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L I T E R A T U R A I N F A N T I L Y J U V E N I L 89

EL LIBRO EN LA PANTALLA

¡Oh capitán, mi capitán!


“Mas ¿no ves, corazón, oh corazón,
cómo los hilos rojos van rodando
sobre el puente en el cual mi capitán
permanece extendido, helado y muerto?”

Walt Whitman

Juan Carlos Paredes*

A
lguno me llamará loco, lo sé, mezcla entre las aventuras históricas de tor de Las aventuras del capitán Ala-
pero necesito asentar desde ya capa, espada y corte con las que Dumas triste, quiero dejar claro también que el
las bases de mi postulado: la dosificó por entregas a arrojados mos- Alatriste (2006) de Agustín Díaz-Yanes
serie de Las aventuras del capitán Ala- queteros del rey, condes vengativos y tu- es una estupenda película, un fresco épi-
triste, de Arturo Pérez-Reverte, es el lipanes negros, y el ambiente, los perso- co e histórico raro y audaz en nuestra ci-
acierto narrativo más logrado en España najes y el habla de la cainita España de nematografía y una adaptación digna y
desde aquellos textos milagrosos a cargo Calderón, Cervantes, Lope o, más con- respetuosa con el espíritu del autor y,
de nuestros áureos escritores del XVI y cretamente, de aquel Madrid de los aunque de otros personajes, bien es cier-
el XVII; y la más inspirada y caprichosa mentideros, las bulliciosas calles regadas to, no podría decirse lo mismo (a esto
invención literaria desde el Sherlock con el “agua va” y los lances de honor: iremos más tarde), fiel hasta el último re-
Holmes del gran Sir Arthur Conan Doy- ya sean físicos con toledana y vizcaína suello con ese hombre poco piadoso, pe-
le y los maravillosos folletines de Alejan- en mano, ya fueran las agarradas litera- ro muy valiente, interpretado magistral-
dro Dumas (padre). De hecho, el corpus rias entre el conceptista Quevedo y el mente por Viggo Mortensen. Pero de
de los cinco relatos del cartagenero, por culterano Góngora. igual manera sería de menguados negar
cuyas venas circula la ajada pero apasio- que los febriles diletantes de las novelas
nada tinta de aquellos autores, podría Dicho lo cual, si lo ya declarado no nos hemos encontrado con una versión
calificarse como una feliz e instintiva permite dudar de que soy un rendido lec- incomprensiblemente reducida y algo in-
completa; pero de esto, supongo, poca
culpa tendrá Díaz Yanes. Empaquetar
cinco libros en dos horas y media era mi-
sión más que imposible. Además de inne-
cesaria. Y poco ambiciosa, pues si su re-
corrido por la taquilla no se desvía
mucho del cauce impuesto por el primer
fin de semana, los productores en breve
recuperarán el dinero invertido y empe-
zarán a ganar antes y más de lo que espe-
raban. Allá ellos y que con su pan se la
coman. Lo cierto es que lo que hubieran
podido ser varias películas, pulidas y bien
hilvanadas, ha resultado un único largo-
metraje, interpretado a la perfección y
ambientado con rigor y buen gusto, pero
que, debido a las numerosas elipsis a las
que Díaz Yanes se ve obligado a recurrir,
al espectador profano en la obra de Pé-
rez-Reverte le parece confeccionado a re-
“ L a s a v e n t u r a s d e l c a p i t á n Ala t r i s t e ” tales, mientras que el curtido en las an-
Arturo Pérez-Reverte. danzas del capitán soldado sufre como
Editorial Alfaguara. insuficiente y de alguna manera mutilado.
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que el propio Alatriste, pues además de


narrador es protagonista. Esta feliz cir-
cunstancia ocurre también en las ambi-
guas páginas de La isla del tesoro del
maestro Stevenson. También Jim es el na-
rrador protagonista que termina ensom-
breciendo la gigantesca figura de John Sil-
ver. De hecho, tanto como de un duelo a
espada del capitán, el lector es incapaz de
pasar sin las memorables y perturbadoras
escenas de amor/odio entre el chaval de
Oñate y Angélica de Alquézar. De este
modo, ahondando más en la referencia,
Íñigo, como Jim, también flirteará, en el
sentido más etimológico del término, con
el enemigo. Reconozco, eso sí, pataleta
absurda del que se hace una película dis-
tinta a la del director, que echo de menos
los largos tirabuzones rubios y los ojos
azules de la sobrina del Secretario Real, y
más cuando el autor, sus razones tendría,
lo ha venido recalcando dos o tres veces
en cada novela entregada.

