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Venezuela en revolución, Una alternativa marxista

 presentación
 ¿Hacia dónde va Venezuela? Emilia Lucena — Septiembre 1999
 La clase obrera derrota el golpe Emilia Lucena — Mayo 2002
 Venezuela, entre la revolución y la contrarrevolución Emilia Lucena — Octubre 2002
 La revolución venezolana en peligro Alan Woods — 9 de Diciembre de 2002
 Venezuela, crónica de cuatro semanas de conspiración antidemocrática Jorge Martín — Caracas,
Diciembre 2002
 La derrota del paro empresarial y el sabotaje petrolero profundiza el proceso revolucionario en
Venezuela J. Martín 2/03
 Venezuela a un año del golpe. La marea roja invade de nuevo la Avenida Bolívar Jorge Martín — 24
de abril de 2003
 Apéndice 1 PDVSA, un estado dentro del Estado
 Apéndice 2 Hablan los trabajadores venezolanos
presentación

Latina estamos asistiendo a un resurgimiento sin precedentes de la movilización popular y la


lucha antiimperialista. El reciente estallido social en Bolivia, las magníficas movilizaciones
contra las privatizaciones en Perú, las revoluciones en Ecuador en enero de 2000 o en Argentina
en diciembre de 2001, la elección de Lula en Brasil o de Lucio Gutiérrez en Ecuador, son
ejemplos muy destacados.

Pero si hay algún lugar en el que la fuerza y la energía revolucionaria de las masas se ha
manifestado con mayor claridad ése es sin duda Venezuela. El pueblo venezolano ha derrotado
ya varios intentos de golpe de Estado contrarrevolucionarios y su lucha se ha convertido en un
punto de referencia para los jóvenes, trabajadores y campesinos de todo el mundo.

Esta recopilación de artículos que hoy presentamos recoge los principales análisis e ideas
defendidos por los marxistas de EL MILITANTE desde el inicio de la revolución venezolana
hasta hoy mismo.

La victoria de Chávez en diciembre de 1998 fue presentada en los medios de comunicación


burgueses de todo el mundo (con diarios supuestamente "progresistas" como El País al frente)
con una rabia y desprecio pocas veces vistos: las masas se habían vuelto locas y habían elegido a
un "golpista", a un "dictador". Todavía hoy nos siguen repitiendo machaconamente estas
calumnias.

Desde las páginas de EL MILITANTE hemos combatido incansablemente estas mentiras de la


burguesía y explicado el verdadero origen y desarrollo del proceso revolucionario venezolano.

Venezuela es una tierra enormemente rica, dotada de grandes reservas petrolíferas, de recursos
agrícolas y ganaderos abundantes, de importantes industrias y, lo más importante, de un
pueblo enormemente creativo y trabajador. Sin embargo, este pueblo trabajador, que podría
vivir dignamente si fuese dueño de su riqueza, ve como ésta se halla en manos de un puñado de
capitalistas que la despilfarra en su exclusivo beneficio y la malvende a las grandes
multinacionales imperialistas.

Mientras una minoría corrupta y parásita vive rodeada de lujos, la miseria se ceba en la mayoría
de la población. En el momento de ser elegido Chávez, un 80% de la población era pobre, según
la ONU y poco más del 1% de los propietarios controlaba el 60% de la tierra cultivable. El paro
alcanzaba entonces el 17,8%. La política social del gobierno ha mejorado algo estos indicadores
(el paro por ejemplo era del 12,1% en 2002) aunque siguen reflejando una enorme desigualdad.

Por si fuera poco, los burócratas del estado (en particular los gerentes de la empresa estatal
petrolífera PDVSA) o los políticos de los dos partidos tradicionales, AD y COPEI, han
protagonizado algunos de los escándalos y corruptelas más sonados del continente.
Fue la prolongación de esta situación durante décadas y su intensificación con las políticas de
privatización y ataque a las condiciones de vida de los trabajadores aplicadas durante los años
80 y 90 en todo el mundo la que creó una enorme rabia y deseos de cambio que encontraron
finalmente su expresión en la revolución bolivariana.

Como explican varios de los artículos incluidos en esta recopilación, a pesar de las
contradicciones que tenía —y sigue teniendo— Chávez y de las limitaciones de su programa
antiimperialista y democrático, el problema para los burgueses venezolanos y el imperialismo
es que detrás de él están los anhelos y esperanzas de millones de oprimidos. El choque entre las
aspiraciones de las masas que empujan a Chávez hacia la izquierda y la crisis del sistema
capitalista en Venezuela, América Latina y en todo el mundo, que hace imposible cualquier
intento de estabilizar políticas reformistas o populistas y promover un capitalismo nacional
independiente del dominio de las multinacionales y con justicia social es lo que lleva a la actual
agudización de la lucha de clases en el país.

Mientras desde otros sectores de la izquierda se menospreciaba la importancia del proceso


abierto en Venezuela, los marxistas de EL MILITANTE insistíamos en que estábamos ante el
inicio de una situación revolucionaria que antes o después desembocaría en una lucha abierta
entre la revolución y la contrarrevolución.

El primero de los artículos incluidos en este documento, escrito en septiembre de 1999 por
Emilia Lucena, miembro del Comité de Redacción de EL MILITANTE, analiza las causas de la
llegada de Chávez al poder, contesta las calumnias de la burguesía y traza las perspectivas que
ya entonces defendíamos los marxistas para la revolución bolivariana. Creemos sinceramente
que este análisis se está viendo totalmente confirmado por los acontecimientos.

El segundo y tercer artículo de esta selección, también de Emilia Lucena, escritos


inmediatamente después del golpe de abril de 2002 y durante la nueva intentona de octubre
analizan como la magnífica respuesta de las masas, particularmente en abril, consigue derrotar
a la contrarrevolución e inciden en la situación enormemente favorable que abre esta victoria.
También alertan sobre el riesgo de que si esta oportunidad de profundizar la revolución es
desaprovechada la reacción pueda reorganizarse y volver a intentar un nuevo golpe, como
finalmente ocurre en diciembre.

El resto de materiales que integran el documento están dedicados precisamente a analizar el


paro empresarial de diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003 , nuevamente derrotado por la
acción de las masas y en particular de sectores decisivos de la clase obrera como los trabajadores
del petróleo y de otras industrias importantes.

Si en la derrota del golpe de abril la clase obrera participó como una parte más del pueblo,
ahora el aspecto más destacable de la situación es que los trabajadores (especialmente los
petroleros) ponen su sello, movilizándose con sus propios métodos: ocupando varios centros de
trabajo y poniéndolos a producir bajo su control, movilizándose en las puertas de las fábricas
contra el cierre patronal, organizando corrientes y sindicatos clasistas y democráticos frente a la
burocracia sindical corrupta y golpista de la CTV...

Junto a un artículo del teórico marxista británico y editor de la web internacional


www.marxist.com Alan Woods se incluyen varios trabajos de Jorge Martín, corresponsal de EL
MILITANTE en Venezuela durante esos meses de lucha contra el paro empresarial, insistiendo
en la correlación de fuerzas enormemente favorable abierta tras esta salto en la conciencia de
importantes capas de trabajadores y cuáles pensamos los marxistas que son las retos
fundamentales a los que se enfrenta el proceso revolucionario actualmente para poder seguir
avanzando y culminar en una transformación de la sociedad.
Las entrevistas con sindicalistas y trabajadores de algunas de las corrientes más combativas y
avanzadas del movimiento obrero venezolano como El Topo Obrero (del Estado Lara) o La
Jornada, de Puerto la Cruz, que también incluimos en el documento son un ejemplo de lucha y
conciencia revolucionarias y el mejor testimonio para conocer de primera mano lo que está
ocurriendo en Venezuela en estos momentos, especialmente en el movimiento obrero, así como
cuales son los puntos que centran el debate entre los sectores más conscientes del proletariado.

Este documento pretende precisamente ser una aportación a ese debate, son las ideas y el
programa que defendemos los marxistas de El MILITANTE en el proceso revolucionario
venezolano y esperamos que puedan contribuir en alguna medida al desarrollo y éxito de éste.
Estaremos muy agradecidos a todos los que nos hagáis llegar vuestros comentarios y opiniones.

En toda América Latina estamos asistiendo a un resurgimiento sin precedentes de la


movilización popular y la lucha antiimperialista. El reciente estallido social en Bolivia, las
magníficas movilizaciones contra las privatizaciones en Perú, las revoluciones en Ecuador en
enero de 2000 o en Argentina en diciembre de 2001, la elección de Lula en Brasil o de Lucio
Gutiérrez en Ecuador, son ejemplos muy destacados.

Pero si hay algún lugar en el que la fuerza y la energía revolucionaria de las masas se ha
manifestado con mayor claridad ése es sin duda Venezuela. El pueblo venezolano ha derrotado
ya varios intentos de golpe de Estado contrarrevolucionarios y su lucha se ha convertido en un
punto de referencia para los jóvenes, trabajadores y campesinos de todo el mundo.

Esta recopilación de artículos que hoy presentamos recoge los principales análisis e ideas
defendidos por los marxistas de EL MILITANTE desde el inicio de la revolución venezolana
hasta hoy mismo.

La victoria de Chávez en diciembre de 1998 fue presentada en los medios de comunicación


burgueses de todo el mundo (con diarios supuestamente "progresistas" como El País al frente)
con una rabia y desprecio pocas veces vistos: las masas se habían vuelto locas y habían elegido a
un "golpista", a un "dictador". Todavía hoy nos siguen repitiendo machaconamente estas
calumnias.

Desde las páginas de EL MILITANTE hemos combatido incansablemente estas mentiras de la


burguesía y explicado el verdadero origen y desarrollo del proceso revolucionario venezolano.

Venezuela es una tierra enormemente rica, dotada de grandes reservas petrolíferas, de recursos
agrícolas y ganaderos abundantes, de importantes industrias y, lo más importante, de un
pueblo enormemente creativo y trabajador. Sin embargo, este pueblo trabajador, que podría
vivir dignamente si fuese dueño de su riqueza, ve como ésta se halla en manos de un puñado de
capitalistas que la despilfarra en su exclusivo beneficio y la malvende a las grandes
multinacionales imperialistas.

Mientras una minoría corrupta y parásita vive rodeada de lujos, la miseria se ceba en la mayoría
de la población. En el momento de ser elegido Chávez, un 80% de la población era pobre, según
la ONU y poco más del 1% de los propietarios controlaba el 60% de la tierra cultivable. El paro
alcanzaba entonces el 17,8%. La política social del gobierno ha mejorado algo estos indicadores
(el paro por ejemplo era del 12,1% en 2002) aunque siguen reflejando una enorme desigualdad.

Por si fuera poco, los burócratas del estado (en particular los gerentes de la empresa estatal
petrolífera PDVSA) o los políticos de los dos partidos tradicionales, AD y COPEI, han
protagonizado algunos de los escándalos y corruptelas más sonados del continente.

Fue la prolongación de esta situación durante décadas y su intensificación con las políticas de
privatización y ataque a las condiciones de vida de los trabajadores aplicadas durante los años
80 y 90 en todo el mundo la que creó una enorme rabia y deseos de cambio que encontraron
finalmente su expresión en la revolución bolivariana.

Como explican varios de los artículos incluidos en esta recopilación, a pesar de las
contradicciones que tenía —y sigue teniendo— Chávez y de las limitaciones de su programa
antiimperialista y democrático, el problema para los burgueses venezolanos y el imperialismo
es que detrás de él están los anhelos y esperanzas de millones de oprimidos. El choque entre las
aspiraciones de las masas que empujan a Chávez hacia la izquierda y la crisis del sistema
capitalista en Venezuela, América Latina y en todo el mundo, que hace imposible cualquier
intento de estabilizar políticas reformistas o populistas y promover un capitalismo nacional
independiente del dominio de las multinacionales y con justicia social es lo que lleva a la actual
agudización de la lucha de clases en el país.

Mientras desde otros sectores de la izquierda se menospreciaba la importancia del proceso


abierto en Venezuela, los marxistas de EL MILITANTE insistíamos en que estábamos ante el
inicio de una situación revolucionaria que antes o después desembocaría en una lucha abierta
entre la revolución y la contrarrevolución.

El primero de los artículos incluidos en este documento, escrito en septiembre de 1999 por
Emilia Lucena, miembro del Comité de Redacción de EL MILITANTE, analiza las causas de la
llegada de Chávez al poder, contesta las calumnias de la burguesía y traza las perspectivas que
ya entonces defendíamos los marxistas para la revolución bolivariana. Creemos sinceramente
que este análisis se está viendo totalmente confirmado por los acontecimientos.

El segundo y tercer artículo de esta selección, también de Emilia Lucena, escritos


inmediatamente después del golpe de abril de 2002 y durante la nueva intentona de octubre
analizan como la magnífica respuesta de las masas, particularmente en abril, consigue derrotar
a la contrarrevolución e inciden en la situación enormemente favorable que abre esta victoria.
También alertan sobre el riesgo de que si esta oportunidad de profundizar la revolución es
desaprovechada la reacción pueda reorganizarse y volver a intentar un nuevo golpe, como
finalmente ocurre en diciembre.

El resto de materiales que integran el documento están dedicados precisamente a analizar el


paro empresarial de diciembre de 2002 y enero-febrero de 2003 , nuevamente derrotado por la
acción de las masas y en particular de sectores decisivos de la clase obrera como los trabajadores
del petróleo y de otras industrias importantes.

Si en la derrota del golpe de abril la clase obrera participó como una parte más del pueblo,
ahora el aspecto más destacable de la situación es que los trabajadores (especialmente los
petroleros) ponen su sello, movilizándose con sus propios métodos: ocupando varios centros de
trabajo y poniéndolos a producir bajo su control, movilizándose en las puertas de las fábricas
contra el cierre patronal, organizando corrientes y sindicatos clasistas y democráticos frente a la
burocracia sindical corrupta y golpista de la CTV...

Junto a un artículo del teórico marxista británico y editor de la web internacional


www.marxist.com Alan Woods se incluyen varios trabajos de Jorge Martín, corresponsal de EL
MILITANTE en Venezuela durante esos meses de lucha contra el paro empresarial, insistiendo
en la correlación de fuerzas enormemente favorable abierta tras esta salto en la conciencia de
importantes capas de trabajadores y cuáles pensamos los marxistas que son las retos
fundamentales a los que se enfrenta el proceso revolucionario actualmente para poder seguir
avanzando y culminar en una transformación de la sociedad.

Las entrevistas con sindicalistas y trabajadores de algunas de las corrientes más combativas y
avanzadas del movimiento obrero venezolano como El Topo Obrero (del Estado Lara) o La
Jornada, de Puerto la Cruz, que también incluimos en el documento son un ejemplo de lucha y
conciencia revolucionarias y el mejor testimonio para conocer de primera mano lo que está
ocurriendo en Venezuela en estos momentos, especialmente en el movimiento obrero, así como
cuales son los puntos que centran el debate entre los sectores más conscientes del proletariado.

Este documento pretende precisamente ser una aportación a ese debate, son las ideas y el
programa que defendemos los marxistas de El MILITANTE en el proceso revolucionario
venezolano y esperamos que puedan contribuir en alguna medida al desarrollo y éxito de éste.
Estaremos muy agradecidos a todos los que nos hagáis llegar vuestros comentarios y opiniones.

La clase obrera derrota el golpe

Engels explicaba que hay épocas en las que veinte años pasan como un solo día y que existen otros
momentos en los que veinte años se concentran en un día. En apenas 48 horas los acontecimientos en
Venezuela han sacado a la luz los profundos procesos que está viviendo la sociedad venezolana en este
periodo.

Desde su llegada a la presidencia de Venezuela, el movimiento encabezado por Chávez fue visto como un
peligro para los intereses de la burguesía y el imperialismo que
durante décadas habían esquilmado los recursos económicos de
este país, sumiendo a la inmensa mayoría de la población en la
pobreza. Pero fue a partir de noviembre, con la aprobación de la
Habilitante (una batería de leyes que incluía la Ley de Tierras, la
Ley de Hidrocarburos y otras que atacaban los privilegios de la
oligarquía venezolana y los intereses de las multinacionales),
cuando la campaña de acoso y derribo al gobierno tomó un cariz
violento e imparable, con el apoyo activo de la burguesía
internacional como se ha puesto de manifiesto en la postura pro
golpista de todos los gobiernos y medios de comunicación del
mundo "civilizado".

La verdad es concreta y la historia se repite. Los hechos


demuestran como la burguesía y el imperialismo no tienen
ningún escrúpulo a la hora de defender sus intereses y
privilegios de clase, aunque para ello tengan que mancharse las
manos de sangre.

Las primeras noticias del golpe de Estado sumían a la burguesía


internacional en una bacanal de delirio entusiasta donde todos
sus medios de comunicación, analistas políticos y "tertulianos"
sin excepción, felicitaban a los golpistas por acabar con "el caos y
la falta de democracia del gobierno de Hugo Chávez". Esta
euforia se trasladaba a los gobiernos "democráticos" que se apresuraban a reconocer la nueva junta militar,
ofreciendo su colaboración. "La Unión Europea expresó su apoyo y solidaridad al pueblo de Venezuela, al
tiempo que confía en que el gobierno de transición respete los valores y las instituciones democráticas".

Los jefes de Estado latinoamericanos —reunidos en Río de Janeiro durante los acontecimientos— no se
quedaron atrás. Simplemente se limitaron a hacer un llamamiento sobre el "respeto a la democracia y
derechos humanos". Algunos, como el presidente de Chile, Ricardo Lagos, corrieron a expresar su apoyo y
colaboración... ¡a los golpistas! "...lamento que la conducción del Gobierno venezolano haya llevado a la
alteración de la institucionalidad democrática con un alto costo de vidas humanas y de heridos, violentando
la Carta Democrática Interamericana a través de esta crisis de gobernabilidad" (El Mercurio, sábado 13 de
abril de 2002). No sólo eso, sino que el gobierno chileno, para legitimar a los golpistas, y en voz del propio
Lagos señaló su voluntad de "colaborar con las nuevas autoridades". Y más escandalosas resultaron las
declaraciones del embajador chileno en Caracas, Marcos Álvarez, quien entregó, en declaraciones a la prensa
chilena, "su respaldo a la nueva administración, destacando las cualidades de Carmona" (Política Cono Sur,
18 abril 2001). Parece que Ricardo Lagos, a pesar de pertenecer al Partido Socialista Chileno ha olvidado los
muertos provocados por la dictadura militar, muchos de ellos militantes de su partido.

¡Poco les duró la alegría! Las masas venezolanas salieron a la calle, a pesar de la brutal represión que provocó
más de 40 muertos y centenares de heridos, para acabar en cuestión de horas con los golpistas que se vieron
impotentes ante la reacción de los trabajadores y oprimidos de Venezuela. ¡Más de un millón y medio de
personas, según la CNN en español, tomaron las calles de Caracas y las principales ciudades de Venezuela
acabando con la incipiente dictadura!

¿Quién derrotó el golpe?

Como siempre ocurre en acontecimientos extraordinarios, cuando las masas entran en acción ponen al
descubierto la auténtica cara de los capitalistas y las mentiras de su sistema.

La burguesía se dota de enormes poderes para controlar a los trabajadores y la juventud. Entre ellos no es
baladí la importancia de los medios de comunicación, especialmente en los países con democracia formal. La
rapidez con la que se han sucedido los
acontecimientos en Venezuela ha puesto de
manifiesto la auténtica "independencia" y
"objetividad" de toda la prensa, las emisoras de
radio y televisión, así como la "imparcialidad" de
sus plumíferos a sueldo.

Estos "demócratas" y "progresistas" de pacotilla,


que se llenan la boca de palabras como
democracia, justicia y progreso, no tienen ningún
empacho en mentir y falsear la verdad si con ello
garantizan sus intereses. A la hora de la verdad
demuestran en que lado de la barricada están y
dan su apoyo sin fisuras a la reacción.

Lo hicieron en el primer momento del golpe cuando hablaban de un "levantamiento popular" contra Chávez
y anunciaban la "formación de un gobierno cívico-militar en defensa de las libertades y la democracia" y lo
siguen haciendo ahora para justificar el fracaso del mismo.

Según los más reputados analistas, politólogos, editorialistas... el golpe fracasó porque se llevó a cabo de una
forma chapucera y precipitada, especialmente por parte del sector más "duro", que tomaba las riendas y
cometía errores "fatales" como el nombramiento del jefe de la patronal, Pedro Carmona, como nuevo
presidente, la disolución de la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo, y el inicio de una ola de
detenciones y represión que provocó divisiones en el ejército y rompió la Junta Militar. En algunos medios
de comunicación se ha llegado a plantear que en realidad todo ha sido una maniobra ¡del propio Chávez!
que se dio un "autogolpe" para consolidar su posición... Otros titulares, mayoritarios en este caso, dejan clara
una cosa: "fueron los militares los que devolvieron el poder a Chávez". Las mentiras, la manipulación, la
tergiversación... todo vale con tal de desviar la atención de las masas de la verdadera fuerza que acabó con
los golpistas: la fuerza de la clase obrera y los oprimidos de Venezuela. El ejemplo revolucionario de las
masas evitando la instauración de una dictadura, tomando las principales ciudades y rodeando el Palacio de
Miraflores, es demasiado peligroso para la burguesía internacional y el imperialismo USA.
Orígenes del golpe

Venezuela es el cuarto productor mundial de petróleo y el sexto país en reservas de crudo, además de poseer
importantes yacimientos de gas y otros minerales. Sin embargo, el 70% de su población vive por debajo del
umbral de pobreza y eso a pesar de que según el propio Chávez, en una entrevista concedida a Le Monde
Diplomatique, desde 1960 a 1998 Venezuela ingresó en divisas por la venta de petróleo el equivalente a quince
planes Marshall. Así, la oligarquía y la corrupta clase política, con el inestimable apoyo de la corrupta
burocracia sindical de la Central Venezolana de Trabajadores (CTV), veían engordar sus ya repletas arcas,
mientras la inmensa mayoría de la población se debatía en la miseria y la desesperación.

El triunfo de Chávez, por una aplastante mayoría del 60% de los votos, devolvió las esperanzas a los
desheredados y oprimidos que vieron en el movimiento que él encabezaba la posibilidad de acabar con
décadas de explotación y sufrimiento.

Chávez confiaba en que la aplastante mayoría en las urnas le daría el margen suficiente como para aplicar
toda una serie de reformas que acabasen con la brutal desigualdad de la sociedad venezolana. Al fin y al
cabo las divisas generadas por el petróleo "bien administradas" podrían ir conformando una sociedad donde
los pobres fueran menos pobres y los ricos aceptaran ganar un poco menos de lo que ganaban. En realidad
su objetivo era instalar un capitalismo de "rostro humano" y "política social".

No obstante, algo que no ha entendido Chávez es que los problemas que padece la inmensa mayoría de la
sociedad, tienen su origen precisamente en el sistema capitalista, un sistema que se basa en la explotación de
la inmensa mayoría de la sociedad por una pequeña minoría. Por eso la solución a la miseria que padece el
70% de la población venezolana sólo es posible expropiando a la burguesía y poniendo los ingentes recursos
económicos generados por la clase obrera al servicio de la mayoría de la sociedad, bajo el control y gestión de
los trabajadores. Intentar conciliar lo irreconciliable, esto es, los intereses antagónicos de la burguesía y la
clase obrera lleva a situaciones extremas como las vividas en Venezuela, ya que ni soluciona los problemas
de los oprimidos ni contenta a la burguesía.

A pesar de sus vacilaciones, Chávez, para mantener su base de apoyo entre los pobres y los trabajadores, ha
tenido que tomar medidas que atentaban contra los intereses de la burguesía. Ha intentado, de forma
honesta, ir acabando con las desigualdades sociales. Durante sus tres años de mandato, el paro ha
disminuido del 18 al 13%; más de un millón y medio de niños han sido escolarizados y reciben ropa y tres
comidas diarias; la inversión pública se ha triplicado y se han iniciado diversos planes de construcción de
viviendas baratas, además de no haber pedido ningún crédito ni llegado a ningún acuerdo con el FMI.

Para llevar a cabo esos planes, recortó las escandalosas subvenciones educativas de la Iglesia Católica, a la
vez que presentaba un proyecto de ley para revisar el dinero que ésta recibe del estado; para evitar la caída
de los precios del petróleo —la mayor fuente de ingresos del Estado venezolano— se tuvo que enfrentar a los
intereses del imperialismo norteamericano, defendiendo la reducción de producción de crudo en la OPEP
además de chocar directamente con la política USA con relación a Cuba, llegando a acuerdos económicos con
éste país y oponiéndose a los bombardeos de Irak y Afganistán.

Aunque las medidas económicas tomadas por Chávez han sido totalmente insuficientes para acabar con la
miseria y ofrecer una vida digna a la mayoría de la población, todo este proceso era seguido con creciente
inquietud por el imperialismo norteamericano, la burguesía internacional y la oligarquía venezolana.

Por supuesto que durante todo este tiempo, la burguesía no estuvo con los brazos cruzados. Primero rompió
el Polo Patriótico, la coalición electoral de Chávez, manteniendo una actitud hostil y de boicot económico
frente al gobierno (baste recordar que sólo entre julio y agosto del 2001 la evasión de capital ascendió a más
de 3.000 millones de dólares), a la vez que aumentaba el tono agresivo e insultante hacia el chavismo y su
revolución bolivariana.

Pero fue la aprobación de la Habilitante lo que decidió a la burguesía y al imperialismo a poner fin al proceso
en Venezuela, de una vez por todas. La situación en América Latina es altamente explosiva. El proceso
revolucionario abierto en Argentina, el posible triunfo electoral de Lula en Brasil, la situación en Colombia,
las movilizaciones en Ecuador, Guatemala y otros países preocupan hondamente a los imperialistas
norteamericanos, que son conscientes del polvorín acumulado, además de tener una importante minoría
hispana en su propia casa. Necesitaban dejar claro a las masas latinoamericanas que no iban a permitir
ningún movimiento que pusiese en peligro sus intereses, empezando en Venezuela. Necesitaban un
"escarmiento". Había que actuar.

La preparación del golpe

La historia demuestra, de una manera tenaz y obstinada que la burguesía y el imperialismo son mucho más
consecuentes a la hora de defender su sistema que los dirigentes que intentan reformarlo.

