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Con la caída de Azcapotzalco, los mexicas cerraron un ciclo que bien pudiera
llamarse de preparación, e iniciaron al mismo tiempo otro de franco
desenvolvimiento en todos los ámbitos de su organización social. Y es durante
este periodo, comprendido entre la tercera década del siglo XV y la segunda del
XVI, cuando se observan los factores, que caracterizaron la estructura
económica de su sociedad.
Potencial humano
Han sido diversos y numerosos los cálculos efectuados desde el siglo XVI a la
fecha relativo a la densidad de población del México antiguo. Entre los
modernos más conservadores figuran los que dan para el Valle de México,
hacia 1519, una cantidad que rebasa los dos millones de habitantes, y de
300.000 para Tenochtitlan aproximadamente. Otros la fijan en 25 millones en el
México central. Orozco y Berra afirmo que la población del México Antiguo fue
en verdad cuantiosa, tanto como para que “bastara a los contingentes exigidos
por la guerra, sin que escasearan el labrador en los campos y el oficial en los
talleres”.
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Recursos naturales
De lo dicho por los informantes indígenas se infiere la actitud que los hombres
adoptaron ante los recursos naturales y, por ende el grado de complejidad de
su organización social. Como ejemplos tenemos las versiones que se
encuentran en el Códice Florentino que se refiere a tres distintos tipos de tierra
de labor: hablan de las tierras de aluvión o atoctli, que su nombre viene de atl,
agua y totoca, ir de prisa; quiere decir que corrió el agua. Es tierra amarilla
rojiza, menuda y húmeda, blanda, molida, desmenuzada, buena, suave. Es
creadora de cosas, es ejemplo, modelo, buena”. De la de mantillo o cuahtlalli se
señala que “su nombre viene de cuáhuitl, árbol y tlalli, tierra; esto es de árboles
podridos u hojarasca, astillas o tierra áspera. Es arbolada, es oscura, o quizá
amarillo rojiza; es fructífera” Por último en cuanto a la tierra en barbecho, o
tlalzolli: “Cuando se dice Tlanzolli tierra vieja, es que no es buena tierra por
razón de que allí nada se hace bien; es lugar en donde nada se engendra, que
no sirve para nada, que es inútil de un lado al otro; sin provecho, arruinada,
tierra vieja, envejecida”.
EL VALLE DE MÉXICO
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Instrumental y técnica
Régimen de propiedad
El calpulli
Para tratar lo relativo a las distintas formas de posesión de la tierra y del destino
de sus frutos son necesarias algunas consideraciones generales respecto al
calpulli que, según veremos, va ligado íntimamente con la propiedad territorial.
El calpulli puede ser considerad, por lo pronto no como algo estático, sino
como una institución de existencia histórica; como un ente el continuo proceso
de cambio a través del tiempo y del espacio; y ello no únicamente partir de su
contacto con Occidente, sino en el ámbito mismo de origen, dentro del propio
mundo precortesiano. De tal manera se observará que los calpulli nombrados
durante
Posesión de la tierra
II. Tierras administradas por el Estado. Son propiamente las altepetlalli, o al-
tepemilli, es decir, las tierras o sementeras de la ciudad. De ellas se distinguen
las siguientes modalidades:
a) Teopantlalli, o tierras de los templos. Eran destinadas a sufragar los gastos
de manutención del cuerpo sacerdotal, los de reparaci6n y conservación de los
'templos y los de las celebraciones religiosas. Según parece, estas tierras eran
de magnífica calidad y de sorprendente extensi6n.
b) Tlatocatlalli o tlatocamilli, es decir, tierras o sementeras del señorío;
llamadas también Itónal in tlácatl, o tierras del destino del señor. Eran
arrendadas para sufragar los gastos de palacio, que incluían, entre otros, el dar
de comer a los huéspedes, a los pobres y a los principales. Estaban asignadas
a los tlatoque, o gobernantes, en cuanto tales, de tal manera que a cualque
individuo, aunque fuese el tlatoani, o señor supremo, le estaba vedado,
disponer de ellas a no ser que pagase el arriendo correspondiente.
