaje, de este modo, deja de ser
meramente informativo, va creciendo apoyándose en sí mismo y
desvinculándose del sujeto, se hace autónomo, abstracto, y va
10
Rovatti, Pier Aldo. “Como la luz tenue. Metáfora y saber”. Ed. GEDISA.
Barcelona 1990, pág., 20.
85
tejiendo una extensa red de sentidos. Podemos decir que la metáfora
amplia las dimensiones del mundo y a la par las posibilidades de
nuestro conocimiento, se convierte así en objeto de la epistemología.
Investigar por la metáfora en las relaciones del lenguaje es lo
mismo que investigar en las relaciones de nuestras ideas. La pregunta
que procedería es si se trataría del mundo de la vida husserliano o un
mundo simbólico siempre presente entre nosotros. Tal y como piensa
Ricoeur, la metáfora en el horizonte hermenéutico es agente de
tramados y deslizamientos, ninguna interpretación es más cierta que
otra, todas ellas están incluidas en el juego de la tradición, cada una
de ellas reactiva en su interior tal juego.
11
Lo que Foucault llama el lenguaje del afuera es el lenguaje alejándose de sí mismo,
no tanto el lenguaje en su positividad cuanto en el espacio vacío en el que el “yo”
deja de estar presente. Dicho de otro modo: el ser del lenguaje no aparece sino
cuando se produce la desaparición del sujeto.
12
Foucault, Michel. “El pensamiento del afuera”. Ed. PRE-TEXTOS. Valencia
1988, pág., 12.
13
Ibidem, pág., 27.
86
contextura de lo real. El mundo queda definitivamente fuera del
alcance de la palabra. La única originalidad posible, según él, es la de
concertar combinaciones distintas de las existentes. El escritor se
limita a manejar versiones de un corpus autorreferente (una de la
características de los sistemas complejos consiste, precisamente, en
ser autorreferenciales) y sustraído de lo real se dedica a realizar
circunloquios, recluido en el espacio mental. Epistemología,
cosmología, metafísica,…, todo es reconvertido en el ejercicio libre
de la especulación fantástica, instalado en el territorio de la ficción.
Todo es transferido al orden mitológico: remitido al origen14.
HACIA LA LUZ
14
“Para simbolizar el maremagno de lo real, Borges recurre al aleph, a la
enumeración caótica o al intrincado laberinto”. Yurkievich, S. ANTHROPOS, nº
142/143, pág. 57
87
y la Biblioteca de Babel, dos de las metáforas borgianas por
excelencia: “La biblioteca es ilimitada y periódica,…, si un eterno
viajero la atravesara en cualquier dirección, comprobaría al cabo de
los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo desorden,
que así repetido sería un orden, el Orden”.
Así, lo que llamamos azar no es más que la aparición
imprevista de circunstancias favorables o contrarias ante las que no
estábamos preparados pero a las cuales habíamos adecuado nuestro
modo de proceder para encontrarnos con ellas, porque la razón
artística se refiere a lo sentido íntimamente por quien la experimenta.
Se trata de una idea experiencial, intuitiva, imposible de enunciar
teoréticamente.
88
continuamente se transforma y se autoalimenta. Pero no se conforma
con su percepción sino que se afana en compartirla, consciente de que
las reacciones que el arte es capaz de generar en cada hombre son
modelos sugeridos del sentido que la experiencia y la existencia
pueden llegar a tener para cada cual y todos son igualmente valiosos.
15
“En nombre de esta virtud anticipadora, Schopenhauer descalifica por igual las
concepciones miméticas del arte y el realismo artístico: el arte no puede limitarse a
copiar la naturaleza, ni debe renunciar a su poder de evocación y
anticipación”.Marín Torres, J.M. “Schopenhauer: una estética para la redención”.
DOCUMENTOS A, nº 6, pág118.
16
Fernández, Teodosio. “La presencia de Schopenhauer en la literatura de Jorge
Luis Borges”. DOCUMENTOS A, págs., 64-65.
89
estoy hecho. El mundo, desgraciadamente, es real; yo,
desgraciadamente, soy Borges. Y aún más: Todo estado mental es
irreductible: el mero hecho de nombrarlo –id est, de clasificarlo-
importa un falseo. De ello cabría deducir que no hay ciencias en Tlön
-ni siquiera razonamientos. La paradójica verdad es que existen, en
casi innumerable número…El hecho de que toda filosofía sea de
antemano un juego dialéctico, una Philosophie des Als Ob, ha
contribuido a multiplicarlas. Abundan los sistemas increíbles, pero
de arquitectura agradable o de tipo sensacional. Los metafísicos de
Tlön no buscan la verdad ni siquiera la verosimilitud: buscan el
asombro. Juzgan que la metafísica es una rama de la literatura
fantástica. Saben que un sistema no es otra cosa que la
subordinación de todos los aspectos del universo a uno cualquiera de
ellos17.
17
Borges, J.L. “Tlön, Uqbar, OrbisTertius” Ficciones. Ed. Fondo de Cultura
Económica, México 1985, págs., 152-53.
90
hace devenir con ellos, nos toma en el compuesto18. Por eso el arte es
el lenguaje de las sensaciones, nos brinda una lengua con la que poder
aprenhender una realidad que de otro modo quedaría en el anonimato
más profundo.
18
Deleuze, G.-Guattari, F. “Qué es la filosofía”. Ed. ANAGRAMA. Barcelona 2001,
pág., 177.
19
Gavilán, Juan. “El desorden, la multiplidcidad y el devenir”. DOCUMENTOS A.
nº 6, pág. 86.
20
Ibidem.
91
pensamiento desconfiado y crítico que acepte la pluralidad, que se
someta al tiempo y al devenir21. Es evidente que no debemos pasar
del sueño de la razón a la razón del sueño, sino ser lo
suficientemente abiertos de miras como para vivir la vida, en su
sentido más amplio, usando todas las potencialidades de que el
hombre dispone para enfrentarse a la realidad y recrearla
continuamente. Cualquier intento de pensamiento requiere la
necesidad de aceptar la complejidad y la irreductibilidad de la
realidad.
21
Ibidem, pág., 89.
22
Prigogine, I. “La nueva alianza”. ALIANZA UNIVERSIDAD. Madrid 1983, pág.,
17.
23
En “Los límites del mundo”, E. Trías considera que con Nietzsche se inicia una
filosofía radical y afirmativa, frente al negativismo de Schopenhauer, que denomina
“pluralismo ontológico”. Se caracteriza por una voluntad creadora, donde la
multiplicidad, el devenir, la creación, son atributos de esa nueva concepción de la
realidad.
92
De martillos, botas y jarras. Heidegger y las cosas
HEIDEGGER, M., Sein und Zeit, Max Niemeyer Verlag, 16ª ed., Tübingen, 1986,
p. 68. Traducción española de José Gaos, El ser y el tiempo, Fondo de Cultura
Económica, 7ª reimp. de la 2ª ed. revisada, Madrid, 1989, p. 81. En la mayoría de las
ocasiones modificamos la traducción de Gaos.
94
!
Cuando nos ocupamos con algo no tenemos relación sólo con el útil
aislado, sino que éste arrastra un conjunto de referencias, una
totalidad que forma el horizonte de sentido desde el que aquél puede
aparecer como lo que es y que resulta anterior a él. El mundo entorno
es esa totalidad de referencias. Conviene entender adecuadamente de
qué manera es anterior al útil mismo la totalidad de referencias que
éste arrastra. Recurramos al clásico ejemplo del martillo al que
Heidegger dedica páginas muy conocidas. El conjunto de sus
referencias, la totalidad de
útiles y actividades a las
que remite es el taller, que
es anterior al martillo
mismo en tanto que
constituye el horizonte en
el que éste tiene sentido.
Incluso desde el punto de
vista de la producción el
martillo es posterior, pues
ha sido diseñado y
producido para ir a parar a
un taller que determina su origen y su vida y fijará, asimismo, su final
ya que si se estropea dejará de pertenecer a él y será apartado de allí.
Tenemos entonces que los llamados entes intramundanos
remiten a otros entes y, de este modo, se puede decir que van siempre
más allá de sí mismos. Heidegger expresa esta particularidad diciendo
que tienen una condición respectiva (Bewandtnis)2. En la descripción
del mundo se pueden encontrar cadenas de condiciones respectivas: el
martillo hace referencia al clavo al clavar, actividad que puede
remitir, por ejemplo, a la construcción de un refugio de montaña que,
a su vez, está en relación con la comodidad que en él encuentra un
excursionista cuando hace mal tiempo o con la posibilidad de salvarle
la vida si las circunstancias son especialmente desfavorables. Este
tipo de cadenas pone de manifiesto que la referencia de “para” de las
cosas-útiles, el ser de los utensilios que consiste en ser para, no
descansa en sí mismo, sino en el hombre. Los distintos “paras” que
determinan la estructura ontológica del útil remiten en último término
2
Ibid., p. 84. Gaos tradujo este término con la perífrasis “estar en conformidad con
algo”, p. 98 de la traducción.
95
a una posibilidad de ser del hombre. La realización efectiva del ser de
los útiles consiste en un “emplearlos para...” que desemboca en algo
que afecta de un modo u otro a nuestra existencia. Utilizando la
propia terminología de Heidegger, habría que decir que la totalidad de
referencias de los útiles hay que reconducirla a un "por mor de qué"
(Worumwillen) del Dasein. La extrañeza del lenguaje no debe
confundirnos, pues lo que se está diciendo es que aquello en virtud de
lo que los utensilios son es una posibilidad de ser o de actuar del
hombre. Esto supone que el marco en el que un útil aparece con
sentido está determinado por las posibilidades de ser del hombre y
éstas constituyen el horizonte donde el útil como tal puede ser
comprendido.
La consecuencia más relevante de este planteamiento es que el
carácter significativo de las cosas es relativo a la correspondiente
posibilidad del hombre. El ser de un clavo consiste en servir para
clavar, pero en un momento dado, a falta de un punzón, puede servir
también para hacer señales en una madera. En cada caso, su sentido
depende de la intención de la acción, de la posibilidad de ser humana
en la que está inmerso. El hombre aparece entonces como fundamento
de los útiles, pues éstos deben su ser a las posibilidades de aquél,
dependen de las posibilidades que el hombre proyecta “por mor” de
sí mismo.
Hemos expuesto hasta aquí de la manera más breve y sencilla
de la que hemos sido capaces el marco general en el que las
cosas/útiles hacen su aparición en Ser y tiempo. Ahora tenemos que ir
algo más lejos. La radicación de su ser en su utilidad y la tendencia
activa a organizar el espacio en función de las posibilidades de ser
humanas determinan asimismo la visión de la naturaleza que se nos
presenta en esa obra. Si el ser del utensilio consiste en su
funcionalidad, también las “cosas naturales” aparecerán
primariamente en el horizonte de lo que es utilizable para algo.
Heidegger, que nunca utiliza el verbo “ser” a la ligera, llega a decir
cosas tan sorprendentes como que “el bosque es reserva forestal, la
colina es cantera, el viento es viento “en las velas” [de un barco]”3.
La naturaleza queda concebida como un conjunto de útiles que
remiten a una posibilidad de ser humana. Se la descubre por medio
3
Ibid., p. 70/84.
96
!
4
Ibid.
5
Ibid., p. 412/445.
6
La "presencia" corresponde al famoso pero confundente “estar ante los ojos” de
Gaos. Se trata en todo caso de designar el ser de las cosas en cuanto éstas se
presentan como algo constatable por una visión objetiva.
97
naturaleza no parece susceptible de reducirse a algo meramente
presente, pues tiene un excedente expresivo que desborda con mucho
este carácter. La dificultad estriba en que Heidegger, como acabamos
de ver, ha atribuido a los entes naturales el modo de ser de lo “a la
mano” (“el bosque es reserva forestal”, decía) y aquí surge el grave
problema porque es indudable que las flores no son para nosotros
habitualmente algo presente, pero es muy dudoso que nuestra primera
mirada sobre ellas las descubra en su “empleabilidad”, en su carácter
de ser “a la mano”. La conclusión a la que debemos llegar es diáfana:
Del peso auténtico de la flor, de su fuerza expresiva o afectiva, es
difícil dar cuenta con las categorías desarrolladas en Ser y tiempo. Las
flores no son meramente presentes (a su auténtico ser no se accede en
una consideración estrictamente botánica, podríamos decir) y
Heidegger tiene razón en denunciar esta posible restricción, pero
tampoco cabe reducirlas a entes “a la mano”, que sería el modo de ser
que les correspondería al igual que al bosque, a la montaña y al viento
de los que nos hablaba.
Si extraemos alguna otra conclusión con respecto al modo de
pensar las cosas/útiles tanto artificiales como naturales en Ser y
tiempo, vemos que la principal carencia radica en la búsqueda de su
auténtico peso en el “ser a la mano”. Las cosas sólo llegan a ser lo
que son en tanto que la mano del hombre las mantiene atrapadas en su
para qué. Esta mano las convierte en rehenes y es la única que decide
sobre su sentido y significado. En definitiva, las cosas son para que
el hombre pueda ser, pero su fuerza expresiva y afectiva resulta
notoriamente desatendida.
7
HEIDEGGER, M., “Der Ursprung des Kunstwerkes”, en Holzwege, Vittorio
Klostermann, Frankfurt am Main, 1980. Versión española de Helena Cortés y Arturo
Leyte, “El origen de la obra de arte”, en Caminos de bosque, Alianza Editorial,
Madrid, 1996.
98
!
8
Ibid., p. 22/26 de la traducción española.
99
campo mientras sopla un viento helado. En el cuero está estampada la
humedad y el barro del suelo. Bajo las suelas se despliega toda la
soledad del camino del campo cuando cae la tarde"9. Las botas no son
sólo algo que sirve al campesino en la realización de sus trabajos,
sino que portan consigo todo el mundo de éste. Su ser radica en
pertenecer a la tierra y al mundo y no sencillamente en ser empleadas.
El cuero del que están hechas no es mera materia, sino que remite a
algo que no está en él, que pertenece a la tierra (la humedad, el suelo
etc.) y a la experiencia del propio campesino (la fatiga...).
En honor a la verdad también en Ser y tiempo se hablaba de
zapatos, pero entonces no podíamos encontrar nada de lo que
caracteriza la descripción de las botas, sino en todo caso una
descripción fría y desapasionada del proceso de producción para
acabar reduciéndolos a algo a la mano: "El zapato es para llevarlo [es
una obra] [...] En la obra hay una remisión a “materiales”. Está
necesitada del cuero, del hilo, de los clavos, etc. El cuero, a su vez, es
producido a partir de las pieles. Éstas se sacan de animales que han
sido criados por otros [...] Según esto en el mundo circundante se da
el acceso a entes que [...] ya están siempre a la mano"10.
La distancia entre este texto de 1927 y los anteriormente
citados de 1935 es considerable. En Ser y tiempo la cosa entendida
como utensilio sale de sí misma pero lo hace sólo para remitir
retrospectivamente a una especie de “cadena de producción” o
teleológicamente a una actividad humana. Los zapatos descritos
carecen de carga afectiva, pues no se puede ver en ellos la monotonía
de los días del que los lleva, ni los esfuerzos que realiza en las tareas
del campo. Pocos años después, con el ensayo sobre la obra de arte,
va surgiendo la idea de que la esencia de las cosas no está en su ser a
la mano, ni en su integración en una cadena productiva o en una
sucesión de posibles acciones en las que su carga expresiva se diluye.
En efecto, en textos posteriores a este ensayo, recogidos también en
Caminos de bosque, se puede comprobar que la producción no sólo
no abre las puertas de lo que las cosas son, sino que las cierra
definitivamente.
Acudamos a algunos pasajes de “¿Y para qué poetas?” y
comprobaremos que precisamente no dejar ser a las cosas es lo propio
9
Ibid., p. 23/27.
10
HEIDEGGER, M., Sein und Zeit, op. cit., p. 70/83.
100
!
11
HEIDEGGER, M., “Wozu Dichter?", en Holzwege, op. cit., p. 265/259.
12
Ibid., p. 289/283.
101
está segura de su mundo"13. Reconocemos abiertamente que encontrar
una versión satisfactoria para Verlä lichkeit no es tarea fácil.