Una vez que tomaron la decisión la llevaron a cabo sin ninguna vacilación. Pasaron a la ofensiva
planificando de manera meticulosa los pasos a dar, que se iniciaron con el cierre patronal del pasado 10 de
diciembre, cierre que fue presentado como una huelga general contra el gobierno gracias a la inestimable
colaboración de los corruptos dirigentes de la CTV. Organizaron una "oposición" que aglutinaba desde los
desertores del Polo Patriótico, que se pasaron con armas y bagajes al campo de la reacción, hasta la santa
madre Iglesia, sin olvidar a los dirigentes de la CTV, Acción Democrática, el COPEI y, por supuesto, la
patronal dirigida por Pedro Carmona que se erigió en el representante más destacado, junto a Carlos Ortega,
presidente de la CTV, de dicha oposición.

Desataron una campaña histérica en los medios de comunicación, acusando a Chávez de dictador y de no
respetar la libertad de prensa, mientras sin ningún pudor los periódicos mentían y tergiversaban la situación
en Venezuela. Acusaron a los Círculos Bolivarianos de lanzar amenazas y llevar a cabo agresiones contra
miembros de la oposición. La Iglesia acusó al gobierno de querer acabar con la religión, la educación y la
familia, exacerbando a una clase media histérica y asustada por la inestabilidad social. Utilizaron el
descontento en la cúpula militar para "informar" a los venezolanos que la mayoría del ejército había dejado
de apoyar al presidente. Y, en fin, movieron todos sus recursos para organizar manifestaciones contra el
gobierno, que eran magnificadas y exageradas con toda la desfachatez del mundo sin ningún tipo de
empacho, de tal manera que las manifestaciones antichavistas, con una participación de 30 ó 50.000 personas,
se convertían en los medios de comunicación en "un clamor popular de 300.000 o medio millón contra
Chávez". El último ejemplo fueron los datos que se dieron de la manifestación del 11 de abril; mientras la
agencia Reuters cifraba la asistencia en unas 50.000 personas, todos los medios —incluidos por supuesto los
internacionales— aumentaban la cifra desde 700.000 a 1.000.000 de participantes. Ahora se ha sabido que,
efectivamente, no había más de 50.000 personas en la misma.

El acoso al gobierno fue creciendo de manera inexorable culminando en el conflicto desatado por los altos
ejecutivos y mandos intermedios de Petróleos de Venezuela que ante el miedo a perder sus prebendas y
posiciones, no dudaron en boicotear la producción, presentándola como una "huelga de los trabajadores",
cuando en realidad la mayoría de los mismos seguían acudiendo a sus puestos de trabajo.

De esta manera Chávez había perdido la iniciativa que pasó a manos de la reacción. A pesar de seguir
contando con un enorme apoyo entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, en lugar de plantarles
cara desarrollando las leyes aprobadas de manera inmediata y decidida, expropiando la tierra y
generalizando el reparto de la misma entre los campesinos pobres —el 1% de los latifundistas detenta el 60%
de la propiedad— nacionalizando la banca para dotar de recursos financieros el desarrollo de esas leyes y
expropiando a los empresarios que boicoteaban la economía, se limitó a tomar una actitud defensiva. En
lugar de hacer un llamamiento a la clase obrera para organizarse y tomar en sus manos el control de la
economía, parando a la reacción, optó por convocar a sus seguidores en apoyo al gobierno como contrapeso
a las movilizaciones de la reacción.

Un golpe clásico

El punto detonante para dar el golpe fue la organización de una manifestación el 11 de abril, con
francotiradores apostados para provocar a los seguidores de Chávez que habían acudido al Palacio de
Miraflores en defensa del gobierno, asesinando a sangre fría a 6 manifestantes pro chavistas, mientras todos
los medios de comunicación mentían conscientemente cuando informaban que los Círculos Bolivarianos
habían tiroteado la manifestación de la oposición. Ese fue el pistoletazo de salida.

Por supuesto que en la preparación y ejecución de un golpe se cometen errores y siempre hay distintos
sectores que vacilan a la hora de llevarlo a cabo. Pero no fue eso lo determinante para que el golpe fracasara.

Dicen que si Carmona se excedió y que tomó medidas "anticonstitucionales". ¿Acaso alguien puede creer que
la intención de los golpistas era respetar la Asamblea Nacional cuando el movimiento chavista seguía siendo
mayoría en la misma? Si hubieran podido hacer dimitir a Chávez a través del parlamento, ¿para qué dar un
golpe?

En cuanto a las detenciones de alcaldes, concejales y activistas, ¿hay alguien que no sepa que el triunfo de un
golpe de estado se basa en la más brutal represión porque de no ser así la gente no aceptaría tranquilamente
la imposición de una dictadura?

Por otro lado, la designación del jefe de la patronal Pedro Carmona como nuevo presidente tiene su
explicación en que ha sido él la cabeza más señalada y conocida de la oposición. Querían un "civil" para
justificar que no era un golpe clásico y ¿quién mejor que él para defender los intereses que perseguía el
golpe?

Cierto es que la mayoría de la base del ejército y muchos oficiales y suboficiales no apoyaban el golpe, pero
tampoco tomaron una actitud activa contra el mismo, salvo excepciones aisladas, como el general
paracaidista del estado de Maracay que se declaró en rebeldía y algunos oficiales. No sabemos cómo
hubieran actuado. Probablemente hubiera habido una escisión en la medida en que los generales golpistas
tendrían que haber depurado a los oficiales pro chavistas y hubieran querido utilizar a los soldados para
reprimir al pueblo venezolano. Lo que sí es seguro es que el día 13, la mayoría de los soldados y suboficiales
estaban a la expectativa y que la Junta Militar se encontraba en el Palacio de Miraflores, incluyendo a los
burócratas de la CTV, para tomar juramento al nuevo gobierno.

¿Quién evitó la formación de este gobierno golpista y la marcha atrás de los generales? La respuesta está,
pese a quien pese, grabada y escrita: "La muchedumbre bajó de los cerros (barrios pobres) tomando el centro
de Caracas y rodeando el Palacio de Miraflores". ¡Fue la acción de esa "muchedumbre" lo que dividió a los
golpistas y evitó una auténtica masacre! ¡Fue la acción de las masas lo que determinó que los sectores
indecisos de soldados y suboficiales decidieran apoyar sin reservas a las masas en la calle!
Es precisamente esa acción, la fuerza que representa, lo que hace temblar el sistema. Es lo suficientemente
peligrosa y ejemplar para los trabajadores de todo el mundo, como para que ahora la burguesía internacional
tenga que hacer un esfuerzo desesperado para minimizarla, aunque al hacerlo queden en evidencia.

¿Qué va a pasar ahora?

En primer lugar el efecto que ha tenido el triunfo de las masas ha puesto las cosas más difíciles para la
burguesía y el imperialismo. De querer dar un escarmiento a las masas oprimidas del mundo, se encuentran
ahora conque la acción de los trabajadores en la calle ha puesto de manifiesto la enorme fortaleza que tiene la
clase obrera y su capacidad de respuesta, siendo un ejemplo a seguir para esas mismas masas a las que
querían escarmentar.

Es verdad, que en su primera alocución después de su restitución, Chávez ha hecho constantes llamamientos
a la calma y a la tranquilidad, a la reconciliación y al diálogo.

La pregunta ahora es si la clase obrera va a aceptar que la burguesía siga imponiendo su ley sin lucha y, por
otra parte si, a su vez, la oligarquía venezolana puede llegar a algún tipo de acuerdo con Chávez.

La primera respuesta se responde en la declaración del Bloque Clasista y Democrático de la Fuerza


Bolivariana de Trabajadores que agrupa a más del 40% de la clase obrera venezolana.

"Todavía está latente la conspiración de los golpistas (...) Compañeros, no nos dejemos engañar.
Mantengamos la calma y la tranquilidad. Sin embargo estemos pendientes para salir de inmediato a la calle
si hay cualquier acción de los contras o la reacción (...) Proponemos la cárcel inmediata a los golpistas y su
sometimiento a juicio (...) estatalizar los medios de comunicación que contribuyan a favor de los golpistas y
ponerlos bajo las organizaciones de los periodistas y trabajadores; (...) expropiar a las empresas que se sigan
prestando para la huelga patronal y ponerlas bajo el control de los trabajadores (...) extender el aumento de
salario a todos los trabajadores y que éste cubra la cesta básica (...) Llamamos a todos los trabajadores para
que estemos alerta ante cualquier nuevo intento desesperado de los aventureros fascistas" (Valencia,
Venezuela, 16 de abril 2002).

En cuanto a la burguesía, ésta ya ha dejado claro que "sigue exigiendo las mismas reivindicaciones que
antes". De hecho plantean que la mejor muestra de la "sinceridad" de Chávez sería... ¡dimitir y convocar
nuevas elecciones!

Los artículos aparecidos en las revistas especializadas y en la prensa, no dejan lugar a dudas de que aunque,
por el momento han perdido, siguen dispuestos a volver a intentarlo como reflejaba extraordinariamente
bien uno de los titulares de Venezuela Analítica "Chávez ha vuelto... por ahora".

Si nos atenemos a las declaraciones de Chávez parece que éste está dispuesto a dar marcha atrás. Pero aún en
el caso de que efectivamente esa fuera su intención, se encontraría con el "pequeño" problema de la gente que
le apoya. Si Chávez, efectivamente, hubiera decidido dejar las manos libres a la burguesía y el imperialismo,
se encontraría con una fuerte oposición dentro de su mismo movimiento.

Por otro lado, es evidente que la burguesía y el imperialismo volverán a intentar un nuevo golpe, como
ocurrió en Chile después del tancazo.

Como explica el marxismo, el capitalismo tiene su propia dinámica interna y en época de crisis incluso los
derechos democráticos más elementales son un estorbo para los planes del imperialismo y los empresarios.

Así pues, sólo queda una alternativa. Es necesario organizarse para defender los logros conseguidos. Es
fundamental organizar e impulsar comités de apoyo a la revolución en todas las fábricas, barrios, cuarteles,
universidades, institutos... con representantes directos, elegibles y revocables en todo momento, que se
coordinen entre sí a nivel local, provincial y estatal para organizar la defensa frente a la reacción asumiendo
la responsabilidad de garantizar el funcionamiento económico del país, así como los planes necesarios para
cubrir las necesidades de la inmensa mayoría de la población venezolana, expropiando a la burguesía. Sólo
la participación organizada, activa y consciente de la clase obrera y los sectores oprimidos garantizará una
auténtica democracia, esto es la democracia obrera, y una vida digna para la mayoría de la población.

Un movimiento así contaría con el apoyo incondicional de los trabajadores de Argentina y el resto de
Latinoamérica, que seguirían el ejemplo marcado por los trabajadores y oprimidos de Venezuela en su lucha
contra la opresión, la explotación y la injusticia dando el primer paso para la construcción de la Federación
Socialista de los Pueblos de América Latina.

Emilia Lucena
Mayo 2002

Venezuela, entre la revolución y la contrarrevolución

Venezuela, entre la revolución y la contrarrevolución


Nuevamente el proceso revolucionario abierto en Venezuela vuelve a centrar la atención del movimiento obrero organizado a nivel internacional.
Los últimos acontecimientos vividos en este país, incluyendo el pronunciamiento golpista de 14 altos mandos militares este 22 de octubre, han
puesto en evidencia la auténtica disyuntiva existente en este país
que se encamina claramente hacia la revolución o la
contrarrevolución. Igualmente estos acontecimientos demuestran la
imperiosa necesidad del movimiento revolucionario de tomar las
riendas del proceso y acabar de una vez por todas con la reacción.

Venezuela está inmersa en un profundo proceso revolucionario


fruto de la crisis orgánica del capitalismo que en América Latina
ofrece una de sus caras más descarnadas. De los 526 millones del
continente, cerca 256 millones de personas viven en la extrema
pobreza y, según datos de la CEPAL, la pobreza alcanza al 77% de
los latinoamericanos. Por el contrario el 20% de la población detenta
el 61% de la riqueza. Estas cifras que reflejan una realidad
insostenible para millones de personas donde el hambre, la
malnutrición, el analfabetismo, la falta de asistencia sanitaria, los
bajos salarios y largas jornadas se ceban en condiciones de vida
infrahumanas para la mayoría de los trabajadores y sus familias, son
la explicación de fondo no sólo de lo que ocurre en Venezuela, sino
en toda América Latina, especialmente en Brasil, Ecuador, Perú,
Argentina...

América Latina es un continente en revolución que muestra su expresión más álgida en Venezuela. La elección de Chávez como depositario de
las esperanzas de los trabajadores y pobres de Venezuela en un cambio social que acabase con la situación de miseria y desigualdad que vive el
60% de la población, abrió una nueva página en la lucha de clases de este país. Una página que durante este mes de octubre vuelve a poner en
evidencia las contradicciones internas del proceso revolucionario.

Después del 13 de abril

La magnífica movilización de los trabajadores que dio al traste con el golpe de estado el 11 de abril, reponiendo a Chávez al frente del gobierno,
supuso un fuerte revés para la oligarquía y el imperialismo, que en menos de 48 horas vieron como la acción revolucionaria de las masas rompía
su estrategia golpista evitando la consolidación de una dictadura en Venezuela.

Si en ese momento la dirección del movimiento revolucionario hubiese hecho un llamamiento a la formación de comités en defensa de la
revolución, expropiando las grandes empresas, los medios de comunicación, la banca y los latifundios bajo el control de los obreros, a la vez que
la formación de comités de soldados para deponer a los oficiales golpistas, coordinando sus acciones con los trabajadores, la clase obrera
venezolana habría acabado con la reacción de un plumazo, abriendo una nueva página en la historia no sólo venezolana, sino de toda América
Latina.
Desgraciadamente, tras su restitución, Chávez creyó que era posible conciliar lo irreconciliable. Su primer objetivo fue fundar las "mesas por el
diálogo" con constantes llamamientos al "entendimiento" para "levantar entre todos la patria". Aceptó la dimisión de Gastón Parra y su equipo
directivo al frente de PdVSA, restituyendo en la dirección de Petróleos de Venezuela a reconocidos golpistas; aceptó la apertura de mesas para
discutir la modificación de la Habilitante, entre otras la Ley de Tierras y la Ley de Hidrocarburos y aceptó los planes económicos presentados por
los ministros de Economía y Planificación que aumentaron el IVA, los impuestos indirectos y la devaluación del bolívar lo que ha provocado una
explosión de la inflación (se calcula que la tasa interanual ronda ya el 25%) que ha disminuido de manera dramática el poder adquisitivo de los
trabajadores y sectores más pobres de la sociedad. Estas medidas fueron acompañadas por la emisión de deuda pública a corto plazo, lo que
significa que los banqueros y especuladores ganarán miles de millones a costa de las arcas del Estado. Analistas y revistas especializadas en
economía saludaron estas medidas como "una vuelta a la economía ortodoxa".

Chávez, probablemente asesorado por ministros como Nóbrega, creía que de esta manera los empresarios y el imperialismo norteamericano
cejarían en su empeño de acabar con el gobierno, ya que quedaba patente su intención de no ir más allá de los límites del capitalismo.

Sin embargo, los efectos de estas medidas fueron exactamente los contrarios a los que pretendía el gobierno: envalentonaron a la reacción que
tomaron como una muestra de debilidad estas concesiones. Las masas habían echado atrás el golpe para defender las conquistas de la revolución
bolivariana (entre ellas la Habilitante), pero el gobierno estaba dispuesto a retroceder y aceptar "las reglas del juego". Los golpistas se encontraron
que, a pesar de su fracaso, seguían disponiendo de sus posiciones, recursos y medios para seguir preparando un nuevo golpe.

El TSJ absuelve a los golpistas

En efecto, mientras los trabajadores miraban con preocupación lo que estaba ocurriendo y la libertad y descaro con el que se movían los golpistas,
desde el gobierno se multiplicaban llamamientos a la calma, se dejaba en libertad bajo arresto domiciliario a los participantes y dirigentes del
golpe —lo que permitió la huida de Carmona a Colombia y desde allí a Miami— ; se planteaba que muchos de los militares que participaron en el
golpe "lo hicieron engañados" manteniéndolos en sus puestos y el propio Chávez hizo reiterados llamamientos al desarme de los trabajadores; se
dejó en libertad a la camarilla mafiosa y corrupta de la CTV encabezada por Carlos Ortega, y se apeló a respetar la "legalidad vigente"
asegurando que la conspiración golpista había sido desmantelada.

Durante todo este tiempo, los medios de comunicación siguieron publicando editoriales golpistas, organizando una campaña de prensa
internacional contra Chávez, a la vez que manifestaciones y caceroladas contra el gobierno; los empresarios —mientras participan en las
diferentes mesas abiertas por el gobierno— intensificaban el boicot económico a través de la fuga de capitales y la caída de la inversión —según
datos de Bradynet.com, en el último año y medio se calcula que han salido de Venezuela 7.800 millones de dólares y el PIB ha caído un 9,9% en el
segundo trimestre de este año (El País, 22.10.02), debido a la huelga de inversiones, lo que ha provocado un aumento del paro al 16,4%— ; la
reacción afianzaba sus privilegios en el aparato del Estado y los militares golpistas seguían manteniendo sus posiciones en los cuarteles.

Como demuestra la experiencia, todos los estamentos del aparato del Estado burgués tienen como único objetivo la defensa de la propiedad
privada y el mantenimiento de la burguesía como clase dominante. Si bien en tiempos "normales" esto pasa desapercibido para las masas, no
ocurre así en época de crisis revolucionaria cuando todos los llamados poderes fácticos actúan sin tapujos y a cara descubierta. La sentencia del
TSJ absolviendo a los militares golpistas y declarando que en Venezuela no había habido golpe de estado sino "vacío de poder" demostró en la
práctica qué intereses y a qué clase sirve la justicia burguesa.

Como ha venido ocurriendo cada vez que la reacción ha dado un paso, la respuesta de los trabajadores ante esta nueva provocación no se hizo
esperar, rodeando el edificio del TSJ. Sin embargo, el gobierno, asustado por la acción de las masas en la calle, hizo llamamientos para abandonar
la zona y envió a la Guardia Nacional a reprimir a los trabajadores.

La actitud del gobierno ante esta sentencia fue un nuevo jarro de agua fría para el movimiento revolucionario.

Desde el 13 de abril la justicia burguesa ha intensificado sus acciones contra el movimiento revolucionario: se han sucedido los encarcelamientos
de activistas bolivarianos; se han allanado casas y locales; se ha dejado en libertad a los latifundistas responsables de asesinatos de dirigentes
campesinos en diferentes zonas del país, especialmente en el estado de Zulia; se han cerrado medios de comunicación alternativos; se ha juzgado
a dirigentes de los Círculos... y para más inri no tuvieron ninguna vergüenza en declarar que ¡el 11-A no hubo golpe de Estado!

Nuevamente vemos aquí la importancia de la dirección. En lugar de desenmascarar los intereses de clase que se ocultan tras la fachada de la
llamada justicia, apoyando el movimiento instintivo de la clase obrera, se aceptó la sentencia, reconociendo de hecho la autoridad de los jueces
pro golpistas del TSJ, aunque dijeron que recurrirían a instancias internacionales contra la misma.

Esta actitud creó más confusión y desorientación en las masas. El movimiento revolucionario había demostrado su ímpetu y fortaleza, pero su
dirección vacilaba y cedía terreno ante la reacción.

El movimiento revolucionario
La derrota del golpe demostró en los hechos, el enorme poder de la clase obrera, generando una ola de confianza en el movimiento de masas y en
sus propias fuerzas. Los trabajadores, los oprimidos, habían parado el golpe dejando claro que la correlación de fuerzas estaba claramente a su
favor.

La experiencia vivida durante el 11 y 13 de abril sirvió para hacer reflexionar al sector más avanzado de la clase sobre las tareas que debía
afrontar el movimiento revolucionario. La actitud y las medidas tomadas por el gobierno despertaron vivas críticas, especialmente entre los
activistas que participaban en primera línea del proceso, como demuestra el documento hecho público tras el 11 de abril, por la Alianza Popular
Bolivariana, criticando "la posición conciliadora asumida por el gobierno, que por momentos llega a una franca entrega del proceso de cambios" y
destacando la necesidad de establecer "estructuras de coordinación de las organizaciones populares de base (...) Estas estructuras deben definir
un claro programa político de transformación social" así como "... crear instancias de representación popular mediante las asambleas de
ciudadanos como una forma de poder alternativo...".

Durante este tiempo, los debates, los manifiestos y las declaraciones se suceden. Intelectuales de izquierda, como el Grupo 13 de Abril, abogan
clara e inequívocamente por la transformación socialista de la sociedad y diferentes organizaciones de base, entre ellas, junto a la mencionada
Alianza Popular Bolivariana, un número importante de Círculos Bolivarianos, la Asamblea Popular Revolucionaria, el Bloque Clasista y
Democrático de trabajadores de Carabobo y diferentes asambleas populares y de trabajadores de todo el país, son conscientes de la necesidad de
profundizar y defender los logros conquistados por la revolución bolivariana.

Se llega así al primer encuentro de organizaciones populares en Caracas el 28 y 29 de septiembre que deja un sabor agridulce en muchos de sus
participantes porque de las 18 mesas de trabajo sólo 5 pueden presentar a votación en el plenario sus conclusiones, con lo que se llega al acuerdo
de volver a organizar un nuevo encuentro nacional donde vuelvan a discutirse y votarse las propuestas de todas las comisiones que serán
presentadas a Chávez que asiste a la clausura y conmina al plenario a presentar todas las propuestas una vez aprobadas ya que así "serán una
exigencia del poder popular para el gobierno", pero la realidad es que no se toma ninguna decisión sobre lo qué hacer hasta que no vuelva a
darse este segundo encuentro.

En la práctica se vive la contradicción que ha llevado al fracaso de muchos procesos revolucionarios. El movimiento revolucionario se siente
fuerte y vivo, y aunque mira con desconfianza la actitud vacilante de su dirección, sigue dejando en sus manos el desarrollo del proceso. Por otro
lado, a través del desarrollo y la experiencia acumulada, los sectores más avanzados y conscientes llegan a la conclusión de que el auténtico
obstáculo es la existencia del capitalismo.

Crece la polarización social

Durante este mes de octubre los acontecimientos se han sucedido a una velocidad de vértigo.

A pesar de que los sectores más inteligentes de la burguesía son conscientes de su debilidad y de que el movimiento revolucionario mantiene
toda su fuerza y apoyo entre los trabajadores, tanto la revolución como la contrarrevolución tienen su propia dinámica interna y hay hechos que
escapan a su control.

La burguesía y el imperialismo quieren acabar con el proceso abierto en Venezuela. En ese punto todos están de acuerdo —de hecho, el 18 de
noviembre un comando intentó asesinar a Chávez a su vuelta de Europa— . También todos están de acuerdo en que la única solución es una
dictadura que aplaste y doblegue el movimiento obrero, acabando con sus organizaciones, como la única garantía de acabar con el peligro
revolucionario. La única diferencia que existe entre los diferentes sectores de la burguesía es la forma y el momento más adecuado para llevar
adelante estos planes.

Un sector había apostado por esperar el desgaste de Chávez, —combinando una campaña interna y externa de acoso al gobierno— sabiendo que
los trabajadores, acuciados por la situación económica, el paro, la pobreza y la necesidad de "buscarse las habichuelas", si no ven una alternativa
que realmente cambie sus condiciones de vida, tarde o temprano abandonan la primera línea de batalla. Ese sería el mejor momento para dar el
golpe.

Pero es evidente que otro sector estaba impaciente por aplastar el movimiento de masas. Lo más probable es que este sector se sintiese
envalentonado por los pasos atrás y las concesiones hechas por el gobierno, a la vez que sentía la presión de su base de apoyo, una pequeña
burguesía histérica y desesperada por "acabar de una vez con el caos" y reimplantar "el orden".

En la organización de la "toma de Caracas" convocada para el jueves 10 de octubre no había ningún desacuerdo, pero las vacilaciones sobre el
camino a seguir quedaron patentes en los oradores. La mayoría de los asistentes, que lograron una de las manifestaciones más masivas contra el
gobierno, esperaban que ese mismo día se convocara un cierre patronal indefinido contra el gobierno y el pronunciamiento de los militares. Sin
embargo, en lugar de hacer esto, sus dirigentes plantearon un ultimátum a Chávez para que dimitiera y el paro patronal fue convocado para el 21
de octubre.
La respuesta de la clase obrera

La reacción popular ante este ataque de la reacción no se hizo esperar. Apenas con dos días para organizar el acto, el domingo 13 de octubre,
cientos de miles de trabajadores desbordaron la Av. Bolívar en apoyo al gobierno y al proceso revolucionario. A pesar de la manipulación de los
medios de comunicación (el "progresista" diario El País publicó en portada una foto de la manifestación golpista mientras que el 14 de octubre se
limitó a dar la noticia de la manifestación bolivariana en las páginas internacionales con la foto de un solo manifestante) a la burguesía
internacional no le quedó más remedio que reconocer que la manifestación del día 13 había sido superior a la del día 10. Nuevamente la clase
obrera respondía a la reacción movilizándose y demostrando su fuerza en la calle.

La clase obrera aprende de su experiencia. Las masas recordaban perfectamente como el 9 de abril fue convocada una manifestación donde los
golpistas dispararon para crear el caos; recordaban el cierre patronal previo al golpe de estado; recordaban los detenidos y muertos provocados
durante apenas las 48 horas que se mantuvo la junta golpista... y salieron a la calle para demostrar que "si hay un nuevo 11 habrá un nuevo 13".

La fortaleza del movimiento revolucionario dividió aún más a la reacción. El tan anunciado cierre patronal para el día 21, que en un principio iba
a ser "indefinido" se quedó en un cierre de doce horas. Esta vez quedó en evidencia el fracaso del mismo. A pesar de que nuevamente los
funcionarios administrativos de PdVSA siguieron el llamamiento de la patronal, los trabajadores de los pozos petrolíferos, de las refinerías y la
distribución garantizaron el normal funcionamiento de la empresa. Trabajadores en Valencia y otras ciudades venezolanas obligaron a los
empresarios a abrir las fábricas, montando cordones y manifestaciones ante las puertas de las mismas. La consigna "si los empresarios cierran las
fábricas los trabajadores las expropiaremos bajo nuestro control" caló entre amplios sectores del movimiento obrero y asustó a muchos
empresarios que prefirieron abrir a enfrentarse con la ocupación de sus empresas. Después de la experiencia acumulada en las jornadas previas al
11 de abril, la clase obrera no estaba dispuesta a permitir a los golpistas repetir el esquema. Los trabajadores de los transportes garantizaron su
funcionamiento; se organizaron comités que patrullaron las calles en diferentes zonas de las ciudades y al final de la tarde se concentraron miles
de trabajadores en diferentes ciudades de toda Venezuela para celebrar el fracaso del "paro de los ricos".

