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“Modelo de Salud Integral para

Población en Situación de
Desplazamiento”

Convenio OIM - SSD

Buenaventura Enero - Junio 2006

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“MODELO DE SALUD INTEGRAL PARA POBLACIÓN EN
SITUACIÓN DE DESPLAZAMIENTO”
(Documento Violencia Interna de Personas Desplazadas, OPS)

I DESPLAZAMIENTO EN COLOMBIA

En Colombia es un país afectado en gran medida por el fenómeno de desplazamiento interna


de personas, como consecuencia de procesos de levantamiento armado o desastres naturales.
Desde 1985 a la fecha, se estima que en Colombia se han desplazado alrededor de un millón
quinientas mil personas como consecuencia del enfrentamiento entre la Fuerza Pública, los
movimientos guerrilleros que persisten en la lucha armada como forma de acción política y los
grupos paramilitares o de autodefensas.

El desplazamiento forzado debe considerarse como un fenómeno de importancia para el país,


no solo porque involucra un número considerable de personas, si no además porque no se
esperan soluciones cercanas al conflicto armado que genera un éxodo masivo de colombianos.

Antecedentes

La violencia en Colombia es un problema social y económico, no sólo por sus efectos en


términos de vidas humanas, destrucción de la infraestructura y sobrecosto de la actividad
económica, sino por lo que representa como manifestación de rompimiento de la solidaridad,
desarrollo de una cultura de desconfianza y daño continuo a las instituciones e infraestructuras
que estas tienen.

Se han postulado varias explicaciones sobre el origen de la violencia en Colombia; es así como
la educación, pobreza e impunidad, pueden considerarse como factores contribuyentes a la
situación actual del país. A partir de 1980, la guerra contra el narcotráfico potencializó y
multiplicó la violencia criminal en todas sus formas.
Estas circunstancias, unidas a las inequidades en la adquisición de bienes y servicios a los que
la población tiene derecho y a fuentes de empleo que permitan tener los recursos económicos

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necesarios para una vida digna, desencadenaron en situaciones tales como las vividas por el
país hace varios años y han llevado a una parte importante de la población al desplazamiento
forzado desde el año 1985.

El desplazamiento forzado es una situación muy compleja; a nivel mundial no se tiene mucho
conocimiento sobre este tipo de problemática que ha sido enmarcada bajo el título de
"emergencias complejas", en las que se prevé un comportamiento de la problemática en salud
similar al observado en otras situaciones de catástrofe como serían las producidas por
terremotos, huracanes o circunstancias similares.

Sin embargo, el contexto en nuestro país difiere un poco de las situaciones antes mencionadas,
especialmente en dos características fundamentales: la cronicidad del problema y la dificultad
para identificar a la población objeto de las intervenciones, debido a que la población afectada
se "camufla" dentro de la población general como una medida de protección ante las amenazas
recibidas por los diferentes actores armados o por temor a ser rechazados por la sociedad o a
que les sea negado su asentamiento en un territorio determinado por parte de las autoridades
locales, lo que dificulta el apoyo social y económico necesario para disminuir el impacto sobre
esta población.

En Colombia se pueden encontrar personas desplazadas por razones económicas o laborales;


pero el objeto de este documento es en esencia aquella persona desplazada por razones de
violencia generadas por el conflicto armado del país y que se define como "toda persona que se
ha visto forzada a migrar dentro del territorio nacional, a abandonar su localidad de residencia y
las actividades económicas habituales, porque su vida, su integridad física, su seguridad o
libertad personal han sido vulneradas o se encuentran directamente amenazados".

Si bien el problema del desplazamiento forzado involucra casi la totalidad de los departamentos
de nuestro país, se reconocen en los municipios de estos departamentos comportamientos
diferentes; los estimativos del Ministerio del Interior para noviembre de 1999 eran de 139
municipios del país afectados por este problema, los cuales se clasifican y están distribuidos de
la siguiente forma: 80 expulsores (aquellos que exclusivamente expulsan población por causa
del conflicto armado); 40 expulsores y receptores; y 19 receptores exclusivamente.

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Otras entidades estiman que este problema afectaba a 284 municipios del país en el año 1995
y que para el presente año, esta cifra puede estar próxima a 400 municipios.

No se conoce el número real de personas desplazadas por la violencia en Colombia; el cálculo


estimado es de 1’485.000 personas entre 1.985 y 1.998, discriminados de la siguiente forma:
650.000 para los años 1.985 a 1.994; 89.000 para el año 1.995; 181.000 para el año 1.996;
257.000 para el año 1.997 y 308.000 para el año 1.998(2).

El incremento vertiginoso en el número de personas desplazadas que se ha presentado en el


país entre 1.995 y 1.998 puede ser observado en la gráfica que sigue:

Gráfica 1. Tendencia del desplazamiento forzado En Colombia 1.995 - 1.998. Fuente: CODHES
– SISDES

Un componente importante de la violencia que ha sufrido el país ha sido fruto de las masacres,
entendiendo por este termino "la muerte violenta, indiscriminada y arbitraria en una misma
acción criminal, de tres o más personas, que generalmente hacen parte de la sociedad civil o
más específicamente, de grupos vulnerables de la sociedad".

Sin embargo, otro tipo de acciones como amenazas directas o indirectas, asesinatos,
atentados, torturas, desapariciones o ataques aéreos, o incluso el miedo a la violencia vivido
por los individuos en su lugar de origen, motivan el desplazamiento y tienen igual impacto
social, psicológico y económico en la población.

A pesar de que el desplazamiento forzado ha afectado a Colombia en los últimos 15 años, no


se dispone en la actualidad de suficientes estudios con la profundidad y validez epidemiológica
necesarias, como para permitir entender y describir la problemática de salud de la población

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desplazada y a partir de esto, proponer programas de salud pública que mitiguen en parte, los
efectos deletéreos ocasionados por este fenómeno en la población afectada.

En 1990 las áreas de conflicto no estaban bien establecidas; las grandes y medianas ciudades
ofrecían más seguridad que el área rural, razón por la cual la población desplazada migró hacia
esos sitios, pero no existía un plan de contingencia que respondiera a las demandas crecientes
y de migración generadas por el fenómeno de desplazamiento.

Desde 1995, se mantiene una tendencia anual ascendente en el número de personas


desplazadas en Colombia; para el año 1999, se estima que el fenómeno de desplazamiento
afectó durante el primer trimestre a 123.000 personas.

Si bien se espera que el desplazamiento forzado produzca un impacto importante sobre la


economía del país, este mismo fenómeno se debe reflejar en el núcleo familiar de las personas
desplazadas, toda vez que en su mayoría proceden de las regiones más pobres del país,
especialmente ubicadas en áreas rurales y derivan su sustento de actividades que requieren
poca calificación profesional como la agricultura. Una vez son forzadas a migrar de una forma
precipitada, apenas con unas pocas pertenencias, ingresan a los cinturones de miseria de
grandes y medianas ciudades, donde sus actividades laborales usuales no tienen demanda y
por lo tanto, deben competir con gran desventaja, en un mercado laboral afectado por la
situación económica del país y en un buen porcentaje, se convertirán en desempleados o
realizarán actividades como las ventas ambulantes, donde tiene más chance de desenvolverse.

Esta dinámica de movilización de la población desplazada y cambio en su actividad laboral, ha


sido observada en algunos estudios como los realizados por el Ministerio del Interior, CODHES
y la Procuraduría. Estos factores pueden generar en la población asentada hacinamiento,
escasas condiciones de salubridad, carencia de educación, alimentación inadecuada, baja
cobertura de los programas de salud instituidos por el gobierno y alta frecuencia de algunas
enfermedades infecciosas o crónicas.

A este efecto se le deben sumar los cambios en la composición de la familia y la discriminación


de que puede ser objeto la población desplazada. Se ha observado un aumento en la
proporción de familias con mujeres cabezas de hogar factor que se puede traducir en
desventaja para la obtención de empleo por diversas razones, como menos oportunidad por
discriminación de género, dificultad para cumplir con horarios de trabajo debido a

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responsabilidad sobre los menores de edad dependientes en la familia, falta de capacitación y
en algunas ocasiones, discriminación étnica, siendo esta última posible para ambos géneros.
Igualmente, se estima que el 55% de la población desplazada es menor de 18 años

Con este panorama en mente (poca capacitación técnica o profesional, discriminación de


géneros, racial y por ser desplazados, movilización súbita a sitios con diferente cultura y
mercado laboral, reasentamiento en los cinturones de miseria de las grandes ciudades, cambio
en la composición familiar, escasos recursos económicos), es de esperarse que las condiciones
básicas de saneamiento ambiental sean inadecuadas y contribuyan como un factor de riesgo
para la salud de la población desplazada, independiente de la fase en que ella se encuentre.

Este fenómeno puede ser más fácilmente entendido si se consideran situaciones puntuales de
desplazamiento, especialmente en fase de emergencia, donde en recintos que albergan un
gran número de individuos, el hacinamiento, la escasez de alimentos y los problemas de
saneamiento básico, son factores que claramente juegan un papel importante en las
condiciones de salud de la población desplazada y han sido demostrados con anterioridad en el
estudio de Morales M. y Torres LS, realizado en Medellín en el año 1998.

No hay estudios sobre morbilidad en comunidad en la población desplazada. En el estudio


realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), sobre morbilidad y mortalidad
en las personas desplazadas por la violencia, atendidas en las Instituciones Prestadoras de
Servicios de Salud en los tres niveles de complejidad, en tres servicios de atención de pacientes
(consulta externa, urgencias y hospitalización), entre julio de 1997 y agosto de 1998 en el
departamento de Antioquia, se pudo observar que el mayor porcentaje de consultas se produjo
por enfermedades infecto-contagiosas como la Infección Respiratoria Aguda (IRA), Enfermedad
Diarreíca Aguda (EDA), Enfermedades de la Piel y Parasitosis Intestinal, entre otras

Estas enfermedades también jugaron un papel importante en la morbilidad atendida en servicio


de consulta externa. Otras enfermedades como Infecciones de Transmisión Sexual (ITS),
Tuberculosis, Dengue, Cólera, entre otras, se presentaron con bajos porcentajes.

