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Reflexiones sobre:

“Ciencia y tecnología, Juntas pero no revueltas”

Dr. Sergio Anchorena1

En el año 1987 tuve mi primera aproximación a la epistemología y la metodología de la ciencia,


en aquella época, Ingeniero, recién recibido, tome un curso con Juan Samaja, y eso nos llevó a
una amistad y a interminables discusiones respecto de que “eso”, investigar, producir
conocimiento, no era lo que hacíamos los ingenieros, que nosotros (tanto como loe médicos)
tratábamos de intervenir sobre la realidad, descubrir problemas concretos, inventar productos
(bienes o servicios) que dieran respuesta (solución) a esos problemas, y que esos productos no
eran juzgados por la verdad o falsedad de los conocimientos en los que se fundaban, sino por
el simple hecho de si funcionaban (solucionaban el problema) o no, y si esta solución no traía
aparejados más o peores problemas que aquellos que le habían dado origen. “Si duda -le dije-
un conocimiento verdadero, es una herramienta poderosísima para hacer que los productos
funcionen, pero cuando uno le pega con una chancleta al TV que tiene rayas en su pantalla –
remarqué- no le está pidiendo que sea verdadero, le está pidiendo que funcione”.
Siete años después, 1994, ya profesor en Ciencias de la Educación, y con una Maestría en
Ciencias Sociales, tuve la oportunidad de hacer otra Maestría, esta segunda en Epistemología y
Metodología de la Ciencia (ahí fuimos compañeros con Emilce Moler), para ese entonces sabía
cómo “vender” un proyecto de investigación en un formulario de subsidio, pero no podía
forzar a entrar en esos formularios mis proyectos tecnológicos. Por ese entonces era
coordinador de contenidos de Educación Tecnológica en el Ministerio de Educación de la
Nación, bajo la dirección de Cecilia Braslavsky, y tuve oportunidad, en ese trabajo, de
contactarme con otros (pre)ocupados por la tecnología: Hector Pueyo, de ORT; Pablo Togneti
y Tomás Buch, del INVAP; Abel Rodríguez de Fraga, de la UBA y ORT, Aquiles Gay y Miguel
Ferreras, de la UNC; Antonio Álvarez, de la UTN y el Ministerio de Educación de Mendoza,
entre otros. Pues bien, para esa maestría escribí mi tesis de protesta titulada “Ciencia y
Tecnología, Juntas pero no revueltas” donde intentaba aclarar, y aclararme, algunas ideas
sobre las especificidades (intereses, valores, metodologías, productos, modelos, productores,
historia, etc.) y las relaciones entre la actividad científica y la actividad tecnológica. Entre mis
apreciaciones sostenía que acaso “la clásica exclamación ¡lo que es la ciencia, eh!, debería
transformarse [en la mayoría de los casos] en ¡lo que es la tecnología, eh!”.
Hoy a 15 años del inicio de esa maestría y a 12 de ese, mi segundo trabajo de tesis, ahora
Licenciado en Economía, doctorado post doctorado en temas de dinámicas no lineales y
sistemas complejos, no me arrepiento de muchas de las cosas que escribí en aquel trabajo, y
me siento honrado de que, al menos su título, llegue hasta ustedes. Para terminar, repito el
final del trabajo escrito en esa época:

1
Es Ing. Civil, Lic. en Educación, Lic. En Economía, Magister Scientae en Epistemología y Metodología de
las Ciencias, Doctor en Sistemas Autómatas (España), Post Doctorado en Sistemas Autómatas (Brasil).
“aunque la Ciencia y la Tecnología sigan apareciendo juntas, agrupadas bajo la sigla CyT, que no
sigan apareciendo revueltas, esto es, se hable de tecnología cuando es tecnología y de ciencia
cuando es ciencia, y que en los organismos académicos y de gobierno se evalúen las
producciones de una y otra actividad con los criterios propios de cada una de ellas”
Sergio Anchorena
Brasil, invierno de 2009

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