“Fiabilidad”, la opción elegida en la por lo demás excelente
traducción de Caminos de bosque, tiene el problema de remitir aún
demasiado al empleo y al uso, dando la impresión de que se quiere
acentuar la idea de que la cosa se muestra fiable al utilizarla (la
fiabilidad de un automóvil por ejemplo). El texto, sin embargo, ofrece
una indicación más precisa para entender el término de otro modo,
aunque por nuestra parte no nos atrevamos a proponer una traducción
mejor. Se dice que la “labradora se abandona”, mostrando confianza
en la cosa a la que no considera sólo como un ser a la mano, sino
como parte de su vida. De este modo, el sentido de la cosa no viene
dado exclusivamente por la actividad humana, sino que este factor,
estando aún presente como no puede ser de otro modo, no agota ya el
horizonte de significado en el que la cosa aparece. Como ha visto
Ripalda, la fiabilidad se podría entender como “aquello que no
procede de nuestro hacer, dejado y aun abandonado, defectivo, a la
vez que vector de todo posible hacer”14.
En primera instancia, por tanto, la fiabilidad como ser de la
cosa no permite que se la reduzca a su capacidad de función; va más
allá del “para qué”, pero en el ensayo sobre la obra de arte no se
revela aún de manera inequívoca en qué consiste este más. Sí se
puede saber que supone una intensificación de la referencialidad de la
cosa y una cierta integración de ésta en la vida afectiva que rebasa las
meras posibilidades de uso. La carga anímica de las cosas se hace
valer con esta categoría con la que Heidegger parece querer enmendar
posiciones sostenidas en Ser y tiempo. No obstante, la mencionada
fiabilidad continúa siendo explicada de un modo insuficiente. Siendo
lo que otorga a las cosas su auténtico peso y motiva que sean más que
una mercancía o un objeto de uso, no encontramos datos concluyentes
que aclaren su naturaleza.
Este sería un problema desde luego no menor al que se une
otro, también de relevancia. Heidegger aspira a hablar del ser propio
13
HEIDEGGER, M., “Der Ursprung des Kunstwerkes”, en Holzwege, op. cit., p.
23/27.
14
RIPALDA, José María, “Los zapatos de Van Gogh y el templo griego”, en De
Angelis. Filosofía, mercado y postmodernidad, Editorial Trotta, Madrid, 1996, p.
126.
102
!
15
HEIDEGGER, M., “Der Ursprung des Kunstwerkes”, en Holzwege, op. cit., p.
22/26.
103
se muestra completamente esquivo. Con el ensayo de la obra de arte
compartiría el hecho de que la reducción de esta cosa a su producción
tampoco permite acceder a su ser. Sin duda que su dimensión
material -lo que daría pie a hablar de cómo ha sido modelada o para
qué se ha diseñado de ese modo- es esencial, pero no es en ningún
caso explicativa. El rasgo fundamental que Heidegger acentúa en la
jarra es el vacío por ella dispuesto mediante el cual se puede llenar de
vino, por ejemplo. El vacío da al recipiente su constitución y no es un
mero resultado, sino que desde el comienzo determina el proceso de
la donación de la forma.
De este modo Heidegger intensifica notablemente la plenitud
de referencias que hacen que la jarra sea lo que es. Incide así en que
lo que las cosas son se alcanza en el despliegue de sus
manifestaciones o de las acciones que con ellas se realizan. Con la
jarra llena de vino se trata de escanciar o de hacer una ofrenda, una
acción en principio sencilla que, en opinión de Heidegger, abre todo
un mundo en el que quedan incluidos los cuatro, la cuaterna o la
cuaternidad –que son las diversas traducciones que se han ofrecido
del Geviert- de tierra, cielo, mortales y divinos. El agua y el vino son
dones de la tierra y del cielo, los mortales sacian con ellos su sed y
pueden hacer libaciones y ofrendas a los dioses inmortales. La cosa
ha reunido y ha coaligado en sí todo un mundo: “La jarra es una cosa
en la medida en que hace cosa [cosea]. Haciendo cosa hace
permanecer tierra y cielo, los divinos y los mortales; haciendo
permanecer la cosa acerca unos a otros a los cuatro en sus lejanías”16.
A pesar de las dificultades que entraña el pensamiento de Heidegger
sobre esta famosa cuaternidad, en relación con las cosas sí se puede
decir con cierta seguridad lo siguiente: al pensar cada uno de los
elementos por separado co-pensamos los otros tres, pero lo esencial
es que ellos no están presentes en cada cosa por sí mismos, sino en
virtud de la fuerza y de la actividad de la cosa. Su poder llega hasta el
punto de que es ella misma la que hace que la cuaterna perdure. Cada
uno de los cuatro se refleja en la cosa, en cada cosa, de maneras
nuevas y cambiantes, conforme a la índole de ella misma, a la vez que
16
HEIDEGGER, M., “Das Ding”, en Vorträge und Aufsätze, Neske, Pfullingen,
1954, p. 170. Traducción castellana “La cosa” en Ensayos y conferencias, Ediciones
del Serbal, Barcelona, p. 154.
104
!
la imagen que resulta del reflejo de los cuatro en ella incide sobre su
constitución17.
17
Para un desarrollo más amplio de este punto cf. el artículo de Mariano Álvarez
Gómez, trabajo al que tanto debe el nuestro, “Una peculiar vuelta a las cosas”, en
Acercamiento a la obra de Martín Heidegger, Sociedad Castellano-Leonesa de
Filosofía, Salamanca, 1991, p. 23s.
18
HEIDEGGER, M., “Das Ding”, en Vorträge und Aufsätze, op. cit., p. 173/157-158.
105
Imaginación y artificio: «…el más real y el más sólido infierno de
la vida…»
1
David Hume, A Treatise of Human Nature: Being an Attempt to Introduce the
Experimental Method of Reasoning into Moral Subjects. Reprinted from the original
edition in three volumes and edited with an Analytical Index by L. A. Selby-Bigge.
Oxford: Oxford at the Clarendon Press, 1888 (Second edition with text revised and
notes by P. H. Nidditch, 1975), p.187. A partir de ahora se citará el libro bajo las
siglas, THN, número de libro en romanos, parte en romanos, sección en letras
minúsculas y página en arábigos. En el cuerpo de texto se presentará la traducción
castellana (salvo referencia explicita por desacuerdo con la traducción) de Félix
Duque, Tratado de la Naturaleza Humana. Madrid: Tecnos, 31998, y a pie de página
el texto original. Así la cita es: THN, I, IV, ii, 205.
2
THN, I, II, ii, 32.
3
Cfr., THN, I, II, i y ii, «Of the infinite divisibility of our ideas of space and time» y
«Of the infinite divisibility of space and time», respectivamente.
"#
4
es una tabula rasa . Para Hume, invirtiendo las posiciones de Locke,
no se trata de que todo el conocimiento, incluso el de la regla, sea
dado mediante o en la experiencia 5 , sino que a ella debe ser
reconducido como instancia de legislación última. En el pensamiento
de Hume la forma de organización interna del conocimiento está
posibilitada por la naturaleza humana en cuanto es parte constituyente
de la Naturaleza. En otras palabras, no se trata de que estos principios
estén previamente inscritos y determinados en su forma objetiva en la
naturaleza humana, sino del modo en cómo las percepciones hacen su
presencia, de esa forma, a la conciencia. La razón y el entendimiento6
son únicamente la forma mediante la cual un objeto exterior a la
conciencia causa una percepción7. Una forma que se encuentra, en la
reflexión, destituida de todo contenido, pero que, no obstante, no se
puede entender como forma pura, ya que debe ser reducida a la
inmediatez de la experiencia. La mente, en cuanto inserta en la
Naturaleza, contiene ya los principios, las reglas del juicio, que son
justamente los principios naturales de asociación de ideas. En última
instancia, estos principios están posibilitados por la forma que dicta la
experiencia, y la experiencia está adscrita a la estructura del órgano
sensorial, el sentido común. Los principios de asociación son, pues,
4
Cfr., para la discusión del tema John Locke, Essay Concerning Human
Understanding. London: Everyman’s Library, (1947) 1992, Book I, «Of Innate
Notions», especialmente los capítulos II a IV. Leemos en I, IV, 3: «The names
impossibility and identity stand for two ideas so far form being innate or born with us
that I think it requires great care and attention to from them right in our
understandings. They are so far from being brought into the world with us, so remote
from the thoughts of infancy and childhood that, I believe, upon examination it will
be found that many grown men want them». El pasaje es tan claro cuanto irónico,
pero demuestra claramente sus posiciones. La edición del texto de Locke es de John
W. Yolton.
5
La referencia de Hume es explícita en la nota a THN, I, I, i, 2.
6
Aunque constituyan facultades distintas y con distintas funciones son aquí
equiparados por la estructura de la Naturaleza. Es decir, razón y entendimiento son
Naturaleza interiorizada. Veremos después cómo éstas se pueden reducir a la
imaginación. De hecho, es esta última reducción lo que constituye el leit motiv de la
obra de Deleuze Empirismo y subjetividad.
7
Una terminología semejante la encontramos en John Yolton, Perceptual
Acquaitance. From Descartes to Reid. Minneapolis: University of Minnesota Press,
1984., p. 162. Dice: «He [Hume] was reluctant to claim that external objects cause
perceptions (for reasons found n his phenomenological analysis of causal
phenomena), but, he was able to say that they occasion our perceptions».
107
naturales, dictados por la Naturaleza. La forma humana de la
percepción es ya una forma reglada, obedece a reglas que están dadas
por la comunidad de la sensibilidad 8 . Pero el conocimiento de las
reglas sólo se consuma en tanto que éstas determinan, en tanto son
conocidas por sus efectos. Se sabe qué es así, no por qué es así. La
forma de la regla es la forma de la repetición, del hábito9, a saber, de
una unidad sintética de las idea de la imaginación. La regla es, de esta
forma, la experiencia. La experiencia es ley, pero una ley sin
contenido. La experiencia, ella misma, tiene la estructura de la regla.
La experiencia es así el principio primero del pensamiento humano,
por lo menos tal y como es concebido por David Hume. De esta
forma, tendremos necesariamente que distinguir interioridad y
exterioridad. Para ello se deben seguir los principios que se han
establecido para la experiencia. Las palabras que ahora presentamos
constituyen una aclaración de lo anteriormente establecido, dice
David Hume en el Tratado: «podemos formarnos una idea de una
montaña de oro, y concluir de ello que tal montaña puede existir
realmente. No podemos formarnos en cambio la idea de una montaña
sin valle, por lo que consideramos que es algo imposible»10.
8
O sentido comum como tambien lo designa David Hume.
9
Maurizio Ferraris en La imaginación. Madrid: Visor, 1999, vio con claridad este
punto: «El genio de Hume se demuestra precisamente a propósito de la verificación,
que prescinde del deus ex machina de Berkeley, y se apoya en una doctrina del hábito
que desarrolla la teoría aristotélica del análogo de la razón. Habitus no es sino la
iteración de la huella; pero a esto Hegel dirá que el hábito es, como la memoria, un
aspecto difícil en la organización del espíritu. Hume da un rodeo a la problematicidad
de las ideas generales en Locke, transfiriendo el principio de generalización desde el
objeto al sujeto: no es la señal de tráfico la que transciende al triángulo equilátero
general, es la tabla de mi memoria la que asocia todas estas ocurrencias bajo una
señal general, de la que cada una de ellas es una actualización. […] De hecho, de los
sentidos no llega ni la creencia en la existencia continua de los objetos, incluso
cuando no son percibidos, ni la creencia, que está obviamente conectada a ello, en el
hecho de que su existencia esté separada de la percepción que de ella tenemos», p.
106. Pero es la experiencia la que crea, mediante la función de la memoria, el hábito,
aunque el hábito nos lleve a delimitar, posteriormente, un campo de experimentación
totalmente nuevo. También Ferraris era consciente del problema que está aquí en
juego, razón por la cual, como nosotros, crea que es mínima la distancia que separa
Hume de Kant: «Si esto es cierto, un delgadísimo tabique separa la doctrina del
hábito del transcendentalismo», op. cit., p. 107.
10
THN, I, II, ii, 32.
108
"#
11
THN, I, III, xvi, 179.
12
Sobre el tema Cfr., G. Deleuze, Empirisme et Subjectivité. Essai sur la nature
humaine selon Hume. Paris: PUF, (1953) 41988,. p. 6: «L’association est une loi de la
109
naturaleza hombre, posibilita la solidificación de todo el
conocimiento humano. Como consecuencia de esto se produce la
ordenación y presentación de lo que es «naturaleza humana». El
principio de la regla está dado por la universal y original constitución
de la naturaleza humana: «aquí hay, pues, una especie de armonía
preestablecida entre el curso de la naturaleza y la sucesión de nuestras
ideas, y, aunque los poderes y las fuerzas por las que la primera es
gobernada nos son totalmente desconocidos, de todas formas
encontramos que nuestros pensamientos y concepciones
(conceptions) han seguido la misma secuencia que las demás obras de
la naturaleza. […] Si la presencia de un objeto no hubiera
inmediatamente excitado la idea de los objetos usualmente unidos a
él, todo nuestro conocimiento hubiera tenido que limitarse a la
estrecha esfera de nuestra memoria y sentidos, y nunca hubiéramos
sido capaces de ajustar medios a fines o emplear nuestros poderes
naturales»13.
El conocimiento tiene, pues, una estructura debilitada, es
decir, es siempre un conocimiento temporalmente marcado y
restringido. Sin embargo, la esperanza en una armonía futura, en otros
dominios, no queda fuera de toda posibilidad. Esa esperanza está
fundada en la formalidad pura de la asociación natural de ideas: es un
puro poder ser. Esos ámbitos constituyen los dominios de la moral y
la política, así como el del arte. Pero esa armonía solamente se realiza
mediante convenciones, artificios, que como afirma Hume, están
enraizados en las pasiones humanas. Estas pasiones son aquello que
define al hombre qua hombre. En otras palabras, todos los artificios
en el dominio de la moral, estética y política son artificios naturales,
por lo que una vez más llegamos a la conclusión de que el hombre es
un ser naturalmente artificial. Un ejemplo de ello lo representa, de
forma explícita, el concepto de justicia14.
Para la comprensión de la filosofía de David Hume se
muestra sin duda de gran utilidad el estudio del proceso genético de la
formación del conocimiento. En este análisis se deberán manifestar
tanto la posición de los elementos nucleares de toda la reflexión,
nature; comme toute loi, elle se définit par ses effects, non par une cause. […] La
finalité est l’accord des principes de la nature humaine avec la Nature elle-même».
13
ECHU, V, 44 (54/5) . El subrayado es nuestro.
14
Cfr., THN, III, II, ii, 498.
110
"#
15
THN, I, I, i, 1. Esta idea ya fue comentada en el Capítulo 2 de éste trabajo.
16
«Thought or consciousness», THN, I, I, i, 1.
17
Encontramos una formulación semejante en A. L. Leroy, David Hume. Paris:
Presses Universitaires de France, 1953, p. 29.
111
De esa realidad no puede haber conocimiento. Más allá del
momento perceptivo no es posible determinar con absoluta certeza su
existencia externa y continuada. Lo que queda fuera de todo ámbito
de fundamentación última es la existencia de esa realidad extra-
consciente, ya que la única vía de acceso a ella es justamente la
percepción. Pero la realidad en cuanto potencia para crear efectos
debe ser postulada como principio. La realidad produce efectos. La
realidad es efectiva. Esta su única definición posible. Pero su
conocimiento debe ser siempre mantenido en suspenso. Esta es la
razón por la cual puede Hume afirmar lo siguiente: «nuestros sentidos
no presentan sus impresiones como imágenes de algo distinto,
independiente o externo, ya que no nos transmiten sino una simple
percepción, y no nos entregan nunca la más pequeña referencia a algo
más allá. La percepción no puede producir jamás una idea de una
existencia doble, a menos que lo haga mediante una inferencia de la
razón o de la imaginación» 18 . Las imágenes o representaciones
plantean, pues, otro problema, el de la inmanencia y trascendencia de
los objetos.
La cuestión principal es la que se consolida en el binomio
inmanencia y trascendencia
e interioridad y
exterioridad. Los
presupuestos de la filosofía
de Hume legitiman
solamente una concepción
inmanente de todo el
conocimiento. Se puede
afirmar que toda la vida del
espíritu se mueve entre
fenómenos internos de la
conciencia. El límite que
marca esa frontera está
dado, justamente, en el
fenómeno perceptivo. No
existe posibilidad alguna de
trascender los límites de lo
18
THN, I, IV, ii, 189.
