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Eugenio Chang-Rodríguez
Transcrito y preparado para su lectura en internet por Luis Zaldivar para el blog
http://apristaverde.blogspot.com
Sobre la transcripción
Deslinde Preliminar
Las muchas definiciones intentadas para el importante termino identidad han sido
históricamente confusas y difusas. Confusas, porque la lógica de los argumentos dados tiende
a rechazar los conocimientos estables y aceptados. Difusas, pues se caracterizan por su
diversidad de aproximaciones con objetivos no muy precisos. Por estas razones, al explicar la
identidad nacional implícita en la integración latinoamericana propuesta por Víctor Raúl Haya
de la Torre, se debe recordar los acontecimientos históricos precedentes de nuestra identidad.
El Inca Garcilaso de la Vega, el primer gran escritor mestizo de las Américas, llama
patria “a todo el Imperio que fue de los Incas” (Inca Garcilaso 1985:407)2. Con el tiempo, su
concepto de patria abarcará al Virreinato de Nueva Castilla, que desde 1544 a 1732
comprendió a toda Sudamérica hispánica. En el proemio de La Florida del Inca, escrito
alrededor de 1603, se dirige”a todos los indios, mestizos y criollos del Perú” (Inca Garcilaso
1956:10)3 y hace lo mismo en el “Prologo” a la Historia General del Perú (1617): “A los indios,
mestizos y criollos de los reinos y provincias del grande y riquísimo Imperio del Perú, el Inca
Garcilaso de la Vega, su hermano, compatriota y paisano. Salud y felicidad” (Inca Garcilaso
1962, 1: 55)4. Indudablemente el primer gran escritor peruano esboza en sus escritos el
concepto de patria, que va más allá de la región donde se ha nacido.
1
Zaldivar. En el libro no he encontrado la referencia bibliográfica al original.
2
Garcilaso de la Vega, Inca. 1985. Comentarios reales de los Incas. Lima: Banco de Crédito del Perú (1609)
3
Garcilaso de la Vega, Inca. 1956. La Florida del Inca. Ed. Y notas de Emma Susana Speratti Piñero. México-Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica.
4
Garcilaso de la Vega, Inca. 1962. Historia general del Perú. Segunda parte de los Comentarios reales. Lima:
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 4 vols. [1617]
raíces. Sus visiones fueron superiores a la concepción de los ingleses Thomas More –Tomás
Moro en castellano0 (1478-1535), en Utopia5 y la de Francis Bacon (1561-1626) en New
Atlantis (‘Nueva Atlantia), porque en los dos escritores peruanos la utopía se nutre de
experiencias vividas, configuradoras de su patriotismo
Bastan estos ejemplos para afirmar que el planteamiento del problema de la identidad
nacional se inicia en el periodo colonial y se vincula al proceso de la autodefinición proyectada
hacia el desarrollo de una conciencia cultural. Las manifestaciones iniciales de la incipiente
5
Utopia de Thomas More fue originalmente publicada en latín en 1516. Entre las muchas versiones en diferentes
idiomas son útiles Utopia de Tomás Moro, traducción, prologo y notas de Ramón Ezquerra (Barcelona, Apolo,
1948); y Utopia, editada por George Stade (Nueva York: Barnes &Noble Classics, 2005)
identidad generaron una literatura que poco a poco se hizo más y más diferente de la
peninsular.
La identidad peruana
En medio del fragor de las luchas fratricidas del siglo XIX, el tema de la autonomía intelectual y
artística sobrepaso la estética para abrazar la política. En el debate continental sobre
europeísmo versus americanismo, los escritores peruanos del siglo XIX tuvieron en cuenta
tanto las exigencias de originalidad y rechazo expresadas pro Simon Rodríguez, como los
llamados a la independencia intelectual insertados por Andrés Bello en su silva Alocución a la
poesía(1823). El gran humanista venezolano postulaba una literatura arraigada en la naturaleza
y mostro a los latinoamericanos como la cultura autentica emana del conocimiento del medio, y
como la tensión del espíritu enfrentado a la realidad es el primer presupuesto de toda
creación6.
