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MEDITACIONES ESPIRFTUALES DEL V. P. LUIS DE LA PUENTE DE LA COMPANIA DE JESUS, TOMO I. MEDITACIONES DE LA VIA PURGATIVA x PRIAPIOG DE Lh MUMINATTVA, 6 PARA PURIFICAR EL CORAZON Y OBTENER LA PERFECTA DATACION DE JESUCRISTO. Con aprobacion del Ordinario. ee wee eee oh LIBRERIA RELIGIOSS Aviid, 20. ° BARCELONA. go a) 1868. Desolatione desolata est omnisterra, quia nullus est gui recogitet corde. Enteramente ha sido desolada toda la tier- fa, porque no hay ninguno que considere en su corazon, (Jerem. xi, 11). CENSURA. Por comision del M. Jitre, Sr. D. Ramon de Ezenarro, Pbro., Doctor em | Jurisprudencia, Dignidad de esta Santa Iglesia, y Vicario General del exce- lentisimo éIlmo. Sr. D. José Domingo Costa y Borr&s, Obispo de Barcelona, he leido la obra cuyo titulo es: Meditaciones esptrituales del V. P. Luis deja Paente, de la Compatia de Jesus. Es estauna obra tan slidamente escrita, que desde principios del siglo XVIE hasta nuestros dias ha hecho constantemente las delicias , no ya solamente de Jos eclesidsticos , sino tambien de todos Jos fiefes cristiaoos, asi nacionales como extranjeros, que tratan de emprender y seguir el camino de la perfec- cion. Los vastos y profandos conocimlentos de aquel esclarecldo Jesuita es= paiiol resaltan en todas y cada una de las paginas de su inmortal obra, no menos que la adecuada y untaosa erudicion con que supo verterlos y poner Jos al alcance de todas las inteligencias. Muchos, incalculables y grandes son Jos fratos de salvacion que, de dos siglos y medio 4 esta parte, viene produ- ciendo en las almas jastas y pecadoras la asidua Jectura de las MepiTacto- Nags del P. La Puente , y fue ta! y tan gener: a desde que aparecieron es— tas, la aceptacion que merecieron en la Igi entera que, como las obras de la serdfica santa Teresa, de san Juan de la Craz, del V. Luis de Gra y del ¥. Rodriguez , andan aqueilas traducidas en todas ias fenguas de Eu- ropa. Indtil serla, pues, encarecer la suma utilidad de dichas MepiTacionestan universalmente reconocida ; indtil tambien decir que pueden leerse inoffenso pede yaen cuanto 4 la moral y buenas costumbres, ya en cuanto al dogma; pues basadas todas ellas en las sagradas Escrituras y tradiciones catélicas, y adornadas con las mas puras méximas de los santos Padres y Doctores de la Iglesia, todo el mundo es testigo de lo cristalinas que son las aguas que por doquiera arrojan. ;Ojalé viéramos tan generalizada entre los espaitoies la lectura de aquellas Mepiraciongs como se halla eu el extranjero! Barcelona 26 de juaio de 1886. Fr. Jame Roig, Poro., Lector en Filosofia, de la Orden ds Carmelitas Calsados ex- elaustrados, APROBACION. Barcelona treinta de janio de mil ochoclentos cincuenta y seis. En vista de la anterior censura, damos nuestra aprobacion para que se imprima esta obra. . Da. Ezananno, Fécarto General. AL LECTOR. Las Meprractones zsernrruazes det V. P. Luis da la Puente, obra maestra de aseética, en la que se halla reenido de una ma- nera admirable todo lo mas preciosa de esla parte de la teologia, sacado de tas partsimas faentes de has divinas Eecvituras y tra- dicioa caidfica , son une de las primeras obras que nes hablamos propuesio ofrecer & nuestros suseriptores para verlas generaliza- das entre nuestros compatriotas. Una dichosa experiencia nog ha- bia hecho conocer todo sa mérito, y sentir cadn exacto-es lo que dice el venerable Autor en ef § XIH de su Entreduccion, de que ne solo Bor titiles para ta fectura espiritual y para suministrar ma~ teria & la oraeion y contemplacion , que es ef fin’ principal para que fueron escrites , sino tambien que los predicadores podrdn ayndarse de ellas para bos sormones y pldticas esptritvates. Son machas las comunidades en tatia que no sesirver de otro autor pata sus meditaciones , y predicadores hay que han predicado afios enteros sin valerse casi de otro libro que de este. Ea jeaio de 1848 , seis meses antes de empezar la Lreventa AgLIaresA 888 publicaciones mensuales, estabamos ya preparando ga edicion , corrigiendo las muchas faltas con que habia afeado 4 las antiguas la incuria de los editores , valiéndonos: para ello, entre otras, de ta primera edicion que en 1669 se hizo en Barce- lona ; verificando sus citas y colochndolas donde corresponden ; dando 4 sus apartades una distribucion mas edmoda para servir de puntos de meditacion , y preparindolas de modo quae , sin a terar el lexto y aun conservandole todos sus arcaismos que no son contrarios 4 su claridad é inteligencia, estuvieran en dispo- sicion de-gar mas prevechosas 4 todes. * Una larga y penosa enfermedad nos obligé 4 suspender nues- tros trabajos, y como est4bamos todavia convaleciendo de ella en Monserrat, cuando las repetidas y apremiantes instancias de nues- tros amigos nos obligaron publicar el primer prospecto , despues de haberlo tenido tres dias en la mano de aquella sagrada Vir- gen, bajo cuya proteccion esta la Liprenia RELIGIOSA , Y CD se- guida su primer tomo; no hemos tenido despues jamas el tiempo. Y reposo necesarios para concluir nuestros trabajos sobre el Padre La Puente y darles Ja ultima mano. Encargamos 4 otros la rea- lizacion de nuestro proyecto ; pero tuyimos el sentimiento de que Duestras esperanzas quedasen frustradas. . Aprovechando, pues , ahora el descanso que el Sefior nos pro- porciona en nuestro confinamiento *, hemos-logrado darles cima. No habiendo tenido 4 la mano nuestros libros, ni sido posible pro- curarnos todos los que necesitabamos , n0 hemos podido recurrir en muchas cosas 4 las fuentes , y por esto la presente edicion no podra salir con toda aquella perfeccion que desebamos, marcan- do en cursiva lo que el autor cila, y haciendo notar que cierlas citas pertenecen 4 otros autores de lo que se creia cuando escribié nuestro venerable Autor, segun lo ha hecho ver la critica de los dos ultimos siglos. Sin embargo esperamos que no sera sin pro- vecho nuestro trabajo , y que lo recibiran benignamente nuestros suscriptores , 4 quienes encarecidamente rogamos que-hagan co- nocer 4 cuantos puedan este tesoro de riquezas celestiales; que animen 4 todos 4 procurarselo en vista de la extremada baratura & que se lo ofrecemos, porquenon querimus que vestra sunt sed vos (II Cor. xm, 14), fin de que muchos se aprovechen. ; Ojala no sean inutiles nuestros desvelos, y que, mientras la increduli- dad y herejia hacen esfuerzos inauditos para inocular su veneno — en los corazones de los espafioles, logremos nosotros arraigar en -ellos la piedad cristiana, principio tinico de nuestra ventura eter- Da y aun temporal! — Vale. . : El Director de la Lipnenia RELIG10SA. 1 Esto lo escribia el Ilmo. Sr. D. José Caixal & principlos de 1886. INTRODUCCION PARA LAS MEDITACIONES, BN QUE SE PONK UNA SUMA DE LAS COSAS QUE ABRAZA LA pricrica ¥ BJRBCICIO DE La ORACION MENTAL. Es tan alto y soberano el ejercicio de la oracion mental, en la cual se meditan los mislerios de nuestra sania fe y se lala familiar- meate con Dios nuestro Seiior, que su principal maestro no puede ser otro que el mismo Espfritu Santo; el cual, como dice san Juan (I Joan. 11, 27), es la uncion que ensefia todas las cosas’, por cuya inspiracion los santos Padres la aprendieron y nos dejaron escritos muchos avisos y documentos muy importantes para ejercitarla con provecho, siguiendo la mocion del principal Maestro , 4 quien ellos siguieron. A cuya imitacion, aprovechandome de su doctrina y ex- periencia, haré aqui una suma de las cosas: principales que la ora- cion mental! abraza ; la cual seré breve , clara y distinla , para que todos puedan entenderla y reducirla 4 practica ; dejando las decla- Taciones y razones mas largas de lo que dijere, para lo que otros doctores han escrito. Mas para que conste de la verdad y autoridad que tiene lo que digo, asi en esta Suma como en las Meditaciones de este libro, alegaré las fuentes de donde lo he sacado que son tres; Ja primera , es la sagrada Escrilura , que es la fuente principal de esta ciencia del espiritu , en la cual esta encerrada la vida elerna (Joan. v, 89), y los medios altisimos que hay para llegar 4 gustarla en esta vida y poseerla cumplidamente en la otra. La segunda fuen- te, es los santos Padres que fueron maestros de la teologia mistica, escogiendo los mas antiguos y mas ilostrados de Dios en ella, como fueron los santos Dionisio , Basilio, Agustin , Criséstomo, Casiano, 40 : INTRODUCCION Gregorio, Bernardo y otros tales; y con ellos tomaré tambien por guia 4 nuestro Padre y fundador san Ignacio, de gloriosa memoria, siguiendo el érden y traza que nos dejé en el libro que hizo de Ejer- cicios espirituales , cuya autoridad es muy grande, asi porque cree- mos , no sin mucho fondamento, que ie escribid con especial reve- lacion é inspiracion de Dios, del modo que el Espiritu ‘Santo le iba interiormente platicando y ensefiando estos ejercicios: como tambien por estar aprobado por el sumo pontifice Paulo ITI en una bula que concedié el aiie de 1548, y anda ab principio dei mismo libro, cuya aprobacion he confirmade la experieneia con maravillosos efectos, que Dios nuestro Seiior ba obrado y obra cada dia en los que ejer- citan sus nrediteciones, como largamente le prosigne el P. Pedro de Ribadeneyra en la historia que eseribié deia vida de este esclarecido | Santo (Usb. I, c. 8). Solamente quiero aiiadir aqut de su libro, que el reino de los cie- los , que esta encerrado en Su doctrina , es semejante , asi como la divina Escritura de donde él se sacé, al grano de mostaza ; el cual siendo el menor de jas semifas, creve tanto, que se hace como un br- boi, en cuyas ramas deseansan fas aves del Cielo (Matth, xu, 31, 32). Porque, si miramos la corteza y apariencia de este libs, es pequeiio y-breve , y esté escrito con palabras Hanae y sencillas; pero si mi- rames }o que encierra , es eficax en la virtud, encendido en lesatec- tos, elevado-en los senticnientos, exlendido en los discarsos, dilatado em low varios modes de orar y contemplar ; de tat manera, que sobre sus rames pueden hallar descanso y pasto espiritual. los qee como aves det cielo vuelan may alto por la contemplacion, teniendo, como dice san Pabto ( Pitkp. mt, 20), su conversacion y trate allé en tog cielos. Todo este se vera claramente por be que irémos aponiendoen esta breve introduecien ,'y mas largamente dirémos.en las seis par~ tes de este libre, las cuales sen come seis ramas del Arbol de estos soberanes ejercicios, cuya sombra sera remedio de lostentados y afli- gidos, sus hojas seran salud de los enfermos en el alma ( Apoc. xx2, . 2), sus flores elorosas confortardn & los priacipiantes enla virlnd, gas frutos duices dardn foerras 4 los que aprovechan en ella, y seco pa sera descanso de los petfecios, porque: todos hatarén meditacio~ Res y modos de orar acomodados 4 su estado, como luego verémos, ¥ para que se vea.cemo-fa piedad y seberania de la teolegia mis~ tica se funda en la verdad rigurosa de la leolegia escolistiea, la ter- cara fuente de bo que dijere seran los doctones eacoléalioos; da bas quales solamente alegaré al angélice dector santo Taméa, parque-¢l DE La ORACIOW: MENTAL. a soto vale por diet mil testigos, y pu dectrina es cierta, segura y aery > abonada, y oon kas verdades de la teologia escolésticn apenta may altes: pensamientes: y seetimicetos de ta existica ; porque ambas som muy hermanas; y en ellas se sefialé este glorioso Doeter y se mace- @esan Agustin y 5u compefiero san Boewaventura, de caya dectri- a lambien we aprovechard. Y porque, sin embargo de haber tenido tan buenas guias, puedo como fombre ervar om do que eseribiere, quiero que tede effo veya sujeto 4 ta correccien de la seate madre Iglesia , que es el feadnmento y colena de la verdad ; de Ja cual, si por ignorancia 6 descaido me apartare , desde tuege revoco le qae hebiere dicho, SL Qué cosa es oracion mental. La oraeion mental de que aqui hablames (S. dgnat. in'1 exereit. prima hebdom. ; 5. Thom. 4, 2, ¢. 83, art. 1, et alibi) es obra de las tres potencing interiores del alma, memoria, entendimicatoy vo- Tontad, ejereilando con el divino favor aus actes cerca de les miste~ rios y verdades que enseiia muestra santa fe catilica, y bablando dentro de nosotros mismes con Dies nuestro Seiior tratando familiar mente con dl, pidiéadole susdenes, y negociando todo lo mécesarin para nuestra salvacion y perfecciow. De suerte, que ia sustancia de la oracion mental consiste principalmente en estas cuatro cosas: - La primera eg, con le memoria acerdarse de Dios nuesire Sedor, eon quien se ha de hablar y wegoeiar, y scordarse tambien dol mis- teria que se ba de meditar, pasando brevemente por la memoria con Garidad y distincion to que ba de ser materia de fa medilacion, de fa manera que ‘ fe le ensefia , y repartide por.sus puntos , en: ia forma que despues powdrémos. YT porque esta memoria 6 recordas efon no sea-seca; seré bueno juntar con elle actos de fe, creyendo con le mayor viveza que pudiéremos las verdades doaquelmisterio ; 3 porque Dios, quees suma verdad , las ha revelado, haciendo de a fe escalon para subir al. perfecto conocimiento + porque, como: dice Tsaids (cap. 1, segundos L¥X), st no oreeis , no entendertis. - La segunde cosa ea, com of emtendimiento hacer discurses y cony stderaciones:variae cerea de aquet misterio, inquiriende y bescando kas verdades que estan encorradas dentro de dil, com todas las eau, 988, propiedades, efectos y cireaaslancias que:liene, pomderandolas mey en particular, de peers , que ef entendimiento forme. on cane 12 INTRODUCCION ceplo verdadero, propio y entero de la cosa qué medita, y quede convencido y persuadido 4 recibir y abrazar aquellas verdades que ha meditado, para proponerlas 4 la voluntad , y moverla con ellas & ejercilar sus actos. La tercera es, con !a voluntad libre sacar varios afeclos 6 actos virtuosos , conformes & lo que el entendimiento ba meditado , unos en érdeni 4 sf mismo y otros én érden 4 Dios nuestro Seiior , como son, aborrecimiento propio, dolor de pecados, confusion de su mi- seria, amor de Dios, confianza en su misericordia, alabanzas de Dios, hacimiento de gracias por los beneficios recibidos, deseos de alcan- zar las verdaderas virludes y propdsitos eficaces de bacer buenas obras y de mudar 6 mejorar la vida, resignacion en la divina volun- tad, ofrecimiento de hacer y padecer cuanto Dios ordenare y dispu- siere, y otros semejantes ; los cuales Ilamamos afectos, porque se han de hacer con aficion y gusto de la voluntad, movida por lo que le ha mostrado el entendimiento ; y en estos consiste lo que llama- mos sustancial devocion , de la cual nace la paz y alegria espiritual del alma. Y ellos, como dice santo Tomas (D. Thom. 2, 2, 4.83, art. 3; q. 180, art. 7 ad 1), se ordena principalmente la meditacion y contemplacion y los dems actos del entendimiento, que se ejercitan en la oracion mental ; por lo cual dijo de ella san Juan Damasceno, que es ascensus mentis in Deum (lib. III, de fide ortho. cap. 24), una subida de nuestro espiritu 4 Dios, juntandonos con él por actual conocimiento y amor. La cuarla cosa es, hacer peticiones 4 Dios nuestro Sefior, traban- do platicas y coloquios con él en razon de pedirie lo que la voluntad. ha deseado y el entendimiento ha visto, y todo lo demas que hemos menester ; en lo cual consiste lo que propiamente llamamos oracion, que es peticion humilde , confiada y ferviente de las cosas que nos convienen y deseamos alcanzar de Nuestro Seftor. Eslas peticiones y coloquios se han de enderezar unas veces al Padre eterno, otras 4 su Hijo unigénito Jesucristo, otras al Espirita Santo y otras a toda Ja santisima Trinidad, alegandoles Utulos y ra- zones que les muevan 4 concedernos lo que les pedimos. Estos titulos se pueden tomar de tres partes. (D.:Thom. 2, 2, q. 83, arf. 17). Unos.de parte de Dios, en.cuanto Dios, es 4 saber, pidiéndole algo por su bondad , por el amor que nos tiene, por el deseo que tiene de nuestro bien, porque nos manda que le pidamos por la gloria de su santo nombre, para que sea alabado de todas sus criaturas ; y finalmente, se puede hacer una como lelania de sus DE LA ORACION MENTAL. ~ 13 perfecciones y alributos diciéndole : Concédeme , Seiior, lo que te pido por ti mismo, por tu caridad, por tu misericordia, por tu libe- ralidad, por tu sabiduria, por tu omnipotencia, por tu inmensidad y elernidad, etc. Otros litulos hay de parte de Jesucristo nuestro Seiior, verdadero Dios y Hombre, es 4 saber, por su encarnacion y nacimiento, por su circuncision y presentacion al templo, por su huida 4 Egipto, por susayonos, por su hambre, frio y desnudez, y por todos los traba- jos de su predicacion, Ademas, por los dolores, ignominias y tor- tmentos de su pasion y muerte, alegando el sudor de sangre, la pri- sion, los azoles, espinas, claves, hiel y vinagre, con los demas: unas veces hablando con el Padre eterno, suplicandole me oiga por el amor que tiene & su Hijo, y por los servicios que le hizo y traba- jos que por su amor padecié: otras veces hablando con el mismo Hijo de Dios, alegandole el amor que nos tuvo, y el oficio que tiene de redentor y abogado, y lo mucho que le costamos: olras veces ha- blando con el Espiritu Santo, pidiéndole !o mismo por el amor que tiene & Jesucristo nuestro Sefior y por sus merecimientos. Y aquf tambien podemos bacer otra lelanfa de las virtudes.del Redentor, alegando su hamildad de corazon , su pobreza de espiritu, su man- ~ sedumbre , su obediencia, su paciencia, su misericordia y caridad, con las demas. Otros tflulos hay de parte de nuestra necesidad y miseria, alegan- do delante de Nuestro Seiior, como David ( Psalm. L, 7), que he- mos sido concebidos en pecado, que tenemos terribles pasiones, fuer- tes enemigos, gravisimas ocasiones y peligros, y que nada podemos sin él. (Psalm. cxvin). Que somos criaturas suyas, hechas 4 su ima- gen y semejanza; y que por esta causa el demonio nos persigue para destruirnos, y asi que 4 él toca el ampararnos. Y en conclusion po- demos bacer otro calalogo de nuestros pecados y miserias contando- las delante de Dios, y exagerandolas mucho, con dolor de nuestro corazon ; porque ciranto mas las exagerarémos, tanto mas provoca- mos la misericordia de Dios 4 que las remedie. Ademis de esto, en algun caso pueden los varones perfectos ale- gar con humildad los servicios pasados , 4 imilacion. del santo rey Ezequias, que pedia 4 Dios prorogacion de la vida, alegandole que habia andado delante de él con perfecto corazon. (IV Reg. xx, 3). Y¥ lo mismo hizo Cristo nuestro Sefior cuando oré 4 su Padre , aca- bado el sermon de la cena (Joan. xv, 4), como en su lugar ve- Témos. ta Recmopecaon = * Estos tres‘géneros de itulos se pueden mexclar unos con otros, al modo que devia David ( Psaha.xxzv, 11): Por tu nombre, Seiior, perdonaras mis pacades perque es grande. Estas y olras razones semejantes se han de alegar en Ja orseion, was para mover Buestvo cerazon 4 que pida con ferver, éevocion y coufiawaa, que para mover 4 Dios & que nes ciga ; porque macho aweas desea Nuestro Seiior oirnos.y daraos el espirita bueno , que te pedimos, que nesetros recibirle. Poes, como dice'san Agustin( Lit. de verb. Dai. serm, & ct 29), no mawdara Dios que te pididramos, si ne quisiera y deseava darros to que pedimos, y, pidiéndele del modo di- cho, camplimes todo le que nos manda et Apdstot cuanda dice (Phi- kp. 1v, 6, ef Fad Tim. 1, 2), que nuestras peticiones se presenten delante de Dios, no 4solas, sino acompanadas cen tres maravilioses aotes , conviene & saber (BD. Thom. 2, 2, 9. 83, art. 7), com oracton, qee levante nuestro espirite y sus afectos 4 la presencia de Dios, com obseeracion, que ategee tilusos para ser cidos, y con hacimiento de gra- eas por las mercedes recibidas , que nes disponga pasa recibir las que de nuevo pedimos. Estas sot Jas cosas principales que abraza la oracios mental, cayo éaden declaré san Agustin * (Lib-de spisit. et anita, c..70) dictendo : Medstatio parit scientiam, scientia compenclionem, compwnctio devotie- nem, devotio vero perficit orationem. La medilacion frecuente engendra ciencia y conocimiente de si mismo y de Dios. La ciencia engendra afectes de commpuacion por nuestros peeados y miserias. La compus- cion despierta afectos de devocion con Dies, por sus grandezas y mé- sevicordias. ¥ la devocion perfeeciona la oracien, haciendo que Bues- tre espirita se junte amorosamente con Dios, y le pida las cosas de- ceates con ef modo que conviene. Resta que declaremos el modo como se ha de hacer cada cosa de estas, comenzando por lo que es mas propio y esencial & la oracion. § IL Como se ha de hablar con Dios enla oracion mental. Por te que se ka dicho consia, que la esencia de la oracion mea- tai propiamente consiste ea bablar desire de mosetros mismos con Dios auesire Seiior, para dos fines principales. Bl primero es, para alabarie y bendecirle, por quien él es, y darle gracias por los beneficios y mercedes que nes hace, ejerci- 1 Se cree ser de Alchero. (Nota del Editor). . DE L& SRACSON RENTAL. 2 tando aquel soberane modo de csacion que nes acenseja sax Pablo ( Ephes. v, 18-20; ‘Coles. ut, 16) ditiendo: Lienaos del Espiritu Santo, hablindaos & vesolros mismes com salmos, himnos y chations espirituabes , cantando ¥ taiende ea voestros corazenes & Dios , ka- ciéadole gracias siempre per tedas fas cosas, en el nombre de Nues- tro Seiior Jesucristo 4 Dios Padre. Ea las cuales palabras apanta el santo Apéstol enatre divinos afeclos con que podemes hablar con Dios nuestro Sedior dentzode peesires corazenes para et fin dicke ; eenviene & saber, salmos, himnos, cantieos espiritvales y hacimier- tos de gracias Salmos interiores son los actos de amor de Dios con deseos ¥ pro- pésitos eficaces de serviele y obedecerle, ofrecitndase 4 guardar perfectisimamente sus mandamientos y consejos. Hsta es la mésica que llama David ( Psalm. xxxu1, 2)salterio de diez cuerdas; perque astcomo quien toca e} salterio 6 arpa, menea lodas sus diez cuer- das, ya unas, ya otras, ya todas junias ; asi em la oracion, haciende esta mésica & Dios , hemes de tener deseos fervorosos de ejercitar, das virtudes de ebediencia, humildad, paciencia ylas demas, ya una, Ya otra, ya todas ; y asimismo propésites firmes de guardar los man- damientes de Dios y sus consejos, echando una vez mane de une, y otras veces de otro, y otra de todos juntos. Himnos son los afectos de alabanzas de Dios , contando todas las - exoelencias y perfecciones que tiene, y las obras que ha hecho, por lascuates es digno de que todas sus criaturas le alaben y gterifiquen. Unas veces paedo decir eon Jos Serafines (Isai. vi, 3) : Santo, San- to, Santo es el Sefior Dios de las batallas ; y en lugar de esta pala- bra Santo, puede poner olras semejantes, diciendo : Bueno, wiseri- cordiose, justo, sabio y pederoso exes, Dios y Seiior mio, digntsimo do que les Serafines prediquen tu sastidad y tus grandezas. Otras ‘veces con los ancianos deb Ajocalipsis diré ( Apoc. v, 12): Digno eres, 6 Cordero de Dios, que faiste muerte por nosotros, de recibir la virtod y‘divinidad , la sabiduria y fortaleza, ka homra, gleria y alabanza, por todos los siglos. Amen. Otras veces , con los tres meam- eebos (Dan. m1, 57) que estuvieron ew el horne de Babilonia, con- vidaré 4 todas las criatoras, que ataben & Dios y be gloriGquen; y cee David ( Pooks. ci, 1) convidaré 4 mi misma alma y & todas sus potencias , gue bendigan a} Seiior. Céanticos espiritoales son les afecles de gor y alegria espiritual, gozandonos de que sea Dios quien es, y de los infinitos bienes que ~ tiene en st mismo, y de la gloria que le dan los Saptes en el cielo, y 16 aa INTRODUCCION de los servicios que le hacen los justos en la tierra, y alegrandonos Por la esperanza de Jos bienes eternos, y. por la posesion que gozan_ los bienaventurados , diciendo aquello del Apocalipsis { Apoc. x1x, 0.6, 7): Aleluya, porque reina el Seiior Dios nuestro todopoderoso ¢ gocémonos y alegrémonos , y démoste gloria, porque han llegado las bodas de] Cordero, y su Esposa se ba aparejado para ellas. Accion de gracias son actos de agradecimiento por los beneficios que de Nuestro Seiior hemosrecibido, contandolos todos por menu- do, y alabandole por cada uno de ellos. Y no solo tengo de darle gra- cias por los beneficios propios, sino tambien por los que hace 4 los Angeles del cielo y 4 todos Jos hombres de Ia tierra, y 4 las criatu- Tas insensibles, que no saben agradecérselos ; y por los que hizo 4 los mismos demonios y 4 tos condenados que no quieren serle agra- decidos. Con eslos cuatro afectos podemos hablar con Nuestro Seffor en la oracion, 4 finde glorificarle y honrarle, procarando, como dice san . Pablo ( Ephes. v, 19), que el principio de estas nuestras hablas in= teriofes sea el Espirilu Santo, y el medio 6 medianero sea Jesucristo nuestro Seiior, y el fin y persona 4 quien se endereza sea el Padre eterno ; aunque tambien se pueden evderezar 4 todas tres Personas, como esta dicho. El segundo tin para que hemos de hablar con Dios nuestro Seitor, es para pedirle nuevas gracias y dones celestiales en érden 4 nues- tra salvacion y perfeccion 4 gloria suya. Estas peticiones y coloquios se pueden hacer de muchas maneras, conforme 4 la diversa dispo- sicion del que ora y habla con Dios. Unas veces hemos de hablar con él de la manera que un hijo ha- bla con su padre, pidiéndole todas aquellas cosas que un buen hijo puede y debe pedir 4 un buen padre, con espfritu de amor y con- fianza. De esta manera hablamos cod Dios en la oracion del Padre nuestro, 4 donde Cristo nuestro Sefior declaré lascosas que se le han de pedir, como verémos en la meditacion que se hard sobre esla ora- cion en la parte III. ( £s la XIV). Olas veces hemos de hablar con Dios como un pobre miserable con.un hombre rico y misericordioso, pidiéndole limosna. Con este espiritu oraba David ( Psalm. xxiv, 16; xxxix, 18) muy 4 menu- do, lamAndose pobre y mendigo, pidiendo limosna espiritual 4 Dios, que, como dice san Pablo, es rico para todos los que le llaman. (Rom. x, 12). . Otras veces hablaréinos con Dios, como un enfermo habla con el DE Li ORACION MENTAL. 47 médico, declarandole su enfermedad, y pidiéndole remedio de ella; 6como un pleiteanle, Gun reo habla con el juez, cuando le informa de su derecho, y le pide favorable sentencia, 6 perdon de su delito; y en este caso el coloquio ba de ir acompaiiado con afectos de hu- millacion , de dolor de pecados, de propésitos de la salisfaccion y enmienda. De lo cual verémos adelante muchos ejemplos en las me- dilaciones de'los milagros y parabolas de Cristo nuestro Seiior, Finalmente, otras veces podemos hablar con Dios con el espiritu que habla un discipulo 4 su maestro, pidiéndole Juz y ensefianza de Jas cosas que no sabemos: 6 como habla un amigo con otro, cuando razona con é] sobre algun grave negocio, pidiéndole consejo, direc- cion y ayuda. Y si la confianza y el amor nos diere alrevimiento, podra nuestra alma hablar con Dios como la Esposa habla con su Esposo con varios coloquios, de que esta Iteno el libro de los Can- tares. De todas estas maneras podemos hablar con Nuestro Seiior en la oracion , vistiéndonos de los afectos dichos ; una vez de uno, y gira de otro; porque todos caben en nosotros para con nuestro Dios, que es nuestro padre, nuestro médico, nuestro juez, nuestro amigo y esposo de nuestras almas. Verdad es que el acierto en estas peti- ciones y coloquios principalmente depende del Espfritu Santo, el cual, como dice san Pablo, pide por nosotros con gemidos , que no se pueden explicar (Rom. vii, 26), porque con su inspiracion nos ensefia, y mueve 4 pedir, ordenando las peticiones, y dispertando Ios afectos con que se han de hacer. Por lo cual dijo san Bernardo (Serm. 48 in Cant.), que la devocion es la lengua del alma, y quien la tiene sabe muy bien bablarjy razonar con el Verbo eterno. Sin embargo de esto, de nuestra parle bemos de ayudarnos , y apren- der 4 tratar y hablar con Dios, mirando el modo y el afecto con que unos hombres hablan con otros en los casos referidos. A lo cual afiado, que aunque la oracion propiamente es plalica y coloquio con Nuestro Sefior, tambien podemos en ella hablar con nosotros mismos y trabar platicas con nuestra misma alma. Unas ve- ces exhorléndonos, como dice san Pablo (Colos. 1, 16), 4 nosotros mismos y avivandonos en los afectos y peticiones referidas ; otras veces reprendiéndonos de nuestras culpas y tibiezas, avergonzéndo- nos de lo mal que servimos 4 Dios. De esta manera hablaba David con su alma muchas veces , dicien- do ( Psalm, xt, 12): O alma mia, por qué estas triste? y por qué me tarbas? Espera ea Dios, que todavia me queda tiempo de ala-- TCOMU 1. BJ INTBODUCLION harle y confesar que es Salvador mio y Dios mio, Sujétale & Dies, “alma mia, porque de él depende mi paciencia. (Psalm. uxt, 6). De estos coloquios hemos de hacer escalon para hablar con el mismo Dios, como le hizo el hijo prédigo cuando hablaba consigo mismo diciendo (Zuc, xv, 17): ,Cudntos jornaleros tienen abundancia de pan en la casa de mi padre , y yo perezco aqui de hambre? Quiere levantarme, ir Ja presencia de mi padre y decirle: Padre, pequé _ contra el cielo y delante de ti: no soy digno de ser llamado tu hijo, tenme siquiera como uno de tus criados. Finalmente, podemos en Ja oracion hablar tambien con la Virgen nuestra Sefiora, con los Angeles y Santos, para los mismos dos fines que se han dicho, 6 para alabarlos y bendecirlos por la santidad y virtades que tienen, y por los benelicios que nos hacen, 6 para pe~ dirles que nos ayuden y favorezcan en el negocio de nuestra galva~ - cion. Para lo cual tambien podemos alegarles alganos titulos , que pusimos en el parrafo precedente, y otros especiales que hay para cadg uno. A la Virgen santisima se ha de alegar, que es madre nuestra, y abogada de los pecadores, y que este oficio le encargé sx Hijo para nuestro remedio, alegando tambien el amor que le tie- ne, y el deseo de que todos la amen y sirvan: suplichodola que ha- ga con nosotros oficios de madre y abogada, y que moesire aquet amor y deseo en alcanzarnos lo que pedimos, para servir mejor al que lante ama. Asimismo al Angel de nuestra guarda se le puede alegar que cum- pla con el oficio que tiene de presentar & Dios nuestras oraciones, y procurar el buen despacho de ellas, y que le vasu honra en que nogolros seamos buenos, y salgamos con la pretension del cielo; y que, pues no duerme el demonio para lentarnos, él no duerma, sino vele para defendernos. De la misma manera podemos hablar con los demas Santos que se ofrecieren en la materia de la meditacion , 6 con quien tenemos devocion, mas para despertarla en nosotros que pa- Ta moverles 4 ellos, porque como nos aman, y desean nuestra sal~ vacion , estan muy ‘inclinados 4 solicitarla. - § Il. De las virtudes que acompaiian dla oracion mental, y de sus excelencias, De lo dicho en los dos parrafos precedemtes se sigue cudn exce- loate cosa sea la oracion mental, en la cual se ejercitan tanlos y tan herdicos actos de las virtudes mas principales que hay en la vida DE LA ORACION WENTAL. 49 cristiana, Por lo cual con mucha razon dijo san Juan Criséstomo (Lib. IL, de orando Deo ed fin.), que asi como cuando entra la reina en una ciudad, entran con ella acempaiiandola muchas damas, y los grandes de Ja corte, sin otra imnumerable gente de guarda que la sigae; asi cuando la yracion entra en el daima, entran con ella to~ das Jas virtudes, ecompaiiando al espirita de oracion. Unas virtades van delante aparejando el camino, y disponiendo el alma para que ore debidamente, como es la fe, la humildad, la reverencia y pu- - reza de intencion, y otras que despues dirémos, en cumplimiento de Jo que dice el Sabio (Eccli. xvi, 23): Antes de la oracion apareja tu alma, y ne seas como hombre que tienta 4 Dios. Otras virtudes yan por los lados, pegadas con ella, como es la caridad, la religion,. devocion y sabiduria, con otros dones del Espiritu Santo, que es- ctarecen e] entendimiento, y ayudan maravillosamente 4 la oracion, como se verd en la meditacion XX VII dela parte V. Otras innume- rables virludes se siguen despues de ella, como son fervientes de- seos y propésilos de todo lo bueno, en materia de obediencia y pa- ciencia, de templanza, modestia, eastidad, y las demés. ¥ asi las unas como las olras andan entretejiéndose con la oracion, y eatre si mismas ejercitando varios actos, que son adorno y alavie unos de otros. Porque la bamildad se junta con Ja confianza y con la caridad ; Ja caridad con la religion y con el jagradecimiento ; la religion con Ya obediencia y resignacion , y asi hacen una musica de muchas vo- ces, con un concierto celestial y divino, Por lo cual muchos santos Padres dicen, que la oracion hace 4 los hombres semejantes 4 los Angeles: no solo por ser obra de las potencias superiores, en que son semejantes 4 ellos, sino. porque les comunica una vida angeli- cal, Htena de pureza‘y santidad. Por la oracion, cuando es perfecta, participan el amor ardiente de los Serafines , la plenitud de ciencia de los Querubines , Ja paz y quietud de los Tronos, el sefiorio desi mismos de las Dominaciones, el poder contra los demonios de las Potestades, la magnanimidad para cosas maravillosas de las Virla- des, la discrecion en el gobierno de los Principados, la fortaleza en cesas arduas de los Arcangeles, ‘y la obediencia en todas las cosas de los Angeles; y finalmente la sabiduria, castidad y limpieza de los espiritus celestiales. Porque ninguna cosa, dice san Criséstomo { Lib, 1de Precatione, ef hom, in Psalm. 1v), puede haber mas sabia, ni mas justa, ni mas santa, que el bombre que habla con Dios co- mo conviene, de quien recibe abundantisimamente los dones y gra- ciag, en que consiste la yerdadera sabiduria, y perfecta justicia y 2 - . 20 INTRODUCCION santidad. La razon de esto es, porque como Nuestro Sefior es muy comedido, y nos inspira que oremos, habla con nosotros cuando le bablamos, y conversa familiarmente con los que entran dentro de su corazon 4 tralar y conversar con él; y la conversacion y habla de Dios no es de solas palabras, sino de obras ; porque, como dice san Bernardo (Serm. 45 in Cant.), Locutio Verbs est infusio dont ; el ha- blar Dios es comunicar dones, derramando sus gracias y virtudes + en aquellos con quienes habla (1 Peér. 1, 8), llendndolos de Ja ale- gria espiritual que no se puede explicar, y de la paz que sobrepa- ja todo sentido. ( Philip. 1v, 7). Y por esto dijo David: Oiré lo que dentro de mi habla cl Sefior; porque hablara paz para su pueblo, y para sas santos, y para todos los que entran dentro de su corazon. (Psalm, uxxxiv, 9). De aqui es, que en la oracion de tal manera hemos de hablar con Dios, que tengamos atencion 4 escucbar y oir lo que él nos habla con sus inspiraciones , para obedecerlas, y disponernos 4 recibir los dones-que por ellas ‘pretende comunicarnos, como verémos en la parte IT, en la meditacion XXVI. Por Io dicho consta la excelencia y necesidad de la oracion men- tal, de la cual dice Casiano (Collat. 1x, ¢. 2), que tiene tanta tra- bazon con todas las virtudes, que ni ellas se pueden alcanzar, ni conservar perfectamente sin oracion, ni la oracion perfecta se alcan- zaré sin ellas; porque ella, dice, es el fin de todas, 4 quien van en- caminados todos los trabajos que ponemos en ganarlas , por cuanto Ja oracion, de que aqui se trala, en su grado perfecto abraza la union con Dios, por medio del actual conocimiento y amor, con gran go- zo en poseerle. De donde nace que, como dice sau Juan Climaco (Grad. 28), en la oracion paga Dios de contado el ciento por uno de lo que se deja 6 se trabaja por su causa, con prendas grandes del premio ultimo que ha de dar en la vida eterna. Muchas cosas pudiera decir de esta soberana virtud; pero déjolas, porque este libro se escri- be para los quedesean ejercitarla, por la grande estima que tienende ella; y en los prologos 6 introducciones, que tendr4 cualquiera de las seis partes de este libro, y en las misthas medilaciones, se dirén algu~ nas cosas que descubran la excelencia de esle soberano ejercicio, y - los bienes que de él proceden. DE LA ORACION MENTAL. ot § IV. . De la materia de la oracion mental para la meditacion. La materia de la oracion mental, en que las tres potencias del ani- ma, especialmente el entendimiento , han de ejercitar sus actos, es todo lo que Dios ha revelado en la divina Escritura, especialmente los misterios principales de nuestra fe, que en ella estan mas expresados y encomendados. . Estos misterios se pueden reducir en general 4 tres érdenes, aco- modados 4 Jos varios eslados de los que medilan (D. Dionys. c.3 de Eccles. Hierar. c. 8), entre los cuales, unos son pecadores que de- sean salir de sus pecados, 6 principiantes que desean mortificar los vicios y pasiones de Ja vida vieja ; y estos caminan por el camino que Vamamos via purgativa, cuyo fin es purificar el alma de todos estos vicios, y alcanzar la limpieza de corazon. (S. Ignat..in annot. 10). Otros pasan mas adelante, y aprovechan en la virtud, los cuales an- dan en el camino que llamamos via iluminativa, cuyo fines ilustrar el alma con el resplandor de muchas verdades y virtudes, y alcan- zar grande aumento de ellas. (Jacob. 1v, 8). Otros son -ya perfectos y muy ejercitados, los cuales caminan por la via que llamamos uniti- va, cuyo fin es unir y jonter nuestro espiritu con Dios con union de perfecto amor. ( Psalm. xxx, 6; 1 Cor. v1, 17). Cada una de es- las personas ha de tener materia de medilacion acomodada 4 su estado y pretension, de la cual pueda facilmente sacar los afectos y propési- tos que pide su necesidad.- Y aunque esta materia se pudiera reducir 4 tres érdenes de mis- terios, y verdades acomodadas 4 eslos tres estados y vias que se han puesto; mas para mayor claridad la reducimos en este libro 4 seis partes, dando dos 4 los que comienzan, y dos 4 los que aprovechan, y otras dos 4 los mas perfectos, en esta forma: . Los pecadores que desean de veras convertirse & Dios, y mudar Ja vida, han de tomar por materia de meditacion sus mismos peca- dos , y todas as cosas que ayudan para conocer el oimero y gra- vedad de ellos, y las que causan aborrecimiento y dolor de haberlos cometido. Y por cuanto el temor suele ser principio de la justifica- cion, todo Jo que despierta este temor es materia de meditacion aco~ modada para ellos, como son las postrimerias del hombre, muerte, jaicio particular y universal, infierno , y olras cosas semejantes que se pondran en la parte 1, con algunos modos de orar acomodados 22 ISTRODUCCION para hacer exdmen de la conciencia, para confesar y comulgar , y alcanzar la perfecta justificacion , que es el fin de la via purgativa. Los que estan, ya justificados y desean granjear las virtudes, y cre- cer en ellas, han.de tomar por materia propia de su meditacion los misterios de la humanidad de Cristo nuestro Sefior, mientras vi- vid en esla vida mortal; porque su vida y doctrina, su pasion y muerte fae an perfectisimo dechado de toda virtad para toda suerte de justos, aunque en diferente manera , porque, como dice san Agus- tin (Tract. v super 1 Canon, Joan.), y despues de ¢l santo Tomds {2, 2, quest. 24, art. 9), la caridad, cuando ya ests engendrada y ha nacido por medio de la penitencia, tiene los tres estados quese ban dicho, de niiiez espirilual, de aumento y perfeccion. Los recien justificados, que son principiantes y como nifios recien engendrados er el ser de la gracia , han de tomar por materia de wedilacion los misterios de la Encarnacion y niiiez de Jesueristo nuestro Seiior, de las cuales se trata en la parte Il; y en sus medi- taciones hallaran molivos bastantes, as{ para proseguir la jornadade la via pargativa, mortificandose y purificandose de los vicios y pa- siones que Jes han quedado de la vida vieja, como para comenzar la jornada de Ja via ilrminaliva, grapjeando virtudes contrarias & sts vieios , y acomodadas 4 su estado. Los que aprovechan y van creciendo ew la virted , tienen dos ca- minos para ello, uno haciendo, y otro padeciendo ; quiero decir, 6 ejercitando por su eleccion varias obras de virtud, que pertenecea 4 la vida aetiva y coatemplativa, 6 padeciends con gran perfeecion grandes trabajos, persecuciones y aflicciones venidas por mano aje~ na. Y este camino, aunque es mas aspere, es mas eficaz para erecer en las virtudes, y Hegar 4 la cumbre de ellas. Estos dos caminos anduvo con gran excelencia Cristo nuestro Se- flor, de quien dice san Agustin (in Psalm. x11x), que sus ejercitios entre los hombres faerom: Mira facere, et mala pati, hacer cosas ma- ravillosas, y padeeer cosas penosas, y todas para nuestra ensefian- 2a; de las cuales se trata en las meditaciones dela parte III y IV. Por- que en la tercera pondrémos los misterios de lo que hizo y dijo los tres aiios de su predicacion, desde el Bautismo hasta la ultima en- * trada en Jerusalen. ¥ en la cuarta, los misterios de su pasion y muer- te. ¥ aunque ¢mbos misterios nos enseiian 4 hacer y padecer; mas Jo uno resplandece mas en los primeros, y Jo otro en los postreres ; Jos cuates son mas poderosos para movernes 4 todo género de virtud con mayor excelencia y perfeccion. DE LA ORACION MENTAL, Z Finalmente, les que llegan 4 estado de perfeccion, eaminando per Ja via unitiva, tienen otros dos caminos {para alcanzar la perfecta union de amor. El primero es, contemplando la vida gloriosa de Cristo nuestro Seiior, y las. obras maravillosas que hizo despues de Tesacitado, enviando ‘sobre sus discipulos el Espiritu Santo, que es espfrita de’ amor. ¥ de estos misterios habla la parte V. El otro ca- mino es, contemplando los misterios de la Divinidad y Trinidad de Dios, sas perfecciones y beneficios, de que trata la parte VI. ¥ estas dog partes ultimas son mas propias de los perfectos, conforme 4 lo que dijo David (Psalm. cm, 18): Los montes altos son para los cier- ves; pero la piedra 6 peiia es morada de log erizos: dando 4 enten- der en sentido mistico , come apunta Casiano (Collat. x, ¢. 