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ABC VIERNES 14—9—2007 77

La mujer del
corresponsal
No está bien hablar de nia que sonríe, que sabe que En-
rique no puede vivir sin esos
nosotros, por eso viajes, sin estas cosas, sin esas
mejor hacerlo de ellas. guerras. «Lleva tantos años ha-
ciéndolo», piensa para sus
No está bien hablar de adentros mientras envía su cró-
Luis de Vega, Serbeto, nica desde Bruselas a alguno
de los medios para los que ella
Villapadierna o Alberto nunca ha dejado de trabajar.
Sotillo. Por eso mejor La mujer del corresponsal
de guerra. La misma que ve, co-
hacerlo de Rosa, Virginia, mo la mía en su día, cómo su
Teresa, Luisa... marido, sólo unas horas des-
pués de haber nacido su pri-
mer hijo en un hospital de Jeru-
salén, la deja con su bebé y se
POR JUAN CIERCO marcha a Belén, saltándose va-
rios controles militares, para
MADRID. Una llamada de telé- seguir la ocupación militar is-
fono a las cinco de la madruga- raelí de la Basílica de la Nativi-
da. Un urgente escupido bien dad, en una Intifada en la que
entrada la noche por una agen- nacieron algunos pequeños pe-
cia de noticias. Una idea genial ro murieron muchos más.
de un inspirado jefe en Ma- Y el peligro siempre a la
drid. Un terremoto en la otra vuelta de la esquina. Asumido,
orilla del mundo. Un secuestro que conste. «Todo va bien, no te
que da pie a una guerra. Una preocupes», transmites sin de-
guerra que se hace eterna... masiada credibilidad mien-
«Teresa, me voy a Saraje- tras preguntas por tus hijos,
vo», y Teresa que se queda con por tus amigos, por tu familia.
las niñas mientras Ramiro se Hasta que el teléfono suena
sube a su destartalado automó- de vuelta. Y ya no es la voz de tu
vil y se mete kilómetros, y ho- marido la que se oye al otro la-
ras, y días, y semanas de bom- do. Sino la del director de tu pe-
bardeos que le afectan a un oí- riódico, de tu televisión, de tu
do para siempre. agencia, para comunicar que
Y se enciende Afganistán. Y no se sabe nada de Julio, de Ri-
estalla Kosovo. Y revienta cardo, de Miguel, de José desde
Irak. Y se retuerce Palestina. Y hace horas, que han desapare-
se revuelve el Magreb... cido, que algo ha pasado, que es-
«Luisa, marcho a Irak, te lla- tá en el hospital siendo operado
maré cuando pueda», y Luisa de urgencia...
que ya se lo sabe de memoria, y Y allí, en la soledad de una
lo comprende mejor que nadie, casa más vacía que nunca, Mó-
a fin de cuentas es periodista, nica, la mujer de Julio Fuen-
de las buenas, de las valientes, tes, se rompe en mil pedazos,
y no frunce el ceño hasta que tantos como los que hay que re-
Alberto ha cerrado la puerta unir de la madre de Ricardo Or-
por segunda vez, la primera se tega, o de la de Miguel Gil, o de
ha vuelto a abrir porque se ha- los hermanos y la madre de Jo-
bía olvidado ese libro que devo- sé Couso...
rará a la luz de las velas bajo el «Nunca pasa nada». Hasta
eco de unas bombas que casi que pasa, hasta que Mariane,
siempre estallan demasiado la mujer de Daniel Pearl, emba-
cerca. razada, enamorada, se rebela
Y el teléfono que no suena. Y contra la tozuda realidad y lu-
el satélite que no funciona. Y el cha sin éxito por rescatar y re-
mensaje que no llega. Un día, y sucitar a su marido.
otro. Y esa llamada a la redac- Ni Rosa, ni Teresa, ni Virgi-
ción para que avisen a casa. nia, ni Luisa, ni Nuria han teni-
«Estoy bien, decírselo a Rosa do que pasar por lo de Mónica,
por favor, la llamaré en cuanto por lo de Mariane. Se han pega-
os mande la crónica pero no os do muchos sustos. Se han temi-
olvidéis de darle el recado». Y do muchas veces lo peor. Se
Salvatierra que habla con Rosa han resignado ante la cabezo-
para tranquilizarla. «Luis está nería de unos insensatos que
bien, te llama en seguida, no te iban en la dirección siempre
preocupes». Y Rosa que se lo equivocada, hacia un destino
cree a medias, que respira hon- del que los demás huían. Algu-
do, que se marcha a trabajar al na de ellas quizás, en su sole-
hospital con la mosca tras la dad, se lo habrá imaginado. No
oreja. lo sé. Nunca se lo hemos pre-
«Virginia me voy a Kabul. guntado. Eso queda para la mu-
No sé cuándo volveré». Y Virgi- jer del corresponsal.

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