Вы находитесь на странице: 1из 2

Crónica de un hombre despechado.

¿Qué es lo que hace que una persona en apariencia normal cometa una serie de
aberrantes asesinatos? ¿Qué es lo que mueve a un hijo a matar a su padre o a una madre
a su hijo? ¿Por qué un joven normal puede decidirse a matar a su hermano o a su
esposa? ¿Habrá alguna razón detrás de los miles de homicidas cuyo móvil no se reduce
sólo al dinero? ¿La historia de Caín y Abel será algo que jamás podremos desterrar?
¿Habrá una especie de locura universal de la que no podemos escapar?
Tal vez, sean las presiones de la vida cotidiana. Tal vez las dificultades económicas o
una larga historia de sufrimiento. Tal vez la culpa sea de nuestros padres y la educación
que nos dieron. Es posible que una larga serie de presiones imperceptibles, terminen por
convertir a un tranquilo profesional en un asesino serial. Quizá el deseo de un amor
inalcanzable o imposible, pueda trastornar hasta el más equilibrado de los seres
humanos. Pero lo cierto es que detrás de todas estas aberraciones hay algo de locura. Y
sin duda, una de las puertas que abren el camino a esta demencia, tiene su origen en el
amor.
Sin amor, el mundo sería un lugar caótico. Pero a veces nos confundimos, cuando
asociamos la dicha y la felicidad, con el encuentro con la persona amada. No siempre un
amor correspondido, puede ser lo mismo que una vida feliz. Pues el camino del
compromiso con el otro, no está exento de dificultades. Entonces, el sueño esperado de
la pareja perfecta, se convierte en una farsa de telenovela del mediodía. Esto no quiere
decir que todas las historias de amor sean desdichadas. Pero sin duda, que existe un gran
número de estas uniones, cuyos lazos son más cercanos a la enfermedad que a la
satisfacción. Todos los días, los periódicos nos aterrorizan con historias de homicidios
sin sentido, en donde el aspecto pasional tiene un gran peso.
Esta locura fue la que movió Jorge Sodini al asesinato y al suicidio. Se quejó de no
haber tenido una novia desde 1984, ni una sola cita desde mayo del 2008 y no haber
mantenido encuentros íntimos en 19 años. Si bien parecía un hombre antisocial y
solitario, no era de imaginar que podría cometer semejante disparate. Sodini no se sentía
atractivo para las mujeres. De cada una de las americanas que podían presentarse por su
vida, sólo unas pocas podían ser apetecibles. Con bronca y algo de rencor, manifestaba
su grito de angustia en su blog: “No les gusto a las mujeres. Hay 30 millones de mujeres
deseables en Estados Unidos y no puedo encontrar una. Ninguna me encuentra
atractivo”. Pero de semejante número es posible que sólo dos o tres; quedaran
impresionadas con él. No es nada sencillo coincidir en todos los aspectos con la mujer
amada. En el fondo, el amor parecería quedar reducido a un juego de lotería, en donde
las posibilidades de ganar no son muchas. Sin contar los engaños de los sentidos, la
incompatibilidad de caracteres, la insolvencia económica, los arrepentimientos de
último momento, los problemas familiares conexos y algunos hábitos deleznables, la
posibilidad de un amor correspondido se reducen a uno en millones.
El martes por la noche, el despechado Sodini, entró un gimnasio. Se dirigió a una
clase de aerobismo y depositó un bolso en el piso. Después de una breve pausa, extrajo
por lo menos dos pistolas. En silencio, apagó las luces y luego comenzó a disparar. Tres
mujeres murieron y nueve personas resultaron heridas. La policía dijo que pudo haber
efectuado hasta 52 disparos antes de suicidarse. “Entró directamente al salón como si
supiera exactamente a dónde iba”, dijo el superintendente de policía del condado. “Creo
que fue con la idea de hacer lo que hizo”. Sus tres víctimas fueron Heidi Overmier de
46 años, Elizabeth Gannon de 49 y Jody Billingsley de 38.
La página registrada a nombre de Sodini, parece ser una cronología de nueve meses
en los que fue planeando su ataque. “El mayor problema de todo no es carecer de
relaciones y amistades, sino no poder ser capaz de lograr y adquirir lo que deseo en esa
o muchas otras áreas”, dijo en un comentario del domingo. “Todo sigue igual a pesar de
mis esfuerzos. Si tuviese control sobre mi vida entonces sería feliz. Pero durante los
últimos 30 años no lo he sido”.
Al parecer Sodini tenía una gran antipatía no sólo por las mujeres jóvenes, sino
también por los negros. Sentía un gran dolor cuando veía a afro-americanos tener éxito
con mujeres blancas. También criticó la llegada de un negro a la Casa Blanca y
reconoció sus problemas de alcoholismo. Su resentimiento con las mujeres lo arrastró
por un camino del que no pudo salir. En su diario explica que intentó varias veces entrar
en la clase de aeróbic del gimnasio del cual era socio. Pero el miedo y el pánico, le
impidieron continuar adelante su absurdo propósito.
Estamos entrando en una etapa de locura, en donde hombres desquiciados causan
fenomenales estragos en la sociedad. La educación no alcanza y el bienestar económico
no logra vencer la alienación. La droga enloquece a muchos, pero los paranoicos se
multiplican por doquier. Es de esperar que esta cultura de odio y muerte que fomentó
Sodini, pueda reducirse con un poco de amor y comprensión.

Horacio Hernández.

http://horaciohernandez.blogspot.com/

Вам также может понравиться