112
"#
19
THN, I, IV, vii, 269: «Most fortunately it happens, that since reason is incapable of
dispelling these clouds, nature herself suffices to that purpose, and cures me of this
philosophical melancholy and delirium, either by relaxing this bent of mind, or by
some avocation, and lively impression of my senses, which obliterate all these
chimeras». En otro pasage deja dicho que THN, I, IV, vii, p. 272: «Philosophy on the
113
mismo Hume sufrió en temprana edad y que él mismo llamaba «la
enfermedad de los Doctos»20. Eso es lo que sale al paso este pasaje
del Tratado de la naturaleza humana: «la razón no puede mostrarnos
nunca la conexión de un objeto con otro. Por tanto, cuando la mente
pasa de la idea o impresión de un objeto a la idea de otros, o creencia
contrary, if just, can present us only with mild and moderate sentiments; and if false
and extravagant, its opinion are merely the objects of cold and general speculation,
and seldom go so far as to interrupt the course of our natural propensities».
20
Estos es lo que cuenta Hume en una carta fechada en marzo o abril de 1734: «El
Derecho, que era la profesión que se había pensado que yo siguiera, me pareció algo
nauseabundo; y no pude pensar de otro modo de abrirme camino en el mundo, que el
de hacerlo como hombre de estudio y filósofo. Fui inmensamente feliz con esta
manera de vivir durante algunos meses, hasta que finalmente, a comienzos de 1729,
todo mi ardor pareció consumirse en un instante, y no puede mantener mi entusiasmo
a la misma altura que antes me había procurado un placer extraordinario. Cuando
dejaba un libro que tenia entre manos, no sentía ni inquietud ni falta de vigor, y, por
lo tanto, no imaginé nunca que hubiera en ello ninguna enfermedad […]. Así, que no
hice caso de su advertencia. Por fin, hacia el mes de abril de 1730, cuando contaba
con 19 años de edad, un síntoma que al principio apenas se había hecho notar
aumentó considerablemente; y aunque no me causaba mayor molestia, su novedad
me hizo buscar consejo. […] Al mencionárselo a mi médico, se rió de mí y me dijo
que era ahora hermano suyo, pues había contraído la Enfermedad de los Doctos».
Esta enfermedad es algo que surge inadvertidamente y que va condicionando toda la
vida. El estado crítico patológico que deviene da la filosofía es peligroso, según el
mismo Hume, porque se instala en el hombre sin que este sé dé cuenta de que lo
padece. La filosofía surge, pues, como un virus del que hay que precaverse. Es un
proceso de contaminación: «[mí medico] tuvo gran dificultad en persuadirme de esto,
pues yo no encontraba en mí nada de esta depresión de ánimo de la que se lamentan
todos los que sufren de este mal». Una vez afectados por el virus filosófico no hay
manera de poder curarse, solamente el saberse enfermo puede aminorar sus efectos:
«aunque sentía verme afectado por enfermedad tan tediosa, el tener conocimiento de
ella me tranquilizaba». En David Hume, The Letters of David Hume. Edited by J. Y.
T. Greig (2 vols.). Oxford: Oxford at the Clarendon Press, 1969, vol. 1, pp. 9-11, p.
10. La traducción es nuestra. La carta es de 4 de julio de 1727, es decir, cuando el
filósofo contaba apenas con escasos 15 años. En 1834, en una carta al doctor John
Arbuthnot [según una corrección que hace E. C. Mossner en «Hume’s Epistle to Dr.
Arbuthnot, 1934. The Biographical Significance» (Huntington Library Quarterly,
vol. VII, 1934, pp. 135-152) a John Burton, quien por primera vez publicó esta carta
(Life and Correspondance of David Hume. Edinburgh, 1846) atribuyendo como
destinatario de la misma al Dr. George Cheyne. En la edición de Greig (op. cit., pp.
12-18), la que manejamos y que se publicó por primera vez en 1932, todavía aparece
como destinatario el Dr. Cheyne. Entre nosotros esta carta fue traducida y publicada
por Carlos Mellizo en David Hume, Escritos epistolares. Madrid: Noesis, 1998, pp.
21-29.
114
"#
en él, no está determinada por la razón, sino por ciertos principios que
asocian las ideas de estos objetos y las unen en la imaginación. Si las
ideas no tuvieran más unión en la fantasía que la que los objetos
parecen tener en el entendimiento, jamás podríamos realizar una
inferencia de las causas a los efectos ni basar nuestra creencia en
ningún hecho. Por lo tanto, la inferencia depende exclusivamente de
la unión de ideas21». La creencia, o sea, la posibilidad de tránsito de
ideas, la experiencia misma, el pasar del tiempo, su materialización
tienen su fundamento en la imaginación. Pensar la posibilidad de la
vida es la misma cosa que pensar la potencialidad de la imaginación,
de lo artificial. Esto es lo que sucede con el sentimiento del orgullo,
fundado en una «doble relación de impresiones e ideas» 22 y que
constituye, en último término la materialización del «yo», la creencia
en su existencia firme y estable. El yo se vuelve así el centro en torno
al cual todo gira. Pero tal proceso es un proceso artificioso, un
artificio de la imaginación, y constituye, en las mismas palabras de
Hume: «el más real y el más sólido infierno de la vida». De forma
muy acorde con el espíritu de Hume, decía Goethe en la primera línea
del poema Vanitas! Vanitatum vanitas! (1806): «Ich hab’ mein Sach’
auf nichts gestellt»23. ¿No será esta una buena razón para volver a
cotejar los textos de Hume?
21
THN, I, III, vi, 92.
22
THN, II, I, v, 287.
23
Esta es la estrofa con que Max Stirner en 1845 abre su Der Enzige und sein
Eigentum.
115
Imágenes convencionales. Otra vuelta de tuerca a la relación entre
palabras e imágenes
117
sombrero de forma impaciente, irritada, o quizás incluso
irónicamente, con lo cual, mediante una especia de empatía,
podríamos deducir algo sobre si estado de ánimo. Y todas estas
características, subraya Panovsky, son accesibles a cualquier persona
que presencie la escena.
Por el contrario, sus características secundarias o su
“significado convencional” es propio del mundo occidental. No
podría esperarse ni de un aborigen australiano, ni de alguien
perteneciente a la Grecia Antigua que comprendiera que el quitarse el
sombrero no es sólo un hecho práctico con unas connotaciones
expresivas, sino también un signo de amabilidad.
De esta manera, Panovsky subraya que son los códigos, las
convenciones en el comportamiento, convenciones compartidas por
las dos personas que se han encontrado en la calle, las que determinan
el significado de lo que sucede y las que permiten el paso de las
características primarias a la secundarias, un paso en el que se
produce un cambio desde lo sensible a lo inteligible, desde lo
inconsciente a lo consciente. De forma paralela a estas características
que le han servido para estructurar el significado de un gesto, define
los niveles complementarios en los que se muévela interpretación de
las imágenes en el arte: pre-iconográfico, iconográfico e iconológico.
La descripción pre-iconográfica permite la identificación de lo que es
visible inmediatamente en un cuadro, y está enraizada o en la
experiencia común o en los sentimientos del artista; por su parte, el
nivel iconográfico se centra estrictamente en el carácter convencional
de la imagen y está “coordinado”, es decir, implica tanto un intento
de ser comprendido como un intento de comprender. Así, Panovsky
define las imágenes como “motivos reconocidos portadores de
significado secundario o convencional” 1.
Con ello, Panovsky y, en general, toda la iconología acentúan
el aspecto de legado histórico de las imágenes, subrayando que son
expresiones conceptuales y cognitivas del presente que las produjo.
El consecuente procedimiento metodológico consistirá por tanto en el
reconocimiento de similitudes entre distintas imágenes de una época
1
Cfr. PANOVSKY, E: Meaning in the Visual Arts: Papers in and on Art History.
Doubleday Anchor, New York, 1955, p. 26-35. También en sus Studies in Iconology:
Humanistic Themes in the Art of Renaissance. Harper & Row, New York, 1962, p. 3-
31.
118
"
2
PANOVSKY, E: Early Netherlandish Painting: its Origin and Carácter. Harvard
Univ. Press, Cambridge MA, 1953, p. 54.
119
Por otro lado, otra multitud de
detalles del cuadro, y no sólo éste
como totalidad, poseerían también
un significado codificado: los dos
personajes no se encontrarían así
en una sencilla sala, sino en una
cámara nupcial; los espejos serían
la expresión simbólica de la
pureza, y el perro que está frente a
la pareja sería la imagen alegórica
de la fidelidad conyugal. Panovsky
desvela todo un programa
simbólico materializado en esta
pintura, donde se mezclan retrato y
narración, arte sagrado y arte
Jan Van Eyck, Retrato del profano, indicando que carece de
matrimonio Arnolfini, 1434.
importancia el hecho de que los
contemporáneos de Van Eyck fueran capaces o no de comprender de
esta forma el significado oculto de la imagen, pues, como dirá en
Perspective as a Symbolic Form3, son ciertas reglas inconscientes las
que unifican una variedad de productos intelectuales, comprendidos
en campos tan diversos como la filosofía, el arte, la ciencia o la
literatura.
Sin embargo, el juego y la contraposición de estructuras
inconscientes, que darían la base, el ámbito cultural donde una obra
es construida, y de codificaciones racionales conscientes, como se ha
definido antes el ámbito de la iconografía, el de las características
secundarias, hacen que el planteamiento de Panovsky se asiente sobre
bases contradictorias que revelan ideas incompatibles tanto de la
creación artística en general, tal y como indica Otto Pächt4 , como
acerca de la idea de convención en particular5 . Afirmando que las
3
Cfr. PANOVSKY, E: Perspective as a Symbolic Form. Zone Books, New York,
1991.
4
Cfr. PÄCHT, O: “Panofsky's 'Early Netherlandish Painting'”, en The Burlington
Magazine 98 (1956), part I (April): 110-116, part II (August): 267-79.
5
Moxey subraya también la existencia de otras ideas y fuerzas contradictorias que
subyacen en la teoría iconológica de Panovsky. Sugiere que el uso que se hace de
120
"
7
Cfr. PANOVSKY, E.: “Zum Problem der Beschreibung und Inhaltsdeutung von
Werken der bildenden Kunst”, en KAEMMERLING, E (ed): Ikonographie und
Ikonologie: Theorien, Entwicklung, Probleme. DuMont Buchverlag, Köln, 1979, p.
185-206, aquí p. 200 y sig.
8
SUMMERS, D: “Conventions in the History of Art”, en New Literary History,
1981, p. 103-125, aquí p. 111.
122
"
9
HOLLY, M.A.: PastLooking: Historical Imagination and the Rhetoric of the
Image. Cornell Univ. Press, Ithaca, 1996, p. 162.
123
un posible significado “interno”, primero o verdadero, sino que
atañen de forma total al significado.
En este sentido, el arte del siglo XX ha puesto de manifiesto
muchas de tales convenciones, haciendo que las mismas o su
inversión explícita fueran parte fundamental de la obra. Esto sucede
en la obra de René Magritte, obra que juega con las expectativas del
observador y que apela conscientemente a su imaginación y su propia
capacidad de producir imágenes, poniendo de relieve de esta manera
diversas estrategias convencionales que forman parte del proceso de
construcción de sentido icónico en el arte.
En una serie de pinturas de finales de los años veinte y
principios de los treinta, Magritte mezcla signos icónicos y verbales,
dirigiendo la atención a los presupuestos que funcionan en la
observación de un cuadro, y a las convenciones que seguimos al
descifrar códigos, y en especial, al interpretar imágenes. En su obra
La clave de los sueños (1930), muestra cómo éstas preceden y
prevalecen sobre las palabras escritas en un cuadro. Cada una de las
imágenes que aparecen aquí está acompañada por una palabra que, en
principio, es su título. Sin embargo, el significado de cada una de
estas palabras es distinto del objeto que las correspondientes
imágenes representan, ofreciendo así Magritte una serie de
contradicciones entre palabras e
imágenes que exigen una revisión crítica
de nuestras expectativas acerca de la
relación entre ambos grupos. Al ver un
zapato acompañado de las palabras “la
lune” (“la luna”), la reacción inmediata
es afirmar que es un error, que no está
representada la luna, sino un zapato: el
significado de la imagen precede al de la
palabra.
124
"
125
frase: “Ceci n’est pas une pipe” (“esto no es una pipa”). En tanto
presenta con claridad una contradicción, provoca Magritte una
reacción en el observador: éste ha de reflexionar un momento y a
continuación parece exclamar “sí que es una pipa”. De esta manera,
Magritte impide la reacción convencional, hace que el observador
vuelva sobre sus propias expectativas, sobre la parte de significado de
la imagen que le es propia y que es el marco o la estructura semántica
donde tal imagen va a tener cabida, estructura que determinará tanto
el significado de este signo como puede hacerlo uno de los elementos
formales del mismo. Así, poniendo en suspenso las convenciones y
las propias presuposiciones, Magritte define un nuevo punto de
partida para la recepción de su obra.
La respuesta espontánea del observador representa el intento
por parte de éste de dar cuenta y asumir la contradicción del cuadro,
pues en un segundo momento es consciente de que la frase escrita en
él es perfectamente correcta: eso no es una pipa, sino una imagen que
representa una pipa. Aunque todo el mundo sabe que un objeto y la
imagen del mismo no son la misma cosa, esta confusión está en
primer lugar permitida por nuestro lenguaje, pues podemos hablar de
objeto e imagen como si fueran equivalentes10.
10
A esta idea hace referencia Suzi Gablik cuando, respecto a este mismo cuadro,
afirma que Magritte “quiere subrayar los errores y las simplificaciones exageradas
que están tan enraizadas en nuestro lenguaje, que nadie se da cuenta de ellos”. Cfr.
GABLIK, S: Magritte. Thames & Hudson, München, 1971.
126
"
11
FOUCAULT, M: Dies ist keine Pfeife. Carl Hauser Verlag, München, 1974, p. 18-
23.
127
Al considerar una obra de arte como parte integrante de la
cultura, “acordamos” mucho más de lo que la iconografía pone de
relevancia. Cada vez que es realizada una obra y presentada ante un
público, una crítica o un observador, hay toda una serie de
comportamientos que se ponen en marcha, y esta serie de
comportamientos es específica de un momento histórico y un entorno
cultural que define las relaciones de imagen y audiencia. En nuestra
cultura, el simple acto de colocar un cuadro en una pared de un
museo o una galería implica unas actitudes ante tal objeto, mostrando
en su formato y su localización que éste es privilegiado frente a otros.
El autor espera una determinada respuesta, y para ello también realiza
una imagen que cumple las expectativas prescritas. Así, tanto el autor
como el público actúan como si siguieran un contrato, un acuerdo, en
torno a esa imagen, y esta actuación es parte fundamental del
significado de la misma.
De esta manera, el sentido de una obra de arte está unido a las
condiciones del entorno donde surge y desde donde se interpreta,
condiciones dadas, donde funcionan y están al alcance de la mano
unas técnicas y unos formatos. Durante casi quinientos años ser pintor
significaba ser pintor al óleo. Si esta técnica fue inventada para pintar
la luz, la aceptación de las convenciones técnicas que definían la
pintura al óleo durante los siglos en los que ésta era el modelo
fundamental, implicaba la aceptación más o menos inconsciente de
que los pintores se ocupaban de un área determinada de la experiencia
humana, aquella que abarca lo que puede ser visto o imaginado en
una luz natural. Cuando la pintura dejó de ser considerada como
copia de la luz, la pintura al óleo dejó su posición privilegiada para
convertirse en un medio entre muchos. Pero incluso cuando esta
tradición fue transformada, sus convenciones continuaron dando
forma a la actividad artística. Así, en la cultura europea y en aquellas
desarrolladas según sus cánones, la pintura es “literalmente” y se
asocia directamente con un caballete de madera sobre el que está
colocado un lienzo. Este tipo de continuidades implican una
continuidad correlativa en la producción de obras de arte y en la
reacción ante ellas, en las actitudes por tanto que configurarán un
sentido, y son convenciones que se definen no sólo desde una misma
tradición técnica, sino desde una tradición cultural basada en
128
"
12
A este respecto ver la obra de David Lewis Convention: a Philosophical Study
(LEWIS, D.: Convention: a Philosophical Study. Harvard Univ. Press, Cambridge
MA, 1974).