¿Qué va a ocurrir en Venezuela?

A la hora de cerrar este artículo muchas incógnitas pesan sobre Venezuela, aunque por las informaciones que nos llegan desde allí, el intento
golpista ha fracasado.

A los 14 militares —muchos de ellos implicados en el golpe del 11 de abril— que han exigido la renuncia inmediata de Chávez, se han sumado
varios generales y altos mandos del ejército, según Cadena Global son ya más de 100, aunque varios generales han dado su apoyo incondicional a
Chávez y al proceso revolucionario, como el caso de Raúl Isaías Baduel, al que quieren enjuiciar porque día 16 de octubre hizo un llamado a los
trabajadores y habitantes de la zona oeste de Caracas a defender la revolución. ¡Nuevamente vemos a quiénes sirven los tribunales burgueses!
Los golpistas se concentran en la plaza Francia Altamira con absoluta impunidad, mientras se admiten a trámite denuncias contra los militares
que apoyan el proceso revolucionario.

Parece evidente que este sector del ejército que se ha pronunciado contra el gobierno y se ha concentrado permanentemente en la Plaza Francia se
ha adelantado a los planes del otro sector que prefería esperar. Por supuesto, ante los hechos consumados, han recibido también el apoyo de
Fedecámaras (la agrupación de empresarios) y todas las huestes de la reacción. Sectores de la clase media del este de la ciudad les apoyan con su
presencia.

Este mismo 26 de octubre, Chávez ha denunciado que en la plaza "se está cocinando un golpe de estado" y ha advertido que el gobierno
responderá por la "vía armada si pretenden dar otro golpe". Varios generales y divisiones han reiterado su apoyo al gobierno.

Es obvio, como no podía ser de otra manera, que la división en líneas de clase también afecta al ejército. Parece bastante fiable que la mayoría de
la tropa sigue apoyando al gobierno y el proceso revolucionario. Esto es importante, pero no suficiente. La clase obrera lo ha entendido así y
desde que se inició el pronunciamiento golpista han tomado las calles de las diferentes ciudades de Venezuela.

El mismo día 25 decenas de miles de trabajadores y soldados organizaron un "gaitazo antigolpista". Caravanas de coches han recorrido los
barrios oeste de Caracas llamando a los trabajadores a movilizarse contra el golpismo. También en Caracas, en La Bandera, Plaza Sucre y Plaza
Venezuela, se han formado Asambleas Populares que han debatido y votado las acciones a tomar, que serán entregadas a Chávez. Varios miles
de personas —que celebraron con júbilo la victoria de Lula este domingo— se mantienen concentradas en los alrededores del palacio de
Miraflores como muestra de apoyo al proceso revolucionario. En Maracaibo (Estado de Zulia) la segunda ciudad más importante de Venezuela,
decenas de miles salieron el sábado a mostrar su oposición al golpismo. Manifestaciones y asambleas se están produciendo en todas las ciudades
del país.

A nadie se le escapa que en estos momentos un intento serio de golpe de estado provocaría una respuesta que podría desembocar en una guerra
civil con un resultado incierto para la burguesía.

Romper con el capitalismo

Está claro que la correlación de fuerzas es claramente favorable a la clase obrera. El problema aquí es que el movimiento revolucionario carece de
una dirección consecuente para llevar el proceso hasta el final. Eso provoca un impasse entre las clases que, tarde o temprano, tendrá que
decantarse a favor de una u otra.

Chávez tiene el apoyo mayoritario de la clase obrera y los sectores más oprimidos, como se ha demostrado una y otra vez a lo largo del proceso.
Sin embargo, a pesar de sus buenas intenciones y los avances hechos por su gobierno en materia social durante estos años, la reacción sigue
manteniendo intactas sus posiciones y la pobreza sigue aumentando en Venezuela.

Es posible que Chávez, de manera honesta y sincera, quiera evitar un enfrentamiento directo entre las clases. De ahí su interés en convencer a un
sector de la burguesía y el imperialismo, haciendo concesiones en la esperanza de que "comprendan" y "acepten" las reformas. El problema que
Chávez no ha entendido es que los intereses de la burguesía y el imperialismo son absolutamente irreconciliables con los intereses generales de la
clase obrera, el campesinado y los pobres de Venezuela. Chávez todavía no ha entendido que la burguesía nunca permitirá una situación como la
actual que pone en peligro sus intereses de clase y que, ahora o más tarde, volverá a intentar acabar con el proceso de modo violento y brutal.

La revolución bolivariana prometió mejorar las condiciones de vida de las masas; prometió sacar a los niños de la calle; prometió sanidad para
todos; educación; viviendas dignas; salarios decentes... Pues bien, cumplir todas esas promesas requiere acabar con la propiedad privada de los
medios de producción, la tierra y la banca, poniendo todos recursos bajo el control de los trabajadores. Venezuela es un país rico saqueado por
una oligarquía parásita al servicio del imperialismo estadounidense. Romper con ese sistema es la única alternativa para garantizar una vida
digna a la clase obrera y sectores oprimidos de la sociedad, que son la inmensa mayoría.

Esta intentona golpista ha fracaso, pero eso no significa que el peligro de la contrarrevolución haya desaparecido. Mientras la burguesía
mantenga sus recursos financieros, sus posiciones en el aparato del Estado, sus medios de comunicación, sus empresas... seguirá conspirando
hasta acabar con el proceso revolucionario. No tenemos que olvidar que muchos de los oficiales que hoy se han pronunciado contra el gobierno,
antes se proclamaban "leales" al gobierno, igual que muchos jueces juraron la constitución bolivariana y hoy dejan en libertad a los golpistas que
pretenden acabar con esa misma constitución.

La clase obrera ha demostrado que tiene la suficiente fuerza para construir una nueva sociedad que ponga al servicio de la mayoría la riqueza y
los medios de producción del país garantizando un aumento del bienestar para la mayoría de la población y cumpliendo las promesas por las
que Chávez fue elegido. Un cambio que es apoyado por la inmensa mayoría de los venezolanos y que apenas encontraría resistencia real en la
reacción. Si desde el gobierno Chávez hiciera un llamamiento a los trabajadores, a los campesinos, a los soldados, a tomar las fábricas, la tierra, la
banca y los cuarteles, no habría fuerza capaz de oponerse a ese movimiento.

En el último año, la dirección del movimiento revolucionario ha estado a la defensiva. En lugar de tomar la iniciativa y profundizar el proceso
revolucionario, se ha contentado con movilizar el enorme apoyo que tiene ante las acciones de la reacción, que a pesar de su debilidad objetiva es
mucho más consecuente con sus objetivos. De mantenerse esta actitud, a la larga es inevitable un desgaste del movimiento de masas. Las
vacilaciones y la debilidad invitan a la agresión y crean confusión y dudas entre los trabajadores.

Es necesario, pues, dotar al movimiento revolucionario de un programa de transformación socialista de la sociedad para acabar de una vez por
todas con la pobreza y la amenaza golpista. Es necesario y urgente conformar una auténtica dirección revolucionaria que ponga ante el
movimiento obrero las tareas de la revolución, tareas que solo la clase obrera con su participación y control consciente, puede llevar a cabo.

Una Venezuela socialista, que hiciera un llamamiento a las masas oprimidas de Latinoamérica a luchar por la revolución y planificar y desarrollar
la economía del continente en beneficio de los trabajadores y los oprimidos, contaría con el apoyo entusiasta y activo de las masas en Brasil,
Ecuador, Argentina, Bolivia... y abriría una ola revolucionaria y de solidaridad en la clase obrera internacional que impediría la actuación golpista
de la reacción no sólo en Venezuela sino en todos los países, incluyendo EEUU.

Emilia Lucena
Octubre 2002

LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN PELIGRO

LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN PELIGRO


Alan Woods
9 de Diciembre de 2002

Nota introductoria: Extracto de una carta desde Venezuela

Cuando Alan Woods acababa de terminar de escribir este artículo (ver más abajo), recibimos una carta de un marxista
venezolano comentando el artículo de ayer escrito por Emilia Lucena, publicamos algunos extractos relacionados con la
situación actual, seguidos por los comentarios de Alan Woods.
“(...) Mi opinión es que el país atraviesa por una situación prerrevolucionaria. En realidad, los trabajadores y el pueblo
cuentan con casi todo, salvo con una dirección revolucionaria, lo cual, en este momento histórico del capitalismo, ES
ABSOLUTAMENTE NECESARIO para derrocar el régimen capitalista. Por otra parte, desde el 13 de abril se ha
venido desarrollando un acelerado proceso de organización popular, existen miles de círculos bolivarianos, comités de
tierra, asambleas populares, corrientes clasistas, movimientos políticos
diversos, etc., sin embargo, este proceso refleja la inexperiencia del
movimiento popular, presenta grandes debilidades organizativas
internas y, lo que es mas grave, una gran desarticulación entre sus
componentes. Otro elemento importante a tomar en cuenta es el peso
muerto del liderazgo mesiánico de Chávez (...). Todo esto pone en
evidencia dramática la carencia del partido revolucionario, y, al mismo
tiempo plantea como necesidad urgente del movimiento de masas crear
un FRENTE DE ACCIÓN POPULAR, para articular a las
organizaciones obreras y populares y discutir un plan de acción contra el
golpismo, y desde ese frente, comenzar a trabajar en función de
construir el partido, tarea que aun es extremadamente incipiente.
“Otro elemento a considerar es que el movimiento obrero organizado no
es aun la vanguardia del proceso, existen sindicatos y corrientes
clasistas que se han venido desarrollando durante el ultimo año pero aun
no reflejan al conjunto del movimiento obrero. Aquí también se hace
sentir la carencia del partido revolucionario. El eje de la movilización contra el golpismo recae todavía en las
organizaciones populares, me refiero a comités y círculos bolivarianos de los barrios pobres de las principales ciudades,
así como organizaciones rurales y comités de comunidades semiurbanas (es decir, cercanas a ciudades), pero no es el
movimiento obrero la vanguardia de la lucha (...).
Con respecto a la situación actual, te puedo decir que el paro fue un fracaso, en este momento se reduce solo a un 16%
de la fuerza laboral. Sin embargo, los golpistas se han concentrado en PDVSA donde han causado algunos problemas
sin llegar a paralizar la empresa en su totalidad.
“En Caracas, sobre todo en los comercios del este de la ciudad, el paro ha sido significativo, sin embargo, en las zonas
populares la mayoría de los comercios han abierto, incluso los bancos han abierto aunque con algunas excepciones. En
el interior del país el fracaso del paro ha sido mucho más claro y contundente. Por ejemplo, en el estado llanero Apure y
en Guayana, donde están las empresas básicas (hierro, siderurgia, aluminio, electricidad), las seccionales de
Fedecámaras no acataron el paro. Desde ayer, en un acto que refleja desesperación, pero también la presión de los
sectores mas derechistas de la Coordinadora Democrática, Carlos Ortega llamó a un paro activo, que se ha traducido en
acciones violentas en algunas ciudades, especialmente en Caracas. Lo que caracterizamos es que tratan de crear una
situación de caos en las calles para eventualmente provocar un pronunciamiento militar, combinando estas acciones con
el intento de obstaculizar el funcionamiento de PDVSA. En el plano militar, creemos que no tienen la fuerza suficiente
para dar un golpe, de ser así ya lo hubieran dado. Con respecto a tomas de fabricas estas no se han producido, la
información aparecida en Aporrea sobre Pepsi Cola no se ha confirmado. En cuanto al articulo me parece correcto en
términos generales, pero las propuestas finales, siendo acertadas, en este momento son propagandísticas, habría que
bajarlas mas a tierra y adaptarlas a la situación especifica del proceso en la actualidad. En tal sentido, estamos
proponiendo dar otro 13 de abril, estamos llamando a una asamblea urgente de las organizaciones obreras y populares
que discuta la conformación de un frente de acción popular, un plan de lucha y un plan económico y social alternativo,
así como llamando a la movilización del próximo sábado, de esa forma creemos que se concretan algunos de los
planteamientos que haces en el artículo”.
M.

Comentarios de Alan Woods

Recibí esta interesante carta desde Venezuela justo cuando acababa de finalizar mi artículo. Al estar escrito por un
participante activo en la lucha merece un examen muy minucioso. Es obvio que los comentarios escritos desde una
distancia de miles de kilómetros nunca pueden hacer justicia a los acontecimientos en consideración. Por necesidad
tienen cierto carácter abstracto y general. Para poder concretar más las cosas es absolutamente necesario obtener
correspondencia desde la primera línea de frente.
Reproducimos las partes más relevantes de la carta que nos permiten ver más claramente el proceso que se está
desarrollando. Estas líneas contienen la brisa fresca de la revolución, en un sentido que los artículos de la prensa
burguesa nunca podrán hacer. Lo más importante que emerge de este artículo, es que las fuerzas de la revolución
permanecen intactas y que la contrarrevolución parece haber fracasado una vez más. Si esto se confirma, significa que la
revolución se enfrenta a una situación extraordinariamente favorable. La generalización de los comités populares, que
describe el autor en su carta, es el factor más importante en la situación. La propuesta de convocar una conferencia de
emergencia de los comités es absolutamente correcta, y está completamente de acuerdo con lo que se propone al final de
este artículo, es decir, la necesidad de vincular los comités a escala local, regional y nacional. Esta es la necesidad más
absolutamente crucial del momento.
Es necesario un programa de acción. ¡Sí! Y ¿quién debería decidir este programa sino son los propios trabajadores en
una conferencia convocada democráticamente? Los marxistas venezolanos participarán activamente y propondrán
nuestro programa, el programa del socialismo, el del poder obrero. Lucharemos para ganar la mayoría para estas
propuestas. La población será más receptiva ahora que en cualquier otro momento. Los acontecimientos la han enseñado
a comprender quién es el enemigo y cómo luchar contra él.
Marx dijo en una ocasión que las ideas se convierten en una fuerza material cuando se apoderan de la mente de las
masas. La combinación de la experiencia de las masas y el trabajo paciente de los marxistas, el trabajo de organización,
agitación y propaganda, más pronto que tarde, conseguirá resultados fructíferos.
Naturalmente, como el ala más a la izquierda del movimiento revolucionario, nuestras ideas al principio parecerán
abstractas y difíciles, pero la vida enseña, y las masas están aprendiendo de un golpe tras otro.
Sí, es verdad que en esta etapa la clase obrera organizada no es la vanguardia, y esto constituye la debilidad del
movimiento. Nos basaremos en los elementos más avanzados y revolucionarios, especialmente la juventud, de los
comités. Ellos empujarán el movimiento hacia delante. Tarde o temprano, estas ideas penetrarán en la clase obrera
organizada, aunque ahora esté retrasada.
A propósito, no es la primera vez que hemos visto esto. En la Revolución Rusa los sindicatos también solían estar
formados por los sectores más conservadores de la clase, y muchos de ellos estaban bajo el control de los mencheviques
incluso después de Octubre. Algunos de ellos (bancos y ferrocarriles) incluso adoptaron una postura
contrarrevolucionaria.
Sin embargo, mientras continuamos basándonos en los elementos más revolucionarios, concentrándonos en el
fortalecimiento y la extensión de los comités de acción, de ninguna forma deberíamos ignorar a los sindicatos y dejarlos
a merced de los canallas y contrarrevolucionarios, sino llevar a cabo una lucha dentro de los sindicatos para convertirlos
en genuinos órganos de la lucha proletaria, purgarlos de los dirigentes corruptos y reaccionarios para ponerles al
servicio de la revolución.
Finalmente, para el autor de la carta es mil veces correcto señalar la cuestión del partido y la dirección como la clave de
la situación. Si la reacción ha sido una vez más derrotada por el movimiento de las masas, esta es una gran victoria. Pero
de ninguna forma aquí se termina la historia y cometeríamos un serio error si imaginamos que el peligro ha
desaparecido. Por lo tanto no veo necesidad de cambiar el título del presente artículo o su contenido básico. La
revolución venezolana sigue en peligro, y permanecerá en peligro hasta que la clase obrera decida finalmente tomar el
poder en sus manos.
Ofrezco este punto de vista con toda humildad como una contribución a la discusión que está teniendo lugar en el
movimiento revolucionario venezolano. Tengo confianza en que los trabajadores, campesinos y pobres de Venezuela
encontrarán el camino correcto, que superarán todos los obstáculos y triunfarán.

LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN PELIGRO

Las noticias de Caracas tienen un carácter cada vez más alarmante, las fuerzas de la contrarrevolución han empezado
una campaña para derrocar al gobierno legalmente electo de Hugo Chávez. Ayer, la armada tomó un petrolero del
gobierno que había sido pirateado por una tripulación rebelde y Chávez juró que su ejército frenaría el sabotaje de la
industria petrolera.
Con sus acciones, la contrarrevolución está intentando estrangular la economía venezolana y hundir al país en el caos.
Los que están detrás de este nuevo intento de golpe saben que la industria petrolera es la savia del país. La huelga
general convocada (en realidad un cierre empresarial con la connivencia de los dirigentes sindicales de derechas)
prácticamente interrumpió la carga de los petroleros, obligando a Venezuela a liberar a los compradores y vendedores
del cumplimiento de los contratos petroleros. Las exportaciones petroleras para la economía venezolana suponen el 75
por ciento del total de las exportaciones y la mitad de los ingresos del gobierno. Esta es una cuestión de vida o muerte
para el quinto productor de petróleo del mundo. Después de cuatro días de interrupción organizada, las exportaciones de
petróleo cesaron porque 23 petroleros fueron incapaces de cargar, según fuentes oficiales.
Detrás del caos actual está la mano de Washington. Venezuela es el principal suministrador de petróleo a EEUU. No
satisfecho con sus planes de invadir y ocupar Iraq, con la intención de apoderarse de su petróleo, Bush quiere también
apoderarse del petróleo de Venezuela. Sin embargo, el efecto inmediato de estos acontecimientos ha sido aumentar los
precios del petróleo en los mercados mundiales. El crudo y los productos refinados en la Bolsa Mercantil de Nueva
York subieron el jueves, en parte debido a los acontecimientos en Venezuela. El precio del petróleo para enero subirá 58
centavos para alcanzar los 27,29 dólares por barril.
Los contrarrevolucionarios están exigiendo un referéndum inmediato sobre la presidencia de Chávez, a quien culpan, de
una forma hipócrita, del desorden económico y político que ellos mismos han provocado. Correctamente, Chávez se ha
negado a aceptar este chantaje. Ha acusado a los dirigentes de la oposición de querer la privatización de Petróleos de
Venezuela SA, el monopolio estatal del petróleo, conocido como PDVSA. “Atacar al PDVSA es como atacar el corazón
de Venezuela”, dijo Chávez en un discurso televisado para todo el país. “Nadie para a Venezuela”.
Las acciones de la oposición son una amenaza directa para la revolución venezolana. Los banqueros y los empresarios
ricos quieren retrasar el reloj, derrocar un gobierno elegido democráticamente con tácticas gangsteriles, liquidar todas
las reformas sociales de los últimos años, liquidar todos los activos de valor del país a los ladrones y especuladores, y
poner una vez más la bota sobre la garganta de la clase obrera y los pobres. En esto cuentan con el apoyo firme del
imperialismo estadounidense que está interfiriendo de una forma muy descarada en los asuntos internos del país.
Ya no hay margen para las dudas o las vacilaciones. ¡La revolución está en peligro! Sólo hay dos posibilidades ante ella:
o avanza decididamente, para movilizar cada gramo de fuerza para aplastar la contrarrevolución, o caerá derrotada. NO
ES POSIBLE UN CAMINO INTERMEDIO.
El gran error que se ha cometido es imaginar que la revolución podría detenerse a medio camino. Es extremadamente
peligroso pensar que es posible desarmar al enemigo adoptando una política conciliadora. Esto es como intentar
convencer a un tigre que come hombres que coma lechuga. Cada intento de conciliar precisamente ha tenido el resultado
contrario al que se pretendía. Con cada paso atrás, los enemigos de la revolución exigen diez más. Ahora no son
posibles más retiradas o compromisos. Abrigar la más mínima duda sobre esto sería invitar al desastre.
Chávez denunció el intento de un capitán reaccionario de tomar el petrolero Pilín León —el nombre de una antigua Miss
Mundo— como “un acto de piratería”. Esta descripción es correcta. El capitán Daniel Alfaro, un empleado de PDVSA,
ancló el miércoles su petrolero lleno con 280.000 barriles de gasolina en la ciudad occidental de Maracaibo. Los
oficiales de la marina tomaron el jueves el barco y estuvieron hablando con su tripulación, esto es lo que dijo el general
Alberto Gutiérrez, jefe del mando del ejército en el estado de Zulia. Este sabotaje en alta mar contó con el apoyo de los
propietarios del remolcador. Zulia Towing, la mayor empresa privada remolcadora en el lago Maracaibo, puso sus trece
remolcadores al servicio de la huelga, esto se lo dijo un trabajador a Associated Press a condición de mantener el
anonimato. La empresa realiza rutas naciones e internacionales, incluidos los petroleros.
Esta es una clara evidencia de la conspiración nacional de las empresas privadas relacionadas con la industria petrolera,
que es de suma importancia, para llevar a cavo una campaña de sabotaje a escala masiva. El hecho de que un trabajador
revelara la acción de los empresarios a condición del estricto anonimato, es suficiente para demostrar quién está
realmente detrás de la huelga. De la misma forma, las terminales del país dejaron de cargar los petroleros el miércoles.
Esta es una seria amenaza. Si un grupo de capitanes marinos reaccionarios consiguen adueñarse de la tropa petrolera,
pueden infligir un serio daño a la economía. Según algunos informes de prensa, al menos otros cinco petroleros anclaron
en señal de protesta y se esperaba que se unieran más el jueves. Es necesaria una acción decisiva para frenar este
sabotaje, pero anoche (jueves) el gobierno todavía no había arrestado a la tripulación del petrolero porque dijo que
estaba buscando reemplazos.
Este es el segundo intento de golpe. Diecinueve personas perdieron la vida durante el último golpe del 11 de abril. Los
oficiales disidentes destituyeron a Chávez al día siguiente, pero dos días más tarde volvió a su cargo, después de que un
gobierno interino aboliera la constitución, aupado por una insurrección popular. Consideramos que el presidente Chávez
cometió un serio error el pasado mes de abril cuando no consiguió aprovechar la situación favorable que existía, después
del fracaso del golpe, para desarmar y arrestar a los contrarrevolucionarios y confiscar sus propiedades. Esto se habría
realizado, en nuestra opinión, de una forma relativamente indolora en ese momento. Sin embargo, se perdió la
oportunidad. El resultado es la actual insurrección contrarrevolucionaria que ya pronosticamos el pasado mes de
septiembre.
Es el momento de emprender una acción decisiva, pero la situación no durará para siempre. Es necesario actuar firme e
inmediatamente contra la contrarrevolución. Chávez ha asegurado a los venezolanos y clientes internacionales —
mencionó específicamente a los EEUU— que usaría a las fuerzas armadas para mantener a flote los petroleros. Acusó a
los dirigentes de la huelga de perseguir la misma estrategia que provocaron su caída en abril: enfrentamientos callejeros,
una huelga general y cierre de la industria petrolera, todo respaldado por los medios de comunicación de Venezuela.
Según Chávez: “Cada vez que estos sectores convocan una huelga es porque tienen una carga en la manga, un cuchillo
oculto”.
Esto es absolutamente correcto, pero es necesario pasar rápidamente de las palabras a los hechos decisivos. Las
denuncias por sí solas no pararán la contrarrevolución. Se debe confrontar con el movimiento revolucionario de las
masas. Se la debe resistir en las calles y arrestar a los dirigentes. Los directores de fábrica contrarrevolucionarios y los
capitanes de barco deben ser destituidos y el funcionamiento de las fábricas, muelles y barcos debe estar en manos de
los comités de trabajadores e ingenieros leales a la causa de la revolución. Los oficiales que se nieguen a actuar contra
los enemigos de la revolución también deben ser arrestados.
Estas medidas, por supuesto que serán atacadas en la prensa amarilla que las calificará de tiránicas y dictatoriales. Todo
es basura. No hay un solo supuesto gobierno democrático en todo el mundo que tolerara el sabotaje deliberado de la
economía con el propósito de la subversión del presidente legalmente electo. Esos llamados demócratas como Bush y
Blair, si se sintieran amenazados, no dudarían en recurrir al ejército y utilizar toda la fuerza de a ley para proteger el
sistema capitalista. Cuando un gobierno de izquierdas intenta defenderse contra una amenaza intolerable, respaldado
activamente y organizado por una potencia extranjera, ¡supuestamente es un tirano! ¿No es esto la hipocresía más
monstruosa?
Por ahora parece que el ejército se ha mantenido al margen. Se ha desplegado a la Guardia Nacional en Caracas para
“evitar los enfrentamientos entre los seguidores de Chávez y los opositores”. El dirigente contrarrevolucionario, Carlos
Fernández, jefe la mayor federación empresarial de Venezuela, ha acusado al gobierno de poner francotiradores dentro
del edificio de la compañía petrolera en Caracas, para disparar contra los protestantes de la oposición. El objetivo de
esto es bastante claro: preparar el terreno para el uso de la violencia por parte de las fuerzas contrarrevolucionarias.
Constantemente aparecen rumores. Otro “héroe” del populacho contrarrevolucionario, el jefe sindical de derechas
Manuel Cova, dice que la policía secreta intentó asaltar su casa el jueves pero que lo impidió una protesta de sus
vecinos. Utilizando estos supuestos incidentes como pretexto, los reaccionarios han anunciado más manifestación de
oposición para el viernes y durante todo el fin de semana. Se han celebrado marchas de la oposición en las ciudades de
todo el país y se han producido varios enfrentamientos entre los manifestantes, los seguidores de Chávez y las fuerzas
policiales. En Caracas, los manifestantes pro y contra Chávez se están movilizando. La marea de la contrarrevolución
una vez más se ha enfrentado a la resistencia de las masas que han tomado las calles. La tendencia hacia la guerra civil
aumenta según pasan las horas.
En escena han aparecido los llamados mediadores: la Organización de Estados Americanos, las Naciones Unidas y el
Centro Carter de Atlanta con sede en Georgia. Su objetivo es intentar asegurar que la contrarrevolución burguesa triunfa
con la menor dificultad posible. Actúan aproximadamente como el “vecino bueno” que interviene cuando una banda de
ladrones está a punto de cortar a alguien la garganta, pidiendo a la víctima que no haga mucho ruido para que no
alborote al vecindario, llegando a un “acuerdo” amistoso, que por supuesto significa entregar todo el dinero
(posiblemente) a cambio de salvar la vida. La continuación del cierre empresarial y la negativa del gobierno a convocar
elecciones anticipadas han, afortunadamente, descarrilado las conversaciones de paz patrocinadas por estos buenos
vecinos.
La burguesía internacional está mirando estos acontecimientos con preocupación. La Unión Europea y los embajadores
de los veintidós gobiernos miembros de la OEA, publicaron el jueves declaraciones apoyando los esfuerzos del
secretario general de la OEA, el general César Gaviria, para volver a reiniciar las conversaciones. Les gustaría ver
derrocado al gobierno de Caracas, pero temen una repetición de los acontecimientos del pasado mes de abril y temen
que esta vez las cosas vayan demasiado lejos.
Los estados vecinos de América del Sur tienen buenas razones para estar preocupados. En el momento actual no hay un
solo régimen capitalista estable desde Tierra del Fuego hasta Río Grande. En Buenos Aires, desde donde escribo estas
líneas, los niños están muriendo de desnutrición en el país que era la décima nación industrializada del planeta, un país
con un inmenso potencial agrícola que podría alimentar a todos los americanos y que ahora está padeciendo algo como
el hambre.
A través de este vasto continente, con su colosal potencial para la producción de riqueza, millones de hombres, mujeres
y niños, están sufriendo la pobreza, el desempleo y el hambre. Están inquietos y descontentos, y su descontento,
lentamente pero de una forma segura, se están convirtiendo en furia hacia sus opresores nacionales e internacionales. La
elección de Hugo Chávez fue una expresión del ardiente deseo de cambio. Como también lo fue la elección de Lula en
Brasil y Gutiérrez en Ecuador.
Pero un cambio de gobierno no es suficiente. Lo que se necesita es un cambio de régimen, un cambio radical en el
sistema social. Lo que se necesita es romper de una vez por todas con el poder de las oligarquías que dominan este
continente y chupan su sangre. Sin embargo, la oligarquía que disfruta la riqueza y el poder, no lo entregarán sin luchar.
No va a entrar el poder voluntariamente. Hay que arrebatárselo.
La elite dominante utilizara todos las artimañas a su disposición. Ahora están movilizando a la clase media en
Venezuela, están apelando a las capas atrasadas de la población que están desencantadas por la ausencia de progreso en
el frente económico. Sin embargo, Chávez todavía tiene un apoyo de masas. La clase media de los paseos marítimos de
Maracaibo, docenas de personas que salieron a la calle haciendo sonar sus cacerolas y encendían las luces de sus coches
en apoyo de la tripulación del Pilin León, no tienen estómago o resistencia para una lucha seria. La acción decidida de
las masas dispersaría rápidamente a los rebeldes.
Es el momento de movilizar toda la fuerza de las masas revolucionarias para infligir una derrota decisiva a la
contrarrevolución. Pero esta vez el movimiento no deben detenerse en la mitad del camino. Es necesario destruir la base
social y económica de la contrarrevolución. Esto significa la expropiación de la tierra, los bancos y las grandes
empresas, junto con toda la propiedad de los conocidos contrarrevolucionarios y la de los imperialistas estadounidenses.
Algunos dirán que estas medidas provocarán a Estados Unidos y les dará una excusa para intervenir contra Venezuela.
Pero los Estados Unidos ya están interviniendo del lado de la contrarrevolución venezolana, lo lleva haciendo desde
hace mucho tiempo. Washington no necesita ninguna excusa para estas intervenciones, como demuestra claramente el
caso de Irak. Resultaría fatal imaginar que, modificando nuestra posición, retrocediendo y haciendo concesiones para
agradar al embajador estadounidense, esto hará que George W. Bush suavice su postura. ¡Todo lo contrario! La
debilidad invita a la agresión. Estas concesiones sólo animarán a los imperialistas y a sus agentes locales para que hagan
exigencias aún más insolentes.
Es verdad que tomar medidas decisivas para defender las conquistas de la revolución, hará necesario pasar de las
medidas defensivas a un programa ofensivo de expropiación. Pero no hay otra salida. La burguesía venezolana —esa
quinta columna corrupta y degenerada que quiere vender el país al imperialismo a precio de ganga— ha pasado a la
ofensiva. Ha sido consecuente e implacable en la defensa de sus intereses de clase. La clase obrera debe ser igualmente
determinada y valiente en la defensa de los suyos. No puede haber vuelta atrás, no es posible ningún compromiso: o se
lleva la revolución hasta el final o sucumbirá.
Para los imperialistas y la burguesía el crimen de la revolución no es que ha hecho esto o aquello, que se haya
comportado imprudentemente o utilizado un lenguaje no diplomático. Su único crimen es que existe. La
contrarrevolución tiene sólo un objetivo, destruir la revolución. Para actuar en legítima defensa el objetivo de las masas
revolucionarias debe ser la destrucción de la contrarrevolución. La chusma pequeño burguesa es capaz de hacer mucho
ruido en las calles, pero cuando se enfrenten con una muestra de fuerza se dispersará como paja movida por el viento.
Esto se pudo ver en abril y lo veremos una vez más. La condición es que las masas demuestran una completa
determinación que no haya más intentos de compromiso.
En la ecuación de la guerra civil —porque es lo que se está desarrollando ante nuestros ojos— la conducta de las fuerzas
armadas es decisiva. En las filas superiores del ejército y la policía, indudablemente hay elementos, al descubierto u
ocultos, que han sido comprados por la contrarrevolución y la embajada estadounidense. Hay otros que están inseguros
ante que camino coger y que están dudando entre el pueblo o la reacción. Pero por cada contrarrevolucionario,
descubierto o encubierto, hay otros diez, cincuenta o cien soldados leales a la revolución.
En ninguna otra parte las consecuencias de una política vacilante e inconsecuente han demostrado ser más negativas que
en el ejército. Al no conseguir purgar en su momento los altos mandos del ejército de elementos reaccionarios, los
conspiradores han podido continuar su trabajo sucio en los barracones. Estos elementos están presentes y quedó claro en
el golpe de estado de abril. Desde entonces, se han visto obligados a ser más prudentes, pero muchos de ellos todavía
están allí.
Sólo una ofensiva seria por parte de las masas puede alterar la correlación de fuerzas dentro del ejército y situarla del
lado de la revolución. Una acción decisiva para aplastar la contrarrevolución paralizará la voluntad de los reaccionarios
en el cuerpo de oficiales y animará a los soldados de la tropa y a los oficiales que están del lado de la población.
La clase obrera debe ponerse a la cabeza de la nación. Debe mostrar una solución a los millones de parados, pobres
urbanos, mujeres, jóvenes y campesinos sin tierra. Debe establecer órganos de poder estables en la forma de comités
electos. Formar Comités por la Defensa de la Revolución en cada centro de trabajo, en cada barrio, escuela, universidad,
granja y barracones del ejército. Vincular estos comités sobre bases locales, regionales y nacionales. ¡Debéis tomar el
poder en vuestras manos!
La amenaza de la contrarrevolución contiene un peligro mortal. Una vez en el poder, la máscara sonriente de la
“democracia” será desechada para revelar la violencia de la clase dominante. Los empresarios, banqueros y
terratenientes han pasado un miedo terrible. Querrán tomar su venganza en la población, hacerles pagar por los años de
“caos” y anarquía”, demostrar quien es el jefe, enseñarles una lección que nunca podrán olvidar.
Las masas deben armarse contra este peligro. La única solución es el armamento del pueblo y la formación de una
milicia popular bajo el control de comités revolucionarios. Permitir que las milicias patrullen los barrios para protegerles
contra el terrorismo contrarrevolucionario y los saqueos. En lugar de saquear tiendas en busca de comida —actos de
desesperación que sólo empujar a los comerciantes en brazos de la reacción—, los comités locales deben establecer un
firme control sobre el transporte y la distribución de comida.
El precio de la comida y otros artículos básicos de consumo debe estar controlado por los comités de trabajadores, amas
de casa y pobres urbanos, para evitar la especulación, la estafa y asegurar que todo el mundo tiene lo suficiente. Se
deben dar pasos inmediatos para resolver el problema de la vivienda, confiscando todas propiedades las vacías e
infrautilizadas, las segundas viviendas de los ricos, etc.
Los trabajadores deben tomar inmediatamente las fábricas y establecer el control obrero para reiniciar la producción.
Los directores que han colaborado con el cierre empresarial deben enfrentarse a una disyuntiva: o hacen que la
producción empiece de nuevo, o irán a la cárcel. Los directores corruptos, ineficientes y contrarrevolucionarios deben
ser destituidos y sustituidos con personas honestas, ingenieros, graduados y otras personas preparadas para servir a la
causa de la revolución.
Hay que acabar con el poder de los grandes terratenientes en el campo, hay que nacionalizar la tierra y animar a los
campesinos y trabajadores agrícolas a que ocupen las grandes propiedades.
Tan pronto como sea posible, se debería regularizar esta situación con un decreto de emergencia nacionalizando las
principales empresas, la tierra y los bancos. Se debería diseñar un plan de producción con la participación de todos los
trabajadores, científicos, técnicos, etc., con el objetivo de movilizar todo el potencial productivo de la nación en interés
de toda la población, no para el enriquecimiento de un puñado de parásitos ricos.
Debería quedar claro que estas medidas no van dirigidas contra la clase media, los pequeños comerciantes o los
pequeños empresarios, etc., cuya propiedad no será tocada. El enemigo de la revolución es la oligarquía responsable de
la ruina del país y que roba y explota, tanto a la clase media como a la clase trabajadora. Al nacionalizar los bancos e
instalar un régimen de economía planificada, será posible ayudar a los pequeños empresarios a través de créditos baratos
en unas condiciones asequibles. Al nacionalizar el transporte y el comercio, incluidos los grandes supermercados, será
posible eliminar los intermediarios que roban al pequeño campesinos mientras que ponen precios exorbitantes al
consumidor.
Estos pasos cortarán el terreno bajo los pies de la contrarrevolución y dotará a la revolución venezolana de la base
inquebrantable que supone el apoyo de las masas. Provocará ondas sísmicas por toda América Latina y reverberarán en
todo el mundo.
A pesar de todo el poder del imperialismo estadounidense, no podría intervenir directamente. No sólo tiene las manos
atadas con la invasión planificada de Irak, también se enfrentaría con una gran oposición de masas en su casa,
empezando por los millones de trabajadores y jóvenes latinos, que ya están profundamente descontentos.
En su lugar, el imperialismo estadounidense intentaría basarse en los estados vecinos para intervenir. ¡Pero no es una
proposición tan sencilla! Colombia tiene un gobierno de derechas pro-estadounidense pero está enredada en su propia
guerra civil. Sería difícil para Lula justificar una intervención contra Venezuela y provocaría una crisis inmediata en
Brasil.
En realidad, es tan inestable la situación que la revolución socialista en Venezuela afectaría a toda América Latina como
una ficha de dominó cae detrás de otra. Lejos de contemplar una intervención militar contra la revolución venezolana, se
enfrentaría al peligro de la revolución en su propio patio trasero.
¿Parece esto tan difícil? La alternativa es un millón de veces peor. Porque la única alternativa a este escenario es la
derrota de la revolución y la victoria de la contrarrevolución en Venezuela. Las consecuencias de estas derrota serían
extremadamente serias, no sólo para el pueblo venezolano, también para el conjunto de América Latina.
Los inicios del proceso revolucionario en Venezuela despertaron la esperanza de millones de pobres a través de todo el
continente. Pero la revolución se detuvo a medio camino, y esto no es posible. No se puede hacer media revolución, de
la misma forma que nadie puede medio nacer. Un nacimiento que se detienen a mitad del camino acaba en un aborto,
dolor y muerte. Hay que desechar todas las ilusiones. Es el momento de mirar a la cara de la realidad. Es el momento de
llevar la revolución venezolana hasta el final.
Sobre todo, es el momento de que todos aquellos que defienden la revolución y el poder obrero, se unan en un solo
partido marxista, capaz y dispuesto a luchar dentro del movimiento bolivariano para poner fin a todas las vacilaciones y
llevar la lucha hasta el final. El éxito de la revolución depende del factor subjetivo, es decir, del partido revolucionario y
de su dirección. Armada con las ideas y el programa científico del marxismo, ninguna fuerza sobre la tierra será capaz
de derrotar a la clase obrera.
¡Por un programa de democracia obrera e internacionalismo proletario!
¡Por un partido marxista!
¡Hacia la victoria de la revolución venezolana!
¡Hacia los Estados Unidos Socialistas de América del Sur!

Buenos Aires, 6 de diciembre de 2002


Venezuela, crónica de cuatro semanas de conspiración antidemocrática

LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN PELIGRO

Alan Woods
9 de Diciembre de 2002

Nota introductoria: Extracto de una carta desde Venezuela


Cuando Alan Woods acababa de terminar de escribir este artículo (ver más abajo), recibimos una carta de un marxista
venezolano comentando el artículo de ayer escrito por Emilia Lucena, publicamos algunos extractos relacionados con la
situación actual, seguidos por los comentarios de Alan Woods.
“(...) Mi opinión es que el país atraviesa por una situación prerrevolucionaria. En realidad, los trabajadores y el pueblo
cuentan con casi todo, salvo con una dirección revolucionaria, lo cual, en este momento histórico del capitalismo, ES
ABSOLUTAMENTE NECESARIO para derrocar el régimen capitalista. Por otra parte, desde el 13 de abril se ha
venido desarrollando un acelerado proceso de organización popular, existen miles de círculos bolivarianos, comités de
tierra, asambleas populares, corrientes clasistas, movimientos políticos
diversos, etc., sin embargo, este proceso refleja la inexperiencia del
movimiento popular, presenta grandes debilidades organizativas
internas y, lo que es mas grave, una gran desarticulación entre sus
componentes. Otro elemento importante a tomar en cuenta es el peso
muerto del liderazgo mesiánico de Chávez (...). Todo esto pone en
evidencia dramática la carencia del partido revolucionario, y, al mismo
tiempo plantea como necesidad urgente del movimiento de masas crear
un FRENTE DE ACCIÓN POPULAR, para articular a las
organizaciones obreras y populares y discutir un plan de acción contra el
golpismo, y desde ese frente, comenzar a trabajar en función de
construir el partido, tarea que aun es extremadamente incipiente.
“Otro elemento a considerar es que el movimiento obrero organizado no
es aun la vanguardia del proceso, existen sindicatos y corrientes
clasistas que se han venido desarrollando durante el ultimo año pero aun
no reflejan al conjunto del movimiento obrero. Aquí también se hace
sentir la carencia del partido revolucionario. El eje de la movilización contra el golpismo recae todavía en las
organizaciones populares, me refiero a comités y círculos bolivarianos de los barrios pobres de las principales ciudades,
así como organizaciones rurales y comités de comunidades semiurbanas (es decir, cercanas a ciudades), pero no es el
movimiento obrero la vanguardia de la lucha (...).
Con respecto a la situación actual, te puedo decir que el paro fue un fracaso, en este momento se reduce solo a un 16%
de la fuerza laboral. Sin embargo, los golpistas se han concentrado en PDVSA donde han causado algunos problemas
sin llegar a paralizar la empresa en su totalidad.
“En Caracas, sobre todo en los comercios del este de la ciudad, el paro ha sido significativo, sin embargo, en las zonas
populares la mayoría de los comercios han abierto, incluso los bancos han abierto aunque con algunas excepciones. En
el interior del país el fracaso del paro ha sido mucho más claro y contundente. Por ejemplo, en el estado llanero Apure y
en Guayana, donde están las empresas básicas (hierro, siderurgia, aluminio, electricidad), las seccionales de
Fedecámaras no acataron el paro. Desde ayer, en un acto que refleja desesperación, pero también la presión de los
sectores mas derechistas de la Coordinadora Democrática, Carlos Ortega llamó a un paro activo, que se ha traducido en
acciones violentas en algunas ciudades, especialmente en Caracas. Lo que caracterizamos es que tratan de crear una
situación de caos en las calles para eventualmente provocar un pronunciamiento militar, combinando estas acciones con
el intento de obstaculizar el funcionamiento de PDVSA. En el plano militar, creemos que no tienen la fuerza suficiente
para dar un golpe, de ser así ya lo hubieran dado. Con respecto a tomas de fabricas estas no se han producido, la
información aparecida en Aporrea sobre Pepsi Cola no se ha confirmado. En cuanto al articulo me parece correcto en
términos generales, pero las propuestas finales, siendo acertadas, en este momento son propagandísticas, habría que
bajarlas mas a tierra y adaptarlas a la situación especifica del proceso en la actualidad. En tal sentido, estamos
proponiendo dar otro 13 de abril, estamos llamando a una asamblea urgente de las organizaciones obreras y populares
que discuta la conformación de un frente de acción popular, un plan de lucha y un plan económico y social alternativo,
así como llamando a la movilización del próximo sábado, de esa forma creemos que se concretan algunos de los
planteamientos que haces en el artículo”.
M.

Comentarios de Alan Woods

Recibí esta interesante carta desde Venezuela justo cuando acababa de finalizar mi artículo. Al estar escrito por un
participante activo en la lucha merece un examen muy minucioso. Es obvio que los comentarios escritos desde una
distancia de miles de kilómetros nunca pueden hacer justicia a los acontecimientos en consideración. Por necesidad
tienen cierto carácter abstracto y general. Para poder concretar más las cosas es absolutamente necesario obtener
correspondencia desde la primera línea de frente.
Reproducimos las partes más relevantes de la carta que nos permiten ver más claramente el proceso que se está
desarrollando. Estas líneas contienen la brisa fresca de la revolución, en un sentido que los artículos de la prensa
burguesa nunca podrán hacer. Lo más importante que emerge de este artículo, es que las fuerzas de la revolución
permanecen intactas y que la contrarrevolución parece haber fracasado una vez más. Si esto se confirma, significa que la
revolución se enfrenta a una situación extraordinariamente favorable. La generalización de los comités populares, que
describe el autor en su carta, es el factor más importante en la situación. La propuesta de convocar una conferencia de
emergencia de los comités es absolutamente correcta, y está completamente de acuerdo con lo que se propone al final de
este artículo, es decir, la necesidad de vincular los comités a escala local, regional y nacional. Esta es la necesidad más
absolutamente crucial del momento.
Es necesario un programa de acción. ¡Sí! Y ¿quién debería decidir este programa sino son los propios trabajadores en
una conferencia convocada democráticamente? Los marxistas venezolanos participarán activamente y propondrán
nuestro programa, el programa del socialismo, el del poder obrero. Lucharemos para ganar la mayoría para estas
propuestas. La población será más receptiva ahora que en cualquier otro momento. Los acontecimientos la han enseñado
a comprender quién es el enemigo y cómo luchar contra él.
Marx dijo en una ocasión que las ideas se convierten en una fuerza material cuando se apoderan de la mente de las
masas. La combinación de la experiencia de las masas y el trabajo paciente de los marxistas, el trabajo de organización,
agitación y propaganda, más pronto que tarde, conseguirá resultados fructíferos.
Naturalmente, como el ala más a la izquierda del movimiento revolucionario, nuestras ideas al principio parecerán
abstractas y difíciles, pero la vida enseña, y las masas están aprendiendo de un golpe tras otro.
Sí, es verdad que en esta etapa la clase obrera organizada no es la vanguardia, y esto constituye la debilidad del
movimiento. Nos basaremos en los elementos más avanzados y revolucionarios, especialmente la juventud, de los
comités. Ellos empujarán el movimiento hacia delante. Tarde o temprano, estas ideas penetrarán en la clase obrera
organizada, aunque ahora esté retrasada.
A propósito, no es la primera vez que hemos visto esto. En la Revolución Rusa los sindicatos también solían estar
formados por los sectores más conservadores de la clase, y muchos de ellos estaban bajo el control de los mencheviques
incluso después de Octubre. Algunos de ellos (bancos y ferrocarriles) incluso adoptaron una postura
contrarrevolucionaria.
Sin embargo, mientras continuamos basándonos en los elementos más revolucionarios, concentrándonos en el
fortalecimiento y la extensión de los comités de acción, de ninguna forma deberíamos ignorar a los sindicatos y dejarlos
a merced de los canallas y contrarrevolucionarios, sino llevar a cabo una lucha dentro de los sindicatos para convertirlos
en genuinos órganos de la lucha proletaria, purgarlos de los dirigentes corruptos y reaccionarios para ponerles al
servicio de la revolución.
Finalmente, para el autor de la carta es mil veces correcto señalar la cuestión del partido y la dirección como la clave de
la situación. Si la reacción ha sido una vez más derrotada por el movimiento de las masas, esta es una gran victoria. Pero
de ninguna forma aquí se termina la historia y cometeríamos un serio error si imaginamos que el peligro ha
desaparecido. Por lo tanto no veo necesidad de cambiar el título del presente artículo o su contenido básico. La
revolución venezolana sigue en peligro, y permanecerá en peligro hasta que la clase obrera decida finalmente tomar el
poder en sus manos.
Ofrezco este punto de vista con toda humildad como una contribución a la discusión que está teniendo lugar en el
movimiento revolucionario venezolano. Tengo confianza en que los trabajadores, campesinos y pobres de Venezuela
encontrarán el camino correcto, que superarán todos los obstáculos y triunfarán.