ENTRENIMIENTO Y PEDAGOGÍA
Bien sabido es que cuando Arturo
Pérez-Reverte fue publicando su serie
de novelas, declaró su decidida inten-
ción de ayudar a preservar la memoria
histórica tras comprobar, anonadado
(cortesía de la LOGSE), que un libro de
texto de su hija apenas dedicaba página
Cartel de la película Alatriste (2006). y media al Siglo de Oro español. Y lo ha
cumplido. Sus novelas se han ido con-
virtiendo, y cada vez más, en episodios
L A A D A P TA C I Ó N paña Álvaro de la Marca respira amistad históricos de aquella España que, en lo
y admiración por el soldado que le salvó primordial (mandamases corruptos, igle-
Si esto fuera una crítica cinematográ- la vida años atrás en los Querquenes. En sia poderosa y sorda ante los gritos de la
fica, les aseguro que jamás afirmaría lo la película, sin embargo, mira por encima pobreza, vileza de alma, curiosidad mor-
que a continuación voy a teclear, me cen- del hombro desde el principio al capitán bosa por las vidas de otros, necedad an-
traría en lo que me han contado y no pe- Alatriste, es altivo, snob y no lo respeta: te el talento ajeno), poco ha cambiado.
diría cuentas por lo que no existe en la ¡un tonto, vamos! Si acaso, aquellos fueron años gloriosos
pantalla, pero como aquí prevalece el en ingenios artísticos. Sobre todo, litera-
asunto literario, entro un poco más al de- Conste que, por otro lado, no me me- rios: Calderón, Lope de Vega, Cervan-
talle de la adaptación. Señalado ya lo lau- to en las obligadas modificaciones en las tes, Tirso, Quevedo, Góngora… se pa-
datorio en líneas anteriores, diré, ampara- historias de los libros, ni echo de menos a searon cerca. Aunque, demasiado alto
do por la razón del modo más objetivo los personajes esquivados, tampoco entro anda el listón para hacer comparaciones,
posible, que hay dos personajes que me en la caprichosa elección de Blanca Porti- soy de los que ven siempre la botella
chirrían: el de Garrote, final inapropiado llo para encarnar a Bocanegra, ni en el medio llena y esta XXª centuria, que to-
encontró en aquella bodega rebosante de salto temporal de diez años que pega Íñi- davía atisbamos no demasiado lejos, no
oro el compañero de armas del capitán go, con lo que la relación entre el capitán ha sido tampoco manca para la literatura
en Flandes, y, sobre todo, el del conde de y su protegido no será la misma que la re- en lengua española. Lo cierto es que, en
Guadalmedina, quien, en mi opinión, no ferida en las novelas. Y es que Díaz Yanes cada aventura, Íñigo nos cuenta, con el
se ajusta a la realidad literaria. Durante las se ha percatado de que el joven Balboa idioma del Siglo de Oro o la germanía
primeras cuatro novelas, el grande de Es- carga con la misma importancia o más de los bravos y jaques que lo poblaron,
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sin estridencias grandilocuentes ni pa- Lástima, pues, no volver a los años pú- Yelmo de Mambrino no era sino un “baci-
rrafadas catedralicias, partes incorruptas beres para saborear con aquellos ojos las yelmo”. Aunque, a decir verdad, lo que
de nuestra historia, momentos de nues- versiones escolares del capitán Alatriste. Si siento ahora es esa humana envidia literaria,
tra España que se quedan temblando en nos hemos deleitado con más de treinta que a menudo nos asalta a los librófagos, de
nuestras mentes, sacudidas al asimilar abriles cumplidos, imagínense lo que hubié- los que se aprestan a tomar entre sus manos
con nula dificultad la letra que, en las es- ramos disfrutado cuando nos poseía el de- la primera entrega de la serie con la firme
cuelas, con sangre debía entrar. Letra monio de la curiosidad, cuando nuestra intención de adentrarse de nuevas en sus
que casi nunca entró, por supuesto. imaginación fecunda no requería de alas pa- páginas, o de todos aquellos afortunados
ra volar, cuando la ingenuidad fluía caudalo- que están a punto de cerrar con satisfacción
Pero no quiero que se me malinter- sa por nuestra mente, revelándose ésta inca- aquella primera escaramuza literaria, con la
prete. La colección de Las aventuras del paz de reprimir la emoción. Nada nos deslumbrante y vital conversación acaecida
capitán Alatriste, de la que por cierto saciaba y todo, hasta el más insignificante de en las privadas dependencias de Olivares,
existe una versión escolar, no es sólo los acontecimientos, nos producía admira- sabiendo que aún les quedan por delante
aconsejable porque predique educando y ción y asombro. Porque, ¿cuántos de nos- cuatro volúmenes más. Pero nada puede
nos suministre información, sino que, otros sufrimos el pomelazo histórico en evitar que anhele, desde luego, el día que
como en toda buena obra, su modelo nuestras caras con aburridos libros cuya Arturo Pérez-Reverte entregue por fin la
creativo y estético trasciende el mensaje función se limitaba a escupir datos y fechas sexta novela de la saga; y espero todavía
que su autor pretende a la vez divulgar. que había que memorizar? ¿A cuántos de más si cabe, con la ilusión del lector que re-
Lo atractivo de los hechos y su vocación nosotros nos forzaron a leer en nuestra lee una y otra vez la obra que le entusiasma,
pedagógica son inestimables en estas no- adolescencia o juventud precisamente El el momento mágico en que el tiempo y el
velas, pero antes de percatarnos de estas Quijote o El buscón sin ayuda, guía o no- silencio me permitan volver a sumergirme a
dos virtudes poco artísticas, nos descu- tas? ¿Cuántos los terminaron y, lo que es pulmón libre en cualquiera de las aventuras
brimos ensimismados paladeando hasta más importante, los comprendieron? Re- del capitán Diego Alatriste y Tenorio.
la última palabra, memorizando la frase cuerdo aquellas aburridas clases de literatura
que la contiene, volviendo a leer sus bri- en las que el profesor se limitaba a pregun-
llantes hallazgos lingüísticos, repitiendo tar el más recóndito pasaje de un libro para * Juan Carlos Paredes estudió Filología Española en la
Universidad Complutense de Madrid. Escribe sobre cine en la
alguno de sus precisos diálogos, de los comprobar si habíamos cumplido con la di- revista francesa L'Écran Fantastique (especializada en cine
mejores que se han escrito, por cierto, en chosa lectura obligatoria, pero nunca nos Fantástico) y, en España, en la revista Acción.
nuestro parnaso ibérico desde los apare- explicó por qué y para qué el buen Sancho Comentarios o sugerencias al autor a:
cidos en El Quijote o El Buscón. hace creer a su señor don Quijote que el paredesjc@telefonica.net

Fotograma de la película Alatriste (2006).

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