129
Los Sapos son Ellos
131
Naturalmente, convertida la mujer en objeto ( se la va a poder
comprar y vender al margen de su propia voluntad) deja de ser una
igual en el grupo. Ha desaparecido la Tribu Comunista y surge la
Horda Machista. En ella, ya sólo hacen política los hombres. Las
mujeres lo tienen prohibido, pasan a ser invisibles.
Lógico ¿no?. Pues si hubieran podido votar hubieran decidido
abolir el matrimonio y su espíritu -que la esposa le sea fiel al marido-
(Hoy día ya pueden votar, pues gracias a la educación en valores, son
las propias mujeres las que reclaman el matrimonio y la fidelidad. ¡Lo
que hace la cultura!)
Este -el matrimonio1- es el primer sapo que se le hace tragar
al pueblo con la ayuda inestimable de los políticos.
El Poder se perfecciona
A partir de aquí surge también el Poder, y quienes lo
disfrutan querrán conservarlo a toda costa. Entonces, ellos, los
poderosos, van a tratar de ir apartando a la gente de la política, para
que ésta sólo la hagan los “políticos–sapo”. Los que le harán al
pueblo comulgar con sapos de molino.
1
Sobre lo anterior existe un más amplio estudio en el libro “LA ESTAFA
SEXUAL”- nueva edición- Editorial COMPA- pacomolinasss@hotmail.com, del
cual soy autor.
132
Cuando lo cierto es que ese avance de las privatizaciones va a
ser el germen del actual capitalismo. Convirtiendo todo en propiedad,
es decir en mercancía, y tras las mujeres, vinieron a ser objetos otros
machos -esclavitud-, y por supuesto la tierra, y los medios de
producción y lo servicios públicos, y sigue, actualmente, la bola, con
el beneplácito de casi todos..
Y no hablamos de dos sapos cualesquiera -la familia y la
propiedad privada-. Si serán importantes para los poderosos que han
conseguido consagrarlos como Derechos Humanos.
Convertir a las hembras en propiedad privada va a dar origen
a las primeras disputas y actos de violencia. Contra ellas, por
supuesto, pero también entre ellos. Los propietarios, lógicamente,
quieren aumentar sus propiedades y por tanto pleitean entre sí.
133
nombre, ha sido un dictadura. Con cara de Monarquía o República o
cualquier otra, pero dictadura .
Es decir, la tribu, el pueblo, la nación, la horda, lo que fuere,
era dominada, y por tanto gobernada, por un grupo más o menos
grande de “machos”, pero en todo caso menor que el número de los
dominados .
Entonces, si unos pocos, por brutos que fueran -en el sentido
de fuertes- dominaban a la mayoría como si fuera ganado, debemos
preguntarnos ¿cómo fue eso posible? o mejor aún ¿cómo es posible
todavía?.
La respuesta, aunque duela, es esta: Gracias a la colaboración
desinteresada -es un decir- de las religiones y las filosofías o
costumbres. Sapo donde los haya, pues ahora resulta que hasta los
revolucionarios
De la misma manera que existieron la Edad
de Piedra, la de Hierro, Bronce ,etc, se puede
nos saltan con que
considerar, sin margen de error, que estamos en plena el sentimiento
Edad Negra. Como el carbón, porque no cabe mayor religioso es
oscuridad que la que ahora se da en el panorama inherente al ser
político. El Pensamiento Único ha infectado a humano.
tantísimos integrantes del mundo artístico, filosófico,
político, intelectual, religioso, que ya el pueblo vota y Enterrando así a
quiere lo que quiere el Poder. Darwin y el
evolucionismo
entre siete llaves de oro. Disparatado.
El sapo de que hay Dios es la de Dios. ¡Qué gran invento del
Poder!
Volvamos al descubrimiento, por parte del Poder, de la
religión como cadena invisible, utilísima por tanto para atar al pueblo.
Aparece en escena el hechicero -citado para simplificar al máximo y
que se entienda mejor-, o sea quien dice “qué es bueno y malo”, qué
comportamiento es correcto y cual no, qué medicina espiritual hay
que tomar y cual es contraproducente. O sea, quien dicta las leyes que
se han de cumplir, para ser felices en este juego de despropósitos que
supone pretender tal cosa cuando son castrados los dos instintos
básicos.
Han surgido las religiones, es decir el cóctel de miedos y
amenazas que empieza a hacer tan dócil al siervo que a estas alturas
elegimos libremente lo que quieren que elijamos quienes nos
explotan.
134
Por estas fechas ya son políticos de un bando, los militares,
las jerarquías, los sacerdotes, la aristocracia.....; ya que todos, cada
mañana, tarde y noche, le dan al pueblo sopa de sapo, a saber: “Que
las cosas son como son. Que siempre han sido y serán así. Que
siempre hubo ricos y pobres. Que así es
¿Quién no cree hoy día, también el mundo animal, donde triunfa
con dos dedos de frente, el más fuerte”.
que lo mejor para Por supuesto que hay otros políticos. Los
prosperar es la que se sublevan contra el Orden
competitividad? Menudo Establecido. Pero esos no existen. Se les
sapo este de la
competitividad. Hasta foie mata o neutraliza al momento. Se les
de sapo nos dan en potitos borra de la Historia. Por tanto no sería
los líderes sindicales con justo considerar a esas buenas gentes
este tema. “políticos”, aunque sólo sea por respeto
y para no contaminarlos colocándolos en la misma estantería o
probeta, que los cocineros de sapos.
La derecha progresista
Sigue la Historia y vemos que los levantamientos, las
sublevaciones, los intentos de nuevas revoluciones, forzaron al
Régimen a progresar. En consecuencia se potencia a los sabios que
dicen lo que dice el Poder, al menos en lo fundamental, de manera
que ahora que todo el mundo estudia ¡incluso a la fuerza! -no faltando
las clases particulares de la televisión- aprenden que hasta los
científicos dicen que “las cosas tienen que ser como son, porque la
realidad es la realidad y somos como somos”. Es decir lo que antes
decía la superstición ahora, ya es casualidad, lo dice la Ciencia.
Y pensar que nos consideramos superiores a los animales,
porque nos matamos entre nosotros, porque trabajamos para otros,
porque nuestros inventos los dedicamos a quietar trabajo a unos
cuantos en vez de reducir el de todos, porque las medicinas no son
gratis, porque nos prohibimos lo mejor que existe (si, el placer sexual,
¡sincérate!)
Conviene, llegados aquí, detenerse en el increíble progreso
del Poder para conseguir mantenerse por encima de todos siendo
como son una minoría exigua. Y para muestra ejemplar de
progresismo repásese su uso de la tesis del palo y la zanahoria. Al
135
principio esa técnica la aplicaban tal cual; si te portabas bien,
zanahoria, si te portabas mal, palo. Pero ahora, y eso es lo genial, para
que te creas libre, te han atado el palo por encima del cuello
sobresaliendo sobre ti, que andas como un burro- que ya se encargan
ellos de eso- y han colgado en su extremo una zanahoria, de manera
tal que queda ante tus narices, por lo que, claro, caminas
continuamente hacia ese apetecible alimento, que como nunca
alcanzas, se convierte en el motor continuo -un sueño de la ciencia-
que consigue que estés girando sin parar alrededor de la noria, con la
obsesión de que hay que luchar por la zanahoria del mañana.
136
Es decir, se les ha hecho creer a las criaturas humanas,
animales ellas como cualquier otro animal, que si se sacrifican eso es
una prueba de que son seres superiores. Porque la libertad, por lo
visto, y según los sabios que en el mundo han sido, consiste en poder
elegir entre lo bueno y lo malo, lo malo. Dicho al revés, la diferencia
entre una persona y una bestia está en que la bestia si tiene hambre y
comida, come, y si tiene deseo y posibilidad de coyunda, se aparea; lo
cual supone que no es libre. Cosa que no nos pasa a los “sapiens-
sapiens-sapientísimos”, que como podemos, ante el hambre y
teniendo comida, no comer, y ante el deseo y la posibilidad de
saciarlo, el quedarnos dos velas; pues resulta que eso supone que
somos excelsamente libres.
No se puede caer más bajo en la escala de la tontería, pero
hasta ahí hemos llegado. Menudos sapos nos hemos tragado, y sobre
todo éste de pensar que el sacrificio –de cualquier instinto básico- es
bueno. Y ese sapo, ojo, no se lo ha tragado ningún político, sino que
ellos, los que han ido creando nuestro acervo cultural, son los que nos
lo han metido por la boca el día de la primera comunión, entendida
ésta como el día del primer lavado de cerebro.
137
carcas o conservadores y unos políticos algo más revolucionarios,
luego algunas pifias retrógradas contendrán ¿no?. O es que nos vamos
a creer que a la derecha le picó el virus de la generosidad y cedió en
todo lo que había ganado en noble lid -matando y mintiendo- a lo
largo de la Historia hasta hace tan sólo un suspiro de tiempo?
Sépase que los Derechos Humanos consagran el matrimonio
machista -cuna de la violencia doméstica- y la propiedad privada -
germen de la violencia entre Estados-, como algo esencial para la
vida. Menudo gazapo o “ga-sapo” nos están metiendo.
El Castillo
Vamos a hora a dar un salto en el espacio del tiempo para
aterrizar en la era en la que ya hay “políticos que se llaman políticos”.
Usemos la parábola del Castillo. Éste es un fortaleza donde el
Poder tiene encerrados todos los tesoros y riquezas que a lo largo de
la Historia ha ido acumulando. Así mismo, en ese castillo viven ellos,
los que constituyen el Poder, los poderosos, los que pueden. Que por
eso el Poder se llama Poder, porque puede; asunto que no es baladí,
pues quien eso no entienda no entenderá porque se pierden y se
perderán muchas
El político entonces, aunque “aparece o se batallas. Pues como
presenta” con rostro de militar, o de obispo, o de
mago, o de sabio, o de filósofo, o de rey; trabaja
dijo Quevedo, si el
para el Poder, siendo éste luego sobradamente dinero puede
agradecido con él. Pero ¿qué tiene que hacer para transformar las
recibir la recompensa?. Vender ideología, educar piedras en pan sin
en valores, construir el castillo de cultura donde se
ser el Dios
refugiará el Poder.
verdadero ¿qué no
podrán quines lo poseen?.
(Por cierto, concepto este que es otro sapo tragado y bien
tragado a estas alturas por la sapiencia general; el que no se puede
vivir sin dinero, o que para vivir es mejor que exista el dinero, cuando
él, al permitirse su acumulación , es quien crea a los poderosos, y lo
peor, les permite que puedan comprar pobres para que maten o
mientan a otros pobres).
Pero volvamos al Castillo. Éste está sitiado por el pueblo, que
intuye que algo no funciona y por tanto tiene tendencia a
desmandarse. La revolución consiste pues en asaltar la fortaleza y
repartir o anular los tesoros que atesora.
138
Las mil y una izquierdas
Conviene entender que las derechas son quienes están dentro
o fuera del Castillo del Poder, pero en todo caso, pretenden y quieren,
que éste siga existiendo y todo siga igual.
Por lo mismo, pero al revés, definiremos a las izquierdas; que
son quienes pretenden derribar ese castillo, asaltarlo, tomar y repartir
lo que en el hay. Se supone que a partes iguales, aunque mejor no
entrar en eso ahora.
Pero ¿cómo abordar el Castillo, cómo asaltarlo?¿De día, de
noche, o al atardecer? De esta duda salen ya tres izquierdas, por no
contar a los partidarios del alba. Y cómo hacerlo ¿por el N, o el S, o
el E o el W?. Lo que faltaba, las anteriores izquierdas ahora se nos
subdividen según los puntos cardinales o rosa de los vientos.
Mas las divisiones se subdividen otra vez, porque existen
desde los que quieren atacar frontalmente hasta los que sugieren que
hay que camelar a los del interior, y
la farándula del
cuando se confíen y Régimen, que se han
abran las puertas,
zas, nos quedamos apartado de la política con todo. Esta
técnica, es muy de boquilla, diciendo que sensata, como se
puede ver, y tal vez son apolíticos, para por eso tiene tanto
hacerla mejor, ¡a
éxito entre quienes viven de asaltar el
traición!..
Castillo, que claro, temen se les acabe el
empleo si la fortaleza cae.
Se explica bien pues, por qué razón hay tantas izquierdas. Y
al tiempo por qué la derecha aguanta tan bien. No es que viva unida,
que dentro del Castillo las luchas por el botín son constantes ¡en
época de vacas gordas!, sino que, en cuanto vienen mal dadas, y el
Castillo es atacado, todos van a cubrir la brecha por donde han abierto
hueco los insurgentes.
Y así se puede ver que el Castillo está hecho a remiendos, es
decir, se ven muros construidos con distintas piedras, de distintas
épocas y material. Eso es lo que se llama, progresismo. Que la
derecha progresa más deprisa que la izquierda. Piénsese si quiera un
poco sobre la importancia intelectual de haber inventado un tipo de
Rey que no Gobierna. Jamás se le habría ocurrido tal cosa a ninguna
izquierda.
139
Escaramuzas
Pero si hay algo que sabe hasta el más lerdo, es que una
fortaleza como mejor se defiende es saliendo al exterior, con niebla y
por la noche, para atacar a los sitiadores y no darles respiro. Y así
pues lo hace la derecha desde siempre -ojo, que la más tonta hace
relojes-.
Esas escaramuzas son de índole espiritual o cultural o
metafísica, como ustedes prefieran llamarlas. Y así, por ejemplo,
crean entre los sitiadores el debate sobre el aborto, y mientras tan
apasionante tema se discute se para el verdadero combate. Lo mismo
sobre si son iguales o no, hombres y mujeres, o si el matrimonio entre
dos del mismo sexo es natural, cuando lo que no es natural es el que
celebran los de distinto sexo; o sobre cual es la religión verdadera, o
si lo son todas; o si un chico debe repetir con estas o las otras
asignaturas sin aprobar. O si abolir la prostitución o hacer un modulo
de Ciclo Superior con ella. Y que decir del apasionante debate sobre
los nacionalismos. Etc. Etc. Etc.
No estamos hablando de que le den al pueblo pan y circo para
que pase del Castillo, hablamos de algo más grave; el que se enzarcen
“los expertos en asaltos” en debates de pura risa -entendiendo por tal,
todo aquello que a la vuelta de unos años nos hace llevarnos las
manos a la cabeza-. Ejemplo: Nuestras bisabuelas no podían enseñar
el tobillo.
La democracia formal
Y entre los inventos progresistas del Poder tenemos el asunto
de la democracia llamada formal. Truco, donde los haya, para
engañar a la gente. El asunto funciona así: Se dice que es mejor poder
opinar que no. Se dice que la democracia para que sea efectiva y
eficaz ha de ser operativa y por tanto representativa. Supone esto que
el pueblo, que por cierto es Soberano pero sin vivir como tal, va a
hacer las leyes -Poder Legislativo-. Y que las va a confeccionar
mediante sus representantes legítimamente elegidos.
Y ahora viene la madre del cordero, en vez de dejar que se
elija proporcionalmente al número de habitantes que hay, se inventan
las circunscripciones, y las leyes de D`Hont u otras similares, y los
porcentajes mínimos, o el tener que inscribirse para votar, o esto o lo
otro o lo de más allá; de tal manera, que si ya la democracia
140
representativa tiene sus defectos, gracias a los sistemas electorales
vigentes la voz del pueblo sale distorsionada, a favor de los
Poderosos claro está. ¡Y a esto lo llamamos haber alcanzado un
régimen de libertades!.
Pero hay más. Supongamos que se les ha colado un político
que no sea como los demás. Ah! Para eso también hay medicina. Se
trata de un calmante. Consiste
este en crear la Clase Política - ahora que todo el mundo estudia
de fuerte corporativismo puesto ¡incluso a la fuerza! -no faltando
que van a vivir a cuerpo de las clases particulares de la
televisión- aprenden que hasta los
Rey- y luego, basándose en lo científicos dicen que “las cosas
trascendente de su sagrada tienen que ser como son, porque la
misión, forrarles a sueldos y realidad es la realidad y somos
prerrogativas, de manera tal como somos”. Es decir lo que
antes decía la superstición ahora,
que, quien no comulgue ya es casualidad, lo dice la
previamente con el sistema, Ciencia
acabe haciéndolo al grito de que
la democracia es la menos mala de las formas de gobierno. Para
descubrirse. Y luego dicen que los intelectuales están en la izquierda.