En cuanto a la atención por el servicio de urgencias, son nuevamente las enfermedades


infecciosas (IRA, EDA), las que ocasionan el mayor número de consultas, si bien a este nivel el
trauma entra a jugar un papel importante, siendo los hombres los más afectados por este último
evento.

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La atención del Parto, Neumonía y Trauma, se encontraron entre las primeras causas de
hospitalización. Por último, la mortalidad fue producida en primer lugar por la Neumonía (25.2%
de las muertes analizadas); el segundo lugar lo ocuparon las causas perinatales con 18,4%.

Algunos otros estudios han tratado de abordar el tema de la salud, pero los diseños realizados
no permiten conocer con cierto nivel de certeza las condiciones de salud de la población
desplazada.

En el estudio realizado por la Procuraduría General de la Nación, por ejemplo, se preguntó


acerca de la sintomatología presentada en las personas entrevistadas, encontrándose que la
tos, diarrea y problemas de piel (identificados como brotes), se encuentran dentro de las
sintomatologías más frecuentemente referidas.

Otros efectos que sobre la salud produce el desplazamiento forzado, especialmente en aquellas
personas que se encuentra en fase de transición y que por este motivo han estado sujetas
durante un mayor tiempo a condiciones adversas del medio ambiente o a ausencia de acciones
de promoción de la salud y prevención de la enfermedad, como la desnutrición, vacunación de
niños y mujeres en embarazo, acceso a los servicios de salud, etc., se desconocen por
completo.

Un aspecto importante cuando se habla de salud en una población, es el acceso a servicios de


salud y la calidad de los mismos. Como se comentó con anterioridad, la cifra real de personas
desplazadas por la violencia no se conoce y por lo tanto, no es posible conocer el número de
personas afiliadas y con acceso a los servicios de salud.

Es de esperarse que como consecuencia del deseo de las personas desplazadas de no ser
identificadas, los escasos recursos económicos para pagar por la atención en salud y la falta de
afiliación a seguridad social, haya una baja oportunidad de acceder a los servicios de salud y
como consecuencia de esto, un incremento en la mortalidad y morbilidad por ausencia de
acciones de promoción, prevención e intervención adecuada y oportuna en salud.

Un estimativo puntual de esta circunstancia se encuentra en el estudio realizado por la OPS en


el departamento de Antioquia, donde se encontró que por cada 3 embarazos se realizó un
control prenatal. De igual forma, en el estudio de la Procuraduría General de la Nación el 51%
de las personas entrevistadas fueron atendidas en un tiempo mayor a una semana y un 40% en

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un tiempo superior a 2 semanas, lo que muestra la dificultad de acceso a un servicio de vital
importancia y la poca oportunidad para la atención en salud de una población altamente
vulnerable.

Otra característica importante en la población desplazada es su tendencia a la movilización


frecuente entre la misma ciudad o pueblo y entre otras ciudades; como se ha observado en los
diversos estudios y literatura revisada, gran parte del apoyo (ya sea social, económico, de
alimentos o salud), procede de Organizaciones no Gubernamentales (ONG’s). Al estar la
población desplazada en movilización frecuente, dificulta la sostenibilidad del apoyo que
puedan brindar estas organizaciones y aún el mismo estado.

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II DESPLAZAMIENTO VALLE DEL CAUCA
(Documento OPS Violencia en el Valle)

CAUSAS DEL DESPLAZAMIENTO FORZOSO EN EL VALLE VISTOS DESDE LA LARGA


DURACIÓN: EL CONTEXTO HISTÓRICO.

El desplazamiento forzoso no es un fenómeno nuevo en el Valle del Cauca. Por el contrario,


hunde sus raíces en el periodo mas violento de la historia nacional y regional conocido como "
La Violencia 1946 -1966" en el cual fueron asesinadas en Colombia por motivos políticos al
menos doscientas mil (200.000) personas y desplazadas alrededor de dos millones (2´000.000).
Según Daniel Pecaut, en el Valle fueron asesinadas entre 1946 y 1957, 13.106 personas,
siendo uno de los departamentos mas violentos del periodo.

Los orígenes de La Violencia se pueden rastrear con claridad desde el año 1910 hasta 1946,
periodo en el cual se destacaron los conflictos en torno al uso y apropiación de la tierra, en
medio de un febril proceso de colonización en las zonas de media y alta montaña. Durante este
tiempo, el proceso de ocupación y colonización de la cordillera occidental generó un intenso
conflicto agrario entre hacendados, funcionarios y burócratas por un lado, y colonos que
ocupaban terrenos real o supuestamente baldíos por el otro.

" Las cordilleras Central y Occidental permanecieron prácticamente deshabitadas durante gran
parte del siglo XIX, sólo vinieron a ser ocupadas en las primeras décadas del siglo XX, cuando
se asentaron en sus laderas colonos antioqueños, tolimenses, caldenses, y caucanos
refugiados de la Guerra de los Mil Días; parceleros desplazados del Plan; y mas tarde,
boyacenses y nariñenses desplazados por la violencia liberal de los treintas".

El mismo municipio de Sevilla fue fundado por refugiados liberales de la guerra de los Mil Días,
colonos que entraron en conflicto con la Sociedad Parceladora Burila.

En Tuluá, la hacienda Barragán se apropio de miles de hectáreas baldías mediante argucias


legales y la complicidad de peritos, jueces y policías, mediante el gamonalismo, el clientelismo y
las influencias políticas, entrando en conflicto con los colonos de la zona.

Durante la primera fase de la Violencia (1946-1955), en lo que se conoce como la contienda


armada liberal-conservadora propiamente dicha, se destacan los esfuerzos del régimen
conservador del entonces presidente Mariano Ospina Pérez (1946-1949), de Laureano Gómez

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(1950) de conservatizar a sangre y fuego el país. En el Valle del Cauca sobresalen los intentos
de conservatización de los municipios de influencia liberal (principalmente gaitanista),
encabezadas por el entonces Gobernador Nicolás Borrero Olano y ejecutadas por los
ampliamente conocidos "Pájaros" o policía política conservadora, en la región suroccidental.
Hechos como la Masacre en 1949 de al menos 26 liberales desplazados ( y 50 heridos) que se
encontraban refugiados en La Casa Liberal ubicada en el centro de Cali a manos de unidades
de la Policía, o la Masacre de San Rafael (Tuluá) en 1949 o el arrasamiento de la población de
Ceilán y Puerto Frazadas en 1947 (mas de 26 personas masacradas) para mermar la
concurrencia del liberalismo a las urnas, recuerdan la intensidad y sevicia que alcanzó el
conflicto en esta parte del país.

Las expresiones de La Violencia en el Valle del Cauca dieron como fruto un proceso acelerado
de urbanización (en su capital y ciudades intermedias) alimentado principalmente por el
desplazamiento del campesinado medio y pequeño de las ricas tierras del plan, vehiculando a
su vez la recomposición de los grandes ingenios azucareros. Y en las zonas cordilleranas,
principalmente la central, dinamizando procesos de apertura de la frontera agrícola en la media
y alta montaña. Igualmente, los sectores sociales ligados a los ingenios azucareros
aprovecharon la Violencia para exterminar el liderazgo sindical que se consolidaba en los
ingenios, en la zona plana.

Hacia los años 1955 a 1957 y como forma de resistencia a la violencia conservadora de los
"pájaros" surgen desde las comunidades campesinas victimizadas las cuadrillas bandoleras,
básicamente liberales. Si bien, estas cuadrillas inicialmente se alinderaron al Partido Liberal,
pronto se desdoblaron en bandolerismo social, en bandidísimo, y otras en guerrilla con proyecto
político alternativo. La resistencia liberal, que contó con el apoyo de grupos de resistencia del
Tolima y Quindío, fue en un principio apoyada por hacendados, finqueros y jefes veredales que
intentaron oponerlas a las cuadrillas conservadoras a las que se habían integrado muchos de
los antiguos pájaros.

Entre 1957 y 1965 se dio inicio a la última fase de las violencias de los cincuenta, caracterizada
por el accionar del bandolerismo social caracterizado por el robo de café y de ganado, y de
propiedades rurales, las cuales tuvieron como origen "cuadrillas matrices" grupos que en la
medida en que sus cabezas eran eliminadas se recomponían y fraccionaban sucesivamente,
muchos de los cuales generaron el bandidismo:

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Teniendo en cuenta lo anterior, autores como Darío Betancourt (1991) evidencian los hilos de
continuidad entre las distintas violencias:

"... violencias que en su mayoría desde las guerras civiles, pasando por el conflicto agrario,
la violencia liberal del treinta, la violencia conservadora de los pájaros, las acciones de las
cuadrillas bandoleras, el surgimiento del movimiento guerrillero, el auge de lo movimiento de
masas de los setentas, la guerra sucia y la mafia de los ochentas, y los actuales fuegos
cruzados entre mafia, guerrilla, ejército, policía, paramilitares, sicarios, delincuencia común,
han sido y siguen siendo desarrolladas en los mismos escenarios geográfico-espaciales-
Entonces puede decirse que gran parte del paramilitarismo y sicariato actuales han sido
construidos sobre los restos de las violencias de los cincuenta, y que ellos tienen origen en
dos focos de matones perfectamente caracterizados:

-Los "pájaros" del occidente. Aunque surgieron en el departamento del Valle, se desplazaron
hacia el norte, sur y otros departamentos para hacer trabajos sucios a los terratenientes y
hacendados que los enfrentaron al creciente movimiento campesino de lo setentas. Mas tarde,
con el auge de las mafias de la marihuana y la cocaína, la modalidad pajaril fue re-descubierta y
re-vitalizada en Antioquia y Valle. Desde los setentas se produjo en el occidente colombiano
una dinámica social de ascenso económico sutil que tuvo como epicentro a Cartago al Norte del
Valle, a Quindío y Risaralda, y que fue jalonada por un lado, por el núcleo Medellín - Urabá, y
por el otro, por el núcleo Cali - Buenaventura.

