Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
(1988)
Patricio Marchant
1
porque lo sabe imposible, Madre fiel, pura porque fiel, Madre-Virgen, Madre buena.
Fidelidad, parezca, ser "Madre-buena" de la Madre que al inconsciente no engaña;
esto es, infidelidad esencial, constitutiva de las Madres que Freud, pero sobre todo
Imre Hermann, Nicolás Abraham y la propia Mistral lo demostraron, demostración
sobre la que volveremos. "Verdadero hijo" de la Mistral lo será entonces aquel
crítico (o aquel sub-conjunto de críticos afines) que sea el más fiel intérprete, el
más fiel defensor, el más fiel profeta de la Madre-Mistral. Fidelidad del hijo como
grito desesperado, que es grito que solicita una Madre fiel, hijo que intenta que su
esforzado fidelidad se convierta, realice este milagro, que esto suceda: que su
fidelidad sea la fidelidad de la Madre.
2
substituto de solteronas, el éxtasis poético, el éxtasis de creación en general,
¿Cómo se explica, entonces, que cierta crítica femenina o feminista encuentre
"ilumínador” y "Ejemplar', la ferocidad del ataque de Guzmán a la mujer chilena y
latinoamericana? (Nos remitimos al suplemento literario de La Época sobre la
Mistral). Ninguna otra explicación cabe sino ésta: mujeres, madres que escuchan el
grito desesperado del hijo edípico y se presentan, se ofrecen, teóricamente, como
madres buenas; crítica femenina o feminista que cree, entonces, también en el
mito de la fidelidad de la madre (lo que la tesis de Guzmán presenta como buen
análisis del contenido manifiesto -sólo eso y eso no es poco- de algunos poemas
mistralianos, es incorporando a este deseo-respuesta materno fundamental).
3
¿Resulta necesario un estudio completo -una historia, sentimental, así sería esa
historia- de los "hijos de la Mistral"? En buena hora, si alguien se interesa por
hacerla, no nosotros.
Señalaremos en todo caso, que en modo alguno negamos los aportes que han
hecho al estudio del "poeta" ("poeta", concepto de Abraham) sus pretendientes a la
categoría de "hijos o hijas únicas" o su hijo rebelde. El material inédito que Scarpa
ha publicado es singularmente importante (es cosa de separarlos de sus
comentarios transferenciales). Igualmente los textos que entregan Vargas
Saavedra, en esa curiosa novela en la que intenta mostrar que es él y no un nuevo
Yin-Yin. (El otro suicidio de Gabriela Mistral), o Gastón von dem Busche o las
acotaciones cuasi-políticas de Jaime Quezada y otros. Ya señalamos también que en
el manejo del contenido manifiesto, Guzmán no deja de leer, a ese nivel, la mayor
parte de las veces, bien. Y, por cierto, son varios, ante todo, críticos universitarios
aquellos en que una relación transferencias o no existe o se nos escapa.
II
Mi problema aquí -y paso, aquí, del plural al singular- es otro. Habiendo escrito un
libro que intentaba ser un "correcto entender" el Blicket auf zum Retterblick de la
Octava Sinfonía, que ése constituía el fin principal del libro está dicho con extrema
claridad -y con este agregado de claridad: "entienda el que pueda" -en la página
234- pequeño detalle que la crítica chilena -no la crítica culta- pasó por alto,
"entender correcto" el ritmo del Blicket auf que pasaba por un repetir "un de la
poesía chilena" y por la "comprensión de mis poemas", "poema", concepto de
Nicolás Abraham, como se dijo; con ese fin, digo, escribí, según se dice o mal-dice
un libro con alguna relación con la Vieja -no con la "Gabriela" ni tampoco con la
"Mistral". Vieja, nombre que siempre, desde que la leí (gracias a Jorge Guzmán),
tarde en mi vida, utilicé para referirme precisamente a la Vieja, y con muchísima
más razón de la que pensé tener la primera vez que lo hice, y ello ya sea al
referirme a Ella (con mayúsculas por la razón que viene) ya sea en lo que Husserl
llama "la vida solitaria del alma", esa vida tan poblada de fantasmas, como en mis
clases, los mismos y otros fantasmas, además. (Prevengo una mala interpretación,
"Vieja" no como una "señora mayor", ni menos la "viejita", sino como el impersonal
nombre de un -diabólico- dispositivo de saber). Y cuestión de honestidad o de
esfuerzo de honestidad que, al menos, nadie me negará, en tanto, antes de escribir
sobre Mahler y la Vieja -M.M., en todo caso, Mahler, Mistral- mostré desde qué
“escenas" y desde cuáles “poemas” -esas "escenas" y "poemas" que lentamente en
siete años de silencio había descubierto- iba a hablar de Mahler y la Vieja.