141
Pero ojo al parche. Que no sólo han sido comprados, o se han
vendido los políticos de oficio. También lo hacen los otros:
Intelectuales -de los que sermonean desde los púlpitos del Poder;
pensadores- de los que piensan en si mismos; filósofos -de los que
dicen amén-; profesionales de prestigio -de los que te cobran un ojo
de la cara no hablamos de dos ejerciendo su
profesión liberal-; sapos cualesquiera -la curas -de los que
viven como Dios familia y la propiedad gracias a Dios, o Alá
o llamémosle privada-. Si serán Money-; o los
importantes para los
jerarcas de los poderosos que han
cuerpos armados,
etc. Es decir, toda la conseguido consagrarlos farándula del
Régimen, que se como Derechos han apartado de la
política de boquilla, Humanos diciendo que son
apolíticos, para hacerla mejor, ¡a traición!..
Porque esa es otra. Si la técnica del Poder es que no haya más
políticos que los profesionales, porque así los tiene bien controlados,
resulta que le da un resultado perfecto su filosofía de desprestigiar la
actividad política, para que así, gente de valía y tronío pueda decir,
sin caérseles la cara de vergüenza, que ellos no militan en ningún
partido porque no les gusta depender de nadie y sí ser libres. ¿Son
libres en su burbuja de presunto apoliticismo? Si así fuera, todos
seríamos apolíticos.
Cuando alguien, voluntariamente se aparta de la actividad
política que supone el asalto diario al Castillo, está haciendo política
como una casa, pero la peor, la política, que dicta el dictador, que es
alguien que hoy en día, vive en el castillo, rodeado de expertos por
todas partes menos por una, llamada ejército.
142
comprados. Toda esta pléyade de seres humanos pasa también a no
poder participar en política, son apartados de esa posibilidad.
Seguirá avanzando el intento sistemático y deliberado -esto es
muy importante tenerlo en cuenta- de
marginar a la lejos de hacerle el ciudadanía de la acción
política. Ahora los juego al Poder pobres también serán
apartados del espantando a la campo político por ley,
mientras que al gente -como él contrario, se va
desea- de la
haciendo que sean política, lo que se
sólo los ricos o
poderosos quienes busca es que se corten el bacalao, es
decir, quienes repare en el hagan política. De hecho
la democracia espanto que supone empezó dejando votar
únicamente a los no hacer política. propietarios, varones y
¡Menudo sapo!.
mayores de cierta edad.
Y así, piano, piano, avanzó la Historia hasta nuestros días.
Pongamos ahora la lupa para ver mejor en qué consiste el
juego actual. Analicemos el mundo capitalista desarrollado, pues el
otro -el mundo pobre- está siguiendo el mismo camino con algunas
etapas de retraso.
Centrados en el presente ¿qué se aprecia?. Por una lado que
todo el mundo vuelve a poder hacer política, opinar y decidir.
¿Porque ha triunfado la revolución? En apariencia si. Las mujeres ya
no son objetos de compra-venta, no hay esclavitud, todo el mundo
puede opinar de todo y proponer lo que quiera. Parece que hemos
vuelto al estado políticamente ideal de la aldea-comunista de la que
partimos. Esto es jauja.
Pues no. No lo es. Hasta el punto de que podemos casi
afirmar que ahora, en política, deciden tan pocos o menos que en la,
nada ejemplar, era de los emperadores romanos.
En efecto; para empezar, los poderosos, los que desde que se
inventó la propiedad privada adquieren fuerza gracias a sus riquezas,
son los que siguen decidiendo, mandando, haciendo política.
Pero ¿y los políticos? Hacen de meros comparsas de sus
amos, los citados (no confundir con los Secretarios Generales de los
partidos). Lo cual no les crea ningún problema mental porque en el
fondo trabajan en eso, en amoldar la sociedad a gusto de los
poderosos. Cosa que por cierto, lo hacen tan bien, que ahora que hay
143
libertad política- no confundir con la de verdad-el pueblo elige-
votando-deliberadamente lo que quiere el Poder que elija.
Y así las cosas ¿qué tarea desempeñan los partidos de
izquierda? Pues ocupan el espacio de la sensatez. Consiste ésta,
primero en considerar que su tarea es excelsa -la de los políticos
El homo-simpáticus ha pasado a
electos- y que por tanto es lógico
ser “sapiens-sapiens”. Ya no sólo que estén bien remunerados. No
tiene un cerebro desarrollado que caen en la cuenta de que cuando
le permite idear herramientas. crece la cuenta corriente se deja de
Ahora ya “idea” tonterías ser corriente, y se empieza a
abandonar la política de rebelión para pasar a apreciar más la buena
vida, aumentándoles la sensatez. Tanto, por cierto, que para conseguir
votos del pueblo deciden pegarse a lo que según ellos quiere el
pueblo-que como ha sido engañado con una filosofía conservadora
quiere cosas imposibles, como que haya trabajo para todos, vivienda
digna para todos, paz, sanidad, educación, justicia, etc, etc, a partir
del sistema capitalista. ¿Quién no cree hoy día, con dos dedos de
frente, que lo mejor para prosperar es la competitividad? Menudo
sapo este de la competitividad. Hasta foie sapo nos dan en potitos los
líderes sindicales con este tema.
Hoy en día se elige a unos representantes que vez tras vez
acaban diciéndole al pueblo que ya se arreglará su problema, que
esperen, que todo es muy complejo. Ocultando que ya han resuelto-
para ellos- los problemas que son tan complejos para otros.
Vemos pues que el poder ha conseguido que los políticos no
hagan política distinta a la oficial, vulgo, “pensamiento único”.
Tenemos luego a los intelectuales que se auto-marginan de la
lucha -integrándose de hoz y coz en el sistema- porque para ellos es
insoportable la disciplina de partido, cuestión de peso si no aceptaran
otras disciplinas más masoquistas.
Respecto a la masa. Esa no participa en política aunque
piense que sí. El truco para marginarla es hacerle creer que, si ha
votado, si puede votar cada equis años, es libre, y que ya ha
cumplido con todo lo que tenía que cumplir en los asuntos que nos
afectan a todos. Eso no quita para que si surge un problema puntual,
pueda constituir una Coordinadora o Plataforma, que al grito, de
“somos apolíticos, y sólo pretendemos arreglar nuestro problema”
traten de arreglarlo –(de hecho, cada vez más, estas acciones civiles
144
exigen que en ellas no estén los partidos políticos, haciéndole el juego
al Poder en su idea de que sólo se haga lo políticamente correcto por
los políticamente correctos).
La Edad Negra
De la misma manera que existieron la Edad de Piedra, la de
Hierro, Bronce ,etc, se puede considerar, sin margen de error, que
estamos en plena Edad Negra. Como el carbón,
Este -el
porque no cabe mayor oscuridad que la que
matrimonio- es
ahora se da en el panorama político. El el primer sapo
Pensamiento Único ha infectado a tantísimos que se le hace
integrantes del mundo artístico, filosófico, tragar al
político, intelectual, religioso, que ya el pueblo pueblo con la
ayuda
vota y quiere lo que quiere el Poder. inestimable de
Y todo esto por lo que hemos los políticos.
denunciado y puesto en evidencia. Pero por si
aún queda algún escepticismo sobre la cuestión, repasemos las clases
de políticos que nos asisten -salvo algunos, que por no responder a los
cánones, en su honor no llamaremos políticos.
145
tesón y fuerza de voluntad, más un poco de igualdad de
oportunidades se puede llegar a dónde se quiera”. Es decir son
predicadores doctrinales de las tesis de derechas. Monaguillos del
Pensamiento Único.
Pero estos no están solos: En la otra cara, de la misma
moneda -del Pensamiento Único-e stán los de la misma especie
social, pero cuyo discurso consiste en repetir el catecismo de la
izquierda -aunque eso si, tras haberlo purgado de todo lo dicho por
quienes fueron baluarte de las revoluciones. Son partidarios de entrar
en el Castillo del Poder, 250 personas y luego, cuando ellos
lo hayan tomado y tras poseen al un tiempo prudencial,
sin algaradas, ni comienzo del revoluciones, abrir las
puertas y que entre el Siglo XXI la pueblo, eso si, en
misma riqueza
orden y aceptando las que 2500
Leyes del Capital, que
al parecer bien millones de seres aplicadas-con alguna
reforma- no serían tan humanos malas y nos
permitirían a todos vivir como Dios
Apolíticos de carrera. Echan peste de los políticos
profesionales, pero votan a la derecha o la izquierda sensata. El
término apolítico de carrera les viene de que saben que se hace mejor
carrera, en lo suyo, sin significarse demasiado o nada, en el mundo
partidista. Es decir, no se pringan para llegar limpios al despacho
soñado (si tienen ya uno sueñan con otro). Los apolíticos de carrera se
subdividen en los estéticos-que basan su pasividad política en que
siempre el mundo fue como es, ricos y pobres siempre habrá, que el
poder siempre abusará porque es su esencia y que además, si cada
uno de nosotros mejorara, el mundo mejoraría. Compartiendo mesa
de apoliticismo tenemos, en el otro ala, que bien podríamos bautizar
como la de los hipercríticos, a gentes de gran sensatez mental; tan
grande que les pesa la cabeza y todo lo ven mal, y aún peor, saben
que nada tiene arreglo- menos lo suyo.
146
En realidad no son políticos, pero como tienen derecho al
voto y lo ejercen, lo son a su pesar. Ocurre sin embargo que como
usan mal el voto, siempre apuestan por mantener el orden que les
encadena, son políticos contra si mismos.. Pero claro no hay que
concebirlos como los políticos ya descritos. Pero entonces ¿por qué se
citan? Para que quede en evidencia cómo el Poder ha conseguido lo
que se propuso desde el primer día en que decidió seguir en él;
apartar al mayor número de gentes de la tribu
Y entre los inventos de la participación política, para así ser él sólo
progresistas del quien decide y manda. Y lo está consiguiendo.
Poder tenemos el Pero siempre quedará alguien o
asunto de la muchos álguienes, que quieran romper la
democracia
llamada formal. baraja, y no porque no guste el juego político,
Truco, donde los sino por todo lo contrario, porque la baraja
haya, para engañar está marcada. ¡Por el arma de Viriato!, qué
a la gente. El buena tesis doctoral la que estudie el método
asunto funciona
así: Se dice que es
de elección en las democracias avanzadas y
mejor poder opinar haga evidente, de una vez, que no es que los
que no. Se dice que Poderosos controlen los medios de
la democracia para comunicación -que sí-; no es que los
que sea efectiva y creadores de opinión a quienes se deja
eficaz ha de ser
operativa y por predicar sean los que quiere el Poder -que
tanto representativa también; no es que haya enchufes y leyes que
favorecen a los poderosos -que por supuesto-;
es que el mero hecho de elegir a los representante políticos del
pueblo, está contaminado, trucado, preparado, para que nunca salga a
la luz la verdadera voluntad popular; no vaya a ser que alguna vez el
pueblo vote lo inadecuado. Aunque para eso, en la baraja marcada y
trucada del juego democrático, no se olvide, el Poder tiene el
comodín de los poderes fácticos. Faltaría más.
147
Despedida: La inteligencia natural de los lectores de
Duererías habrá entendido que, tras esta crítica destructivo-
constructiva, lejos de hacerle el juego al Poder espantando a la gente
-como él desea- de la política, lo que se busca es que se repare en el
espanto que supone no hacer política. ¡Menudo sapo!.
148
# $% & & ' (
" $) *
152
+ '
153
&
b) Europa es la solución:
Europa es ciencia
Europa es educación
c) Para efectuar ese “proceso de salvación” (europeización de
España) es preciso tomar la política como educación para,
de ese modo, reformar la pedagogía (especialmente la
Universidad), la empresa política y la sociedad en general.
154
+ '
155
* +
!
" # $ ) 3 ) 4556 &
/ -" 7 $ + ( / &
8 0 !" $
!" #
# $ % &
'( !" # #
$ %
)& & (
) ) ( & * + ( + ,* +
- + &
( ) ( - %
& * +
. ) ' ) &
' ) %
/ & &
) &
+ , % & (# + % "
0) %#+ 1 + # 0 + (%
2.Técnica y modernidad.
La técnica, tal como se constituye a partir de la modernidad,
trae consigo una gran mutación en la evolución humana, una clara
ruptura con el pasado, que es lo que nosotros queremos desarrollar en
los breves límites de estas palabras. La técnica moderna modifica
muchos de los conceptos que habían dominado en la filosofía hasta el
momento de la modernidad. Entre ellos el más importante para el
tema aquí tratado es el de la naturaleza, que la filosofía antigua y
medieval consideró como el ámbito en el cual quedaba encajado el
hombre. Un ámbito que esas filosofías consideraron como “extraño”
para el mismo e hicieron de él como un lugar de paso para otro
mundo. Como expresó muy bien el neoplatonismo el hombre ha caído
en la naturaleza y toda su vida es un proceso de salida de ella, con
vistas a volver a su querida patria de la que aquí se encuentra
desterrado. Esta misma tradición del neoplatonismo, siguiendo a
Platón, interpretó el saber como un proceso de recuerdo, de
anamnesis. Dentro de esta tradición la técnica, que va contra la
naturaleza, fue interpretada demoníacamente; de ahí que fuera muy
difícil una interpretación positiva de la actividad técnica del hombre.
A finales de la modernidad el voluntarismo nominalista
rompió con la idea de naturaleza como un todo necesario e hizo
posible pensar la posibilidad, no en términos aristotélicos como la
potencia de un acto, sino en términos creadores como la posibilidad
de sacar algo de la nada, de sacar el ser de lo que no es. Esto que la
teología cristiana había aplicado a Dios acabó aplicándose al hombre
157
&
158
! " + '
159
&
160
! " + '
161
&
162
! " + '
163
&
/ ) & % & ( %
') 7 2 &
& ( ) & 9
' )
& &+ &+ .
2 ' %!
+ %
" 9 & 2 &
. %
' (& & ' )
. &
+ 9 9 ' &
: ) (; (9 . + +
: ; ' ) + )
' 2 9 % " .
+ 9 % & & ' (
2 & %
164
! " + '
* + ) +
& . 9 : ;
: ;: ;%%% 9 & + ' )
% ) &
. ' : - ; 9
% . )
9 %
% "
+ .
&+ ' 9 '
. . ) - %<
* + &9 . ' &
. ) ) 9
) :' ) = ;%
> ' ) =
& * + +
% +> %" (& ' &
+ ? 2
>) = (& ,* +
" 7 9 + : ;
9 %"
)
+ 9 .
: ; %
/' ) ' ) ' %"
' 2 + 9 - ?
& = & + ) ( &%
* + ' ) = =
9 +) ) ' +
+ ' ( ') 9 ') )' *)
(
( 9
& &+ ))
% 9 :+
)& ; ? 2 = '
& ) % " )' *) - "
9 9 ' +
( & 9 %
165
&
9 9 '
) )
2
+ & &+ % " .
&+ ' ) ,
9 +( - '
+
( & %
(
" ')
%#+ 1 + #
9 & * + @ &
+ ( & %" %# &
) ) 2 & - 9 '
* + & #+ 1 + #
' )
%
%# " & * + (
&+ & " 7 ,* +
- #+ 1 + # & %
* + & 9
& 7 + +
+ AB
) ' %
" % # 2 & (
+ - &
,* + & % #+ 1 + #
& ( >
+ 9 .+
7 ) ' %
+ % # ) & 9 '
+ : 7 ; :
" 7 ;% &# + 1 + #
) 9. % ) " 7
# 9 C - !+ % (
" 7 ') 9 , % # &
: + ;
% & &
166
! " + '
++ ' ) &# + 1 + #
+ * +%
'
D
&
% #
+
%
>
8% # +
1 + #
&
9 '
* +
0 >) % 0 &
% # 9
* +
+
,( -
')
8
& 9
2 0 >) ') -
:2 ;% & " 7
0 + EC!!! + E!E
+& ) &%< & " %
@ * + & " 7
-
& . %8 '9
) %#+ 1 + # " ' '
.%
167
DEL HOMBRE MASA AL ESFUERZO DEPORTIVO1
I. Introducción
1
El texto que aquí se publica fue una conferencia leída en Zamora, en octubre de
2005, por invitación de la misma Asociación que ahora la edita, Duererías. El texto
se basa en ideas que han sido mejor articuladas en un libro de próxima publicación
titulado Figuras de la vida buena. Notas sobre las ideas morales de Ortega.