6
Julio Heise Gonzales: “Acción y pensamiento de Andrés Bello” en Andrés Bello: Homenaje de la Facultad de
Filosofía y Educación de la Universidad de Chile (Santiago: Universidad de Chile, 1996: 21-22)
7
Eugenio Chang Rodriguez: “Peru” en Political Parties of the Americas, Robert J. Alexander Ed. (Wesport, CT:
Greenwood P, 1982: 586-610)
Tal razonamiento impulso a los escritores a buscar una voz propia e identificar el carácter de su
literatura. En su “Discurso en el Teatro Olimpo” (1888), Manuel Gonzales Prada (1844-1918)
abogo por una literatura contemporánea original, y en su severo enjuiciamiento de los
escritores no se salvaron ni Ricardo Palma ni su imitadores8. Como antídoto contra las taras
artísticas imitativas recomendó un estilo adaptado al carácter nacional y a la época del escritor.
Como practicaba lo que predicaba, Gonzales Prada expreso sus ideas con un estilo sencillo
elaborado pacientemente, recomendó laconismo (encerrar el mayor número de ideas en el
menor número de palabras). Y advirtió contra los peligros del colonialismo ideológico y mostro
la necesidad de identificar la literatura nacional para producir una obra de arte sui generis,
liberada de los vicios del pasado.
8
“Discurso en el Teatro Olimpo” (1888) puede leerse en Manuel Gonzales Prada: Paginas libres (Lima: PTC, 1946:
37-38)
9
José de la Riva Agüero y Osma: Carácter de la literatura del Perú independiente (Lima: E. Rosay, 1905: 220-29)
10
Juan B. de Lavalle: “Las ideas estéticas del socialismo contemporáneo” en Contemporáneos No 1, Lima, abril de
1909: 20
11
José Gálvez Barrenechea: “Posibilidad de una genuina literatura nacional” en Revista Universitaria 10.2 Lima,
1915:194-333
“del objeto y no el sujeto del arte”, y concluye en que la literatura peruana no esta reñida con la
literatura universal porque sus grandes ideas e inquietudes, comunes a todos los seres
humanos, la universalizan. Con el Eclesiastes de Salomón, José Gálvez cree que Nihil novi sub
sole y afirma, como lo hará Jorge Luis Borges unos años mas tarde, que los escritores son en
parte plagiarios. José Gálvez ilustra su punto de vista recordando la pintoresca exageración:
“en literatura el robo seguido de asesinato es excusable”. Llega a la conclusión de que la
literatura peruana, al menos temáticamente hablando, ya existe; pero es necesario estimular su
producción. Sus componentes son la historia, la leyenda, la tradición y la naturaleza. Su
carácter es descriptivo e interpretativo; y sus géneros son la tradición, la novela histórica, el
drama legendario, la comedia de costumbres, la poesía
descriptiva y otras novedades y adaptaciones peruanas12.
Manuel Gonzalez Prada literatura peruana que se refleje y funda todos los
elementos de la nacionalidad, sus factores históricos y
sociológicos. Este fue el cuerpo básico de su obra maestra La literatura peruana. Derrotero
para una historia espiritual del Perú, cuyo primer tomo apareció en 1928, al siguiente año de su
participación con José Carlos Mariátegui en la polémica sobre el indigenismo, durante la cual
aclaro su concepción totalizadora explicando lo que entendía por literatura integral. Coincidió
con Antenor Orrego en no creer en la posibilidad de una resurrección incaica ni en una
supremacía de la herencia hispánica. Evidentemente su concepción teórica era centrista, pues
12
Ibidem: 25-26, 42, 49-50
negó ser anti indigenista y rechazo las corrientes exclusivistas13. Fiel a su eclecticismo, años
más tarde, incluyo en su historia de la literatura peruana los aportes prehispánicos y la tradición
folclórica14.
Manuel Gonzales Prada (1844-1918) advirtió los peligros del colonialismo ideológico y
se pronunció contra él. Sus discípulos Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), José Carlos
Mariátegui (1894-1930) y Antenor Orrego (1892-1960) continuaron la lucha contra el
colonialismo y la dependencia cultural en el curso de su empeño por definir la idea de patria y
nación. El proceso de la identidad peruana aumento en ritmo durante el resto del siglo veinte,
cuando nuestro pueblo-continente se abre al Occidente y al Oriente, proceso sintetizado en los
versos de Vallejo: “Sierra de mi Perú, Perú del mundo/ y el Perú al pie del orbe; yo me adhiero”.