11), que Jos varones perfectos, que como ciervos corren ligeramente en el ca~ wine del cielo, se apacientan con Ja consideracion de los misterios de ba divinidad y gloria de Cristo, figazados por los monies altos ; sas los hombres espinados como erizes, con las espinas de sus cal- pas é imperfecciones, 6 afligidos con trabajos, toman por-remedio la consideracion de sa tierra y polvo, y de los misterios de la homanidad y bumildad de Jesacristo nuestro Seor, figurado por la piedra, en cayas Hegas descansan, y con su doctrina y ejemplos se sustentan y aprovechan. De lo dicho se sigue, que las meditaciones de estas seis partes'son como seis alag de los Serafines. que tiene Dios en ba tierra semejan- tes & Jes que vid et profeta Isafas (¢. vs), com las cuales se apar- fan de lo terrene y vuelan & lo celestial; y despues que se han parificado, ilustrado y perfeccionado 4 si mismos, vuelan tambien 4 * purificar, ilustrar y perfeccionar 4 otros, deseando que ardan todos con el amor que arden ellos; porque para todos estos fines ayudan estas meditaciones, en lodas deben ejercitarse todos, aun los muy eprovechades; pero con diferente fin y modo. Y Ja razon es, porque como en los tres grados que hay de almas, es 4 saber, vegelativa, propia de las plantas; sensitiva, propia de los bratos; y Facional, propia de los hombres, Ja superior , ademas de sus propias obras, hace tambien Jas obras de la inferior, aunque con mas excelente mo- do; asi tambien, como dice santo Tomés (2, 2, g. 24, art. 9 ad 3), em los tres estados de gente que se dedida 4 la oracion y servicio de Dios, los que aprovechan se han de ejercitar en las meditaciones y obrzs de los principiantes, y losperfectos en las de ambos; pero com modo mas perfecto, sacando de ellas el fruto ‘que se preleade con mag ventajas; esto es, mas perfecta mortificacion de si mises, y 4 INTRODUCCION mas acendrado modo de imitar 4 Cristo nuestro Sefor ¢ en sus vir- tudes. Demis de esto, la experiencia ensefia, que cuando un espiritu 6 afecto grande de alguna virlud predomina en un alma, de cualquier cosa que medita toma ocasion para cebarle y aumentarle. Si predo- - mina espiritu de humildad , ora medite en el infierno, ora enel cie~ Jo, ora piense en sus miserias, ora en las excelencias divinas, de todo sacaré afectos de humildad. Y si predomina en el corazon es~ piritu de amor, aunque medite en el juicio é inferno, toda lo con- vierte en afectos de amor. Asi tambien los principiaptes, y los que aprovechan, y Jos perfectos, de cualquier cosa que medilen pueden sacar los afeclos y propdsitos que son conformes 4 su estado y nece- sidad. Deaquies, que aunque de ley ordinaria se ha de guardar el érden Propuesto , pero no hemos de ir tan atados 4 él, que no sea licito mu- darle ; antes algunas veces es conveniente, porque algunos no pueden aplicarse 4 consideraciones de temor, y se mueven facilmente con me- ditaciones de amor, y otros al contrario. Unos hallan devocion y apro- vechamiento considerando los misterios de la nifiez de Cristo nuestro Seiior ; otros considerando los misterios de su pasion; y unos en un misterio, y otros en otro; y es bien no violentarles demasiado ni sa- carles de su consideracion,, por pasarles 4 otra, en la cual no halla~ ~ ran lo que deseaban, Y 4 esta causa ha proveido Nuestro Sefior, que Ja materia de la meditacion sea tan copiosa y extendida, para que todos puedan hallar alguna que sea 4 su propésito, § ¥. De la entrada en la oracion. Consejo es del Espiritu Santo, que antes de Ja oracion aparejemos el alma, porque si vamos sin aparejo, sera como tentar 4 Dios, pre- tendiendo el fin y fruto de la oracion sin poner los medios ordena- dos para alcanzarle. ( &ccli. xv, 23). Para esto es necesario antes de entrar en la oracion llevar prevenida la materia que se ha de pen- sar, porque regularmente no sera Ja meditacion atenta y recogida si la materia no va prevenida y bien dispuesta, repartida por sus puntos, al modo que la pondrémos aqui. Aunque no por esto se quita, que si Nuestro Seiior por especial inspiracion nos moviere 4 pensar otra cosa, no podamos ocuparnos en ella, dejando para otro tiempo Ja que Wevabamos prevénida , porqueel impulsodivino es la princi- DE La ORACION MENTAL. . 25 pal causa de esta obra, 4 quien hemos de seguir ; advirliendo, que no sea liviandad de 4nimo y vaguedad del corazon, salpicar de una ma- teria 4 otra sin bastante causa. Presupuesto esto, antes de comenzar ‘la meditacion se han de ha- cer las cosas siguientes: —1." Lo primero, se ha de Jevantar el cora- zon y las potencias del alma 4 Dios nuestro Seior, mirandole como esté alli presente, con una vista interior, atenta, reverencial y amo- rosa; porque quien ha de bablar con algun principe, es necesario que vaya 4su palacio, 6 al Jugar donde esta, y se ponga en su presen- cia, porque con el ausente no podemos bablar; y pues Dios esla presente en el cielo y en la tierra y en todo lugar asistiendo 4 todo, y viéndolo todo, cuando tengo de orar y hablar con él no be menes- ter ir 4 buscarle 4 olro lugar, sino avivar la fe y mirar como esta alli presente, persuadiéndome que cuando oro no estoy solo, sino que alli esta tambien la santisima Trinidad, Padre, Hijo y Espiritu Santo, con quien hablo, y él me ve y me oye, y suele responder dentro del corazon con inspiraciones é ilustraciones , comunicando Juz de verdades al entendimiento, y afectos fervorosos de devocion & la voluntad, é infundiendo dones y virtudes y otras gracias en el alma , como esta dicho. . Unas veces puedo mirar 4 Dios como esta al rededor de mi, cer- candome por todas partes, y 4 mi dentro de él como estan los peces dentro del mar; otras veces le puedo mirar como esta dentrode mi por esencia, presencia y potencia, conociendo lo que hago, y ayudan- dome para que lo haga; y de esta manera se cumple lo que Cristo nuestro Seiiondijo {Matth. vi, 6): Cuando orares entra en lu retrele, esto es, dentro de tu corazon, y cerrando la puerta de tussentidos, ora 4 tu Padre celestial en este lugar secreto, y tu Padre, que esta alli y te ve, te dara Jo que pidieres. Esta verdad de la presencia de Dios dentro de mf y al rededor de m{, donde quiera que estoy orando, be de avivar mucho}, para que Me Mueva 4 reverencia y confianza y 4 la debida alencion; y sicon esta consideracion me sintiere movido 4 estos y otros semejantes afec- tos de devocion, bien puedo detenerme 4 gozar de este bocado que Dios me da, el tiempo que durare, pues ya esto es oracion, y muy buena; pero Jo ordinario seré detenerme en este pensamiento espacio de un Pater noster, aunque la presencia de Dios no se ha de perder de vista en todo el tiempo de la meditacion, segun aquello de David (Psalm. xvut, 18): La meditacion de mi corazon siempre es en tu presencia ; pero con mas fervor se ha de renovar al tiempo de las pe: 2 BaTROBECENON. tieiones y eologuios, derramando, como dice David ( Psalm. cxi1, 3), puestra oracion en la presencia del. Seiier. 2." Hecho esto, lo segundo tengo de hacer uaa grande y pre- fands reverencia 4 la majestad de Dios, hincando delante de él las rodillas det corazon y del cuerpo, waa y tres veces, como lo hacen Jos que entran en la presencia de los reyes: tengo de adorarle com espirita, reeonociéndole por mi Dios y Seiior, Padre de inmensa ma- jestad y Rey dignisimo de infinila reverencia, y con el cuerpo humi- Iarme hasta pegar la boca con la tierra; y aun postrarme como lo hizo _ Jesucristo nuestro Sefior en la oracion del huerto, de quien dice san Pablo (Hebr. v, 7), que fue oido del eterno Padre, por la grande re- verencia que le tavo, daadonos a entender lo que importa reverenciar 4 Dios en la oracion para que nos oiga. 8." Hecha esta humillacion, me hincaré de redillas enel lugarse- ialade para orar: y luego seré bueno persignarme con sentimiento de las palabras que entonces se dices, pidiendo 4 Dies que por aque- _ dla seiial me libre de los enemigos que suelen molestarnos en la ora- eion, diciendo con este afeclo: Per signum Crucis, de sninusis nostris Uibora nos Deus noster ; y laege aiiadiré: Innomine Patris, et Filit, ef Spiritus Sancti, como quien quiere comenzar su oracion, no en vit- tad suya, sino en virtud de la santisima Trinidad. Algunes suelen decir nego la confesion general para comengar ee bhumillacion y eamplir, como dice el Sabio, que el justo en el priacipio de la ora- cion es acusador de si misme( Prev. xvin, juste LXX ). Otros suelen comenzar cea hacimiento de gracias, siguiendo el érden que da san Basilio , del cual dirémos en Ja parte I, en la meditacion del eximen de la conciencia. 4." Pero puesto que cada uno puede comenzar ‘por lo que mas ayudare 4 su devocion, lo que generatmente conviene 4 todos es, comenzar con una breve eracien que sea come preparatoria para lo que se preteade, en la cual supliqaemos & Nuestro Sefior enderece . aquella obra & sa honra y gloria, y mos dé la graeia necesaria para hacerla como él quiere. Esta breve oraciomtengo de hacer hablando con Dios nuestro Seiior, 4 quien miro presente, diciéndole con gran des veras y muy de corazon: Yo te ofrezeo, Seiior, tedo lo que aqaé pensare, dijere y tratare, para que todo vaya ordenado puramente & gloria y honra tuya: y suplicote por quien tu eres, me ayudes en esta hora para que yo acierte 4 orar de la manera que tu quieres, para glo- ria de tu santfsimo nombre y provecho de mi alma. Amen. 4 Este modo de oracion se puede enderezar & las tres Personas di- . DE Lé OMACION WENTAL. + + f vinas en esta forma: Unas veces at Padre eterno, diciéndole: Padre soberano, yo te ofrerco esta mi oracion , onida é incorporada con la de tu Hijo unigénito Jesucristo mi, Seior, por quien te pido me aya- des 4 orar al modo que ¢| oraba, para que mi oracion te sea agra~ dable como fue la snyz. Otras veces se puede enderezar al Hijo de Dios, diciéndole como fos Apéstoles (Luc. xz, 1): Redentor y Maestro mio, ensefiadme 4 erar y ayudadme para que ore con una alencion, pufeza y fervor semejante al que Vos teniais cuando ordbais 4 vuestro Padre, para que mi oracion Ie sea acepta como [ue la vuestra. Otras veces al Espirita Santo, diciéndole aquelio del apéstol san Pablo (Hom. vin, 26): Espirita santisimo, yo soy un ignorante y miserable pecador , no sé lo que tengo de orar ni pedir como con- viene: Vos, Dios mio, pedid en mi, moviéndome 4 pedir con ge~ midos inenarrables, para que mi cracion sea bien rectbida , proce~ diendo de tan noble ‘principio como Vos, 4 quien sea honra y gloria Por todes los sigtos. Amen. De este modo se cumple lo que dice san Dionisio (¢, ur, de Di- vinis nom. }, que todo acto teolégico, que es et que mira & Dios y trata de él y com é?, se ha de comenzar por oracion, imvocando ed favor de la santfstma Trinidad, que esta presente en todo bagar, en- tregandonosé ella con peticiones puras, con entendimiento sesegado Y con afecto bien dispuesto para la wniom que en este santo ejereicie prelendemos. ’ - . $V. Del modo de meditar y discurrir en la oracion, y eétno hemos de resis~ Gir a las distracciones que alli nos combaten. La obra del entendimiento, que Ikamamos medilacion, es de las mas difiealtosas que hay en ta oracion mental; porque pueste case que es cosa facil pensando en varias cosas, salpicando de une en otra sin érden y concierto, pero es muy dificil pensar en una sola con atencion, teniendo fja la memoria y entendimiento: en Dios, sin di- vertirse y derramarse 4 olras cosas; y asi los grandes Santos suelen padecer esta molestia algunas veces, y se quejan de ella. Job decia de si mismo (c. xvm, 1¥-12): Mis pensamientos se han desbarata~ do, atormentak mi corazon , y convierten Ja noche en dia, porque me quitan la quietud del recogimiento en que sotia gaster la noche. 28 . INTRODUCCION Y David clamaba 4 Dios, diciendo: Mi corazon me deja y se sale de mi casa; ten por bien, Sefior, librarme de este trabajo. (Psalm. xxx1x, 13-14). . Este mismo daiio experimentamos todos, y suele proceder de varias rafces y principios. Lo primero, del demonio, por impedirnos el fra- to de la oracion. Lo segundo, de la imagivacion propia, que es li- bre y cerril, instable y mal domada. Lo tercero, de algunas aficiones no mortificadas, las cuales evan tras si los pensamientos, porque donde esta el tesoro, alli est4 el corazon. Lo cuarto, de cuidados que punzan y parten el corazon en mil partes. Lo quinto, de floje- dad y tibieza, por no hacerse fuerza ni aplicarse 4 este tan noble ejercicio. Lo sexto, de ignorancia, por no saber discurrir, ni me- ditar, ni buscar las verdades ocultas, ni ponderarlas de modo que muevan la voluntad y despierten afectosde devocion. Esta ignoran- cia se remediara con la traza y modo que aqui pondré, presupuesto el favor del cielo.4 : Lo primero, en la meditacion nos hemos de actuar muy bien en la verdad del misterio que la fe nos enseiia, procurando creerle y enlen- derle como pasé verdaderamente y como esta revelado. Lo segundo, hemos de inquirir las causas y rafces yerdaderas de donde procedié Ja cosa que medilamos, excluyendo Jas causas-falsas 6 aparentes ; Tuego hemos de discurrir buscando los fines verdaderos 4 que fue ordenada, excluyendo tambien otros que no lo son. Lo cuarto, sé han de inquirir los efectos que proceden de la lal cosa, esto es, los provechos 6 daiios que trae consigo. ¥ lo ultimo, algunas propieda- des y circunstancias que la acompaiian. Esto se entenderd claramen- ° le por este ejemplo: Si quiero meditar ef misterio de la Encarnacion, primero tengo de acluarme bien y entender lo que la fe ensefia, eS Asaber, que el Hijo de Dios junté consigo en unidad de persona nuestra humana naturaleza, de modo que verdaderamente Dios es hombre y el hombre es Dios. Luego tengo de inquirir las cosas ar- riba propuestas, ponderando como las causas y raices de esta-obra no-fueron nuestros merecimientos , sino sola Ja bondad y misericor- dia de Dios, y los fines fueron la redencion del mundo y la mani- festacion de la divina bondad y caridad. Despues miraré los prove- chos que por ella nos vinieron; es 4 saber, perdon de pecadoS, ° destraccion de la muerte, entrada en elciclo, y otros lales. Ademas los daiios que nos vinieran si esta no se hiciera; quedando todos enemigos de Dios, esclavos de! demonio, condenados al infierno. ¥ finalmente las circunstancias de esla obra, cuanto al Jugar , tiempo DE LA ORACION MENTAL. 29 y modo, y las propiedades del cuerpo y del alma que tom Dios cuando encarnd. En cada cosa de estas ha de hacer pausa el entendimiento, dete- niéndose en cada una todo el tiempo que hallare devocion y gusto espiritual, sin ansia de pasar 4 otra moviendo la voluntad 4 varios afectos de amor y confianza, como se ha dicho, haciendo peticiones y coloquios con Nuestro Seiior, conformes 4 lo que se ha meditado y deseado; y despues que naestro entendimiento hubiere ponderado bien una cosa de estas, puede pasar 4 otra con la misma quietud y sosiego de Animo, y asi proceder en las demas. De todo esto verémos ejemplos llanos en las meditaciones siguientes, especialmente en las Primeras, que seran dechado de las demas. Solamente advierto, que cuandoel Espiritu Santo con especial ins- piracion nos mueve 4 orar, todo es facil y suave; porque él recoge la memoria, aviva los discursos, arroja Iluvias de meditaciones, encien- -de los afectos , concierta las peticiones, ordena los coloquios, y hace perfectamente loda la obra de la oracion, cooperando nosotros sin trabajo. Mas cuando falla este socorro especial , es necesario que Dos- otros mismos, usando de nuestro libre albedrio con el socorro de la gracia que nunca nos falta, apliquemos nuestras potencias al ejer- cicio de sus actos en la forma que esta dicho, con lo cual provoca- mos al Espirita Santo para que nos ayude con especial socorro de sus inspiraciones; porque jos varones espirituales que tralan de ofa- cion no han de ser como navios de alto bordo que no pueden navegar sino es con viento; antes han de ser como galeras que navegan con viento y con remo; y cuando faltare el viento préspero de la divina inspiracion , han de navegar con el remo de sus potencias, ayudadas del divino favor, autique no sea tan sensible. Y este modo de orar suele ser 4 veces mas provechoso aunque no sea tan gustoso por lo mucho que se merece peleando contra las distracciones y sequedades del corazon ; y si perseveramos remando y orando, 4 su tiempo ven- dra Cristo nuestro Sefior 4 visilarnos, con cuya visita cesara esta tempestad , como sucedié 4 Jos sagrados Apéstoles (Matth, x1v, 32) ef UN caso semejante, como despues verémos. Las armas para pelear contra estas distracciones del corazon y se- quedades del espfritu, principalmente son cuatro: La primera es bu- wildad profunda , reconociendo nuestra flaqueza y miseria, y aver- gonzandonos de estar delante de Dios con tal distraccion, y acusdn- donos de Jas culpas pasadas y presentes, por Jas cuales somos cas- * . iwrnopuccion tigados ea ella; ; porque quien de esta manera se humilla en la ora- cion, en ella sera ensalzado. (Luc. xiv, 11). La segunda es fortaleza de animo, haciendo una resolucion va- ronil de no admitir advertidamente pensamiento que nos aparte de fo que oramos, aunque sea de cosa que nos dé mucho gusto 6 pa- Tezca muy importante, pues entonces ninguna lo es tanto como aten- der 4 lo que oro, y 4 Dios, delantede quien estoy para orar; y cuan~ do, sin quererlo, me hallare distraido, volveré otra vez 4 alar el hile del buen pensamiento y discurso comenzado ; y si mil veces me dis- frayere, mil veces tornaré 4 lo mismo, sin perder el Animo ni la con- fianza, acord4ndome que Abraban ( Genes. xv, 11-17), perseverando en ojear Jas aves importunas que acudian al sacrificio, vino 4 dormir un sueiio misterioso, en que descubrié Dios grandes secretos y pasé como fuego por medio del sacrificio en testimonio de que le aceptaba, (D. Greg. lib. XVI Moral. c. 19). Asi yo trabajando con perseve- rancia en ojear los pensamientos importunos que inquietan el sacri- ficio de la oracion vendré con el favor de Dios 4 dormir el sueiio quieto de la contemplacion , en el cual ilustre mi alma con su luz * para que le conozca, y la encierda con el fuego desu amor para que Je ame. La lercera arma es la misma oracion, pidiendo 4 Nuestro Sefior que dentro de nuestra alma edifique una ciudad de Jerusalen { Psalm. cxuvi, 2) que sea vision de paz, recogiendo los pensamien- tos y aficiones derramadas para que moren dentro de ella y se ocu- pen con quietud en la oracion, y lo mismo pediré 4 los santes An- . geles que asisten 4 los que oran ; y en este medio: pondré mucha fuerza, porque la oracion es tan poderosa que puede alcanzar de Dios todas las cosas, y 4 si misma con ellas, usando en medio de estas turbaciones de algunas breves oraciones 4 este propdsito, Unas veces diré como David (Psalm. xxxix, 13-14): Mi corazon me deja, mal que me pese: librame , Seiior, dela fuerza que padezco, y no tardes en ayudarme. Otras veces diré lo que él mismo decia (Psalm. cxuut, ». 6): Mi alma est4 delante de ti como tierra sin agua, dyeme con presteza, porque mi espiritu desfatlece. Otras veces clamaré con los Apéstoles en medio de la tempestad ( Masth. vit, 25): Salvame’, Se- Hor , porque perezco. ¥ como el ciego 4 quien el tropel de la gente impedia su oracion, levantaré la voz diciendo (Luc. xv, 38): Hijo de David, ten misericordia de mi. Y si persevero clamando aunque Sea con sequedad y violencia, no dejara Cristo nuestré Seiior de com- DE LA ORACION ENTAL, . $f padecerse de mi, como se compadecié de este ciego, cemo ponde- rarémos en su lugar: La dltima arma ha de ser una grande confianza en Dios nuestro Seiior, persuadi¢ndonos que, pues nos manda orar, nos dara gracia ¥ ayada para ello, con lo cual podamos resistir al demonio, tener & Taya la imaginativa, reprimir las pasiones, moderar los cuidados, y echar de nosotros las tibiezas , de modo que no nos impidan el ejerciciode la oracion. Pero con esta confianza hemos de juntar di- ligencia, procarando, como dice Casiano ( Collat. 1x, ¢.8, etx, c. 10), qaitar antes de !a oracion las cosas que no querriamos padecer em ella, imitando en esto la sagacidad de nuestro adversario, el cual, como dice san Nilo abad (c. 48, 49 y 80)', ordena todas Jas tenta~ ciones que-pone entre dia &las personas espiriluales, para impedir- tes ja oracion y el fruto de ella. Tiéntalas de gula, para que en la oracion estén pesadas y soio[entas ; tiéntalas de impaciencia, para que estén turbadas; y de curiosidad de sentidos, para que estén dis- traidas; y de muchedumbre de negocios, para que estén inquietas; y de soberbia 6 ingralitud , para que estén secas; y pues no hemos de ser menos prevenidos y cuidadosos de nuestro bien, que el de- monio lo es de nuestro mal, razon es concerlar Jas obras y ocupa- ciones del dia. de modo que todas ayaden 4 tener bien oracion: y con esto en alguna manera cumplirémos lo que Cristo nuestro Sefior dijo ( Lue. xviii, 1): Conviene siempre orar, y no desfallecer ; pues siempre ora quien todo el tiempo gasta en oracion, 6 en aparejarse para ella. Con esta confianza tengo de entrar en la oracion mental, diciendo 4 los demonios aquello del salmo (Psalm. cxvint, 115): Apartaos de mi, malignos, porque quiero meditar los mandamien- tos de mi Dios. ¥ 4 mis potencias , pensamientos y afectos, les diré lo del otro salmo (Psalm. xciv, 6): Yenid todos juntos, y adoremes 4 Dios, postrémonos 4 sus piés, y !loremos delante de él, porque el Sefior es nuestro Dios, y nosotros somos su pueblo, y ovejas de sa § Vi. Del modo como nos hemos de uyudar de la imaginacion y lengua y las demds potencias para la oracion mental. Aunque la oracion mental, como se ha dicho, es obra de las tres. petencias supremas del alma, por la parte que es espiritu puro, y Se llama mente, de donde esta oracion tambien se llama meatal, com 32. INTRODUCCION todo eso ayudan para ejercitarla las olras potencias del alma, que son mas inferiores. Entre las cuales la primera es la imaginativa, la cual asi como impide notablemente la oracion cuando esta mal domada y es va~ gabunda, asi tambien ayuda mucho cuando puede con facilidad for- mar dentro de si algunas figuras 6 imagenes de las cosas que se han de meditar ; porque esto es como atarla 4 un solo lugar, y poner de- lante del alma espiritualmente la cosa que medita como si la tuviera presente. Segun esto, antes de comenzar la meditacion, es bueno Procurar con la imaginacion hacer dentro de nosotros alguna figura 6 imagen de la cosa que preltendemos meditar, con la mayor viveza Y propiedad que pudiéremos. Si tengo de pensar en el infierno, imaginaré un lugar como un calabozo oscuro, estrecho y borrible, ena de fuego, y las almas dentro de ¢1, ardiendo en medio de aque- Nas llamas. Y si he de pensar en el Nagimiento, formaré una figura de un portal desabrigado, y 4 un nifio envuello en paales, puesto en un pesebre: y asi en lo demas, advirliendo que esto se haga sin quebrar la cabeza; porque quien tiene mucha dificuliad en ha- cer tales figuras , mejor es dejarlas, y usar solamente de las poten- cias espirituales, al modo dicho. Pero al contrario, los muy imagi- nativos han de eslar sobre aviso, porque sus vehementes imagina- ciones les pueden ser ocasion de muchas ilusiones , pensando que su imaginacion es revelacion , y que la imagen, que dentro de si forman, es la misma cosa que imaginan ; y por su indiscrecion sue- len quebrarse la cabeza, y convierten en su daiio lo que tomadocon moderacion puede ser de provecho. Tambien poede ayudar en la oracion la lengua, porque, como dice santo Tomas (2, 2, q. 83, art, 12), 1a oracion mental y 1a vo- cal, que se hace con palabras exteriores, no son contrarias, sino her- lmanas, que se ayudan una 4 otra. La oracion mental suele algunas veces prorumpir en la vocal, bablando palabras exteriores con Nues- tro Sefior, nacidas de la devocion y fervor interior (D. August. Ep. 121 ad Probam, c. 9), y la oracion vocal suele avivar el alma, para que tenga mas atencion en la mental; y asi, cuando en ella nos sentimos distraidos 6 secos, es buen remedio decir algunas palabras que nos despierten y recojan, 6 hablando con Nuestro Se- for, 6 con nosotros mismos; porque como el cuerpo ayuda al alma, asi las obras del cuerpo suelen ayudar 4 las almas, y la palabra ex- terior , y lo que dice Ja lengua, suele tocar al corazon. Esto, como advierle san Buenaventura (Processu 7 Religionis, c. 3), se puede DE LA ORACION MENTAL. 33 practicar de dos maneras. La una es, componiendo cada uno las pa- Jabras como su necesidad 6 su devocion se las dictare, sin reparar en que vayan bien 6 mal concertadas; porque Nuestro Seiior mas mira el concierto del corazon y el fervor de los afeclos, que el de - Jas palabras ; y mas se aplaca con las razones toscas del hijo tarta-° mudo y del pecador arrepentido, que con las muy compuestas det soberbio letrado. La otra manera es, diciendo alguna oracion com- puesta por otro, como son las de la Iglesia 6 de algun Santo, apro~ pidndoselas si mismo, diciéndolas con tal afecto y sentimiento, como si él las fuera componiendo, al modo que dirémos en el parrafo 1X. Coanto 4 los sentidos corporales, no se puede dar regla cierta, porque unos se hallan mejor teniendo los ojos cerrados, otros se ayu- dan con abrirlos, mirando al cielo 6 alguna imagen: unos hallan estorbo en oir cualquier cosa ; otros se encienden con oir algun can- to 6 misica de la Iglesia : unos sienten devocion con darse frecuen- tes golpes en los pechos, como lo hacia san Jerénimo, 4 imitacion del publicano ; otros Ja sienlen con hacer muchas genuflexiones, co- mo Simeon el de Ja coluna, que oraba bincando Ja rodilla, con la ca- beza hasta la tierra, y Jevantandose luego, repitiendo esto innume- Tables veces. . Lo mismo podemos decir de otros movimientos y composturas’ del cuerpo, como son, extender los brazos en forma de croz, -pos- trarse en el suelo, ponerse en pié fijo en un Jugar, 6 pasearse por al- guna parte, 6 sentarse en algun asiento humilde : en todo Jo cual se ba de escoger aquello que mas ayuda 4 la quietud 6 devocion del corazon, atendiendo 4 la flaqueza del que ora, y 4 la edificacion de los que estan presentes, si el lugar es publico, porque en tal caso aquella postura del cuerpo se ba de tomar, que no pueda ofender & los circunstantes. § Vil. Del examen de la oracion, y de los frutos que se han de sacar de ella. Acabada la oracion , es muy provechoso examinar lo que en ella nos ha pasado, y aunque este ex4men se deberia hacer despues de cualquier obra 6 ejercicio de oracion vocal , sea rezo divino, 6 rosa- rio 6 misa; pero en particular se debe bacer despues de la oracion mental retirada , en que se ha gastado una 6 mas horas. — Lo primero, tengo de examinar si guardé las advertencias de las cosas que preceden 4 la oracion, como si previne la materia de la 3 TOMO I. a UTRODUCCION wotdilacion , si me puse bien en la presencia de Dios, si le ofrecioon espiritu esta obra, y Ja pureza de intencion que en ella (uve, con Jo demas, doliéndome de cualquier falla que hailare, proponiendo de enmendarme de alli adelante. Lo segundo, he de examinar si estuve alento 6 distraido, si de- ‘volo seco, si me contenté con solo discursos (porque esto no sera oracion, sino estadio), 6 si tuve buenas afectos y propésitos, si pe- df y hablé con Dios en los coloquios con reverencia y confianza, 4 sin ella; y si hallare que en todo me ha ido bien, daré gracias 4 Bios por ello, atribuyendo este buen suceso no 4 mis diligencias, sino & su gracia y misericordia ; pero si hallare que me ha ido mal, examinaré la cansa de esto, si fee alguna culpa mia , 6 alguna pa- sion y aficion desconcertada, alguaaremision y flojedad ; y dolién- dome dela culpa, propondré la enmienda con determinacion de mor- tificarme, y quitar lo que fue causa de este daiio. Lo lercero, he de examinar los movimientes , y las inspiraciones 6 ilustraciones, y gustos espirituales que he sentido, mirando bien Jos efectos que-han obrado en mf, para conocer si nacen de buen espiritu 6 no, y tomar experiencia que me ayude 4 conocer la va- riedad de espiritus. Para lo cual ayudara saber las reglas que de esto se suelen dar, de las cuales se :pondran muchas en e] decarso de estas meditaciones, o . Lo caarto, he de examinar los propésitos que hice en Ja oracion, para ver cudodo y eémo los he de poner en ejecucion; y general- mente he de examinar el fruto que saco de Ja oracien y trate con Dios, porque si mi oracion es arbol sin fruto, sera maldita como la thiguera (Math. xx1, 19), y secarse ba luego; pero si Jeva fruto, ‘sera bendita, y crecera como-drbol plapiado 4 Ja corriente de las aguas. (Psalm. 1,3). Los frutos de Ja oracion son estos : reformar las costumbres ; aparlarnos de pecados, aunque sean wuy ligeros; huir las ocasiones de ellos, y todo lo que es imperfeccion; domar las pa- , Siones ; enfrenar 40s seplides ; mortificar las inclinaciones.siniestras; vencer las repugnancias y dificultades que siento en las virludes ; pelear valerosamente contra las tentaciones; alentarme 4 sufrirmu- chos trabajos con alegria; animarme 4 cumplir con prontitud la vo- luntad de Dios declarada en su santa ley , en los consejos evangéli- cos, v por las reglas'y aranceles de mi estado y oficio. Ademts, pro- carar el aumento de las virtudes, imitando las de Jesucristo nues- tro Sefior, especialmente su caridad y humildad, su obediencia y Paciencia en los trabajos, el amor 4 la,cruz, y al desprecio y & 1a cas- DE LA ORACION MENTAL. ss tigacion de la carne; y en particular cada uno ha de procorar Ja virtud que mas ha menester , alendida la calidad de su estado, sea modestia, 6 castidad, 6 fortaleza, 6 alguna otra de las teologales 6 mmorales, con une resolucion y propésite muy eficaz, came se pondré en la meditacion XXIX de Ja parte I. Y cuando hiciere examen de da oracion , tengo de apurar bien si he sacado alguno de estos frulos a] modo diche. g Ik. De varios modes que hay de orar en diversas materias, acomodados @ diferentes personas y Aiempos. Esta el gusto del hombre tan estragado en los ejercicios del espi- itu, que facilmente cobra tédio y fastidio si el manjar se le da gui- sado siempre de la misma manera, aunque sea muy precioso ; co- mo Jos israelitas se enfadaron del mana , con ser suavisimo, por ser siewpre el mismo. (Num. xxi, 5). A esta causa los Santos y maes- tros de espiritu han inventado varios modos de orar, guisando la oracion de muchas maneras , para que esla variedad quite el fasti- dio que podriamos tener de ejercitarla, cuando el espiritu de Dios nos va siempre renovando el gusto de ella, haciendo, como dice Da- vid (Psalm. xcv, 1), que siempre cantemos al Seftor cantar nuevo. En esto fue muy excelente el serafico doctor san Buenaventura en muchos y muy largos tratados que hizo de estas materias; pero no jo fue menos nuestro glorioso Padre san Ignacio, poniendo en su pequeiio libro, no solamente variedad de materia para la medita~ cion, sino varios modos de orar por exdmenes de la conciencia, por aplicacion de los sentidos interiores dcl alma, por varias semejanzas y pardbolas; y en especial enseié tres rodos de orar muy prove- cbosos , acomodados 4 los que caminan por las vias arriba dichas, purgaliva, iluminaliva y uniliva, aunque todas tres son de gran provecho para todos. . El primer modo de orar es, por los mandamientos de Dios, y por los siete vicios capitales, que comunmente Ilamamos siete pecados moriales, y por las tres potencias del alma, y por los cinco sentidos, tomando todo esto por materia de meditacion y oracion. Este medo es propio de los que andan en Ia via purgaliva, procurando lim- piarse de sus pecados; y asi lo declararéwos en la parte 1, ha- ciendo especiales meditaciones de todas estas cosas, con las demas que pertenecen al modo de orar , examinando la conciencia, y apa- * 36 INTRODUCCION rejandose para la confesion y comunion, con las cuales se alcanza ta pureza del alma. El segundo modo de orar es, por palabras, tomando por materia de meditacion algun salmo de David, 6 algun sermon 6 sentencia de Cristo nuestro Sefior, 6alguna oracion 6 himno de la Iglesia, ra- miando cada palabra por si, y sacando el espiritu y afecto que bay en ella; porque, como Jas palabras de la divina Escritura fueron dictadas por el Espfritu Santo, todas tienen algun misterio digno de ponderacion ; y como la Iglesia es regida por e! mismo Espfritu Santo, no dice palabra que no tenga mucho espirilu. La forma de medilarlas es, mirando quién dice aquella palabra, 4 quién se dice 6 endereza, 4 qué fin, con qué modo y espiritu’se dijo, y qué es lo que se significa; es 4 saber, qué es lo que manda 6 aconseja, amenaza 6 promete, 6 qué es lo que se pide 6 pretende con ella, sacando de todo afectos conformes 4 lo quese hubiere pon- derado. ’ Porque de otra manera se han de meditar las palabras que Dios - dice al hombre, 6 las que el hombre dice 4 Dios. Las primeras, co- mo quien oye 4 Dios, que es su maestro, legislador, consejero, pro- teclor y galardonador, oyéndole con deseo de aprender lo que en- sefia, de ejecutar lo que manda , de seguir lo que aconseja, de te- mer lo que amenaza, y esperar lo que promele, y amarle por lo que dice. . Las segundas se han de rumiar con el espfritu con que las dijo el que las ordend y conforme al fin 4 que van enderezadas. Lo cual se ve claramente en los Salmos de David, porque unos hizo con espi- ritu de alabar 4 Dios, y agradecerle los beneficios que habia hecho 4 su alma, 6 4 su pueblo: otros con espiritu de contricion, para pe- dirle perdon de sus pecados ; y otros con espiritu de afliccion, junto con grande confianza para pedirle ayuda en las tribulaciones, Y asi para rumiarlos, y decirlos con psovecho, nos hemos de vestir, como advierte Casiano ( Collat. x, c. 11), del mismo espirilu con que se dijeron , como si nosotros mismos los hubiéramos compuesto para el mismo fio. Y¥ la misma experiencia nos ensefia , que quien se siente alegre por los beneficios recibidos de Dios, dice con devocion los salmos de alegrfa, como es: Benedic anima mea Domino: et omnia que intra me sunt, nomini sancto ejus, etc, Laudale Dominum de celis, etc. Y por eploaces no halla tanto jugo en cl salmo Miserere mei Deus, Y¥ al contrario, quien esta afligido con sus pecados, dice con devocion DE LA ORACION MENTAL. 37 el salmo Miserere mei, y no se aplica por entonces 4 los salmos de alegria. Lo cual se ha de advertir para escoger por materia de me- ditacion las palabras y oraciones que frisan con el espiritu que sen- timos, y con el fin que pretendemos. Este segundo modo de orar es mas propio de los que caminan por la via iluminativa, pretendiendo el conocimiento y sentimiento de las verdades de la fe para crecer en el espirilu (Medit. XV de la p- 1; Viy XIU de lap. 11; XIV dela p. Il), y ast pondrémos la practica de él en la parte I y IIE, meditando por este modo la sa- latacion del Angel, el cantico de la Virgen, la oracion del Pater noster , y algunas sentencias y oraciones de Cristo nuestro Seior, cuyas palabras meditarémos siempre con mas atencion ; porque co-. mo dijo la Esposa (Cant. v, 19), sus labios destilan wirra primera, esto es, ensefian virtud excelentisima, la primera y mas aventajada de todas ; y, como dijo san Pedro (Joan. vr, 69), sus palabras son palabras de vida eterna. ¥ el mismo Seiior dijo que sus palabras eran espiritu y vida; y asi quien las medita como conviene, sacara abundancia de espiritu , y vida purisima de gracia, por la cual sea digno de la vida eterna. El tercer modo de orar es por via de aspiraciones y afectos, que responden 4 las respiraciones del cuerpo, procurando que entre res- Piracion y respiracion salga de lo {ntimo de nuestra alma algun afec- to santo, 6 algun gemido del espirita, 6 alguna breve oracion de las que Iamamos jaculatorias, gastando todo el tiempo que hay en- tre una respiracion y otra en la ponderacion 6 sentimiento, y gusto espiritual de lo que deseamos 6 pedimos, 6 de la cosa por que gemi- mos y suspiramos 4 Dios, Este modo es muy acomodado 4 los que caminan por la via uniliva, aspirando y anhelando 4 la anion ac- tual con Dios, y con este deseo procuran orar con la mayor conti- nuacion y frecyencia que pueden ; porque lan necesaria es la ora~ cion para la perfecta vida espiritual del'alma, como la respiracion para la vida del cuerpo, segun aguello de David (Psalm. cxvin, 131), que dice : Abri mi boca y atraje elespfritu, porque deseaba tus man- damientos, ¥ en testimoniode esto, cuantas veces abren la boca para respirar, tanlas querrian orar; y ya que esto no es posible, por nuestra faqueza, toman 4 ciertos tiempos algun rato para este ejer- Cicio, frecuentando de esta manera las oraciones jaculatorias, de que luego hablarémos, arrojandolas:al cielo como dardos 6 saetas que salen del corazon, como de un arco, con gran impetu de amor, ws TNWREDUCCION § x. De ia contemplacion, y del modo como: algunos pueden tener oracton mental sin muchedumbre de discurses. Con to que hasta aqui se ha dicho, quedan declarados los modos andinaries que hay de tener. oracion mental ; Jos cuales son acoma~ dados.a toda suerte de personas que desean: tralar con Dios, aun- que no todag van de una manera : porque unas en su oracion tienen mas de discurso, y menos de afecto ; otras al contrario, secontentan can pocos-discursos, y se ocupan mas en. afectos;. y otras no ban. menester mas que una sencilla vista de la verdad, y con ella se mue- ven. & todos los actus de devocion que-se han referido, y estas gozan de lo que llamamos contemplacion, lacual, camo dice sano Tomas (2,2, g. 180, ast. 3), es una vista sencilla de la verdad eterna, sia variedad de discursos, penetrandola con Jez del cielo, con grandes afectos de admiracion y amor; 4 Ja cual. ordinariamente no se llega, si no es por mucho ejercieio de meditaciones y discursos. A la, war nera que una mujer, cuando pretende casarse con. un hombre,, gas~ ta muchos dias en preguntar y averiguar quién es, inquiriendo sa linaje, hacienda, condicion , salud, afabilidad,. discrecion , virtud y las demés partes, discurriendo y pensando mucho sobre ellas: ¥ em hallando que es 4 su gusto, Je cobra amor y le toma por esposo ;, pero despues que ya le ha conocida y tomado por marido, na ha. menester hacer nuevos discursos, sino con solo verle 6 acordarse de. él, 6 oir su nombre, le ama, y desea darle contento, y estar siem- pre en su compaiia. Y lo mismo pasa ak discipulo que quiere es- coger de nuevo algun maestro, y al criado que pretende tomar nuevo seior, y al amigo que desea trabar nueva y estrecha amis- tad con otro, Pues.de esta misma manera los principiantes en la vir~ tud y en el ejercicio de oracion han menester gastar mucho liempa. en meditacianes-y discursos, inquiriende. quién es Dios, quién Cristo nuestro Salvador , sus perfecciones y virtudes , y. sus obras maravi- Nosas, moviéndose con estas.consideraciones 4 amarle y tomarle por, magstro, por sefior, por amigo y esposo de sus.almas, Pero despues que eslan muy ejercilados y enterados en esto, suele suceder al- gunas veces que una sencilla vista 6 memoria de Dios sin nuevos. discursos, baste para encenderles en su.amor y en los demas afec- los arriba dichos. Y aun algunos, con. sola oir el nombre de Jestis,, 6 Padre, 6 con oir el nombre de pecado mortal, infierno, 6 cielo, DE BA. ORACION: MENTAL. 38 penttran en un momento lo que alli est4 encerrado con grandes afec- tos de amor 6 dolor. ¥erdad es que, come puestro-entendimiento no nace: mucha presa en. las cosas que no-percibe con los sentides, facil maente pierde la: estima de las cosas espirituales y divinas, y se ol- vida de ellas, y asé tiene necesidad de renovar & menudo las medi- taciones y discursos que hizo al principio. De otra manera, ha de hallarse muy distraido y seco, si no es cuando Nuestro Sefior, por especial favor , quiere sin ellos dar Juz y noticia bastante pasa en- cender los afectos de amor, comunicando la gracia de la contem~ placion. De lo-dicho infiero, para consuelo de algunas personas deseosas de tener oracion mental, y por falta de salud 6 de otra causa no alinan 4 discurrir ni ahondar en lo que esta encerrado dentro de las misterios de nuestra fe, que no se tengan por desabuciadas de lo prin- - cipal.que hay en este soberano ejercicio. Porque 4 los tales suele Dios conceder por titule de su necesidad 6 enfermedad !o que da 4 otros por titulo de muchos servicios y de largas meditaciones en que se han ejercitado ; porque como es tan liberal y de buen contento, 4 ninguno pide mas de lo que conforme 4 su caudal puede darte, su- pliendo Jo que le falta con sus divinas ilustraciones. Deben , pues, advertir las tales personas, que el fin de todas las meditaciones y discursos, que se pondran en las seis partes de este libro, es aican- zar tres nolicias 4 conocimientos : uno de si mismo y de sus innu- merables necesidades y miserias de cuerpo y alma; otro. de Jesu- cristo nuestro Seiior, verdadero Dios y hombre ; y de sus esclarecidas virludes , especialmente las que resplandecieron en su nacimiento, pasion y muerte; y et tercero, de Dios trino y una, y de sus infini- tas perfecciones, y de los beneficios, asi naturales como sobrenatu- talés, que de él proceden. Estos tres conocimientas andan encade- nados entre si, entrando y saliendo de uno 4 otro ; subiendo de si misma y de Cristo 4 Dios ; bajando de Dios 4 Cristo y 4 si mismo ; y de ellos, como dice santo Tomas (2, 2, quest. 82, art. 3), nace la devocion que abraza.tres suertes de afectos que les corresponden en Ja. voluntad. Unos consigo mismos, confusdiéndose por sus pecados y tibiezas, doliéndose de ellas , propaniendo la enmienda, y humillandose por la nada y culpa que tienen de su cosecha. Otros con Cristo nuestro Seiior, compadeciéndose de sus trabajos, goz4ndose de sus virtudes, deseando imitarle en ellas, y pidiéndole gracia para ello. Otros com Dios nuestro Seiior, admirandose de sus grandezas, alabandole por 40 INTRODUCCION ~ : ellas , agradeciéndole los beneficios que nos ha hecho, y ofrecién- donos muy de veras 4 servirle por ellos; mezclando con todo esto peliciones de las gracias y dones celestiales para si y para toda la Iglesia y para otros prdjimos, particularizando las cosas de que hay mayor necesidad. Presupuesto esto, cualquiera persona, deseosa de tener oracion mental, por flaca que sea, puede ponerse en Ja pre- sencia de Dios vivo, que tiene cabe si y dentro de sf ; y renovando la noticia que tiene por la fe de las tres cosas dichas, ejercitar con sosiego los afectos que les corresponden. Unas veces confesando 4 Dios todas sus miserias una por una, con afectos de dolor y bumi- Nacion , pidiéndole que se las remedie. Otras veces pasando por la memoria las virtudes que resplandecen en algun misterio de Cristo nuestro Sefior, su humildad, obediencia y paciencia , con afectos y * deseos de imitarlas, Otras veces contando los heneficios que de Dios ha recibido con afectos de agradecimiento, 6 acordandose de las in- finitas perfecciones de Dios, de su bondad, misericordia y providen- * cia, con afectos de alabanza y gozo. Y no seré dificil, con el divino favor, sacar estos afectos, porque los misterios y verdades de nues- tra fe son como pedernales que en tocdndolos con el eslabon de cualquier sencilla consideracion arrojah cen\ellas de amor ; y si el alma est4 como yesca , bien dispuesta para recibirlas, luego levantan lamas de grandes sentimientos y afectos. Para hacer esto con mas fa- cilidad, ayudaré mucho haber leido primero alguna meditacion de las que se pondran adelante, procurando recoger siempre en la memoria algunas verdades mas seiialadas de nuestra fe, que sean cebo de estos _ Senlimientos, al modo que decia la Esposa (Cant. 1, 12) :.Hacecillo de mirra es mi amado para m{, entre mis pechos le pondré ; dando 4 entender que tenia recogidas muchas verdades de los misterios que pertenecen 4 su amado, las cuales ponia delante de si, mirandolas sencillamente con los ojos del espiritu , y abraz4adolas con los afectos encendidos del corazon , y aplicandolas 4 si misma con los propésitos eficaces de la imitacion. De estas se ha de tomar una vez una y otra vez otra por funda- mento de la oracion mental, 4 la manera que Cristo nuestro Seiior, recogiéndose 4 orar en el huerto de Gethsemani, tomé tres veces por tema y fundamento de su oracion estas breves palabras: Padre, -si es posible, pase de mf este caliz; mas no se haga mi voluatad sino Ja tuya. Y¥ en la ponderacion y sentimiento de estas palabras gasté largo rato, como en su lugar verémos. (Medit, XXI de ta p. IY). DE LA ORACION MENTAL. al § XI. De los modos extraordinarios de oracion mental, y de las muchas . maneras como Dios se comunica en ella. Por las cosas que se han dicho de la oracion consta llanamente, como dice san Agustin (Zpist. 