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Explicaremos el círculo cromático de doce zonas, el cual se deduce de los tres colores
primarios: amarillo, rojo y azul.
Ya sabemos que el individuo normal es capaz de distinguir un rojo que no sea ni azulado
ni amarillento; un amarillo que no sea ni verdoso ni rojizo; y un azul que no sea ni
verdoso ni rojizo.
Para controlar un color, conviene colorearlo sobre un fondo neutro, es decir sobre gris.
Hay que elegir con sumo cuidado los colores primarios.
Coloquemos en un triángulo equilátero los tres colores primarios: el amarillo arriba, el rojo
abajo a derecha y el azul abajo a izquierda. El triángulo queda inscrito en un círculo en el
cual construimos un hexágono. En los triángulos restantes, colocamos las tres mezclas:
cada uno de estos colores mixtos está constituído por dos colores primarios.
Los tres colores secundarios deben mezclarse con mucha precisión: no deben tender ni
hacia uno ni hacia el otro de los colores primarios. La experiencia demuestra que es
bastante difícil encontrar estas mezclas secundarias. El anaranjado no debe ser ni
demasiado rojo ni demasiado amarillo; el violado no debe ser ni demasiado azul ni
demasiado rojo; el verde no debe ser ni demasiado amarillo ni demasiado azul una vez
que la mezcla quede hecha.
Luego, a una distancia oportuna del primer círculo, trazamos un segundo círculo
concéntrico; dividimos la corona circular resultante en doce zonas iguales. En este anillo
colocamos, en los lugares correspondientes, los colores primarios y los colores
secundarios, dejando una zona vacía entre cada color. Entonces disponemos en las zonas
vacías los colores terciarios compuestos de la mezcla resultante de un color primario con
un color secundario. Obtendremos los colores siguientes:
En cualquier momento se puede imaginar una exacta representación de estos doce colores
y todas las variaciones se clasifican fácilmente. Me parece sin sentido y pérdida de tiempo
el establecer círculos crómaticos de 24 o incluso de 100 zonas. Por añadidura, este
procedimiento no tiene valor para un artista: ¿qué pintor podría representarse, sin ningún
otro medio auxiliar, el color número 83 del círculo cromático de 100 zonas?
Delacroix había instalado sobre una de las paredes de su taller un círculo cromático
acompañado cada color de todas las combináciones posibles.
Los impresionistas Cézanne, Van Gogh, Signac, Seurat y muchos otros consideraban a
Delacroix como un gran maestro del color. Delacroix, y no Cézanne, es el fundador de
esta orientación de la pintura moderna que se esfuerza en construir sus obras sobre
principios objetivos, comprensibles desde un punto de vista lógico, y en introducir en sus
cuadros más orden y más verdad.
El blanco y negro son llamados colores acromáticos, ya que los percibimos como "no
colores".
Color luz, síntesis aditiva
Los colores producidos por luces (en el monitor de nuestro ordenador, en el cine,
televisión, etc) tienen como colores primarios, al rojo, el verde y el azul ( RGB) cuya
fusión de estos, crean y componen la luz blanca, por eso a esta mezcla se le denomina,
síntesis aditiva y las mezclas parciales de estas luces dan origen a la mayoría de los
colores del espectro visible.
Color pigmento, síntesis sustractiva
La mezcla de los tres colores primarios pigmento en teoría debería producir el negro, el
color más oscuro y de menor cantidad de luz, por lo cual esta mezcla es conocida como
síntesis sustractiva. En la práctica el color así obtenido no es lo bastante intenso, motivo
por el cual se le agrega negro pigmento conformandose el espacio de color CMYK.
Color Hexadecimal
En toda composición gráfica se debe crear una jerarquía visual adecuada, con objeto de
que los elementos más importantes de la misma se muestren debidamente acentuados.
Mediante un adecuado diseño se puede establecer un camino visual que conduzca el ojo
del espectador y le vaya mostrando la información contenida en la composición de forma
organizada, lógica y fiable, que dirija su percepción por la ruta más idónea.
La persona que contempla una obra gráfica aprecia en primer lugar un conjunto completo
de formas y colores, con los elementos situados en primer plano contrastando con el
fondo de la composición. Sólo tras esta primera observación global, y si su curiosidad ha
sido despertada, el espectador comenzará a analizar las partes individuales del todo,
comenzando por lo elementos gráficos puros, y continuando luego con los elementos
textuales, más difíciles de interpretar, ya que hay que leerlos palabra a palabra.
Otro sistema de establecer una jerarquía en los contenidos es el uso de colores. Podemos
enfatizar ciertas zonas de la composición usando en ellas colores primarios muy
saturados, que atraen de forma irresistible la atención de los espectadores, teniendo
siempre cuidado de que los textos en ellas contenidos contrasten de forma clara con el
fondo, para que pueden ser leídos con comodidad. En este caso, hay que tener cuidado
con no abusar de estos colores "fuertes", destinándolos solamente a pequeñas zonas
especiales, ya que recargan en exceso la vista, sobre todo el amarillo.
Para las zonas de segundo orden podemos usar colores menos saturados, secundarios o
terciarios, siendo una buena opción aquellos presentes en la naturaleza, ya que son más
naturales y mejor aceptados por los espectadores. Por último, las zonas menos
importantes podemos no colorearlas o hacerlo muy sutilmente, para que no atraigan en
exceso la mirada.
Por el contrario, si las zonas son de colores análogos, pertenecientes a una misma gama,
la importancia de ambos se disminuye, aunque sean colores vivos, ya que se distinguirá
una zona de atracción, pero sus elementos aparecerán difuminados, poco relevantes.
En cuanto a los elementos textuales, a los que también son aplicables los métodos de
color y contraste, podemos establecer una jerarquía en ellos mediante los tamaños
relativos de los mismos. Los títulos de página, los cabeceros o los titulares de una noticia
o apartado pueden ser destacados aumentando su tamaño según su importancia en la
composición o página web. Este método es siempre aconsejable, ya que organiza de
forma lógica el contenido textual y rompe la monotonía intrínseca de los textos.
Un elemento a evitar siempre en una composición, salvo que nos convenga su uso, son
los adornos gráficos visualmente impactantes, como zonas de color intenso sin sentido,
iconos que destaquen en exceso, líneas horizontales chillonas, animaciones que aporten
poca información, etc. Su presencia atrae la vista del espectador, sin ofrecerle nada a
cambio y desviando su interés de los elementos textuales y gráficos que sí aportan
verdadera información.
Esto no quiere decir que no puedan emplearse. Son a veces muy útiles para romper la
monotonía de una composición introduciendo en ella elementos que proporcionen frescor
visual, pero deben ser usados siempre con moderación.
Los tamaños excesivamente grandes en los textos son también un factor a tener en
cuenta. Una cabecera de página o de sección deben destacar lo suficiente sobre el resto
del contenido textual, pero nunca deben ser desproporcionadas ni atraer en exceso la
atención del usuario. En cuanto a la abundancia de ellos, hay que tener siempre en cuenta