Para despejar la bruma creada por las generalizaciones fácil, preguntemos: ¿en que se
basa la atrevida creencia que atribuye a los peruanos soterradas tendencias a la rivalidad y al
conflicto por carecer de espíritu de emulación (Delgado 1971: 114), o la que acusa al indio de
trabajar con lentitud para conservar su fuerza y de practicar la paciencia y la resignación por
presión del medio (Descola 1964: 30-31)?; ¿Qué sustento tienen quienes afirman que la
inautenticidad y la ligereza son caldo de cultivo de su huachafería, o el que escribió
“Prevalecen en nuestra vida la mistificación de valores y realidades, la inautenticidad en las
actitudes, el sentido imitativo, la superficialidad en las ideas y la improvisación de los
propósitos” (Salazar Bondy 1973: 58)? Los mitos enmascaradores de la identidad tornan difícil
la tarea de búsqueda y hallazgo de nuestra personalidad nacional. En ese sentido, la
13
Luis Alberto Sánchez: “Batiburrillo Indigenista”, “Respuesta a José Carlos Mariátegui”, “Punto final con José
Carlos Mariátegui” e “Ismos contra ismos” en La polémica del Indigenismo” ed. Manuel Aquezolo Castro (Lima:
Mosca Azul, 1976: 60-73, 77-81, 86-91 y 97-100)
14
Luis Alberto Sánchez. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, 4ª ed. (Lima: P.L.
Villanueva, 1975, 1:10-70)
conciencia nacional como manifestación de la identidad del ente
colectivo parece surgir del choque cultural experimentado en un
medio, fauna y flora que condicionan el sentir y pensar. En la
óptica de Antenor Orrego, la indagación de nuestra peruanidad
consiste en averiguar nuestro ser en el tiempo y en el espacio:
romper el extrañamiento para ingresar al mundo de inquietudes y
esperanzas; exteriorizar nuestras esencias; abandonar el
enajenamiento y la otredad para ser nosotros mismos. Pero,
sobre todo, es tener conciencia de quiénes somos y donde
estamos; es poseer un sentido de pertenencia a una comunidad
Jose Carlos Mariátegui solidaria.
Empero, como afirma Claude Lévi-Strauss, el plantear problemas no lleva implícito que
necesariamente tengan solución. Dos preguntas de este francés son pertinentes al debate
peruano: ¿Son verdaderamente conciliables las posiciones de “fidelidad a sí mismo” y “apertura
hacia los otros”, o debemos reconocer en ellos términos antagónicos? ¿No es contradictorio
imaginar que la originalidad y el poder creador, que por definición se generan internamente,
pueden ser suscitados desde afuera? (Levi-Strauss 1982: 1-2)15.
15
Levi-Strauss, Claude. 1982. “Identidad cultural y apertura hacia el exterior” en Perspectivas de la UNESCO,
Especial (1982): 1-2
16
Mariátegui, José Carlos. 1959. Obras Completas 2. Lima: Amauta
gran escritor concluye en que por los caminos universales ecuménicos nos vamos acercando
cada vez más a nosotros mismos. En su óptica, la literatura peruana es diversa e inorgánica
porque refleja la realidad social y cultural del país; los sistemas literarios no son independientes
sino imbricados en el mismo sistema histórico que los afecta y condiciona; y la literatura es tan
contradictoria como las clases sociales que la producen y las culturas que la engendran.
Después de todo, los actos conscientes del peruano se basan en los aportes culturales
indígenas, hispánicos y de otras civilizaciones. Su conciencia de peruanidad incluye lo incaico y
los estratos culturales anteriores y posteriores; es mayor que la suma de sus componentes:
mochica, chimú, chavín, Tiahuanaco, incaico, hispano, africano, etcétera. Es una
supraconciencia influida por la geografía y orientada por la voluntad.