106), que es don del Espiritu Santo, prometido de Dios nuestro Seiior 4su Iglesia, cuando dijo : Derra- maré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalen (Zach. xu, 10) Spiritum gratio et precum, Espiritu de gracia y de raego, sin el cual espiritu ninguno ora acerladamente, porque, co- mo dice san Pablo, por nuestras solas fuerzas no somos poderosos para tener un santo pensamiento (II Cor. iu, 3), ni sabemgs lo que hemos de orar como conviene, si el Espiritu de Dios no nos ensefia Y nos mueve 4 ello. (Rom. us, 26). Para lo cual tiene varios cami- os, guiando 4 unos por uno y 4 otros por otro, de tal manera que seria error intolerable pensar que todos han de ir por el mismo ca- mino, por el cual yo soy guiado; porque el Espiritu de Dios est unicus , e¢ mullipler (Sap. vil, 22), es uno y muchos: uno en la sus- tancia y fin principal que pretende ; y vario en los medios y cami- Dos que toma para que se alcance. , Estos caminos en general son dos : uno ordinario que abraza los modos de oracion de que hasta aqui hemos tratado. Otro extraordi- nario que abraza otros modos de oracion mas sobrenalurales y es- peciales*, que llamamos oracion de quietud 6 silencio; con suspen- siones, éxtasis 6 raplos; con figuras imaginarias de las verdades que se descubren, 6con sola Ja luz intelectual de ellas; con revelaciones y hablas interiores, y con otros innumerables modos que tiene Dios de comunicarse 4 Jas almas, de los cuales no se puede dar regla cierta, porque no tiene otra regla que el magisterio y direccion del soberano Maestro que los enseiia 4 los que quiere y como quiere; porque tales modos de oracion no han de ser pretendidos ni procu- rados por nosotros, so pena de ser soberbios y presuntuosos, y por el mismo caso indignos de ellos; antes cuanto es de nuestra parte hemos de rehusarlos con humildad, por el peligro que hay de ser engaiiados ‘de Satands, transfigurado en dngel de luz. Pero cuando Dios Jos comunicare, banse de: recibir con humildad y agradeci- miento, y con grande cautela y prudencia, siguiendo algunos avi- 1 Vide D. Thom. 2, 2, q. 117, art. 1 ad 8, et art. 3; et q. 478, art. Let 2, wd 1et2 2 INFRODUCCION sos que irémos dando en este libro, especialmente en la parte III, meditando el milagro en que Cristo fue tenido por fantasma. Y en Ja parte ¥V, meditando las apariciones y revelaeiones. que Cristo nuestro Seiior hizo & sus Apéstoles y diseipulos ; en donde pondré- mos las sefiales y efectos que obra en el alma la visita de Dios y Ja venida del Espiritu Santo, y la alteza de vida 4 que levanla por me- dio de sus siete dones y de sus celestiales ‘inspiraciones , que e3 lo que deberlamos todos desear y pretender. . Mas para que lengamos alguna luz de estos modos extraordina— Tios y maravillosos que tiene Dios de regalar las almas y comuni+ carselas en la oracion mental, apontaré algunos en que tambien s¢ tocan algunas cosas que pasan ‘ordinariamente por todos y es bue~ no saberlas; y ayudardn para entender un modo de oracion or- dinario, por aplicacion de los sentidos, de que despues hemos de tratar. . Para cuya declaracion advierto, que como el cuerpo tiene sus cin~ co sentidos exteriores , con que percibe las cosas visibles y deleita~ bles de esta vida, y toma experiencia de ellas, asi el espiritu con sus potencias de entendimiento y voluntad, tiene cinco actos interiores, proporcionados 4 estos sentidos , que Jlamamos ver, oir, oler, gus- ~ tar y tocar espiritualmente; con los cuales percie las cosas invisi- bles y deleitables de Dios, y toma experiencia de ellas. De donde nace la noticia 6 conocimiento experimental de Dios que excede in- comparablemente 4 todos los conocimientos que proceden dé nues- tros discursos; asi como se conoce mucho mejor la dulzura de la miel. (Ze Casian. Collat. xu, c. 13), gustando un poco de ella, que haciendo grandes dicursos para conocerla (La Gerson, 3 p. Trac. de mystica Theologia, c. %, de divinis nominibus); y ask por eslas experiencias se alcanza la teologia mistica, que es la sa~ biduria y ciencia sabrosa de Dios, al modo que dice san Dionisio del divino Hieroteo, que conocia las cosas divinas, no solo por la ensefianza de los Apéstoles, ni solo por su industria y discurso, sino por aficion y experiencia de ellas ; la cual se ensalza por medio de estos cinco sentidos interiores , de los cuales hace mucha mencion la sagrada Escritura y. los santos Padres, especialmente san Agustir (Lib. X Confes., et lib. de Spirita et Anima, c. 9), san Gregorio, san Bernardo y otros, cuyos dichos largamente trae san Buenaven- tura en el Tratado de los siele caminos de la elernidad, en el cami- no sexto, de quien tomaré algo de lo que aqui dijere, presuponien- do que, como dice el glorioso san Bernardo (Lib. de dignit. eb DE L& OBACION MENTAL. 48 natura amoris divin’, c.. vs, ef segg. ;- Serme. 24 in Cant.): In hujus- modi non capt inlelligentia, nist. quantum expertentia ating En muchas cosas de-eslas no alcanza la inteligencia mas de fe que per- cibe la experiencia ; y por esto, isé tambien. apuntande casi la que tienen todos. Primevamente, Dios nvestso Seiior se comanica algunas veees por vista espiritaal: com sus ilustraciones, comuricando al entendimiente an: modo de luz tan elevada, que por ella, como olre: Moisés, mina Y respela al Fnvisible ( Hebr. x1, 27) , comosi le viera; y aunque se raeda con la virtad de la fe, mas qneda: tan ilustrada y perfeccio~ nada cerca.de sus misterios, que parece otra. Esta: vista suele anr dar acompafiada con un modo de alegria espirilual, que se llama jubilo, dando coma saltoa de placer y gozo por la novedad de las divinas grandezas que ha visto, couforme 4 aquelle que esta.escrito en. Job (c. xxxui, 26): Hava oracion: 4 Dios, y aplacarale, y vera Su rosto con jibalo. A este: modo de contemplacion 6. vista interior nos convida. el mismo Sefior diciendo (Psalm. xtv, 11): Quietaos y ved que ya soy Dios; que es decir: Cesad: de pecados, y desocupaos de ne- Socios terrenos , y atended con cuidado 4 la consideraeion.de mia obras, y. vendréés 4 ver con grande loz que yo solo soy Dios, glo- rioso entre las genes, y ensalzado en toda la tierra. Algo de esle comvaica Nuestro Seiior muy ordinariamente 4 sus siervos por wnas ilostraciones repentinas, que 4 modo de relampagos. les descubren alguna: verdad de nuestra santa fe (Psalm. cx, 4, el xevs, 9), com ui modo muy diferente que antes la sentian.; y aunque pasan pres- to, dejar el eorazon muy encendido en varios afectos de amor de Dios 6 dolor de pecados, segun Jo pide la verdad que con aquella lazhan visto. Con estas-mismas ilustraciones toca tambien Dies nues- tre Seiior 4 los peeadores. para canvertirlos, descubriéndoles. de re- pente la gravedad de sus pecades, el peligro de su condenacion, y otras:semejantes verdades que les mueven y aficionan 4 mudar la vida, coma dirémos largamente en la parte V, en la medila~ con XXX de la conversion desan Pablo. E] segundo modo de comunicarse Nuestro Seiior es por el oida espirilual, hablando-dentra del alma. con sus inspiraciones unas pa- labras intexiores ,. vivas y eficaces., y 4 veces tan dislintas camo las que se oyen con los oidos del cuerpo, con las cuales ensefia alguna verdad, 6 descubre su voluntad cen lanta eficacia, que aficiona ab complimiento de ella, ¥ 4.veces (Cant. v, 6), como.dice de.si la Ese a INTRODUCCION . posa, el alma se ablanda, enternece y derrite en amor de Dios; y Ja que tenia el corazon triste, desmayado, helado y duro para las co- sas espirituales, con una de estas palabras interiores en un Momen- to se pone alegre, confiada, encendida y blanda para lo que Dios quiere hacer de ella. Y aunque estas palabras interiores suelen venir de un modo tan extraordinario , que solamente es conocido del que las oye; perode otro modo ordinario pasan por todos, y se !laman inspiraciones ; Porque, como dice el glorioso doctor san Agustin (Lib. de triplici habitaculo), la interior habla de Dios nuestro Seiior es una secreta inspiracion por la cual invisiblemente descubre el alma su voluntad 6 su verdad. Con esta habla 4 los justos y 4 los pecadores, y mas 4 menudo 4 los muy espirituales, y los ensefia, corrige, reprende 6 exhorta, consuela y mueve 4 las obras de virtud y perfeccion. Y asi David, como lan experimentado en sentir estas inspiraciones é impul- sosdivinos, decia : Oiré lo que hablaré el Seiior en m{ (Psalm. ixxx1v, * 0.9), deseando que Dios le hablase, y mostrandose aparejado para cumplir lo que le dijese. Estos dos modos de oracion 6 contemplacion, por vista y oido espiritual, tocé el santo Job cuando dijo 4 Dios (c. xru, 8): Con el oido te of, y abora mi ojo te ve, En lo cual da 4 entender, como apunta san Gregorio (Lib. XXXII Moral. c. 4), que es mas noble mo- , do de conocer 4 Dios por la vista interior, que por el oido; porque el oido tiene mas de oscuridad con las tinieblas de la fe, y la vista mas claridad, mirando 4 Dios mas de cerca y como mas presente ; aunque olras veces en la Escritura se declara la suprema contem= placion por modo de oido, como verémos en la introduccion de la parte I. El tercer modo de comunicarse Dios interiormente es por el ol- fato espiritual, infundiendo en el alma un olor y fragancia de las co- Sas espirituales tan suave, que conforta el corazon, y le aviva para prelenderlas y buscarlas, corriendo, como se dice en el libro de los Cantares (Cant, 1, 5), tras el olor de sus suavisimos ungiientos. Y el glorioso evangelista san Juan, como lan experimentado en esle tra- to interior con Dios, solia decir : Odor tuus, Domine, eacitavit in no- bis concupiscentias eternas. Tu olor, Sefior, desperté en nosotros de- seos y aficiones elernas. (Ex D. Bonav. sup. dist. 6). Olor llama an sentimiento muy espiritual de las cosas elernas, que no vemos y creemos, y esperamos alcanzar, del cual proceden fervorosos actos de esperanza con deseos encendidos de pretenderlas, y un aliento DE LA ORACION MENTAL. a y esfuerzo grande para poner los medios posibles por alcanzarlas con una grande alegria, que el apéstol san Pablo (Rom. xn, 12) Nama gozo en la esperanza ; porque como los perros por el olor si- guen Ja caza con gran ligereza y gasto, y no paran hasta llegar al lugar donde esta, y, si pueden, hacen presa en ella; as{ las almas que en la oracion reciben este sentimiento y olor de la divinidad de Dios nuestro Seiior, y de su sacratfsima humanidad, de su cari- dad y bondad, y las demas virtudes, corren con gran fervor y dili- gencia en la pretension de las cosas eternas que han olido, y 00 paran hasta poseerlas del modo que pueden en esta vida, con espe- Tanza de poseerlas enteramente en Ja otra. De lo cual tenemos al- gan indicio en las personas 4 quien Dios llama para vida religiosa, y les da algun sentimiento y olor de la suavidad, seguridad y san- lidad que ballaran en ella, por lo eval atropellan mil dificultades, y no descansan hasta alcanzar lo que desean ; y por esa misma cau- sa, dice san Pablo (II Cor. 11, 15), que los justos son buen olor de Cristo nuestro. Seiior , porque sus esclarecidos ejemplos nos confor= tan, y mueven 4 seguirlos, y 4imitar 4 Cristo, de quien ellos prin- cipalmente proceden. El cuarlo modo de comunicarse Dios nuestro Sefior es por el gusto espiritual, comunicando al alma tanto fervor y dulzura en las cosas del espiritu, que les parecen desabridas las de la carne; y co- mo dice David (Psalm. txxx1m, 3), la misma carne juntamente con el espirita se alegra en Dios vivo y en todas sus cosas; y por la experiencia de esta dulzara y de sus maravillosos efectos viene & conocer la grandeza de Dios, la excelencia de su ley, de las virtu- des y premios celestiales. Por lo cual dijo David (Psalm, xxx, 9): Gustad, y ved cuan suave es el Sefior ; que es decir, si gustais quién es Dios, y las obras que dentro de vosotros hace, por este gusto conoceréis cudn suave es, cuan bueno, cudn sabio, cudn poderoso, cuan liberal y misericordioso. Y de la misma manera podemos de~ cir: Guslad, y ved cudn suave es su yugo y su ley ; cudn suave es la obediencia y humildad ; la paciencia, templanza, castidad y ca- ridad , porque cada virtud tiene su propia dulzura. Por lo cual dijo el mismo David (Psalm. xxx, 20): ;Oh Seftor, cudn grande es la machedambre de tu dulzura, que tienes escondida para los que te temen! Llamala grande y mucha, para significar que como en log manjares hay variedad de sabores, asi tiene Dios en sus misterios y virludes mucha variedad y grandeza de consuelos. Porque si el ma- n&, siendo uno, tenia el sabor de todos Jos manjares , para regalar as INTHODUCON — ‘oon esta dulzara corporal 4 los justos (Sap. xvi), yqué mucho ten- @2 Dios con eminencia Ja dulzura de todas les cosas para consolaré. tes que conversan con iJ cordia, yeslampa en mi alma la memoria de estas tres sentencias, de modo que me acuerde siempre de la cuenta que has hecho de mis dias , y del postrero, que ha de ser fin de ellos , para que viva con tanto cuidado que el dia del juicio , cuando me pusieres en to peso, no me halles defectuoso, sino entero y lleno en todas mis obras ; y aunque dividas de mi el reino de la tierra, no me excluyas del reino de tu cielo. Amen. MEDITACION XIII. DEL JUICIO UNIVERSAL, CUANTO A LAS SRNALES ¥ COSASQUE PRECEDERAN A su pia. Punto parmeno. - De las causas del juicio.— 1. Por fundamento de esta materia se ha de considerar Ja verdad del articulo de la fe, que nos enseiia que ademas del juicio particular , que se hace de cada hombre en la hora de la muerte, habra otro universal de todos los hombres juntos 4 la fin del mundo; el cual juicio sera pablico y vi- sible, ordenado por la divina Providencia por muchas causas. -La primera, para confirmar la sentencia que se did en el juicio particu- lar, y manifeslar al mundo su justicia; y juntamente suplir lo que all falta, Porqué en la muerte solamente se hace juicio del alma y no del cuerpo, y 4 veces sucede ser el alma condenada en el juicio de Dios, y el cuerpo ser lievado 4 la sepultura con grande honra; 6 al contrario , ser el alma Ilevada con gran gloria al cielo, y el cuer- po con grande ignominia 4 1a sepultura. Y pues cuerpo y alma se aunaron en servir, 6 en ofender 4 Dios, justo era hubiese un dia en que se hiciese juicio de ambos. Con lo cual alentaré mi carne para que sirva al espiritu, pues tambien ha de ser con él juzgada. 2. La segunda causa es, para volver Dios por la honra de los justos oprimidos en esta vida, y macho mas parael buencréditode - su gobierno, para que todus vean que ha sidosabio y santo en cuanto - ha ordenado y permitido. De modo, que ni los buenos se quejen mas de que la virtud fue oprimida (Psalm. rxxu1, 18), ni los malos se giorien de que el vicio fue ensalzado: y finalmente queden confun- didos los juicios temerarios de los que se abalanzaron 4 juzgar lo que no sabian, Por lo cual dijo el Apéstol (I Cor. iv, 6), no jazguemos antes de tiempo, hasla que venga el Seiior, el cual descubriré los se- cretos que estan en linieblas, y manifestara lo que esté escondido en. {es corazones. 120 PARTE I, MEDITACION XIII. 3. La tercera causa es la gloria de Jesucristo nuestro Sefior, para que no solamente se descubra en el cielo 4 los buenos, sino tambien en la tierra, donde fue patente su ignominia, se manifieste 4 los malos; y Jos que vieron sa humillacion, vean el premio de ella. ¥ 4 esta causa el lugar del juicio sera el valle de Josafat (Joel, 11, 2), cercano 4 Jerusalen y al monte de las Olivas, para que en e! mismo lugar donde fue juzgado, condenado y crucificado por nuestros pe- cados , le vean todos con suma honra { Act. x, 42), ser juez de vivos Y wuertos; y el que subid 4 los cielos 4 vista de unos pocos disci- pulos, baje , como dijeron los Angeles (Act. 1, 11), 4 ‘vista de todo el mundo para juzgarlos 4 lodos. Por estas causas la memoria del juicio me puede mover 4 gozo, agradecimiento y alabanza, glorifi- cando 4 Dios por la soberana providencia con que le trazé para tan altos fines: y convidando con David (Psalm. xcv, 11; xcvit, 9) 4 - todas las criaturas , que se regocijen y dén palmadas de placer, por- queel Sefior ha de venir 4 juzgar la tierra, y juzgara 4 lodos los pue- blos y 4 sus principes con justicia y equidad, deshaciendo agravios, sin aceplar personas. Punto szaunpo.—1. Lo segundo, se han de considerar las sefia- les que precederdn al juicio, como Cristo nuestro Sefior las cuenta en su Evangelio ( Matth. xxiv, ‘7; Marc. xm, 24; Lue. xx1, 25), pon- derando su muchedumbre y terribilidad ; las cosas que significan ; los efectos que causaran en los hombres; el modo como sucederan, y juntamente las causas porque suceden.~Lo primero, se ha de pon- derar su muchedumbre , porque todas las criaturas , como dice el Sabio (Sap. v, 18), se armaran para tomar venganza de los enemi- gos de su Criador, y todo el universo pelearé por él contra los des- atinados pecadores, y como todas han sido instrumento de Ja divina misericordia para hacerles grandes beneficios , as{ entonces seran . instramentos de la divina justicia para hacerles grandes daiios, y con mucha razon, porque usaron mal de ellas con injuria de su Criador. Y¥ aunque ahora disimulan este agravio, entonces le manifestaran con terribles sefiales. 2. Lo segundo, ponderaré su terribilidad, discurriendo por al- gunas de ellas. E! so! se oscurecer4, la luna se convertira en color de sangre, las estrellas 6 comelas caeran del cielo como rayos, !as virtudes del cielo se moveran , porqne baran un ruido espantoso, como el reloj que se suelta para dar la hora; la tierra temblara espan- tosamente abriéndose por muchas partes, como volcanes; el mar se alborotaré con terribles olas; los vientos encontrandose unos con DEL JUICIO UNIVERSAL. 121 otros levantardn terribles tempestades; en el aire sonarén espantosos {ruenos, con relampagos y rayos lemerosos, y pareceran visiones espantables y ménstruos horrendos, mucho mas horrendos que en Egipto y en Jerusalen. (11 Mach. v, 2). Los animales, fieras y ser- Pieotes andardn descarriados, discarriendo por varias partes con anllidos, bramidos y silbos lastimosos. 3. Pero por muy terribles que sean estas seiales, afligiran mu- cho mas por la terribilidad de las cosas que significan , y los hom- bres aprenden , porque todas son un dibujo de los males espantosos que esperan , y el mundo seré un relrato del infierno. Las tinieblas del sol amenazan las tinieblas eternas, en castigo de las tinieblas del alma, La sangre de la luna es sefial de la ira de Dios que tomara venganza de ellos, porque se mancharon con sangre de pecados, La caida de las estrellas del cielo es sefial de la desventurada caida que darn de} cielo de la Iglesia al abismo del inferno , porque ellos se despeiiaron de lo allo de la gracia 4 lo profundo de la culpa. Lafu- - ria de los elementos y animales pronostica la terribilidad de las furias infernales contra ellos, porque vivieron vida de bestias sin tener 6r- den ni concierto en las pasiones. 4, De aqui resultaré que los hombres se secardn de temor y es- panto, asi por los males que experimentan , como por los que espe- ran , apoderandose de ellos el espiritu triste que seca los huesos. -( Prov. xvir, 22). | Ob cudn diferentemente se habran en este caso los que tienen buena y segura conciencia, y los que la tienen malaé inquieta! porque dado que todos temer4n, pero el temor de los bue- Dos seré mezclado con grande confianza en la divina misericordia ; y ast los consuela Cristo nuestro Sefior, diciendo (Luc. xx1, 28 ): Cuando comenzaren 4 suceder estas cosas, abrid los ojos, y levan- tad vuestras cabezas , porque son sefiales de que se acerca vuestra redencion , el fin de vuestros trabajos y e! principio de vuestros des- cansos ; pero el temor de los malos estaré Ileno de desesperacion, con gtande impaciencia, porque, como dice el Sabio (Sap. xvi, 10), la mala conciencia aumenta su temor y pena. Y si ahora, como dice David (Psalm. xin, 5), tiemblan de miedo donde vo hay que te- mer, Zcudnto mas temblaran donde hay tanto por que temblar, co- menzando desde luego el temblor y crujir de dientes , que han de tener para siempre en el infierno? Ponderando todas estas cosas, y cada una de ellas, me exhortaré al temor de Dios y al aborrecimien- to de mis pecados, diciéndome: {Cémo no temes, alma mia, la ira de Dios omnipotente, que cuanto ahora es mas misericordioso, tan- 2 PARTS 1, WEDIEACION ENT. 0 seré entonces mas justiciero ? 4 Por qué no abrazas con amor los Sa- cramentos y sefiales de su gracia, antes que te salteen las seilales ter~ ribles de su ira? Si han de tewblar entonces las colamnas del cielo, &por qué no te fortificas con vida celestial , para que no caigas, aun- que temas? O Dios infinito (Psalm. cxvin, 120), enclava con tu Santo lemor mis carnes, haciéndome temer sus terribles juicios. Sé- quense mis huesos con tristeza de haberte ofendido , antes que me seque el temor desaprovechado. Cubrase mi rostro de vergiienza por mis pecados, para que entonces levante la cabeza con alegria por redencion que espero de ellos, Amen. ~ Ponto Teaceno.- Det fuego que abrasard el mundo.— 1. Lo ter- cero, se ha de considerar el terrible faego que se levantara de todas cuatro partes del mundo para abrasar y consumir las cosas de la tierra, y renovar y purificar lo que ha de quedar en él. (Psalmo xLix, 3 ).- Acerca de este fuego se han de ponderar principal- mente tres cosas 4 nuestro propésito. La primera, que ha de abra- sar y deshacer sin resistencia y con gran presteza los palacios y flo- restas , los tesoros de oro y piedras preciosas, los animales, aves y peces , y 4 todos los hombres que hallare vivos (Psalm. xcv, 3; I Petr. ni, 10), sin que ninguno pueda escaparse. Y en esto parara Ja gloria y belteza de este mundo visible, que tanto aman y aprecian los mandanos. Cumpliéndose lo que dice Joel (Joel, 1x, 3), que delan- te de Dios vendra un fuego tragador, y despues de él llamas abrasa- doras ; y Jatierra , que era huerto de deleiles, quedaré hecha un de- sierto, ni habra cosa que se escape de ellas.-(I Cor. vn, 31). O alma mia, ypor qué no aborreces la figura de este mundo que pasa tan . de cortida, y ha de tener fin tan desastrado? Tiembla de este fuego que ha de abrasar sus riquezas, para que no cebes con ellas el fuego de tus eodicias, 2. Lo segando, ponderaré que este faego, como dice el libro de Ja Sabiduria (Sap. xvi, 24), sera cruelisimo contra los malos, y mas blando con Jos buenos que entonces hubiere vivos; & loscuales servira de purgatorio para porificarles de las culpas y reliquias de ellas, y para aumentarles el merecimiento y la corona que presto han de recibir. Pero 4 los pecadores atormentara terriblemente, co- mo principio del infierno que les espera en castigo de su rebeldfa. De aqui es, que este fuego durara en el mundo hasta que se con- claya el juicio universal , partiéndole Dios, como dicg David ( Psal- qo xxvin, 7), la virtud para que alumbre sin daiio los cuerpos de . los escogidos, y atormente los cuerpos de los reprobados. De modo, - DRL ICH UMEVERSAL. 198 que luego en resucitando sientan ef horrendo fuego en que han de parar ; el coal dada la sentencia, como an rio farioso Jos arrebataré, y bajaré con ellos al infierno. Entonces se cumpliré en buenos y ma~ Yos lo que dice el Profeta ( Malach. 1v, 1): Vendr& el dia del Seior encendido como horno de fuego, y todos los soberbios seran como paja, y el dia del Sefior los abrasara hasta la rafz. Pero 4 vosotros que temeis mi nombre naceré el sol de justicia, y en sus plumas tendréis salud, saltaréis como becerricos, y hollaréis & los malos que eslaran como ceniza debajo de vuestros piés. 0 alma mia, compara este horno de fuego con este sol de justicia ; estas llamas que ciegan, Gon estos resplangores que alumbran ; estas cenizas de lormentas, eon estas plumas de alivios; este arder como paja, con este saltar de Placer como becerrico ; y escoge tal modo de vida, que te libre de tants males y te negocie tantos bienes. O Dios eterno de cuya pre- sencia saldra este (Dan, vit, 10) rio de fuego para castigo de los ma- los, y sale otro rio de (Apoe. xxit, 1) agua viva para refrigerio de los buenos; lavame y purificame con el agua de este segundo, para que sea libre del fuego del primero. Amen. Ponto cuanto, —Lo cuarlo, se ha de considerar lo que Cristo nuestro Sefior dice del dia que (Matth. xx1v, 36) tiene sefalado pare ° este juicio; es 4 saber, que ninguno le sabe sino Dios , y que ven- dr& de repente (Zuc. xx1, 24), para locual trae dos semejanzas. Asi como, dice, en tiempo de Noé estaban los hombres comiendo y be- biendo, comprando y vendiendo, casandose y ocupindose en sus negocios, hasta que entrd Noé (Genes. vi) en el arca, y entonces comenz6 de repente el diluvio que los anegd. Y en tiempode Lot de. fa misma manera, estando muy descuidados los sodomitas, en sa~ Yiendo Lot de la ciudad de Sodoma, bajo del cielo fuego que los abra~ 96; asf seré la venida del Hijo del hombre 4 juzgar, porque estando ios hombres muy metidos en bodas y pasatiempos, comenzaré el di- lavio de las tribulaciones, y se levantaré el fuego que los abrasara, Y seran innumerables losque se condenaran, exceplos URos pocos que como Noé y Lot seran salvos. Y pues lo mismo sucede en muchas tribulaciones, pestes y mortandades que nos asallan de repente, he de procurar vivir tan bien apercibido, que merezca ser salvo, to- toando el consejo que Cristo nuestro Seior infirié de este suceso, di- ciendo (Luc. xvi1, 33; xx1, 36): Quien quiere salvar su alma, piér- dala, esto es, mortifique fa vida carnal, porque perdiéndola de esta manera, la vivificaré con vida espiritual, y estaré seguro el dia de este juicio. © Juez soberano, vivificame con tu gracia para'que, co- 424 PARTE I. MEDITACION XIV. ‘mo otro Noé, me salve en el arca de tu Iglesia. Arrancame de Ja So- doma del mundo, aunque sea por fuerza, como 4 Lot, para que libre de los fuegos que le abrasan, salve mi alma en el monte ‘allo de tu gloria, Amen. MEDITACION XIY. DE LA RESURRECCLON DE LOS MUERTOS Y VENIDA DEL JUEZ; Y DE LAS COSAS QUE HARA“ANTES DE DAR LA SENTENCIA. Ponto prtmero.— 1. Lo primero , se ha de epnsiderar la resar- reccion de los muertos , para que los honsbres con alma y cuerpo pa- rezcan en este juicio. Acerca de esle arliculo de nuestra fe se ha de ponderar:~Lo primero, como un Angel, con una voz espantosa 4 ‘manera de trompeta (Joan. v, 28), citara y llamard todos los muer- tos para que resuciten y vengan 4 juicio, diciendo (I Thes. 1v, 18): Surgile mortus, et venite ad judictum. Levantaos, muertos, y venid 4 juicio. ¥ ser esta voz tan poderosa, en virtud de la omnipolencia -de Dios, que en un momento resucitaran todos los muertos. ¥ como * dice san Joan (Apoc. xx, 13), el mar daré los cuerpos que en él -perecieron, la tierra los que tragé vivos, y la muerte, los que des- hizo y consumié despues de muertos ; y aunque se hayan converlido en polvo, la divina omnipotencia los formara en un momento con toda la entereza de miembros que han de tener. ¥ en el mismo mo- mento subirdn Jas almas del infierno, y bajaran las del cielo, y cada -una se juntard con su cuerpo, el mismo que antes tenia. De suerte, que 4 esta voz del Arcangel, y 4 su citacion 4 juicio, obede- ceran todos sin resistencia, excusa 6 tardanza, aunque hayan sido Teyes, papas y monarcas del mundo. © alma mia, acuérdate muchas veces de esta poderosa voz, suene esta trompeta cn tus oidos ; teme esta terrible citacion y aparéjate para ella; obedece 4 la voz de Dios y 4 la desu Arcangel visible, que te dice (Ephes. v, 14): levantate th que duermes, y resucita de entre los muertos, ¢ ilominarte ha Cris- ‘to, porque no quiere la muerte del pecador , sino que se con- -vierla’, resucite y viva. . 2. Losegundo, ponderaré el cuerpo que dardn al almadel conde- nado que subiédel infierno, y lo que sentira verse metida dentro de él. Dardnla un cuerpo (Apoc. 1x, 6) por una parte pasible, y por otra parte inmortal, para que siempre padezca y nunca muera : un cuer- -Po feo, hediondo y espantable, que sea carcel eterna de la desventu- DEL JUICIO UNIVERSAL. 128 rada alma, ynuevoinfierno eslar enella.; Oh qué maldiciones se echa- ran uno 4 otro en aquella primera entrada! Maldilo seas, cuerpo, dird el alma, que por regalarle y por serme rebelde he padecido tanlos lormentos, y para siempre los he de padecer contigo. Maldila seas, alma, dira el cuerpo, que por no me morlificar y domar con tu libre albedrfo, tengo de padecer contigo tan horrendo tormento. De esta manera los dos miserables compaiieros que sc juntaron en esta vida para buscar sus deleiles, bebiendo con ellos innumerables cul- pas, entonces se juntaran y trabaran como espinas para punzar- se (Nak. 1,10), y ser verdugos de sf mismos, y aumentar uno 4 otro sus terribles penas. 8. Lo lercero, ponderaré brevemente el cuerpo que darn al al- ma del bienaventurado que bajé del cielo, y el gusto con que en- trara dentro de él. Darante un. cuerpo inmortal, impasible, resplan- deciente, y en Lodo perfecto y muy glorioso. ;Oh qué bendiciones se echardn uno 4 otro! oh qué parabienes dard el alma 4 su querido cuerpo! Bendito seas, dira , porque me ayudaste & merecer la gloria que he gozado. Bendilo, porque le dejaste morlificar y porque te ren- disle 4 obedecer, cumpliendo con alegria todo lo que Dios mandaba. Alégrate, porque ya pasé el tiempo del trabajo, y es llegadoel tiempo del descanso. (I Cor. xv, 43). Fuisle sembrado y sepultado en la tierra con ignominia: ya has tornado 4 vivir con nueva gloria; glorifica 4 Dios conmigo, pues has de reinar conmigo. Final- mente’, baciendo comparacion de lo que ha de suceder 4 bue- nos y 4 malos, diré 4 mi mismo cuerpo: Animale 4 padecer en es- ta vida mortal, para que te quepa la dichosa suerte de resucilar 4 vida bienaventurada. Ponto sgcunpo.— 1. Lo segundo, se ha de considerar la venida del Juez 4 juzgar ; su Salida del cielo; 1a majestad de su persona; el acompafiamiento que trae; su estandarte real; su lrono glorioso ; los semblantes de su rostro, y (Math. xxiv, 80) los asesores que tiene 4 su lado.-Primeramente, ponderaré como Cristo nuestro Seiior real y verdaderamente saldré del cielo, y vendra segunda vez al mundo para juzgarle, con traje muy diferente del que trajo la primera vez; porque en esta segunda venida vendra en un cuerpo glorioso y res- plandeciente, coronado con corona de gloria y de inmortalidad, con tanto resplandor, que el sol, luna y estrellas no daran luz en su pre- sencia, y-con tanta majestad, que Angeles y hombres, justos y peca~ © dores, y los mismos demonios se le sujeten y adoren, y, mal que les pese, le reconozcan por su Dios y Seiior, porque entonces cumplira 126 PARTE I. MEDITACION XIV. el Padre eterno la promesa que le hizo de sujetarle todas las cosas, y poner 4 sus enemigos debajo de sus piés ( Psalm. cix, 1; 1 Cor. xv, ». 26), y que toda ( Philip. 11, 10) rodilla se hinque en.su presencia, y que toda lengua confiese que Cristo Jesus esta en la gloria de Dias Padre. © Salvador mio, muy justo {es que la segunda venida des- - cubra la gloria que encubristeis en la primera. Concededme, Sefior, que imite la humildad de la primera, para que goce la gloria de la segunda. 2. Luego ponderaré el acompaiiamiento que trae ; porque, co- mo profetizd Knoc ( Cathol. Jude, o. 4), vendré el Sefior con milla~ res de Santgs , rodeado de todo el ejército celestial (Dan. vit, 10), con sus:tres jerarquias y nueve coros, tomando 4 lo que piamente se puede creer, cuerpos a¢reos, resplandecientes comoel sol ( Malth. xvi, v. 27; xxiv, 31), descubriendo en ellos la hermosura y excelencia de su jerarquia y coro.-Delante vendra, como se deduce del Evange~ lio (Math. xxiv, 30), la bandera del Hijo del hombre, que es el es tandaste real de la santa cruz, con wo resplandor admirable ; la cual, con ser una misma, sera vistosa y deleilable 4 los justos, que en ed la vida la abrazaron y se preciaron de ella; crucificando su car- ne con sus vicios y concupiscencia ; mas sera horrible y espantosa para los malos que no creyeron en ella, 6 la aborrecieron ( Philip, m1, 18), siendo sus enemigos, por tener por Dios 4 su vientre, y asi en viéndola Horaran amargamente, porque en ella veran la justacau- sa de su condenacion. O alma mia, sigue la bandera de la cruz en esta vida, para que la veas con paz y seguridad en la otra. Llorala enemistad que has tenido con ella, para que la veas entonces con alegria. 3. Locuarto, ponderaré como en Ilegando Cristo nuestro Seiior al valle de Josafat, se sentara en un trono excelentisimo ,’ hecho de una nube muy hermosa y resplandeciente, y con ser uno mismo su divino rastro, ser apacibilisimo para los buenos , y terribilisimo pa- ra los malos; tanto, que de solo verle quedarn llenos de temblor y confusion. Y de las Ilagas sacratisimas de sus piés, manos y costado, saldran rayos de luz y resplandor amoroso hacia los buenos, los cuales con la vista corporal de estas Ilagas recibiran especial consue- lo, viendo lo mucho que este Rey soberano les am, recibi¢ndolas por ellos. Pero de las mismas Ilagas saldran rayos de ira y como de fuego contra los malos, los cualés , como dice la Escritura (Zach. xu, ,10), llorarén amarguisimamente, viendo cudn mal se aprovecharon - de ellas, Pero mucho mas lloraran los judios y gentiles ( Apoc. 1, 7), DEL IUICIO UNIVERSAL. 127 que con tanta crueldad las hicieron. © dulcisimo Jesus, por tus sa- oratisimas Ilagas te suplico me dés alas como de paloma {Psal- mo liv, 7) para volar 4 ellas, y worar en ellas mientras viviere, gimiendo mis pecados, por cuya causa las recibiste, para que el dia del juicio las mire con alegria, y por ellas me admitas en tu gloria. Amen. 4. Luego ‘ponderaré como al lado de Cristo nuestro Sefior se pondré otro trono de grande gloria para su sanlisima Madre , por~ que es muy justo que en este juicio esté sentada como otra Betsabé (III Reg. 11, 19) al lado del verdadero Salomon, no para abogar por los pecadores, porque ya pasé ese tiempo, sino para quese confundan denobaber querido valerse de tan santa madre y de lan poderosa abo- gada como tenian ; y para que tos buenos se alegren de verla presen- te, y ella quede honrada delante de todo el mundo, por las humillacio- nes que sufrié en esta vida de aquellos que no la conocieron y la ultra- jaron enla pasion de su Hijo. O Virgen soberana , gézome de la gloria que tendréis este dia: ayudadme con vuestra intercesion, para que entonces me goce de vuestra vista. 5. Finalmente, al rededor del trono de Cristo nuestro Seiior es- taran sus Apéstoles ( Matth, xix, 28) para juzgar, como se lo prome- tié, las doce tribus de Israel y las naciones de! mundo, condenando con su vida ejemplar la vida mala delos pecadores, y aprobando la sentencia del supremo Juez, y en su nombre declarando la justicia de ella. Y como muchos santos Padres afirman, tambien estaran senta~ dos en tronosde gloria los pobres de espfritu, que 4 imitacion de los Apéstoles dejaron todas las cosas por Cristo, (Jsai. u1, 11). , Ob cudn pasmados quedaran los tiranos y emperadores que martiriza- ron 4 los Apéstoles, cuando los vean con tanta gloria sublimados! ob cudn honrados estarn los pobres religiosos que-en este mundo vivian despreciados! © Juez soberano, si asf honrais 4 los pobres (Job, xxxv1, 6) voluntarios, yo abrazo con gran voluntad la po- breza, no tanto por mi honra, cuanto por la gloria que & Yos se os sigue de ella. Ponto rercero.-La division de buenos y malos.— Lo tercero , se ha de considerat como Cristo nuestro Sefior , para hacer su juicio, apartard los buenos de los malos, como el pastor aparta las ovejas de los cabritos. ( Math. xin, 49). A los buenos pondré 4 su mano dere- cha, y 4 los malos a la izquierda. 1. Acerca de lo cual se ha de ponderar primeramente , como este mundo y la Iglesia es ahora como un rebaiio de ovejas y cabritos; 128 PARTE I. MEDITACION XIV. esto es , de buenos y malos, mezclados de tal manera, que no siempre se conoce quién es oveja de Cristo, 6 cabron de Satanas; y por esla. ignorancia muchas veces honramos al pecador como 4 justo, y des- preciamos al justo teniéndole por pecador. De donde tambien procede que justos y pecadores no siempre tienen el lugar que merecen ; porque muchas veces los malos ocupan la mano derecha y el lugar mas empinado de la tierra, y los buenos estén 4 la mano izquierda, en el lugar mas desechado del mundo. Por lo cual dijo Salomon ( Eccli. uy’, 16; x, 8): Viun grande mal debajo del sol, que enel trono.del juicio estaba !a impiedad , y en el lugar de la justicia la mal- dad, y dije en mi corazon: Dios ha de juzgar al bueno y al malo, y entonces se vera quién es cada uno. 2. Llegado, pues, este tiempo, Cristo nuestro Sefor , para des- hacer eslos engafios y agravios , apartara el trigo de la zizafia { Matth. xu1, 30; 11, 12), el grano dela paja, los buenos peces de los malos, y los corderos de los cabritos; y 4 los buenos pondré 4 su mano derecha, levantados, como dice san Pablo {1 Thes. 1v, 16), en el aire, para que todo el mundo los conozca y honre como 4 San- tos; y 4 los malos pondra 4 la mano izquierda, dejandolos en la tier- Ta para que todos los conozcan y desprecien como 4 pecadores. j Ob- qué confusion tan grande seré la de los malos que en esta vida tenian la mano derecha y la grandeza, cuando se vean 4 la mano izquierda en tanta bajeza! oh qué envidia tan rabiosa tendran de los buenos, cuando los vean tan honrados y 4 si tan despreciados! z Qué dird el principe y el sefior, cuando vea en mas alto lugar 4 su esclavo? qué el prelado y el maestro, cuando vea que le es preferido el sabdito y el discipulo? Todos 4 una diran aquello de la Sabiduria (c. v, 4): Nosotros , locos y sin seso, tenfamos su vida por locura y su fin por afrentoso: mirad como son contados entre los hijos de Dios, y su suer- te es entre los Santos; luego hemos errado el camino de la verdad, y la lumbre de la justicia 10 nos alumbré, ni el sol de la inieligen- cia nacié para nosotros. O Sol de justicia , esclarece los ojos de mi al- macon tu lumbre celestial, para que vea la ceguedad de eslos misera- bles, y escarmiente con tiempo en la miseria de ellos. 3. Al contrario, estaran los buenos muy contentos de verse al lado derecho de Cristo, y Cristo nuestro Sefior muy alegre de ver- los 4 su lado, porque entonces 4 la letra se comienza 4 cumplir vi- siblemente lo que dice David ( Psalm. xuiv, 10 ): Asistié la reina 4 tu mano derecha con un vestido de oro, labrado con maravillosa va- Tiedad. ; Oh qué gloriosa estaré alli aquella congregacion de justos, , DEL JUICIO UNIVERSAL. 129 como reina, que presto ser4 en el reino desu esposo, gozAndose de verse &la mano derecha de su amado, adornada de virtudes! En esta vida estuvo muy humiWada con desprecios, y ahora se ve en un punto ensalzada con grandes honras. | Oh dichoso el que se sienta en el postrer lugar del mundo! porque entonces le dira Cristo (Luc. XIv, 10): Amice, ascende superius. Amigo, sube mas arriba, sube sobre los soberbios de la tierra, y luego subirds conmigo 4 los tronos del cielo. 0 alma mia, escoge en esta vida lugar bajo entre los hom- bres , para que el dia del juicio te dé Cristo lugar alto entré los Angeles. No hagas caso de la mano derecha 6 siniestra que tienes en el mundo, sino de la que has de tener en el tribunal de Cristo, procurando vivir con tal pureza, que merezcas estar 4 su mano dere- cha. Amen. . 4. Ullimamente, si quiero saber la mano que me cabré el dia del juicio, he de wirar si soy oveja 6 cabron; esto es, si oigo la voz de Cristo mi Pastor: si tengo mansedumbre y humildad: si sufro con paciencia las adversidades é injurias, y si reparto con otros libe- ralmente de mis bienes ; 6 al contrario, si soy soberbio y vengativo: si busco mi provecho temporal con daiio de mi préjimo y con pérdida del bien espiritual: y haciendo reflexion sobre esto, procuraré ser oveja de esle soberano Pastor, confiando que me pondré con gran prosperidad 4 su mano derecha. Ponto cuanto. - De la publicacion de las conciencias. —1. El cuar- to punto sera, considerar la publicacion que se hard en el juicio de todas las conciencias de los buenos y malos delante de los hombres yde los Angeles, descubriendo, coom dice el apdstol san Pablo {I Cor. 1¥, 8), las cosas que estaban escondidas con tinieblas, y ma- nifestando las secretas, que estaban encerradas en los corazones, con una luz especial que Dios comunicaré para que sean vistas. - En lo cual ponderaré, como Dios nuestro Seiior en aquel dia abrira , co- mo dice la sagrada Escritura (Dan. vn, 10), y desplegard los libros de las conciencias que por el tiempo de esta vida esluvieron cerra- dos ; de modo , que \odos leeran lo que esta escrito en el libro de la conciencia de cada uno ; y cada uno Jo que esta escrito en el libro de la conciencia de todos; y conforme 4 lo contenido en los libros se hard el juicio (Apoc. xx, 12), y pronunciard la sentencia, para que todos vean la rectitud de la divina justicia, y juntamente para hon- ta de los buenos y confusion de los malos. De donde sacaré, cuan- to me conviene mirar bien lo que escribo en el libro de mi concien- cia, porque ahora puedo escribir lo que quisiere, y encubrirlo como 9 TOMO I. 130 PARTE 1. WEDITACION XIV. quisiere; pero en aquet dia, mal que me pese, saldré todo 4 luz; si el libro de mi coaciencia estaviere bien eserito, conforme al libre de la vida, que es Cristo Jesus, mi libro, como dice Job (c. xxx, v. 35), sera mi defensa, mi honra y mi corona. Pero sifuere contraria al de Jesucristo, él sera mi acusador, mi deshonra y condenacion. 6 piadosisimo Salvador, cuyo libro se ha de abrir el dia del j juicio, para que tu vida sea como ley y regla viva por la cual se haga juicio de la nuestra, no permilas que yo escriba en el libro de miconciencia cosa que sea contraria al tayo; y si alguna vez por mi flaqueza lo escribie- te, aytdame 4 borrarlo con la penitencia, para que el diade la cuen- ta, viéndome tt conforme contigo en la vida, me hagas tambien cop- forme en la gloria. Amen. 2. Pero particularizando mas lo que ba de pasar en esta publi- cacion, ponderaré como entonces se han de pubdlicar los pecados secretos del corazon y los feos de la obra, que se cometieron en e) rincon, y los que por vergienza se callaron en la confesion, 6se en-~ cubrieren con excusas y solapamientos. A mas se manifestaran las dajiadas intenciones , laa traiciones encubiertas, las hipocresias y to- day las obras que parecian santas, y de verdad eran malas. All{ se- rag conocidos los eriados infieles , los amigos falsos, los cristianos fingidos, con grand{sima confusion por verse descubiertos, porque si tanto siento que mi pecado se publique delante de dies hombres, £cémo senliré que se pabliquen todos juntos delante de todos los hombres y de Jos Angeles? 0 alma mia, gcémo te alreves 4 pecar en secrelo, si: crees que tu pecado s¢ ha de publicar y ver delante de todo el mundo? zCéme puedes en la confesion eneubrir ta culpa por vergiienza, si tienes fe de esta confusion que has de padecer por haberla callado? Acuérdate de lo que dice te Redentor (Luc. x, 2): Nihil opertum est, quod non seveletur : neque absconditum, quod non scia- tur, No hay cosa encubierta, que no venga 4 ser descubierta ; ni cosa escondida, que no venga 4 ser sabida : y cesa de hacer la culpa que no querrias fuese manifestada. 