Estos dos núcleos fueron los que a su vez dieron origen a dos grandes y bien conocidos focos
de refinamiento, procesamiento y comercialización de cocaína: el núcleo antioqueño y el núcleo
vallecaucano". Ambos revivieron e imprimieron nueva fuerza al antiguo "pájaro" que se había
mantenido en los pueblos del occidente colombiano de manera latente prestando sus servicios
a fracciones conservadoras, proyectándolo hacia los actuales grupos de limpieza social y el
moderno sicariato. Poblaciones del Valle, Quindío, Caldas, Risaralda y Antioquia
profundamente afectadas por la violencia de los cincuentas, constituyen hoy importantes focos
de generación de sicarios para las nuevas y modernas empresas de la muerte en ocasiones
han contado con el adiestramiento y asesoría de los viejos "pájaros" locales. (...) No hay, en las
sucesiones de las violencias, rupturas significativas; mas bien, a cambio hay hilos de
continuidad pues, aun cuando los actores y contradicciones en juego cambien con el tiempo,
los escenarios (geográficos) siguen siendo los mismos. "

La anterior afirmación tiene una vigencia actual asombrosa (y aterradora) para el caso del Valle,
ya que cuando se analiza el desarrollo del paramilitarismo a partir de 1999 en este
departamento, se hace patente que estos implantan su modelo de control territorial en zonas
históricamente afectadas por diversas pero continuas formas de violencia: Tuluá (en particular

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en Barragán y La Marina), Sevilla, Buga, Bugalagrande (en especial en Ceilán), entre otros
municipios del occidente y norte del departamento. Adicionalmente se puede decir que el
campesinado cordillerano del Valle del Cauca que surge precisamente de oleadas de
desplazados del plan del Valle y de otros departamentos durante la primera mitad del siglo XX,
será nuevamente desplazado durante la Violencia de mediados de siglo, y como se verá mas
adelante, nuevamente forzado a migrar a partir de las incursiones paramilitares de final de siglo.

La violencia de los cincuentas se expresó con mayor crudeza en la cordillera occidental (zonas
altas) generando desplazamiento hacia las cinco principales ciudades del plan de forma mas o
menos equilibrada:

En efecto, solo será hasta mediados de los años 80 cuando el Valle del Cauca vuelve a
experimentar procesos violentos muy focalizados de expulsión de población por motivos
políticos, pero principalmente de recepción de desplazados, en el marco de la progresiva
degradación y escalamiento del conflicto político militar entre el estado, los grupos de justicia
privada y las guerrillas en el resto del país.

Con excepción de los casos puntuales de Trujillo y Riofrío a finales de los años 80s y principios
de los 90s en los cuales se configuró la irrupción del fenómeno paramilitar con el concurso de
personal de la fuerza publica, terratenientes y políticos locales, y grupos nuevos de poder
(narcotraficantes), que se tradujeron en proceso de desplazamientos masivos focalizados en
estos municipios, solo será hasta mediados de 1999 cuando el fenómeno paramilitar, principal
responsable del desplazamiento, vuelve a expresarse con fuerza, ya no como un fenómeno
puntual sino como un movimiento regional articulado a un proyecto nacional: El Movimiento de
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Y correlativamente, el desplazamiento masivo de
población generalizada vuelve a irrumpir por primera vez en 50 años.

Efectivamente, desde los inicios de la década de los 80s cuando el conflicto armado se
intensifica y degrada (principalmente en otros departamentos diferentes al Valle, centrado en
regiones estratégicas como el Urabá, el Magdalena Medio, el Nordeste Antioqueño, el Bajo
Zinu, el Meta, el Putumayo, el Cauca entre otras), hasta 1999, el Valle del Cauca y sus
principales centros urbanos tuvieron el carácter principalmente de centros receptores de
población desplazada. Esta condición fue el fruto, por un lado de las expectativas económicas
generadas por la prospera economía del narcotráfico, que al invertirse principalmente en la
construcción, generó por el otro, un elevado proceso de urbanización, atrayendo de esta
manera población de todo el país.

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De tal modo que el Valle y sus principales ciudades han servido de refugio para las victimas del
conflicto armado, en tanto que les ha brindado oportunidades para ocultarse, gracias en parte a
sus elevados índices de urbanización (los mayores a nivel nacional durante los últimos años), y
por la expectativa de mejoramiento de la calidad de vida. Y en parte a la existencia de lazos de
parentesco y compradazgo entre los recién llegados y las comunidades receptoras.

Por esta misma razón, el desplazamiento forzoso hacia el Valle del Cauca apareció ante la
opinión publica local, nacional e internacional como un fenómeno invisible e imperceptible que
solo acaecía en las ya mencionadas zonas de conflicto extra-regionales, al diluirse
silenciosamente entre las fuertes corrientes migratorias que lo han atravesado históricamente,
tanto del resto del país como del pacifico colombiano. Esta invisibilización explica, al menos en
parte, la falta de preparación y disposición de actuar, de la mayoría de la elite político-
administrativa regional y local para hacer frente a esta compleja problemática.

Según el CODHES, el Valle del Cauca expulsó y recibió en el periodo 1985-1994


respectivamente el 2.1% y el 5% del total de población desplazada en Colombia, lo cual
muestra su condición principal de departamento receptor en ese periodo. Durante la década
comprendida entre 1985 y 1994 la Conferencia Episcopal Colombiana identificó un total de
22.512 personas desplazadas en el Valle del Cauca, ubicándose en el octavo ( 8º)
departamento receptor con el 3.84% del total nacional. Y por otro lado, encontró que 14.539
personas fueron desarraigadas del Valle del Cauca, ubicándose a nivel nacional como el
catorceavo (14º) departamento expulsor, con un 2.48% del total de la población. Durante este
periodo se registró una tasa promedio mensual de recepción y expulsión de población
desplazada de 187 y 121 personas respectivamente. Es decir, que en estos diez años el
departamento del Valle recibió mensualmente en promedio a 187 personas y expulsó a 121. En
ese periodo, 586.261 personas fueron desplazadas.

Evolución temporal del desplazamiento desde y hacia el Valle del Cauca: 1985-
Septiembre 2001

Periodo EXPULSAN % Puesto TME* RECIBEN % Puesto TMR**


1985-Agosto 1994 (CEC) 14.539 2.48 14 121 22.512 3.84 8 187
Sept. 1994- Nov. 1995 (CODHES) 2.022 2.26 13 145 3.823 4.27 7 273
Dic 1995- Dic 1996 (CODHES) 9.484 5.24 6 790
1997 5.250 5 4 438
1998 13.325 4.32 7 1110
Agosto 1999 – Dic del 2000 (SUR) 14.046 936
Ene-Jun 2000 (SEFC) 3541 590 353 59
Ene 2000-Marzo 2001 (SEFC) 12.380 7.44 4 825 6.906 3.98 7 460

Ene-Feb 2001 (SUR) 4.484 2.242

13
Ene-Marzo 2001 (SEFC) 3.930 9.33 4 1.310 2.589 5.82 5 863
Ene-Marzo 2001 (CODHES) 3.883 4.42 7 1294
Abril-Julio del 2001. (SUR) 2.823 565
Agosto 1999-Septiembre 2001 (SUR) 23.952 921

Fuente: desde 1985 hasta 1998, la fuente es el CODHES-Conferencia Episcopal y para el 1er Trimestre del 2001, el CODHES-
SISDES. A partir de 1999 es la RSS tomando como base la fecha de inscripción de población, lo cual no necesariamente coincide
con la fecha de llegada o salida, o el SEFC. Elaborado por: Elaborado por Jorge Salcedo. "Sistema de Información en Salud Publica y
Vigilancia Epidemiológica de Población Desplazada". Secretaria Departamental de Salud del Valle. 2001. * Tasa Mensual promedio

de Expulsión de Personas Desplazadas. ** Tasa Mensual promedio de Recepción de Personas Desplazadas.

Entre Septiembre de 1994 y Noviembre de 1995 el CODHES sostiene que el Valle del Cauca
expulsó el 2.26% del total de población desplaza en ese periodo equivalente a 2022 personas
aprox., ocupando el treceavo (13º) lugar a nivel nacional. Y recibió el 4.27% del total o 3823
personas aprox., siendo el séptimo (7º) departamento receptor. Las TME y TMR fueron de
145 y 273 respectivamente manteniendo la tendencia atrás mencionada: recibe casi el doble de
gente de la que expulsa. En este año, el municipio de Trujillo estuvo entre los primeros 20
principales expulsores del país, con un 0.75% del total. Durante este año hubo un total de
89.000 personas desplazadas en todo el país.

El CODHES registra para el periodo comprendido entre diciembre de 1995 y diciembre de 1996
un total aproximado de 9.484 personas desplazadas que arribaron al Valle, ocupando el sexto
(6º) lugar con el 5.24% del total. La TMR se eleva dramáticamente con relación al periodo
1994-1995, con un promedio de 790 personas por mes. Sobre el mismo periodo no se dice
nada con relación a la dinámica de expulsión. Sobresalen como receptores los municipios de
Cali (3,27%) y Tuluá (0.63%) obteniendo el noveno (9º) y treinta y cinco (35º) lugar
respectivamente a nivel nacional. Ese año se desplazan en Colombia 181.000 personas.