Con el correr de los siglos, nuestra identidad nacional corresponde a una pluralidad
étnica hasta la toma de la conciencia de nuestro multilingüismo y la pluriculturalidad en trance
de homogenización. La percepción de patria continental es el anverso de la medalla del
patriotismo local. De un lado se encuentra el perfil del patriotismo latinoamericano y del otro el
del patriotismo regional, llámese mexicano, cubano, guatemalteco, colombiano, argentino o
peruano. Tanto fuerzas centrifugas precolombinas como corrientes centrifugas peninsulares –
progenitoras de regionalismos milenarios- atizaron el egoísmo castrense causante de nuestra
desmembración postemancipadora. De todo ello se colige que para aproximarnos a la
conciencia de la peruanidad, de la mexicanidad, de la argentinidad y de la cubanidad, es
menester tener presente la forja de la conciencia del patriotismo continental, cuyos destacados
promotores fueron Hidalgo17, José de San Martin, Simon Bolívar, Benito Juárez, José Martí,
José Carlos Mariátegui, Víctor Raúl Haya de la Torre y Antenor Orrego.
17
El padre Hidalgo firmo en Guadalajara, en 1810, el decreto de emancipación de los esclavos; uso el titulo de
Generalísimo de las Américas y lanzo vivas por “nuestra América”
Latinoamericano y sienta las bases para
constitución de una Comunidad de
Naciones, “que sin desmedro de los valores
propios de cada país y su intransferible
mensaje, permita presentar a la faz del
mundo: una América Latina unida,
solidaria, progresista y fuerte”, sobre las
bases de su integración política, económica
y cultural18.
Agitando la bandera de la Gran Patria Continental, Haya visito casi todos los países que
deseaba unificar y en todos ellos sus ideas fueron recibidas con entusiasmo y adhesión. Con
él, la fraternidad continental retorica y romántica dio paso a un programa efectivo y practico de
consolidación, inyectándole real contenido político a lo que antes había sido un vago e
inconsistente anhelo y una expresión verbal en los banquetes diplomáticos. Haya expandió el
antiguo concepto de “patria chica” a patria continental, convencido de que mientras siguiéramos
divididos continuaríamos siendo presas de los más fuertes, de esos atizadores de nuestras
divisiones temporales y promotores de caducos chauvinismos y guerras fratricidas. Para el
ideólogo peruano, la soberanía nacional se basa en el libre ejercicio de la soberanía popular. Y
para que se exprese la soberanía popular continental debemos conocernos y respetarnos
mutuamente, porque “el primer paso para una efectiva solidaridad continental hay que darlo en
la prensa, en las escuelas, en los partidos. Cada diario o revista –grande o pequeño- debería
hacer propaganda didáctica sobre los países Indoamericanos” (Haya 1977, 5: 250)19. El
fundador del aprismo recomendó la publicación de muchos mapas, planos, fotografías,
artículos breves y bien informados sobre todos los países latinoamericanos. Señalo la
importancia de la enseñanza de la historia de los Estados hermanos integrantes de nuestra
gran nación y sugirió que se lleve a los partidos un profundo y tenaz sentido indoamericanista.
Para él, una política nacional sin un espíritu continental no será nunca política Indoamericana ni
verdaderamente patriótica (Haya 1977, 4: 50).
18
Cf. Diario de Debates de la Cámara de Diputados, diciembre de 1964; y la Declaración de Lima (Lima:
Publicaciones de la Secretaria General del Parlamento Latinoamericano, Palacio Legislativo), IA/1
19
Allá de la Torre, Víctor Raúl. 1977. Obras Completas. 7 tomos
Continental Indoamericano de Inversiones. En los esfuerzos para intentar solucionar los
problemas económicos, el revolucionario peruano propuso la reunión de un congreso
económico en cada país con la presencia de las fuerzas vitales de su economía: capital y
trabajo, comercio e industria, agricultura y minería, educación pública, transporte y
comunicación. Cada congreso económico nacional investigaría los recursos económicos y la
capacidad productiva de cada país, plantearía conclusiones concretas acerca de su desarrollo
y se convertiría en Consejo o Cuerpo Consultivo permanentes para proponer al Ejecutivo y al
Parlamento de cada Espacio las medidas convenientes y necesarias para impulsar la
organización económico-social nacional con miras a su ampliación regional y continental.