3. Luego ponderaré, como Dios naestro Seior manifestara las buenas obras de los justos, por mas secretas que hayan sido, los pu- Tos pensamientos, los santos afectos, las.iatenciones tan ocultas, que no. supo la mano izquierda lo que hacia la derecha, y las obras ex- teriores que encubrieron por humildad, y las que el musdo tuvo por malas, y por ellas les calumnié y condend. Con lo cual queda- rén grandemente honrados y ensalzados. {Ob ewan feo y abomina-~ ble parecera alli el vicio, y cuan hermosa y apacible la virlud! | Ob DRL. FUILIO- UNSVERGAS... - 286 cudn honrado-y aereditado quedara entoncesel obedecer y humillar- se, y el sufrir las injurias callando, sin excusarse , ni volver por sf! Dichosos los que abrazan estos ejercicios virtuosos, pues lal gloria Tegibiran por ellos. Encubre,.6 alma mia, tus. buenas obras con hu= inildad , para que no las robe la soberbia, porque & su tiempo Jas descubrira el Seiior con grande gloria. 4. Uhtimamente ponderaré, como el justo Joezen aquel dia des- . ¢abrira tambien las buenas obras que bicieron los malos, y las ma- les que hicieron los buenos ; pero con’ diGerente fin y suceso, porque Jas obras buenas de los malos resucitaran en-mayor ignominia saya, por no-haber perseverado en el bien, perdiendo el. premio de ellas, por haberlas mezclado con muchas malas. Y cuando vean los avisos y buenos consejos que dieron 4 los escogidos, quedaran mas avergon- zados, porque no los lomaron para si, ni se aprovecharon de ellos. Al contrario, euando publicare Dios los peeados que hicieron los jus- tos , tambien pablicara la penitencia que hicieron, y los bienes que de ellos sacaron ; de tal manera, que no les sean ocasion de confu- sion, sine motivo de alabar 4 Dios, que los.perdoné y les libro de tal miseria,. por su grande misericordia.. ¥ todo redundara en mayor confusion de los malos, viendo en tanta honra 4 otros que hicieron los mises 6 mayores pecados que los sayos, per haber hecho con tiempa penitencia de ellos, Punto guinto. - De la acusacion y cargos contra los malos.— L. El quiato punto sera, consideras lasterribles acusaciones y cargos que de esla publicacion resultaran contra los malos. en favor de los baenos; porque primeramente el demonio.(Apoc. x11, 10), acusador y¥ calumniador de los hombres , en este dia, que es el postrero desu oficio, le har& con grande vehemencia,, exagerando jos pecados de los malos, como dice san Basilio (Oral. 3 de amore erg. Deum, ex prox.), para.confundirlos mas delanie de todo el mundo; porque volviéndose al Juez, le dira: Yo no crié 4 estos, ni les dila vida, ni el-sustento, ni los bienes de que gozaren : no. padecf ni meri por ellos, niles prometi premio elerno, y con todo eso me sirvieron y obedecieron, dejandote 4 U , que-hiciste por ellos todas estas cosas. Por tanto mios son de justicia, porque les venci, y se me rindieron, ¥ me estimaroa, mas que 4 ti. Esto dir el. soberbio Satanas , como quien desea triunfar & su modo rabioso de Cristo nuestro Sefior, y vengarse de él:en sus criaturas. |Oh qué burlados y corridos se ha- Haraa los malos por baberle obedecido! Haye , alma mia, de obe- decer 4 quien tan mal pago te ha de dar. Yuelve por Ja. honra, de 9° 132 PARTE I. MEDITACION XIV. Cristo, que te crié y redimié, burlando de sa enemigo en esta vida, porque no barle de tf en la otra. 9. Lo segundo, ponderaré los terribles cargos que interiormente les bar el mismo Cristo, trayendo 4 la memoria de cada uno los be- neficios que les ha hecho. Yo, dira, te crié 4 mi imagen y semejan- za, y ‘ila manchaste con muchos pecados: redimite con mi sangre preciosa , y hollastela con tus malos pasos: dite el sacramento del Bautismo, haciéndote miembro de mi Iglesia, y profandstele viviendo con escandalo en ella : ofrecite el sacramento de la Penitencia, para restituirte mi gracia, y ta escogiste durar en la culpa: convidéte con . mi cuerpo y sangre para tu sustento, y tu le despreciaste por las ollas de Egipto: llaméte con muchas inspiraciones, y ti con pertinacia fuiste rebelde 4 ellas : amenacéte con castigos, regaléte con benefi- cios y animéte con promesas de grandes premios, y no hiciste caso de todos ellos. O miserable hombre (fsai. v, 4), gqué mas pude hacer por tf de lo que hice? ¥ ta, gqué mas pudiste hacer contra mf de lo que hiciste, estimando en mas t® honra quela mia? O Ange- Jes y ministros mios, jnzgad vosotros, y ved ,qué pude hacer por esta vitia, que no hiciese, y esperando que llevase uvas, no ha Ile- vado sino agraces? Ponderando esto, diré con gran sentimiento aque- ilas palabras de David ( Psalm. v1, 2): Seiior, no me arguyas con 1u furor, ni me reprendas con tu ira : corrigeme con tu misericordia, cuando haya lugar de enmienda. 3. A esta reprension de Cristo ayudaran los mismos Angeles de Ja guarda, alegando lo mucho que hicieron para desviar & los ma- Jos de su mala vida, y la rebeldia que ellos tuvieron en contrade- cirles.- Tambien los justos, que estan presentes, les acusaran: unos, porque desecharon sus consejos: otros, porque recibieron de ellos grandes agravios; y otros, por el peligro en que se vieron por sus malos ejemplos. - Todo esto oiran y veran los miserables en lo in- terior de su alma y de su desventurada conciencia, Ja cual, como dice el Apéstol (Rom. 1, 18), sera Ja mas terrible acusadora de to- dos, porque convencida con Ja evidencia de la verdad, y viendo la Tazon que todos tienen en acusarla, no tendra qué responder, sino tmucho de que acusarse. | Oh cuanto mejor les fuera haberse acusa- do de su voluntad en esta vida y con provecho, que no acusarse entonces por fuerza y sin remedio! O dulce Jesus, concédeme qne dignamente me acuse de mis pecados delante de tf y del confesor que meha de absolver, porque no me acusen de ellos en el juicio para ondenarme. “DEL JUICIO UNIVERSAL. 13 MEDITACION XV. DE LAS SENTENCIAS EN FAVOR DE LOS BUENOS ¥ CONTRA LOS MALOS, Y DE SU EJECUCION. ~-La forma de las sentencias que Cristo nuestro Seiior pronun- ciard (a lo que se cree con voz sensible) (Abul. g. 333 in Matth. ; Jansen. Soto, et alii) en favor de los buenos y contra los malos, est& expresada en el santo Evangelio, comenzando por la de los buenos, para que se entienda cudn mas inclinado esta Dios nuestro Sefior & premiar que 4 castigar.— Ponto primgno,— 1. Lo primero, se ba de considerar como Cris- to nuestro Sefior, sentado en el trono de su gloria, mirando hacia Jos buenos, con voz blanda y amorosa les dira ( Matth. xxv, 34): Venid, benditos de mi Padre, d poser el reino que estd aparejado para vosotros desde el principio del mundo, porque tuve hambre, y me disteis de comer, etc. —Esta sentencia meditarémos por palabras , ponderando el mis- terio que tiene cada una, conforme al segundo modo de orar que se puso en el parrafo 1X de la Introduccion ; pero no harémos mas que apuntar las consideraciones de estos premios, porque despues se han de poner mas 4 la larga.— , _ Venite. —La primera palabra es, venid; en la cual se ha de pon- derar por qué causas les dijo: Venid, de dénde han de venir y & dénde. - Les dice venid, para traerles 4 la memoria la primera yo cacion con que les Itamé para que le siguiesen, diciéndoles (Matth. X1, 28; xvi, 24): Venid 4 mf todos los que estais trabajados y car- gados, que yo os recrearé, y si alguno quiere venir en pos de mi, niéguese 4s{ mismo, tome su cruz y sigame. Y porque oyeron esta vocacion , les llama con otra semejante palabra, como si dijera: Pues vinisteis tras m{ abrazando la cruz y mortificacion por seguir mi vida, venid 4 recibir el premio siguiéndome en la gloria.- Venid del monte (Cant. 1v, 8) Libano de mi Iglesia, en la cual fulsteis bautizados y lavados con lagrimas de penitencia, y crecisteis como cedros en toda virtad.. Venid de la grande tribulacion ( Apot. vir, 14), donde habeis estado lavando y blanqueando vuestras estolas en mi preciosa sangre. Venid de las cuevas de leones y moradas de tigres, en cuya compaiifa habeis vivido padeciendo grandes persecuciones.- Salid de en medio de ellos, y venid 4 ser coronados, y 4 recibir ek ese PARTE 1, WEDITACION XY. premio que habeis merecido por las muchas victorias que habeis ga- nado. 0 alma mia, oye con presteza la voz de Cristo, con que te Ila- ma dimitar su vida, para que seas digna de oir esta dutce voz con que te Ilamaré & recibir la corona. : 2. Benedicti Patris mei, — La segunda palabra es, benditos de mi Padre. Llamalos benditos, para que todos entiendan la inmensi- dad de beneficios que les ha hecho , hace y ‘haré por-toda la eterni- dad, campliendo lo que dijo (Psalm. xvin1, 4) el Salmista, que -el inocente y puro de corazon recibiria la ‘bendicion del Seiior y‘la mi- sericordia de Dios su Salvador.-¥ no dice: Venid, bendilos de Abra- han, Isaac y Jacob, ni benditos de Moisés 6 de los Patriarcas y Profetas, sino benditos de mi eterno Padre , el cual os ha bendecide con todo género de bendicion-celestial (Ephes. 1, 3), comunic&ndoos los bienes de su gracia y ahora enteramente los de ‘su gloria. Y no dijo benditos-de Dios, sino-de mi Padre, para que se entienda que todas estas bendiciones procedieron del amor paternal :que Dios les 4uvo por respeto de-sa Hijo.- ¥-porque eu bendiciones eficaz, y ha- ce luego lo que dice, con esta dulce palabra les Ilenara de una nue- va y extraordinaria alegria. 8. Possidete paratum vobis regnum & constitutione mundi.—Lo ter- aero les dice : Poseed el reino que esta aparejado para vosotros des- de-el principio del mundo ; en {as cuales palabras se ha de ponde- * rar qué reino sea este, cuanto tiempo h4 que se aparejé, cémo se aparejé para los ‘buenos, y cémo se les da eu posesion ; en todo lo eual resplandece la jntinita caridad de nnestro Padre celestial, :por— que primeramente quiso que Ja herencia y mayorazgo de sus ‘hijos faese un reine tan soberano, que por excelencia merece nombre de Teino, porque no es reivo terreno sino celestial, cuyas riquezas son infinitas, y sus-deleites inestimables, y hacen bienaventarados 4 sus poseedores. - Eistereino les aparejé desde su eternidad, predestinan= doles por su misericordia para que remasen con él. Y desde-el prin- sipie del mundo-crié el cielo empfreo , para-que feese ciudad :real, y morada de estos reyes bienaventurados. -Y:con gran lernura afia— de aquella palabra, vobis, para vosotros, como quien :dice : No se aparejé este reino, principalmente para los Angeles, y en defecto-su- yo pata vosotros, entrando en tugar de-los que perdieron las sillas de este reino, sino igualmente se aparejé para todos tos justos, An- geles y hombres, y para vosotros, para vaestras almas y para vues tros cuerpos.— Venid, pues, & tomar'la posesion pactfica de este reine tan noble y tan antiguo, de la cual nunca seréis echados. Entrad en ‘ DEL 3JUICIO UNIVERSAL. 438 los gozos de mi Padre, los cuales nunca, os serén quitados ; sentaos (Apoc. 111, 21) 4 reinar conmigo en mi trono, como estoy sentado con mi eterno Padre en el suyo..0 Padre amorosisimo, gracias te doy por tan soberano reino como aparejaste para tus escogides, para mostrar en ello las riquezas infinitas de tu gracia y caridad. Coneé- deme, Seiior, que apareje mi alma de tal manera, que 10 reines en ella por tu gracia, y despues Ja Ileves 4 poseer este reino eterno de tu gloria. Amen. 4. Esurivi enim, et dedistis mihi manducare, etc.— Luego decla- ra el Juez la razon de su sentencia, y los méritos porque les da su reino, diciendo: Tuve hambre y disteisme de comer ; tuve sed y disteisme de beber; era peregrino y me hospedasteis ; estaba des- nudo y me vestisteis; estaba enfermo y me visilasteis; y estando Preso y cautivo, vinisteis 4 estar conmigo para darme libertad. Y ad- mirdndose los justes de que por obras pequefias les diese ua reino tan grande, y de que estimase tanto estas obras de misericordia, come si 4 su misma persona se hubieran hecho, le preguntaran ne tanto con palabras, cuanto con afectos y sentimientos de grande ad- miracion : Sefior, cuando te vimos hambriento y sediento, y te di- mos de comer y beber? y cuando te vimos peregrino, desnudo, en- fermo y cautive, y usamos contigo de tal misericordia? Luego les respondera el Sefior: Digoos de verdad, que lo que hicisteis por uno de estos pequeiiuelos hermanos mios, por wi Io hicisteis, por- que yo estaba en ellos; y aunque pequeiilos, me precio de tenerles por hermanos. {Qh dichosos pobres, 4 quien tiene por hermanos el Juez que los ha de juzgar y el Rey eterno que los hade galardonar, premiando tambien 4 los otros porque hicieron bien 4 ellos! ; Oh dichosas las obras de misericordia, cuyo objeto principal es Cristo y cuyo premio es su reino! {Qh bienaventurados jos misericordiosos, pues en este dia alcanzardn tan gran misericordia ! 3. Uhtimamente ponderaré, que aunque Cristo Nuestro Seiior en el Evangelio solamente da por razon de Ja sentencia las obras de mi- sericordia con Jos projimes, tambien declararé las demas obras bue- nas de obediencia y mortificacion necesaria para entrar en el cielo, Y como la voz de Dios es de virtud infinita, mentalmente declararé 4 cada uno, de modo que lo entiendan todos, las obras especiales por las cuales les da su reino. Al martir dira: Ven, bendito de mi Padre , 4 poseer el reino que esta aparejado para ti ; porque derra- maste tu sangre por.mi. ¥ 4 la virgendird: Ven, bendita de mi Pa- 4re, por Ja virginidad que guardaste con limpieza de cuerpo y al- 136 PARTE I, MEDITACION XV. ma. Y al religioso : Ven, bendito de mi Padre, porque dejaste todas las cosas por seguirme ; y 4 este modo puedo discurrir por los de- mas eslados de los juslos. ; Oh qué contento causara en todos la dul- ce voz de esta regalada sentencia, con Ia cual daré Dios cumplido gozo y alegria 4 sus oidos, y se regocijaran los huesos que eslaban humillados! (Psalm. 1, 10). | Dichosas las ovejas que oyen en esta vi- da la voz de su Pastor, y siguen sus pisadas! porque este dia, pues- tas 4 su mano derecha, oirdn Ja voz con que las Ilama 4 las dehesas eternas. O Pastor soberano, ayddame con tu copiosa gracia, para que te obedezca de tal manera, que sea digno de oir tan favorable sentencia. Amen. Ponto secunpo.—1. Lo segundo, se ha de considerar como vol- verd el Juez su rostro airado hacia los malos, y con una voz espan- lable les dira ; Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno que estd apa- réado para Satands y sus dngeles, porque tuve hambre y no me distets de comer , etc. Esta sentencia se puede ir ponderando por palabras como la pasada, porque en ella se declaran todos los géneros de pe- nas que hay en el infierno, de los cuales harémos despues mas lar- a consideracion. . Discedite 4 me. — La primera palabra es, aparlaos de mi, en la cual les condena 4 la pena eterna que Ilaman de daiio, que es des- tierro. perpétuo del cielo, y privacion de la vista de Dios para siem- pre. Y para mas lastimarlos, mostrandoseles tan glorioso les dice : Apartaos de mi que soy vuestro Dios, vuestro primer principio y vuestro ultimo fin. Apartaos de mi que soy vuestro Redentor, y me hice hombre por vuestra causa, y recibl estas llagas por vuestro re- medio ; y aunque os convidé con el perdon, no le aceptasteis. Por tanto, apartaos para siempre de mi amistad, de mi proteccion , de wi reino, de mi paraiso, de mi vista clara y del rio copioso de mis deleites. 2. Y porque quien se aparta de Cristo, tambien se aparla de los que andan juntos con Cristo , en decirles : Aparlaos de mf, les dice tambien , apartaos de las jerarquias y coros de mis Angeles: apar- taos de mis Apéstoles, Martires, Confesores y Virgenes; y apartaos de la dulce compaiifa de mi santa Madre que lo quiso ser vuestra, y no quisisisteis valeros de ella. Harto hizo por traeros 4 mi servicio y 4 mi casa, y vosotros por vuestra mala voluntad os apartasteis y ale- jasteis de ella. Pues en castigo de esto, yo por mi justa voluntad os destierro y aparto de mi y de todos los mios, sin esperanza de tener jamés parte en mi ni en cosa mia, 0 Salvador mio, no venga tal DEL JUICIO UNIVERSAL. 137 castigo sobre mi, que para siempre me apartes de ti: castigame con la pena que quisieres, con tal que siempre eslé cabe Ui, unido con- tigo por amor. Amen. . 3. Maledicti. —La segunda palabra es, maldifos, con la cual, por - Ser eficaz, arroja sobre ellos todas las maldiciones y desventuras eler- Nas que por sus pecados hap merecido. Seré maldita su alma y mal- dito su cuerpo; malditas sus potencias y malditos sus sentidos. ( Deut. xxvii, 45). Vendra sobre ellos la maldicion del hambre y sed ; de la enfermedad y dolor; de la infamia y deshonra. Malditos en la ciu- dad donde han de vivir, en la casa en que han de morar, en la com- pata que ban de tener, y en todas las cosas que les han de su- ceder. 4. Y¥no les llama malditos de su Padre , como Ilamé 4 los bue- nos bendilos de su Padre: para que entiendan que la bendicion ori- ginalmente nace de Dios, Padre nuestro; e| cual, cuanto es de su parle, quisiera que ellos tambien fueran benditos; pero la maldicion © origipalmente nacié de ellos mismos y de sus eulpas, conforme 4 lo que dice David (Psalm. cvut, 18): Amé la maldicion, y vino sobre €l: no quiso la bendicion, y alejése de él : vistiése de la maldicion, como de vestidura que cubria todo su cuerpo, y como agua entré en lo interior del alma, y como aceite se empapara dentro de sus hue- sos. 1 Oh qué rabia y coraje sentirén los desventurados oyendo esta horrenda palabra de su eterna maldicion! oh qué envidia tan ra- biosa traspasara sus entrafias , viendo que Dios bendice 4 los bue- nos, sin dejar para ellos ni una sola bendicion | Si Esau, viendo que su hermano menor Jacob le habia cogido la bendicion (Genes, xxvi1, v. 34), Irrugitt clamore magno, bramé con grandegrito, y con lagrimas irremediables decia 4 su padre : 4Por ventura no reservaste para mi siquiera una bendicion? Cuando estos reprobados figurados por Esau vean que los escogidos figurados por Jacob han negociado la ben- dicion del Padre celestial, y que ni una sola queda para ellos, | qué gritos y qué bramidos levantaran! Con qué rabia confirmaran ellos 8u misma maldicion, maldiciendo el dia en que nacieron y la leche que mamaron, deseando no haber nacido antes que oir lan tremen- da maldicion! © dulcisimo Jesés , que subiendo 4 la cruz tomaste sobre li Ja maldicion (Galat. mi, 18) de la ley para librarnos de la maldicion de la culpa y de la pena eterna; favoréceme con tu mise- ricordia para que no venga por mi tan terrible miseria. Amen. 8. In ignem eternum, —La tercera palabra es, id al fuego eler- ho, en la cual Jes condena 4 Ja pena que llaman de sentido, que es 138 PARTE I. MEDITACION XV. el fuego eterno, como quien dice : No os aparto.de mi para que vol- vais 4 la anchura y libertad de vida que soliais toner, ni pata que Vi- vais & vuestro gusto en la sobrehaz de Ia tierra, sino para que ba- jeis4 la carcel oscura del infierno y ardais en Jos lerribles faegos que hay en ella; y esto no por tiempo de diez aitos 6 diez mil, sino por todo el tiempo que durare el fuego que es elerno y hard su oficio de atormentaros por toda la eternidad. - ; Ob qué afliccion causara tan espantosa palabra en los desventurados pecadores, viéndose conde- nados 4 volver otra vez 4 la carcel y fuego de donde su alma habia su- Bido para que arda tambien el cuerpo en las llamas que ardia ed ma 6. Qui paratus est. — Aiiade el Juez, que este fuego estaba ya aparejado, para traerles 4 la memoria que la divina justicia, como aparejé reino para premiar 4 los buenos, asi aparejé fuego para cas- tigar 4 los malos ; y aunque estaba eseondido 4 les ojos del caerpo, ya se le revelé para que le viesen con los ojos de la fe, y procuraseD escaparse de él. Con estos ojos he yo de penetrar la tierra , y ver el terrible fuego que el dia de hoy esta en su centro aparejado para castigo de mis pecados si no hago penitencia de ellos, acordandome de lo que dice Isaias (Isai. xxx, 38): Praparata est ab heré Tho- pheth, etc. El Rey eterno desde ayer, esto es, muy de atras y desde el principio del mando aparejé un lugar horrendo, profundo y dila- lado, Ileno de fuego y de mucha leiia, y el sopto del Sefor, como arroyo de piedra azufre , le esta encendiendo. Liimale Thopheth, al modo que Cristo nuestro Sefior le llama Geheana ( Malth. v, 22), que era un lugar de terribles faegos, donde eran quemados los ni- ios que sacrificaban al {dolo Moloch (1V Reg. xxim, 10); para avi- sarnos que por los hornog, volcanes y Jagares borribles de fuego y hamo y piedra aznfre, que vemos sobre Ja tierra, saquemos de rase tro la terribilidad del faego que tiene Dios aparejado debajo de ella para los que sacrifican sus almas al demonio. 0 Rey eterno, que aparejaste cielo é infierno para regalar en el uno & los:buenos con se- plo blando de caridad, y atormentar en el otro 4 los maioscon soplo ardiente de ira ; visflame con el soplo de ta divina inspiracion para que siempre me acuerde de estos des lagares, y me apareje cen tu gracia con tal modo de vida, que alcance el primero, y me libre del segando. Amen. 7. Diabolo, et angelis ejus.—Diceles tambien, que este fuego esta aparejado para Satands y sus angeles, para que entiendan que van condenados 4 Ja compaiiia perpétua de los demonios, paredndoles DEL JUNKO UNIVERSAL. 139 eon ellos, para que imiten en la pena 4 los que imitaron-en la.cal- pa; y pues se hicieron del bando de Lucifer y de sus malos angeles, tengan su casligo-con ellos y por medio de ellos, siendo sus verdu- gos:los-‘que fueron sus tentadores. Pero no les dijo: Id al {nego que est4.aparejade para vosoiros , como dijo a'los buenos : Yenid al rei- No que os'tengo eparejado, para zaherirles con la gran misericar- dia que quiso bacerles; porque mo pretendié hacer infierno para castigar los hombres, si ellos no se hicieran dignos del castigo por sa pecado ; y si no fueran impenitentes como los demonios, no les © echara en el fuego elerno que aparejé para ellos. © Dios de tes ven- ganzas y juntamente Padre de las misericordias, pues deseas mas perdonar los pecadores con misericordia, que castigarlos con vengab- za, dame lugar de verdadera penilencia para que no sea casligado con los demonios impenitentes. Amen. : 8. Esurivi enim, et non dedistis mihi manducare.— Luego declara el Juez la justa razon desu sentencia diciendo : Porque tuve ham- brey nome disteis-de-comer, ni ejercitasleis conmigo las-demas obras de misericopdia. ¥ queriendo los condenados excusarse de no haber faltado en tales obras con Cristo, les dira: Lo que no hicisteiscon une de estos pequeiuelos, no lo hicisteis conmigo, porque yo estaba em ellos ; y lo que-con ellos ‘no hicisteis , tampoco lo hiciérais :conmi- go. Porque quien no ama al préjimo gue ve con sus ojos, ,cémo amar4 4 Dios que es invisible? Y quien se olvida de la imagen de Dios que tiene presente , {como se acordaré del mismo Dios que tie- ne por ausente?-Tambien ponderaré que en la razon de la-sentencia pone Cristo nuestro Sefior las culpas que parecen menores; para que ee entienda con cuanto mas rigor castigara las culpas mayores, y.asi tatobien har& mencion de ellas, y en especial deolarara 4 cada uno, entendiéndolo todos, la causa porque le condena, diciendo 4 los In- Jerfosos: Apartaos de m{, malditos, al fuego eterno, por Jas lujurias y carnalidades en que vivisteis. Y 4 los perjuros y:blasfemos: Apar- taos de mi porque profandsteis mi santo nombre, habiendo yo tenido tanto cuidado de honrar el vuestro, etc. ‘9. Lotercero, pouderaré que los malos el dia del juicio alega— ran para su descargo algunas obras gloriosas que hicieron, diciendo 4 Cristo (Matth, vn, 22); Seftor, Seiior, ,por ventura no profeliza- mos en tu nombre, y echamos muchos demonios, hicimos grandes milagros ? pues {cdmo nos apartas de ti? Pero el Sejior les respon— era : Nunca os conoci: apartaosde mi, obradores de maldad, que es decir : Conozco esa fe y gracias que tuvisteis porque yo os Jas di; 140 PARTE I. MBDITACION XY. : pero usisteis mal de ellas, mezclandolas con graves pecados, y fuera Tazon que profetizando 4 otros , profelizdrais 4 vosotros mismos; y echando los demonios de los cuerpos ajenos , los echdrais de las al- mas propias; y haciendo obras milagrosas , hiciérais tambien obras virtuosas. Mas, pues no lo hicisteis, no os conozco ni apruebo, y aun- que me Ilameis Sefior, no os quiero por criados, pues no me fuisteis obedientes. De donde sacaré, que si entonces no se hace cuenta de la profecia y gracia de hacer milagros sin virtudes; menos cuenta se hara de la nobleza, riquezas, dignidades, ciencias y otras cosas muy menores, pero muy eslimadas de los hombres; porque 4 todos ge- neralmente les dira: No os conozco, apartaos de mi, obradores de maldad. 10. En oyendo los condenados el trueno de esta espantosa sen- tencia , caera sobre ellos una mortal y rabiosa tristeza; porque si las sefiales del juicio , que como relampagos preceden 4 este trueno, se- caran sus huesos de temor, | qué temblor causaré el mismo trueno, a afliccion el rayo y qué tormento el fuego! (Psalm. rxxv1, 19). Juez soberano , envia los relampagos de tus divinas inspiraciones sobre la tierra de mi alma, para que contemplando lo que hade pa- Sar en tu juicio, tiemble y se estremezca, y mude la vida, para que ta@ mudes [a sentencia. Muda mi corazon con tu mano derecha, para que en aquel dia no me pongas 4 la izquierda. Et cum venerts judi- care, noli me condemnare, Cuando vinieres 4 juzgar , no me quieras condenar. Perdéneme ahora tu misericordia, para que entonces no me condene tu justicia. Ponto rercrno. —1. Lo tercero, se ha de considerar la ejecu- cion de estas sentencias ; de la cual dice Cristo nuestro Seiior (Matth. xxv, 46): Et ibunt hi in supplicium eternum, justi autem in vilam . @ternam. Los malos iran al castigo eterno, y los justos 4 la vida eterna.—Lo primero, consideraré la ejecucion de la sentencia dada contra los malos ; porque en e! punto que se diere, sin dilacion al- guna, 4 vista de los buenos se abriré la tierra debajo de sus piés, y arrebatando de ellos los demonios, unos y otros bajaran 4 los infier- nos, y luego la tierra se tornara 4 cerrar, quedando para siempre se- pultados en aquel abismo de fuego. Entonces se cumplira la maldi- cion que esta escrita en el salmo (Psalm. tv, 16): Venga sobre ellos la muerte, y bajen vivos al infierno. ¥ lo que dice san Juan en su Apocalipsis (Apoc. xx, 14), que el diablo y la muerte y el infier- no y todos los que_no estaban escritos en el libro de la vida fueron echados en el estanque de fuego y piedra azu(re , donde seran ator- DEL JUICIO UNIVERSAL. 14k mentados de dia y de noche por todos los sigtos de los siglos con el Antecristo y su falso profela. Y esla es la muerte segunda, amarga y eterna, que comprende las almas y cuerpos que murieron la pri- mera muerte de la culpa y la muerte corporal que de ella se siguié. 1 Oh qué rabia tan furiosa tendran los condenados, viendoque no pue- den resistir ni impedir la ejecucion de esta sentencia! oh qué envidia lan amarga penetrard sus entraiias, viendo la gloria de los buenos de quien se apartan ! oh qué tristeza tan desesperadarecibirén con es- ta segunda muerte y en /a primera entrada de aquel hediondo es- tanque inferna}! oh qué agonias tan rabiosas, viéndose cubiertos con tmontes de tierra, cerrados con cerraduras eternas y atados de piés y Manos con cadenas de perpétua damnacion! Entonces veran por eX- Periencia cudn malo y cuan amargo fue (Jerem, 11, 19) haberse apar= tado de su Dios y haber dejado su santo temor. Teme, 6 alma mia, la terribilidad de esta muerte segunda para que huyas la maldad de la muerte primera, Entra con el espiritu en estas aberturas de la tier ra (Isaé. 11, 19) ; escéndete dentro de ellas mirando con quietad lo me alli pasa para que temas la ira del Todopoderoso y escapes de su ror. - . . 2. Tambien ponderaré como se alegraran tos buenos, segun di- ce David (Psalm. uvit, 11), viendo la venganza que la divina jus- ticia toma de los malos. Y aunque entre los condenades esté el que fue su padre 6 madre, hermano 6 amigo, no recibiran pena, sino alegria por ver la mucha razon que tiene Dios en lo que hace, y asf cantardn el cdnlico que canlé Moisés (Exod. xv, 3), cuando los gita- nos faeron hundidos en el mar; y el cdntico del Cordero que refie- re san Juan (Apoc. xv, 3), diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Seiior Dios todopoderoso ; justos y verdaderos son tus ca~ minos, Rey de todos lossiglos. zQuién no temera, Sefior y engrande- ceré tu nombre? porque tt solo eres piadoso, y tus juicios son 4 lo- dos manifiestos. 3. De aqui subiré 4 ponderar el modo de la ejecucion dela sen- tencia de los buenos, mirando como todos los bienaventurados se le- yantan sobre los aires siguiendo 4 su capitan Jesas, cantando milcan- tares de alegria, glorificando 4 Dios por haberles librado de tantos y tan graves peligros, con aquellaspalabras delSalmista (Psalm. cxxi11, 0. 6): BenditoseaelSeior, quenos libré delos dientes de nuestros ene- wigos, Nuestra alma ha sido librada como pajaro del lazo de losca~ vadores : el lazo se rompié, y nosotros quedamos libres ; porque pu- simos nuestra confianza en el nombre del Seiior, que hizo el cielo y 449 PARTE I. HEDIYACION XVI. la tierra. De esia manera penetraran todos. les cielos hasta llegar ad cielo empireo, donde Cristo nuestro Seior los pondra en Jos tronos de gloria que han de tener, reinando con é! con suma paz y g0z0 por toda !a eternidad. ; Oh dichosos trabajos de la vida virtuosa, que tan bien premiados son en Ja vida eterna! Alégrate, alma mia, con fa esperanza de tales premios, y abraza con gran: fervor eslos tra- 03. . 4. Conclusion de lo dicho. — Lo que resta por conclusion de lo di- cho es, considerarme, como dice san Bernando (Serm, 11 ex parvis), en este mundo como en un lugar medio entre cielo ¢ infierno, y que estoy aqai al modo que estan /os novicios en la casa de probacion, prob&ndome Dios con los preceptos que me pone y con los trabajes que me envia; pero ayudasdome con su gracia para que salga bien probado. Si pruebo mal siguiendo el partido del demonio, por senten- cia de Dios irrevocable seré echado del mundo al infierno; pero si pruebo bien cumpliendo ja voluntad de Dios, por sentencia suya seré Nevado del mundo al cielo. Por lo cual sumamente me conviene mi- rar cémo vivo, para que salga de este mando bien probado. © Dios eterno, que hicisle Ja tierra como casa de probacion para ejercitar 4 los hombres que ordenaste para el cielo (Psalm. xxv, 2); pruéba- nie ti y ejercitame previniéndome con tu misericordia, para que le ebedezca de manera, que el dia del juicio me apruebes y admitas en tu reino. Amen. MEDITACION XVI. DEL INFIERNO, CUANTO A LA ETBENEDAB DE LAS. PENAS ¥ A LA TERRIBI- LIDAD DEL LUGAR, Y DE SUS MORADOBES Y ATORMENTADORES. Ponto parmnno. - Qué es infierno.— 1. Lo primero, se bade con- siderar lo que es infierno del modo que !a fe nos lo enseiia, para que sabiendo su definicion temblemos de oir su nombre. Inferno es ana « chrcel perpétua, lena de fuego y de innumerables y muy terribles tormentos, para castigar perpéluamente 4 los que mueren en peca- do mortal. Infierno, otrosi, es um estado eterno en el cual los pe- cadores, en casligo de sus pecados, carecen de todos fos bienes que pueden desear para su contento, y padecen todos Jos géneros de ma- les que pueden temer pare su tormento. De suerte que en el infier- Bo se junta Ja privacion de todos los bienes que en esta vida gozan . tos hombres, y en la otra log Angeles ; y Ia presencia de todes los ‘ DEL INFIERNG. : 13 males que en esta vida afligen 4 los hombres , y en la otra 4 los de- monios. - 9.. Esto puedo ponderar discurriendo por todos los males y mi- serias que padezco 6 veo padeeer 4 olros , aumentaadolos y elerni- zandolos con la consideracion; porque todo lo que en esta vida se padece es poco y dura poco tiempo, pues tiene fin; pero lo que se padece en el intierno es muchisimo y durara por ipfinita duracion, que compite con la de Dios, porque durara cuanto Dios durare. Si aqué padezco hambre y sed, entenderé que en el inferno tendré olva hambre y sed incomparablemente mayor, y demas de esto, elerna. Si padezco algun dolor 6 deshonra, 6 pobreza 6 tristeza, 6 falta de amigos, ete., todo esto: padeceré ene! infierno con tanto exceso, que to de acd es como pintado y como un soplo; pero lo de alla todo sera: terribitisimo , y nunca se ha de acabar; porque despues de haber durado cincuenta mil aiios, quedau olros cincuenta mil millones que Pasar, y pasados estos, quedan otros y olros sin cuento. ¥ con baber estado Cain en el inferno mas de cinco mil aiios, es como si hoy co- menzara. ¥ cdsi dos mil aiios ha que el rico avariento arde y pide ma gota de agua, y siempre arderé y la deseara. Paes {qué locura es, 6 alma mia, por no padecer en esta vida tan pequeiios. trabajos y tan breves ponerte 4 peligro: de padecer males tan grandes y tan larges? 4 Como no-tendrds paciencia en lo poco y breve que ahora padeces, pues mereces padecer tanto y tan elerno por tas pecados ? © Dios eterno, ilistrame con tu soberana luz para que por los males presentes conozca la terribitidad de los eternos tormentos, y viva de manera que merezca ser libre de ellos. Amen. Ponre sEcuNpo.—1. Lo segundo, se ha de: considerar las causas ¥ circunstancias de esta eternidad, ponderando come cuanto hay en el infierno es eterno.~La primero, el condenado es eterno no sola- mente cuanto al alma, sino cuanto al cuerpo; porque sera inmortal, ni se podra matar 4 si mismo, ni otro le podra matar, ni Dios le qeerra aniqailar. Y aunque él mismo desee la roverte, ella huira de él, Dios no le cumplira este deseo; antes las rabias por deshacerse le darn terrible tormento, viendo que no puede alcanzar lo que de- sea, (Apoc. Ix, 6).~ Lo segundo, el lugar de la carcel es eterno, sin que pueda arruinarse; porque la tierra, en cuyo medio esté el in- fierno , durara para siempre. ( Eccles. 1, 4). El fuego tambien sera eterno ; porque el soplo eterno de Dios, como dice el profela Isaias (Isas. xxx, 33), servird de piedra azufre que le ira conservando, sin tener necesidad de otra lefia. O si sirve de leiia la piedra azufre, aA PARTE I, MEDITACION XVI. tambien serd-eterna ; porque el mismo soplo de Dios Ja conservara. ¥ el fuego, que tiene virtud de abrasar y consumir, tiene allf por Ja omnipotencia de Dios partida su virtud (Psalm, xxvii, 7), porque . abrasa y no consume; y asi siempre dura lo que siempre abrasa. * 2. Lo tercero, el gusano que alli muerde sera elerno, sin que haya quien le pueda matar, como Cristo nuesiro Seiior lo dijo, (Marc. 1x, 45). Porque la podredumbre de donde se engendra, que es la culpa, nunca se acaba, y la viva aprension de ella y de la pe- fa nunca cesa, y asi la cruel mordedura que hace en Ja conciencia no tendra fin. -Lo cuarto, el decreto de Dios es elerno é inmutable, porque esta resuelto de no revocar Ja sentencia definitiva que dié ni librar del inferno al que una vez entra. Quia in inferno nulla est re- demptio. Porque en el infierno ni hay redencion de caulivos, ni res- cate de presos, ni precio para ello; por cuanto la sangre de Jesu- cristo no pasa alla. Y si cuando estaba fresca y se derramé en el monte Calvariono sacé del infierno 4 ningun condenado, tampoco le librara ahora. (D. Thom, 3 p. q. 82, art. 6). 3. Finalmente, todas las penas serén elernas (Ex D. Thom. 1, 2, q. 87, art. 3 ad 1, cum August. et Greg. quos cifat); porque las culpas tambien Jo seran, por cuanto en el infierno no hay perdon de pecados, ni penitencia verdadera, ni satisfaccion que se aceple, ni la sangre de Jesucristo se les aplica. De donde procede , que quien qaiere morir sin penitencia de sus pecados virtualmente quiere per- manecer en ellos para siempre, y que sus pecados sean elernos; y ‘asi merece que Ja divina justicia le castigue con penas eternas. Y de aqufes, que aunque el pecador muera con verdadera fe y esperan- za, entrando en el infierno se las quitan, no solo por ser indigno de ellas, como arriba se dijo , sino porque ya no le queda objeto de es- peranza ( Medit. IX , punt. 4), ni para alcanzar perdon de pecados, ni para ser oido en sus peticiones, ni para salir de su miseria, 6 al- canzar su bienaventuranza. Pues acémo, alma mia, no temes este ser eterno obligado 4 miserias eternas? cémo no te alemoriza este fuego? este soplo? este gusano? y esle decrelo de Dios inmutahle y sempiterno? Mira que ahora mudaré Dios Ja sentencia, si th mudas la vida con la penitencia. No aguardes 4 que tu culpa se haga eler~ na, porque tambien Jo seré Ja pena. Ponto teRcERo. —1. Lo tercero, se ha de considerar la conti- nuacion é invariabilidad de las penas que anda junta con la eterni- dad.- Ponderando como las penas de tal manera duraran para siem- pre, que seran continuas, sin interrupcion, é invariables, sin dimi- DBL INPIEBNO, 145 nucion; de modo que aunque dureo millones de aiios, no habra ni un solo dia de vacaciones, ni cesara la pena por una sola hora ni _por un momento, ni la pena sustancial se menoscabaré, nitendra un minimoalivio (Luc. xvt, 24); como se vié en el rico avariento *, 4 quien negé 4 Abrahan tan pequeiio refrigerio como era tocarle la len- gua con el dedo mojado en agua: antes se les acrecentaran nuevas penas accidentales con las nuevas entradas de otros condenados; y la mudanza que acd suele ser de alivio, sila hubiere en el infierno, sera para nuevo tormento; porque si los lujuriosos, como se dice en Job (¢. xxtv, 19), pasan de Jos ardores del fuego 4 las aguas de la nieve, sera para que el ardor les congoje mas, por la guerra que trae ¢on el frio, y el frio les cause mayor temblor y crujir de dien- tes balallando con et ardor. 2. Finalmente, con ser los tormentos tan largos y continuos no se gana costumbre en el padecer, de modo que cause alivio, antes cada dia se hacen come nuevos, y con nueva impaciencia reverdecen. Porque como la soberhia de estos desventurados que aborrecen 4 Dios crece siempre, segun dice el profeta David ( Psalm. rxxm, 23), asf crece la ira y envidia, la impaciencia, furor y rabia. Pues yqué dices, alma, y qué haces, si tienes fe viva de tales penas? cémo nose te acaba e} aliento considerando tanta terribilidad? tanta duracion? tanta conlinuacion? tanta inmutabilidad y eternidad? Si estando en cama blanda sientes 4 par de muerte pasar una larga noche en vela y con dolor, esperando con ansias el alivio dela alborada; ycudnto mas sentirds estar en cArcel oscura, en cata de fuego, en perpélaa vigilia y con terrible pena en una noche tan farge y prolija, que no espera alivio de alborada , porque sera eterna? O justicia del Todo- poderoso, ;quién no tiembla en tu presencia) Librame, Sefior ( Psalm. vi, 2), de tu ira, y no me castigues con tu furor; ampara- me con tu misericordia porque no caiga en tan espantosa y eterna miseria. Amen. Ponto cuanto. —Lo cuarto, descendiendo 4 lo particular , se ha de considerar Ja lerribilidad de! lugar que Namamos infierno. 1. Porque lo primero es un lugar debajo de la tierra, oscaro y Neno de tinieblas mas espesas que las de Egiplo, donde nunca entra luz de sol, Juna 6 estrellas. Y el fuego en que abrasa, no alumbra, sino ahuma y ciega Ia vista; porque Nuestro Setor divide (Psal- mo xxvut, 7)la llama del fuego para los malos, quitandole lo bue- no que lieve y dejandole lo malo. - Ademas, el infierno es un lugar 1 Parece deberia decir Zpulon en este y otros puntos. (Nota del Editor ). 10 TOMO I. 446 . PARTE I. MEDITACION XVI. estrechisimo, sin las praderias y florestas de la tierra. Porque dade caso gue el infierno, como dice Isaias (c. xxx, 33), es muy bondo, extendido y dilatado, y ensancba mucho sus senos (/bid. ¢. v, 14); pero son tantos los hombres que ban de bajar 4 él, que apenas ca- bra 4 cada uno el lugar de una muy estrecba sepuljura, y estaran todos apretados como ladrillos en un horno de fuego sin poderse re~ bullir. 2. Dems deesto, es lugar destempladisimo , con calores excesi~ ~ vos, sin que haya resquicio por donde pueda entrar viento que le refresque. Y 4 esta causa san Juan en su Apocalipsis (¢. xix, 20; x, 9) le lama siempre estanque de fuego y piedra azufre; porque como los peces estan en estanque de agua sumidos y como presos, sin poder salir de alli, asi estaran los condenattos en el estanque ar- diente de terrible fuego mezclado con piedra azufre derretida y de abominable otor. - Y de aqui es tambien que el infierno es un lugar hediondisimo, porque los cuerpos de los condenados echaran de si un sudor insoportable con abominable hedor. - ¥ finalmente estara cer- ado por todas partes con cerraduras eternas, siu que puedan salir de 61 ni por faerza ni por maiia. Y¥ si por dispensacion de Dios sale alguno, consigo lleva la pena, y luego vuelve & donde salié , y des- pues del juicio nunca se dara tal dispensacion, ;Oh cudn blando te pareceria cualquier calabozo si ponderases bien: la terribilidad det inferno! 0 buen Jesis, ayddame 4 jlorar amargamente mis peca- dos (Job, x, 21), porque no vaya 4 esla tierra tenebrosa cubierta de sombra de muerte, y tierra de desesperados. Ponto ouinto.—1. Lo quinto, se ha de considerar la miseria, desventura y desconcierto de los moradores de este lugar, que estan presos en esta carcel , ponderando como carecen de todos los buenos respetos que hay de bondad, discrecion, nobleza, parentesco, amistad y lealtad ; y estan vestidos de todos los contrarios respetos con extra- iia abominacion , porqueen el infierno hay todas suertes de personas: ‘unos fueron angeles de varias jerarqu{as y coros, hermosos, podero- 80s y muy lucidos; otros fueron emperadores, reyes y principes, con varios estados y tftulos de nobleza; otros fueron sdbios, filésofos elo- ccuentes y letrados en varias ciencias; otros cortesanos, comedidos, afables, liberales, agradecidos y bien acondicionados; otros parien- . tes, deudos y afines, padres 6 hijos, hermanos 6 primos, etc. Otros muy amigos y conocidos, compaiieros y vecinos; pero en entrando ex el infierno se pierden todos estos respetos, sin haber , como dice Job (c. x, 22), érden ni concierto, sino confusion y horror. Todos . DEL INFIERNO. 447 se hacen enemigos mortales, Ilenandose unos contra otros de ira, rencor, envidia, impaciencia y rabia, sin que uno pueda ver 4 otro, ni deeirle buena palabra. El padre aborrece al hijo, y el hijo al pa- dre; el seiior al vasallo, y el vasallo al sefior, maldiciéndose unos 4 otros, y mordiéndose con furor; y en especial los que se amaron en - esta vida con amor desordenado, y fueron compaiieros en lasculpas, se aborreceran mucho mas, y crecerén sus penas con la rabia de verse juntos, porque como los carbones encendidos, cuando estan juntos, uno enciende al otro; asi estos carbones infernales encendi- dos con el fuego de sus iras avivardn los ardores de los compaiieros. 2. A esto se afiade la imaginacion penosisima de que por fuer- za, y mal que les pese, han de estar eternamente juntos, sin poder hair ni apartarse, porque huyendo de uno que mucho aborrecen dan en otro peor, y asi tendran una perpétua y cruel guerra, sin que haya quien les ponga en paz ni quien los consuele, porque ninguno ira alla de Ja tierra que pueda, ni del cielo bajaré quien quiera, por- que ningun bueno se dignara de entrar en tan infame lugar, tanto, que Cristo nuestro Sefer cuando bajé 4 los infiernos no entré en este lugar, ni les dié alivio alguno. Pues ,qué sentiran los principes cuando se vean empatejados con los plebeyas, y tratados de ellos con tal desvergiienza y odio? Qué tormento sera vivir por fuerza con mis enemigos que actualmente me aborrecen y maldicen, sin poder _ tapar 4 ellos las bocas ni 4 mi los oidos? 