Honestidad frente a la deshonestidad constitutiva de la crítica literaria, la cual
pretende, hablar sobre un autor o una obra, desde la película virgen, -himen no
desflorado- de un imaginario Sujeto puro -la crítica literaria pertenece a la Época
del Sujeto, ya lo señalamos, ¿Cuál era, cuál es, entonces mi relación, en términos
sicoanalíticos, con la Vieja, dejando, aquí, a un lado, por ahora a Mahler?
4
sabía". En la atmósfera de la asociación nada aludía al hecho, real, por lo demás,
que la Vieja eso lo sabía, eso lo supo antes que lmre Hermann formulara, en
húngaro y en plena Segunda Guerra Mundial, en 1943, su gran descubrimiento
sicoanalítico.
Saber de la Vieja, saber de Hermann. Reitero que desde años antes de leer a la
Vieja conocía la obra de Hermann, obra precisamente que me hizo posible
entenderla, de comprender que la Vieja sabía ya lo que Hermann, después que ella,
a orillas del Danubio, descubrió. Evidentemente, ninguna transferencia hacia
Hermann, de cuya vida nada o casi nada sé; a Abraham lo leí cuando acababa de
morir (él, por si acaso), y la Vieja me interesó -o fascinó- sólo desde 1980
-atmósfera de difuntos. Hermann, Abraham, la Vieja, sólo esto: nombres de
dispositivos de saber. Una duda surge, cuestión que puede plantear un
hermanniano. Si la "madre" nunca existe -si todos somos hijos abandonados,
hermanos o hermanas-, si la Unidad Dual perfecta con la madre es imposible, esa
infidelidad de la madre, si todo otro objeto al cual nos "agarramos" es un
5
suplemento de la madre que falta, una nueva madre, la teoría de Hermann ¿no
resulta ser mi madre? Pues el mismo Abraham escribe: "Por mi parte, asunto
arreglado: fielmente yo me agarro a mi teoría del “agarrarse a", teoría de la
infidelidad de las madres, teoría de mi desamparo congenital". Abraham que hace
de la teoría de Hermann, como me podría haber sucedido a mí, una madre, madre
sobre la cual una transferencia, se podría pensar, es posible. Agrega el mismo
Abraham: "Esta teoría no me abandonará jamás, pues ella no podría engañar: ella
pone en palabras la situación de "avant-premiére", madre del pensamiento-madre,
y de todas las madres pensadas posibles". Pero entendamos, "madre", la teoría de
Hermann enseña que toda madre es infiel. Infidelidad de todas las madres, que
demuestra una teoría que explica la existencia de "series de madres infieles". Esto
es: madre fiel porque enseña que toda madre es infiel, su fidelidad es la infidelidad
de todas las otras madres, en primer lugar de la madre que me dio la vida y me
dio, como agregado mortal -la muerte, además; su fidelidad consiste en contarme
al oído toda una enorme historia de infidelidades; lo que equivale a decir, pese a la
formulación de Abraham, que esa fidelidad es de otra clase. Madre entonces que
puede producir y me produjo, en efecto, efectos de transferencia sin que fuera
posible la transferencia misma. Situación no prevista por la teoría freudiana de la
transferencia: efectos de transferencia sin un imago de transferencia, anomalía
fundamental, que ni Hermann ni Abraham aclararon ¿por qué no podría hacer, aquí,
un aporte al sicoanálisis? Ninguna transferencia, en el sentido normal, resulta
posible; sí la eliminación de muchos, no todos, es evidente, los deseos infantiles
inconscientes. Confesión de los deseos infantiles de fidelidad, sin posición infantil
de deseo de fidelidad; aquello que Swann llegó a entender: Qu’est-ce cela? Tout
cela n’est rien. Teoría que imposibilita cualquiera transferencia y "liquida" de
antemano esa transferencia que nunca fue. Necesidad de este ensayo de
demostración teórica, para una situación que la asociación "Eso la Vieja ya lo
sabía", lo sabía ya sin demostración.