En 1997, CODHES plantea para el Valle del Cauca la siguiente situación: recibe el 5% del total
de población equivalente a 5.250 personas aproximadamente, ocupando el 4º lugar a nivel
nacional. Y expulsa menos del 2% del total (no se específica). Con una TMR de 438 personas
al mes en promedio, experimenta un considerable descenso con relación a 1996, pero en todo
caso supera de lejos a 1995. En Colombia este año son desplazadas 257.000 personas.

En 1998 el CODHES señala que el Valle del Cauca recibió un total de 13.325 personas
desplazadas por la violencia ( 4.32 % del total), con una tasa promedio mensual de recepción
de 1.110 personas por mes aproximadamente, siendo la segunda mas alta encontrada para los
años 90. Sin embargo, nótese como a pesar de este súbito incremento, paso del 4º lugar a nivel
nacional en recepción de población durante 1997, al 7º puesto, lo que indica claramente que la

14
situación del Valle en relación con la del resto del país no fue peor. Nótese en la Tabla 3 como
1998 presentó la peor situación desde 1995 con un total de 308.000 desplazados a nivel
nacional.

15
Tendencia del desplazamiento forzado en Colombia 1995-1998

Fuente: CODHES-SISDES.
Numero de personas Año
27.000 1985
36.000 1986
59.000 1987
105.000 1988
119.000 1989
77.000 1990
110.000 1991
64.000 1992
45.000 1993
78.000 1994
89.000 1995
181.000 1996
257.000 1997
308.000 1998
299.000 1999
317.000 2000
90.611 Enero-Marzo de
2001

2.1 LAS CIFRAS DEPARTAMENTALES

La Red de Solidaridad Social empieza a registrar a partir de la segunda mitad de 1999. Los
datos disponibles muestran lo siguiente: Entre Agosto de 1999 y Octubre del 2000 incluyó en
el SUR a 12.364 personas, y entre Noviembre y Diciembre del 2000 incluyó a 1.682 personas
mas. Entre enero y febrero del 2001, la RSS incluye a 4.484 personas adicionales siendo este
el periodo de mayor TMR con 2.242; entre marzo y Julio del 2001 a 2.823 personas, y entre
este último mes y Septiembre a 2.718 personas, para un total de inscritos a Septiembre del
2001 de 23.952 personas reconocidas como desplazadas por el gobierno colombiano.

Según la RSS, durante el primer trimestre del 2001 el Valle del Cauca se ubica, junto con
Putumayo, en el quinto ( 5º ) departamento que mas recibe población desplazada con 2.589
personas ( 5.8% del total), y en el cuarto (4º) principal expulsor con 3.930 personas ( 9.33)% de
la población) Las TMR y TME son de 1.310 y 863 respectivamente, lo cual muestra que el Valle
durante este periodo por cada dos personas que recibió, expulsó a 3, manteniendo la tendencia

16
antes señalada en el sentido de su metamorfosis de departamento receptor a expulsor que
inicia desde mediados de 1999.

Departamentos de llegada de población desplazada. Primer trimestre 2001

% personas del total


Departamento Hogares Personas
nacional
Antioquia 2.439 10.413 23,40
Bogotá, D.C. 1.856 8.124 18,25
Magdalena 1.074 5.263 11,83
Bolívar 622 3.115 7,00
Valle del Cauca 1.085 2.589 5,82
Otros 3789 15005 33.71
TOTAL NACIONAL 10873 44506 100
Tabla elaborada a partir del SUR. Red de Solidaridad Social

Departamentos de expulsión de población (Primer trimestre 2001)

% personas del total


Departamento Hogares Personas
nacional
Antioquia 1.986 9.251 21,96
Cauca 1.269 6.397 15,18
Magdalena 986 4.939 11,72
Valle del Cauca 1.307 3.930 9,33
Otros 3662 17613 41,81
TOTAL NACIONAL 9.210 42.130 100,00
Tabla elaborada a partir del SUR. Red de Solidaridad Social

Por su parte, para el CODHES, (aunque no dice nada sobre las dinámicas de expulsión), el
grado de recepción de población durante el primer trimestre del 2001 es mas grave de lo que la
RSS muestra: recibe 3.883 personas, ( 4,42% del total), ocupando el puesto 7º , con una TMR
de 1.294, la mas alta de todo el periodo que es consecuente con los datos arrojado por la RSS
para Enero-Febrero del 2001.

Monitoreo población desplazada en Colombia. Enero -Marzo 2001

DEPARTAMENTO RECEPTOR NUMERO DE PERSONAS % PUESTO


Cauca 14.782 16,31 1
Bogotá D.C. 12.320 13,60 2
Antioquia 8.943 9,87 3
Magdalena 7.170 7,91 4
Bolívar 6.751 7,45 5
Tolima 4.252 4,69 6
Valle 3.883 4,29 7
Total Nacional 90.611
Fuente: CODHES-SISDES.

17
2.1.1 Causas Estructurales
La catástrofe humanitaria que vive actualmente el departamento del Valle del Cauca es sólo la
punta del iceberg de una crisis política y social de larga duración en su expresión regional, que
ha marcado profundamente el desarrollo de las seis últimas décadas de historia nacional y que
en sus momentos mas álgidos (como el actual) ha llegado a manifestarse en un "colapso parcial
del estado". En otras palabras, el desplazamiento forzoso es el reflejo del derrumbe parcial de
las funciones estatales relacionadas con: el monopolio del uso organizado de la fuerza en el
territorio y la administración de justicia de manera eficiente.

La ausencia de un monopolio de la violencia organizada se hace evidente con la existencia de


organizaciones armadas consolidadas y en expansión, de corte contra y para estatal (guerrillas
y grupos paramilitares) con control militar de vastos territorios y poblaciones que escapan a la
coerción legitima del estado. La ineficiencia del aparato judicial se manifiesta en la impunidad
con que las guerrillas anti-sistema, los grupos radicales ultraderechistas, y sectores de la fuerza
pública cometen crímenes de todo tipo, incluyendo los de "lesa humanidad" sin que se logren
judicializar efectivamente sus principales cabecillas y protagonistas. Así mismo, las diversas
formas de violencia social sólo reafirman la existencia de una profunda desconfianza de la
ciudadanía en la capacidad del estado para resolver sus diferencias de manera eficaz e
imparcial.

La falta de legitimidad del estado vista desde la sociedad civil se expresa en las acciones
reivindicativas de facto que encabeza múltiples sectores sociales que no encuentran en la
institucionalidad vigente los canales para tramitar sus intereses y demandas. Igualmente, la
marcada fragmentación y conflictividad de las organizaciones de la sociedad civil poco ayudan
a la construcción de una esfera de lo público en donde el interés general y común subordine los
particulares y no viceversa.

Y por otro lado, la nula capacidad estatal para regular el acceso a la riqueza en condiciones de
equidad, y en la vulneración de los derechos económicos, sociales y políticos de la mayoría
absoluta de la población contribuyen a la falta generalizada de apoyo y de confianza de los
ciudadanos para con las instituciones estatales. Factores como el clientelismo político y el
monopolio bipartidista del estado (con contadas excepciones) han contribuido a crear ha
generar el debilitamiento de la capacidad integradora del estado en su conjunto, en especial de
los entes territoriales del estado (alcaldías y gobernaciones). En efecto, al derrumbe fiscal de

18
éstos últimos, producto de una combinación entre el aumento desbordado de la corrupción
político-administrativa y la creciente centralización de los recursos fiscales, ha debilitado el
apoyo y credibilidad de los ciudadanos en las instituciones representativas democráticas mas
cercanas, que cada vez aparecen ante la opinión publica como incapaces de dar una respuesta
efectiva y de largo aliento a la dura realidad social y económica que azota a las mayorías
nacionales. Los esfuerzos de los programas presidenciales por rehabilitar zonas deprimidas del
país y restar caldo de cultivo a los grupos armados (por ejemplo la Red de Solidaridad Social)
no han tenido el impacto esperado, debido a su marcado asistencialismo y focalización en
grupos vulnerables, y al manejo centralizado y eventualmente clientelista, constituyéndose en
una caricatura de lo que debería ser una política social acorde con las realidades regionales.

Esta debilidad estatal ha influido en la generación del desplazamiento de varias maneras, entre
las que se destacan:

La crisis de legitimidad del estado y sus instituciones, ha posibilitado la adhesión (positiva o


negativa) de la población civil a los proyectos político-militares para y contra institucionales,
adhesión que en el marco del conflicto armado es castigada con la muerte o el destierro. El
desprestigio social del estado ha alimentado una legitimidad desigual y variada de acuerdo con
los desarrollos históricos regionales. En el caso del Valle del Cauca se ha propiciado una
especie de legitimidad negativa del proyecto guerrillero y, aún, del paramilitar, entre la
población campesina principalmente, legitimidad que se expresa en un posible mayor apoyo de
esta a la guerrilla o a los paramilitares, mediante una mezcla desigual de convicción o ideología
y de cálculos pragmáticos relacionados con supervivencia cotidiana de las poblaciones. La
ausencia de estado no ha dejado mas opción a la población que adherir, mediante una mezcla
de temor y admiración, a los proyectos político-militares ilegales, ubicándolos instantáneamente
en la mira de los grupos violentos que encabezan una feroz disputa por obtener su apoyo y
lealtad. En esta guerra por el control de la sociedad hasta la más mínima expresión de simpatía
por parte de los pobladores hacia el bando contrario es castigada con el mas caro de los
precios: la vida o el destierro. La condición de corredores guerrilleros, hace de las zonas altas
de la cordillera central un preciado objetivo estratégico en la medida en que constituye el limite
geográfico entre el Suroccidente, el centro y el oriente de país, básicamente con la zona del
despeje. La cordillera occidental, principalmente en las zonas aledañas a Cali y su área
metropolitana es clave por la influencia que tiene en el control del corredor comercial Cali-
Buenaventura, y por la seguridad misma de la capital del Valle.