4 Qué pena sera nunca ver persona que bien me quiera, ni quien se compadezca de mis males, sino antes los acreciente? 0 alma mia, funda todas tus amislades en verdadera caridad (Casian. Collat. xv1, c. 2), porque esta sola es eterna y no perece, y sin ella las demis pereceran. Ten, cuanto es de tu parle, paz (Rom. xn, 18) con todos los hombres, porque no entres en compaiiia de tantos malos. ’ Ponto sexto.—1. Lo sexto, se ha de considerar la terribilidad de ‘os atormentadores y verdugos infernales.-Lo primero, gene- ralmente en el inferno cada uno de los condenados es verdugo de todos, y todos son verdugos de uno, diciendo y haciendo cosas que les atormentan, como esta dicho. - Demas de esto, los demonios son terribles atormentadores de los hombres, vengandose en ellos por la rabia que tienen contra Dios y contra Jesucristo; y asi los alormen- tan con visiones espantables , con imaginacioneshorribles y con todos Jos modos que puede inventar su Gera crueldad. 2. Allende de esto, el tercer atormentador y mas cruel esel gu- sano de la conciencia, eleual muerde( Mare. ix, 49) y morderd eter- 10* 148 PARTE I. MEDITACION XVII. namente con terrible crueldad, porque acordandose el malaventa- tado de los pecados que hizo y de recuerdos que tuvo para satir de ellos, y que pudiera librarse de aquellos tormentos, y que por cul- pa de su perverso libre albedrio entré en ellos, él mismo sera ver- dugo de si mismo, y se mordera y querra despedazar con increible amargura y rabia, cumpli¢ndose aqui aquel castigo de quien dice san Agustin (Lib, 1 Confes.): Mandastelo, Seiior, y asi se cumple, que el Animo desordenado sea pena de s{ mismo, porque sus peca- dos son sus verdugos, y sus pasiones desenfrenadas son sus ator- mentadores. De modo que é! mismo es pesadisimo para si, y no se puede sufrir 4 si mismo. Aprende, pues, alma mia, 4 oir el latido de la conciencia, y haz paces con este buen adversario (Matth. v, ». 25) que te punza cuando pecas; porque en el infierno ladrara y morderé como perro rabioso, vengando Ja injuria que la hiciste cuando en esta vida la atropellaste. 3. Elcuarto atormentador sera la mano invisible de Dios que descarga sobre los condenados, usando de su omnipotencia contra ellos; los cuales, como saben esto, vuelven su rabia contra él, di- ciendo horrendas blasfemias , y deseando que dejase de ser; pero to- do se les convierte en aumento de dolor y pena. 0 mano pesadisima del.Omnipotente, gquién te podra sufrir? {Oh cudn horrenda cosa es caer en las manos de Dios vivo y enojado! Aparta, Sefior, muy Iéjos de mi la mano de este castigo, y técame con la de tu miseri- cordia, para que libre de estos temores goce de ti por todos los si- glos. Amen. MEDITACION XVII. DE LA PENA DE LOS SENTIDOS Y POTENCIAS INTERIOBES, Y DE LA PENA DE DANO QUE SE PADECE EN EL INFIERNO. —Como el pecador abraza dos grandes males que son , apartarse de Dios, fuente de agua viva, y convertirse 4 las criaturas por go- zar de sus deleiles perecederos; asi en el inferno es castigado con dos suerltes de penas: una que Ilaman de dafio, por el primer mal, y otra que Ilaman desentido, por el segundo, y de esta comenzaré- mos por ser mas faci] de sentir. — Ponro primero. —1. Lip primero , se ha de considerar la pena que padecen los sentidos exjeriores del condenado cuando tiene cuerpo, Porque conforme 4 las leyes de la divina justicia (Sap. x1, 17): Per quer quis peccat, per hecet torquetur, cada uno serd atormentado por DEL INFIERNO. : 449 Jas mismas cosas en que peca; y pues el pecado entra por Jos senti- dos, su castigo ha de ser en ellos. Esto se puede ponderar discur- riendo por todos cinco. - La vista sera atormentada viendo cabe si 4. sus enemigos, y padeciendo visiones horribles que les pondrén de- lante los demonios, tomando ellos estas espantables figuras para ator- mentarles con ellas, sin que puedan cerrar los ojos para no verlas, en castigo de los pecados que hicieron con este sentido. -El oido estara siempre oyendo blasfemias contra Dios, maldiciones y palabras in- juriosisimas y otros sonidos asperisimos 4 modo de aullidos y bra- midos espantosos, sin poder cerrar los oidos, en castigo de lo que con ellos pecé.-E| olfato estara oliendo cosas hediondas como pie- dra azufre, y sobre todo el abominable hedor que saldra de los cuer- pos de los condenados y del suyo mismo. %. El gusto en la garganta y lengua guslara cosas amarguisi- mas mas que hieles y ajenjos amargos, con terribles arcadas y con- gojas de eslémago (Jerem. ix, 15; xxm1, 15); y por otra parle pa- decer4 una hambre canina y una sed rabiosa, deseando como el rico avariento una gola de agua (Luc. xvi, 24); y no se tes dara,en. . castigo de Jos pecados de la gula.- El tacto en todo el cuerpo pade- cera grandes tormentos, desde la planta del pié hasta Ia coronilla de la cabeza; de modo que alli se juntaran los dolores de ojos, oidos y muelas, costado, corazon'y gota, y los demas que en esta vida ator- mentan. Pues si tanto dolor causa en esta vida la pena de un solo sentido, gcudnto dolor causara la pena que de tropel entra por to- dos cinco? ;Oh desventurados deleiles sensuales, cuyo fin son tan terribles amarguras! - Con esta consideracion tengo que alentarme 4 Norar los pecados que con estos cinco sentidos he cometido, pesan- dome de la libertad que les he dado, y proponiendo de mortificarlos y enfrenarlos (Jerem. 1x, 25), porque no entre la muerte y el infierno por ellos. Ponro seaunvo.- Del fuego del inferno. —1. Lo segundo, se ha de considerar !a pena del fuego, el cual es tan terrible, que en su comparacion el de acd es como pintado, porque es instrumento dela divina justicia y de su omnipotencia, para castigar y alormentar, no solamente los cuerpos, sino almas solas y espiritus puros. Las pro- piedades de este fuego son:-La primera, que se entrafia (D. Thom. 1 p.q. 64, art. dad 3) con e! condenado con tal trabazon, que & donde quiera que va el demonio es atormentado de este fuego, y podemos decir que consigo lleva el fuego infernal, porque Ileva la pena que recibe de él.-La segunda, que con ser uno mismo, ator- re PARTE 1, HRPCTACION XVII. menta desigaalmente & los condenados, y 4 los mayores pecadores atormenta mucho mas, y 4 los menores menos. ¥ 4 un mismo con- denado en ana parte de sa cuerpo le atormentaré mas que en otra, cuando aquella fue instramento especial de su pecado. A anes ator-- mentara mas en la lengua, porque fueron murmuradores y perju- ros: & otros en la garganta, porque fueron glotones y bebedores; y todo esto obra la omnipotencia y justicia de Dies, que le toma por instrumento para ello. . 2. La tercera es, que carece de lo que suete dar alivio, y tiene Jo que es puro tormento; porque, como ya se ha tocado, abrasa y no luce; quema y noconsume; siempre arde y nunca se menoscaba, Porque Dios le conserva. Y aunque los miserables condenados , se- gan dice el Profeta (Malach. 1v, 1), son como paja, porque luego Prende en ellos este fuego sin resistencia, pero nunca acaba de que- iar esta paja: y la llama que sale de ella echa tanto humo, que cie- 8a pero no ahoga; atormeuta pero no mata. Pues gqué sera ver un condenado metido y sumido en un pozo de fuego y en una inmen- « sidad de llamas, con alaridos y gemidos, sin hallar refrigerio ni es- " peranza de alivio? ;Oh cudn terrible mal es el pecado! pues siendo Dios infinitamente misericordioso , viendo padecer tormentos tan ter- ribles al que es criatura suya, redimida con la sangre del Cordero, no tiene compasion de él, ni le saca de aquel fuego, antes desde sa cielo se le esta mirando y gozandose de que padezca, conforme al érden de su justicia. © alma mia, oye lo que este Seiior dice (Isai. xxxit, 14): gQuién de vosotros podré morar con el fuego traga- dor? 6 quién podré morar con los ardores sempiternos? Si ro te atreves 4 tocar el fuego tan ligero de esta vida, gcdmo no tiemblas del fuego espantoso de la otra? Contempla con atencion este fuego, para que su temor consuma el fuego de tus codictas, si el faego del divino amor no bastare, por tu tibieza, 4 consumirlas. Ponto Tercero. —1. Lo tercero , se ha de considerar ta pena que padecen las potencias interiores del alma, discurriendo por todas ellas. - Primeramente, la imaginativa sera atormentada con horren- das imaginaciones (D. Thom. in addit. q. 94), mas terribles que las que padecen los muy melanc6licos en sueiios , y que las que padecie- ron los egipcios; de las cuales, dice el Sabio (Sap. xvu, &), que eran horribles y espantables, con visajes monstruosos y tristisimos de fie- yas y dragones, y con bramidos y silbos que le causaban grande pa- vor y espanto. -De aqui es que los apetitos seran atormentados con Jafuria de sus mismas pasiones, que de tropel saldran con gran ve- DEL INBIERNO. 151 hemencia; conviene 4 saber, temores, tristezas, tédios, agonias, iras, desesperaciones, envidias y rabias, con una guerra entre sf tan cruel, que se despedazaran unos 4 otros. 2. La memoria intelectual sera atormentada con Ja continua y fija recordacion de las cosas pasadas que poseyé, y de las presentes que padece, y de las que estan por venir en Ja eternidad, sin que pueda pensar ni acordarse de cosa que le dé alivio, ni divertirse & Ro pensar en sus miserias. Y si se acuerda de los deleites que tuvo ex el mundo, es para mayor tormento. De suerte que su memoria sera como un mar alborotadisimo, con innumerables olas de pensa~ mientos mas amargos que las hieles, yéndose unos y viniéndose otros, sin dejarle tener un punto de descanso.-El entendimiento eslara en~ teaebrecido , sin poder discurrir ni entender cosa que le dé gusto: estara lleno de errores y engaiios, ponderando y encaramando sus males, y juzgando con pertinacia que le hace Dios agravio, quejan- dose de él, como de injusto.-La voluntad estara obstinada y endure= ida en sus pecados, y en el odio de Dios y de sas Santos, y de to- dos los hog bres, sin poderse ablandar, ni mudar, ni arrepentir de Jo que hace; y deseando hacer su propia voluntad, nunca la podra~ hacer en lo que ha de ser su alivio, porque ya le alaron de piés (Hath, xxu, 13) y manos para echarle en aquellas tinieblas; sin tener libertad para ejercitar obras de luz ni de alegria. Por lo cual - la voluntad propia, no cumplida, sera infierno de si misma, en cas- tigo de las veces que en esta vida se camplié contra Ja voluntad divina. . 3. Finalmente, imaginaré que el corazon de un condenado es co- mo wn mar amarguisimo en el cual entran diez rios de penas.terri- bilisimas; cinco por los cinco sentidos exteriores, y otros cinco por las cinco potencias interiores, en castigo de los pecados que hicieron contra los diez mandamientos de Ja divina ley y contra cualquiera de ellos; pues, como dice el Apdstol (Jacob. 1, 10), quien que- . branta ano, pasara por el mismo género de penas que quien los que- branla todos. Paes ;qué mayor desdicha puede ser, que las poten- cias que me dié Nuestro Sefior para gozarle y ennoblecerme se con- viertan en mis crueles verdugos para atormentarme y confundirme! © Dios inménso , ayddame 4 mortificar y labrar las potencias que me diste, y sea yo su verdugo en esta vida, para que ellas no sean mis verdugos en Ja otra. Ponto cuarto.—1. Lo cuarto, seha de considerar la pena que Maman de daiio, la cual es infinita, por privar de un bien infinite 132 , PARTE I. MEDITACION XVII. que es Dios. De suerte que estos miserables estarin para siempre desterrados del cielo, y privados de la bienaventuranza y fin para que fueron criados, y de la vista clara de Dios, del amor bealifico y del rio de deleites que de todo esto procede; todo lo cual les dara terrible pena y tristeza , especialmente 4 los que tuvieron en esta vi- da fe de ello. Porque dado caso que su entendimiento esté oscureci~ do para entender otras cosas, no lo estar& para ponderar y apreciar esta, trazindolo asi la divina justicia para su mayor tormento.- La terribilidad de esta pena se puede ponderar por dos caminos. - El pri- mero es, por lo que sienten aqui los santos varones que tienen luz del cielo para conocer la grandeza de la gloria y el sumo bien que es ver 4 Dios; los cuales tienen por suma pena carecer de esta vis- ta, y tiemblan de solo pensarlo, como se apunté en el tercer punto de la meditacion VI.-El segundo camino es, por lo que sienten los . mismos condenados carecer de este sumo bien, no en cuanto es bien honesto, porque no aman 4 Dios ni cosa santa, sino en cuanto ca- recen de lo que habia de darles sumo y eterno descanso, y librarles de tan horrible tormento. Esto puedo rastrear por algunas semejan- zas de las cosas de esta vida; porque si tanto sienten los hombres que les quiten un gran mayorazgo 4 que tenian algun derecho, gcuanto mas sentiran que les quiten el mayorazgo eterno del cielo & que pudieran tener derecho, si no le perdieran por su pecado? Y si la privacion de los bienes y deleites finitos y limitados tanto lastima el corazon, gcudnto mas lastimard la privacion de un bien infinito en quien estaran con emipencia todos los bienes y deleites criados? Y si la muerte es la mas terrible entre las cosas terribles, porqne apar- ta el alma del cuerpo y de este mundo visible; ycudnto mas terrible sera la muerte elerna , en que se aparta el alma de Dios, desi rei- no y mando invisible? Asi como (J Cor. 1, 9) ni el ojo vid, ni el oido oy6, ni en el corazon del hombre puede caber grandeza de los bienes que tiene Dios aparejados en el cielo para los que le aman; asi tambien no es posible imaginar la terribilidad de los males que estén encerrados en carecer para siempre de tales bienes. © Dios infinito, descarguen sobre mi todas las demas penas de sentido, co- mo sea sin pecado, con tal que no me castigues con esta pena de daiio privandome por mi culpa de tu amorosa vista. 2. Con esla pena se junta tambien carecer de la vista y compa- iiia de Cristo nuestro Seiior, de su Madre benditisima , de los nueve coros de Angeles y de todos los bienavénturados. Lo cual dara muy suas terrible pena 4 estos miserables, despues que el dia del juicio DEL INFIERNO. 183 vieren parte de la gloria de esta bienaventurada compaiifa, y fueren apartados de ella, cuya memoria durara en ellos para siempre con una envidia y rabia furiosa. 3. Finalmente, por los males terribles que padecen sacardn los bienes excelentisimos de que carecen, porque barruntan que Dios sera tan liberal en premiar como terrible en castigar, y que tiene tantos deleites en el bellisimo lugar del cielo como tormentos en aquel miserabilfsimo lugar del iafierno; y verse privados de tantos bienes acrecentaré sus males.-Con estas consideraciones echaré hondas rafces en los afectos del temor de Dios y del aborrecimiento de mis pecados, acompafiéndolos con una gran confianza en Jadivina mise- ricordia, de que me ha de librar de esta extrema wiseria; y asi lo pediré 4 Nuestro Seiior, diciéndole: Confieso , Dios mio, que yo soy aquel desvenlurado pecador (Jsai. xxvi, 10) que en fa tierra de los santos comelf innumerables pecados, por los cuales no merezco ver vuesira gloria, ni ser admitido 4 la compaiifa de los que gozan de ella. Pésame de las culpas con que he merecido tan graves penas. Perdonadlas , Seiior, por vuestra misericordia, para que no se pier- da vuestra hechura, ni carezca del fin para que fue criada: No pue- ble yo el infierno, no sea cebo de aquel fuego eterno, no me dejeis caer en estado que os aborrezca y maldiga; porque en el infierno, aquién os alabara? ( Psalm. v1, 6). No, no, Seiior, no ha deser asi, sino siempre os tengo de amar y bendecir, y despues de esta vida me habeis de poner en otra donde os ame y alabe por todos los si- gios de los siglos. Amen. SIGUENSE OTRAS MEDITACIONES ¥ MODOS DE ORAR, PARA ALCANZAB LA PURE- ZA DEL ALMA ¥ LA PERFECTA MORTIPICACION DE 8US YICIOS ¥ PASIONES. —Para alcanzar la perfecta pureza del alma, que es el fin prin- cipal de la via purgativa, se ordenan algunos modos de orar, que se pusieron en el parrafo 1X de la Introduccion de este libro; de los cuales el primero tiene por materia de medilacion los siete vicios ca- pitales 6 principales, que comunmente llamamos siete pecados mor- tales; y los diez mandamientos de la ley de Dios, y las tres polencias y cinco sentidos del hombre. Y es muy provechoso para conocer mas en particular la machedumbre y gravedad de nuestros peca~ dos, y para saber examinar la conciencia, asi en orden 4 la confe- sion sacramental, como en érden al ex4men cotidiano que se ha de hacer cada noche, Y finalmente, ayuda mucho para ahondar en 184 PARTE I. MEBITAGON XVII. el propio conocimiento, y descubrir las raices de nuestras culpes, y aplicar los remedios de elles. — En primer lugar pondré las meditaciones de los siete vicios capi- tales (D. Thom. 1, 2, q. 84, art. 4), porque en ellos, como en siete cabezas, estan encerrados virtualmente los demés vicios. ¥ por la misma causa Duestra principal batalla ha de ser contra ellos; porque quien los vence perfectamente vence al dragon de las siete cabezas (Apoc. xu, 3), que hace guerra 4 los santos, y desiruye las siete aciones (Deut. vir, 1) de enemigos que irmpiden la entrada en la tierra de promision, no terrena sino celestial, como largamente lo prosigne ( Casian. ib. V; Id. Collat. v, c. 6) Casiano en Jos libros que hizo de ellos. De aqui es, que el fin principal de estas medita— ciones no ha de ser conocer solamente la malicia y fealdad de estos vicios, y aborrecerla, sino poner Jaego manos 4 la obra, y mortifi- car las pasiones y aficiones desordenadas que han echado raices en el corazon; porque, como dice san Basilio (Beg. vii, ex fusis), no se vencen los vicios, ni ;se ganan las virtudes con solas consideraciones, sino con fuertes ejercicios de mortificaciones; para los cuales ayada Ja meditacion y oracion, moviendo noestra voluntad 4 que quiera mortificarse, y alcanzando de Nuestro Seiior fuerzas para ello. ¥ aunque es verdad que todos los pecados mortales se quilan juntos y de an golpe con la contricion y confesion, en la cual no se perdona un pecado mortal sin olro, pero las costunbres viciosas que quedan en et alma, y las pasiones del apelito en qne se fundan, se han de mortificar por sus partes y poco 4 poco; por lo onal dijo Moisés 4 su pueblo, hablando de las siete naciones arriba dichas (Deut. vir, 22): Ipse consumet nationes has in conspects tuo paulatim, atque per partes. Non poteris cas delere pariter. Dios consumiré y destruird estas na- ciones poco & poco y por sus partes, y no podras destruirlas todas juntas, trazandoloas{ la divina Providencia para nuestro ejercicio y bowillacion; porque dorando mas la guerra seré mas segura y mas provechosa la victoria. A esta causa harémos meditacion especial de cada uno de estos vicios, ensefiando el modo de hacerle guerra con actos contrarios ; para !o cual se iran ponderando en cada uno tres cosas. La primera, los modos que hay de pecar en cada vicio, po- niendo no solamente los pecados graves sino tambien los ligeros, para que los deseosos de perfeccion conozcan por menado las cosas que han de mortificar. La segunda ser, los daiios que se siguen de tal vicio, y los castigos temporales con que Dios suele castigarle, y los eternos que en especial le corresponden ea la olra vida. La ter- DE LA SOBSRBTA ¥ VANAGLORIA. 1% cera sera, los grandes fayeres y premies de que gozaa los que va- lerosamente le mortifican y abrazan fa virtud contraria, declarando algunos actos y excelencias de ella, para que temor y amor nos ani- men 4 la mortificacion. MEDITACION XVIII. DE LA SOBERBIA Y VANAGLORIA. Punto primzno.—1. Lo primero, se ha de considerar qué cosa es soberbia, y qué modos hay de pecar en ella, ponderando cudn contrarios son 4 toda buena razon, cudn injeriosos 4 Dios, cudn perjudiciales al préjimo, y cuanto daiio hacen 4 la virtud; porque todo eso se descubre en cada uno, como se va poniendo. - La sober- bia es un apetito desordenado de excelencia, y es de dos maneras (Casian. fib. XIL, ¢. 2; Collat. v, c. 12): una es carnal y mundana, que pone su excelencia en bienes corporales, como es hacienda, li- naje, hermosura, oficio honroso , etc. -Otra soberbia es espiritual, que se ceba en los bienes espirituales de ciencias y virtades. Tiene cnatro actos.-E! primero, atribuirse 4 s{ mismo lo que es de Dios como si fuera snyo, debido su naturateza, 6 adquirido por propia industria, sin reconocer 4 Dios por autor de ello. - El segundo, ya qne piense ser de Dios lo que tiene, atribuir 4 sus propios mereci- mientos lo que es pura gracia.-#i tercero, pensar de si que iene muchos mas bienes de los que de verdad tiene, asf en virtad como en fetras, 6 en otros dones natarales 6 adquiridos, complaciéndose de ellos consigo mismo. -El cuarto (D. Greg. lib. XXXIV Moral. ¢. 16; XXXII, ¢. 7; Pealm. x1; Isaé. x, 13) es, pensar que es singular y excelente sobre todos en los bienes que tiene, 6 desear varamente serlo, para que todos se le rindan y sujeten. 2. Detasoberbianacen otros (D. Thom. 2,2, g. 132) muchos vicios con varios actos de pecados, los cuales podemos reducir 4 siete, comdsiete cabezas de este dragon infernal. - Bl primero , es su hija primogénita la vanagloria, que es un apetito desordenado de ser conocido, estimado y alabado de los hombres (D. Basil. de Cons- tit. Monastic. c. x1; Orat. 17); cuyos actos son, gloriarse de lo que tienecomo si no fo hubiera ‘recibido de Dios ; gloriarse de lo quede verdad no tiene, 6 de cosa indigna de gloria, por ser mala 6 vilisi- ma; desear vanamente agradar 4 los hombres, diciendo 6 haciendo Sos cosas porque le alaben; alegrarse vanamente cuando es alaba- 136 PARTE I. MEDITACION XVIII. do, saboredndose en oir sus alabanzas, aunque sean falsas tisonjas. Esta vanagloria es mas abominable en materia de virtudes, porque es veneno dulce y ladron secreto que las roba y destruye. (D. Thom. 2,2, q. 112; Jerem. xuvir, 14; D. Thom. 2, 2, q. 131).-El se- gundo vicio es jactancia, cuyos actos son, alabarse 4 si mismo, di- ciendo los bienes que no tiene, 6 exagerando los que tiene con de- masia y blasonando de ellos, 6 descabriendo sin necesidad los que debiera encubrir, 3. EI tercero es ambicion, deseando desordenadamente honras y dignidades, cuyo desérden consisle en desear las que no merece, 6 en procurarlas por malos medios 6 con demasiada aficion , tenien- do por fin no mas que la honra mundana.-El cuarto es presuncion, presumiendo de si grandes cosas, mayores de lo que puede, y ar- rojandose 4 ellas temerariamente por vanidad.-E! quinto es hipo- cresia, fingiendo la virtud y la buena intencion que no tiene, para ser tenido por santo, y haciendo las obras buenas con fingida bon- dad para este fia. -El sexto es protervia en su propio juicio, antepo- niéndole al de los otros, aunque sean superiores, en las cosas que fuera bien rendirse al parecer ajeno, para no ser engaiiado.- El sép- timo es desprecio de los dems, haciendo poco caso de ellos, prime- ro de los menores, luego de los iguales, despues de los mayores, hasta llegar 4 despreciar al mismo Dios. Porque la soberbia , como dice David (Psalm, uxxv , 23), siempre va creciendo, y asf brota otros innumerables pecados, discordias, desobediencias, maldicio- nes y blasfemias. 4. Como fuere pensando estos vicios, he de mirar los pecados que en cada uno he cometido , haciendo de ellos una humilde confesion en la presencia de Dios, diciéndole: Acisome, Dios mio, que estoy He- no de soberbia : cuanto hago es por vanagloria; mis palabras hue- len’ jactancia; mis obras y deseos estan emponzoiiados con ambi- cion. }O0h quién nunca bubiera caido en tales culpas! perdonadme, Sefior , y libradme de ellas. Tambien mereprenderé 4 mi mismo con las reprensiones que pone la divina Escritura, diciéndome (I Cor. 1x, ». 7): O vil hombrecillo, qué tienes que no hayas recibido? y silo hasrecibido, Zde qué te glorias como si fuera tuyo? 4 Ya estas har- to? ya te tienes por rico? ya quieres rejnar 4 solas, como si no lu-. vieses necesidad de otros? Si esto piensas, mira que te diré Dios lo que dijo al otro soberbio, que eres ciego (Apoc. ut, 17), pobre, desnudo y miserable. Ciego, porque no te conoces; pobre de virtu- des, desnado de buenas obras, y miserable con graves culpas. ,De DE LA SOBERBIA Y VANAGLOBIA. 187 qué te ensoberbeces, polvo y ceniza? (Kccli. x, 9). De qué te en- gties, vil gusanillo? Huye, huye de la soberbia; porque siendo pobre y soberbio, serds de Dios aborrecido. ( Eccl. xxv, 3). Ponto secunpo, —1. Lo segundo, se ha de considerar los terri- bles castigos que ha hecho Dios y hace en algunos soberbios en esta vida, y los que hard en todos en la otra. - Estos castigos se apuntan en aquella sentencia lan repetida en la Escritura (Matth. xxi, 12): Quien se ensalzare sera humillado. En la cual se encierran tres cas- tigos lerribles de tos soberbios ; es 4 saber , privarlos de la excelen- cia que tienen, negarles la que desean, y en su lugar dares Ja ba- jeza y confusion que temen; lo cual se verifica en muchas maneras, Y se puede ponderar en varios ejemplos que han sucedido. Los An- geles por la soberbia perdieron las excelencias de !a gracia, y no al- canzaron las preeminencias en las sillas dela gloria, y faeron echa- dos del cielo empireo al abismo del infierno. (Jsat, xiv, 15). Con este ejemplo he de alemorizarme, al modo que Cristo nuestro Sefior atemoriz6 4 sus Apéstoles, cuando se jactaban de que los demonios les obedecian, diciéndoles: Vi 4 Satangs que caia del cielo como un rayo. (Luc. x, 17). Como quien dice : Asi caeréis vosolros, si fuéreis soberbios; porque la soberbia de Angeles hace demonios, y de apés- toles hara diablos. Por semejantes castigos pasaron Adan, Nabuco- donosor, Ciro, Herodes y otros que apetecieron ser como Dios, y no le dieron la gloria que le debian. 2. De aqui subiré 4 ponderar como el mayor castigo que Dios hace en esta vida por un pecado es, permilir por su causa otros muchos, y quilar los favores especiales de sa gracia que preserva- ran de ellos (D. Bern. Serm. 54 in Cant.; D. Greg. lib. X1 Moral. ¢€. 8); y de este modo castiga la soberbia, la cual es causa de las sequedades, desconsuelos y desamparos interiores que nos suceden, y por ella permite Dios graves caidas en lujurias é infidelidades. ¥ Ananias y (Act. v, 8) Safira, como dice san Basilio (Orat. 17 de humilit. et vanagl.), vendieron por vanagloria su hacienda por ser tenidos por perfectos, y por esto permitié Dios que se quedasen con la mitad del precio, por lo cua! murieron repentinamente, perdien- do con Ja vida la honra que deseaban. Lo cual puso gran miedo 4 toda la Iglesia, y me le ha de poner 4 mi; porque el castigo de po- cos ha de ser escarmiento de muchos ; y si soy soberbio, quizé seré yo uno de estos pocos casligados, si no me enmiendo. 3. Luego ponderaré como por lo menos no podré escaparme de los terribles castigos de la olra vida, adonde todos los soberbios pa- 158 PARTE I. WEDITACION XVIE. decer4n especial confusion con terrible vergiienza de verse ian des- preciados; y los que aca pretendian el primer lugar tendran alla el postrero & los piés de Lucifer, rey de los soberbios; y los mismos demonios me escarneceran, dicjéndome por mofa aquello de Isaias (Isai. x1v,‘10) : Et te vulneratus es sicut et nos, nostri similis effectus es, detracts est ad inferos superbia tua. TA has sido lagado y casti- gado como nosotros; te han hecho semejante 4 nosotros en la peaa como lo habias sido en la culpa; derribada ha sido tu soberbia has- ta los infiernos y hasta lo mas profundo de sus lagos. Pues yqué mayor locura puede haber que buscar con soberbia Ja excelencia, cuyo fin es eterna confusion? Y yqué mayor disparate , que por glo~ ria que pasa en un soplo; obligarme 4 ignominia que nunca se aca- ba? O soberbia, jcémo eres viga gruesa en el ojo, cegandole ne- ciamente para que no vea su propio dato! © humilde Jesus, qui- tad esta gruesa viga de mis ojos, porque no caiga por su causa en tan graves daiios. Punto teaceao.—1. El tercer punto es, considerar los grandes bienes que alcanzaré si mortifico la soberbia y abrazo la humildad, especialmente para el fin que pretendo de purificar mi alma. Estos bienes se encierran eu la promesa que hizo Cristo nuestro Seiior, diciendo, que quien se humillare (Maéth. xx, 12) sera ensalza- do; en la cual pone tres grandes bienes que hace & los que de ver- dad se humillan, librandoles de las miserias eo que han caido, com servandoles las gracias y excelencias que ban recibido, y levantén- doles de nuevo 4 olras mayores: y asi los que se humillan con cora~ Zon contrilo, por haber pecado, son ensalzados de Cristo en lo mismo que se humillan, porque les perdona sus pecados, aparta de ellos los castigos que merecian , dales su gracia y caridad, levanlalosala dignidad de hijos de Dios, oye sus oraciones, y Ilénalos de grandes dones; porque Dios resiste 4 los soberbios, y da su gracia 4 los hu- mildes, (Jacob. iv, 6). El rey Acab (III Reg. xxi, 29), porque se hamillé delante de Dios, se libro del castigo que le habia amenaza-~ do. El Publicano qued6 justificado por su humildad (Luc. xvur, 14), siendo reprobado el Fariseo por su soherbia. 2. De la misma ‘manera los justos humillandose, son ensalzados de Dios en la misma justicia, aamentandoles la santidad,, los dones de gracia, y la honra y gloria que merecen por ella. Y por eslo dice el Sabio (Eccli. xx, 20): Cuanto fueres mayor, tanto mas humillate, y hallaras gracia delante de Dios, como la hallé la Vir- 8en nuestra Seiiora, y fue ensalzada 4 ser Madre de Dios (Luc. 1, . DE LA QULA. 189 v. 80); y el mismo Hijo de Dios se hizo hombre por destruir la sober- bia, y dar ejemplo de humildad; y porque se humillé mas que to- dos los hombres ( Philip. u, 8), fue ensalzado sobre todos los cielos. Por tanto, alma mia, huye de la soberbia, siquiera por buir tuda- fio, y abraza la humildad , siquiera por tu provecho. Porque ley ge- neral es, de la cual no seras exceptuada, que quien se ensoberbece sera bumillado, y quien se humillare sera ensalzado. Cumple lo que es tuyo, humillandote por tus pecados, y Dios hard lo que es suyo, ensalzandote con sus dones. 3. Ultimamente, examinaré qué grado de soberbia predomina en mi corazon, y qué vicio de los arriba dichos le tiene rendido, y luego procuraré varonil mente mortificarle , ejercitando actos contra- rios , quitando las ocasiones de tropezar, y aplicando el examen par- ticular que pondrémos despues, comenzando por la mortificacion y humillacion en las cosas exteriores, que es mas facil; porque, como dice el glorioso san Bernardo (Serm. 2 in Quad.): Whit faciltus est volenti, quam humiliare semetipsum : Ninguna cosa hay mas facil al que quiere, que humillarse 4 si mismo: porque si quiero engrande- cerme, muchos me contradiran; pero si quiero humillarme, no ha~ bré quien me contradiga, y humillandome vendré 4 ser humilde, porque la humillacion es dnico medio para alejarme de la soberbia { Bern. Epist. 87) y alcanzar la virtud de la bumildad. MEDITACION XIX. SOBRE BL YICIO DE LA GULA ¥ VIBTUD DE LA TEMPLANZA. Ponto paiweno,—1. La gula es un apetito desordenado de co- mer y beber (D. Thom. 2, 2, g. 148) : pécase en ello de cinco mane- ras.-Lo primero, comiendo manjares prohibidos por ta Iglesia, 6 quebrantando sus ayunos, 6 los que estoy obligado 4 guardar por voto especial, 6 por obligacion del estado (D. Greg. lib. XXX Moral. c. 16) regular.-Lo segundo, tomando el manjar 6 bebida en dema- siada cantidad 6 con grave daiio de la salud corporal, 6 de la espi- ritual, que se impide por esto; 6 bebiendo hasta perder 6 turbar el juicio.- Lo tercero, procurando manjares y bebidas de tal calidad, que sean muy regalados y preciosos , mas de lo que pide mi perso- na y estado, por solo regalo y sensualidad.-Lo cuarto, comiendo mas yeces de lo que conviene, fuera de tiempo y en ocasion que pue- de hacerme daiio, 6 en lugar no conveniente, 6 contra la probibicion 160 PARTE J. MEDITACION XIX. . 6 regla de mi religion. - Lo quinto, comiendo con demasiado afecto, saboreéndome en lo que como por solo deleile, y con modo inmo- desto y apresurado, samido todo en lo que estoy haciendo con pen- samientos y palabras de sensualidad. 2. Por estos cinco actos he de examinarme y acusarme delante de Dios, llorando mis caidas y diciendo: ; Ay de mi! que casi siempre Peco, cuando como y bebo, sirviendo mas 4 mi sensualidad que 4 mi necesidad , y buscando mas el deleite de mi carne que la con- servacion de mi vida; y cuando pago la deuda al cuerpo, pago tri- bulo de culpa al demonio. Compadécete , Dios mio, de mi flaqueza, .Y socérreme con tu gracia, para que no me arrastre la gula. Con este senlimiento he de hacer grandes propésitos de mortificar este vicio, guardando las reglas de la templanza en las cinco cosas dichas (D. Basil, Lib. de vera virginit.; D. Bern. Serm. 30 in Cant. Ad Fr. de Monte Dei); es 4 saber, en el precepto, cantidad, calidad, tiempo y modo, procurando tomar de la comida y bebida Ja canti- dad bastante, huyendo de dos extremos, que ni sea tanta que me cargue, ni tan poca que no me sustente. Y en la calidad, conten- tandome con manjares ordinarios, antes groseros que delicados, hu- yendo cualquier singularidad , si no es en caso de manifiesta nece- sidad ; pero en e} modo he de procurar lo que dice el Espirita San- to, no dejarme arrastrar del apelito (Hccli. xxx1, 20): de modo, que comiendo el cuerpo, sea‘el esp{ritu comido y absorto del man- jar; sino con sefiorio de corazon daré alguna comida al espirilu, que modere lacodicia de la carne. Para moverme 4 todo esto , ayudaran las consideraciones de los puntos siguientes. Punto seconpo.—1. Lo segundo, se ha de considerar los casti- 803 de este vicio, redaciéndolos 4 tres érdenes : unos , que proceden de la misma gula, como malos frutos de mal arbol; otros, que Dios ‘nuestro Seiior ha aiiadido y afiade en esta vida, para descubrir lo que este vicio le desagrada; y otros, que tiene guardados para la otra vida. - Primeramente, la gulaes castigo de si misma, y de con- tado paga con la pena el deleite de su culpa, porque carga el cuer- Po, quita la salud, acorta la vida y apresura la muerte. (Luc. xxi, v. 34). A mas, aflige el espiritu, entorpece el entendimiento, inbabi- lita para la oracion y trato con Dios, hace incapaz de los consuelos espirituales, porque se deja llevar de los carnales, y acobarda el co- Tazon para cosas grandes del divino servicio (Casian. lib. V,c. 13; 20; Collat. v); porque quien se ve rendido 4 este enemigo, que es el mas flaco, pierde el 4nimo de acometer 4 otros mas fuertes. - DE LA GULA. 461 2.. Demas de esto, por la gula ha hecho Dios terribles castigos. Por comer de una manzana contra ( Genes, ut, 6) el divino precepto Adan y Eva perdieron el estado de Ja inocencia y fueron echados -del paraiso. Los israelitas , que desearon desordenadamente comer carnes en el desierto, cuando tenian, como dice David (Psalm, xxxvu1, v. 30), el bocado en la boca, vino la ira de Dios sobre ellos, y el la- gar de su hartura (Num. x1, 34) se llamo sepnitura de su gula. Y otra vez eslos mismos se pusieron 4 comer y beber ( £zod. xxxn, 6), y de alli se levantaron 4 idolatrar , permiliendo la divina justicia que los que lomaron por Dios 4 su vientre , adorasen un becerro, por lo cual fueron pasados 4 cuchillo veinte y tres mil de ellos. ¥ lo que mas admira, un santo profeta , porque comié en el lugar que Dios le habia prohibido, fue muerto de un leon (IKI Reg. xin, 24), - sin que valiese para excusarle, ni los milagros que habia hecho, ni la obediencia que primero habia tenido , ni la necesidad que pade- cia, ni haber sido engajiado por olro que parecia de su misma pro- fesion. 3. Finalmente, en la otra vida padecerdn los glotones particu- lar tormento en la lengua (J. Basil. Serm. de abdicatione reram ; Lue. xvi); como el rico avariento, que comia espléndidamente, vi- no 4 padecer tanta sed en el inferno , que pidid ser refrigerado de Lazaro con la punta del dedo mojado en agua, y no se le concedid, Y asi todos padecern alli hambre canina, sed rabiosa, bascas y amarguras de hieles eternas , conforme 4 la senlencia (Apoc. xvul, v. 7) dada contra Babilonia: Cuanto tavo de regalo, laplo reciba de tormento y lloro. Pues , alma mia, {qué haces? cémo no lloras tus glotonerias? cémo no te enmiendas de ellas? Mira que la hartura y embriaguez temporal sera castigada con hambre y sed eterna. Y si vendes como Esau (Genes. xxv, 33; Hebr. x11, 16), por un vil man- jar el mayorazgo del cielo, quiza no tendrds lugar de recobrarlo. Mira los que han sido casligados por este vicio , y escarmienta en cabeza ajena, antes que la pena venga por la propia. .- Ponto terceno.= De la templanza y ayuno.— 1, Lo tercero, he de considerar los grandes bienes y premios que recibiré de Dios si mor- tifico la gula, y abrazo perfeclamente la templanza y el ayuno, re~ duciéndolos 4 otros tres drdenes, contrapuestos 4 los tres castigos de la gula: unos son propiedades suyas , como buenos frutos de buen Arbol ; otros afiade Nuestro Sefior para mostrar 10 mucho que esta virtud le agrada ; otros son premios del cielo con que la galardona. - Porque primeramente la abstinencia premia de conlado la pena que 41 TOMO I. ‘tee PARTE 1, MEDITATION XX, trae & los principios, porque alivia el cuerpo, preserva de enferme- - sdades, conserva Ia salud , alarga ka vida, recrea el alma, habilltala ‘para la oracion, y para recibir los consuelos del cielo, quila las ar- mas 4 su enemigo, que es la carne, y sujétala al espiritu, paraque ose acometer empresas gloriosas del divine servicio. 2. Demasde esto, como Dios es tan liberal y compasivo, no-conm- siente que vivamos sin algun deleile; y (Bern. ad Fratr. de Monte Dei) asi A los que se quitan los manjares del cuerpo recrea con log del alma , y por los consuelos sensuales les da los espirituales. De modo, que no pierdan el consuelo, sino le mejoren, traspasdadole de Ja carne al espirita. A estos comunica ilustraciones celestiales ,co- mo 4 Daniel, y les da esclarecidas victorias , como 4 sus tres com- paiieros contra Nabucodonosor, y los levanta 4 muy alta contem- placion , como & Moisés y Elias, dandoles parte de su gloriosa Transfiguracion (Mafth. xvit, 8), en premio de su ayuno y mortifi- cacion. . 3. Finalmente, los premia Dios en el cielo con una especial har- tura, senlandolos con Cristo 4 su mesa , para que coman y beban en su-reino de los manjares que come el mismo Dios. Por lanto, al- ma mia , si deseas llegar 4 grande santidad en Ja tierra, y elcangar grandes premios en el cielo, comienza por la templanza y ayano, por el cual Dios reprime los vicios, levanta el ( Eeclesia in preefat. Quadr.; Galat. v, 24) espirito , concede virtudes , y corona con premios. 0 dulce Jesus, pues todos los que son de tu bando han de crucificar la carne con sus vicios y codicias, concédeme que mortifique la mia, como tu mortificaste la tuya. Por la sed que padeciste en la cruz, y por lahiel y vinagre que te dieron en ella, te suplico me dés una templanza tan perfecla , que comiendo y bebiendo satisfaga mi ne- cesidad sin servir al deleite ; y un ayuno tan estrecho , que aplaque tu ira, como (Jone, 1m, 7) Jos ninivilas ; satisfaga por mis peca- dos , espante & los demonios , alegre 4 los Angeles, y me haga par- ticipante de tus dones por todos los siglos de los siglos. Amen. MEDITACION XX. SOBRE EL VIC1O DE LA LUJURIA, Y VIRTUD DE LA CASTIDAD. Ponto PRIMERO. — Lujuria es un apetito desordenado de deleites sensuales (D. Thom. 2, 8, quast. 158) contra el érden que Dios ha puesto en ellos. : : TAA Wve, © es “TL. En este vicio se peca lo primero, por pensamiento, consin— “tiendo epn la vofantad-eo hacer ‘este pecado, 6 saboredndose en pedi- “ yar-cosas deshonestes, con delectacion que Ilaman morosa, detenién- dose voluntatiamente en este deleite, 6 siendo tibio en resistirle 6 en quitar la ocasion de donde nace. - Lo segundo, se peca por la pa ‘labra, diciendo cosas Teas : por el oido, gustando de oirlas, 6 de oir misicas y cantares deshonestos: por la vista, mirando cosas que “ provocan & deshonestidad, 6 viendo semejantes representaciones, & «leyendo libros que tratan de estas cosas : por el olfato y gusto, olien- ‘do 6 comiendo y bebiendo cosas que‘provocan 4 lujuria , teniendo en todo esto por fin él deleite sensual. 2. Lo tercero se peca por la obra, consumada de muchas ma- heras : si & sus solas, es polucion ; si con soltera , es fornicacion ; si con casada , adullerio ; si con virgen, estapro ; si con parienta, in- ‘cesto ; si con religiosa 6 contfa voto de custidad, es sacrilegio ; si con persona de su mismo sexo, es sodomia; si con bestia , bestialidad ; Jos tocamientos consigo 6 con otros, por el mismo fin del deleite, se reducen al pecado de la obra. En este puttto no se ha de hacer en Ja oracion mucha pausa, desmenuzando \as particulates circunstan- cias de estos pecados, porque no sean ocasion de nuevas tentaciones ; y as{ mas se ha de Horar que pensar en ellos, diciendo: | Ay ce mit qué vida es tan bestial y hedionda, que tengo vergtenza de mirar- Ja y temor de revolverla, porque no me inficione de nuevo con su mal olor. Mirala, Dios mio, con ojos de misericordia , para que de jos mios salgan factites de lagrimas con que me parifique de lantas {nmundicias. Ponto secunpo. —1. Lo segundo, consideraré otros tres génetes de castigos que corresponden 4 la lujoria, como-dijimes de la guia ; y muy mayores , por ser mayor pecado. - El primer castigo, es in— ‘numerables miserias que trae cotisigo este viclo, pertitiende Noes- tro Sefior que el angel de Satanas (II Cor. xn, 7), que conel agai- jon de la carne derriba 4 tos lujuriosos, les dé tambien crueles by- fetadas atormentando sus cuerpos con mil zozobras y enfermedades " . penosas, asquerosas y vergonzosds , con infamias y con otros mnif ter- _ Mentos, hasta consomir la hacienda, satud , contento y vida. ¥ co— to san Pablo (1 Cor. v, 3) entregé uti cristiano incestuess 4 Sata- nas, para que corporalmente le atormentase ; asi quien se entrega & este vicio entrega su cuerpo y esptrita 4 este croel verdego, que, autique comienza (Prov, xx1i, 31) con deleite, #1 fin tauerde como culebra, y detrama sa ponzofia como hasilisco, . 4i* 164 PARTE I, MEDITACION XX. 9. Demés de esto, ha hecho Dios terribles castigos para mos~ trar la ojeriza que tiene con este vicio, Por el cual principalmente . Vino el diluvio que anegé al mundo, y el fuego que abrasé 4 Sodo- Ma y la grande matanza que hizo Moisés en sus israelitas (Num. xxv, v.9), pasando en un dia veinte y cuatro mil 4 cuchillo: y como Finees con gran celo matase publicamente 4 un publico fornicario, gusté tanto Dios de este castigo, que cesé luego Ja matanza. Por el peca- do de la polucion maté Dios 4 un (Genes. xxxvit, 9) nielo del pa- triarca Jacob , y los hijos del sacerdote Heli, por sus carnalidades, murieron desastradamente. (1 Reg. u, 34; 1v, 11). Sabido es cudn caro le costé 4 Sanson pecar con Dalila; y 4 David el adulterio con Betsabé ; y 4 Salomon haberse aficionado con demasia 4 mujeres ex- tranjeras. Pues si tales varones fueron vencidos de la lujuria, y pa- saren por su causa tan terrible pena, ycémo ti no huyes de ella? 2 Por ventura eres mas fuerte que Sanson, 6 mas sabio que Salomon, 6 was santo que David (D. Hieron. in Reg. Monac. de castit. ), 6 mas privilegiado que ellos para no caer como cayeron, ni ser casti- gado como ellos lo fueron? 