LA REVOLUCIÓN VENEZOLANA EN PELIGRO

Las noticias de Caracas tienen un carácter cada vez más alarmante, las fuerzas de la contrarrevolución han empezado
una campaña para derrocar al gobierno legalmente electo de Hugo Chávez. Ayer, la armada tomó un petrolero del
gobierno que había sido pirateado por una tripulación rebelde y Chávez juró que su ejército frenaría el sabotaje de la
industria petrolera.
Con sus acciones, la contrarrevolución está intentando estrangular la economía venezolana y hundir al país en el caos.
Los que están detrás de este nuevo intento de golpe saben que la industria petrolera es la savia del país. La huelga
general convocada (en realidad un cierre empresarial con la connivencia de los dirigentes sindicales de derechas)
prácticamente interrumpió la carga de los petroleros, obligando a Venezuela a liberar a los compradores y vendedores
del cumplimiento de los contratos petroleros. Las exportaciones petroleras para la economía venezolana suponen el 75
por ciento del total de las exportaciones y la mitad de los ingresos del gobierno. Esta es una cuestión de vida o muerte
para el quinto productor de petróleo del mundo. Después de cuatro días de interrupción organizada, las exportaciones de
petróleo cesaron porque 23 petroleros fueron incapaces de cargar, según fuentes oficiales.
Detrás del caos actual está la mano de Washington. Venezuela es el principal suministrador de petróleo a EEUU. No
satisfecho con sus planes de invadir y ocupar Iraq, con la intención de apoderarse de su petróleo, Bush quiere también
apoderarse del petróleo de Venezuela. Sin embargo, el efecto inmediato de estos acontecimientos ha sido aumentar los
precios del petróleo en los mercados mundiales. El crudo y los productos refinados en la Bolsa Mercantil de Nueva
York subieron el jueves, en parte debido a los acontecimientos en Venezuela. El precio del petróleo para enero subirá 58
centavos para alcanzar los 27,29 dólares por barril.
Los contrarrevolucionarios están exigiendo un referéndum inmediato sobre la presidencia de Chávez, a quien culpan, de
una forma hipócrita, del desorden económico y político que ellos mismos han provocado. Correctamente, Chávez se ha
negado a aceptar este chantaje. Ha acusado a los dirigentes de la oposición de querer la privatización de Petróleos de
Venezuela SA, el monopolio estatal del petróleo, conocido como PDVSA. “Atacar al PDVSA es como atacar el corazón
de Venezuela”, dijo Chávez en un discurso televisado para todo el país. “Nadie para a Venezuela”.
Las acciones de la oposición son una amenaza directa para la revolución venezolana. Los banqueros y los empresarios
ricos quieren retrasar el reloj, derrocar un gobierno elegido democráticamente con tácticas gangsteriles, liquidar todas
las reformas sociales de los últimos años, liquidar todos los activos de valor del país a los ladrones y especuladores, y
poner una vez más la bota sobre la garganta de la clase obrera y los pobres. En esto cuentan con el apoyo firme del
imperialismo estadounidense que está interfiriendo de una forma muy descarada en los asuntos internos del país.
Ya no hay margen para las dudas o las vacilaciones. ¡La revolución está en peligro! Sólo hay dos posibilidades ante ella:
o avanza decididamente, para movilizar cada gramo de fuerza para aplastar la contrarrevolución, o caerá derrotada. NO
ES POSIBLE UN CAMINO INTERMEDIO.
El gran error que se ha cometido es imaginar que la revolución podría detenerse a medio camino. Es extremadamente
peligroso pensar que es posible desarmar al enemigo adoptando una política conciliadora. Esto es como intentar
convencer a un tigre que come hombres que coma lechuga. Cada intento de conciliar precisamente ha tenido el resultado
contrario al que se pretendía. Con cada paso atrás, los enemigos de la revolución exigen diez más. Ahora no son
posibles más retiradas o compromisos. Abrigar la más mínima duda sobre esto sería invitar al desastre.
Chávez denunció el intento de un capitán reaccionario de tomar el petrolero Pilín León —el nombre de una antigua Miss
Mundo— como “un acto de piratería”. Esta descripción es correcta. El capitán Daniel Alfaro, un empleado de PDVSA,
ancló el miércoles su petrolero lleno con 280.000 barriles de gasolina en la ciudad occidental de Maracaibo. Los
oficiales de la marina tomaron el jueves el barco y estuvieron hablando con su tripulación, esto es lo que dijo el general
Alberto Gutiérrez, jefe del mando del ejército en el estado de Zulia. Este sabotaje en alta mar contó con el apoyo de los
propietarios del remolcador. Zulia Towing, la mayor empresa privada remolcadora en el lago Maracaibo, puso sus trece
remolcadores al servicio de la huelga, esto se lo dijo un trabajador a Associated Press a condición de mantener el
anonimato. La empresa realiza rutas naciones e internacionales, incluidos los petroleros.
Esta es una clara evidencia de la conspiración nacional de las empresas privadas relacionadas con la industria petrolera,
que es de suma importancia, para llevar a cavo una campaña de sabotaje a escala masiva. El hecho de que un trabajador
revelara la acción de los empresarios a condición del estricto anonimato, es suficiente para demostrar quién está
realmente detrás de la huelga. De la misma forma, las terminales del país dejaron de cargar los petroleros el miércoles.
Esta es una seria amenaza. Si un grupo de capitanes marinos reaccionarios consiguen adueñarse de la tropa petrolera,
pueden infligir un serio daño a la economía. Según algunos informes de prensa, al menos otros cinco petroleros anclaron
en señal de protesta y se esperaba que se unieran más el jueves. Es necesaria una acción decisiva para frenar este
sabotaje, pero anoche (jueves) el gobierno todavía no había arrestado a la tripulación del petrolero porque dijo que
estaba buscando reemplazos.
Este es el segundo intento de golpe. Diecinueve personas perdieron la vida durante el último golpe del 11 de abril. Los
oficiales disidentes destituyeron a Chávez al día siguiente, pero dos días más tarde volvió a su cargo, después de que un
gobierno interino aboliera la constitución, aupado por una insurrección popular. Consideramos que el presidente Chávez
cometió un serio error el pasado mes de abril cuando no consiguió aprovechar la situación favorable que existía, después
del fracaso del golpe, para desarmar y arrestar a los contrarrevolucionarios y confiscar sus propiedades. Esto se habría
realizado, en nuestra opinión, de una forma relativamente indolora en ese momento. Sin embargo, se perdió la
oportunidad. El resultado es la actual insurrección contrarrevolucionaria que ya pronosticamos el pasado mes de
septiembre.
Es el momento de emprender una acción decisiva, pero la situación no durará para siempre. Es necesario actuar firme e
inmediatamente contra la contrarrevolución. Chávez ha asegurado a los venezolanos y clientes internacionales —
mencionó específicamente a los EEUU— que usaría a las fuerzas armadas para mantener a flote los petroleros. Acusó a
los dirigentes de la huelga de perseguir la misma estrategia que provocaron su caída en abril: enfrentamientos callejeros,
una huelga general y cierre de la industria petrolera, todo respaldado por los medios de comunicación de Venezuela.
Según Chávez: “Cada vez que estos sectores convocan una huelga es porque tienen una carga en la manga, un cuchillo
oculto”.
Esto es absolutamente correcto, pero es necesario pasar rápidamente de las palabras a los hechos decisivos. Las
denuncias por sí solas no pararán la contrarrevolución. Se debe confrontar con el movimiento revolucionario de las
masas. Se la debe resistir en las calles y arrestar a los dirigentes. Los directores de fábrica contrarrevolucionarios y los
capitanes de barco deben ser destituidos y el funcionamiento de las fábricas, muelles y barcos debe estar en manos de
los comités de trabajadores e ingenieros leales a la causa de la revolución. Los oficiales que se nieguen a actuar contra
los enemigos de la revolución también deben ser arrestados.
Estas medidas, por supuesto que serán atacadas en la prensa amarilla que las calificará de tiránicas y dictatoriales. Todo
es basura. No hay un solo supuesto gobierno democrático en todo el mundo que tolerara el sabotaje deliberado de la
economía con el propósito de la subversión del presidente legalmente electo. Esos llamados demócratas como Bush y
Blair, si se sintieran amenazados, no dudarían en recurrir al ejército y utilizar toda la fuerza de a ley para proteger el
sistema capitalista. Cuando un gobierno de izquierdas intenta defenderse contra una amenaza intolerable, respaldado
activamente y organizado por una potencia extranjera, ¡supuestamente es un tirano! ¿No es esto la hipocresía más
monstruosa?
Por ahora parece que el ejército se ha mantenido al margen. Se ha desplegado a la Guardia Nacional en Caracas para
“evitar los enfrentamientos entre los seguidores de Chávez y los opositores”. El dirigente contrarrevolucionario, Carlos
Fernández, jefe la mayor federación empresarial de Venezuela, ha acusado al gobierno de poner francotiradores dentro
del edificio de la compañía petrolera en Caracas, para disparar contra los protestantes de la oposición. El objetivo de
esto es bastante claro: preparar el terreno para el uso de la violencia por parte de las fuerzas contrarrevolucionarias.
Constantemente aparecen rumores. Otro “héroe” del populacho contrarrevolucionario, el jefe sindical de derechas
Manuel Cova, dice que la policía secreta intentó asaltar su casa el jueves pero que lo impidió una protesta de sus
vecinos. Utilizando estos supuestos incidentes como pretexto, los reaccionarios han anunciado más manifestación de
oposición para el viernes y durante todo el fin de semana. Se han celebrado marchas de la oposición en las ciudades de
todo el país y se han producido varios enfrentamientos entre los manifestantes, los seguidores de Chávez y las fuerzas
policiales. En Caracas, los manifestantes pro y contra Chávez se están movilizando. La marea de la contrarrevolución
una vez más se ha enfrentado a la resistencia de las masas que han tomado las calles. La tendencia hacia la guerra civil
aumenta según pasan las horas.
En escena han aparecido los llamados mediadores: la Organización de Estados Americanos, las Naciones Unidas y el
Centro Carter de Atlanta con sede en Georgia. Su objetivo es intentar asegurar que la contrarrevolución burguesa triunfa
con la menor dificultad posible. Actúan aproximadamente como el “vecino bueno” que interviene cuando una banda de
ladrones está a punto de cortar a alguien la garganta, pidiendo a la víctima que no haga mucho ruido para que no
alborote al vecindario, llegando a un “acuerdo” amistoso, que por supuesto significa entregar todo el dinero
(posiblemente) a cambio de salvar la vida. La continuación del cierre empresarial y la negativa del gobierno a convocar
elecciones anticipadas han, afortunadamente, descarrilado las conversaciones de paz patrocinadas por estos buenos
vecinos.
La burguesía internacional está mirando estos acontecimientos con preocupación. La Unión Europea y los embajadores
de los veintidós gobiernos miembros de la OEA, publicaron el jueves declaraciones apoyando los esfuerzos del
secretario general de la OEA, el general César Gaviria, para volver a reiniciar las conversaciones. Les gustaría ver
derrocado al gobierno de Caracas, pero temen una repetición de los acontecimientos del pasado mes de abril y temen
que esta vez las cosas vayan demasiado lejos.
Los estados vecinos de América del Sur tienen buenas razones para estar preocupados. En el momento actual no hay un
solo régimen capitalista estable desde Tierra del Fuego hasta Río Grande. En Buenos Aires, desde donde escribo estas
líneas, los niños están muriendo de desnutrición en el país que era la décima nación industrializada del planeta, un país
con un inmenso potencial agrícola que podría alimentar a todos los americanos y que ahora está padeciendo algo como
el hambre.
A través de este vasto continente, con su colosal potencial para la producción de riqueza, millones de hombres, mujeres
y niños, están sufriendo la pobreza, el desempleo y el hambre. Están inquietos y descontentos, y su descontento,
lentamente pero de una forma segura, se están convirtiendo en furia hacia sus opresores nacionales e internacionales. La
elección de Hugo Chávez fue una expresión del ardiente deseo de cambio. Como también lo fue la elección de Lula en
Brasil y Gutiérrez en Ecuador.
Pero un cambio de gobierno no es suficiente. Lo que se necesita es un cambio de régimen, un cambio radical en el
sistema social. Lo que se necesita es romper de una vez por todas con el poder de las oligarquías que dominan este
continente y chupan su sangre. Sin embargo, la oligarquía que disfruta la riqueza y el poder, no lo entregarán sin luchar.
No va a entrar el poder voluntariamente. Hay que arrebatárselo.
La elite dominante utilizara todos las artimañas a su disposición. Ahora están movilizando a la clase media en
Venezuela, están apelando a las capas atrasadas de la población que están desencantadas por la ausencia de progreso en
el frente económico. Sin embargo, Chávez todavía tiene un apoyo de masas. La clase media de los paseos marítimos de
Maracaibo, docenas de personas que salieron a la calle haciendo sonar sus cacerolas y encendían las luces de sus coches
en apoyo de la tripulación del Pilin León, no tienen estómago o resistencia para una lucha seria. La acción decidida de
las masas dispersaría rápidamente a los rebeldes.
Es el momento de movilizar toda la fuerza de las masas revolucionarias para infligir una derrota decisiva a la
contrarrevolución. Pero esta vez el movimiento no deben detenerse en la mitad del camino. Es necesario destruir la base
social y económica de la contrarrevolución. Esto significa la expropiación de la tierra, los bancos y las grandes
empresas, junto con toda la propiedad de los conocidos contrarrevolucionarios y la de los imperialistas estadounidenses.
Algunos dirán que estas medidas provocarán a Estados Unidos y les dará una excusa para intervenir contra Venezuela.
Pero los Estados Unidos ya están interviniendo del lado de la contrarrevolución venezolana, lo lleva haciendo desde
hace mucho tiempo. Washington no necesita ninguna excusa para estas intervenciones, como demuestra claramente el
caso de Irak. Resultaría fatal imaginar que, modificando nuestra posición, retrocediendo y haciendo concesiones para
agradar al embajador estadounidense, esto hará que George W. Bush suavice su postura. ¡Todo lo contrario! La
debilidad invita a la agresión. Estas concesiones sólo animarán a los imperialistas y a sus agentes locales para que hagan
exigencias aún más insolentes.
Es verdad que tomar medidas decisivas para defender las conquistas de la revolución, hará necesario pasar de las
medidas defensivas a un programa ofensivo de expropiación. Pero no hay otra salida. La burguesía venezolana —esa
quinta columna corrupta y degenerada que quiere vender el país al imperialismo a precio de ganga— ha pasado a la
ofensiva. Ha sido consecuente e implacable en la defensa de sus intereses de clase. La clase obrera debe ser igualmente
determinada y valiente en la defensa de los suyos. No puede haber vuelta atrás, no es posible ningún compromiso: o se
lleva la revolución hasta el final o sucumbirá.
Para los imperialistas y la burguesía el crimen de la revolución no es que ha hecho esto o aquello, que se haya
comportado imprudentemente o utilizado un lenguaje no diplomático. Su único crimen es que existe. La
contrarrevolución tiene sólo un objetivo, destruir la revolución. Para actuar en legítima defensa el objetivo de las masas
revolucionarias debe ser la destrucción de la contrarrevolución. La chusma pequeño burguesa es capaz de hacer mucho
ruido en las calles, pero cuando se enfrenten con una muestra de fuerza se dispersará como paja movida por el viento.
Esto se pudo ver en abril y lo veremos una vez más. La condición es que las masas demuestran una completa
determinación que no haya más intentos de compromiso.
En la ecuación de la guerra civil —porque es lo que se está desarrollando ante nuestros ojos— la conducta de las fuerzas
armadas es decisiva. En las filas superiores del ejército y la policía, indudablemente hay elementos, al descubierto u
ocultos, que han sido comprados por la contrarrevolución y la embajada estadounidense. Hay otros que están inseguros
ante que camino coger y que están dudando entre el pueblo o la reacción. Pero por cada contrarrevolucionario,
descubierto o encubierto, hay otros diez, cincuenta o cien soldados leales a la revolución.
En ninguna otra parte las consecuencias de una política vacilante e inconsecuente han demostrado ser más negativas que
en el ejército. Al no conseguir purgar en su momento los altos mandos del ejército de elementos reaccionarios, los
conspiradores han podido continuar su trabajo sucio en los barracones. Estos elementos están presentes y quedó claro en
el golpe de estado de abril. Desde entonces, se han visto obligados a ser más prudentes, pero muchos de ellos todavía
están allí.
Sólo una ofensiva seria por parte de las masas puede alterar la correlación de fuerzas dentro del ejército y situarla del
lado de la revolución. Una acción decisiva para aplastar la contrarrevolución paralizará la voluntad de los reaccionarios
en el cuerpo de oficiales y animará a los soldados de la tropa y a los oficiales que están del lado de la población.
La clase obrera debe ponerse a la cabeza de la nación. Debe mostrar una solución a los millones de parados, pobres
urbanos, mujeres, jóvenes y campesinos sin tierra. Debe establecer órganos de poder estables en la forma de comités
electos. Formar Comités por la Defensa de la Revolución en cada centro de trabajo, en cada barrio, escuela, universidad,
granja y barracones del ejército. Vincular estos comités sobre bases locales, regionales y nacionales. ¡Debéis tomar el
poder en vuestras manos!
La amenaza de la contrarrevolución contiene un peligro mortal. Una vez en el poder, la máscara sonriente de la
“democracia” será desechada para revelar la violencia de la clase dominante. Los empresarios, banqueros y
terratenientes han pasado un miedo terrible. Querrán tomar su venganza en la población, hacerles pagar por los años de
“caos” y anarquía”, demostrar quien es el jefe, enseñarles una lección que nunca podrán olvidar.
Las masas deben armarse contra este peligro. La única solución es el armamento del pueblo y la formación de una
milicia popular bajo el control de comités revolucionarios. Permitir que las milicias patrullen los barrios para protegerles
contra el terrorismo contrarrevolucionario y los saqueos. En lugar de saquear tiendas en busca de comida —actos de
desesperación que sólo empujar a los comerciantes en brazos de la reacción—, los comités locales deben establecer un
firme control sobre el transporte y la distribución de comida.
El precio de la comida y otros artículos básicos de consumo debe estar controlado por los comités de trabajadores, amas
de casa y pobres urbanos, para evitar la especulación, la estafa y asegurar que todo el mundo tiene lo suficiente. Se
deben dar pasos inmediatos para resolver el problema de la vivienda, confiscando todas propiedades las vacías e
infrautilizadas, las segundas viviendas de los ricos, etc.
Los trabajadores deben tomar inmediatamente las fábricas y establecer el control obrero para reiniciar la producción.
Los directores que han colaborado con el cierre empresarial deben enfrentarse a una disyuntiva: o hacen que la
producción empiece de nuevo, o irán a la cárcel. Los directores corruptos, ineficientes y contrarrevolucionarios deben
ser destituidos y sustituidos con personas honestas, ingenieros, graduados y otras personas preparadas para servir a la
causa de la revolución.
Hay que acabar con el poder de los grandes terratenientes en el campo, hay que nacionalizar la tierra y animar a los
campesinos y trabajadores agrícolas a que ocupen las grandes propiedades.
Tan pronto como sea posible, se debería regularizar esta situación con un decreto de emergencia nacionalizando las
principales empresas, la tierra y los bancos. Se debería diseñar un plan de producción con la participación de todos los
trabajadores, científicos, técnicos, etc., con el objetivo de movilizar todo el potencial productivo de la nación en interés
de toda la población, no para el enriquecimiento de un puñado de parásitos ricos.
Debería quedar claro que estas medidas no van dirigidas contra la clase media, los pequeños comerciantes o los
pequeños empresarios, etc., cuya propiedad no será tocada. El enemigo de la revolución es la oligarquía responsable de
la ruina del país y que roba y explota, tanto a la clase media como a la clase trabajadora. Al nacionalizar los bancos e
instalar un régimen de economía planificada, será posible ayudar a los pequeños empresarios a través de créditos baratos
en unas condiciones asequibles. Al nacionalizar el transporte y el comercio, incluidos los grandes supermercados, será
posible eliminar los intermediarios que roban al pequeño campesinos mientras que ponen precios exorbitantes al
consumidor.
Estos pasos cortarán el terreno bajo los pies de la contrarrevolución y dotará a la revolución venezolana de la base
inquebrantable que supone el apoyo de las masas. Provocará ondas sísmicas por toda América Latina y reverberarán en
todo el mundo.
A pesar de todo el poder del imperialismo estadounidense, no podría intervenir directamente. No sólo tiene las manos
atadas con la invasión planificada de Irak, también se enfrentaría con una gran oposición de masas en su casa,
empezando por los millones de trabajadores y jóvenes latinos, que ya están profundamente descontentos.
En su lugar, el imperialismo estadounidense intentaría basarse en los estados vecinos para intervenir. ¡Pero no es una
proposición tan sencilla! Colombia tiene un gobierno de derechas pro-estadounidense pero está enredada en su propia
guerra civil. Sería difícil para Lula justificar una intervención contra Venezuela y provocaría una crisis inmediata en
Brasil.
En realidad, es tan inestable la situación que la revolución socialista en Venezuela afectaría a toda América Latina como
una ficha de dominó cae detrás de otra. Lejos de contemplar una intervención militar contra la revolución venezolana, se
enfrentaría al peligro de la revolución en su propio patio trasero.
¿Parece esto tan difícil? La alternativa es un millón de veces peor. Porque la única alternativa a este escenario es la
derrota de la revolución y la victoria de la contrarrevolución en Venezuela. Las consecuencias de estas derrota serían
extremadamente serias, no sólo para el pueblo venezolano, también para el conjunto de América Latina.
Los inicios del proceso revolucionario en Venezuela despertaron la esperanza de millones de pobres a través de todo el
continente. Pero la revolución se detuvo a medio camino, y esto no es posible. No se puede hacer media revolución, de
la misma forma que nadie puede medio nacer. Un nacimiento que se detienen a mitad del camino acaba en un aborto,
dolor y muerte. Hay que desechar todas las ilusiones. Es el momento de mirar a la cara de la realidad. Es el momento de
llevar la revolución venezolana hasta el final.
Sobre todo, es el momento de que todos aquellos que defienden la revolución y el poder obrero, se unan en un solo
partido marxista, capaz y dispuesto a luchar dentro del movimiento bolivariano para poner fin a todas las vacilaciones y
llevar la lucha hasta el final. El éxito de la revolución depende del factor subjetivo, es decir, del partido revolucionario y
de su dirección. Armada con las ideas y el programa científico del marxismo, ninguna fuerza sobre la tierra será capaz
de derrotar a la clase obrera.
¡Por un programa de democracia obrera e internacionalismo proletario!
¡Por un partido marxista!
¡Hacia la victoria de la revolución venezolana!
¡Hacia los Estados Unidos Socialistas de América del Sur!

Buenos Aires, 6 de diciembre de 2002


Venezuela, crónica de cuatro semanas de conspiración antidemocrática

Venezuela, crónica de cuatro semanas de conspiración


antidemocrática

El domingo 22 de diciembre por la noche empezaba la descarga del petrolero "Pilín León" en el estado del
Zulia en Venezuela, después que fuerzas del ejército arrestaran al capitán y a la tripulación que se habían
declarado en rebeldía y ancorado el barco en el lago de Maracaibo. Este petrolero se había convertido en la
insignia del llamado "paro nacional" convocado por la oposición al gobierno de Chávez a partir del 2 de
diciembre. Antes de poder mover el barco, la nueva tripulación tuvo que pasarse 24 horas revisando todos
los sistemas de a bordo y reparando los daños que habían causado los "rebeldes". La toma de control por
parte del gobierno del "Pilín León" representaba un duro golpe al "paro cívico" de la oposición que ya iba a
entrar en su cuarta semana.

Si uno quiere entender los acontecimientos de las últimas cuatro semanas en Venezuela es necesario hacer en
primer lugar una aclaración terminológica. La denominación de paro o huelga se emplea cuando los
trabajadores dejan de trabajar de forma organizada para defender una serie de reivindicaciones. En este
sentido, en Venezuela no hay ningún paro ni huelga general. Lo que se produce a partir del 2 de diciembre
es claramente un cierre patronal o lock out y un sabotaje de la industria petrolera por parte de la nómina
mayor (gerentes y directivos) de Petróleos De Venezuela SA (PDVSA). El paro convocado por la oposición es
un fracaso total. En el estado Bolívar, dónde se concentra la industria básica y extractiva, todas las empresas
permanecen abiertas por voluntad expresa de los trabajadores que se manifiestan activamente contra el paro.
También permanecen abiertas las hidrológicas y las eléctricas. En Carabobo, dónde se concentra la industria
manufacturera los trabajadores, organizados en su mayoría en sindicatos pertenecientes a la corriente
sindical Bloque Sindical Clasista y Democrático, también se pronuncian contra el paro en las principales
empresas como Ford, Chrysler, General Motors, Goodyear, Firestone, Pirelli, las metalúrgicas, etc. Algunas
de ellas abren sus puertas a los trabajadores, en otras estos acuden a trabajar pero se encuentran con las
puertas cerradas.

Para demostrar su oposición al paro los obreros acuden diariamente al puesto de trabajo y levantan acta
judicial de que no pudieron entrar por cierre patronal. La situación se repite a lo largo y ancho del país. El
transporte funciona normalmente, tanto los autobuses urbanos como los interurbanos y el metro de Caracas.
Los aeropuertos también funcionan normalmente con la excepción de la cancelación de algunos vuelos
nacionales por falta de combustible. Las corrientes más avanzadas del movimiento sindical proponen la
consigna de "fábrica cerrada, fábrica tomada", pero por el momento esto, salvo en contadas excepciones, se
limita a una labor de propaganda y no se pasa a la acción directa de los trabajadores en las fábricas.

En el sector del comercio, las grandes superficies comerciales cierran, mientras que los pequeños comercios
en los barrios populares abren. Al pasar unos pocos días los grandes centros comerciales empiezan a abrir,
primero en horario de mañana y después en horario completo. En algunas galerías comerciales son los
comerciantes los que fuerzan a los dueños a abrir. En la hostelería, la mayoría de establecimientos están
abiertos y sólo cierran las franquicias multinacionales (McDonalds y demás) que aparecen cubiertas de
graffiti proclamando "Viva la arepa" (torta tradicional venezolana).

En definitiva el tan cacareado "paro" se reduce a un cierre patronal que ni siquiera es masivo y al sabotaje de
la industria petrolera. También en otros sectores se intentó el sabotaje como método para conseguir la
"adhesión" al "paro". En el metro de Caracas por ejemplo, grupos de opositores agredieron a los trabajadores
en una estación y lanzaron explosivos a los túneles. En Maracay un grupo de opositores le quemaron la
unidad a un conductor de autobús urbano.

El fracaso de la huelga general quedó patente ya desde las primeras horas del 2 de diciembre. Ante esa
situación los portavoces de la oposición, Carlos Ortega (dirigente de la CTV) y Carlos Fernández (de
FEDECAMARAS) decidieron que había que aumentar el paro de "cívico" a "activo" y posteriormente a
indefinido.

El sabotaje petrolero

Es entonces cuando deciden dar un paso adelante en la empresa nacional de petróleos, PDVSA. Aquí,
nuevamente, no se trata de una huelga de trabajadores, sino de un sabotaje abierto por parte de los gerentes
y directivos. Estos además de paralizar las instalaciones, que funcionan de forma automatizada e incluso por
control satelital, emprenden una campaña de sabotaje en la que impiden a los trabajadores acceder a los
sistemas informáticos, toman medidas para impedir el funcionamiento manual de los sistemas, etc. Todo
esto al mismo tiempo que, mediante su control sobre los sistemas administrativos, se adelantan el pago del
aguinaldo navideño y se adelantan el pago de su sueldo quincenal a pesar de estar supuestamente en
"huelga".

Muchos trabajadores petroleros son coaccionados por los directivos con llamadas personales a sus casas, a
sus esposas, con amenazas de despido, con sobornos, etc. Esto tiene un impacto importante en una empresa
en la que existe una fuerte cadena de mando altamente jerarquizada. Pero muchos otros acuden a sus
puestos de trabajo y tratan de mantener las refinerías y otras instalaciones en funcionamiento. En la refinería
del Palito, 60 trabajadores trabajan día y noche superando el sabotaje informático y sólo detienen la
producción dejando las instalaciones en parada segura cuando los depósitos de combustible están totalmente
llenos por falta de transporte. En algunos casos el sabotaje precede al inicio del "paro" ya que los técnicos y
directivos se las arreglan para dejar los depósitos inusualmente llenos. Finalmente la presión de los
trabajadores y del pueblo obliga a la empresa de transporte de combustible Ferrari a abrir y en la cercana
estación de llenado de Yagua empiezan a salir las gandolas (camiones cisterna) de gasolina bajo la
supervisión conjunta de la Guardia Nacional y el pueblo que mantiene una vigilancia de 24 horas para evitar
más sabotajes. En Ananco, Anzoategui, el alcalde y el gobernador, impiden el envío de gas para suministrar
a las empresas básicas del estado Bolívar en la Guayana. Miles de trabajadores de las empresas siderúrgicas
organizados por el poderoso sindicato SUTISS y otros, se trasladan en autobuses a Ananco y apoyados por
trabajadores de PDVSA y vecinos de Ananco, fuerzan el restablecimiento del suministro para el normal
funcionamiento de sus empresas.(...)

Estas experiencias que se repite en fábricas y refinerías de todo el país, son extremadamente importantes
porque los trabajadores se dan cuenta de que realmente son ellos los que hacen funcionar las empresas y que
no necesitan de gerentes y directivos. Ahora hay que generalizarlas y sacar las conclusiones necesarias. Para
garantizar que PDVSA es del pueblo hay que establecer mecanismos de control obrero incluyendo la elección
democrática de los directivos y gerentes por parte de los propios trabajadores, organizaciones sindicales y
populares. Estos métodos de control obrero de la producción y gestión tienen que extenderse a todas las
industrias nacionalizadas para evitar cualquier intento de sabotaje y garantizar la gestión democrática de la
economía en beneficio de la mayoría de la población.

Los medios de comunicación

Una de los aspectos más chocantes de la situación en Venezuela es el papel de los medios de comunicación
privados, la inmensa mayoría de los cuales apoyan, o mejor dicho forman parte de la oposición al gobierno
de Chávez. Estos medios hace mucho tiempo que han dejado de informar y se han convertido en voceros de
la propaganda opositora, sin dudar en distorsionar, mentir y calumniar abierta y descaradamente. A pesar
del "paro" los periódicos y cadenas de TV no han dejado de trabajar, aunque han suprimido su programación
normal y se concentran en emitir solamente "noticias". Las televisoras han cancelado también los espacios
comerciales que supuestamente han donado a ONGs y organizaciones caritativas, en realidad los únicos
espots que se emiten son de la Coordinadora Democrática (popularmente conocida como la Conspiradora
anti-Democrática). Ésta es una campaña brutal de propaganda contra el gobierno que se emite sin
interrupción 24 horas al día.