19
Una de las principales fuentes de adhesión negativa al proyecto guerrillero, principalmente entre
la población campesina, la constituye l a crisis y desprotección estructural del agro. Factores
como la estructura monopolística de la propiedad rural, expresada en la concentración de la
tierra y sus riquezas, sumado a la grave recesión (con visos de depresión) económica que
azota al Valle desde mediados de la década de los 90 ha generado la descomposición de la
mediana y pequeña economía campesina de montaña desprotegida por un modelo aperturista
de desarrollo. La situación rural es tal vez el principal combustible del reclutamiento guerrillero
del desempleo rural juvenil, y la expansión de cultivos ilícitos en las zonas de alta montaña de la
cordillera central en los limites con el Tolima y el Huila como alternativa de supervivencia del
campesinado en proceso de descomposición.

El modelo neoliberal de globalización que privilegia el capital extranjero y nacional sobre el


interés común y los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades étnicas y
rurales ha agudizado la lucha por el control territorial. La globalización económica neoliberal
ubica a los territorios de la región suroccidental y del Valle del Cauca valorados como
estratégicos por su potencial económico y geo-político para la realización de macroproyectos,
en la mira de multinacionales y grandes grupos económicos nacionales y extranjeros. Subyace
en este modelo la premisa de que los pobladores tradicionales de estos territorios (negritudes,
indígenas, campesinado y colonato) son un factor de subdesarrollo que dificulta o limita "la
prosperidad económica". Este modelo de globalización es tal vez la principal causa estructural
que ha detonado el desplazamiento forzoso en el marco de un estado incapaz o desinteresado
de defender la integridad y derechos de estas comunidades, y centrado en crear condiciones
para la llegada del capital extranjero.

El control de los territorios es el objetivo mas preciado de todos los grupos en disputa,
principalmente de los corredores militares y de las zonas con alta potencialidad de desarrollo
económico. El control territorial posibilita a quien hegemoniza el poder político-militar en una
región o subregión, el control de la propiedad privada de la tierra, y por ende, de sus riquezas.
Incluso, hay quienes sostienen que el desplazamiento producto de las atrocidades cometidas
contra la población campesina presentado por sus protagonistas como una estrategia
contrainsurgente, es solo un pretexto para "legitimar" estas acciones ante la opinión publica
adversa a la guerrilla, cuando los intereses reales pueden estar ligados al control de territorios
estratégicos para el desarrollo de macroproyectos en el marco de la globalización económica.

20
En este sentido, el desplazamiento no es solo el producto de los intentos de los grupos
armados ilegales de sustraer del control del enemigo a las poblaciones, sino también, una
estrategia deliberada para propiciar procesos de acumulación salvaje de los factores de
riqueza, principalmente la tierra. Incluso en ocasiones, la lucha antisubversiva es solo una
excusa para desalojar violentamente a las comunidades de sus territorios ancestrales y abrir el
paso para la implantación de macroproyectos energéticos (hidroeléctricas, explotaciones
petroleras, carboníferas, esmeralderas, etc), agroindustriales o de comunicaciones ( puertos y
corredores comerciales) principalmente.

En el caso del Valle se destaca la importancia estratégica del litoral pacifico centrado en el
puerto de Buenaventura, principal puerto del país. Igualmente, el Pacifico es un territorio
estratégico como quiera que la cuenca de este océano es la mas activa a nivel comercial y
financiero del mundo, lo cual se constituye en un escenario clave para la integración al mercado
mundial de las riquezas con alta demanda con que cuentan estos territorios, principalmente la
biodiversidad, la madera, las especies nativas, la producción agroforestal y pecuaria, el agua y
el turismo ecológico. El control del puerto de Buenaventura y su área de influencia (por donde
sale y entra la mayor parte del comercio internacional legal e ilegal del país) es entonces una
prioridad para los proyectos político-militares estatales, para-estatales y antisistema. Por otro
lado, la cordillera central en los limites con el Tolima, principalmente la vía alterna a la línea por
Barragán (Tuluá) hacia este último departamento es clave para controlar la comunicación entre
el occidente y el centro del país.

2.1.2 Causas Coyunturales

El impacto de la política criminal antinarcóticos en la estructura del poder local y en la


generación de desplazamientos por la fumigación de cultivos alucinógenos. La crisis y
fragmentación de la narco-criminalidad organizada con asiento en el Valle producto de la
presión de Washington sobre el gobierno colombiano para militarizar la lucha antinarcóticos
debilitó la contención que estos grupos ejercían frente al avance guerrillero en las cordilleras
del Valle. La desarticulación de los grandes carteles y de sus aparatos de seguridad facilitaron
el desdoblamiento de los frentes guerrilleros en el departamento con gran eficacia,
principalmente en la laderas cordilleranas. El avance guerrillero propicio la reacción derechista
expresada en la irrupción del paramilitarismo como parte del proyecto de las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC) con sus consecuencias ya mencionadas en el desplazamiento
masivo de pobladores rurales del Valle. Por otro lado, el impacto en la salud del campesinado

21
vinculado directa o indirectamente a los cultivos de opiáceos ("ralladores") de la fumigación
masiva e indiscriminada de los cultivos ilícitos, ha venido propiciando el desplazamiento
forzoso de estos sectores rurales hacia el Valle del Cauca, principalmente provenientes del
Cauca, Nariño-Putumayo, Tolima y Huila. Igualmente ha agudizado los impactos del conflicto
político-militar sobre la población civil al aumentar la presión económica y extractiva de los
grupos armados para la extracción de recursos alternativos al "gramaje" por vía de secuestros,
extorsiones, vacunas, entre otros, así como las disputas que se generan por el control territorial
de las zonas hacia donde tienden a desplazarse los cultivos ilícitos.

El desarrollo y vaivenes del proceso de paz y su impacto en la convivencia local. Los esfuerzos
de las elites nacionales de crear condiciones de convivencia con las guerrillas a nivel nacional,
tienen el efecto perverso de exacerbar el conflicto en lo local y destruir las alianzas estratégicas
que los poderes locales (legales e ilegales) construyen en el tiempo. Efectivamente, en la
medida en que los actores nacionales en conflicto buscan mejorar sus condiciones de
negociación en el terreno de lo militar, incrementando periódicamente la intensidad de sus
acciones bélicas, contribuyen a deteriorar la situación humanitaria de las regiones. Las
operaciones contrainsurgentes de gran escala, así como las campañas guerrilleras tienen la
capacidad de arrastrar a una gran diversidad de actores sociales y políticos locales (entre los
que se destacan alcaldes, concejales, funcionarios públicos, empresarios locales, grupos
sociales organizados, gremios) en una lógica totalizante amigo-enemigo, destruyendo los
eventuales acuerdos de convivencia que de hecho establecen estos actores con los grupos
armados en las localidades.

Las elecciones. Es un hecho que durante las épocas de elecciones aumentan los índices de
violencia política encabezada por los actores armados, los cuales en su perspectiva de
consolidar su poder en lo local, buscan interferir las dinámicas electorales y la gestión pública
en lo que se conoce como el clientelismo armado, el cual combina la amenaza y el
amedrantamiento (y hasta asesinato) de los candidatos a corporaciones públicas desafectos a
un grupo en particular, y el apoyo a los grupos políticos que efectivamente se articulan a los
proyectos militares específicos. Igualmente durante las elecciones, y como producto de lo
anterior, los grupos armados inician procesos de homogeneización política de los electorados
(ya sea en el marco del afianzamiento de las regiones bajo control o la limpieza política en
localidades por fuera de su hegemonía) generando desplazamientos forzosos. En este
contexto se destaca el magnicidio (el asesinato de los lideres o representantes de la
comunidad), como una forma de violencia política muy efectiva para propiciar desplazamientos.

22
El desarrollo desigual de los movimientos sociales. la creciente atomización y desmovilización
de los movimientos sociales hace mas vulnerable a la población civil de sufrir el desplazamiento
forzoso y de resistir a las pretensiones de control poblacional y territorial de las organizaciones
político-militares ilegales. Ni siquiera el movimiento indígena en su conjunto ha logrado resistir
el avance de los grupos armados, a pesar de ser una de las organizaciones sociales mas
consolidadas del país.

2.2 ANÁLISIS DE LAS CAUSAS Y TENDENCIAS DEL DESPLAZAMIENTO EN EL VALLE:


1985 - 2001

De todo lo anterior y teniendo en cuenta los enormes vacíos existentes y diversidad de fuentes,
se pueden extraer las siguientes hipótesis cuya comprobación requerirá sin duda de mas
información y mayor nivel de contrastación entre las fuentes:

Durante el periodo comprendido entre los años 1985 y 1999, el Valle recibió mas personas de
las que expulsó. A partir de 1999 la tendencia se invierte radicalmente y comienza a expulsar un
número muy superior de personas comparadas con las que recibe, a los cuales duplica en
cantidad para el periodo comprendido entre el año 2000 y el primer trimestre del 2001.
Igualmente, las dinámicas de expulsión desde el Valle se han agravado a un ritmo mayor que el
del promedio del país: si a mediados de los años 80 el Valle ocupaba el catorceavo ( 14º) lugar
a nivel nacional, a inicios del 2001 se convierte en el cuarto ( 4º) departamento de mayor
expulsión del país superando por ejemplo, a departamentos como el Caquetá, Cesar, Córdoba
y los Santanderes, mostrando como la mayor intensidad de la guerra sucia se ha ido
desplazando progresivamente del nororiente y noroccidente del país, hacia el Suroccidente. Lo
anterior lo confirman los pocos datos acerca de la TME: si durante el periodo 1985-1994 en
promedio el Valle del Cauca expulsó a 121 personas al mes, entre Agosto de 1999 y Diciembre
del 2000 expulsó en promedio a 936 personas al mes, y durante el primer trimestre del 2001 a
1.310 personas mensuales.