3. Pero en el infierno padeceran los lujuriosos tormentos exce- sivos , abrasando el fuego infernal con especial tormento las partes del cuerpo que fueron instrumento del pecado. Lajmaginacion, que se saboreaba en pensar estas carnalidades , padecer4 representacio- nes horrendas, y los cinco sentidos, que fueron cinco fuentes del de- . leite , serdn cinco balsas de increible tormento. Finalmente, de piés 4 cabeza estaran sumidos en el estanque de fuego y piedra azufre porque vivieron rendidos 4 los olores y blanduras de su carne. 6 alma mia, considera bien las Hamas del fuego infernal, para que - huyas las llamas del fuego carnal. Como un clavo echa 4 otro, asf el temor del un fuego echara de ti ef amor del otro. De aqui he de * sacar an propésito lan firme.de huir este vicio , que no se vence si no es huyendo, que huya tambien de tomar en la boca su nombre, conforme 4 lo que san Pablo dijo 4 los efesios hablando de la inman- dicia y fornicacion : Nec nominetur in vobis, Ni aan se nombre entre Vosotros, porque su nombre no traiga 4 vuestra memoria la cosa que significa. Y porque hay dos modos de vencer este vicio: uno con- tentandose con los deleites licitos de! matrimonio ; otro, mucho mas perfecto, absteniéndose tambien de ellos; de estesegundo modo sera principalmente el panto que se sigue. Punto rercrno. —1. Lo tercero, se ha de considerar seis actos que abraza la perfecla mortificacion de la Jujuria, y Ja soberana vir- DE LA LUJURIA. 185 tad de la castidad, cuando ha Ilegado 4 tener su debida perfeccion; y otros seis favores y premios muy gloriosos que Dios concede por ellos. Por razon de los cuales la (Ez. D. Bonav. in Dieta salatis, tit. 4, c. 4) castidad es comparada en la Escritura al lirio 6 azuce- na , que tiene seis hojas muy blancas y blandas, y dentro de ellas seis varicas con sus pezoncicos dorados y encendidos como fuego, significando por las hojas estos seis actos 6 grados de pureza, y por las varicas los seis favores, todos fundados en oro y fuego de cari- dad, con los cuales esta virtud se bace muy amable, y la mortifica- cion muy suave, y con este fin se ban de ir ponderando. —Actos de perfecta castidad.— El primer acto de castidad es, tener pureza en la vista y oido, cerrando las puertas de estos sentidos para que no entre por ellos cosa que despierte algun ma! pensamiento 6 fea imaginacion. De suerte, que mi vista sea (Job, xxx1, 1) casta y casto el oido , castificando estos sentidos , para que ellos guardeh la castidad, - E] segundo acto es , pureza en el uso de las cosas delei- tables al sentido del olfato, gusto y tacto, aparlandome con gran ri- gor de todas las cosas dulces y blandas que dafian 4 la castidad (D. Basil. Lib. de vera virginit.; I Petr. ur, 2), haciendo que sea casta la comida y bebida, casto el vestido y la cama, y castos todos los tocamientos , huyendo como del fuego los que no son tales. 2. El tercero es, pareza en las palabras, platicas y conversacio- nes ;“en las risas, semblantes y meneos del cuerpo; y en los trajes y adornos exteriores , castificando todo esto de modo, que en todo resplandezca honestidad y decencia cristiana , cercenando cuanto desdijere de ella. - Et cuarto acto es, pureza en las amistades , y en el trato familiar y amoroso con criaturas , buyendo con sumo cuida- do cualquier familiaridad demasiada con persona ocasionada 4 tiz- nar la castidad, no dando ni recibiendo donecillos que sean lazos 6 tropiezos para faltar en ella.-El quinto acto es, pareza en apartar- se de todas las ocasiones asi exteriores como interiores , que provo- can 4 cualquier cosa que deslustre 6 desmorone la castidad. Y asf el perfectamente casto huye de la secreta soberbia (D. Greg. Lib. XI Moral. ¢. 8), por la cual deja Dios caer en manifiesta lujaria, Huye de Ja ira , porque enciende Ja sangre y altera la carne. Huye de la ociosidad, porque abre ta puerta 4 la carnalidad. Y finalmente huye de lugares y personas con cuya compaiifa puede peligrar la limpieza (Eccli. m1, 27); porque quien ama el peligro perecera en él. 3. El sexto y supremo grado de castidad es, pureza en todos los 18 PARTE 1.. MWATACGION XX. pPensasaieatos.del corazon y en los movimientos y alteracionaa de 1a, caree, teviéndola.sujela y readida.4 la razon, no solamente en vigi-- lia, sino tamhien-cuaalo es de nuestra parle en los. mismos.sueiios,, preaurando no dar ocasion para que el demonio nos. burle en ellog cen: feas representaciones 6 alleraciones. Estas san las seis hojas, blanquisimas da esta celestial azucena (Cant.11, 3; Casian, xu,.c. 11),. awaque Race entre las eapinas de muchas tenlaciones.y lribulacia~ les que padeee el continente, primera que llegue 4 ser tan perfecta~ mente casto (D. Thom. 2, 2, q. 135); pero si confio en la divina: omnipotencia y misericordia, podré alcanzarla. Para lo cual ayudara. la profunda considaracion de: los seis favores y pramios que nego | dirdmog, om Favoresy premios de la perfecta. castidad.— 1. Kl.primer favor que Dios nuestro Sefior me hard, si cen dnima generoso me resuel~ va-&pelear contra los brio de la carne, y abrazar la perfecta caali~. dad, es enviar Angeles que asistan conmiga y me ayuden en esta guerra para que salga con la victoria; porque cuanto, uno es mag. pura, tanto, dice-sam Ambrosio (Lib. I de virginib. ad sorar. Quo Sagclior quisque, eo mynitior), esl mas guardado.y rodeado da Ane geles., los cuales.gustan de eonversar con las virgenes y castas, par la semejanza que tienes con ellos; y como estando los tres mance-. bos castos en el horno de fuego de Babilonia (Dan. ut, 49), hajd: un Avgel.con ellos, que aparté la Hama, y cop un viento huimedo refresed el horno ; ash & los que estan metidas en al horne de las ten-. tasiones sensuales , con. propésito de ne consenlir ep. ellas, acuden. los Angelea-con-su favor, para que estas llamas no les abrasen,.ni les. ‘toquen en la parle superior del alma, y con un viento y rocia del cie~ . To apagan el ardor de la carne, prevooandoles. 4 glorificar & Dies. por la vieloria.que les ha dado contra ella. ¥. asi , cuando we viere: apretado con estas tentaciones , he da Hamarlos diciéndales: 0 An~ geles glariasos, guardas de las. virgenes , protectorea de los-castos,, amigos y cempaiieros de los howhres puros,.venid 4 favorecerme para-que al rego que me cerea no meabrase. Ksparcid la llama que- arde dentro de mi carne , para que no togue ni date al espinitu, y negociadme. el vieato det divina Espiritu para que refcesque-los.az~ dores de mi carne. . 2, El segundo favor es, asistir el mismo Dios con. particulas. prateccion 4 la guarda. de los.castos , los cuales com su pureza D9; solamente se haces semejantes 4 los Angeles , sino al- mismo Safir: do los Angeles, fuente. da loda puseza (D. Rasih, in lib. De vera vir- DE EA LUIGRLA.. . 1a -ginit.), el cual gustade tratar familiarmente con los castos y adini- tirlos & em amistad. 0. Dios eterno, que.te apacientas entre los kirios (Cané..», 16) y azacenas ; porque ta pasto. y guslo es conversa con las almas castas , castifica la mia, para que te dignes de marar Y conversar con ella. De estos-dos favoreshe de sacar un medio efi- cacisima paya vencer las tentaciones cuando me cogen de repente y: 4 solas, levantando luego los ojos del almaal Angel que esta presen- te; y mucho. mas 4 la presencia del mismo Dios, avergonnandome de hacer delante-de eHos lo-que no haria delante de los hombres; y con. esta consideracion responderé 4 la tentacion lo que dijo Ja casta Sa=- sana:4 les deshonestos viejos que la solicitaban (Dar. xur, 22) : mag. quiero morir, que pecar en la presencia de mi Dios. 3. El tercer favor es, por las bodas carnales, que renuncio, ad~ mitirme & las espirituales ( Oses, u, 20), desposandose espirilual- mente con mi alma con desposorio de fe, misericerdia y caridad, y comunic4ndome deleites: tan soberanos:del espirilu , que olvide loa de la carne, cumpliendo la palabra que de esto did, diciendo : Que: quien dejase por su amor la mujer, renunciando la facultad que te~ nia para casarse, le daria ciento tanto en esta: vida ( Matth. x1x, 20); esto es , un deleite tan grande, que exceda cien veces’al que luvie- ra siendo casado ; porque la dulzura de la castidad es (Casian. Collat. > xur, ¢. 12-13) tan excelente , que no es posible conocerla , si na es probdndola. © Esposo de las almas castas, concédeme tal virtud por Ja cual la mia pueda ser esposa tuya. O alma mia , pues tan-amiga- eres de deleites, renuncia liberalmente los viles deleites de la carne,. para que puedas gozar los dulefsimos deleites det espiritu. 4. El cuarto favor es, por los hijos carpales, que pudiera tener, darme abundancia de hijos espirituales , incomparablemente mejo~ Tes, llenandome de buenas obras, de ricos merecimientos y de mu~ chas almas ganadas para Cristo, por mi ejemplo y palabra, de las. cuales sea padre y madre en el espiritu, cumpliendo Jo que prome~ tid por su Profeta, cuando dijo : No diga el que por mi amor se ha. hecho casto (Isai. nvr, 3), soy Arbol seco y sin fruto, porque yo le: daré en mi casa, y dentro de los maros de mi Iglesia un lugar y on nombre muy mas excelente que los que tienen hijos, uo nombre sempiterno que nunca perecera. ; Ob dichoso el casto 4 quien Dios coucede la soberana dignidad de hijo y de padre ; bijo, par Ix sin- galar gracia de adopcion ; y padre en el espiritu , por los eopiosos frutes de bendicion ! 5.. El quinto favor abraza muchas gracias y privilegios muy sin- ~168 PARTE 1. MEDITACION XXI. gulares que les concede en testimonio de lo mucho que ama la cas- tidad ; porque como los castos se levantan sobre las leyes ordinarias de la nataraleza, viviendo en carne como si no tuvieran carne; asi quiere Dios algunas veces Jevantarlos sobre las leyes ordinarias de la gracia, honrando su castidad. La Virgen nuestra Sefiora, por el voto raro que hizo de virginidad , fue levantada 4 la dignidad de Madre del mismo Dios. El evangelista san Juan por su pureza fue may querido de Cristo nuestro Seiior, de quien recibié extraordi- narios favores en Ja cena y en Ja cruz y grandes revelaciones ; en las cuales tambien por esta causa fueron muy esclarecidos Elias, Eli- seo, Daniel y otros hijos de profetas: y el fuego de Babilonia no tocé 4 los tres mancebos, porque habian vencido el fuego de la lu- jaria. 6. El ultimo favor es aquel singular privilegio de seguir en la : gloria al Cordero donde quiera que fuere (Apoc. xiv, 4; Aug. De vera virginit. c. 27); porque quien le imita en esta vida , abrazan- do su virginidad y pureza, le imitara tambien en la otra, partici- pando de su excelentisima gloria, unido con particular gozo 4 su dulce compaiifa. 0 Cordero purisimo, concédeme que siga tu pure- za en el cuerpo y en el espirilu, para que en saliendo de esta estre- cha carcel del mundo , me dilgte y. alegre contigo por tu espacioso. - cielo. Amen. - Con la consideracion de estos seis favores me tengo de armar para resistir 4 los combates que me sucedieren contra la cas- tidad , diciendo lo que dijo el casto José 4 la mujer que le solicita- ba: Habiéndome Dios hecho tantos beneficios, y pronfetiéndome, si soy casto, tales favores (Genes. xxxix, 9): Quomodo possum hoc malum facere, et peccare in Deum meum? ,Cémo puedo yo hacer este mal y pecar contra mi Dios? O Seiior del cielo y de la tierra , an- tes quiero dejar no solamente la capa, como José, sino la honra, hacienda y vida, que ofenderle ; porque 4 José, por su castidad y lealdad, le hiciste virey de Egipto; pero 4 mi, por la mia, me hards Tey en tu cielo. MEDITACION XXI. DE LA AVARICIA. Ponto rrimzno. — 1. Avaricia es una codicia desordenada de las riquezas y bienes temporales: pécase en ella de muchas mane- ras. -Lo primero, deseando tomar Jo ajeno contra el décimo man- damiento de la Jey de Dios, 6 tomandolo por la obra, 6 reteniéndolo DE LA AVARICIA. 169 contra el séptimo de no hurtar. -Lo segundo, usando mal de lo pro- pio con escasez, y no repartiéndolo cuando obliga la ley de la jus- ticia 6 de la caridad y misericordia con los necesilados, teniendo en- traiias duras con ellos. - Lo tercero, buscando estos bienes con de- masiadas ansias, poniendo todo el corazon en ellos, atropellando por esta causa los mandamientos de Dios y de su Iglesia y las obliga- ciones del estado, De donde nacen muchas culpas que son hijas de la avaricia ; es 4 saber, mentiras, fraudes, perjurios, violencias, ti- ranfas, crueldades, pleitos, discordias y otras innumerables. Por lo cual dijo el Apéstol (I Tim. vi, 10), que la codicia es raiz de todos los males. 2. Lo cuarto, se peca haciendo contra el voto de la pobreza quien le tiene , usurpando para sf, sin licencia del superior , lo que otros le dan, 6 enajenando lo que le han dado, 6 escondiéndolo; usan- do de lo que tienen en uso prohibido, 6 con modo propietario ; esto es, con aficion tan desordenada como si fuera propia, entristecién- dose y quejandose de que se Jo quiten, aunque sea por justo tflalo. - Lo quinlo, se peca haciendo las obras buenas, principalmente por interés temporal , 6 por el solo dejar tas obligatorias , atropellando las reglas de su estado y oficio. - Hecho este ex4men, miraré si ten- go alguna cosa que sea fdolo 4 quien adore mi avaricia ; pues, co- mo dice san Pablo ( Ephes. v, 3), la avaricia es servidumbre y ado- racion de los fdolos. Y si hallare en mi poder tal cosa , 6 en mi co- razon tal aficion y deseo de ella, confesaré mis culpas delante de Dios nuestro Sefior, con grande vergienza de haber codiciado cosa contra él, proponiendo arrancar la aficion ; y si puedo, tambien des- apropiarme de lo que es causa de ella. Para Jo cual me ayudaran las consideraciones siguientes. Ponto seconpo. — 1. Lo segundo, se ha de considerar los daiios y castigos de la avaricia, reduciéndolos los tres géneros que se han dicho. - Lo primero, ponderaré como la avaricia, segnn dice san Pa- blo (I Tim. vi, 9-10), es rafz de dos suerles de males en que se su- man todos los de esta vida; conviene 4 saber, culpas y penas , peca- dosy dolores; los cuales se juntan para castigar 4 !a madre que los engendra y sustenta ; y asf ella es verdugo de s{ misma, poniendo al codicioso en grandes congojas y allicciones, por ganar 6 por conser- var sus riquezas, con una miserable servidumbre y esclavonia de ellas. Es tambien lazo de Satands con que le arrastra por espinas y abrojos de tentaciones, nieblas en la fe , remordimientos de concien- cia y de cuidados que le punzan, y al fin le ahorca como 4 Judas en~ m PARTE I. MEDITACION. XXI. \re cielo y tierra; porque ni le deja gozar los bienes de Ja tierra.ni, que alcance los del cielo. 9. A estos castigos aiiade Dios otros algunas veces, para. mos-: trarel horror que tiene 4 este vicio y 4 los que pecan por alguna de: las cinca maneras dichas, De cada. una pondré un ejemplo. Acan (Josue, vi, 25), porque tomé ciertas cosas de Jericé contra el pre-- cepto de Josué; fue por mandado de Dios apedreado, y toda. su ha- cienda abrasada. Nabal, vencido de su codicia, neg6 & David la limosna que Je pedia (I Beg. xxv, 10); y porque tuvo-entraiias da- ras con el necesilado, murié endureciéndosele e! corazon como pie-: dra. Jezabe) (III Reg. xx1, $), con deseo desordenado de haber la, vitia de Nabot, le bizo matar para tomarsela, y.ella fue arrojada de Una ventana y comida.de perros, Ananias y Safira (Act. v, 5; Aug. Serm. 27 de verbis Apost.; Vide Belarm. tom.-I, lib. Il de Monach. ¢. XX), porque babiendo hecho voto de pobreza , se quedaron can: la parte del precio en que babiaw vendido su heredad, murieron desastradamente. Giezi, vencido de codicia, pidid dineros 4 Naaman. (IV Beg. v, 20) por la salud que Eliseo profeta le babia dado, y: qued6 leproso por ello. Finalmente Judas (Joan, xu, 6), arrastrado. de su avaricia, dié entrada 4 Salands,; y no conlento con burtar lo que daban 4 sa Maestro, le vendié, y se ahorcd. O alma mia, ycémo. no temeras vicie tan feroz que acomete y derrika reyes y plebeyos, ricos y pobres, seglares y religiosos , criados de profelas y primiti-- vos cristianos y 4 anode los doce Apéstoles ? 3. Sobreestos.castigos quedan los.eternos en el infierno, 4 danr- de los avarientes padecerdn gravisimo dolor con la-aprension de sn. terrible necesidad , viendo que Jes falta. todo cuanto desed su codi- cia; y cuanto aca fueron mas ricos y codiciosos , tanto all& estaran maas lastimados; como el rico avariento , cuya abundancia pard en horrenda miseria. O Dios omnipotente , rico en hacer misericordias, librame de esta codicia, de la cual nacea tantas miserias ; mas quie- rosin ella padecer necesidades, temporales , que por ella caer en las. elernas. Ponto rxncero. - De la pobreza de. espiritu y liberalidad.— 1. Lo tercero , se ha de considerar los grandes bienes que estan encerra- dos es la perfecta mortificacion dela avaricia. --¥ porque hay dos modos de mortificarla, uno quedandome con el dominio de mis co- sas y mortificando solamente Ja aficion desordenada 4 ellas, en que consiste el primer grado de la pobreza de espfritu, con la cual anda la virind.de Ja.liberalidad quareparte.de sus. bienes cadndo y como DE.LA AVARICIA, Yh cenviene , y la virtud de la misericordia. que con ellos remedia. las, necesidades de los pobres; otro modo es dejando todas las cosas que tenga y podria tener, para desarraigar mas las aliciones.de ellas, em qne consiste la. pobreza voluntaria de la religion. Ambos mados.en+ cierran grandes bienes , porque generalmente 4 todos los pabres da espirita prometia Cristo nuestro Seiior ( Maitk. v, 3) el reino de log cielog, as{ el reino de la otra vida como el que se goza en esta (Rom. xiv, £7), que es justicia, paz y gozo en el Espiritu Santo. De syer- ta que si mortifico y venzo !a codicia, gozaré tres grandes bienes : justicia, con abundancia de buenas obras ; paz sin ruido de turba- ciones ; y ozo espiritual libre de tristezas y congojas , porque ha= bré quitado la raz da todos los males que impide estos bienes. %. Demas de esto, si vencida la codicia fuere liberal con Dias en, dar por su amor de lo que tuviere , Dios serd. liberalfsimo conmigo en darme de sus hienes , asi de los temmporales que me convinieren, como de los espirituales en esta vida y en la otra, Porque él dijo. (Lue. v1, 38): Dad, y os daran; medida huena., Ilena y apretada y. colmada, hasta que sobre yse vierla, pondran eu vuestro seno, don- de eslaré may segura y muy amada. Y¥ dice dabunt, dardn, para sig- nificar que nuestras dadivas son causa de que Dios nos dé esta me- dida , con las cuatro condiciones que puede tener cuando es muy copiosa. Y afiade que con la medida que midiéremos nos mediran, porque creciendo nuestra Jiberalidad con los préjimos, crecera la li- beralidad de Dios con nosatros : a] modo que quien siembra, mucho cage mucho. Por tanto, alma mia, s¢ liberal con Dias y con otros por su.amor : y Dios par si y por otros sera liberal contiga ; porque el. alma que bendice, sera hendecida; la que da, sera enriquecida; y la. que eubriaga ( Prov. x1, 28), sera embriagada , recibiendo mucho. porque da mucho. 3.. De aqui subiré 4 ponderar los grandes bienes. que recibiré, si abrazo el seguado modo de mortificar la cadicia, dejando todas, las cosas por Crista y dandolas 4 Jos pobres; parque como esta es. muoka mayor liberalidad.con Dios, asi Dios sera mucho. mas liberal conmigo, cumpliendo la promesa que hizo de darnos en esta vida ( Maith. x, 29) cien doblada de lo que le damos y despyes la vida. elarna, con un especial premio. de darnos el dia del juicio tronos de grande gloria ,. pata juzgar las tribus de Israel y las naciones del towndo, ;Oh dichosa pobreza que es premiada con tanta riqueza! job bjenaventurada liberalidad cuyo galardon es medida tan copiosa.! job si moxtificase el amar de las riquezas terrenas para alcanzar las. 172 PABTE I. MEDITACION XXII. divinas, poseyendo en Dios todas las cosas! 0 dulcisimo Jests , que veniste del cielo 4 la tierra 4 darnos ejemplo de pobreza, para que Por ella subiésemos de la tierra al cielo , y escogiste morir desnudo en una cruz, saliendo del mundo sin tener cosa del mundo , dame aborrecimiento de las riquezas temporales para que te sirva con per- feccion y alcance las eternas. Amen. — De estas consideraciones he de sacar un propésito muy firme de mortificar la codicia en todas las cosas que se dijeron en el primer punto, guardando algun modo de pobreza conforme 4 mi estado. Lo primero, viviendo contento con. lo que tuviere aunque sea poco, sin codiciar Jo ajeno ni lo demasia- do, Lo segundo, en usar bien de ello , siendo liberal con los necesi- tados. Lo tercero, en quitar el demasiado amor de ello poseyéndolo como si no lo poseyese. (I Cor. vit, 31). Locuarto, en gustar de pa- decer 4 tiempos falta de alguna cosa, por imitar en algo la pobreza de mi Redentor, procurando finalmente servirle, no porque me dé bienes temporales , sino porque es digno de ser servido , con espe- tanza de que me dard los elernos. Amen. MEDITACION XXII. DE LA IRA & IMPACIENCIA. Ponto paimzno. ~1, Ira es un apelito desordenado de vengar sus injurias (D. Thom. 2, 2, 9.188; 1, 2, g. 48) 6un encendimiento desconcertado del corazon, por Jas cosas que suceden contra nuestro gusto, de donde proceden tres suertes de pecados. - Unos de pensa- miento, como son odios del préjimo , propésilos de vengarse de él, deseos de que le suceda algun mal , gozo de que le haya sucedido, tristeza de su bien y saborearse con deleite en las venganzas. -Otros pecados son de lengua, es 4 saber, palabras vengativas ¢ injuriosas en presencia 6 murmuraciones en ausencia ; maldiciones , palabras allas y desentonadas con muestras de célera: contiendas y porflas en las disputas por salir con la suya, y otras semejantes. - Otros pe- cados son de obra contra el quinto mandamiento, como es matar, herir 6 maltratar al préjimo contra razon y justicia, y hacer algo por solo yengar su injuria 6 pedir esta venganza 4 los jueces, no por amor de la justicia sino por rencor y odio$ no perdonar al injuria- dor que me pide perdon , dando exteriores muestras de enemistad contra él. A mas las discordias, pleitos, rencillas, cismas , bandos y DE LA IRA # IMPACIENCLA. 173 guerras, nacen de la ira, con otros muchos pecados que acompaiian | & estos, 2. Finalmente, con la ira anda junta Ja impaciencia por los ma- Jes que nossuceden, contra la salud, honra 6 hacienda, entristecién- donos demasiado por el deseo vehemente y desordenado de librar- " nos de ellos. De donde suelen proceder muchos pecados contra Dios ycontra el préjimo, y contra si mismo ; como son quejas de Nuestro Sefior porque le aflige con asomos de blasfemia ; poca conformidad con su voluntad , desconfianzas, tédios de la vida, deseos impacien- tes de Ja muerte; poner las manos en si mismo con rabia; ser mal acondicionado con los otros , 4spero é intratable, dandoles ocasion de indignacion, y teniendo poca paz con tos domésticos basta airarse con las bestias y cosas insensibles, como se airé Jonas (Jone, 1v, 9) contra la biedra que se secé cuando el sol le faligaba. Mirando estos pecados y hallandome culpado delante de Dios en ellos , convertiré la ira (Psalm. 1v, 6) contra mi solo porque pequé, ‘suplicando & Noestro Seiior me ayude para vencerla. 0 Dios infinito, cuya ira es terrible , pero justa , contra los que se airan sin medida , esclarece Jos ojos de mi alma, para que considerando los terribles castigos que nacen de tu santa ira, refrene los malos impetus que nacen de la mia. Ponto seconpo.— 1. Lo segundo, consideraré los dajios y cas- tigos de este vicio, asi los que é1 trae consigo, como los que Dios con Su justicia le afiade en esta vida y en la otra. - Primeramente, la ira destruye la semejanza con Dios , cuyas obras son con gran tranquilidad (D. Greg. Lib. Y Moral. ¢. 30), inquieta la conciencia, tapa la fuente de la divina misericordia, ahoga el espiritau de la de- vocion y los consuelos del Espiritu Santo , el cual mora y descansa en los humildes y quietos de corazon, y huye de los iracundos , en quien mora el espiritn malo; porque la ira furiosa es frenesi del al- ma, locura breve y demonio voluntario, que seapodera del espirita con los visajes que el demonio hace cuando se apodera del cuerpo. - Demis de esto, como Nuestro Seiior es Dios de las venganzas , ejerci- talas con rigurosa justicia contra los que se vengan con ira, ymalan 6 agravian 4 sus projimos. Por lo cual se did sentencia contra los dos primeros iracundos y homicidas que huho en el mundo, Gain y La- mech, y todos sus imitadores, que de Cain se tomase venganza siete veces, y de Lamech, que no escarmenté en Cain (Genes. 1v , 24), setenta veces siete; esto es, venganza muy cumplida que abrace to- dos los géneros de pena que hay en esta vida. 2. Pero sobre todo ponderaré lo que Cristo nuestro Seiior dijo 1” PARTE 1. WEDITACTON XV. “en su Evangelio ‘contra este vicio (Matth.v, 22): Quien se airare contra su hermano, sera culpado eu el juicio : y quien le dijere Ra- ca, seré culpado en-el concilio, y quien le llamare necio , digno es del fuego del infierno. De suerte que en comenzando la ira 4 seiio~ rearse del corazon , se comienza en el tribunal y consejo de la san- {fsima Trinidad 4 tratar de la venganza , creciendo el rigor del cas- tigo como crece la gravedad del pecado. Si la ira queda en el cora- zon, sera condenada 4 menor castigo : si sale fuera dando sefiales de ella con escarnioé meneos exteriores, con Mas consejo sera mas cas~ tigada ; pero si llega 4 decir palabragrave ¢ injariosa, y mucho mas si sube & vengarse por la obra , ya est dada la sentencia de fuego eterno contra ella, con el cual se junta en el infierno e] mismo fue- go de la ira, para ser cruelisimo verdugo del alma ; porque alli lo que mas alormenta es la ira, impaciencia y rabia. Y aunque el! fue- go del purgatorio y del infierno sean el mismo, aquel es llevadero por la paciencia; pero este es insufrible por la ira. (August. in Psalm. exxix). Y¥ asi los iracundos é impacientes tienen dos infiernos, uno en esta vida con el poco sefrimiento de los males temporales, y otro des- pues con la rabia por tos eternos. 0 pacientisimo Jesus, Hbrame de Ja ira & impaciencia ; pues no hay mayor infierno que vivir rendido della. 3. De estas consideraciones sacaré dos propdsitos muy impor- tanes para la perfecta mortificacion de este vicio. - El primero, de huir caalquier movimiento de la ira, aunque venga vestido con ca- pa de justicia y celo, temiendo que con el celo de corregir 6 casti- gar los vicios ajenos no se mezcle afecto de venganza propia. (D. Do- rotk. Serm. 8).- El segundo, sera de reprimir con presteza cualquier {mpeto de ira antes que crezca. Porque de una centella, dice el Es- pirita Santo ( Eccl. x1, 34), se levanta un grande fuego , y al prin- cipio es cosa facil apagarle: y se apagard si reprimo las palabras (Psalm, xxxvin, 2) y sefiales exteriores de ira, premidndome Nues- tro Sefior la mortificacion de aquello exterior, con darme victoria de Yo interior. Ponto tercero.—1. Lo tercero, consideraré tos grandes bienes que irae la perfecta mortificacion de la ira , abrazando Jas dog vir~ ‘tudes que la resisten, mansedumbre y paciencia ; porque la prime~ ya refrena la ira para no agraviar 4 nadie : la segunda para sutrir Jos agravios que recibe. La primera sirve para hacernos afablescon todos: la segunda para que suframos de todos. De donde proceden ‘res grandes bienes para hacernos perfectes en tode lo qae pertene- ‘ PE 'LA Ina # TPACTENCIA. ¥D ce & nosotros mismos , 4 nuestros préjimos y 4 Dios. - Primeramen- te, la mansedumbre y paciencia nos dan sefiorio y posesion quiela Y pacifica de nosolros mismos y de nvestras pasiones (Matth. v, 4); porgue los mansos poseen fa-tierra de su corazon, y con la paciencia poseemos nuestras almas (Luc. xx1, 19), y alcanzamos paz de con- viencia, con alegria cordial de espfritu. 2. Aras, lamansedumbre nes hace amables y la paciencia nos hace admirables. Porque quien -hace sus obras con mansedumbre es amado, dice-el Sabio (Eccl. 111, 19), mas que la honra y gloria, que tanto aman los hombres: y quien tiene valor para reprimir su iray sufrir el agravio, acredita su persona y edifica 4 los projimos ; porque mejor (Prov. xvi, 32) es y mas admirable el paciente , que el fuerte; y el que vence su 4nimo, que quien conquista el mundo. Mayor milagro es en cierta manera sulrir injurias con alegria , que “resucitar muertos 4 la vida (Casian. Collat. xu, ¢.13).-Tambien la mansedumbre y paciencia nos hacen amables 4 Dios, y nos dan en- trada al trato familiar con su Majestad; asi como sin ellas nos cierra Ja puerta. Moisés , por su grande mansedumbre , tuvo estrecha fa- miliaridad con Dios: y como dice san Dionisio (Epist. 8 ad Demo- philum), por un poquito que falté en ella, se le menoscabé el espi- ritu que habia recibido. Y¥ si quiero orar 4 Dios en todo lugar (I Tim. n1, 8), y levantar las manos puras al cielo, ha de ser babiendo mor- tificado la ira y la contienda, alividndome con las alas de la manse- dumbre y paciencia. 3. Finalmente, si soy manso y sufrido, participaré con excelen- cia el espiritu de Jesucristo nuestro Seiior, e] cual se esmeré en es- tas dos virludes , d4ndonos raro ejemplo de ellas en su vida y pa- sion, como cordero mansisimo y pacientisimo, para que nos faésemos tras él. ¥ 4 dos apéstoles (Luc. 1x, 85) que con espfritu de ira y venganza , coloreado con celo, desearon que bajase fuego del cielo sobre los samaritanos, les dijo: No sabeis cual sea vuestro espfritu. Como quien dice: El espiritu de mis discipulos no ha de ser deira, sino de mansedumbre ; no de venganza, sino desufrimiento. O man- so y paciente Jess, que siendo maldecido (1 Pefr. u, 23), no mal- decias ; y padeciendo injurias, no amenazabas ; y recibiendo gravi- simos desprecios, correspondias con divina mansedumbre 6 callabas con admirable silencio; ayddame para que 4 imitacion tuya venza la ira, reprima Ja impaciencia , abrace la mansedumbre ; y armado con la paciencia, sufra de buena gana los trabajos, para que llegue 4 gozar contigo de los eternos descansos. Amen. 176 PARTE I. MEDITACION XXIII. MEDITACION XXIII. DE LA ENVIDIA. Ponto paimzno.—1. Envidia es tristeza desordenada del bien del (D. Thom. 2, 2, g. 36) prdjimo, en cuanto sobrepuja y oscurece el nuestro. Nace de la soberbia y trae por acompaiiada la ira, y asi Ja acompaiian los actos de estos dos vicios. Los mas ordinarios son, aborrecer al préjimo porque sus cosas me contristan: gozarme de verle caido : pesarme de verle ensalzado:: oir con pena sus alaban- 2a8 y con gozo sus viluperios: murmurar de él y de sus cosas, procurando apocarlas y hundirlas , poniendo medios para salir con ello. 2. Cébase la envidia en toda suerte de bienes y males, de don- de podemos tomar cuatro modos de envidia.- La primera envidia y mas grosera es, por ver avenlajados 4 otros en bienes temporales de hacienda, bonra, dignidades, privanzas con principes , hermo- sura en el cuerpo, y otras excelencias semejantes. Esta es propia de los mundanos y nace de la soberbia, que en la meditacion XVIII Namamos mundana. - Otra envidia mayor se ceba en letras, ciencias, habilidades y artes, y en las excelencias que tocan al entendimiento, la cual acomete 4 los que profesan estudios Y anda mezclada con porfias y contiendas y con otros medios ilicitos, para salir cada uno con su propia honra y apocar 6 desdorar la ajena.- Otra envidia mucho mayor se ceba en las virtudes y bienes espirituales, entriste- ciéndose de que otros tengan excelencia en ellos y sean honrados y alabados como santos. Esta procede de la soherbia que Ilamamos espiritual , y acomete 4 los que tratan en virtud, y es muy familiar 4 principiantes y & hipécritas. 3. Finalmente, cuando esta crece, llega al supremo grado que se llama envidia de la gracia y caridad fraterna, y es uno de los pe- cados ( D. Thom. 2, 2, 9. 36, art. Aad 2; q. 14, art. 2), que llaman contra el Espiritu Santo, entrisleciéndose de que el prdjimo sea vir- tuoso y tenga gracias y dones del divino Espiritu, deseando que no las tuviese. De donde procede el pecado gravisimo del escdndalo, que es decir 6 hacer algo para que el préjimo pierda la gracia y ca- ridad, cual fue la envidia del diablo contra el hombre : por la cual dice e] Sabio (Sap. 11, 24) que entré la muerte en el mando, a quien imitan Jos que son de su hando. Y esto deberia bastar para aborre- DE LA ENVIDIA. 177 cer vicio tan abominable que me hace imitador de Satands. ¥ asi, confundiéndome de los pecados que en esta materia he cometido, diré & mi mismo: Pues has sido llamado para imilar 4 Cristo, no imites & su enemigo, porque si le imitas en la envidia serds participante en la rauerle, que entré por ella. Ponto sxcunpo. — 1. Lo segundo, consideraré los innumerables males de culpa y pena , que nacen dela envidia por justo castigo de Dios, para que ella misma sea verdugo'cruelfsimo del que la tiene, as{ en esta vida como en la otra.-Primeramente, la envidia es un so- plo venenoso de la serpiente infernal, por el cual lanza todo su ve- neno junto, induciendo 4 gravisimos pecados , oscureciendo la ra- zon, embraveciendo el alma, alterando el cuerpo y pudriendo Jos huesos (Prov. xiv, 30), y mucho mas destruyendo las virtudes fuer- tes del corazon. Y por otra parte es como enfermedad incurable 6 muy dificultosa de curar, porque como es vicio infame y de 4nimos viles , tenemos vergiienza de manifestarle al médico espiritual, y con cualesquier Sucesos , aunque sean contrarios, présperos 6 adversos, se ceba y aumenta. 2. Todo lo cualse puede ponderar por algunos ejemplos que trae la Escritura, en todo estado de personas , conforme 4 los grados que dijimos de la envidia. Cain ( Genes.1v, 8), por envidia de que Dios acepté el sacrificio de su hermano Abel , le maté con engaiio y cruel- dad : quiso encubrir 4 Dios su pecado, y desconfié del perdon y re- medio. Los hermanos de José ( Genes. xxxvit, 24), por envidia le empozaron y vendieron por esclavo, y aunque se les humillé no se aplacaron. Coré , Dalan y Abiron (Num. xvi, 31), por envidia de Aaron y Moisés, quisieron usurpar su dignidad y alborotar el pue- blo, por lo cual se abrié la tierra y los tragé vivos. Saul, por envi- dia persiguié 4 David con tanta obstinacion, que vivid como endemo- niado, y se maté como desesperado. Finalmente los judios ( Matth, xxvit, 3), por la envidia que tuvieron 4 Cristo nuestro Seiior, come- tieron 108 mayores pecados, y padecieron los mayores castigos que han sucedido en el-mundo. 3. De aquf pasaré 4 ponderar los castigos del infierno, 4 donde los envidiosos con rabia increible se convertiran contra si mismos, mordiendo sus carnes, y el cruel gusano que muerde sus conciencias aguzaré sus dientes con la envidia , acordandose de los bienes que perdieron y otros alcanzaron, especialmente despues que el dia del Juicio vean la gloria de los buenos, 4 quien aca despreciaron. Final- mente , la envidia es tan mala y cruel, que todas las cosas convierte 12 TOMO I. 178 PARTE J. MEDITACION XVIII. en su daiio: de los bienes ajenos saca espiritu de tristeza que seca sag huesos (Prov. xvi, 22), y de los males ajenos saca tal modo de- alegria, que se hace con la culpa participante de elles, y asi en el infierno bienes y males ajenos seran tormentos propios. Pues siendo esto asi, 4cémo no tiemblo de esta fiera bestia? gCémo me atrevo 4 morar con este basilisco que con la vista me mata y alormen— 1a? ;Oh con cudnta verdad me cuadra aquello del Apéstol ( Cathoke.. Jud. v. 11): | Ay de mi que como malo he seguido los caminos de Cain, persiguiendo por envidia 4 mis hermanos; y como Balaan les he dado malos consejos para derribarles en pecados; y como Coré he pretendido ensalzarme bundiéndoles 4 ellos! Merecia, Dios mio, que la tierra’ me tragara como 4 Coré ; y que pereciera miserable- mente como Balaan ; y que me echaras de tu presencia para siem~ pre,.como 4 Cain, imitando en la pena 4 los que imité en la culpa. Mas ep esto por tu gracia me aparlo de Cain, eonfesando que tu mi- sericordia es mayor que mi maldad ; y asi espero alcanzar entero per- don de ella. Punto TERCERO.— 1. Lo tercero, consideraré los grandes bienes que estan encerrados en la perfecta mortificacion de la envidia y en abrazar la caridad fraterna.-Ponderando primeramerte los actos de: esta caridad , en cuanto.contrarios 4 la envidia. El primero es, resis~. tir & los malos movimientes, de modo que aunque sienta acomeli~. mientos de tristeza por el bien del préjimo, no consienta cor ellos. (Bern. Serm. 49 in Cant. }. Otro mejor es gozarme de las bienes que: tiene, y darle el parabien como si fueran-propios, Kl tercero mas per fecto es desear que haya muchos que tengan las excelencias que yo tengo; y aun mayores si Dios asf lo quisiere, gazindome de ello por- esta causa como si fueran mias. 2. Para moverme 4 tan excelentes actos he de ponderar, como es generosidad de animo cristiano querer mas el gusto de Dios que el mio, y la gloria de Dios mucho mas que la mia, y que esta se di- late 4 muchos y en muchas cosas. Y pues Dios quiere y se glorifica de que otros tengan mayores dones naturales 6 sobrenaturales que los que yo tengo, justo es que yo guste de esto. No tango de ser co- mo Josué, criado de Moisés., que tenia envidia que otros profetiza— sen , Sino como el mismo Moisés, que decia (Num. x1, 29): ;Quién me diese que profetizasen todos, que todos fuesensabios, prudentes y santos, y que todos sirviesen y glorificasen 4 Dios! Ni tengo de ser como los discipulos del Bautista, que (Joan. m1, 26 ) tenian envidia de que Cristo hautizase, y todasse fuesen tras él, sino como e} mis- DE EA ACIDIA 6 PEBEZA. - 17 mo Bautista que decia : Conviene que Cristo crezca y yo me deshaga; gézome de que mi préjimo sea ensalzado y yo humillado, y asi con- viene, pues Dios asi lo quiere. 3. Ademas de esto, la caridad fraterna, al contrarie de la envidia, de todas las cosas saca bien para si, porque gozandome de los bie- nes del prdjimo los haré propios; y doliéndome de sus males me li- braré de ellos, porque con tales actos me dispongo para que Dios me dé los unos, y me libre de tos otros, en la forma que mas me con- viniere.— Finalmente, con esta caridad, euyo frato es paz y gozo en el Espiritu Santo, comenzaré desde la tierra 4 guslar lo que hay en. elcielo, donde todos los bienaventurados estan contentos, y los me- nores participan la gloria que tienen los mayores, por el goz0 que reciben con ella; y asi yo participaré del. bien y gozo de todos mis préjimos , teniendo tantos motivos de alegria cuantos bienes hubie- re en ellos. O alma mia, comienza luego 4 ejercitar en la tierra la vida que esperas gozar en el cielo. Si envidia has de tener, sea en- vidia santa de los buenos (G@alat, iv, 18), imitandoles en lo bue- Ba, procurando aventajarte sobre todos, no para ser mas hon- rada, sino para que Dios sea en ti mas glorificado por todos los siglos, Amen. MEDITACION XXIV. DE LA ACIDIA 6 PEBEZA. Ponto paimgn0.— 1, La acidia, que comunmente llamamos con el nombre de pereza , eg una tristeza desordenada y tédio fastidioso de los ejercicios virtuosos. ( D. Thom. 2,2, 4. 35). Pécase en ella de Muchas maneras, por muchos vicies que trae en su compaiia.~ El primero , es ‘emor demasiado de los trabajos y asperezas de la vir- tod, huyendo de ella por esta causa: de donde procede la tristeza y tédio de sus ejercicios, y hacerlos con enfado.-El segundo, es pusi~ lanimidad (Jd. ibid. g. 183) y cobardfa en acometer cosas arduas del divino servicio, escondiendo por esta causa los talentos que Dios me ha dado, y ne usando de ellos cuando la ley de la justicia 6 ca- ridad me obliga.-El tercero, es pereza y flojedad.en el cumplimiento y observancia de la ley de Dios, de los consejos evangélicos , de los estatutos y reglas de mi estado y oficio, haciendo estas cosas 4 poco mas 6 menos con quiebras, dilaciones y repugnancias por miedos ¥ 4 mas no poder, con fines bajos ¢ intenciones serviles y rateras.- Bl cuarto, es inconstancia en proseguir las obras de virtud, y llevarlas 12° 180 PARTE I. MEDITACION XXIV. & cabo con instabilidad en ellas, salpicando de una en otra por qui- tar el enfado, hasta dejar el bien comenzado, volviendo alrés como el perro al vomito. %. El quinto, es desmayo (Ibid. g. 20, art. 4) y desconfianza de salir con la pretension de las virtudes y con la victoria de las tenta- ciones, hasta caer en el abismo de la desesperacion.~El sexto, es (D. Greg. Lib, XXXI Moral, ¢. 31) rencor 6 indignacion contra las personas espirituales, porque me dan en rostro sus virtudes y bue- nos ejemplos, 6 porque siento mucho los avisos y correcciones que recibo de ellos.-El séptino, es ociosidad , perdiendo el tiempo pre- cioso que Dios me did para trabajar. Ademas sueio demasiado y som- nolencia en las obras buenas, especialmente en los ejercicios (Ca- sian, lib. x, ¢, 2) espirituales de oracion, leccion., misa , sermones y platicas de Dios , por el poco gusto que hallo en ellas. -E! octavo, es vagueacion en diversas cosas ilicilas y vanas por entrelenerme, como son distracciones voluntarias de pensamiento é imaginacion, parleria y soltura de lengua en palabras ociosas ; juegos vanos; vis- ta de representaciones profanas; curiosidad de sentidos; vagueacion del cuerpo, callejeando por varias partes por gastar el tiempo y re- crearme, apeteciendo mudanzas, sin tener estabilidad en cosa alguna si no es en ser mudable. 3. Finalmente, 4 este vicio tocan todos los pecados de omision y las negligencias en las cosas del divino servicio, las cuales son in- numerables , y apenas hallaré obra buena que no tenga alguna de estas faltas 6 en el principio 6 en el medio 6 en el fin; por lo cual me tengo de acusar grandemente delante de Nuestro Seiior, dicién- dole: Confieso, Dios mio, que en solo este vicio he pecado tantas veces, que no tienen numero mis pecados ; y asf todos juntos los arrojo en la muchedumbre sin numero de tus infinitas misericor~ dias; para que remedies la muchedumbre sin nimero de mis miserias. ; Punto sraunpo.— 1. Lo segundo, he de considerar los gravisi~ mos daiios de la acidia y pereza: unos que nacen de ella misma, y otros afiadidos por justo castigo de Dios en esta vida y en la otra.- Los primeros son gravisimos, porque la tihieza es penosa y peligrosa (D. Bern. Serm. 3 et 8 de Ascens.), sombra de muerte y muy cer- cana al infierno, vacia el corazon deconsuelos celestiales, Ilénale de tristezas, y abre la puerta 4 innumerables tentaciones del demonio; el cual viene 4 morar muy de asiento en el alma que halla ociosa y vacante (Luc. x1, 25), trayendo consigo olros siete demonios peo- DE LA ACIDIA 6 PEREZA. 181 res, que son la muchedumbre de los pecados , porque todos se reco- gen en el alma perezosa y ociosa { Feel’. xxxim, 29); Ja cual, segun dice Salomon (Prov, xx1v, 30), & semejanza de villa 6 heredad que no se labra, ni tiene valladar 6 cerca , esta Ilena de ortigas de pecados y de espinas de pasiones y amarguras, es pisada y hollada de los demonios y de los varios pensamientos que como pasajeros entran y salen por ella; de donde resulta extraiia pobreza de los bie- nes espirituales y mendiguez desaprovechada ; porquequien no (Prov. xx, 4) aré ni trabajé en el invierno de esta vida, mendigara en el estfo de la muerte, y no ballaré quien le dé lo que pide: como las cinco virgenes ( Matth. xxv, 9) que, echandose 4 dormir por pereza, mendigaron aceite para sus lamparas, y no bubo quien se le diese. 