A pesar de toda la histeria sobre los supuestos ataques a la libertad de expresión y la intimidación de
periodistas la verdad es que hay ahora más libertad de prensa en Venezuela que en cualquier otro país del
mundo y por supuesto que en cualquier otro periodo de la historia del país. Los periódicos de la oposición
llaman abiertamente a un golpe de estado y ni el gobierno ni el poder judicial intervienen para nada. Uno de
los columnistas de El Nacional, en un artículo titulado "El golpe necesario" defendía y abogaba por un golpe
de estado con el argumento de que en realidad era Chávez el que se lo estaba buscando por negarse a salir
por la "vía democrática" y además afirmaba que Chávez quería un golpe para así "poderse presentar como
víctima". Artículos de este tipo aparecen por docenas en la prensa burguesa todos los días ¿En qué otro país
del mundo se permitiría algo así?

Los directores de los medios venezolanos convocaron una rueda de prensa ante los corresponsales
extranjeros para tratar de demostrar la falta de libertad de expresión en el país. El comportamiento de los
magnates de los medios fue tan arrogante y altanero ante los periodistas que cuestionaban la objetividad de
estos medios que los corresponsales del Washington Post y del New York Times (que no son precisamente
periódicos bolcheviques) se levantaron y se fueron en protesta. (...)

No hay que olvidar tampoco el papel que jugaron los medios de comunicación durante el golpe del 11 de
Abril. En primer lugar difundiendo la "noticia" de la supuesta renuncia de Chávez, culpándole sin pruebas
de los muertos en la marcha al Palacio de Miraflores, y posteriormente emitiendo tiras cómicas y telenovelas
durante las horas clave de la resistencia del pueblo al golpe de estado. En estas condiciones, no es de extrañar
que el nivel de lectores y televidentes de estos medios hayan caído en picado. Según cifras recientes, la tirada
del El Nacional, uno de los principales periódicos del país, ha bajado de más de 200.000 ejemplares a 90.000
con una reducción importante del número de páginas. El nivel de audiencia de las televisoras privadas ha
caído en un 20%.

Esta campaña no se limita por cierto sólo a los medios de comunicación nacionales sino que se extiende, en
diferentes grados, a los medios internacionales que también participan y se hacen eco de esta campaña de
confusión, verdades a medias y mentiras abiertas. Por poner sólo un ejemplo, éste corresponsal de El
Militante estaba volando a Caracas el mismo día que El País publica en sus páginas que todas las compañías
aéreas internacionales habían suspendido sus vuelos a Venezuela.

El ambiente de histeria creado por los medios de comunicación privados no es casual sino orquestado.
Grandes sectores de las capas medias creen que efectivamente el país se dirige hacia el "Castro-comunismo",
y que de hecho ya están viviendo en un régimen dictatorial en el que se atropella la libertad de expresión y
suprimen las libertades individuales. Eso a pesar de que los medios de comunicación reaccionarios
funcionan con normalidad y que la oposición se manifiesta a diario en las calles de Caracas. En este contexto
se han creado en muchas urbanizaciones y barrios de capas medias grupos de seguridad. Estos se han
encargado de organizar "planes de contingencia", hacer acopio y recuento de armas, de gente que sepa
utilizarlas. De una manera muy inteligente y calculada la oligarquía está tratando de organizar de forma
paramilitar sus bases de apoyo entre la pequeña burguesía. Fomentan la mentalidad de que en una
revolución es inevitable que los pobres, las masas, los terrúos (los habitantes de los cerros que rodean
Caracas tiene que descender a la ciudad por caminos de tierra, de ahí ese apelativo despectivo) sólo pueden
mejorar sus condiciones quitándole a las capas medias lo poco que tienen.

Pero hasta incluso entre estos sectores hay gente que apoya el proceso bolivariano y han formado
organizaciones como la Clase Media en Positivo que recientemente reunió a más de 18.000 personas en el
Poliedro en Caracas. La tarea de los revolucionarios es la de minar la base social de la reacción tanto como
sea posible, explicando que en realidad los enemigos de los trabajadores y las masas populares no son las
capas medias, sino la burguesía nacional e internacional. Cuanto más claridad en sus objetivos y mayor
grado de organización y disciplina revolucionaria muestren la clase obrera y los pobres, mayor será la
cantidad de gente proveniente de la pequeña burguesía que se una a un proceso revolucionario.

La conspiración

El objetivo declarado de la oposición va cambiando conforme pasan los días del "paro". Al principio se piden
elecciones anticipadas, pero posteriormente el eje de toda la propaganda es exigir la renuncia de Chávez. En
realidad la constitución bolivariana es una de las más democráticas del mundo, dentro de los límites de la
democracia burguesa, y contempla entre otras cosas la posibilidad de un referéndum revocatorio. Éste se
produce a la mitad del mandato de cualquier cargo público electo y para producirse la revocación se tienen
que conseguir como mínimo los mismos votos más uno que los que el representante consiguió al ser elegido.
La oposición sabe a ciencia cierta que aunque es capaz de movilizar a gran cantidad de gente
(particularmente entre las clases medias y en los barrios ricos), no es en absoluto capaz de conseguir más de
cuatro millones de votos en un referéndum revocatorio contra el presidente que se produciría en Agosto del
2003. Por eso tienen que insistir en algo que es a todas luces inconstitucional y anti-democrático, forzar la
renuncia del presidente.

Para lograrlo tenían diferentes escenarios. Todos ellos combinaban la presión interna (mediante el sabotaje
petrolero, el desabastecimiento de alimentos, cierre de bancos, etc.), con la presión externa (una resolución de
la OEA exigiendo elecciones anticipadas y hasta incluso una intervención de observadores internacionales) y
finalmente un golpe de estado.

Pero para provocar un golpe de estado, la intervención de los militares o la intervención extranjera es
necesario algún incidente sangriento. No podemos olvidar que el incidente que se utiliza para justificar el
golpe de estado del 11 de Abril son los disparos por parte de un grupo de francotiradores en el momento en
que la manifestación opositora se dirigía al palacio de Miraflores.

Así pues el viernes 6 de diciembre un misterioso ciudadano portugués abre fuego contra los opositores
concentrados desde hace meses en la Plaza Francia de Altamira. Tres personas resultan muertas en el acto y
hasta otras 30 resultan heridas. La oposición se apresura a culpar a Chávez antes incluso de que se conozca la
identidad del asesino y apenas pasada una hora presenta un vídeo en el que supuestamente se ve al asesino
junto al alcalde chavista del municipio Libertador Freddy Bernal. Una inspección más detallada del vídeo
demuestra que la persona que conversa con Bernal no tiene ningún parecido físico con el portugués y
además que el vídeo es anterior a la entrada del asesino al país como demuestra el sello de inmigración en su
pasaporte. Lo que está claro es que un atentado de este tipo no beneficia para nada a Chávez y a su gobierno
y sí proporciona a la oposición más munición contra al gobierno.

El ataque además se produce justo un día antes de la manifestación de apoyo al gobierno y contra el paro
golpista convocada para el sábado 7 de diciembre. La multitudinaria marcha agrupa entre dos y tres
millones de personas que se desplazan desde varios puntos del país y desde los barrios populares de la
capital colapsando el tráfico viario durante horas. La manifestación, mucho mayor que ninguna convocada
por la oposición en estas cuatro semanas, apenas si recibe cobertura en los medios de comunicación
nacionales o internacionales. Ante los insistentes rumores de un plan de golpe de estado que vendría
precedido de una declaración televisiva de los generales golpistas, el lunes 9 y el martes 10, la rabia del
pueblo contra los medios de comunicación y su apoyo abierto al golpe y al cierre patronal se transforma en
manifestaciones masivas ante todos los medios de comunicación privados (todos ellos opositores). Miles de
personas se concentran en todo el país en las sedes de Venevisión, Globovisión, Televén, etc., exigiendo que
digan la verdad. La mayoría de las concentraciones son totalmente pacíficas y sólo en Maracay y Maracaibo
se producen destrozos en las instalaciones. Muchos exigen el cierre inmediato de Globovisión, la cadena que
se ha destacado en su fervor golpista, cuya licencia vence en diciembre, y el control social de los demás
medios por parte de "representantes de gremios sindicales y profesionales, asociaciones de derechos
humanos, y asociaciones vecinales y populares" (Bloque Sindical Clasista y Democrático). La magnífica
movilización del pueblo detiene los planes golpistas. El desánimo y la desesperación empiezan a cundir en
las filas opositoras. Además, finalmente la OEA saca una resolución que, en sus puntos principales, exige el
respeto a la legalidad vigente en Venezuela.

Esta no es la única provocación que se produce. El 17 de diciembre un agente de Policía de Chacao (un
municipio capitalino controlado por la oposición) sale a la luz pública para denunciar un plan para el viernes
20 según el cual la marcha opositora se desviaría hacia el palacio de Miraflores y se provocaría un incidente
violento que justificara un golpe de estado contra Chávez.
El fracaso de la oposición

Hasta el momento todos los planes de la oposición han fracasado y eso además agudiza sus divisiones
internas. La única excepción es la paralización petrolera que todavía se mantiene. Los esfuerzos de los
trabajadores y la actuación del gobierno permiten ahora empezar las tareas de restablecimiento de la
producción y el suministro. Además muchas de las medidas que la reacción trata de adoptar para paralizar
el país se están volviendo en su contra. El lunes 16 y martes 17 los dos Carlos, a los que se une Juan
Fernández (directivo saboteador de PDVSA) lanzan la consigna de un "trancazo" nacional, es decir cortar las
calles y principales rutas en Caracas y en todo el país. El propio llamamiento demuestra la debilidad de la
oposición ya que Carlos Ortega anuncia como uno de los objetivos del trancazo el garantizar el cierre de los
centros comerciales, después de que él mismo había asegurado en incontables ruedas de prensa que ya
existía una paralización total del comercio.

En Caracas se produce una situación tensa cuando grupos de bolivarianos acuden a enfrentarse con los
opositores que han cortado algunas de las autopistas de acceso. En la mayoría de los casos los cortes de
carretera opositores son dispersados por la propia gente, organizada o espontáneamente. Aquí se ve otra de
las debilidades de la oposición. Una vez más se demuestra que la movilización del pueblo es capaz de
derrotar a las masas de las capas medias enloquecidas. (...

A pesar de las largas colas que tiene que hacer la gente para repostar gasolina, la mayoría identifican
claramente quién es responsable: los gerentes y directivos saboteadores de PDVSA. En numerosas ocasiones
se dan casos de gente que empieza a criticar a Chávez y a culparle de la escasez de combustible y la propia
gente que hace cola les expulsan, abucheándoles o incluso sacándoles el carro de la fila. (...)

El problema para la oposición es que una vez que en este intento de derrocar a Chávez pusieron toda la
carne en el asador y no les va a ser fácil admitir una derrota. En el golpe de Abril ya se destaparon toda una
serie de militares golpistas. La mayoría de ellos ya no están en servicio, y eso no porque el gobierno de
Chávez haya organizado una depuración seria en las filas de las Fuerzas Armadas, sino más bien porque
ellos se han ido declarando en rebeldía y agrupándose en la Plaza de Altamira. Ahora lo mismo va a suceder
con los directivos saboteadores de PDVSA. Ellos ya se han destapado y ahora están siendo sustituidos por el
gobierno. Esta es una medida por cierto que si se hubiera tomado después de la derrota del golpe de Abril
hubiera quitado una palanca de poder a la oposición y hubiera impedido la actual paralización petrolera.

Pero precisamente por lo mucho que se juega la oligarquía en este proceso, las fuerzas revolucionarias no
pueden confiarse ni caer en la auto-complacencia. Aunque éste intento de la contra-revolución parece ir
perdiendo fuerza lo que es totalmente seguro es que van a intentarlo de nuevo en cuanto les parezca que las
condiciones les son propicias.

La táctica del gobierno

Contrariamente a la impresión que se quiere transmitir en Venezuela y en el extranjero de que el gobierno de


Chávez es dictatorial y autoritario, la verdad es precisamente lo contrario. La principal crítica que se puede
hacer a Chávez y el gobierno que preside es precisamente la de haber tenido demasiado mano blando con la
reacción, la de haberles permitido organizar su conspiración golpista sin dar una respuesta seria. Es
sorprendente ver como después del golpe del 11 de Abril los únicos que siguen en la cárcel son cinco
bolivarianos. Cuatro que utilizaron armas cortas para defenderse de la Policía Metropolitana y los
francotiradores de la oposición en Puente Llaguno, cuando los golpistas avanzaban hacia el Palacio de
Miraflores, y un locutor de Radio Perola, una radio comunitaria que llamó a la resistencia del pueblo contra
el golpe. Algunos de los principales actores del golpe huyeron del arresto domiciliario hacia Colombia y
todos los demás andan libres por las calles y plazas del país organizando una nueva conspiración.

(...) Algunos tratan de justificar o explicar la actitud del gobierno diciendo que si éste tomase medidas duras
contra los golpistas esto provocaría una reacción internacional en contra y en el peor de los casos que si el
gobierno avanzara por la senda de la nacionalización de los bancos y las grandes empresas privadas eso
llevaría a una intervención directa del imperialismo. Este argumento, en nuestra opinión es falso por dos
motivos. En primer lugar porque la oligarquía local y el imperialismo ya están en contra del proceso
revolucionario en Venezuela. El motivo es que las medidas adoptadas por el gobierno de Chávez
(particularmente la ley de tierras, la de pesca y la de hidrocarburos), a pesar de que son leyes que se
mantienen dentro del marco del sistema capitalista, a la vez atentan contra los intereses fundamentales de los
capitalistas nacionales y extranjeros. Además el propio proceso de auto-organización y movilización de las
masas que se ha abierto en Venezuela con la revolución bolivariana es, por sí mismo es una amenaza mortal
para los intereses de los ricos y poderosos. Por lo tanto, la única manera que tendría Chávez de "no provocar"
o "no dar excusas" a la reacción sería precisamente anular las leyes habilitantes y desmovilizar al pueblo. Es
decir la única manera de no provocar al imperialismo y a sus agentes locales es poner fin al proceso
revolucionario.

Obviamente, una dirección revolucionaria tiene que tener una estrategia inteligente y no debe caer en
ninguna provocación de la reacción. Sin embargo la mejor forma de garantizar un proceso lo más
estrictamente democrático es tomando medidas severas contra la reacción que ya ha demostrado
sobradamente que no está dispuesta a respetar la voluntad del pueblo expresada mayoritariamente en siete
procesos electorales. El principal peligro es que la falta de decisión del gobierno están provocando ya una
sensación de impotencia entre las masas del pueblo que apoyan el proceso revolucionario. La semana pasada
hubo discusiones muy fuertes entre las organizaciones populares de Caracas que querían organizar una
movilización que significara pasar a la ofensiva y los dirigentes locales del MVR y PPT que insistieron en que
la movilización fuera solamente a PDVSA Campiña que lleva ya semanas protegida por los bolivarianos. La
táctica de moderación del gobierno no amansa en absoluto a la oposición reaccionaria y sin embargo corre el
riesgo de desmovilizar, desorientar y desalentar a los revolucionarios.

En segundo lugar, una intervención directa del imperialismo de EEUU en Venezuela es harto improbable, y
de producirse no sería un paseo militar. Después de la caída del estalinismo en la Unión Soviética muchos
sacaron la conclusión de que ahora el imperialismo yanqui es todopoderoso y puede intervenir con éxito en
cualquier parte del mundo. Pero, aunque es cierto que la fuerza militar de Washington es inmensa, no lo es
su capacidad de intervenir contra el movimiento revolucionario de las masas en cualquier país, ya que esa
ecuación no se resuelve desde un punto de vista meramente militar sino sobretodo político. La principal
debilidad del imperialismo en estos momentos es precisamente la propia crisis del sistema capitalista a nivel
internacional que empuja a las masas en todo el mundo a la lucha. En América Latina no hay un solo
régimen burgués estable. Una intervención militar directa de los EEUU en Venezuela para sofocar un
proceso revolucionario se encontraría con una resistencia feroz y además provocaría levantamientos
revolucionarios de masas en todo el continente y también se encontraría con una oposición en los propios
EEUU, dónde los latinos representan ya la primera minoría étnica.

En este sentido es importante que la revolución bolivariana haga un llamamiento claro a la solidaridad
internacionalista. Durante el actual cierre patronal se han producido ya importantes muestras de apoyo,
desde manifestaciones en Argentina y Chile, a mensajes de solidaridad de organizaciones obreras y
populares de Ecuador, Argentina, Europa, Estados Unidos, e incluso más importante, el ofrecimiento de los
trabajadores petroleros colombianos a colaborar en el restablecimiento de la producción y refinado de
petróleo sin remuneración económica.

El proceso revolucionario en Venezuela se ha convertido en un punto de referencia para el movimiento


obrero y de los pueblos en toda América Latina. El sueño de Bolívar de una América unida se expresa hoy en
la consigna de una Federación Socialista de América Latina, y la lucha por conseguirla es la forma más eficaz
de prevenir y derrotar cualquier intento de intervención imperialista.

La cuestión de las Fuerzas Armadas

Una de las peculiaridades del proceso que se ha abierto en Venezuela es que un sector importante de las
fuerzas armadas se identifica abiertamente con la revolución, y en el caso del propio Chávez, incluso ha
tomado la iniciativa. Sin embargo, a pesar de que muchos militares golpistas ya han salido del ejercicio en
activo, eso no nos tiene que hacer pensar que la cuestión del poder militar ya está resuelta. Sin ninguna duda
quedan todavía militares reaccionarios dentro de las fuerzas armadas y también otros que aunque por el
momento defiende la institucionalidad vigente pueden pasarse al bando de la reacción si las circunstancias
son propicias. La estructura del ejército no ha cambiado en lo fundamental. Independientemente de las
simpatías de muchos oficiales, la cadena de mando, la composición social del alto mando, etc. hacen que este
sea todavía un ejército burgués, que en última instancia no puede mantenerse neutral ante un proceso
revolucionario. La experiencia de Chile en la que un militar constitucionalista, Pinochet, fue el que dio el
golpe de estado contra el gobierno de Allende debería servir de advertencia de los peligros de mantener
intactas las fuerzas armadas en un proceso revolucionario.

Existen ya organizaciones bolivarianas dentro de las fuerzas armadas, aunque por ahora actúan en
condiciones de semi-clandestinidad, y se ha avanzado bastante en la confraternización entre los soldados y
los oficiales bolivarianos y el pueblo movilizado ante las refinerías, pozos petrolíferos, edificios de PDVSA,
etc. El inicio de la organización de los reservistas también es otro aspecto muy importante. Estos han sido
llamados de forma voluntaria y cumplen misiones de trabajo social en las comunidades. Estas tareas se
realizan de forma democrática e implicando a la propia comunidad en el proceso de decisión y ejecución de
los proyectos (construcción de escuelas, carreteras y calles, etc.). Esto es muy importante ya que los
reservistas que se han presentado son particularmente aquellos que han estado más implicados en el proceso
revolucionario, en organizaciones de círculos bolivarianos, en sindicatos clasistas, etc. De esta manera se
pueden reforzar los lazos existentes entre los trabajadores y el pueblo y los soldados y oficiales
revolucionarios.

Sin embargo esto por sí mismo no es suficiente. Ante el peligro de un golpe de estado reaccionario hay que
hacer entrar la democracia dentro de los cuarteles. Que los soldados puedan organizarse libremente y
discutir su participación en el proceso. Que los oficiales sean también sujetos a elección y a referendos
revocatorios. Los oficiales revolucionarios no tendrían nada que temer de un proceso de este tipo que no
haría sino reforzar su autoridad ante la tropa y ante el pueblo.

Además, para que las fuerzas armadas se fundan con el pueblo es necesario que estas organizaciones
bolivarianas de soldados envíen delegados a las asambleas populares y viceversa. Finalmente, ante la oleada
de atentados contra dirigentes populares, contra organizaciones bolivarianas y la evidencia creciente de que
la reacción está armada, es necesario que los círculos bolivarianos y las organizaciones obreras y populares
discutan seriamente el problema de su seguridad. En cada barrio, en cada fábrica y en cada comunidad las
organizaciones y asambleas deberían elegir a un grupo de compañeros de confianza que bajo la dirección de
la asamblea empiecen a tomar medidas defensivas, a hacer un recuento de qué armas se disponen, de que
conocimientos técnicos se disponen, con qué sectores de las fuerzas armadas se está en contacto y qué planes
de contingencia se deben establecer.

Los revolucionarios estamos en contra del derramamiento de sangre y de la violencia sin sentido. Sin
embargo, visto que la oposición está fuertemente armada (en la Plaza Altamira hay gran cantidad de armas
largas, controlan diferentes fuerzas de policía en el país, se hace acopio de armas en los barrios escuálidos), la
mejor manera de minimizar el derramamiento de sangre es organizarse para desarmar al enemigo que ya ha
demostrado que está dispuesto a provocar un baño de sangre para ahogar a la revolución. Los mismos que
ahora exigen contarse mediante la celebración de elecciones anticipadas, son los mismos que organizaron el
golpe de estado del 11 de Abril. Durante las 36 horas del golpe estos "demócratas" se presentaron en los
barrios populares con listas de dirigentes populares y revolucionarios a los que había que eliminar.

La necesidad de la organización del proceso revolucionario

La revolución bolivariana ha abierto un proceso de politización y de organización de las más amplias masas
de los oprimidos. Los trabajadores, pero particularmente los sectores más pobres de los barrios populares
que nunca participaron en política, a los que se excluyo deliberadamente de todo proceso de toma de
decisiones, por primera vez en su vida han tomado su propio futuro en sus manos. En este proceso han
surgido miles y quizás decenas de miles de organizaciones en los barrios, las parroquias, las comunidades,
las fábricas, los puestos de trabajo, etc. Círculos bolivarianos, juntas parroquiales, corrientes clasistas dentro
de los sindicatos que se han fortalecido, comités de tierra urbana, comités de campesinos, organizaciones de
estudiantes, etc. La capacidad de iniciativa del pueblo no tiene límites. Además la formación de
organizaciones revolucionarias de base se aceleró a raíz del golpe del 11 de Abril y su derrota por parte del
pueblo. Esos acontecimientos hicieron más candente ante los ojos de los trabajadores y los pobres del campo
y la ciudad la necesidad de organizarse para defender y profundizar la revolución.

Sin embargo, hasta el momento, la principal debilidad del movimiento revolucionario ha sido la falta de
coordinación, la inexistencia de foros u organismos de unificación de todas estas organizaciones a nivel de
parroquia, municipio, estado y sobretodo nacional. Se han hecho algunos esfuerzos en esta dirección con la
formación de Alianzas Populares, Coordinadoras Populares, y también la celebración del Encuentro
Nacional de Organizaciones Populares y el Encuentro Nacional de Trabajadores a finales de Agosto
principios de Septiembre.

Sin embargo sigue faltando una estructura organizada que permita al movimiento popular compartir y
generalizar la experiencia de lucha a todos los niveles, coordinar sus actividades y sobretodo que permita
que el pueblo dirija el proceso de forma democrática a través de sus representantes elegidos y revocables.
Los partidos políticos que forman la base del gobierno de Chávez han demostrado ser incapaces de poder
canalizar y organizar a las amplias masas que se movilizan en las calles y darles un cauce organizativo. El
MVR y el PPT, entre otros, son principalmente maquinarias electorales que no responden de manera directa
al sentir del pueblo. La ausencia de este control por parte de la base ha sido uno de los factores que ha
permitido que todo tipo de carreristas y oportunistas se sumaran al porta-aviones Chávez para luego
traicionar el proceso por un plato de lentejas. Aunque algunos de los peores arribistas ya se han pasado a la
oposición no hay ninguna duda de que todavía hay algunos parlamentarios y dirigentes nacionales y
estatales de estos partidos que siguen apoyando el proceso por su propia conveniencia.

Es absolutamente vital fortalecer las organizaciones populares y coordinar y centralizar su trabajo a través de
la celebración de asambleas populares en todas las parroquias, fábricas, puestos de trabajo y cuarteles, que
elijan representantes a coordinadoras locales, estatales y nacionales. Estos representantes deberían de ser
elegidos por las propias asambleas populares y revocables en cualquier momento, de tal manera que
representen fielmente el sentir de los trabajadores y el pueblo movilizado. Como medida inmediata debería
convocarse un plenario nacional de emergencia de representantes de todas las organizaciones obreras y
populares. La consolidación de una estructura de este tipo garantizaría que son los propios trabajadores y el
pueblo los que tienen la dirección de la revolución y que esta no se negocia ni se concede en mesas de
negociación en las que el pueblo no está representado.

El movimiento obrero y la necesidad de una organización marxista

Hasta el momento, los trabajadores no habían jugado un papel independiente en el proceso revolucionario,
sino que habían participado en él como parte del pueblo en general. Sin embargo durante el actual paro
patronal se ha puesto de relevancia la importancia del movimiento obrero organizado para la victoria de la
revolución. Al fin y al cabo son los trabajadores los que hacen funcionar la economía del país. Los
trabajadores de las industrias básicas han decidido conscientemente seguir trabajando e incluso han tomado
medidas de lucha directa contra el sabotaje del suministro de gas. Un gran parte de los trabajadores
petroleros de base han jugado un papel clave a la hora de empezar a restablecer el suministro de
combustible. Finalmente en la empresa privada la mayoría de trabajadores se han opuesto al paro, pero salvo
en contadas excepciones no han tomado todavía la iniciativa de abrir las fábricas bajo control de los
trabajadores. Lo que sí ha quedado claro es que la cúpula burocrática de la CTV, "elegida" en un proceso
electoral totalmente fraudulento, no representa los intereses de la mayoría de trabajadores organizados.