Durante 1997 y 1998 se registran los impresionantes desplazamientos masivos desde el Urabá
chocoano (Pavarandó, Itsminá, cuenca Rió Cacarica, entre otros) y antioqueño, encabezados
por comunidades afrocolombianas enteras que ante la arremetida paramilitar se movilizan
masivamente desde sus territorios de origen. Y el retorno de los grupos paramilitares al

23
Putumayo desde 1997 que agudizaron notablemente el desplazamiento desde ese
departamento, así como el incremento del desplazamiento desde el Cauca, principalmente por
parte de la guerrilla. El incremento de las tasas de expulsión a partir de la segunda mitad de
1999 coincide con la irrupción en el centro del Valle de los primeros desplazamientos masivos
de gran envergadura por primera vez en 50 años, dinámica que se ha incrementado y extendido
progresivamente en modalidades y expresiones subregionales diferenciadas, como se verá mas
adelante.

En pocas palabras, el departamento del Valle desde 1985 no sólo expulsa población a un ritmo
cada vez mayor, sino que igualmente recibe desplazados cada vez con mayor intensidad. La
correlación entre el aumento de la expulsión con el aumento promedio de la recepción obedece
en parte a que el Valle del Cauca recibe, desde mediados de 1999 población de su interior en
su inmensa mayoría. Con anterioridad a ese año recibió población principalmente proveniente
de otros departamentos del occidente Colombiano. Lo anterior coincide con los datos de la
Tabla, en donde se muestra que el 78% de la población desplazada inscrita en el SUR en el
departamento hasta Octubre del 2000 provenía del mismo Valle, seguido del Cauca (4.4%), el
Choco (4.2%), Antioquia (3.0%), Putumayo (2.5%%) y Nariño (1.6%). Igualmente, la dinámica
expulsora en el Valle del Cauca se degrada a ritmo superior al promedio nacional mientras que
la dinámica receptora tiende a permanecer mas o menos estable.

En síntesis, al comparar la situación del Valle con la nacional, es posible afirmar que desde
mediados de los años 80 hasta la actualidad, la condición receptora de este departamento se
ha profundizado a un ritmo equivalente del registrado por situación nacional.

A partir de 1999, la condición expulsora del Valle se deteriora de manera alarmante a un ritmo
mayor que el promedio nacional, cuando a mediados de ese año se producen por primera vez
las sangrientas incursiones paramilitares de las AUC en el centro del Valle. En efecto, sin
desconocer el peso que puedan tener otros actores como las guerrillas y miembros de la fuerza
pública en la generación del fenómeno, las fuentes consultadas indican que es la irrupción del
paramilitarismo en el Valle del Cauca desde mediados de 1999 hasta la fecha, el principal
factor generador del desplazamiento en este departamento. En este sentido, algunas fuentes
como las Personerías, Secretarias de Gobierno, los desplazados mismos y la prensa en general
señalan como una percepción generalizada, al paramilitarismo y la búsqueda de control
territorial en áreas estratégicas, como los principales actores y factores causales
respectivamente, para el caso de todos los municipios. Las modalidades propias de este actor

24
son las masacres del campesinado señalado como supuesto auxiliador de la guerrilla. Por el
otro lado, las guerrillas aparecen como un factor que también genera desplazamientos, mas
selectivos que colectivos, principalmente como efecto de la extorsión, el ajusticiamiento de
personas señaladas como informantes de los enemigos, la toma de pueblos y el reclutamiento
forzoso de los jóvenes para que ingresen a sus filas.

25
Distribución de la población desplazada registrada en el Valle según departamento
expulsor a Octubre del 2000

Departamento N %
Valle 9.652 78.1
Cauca 543 4.4
Chocó 516 4.2
Antioquia 373 3.0
Putumayo 312 2.5
Nariño 202 1.6
Caquetá 186 1.5
Meta 119 1.0
Tolima 86 0.7
Guaviare 66 0.5
Bolívar 31 0.3
Risaralda 30 0.2
Arauca 25 0.2
Huila 17 0.1
Córdoba 17 0.1
Norte de Santander 16 0.1
Santander 12 0.1
Caldas 11 0.1
Quindío 11 0.1
Magdalena 8 0.1
Cundinamarca 7 0.1
Cesar 6 0.0
Vaupés 6 0.0
Sucre 4 0.0
Vichada 4 0.0
Boyacá 2 0.0
Sin dato 102 0.8
Total 12.364 100.0
Fuente: Secretaria Departamental de Salud. Tomado de listado
Red de Solidaridad Social. Octubre del 2000

Al respecto vale la pena detenerse en lo concerniente a las tasas de homicidios en el Valle del
Cauca, expresiones mas dramáticas del conflicto político-armado:

26
El Valle del Cauca, al igual que el resto del territorio nacional, inicia un aumento en las tasas de
violencia al finalizar al década de los ochenta que se agudiza en los inicios de los noventa y se
estabiliza hacia el final de esta década con cerca de 3.300 homicidios al año. A partir del
segundo semestre de 1999 y hasta la fecha, se presenta un incremento del conflicto armado en
algunas regiones del departamento lo que repercute de una manera significante en la
ocurrencia de homicidios en esas zonas. Sin embargo, fue notorio el subregistro de muchos de
las masacres por parte de las fuentes oficiales en la medida en que por ausencia de
condiciones de seguridad en los sitios de ocurrencia, fueron las funerarias las encargadas de
hacer los levantamientos de los cadáveres directamente, con las implicaciones en impunidad y
subregistro que esto conlleva.

En todo caso, según datos de la Policía Nacional, entre 1999 y 2000, se presentaron 964
muertes violentas más, lo que significa un aumento de 29.3 %. El incremento en el
departamento, tiene relación con la ocurrencia de homicidios colectivos que se sucedieron en la
zona rural de algunos municipios. (Tabla 10) Es casi obvio que la escalda del conflicto,
expresada principalmente en masacres de población civil, es el principal factor para este
incremento generalizado. Durante el primer semestre del 1999 el Valle ocupo el segundo lugar a
nivel nacional en numero de masacres (13) y el cuarto en numero de víctimas (49) Es casi
obvio que la escalda del conflicto, expresada principalmente en masacres de población civil, es
la principal causa para este incremento generalizado. Anteriormente, entre 1985 y 1994 el Valle
del Cauca en general se caracterizó como muy violento en el contexto nacional, primando la
violencia de tipo social y económica, sobre la política.

Tendencia de los homicidios 1996 - 2000

Municipios 1996 1997 1998 1999 2000 Total


Buenaventura 262 221 201 312 440 1.436
Buga 80 80 71 106 107 444
Bugalagrande 17 19 21 52 31 140
Jamundí 51 62 52 45 125 335
San Pedro 12 7 7 23 12 61
Sevilla 54 36 43 45 73 251
Tuluá 176 205 162 166 240 949
Valle del Cauca 3.727 3.153 3.275 3.287 4.251 17.693
Fuente: Policía – Valle del Cauca y Policía Metropolitana

El análisis de las muertes violentas en los siete municipios de este estudio, muestran un
aumento muy significativo a partir de 1999 en Buga, Bugalagrande y San Pedro y en el 2000 en
Buenaventura, Tuluá, Sevilla y Jamundí, lo cual muestra la situación de subregistro antes

27
mencionada como quiera que en las zonas rurales de Tuluá y Buga sucedieron las peores
matanzas en 1999.

De otro lado, los datos muestran como una parte considerable de la población desplazada del
Valle del Cauca tiende a refugiarse por fuera del departamento hasta el punto de que durante el
periodo Enero de 2000-Marzo de 2001 la cantidad de población expulsada supera en mas del
doble el conjunto de los que entran o se quedan en él. Lo anterior se hace mas evidente si se
tiene en cuenta que en todo caso el Valle sigue recibiendo población desplazada de otros
departamentos como el Cauca, Chocó y Antioquia. Y viceversa, puede estar ocurriendo que a
partir del año 2000 los flujos tradicionales de población desplazada hacia el Valle del Cauca
desde otros departamentos, esté disminuyendo, probablemente debido a la doble confluencia
en el departamento de una crisis económica y una humanitaria.

28
2.3 Las dinámicas de los siete municipios

Finalmente, y en relación con los principales municipios expulsores-receptores del Valle, a


Octubre del 2000 se destacan los siguientes municipios: Tuluá es el que mas expulsa y recibe
población ( 29% y 26.1% respectivamente), Cali es el segundo receptor (23%), Buenaventura
es el tercer municipio que mas expulsa y recibe ( 18.1% y 23.2% respectivamente), y Buga el
cuarto principal en la doble condición de expulsor y receptor ( 7% y 8.1 %). Los anteriores 4
municipios expulsan el 54% de la población que llega al Valle, y reciben el 77% del total de
población desplazada que entra o se queda en el departamento.
Buenaventura y otros localidades aumentan su participación porcentual, Tuluá la disminuye.
Desde un nivel muy general en lo relacionado con la variable "sexo" es claro como en el caso
del Valle las mujeres son mayoría (57%) respecto de los hombres (43%). La prevalencia
femenina es mas clara en los municipios de Buenaventura y Buga donde las mujeres
constituyen en ambos casos el 65% del total de población aproximadamente.