2. Demas de esto, los justos padecen gravisimos daiios con Ja tibieza; la cual es como carcoma de las virtudes, polilla de las bue- nas obras, acihar de las conciencias, destierro de las divinas conso - laciones, diminucion de los merecimientos, y aumento de sus traba- jos, porque los tibios en la virtud andan Ilenos de temores y de de- seos: los (Prov. xvii, 8; xxi, 25) temores les oprimen, y los deseos les atormentan: trabajan mucho y medran poco, porque la carga de la divina ley les pesa mucho, y merecen poco en llevarla, 4 causa de Ja mucha repugnancia y lédip con que la ilevan; y asi vivenen pe- ligro de dejarla, cayendo en la maldicion de Jeremias ,.que dice (Jerem. xuvit, 10): Maldito sea el que hace la obra de Dios con negligencia y fraude, Y en la olra muy terrible que Cristo nuestro Seiior amenazé 4 un obispo libio diciéndole ( Apoc. 11, 16): Que st no se enmendaba, le vomitaria y lanzaria de si y del cuerpo mistico de su Iglesia. - 3. Finalmente, como el siervo flojo (Matth. xxv, 18), que en- terré el talento de su seiior, perdié lo que tenia , y fue arrojado en. las tinieblas exteriores, donde hay perpétuo Ilanto y crujir de dien- tes; asi seré castigado el perezoso en el infierno con pena muy pro— porcionada 4 su pereza , quilandole el talento de la fe y esperanza que tenia sepultado. Y porque amé la ociosidad , y temblaba del tra- . bajo, viviré en perpétuas tinieblas, no obrando, sino padeciendo, temblando y dando diente con diente, por Ja terribilidad del tormen- to que padece. 0 Dios eterno, por cuya sentencia Jos cobardes y (Num. xiv, 23) perezosos perecieron en el desierto , sin entrar en la lierra que les habias prometido, confieso que por mi pereza merez- co ser echado de tu casa, excluido de tu reino, y alado de piés y manos ser arrojado en el abismo. Pésame, Seiior , de la tibieza pa- te PARYS {. MEDITATION XXIV. sada , ibrame de ella por tu misericordia, para que merezca entrar en la tierra de promision eterna. Amen. Ponto reaceno.-— 1. Lo tercero, consideraté los bienes grandes que alcanzaré si venzo la acidia y pereza abrazando la alegria espi- Titnal y el fervor en el servicio de Dios.-Porque primeramente las obras de virtud me ser4n faciles y suaves: trabajaré ‘poco y medra- ré mucho, creciende urucho en poco tiempo (Matth. xx, 9): como los obreros que vinieron tarde 4 la vifia, trabajaron con tanto fervor que merecieron tanto premio en una hora , como fos tibios que ha- bian trabajado muchas, sufriendo el peso del dia y del estio, el cual peso no sintieran si hubieran lrabajado con fervor; porque la ale- - gria del espiritu hace la carga de la ley muy ligera y su yogo muy suave. ¥ demas de esto anmenta los merecimientos , dobla los talen- tos recibidos, causa grande paz en el alma, y asegura mucho la perse- ‘verancia para alcanzar la gloria. 2. Tambien puedo ponderar, como Dios nuestro Sciior gusta gtandemente de que le sirva con fervor y alegria, porque como ¢€! es esencialmentela misma alegria, y todas las obras que hace, y las mercedes que nos da, es con grande alegria (Psalm. cit, 31), go- zandose en hacernos bien , justisimamente me manda (Psalm. xcrx, v. 2) que yo le sirva yle dé cuanto me pide, no con tédio y tristeza, ni por fuerza y con repugnancia , sino con fervor y alegria de corazon (Il Cor. 1x, 7): Hilarem enim datorem diligit Deus, porque Dios ama al dador alegre. A este hace grandes mercedes, y oye las peticiones y deseos de su corazon ( Psalm. xxxvi, 4); y finalmente le da 4 gas- tar la alegria que se goza en el cielo, porque cumple alegremente Ja divina voluntad en la tierra. ¥ asi con grandes veras he de pedir & Dios nuestro Seiior este espiritu nobilisimo de alegria en su ser- vicio, diciéndole con David (Psalm. 1, 14): vuelve la alegria de tu ‘salud, y confirmame con tu espiritu principal. 0 Salvador del mun- de, que te alegraste como (Psaim. xvi, 7) gigante para correr tu carrera con ser may Aspera, concédeme la salud y alegria del es- plritu que me ganaste, para que corra de tal manera mi carrera que mererca ganar la corona elerna.-Amen. ' DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS. 183 MEDITACION XXV. SOBRE LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS. (Santo Tomas, 1,2, q. 100, art. & y sig.). — Para el fin de esta meditacion ayudar& mucho formar con la imaginacion una figura semejante 4 Ja vision que tuvo el profeta Zacarias (Zach. v, 2), en que vid un volumen , 6 pergamino ex- tendido, que tenia diez codos de ancho y veinte de largo, donde es- taban escritos los pecados del que hurta, y del que jura con menti- ra, yla maldicion que por ellos le vendra; el cual yolamen vino vo- Jando 4su casa, y la destray6 hasta consumirtoda su madera y piedra. De esta manera imaginaré delante de m{ un gran libro 6 pergamino muy ancho y largo, y en una parte de él miraré escrilos mis juramen- tos, barlos, murmuraciones , y los dem&s pecados que he cometido contra los diez mandamientos de la Jey Dios; porque comv los voy escribiendo en el libro de mi conciencia, los va Dios escribiendo en el libro de su justicia, para castigarlos 4 su tiempo. Y en la otra parte miraré escritas todas las maldiciones y castigos que amenaza Dios & Jos que quebrantan estos diez mandamientos, 6 alguno de ellos, ha- ciendo comparacion de los pecados 4 los castigos, en el numero, gravedad y duracion ; porque si mis pecados fueren muchos, seran muchos los castigos; y si fueren muy graves y largos, los castigos seran touy graves y tan largos, que seran eternos. Y porque los cas- tigos, cuando se miran muy distanles alemorizaN poco, imaginaré que este libro de la divina justicia viene volando con suma ligereza 4 dar-sobre la casa de mi alma; y quiz esté ya muy cerca, y se asentara hoy sobre ella, cogiéndome de repente la muerte 6 el cas- ’ tigo; porque si yo doy prisa 4 los pecados, tambien Dios apresura- Ta los castigos , y asolaré cuerpo, alma, bonra, hacienda y cuanto tenga. Con esta saludable aprension soplicaré & Nuestro Sefior es- clarezca mi alma para que conozca los pecados que estan escritos en este fibro, y los castigos que he merecido, ayudandowe con su gra- cia 4 llorarlos amargamente , para que con mi penilencia borre fos pecades, -y su misericordia borre tambien las maldiciones que habia escrito contra ellos. — — Presupuesto esto, comenzaré Ia meditacion discerriendo per fos diez mandamientos de la ley de Dios , advirtiendo que, como dice Casiano ( Collat, x1v, c.11; S. Bonav. Opusc. de dieta salutis, #. 3, 184 PARTE I. MEDITACION XXV. et Serm. de 10 preeceptis, & 2), los mandamientos divinos tienen dos sentidos, uno literal y olro espiritual. Kl primero sirve paralagen- te ordinaria, que no pretende mas que salvarse. El segundo para los que desean mayor perfeccion, y no se contentan con buir lo que es pecado mortal 6 venial, sino tambien desean huir lo que es imper- feccion contra el fin del precepto, y conforme 4 este segundo sentido declararé los modos de pecar en cada mandamiento, — Ponto prinzno.— 1. Lo primero, he de considerar las cosas que Dios manda y prohibe en su santa ley, y los modos de pecar contra ella, discurriendo por los diez mandamientos, y por lo que es- piritualmente dentro de si encierran.-E] primer mandamiento man- da las obras principales que pertenecen 4 la virtud de la fe, espe- Tanza, caridad y religion ; es & saber, adorar un solo Dios ; creer firmemente todas las cosas que ha revelado 4 su Iglesia ; esperar las que ha prometido, y amarle mas que 4 todas las cosas criadas. Con- {ra esto puedo pecar: lo primero, con idolatria 6 infidelidad , ado- rando falsos dioses, 6 negando'lo que Dios ha revelado, 6 dudando de ello: y 4 semejanza de esto, tambien se peca, como dice la divi- na Escritura (I Reg. xv, 28), adorando el idolo de mi propio juicio . Y propia voluntad , rebelandome contra la de Dios, 6 teniendo por Dios al vientre (Philip. 11, 19), 6 al dinero , 6 negando 4 Dios con las obras, y no guardandole la debida lealtad.- Lo segundo, peco con desconfianza de alcanzar el cielo 6 el perdon de mis culpas, 6 de que oiré Dios mis oraciones, como Jo ha prometido; y al contra- rio, presumiendo de alcanzar esto sin poner los medios que Dios manda para ello.-Lo tercero, con odio 6 falta de amor amando al- gana criatura mas que 4 Dios, 6 atropellando la voluntad de Dios por camplir la de la criatura , 6 siendo tibio en amarle con todo mi corazon , Anima, mente y fuerzas, olvidandome mucho de él y desus beneficios. 2. E] segundo mandamiento prohibe cualquier falta en la ver- dad , justicia, reverencia y necesidad del juramento ; de modo que no jure diciendo algo contra lo que siento, 6 prometiendo algo sin in- tencion de cumplirlo, 6 cosa que sea mala, 6 no cumpliendo la buena, 6 jurando sin necesidad ni utilidad, y sin mirar bien lo que digo, 6 sin Ja reverencia que se debe al soberano nombre de Dios, siempre que se toma en la boca. Pécase tambien quebrantando el voto, 6 di- Jatando el cumplirle sin causa, 6 siendo ojo en su guarda, des~ diciendo de la perfeccion que profeso. ‘ 3. En el tercero de santificar las fiestas, puedo pecar baciendo DE 108 DIEZ MANDAMIENTOS. 185 en ellas alguna obra servil de las prohibidas, 6 no oyendo misa en- tera, 6 no asistiendo 4 ella con la debida reverencia y alencion, 6 gas— tando estos dias en cosas indignas de la fiesta y del fin para que se _ instituyeron de orar y glorificar 4 Dios. 4.. El cuarto manda que bonremos 4 nuestros padres carnales, y Jé sustentemos en sus necesidades, y les obedezcamos sus preceplos justos, y del mismo modo 4 los padres espirituales , prelados y su- periores, obedeciendo & sus ordenaciones, sin ir contra ellas, ni con protervia de juicio, ni con desgana de la voluntad, ni con dilacion en la ejecucion; y adelgazandolo mas por la humildad, he de tener 4 todos por superiores ( Philip. 1, 3), honrando 4 todos, y sujetdn- dome 4 toda humana criatura por el Criador (I Petr. 1, 13). 5. El quinto de no matar, prohibe todo lo que se dijo en la me- ditacion XXIL, de la ira. ¥ espiritualizando los modos que hay de malar :-Lo primero, mato mi alma por la culpa, quitandola la vida de la gracia.-Lo segundo, ahogo el espiritu; esto (1 Thes. v, 19) es, las inspiraciones del Espiritu Santo, atropellando los buenos deseos que me inspira.-Lo tercero ( Hebr. v1, 6), crucifico dentro de mi 4 Cristo, y piso su sangre, haciendo obras por las cuales hubiera de ser crucificado otra vez, si la primera no bastara.-Lo cuarto, mato las almas de mis préjimos con el escandalo , siéndoles tropiezo con mi mal ejemplo, 6 no socorriéndoles con la correccion 6 consejo, 6 limosna espiritual cuando la caridad me obliga: como se dice, ma- tar al pobre quien no le socorre con las obras de misericordia corpo- rales. Pasce fame morientem : si non pavisti occidisti, (San Ambrosio). 6. El sexto de no fornicar, prohibe todo lo que se dijo en la me- ditacion XX, de la lujuria ; pero hay otros modos de fornicacion y adulterio espiritual , dejando 4 Dios, que es verdadero esposo de las almas, por juntarme con amor desordenado con alguna criatura (II Cor. 1, 17), 6 adulterando las obras y las palabras de Dios, ha- ciéndolas y diciéndolas, no por agradarle, 6 por engendrar hijos espirituales que le agraden, sino por mi deleite 6 provecho temporal ; 6 finalmente , andando muy olvidado de Dios, y divertido en cosas ociosas. 7. EI séptimo de no burtar , prohibe todo lo que se dijo en la meditacion XXI, de la avaricia; y demds de esto espiritualmente robo (D. Basil. Serm. de abdicat. rer.) y destruyo muchas cosas aje- nas contra la voluntad de su dueiio, porque robo 4 Diossu gloria, y me alzo con sus dones; desperdicio el tiempo que habia de gastar en su servicio: no le pago las deudas que le debo, por razon de mis 86 PARTE 1. WEDITACTON XXV. pecados 6 por razon de sus beneficios, satisfaciendo por les anos, ¥ agradeciéndole los otros. Robo la voluntad que le entregué por el volo de obediencia, y usurpo su autoridad entremetiéndome & juz- gar los secretos de mis préjimos, ‘que tocan 4 su tribunal. Y de la misma forma destrayo la caridad y riquezas espirituales de mis pré- fimos , ayndando al capitan de ladrones , el demonio, que siempre se ocupa en robarlas, 8. El octavo de no Jevantar falso testimonio , prohibe todos tos pecados de lengua que van contra la honra y fama del projimo ,. de que hice mencion en la meditacion XXII, de la ira; 4 mas, jozgar temerariamente sus cosas 6 sospechar mal de ellas, echandolas 4 la peor parte sin bastante fundamento; engadarle con cualquier modo de mentira 6 fingimiento, cual es e) de la hipocresia, adulacion , li- Sonja , cumplimientos mundanos y ofrecimientos sin animo de cum- plirlos. Y espiritualizando este precepto , levanto 4 Dios falsos testi- monios cuando siento bajamente de su bondad y misericordia , de su justicia y providencia; y cuando por mis malas obras infamo y des- acredito su ley y su doctrina (Isat. 1, 8; Rom.u, 24), y soy cau- ga de que su santo nombre sea blasfemado entre las gentes, 6 menos estimado y reverenciado entre los fieles. A mas, miento 4 Dios cuan- do no cumplo Ja palabra que le di ni el propdsito que hice de hacer algo en su servicio. Los preceptos 9.° y 10 estan declarados en el 6.° y 7.° 9. Despues que hubiere considerado estos pecados, he de hacer- me cargo de ellos delante de Nuestro Seftor, con gran dolor y ver- giienza de haberlos hecho; y aunque no habiese quebrantado mas que uno solo, puedo tenerme , como dice el apéstol Santiago ¢. 1, 0. 10), por reo y culpado de todos, porque en cada pecado hallaré to que espiritualmente se prohibe en todos; pues un solo pecado mor- tal, al modo que se ha dicho , es como idolatria , infidelidad, odio, adulterio, harto , falso testimonio y homicidio; y asl, reprendiéndo- me 4 mi mismo, puedo llamarme con estos nombres infames, dicien- do: Idélatra, infiel, adiltero, ladron, falsarie y homicida, cémo te has atrevido 4 injuriar de tantas maneras 4 un Dios de tanta mejes- tad? ,Cémo no quebrantas con dolor ta corazon, por haber quebran- tado los mandamientos tan justos de tu Sefor? © Dios de mi alma, 1quién podiera decirte con David ( Psalm, cxvnt, 136): Avenidas de agua salieron de mis ojos, porque no guardaron ta santa jey | Da- me estas lagrimas tan copiosas, para que fave mis innumerables ‘eulpas, mo DE 10S BYEE HANDAMEENYOS. 187 Powro szauwpo.— 1. Lo segando se ha de considerar las mal- diciones que Dios echa 4 los quebrantadores de su Jey , y jos terribles castigos con que les amenaza en esta vida y en la olra.-Estose puede ponderar primeramente, discurriendo por el terrible catalogo que de estas maldiciones hace Moisés en dos capilules del Deuteronomio ( Deut, xxv, 18; xxvimt , 69), diciendo al pueblo, que si quebran- taba la ley de Dios vendrian sobre é1 estas maldiciones, y que le comprenderian. Seras maldite en la ciudad y en e! campo: maldito el fruto de tu vientre y el de tu ganado; eaviara Dios sobre tiham- bre y pestitencia: te castigara con pobreza , caleatura, frio, ardor, estio, aire corruplo y podredumbre, hasta que perezcas. El cielo que esta sobre li sera de bronce; y la tierra que huellas sera de hierro. Llovera polvo sobre tu tierra , y sobre ti bajar del cielo ceniza ; te entregara en manos de tus enemigos; y tu cuerpo muerto sera man- jar de las aves del cielo y de las bestias de la tierra; y 4 este modo va siguiendo otras horrendas maldiciones ; y despues de haberlas Contado, como si fueran pequeiias, dice: Aumentara Dios estas pla- gas, ailadiendo otras mayores; y porque la waldicion de Dios noes de palabra sola, sino de obra, ninguno de tes que quebrantan su ley se podré escapar de !a que Dies le echare. 2. Y finalmente 4 todos comprendera la ultima que Cristo nues- tro Seiior les echaré el dia del juicio (Matth. xxv, 44), cvya terri- bilidad ya se ba declarado. Los efectos de estas maldiciones experi- menté el miserable pueblo hebreo en sa liempo, y muchas de ellas experimentamos en el nuestro, las cuales juntamente son avisos para que nos enmendemos; porque el deseo de este divino Legislador no es enredarnos con eslas maldiciones, sao alemorizarnos para que goardemos su ley, y seamos libres de ellas. O Legislador justisimo, confieso ser muy justo que sea para mi el cielo de bronce y la tier- ra de hierro, sin que mevenga favor de tierra y (Jsai. xxx, 9) cie~ Jo. Merezco que cerreis vuestros oidos para no oir mi oracion, por- ‘que yo cerré los mios para no oir vwestra ley, He bebido como agua la maldad (Job, xv, 16); y asi es razon que fa maldicion enire.co- mo agua en mis enlrahas ( Psalm. cviit, 18). Mas acordaes, Seiior, que 0s sujetasteis 4 1a maidicion que la ley eché.al que moria cra- cificado ( Golat. us, 13), por librarsos-de tas maldiciones que ta ley amenazaba. Aplicadme, pues, el frate de vuesira muerte , perdo- naindome las culpas-que contra vaestra ley he cometido, y librin- dome de las maldiciones que por ellas he merecido. 8. Tambien puedo ponderar los castigos que hace Diesen los 188 PARTE 1, MEDITACION XXV. que quebrantan los diez mandamientos de su ley, como se represen- tan en las diez plagas de Egipto, con las cuales son muchas veces castigados los que son rebeldes al mandamiento de Dios, como Fa- raon y sus yasallos lo fueron, viniendo sobre ellos ranas, moscas y mosquitos, pestes y langostas, truenos, rayos y granizos, y tinieblas muy espesas; y hasta (Zod. xut, 15) el mismo Angel de Dios con su espada desenvainada entra por sus casas, matando sus primogé- nilos, y destruyendo las cosas que mas aman, basta que ullimamente el mar de las tribulaciones que da paso franco 4 los justos, los anega y ahoga por sus pecados , bajando como plomo al profundo del in- fierno, donde seran derretidos y atormentados en el fuego eterno. 4. Y¥ porque no pensemos que estas plagas solamente tocaron 4 los antiguos antes de la venida de Cristo , cuando Nuestro Sefior se lamaba Dios de las venganzas; tambien en el Apocalipsi (Apoc. vat, 0. 2; xv, 7; xvi) se hace mencion de ellas; porque la divina Provi- dencia, quees benigna con los guardadores de su ley, es rigurosa con- tra los que la quebrantan , y tiene 4 punto siete Angeles con siele trompelas terribles , y otros siete con siete copas Ilenas de su ira 6 indignacion , las cuales derraman sobre la tierra, hiriendo 4 los pe- cadores con espantosas plagas. © alma mia, ycémo no tiemblas de traspasar Ja ley que tiene tan terribles y celosos vengadores? cémo no te espantan los sonidos de estas trompetas? cémo no te causan horror Jos vinos horribles de estas copas? cémo no te pasma la ler- Tibilidad de estas plagas ? O misericordiosisimo Jesus, que recibiste cinco llagas en la cruz, y de piés 4 cabeza estuviste llagado en ella; cara con tu sangre preciosa las llagas de mis culpas, para que sea li- bre de tan horrendas plagas. 5. Ultimamente puedo ponderar algunos particulares castigos que amenaza Dios en Ja Escritura 4 los que quebrantan algunos es- peciales mandamientos, como es decir ( Zecli. xxin, 12): Elque mu- cho jura, estara Ileno de maldad, y en su casa nunca faltard plaga. Donde se ponen dos gravisimos daiios.de este vicio, que es, lle- nar la casa del hombre de culpas y penas, de Ilagas espirituales y corporales, y asolarla hasta los cimientos, como consta por la mal- dicion de! volimen que pusimos al principio de esta meditacion. (Zach, v, 4). A mas , contra el que desprecia & su padre y madre, dice, que los cuervos le saquen los ojos, y las aguilas se los coman (Prov, xxx, 17); porque-este tal no es digno de vida larga, sino de muerte infame; y en la otra vida los cuervos y aguilas infernales le sacardn los ojos, cegandole con obstinacion y comiéndole las entra- DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS. 189 as con dolor. Y 4 este modo se pueden ponderar otros castigos, sa- cados de lo que se ha dicho en las siete meditaciones precedentes. Punto rercero.— 1. Lo tercero, se ha de considerar, las bendi- cionesquederrama Dios sobre los que guardan su ley ; asi bendiciones corporales como espiriluales, y as{ temporales como eternas.-Esto puedo ponderar. Lo primero , discurriendo el catélogo que de ellas * hace Moisés en el mismo Deuteronomio ( Deut. xxvii, 1), diciendo 4 su pueblo, que si guardaba la ley de Dios, vendrian sobre él todas estas bendiciones, y le comprenderian. Seras, dice, bendito en la ciudad y en el campo; bendito el fruto de tu vienlre, el frutode tu lierra y de tu ganado ; benditos seran tus graneros, y lo que saca- res de ellos; benditas serén tus entradas y salidas, y todas las obras de tus manos. El Seiior abrira sus tesoros excelentisimos para enri- quecerte, y su cielo para que envie sus copiosas Iluvias; te haré ca- beza y no piés; serés superior y nunca inferior, y delante de li cae- _ Tan tus enemigos; el Sefior te levantara para que seas pueblo santo suyo , y todos te respetaran viendo que eres favorecido de su santo nombre. Estas y otras bendiciones va prosiguiendo Moisés, las cua- les, aunque son temporales, acomodadas al estado y condicion de aquel pueblo imperfecto; pero son seiial de otras muy mayores y es- pirituales que da Dios al pueblo cristiano, aunque tampoco le faltan estas temporales con un modo mas excelente, Porque la providencia de nuestro Padre celestial, como su mismo Hijo nos lo prometié (Matth. v1, 33), toma & su cargo repartirlas del modo que conviene, dandolas por afiadidura 4 los que guardan su ley; porque quien abre su mano para llenar de ( Psalm. cxuiv, 16) bendicion 4 los brutos, mejor la abrira para llenar 4 los hijos. 2. De aqui subiré4 ponderar las bendiciones espirituales que da Dios 4 los que guardan la ley, en cuya guarda ha encerrado con gran excelencia los tres géneros que hay de bien; es 4 saber , bien honesto, util y deleitable, de Jos cuales hace otro dulce catalogo Da- vid en el salmo xvimt. Porque lo primero, la ley de Dios es purisi- Ina y santisima , convierte las almas, Ilénalas de sabiduria y de to- das las virtudes. Ademas, es provechosisima para aleanzar todos los hienes que se pueden desear, no solo para el alma, sino para el cuer- Po, como es, salud, vida larga, sustenlo y prosperidad ( Prov. m1, 2.1); y asf es masdeseable que el oro y que las piedras preciosas, y que todos los tesoros de la tierra, Ademds, es dulefsima mucho mas que la miel y el panal, y alegra los corazones con una alegria ma- 190 PARTE E: MEDITACION XXV.. yor que la que pueden dar todas las eosas dulces de esta vida. , 3. De aqui es, que 4 los principiantes previene Dios con bendi- ciones de dulzura (Psalm, xx, 4), para que comiencen 4 correr con alegria por el camino de sus mandamientos. A los que aprovechan, da su bendicion dulcisima este divino Legislador (Psalm. 1xxun, 8), para que crezcan de virtud en virtud hasta la cumbre de la perfec- cion, y sobre las cabezas de los justos perfectos derrama copiosa ben~ dicion (Prov. x, 6), dandoles 4 gustar algo de lo que han de gozar en la gloria. Y finalmente les dard el dia del juicio la suprema ben- dicion, diciéndoles ( Matth, xxv, 34): Venid , benditos de mi Padre, & poseer el reino que 0s lengo aparejado, como ya ponderamos. 4. Considerando estas bendiciones, y comparandolas con las mal- diciones que se dijeron en el punto precedente, he de sacar princi- palmente tres afectos muy importantes. El primero, gran dolor de haber quebranlado ley lan santa, tan provechosa y tan suave, ba- ciéndome indigno de sus celestiales bendiciones, incurriendo en los. tres males contrarios 4 los tres bienes que se han dicho ; porque con el quebrantamiento de la ley andan juntos los vicios que manchan cuerpo y espiritu; todos los daiios temporales y elernos que padecen cuerpo y alma, y todas las tristezas y amargaras que afligen nues- tro corazon. & El segundo afecio es de confianza, esperando firmemente que. si guardo la Jey de Dios alcanzaré las bendiciones que me promete,. acordandome de aquellas memorables palabras de! Eclesiastico (Ecchi. xxx, 3), que dice: Homo sensatus credit legé, et lex illi fidelis. El hombre cuerdo cree 4 la ley de Dios, y laley le sera ficl. Que es. decir: el justo y la ley guaérdense fidetidad. EI justo es fiel en obe- decer 4 la ley, y la ley es fiel en premiar al justo: ella le defiende en sus peligros; consuélale en sus adversidades ; enderézale en sug prosperidades; aconséjale en sus dudas; favorécele en sus negocios; hace que sean oidas sus oraciones; ayidale en la vida; amparale en la muerte, y despues le corona en Ja gloria. O alma mia, sé fiel &la ley de Dios, y la ley sera muy fiel para t{. No faltes en hacer to que te manda, y ella no faltara en hacer lo que te promete. Alaba 4 tu saberano Legislador con salterio de diez cuerdas (Psalm. xxxu, 2), guardando sus diez mandamientos , y seras luego participante de sus promesas. No digas como los malos israelitas: Vana cosa es servir & Dios, y g qué provecho me viene de guardar sus mandamientos ? (Malach, u1, 14). Conviériete de veras 4 este Sefior , con dolor de DE LOS DIEZ MANDAMIENTOS.- : 194. haberlos quebrantado, y veras por experiencia la diferencia que bay. entre el juste y el pecador, y entre los que guardan su ley, y los que Ja quebrantan. 6. El tercer afecto ha de ser, grande amor y estima de la ley de- Dios, procurando , como dice Salomon (Prov. v1, 21; vit, B), es- cribirla en las tablas de mi corazon, que son las tres potencias de mi. alma. En Ja memoria, para acordarme siempre de ella. £n el enten- dimiento, para meditar continuamente en ella. ¥ en la voluntad, para amarla, y dar, si fuere menester, la vida por ella; y como dijo Moi- sés & su pueblo ( Deut. v1): Meditaré en ella, sentado en mi casa ¥ andando por el camino; al acostar y al levantar; la pondré como se- fial cn mis manos para obrarla; y la traeré delante de mis ojos, para guiarme por ella, diciendo con David (Psalm. cxvur , 97): O Seiior, como he amado tu santa ley, todo el dia es materia de mi meditacion. © Legislador dulcisimo, que haciéndote hombre pusiste luego esta ley en medio de tu corazon ( Psalm. xxxix, 9), y con lu gracia la eseri- bes (Jerem. xxx1, 33) en los corazones de tus escogidos; escribela tambien en el mio, de modo que nunca se borre, para que sea dig- no de estar escrito en el libro de la vida, sin set jamas borrado de- 61 por tedos los siglos. Amen. . 7. Conclusion de lo dicho.—De todo lo que se ha dicho en esta: meditacion recogeré una breve suma de los titulos que hay, asi pa~ ya sentir gran dolor por haber quebrantado la ley de Dios , coma- para auimarme 4 guardarla con perfeccion.- El] primero es, por ser justa'y santa y abrazar todo género de bienes con grande excelen- cia. -El segundo, por librarme de las maldiciones y plagas tempo- rales y elernas que amenaza.- El tercero, por gozar de las innume- Tables bendiciones que promete en esta vida y en la otra.- El cuarta y principal, por ser quien es el Legislador que la did, es 4 saber, Dios infinitamente bueno , sdbio y poderoso , y bienhechor infnito, de quien depende todo mi bien, asi temporal como eterno; y esta sola razon bastaré para moverme a amar ley dada por tal Padre, y para sentir mucho haberla quebrantado. - El quinto titulo es, por- que cl mismo Legislador, haciéndose hombre, la puso en medio de Su corazon, y vino 4 cumplirla con enlereza, sin dejar una gola, ni tilde, para moverme con su ejemplo al perfecto cumplimiento de ella, 8. El sexlo es, por la fidelidad de la ley con los que la guardan, * Y por la experiencia que tengo de cudn bien me va cuando la guardo, sintiendo grande paz y serenidad de conciencia, grande alegria y confianza en Dios; y al contrario, cudn mal me va cuando la que- 192 PARTE I. MEDITACION XXVI. . branto, trayendo quebrantado el corazon con culpas, temores dema- siados , remordimientos de conciencia , y olras muchas miserias.- Y finalmente , porque en la hora de la muerte no habra cosa que mas pena me dé, que baher quebrantado la ley de Dios, ni cosa que mas gusto me dé, que haberla guardado ; porque de esto depende mi condenacion 6 salvacion. De aqui concluiré con Jo que conclayé su libro et Eclesidstés (c. x1, 13}, diciendo: Teme 4 Dios, y guar- da sus mandamientos, porque esto es todo hombre, que es decir: en esto consiste lodo el ser de hombre, y el cumplimiento de las obli- gaciones que tiene todo hombre; y quien en esto falta, falla en Ja entereza y perfeccion de hombre, haciéndose como bestia. MEDITACION XXVI. SOBRE LOS CINCO SENTIDOS Y POTBNCIAS EXTERIOBES. Ponto Primzno.— 1. El primer punto, sera traer 4 la memoria los pecados que he cometido con mis cinco sentidos, y con Jas potencias exteriores del cuerpo , acusandome de ellos delante de Nuestro Se- fior.- Primeramente , con los ojos he pecado, gustando de ver cosas hermosas, vanas, curiosas y daiiosas, por sola vanidad, 6 curiosidad, 6 sensualidad, con inmodestia y libertad de carne y desedificacion de otros. De suert¢, que muchas veces peco en las cosas que veo, 6 en Ja intencion con que las miro, 6 en el modo de mirarlas, trayen- do los ojos allaneros, meneandolos 4 una y otra parte con liviandad. Los oidos he tenido abiertos para oir platicas vanas y curiosas, no- vedades impertinentes , lisonjas y alabanzas propias, murmuracio- nes y detracciones de otros, sin reprenderlas 6 atajarlas, ni aun mos- trar mal rostro cuando estaba obligado 4 ello. Y gustando tanto de oir estas cosas, disgusto de oir platicas buenas, y digo con pesadum- bre los sermones, y Jos avisos y correcciones de los que tienen obli- gacion 4 darmelas.-Con el olfato, gusto y tacto he pecado en muchas cosas de Ja gula y lujuria que se han referido en las meditaciones de estos vicios, “ @ Pues gqué diré de los pecados de la lengua? Porque unas palabras he dicho contra el respeto debido al nombre de Dios; otras contra Ja honra y fama del préjimo; y otras en grave daiio de mi alma, como consta de lo que se ha puesto en los primeros puntos de - las meditaciones precedentes. Otras palabras han sido viciosas por faltar en Jas debidas circunstancias, hablando cosas indecentes 4 mi DE LOS CINCO SBNTIDOS, | "193 estado y profesion, 6 en lugares y tiempos prohibidos, como seria hablar mucho en Ja iglesia, 6 misa , 6 sermon, con ofension de otros, 6 cuando por mis reglas, si soy religioso, estoy obligado 4 guardar silencio, 6 cuando hablo con mal modo, apresurado, precipitado, muy afectado y desentonado. De suerte que, mirando los pecados de mis palabras, puedo afirmar lo que dice el apéstol Santiago (c. ur, 6), que mi lengua ha sido : Universitas iniquitatis: un mun- do y universo de maldades donde se han recogido todas juntas, y un fuego que ha encendido y abrasado la rueda de mi nacimiento por todo el discurso de mi vida. 3. Con estos pecados puedo juntar otros de inmodestia y desdr- den en el uso de los demas miembros y potencias exteriores, como son risadas demasiadas, escarnios y mofas, meneoscon liviandad de cabeza, piés 6 manos, y andar afectado, entonado y muy apresura- do, con indeéencia , y otros tales que muestran poca gravedad ; de los cuales dijo el Sabio (Eccl. xix, 27), que el vestido del cuerpo, a risa de los dientes, y el andar del hombre, descubren quién es, y la virtad que tiene, —- Ponderando estos pecados, he de confundirme grandemente por haber usado tan mal de las potencias que Dios me dié , aprovechandome de ellas para solo mi gusto, regalo y honra. © gran Dios, ycémo has sufrido en mi tan gran desorden? ( mise- rable hombre, gcémo te has alrevido 4 intentarle contra Dios? Punto secunpo.—1. Luego consideraré los graves daiios que me vienen por estos sentidos mal guardados é inmortificados. Porque primeramente ellos son Jas puerlas y ventanas , por las cuales, como dice el profeta Jeremias (c. 1x, 21), entra la muerte dela culpa en la casa de mi alma, y destruye la vida de la gracia, y ahoga el ca- lor vital de la caridad, y por ellos entran Jas tenlaciones de los de- . Monios, los cuales como ladrones roban la casa de mi conciencia, despojandola de los dones de Dios y de las virtudes. Por lo cual dijo el mismo Profeta ( Thren. 11, 61): Mi ojo rebé mi alma: y comoel ojo robé & Eva la justicia original , 4 Dina la virginidad , 4 David la castidad y la justicia; asi me roba unas veces la templanza , otras la obediencia, y otras la devocion. Y lo mismo hace el oido y Ia len- gua; porque como la ciudad cercada de enemigos, si las puertas se quedan abierlas y sin guarda, es entrada y saqueada (Prov. xxv, v. 28), y destruida; asi es el alma que no guarda sus sentidos. 2. Estos tambien dan entrada 4 las imagenes y figuras de las cosas visibles, que inquietan la imaginacion y la memoria con dis- . fracciones y vagueaciones; y alborotan los apelitos con el descon- 13 TOMO 1. 1" PARTE I. MEDFEACION XXVI. eierto de las pasiones, y turban el corazon , echandonos fuera de él. ¥ por esto tambien es verdad que ai ojo roba mi alma; porque me Toba la atencion, el pensamiento y la aficion, baciendo que el alma no esté tanto dentro de mi, cuanto fuera, en la cosa que piensa ¥ ama. Y yo mismo tambien me salgo por estas puertas fuera de mi mismo 4 vaguear por todo el mundo; y tras mi se sale el espiritu de la devocien, eracion y contemplacion. De manera que cuando quie- Yo volver 4 entrar dentro de mi, no acierto, ni hallo quieted en mi propia casa, por los alborotos que experimento en ella. ¥ de aqui proceden innumerables defectos y daiios en la oracion, y la priva- cion de los favores del cielo ; porque no gusta Dios de poner el li- cor de sus dones en vaso qué no tiene cobertor (Vum. x1x, 4b), 6 est& por cinco partes agujereado. 3. Finalmente son grandes tos castigos-que ha hecho Dios en les que han tenido notable descuido en guardar sus sentidos y lengua, dandoles libertad eontra los preceptos y consejos de la divipa ley; como se puede ver por los que se han contado en las meditaciones precedentes. Por lo cual dijo el Eclesiaslico (c, xxvin, 28): Cerca tus oidos con espinas, y no quieras oir ta mala lengua; baz puerta para lu boca, y cerradura para tus orejas; y mira no deslices por la lengua, v caigas delante de tus enemigos, y tu caida sea irremedia- ble, causandote la muerte; unas veces la temporal, y otras la elerma en el inferno; 4 donde los cinco sentidos, como ya se poaderd, pa- deceran terribles tormentos en castigo de sus desenfrenades gustos. Por tante, alma mia, eierra las puertas y ventanas de tus sentidos, si no quieres que la muerte y ia turbacion eatre per ellos. Tapa y eafrena tu boca para que no te mate tu propia lengua. Cerca lus oidos con espinas, para que no te espinen las kenguas ajenas, sa- capdo de lo que oyes culpas propias, Ponto TEnceno. ~ Mortificacton de los sentidos. —1. El tercer punto sera, considerar los bienes grandes que trae consigo el santo enfre- namiento y mortificacion de los sentidos.-Lo primero, porque ade- mas de cerrar la puerta 4 tantos males como se han dicho, la abre para que entre en el alma el espfrita de Dios que mora de buena gana en almas mortificadas 4 su carne, y 4 los deleites de los senli- dos; y tambien la abre para que entre en ella el espiritu de la oracion, Y devocion , y de la contemplacion ; porque Nuestro Seiior gusta de conversar con las abmas que son heertos cerrados, y alii las habla al corazon , consolandolas y comunicaudolas sus dones. Y 4 esta causa para orar nos manda entrar dentro del retrele de nuestro corazomy * WE ROS CINCO SRNTIDOS. - 498 cefrar tras nosotros la puerla de los seatidos ( Malsh. vi, 6}; porque no eatre cosa que tarbe nuestra oracien , ¢ interruumpa la conversa- cion que tenemos con nuestro Padre celestial. * : - 2. Demas de esto, los sentidos cuando hacen sus acles segan la voluntad de Dios, que es et fin de su mortificacion, som puertas ¥ Yestanas por donde entra la vida; y lo que veo y oye, gustan ¥ . hablag, les ayuda para alcanzar la vida espiritual de la gracia, y el aumento de ella. De donde tengo de inferir lo que dice Santiago apdstol (c.1¥, 10), que como de usa fuente por un caiio no nace agua dake y atharga; asi no ha de salir de usa misma lengua bea— dicion y maldicion; palabras buenas con que bendiga 4 Dios, y pala~ beas malas con que maldiga al préjimo; sino todas ban de-ser palabras buenas, agradables & Dios, provechosas al prdjimo y dulces para mii conciencia. Y de la misma manera, por unos mismos ojos y cidos no ha de entrar la vida y la muerte; sino siempre han de estar cerra- dos para todo lo que es ocasion de muerte’, y abiertos para lo que me ha de dar la vida, y en esto consiste su perfecta abnegacion. 3. Aesto he de atadir, que la modestia y mortificacion de los sentidos es testimonio y seiial de la virtud interior, edifica mucho 4 los projimes, y echa de si tanta fragancia, que Hena la casa de Ja Igle- sia y religion, de buen crédito y nombre (S. Amb. Lib. HI de virgi-~ wibus): ¥ come la buena portada hesra la casa, ¥ da gana de en- trar dentro 4 ver lo que bay en ella; asi la wodestia y compostura de los sentidos y miembros exteriores es hermosisima portada dela Nirtad y vida retigiosa; y Ja hace las amable, que pone ganas de entrar 4 gozar de le intesior que dentro tiene encerrada, por lo eval dija san Pablo ( Philip. iv, &), que uestra modestia fuese manifies- ta & ledos los hombres, porque Dies. esla cerca y presente 4 nos- Otros, yen presencia de tan poderoso Bey todos sus criades bemos de estar may modesios. &. Finalmente, los cinco sentitos.recibiran en el cielo, coma des~ pees se vera en la meditacion Lill de la parte VI, particulares coro~ nas de gloria, con grandes gustos em premio de las mortificaciones que padecieron en Ja tierra; y asi, con la esperanza de todos estas . bienes me alentaré a mortificarlos con gran fervor. - Concluiré esta medidacion eon ua dulce coloquio con Cristo nuestro Seiior crucifi- cade, pandesando la mortificacion de sus cinco sentidos, que padecié en la cruz; la cual por una parte fue sanlisima, echando rayos rese plandecienles de admirables virtudes; y por otra parle fue penost- sima, com mezcla de lerribles dolores, padeciéadolos por los pecados 13* , 196 PARTE 1. MBDITACION XXVII. que yo comet{ con mis cinco sentidos. ¥ discurriendo como sus ojos fueron oscurecidos con salivas; sus oidos atormentados con blasfe- mias; su olfato con el olor del Calvario; su gusto con la biel y vi- nagre ; su tacto con los azotes, espinas y clavos; compadeci¢ndome , de todo esto le diré: Pésame, 6 dulce Salvador, de las culpas que hice con mis cinco sentidos, por las cuales fueron tan terriblemente atormentados los vuestros; y por los dolores de ellos os suplico per- doneis los muchos pecados de los mios. Con la sangre que salié de vuestras cinco llagas preciosas lavad las manchas que han salido de estas mis cinco fuentes apostemadas. Cese ya, Seiior, su corriente abominable, y ayudadme con vuestra gracia 4 detenerla, para que imitando la morlificacion que ejercitastes en 1a vida y padecistes en Ja muerte, merezca alcanzar vuestra gloria. Amen. MEDBITACION XXVII. SOBRE LAS POTENCIAS INTERIOBES DEL ALMA. Punto paimzro. —1. El primer punto sera, considerar Jos vicios y pecados que tienen su particular asiento en el entendimiento, y Jos daiios que proceden de ellos , examinando la parte que me cabe de cada uno, los cuales se pueden reducir 4 siete.-El primero es (D. Thom, 2,2,q.74), ignorancia de las cosas que estoy obligado 4 saber, como son las que debo creer, pedir, recibir y obrar; las cuales se encierran en el Credo y oracion del Padre nuestro, en los Sacramentos y en los. Mandamientos de Dios, y en las demas obli-+ gaciones propias del estado y oficio de cada uno; porque mal las pue- do cumplir si no las entiendo. Y¥, como dice san Pablo (I Cor. xiv, ».38), quien ignora sera ignorado, diciéndole Dios : No te conozco, - Con esle vicio frisa mucho el olvido culpable de Dios y de su ley, y de las cosas que puedo y debo tener memoria; y de é1 podemos tambien decir : Que quien se olvida sera olvidado; y que si yo cul- pablemente me olvido de Dios y de sus cosas, Dios se olvidar de mi y de las mias. 2. El segundo vicio (D. Thom. 2, 2 »,9- 88) es, imprudencia 6 precipitacion 6 falta de consideracion en las cosas que tengo de hacer 6 decir, arrojandome 4 ellas con fmpetu de pasion, sin primero con- siderar si son licitas 6 ilfcitas, 6 sin tomar sobre ellas el consejo conveniente, De donde proceden innumerables yerros y defectos en DE LAS POTENCIAS INTERIORES. 197 todas las materias de virtud. - El tercer vicio es (Jd. 1b. g. 60, art. 3), temeridad en juzgar los dichos y hechos de los prdjimos , condenan- dolos 6 sospechando mal de ellos, sin bastante fundamento, en lo cual agravio 4 Dios nuestro Seior, usurpando su autoridad, y en- treteniéndome 4 juzgar lo secreto, que es propio de su tribunal; y tambien agravio 4 mi préjimo, condendndole sin razon bastante para ello; y 4 mf me dafio, porque de ordinario vengo 4 caer en lo que temerariamente quise juzgar.-Elcuarto vicio es (Jd. 1b. g. 63, art.8), inconstancia y mutabilidad en lo bueno que he determinado, mudan- do facilmente parecer; de donde procede no cumplir los buenos pro- pésitos que he hecho, ni guardar Ja palabra que he dado 4 Dios 64 los hombres, y dar faci! crédito 4 las tentaciones del demonio y 4 los engaiios halagiiciios de la carne. Y con esta instancia anda junta la mulabilidad de pensamientos, dejandome Ilevar de la imaginativa loca que enloquece el entendimiento y le trae desatinado en pensar varias cosas sin concierto. De aqui lambien procede la mutabilidad en Jos buenos ejercicios, salpicando de unos en otros, por solo mi antojo y por quilar el fastidio con la novedad de elles. 3. El quinto vicio por el contrario es (Casian. Collat, xvu,c. 28, 97), protervia y pertinacia en mi propio juicio y parecer, sin que- rerle doblegar, ni rendir al juicio de los mayores 6 mas sabios, 4 quien debo obedecer y dar crédito. Este es el idolo de las discordias, de donde nacen muchos pecados de desobediencia y rebeldia con- tra los prelados; muchas porfias y contiendas en las dispulas, y grandes errores é ilasiones del demonie; porque, como se dice en Job (c. xvi1, 7), mi propio consejo es mi despefiadero. - El sexto vicio es, astucia 6 prudencia de carne (D. Thom. 2,2, 9. 53, art. 8), 6 sabiduria del mando, inventando con sagacidad medios para salir con mis intentos carnales 6 mundanos : de donde nacen los fraudes y engaiios con palabras 6 con obras é hipocresia. Con este vicio sue- le andar junta la estulticia, necedad 6 torpeza del entendimiento en juzgar y sentir de las cosas de Dios y de los bienes espirituales del alma, teniendo baja estima de ellos, midiéndolos con las reglas va- nas del mundo Y no con las de Dios; porque , como dice el Apéstol (1 Cor. 11, 14), el hombre animal no percibe las cosas que son del divino Espirita » porque las tiene por necedad , y blasfema (Jude, ep, cath, 0. 10) de ellas porque no las entiende. 