Corolario de los congresos económicos nacionales y conferencias regionales seria la reunión
de un Congreso Económico Interamericano (Haya 1977, 4: 337). Este último, basado en las
resoluciones adoptadas en cada país, con miras a la coordinación interamericana, acordaría un
plan general con las siguientes reformas:
En Latinoamérica, dentro de su gran unidad, nuestro pensador distinguió zonas semejantes con
características comunes, que
corresponden a regiones geográficas
mas o menos continuas: 1) México,
Centroamérica y el Caribe; 2) los cinco
países bolivarianos; 3) el Cono Sur; y 4)
Brasil. Son ellas cuatro zonas
económicas de penetración imperialista,
tal como lo fundamento en la tesis de los
cuatro sectores. A su juicio, la
depredación imperialista, la corrupción
administrativa, las satrapías y dictaduras
y la explosión demográfica –que
aumentaría la población a 500 millones
de habitantes para el año 2006- han
empobrecido la realidad económica
latinoamericana, como lo describen los
libros que tratan de la Geografía del
Haya de la Torre
hambre.
20
Peláez Bazán, Mario. 1977. Allá de la Torre y la Unidad de América Latina. Lima: Enrique Valenzuela Editor.
21
Es oportuno recordar que Justo Arosemena (1817-96), representante de Colombia al Congreso
Hispanoamericanista, reunido en Lima en 1864-1865, publico en la capital peruana su Estudio sobre la idea de una
liga americana (1a. ed., 1864; 2ª. Ed., Panamá, 1974), en el cual propuso la ciudadanía común para todos los
nacidos en Hispanoamérica. La propuesta la hizo en circunstancias en que Benito Juárez luchaba contra la invasión
francesa y una Escuadra de España amenazaba Ecuador, Perú, y Chile, mientras que tropas españolas reimponían
su autoridad en Santo Domingo.
hacia el nuevo tipo o nuevo hombre de América. El mestizaje es un camino de los pueblos,
pero no un objetivo y una meta. El mestizo es un puente, un eslabón o un estado transitivo,
pero nunca una forma estable y orgánica de vida”. Para este filosofo aprista, en la inmersión
en el medio, en la realidad americana, se crea “el nuevo hombre americano”. Desde hace
cuatro siglos, todas las razas se están americanizando en un “proceso de reintegra miento y
reconstitución”, pero sobre todo de reintegración: “El indio, el blanco, el asiático, el negro, todos
han traído su aporte”. América es, para Orrego, el vaso que de forma a la realidad, el
continente que se impone al contenido (Orrego 1957: 54)22.
… de Paris a Berlín o a Londres hay mas distancia sicológica que de México a Buenos
Aires, y hay más extensión histórica, política y etnológica que entre el Rio Bravo y el
Cabo de Hornos. Mientras en Europa la frontera es, hasta cierto punto, natural, porque
22
Orrego, Antenor. 1957. Pueblo Continente: ensayos para una interpretación de la América Latina. 2ª ed. Buenos
Aires: Ediciones Continente, 1957. 1ª ed. El Pueblo-Continente. Santiago de Chile: Ercilla, 1939
obedece a un determinado sistema orgánico y biológico, en América Latina es una
simple convención jurídica, una mera delimitación caprichosa que no se ajusta ni a las
conveniencias y necesidades políticas, ni a las realidades espirituales y económicas de
los Estados. Mientras en Europa, con frecuencia, los pueblos originan y construyen los
Estados, en América, el pueblo es una gran unidad y los Estados son meras
circunscripciones artificiales (Orrego 1957:73-74)
No se puede plantear hoy la revolución, cualquiera que sea hoy el pueblo de la Tierra,
desde el punto de vista contemporáneo, sino dentro de los marcos teóricos y prácticos
del marxismo, así como no se puede plantear, para la ciencia astronómica, ningún
problema que no parta de la concepción heliocéntrica del Universo. Las ciencias
sociales y económicas han superado ya sus antiguas concepciones y, por eso, el
marxismo es el camino y el método científico de la revolución. .. Pero el marxismo no es
cartabón rígido, ni receta congelada, sino instrumento flexible y elástico que rebasa toda
formula o plantilla cortada a patrón y media geométrica (Orrego 1957: 117)