# $ ,
2
La referencia de la cita se da por la edición en doce volúmenes de Obras completas,
Madrid, Revista de Occidente en Alianza, 1983. El romano corresponde al volumen y
el árabe a la página.
169
&
3
Ortega describe así su filosofía como aquella que “no acepta más método de
conocimiento teorético que el racional, pero cree forzoso situar en el centro del
sistema ideológico el problema de la vida, que es el problema mismo del sujeto
pensador de ese sistema. De esta suerte, pasan a ocupar un primer plano las
cuestiones referentes a la relación entre razón y vida, apareciendo con toda claridad
las fronteras de lo racional, breve isla rodeada de irracionalidad por todas partes” (III,
272)
4
Véase el capítulo VI de El tema de nuestro tiempo (1923) titulado “Las dos ironías,
o Sócrates o Don Juan” (III, 174 y ss.)
170
# $ ,
171
&
172
# $ ,
5
Ortega concede una importancia decisiva a esta idea de la ilusión, sobre todo en el
terreno específico de la moral. En ¿Qué es filosofía? promete escribir algún día una
ética de la ilusión y no del deber (VII, 426).
173
&
ser rechazado por estas. La consideración irónica del ideal evita que
la ilusión degenere en alucinación (cruce indebido de la línea que
separa lo virtual de lo real). La ironía de ideales preserva al ideal de
su falsificación y al sujeto de la melancolía. Le adjudica la razón vital
un papel menor que describe como el de ejercer una "influencia
simbólica" sobre el curso de los acontecimientos. Menor en
comparación con la hinchazón que padecía en el idealismo, pero nada
despreciable porque el recto ideal tiene que ser algo así como el
catalizador para una vida en forma.
¿Pero por qué ha de esforzarse el hombre en cambiar,
mejorar, la realidad dada? ¿No se trata de un prejuicio típicamente
moderno, esto es, idealista? Hay un motivo que hace inexcusable la
mejora de lo real o el intentarlo, a pesar de que el éxito en la empresa
sea improbable. Se trata de que la realidad se presenta con déficit.
Esta metáfora económica puede ser fácilmente traducida por un
término descriptivo del lenguaje orteguiano: ese déficit de lo real se
origina en la condición indigente de la realidad. La contigentia mundi
es una de las verdades centrales del sistema de la razón vital,
ingrediente formal de la realidad radical, tantas veces descrito en la
imagen de la vida humana como naufragio. De ahí que, en última
instancia, los ideales posean una función compensatoria que permite
al hombre "equilibrar el deficit de su destino real" (II, 435). Esta
forma de entender el ideal es la que da su justificación y así permite
comprender la teoría del esfuerzo deportivo. Éste es el verdadero
motivo por el que el hombre inventa ideales y sueña cultura. Hemos
visto que el idealismo, al reificar el juego de la cultura, juego de
interpretaciones que reposan sobre la materialidad de las cosas,
conduce a la visión trágica de la vida humana como fracaso absoluto
e injustificable. Pero el utilitarismo que ha solido ser la reacción
pendular al “sentimiento trágico” vuelve la vida miserable al reducirla
a sus bases materiales. De ahí la oportunidad de esta especie de vía
intermedia que abre el ideal del “esfuerzo deportivo”.
174
# $ ,
de Sísifo: cargar hasta la cima con la piedra del ideal para verla rodar
hasta la inicial llanura. Pero Ortega sugiere que reconocer
limpiamente esa incapacidad, aceptar que el ideal es una reacción a la
insuficiencia de lo real, a su nativa imperfección, constituye ya una
especie de "salvación". Respecto de la salida “utilitaria”, sabemos de
sobra que la vida es ya de suyo, pragmática, calculadora, funcional.
Por eso la cultura no debe serlo.
La convergencia de ambas críticas dan como resultado una
especie de síntesis “superadora”, algo así como una especie de
camino medio que evita los errores diagnosticados. Cuando la cultura
se ironiza a sí misma, sabiéndose condenada al fracaso (fracaso
relativo a las inmoderadas expectativas del idealismo) pero rechaza
igualmente
la obviedad
utilitarista
que
renuncia a
todo ideal y
reclama
ideales que
la
transcienda
n cabe la
propuesta
del ethos
del
esfuerzo
deportivo.
Adelantemos que, formalmente, "esfuerzo deportivo" es el
temple adecuado a la acción humana inspirada por la razón vital, es
decir, por su modelo de ideales que puede describirse como una
especie de “platonismo inmanente” o un “reformismo de la ilusión”.
La idea del esfuerzo deportivo cobra patencia y ocupa un lugar en el
discurso orteguiano a partir del ensayo de 1919 El Quijote en la
escuela. Biología y pedagogía. La tesis en su primera formulación
resultaba un punto provocadora: el trabajo no hace cultura, idea
consagrada por Hegel y Marx y compartida por todos los seres
biempensantes de la Europa del XIX; la cultura es, por contra, hija
175
&
6
En definitiva, la libertad y la fantasía son los dos radicales de la realidad vida
humana, las dos consistencias últimas que explican la forma de ser de esa realidad
radical que es la vida humana. Todo lo demás, el conocimiento, las vivencias
trascendentes, son fenómenos derivados de aquellos. Véase “El mito del hombre
allende la técnica”, conferencia pronunciada en los encuentros de Darmstd de 1951
(IX, 617 y ss).
176
# $ ,
177
&
7
No deja de ser curioso que los temas existencialistas por excelencia, la libertad
radical y la muerte, aparezca en Ortega sin el pathos que lo caracterizará después, vía
Heidegger, etc. El héroe del esfuerzo deportivo tiene un inequívoco toque existencial,
sólo que es muy difícil de reconocer por la insistencia orteguiana en la alegría. (La
importancia que se concede en la obra de Ortega a la alegría, debería ser algún día
investigada, pues acaso encierre algunas claves para comprender su filosofía moral.)
Pero describir la esencia del héroe como "voluntaria anticipación de la muerte" (II,
432), es decir que héroe es quien conoce que la vida está signada por la muerte y por
ello busca llenarla con obras dignas. Es, más o menos lo que dice la siguiente
fórmula: el heroísmo es "el sublime ademán deportivo con que el hombre arroja su
vida fuera de sí" (III, 196). Entiéndase: su vida dada, biológica, para llenar y dar un
sentido a su vida biográfica.
178
# $ ,
179
&
programa como tal; por lo tanto, lo que aún no es, lo que aspira a ser"
(V, 338).
La idea del esfuerzo vinculada a ésta de ser el hombre
proyecto y afán de ser está detrás de la forma de vivir el hombre sus
necesidades: preferencia, juego, pero también entrenamiento. Ortega
remonta el significado de "ascesis" a la Askhesis de los deportistas
griegos, el duro entrenamiento que tenían que practicar para
mantenerse en forma. Es el "privilegio de dolor y esfuerzo" lo que
caracteriza el estilo de vida que Ortega considera superior: el
heroísmo no es sino "el sublime ademán deportivo con que el hombre
arroja su propia vida fuera de sí" (III, 196).
Hemos cerrado el círculo: ese “sublime ademán deportivo”
nos remite al hecho radical de ser nuestra vida un quehacer al que hay
que otorgar un sentido. Una vida plena de sentido es lo que Ortega
llama una vida auténtica, el nombre que da a su ideal de vida buena.
180
Ortega en Bachillerato
La impopularidad de Ortega
Hay un aspecto desconcertante de las reuniones de
coordinación de profesores de Filosofía. Bueno, la verdad es que
muchas veces parece una sucesión de soliloquios entre sordos
solipsistas. La última me recordó la supuesta anécdota en la que un
filósofo francés, tras una conferencia de un pragmatista americano,
preguntaba: “Veo que sus ideas funcionan muy bien en la práctica,
pero ¿y en la teoría?” Únicamente el término profesores es rescatable
y casi todas las cuestiones y respuestas tienen que ver con la
preocupación profesional (lejos del carácter amateur del filósofo,
amante del saber, ‘amante’ en primer término).
Sea como fuere, y dado que el temario obliga a escoger una
cantidad determinada de filósofos, igual que cada aficionado al fútbol
lleva dentro un seleccionador, cada profesor tiene sus propios gustos
y criterios. Algunos autores parecen titulares prácticamente
indiscutibles: Platón, Aristóteles, Descartes o Kant se encuentran en
casi todas las alineaciones. Sin embargo, otros resultan
extremadamente polémicos. Éste es el caso de Ortega. Ni que decir
tiene que su presencia en la convocatoria tiene que ver con su
&
182
% & #
Parte del problema puede tener que ver con un rasgo nacional
que, al menos en la época, era tan manifiesto, que otros ya lo
lamentaban. Lo recojo en letras de Unamuno de 1928 para descargar
de responsabilidad a Ortega:
“Salvador de Madariaga, comparando ingleses, franceses y
españoles, dice que en el reparto de los vicios capitales de que todos
padecemos, al inglés le tocó más hipocresía que a los otros dos, al
francés más avaricia y al español más envidia.” (“Prólogo” a Abel
Sánchez. Una historia de pasión)
Contra el pueblo:
Las masas, por definición, no deben ni pueden dirigir su
propia existencia, y menos regentar la sociedad (La rebelión
de las masas)
[Al fin y al cabo: “El hombre-masa y el filósofo se desprecian
mutuamente hasta la raíz” (La razón histórica).]
183
&
Así las cosas, no resulta del todo extraño que sienta que los
intelectuales, y él en particular, estén solos, no sean atendidos ni
escuchados:
Las únicas cartas que me llegan de España, [a]demás de las
de la novia y de la familia son las de V. Es el caso que
habiendo hecho no pocos favores en esta vida a otros
bípedos, no tengo un solo amigo. Y no creo que haya puesto
más deseo nadie ni más inocencia en la busca de la amistad.
(Carta a Unamuno, 1906)
Los intelectuales han pasado de serlo todo a no ser nada [...] a
no ser ni siquiera escuchados. En esta situación estamos hoy.
(La razón histórica)
La inteligencia es una opinión contra la opinión pública. Y no
es sino reconocer lo que esto significa, afirmar que el destino
del intelectual es... la impopularidad. (La razón histórica)
No he contado nunca con que, en serio, se me hiciera caso y
no estaba ni estoy dispuesto a aceptar la ficción de que soy
atendido. (El intelectual y el otro)
184
% & #
185
&
Síntomas:
Ortega consideraba que España y Europa estaban en crisis.
Esto se apreciaba en el abandono de la tarea que correspondía a su
generación y habría producido una sensación de desorientación y una
pérdida de confianza en la razón como instrumento para resolver los
problemas humanos.
Diagnóstico:
El motivo profundo de la crisis lo encontramos en la
Filosofía. La apuesta ciega realizada por el Racionalismo y el
Idealismo a favor de la razón produjo un gran avance científico. Esto
dio lugar a una delegación del gobierno en los intelectuales, pero al
observar que no se resolvían los problemas vitales, se reclamó de
nuevo el poder para el hombre-masa. Desgraciadamente, el hombre-
masa es, por definición quien resulta incapaz de gobernarse, y mucho
más de gobernar a los demás. En el siglo XX, las masas han dejado
186
% & #
Terapia:
El tema de nuestro tiempo consiste en superar el idealismo,
hacer que la razón cartesiana ceda ante la razón vital. El hombre no
puede vivir al servicio del pensamiento, sino que debe poner el
pensamiento al servicio de la vida.
Si nadie manda, reina el caos. Por ese motivo, Ortega anima a
los intelectuales a encontrar ideas que ayuden a los demás.
Pronóstico:
Si el diagnóstico que hace Ortega de la situación de su época
es crítico; el pronóstico es optimista. En su opinión, el trabajo de su
generación y el suyo propio contribuirá a resolver el dilema en que ha
caído el hombre.
Glosario
Ciencia: “La ciencia es, en efecto, interpretación de los hechos [...]
Esta faena es la ciencia; como se ve consiste en dos operaciones
distintas. Una puramente imaginativa, creadora, que el hombre pone
de su propia y libérrima sustancia; otra confrontadora con lo que nos
[sic] es el hombre, con lo que le rodea, con los hechos, con los datos.
La realidad no es dato, algo regalado –sino que es construcción que el
hombre hace con el material dado.” (En torno a Galileo, I)
187
&
Idealismo y realismo: “Al haber vida humana –dije- hay ipso facto
dos términos [...] inseparables: el hombre que vive y la circunstancia
o mundo en que el hombre vive. Para el idealismo filosófico desde
Descartes sólo el hombre es realidad radical o primaria [...] El mundo
no tiene de suyo realidad, es sólo un mundo ideado. Para Aristóteles,
viceversa, sólo originariamente las cosas y su combinación en el
mundo tienen realidad. El hombre no es sino una cosa entre las cosas,
un pedazo de mundo. Sólo secundariamente, gracias a que posee
razón, tiene un papel especial y preeminente: el de razonar las demás
cosas y el mundo, el de pensar lo que son y alumbrar en el mundo qué
es la verdad sobre el mundo, merced a la palabra que dice, que
declara o revela la verdad de las cosas. [...] Si aquellos eran idealistas,
Aristóteles y sus secuaces son realistas.” (El hombre y la gente, III)
188
% & #
Perspectivismo: “La realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista
bajo una determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los
componentes de la realidad. [...] Cada vida es un punto de vista sobre
el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede ver otra. [...] La
verdad integral sólo se obtiene articulando lo que el prójimo ve con lo
que yo veo, y así sucesivamente. Cada individuo es un punto de vista
esencial.” (El tema de nuestro tiempo, X)
Razón: “Tres siglos de experiencia “racionalista” nos obligan a
recapacitar sobre el esplendor y los límites de aquella prodigiosa
raison cartesiana. Esta raison es sólo matemática, física, biológica.
Sus fabulosos triunfos sobre la naturaleza, superiores a cuanto
pudiera soñarse, subrayan tanto más su fracaso ante los asuntos
propiamente humanos e invitan a integrarla en otra razón más radical,
que es la “razón” histórica.” (“Prólogo para franceses”, IV, La
rebelión de las masas)
189
&
190
La Antropología filosófica de Ortega y su relación con la
Antropología poética de la materialidad en Claudio Rodríguez
1
Véase para esto los dos últimos números de esta publicación, Duererías, en los que
aparecen algunos de estos contenidos.
2
Para ver la importancia del lenguaje cotidiano en ambos autores puede consultarse
Luis RAMOS DE LA TORRE «Que Claudio la está velando», en Revista
Archipiélago nº 63 (Monográfico dedicado a Claudio Rodríguez), Madrid, 2004,pp.
73-78.
&
3
Antes de ir más adelante sería bueno dejar claro que en este artículo voy a intentar
acotar la cita de los poemas o textos, lo más posible; a su vez, conviene reseñar que
las palabras que aparecen en cursiva son los indicadores de los paralelismos que veo
entre estos dos autores, o los conceptos que quiero subrayar dada su especial
importancia, tanto en el texto, como en las citas; cuando no sea así, lo indicaré de
forma expresa.
192
% , ! #
4
Pedro CEREZO GALÁN, «Filosofía, Literatura, Mística» en Actas del II Seminario
de Historia de la Filosofía, vol.I, Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca,
1983, p. 37.
193
&
5
Claudio RODRÍGUEZ, La otra palabra, (Edición de Fernando Yubero), Barcelona:
Tusquets, 2004. p.230.
6
Es interesante recordar cómo, respecto de las lecturas del poeta zamorano en José
PAULINO, «Entrevista a Claudio Rodríguez», en Compás de Letras, nº 6, junio
1995, p.25, se cita, según sus propias palabras, que: “[…] mi casa era la Biblioteca
Nacional, allí me pasaba el día. Leía cosas de ciencias, me interesa mucho. Empecé a
estudiar filosofía, luego cambié por la literatura.”
- Has seguido leyendo filosofía y libros científicos.
- Ahora estoy leyendo a Levinas, y mis lecturas frecuentes son Plotino, Platón,
Aristóteles. Sobre todo, Cassirer. Y ciencia, mineralogía, botánica, zoología,
astronomía. Pero no soy un experto…Son mis aficiones…puramente
particulares..”
7
Javier OCHOA HIDALGO, «Entrevista a Claudio Rodríguez», en Espéculo,
Revista de estudios literarios nº 12, Universidad Complutense de Madrid, 1999.