4. - El séptimo vicio es, curiosidad (D. Thom. 2, ag 167),de- seando desordenadamente saber lo que no me conviene, como es © desear saber cosas dafiosas 4 mi alma 6 que exceden mi capacidad, 798 PARTE I. MEDTMCION XXVIT. por malos medics, 4 las que son indtiles y vanas y desdicen de mi estado y profesion; 6 aunque sean convenientes, deseo saberlas con alicion desordenada y por solo fin de cariosidad 6 vanidad , contra to que dice ef Apéstol (Rom. xit, 3): No querais saber mas de lo que oonviene, sino sabed con moderacion. — Estos son los stete vi- cios del entendimienta, en los cuales, si bien me examino, me hallaré muy culpado, y de ellos me tengo de acusar hamildemente delante de Dies, sacandode aqui cual estara mi pobre alma, si tan misera- ble esta sa entendimiento, que es el que la guia; porque, como dice Cristo nuestro Sener (Matth, v1, 23), si el ojo esta oscurecido, todo el caerpo estara en tinieblas ; ¥ si (Zd. xv, 14) an ciego guia 4 otre eiego, ambos caeran en el hoyo, cayendo de las tinieblas interiores en las exteriores del infierno. Y asi con grande catdado he de pro~ carar, parte cen la penitencia, parte cen ta mortifeacion, purificar- me de estos siete vicios (Psalm. xt, 7), para que sea mi entendi- miento como plata sieve veces purgada , suplicando al Espiritu San- to me parifique de elles con sus siete dones. © Espiritu divino (Isat. x1, 2), esctarece mi alma con el don de la sabidoria coatra mi ignorancia y torpeza. Dame el don de oonsejo contra mi imprn- dencia, el don de entendimiento contra mi temeridad , e! don de ciencia contra la protervia de mi juicio,el don de fortaleea comtra mi malabilidad, el don de piedad contra la prodencia de caree, ¥ el den de temor oontra la cariosidad , para que libre de estes vicios y esclarecido con estos dones (Rom. vi, 4) comience una vida nue- za, espiritual y perfecta , siguieade tu diviea inspiracion, sin jamés apartarme de ella. Amen. Ponto szeunso.—1. El segundo punto sera, considerar Jos pe- cados qae nacen de mi propia voluntad, y los datos que me vienen por segairla, ponderando bien fo primero, qué es volenlad propia, porque solo esto basta para aborrecerla. Voluntad propia es, ta que solamente atiende & querer su propio gusto, dejando el de Dios y el de los préjimos. ¥ llamase propia, porqae siendo mi volantad he- chara de Dios, criada para conformarse coa la divina, yo me alzo con ella, y la apropio 4 mt sole como si fuera mia, y uso de ella para querer solamente fo que me da gusto. Paes zqué huno hay mas injusto y qué robo mas lirane, que hurtar y rebar & Dies la vo- luntad que él me did, y alzarme oon ella comtradiciesdo siempre & lasuyat? ¥ yqué matdad bay mas horrenda , que entrando en hata- Ha mi voluntad oon la de Dios, la miaquede venoedora y 4a de Dies yencida, alropeliands lo que "Diss quiere por lo que ye quiero? DE LAS POTENCIAS INTERVORES. “190 © Dios omnipotente, por to iafinita misericordia no permilas en mi tal injusticia. 2. Luego ponderaré como ta voluntad propia esrait de ( Castan, Collat. xix, ¢. 8) todos los vicios y pecades que hago, y de cuan- tos se hacem en el mundo, jos cuales podemos reducir 4 tres cabe- zas, - El primero es, desobediencia general a todo Jo que manda Dios ‘por si mismo 6 por sus ministros. De modo que Ja propia volualad es capital evemiga de todas las leyes divinas y humanas, y con mas especialidad de las religiosas , porque toda {a religion se funda en la mortificacion de la propia voluntad ; y si esta vive, ta religion mue- te; y si la religion ba de vivir, Ja voluntad ba de morir.-£) se- gundo vicio es, malear y torcer la intencion en lo bueno que hace, haciéndolo no porque es voluntad de Dios, sino por otros fines de 9a propio gusto vano, ialeresal 6 sensual { Bern. Serm. 71 in Cant.); por lo cual fo bueno convierte en malo, y to que pudiera agradar & * Dios hace que le desagrade , como el mismo Seftor Jo dijo por Isaias {isat. vit, 3): Desagradame vuestro ayuno, porqte en él se balla vuestra propia voluntad.- El tercer vicio es, apropiarse 4 si todas jas cosas que puede, sin reparar en el daiio que hace 4 otros. De don- de nacen innumerables injusticias, avaricias, crueldades, contien— das, pleitos, agravios y discordias, alrepellando todas las leyes de justicia y de misericordia con los préjimes, y tas de la caridad, de: quien dice san Pablo (1 Cor. xm, 5), que no busca las cosas que son Suyas; y asi la propia voluntad es veneno y destruccion total de la caridad, 3. De aqui es, que como ja voluntad propia es reina y capitana de todos los vicios y pecados , asi es pobladora de tos infiernos y ce- bo de los fuegos eternos. Y por esto dice san Bernardo (Serm. de Resurr.) : Cese la propia volaatad , y ao habré infierao ; porque si cesa la propia volantad, no babraé pecado para cuyo castigo sea menester el inferno. ¥ demas de esto, si algua infierno hay en esta vida , la volantad propia lo es para si misma, porque todas las mi-* serias de esta rida en tanto causan demasiada afliccion y tristeza, ea cuanto son contrarias a 1a propia voluntad; y si esta cesare, con- forméedonos con la divina, lo que es infierno se convertira en pur- gatorio, y en aumento de urerecimiento y de corona ea el cielo. Por jo cual dice san Ambrosio (Zib. 1 de vocat, Gent. c. 2), que la vo- luntad propia en las codicias es ciega; en las honras hiacbada ; en Jos cuidados congojosa ; en las sospechas inquiela: mas codiciosa de gloria que de virtud, y mas amadora de fama que de buena con- 200 PARTE I. MEDITACION XXVII. cieacia; y mucho mas miserable gozando de las cosas que ama, que si careciera de ellas, porque su experiencia aumenta su miseria. De todo esto concluiré , cuan grande ha sido mi miseria en haberme sujetado 4 Ja voluntad propia contra la divina, llorando mi cegue- dad , y proponiendo firmemente de aborrecerla y negarla, & imila- cion de Cristo nuestro Seiior que bajé del cielo (Joan, v, 30), no & cumplir su volunlad, sino la del que le envid, Y estando con las tristezas y agonias de la muerte dijo 4 su Padre (Luc. xx11, 42): No se haga mi voluntad sino la tuya. © Maestro soberano, confieso que no soy digno de llamarme tu discipulo, por no haberme aprovecha- do de tu ejemplo. Vengan lristezas y agonias de muerte sobre inf, por las veces que he dicho contra ti: No se haga tu voluntad sino Ja mia. Aparta, Salvador mio, de mi boca tan maldita palabra, y favoréceme con tu gracia para mortificar mi propia volunlad , en ra- zon de cumplir (I Cor. x, 24) enteramente la tuya: busque yo de aqui adelante, no lo que es mio, sino lo que fuere tuyo y de mis préjimos, pretendiendo su provecho y tu gloria por todos los siglos. Amen. . Punto Tencero. —1. El terer punto sera, considerar los pecados y desérdenes de las otras potencias interiores de} alma, que son la ima- ginacion y apetitos sensitivos , con Jos daiios que de ellos proceden. - Lo primero ,-ponderaré como mi potencia imaginaliva es como una sala pintada con muchas imagenes y figuras, unas feas, otras pro- fanas, y otras ridiculas, monstruosas y disparatadas , entreteni¢n- dose en pintarlas y saboredndose en mirarlas, y solicitando al enten- dimiento para que las mire, y arrebalandole muchas veces tras sf para que piense en ellas. De donde nacen originalmente muchos pe- cados, que llaman delectacion morosa , en maleria de carnalidades, venganzas, ambiciones y avaricias, deleitandome con la imagina- cion de estas cosas como si las tuviera presentes. 2. Luego ponderaré (D. Thom. 1, %, g. 23, art. £), como mis potencias apetitivas son como un mar lurbadisimo, combatido de on- ce olas de pasiones encontradas entre si mismas, es & saber, amor y odio, deseo y huida, tristeza y gozo, esperanza y desesperacion, femor y audacia, y la ira. Las cuales por la mayor parte aplico 4 lo Malo con gran desérden, porque amo lo que habia de aborrecer, y aborrezco Jo que bahia de amar ; deseo Jo que debiera huir, y bu- yo lo que debiera desear; alégrome de lo que habia de entristecer- me, y entristézcome con lo que habia de alegrarme. De donde na- cen graves pecados (Amb. Lib. I Offic. ¢. 4), porque los apetitos DEL RXAMEN DE LA CONCIENCIA. Sot con estos afectos solicitan la voluntad y la llevan tras si para que consienta con ellos. 3. De aqui es, que estas pasiones son armas y Jazos de los de- monios para combatirnos y enlazarnos en graves culpas; y en vien- do que se levanta alguna pasion se alegran de verla, y luego se aprovechan (Rom. vu, 18) de ella para urdir su tentacion. De suer- fe que yo mismo doy 4 mi enemigo las principales armas con que me combate, persigue y destruye. Demas de esto, ellas mismas son verdugo vy tormento de mi mismo, porque traen dentro de mi guerra contra el “pobre espiritu, molestandome para que quiera lo que no querria, por hacer Jo que quiere mi carne. ¥ entre si tambien an- dan encontradas , porque la pasion del deleite me hace desear lo que aborrece la codicia de la honra; y el deseo de la honra lo que huye Ja pasion de la avaricia. Y, como dice el Sabio (Prov. xm, 4), siem- pre quiero y no quiero: quiero la virtud-porque es buena, y no la quiero porque es trabajosa; quiero el vicio porque es deleitable, y no le quiero porque es deshonesto. ¥ estos quereres de mis pasiones “son verdugos de mi miserable corazon. | Oh! con cudnta razon pue- do lamentarme 4 m{ mismo diciendo 4 Nuestro Seftor (Job, vi, 20): 4Por qué me has puesto tan contrario 4 i? Y gcémo soy tan pesado y molesto para mi? ;O desdichado hombre! ,Quién me libraré de este cuerpo tan mortal? Favorézcame, Seiior, tu gracia, para li- brarme de tanta miseria. (Rom. vit, 24). De esta consideracion he de. sacar un propésilo muy esforzado de mortificar Jas pasiones , junta- mente con la voluntatl propia, porque esta aviva las pasiones, y Jas pasiones avivan 4 ella; y asi han de morir 4 la par para quedar ven- cidas, siguiendo en esto el consejo del Eclesiastico (¢. xviir, 30), que dice : No te vayas tras tus pasiones y codicias, y apartate de tu pro- pia voluntad; porque si concedes 4 tu alma sus concupiscencias, te hardno risa de tus enemigos. — Para la ejecucion de esto ayudaran los ex4menes que se pon-~ dran en las meditaciones siguientes. — MEDITACION XXVIII. EN QUE SE PONE UN MODO DE OBAR, HACIENDO EXAMEN DE LA CONCIENCIA CADA NOCHE. , Uno de los medios mas eficaces para purificar el alma de vicios, es el uso continuo de examinar la conciencia cada dia antes de acos- Be? PARTE I. MEDITACION XXVIM. tarse (Basil. Serm. 1 de instil. Monach.; Chrys. Hom. in. Psalm. rv; Bern. et alii), to cual con grande encarecimiento nos encomiendan los santos Padres y maestres del espiritu. La forma de bacer este examen, que nuesiro glorieso Padre san Jgnacie enseiié por cinoe puates, es la mas provechosa de cuantas yo he visto, porque abra~ za ua modo de orar excelentisimo para toda suerle de personas.— — Para cuya inteligencia brevemente advierto, que cada dia de BBevo Bos cargamos de dos deudas para con Nuestro Seiior, aua- que muy diferentes, v por muy diversos tHulos.- La primera deuda es, por los innomerables beueficios que de ¢l recibimos, La segua- da, por fos innumerables pecados que centra él cometemos. La pri- mera se paga con agradecimiento. La segunda con dolor; y es jus~ to que cada dia, al fio de 1, Jas pagnemes ambas, comenzando por ta primera deuda, asi porqae dispone para pagar bien la se~- gueda , como porque, como dice san Basilio (De constitut. Menas- tic. c. 2), cuando vamos 4 la oracien , no hemes de entrar siempre pidiendo luego lo que es de nuestra propio provecho ; perque pa-~ rece damos 4 entender que vamos alli principalmente por nuestro interés, sino algunas veces hemes de comeurar por las alabanzas de Dios, dandole gracias por las mercedes que nos ba hecho; por- que con esto damos 4 entender, que priacipalmeate buscamos la gloria de Dios, y que la estimamos en mas que todas las otras co- sas. Ademds, la misma accion de gracias nos serviré, como dice saato Tomés (2, 2, . 83, art. 7), de alo para impetrar lo que pidiéremos ; porque de baena gasa da Dios*to que te pedimes, eaando ve que be agradecemos lo que nos ha dado. - Dewas de es- to, habiendo de revolver el albadar Rediondo de mis pecados , por- que no me causen desesperacion y trisleza que me sorba y consu- ma, es bien prevepirme, como dice san Bernardo (Serm..i1 in Cantic. c. 48), con la memoria de los beneficics de Dies, alabandole por elles, y tomando, como dice Isaias, este frene de alabaaza que me pone en la boca, para que no me despenie y peresca. Y annque es verdad, como dice san Buenaventura (Ip Spec. discipl. part. 1, c. 6), que no siempre es necesario guardar este drden de comenzar Ja.oracion; pero en el ejercicio presente viene muy 4 propdsilo por Jas razoves dichas. —~ Ponto rrimeno.—El primer punto sera, traer brevemente 4 la memoria los beneficios que he recibido de Nuestro Seiior, asi gene- rales como especiales, y en particular los que en aquel dia me ha hecho, dandole gracias muy de corazon por todos ellos, reconocien-, DEL BXAMEN DE LA CONCIENCIA. we do caén grandes son , asi por la grandeza del que los da con tanto amor, como por la vileza del que los recibe sia sus merecimientes, TY asi contandolos axe por uno, pnedo decir: Gracias te doy, Dios “Mo, perque me criagte de nada , y me has conservado fa vida hasta toy. Gracias te hago, perque me rediwiste con ta sangre preciosa, ¥ me hiciste cristiane y miembre de tu Igtesia. Bendito seas , porque ‘hoy me fas dado de comer y de vestir, y me has librado de gran~ des peligres de cuerpo y alma, y dédome rmouchas buenas inspira~ crones, ayudéndome 4 cumplir algunas obras de obligacion, ev. Todo Jo bueno que en mi hay, tuyo es, y 4 Ui se debe la gloria de elto; y por ello te doy gracias, cuantas puede, con tedo el afecto de mi corazon. Y suplice & fos coros de los Angeles y & todes los espi- Tias bievaventerades, que te alaben por mi y te dén pracias por estas mercedes que me has hecho, — De ésle punto se ha de decir largamente en ka parte VI.— Puro seaunno, — El segundo punto sera, pedir 4 Nuestro Sefor con gtan inslawcia luz para conocer mis pecados y gracia para do- lerme de eltos, alegandole tres titulos de mi grande necesidad y mi- seria en esta parte.-E| primero es, grande olvido de mi meme- Tia.-E] segundo, grande cegaedad de mi entendimiento.- Et ter- cero, grande frialdad de mi voluntad. De donde procede que el demonio me tiene faertemente atado con una cuerda tresdobladade mis pecades ; 1a cual dificultosamente puedo romper, porque de unos pecados me olvido con 1a facilidad que los hago; otres no conozco por ignorancia ; y los que conozco, no fos loro como debo, por mi grande tibieza. Por tanto, Dios mio, con vuestra imspiracion reme- diad mis olvidos; con veestra luz alambrad mis tinieblas; y con warestro faego de amor desterrad mis frialdades, para que conozca mis cotpes, y as Nore de medo que aleance perdon de ellas. ‘Punto TERCERO. — Heoha esta pelicion, levantaré mi corazon 4 Dies marrandole como & juez que me ha de juzgar con gran rigor, escudri- Hando, cone dice Sofonias (¢. 1, 12), lostincones de Jeresalen, que es tni aha y sus potencias , con candelas, descubriendo todas las cul- pas que hubiere en ellas, annque sean muy menudas; y examinan- to, como dice David (Psalm. :xx1v, 3), 20 solamente las injusticias sino taurbien tas justicias y ebras huenas , con laseaales svelen mez- arse circanstancias malas. — Con esta consideracion, ileno de un santo temor en la presencia de Dios, comenzaré 4 examinar todos tes pecades que he cometido en aquel dia, por pensamiento, palabra y obra, y per omision 6 negligencia; y con mas alencion procuraré.ave~ 204 PABTR I. MEDITACION XXVIIE.~ riguar si tengo algunos de los que llama David (Psalm. xvut, 13} pecados ocultos, por haberlos cometido con ignorancia 6 inadver~ fencia culpable, 6 por ilusion y engaiio del demonio, teniéndoles por obra de virtud, como si tuviese por celo lo que es ira. -Para este examen ayodaré mucho lo que se dijo en Jos primeros puntos de las medilaciones sobre los siéte vicios capitales, y sobre los mandamien- tos, sentidos y potencias del alma, porque alli est4 puesto todo lo que puede ser materia de un examen muy menudo y diligente. El modo de bacerle ser4 , dividiendo el dia en partes, y mirando lo que hice en las dos horas primeras del dia; luego en Jas olras dos, apar- tando lo precioso de lo vil; y si hallare algo bueno, lo atribuiré & Dios con agradecimiento, y lo malo atribuiré 4 mi libertad estraga- da; y de todo junto haré una bumilde confesion delante de Dios, con vergiienza y confusion muy profunda, cumpliendo aquello de Da- vid (Psalm. xxxt, 8): Yo, dije, confesaré al Seiior mi injusticia contra mf, que es decir: yo me determiné de confesar mis pecados delante de Dios, no para excusarme, sino para acusarme; no ali- gerando mis culpas, sino agravandolas , y ponderando mucho la in- justicia que hice contra Dios en cometerlas (Psalm. xxiv, 11) , por- que este es el camino para alcanzar perdon de ellas. Ponto cuarto.— El cuarto punto sera, procurar un gran dolor de Jos pecados, que flegue 4 ser contricion, doliéndome de ellos, prin- cipalmente por ser ofensas de Dios, sumo bien mio, 4 quien deseo amar y amo sobre todas las cosas, porque con este dolor tan perfecto se perdonan las culpas, haciendo propésilode confesarlas 4 su liem- Po; como sucedi¢ al mismo David, el cual en diciendo : Yo confesaré mi injusticia contra mf, Inego aiiade: ¥ ta perdonaste la maldad de mi pecado. Y apenas hubo dicho delante de Natan, profeta (II Reg. mu, 13), esla palabra : Pequé contra el Seffior, cuando le res- Pondié el Profeta : El Seiior tambien ha perdonado tu pecado. De suerte, que si en el examen de la noche digo 4 Dios de todo mi co- razon: Pésame, Dios mio, de baberte ofendido, porque te amo sobre todas las cosas criadas; y antes quisiera haherlas perdido que haber pecado ; y con tu gracia propongo de confesar todas mis culpas, con determinacion de nunca mas volver 4 ellas, al punto quedo justifica- _ do, ¥ si aquella noche me muriese de repente , sin poderme confesar, aunque bubiese hecho muchos pecados mortales, no me condenaria por ellos, por donde se ve la importancia de este dolor antes de acostarme; porque si he pecado mortalmente, y la muerte me sal- tea durmiendo, como ha salteado 4 muchos, con este dolor me sal- DEL BXAMEN DE LA CONCIENCIA. 208 varé, y sin él me condenaré.- Para provocarme 4 esla contricion, ayudaré mucho comparar lo del primer punto con lo del tercero; esto es, los grandes beneficios que en este dia Dios me ha hecho, con los pecados que yo he cometido, avergonzdndome de haber ofendido 4 un Dios tan bueno y tan bienhechor mio, y doliéndome de haber respondido 4 tales beneficios con tales ofensas. Para lo cual sirven las meditaciones que hemos puesto de los pecados, especial- mente la Y, y lo que se dira en la meditacion XXXI. Ponto quinto. — El quinto puntoes, hacer un propésito muy eficaz, con la divina gracia, de enmendarme el dia siguiente, y no caer en culpas semejantes, con las veras que dice David ( Psalm, cxviit, 106): Juré y determiné de guardar tus mandamientos tn elernum, no un dia ni dos, sino por toda la vida y por toda la eternidad. Y para que este propésito sea tal, demas de lo que se dira en la meditacion si- guiente, es necesario haber examinado las ocasiones que tuve de © caer, por razon de tal lugar, 6 tal persona, 6 tal negocio, y propo- ner junlamente apartarme de esta ocasion, si puedo dejarla; y si ho, proponer de lener mayor cautela, y entrar en ella con preven- cion. Mas porque nuestros propdsitos son muy flacos y mudables, si Nuestro Seiior no los fortifica { Philip, 11, 13) y establece con su gra- cia, lengo que suplicarle que pues me did tal propésito, tambien me dé gracia para cumplirlo, y acabaré con la oracion del Pater noster, baciendo pausa con sentimiento en las tres ultimas peticiones que contiene, formando un amoroso coloquio de esta manera ; - Reco- nozco, Dios mio, las dos deudas de que estoy cargado, por tus he- neficios y por mis pecados; todo cuanto aqui be hecho es poco para pagarlas; por lo que me falta, te ofrezco la sangre preciosisima de tu Hijo, derramada con infinito amor y agradecimiento, y con ex- cesivo dolor y pena. Por la cual te suplico perdones las deudas de mis pecados, y me ayudes para no volver mas 4 ellos. No permitas que caiga en las lentaciones que me acometieren; mas librame de todo mal, por la gloria de tu sanlo nombre. Amen. MEDITACION XXIX. EN QUE SE PONE OTRO MODO DE ORAR EN TRES TIEMPOS DEL DIA, HACIEN= DO EXAMEN PARTICULAR DE UN YICIO, PARA ARBANCABLE DE paiz. — Demis del cuidado general que debemos tener con limpiar el alma de todos sus vicios y pecados, es muy conveniente, como di- % 26 PARTE I. MEDUTACION EX2X. © ae los santos Padres, especialmente Casiano ( Collat. v, c. 15}, pe- ‘Ber particular estedio en arrancar uao, el que mas daite suele ha~ Gernos; porque con este cpidade tan especial se vencesa mas faci mente ; y vencido este, podemos tomar 4 pechos la victoria de otro hasta veacerlos todos. Al modo que Jas siete nacienes , enemigas de ~ los israetitas, fueron vencidas poco 4 poco y por sus pares. Para este fin enseiié nuestro glorioso Padre saw Ignacio un modo de ha- ‘cer examen particular de un vicio, en el cual esta encerrado otro mode de orar may provechoso, repartido en tres lienspos del dia ; es 4 saber, 4 la mafiana, al mediodia y 4 la noche; los cuales son: muy celebrados en la sagrada Escritura, por lo que de si dice Da— vid (Psalm. sv, #8): A la tarde y 4 la maiiana y al mediodfa con- taré 4 Dios mis miserias, esperande que me oird y librara de elas. ¥ de Daniel dice la Escritura ( Dan. vr, 10) que en tres tiempos deb dia hineaba tas rodillas y adoraba 4 Dios, haciendo. delante de ét con- fesion de las alabanzas divinas y de los pecados propies. Segwn este, dividirémes este modo de orar en tres puntos que sirvan para los tres tiempos dichos. — : * Ponto paimzro. —1. Lo primero, 4 ka mafiana, en visticndome, hiacado de rodillas como Daniel, y puesto en la presencia de Dios, le adoraré dandole gracias por la vida, quietud y sueto que me did la noehe pasada, y por los peligros de que me libré; de camino iré tam- bien examinando, si despues de acoslado, durmiendo 6 velando, me ha sueedido algo que sea culpa, doliéndome de ello muy de cora~ zon. - Luego baré un ofrecimiento & Nuestro Sejier de todas las eo- sas que aquel dia biciere , ordenasdolas puramente 4 su benra y gto- ria, pidiéndole perseverancia en esta pura inteneion hasta el. fin det dia y de la vida, y supticandote acepte mis obras ew unien de las que . §u Hijo umigénito le ofrecié ex esta vida por mi.-Despwes de esto baré un propésito muy valereso y determinado de apariarme em aquel dia, con la divina gracia, de todo género de pecado; al mode que decia Davidad (Psalm. c, 8}, que 4 la maiiana mataba todos Jos pecadores de la tierra, no con cuchillo de acero, sino con el pro- pésito muy acerado y fuerte de destruirlos todos, en cuanto eran contrarios 4 Dios, deseando que en la ciudad de mi alma no viva cosa que le ofeada. Peroen particular he de proponer con mas fuer- 2a apaciarme de aquel vicio que deseo desarraigar de mi corazon, concibiendo un santo odio contra él, por el dafio que me bace. 2. Para que este prepésilo sea eficaz, aysdaré mucho Ro tomar las cesas 4 bute, y sin recanecer las dificullades que lienem, sine e DBE BXAMES BE LA ConepuRCLA. see prevenitlas con los ojes de la prudencia; y per la mafiana imaginar todas las difieutades, pesadumbres, desprecios v ecasiones de tro~ pezar, que probablemente se me pueden ofrecer en aquel dia atesta la eatidad de mi persona , estado y oficio, y los negocios y personas con qaien he de tratar, Y habiéndolas visto, procuraré aceptar de buena gaba, por amor de Dios nuestro Sefior, todo lo que sucediere con- tra mi gusto, proponiendo, con la divina gracia, por tales oeasio- nes no faltar en la humildad y paciencia, ni admitir cosa que sea culpa, fundando este propdsito no en mis fuerzas, sino en las que Dies me dara, y en algunas razenes fuertes que me convenzan y aficionen 4 ejeeutarle : al modo que Cristo nuestro Redentor, en e? huerto de Getsemani, puso delante de sus ojos todos los tormentos que el dia siguiente habia de padecer, y aceptandolos.con grande amor, laché contra los temores y tristezas, con razones y oraciones, como en sa lugar verémes (parte LY). 3. Yi los muy fervorosos quieren pasar mas adelante, y aver- tajarse mas en la virtud , pueden tomar el coasejo que un santo abad, como refiere Casiano (€ollat, xix, ¢: 14), dié & tos que por vivir en soledad no tienen ocasiones de ejercitar la humildad y paciencia, los cuales deberian imaginar terribles dolores, injutias, desprecios y tormentos, venidos per mano de sus enemigos 6 de sus compaiie- ~ ros, con titulo de piedad ; cuales fueron los que han padecido los Martires y santos €onfesores, y aceptarlos todos muy de corazon, y aun desear que se le ofrezcan y pedirlos & nuestro Padre celestial con aquellas palabras de David ( Psalm. xxv, 2): Pruébame, Se- flor, y ti¢ntame : abrasa mi corazon y mis reves, porque ta gran misericordia esta delante de mi, y en ella confio que me has de ayu- dar, Y con esta confianza puede decirle : | Ob si en este dia me hi- riese algnno en un carrilto, cedn de buena gana por tu amor le ofre~ ciera et otro! O si alguno me dijere algena palabra injuriosa 6 me Jevantase algun falso testimonio, ¢ cuan de corazon callaria y lo sa- friria por tu amor! | Ob si mis prelados me mandasen alguna cosa muy aspera y dificultosa, para que mostrase el amor que te tengo en camplirla! Con estos propésitos se van aumentando mucho Jas vir- tudes, y el corazon queda esforzado para resistir los vicios, aun— que los imperfectos y tibios han de ir con tiento en tales pensamien~ tos, porque qniza por su flaqueza se les converliré en laze de ten- . tacion fo que habia de ser medio de su aprevechamiento. Penro secunpo. —1. Lo segundo, al mediedia antes de comer, paesto en fa presencia de Dios y habiéndole pedido luz para cone— 208 PARTE J. MEDITACION XXIX. cer mis culpas, examinaré las que he cometido aquella maiiana en aquel vicio particular; y si fueren muchas, tengo de avergonzarme por no haber cumplido e! propésito que hice, pi guardado la pala- ~~ bra que di 4 Dios, acusdndome de infiel, inconstante y mudable, y doliéndome de la culpa que en esto he tenido, por ser contra un Dios que tan fiel y constante es en hacerme mercedes, y en cum- plir lo que propone hacer para wi bien. Tengo de reprenderme, como dice Casiano (Collat. xix, c. 14), diciéndome & mi mismo: 4 Td eres el que esta maiiana proponias cosas grandes, y te ofrecias & padecer injurias muy terribles? Pues gcémo te ha derribado una ocasioncilla tan ligera? Proponias de malar & todos los enemigos de Dios, gy te has rendido al mencr de ellos? Avergiiénzate de tu co- bardia, humfllate delante de Dios, y torna de nuevo 4 proponer, confiado con mas viveza en su misericordia, para que ayude tu grande flaqueza. Tambien examinaré la causa y ocasion de haber faltado para huir de ella, 6 prevenirme para ella, proponiendo en - todo la enmienda para lo que resta del dia. 2. Puédome tambien acordar en este tiempo, como Cristo nues- tro Sefior al mediodia fue crucificado, y perseveré gran parte de la tarde padeciendo gravisimos dolores en la cruz con grande cons- tancia, hasla que espiré, y en agradecimieato de este beneficio tengo de proponer ser muy constante en no dar gusto 4 mi carne ni 4 mi voluntad en aquel vicio, hasta que 6] muera en mi y yo muera peleando contra él para vencerle. Olras veces puedo acor- darme como tambien Cristo nuestro Seior al mediodia subié sobre todos los cielos & gozar el fruto de sus trabajos ; y con esta conside- racion alentarme & pelear de nuevo contra mis pasiones, y en am- bas consideraciones puedo decirle aquello de los Cantares (Cant. 1, v. 6): © amado de mi alma, muéstrame con tu luz celestial el Iu- gar donde al mediodia descansas y apacientas tus ovejas, para que fije allt mi corazon y mis deseos, y no ande vagueando mas en bos- ca de los vicios. Ponto reaceno. ~1. Ala noche, antes de dormir, haré otro exd- men semejante al que hice antes de comer, confiriendo las veces que falté 4 la maiiana con las que falté 4 fa tarde: y si estas fueren me- nos, daré gracias & Dios por esta enmienda que ha habido, pues de su mano ha venido; pero si fueren mas, me confundiré de ver que en lugar de ir adelante vuelvo atras ; pero no tengo de desma- yar, sino proponer de nuevo la enmienda muy de corazon, por- que con tal modo de batalla se viene & conseguir la vicloria. Pues DEL BXAMEN DE LA CONCIBNCIA. ‘ 209: por esto dijo el Espfrilu Sanlo ( Proo. xxiv, 16), que el justo cae siete veces y se levantard : dando 4 entender, que cayendo y levan- tandose, vendr4 con el divino favor 4 quedar en pié. Esla misma comparacion be de hacer de las faltas de un dia 4 las de otro, como lo aconseja san Basilio (Serm. de abdic. rer.), y de una semana & las de otra, como lo aconseja san Doroteo (D. Dorot. Serm. 10), apro- vechandome para tener memoria de ellas de apuntarlas en dos ra~ yas para cada dia de la semana, poniendo en !a una tantos puntos cuantas veces falté 4 la maiiana, y en la olra los de la tarde. 2. Tambien ayudara darme un golpe en los pechos en cayendo en esta falta. Lo uno, para tener memoria de las veces que be fal- lado, por las veces que me he dado tal golpe. ¥ lo otro, para mover- me luego 4 dolor de la falta y alcanzar perdon de ella. Porque tam- bien en este sentido dijo el Espiritu Santo; Siete veces cae el justo y se levanta ; dando 4 entender , que cuando cae tiene luz para co- “ nocer que ha caido; y si cae cuando es de dia, no aguarda 4 levan- tarse 4 la noche; antes si siele veces cae, siete veces se levanla Iue- 80 que ba caido, doliéndose de la caida y proponiendo la enmienda, y de esta manera la frecuencia de las caidas se convertira en fre- cuencia de oracion y de buenos afectos y propésilos que reparan el daiio de la caida con nueva gracia. Otros modos de hacer examen y Teflexion sobre nuestras obras se pondrdn en la parte VI, en la meditacion XX VII de lo que dijo Dios acabada toda la obra de Ja creacion del mundo. MEDITACIONES PABA ANTES DE LA CONFESION Y COMUNION. —Como la pureza del alma, que es el fin de la via purgativa, se alcanza perfectamente con el uso de Jos dos sacramentos de la Con- fesion y Comunion, ser4 bien poner aqui algunas meditaciones con las cuales nos aparejemos para recibirlos dignamente, y enseiiar de camino 4 los principiantes el modo como se ha de hacer esle aparejo, poniéndoles estima de la frecuencia de eslos dos remedios que Dios nos ha dejado para nuestra salvacion.— 44 TOMO I. no PARTE I, MEDITACION XXX. MEDITACION XXX. DE LAS EXCELENCIAS DEL SANTO SACRAMENTO DE LA CONFESION : DE LAS ‘VIRTOUDES QUE EN ELSE EJERCITAN, Y DE LAS GRACIAS QUE SE RECIBEN. Ponto primero.— 1. Lo primero, se ha de considerar la grande merced que hizo Dios 4 su Iglesia y 4 mi (D. Thom. 3 p. q. 8, art. 6 e€7), como miembro de ella, en haber institnido el santo sa- ¢eramento de la Penitencia, ponderando algunas cosas que descubren Ta grandera de este bencficio y me animan al usode 4. Lo primero, siendo propio de solo Dios perdonar (Jsai. xtist, 26) tes pecades, quiso poner esta potestad en manos de los sacerdotes , asegurando- hos que aprobaria en el cielo !a sentencia que ellos diesen en ta tier ra. (Joan, xx, 23). Y ordend que estos sacerdotes fuesen hombres sujetos tambien 4 pecados y necesitados del mismo remedio, para que se compadeciesen mas de los pecadores : y la polestad que les dié fue tan 4mplia, que ningun pecado reservé para sf solo, por grave que faese, ni les limité el ntiarero de tos pecados, ni las ve- ces xyoe habian de perdonar : antes dijo & san Pedro ( Mafth. xvm, v. 22), quenosolamente perdonase siete veces, sino setenla veces siete 5 ésto es, sin numero ni tasa. En todo to cual resplandece la bondad de este grau Dios y las ganas que tiene de perdonarnos. 0 Padre misericordioso, setenta y siete veces y millares de veces mas le ala- ben los Angeles del cielo por el favor que haces 4 los pecadores que vivimos en la tierra. Cuantas veces podémos pecar, tantas veces nos quieres perdonar si le pedimos perdon, porque tu misericordia es mayor que nuestra miseria. Confiadamente acudiré 4 pedir per- don de Ja injuria, pues tan liberalmente mele ofrece el mismo que es injuriado. %. Lo segundo, ponderaré como este Juez soberano, habiendo de hacer juicio estrechfsimo de nuestras vidas al fin ¢e ellas y al fin del mundo, quiso misericordiosamente conmutar este juicio rigu- ‘roso de nuestros pecados en el juicio misericordioso que hiciéremos de ellos en este Sacramento: de modo que, como dice el Apéstol {I Cor. xs, 31), si aquf fuéremos juzgados y absveltos, no serémos mas juzgados ni condenados por aquellos pecados, pues por esto dice la Escritura ( Nah,‘1, 9) que no juzga ni castiga una cosa dos veces. 3. Finalmente, este Sacramento, conforme 4 la profecfa de Za- . BE LA CONFESION. =~ of varias (c. xm, 1), es una fuente de agna viva que tiene Dios em sa Iglesia para lavar las inmundicias de nuestras culpas; para sanar las enfermedades y llagas de nuestros vicios ; para restituirnos la vida de Ja gracia, lahermosura de 1a caridad y el resplandor de las virtades, y para reparar los merecimientos perdidos y remediar les demas da- Hos de nuestros pecados. Y es fuente perenne y patente , porque nan- case agota, ni Dios la cerrard mientras vivimos; antes desea que lue- go en pecando, acudamos 4 lavarnos enella. | Oh! benditasea la fuen- te de ladivina bondad , de donde nace esta fuente de tanta misericor- dia. (Isai. xu, 3). Acude, alma mia, por agaa 4 esta fuente del Sal- vador ; vécon tristeza por razon de tu culpa, y con gozo por la espe- ranza de lavarte en ella. — De este punto se tratara mas Jargamente en la meditacion 1X dela parte V.— Ponto secunpo.—1. Lo segundo, se ha de considerar cadn exce- lente obra sea el acto de la confesion para aficionarnos mas 4 ejer- citarla y frecuentarla , ponderando como Cristo nuestro Seiior insti- tuyé este Sacramento en-su Iglesia , para que los fieles tomasen oca- sion de sus mismos pecados para ejercitar excelentes actos de vir- tades, con los cuales reparasen los daiios que les vinieron por ellos, yawn sacasen nuevas ganancias. Estos actos principalmente son siete.- El primero es de fe, creyendo firmemente que el perdonar pecados, que es propio de solo Dios, se ha comunicado 4 lossacer- dotes , poniendo en sus manos las Ilaves de! cielo (Matth. xvi, 18), con las cuales abran sus puertas, para que de alla bajen las gracias y dones celestiales que justifican los pecadores , y los pecadores pue- dan entrar dentro 4 gozar del reino que se promete 4 los justos. - El segundo acto es de esperanza humana ; porque la confesion de su pro- pio delito, que en los tribunales del mundo es medio para condenar al reo, en este tribunal del cielo es medio para absolverle. - Bl ter- cer acto es de caridad, 4 quien pertenece dolerse grandemente por haber ofendido 4 la infinita bondad de Dios, y perdido su gracia y amistad, deseando repararla para amarle y servirle muy de veras. - El cuarto es de herdica humildad , bumilléndose no solamente de- Jante de Dios, sino delante de tos hombres , descubriendo 4 sus mi-. pistros las cosas secretas que le han de hemillar y cansar grande vergiienza y confusion, abrazando este desprecio por amor de Dios, Jy gustando de que otros Je tengan en la figura que-él mismo se tiene. , 2. El quinto es de excelente obediencia en materia tan ardua, 14" ’ 212 PARTE I. MEDITACION XXX. como se ba dicho, y en sujetarse al confesor como 4 superior, con Animo de obedecerle en lo que para este fin ordenare. - El sexto es de justicia muy levanlada , ejercitando sus actos al modo que se dir4, de acusador , reo , testigo , juez y ejecutor , y sujelandose al juicio del ministro de Dios, no por fuerza, sino de grado, con 4nimo de pasar por sv sentencia y con celo de vengar en sf mismo las injurias que hizo contra Dios, y de reparar y restituir los daiios que hubie- re hecho al préjimo. - El séptimo es de esclarecida fortaleza, ven- ciéndose 4 si mismo, y la vehemente inclinacion que lienen los hom- bres & encubrir sus culpas, defenderlas y excusarlas como Adan , de quien todos la heredaron: por lo cual, como apunta el santo Job (c. xxx1, 33), quien se vence en esto es mas que hombre, y & veces noes menester menos fortaleza para confesar con humiluad el pecado cometido, que para no cometerle. Porque, como dice san Gregorio {Lib. XXII Moral. c. 10), sesuele padecer mayor guerra en manifes- lar la culpa cometida, que se padeciera en resistir para no cometerla; y asi no es menos admirable quien con humildad confiesa bien sus culpas, que quien ejercila otras virtudes. . . 3. Estos siete actos tan herdicos acompaian la confesion, yla ba- cen de grande merecimiento delante de Dios yde grande gloriadelan- te de los Angeles y de los cuerdos confesores, y he de procurar ejerci- larlos con gran espiritu, para que el frutoy la gracia sea mas copiosa, diciéndome 4 mf mismo aquello del Eclesiastico (c. x1v, 16) : Da y re-. cibe, para justificar tu alma; y pues Dios te quiere dar perdon de los siete pecados mortales y la gracia con sus siele dones, dale ta estos siele actos , con que te dispongas para recibirlos. Bosteza siete veces, como el nifio & quien resucité el profela Eliseo (IV Reg. 1v, 38), brolando estos siete afectos, para que Dios te resucite 4 nueva vida y te levante 4 la cumbre de ella. Punro tercero. — 1. Lo tercero, se ha de considerar las gracias y mercedes que hace Dios 4 los que se confiesan recibiendo el Sa- cramento con la disposicion debida: las cuales podemos reducir & tres, en que san Pablo pone el reino de Dios, diciendo (Rom. xiv, v.17), que es justicia, paz y gozo en el Espiritu Santo, el cual reino se promete 4 los que hacen verdadera penitencia ( Mfalth. ur, 2). Primeramente les concede la justicia, que es lagracia de la justifica- cion , justificandoles de todos sus pecados, haciéndoles sus amigos é hijos adoptivos, berederos desu cielo. Con esta gracia les da la cari- dad y las virtudes infusas (Aug. in illud Psalm. xcv: Confessio et pul- chritudo in conspectu ejus), y los dones del Espiritu Santo y la ver- “DE LA CONFESION. 213 dadera hermosura del alma, la cual anda junta con la bumildecon- , fesion. Y si llegan 4 la confesion con justicia , alli se la aumenta, co- municdndoles mayor gracia , cumpliendo lo que se dice en el Apo- calipsis (Apoc, xx, 11): El justo justifiquese mas, procurande no cesar de justificarse mas hasta la muerte, ( Eccli. xvi, 22). 2. Lo segundo, les concede la paz sobrenatural ; no solamente porque los reconcilia consigo mismo, sino porque en premio de la gloriosa victoria que alcanzan de si mismos, venciendo las dificulla- des de la confesion, les da tres victorias de sus enemigos, destru- yendo unos, haciendo buir 4 otros, y sujetandoles los demas. Des- traye los pecados, arrojandolos en el profundo del war (Afich. vn, v.19), huyen losdemonios y sus tentaciones ; porque no hay cosa que mas les espante, que manifestar las lagas de la conciencia al médi- €o que las ha de curar: y las pasiones de la carne comienzan 4 ren- dirse al espiritu; porque, como dice el Sabio ( Prov. xvi, 7), cuando ~ los caminos det hombre agradaren 4 Dios, bara que sus enemigos lengan con él paz. Y asi es gran medio para vencer las tentaciones Y. pasiones, manifestarlas al confesor y padre espiritual ; porque mientras estan encubierlas, el demonio est4 en paz y nosolros en terrible guerra (Casian, Collat. u, ¢. 10 et 11; Bonav. in Spec. dis- cip. p. 11, ¢. 3); pero en descubriéndolas, él huye y nosotros queda- mos en paz. 3. Lo tercero, concede el gozo en el Espiritu Santo, desterran- do los temores y tristezas que nacen de la mala conciencia, llenan- - doles de alegria con la nueva del perdon , conforme 4 lo que dice David (Psalm. 1, 10): Daras & mi oido gozo y alegria, y se rego- cijaran los huesos humillados ; porque quitandoles la carga pesadi- sima de los pecados que les aplomaba, y el espiritu de la tristeza que los secaba y consumia, reverdecen y levantan cabeza con la espe- ranza del perdon y con las prendas que reciben de la vida elerna.— Con esta consideracion he de resolverme 4 ejecutar todo lo necesa- Tio para la confesion, por muy penoso, vergonzoso y trabajoso que me parezca; acordandome que todo es poco en comparacion del grande bien que Dios me promete, y del eterno mal de que me li- bra. Y si considero lo que Cristo nuestro Sefior hizo por el perdon de mis pecados, qué dolores, qué afrentas y qué trabajos sufrié por ellos, luego me parecerd poco lo que Dios me pide para perdonar- Jos. Y si tambien pondero Jo mucho que Dios pudiera pedirme si quisiera usar de su rigor , pues merecia dolores, afrentas y trabajos eternos, luego veré que me pide muy poco. Y as{ puedo imaginar 24 PARTE'E, MBDITACION XXXI, que me dicen aquellas palabras que dijeron 4 Naamaa leproso sus criados : Padre, si alguna cosa muy pesada te mandara el profeta Eliseo (1V Reg. v, 13), faera razon hacerla por sanar de Ja lepra; {cuanto mas habiéndete dicho una cosa tan facil, como lavarte siete veces en el Jordan? © alma mia, cuando Dios te mandara muchas cosas muy asperas y pesadas, para sanar de Ja lepra de tus culpas, era justo que las bicieras con gram presteza y prontilud ; cuanto mas diciéndote una cosa tan hacedera, como es : Confiesa lus pecados, y sanaras. Lavate, pues, siete veces en el Jordan de la penitencia, acompaiiando tu confesion con los siete afectos que se han dicho, y quedarés limpia de Ja lepra de tus pecados, Préciate, 4semejanza de Tob (c. xxx1, 33), de no esconder como hombre frdgi! tu pecado, ni encubrir dentro de tu seno la maldad. Toma el consejo del Sabio, que dice (Ecchi. 1v, 24) : Por la salad de tu alma note avergiiences de confesar la verdad ; porque hay una vergiienza que trae nueve pecado, y otra que trae grande honra y gloria. Si vencido de la ver- gitenza callas tu pecado, Je aumentas; pero si con vergéenza le con- fiesas, alcanzaras corona de grande gloria, por fa victoria que ga~ Basle confesando la culpa. * MEDITACION XXXI. DEL APAREJO PARA RECTBIR EL SANPO SACRAMENTO DE LA PENITENCLA. —Bl fin de esta medilacion es, bacer antes de confesarme ua jui- cio de mi mismo tan perfecto, que allane tedas las dificultades que puede baber en el juicio sacramental que ha de hacer el confesor, para estar segaro en el tilimo juicio que hard de mi et sepremo Juez. En este juicio tenge de hacer yo mismo oficio de acusader, testigo, juea y verdugo. Al modo que dice san Gregorio (Lib, XXV Moral. c. 20), que conscientia accusat, ratio judicat, timor ligat, dolor excructat. La conciencia ha de acusarme de todos mis pecades, sin dejar ninguno. La razon ha de juzgar lo que merezco por ellos, sen- lenciando que soy digne de grande castige por haberlos cometide. E} temor de Dios y de sa riguroso jnicio me ba de alar y poner mey rendido 4 pasar por eualqnier pena que Ja razon dictare, y el con- fesor me pusiere. El dolor como verdugo me ha de alormentar, que- brantando y desmenuzando mi corazon por les ofensas que hice & mi Criador. Estos cuatro actos judiciales he de bacer deatro dela sala de mi corazon, avivandolos con las consideraciones que 4 esto

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