Municipios Expulsores desde el Valle del Cauca

29
Numero de
Municipio %
Hogares
Tuluá 890 41,57
Buenaventura 518 24,19
Buga 258 12,05
Bugalagrande 100 4,67
San Pedro 93 4,34
Jamundí 42 1,96
Sevilla 35 1,63
Otros municipios del Valle 205 9.6
Total Valle 2.141 100
TOTAL NACIONAL 58.925
Fuente: SEFC, Con corte Abril 19 del 2001

Municipios Receptores desde el Valle del Cauca.

Municipio Numero de Hogares %


Tuluá 712 22,92
Buenaventura 542 17,45
Buga 224 7,21
Sevilla 192 6,18
Bugalagrande 169 5,44
San Pedro 116 3,73
Jamundí 73 2,35
Resto Valle 1.078 32.5
Total 3.106 100,00
Fuente: SEFC, Con corte Abril 19 del 2001.

Durante el primer trimestre del 2001 dinámicas regionales específicas estaría determinando un
alto flujo migratorio hacia el Valle, entre las que se destaca el corredor Norte del Cauca- Sur del
Valle como la región mas afectada del país en este periodo expulsando el (22%) del total de la
población desplazada del primer trimestre del 2001 en Colombia, destacándose a nivel nacional
el desplazamiento masivo desde el corregimiento de Timba en el Cauca hacia Santander de
Quilichao y Caloto en el Cauca y hacia Jamundí en el Valle. Según la RSS, en el primer
trimestre del 2001, Buenaventura se destaca como el sexto (6º) principal municipio expulsor
(3.51%) , Jamundí como el octavo (8º) con el (3.62%) y Tuluá como el puesto 21 con el 0.88%
del total nacional. En recepción, Jamundí ocupa el 6º y Buenaventura el 15 con ( 3,72% y
1,46% respectivamente). (Tablas 18 y 19) En efecto, un dato sin antecedentes en la historia
reciente del país es el hecho de que Antioquia es superado en expulsión de población por el
Cauca, lo cual es además muy preocupante para la salud de la región suroccidental y cuyos
efectos se sentirán sin duda en el Valle del Cauca.

30
Municipio expulsores del Valle en comparación con el nivel nacional (Primer trimestre
2001

% del total
Lugar Municipio Personas nacional
Sexto (6) Buenaventura 2.030 4,82
Octavo (8) Jamundí 1.530 3,63
Veintiuno (21) Tuluá 370 0,88

Municipio receptores del Valle en comparación con el nivel nacional (Primer trimestre
2001)

Lugar Municipio Personas


Sexto (6) Jamundí 1.657
Quince (15) Buenaventura 650

Por otra parte, para el CODHES la situación los municipios del Valle durante el primer trimestre
del 2001 es la siguiente: Los principales municipios receptores son en su orden: Cali ( 36% del
total que llego al Valle), Buenaventura (28.84%), Jamundí (17.20%), Tuluá (6,18%), Buga
(5,28%), Dagua (4.38%) y Pradera (2.06%) Esta coyuntura reafirma la condición de Cali y
Buenaventura como los dos principales receptores de población desplazada, que juntos suman
mas de la mitad del total de población que desplazada que llega al Valle o se desplazada desde
su interior. Sin embargo, se presenta significativas variaciones para este año: Jamundí se
dispara como municipio receptor, igualmente se agudiza la situación de Dagua y Pradera
incluso por encima de los municipios del centro del Valle; baja notablemente de intensidad en
Tuluá y se mantiene constante en Buga.

El impacto del desplazamiento a nivel municipal y departamental es diferenciado y no depende


solo del numero de personas que llegan o salen de un determinado territorio. Para tener una
idea global de lo que el desplazamiento esta implicando en términos de la estructura población
de los municipios es necesario considerar la relación población establecida / población
desplazada y entre la población establecida / población expulsada. Una manera rápida de
indagar este interrogante es elaborar las tasas respectivas, lo que nos arroja los siguientes
datos.

31
Para el periodo Agosto de 1999 -Marzo del 2001 el 0.45% de los habitantes del Valle se vieron
obligados a desplazarse, es decir 1 de cada 219 personas fue desplazada de manera violenta.
Mientras que el 0.97% de la población colombiana fue desplazada en el mismo periodo, es
decir, 1 persona de cada 100 aproximadamente. Por otro lado, el Valle habría incrementado su
población en aproximadamente 0.07% entre el periodo comprendido entre mediados de 1999 y
Octubre del 2001 y 0.12% a Febrero del 2001, por cuenta de la llegada de desplazados de
otros departamentos.

Con relación a la modalidad del desplazamiento, se puede decir que el desplazamiento desde
el Valle a partir de mediados de 1999 es principalmente masivo, aunque también cuenta a gota.
Y a nivel de recepción, tiende a ser principalmente individual y familiar, con excepción de los
desplazamientos masivos que se vienen registrando en el 2001 desde el norte del Cauca.

32
III DESPLAZAMIENTO EN BUENAVENTURA
(Documento OPS)

De la misma manera, como se ha mostrado anteriormente para el Valle, en el caso de


Buenaventura no existe aún, un nivel de contrastación entre las diversas fuentes que permita
hablar de la existencia consenso mínimo en torno a la dirección, magnitud y naturaleza del
desplazamiento. Por tal razón se abordan tres fuentes principales: El SUR y el SEFC de la Red
de Solidaridad Social, el diagnóstico del Comité Municipal para la Atención Integral a la
Población Desplazada por la Violencia, de Buenaventura y el CODHES.

Entre 1985 y 1994 Buenaventura registra un nivel medio de actividad guerrillera a nivel
nacional, pero una alta actividad de las FARC, y en menor medida del M-19 y del ELN, actividad
que no se tradujo (o no se visibilizó) en su momento en desplazamientos de población.
Buenaventura es un municipio, donde los niveles de homicidio crecieron en 1999 en una
proporción de 55.0% y entre ese año y el 2000 en 41.0%. Junto con Jamundí, presentan la
mayor tendencia en el crecimiento de los homicidios en el quinquenio 1996 – 2000. A partir de
Diciembre de 1999 sobresalen los fuertes combates entre fuerza pública y guerrillas, y el
accionar de las AUC.

Según el SUR con corte a Octubre del 2000, Buenaventura era en ese momento el tercer
municipio en expulsión y recepción del Valle ( 18.1% y 23.2% que representan a 2.240 y 2.372
personas respectivamente), recibiendo sólo un poco mas de población de la que expulsa.

Haciendo el corte a Diciembre del 2000, la RSS registra un total de 481 hogares, de los cuales
el 78% procede de la zona rural del municipio (interno), el 17% del municipio de Juradó
(Choco)..

Hasta Diciembre del 2000, de los 7 municipios considerados, Buenaventura expulsó mas
hogares hacia San Pedro (3) y Bugalagrande (1) aunque en una baja proporción.

33
EVOLUCIÓN TEMPORAL DEL DESPLAZAMIENTO DESDE Y HACIA BUENAVENTURA:
1996 - 2001

Periodo Expulsan Puesto TME* Recibe Puesto TMR**


1996(CMD) 85 7
1997(CMD) 140 12
1998(CMD) 92 8
1999(CMD) 3.043 254
2000(CMD) 3.752 313
Ene-Jun 2000 (SEFC) 1.463 2 244
Nov-Dic 2000 (SUR) 108*** 54
2000.CODHES-SISDES 8.806 734
Ene-Feb 2001 (SUR) 1.833*** 941
Ene-Feb 2001 (CMD) 840 420
Ene-Mar 2001 (SEFC) 1.562 1 521
Ene-Mar 2001 (CODHES) 1.120 2 373
Agosto 1999-Feb 2001 (SUR) 4.313 2 227
1996-Feb 2001 (CMD) 7.952 128
Hasta Octubre de 2000 (SUR) 2.240 2 160 2.372 2 170
Hasta Abril 2001 (SEFC) 518 hogar 2 542 hogar 3
Hasta Septiembre de 2001 6.443 280

"Sistema de Información en Salud Publica y Vigilancia Epidemiológica de Población


Desplazada". Secretaria Departamental de Salud del Valle. 2001

* Tasa Mensual promedio de Expulsión de Personas Desplazadas.


** Tasa Mensual promedio de Recepción de Personas Desplazadas.
***Las altos números que registra el SUR para inicios del 2001 y bajos para finales del 2000
muestra el represamiento de declaraciones juramentadas de meses anteriores, que debido a la
capacidad logística de la Unidad Territorial del Valle y de la Personería Municipal de
Buenaventura, no fueron tramitadas en su momento de manera oportuna

34
Departamento Hogares
Municipio Expulsor %
Expulsor Incluidos
Valle del Cauca Buenaventura 376 78,17
Choco Jurado 75 15,59
Antioquia Apartadó 7 1,46
Valle del Cauca Buga 5 1,04
Departamentos Valle del Cauca Dagua 5 1,04
Chocó Riosucio 4 0,83
Antioquia Mutatá 3 0,62
Valle del Cauca Tuluá 3 0,62
Antioquia Medellín 1 0,21
Cauca López de Micay 1 0,21
Cauca Miranda 1 0,21
Total 481 100
Fuente: Red de Solidaridad. El Numero de personas fue obtenido para Octubre del 2000, mientras
que el Numero de Hogares fue hecho con corte a Diciembre del 2000.

Con corte a Febrero 28 del 2001 y en lo relacionado con la recepción, Buenaventura se


constituye en el segundo (2º) municipio receptor del Valle, albergando el 31% de la población
desplazada que llega o se queda en el departamento ( 4.313 personas), lo cual muestra que al
menos entre Noviembre del 2000 y Febrero del 2001 la situación de este municipio se agravó
en mayor medida que la del resto de localidades del Valle) Con corte a Septiembre del 2001
habían en Buenaventura 6.433 personas desplazadas, lo que muestra un alto nivel de
recepción, tal vez el mas alto del departamento, representando el 27%. Esta disminución de la
participación porcentual de Buenaventura comparada con el corte de Febrero de ese mismo
años, se debe en parte, al desplazamiento masivo sucedido en Palmira a mediados del 2001,
de 1280 personas aproximadamente y no precisamente a que la dinámica del desplazamiento
haya disminuido en este municipio entre Febrero y Septiembre.