194
% , ! #
8
Arturo CASAS, La teoría estética, teatral y literaria de Rafael Dieste, .Santiago de
Compostela: Universidade de Santiago de Compostela, 1997, p.21.
9
Dionisio CAÑAS , Claudio Rodríguez, Madrid: Júcar, 1988, p.21-22.
195
&
10
Gaston BACHELARD, La poética del espacio, México: Fondo de Cultura
Económica, 1986, p. 257.
11
Claudio RODRÍGUEZ, Poesía completa (1953-1991), Prólogo de Antonio Marí,
Madrid: Círculo de Lectores, 2004, p. 9.
12
No se deben olvidar los análisis sobre la poesía que realiza Ortega a lo largo de
toda su obra, y en diferentes artículos, tal y como nos recuerda José Luis CANO en
«Ortega y la poesía», en Cuadernos Hispanoamericanos: Revista mensual de
Cultura Hispánica, nº.403-404, Madrid, 1984, donde aparecen referenciados, entre
otros, artículos y trabajos de Ortega como «El poeta del misterio» (1904), «Crítica
bárbara» (1906), «Poesía nueva, poesía vieja» (1906), «Los versos de Antonio
Machado» (1912), «Ensayo de Estética a manera de prólogo» (1914), «La
deshumanización del arte» (1925), o «Espíritu de la letra» (1927).
196
% , ! #
13
Respecto de la cercanía del poeta alemán a Ortega conviene recordar, entre otros,
al profesor José Luis MOLINUEVO, cuando en Para leer a Ortega, Madrid:
Alianza, 2.002, p.86, explica que: “Ortega desconfía, ya lo hemos señalado, tanto de
los héroes de la acción como de la contemplación españoles. Pero hay también otra
clase de héroes, más apasionada, la cervantina, más serena, la goethiana, la de los
héroes del conocimiento. Cervantes y Goethe, lo español y lo germánico. Cada uno
de ellos es ya una síntesis, una raza híbrida con igual predominio de los genes de la
impresión y el concepto: Goethe es el pensar con los ojos y Cervantes la sensualidad
del concepto.”
Conviene recordar también cómo el propio Juan Ramón Jiménez cuando hablaba
de Ortega decía que: “era tan germanista, tan goethiano”, que “cuando…hablaba de
poesía, seguía apoyándose generalmente a Goethe…”.
197
&
14
José ORTEGA Y GASSET, Velázquez, Madrid: Aguilar, 1987, p.343-5. En este
mismo sentido estas palabras de Ortega vienen a coincidir con las que en este mismo
libro escribe: “Esto proporciona a la existencia humana el extraño carácter de que
no empieza, sin más, cuando en efecto empieza, sino que «viene de antes». Para que
no lo dude, para que no lo olvide, dondequiera que ponga los ojos ve alzarse como
una espectral ruina amonestadora, el fantasma del pasado.”
15
Conviene aclarar que la definición de concepto que aquí se va a manejar es aquella
que diese ORTEGA cuando expone: “El concepto es el conjunto de notas
características, que se abstrae y se destila de los casos naturales análogos, para
formar un tipo. La idea, por el contrario, no se abstrae, no se obtiene de una
realidad, de algo existente, sino que es el hilo de Ariadna que nos guía por las
tierras ideales de la moralidad o del arte. Nos formamos conceptos de lo que existe,
nos hacemos una idea de lo que no existe. Ni el deber ni la belleza existen en la
realidad, no son piedras ni animales; sólo existen en la idea. Más claro: el mundo
donde habitan las ideas, nacen, se fecundan y se suceden, es el Ideal. El Ideal y la
realidad son dos mundos adyacentes, resultado ambos de leyes científicas.” (X, 42)
16
Recuérdese en este sentido los versos de Fausto, citados por Manuel SACRISTÁN,
en «La veracidad de Goethe», Lecturas (Panfletos y Materiales IV), Barcelona:
Icaria, Antrazyt, p, 103: “Y todo lo que sea dado a la Humanidad, / lo quiero gustar
dentro de mí mismo, / captando con mi espíritu lo más alto y lo más hondo, /
198
% , ! #
19
Johann Peter ECKERMANN, «Gespräche mit Goethe» (Carta de Miércoles 31 de
enero de 1827), pp.209-212. Citado en la referida Tesis doctoral ‘Weltliteratur’ de
Goethe, un concepto intercultural, p.44.
20
Aparece indicada esta referencia en la Tesis doctoral anotada más atrás, p.51:
GOETHE, Carta a Jacob Ludwing Iken del 23 de febrero de 1826 (Konzept). HA
cartas IV, p. 592.Citada en el artículo de Hendrik Birus: “Goethes Idee der
Weltliteratur. Eine historsche Vergegenwärtigung”, en Weltliteratur heute. Konzepte
und Perspectiven, Saarbrücker Beiträge zur vergleichenden Literatur- und
Kulturwissenschaft, Tomo I. Edición de Manfred Schmeling, Wúrzburg:
Könighausen & Neumann, 1995,p.6.
200
% , ! #
21
mismo Ortega - supone que el hecho de que una teoría desbanque a
la anterior, lo que no ocurre con la poesía tal y como este filósofo
entendió tempranamente en 1943, no implica que debamos
desentendernos de ella, como más tarde, y en este sentido, sería
corroborado de forma genérica por Heidegger 22 al exponer: “Así
como el precursor no es superable, tampoco es perecedero, pues su
poesía permanece como algo sido (“Ge-wesenes”). Lo actual
(“Resende”) de la llegada se concentra retrospectivamente en el
destino. Lo que de esta suerte no va a parar nunca al curso del
perecer, supera de antemano toda caducidad. Lo sólo perecido es ya
antes de su perecer lo sin destino. Lo sido, por el contrario, es lo
cargado de destino.”23
21
Existe un interesante artículo de Juan Ramón ALVÁREZ, «Crisis de creencias y
revoluciones científicas: Ortega y Kuhn pasado el siglo XX», en Revista de Estudios
Orteguianos nº 6, Madrid: Fundación José Ortega y Gasset, 2.003, pp.101-118, en el
que se conecta el pensamiento de Ortega con los planteamientos de Kuhn. Un estudio
interesante que se podría llevar a cabo en este sentido sería profundizar en la relación
respecto de la noción de paradigma con la filosofía orteguiana y el modo en que el
pensador español parece anticiparse a algunos aspectos científicos relevantes.
22
Conviene que en este trabajo no olvidemos tampoco el hecho de que algunos de los
libros últimos de Ortega recibieron influencias directas del pensamiento de
Heidegger, así, por ejemplo con respecto de la técnica, el profesor Pedro CEREZO,
en La voluntad de aventura, ob. cit, p. p.78, expone: “«A diferencia, pues, de todos
los demás –precisa Ortega en Meditación de la Técnica (1933), con inequívocos
acentos heideggerianos- el hombre, al existir, tiene que hacerse su existencia, tiene
que resolver el problema práctico de realizar el programa en que, por lo pronto,
consiste. De ahí que nuestra vida sea pura tarea e inexorable quehacer» (MT, V, 341).
Conjugando ambos aspectos, podría decirse que vivir es tener que hacer
irremediablemente la figura del propio ser; en otros términos, según la bella
expresión orteguiana, «sostener-se en ser», en el doble sentido correspondiente con el
carácter de la exposición: sostener-se en el medio extraño dela circunstancia, donde
se encuentra perdido, como náufrago, y, sostener-se en el empeño de sí. «Dicho de
otro modo: vivimos sosteniéndonos en vilo a nosotros mismos, llevando en peso
nuestra vida por las esquinas del mundo… por una incesante forzosidad de resolver
el problema de sí misma»”(Unas lecciones de metafísica, -1932-1933-, pp. 39-40) En
suma: lo que constituye a la vida humana como problema, esto es, como cuestión y
afán de ser, es precisamente el carácter finito de su libertad, su facticidad –término
éste de innegable ascendencia heideggeriana-, su estar yecta en una circunstancia
concreta y pro-yectada desde ella, temporalmente, hacia sí misma, hacia el pro-
grama o argumento de su ser.”
23
Martín HEIDEGGER, «¿Para qué ser poeta?», en Sendas perdidas (Holzwege),
trad., de José Rovira Armengol. 2ªed, Buenos Aires, Losada, 1969,p. 267 [1ª ed.,
201
&
Es en este
desvelamiento y vigilancia,
en este estar alerta que a
Ortega le sirve para definir
al filósofo como “el hombre
–que se mantiene- alerta en
el absoluto dentro de las
ideas, que son también una
selva indómita y peligrosa”,
donde coincide la inquietud
de ambos autores, que
deciden, a partir de los
contenidos de su propia
antropología y como
decíamos más atrás,
caminar “desde” un lugar
determinado o inconsciente
en busca de un “hacia”
capaz de perseguir la
plenitud de sentido de las cosas y de la vida, se trataría, pues de la
coincidencia en la continua búsqueda de renovación del camino vital
tanto en la poesía de Claudio Rodríguez como en el pensamiento de
27
Philip W. SILVER, La casa de Anteo, Claudio Rodríguez, Madrid: Taurus, 1985,
pp.237-238.
204
% , ! #
28
Jorge ACEVEDO GUERRA, “Meditaciones acerca de la Modernidad en Ortega y
Gasset”, http://usuarios.lycos.es/valis2/modules.php?name=News&file=print&sid=5.
Los números que aparecen entre paréntesis se refieren a las citas del propio Acevedo
Guerra y que respectivamente es referencia de las páginas de Meditaciones del
Quijote, según la edición comentada y anotada por Julián Marías en Ediciones
Cátedra, Madrid, 1984 y se corresponden con : 62, 69, 70, 67, 69, 70, 68, 46, 68.
205
&
29
Italo CALVINO, Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid: Siruela, 1989,
p.20.
30
Es importante constatar la vigencia de los elementos naturales tanto en la poesía de
nuestro autor como en sus comentarios en prosa ya sean sobre aspectos filosóficos o
poéticos, ya sean sobre la pintura o la escultura que tanto le interesaron, pues
entiende, como lo harán poetas o filósofos naturales como Gaston BACHELARD en
El derecho de soñar, ob, cit, p.44, que: “los elementos, el fuego, el agua, el aire y la
tierra, que por espacio de tanto tiempo han servido a los filósofos para pensar
magníficamente el universo, sigue siendo principios de la creación artística. Su
acción sobre la imaginación puede parecer lejana, puede antojarse metafórica. Y sin
embargo, en cuanto se ha encontrado la exacta pertenencia de la obra de arte a una
fuerza cósmica elemental, se tiene la impresión de que se descubre una razón de
unidad que refuerza la unidad de las obras mejor compuestas. A decir verdad,
aceptando la solicitud imaginaria de los elementos, el pintor recibe el germen
natural de una creación.”.
31
Fernando YUBERO FERRERO, «La noche clara de Claudio Rodríguez: hacia
Casi una leyenda», en Compás de Letras, nº 6, junio 1995.pp.140-141.
32
Sobre el tema de la forma en nuestro poeta puede consultarse Antonio GARCÍA
BERRIO, Forma interior: La creación poética de Claudio Rodríguez, Málaga:
Ayuntamiento de Málaga (Colección «Aire nuestro»), 1998, p.23, donde cita a
Dámaso ALONSO, Poesía española: Ensayo de métodos y límites estilísticos,
Madrid: Gredos, 1950 (ed. 1971, reimpresión), pp.32-33, para aclarar lo que él
entiende por forma : “Los estudios en la perspectiva de la ‘forma interior’, que aquí
algunas veces intentamos, son mucho más difíciles: se trata en ellos de ver cómo
206
% , ! #
34
Claudio RODRÍGUEZ, Poesía completa (1953-1991), ob, cit, p.7. Nótese la
concordancia del “ataque a la tradición” que aquí se plantea, con la cita de Ortega
que más atrás comentaba el profesor San Martín sobre “la tradición de la
intradición”.
35
Javier SAN MARTÍN, El sentido de la filosofía del hombre, Barcelona:
Anthropos, 1988, p. 26.
208
% , ! #
36
En este sentido es interesante recordar las apreciaciones del profesor Joaquín
GONZÁLEZ MUELA, La nueva poesía española, Madrid: Ediciones Alcalá, 1973,
p.62, que nos recuerda a la “experiencia poética naciente” de Pedro Salinas y su
relación con la poesía vista como status nascendi por Ortega y Claudio Rodríguez y
que he analizardo en la Tercera Parte de mi tesis doctoral Poesía y salvación en
Claudio Rodríguez: una interpretación desde Ortega. Así, el profesor González
Muela sobre esto explica que: “La sorpresa del poeta irá desde el reconocimiento de
este mundo prenatal al descubrimiento de su despertar: ¡si ya están aquí! Entonces
descenderá la claridad, “sedienta de una forma”, y con su varita mágica encenderá
esa forma –esa materia-, que estará de verdad viva, tan viva que la claridad ya no
será necesaria porque ya está encarnada, y perecerá ardiendo en el propio fuego que
trasmitió. Esta iluminación y nacimiento de las cosas, ya con luz propia, no necesita
de la luz natural […] ahora se podría decir que no es la claridad la que está “por
encima”, sino que las cosas mismas son las que han alcanzado esa meta. Desde ese
momento el poeta irá en busca de ese mundo iluminado en “ebria persecución”.
[…]”El poeta juega un importante papel en esto de percibirla iluminación de las
cosas: no es que sea el único que percibe ese fenómeno, pero es él el que tiene la
responsabilidad de contarlo. Vamos a admitir, con el poeta, que esa claridad está
más allá, muy por encima, que es un don, y que lo mismo que ilumina a las cosas le
ilumina a él, haciéndole partícipe del reino de la luz.”.
209
&
37
Conviene tener en cuenta aquí la cercanía de este poema con El cementerio marino
de Paul Valéry, seguramente conocido por nuestro poeta, pues ambos suceden a
mediodía, en el momento en el que el sol está más alto, y se encuentra verticalmente
sobre el horizonte, por lo que los seres casi no tienen sombra. En ambos poemas el
conocimiento aparece como la ruptura de la dualidad producida por la oscura
ceguera del deslumbramiento y la luz del sol. Así, tanto en el poema de Rodríguez
como en el de Valéry sucede lo que Rafael ARGULLOL, en Aventura. Una filosofía
nómada, ob. cit. p.47, aclara cuando indica que: “El hombre existe en la medida en
que es capaz de huir de la luz monocroma, blanca y plana del mediodía. A través del
cuerpo y de la sensibilidad, el hombre vuelve al carácter fragmentario de la
existencia. El hombre vive en cuanto siente la imperfección. […] Reconocemos la
esencia a través del deslumbramiento y sentimos ese vértigo de perfección, pero
somos rescatados por la existencia a través de la imperfección y del choque de los
sentidos.
Avanzar en el conocimiento, y también en la libertad, es la capacidad de vivir en el
interior de la contradicción, la capacidad de tener una doble mirada simultánea
sobre el río [se refiere al poema de Valéry, pero sirve para el de Rodríguez en cuanto
a la doble mirada sobre la materia]: la posibilidad de vivir el deslumbramiento, pero
también la experiencia del nadador.”.