Escribir, entonces, a partir de las "propias" escenas, las escenas y preguntas que
alcancé a descubrir en la Vieja. Ante todo, esa transformación de la pregunta
equivocada: ¿Por qué no escriben las mujeres? en la pregunta adecuada: ¿Por qué
algunos hombres escriben? (Así como Freud preguntó no cómo pueden existir seres
anormales, sino cómo puede existir gente normal, o cómo Reích pregunta, no por
qué roban quienes tienen hambre, sino por qué no roban quienes tienen hambre).
Escritura que esperó, en vano, que sus escenas fueran críticadas, en sus
ambigüedades, malas interpretaciones, etc. Como escribí en el texto: "Escribir-
claridad absoluta en claros puntos, como atmósfera general siempre -mi derrota
personal, mi refutación". Sólo una escena incompleta me ha sido señalada,
refutaci6n y confirmación del método: una alumna y la escena de abandonar.
"Eso la Vieja ya lo sabía": madre nunca hubo. Asociación que en este momento, no
en el momento de leer esta ponencia, al escribir sobre ella un mes después de
haber hecho las asociaciones primeras, subrayo de otro modo. Insistencia ahora no
en el saber sino en el ya. Ya: antes, antiguamente, arcaísmo, saber de ayer. Ese
pasaje de la carta de la Vieja contra el encargo del prólogo de una traducción
francesa de sus obras a Paul Valéry: su admiración por la capacidad intelectual y
fineza del escritor francés, pero esa incapacidad que ve en Valéry de hacer un
prólogo a "una primitiva", a una hija de un país de ayer, una mestiza y cien cosas
más que están al margen de P. Valéry -"margen", concepto fundamental; "País de
ayer", arcaísmo fundamental. Y la historia de latinoamérica como historia de
violencia: 70 millones de indígenas asesinados en 50 años por los asesinos de la
cruz, la espada y el bolsillo vacío, y tan luego bolsillo lleno, la violencia de la
destrucción y muerte económica, la violencia de la violación de las mujeres
indígenas. La estancia latinoamericana como estancia del "hijo robado" e "hijo de
una violación". Asimilación en el inconsciente de la violencia criminal y económica a
la violación sexual (violencia/violación) en toda la gran escritura latinoamericana.
6
Así, deseo general de El Canto General, deseo de un padre normal: "te busqué,
padre mío", "padre cacique", "padre Atahualpa", "padre O'Higgins", "padre
Recabarren". Cuestión crucial: más que la cuestión de la violación de la madre, el
sentirse el latinoamericano, él, "hijo violado". Deseo de un padre como deseo de
uno mismo ser "uno mismo".
Saber ya de la Vieja. Que esto ocurre, que todo lo que podemos decir sobre
latinoamérica, estaba ya pensado por la Vieja. Su único error político: haber creído
en ese partido que llegaría a ser la Democracia Cristiana; su relación con Frei -el
miserable golpista- y con Tomic, un hombre honrado; la Mistral no supo adivinar en
qué iba a terminar la aventura demócratacristiana que ella leía de otro modo
cuando la juventud de esa aventura (¿Y si, ahora, los demócrata-cristianos leyeran
a la Vieja? Soñar despierto).
7
pensar, lo poetizado, lo escrito o inscrito. Mejor aún: soñar en una escritura
"mestiza", en este sentido: una escritura de la Muerte del Padre y de la Muerte de
la Madre, única tarea, para la teoría, con sentido.
¿Que puede hacer un pobre hombre frente a una mujer genial? Entender, pero
entender bien, una sola cosa, que la Vieja no olvidó -nada olvidaba la Vieja-, que la
poesía es materia alucinada, que si no hay alucinación, no hay poesía ni trato con la
poesía, Pero existen alucinaciones reactivas y alucinaciones afirmativas, su radical
diferencia. Aprender a distinguir escuchando música. A Alban Berg, por ejemplo; y
con esta advertencia: Comienzos de Wozzeck: Langsam Wozzeck, latigsam.
NOTAS
(1) Remitimos a nuestro libro Sobre Árboles y Madres, págs. 64-75, especialmente a la pág. 75, así como a
nuestro artículo: Jorge Guzmán, "Filósolo", 'Sicoanalista", 'Detective", Estudios Públicos Nº 23.