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Verdades Bíblicas, http://www.jba.gr/es/index.

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Isaías 61:1-3

En Isaías 61 encontramos una profecía sobre el Señor Jesús.


Empezando desde el verso 1 leemos:

Isaías 61:1-3
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió
Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a
vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los
cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la
buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a
consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion
se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto,
manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados
árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.”

Esta profecía se refiere a Jesucristo quien de hecho la leyó


muchos años después en la sinagoga de Su país. Estas son algunas de
las cosas que Jesús vino a completar. Jesucristo vino a sanar al de
corazón quebrantado. ¿Tu corazón ha sido herido, quebrantado por
algo? Puede que el dolor sea grande, pero hay alguien que puede
sanarlo, el Señor Jesucristo. Dios lo envío para sanar a los de
corazón quebrantado. Hay algunas heridas que no se van
rápidamente, sin embargo, todas las heridas necesitan a Jesús para
ser sanadas. No escondas tu herida de Él, no hagas como que no

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existe. Una herida es algo real y no va a engañar más que a nosotros


mismos al considerarla como inexistente, aún estando ahí. Abre tu
corazón a Jesús, Él es el Sanador; pídele que lo visite y lo sane.
Algunas heridas toman tiempo en desaparecer pero todas son
sanadas si se les entregan al Señor. Él vino a sanar tus heridas; a
abrir la prisión que te encierra y a liberarte, a consolar a los
enlutados, a darles gloria en vez de ceniza, gozo en lugar de luto. Sí,
hay alguien que puede consolarte y sanarte; hay alguien que puede
extender Su mano y ayudarte. La herida no necesariamente debe
permanecer ahí para siempre, ni tampoco estás condenado a estar
encerrado en una prisión. Extiende tu mano al Señor, acércate a Su
trono confiadamente para encontrar ayuda en tiempo de necesidad
(Hebreos 4:15-16). Todos necesitamos ayuda, todos sufrimos de
heridas y todos necesitamos del Señor para que nos libere de ellas.
Él comprende nuestras debilidades y en Él encontramos la ayuda, el
aliento y la sanidad que necesitamos.

Hebreos 4:15-16
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse
de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según
nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues,
confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y
hallar gracia para el oportuno socorro.”

Tassos Kioulachoglou
Español: Aleida López de Steinmetz

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