El CODHES evaluando el primer trimestre del 2001, ratifica la tendencia que se delinea por
parte de la RSS, en el sentido de que Buenaventura es el segundo municipio (después de Cali)
receptor de población en el Valle. Finalmente, según el CODHES durante el primer trimestre del
2001 Buenaventura vivió un gran desplazamiento masivo de aproximadamente 815 personas,
uno de los más grandes del país.

En relación con el numero de hogares desplazados incluidos en el SUR por parte de la RSS
consolidado entre Agosto de 1999 y Abril del 2001, Buenaventura se ubica en el 21º lugar a

35
nivel nacional en expulsar población y en el 25 a nivel de recepción. No obstante, según la
misma fuente, durante el primer trimestre del 2001 Buenaventura entra a ocupar el nada
honroso sexto lugar (6º) a nivel nacional (el 3.51% equivalentes a 1562 personas) como el
municipio que mas expulsa población desplazada la cual migra en principio hacia el caso
urbano del Puerto.

Finalmente, el Comité Municipal de Atención Integral a la Población Desplazada por la


Violencia, menciona que entre 1996 y Febrero del 2001 al Puerto de Buenaventura han llegado
7.952 personas desplazadas, de las cuales algunas han logrado retornar, muchas de las cuales
han sido forzadas nuevamente a desplazarse. Entre 1996 y 1998 se registran por este Comité
la cifra de 277 personas desplazadas. En 1997, originarias del Urabá Antioqueño y Chocoano,
Tuluá y Buga así como del municipio de Granada (Antioquia) las cuales se asientan
definitivamente en el Puerto.

En 1996 y 1998 respectivamente provienen de San José de Anchicayá y del Río Raposo
respectivamente, localidades pertenecientes al municipio de Buenaventura, los cuales
aparentemente habrían retornaron. A partir de 1999 el desplazamiento explota en ese
municipio, registrándose 3.043 personas desplazadas provenientes en su inmensa mayoría del
vecino municipio de Dagua y del Río Anchicayá (juntos suman 2664 personas que habrían
retornado), de Juradó (Chocó) 467 personas, de las cuales 432 retornaron y 35 se quedaron.
La situación de 1999 se mantiene en el 2000, con 3.752 personas desplazadas en su inmensa
mayoría de la misma Buenaventura, provenientes del Río Dagua y del Anchicayá, las cuales se
encontrarían en el 2001 aun en estado de emergencia, es decir, sin haber logrado retornar ni
integrarse mínimamente al Puerto. Por ultimo, durante los dos primeros meses del 2001
habrían migrado 840 personas, que a pesar de ingentes esfuerzos por retornar, muchos de
ellos tuvieron que desplazarse nuevamente frente a las condiciones de inseguridad. De
acuerdo con la base de datos que lleva el Comité de Atención a Desplazados de ese municipio,
entre 1996 y 2001 han ocurrido 19 eventos generadores de desplazamiento forzoso.

Contrario a todo lo anterior, el reciente estudio publicado por OIM señala que el 73% de la
población encuestada en Buenaventura proviene de fuera del departamento (27% provienen de
otros municipios del Valle, 28% del Choco , 18% de Antioquia y 27% del Cauca).

Por otra parte y en lo relacionado con el impacto a nivel poblacional del desplazamiento en el
Puerto de Buenaventura y tomando como base el SUR con corte a Febrero del 2001 que

36
registra un total de 4.313 personas (de las cuales el 80% aproximadamente son internos, es
decir, unos 2854), encontramos que en un poco mas dos años, desde 1999 hasta los primeros
meses del 2001, cerca del 10% de la población rural de este municipio (mas o menos 37.000
personas) ha sido desplazada, independiente de la proporción de retornados efectivos a la
fecha. Si se compara esta proporción con el promedio para el Valle (0.4%), a Octubre del 2000,
encontramos que es aproximadamente 25 veces superior.

En otras palabras, mientras que en promedio, en el Valle del Cauca 1 de cada 281 habitantes
ha sido desplazados cuando menos una vez, en la zona rural de Buenaventura 1 de cada 10 ha
sufrido en carne propia este flagelo. Y viceversa, el casco urbano del Puerto habría
incrementado (temporal o definitivamente) su población en aproximadamente en un 2%, desde
mediados de 1999 hasta febrero del 2001, que comparado con el promedio para el Valle
durante el mismo periodo es aproximadamente 17 veces superior. Visto de otro modo, mientas
que Buenaventura representa sólo el 7% de la población del Valle del Cauca, recibió hasta
Febrero del 2001, el 19% del total de la población desplazada que llegó desde y hacia el
Departamento. Las consecuencias de esta acelerada transformación demográfica, generada
por el incremento intempestivo de población en un contexto de densidad poblacional y déficit de
servicios y mala calidad de vida, y ante la ausencia de políticas publicas sostenibles, incide
negativamente en la salud del municipio como se verá mas adelante.

La situación de Buenaventura durante el año 2000 contribuyó significativamente al incremento


del desplazamiento en el Valle. Según CODHES en ese años se desplazaron 400 familias como
consecuencia de tres masacres que tuvieron lugar en la zona rural y en el mismo Puerto: la
primera en el Corregimiento de Sabaletas ubicado en la antigua carretera que comunica a Cali
con Buenaventura, en donde fueron asesinadas 12 personas y desaparecidas otras 5 por parte
del Bloque Calima que reivindico el hecho el 12 de Mayo. La segunda se registró el 7 de junio
en la comunidad de Katanga y los Tubos, en la carretera nueva que comunica a Cali con
Buenaventura, en donde fueron masacrados 7 hombres, presuntamente por parte del Bloque
Pacífico de las Autodefensas. La última masacre ocurrió en el Barrio Cascajal en el mismo
Puerto, el 29 de mayo, donde murieron 5 personas, presuntamente por parte de las AUC. En el
primer trimestre del 2001 se produjo un desplazamiento masivo de 815 personas.

3.1 Reseña de prensa de los principales acontecimientos del desplazamiento forzoso en


Buenaventura

37
El País. Octubre 23 de 1999. Unos 450 campesinos de la carretera vieja a Buenaventura
(Corregimiento 8 conformado por San Marcos, Guainía, Sabaletas, Aguaclara, Llano Bajo) se
desplazan masivamente como consecuencia de fuertes combates entre la fuerza pública y la
guerrilla.

El País, Octubre 30 de 1999. Mientras el Gobernador del Valle sostiene que la actividad militar
en la carretera vieja no ha generado desplazamientos y que en Buenaventura no hay
desplazados, el Alcalde sostiene que hay mas de 1000 desplazados provenientes de la zona
rural de Buenaventura y que cerca de 60 niños se encuentran seriamente enfermos. Y por el
otro lado, mientras el comandante de la Marina sostiene que esta garantizada la seguridad para
el retorno de los desplazados, el gestor departamental de paz no la garantiza

El País, Enero 27 del 2000. A 270 asciende el número de familias desplazadas que han
llegado a Buenaventura. En los últimos días llegaron 70 del Chocó y 10 de Tuluá. Se anunció la
próxima llegada de 30 familias más procedentes del Chocó

El País. Mayo 12 del 2000. Doce campesinos asesinados dejó la primera incursión paramilitar
en Buenaventura en los corregimientos de Sabaleta, Aguaclara y Llano Grande, quienes el 11
de mayo hicieron su recorrido de muerte. Estos hechos provocaron el desplazamiento de unas
300 personas. Por otro lado, no sólo hay éxodo en el sitio de la masacre, también sobre la
carretera a Buenaventura, especialmente en el corregimiento de San José de Anchicayá, donde
cerca de 600 personas llegaron al Puerto.

El País. Mayo 15 del 2000. La zona rural de Buenaventura está afectada por la presencia de
autodefensas. 50 indígenas de la vereda La Meseta, anuncian su desplazamiento hacia el
puerto si las autoridades no les garantizan su seguridad; por otro lado, aproximadamente 400
personas luego de la masacre, estarían llegando al casco urbano provenientes de San José de
Anchichayá donde han denunciado la reiterada presencia paramilitar, los indígenas ubicados a
25 metros de la desembocadura en la bahía de Buenaventura dicen que los paras han
amenazado con matarlos por supuestos vínculos con la guerrilla.

Occidente. Mayo 19 del 2000. Por amenazas de paramilitares y por la tensión que se vive en
la zona rural de Buenaventura después del asesinato de 16 personas, los habitantes de las
diferentes poblaciones ubicadas a lo largo de la antigua vía al mar siguen abandonando sus
tierras y viviendas, en búsqueda de refugio, en el casco urbano, pero ni allí se sienten seguros

38
pues en muchas paredes de la ciudad aparecen letreros de las autodefensas. Según los datos
entregados por el Comité Municipal para la Atención a los Desplazados en coordinación con el
Comité Local de Emergencias, adelanta gestiones para lograr ayuda humanitaria que pueda
servir a estas 350 familias. Según los coroneles Luis Rafael Ochoa y Carlo Claver Jurado, se
está fortaleciendo la presencia militar en el corregimiento Número 8 y el la ciudad para brindar
respaldo a la población.

El País. Mayo 19 del 2000. Por temor a autodefensas, 1.600 desplazados. AUC llegan a la
zona urbana del Puerto. Un nuevo factor de alteración del orden público se apoderó de
Buenaventura, al confirmarse la llegada a este puerto de las Autodefensas Unidas de Colombia,
AUC, en incursiones que dejan un saldo de 16 muertos y que han provocado el desplazamiento
de 1.600 personas.

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