Sin embargo Fuerza Bolivariana de Trabajadores, que se organiza como una corriente dentro de la CTV, es
todavía muy débil en sus estructuras y fuerza organizada. La tarea de todas las corrientes clasistas y
democráticas dentro del movimiento sindical es la de coordinar sus esfuerzos a nivel nacional para arrebatar
las organizaciones de los trabajadores a los burócratas corruptos que las han venido secuestrando desde hace
años. Que esto se puede hacer queda claramente demostrado por las victorias y avances de tendencias
clasistas como La Jornada entre los trabajadores petroleros en el oriente y otras organizaciones de petroleros
en otras partes del país, del Bloque Sindical Clasista y Democrático en Carabobo, de los compañeros de El
Topo Obrero en Lara, de los sindicalistas de las industrias básicas en Guyana, y muchos otros ejemplos en
todo el país de sindicatos y sindicalistas individuales que están siguiendo una línea clara de independencia
de clase y sindicalismo combativo. A partir de la experiencia de la lucha contra el actual cierre patronal es
necesario pasar a la ofensiva con una lucha decida y organizada para arrebatar la CTV a la burocracia
golpista de Carlos Ortega. Esta es una lucha con posibilidades de victoria, pero aún en el caso de que las
maniobras y artimañas anti-democráticas de la cúpula burocrática y golpista de la CTV consiguiera mantener
el control formal de la CTV, la propia lucha contra la burocracia crearía las condiciones para la refundación
de una central unificada de trabajadores con un carácter de clase.

Pero además de esta unidad y centralización necesarias del movimiento revolucionario y el avance del
sindicalismo combativo y democrático, es necesaria la creación dentro del propio movimiento de una
tendencia marxista claramente definida y con objetivos claros. Para nosotros, como marxistas, está claro que
el proceso revolucionario, para poder defenderse contra la reacción, necesita profundizarse en la dirección de
la toma de los medios de producción por parte de los trabajadores, el control obrero democrático de las
industrias estatales, el control democrático de los medios de comunicación por parte de los trabajadores de
los medios y las organizaciones populares, y un llamamiento internacionalista a defender y extender la
revolución en toda América Latina. En una palabra el proceso revolucionario en Venezuela sólo puede
triunfar si avanza en una dirección socialista e internacionalista.

Chávez en algunas declaraciones se ha pronunciado por un "capitalismo humanista" y ciertamente su


proyecto político es nacionalista y contra el imperialismo, pero no va más allá de los límites del sistema
capitalista. Sin embargo el problema es que en la época de dominación del imperialismo, la posibilidad de
desarrollo nacional del capitalismo es extremadamente limitada por no decir inexistente. La única manera de
defender la soberanía nacional y de utilizar las enormes riquezas del país en beneficio de la mayoría de la
población es expropiando a la minoría de oligarcas parásitos que las controlan y empezando una lucha
internacional por librarse del yugo del imperialismo. Es decir, mediante la lucha por el socialismo
internacional. Es esta contradicción unida a la presión del pueblo movilizado la que podría incluso forzar a
Chávez a ir más allá de sus propias intenciones.

El ejemplo de la revolución sandinista en Nicaragua debería servirnos de ejemplo. Cuando el FSLN llega al
poder en 1979 se plantea una revolución solamente nacional y deja en manos de un puñado de empresarios
la mayor parte de los medios de producción. De esta manera las fuerzas de la reacción pueden combatir a los
sandinistas no sólo mediante la organización de las fuerzas paramilitares de la contra (armada y financiada
por los EEUU) sino también mediante el sabotaje y la desorganización de la economía desde dentro. Esta
situación provoca un desgaste enorme del proceso revolucionario hasta que al final la contra-revolución
triunfa a través de un proceso electoral.

Habrá seguramente compañeros dentro del movimiento revolucionario que todavía no vean claramente la
necesidad de adoptar una perspectiva socialista. Los marxistas revolucionarios deben de participar
activamente dentro del proceso y ser los más enérgicos luchadores contra la reacción, explicando al mismo
tiempo la necesidad de empujar el proceso de transformaciones hacia adelante. Estamos convencidos que la
propia experiencia de la lucha conjunta por la defensa y la profundización de la revolución les hará
comprender la corrección de nuestros planteamientos. Pero para eso es necesario organizar una organización
marxista que participe en la revolución con ideas abiertamente socialistas y que se enraíce en el movimiento
popular y particularmente dentro del movimiento obrero. Una tendencia de este tipo conectaría muy
rápidamente con el sentir de las masas que exigen mano dura y la profundización del proceso como única
manera de defenderlo y alcanzaría en un corto periodo de tiempo un eco masivo.

El movimiento revolucionario en Venezuela tiene enormes reservas de apoyo entre las masas de los
trabajadores y los más oprimidos en Venezuela que representan la inmensa mayoría de la población. Este es
un proceso que les ha despertado a la vida política por primera vez, que les ha dado dignidad y una visión
de un futuro mejor por el que luchar, la posibilidad de mejorar sus condiciones de vida, de participar en la
gestión de su destino. Si esta magnífica energía revolucionaria se dota de una organización nacional
disciplinada y de la única teoría revolucionaria que puede llevarla a la victoria, el marxismo, no habrá fuerza
que pueda detenerla.

La revolución no se negocia,

se defiende y se profundiza

¿Por el control democrático por parte de los trabajadores de la economía y los medios de comunicación!

¡Por la Federación Socialista de América Latina!

Jorge Martín
Caracas, Diciembre 2002

La derrota del paro empresarial y el sabotaje petrolero profundiza el proceso revolucionario en Venezuela

La derrota del paro empresarial y el sabotaje petrolero profundiza el


proceso revolucionario en Venezuela

El jueves 20 de febrero a medianoche la policía venezolana detenía al Presidente de Fedecámaras Carlos


Fernández con cinco cargos acusatorios: traición a la patria, agavillamiento, rebelión, instigación a delinquir
y devastación. Carlos Fernández, junto con el dirigente de la CTV Carlos Ortega (contra el que también se
dictó una orden de detención) había sido la principal cara pública del paro empresarial y sabotaje petrolero
de diciembre-enero con el que la burguesía venezolana quería derrocar al gobierno de Chávez.

Esta acción de la justicia reflejaba claramente la presión del movimiento revolucionario y el nuevo balance de
fuerzas que se había abierto después del estrepitoso fracaso del intento de golpe de la oposición reaccionaria
en el país. Desde el principio de esta acción las fuerzas reaccionarias fueron de derrota en derrota. Esto se
debió fundamentalmente a la iniciativa de las masas que respondieron contundentemente en cada momento.
Todas y cada una de las acciones de la reacción no hacían sino fortalecer el apoyo al proceso revolucionario y
aumentar el grado de conciencia y de organización del pueblo y los trabajadores.

Lo más importante en este período fue la extraordinaria reacción de los trabajadores petroleros que supieron
enfrentar y superar el sabotaje realizado por los mandos directivos y una gran parte de los técnicos de
PDVSA. En refinerías como Puerto la Cruz, El Palito, el llenadero de Yagüa, etc, fueron los obreros petroleros
los que acudieron al trabajo y de forma organizada restablecieron el funcionamiento de la industria petrolera
bajo control de los trabajadores. Se puede decir sin ninguna exageración que los obreros petroleros salvaron
al gobierno de Chávez, ya que la paralización de la industria petrolera era el elemento clave en la estrategia
de la oligarquía. Este es un maravilloso ejemplo de la capacidad de lucha y de organización de la clase
obrera. Los trabajadores en unos pocos días desmontaron el mito de la meritocracia, la idea de que los
directivos de PDVSA ascienden en la jerarquía de la empresa por sus méritos y conocimientos, y que ellos
son los únicos que pueden dirigir la producción. Además esta experiencia de control obrero se produce no en
una pequeña empresa en bancarrota que los trabajadores se ven obligados a reabrir, sino en la principal
empresa del país y una de las 50 más grandes del mundo. Este es un hecho de extraordinaria importancia
política y que sienta un importante precedente. Se puede decir que el salto cualitativo que se produce en la
derrota de la reacción es la participación por primera vez de la clase obrera como clase en el proceso
revolucionario, cuando hasta el momento lo había hecho como parte del pueblo en general.

Es necesario añadir que los obreros petroleros contaron con el apoyo del pueblo movilizado que en todo el
país defendió las instalaciones de PDVSA y de la Guardia Nacional que en acuerdo con los obreros y el
pueblo organizaban la distribución de la gasolina durante los más de 60 días que duró la ofensiva
reaccionaria.

Ya a principios de enero, la llamada Coordinadora Democrática (popularmente conocida como la


Conspiradora Anti Democrática) decidió dar un paso más decretando el no reinicio de las clases en escuelas
y universidades. De nuevo cometieron un grave error pues sus acciones no hicieron más que provocar la
reacción de las masas y profundizar su nivel de organización. En todo el país, las comunidades se
organizaron para garantizar el normal funcionamiento de las escuelas y los maestros escuálidos que se
negaban a dar clases fueron sustituidos por voluntarios (maestros desempleados, suplentes, estudiantes
universitarios, etc). En las universidades también se dio un fuerte movimiento sobre todo por parte de
estudiantes para exigir el reinicio de las clases, movimiento que finalmente logró la apertura de la mayoría
de los centros, incluso antes del fin oficial del paro opositor. El efecto que esto ha tenido ha sido claramente
el de fortalecer y organizar el movimiento estudiantil de izquierdas en las universidades del país.

La culminación de todo este proceso fue la multitudinaria marcha de apoyo a la revolución del 23 de enero,
lo que se vino en llamar "la toma de Caracas". La oposición había generado un clima de pánico y pavor entre
las capas medias, mediante la idea de que esa marcha iba a significar una nueva "bajada de los cerros" en la
que las "turbas chavistas" iban a saquear los barrios de las capas medias. Durante semanas los dirigentes de
la reacción habían estado organizando en todos los barrios de capas medias de las grandes ciudades "planes
de contingencia". Estos incluían el recuento de las armas disponibles, la acumulación de alimentos y agua, la
organización de la defensa armada de las calles, edificios y barrios, el cierre de calles con rejas, barricadas de
sacos terreros y bidones llenos de concreto, etc. La intención era clara, crear un clima de terror, utilizando a
las capas medias como fuerzas de choque de la oligarquía y provocar un enfrentamiento que justificara la
intervención extranjera en el país bajo el manto de la Organización de Estados Americanos y con el apoyo de
un sector de las Fuerzas Armadas, para derrocar a Chávez.
Provocaciones contrarrevolucionarias

Un punto culminante de esta estrategia fueron los enfrentamientos en Los Próceres, a la entrada del Fuerte
Tiuna en los primeros días de Enero. En esa ocasión la oposición había convocado a una concentración
delante del Fuerte Tiuna para exigir la liberación de un militar golpista que se encontraba allí detenido.
Todos los medios de comunicación de la oposición se hicieron eco machaconamente de esa convocatoria
presentándola como "la batalla final" que iba a forzar la caída de Chávez. Esto era una provocación
minuciosamente calculada. El gobierno no respondió en absoluto, no llamó a las masas a movilizarse de
forma decidida en una contra manifestación. Sin embargo miles de chavistas se concentraron en defensa del
proceso revolucionario y contra la provocación reaccionaria. Después de horas de enfrentamientos verbales
entre ambos bandos se produjeron disparos de bala por parte de los reaccionarios y dos revolucionarios
resultaron muertos. Para aumentar la provocación, la Policía Metropolitana de Peña atacó la funeraria dónde
se velaba a los muertos. Los incidentes de ese día reflejaban también la sensación de impotencia de las masas
que veían como la reacción continuaba con sus planes golpistas sin que hubiera ninguna respuesta seria por
parte del gobierno ni de las organizaciones que lo apoyan.

Fue en este contexto en que se desarrolló la magnífica movilización del 23 de enero. Se calcula que unos dos
millones de personas participaron en esta extraordinaria demostración de fuerza contra la reacción y en
defensa del gobierno. Esa multitudinaria manifestación fue el último clavo en el ataúd del intento de golpe
de estado de diciembre-enero. A la Coordinadora Anti Democrática no le quedó otra que reconocer su
fracaso y anunció públicamente la "flexibilización del paro" y posteriormente su final. Un espectáculo
bochornoso en el que todas las contradicciones dentro de CD explotaron. Nadie quería asumir la
responsabilidad de haber convocado al paro, el "yo no fui" se convertía de nuevo en la consigna del día.

En estas condiciones, Chávez adopta una estrategia muy diferente de la que utilizó después del golpe del 11
de Abril. En aquél momento trató de conciliar, negociar, pidió perdón y echó para atrás el cambio de la
cúpula directiva de PDVSA. Como ya advertimos en aquel momento el intento de apaciguar a la reacción
mediante la negociación sólo iba a tener el efecto de envalentonar a la burguesía reaccionaria que
inevitablemente iba a preparar un nuevo golpe de estado.

Incluso durante el intento de golpe de diciembre-enero la posición del comandante fue en extremo legalista,
respetando la ley al pie de la letra mientras que la reacción utilizaba todo tipo de medios a su alcance para
paralizar el país y saboteaba la acción de la justicia desde dentro del propio poder judicial. La reacción de los
trabajadores y del pueblo se produjo a pesar de la ausencia de una dirección revolucionaria a nivel nacional
que organizara y coordinara los esfuerzos. A pesar de que existen miles, decenas de miles y hasta incluso
centenares de miles de organizaciones de todo tipo en el país, el movimiento revolucionario todavía carece
de una coordinación nacional.

Ofensiva revolucionaria

Empezando con su discurso en la multitudinaria marcha del 23 de Enero, Hugo Chávez plantea claramente
que es el momento de pasar a la ofensiva y llama a profundizar la organización del pueblo. El gobierno
empieza a implementar toda una serie de medidas contra la reacción, empezando por la suspensión del
cambio de divisas mientras se establecen mecanismos de control (medida destinada a detener la fuga de
capitales), el control de precios (para poner freno a la especulación) y el inicio de la discusión de una ley de
responsabilidad social de los medios de comunicación (que jugaron un papel crucial en las diferentes
conspiraciones golpistas). Incluso en su programa "Aló presidente" del 16 de febrero plantea que las
organizaciones creadas por las comunidades para defender el derecho a la educación y asegurar el reinicio
de clases se deben convertir en organizaciones de vigilancia del control de precios.

Al mismo tiempo el presidente Chávez realiza una serie de programas televisados desde las diferentes
instalaciones petroleras en las que reconoce el papel de los obreros en la derrota de la intentona golpista.
También se realizan actos de masas en diferentes estados con gobernadores de la oposición en los que
Chávez llama a revocarlos.

La detención del conspirador golpista Carlos Fernández se enmarca dentro de esta ofensiva y es obviamente
celebrada por la mayoría del pueblo. El comentario más generalizado es que esta medida se debía de haber
tomado ya hace mucho tiempo. De hecho las organizaciones populares, las calles y las paredes de las
grandes ciudades ya hacía tiempo venían exigiendo "mano dura" al presidente. El dirigente de los
trabajadores telefónicos José Mora declara que le parece bien que Carlos Ortega, el dirigente de la CTV, haya
decidido "pasar a la clandestinidad" porque así los trabajadores pueden ir a buscarle ellos mismos.

Sin embargo, incluso esta acción demuestra las limitaciones de la acción gubernamental ya que a las pocas
horas de su detención, el juez instructor es sustituido por otro que enseguida decreta el arresto domiciliario
de Fernández. Esta es una decisión escandalosa ya que existe el precedente de la fuga del principal
protagonista del golpe del 11 de abril, Pedro Carmona, estando bajo arresto domiciliario. Mientras
Fernández es enviado a casa (con la excusa de problemas cardíacos), los defensores de Puente Llaguno que
defendieron el régimen democrático el 11 de abril se siguen pudriendo en la cárcel esperando juicio, a pesar
de que uno de ellos está muriendo de cáncer. Está claro que el poder judicial sigue en gran medida en manos
de la reacción.

Sin embargo sería falso pensar que la reacción está muerta y enterrada. Es cierto que sufrió un duro golpe
con el fracaso de su intentona de diciembre-enero, sin embargo la burguesía venezolana está lejos de haber
sido derrotada definitivamente y sigue agitando en los medios de comunicación, esperando una nueva
oportunidad.

Crisis económica

El principal reto al que se enfrenta el proceso revolucionario actualmente es el colapso de la economía,


consecuencia del sabotaje petrolero y de la desorganización consciente de la actividad productiva por parte
de los capitalistas, particularmente del sector de la alimentación. La oligarquía está tratando por todos los
medios utilizar el caos y el desabastecimiento para minar la base social del proceso. En ese sentido las
medidas que el gobierno ha tomado hasta el momento son totalmente insuficientes y limitadas.

En primer lugar hay que discutir la cuestión de la reestructuración de PDVSA. Hasta el momento el gobierno
ha nombrado una nueva directiva que, respondiendo al clamor popular de "limpieza en PDVSA", ha
despedido ya a casi 12,000 empleados, la inmensa mayoría de ellos directivos y técnicos de la nómina mayor.
Sin embargo no es suficiente sustituir a una directiva por otra más o menos cercana al proceso
revolucionario. Al contrario hay que aprovechar la impresionante experiencia de control obrero de la
producción durante el sabotaje petrolero para extenderlo al funcionamiento de PDVSA en su conjunto. Los
obreros petroleros han sido los que han salvado PDVSA y a ellos les corresponde dirigirla desde ahora. Es
necesario convocar un congreso nacional de trabajadores petroleros para unificar a todos los trabajadores y
establecer mecanismos de control obrero. Esta es en realidad la única manera de garantizar el flamante
eslogan que lucen las recién pintadas gandólas de PDVSA y que ondea en la puerta de las refinerías, deque
"PDVSA es del pueblo" y que responde a los intereses de la mayoría. El control obrero de la producción
debería extenderse también al conjunto de las empresas nacionalizadas dónde muchos de los directivos
también se declararon "en rebeldía".

Otro frente es el de las empresas privadas en las que los empresarios tratan de hacer pagar a los obreros el
coste del paro empresarial golpista. Los trabajadores deben de resistir de forma organizada cualquier intento
de paralización parcial o total de las empresas, cualquier intento de reducción salarial, de adelanto de
vacaciones no pagadas, etc. Ya ha habido en varias partes del país experiencias importantes en este sentido.
Los trabajadores de Covencaucho en Barquisimeto (Lara) tuvieron que forzar la revocación de sus directivos
sindicales y ocupar la empresa para obligar al patrón a pagarles la totalidad de sus salarios y a no paralizar
la planta. También en la industria automotriz de Carabobo los trabajadores han derrotado intentos de la
patronal de hacerles pagar las consecuencias del paro. En realidad la discusión más actual de los activistas
sindicales clasistas es sobre la cuestión de la ocupación de fábricas y su funcionamiento bajo control obrero.
La experiencia de las ocupaciones de empresas en Argentina indudablemente ha tenido un fuerte impacto.

Así por ejemplo en una reunión de 350 dirigentes sindicales de todo el país convocada por la corriente
Autonomía Sindical se discutió un documento que plantea la "ocupación de empresas privadas
abandonadas, cerradas, quebradas o que están semiparalizadas, creando comités de trabajadores por
empresas para proceder a su estatización bajo control obrero de la producción". La corriente sindical El Topo
Obrero del estado Lara plantea claramente "ante la crisis capitalista: el gobierno tiene que reactivar la
industria aplicando: a empresa cerrada, empresa abierta bajo control obrero". Incluso en el Ministerio de
Trabajo se está discutiendo sobre el control obrero y cómo legalizar ocupaciones de fábrica que se puedan
dar.

Otra cuestión importante del control del sector financiero. Junto a las medidas ya tomadas con relación al
control del cambio de divisas habría que pasar a la ofensiva contra la banca privada. Ésta adoptó una postura
clara de apoyo al sabotaje opositor y se le deberían de quitar los medios para que lo hiciera de nuevo. Es
cierto que el gobierno ya ha retirado una parte de las cuentas que tiene en algunos bancos privados, pero eso
no es suficiente. La nacionalización de la banca (que en su inmensa mayoría maneja recursos que son del
estado) permitiría al gobierno disponer de una gran cantidad de activos financieros que se podrían utilizar
para paliar la crisis económica mediante un plan masivo de obras públicas y que podría garantizar el pago
de salarios a empleados públicos y el mantenimiento del funcionamiento normal de los servicios de salud,
educación, etc. que se ven amenazados por falta de fondos. La nacionalización de la banca también
permitiría al gobierno tener los recursos necesarios para financiar la estatización de las empresas ocupadas.

Una nueva central sindical

Como parte de la ofensiva de los trabajadores se ha planteado la creación de una nueva central sindical que
sustituya a la directiva golpista de la CTV. Sin embargo este proceso ha recibido desde el principio fuertes
críticas por parte de los activistas sindicales debido a los métodos que se han utilizado. La propuesta ha
partido de una serie de dirigentes sindicales afines al gobierno que la han planteado por arriba sin realmente
consultar a las bases sindicales ni organizar ningún proceso de discusión dentro de los sindicatos existentes.
Parecería que lo más importante es ponerle fecha a la fundación de la nueva central (en principio se habló
hasta incluso del 15 de Marzo) y de designar de antemano quién va a componer su directiva.

Estos claramente no son los métodos correctos. Para ir hacia una refundación real del movimiento sindical
venezolano es preciso organizar una campaña seria de explicación, discusión y lucha para ganar a la inmensa
mayoría de trabajadores que pertenecen a sindicatos afiliados a la CTV y organizar a todos los que todavía
no está sindicalizados. La experiencia práctica de los últimos meses y semanas demuestra que la dirección de
la CTV (que se auto designó en unas elecciones fraudulentas) está enormemente desprestigiada ante sus
propios afiliados. El momento político es propicio. Una campaña de este tipo que culminara en una asamblea
constituyente de trabajadores que pudiera fundar una nueva central basada en los principios del
sindicalismo democrático, clasista y combativo, tendría un eco masivo.

Una de las debilidades más importantes de la revolución sigue siendo la falta de una coordinación nacional
de todas las organizaciones y comités revolucionarios que se han creado en los últimos años. Todos los
comités bolivarianos (Diosdado Cabello anunció que había ya 300.000 CB registrados), sindicatos clasistas,
comités de tierra urbana, organizaciones estudiantiles, comités en defensa del derecho a la educación, etc.
deberían de establecer organismos de coordinación a nivel de barrio, local, estadual y finalmente nacional,
mediante delegados elegidos y revocables en cualquier momento. Esto fortalecería enormemente el proceso y
le dotaría de una dirección democrática, que ayudara a generalizar las experiencias y avanzar en sus
conclusiones políticas.

Adelante hacia el socialismo

Finalmente es hora también de hacer balance de las perspectivas políticas del proceso revolucionario. El
proyecto inicial de Hugo Chávez Frías que abrió las compuertas de este proceso de movilización de masas y
de organización del pueblo era el de desarrollar las fuerzas productivas del país, defender la soberanía
nacional y aplicar toda una serie de medidas a favor del pueblo y los oprimidos. Pero este proyecto en
ningún momento se ha planteado ir más allá de los límites del capitalismo. En algún momento Chávez ha
hablado de un "capitalismo humanista". Nosotros desde el principio advertíamos que en la época de la
dominación del imperialismo no es posible el desarrollo capitalista nacional independiente de ninguna
nación. La época de las revoluciones burguesas fue hace más de 200 años. Los últimos cuatro años de
desarrollo del proceso revolucionario en Venezuela han demostrado claramente que los sectores decisivos de
la burguesía venezolana están totalmente vinculados al imperialismo y son incapaces de jugar ningún papel
progresista en absoluto.

La burguesía no va a dar ni un momento de respiro al gobierno. La única manera de llegar a acuerdos con los
empresarios sería sobre la base de cargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y eso provocaría una
respuesta decidida de estos, que ahora se sienten con fuerza. Por el contrario, la derrota del paro empresarial
ha demostrado el papel central que juega la clase obrera en un país capitalista. No hay en realidad ninguna
otra manera de defender y profundizar la revolución que no sea atacando las bases del propio sistema
capitalista, es decir poniendo los medios de producción, distribución y cambio en manos de los trabajadores
y del pueblo para que sean gestionados en beneficio de la mayoría de la población. Sólo sobre la base de un
sistema socialista de planificación democrática de la economía es posible hacer avanzar las fuerzas
productivas del país y utilizar las enormes riquezas que tiene Venezuela para la mejora de las condiciones de
vida de la inmensa mayoría y no para engordar las cuentas bancarias en Miami de una minoría vagabunda.

Una revolución socialista en Venezuela sería como un poderoso faro que orientaría las luchas de los
trabajadores y campesinos de toda América Latina y sentaría las bases para hacer realidad el sueño de
Bolívar de una América unida, una Federación Socialista de América Latina.

¡Control obrero en PDVSA y demás empresas estatales!

¡Empresa cerrada, empresa abierta bajo control obrero!

¡Nacionalización de la banca!
¡Expropiación de los empresarios golpistas!

¡Adelante hacia el socialismo!

Jorge Martín
Febrero 2003

Apéndice 1: PDVSA, un estado dentro del Estado

Apéndice 1

PDVSA, un estado dentro del Estado


Desde la nacionalización del petróleo en 1976, los directivos de PDVSA (el quinto productor mundial de
petróleo) se han convertido en un estado dentro del Estado. A pesar de la propiedad estatal de la empresa,
ésta no se diferenciaba de otras empresas petroleras internacionales, quizás sólo en el hecho de que el nivel
de corrupción era mayor. Mientras que en 1976 el estado recibía 80 de cada 100 dólares de ingresos, en el
2001 la relación se había invertido y PDVSA se quedaba con 80 de cada 100 dólares.

Se gastaron más de 10.000 millones de dólares en la compra de refinerías obsoletas en los EEUU, Europa y el
Reino Unido. A través de la "terciarización" se han pagado 5.000 millones de dólares por servicios que la
empresa hubiera podido obtener internamente. Más de 6.000 millones de dólares de sus 190 subsidiarias en
todo el mundo escapaban a cualquier control.

Durante el sabotaje petrolero, en todo el país, los Círculos Bolivarianos, sindicatos clasistas y otras
organizaciones repartieron cientos de miles de volantes denunciando a los directivos de PDVSA con
nombres y apellidos. Los 20 directivos más importantes de PDVSA recibían anualmente casi 10 millones de
dólares. El que más, Karl Makeiza, recibía unos 790.000 dólares al año.

Uno de los capítulos más oscuros de la gestión de PDVSA es el de los sistemas informáticos. En 1996, los
directivos de PDVSA y la empresa estadounidense Science Applications International Corporation (Saic),
fundaron la sociedad Intesa, con el objetivo de actualizar y gestionar en el futuro el sistema de computación
de la empresa. En este "negocio", justificado supuestamente por la reducción de costos, PDVSA aportaba la
totalidad del capital, pero controlaba sólo el 40% de las acciones de Intesa. La Saic, sobre la base solamente
de sus conocimientos técnicos, se quedaba con el 60% de las acciones...

