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Román Gubern
Las potencialidades y desventajas tecnológicas del video condicionan su utilización en el cine, así
como los usos sociales del magnetoscopio doméstico y los caminos alternativos del videoarte.
Al rehusar estos principios que han sido los sustentadores del cine como espectáculo,
el vi-deoarte se autocondena a la impopularidad y a la periferia de la cultura de masas, como los
cuadros en las galerías de arte o las sesiones de cineclub, inserto en un espacio de exhibi-ción
itinerante (museo, galería) y rescatado de la sala oscura con su gran imagen envolvente, propia
del cine.
Más próximos por la baja definición icónica de las experiencias de la pintura
postfigurativa, los videastas manifiestan su neta voluntad de diferenciarse de los cineastas tanto
en su estatuto profesional como en sus prácticas estéticas. (Aquí se impone un paréntesis acerca
de los vi-deoclips musicales, que constituyen micronarra-ciones cinematográficas en las que, a
pesar de la importancia esencial del sonido, los planos han recuperado la autonomía y el montaje
la li-bertad que tenían en el momento más creativo del cine mudo, en el período 1924‑1928).
Los cinéfilos malévolos pueden observar al respecto que si en sus primeros treinta
años de vida el cine dio a Murnau, Chaplin, Eisenstein y Stroheim, en sus primeros treinta años el
vi-deoarte no ha producido nada equivalente. Es ésta una extrapolación de contextos históricos
peligrosa, pero tiene más interés señalar que desde los años setenta la cultura off, experi-mental y
alternativa tiende claramente a des-plazarse desde sus soportes tradicionales (prensa
underground, comics, fanzines, carteles, panfletos y films) al soporte vídeo. En ese
des-plazamiento operado en el seno de la cultura no institucional subyace una comprensión
correcta de la etimología de la palabra vídeo, que en la-tín significa yo veo, es decir, que supone
una vi-sión personalizada, en primera persona, opues-ta por lo tanto a él ve, a la imagen
espectacula-rizada en tercera persona, que ha sido la ima-gen mercantil típica de las industrias del
espec-táculo institucional.