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Trabajo agrícola
Las tierras antes reseñadas eran labradas fundamentalmente por los siguientes
cuatro tipos de trabajadores, diferenciados por su origen, su relación con la
tierra y el destino del usufructo de su labor.
Los mayeque" eran también renteros en las tierras que labraban; pero a
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Intercambio comercial
De manera general
puede afirmarse que
las formas de
intercambio
comercial entre los
antiguos mexicanos
estuvieron
condicionados por la
necesidad recíproca
de satisfactores y
realizadas por los
mismos productores.
En la población en
general la finalidad
del intercambio se reducía sólo a nivelar la subsistencia familiar. De este modo,
el pequeño productor quedaba convertido al mismo tiempo en pequeño
vendedor y consumidor de artículos de primera necesidad.
Sin embargo para los sectores altos de la sociedad la cuestión resultaba distin-
ta. Para los tlatoque (gobernantes) y pipiltin (nobles) de México, el origen y
existencia de esta acumulación se localizaba, por una parte, en las
recaudaciones con que afectaban a sus propios súbditos, y por otra, secundaria
y decisiva, en los artículos tributados por los pueblos sometido. Por esta última
vía se obtenían diversos tipos de cereales (utilizados para el sostenimiento del
ejército, de las fiestas, de los convites y del pueblo en épocas de sequía); pero
también se abastecían de objetos más bien suntuarios, manufacturados,
semielaborados o en su estado natural, los cuales si bien es cierto que
sirvieron como obsequios para guerreros y artífices distinguidos, embajadores y
dignatarios de otros pueblos y aun para los mismos comerciantes, una buena
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En suma, las exigencias por las cosas suntuarias de parte de esta minoría
encumbrada de la sociedad y el impulso dado ulteriormente a la expansión, mili-
tarista, provocaron tanto el origen como la consolidación de la renombrada
institución prehispánica del comercio, la pochtecáyotl, cuyas rutas alcanzaron a
cubrir, a la llegada de los españoles, desde las costas del Pacifico hasta las del
Golfo de México, y desde el altiplano central hasta distintos puntos del sureste
mesoamericano.
En suma, con bastante certidumbre puede decirse que hacia los albores de la
conquista los pochtecas o comerciantes, cuyas actividades habían llegado a ser
indispensables para la expansión económica y militarista de los tenochcas,
ocupaban un lugar preeminente en la sociedad y se perfilaban ya como una
clase no fundamental, como un poderoso sector social emergente del sistema
de producción tenochca.
EL PANTEÓN MEXICA
La palabra “panteón”,
en su acepción original
griega, significa “todo
dios”, y en lengua
latina, se refiere al
templo romano
dedicado a todos los
dioses; en los estudios
acerca de las culturas
prehispánicas, dicha
palabra se utiliza para
designar a los
conjuntos integrados
por numerosas
deidades
pertenecientes a
diversas culturas
mesoamericanas.
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Historiadora del Arte. Investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas y profesora del
posgrado en Historia del Arte y en el Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
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hombre, era considerado a la vez como hombre y como héroe cultural. El otro,
como Ehécatl —la deidad del viento era una de sus advocaciones más
conocidas. Mientras que la representación de Quetzalcóatl era la de un rostro
humano que se asoma entre las fauces de una serpiente emplumada, la de
Ehécatl consistía en una figura de hombre, a menudo de cuerpo entero, que
porta una máscara bucal de ave de tamaño considerable.
Deidades menores
Y podríamos continuar con una lista de dioses y diosas que es todavía bastante
más larga. ¿La complejidad de la estructura religiosa politeísta mexica revela la
complejidad de sus relaciones sociales? Una cosa es segura: avanzamos en el
conocimiento del panteón conforme ampliamos y profundizamos nuestro saber
acerca de la sociedad mexica y su historia.