210
% , ! #
211
&
212
% , ! #
poder pensar sobre ello sólo es posible cuando se tiene presente todo
lo que rodea al poeta, y también forma de entender el conocimiento
que a mi juicio coincide con Ortega cuando en A «Historia de la
Filosofía», de Émile Bréhier escribe: “Tal vez resulte más claro decir
esto: pensar es dialogar con la circunstancia. Nosotros tenemos
siempre, querámoslo o no, presente y patente nuestra circunstancia;
por eso nos entendemos. Mas para entender el pensamiento de otro
tenemos que hacernos presente su circunstancia. Sin esto, fuera como
si de un diálogo que poseyésemos solo lo que dice uno de los
interlocutores.” (VI, 391)
Más adelante en el poema «La ventana del jugo» volvemos a
verla al lado de la fecundidad: “[…] Entra en el fruto / de la materia
nunca carcomida / y siempre sorprendida / por ti, viejo ladrón que
estás robando / y al mismo tiempo dando / fecundidad, y libertad, y
alba.”; en «Salvación del peligro» aparece el concepto materia junto a
una serie de diversas concreciones de ella misma que conforman un
estilo enumerativo que se desarrollará sobre todo en sus últimos
libros, así leemos: “Esta iluminación de la materia, / con su
costumbre y con su armonía, / con sol madurador, con el toque sin
calma de mi pulso, / […] / salvan38 mi deuda. // Salva mi amor este
metal fundido, / este lino que siempre se devana con agua miel, y el
cerro con palomas, / y …” Porque sucede que “esta iluminación de la
materia” cercana a Pedro Salinas desde su poema «Don de la
materia» precursor de Don de la ebriedad 39 , es la consecuencia
lógica, como venimos diciendo, de una poesía natural no realista pero
tampoco “surrealista”, a pesar de que algunas veces se haya querido
38
Pues a nuestro poeta, como nos recuerda Antonio GARCÍA BERRIO, en Forma
interior: La creación poética de Claudio Rodríguez, ob. cit, pp. 66-67, tiene: “Una
actitud literaria que no desmiente sin embargo en lo sustancial su acendrada fe
personal, que él proclama como uno de los fundamentos más seguros de su
esperanza salvadora en el hombre.” García Berrio añade más abajo una nota en la
que discutiendo sobre su misticismo incluye el deseo sincero de salvación de Claudio
Rodríguez, así leemos: “Por supuesto Claudio, con su vida, ha resultado ser en todo
caso un místico epicúreo, si el oxímoron resulta asimilable; pero su búsqueda de la
trascendencia sagrada sobre las cosas ha sido inabatible, junto a su voluntad cordial
y sincerísima de salvación del hombre.”
39
En este sentido revísese el apartado titulado “Una aventura salvadora hacia lo
absoluto: PEDRO SALINAS” de la Tercera Parte de nuestra tesis doctoral Poesía y
salvación en Claudio Rodríguez: una interpretación desde Ortega.
213
&
40
Philip SILVER, La casa de Anteo, Claudio Rodríguez, ob, cit, p.230.
41
Es interesante recordar con el profesor Fernando YUBERO, La poesía de Claudio
Rodríguez (La construcción del sentido imaginario), Valencia: Pre-textos, 2.003,
p.145, cuando sobre este aspecto indica: “La salvación la descubre el poeta en la
materia, en la naturaleza en su relación con el hombre. Y la invoca, la exalta para
que le hable; la conjura para que le revele el misterio: su recóndita armonía, su
potencia vital, donde residen, a partes iguales, alegría, serenidad y esperanza. Se
trata de acercar los sentidos a la música interior, callada, que late en cada cosa y
descubrir su vida más honda.”
214
% , ! #
42
Claudio RODRÍGUEZ, Aventura, (Edición facsimilar preparada por Luis
GARCÍA JAMBRINA), Salamanca: Tropismos, 2005. Libro sin paginar y “en
construcción” según lo define el responsable de la editorial, dado que los poemas que
lo componen quedaron sin terminar a la muerte de nuestro autor en 1999.
215
&
43
Este aspecto nos recuerda la importancia la presencia de la tríada como ruptura de
la dualidad necesaria que analizamos en nuestro artículo “«El número tres, armonía
triádica y salvación en Ortega y Gasset, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y
Claudio Rodríguez», en Revista de Estudios Orteguianos nº 8/9, Madrid, mayo-
noviembre de 2.004, pp.149-184; pues, entre otros, compartimos completamente lo
que expone Rafael ARGULLOL, en Aventura. Una filosofía nómada, ob.cit. p.48,
cuando escribe: “todo dualismo está equivocado, y también lo está toda visión
escindida que privilegie a la esencia sobre la experiencia, al igual que aquella que
favorezca el puro pragmatismo. Vivir y saber vivir dependen de la posibilidad de
habitar en el interior de la contradicción.” (Nótese la coincidencia en el título de esta
obra con el último poemario de nuestro poeta).
216
% , ! #
44
El concepto de afrontar la creación como aventura en nuestro autor recuerda las
palabras de Rafael ARGULLOL, en Íbidem, p. 29, cuando destaca: “[…] la
importancia tanto de vivir a la aventura en el sentido de vivir en el azar y con la
conciencia del azar, como la dimensión de la aventura en cuanto exploración y en
cuanto contraste entre existencia y experiencia.”
217
&
45
Conviene recordar que Ortega introduce aquí una nota a pie de página sumamente
aclaratoria en la que indica que: “En pintura se hace más patente aún la intención del
realismo. Rafael, Miguel Ángel pintan las formas de las cosas. La forma es siempre
ideal –una imagen del recuerdo o una construcción nuestra-. Velázquez busca la
impresión de las cosas. La impresión es uniforme y acentúa la materia –raso,
terciopelo, lienzo, madera, protoplasma orgánico- de que están hechas las cosas.”
218
% , ! #
219
Los valores. Recordando a ortega. Comentario a “introducción a
una estimativa. ¿qué son los valores?”
1
Encuentro, Madrid 2004, 41 pp. Esta parte está extractada de Obras completas, t.
VI, Revista de Occidente, Madrid 1961 (5ª ed.), pp. 315 ss. La obra vió la luz
originariamente en el nº IV de la Revista de Occidente.
" % , " *
2
(1842-1918) . Ortega se empapa de aquella filosofía que se respira en
Alemania, pero no asume todos sus principios, sino que reacciona de
un modo crítico y constructivo.
2
Quien mejor ha estudiado estas cuestiones es María Socorro GONZÁLEZ
GARDÓN, en Cuadernos Salmantinos de Filosofía (1979 y 1981).
221
&
3
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Historia, Hombres, Dios, Cristiandad,
Salamanca 2005, p.273-274.
222
" % , " *
4
.J. ORTEGA Y GASSET, o.c., p.11.
5
Idem, p.12.
6
Idem, p.15.
223
&
7
Idem, pp.15-16.
8
Idem, p. 21.
9
O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, o.c., p.274.
224
" % , " *
10
Idem, p. 32.
11
Idem, p. 34.
12
Idem, p. 35.
225
&
13
Idem, pp. 39-40.
226
" % , " *
227
D´hondt, Jacques, Hegel. más, sino para examinar e
Traducción española de intentar explicar su parte oculta,
Carlos Pujol. Editorial aquello que no fue conocido y
Tusquets, Barcelona, 2002, que acabó determinando los
408pp. hechos que sí lo son.
Con este
A los buenos planteamiento, el libro tiene un
conocedores y especialistas en comienzo inusual para una
Hegel no les resulta ni mucho biografía: el entierro de Hegel,
menos extraño el nombre de repleto de aspectos enigmáticos
D´hondt, puesto que ha y de intrigas. Ya en los
publicado obras importantes discursos funerarios se
sobre este autor que se vienen desvelaron rasgos de su vida a
valorando desde hace años. No los que luego no se ha prestado
obstante, en el caso del libro especial atención. Algunos de
que comentamos el lector ellos pasaron claramente
medio no se debe mostrar desapercibidos porque no se
prematuramente precavido e leyeron posteriormente en la
incluso temeroso ante la clave francmasona en la que
posibilidad de enfrentarse a un fueron pronunciados. En efecto,
texto duro y exigente, como sin la importancia de la pertenencia
duda son otros escritos del de Hegel a la masonería sólo
autor francés. Antes al saldrán a la luz en los capítulos
contrario, estamos ante una posteriores que se ocuparán de
biografía de agradable y amena su vida adulta, ya que esta
lectura que no renuncia al rigor. biografía, aún con el inicio
D´hondt deja claro peculiar con la muerte y el
pronto cuál es su punto de entierro del biografiado, sigue
partida: Hegel disimuló lógicamente en lo demás la
sistemáticamente aspectos de cronología natural.
su vida y de su actividad De este modo
pública y privada. Por ello D´hondt se detiene
quiere indagar en los suficientemente en los primeros
acontecimientos y en los años de la vida de Hegel, en sus
hechos conocidos y primeros estudios y no deja de
constatados, no para volverlos a llamar la atención el hecho de
poner de manifiesto una vez que detecte ya en una época tan
' , -
230
" ' !
231
' , -
232
" ' !
vigilaban de cerca, si bien “lo que “hay toda una faceta del
suyo con el poder fue una pensamiento y de la actividad de
especie de juego del gato y del Hegel que escapa al mundo
ratón, esquivando a veces las exterior” (305).
intenciones y las trampas de un Quizá esa es la
enfrentamiento poderoso y principal razón de que esta
brutal” (263). La imagen biografía sea sumamente útil al
transmitida aquí es la de un lector para hacerse con una
profesor comprometido con la rigurosa imagen humanizada de
causa liberal y progresista, Hegel como una personalidad
aunque esta filiación le trajese altamente comprometida con la
innumerables problemas que época en la que vivió. Sin
bien se podría haber evitado. embargo, un trabajo así pone
Aunque no fuese un “tribuno también ante nuevas dificultades
subversivo” o un a la hora de enfrentarse a sus
revolucionario, su actitud fue obras clásicas, puesto que
valiente. Escribió súplicas para D´hondt considera que una
algunos amigos encarcelados, interpretación completa y
entabló negociaciones, efectuó adecuada de ellas pasa por
gestiones, pidió audiencias y distinguir lo que se escribió para
hasta pagó fianzas. En opinión el gran público de lo que se
de D´hondt “ningún gran destinó a la censura, a la policía,
filósofo de los tiempos a los amigos o a los enemigos.
modernos le ha imitado en este Se me dirá que la lectura de
comportamiento singular” Hegel ya es lo suficientemente
(289). El empeño por corregir ardua en primera instancia como
la visión más tópica de un para atender a todas estas
Hegel complaciente con el perspectivas y, en efecto,
régimen prusiano es constante D´hondt reconoce que quiere
en la biografía que contribuir a hacer esa lectura
comentamos. La convicción de aún más compleja teniendo en
muchos intérpretes de que tuvo cuenta que “ante cada texto es
una juventud revolucionaria necesario poner en duda, buscar,
pero una madurez claramente trabajar, reflexionar (…) ya que
conservadora es el objetivo de en la pluma de Hegel una
la crítica de D´hondt. También alusión subversiva posee mayor
en Berlín estaríamos ante un significado e importancia que
contestatario. Lo que ocurrió es diez repeticiones de ideas de
233
' , -
235
' , -
236
" ' !
238
" ' !
239
' , -
241
' , -
242
( + !
243
' -
245
) % + # ! *
Pares de Ojos
personas
de carne y hueso
casi visible
personas…
agresivos
anuncios
tan
agradables
de carne y
seso
venden
manises
aceitunas
usadas
moneditas
cabezas
billetes:
corazón
comiendo se
van
negro no
se vuelve todo
por los
agujeros
los ceros
dejan
sopa de letras
cara sonriente
el ceño fruncido
da colores
caliente
carne y uso
las personas
( + !
seso y hueso
invisible
transparente
poca luz
por los ojos
hierve
escaparate con
rótulos de riesgo
soy uno
qué suerte
249
Citados con…
+ .
& ) + 2
/ %" &
' : ; :
& ; + 9 9
) + + . )
%
" / F
' & % ) ) &
9 2 )
% GH . F I G9 . I
) ) ) 9 '
% < & - '
> 2 % : ; - 9
+ 9 + ' & J
+ 0 , )
+
+
+( '
)1 )
2 ,
#
+
(
3 2
251
+ .
" F & 0)
F .' (9 %
' & & % ' &
% / %
9 ' - & -
, ' & - %
H ( . 9 ' ' 9
+ : & ;%
" + & )
% ' ) % $ '3 ' $
) % 4 ) ) $ & ) ' '
& ) ' ) '
' 54 +& + 9 +
: ; + ' &
' 2 = ,
' ) ' 3 ' 3 )
' 4 ' 6 ' '
'3* )' 7& $ ' ' ( 3 $
0 7 ) (( ' 8
94
1
Robert Bréchon: Extraño Extranjero. Una biografía de F. Pessoa (trad. Cast. Ed.
Alianza, 1999, pg. 524)
2
Fernando Pessoa: “ Carta sobre A Génese dos Heterónimos” ; en Poesía, 2 vols.
Lisboa, 1942, pg. 196. la cuestión de la heteronimia ha sido también tratada por J. A.
Llardent: “ Sobre heteronimia” ; en Fernando Pessoa, en palabras y en imágenes; ed.
Siruela, 1995, pg. 220. Según Llardent, la creación de los heterónimos tuvo su
comienzo el 8 de marzo de 1914. En esa fecha sucedieron, según relata el propio
Pessoa, estos hechos trascendentales en su vida: “ Me acerqué a una cómoda alta,
cogí papel y comencé a escribir de pie… y escribí treinta y tantos poema uno tras
otro, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no lograría definir. Fue el día
triunfal de mi vida, y nunca volveré a tener otro igual. Empecé con un título O
Guardador de Rebanhos. Y lo que vino después fue la aparición de alguien a quien
di en seguida el nombre de Alberto Caeiro. Pido perdón por lo absurdo de la frase:
de mí había surgido mi maestro. Fue ésta la sensación inmediata que tuve” .
3
Pessoa, ibidem, 1942
4
“ Con una falta tal de literatura como hay hoy, ¿qué puede un hombre de genio sino
convertirse él solo en una literatura? Con una falta tal de gente con la que poder
convivir como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de sensibilidad sino inventar
252
+ .
>
= - %" '
+ ., ' ' ' '
' :4
'
) + %"
'
' 2 & %
' ' . ,
' 9 2 )
& &+ = 2 ) ,
' % " >
2 %
/ ) 9
) -
' . 2 %
" - %
H / )
) 9 + )
D . ) ) % . ,
& & D ) 9
> %
" / - ' F
) ) %" /
& D :L M + ;%
(& ) - ) AB > +
9 ') ) + + A4A
AB4%
C ) / +
= , % " .
9 ' ) 9 %"
-: ;
7 & %
sus amigos o, por lo menos, sus compañeros de espíritu?” (Fernando Pessoa: Sobre
literatura y arte; trad. Cast. Ed. Alianza, 1985, pg. 62)
5
Fernando Pessoa: Sobre literatura y arte (trad. Cast. Ed. Alianza, 1985, pg. 59)
253
+ .
" : ; )
' %/
+ ,
& .
- )
" &
9 '
8
& + , /
" &+ 2
'
"
" '
+ )
" )
' )
* ) + ) - D '
' & ' 2
" )- +
)
,
>
+ & &
'
) ). & - =
N ( ' + +
9 ,
; ) ( & ,
( ' & '
% .
254
Fernando Pessoa: Libro de desasosiego
(trad. Cast. Ed. Seix-barral, 1993, traducción de Ángel Crespo)
Antología de Textos
<
( ( = 0 ' $) ) ( ' 4 (=
(% ' $' & ( =$ %
((4 > $ $' ' ( & ) (( '3 $'3
0 $'3 ' ' & & ) (( 0 4
( 0
' 3 4 + $ )
$ & 3 7 & &'
' 4
) 4> & (
& 4 %
( ' 7 % $ 4
' $ ) ( '3 & 4
' & 4
)'
3
4
3 ( &
& $
$ ( 4 +) $
&
'
$& $ $
'3 & '
4
)' =
$
' = ' $ '
' $ ' $ & & '3 ' 7
3 4 (3 ( 4
+ $ & $ . &
( 41 & & ! . ' .41
4, .$' 37 = 3
4
257
+ .
( = 0 ( 4 , (( ' $
4
( '3 '
4
( 4 '
$) ) $ ( '
7 ' $ $ $ '
$ )= ' = '' 4 ,
' ' ( ( ' 4
258
+ .
( 4 ' '3
( 4 '- $ ( ' $ (( @ '
; 4 ' $ ' $ =
( & ) .4
' 4 =
)' & $
$ ' $ $ $&
' 4
- & ( 4
4 - 4< !)
) & ) 4
( )$ ' - $
4 ) (( & ) ''
' & & ' ' ' !
$ ' ) 0 4
? ' '
$ $
, ' ' 3 $ 0
'
260
+ .
(
' 4
$ $ $ ''
' $ &(
4 $ ' ' $
' $ .
' 3 )
)' $ ) $
$ 3
C - ' 8 )
261
+ .
& $& 41
' ) 4,' (
'$ ( 3 $% &$
$ ' ' 7
&$ = ( $ &
$ ' $
. = 4 $ ' 3 $
' $ (
& ( 4 +
) 3 $ 4
( & $ ' 4
/ &$ ' =& .& $
(( & ' ' 4
?$ & $ ( ' $&
' = 4
'. $ & (
) & ( $'
? ' $
' 0 0 ' ! 3
262