A través de Intesa, Saic controlaba toda la información de PDVSA, financiera, datos comerciales e
información técnica.

Saic es una de las empresas de informática aplicada del mundo, con beneficios anuales superiores a los 2.000
millones de dólares, de los cuales el 90% provienen de contratos con el Pentágono, la CIA y otras agencias
gubernamentales de los EEUU. Ahora mismo uno de sus proyectos principales es el desarrollo de un nuevo
sistema informático gigantesco que, en el marco de la "guerra contra el terrorismo", permitirá la vigilancia
informática del conjunto de la población en EEUU.

Entre los directivos de Saic se encuentran el general en la reserva Wayne Downing, ex comandante de las
Fuerzas Especiales del Ejército de los EEUU, el general en la reserva Jasper Welch, ex coordinador del
Consejo de Seguridad Nacional, el almirante en la reserva Robert Ray Inman, ex director de la CIA y de la
Agencia de Seguridad Nacional, Melvin Laird, secretario de defensa con Richard Nixon, el general en la
reserva Max Thurman, que dirigió la invasión de Panamá en 1989, y los ex directores de la CIA Robert Gates
y John Deutch.

Durante el "paro nacional" de diciembre-enero, la directiva de la empresa utilizó el control de los sistemas
informáticos de PDVSA para sabotear su funcionamiento. No es difícil imaginarse el papel que jugó SAIC en
esta operación.

Apéndice 2: Hablan los trabajadores venezolanos

Apéndice 2

Hablan los trabajadores venezolanos


Durante su estancia en Venezuela, el corresponsal de El Militante Jorge Martín se entrevistó con decenas
de trabajadores y sindicalistas venezolanos. No podemos aquí, por razones de espacio, reproducir todas
estas entrevistas a las que podéis acceder en nuestra web pero sí publicar dos que nos parecen
especialmente interesantes. Estas entrevistas constituyen el mejor material para conocer de primera mano
el desarrollo de la revolución venezolana, combatir todas las mentiras de los grandes medios de
comunicación burgueses y acercarse a las verdaderas aspiraciones y los debates que centran la atención de
los activistas y militantes obreros más avanzados de Venezuela.

Entrevista realizada

el 19 de diciembre en Barquisimeto (Estado Lara) con dirigentes sindicales de la corriente

"El Topo Obrero"

· Marisa Luna, secretaria general de Fintrasuteca que organizamos a trabajadores del barrido de las calles y
recolección de basura.

· Ricardo Galíndez, secretario ejecutivo de la CTV en el estado Lara.

· Gustavo Paz, delegado sindical de SUMETAL-Lara, de trabajadores metalúrgicos.

El Militante.— ¿Cuál es vuestra opinión sobre este paro convocado por la CTV y Fedecámaras?

Marisa Luna.— Yo como venezolana rechazo completamente las acciones hechas contra el gobierno, porque
es un acto completamente golpista que se inicia en la industria principal de nuestro país. También se ha visto
la posición de los trabajadores de varios sectores, buhoneros, aseo urbano, metalúrgicos, gran cantidad de
sectores que hemos rechazado esta posición golpista.

Ricardo Galíndez.— Este es un intento de golpe de carácter transnacional y del capital bancario y financiero.
Un golpe que está siendo impulsado por las cúpulas dirigentes tanto del empresariado de Venezuela, como
por la cúpula político-partidista de la CTV, tanto en su ala derecha como en su supuesta ala de izquierdas
encabezada por Froilán Barrios, y está financiado encubiertamente por el imperialismo norteamericano. Es
de un carácter netamente antiobrero, antinacional. Uno de sus objetivos es la privatización de PDVSA, así
como acelerar la privatización de la Seguridad Social. Los trabajadores como tales, en ningún momento y en
ninguna parte de Venezuela han hecho manifestaciones para apoyar este paro. La paralización de los
trabajadores se ha dado por la vía obligada, ya que son los industriales los que se han parado, han cerrado
sus portones y les han garantizado a sus trabajadores el pago de sus salarios. Entonces, no se da un apoyo de
los trabajadores. Inclusive en muchas empresas donde a los trabajadores se les ha permitido decidir si van o
no al paro, estos han decidido ir a trabajar, entre ellas la industria azucarera, algunas medianas empresas de
aquí de la ciudad. Y el pueblo como tal, desde el propio 2 de diciembre, se vio como tomaba las calles y
utilizaba su día libre, pagado por el empresariado para realizar sus compras. En ningún momento ha sido
apoyado ni por la clase obrera ni por el pueblo en general. Si acaso el comercio si se paralizó un 20 o un 30%
en las grandes ciudades, no así en las pequeñas, y la industria se paró en un 60%, pero no la industria básica,
con la excepción de PDVSA. Pero quien paraliza PDVSA es la llamada nómina mayor.

Gustavo Paz.— Yo como representante de un sector de los trabajadores metalúrgicos te puedo decir que,
recogiendo la voz de los trabajadores, nosotros rechazamos totalmente este matrimonio antihistórico de
Fedecámaras, que representa a los empresarios, y la CTV que representa a los trabajadores, porque nosotros
entendemos que está hecho para darle un golpe de estado al presidente Chávez. Eso significaría un retroceso
inmenso y quitarnos esos espacios que los trabajadores hemos conquistado a través de la conciencia que nos
ha levantado el presidente Chávez con este proceso revolucionario que realmente nos ha elevado el nivel de
conciencia a los trabajadores. Hemos conquistado espacios en el sindicato. En el que yo estoy, el presidente
es un burócrata golpista de Acción Democrática y ha recibido bastantes golpes a raíz de ese nivel de
conciencia que se ha elevado. Definitivamente nosotros entendemos que esta alianza entre estas dos fuerzas,
empresarios y la central sindical es para meterle la mano al negocio petrolero y por que ellos saben que se les
viene encima un proceso revolucionario que les puede rebasar, sobretodo a esas burocracias sindicales
enquistadas en la CTV.

RG.— En mi experiencia en las empresas, podríamos decir que de cada 10 trabajadores, entre 7 y 8 están
identificados con este gobierno.

EM.— Entonces ¿qué tipo de legitimidad tiene la actual dirección de la CTV?

RG.— Para nadie es un secreto que las elecciones a la cúpula de la CTV, nacional y regional, son elecciones
donde predominó la trampa y la zancadilla. Aunque el gobierno también tiene parte de culpa de lo que allí
sucedió porque con su política desmovilizadora, ayudaron a revivir a la burocracia sindical. Desde el punto
de vista legal son la dirección de los trabajadores. Pero de todas maneras lo que sucedió en el mes de octubre
del año pasado en las elecciones sindicales no se aparta de la cultura de la burocracia sindical en Venezuela.
Lo diferente es que pudimos participar corrientes que en otros momentos no lo podíamos hacer con todas las
maniobras que allí se daban. Fue también la primera vez que hubo elecciones directas a ese nivel.
Sin embargo, a partir del 11 de abril, la dirigencia nacional y muchas de las regionales de la CTV pierden
legitimidad porque se alían con Fedecámaras en función de dar un golpe de estado, destruir la constitución
que nos dimos en elecciones libres y para fomentar una alianza con el imperialismo norteamericano. Porque
aquí hubo muchísimas pruebas de que los gringos financiaron el golpe de estado del 11 de abril, participaron
de una manera activa en su coordinación. Pero les falló una variante, que es la variante pueblo. Esa
deslegitimación del 11 de abril se ratifica ahora a partir del "paro" del 2 de diciembre.

GP.— Yo te puedo dar el ejemplo del sector que represento de los trabajadores metalúrgicos. Trabajo en una
empresa de zinc aquí en Barquisimeto, una fábrica de mallas electrosoldadas que en este momento tiene 85
trabajadores. En las elecciones sindicales de octubre pasado a la dirección nacional y regional de la CTV, la
votación se hizo a mesa abierta, es decir se violó el voto secreto. Además los dos directivos sindicales
responsables de la empresa donde yo trabajo, le indicaban a los trabajadores por qué candidato tenían que
votar. "Ustedes van a votar por la plancha 1" que es la de los Adecos, en este caso, Carlos Ortega a nivel
nacional. Y ellos estaban allí en cada extremo de la mesa comprobando los votos. A pesar de eso nosotros
conseguimos nueve votos de la plancha 9 que representamos nosotros. Yo en ese momento no pude hacer
nada, ya que estaba recién electo delegado sindical y mi trabajo era primero clandestino. Esta situación se
vivió allí y en muchas otras empresas. Tenemos información de una de las empresas metalúrgicas más
importantes del Estado Lara, de UNIVENSA, donde la gente de la plancha 9, que representa nuestra
corriente del Topo Obrero, sacó una gran cantidad de votos, pero cuando llegaron las urnas a la sede del
sindicato no teníamos ni un voto a favor nuestro. Y así en la mayoría de las empresas metalúrgicas, bajo
presión de los mafiosos sindicales, ellos barrieron.

RG.— Te voy a dar otro ejemplo de los métodos "democráticos" de estos amigos. Nosotros en el proceso
electoral tratamos de reinsertarnos en todas las empresas metalúrgicas principales y en dos oportunidades,
tanto en UNIVENSA, ya mencionada, como en otra empresa importante como es Domínguez Continental, yo
fui agredido físicamente. En un caso por el propio presidente de SUMETAL, Lara, y en otra por el secretario
general. Después de estas agresiones físicas a portón de empresa cuando repartíamos la propaganda y
nuestro periódico, un mes después fui agredido en mi oficina de trabajo y me causaron fracturas en la mano
y en las costillas. Y fueron ellos, les hemos acusado y han sido citados para que rindan declaración y no se
han querido presentar. A nivel de Educación, nos consta que en las mesas de votación, como los sectores
clasistas, democráticos, éramos muy débiles y no teníamos representación en muchas mesas, bueno, los
Adecos abiertamente recogían sus votos diciéndole a la gente por quien tenían que votar.

EM.— Vosotros habéis planteado desde El Topo Obrero la consigna de "fábrica cerrada, fábrica tomada".
Yo lo que quería preguntar es qué efecto ha tenido esta consigna, si se ha materializado, o si ha habido
algunos ejemplos en que se haya discutido en asambleas, etc.

RG.— En el caso del estado Lara el sector dónde más impacto ha tenido ha sido en el sector agro-industrial
de la caña de azúcar, particularmente en Torres. En el paro pasado de antes del 11 de abril, nosotros hasta
logramos impedir que la patronal cerrase algunas haciendas donde se había pagado el salario a los
trabajadores y se les había dado el día libre con motivo del paro. Nosotros llevamos autobuses de obreros,
forzamos la apertura de los portones para que se pudiera cortar la caña. En esta ocasión no pudimos hacer lo
mismo en las haciendas porque el patrón escondió las unidades autobuseras. Pudimos llevar a algunos
trabajadores pero la empresa montó una vigilancia especial que impidió el intento de los trabajadores de
entrar. Y en la factoría donde se procesa la caña sí logramos trabajar un día. En Lara, que nosotros sepamos,
éste es el sector dónde como clase trabajadora se discutió más a fondo y logramos lo que ya he mencionado.

EM.— ¿Cuál fue el papel de los trabajadores en la derrota del golpe de estado del 11 de abril?

RG.— Como clase trabajadora, como sindicatos no se participó de forma organizada, pero sí que se participó
como pueblo, todos nuestros compañeros, aquí y en Caracas se pusieron a defender a este gobierno, pero
más bien a través de organizaciones barriales. Ahora bien la participación del pueblo fue masiva,
particularmente en Caracas y en Maracay. La expresión de apoyo a Chávez fue nacional, hasta en los pueblos
más remotos de 15 o 20.000 habitantes. Inclusive en Maracay se formaron columnas de trabajadores, de
reservistas que se apostaron frente a los cuarteles exigiendo ser reincorporados para defender al gobierno
con las armas si fuera necesario.

EM.— ¿En qué sectores tiene más influencia la corriente de El Topo Obrero?

RG.— A nivel de la dirección sindical del Estado, nosotros tenemos una secretaría ejecutiva, aunque sin
ningún cargo específico. Luego tenemos compañeros en varios sindicatos, lo fundamental en el sector agro
industrial dónde hemos ganado la mayoría en toda una serie de haciendas a través de asambleas de
trabajadores. En Torres, en el punto más fuerte del corte de caña nuestros sindicatos agrupan a dos mil
trabajadores, en un municipio que tendrá 250.000 habitantes. Después tenemos algunos delegados en el
sector industrial más importante del Estado, que es el metalúrgico. Tenemos compañeros en el sector de los
peajes y atención vial, en el sindicato de Mercabar, que es el centro de abasto más importante del país, de
compraventa de alimentos para todo el país. También en el sector del aseo urbano y en el sector textil. Y
somos también la primera fuerza en el sector de la vigilancia privada, dónde si estamos en proceso de ganar
el sindicato que tendría unos 2.000 afiliados. Teníamos otros pero que han desaparecido junto con las
empresas a raíz de la crisis.

EM.— Por último, ¿qué mensaje enviaríais a trabajadores y sindicalistas en Europa acerca de lo que está
sucediendo en Venezuela?

RG.— Lo primero sería a todos nuestros hermanos de clase, obreros y trabajadores en general, que no se
crean que la clase obrera, a través de su central mayoritaria está en contra de este gobierno, porque lo que
está en contra del gobierno es una cúpula dirigente tanto nacional como regional. Los obreros, como clase,
hemos dejado de laborar porque los patronos han bajado la Santa María [reja], están pagando el día y son
pocas las empresas en las que hemos podido evitar esto. Pero en las fábricas, como clase, estamos
incorporados al proceso social revolucionario que se abrió y se potenció a través de la victoria del
comandante Hugo Chávez Frías. Necesitamos toda la solidaridad posible, política, militante. Necesitamos
que ustedes presionen, pero también de ser posible que vengan a nuestra patria. Tenemos un gobierno que
no es de la clase trabajadora, sino tímidamente nacionalista, y quizás necesita ese empuje para que entienda
que está en riesgo su vida y la de la clase obrera. Hasta ahora hemos logrado resistir y consolidar posiciones.
Ni siquiera entre los empleados públicos, la mayoría no se ha incorporado a este paro, que no es un paro
cívico sino un paro terrorista.

GP.— Yo por mi parte mandar un saludo solidario y revolucionario de aquí de Venezuela. Como trabajador
hago la misma petición del camarada Ricardo Galíndez, necesitamos muchísima solidaridad para seguir
avanzando y conquistando ese espacio. De verdad que la clase obrera no está con ese paro golpista y ese
matrimonio anti histórico CTV-Fedecámaras. Aquí los trabajadores estamos muy claros de cual es nuestro
papel a jugar dentro de la historia. Un saludo.

ML.— Este es un mensaje donde solicitamos, como han dicho los compañeros, la solidaridad. Y sobretodo
manifestar que la cúpula de la CTV no representa los intereses de los trabajadores aquí en Venezuela. En
anteriores oportunidades ya vendió las prestaciones de los trabajadores así como otras reivindicaciones.
También pedimos solidaridad a nivel político. Queremos saber cual es el pensamiento político de ustedes.

II

Entrevista a petroleros

del movimiento clasista

La Jornada de Puerto

la Cruz sobre el sabotaje petrolero y el control obrero en PDVSA

[La Jornada es un movimiento de trabajadores petroleros surgido en 1995 en Puerto La Cruz para luchar dentro del sindicato petrolero
FEDEPETROL contra el sindicalismo burocrático y por una orientación clasista y combativa. Tanto en abril de 2002 como en diciembre
consiguieron hacer fracasar los planes golpistas de la burocracia sindical y la burocracia de PDVSA y durante el cierre patronal de diciembre
recuperaron la producción petrolífera paralizada y mantuvieron la planta trabajando bajo control obrero.]

· Héctor Rincón, miembro de FEDEPETROL.


· José Boda, directivo de FEDEPETROL de Puerto la Cruz.

· Manuel Pérez, trabajador petrolero y de FEDEPETROL.

El Militante.— ¿Cómo combatisteis en Puerto la Cruz el sabotaje petrolero de Diciembre y cual fue la
experiencia de los trabajadores?

HR.— Fue una situación bastante difícil, pero debido a la actitud y las acciones de los trabajadores se
mantuvieron las operaciones. El sabotaje fue por parte de la nómina mayor y ejecutivos de la industria,
promovido por los altos gerentes de PDVSA a nivel nacional. En Puerto la Cruz la situación estuvo bastante
crítica en el sector del despacho de crudo hacia el terminal marino de Guaraguao. En la parte administrativa
hubo un ausentismo laboral de casi un 98%, no así en la parte operacional. En lo que es refinación y
producción los trabajadores entendieron la situación a la que se enfrentaban. Asumimos una actitud en
defensa de la industria. En las plantas de proceso, los controladores, los operadores y los técnicos estuvieron
en un 98% apegados a la institucionalidad. Por supuesto, los gerentes todos abandonaron las instalaciones y
fueron los trabajadores los que manejaron y dirigieron las operaciones. Ahí se rompieron muchos mitos.
Anteriormente para arrancar una planta tenía que estar el gerente o el superintendente. En este caso se
demostró que los operadores pueden arrancar y para una planta. Los gerentes asumieron que los
trabajadores que estaban laborando eran unas personas inexpertas. Esta fue la única planta de refinamiento
de PDVSA dónde se mantuvieron las operaciones en un 100%, en condiciones seguras y confiables.

Otro de los aspectos fue la reanudación de las actividades del llevadero de gandolas. Allí los trabajadores
conjuntamente con el pueblo organizado tomamos las instalaciones y las pusimos a trabajar. Por supuesto
que tuvimos saboteo, nos tumbaron los sistemas de auto-despacho y eso se tuvo que hacer manualmente, a
través de órdenes de servicio, pero controlado por los trabajadores y con el apoyo de la comunidad y las
fuerzas armadas.

Los trabajadores en sí no se limitaron a su propia área, sino que fueron mucho más allá, estaban pendientes
de que si entra un barco, cuanto se recibe de los troncales de la zona sur, etc. Lo que vimos fue una situación
de gestión obrera. Al irse los gerentes, los supervisores y superintendentes, fueron los trabajadores los que
eligieron a las nuevas autoridades, y entre todos se discutía y se buscaba la mejor manera de solucionar los
problemas de manera democrática. Hoy en día en la refinería de Puerto la Cruz nuestra meta es de seguir en
esa situación y que la reestructuración de PDVSA se haga con participación de los trabajadores.

EM.— ¿Se puede decir entonces que los trabajadores petroleros salvaron al gobierno en esta ocasión?

HR.— Sí, fue como una luz en el túnel a nivel nacional, porque prácticamente todas las instalaciones de
PDVSA fueron paralizadas y en Puerto la Cruz eso no fue así. Nosotros venimos haciendo un trabajo de
concienciación de los trabajadores desde 1996 como La Jornada, sacando un periódico, orientando
políticamente a los trabajadores desde un punto de vista de clase. Esto se refleja en dos ejemplos, allí dónde
La Jornada tiene un radio de influencia ya establecido la deserción en este paro fue de un 5%. No así en las
otras áreas dónde la deserción fue de un 98%, por ejemplo en el área administrativa y en el muelle. Eso se
viene gestando desde antes del paro de Abril. En aquel entonces se argumentó a favor de la "meritocracia",
de una supuesta "no politización". Pero los trabajadores se han dado cuenta de que precisamente aquellos
que nunca han respetado la meritocracia son la alta gerencia. Los que siempre han pisoteado a los
trabajadores son precisamente la alta gerencia.

MP.— Ya a partir del golpe de Abril el movimiento La Jornada empezó a trabajar. Allí en Puerto la Cruz,
nosotros como vanguardia, como sector avanzado, junto con otros sectores progresistas formamos el Bloque
Patriótico Petrolero, para darle una respuesta a lo que venía en diciembre. El 13 de abril era el mismo
sabotaje, pero no se profundizó tanto, pero en Puerto la Cruz la refinería no se paró. Lo mismo en Diciembre.
Los trabajadores entendieron esa política de la burguesía y la gerencia y ellos se quedaron en sus áreas. Los
trabajadores decidieron en ese momento cuales iban a ser sus líderes operacionales. En Occidente las
operaciones prácticamente se paralizaron, pero en Oriente como ya habíamos caracterizado el ataque, ese
bloque junto con el pueblo pudimos mantener las operaciones. Incluso ahora, cuando ya la producción está
recuperada totalmente en 3,1 millones de barriles, nosotros tenemos claro que se está preparando un nuevo
sabotaje. Bajo este sistema la burguesía no se va a rendir, no hay conciliación posible y ya estamos
preparándonos políticamente para enfrentar el zarpazo que viene. La clase está entendiendo la política de la
burguesía para tumbar al presidente. Con la formación de la nueva central las masas obreras están
rompiendo con el esquema de la CTV que era un ala de la burguesía de FEDECAMARAS. Se ha desarrollado
un nivel político importante de la clase obrera durante estos dos intentos de golpe.

EM.— Durante el sabotaje se dio una situación de control obrero. Ahora ¿cómo está la situación? ¿Siguen
los trabajadores controlando las instalaciones?

JB.— Hay sectores dónde todavía existe la autogestión. Por ejemplo en una refinería en Urucual, en el estado
Monagas dónde los trabajadores discuten en asamblea todos los días la producción. En Vitore, en la parte de
orimulsión en Monagas hay dos trabajadores que tienen la posición de gerentes elegidos por los trabajadores
a nivel nacional. En las demás áreas, aunque al principio se escogió a los supervisores inmediatos y gerentes,
ahora se está restableciendo la institucionalidad y hay una serie de roces, un choque de visión. Nosotros
apostamos por una reestructuración de PDVSA en la que hagamos lo que dice la constitución bolivariana
que establece la cogestión, la participación de los trabajadores. En Puerto la Cruz estamos impulsando para
el 2, 3 y 4 de mayo un congreso regional de trabajadores petroleros para darnos una política nacional de
impulso de la cogestión obrera.

Nosotros observamos que la burguesía se está reagrupando, que hay planes de sabotaje en la industria
eléctrica, que no se han ido todos los golpistas de PDVSA y la situación de las fuerzas armadas, aunque se
han depurado en gran medida con los generales que se fueron a la Plaza Francia, sabemos que la única forma
de que podamos derrotar a la burguesía es profundizando la revolución. Es necesaria la participación de la
clase obrera como clase revolucionaria en este proceso, como ya lo hizo en diciembre impidiendo el golpe de
estado. Sabemos muy claro que estamos peleando por la soberanía de nuestra patria. El monstruo del
imperio de EEUU necesita cada vez más nuestros recursos, particularmente el petróleo. La burguesía que
tenemos acá es históricamente parasitaria, que vive del petróleo, que vive del estado, una burguesía que
nunca estuvo comprometida con el desarrollo del país. Desde el punto de vista capitalista es una burguesía
incapaz de poder sobrevivir sin el estado. Ahora con las medidas de control de cambio y otras, a pesar de no
ser medidas revolucionarias, sino dentro del marco capitalista, por la gran descomposición y parasitismo de
la burguesía ésta se ha lanzado a una lucha a muerte.

En la nueva oleada que se viene, nosotros apostamos por la organización nacional de la clase obrera para
enfrentarles. Esta es una lucha histórica de los trabajadores, del pueblo, de los campesinos, de los indígenas
que quieren liberarse. No es una lucha nueva sino que viene de más de 500 años. Apostamos a profundizar la
revolución. Si la revolución no se profundiza, si la clase obrera no logra sus conquistas políticas, entonces
seremos derrotados. Pero ya hemos aprendido, no vamos a hacer como los sandinistas que negociaron todo,
no hay posibilidad de negociar. Esta revolución no se negocia, se profundiza.

EM.— Para nosotros la revolución tiene que profundizarse en dirección al socialismo, es decir el control
obrero en las empresas estatales y la nacionalización bajo control obrero de los bancos y las empresas
privadas (de la alimentación, medios de comunicación, etc) para que sena gestionados democráticamente
en beneficio de la mayoría.

JB.— Ahora mismo se está dando una discusión de abajo a arriba. Nosotros nos oponemos por ejemplo al
pago de la deuda externa que está desangrando a nuestro pueblo. En un país en que la renta petrolera es la
mayor parte del ingreso no tiene ningún sentido ingresar el pago de los salarios del sector público a la banca
privada. Estas son batallas que vamos dando hacia la derrota de la burguesía. Somos conscientes de lo que
significa el capitalismo y más en este país, dónde no existe una burguesía industrial. O llegamos al
socialismo o vamos hacia la barbarie. No estamos solos en el mundo. Vemos los procesos que se están dando
en el mundo. En Brasil, independientemente de la política de Lula, pero más allá de él hay unas masas, unos
campesinos que luchan por un cambio. También en Ecuador, más allá de Lucio está el movimiento del
pueblo de los campesinos. En Bolivia vemos las luchas indígenas, en Argentina y por supuesto en Venezuela.
Incluso en Europa hay un movimiento contra la invasión y la masacre del pueblo iraquí. Nosotros apoyamos
al pueblo iraquí, más allá de su gobierno, porque creemos en la autodeterminación de los pueblos y serán los
pueblos los que luchen por el gobierno que quieran y nadie es quien para masacrarlos por el petróleo. Quedó
muy claro el papel de las NNUU que no son más que un colchón de las superpotencias. Cuando se trata de
sus intereses, las NNUU actúan, pero ante las luchas de los pueblos, las NNUU actúan como quinta columna
del imperialismo.

Aquí en Venezuela tenemos la presencia de Gaviria, secretario general de la OEA, que está representando los
intereses de las oligarquías de América Latina y del imperialismo de EEUU, pretendiendo negociar la
revolución para que no avance. La presencia del Grupo de Amigos, que en realidad son enemigos de la
revolución. ¿Cómo es posible que el gobierno de España que apoyó el golpe de Abril, hoy venga acá como
"amigo"?

La posición de Aznar en la guerra de Iraq es vergonzosa y encima ni le llevan al rancho de Bush en Texas.
Sabemos muy bien que no representa al pueblo ni a los trabajadores ni a los estudiantes en España. Sabemos
que más del 90% de los españoles están en contra de esta invasión. Lo mismo con Bush y Blair.

Por todo esto decimos que no estamos solos en nuestra lucha. Como dijo el comandante Che Guevara, el
presente es de lucha, el futuro nos pertenece. El futuro de la humanidad nos pertenece a los trabajadores.

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