Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Durante el primer medio siglo de vida independiente los cubanos solíamos referirnos
nostálgicamente a “la república que soñó Martí”. Era un recurso retórico generalmente
utilizado para quejarnos de la realidad política y social del país. Lo que allí sucedía,
aparentemente, no era lo que Martí se había propuesto crear. Algo había salido mal. Algo
no había funcionado. ¿Qué sucedió? ¿Qué era lo que tenía Martí en la cabeza cuando
convocó a la lucha por la independencia en 1895, y por qué embarrancó aquel proyecto
que tanta sangre y sacrificio costara? Los papeles que siguen tratan de responder esas dos
preguntas.
A los 16 años, en 1869, Martí tuvo su primer encontronazo con la justicia española por
agradable, buen poeta romántico, mientras D. Mariano, el padre de Martí, era un militar
de bajo rango, limitada educación y no muy buen carácter, de manera que es explicable
que aquel niño sensible y extremadamente inteligente que fue Martí, sin advertirlo, y sin
1
dejar de profesarle un gran cariño a su padre, haya efectuado psicológicamente un cambio
mentor.
categorías vecinas que casi siempre iban juntas. Su mundo adolescente −y ahí está el
emular. Esa visión formaba parte de la sensibilidad romántica y Martí la había adquirido
en la casa de Mendive, a veces en el patio del colegio, donde los muchachos recitaban los
versos patrióticos del maestro. Allí, quizás, también decidió que el desinterés económico
era una virtud extraordinaria, cuando vio a su amado profesor empeñar su reloj “para
prestarle seis onzas a un poeta necesitado. Y luego −dice Martí− yo le llevé un reloj
Esa primera patria a la que se asoma Martí es pura emoción, puro romanticismo
espiritual y estético. Es en esa etapa y dentro de esa atmósfera psicológica donde Martí
comienza a sentirse cubano. Naturalmente, pudo haber sido de otro modo si el azar no lo
Leonor Pérez, era canaria, su padre, D. Mariano, era un militar valenciano, él era el
primogénito de la familia y había viajado a España siendo niño, lo que pudo acercarlo
más a esas raíces. Incluso, D. Mariano había participado activamente en la lucha contra la
expedición de Narciso López durante el primer intento violento de los cubanos por
2
separarse de España, y es posible que la primera versión de esos hechos que el niño
De alguna manera, para Martí, ser cubano fue una elección en la que no faltaron
agónicas contradicciones. Para él, ser cubano era una identidad escogida, no heredada.
Sus circunstancias personales, al menos dentro de las cuatro paredes del hogar, eran muy
españolas. Muy integristas, como entonces se decía, aunque probablemente sin gran
ese debate, y ambos fueron siempre muy solidarios con el hijo amado, pero la familia
Antilla.
En todo caso, hasta ese punto −16 años, poca formación− lo que Martí sueña es
con que Cuba se autogobierne y sea independiente. Sueña con una nación. Eso es lo que
tiene edad ni lecturas para una reflexión de esa naturaleza. Sin embargo, junto a la
ideas liberales, que solían ser las de los partidarios de los cambios. Mendive, como casi
todos los patriotas de su época, y como una buena parte de la población española, pero de
En efecto, desde principios del siglo XIX, y aún antes, desde fines del siglo
XVIII, la sociedad española se fue alejando paulatinamente del pensamiento del antiguo
3
fanático en materia religiosa, carente de libertades, aristocrático− para dar paso a la
mentalidad propia de los estados modernos caracterizados por los valores opuestos
surgidos de la Ilustración: defensores del control del parlamento sobre los gobernantes y
democráticos, tolerantes en las cosas del espíritu (de ahí el auge de la masonería entre los
Cádiz de 1812 y cuajó, posteriormente, una década más tarde, en la cátedra de Derecho
Seminario de San Carlos. Es verdad que Fernando VII se encargó de hacer abortar ese
El mismo años en que Martí nació, en 1853, murió en España Juan Álvarez
Mendizábal, un prominente político liberal que en 1836 (había regresado del exilio dos
años antes) “desamortizó” −literalmente: sacó del mundo de los muertos− las enormes
que también afectó al clero en las colonias antillanas. Tal vez los cubanos de nuestros
días lo ignoren, pero aquel capitán general Miguel Tacón, llegado a la Isla en 1834 para
4
instaurar un régimen de control policiaco realmente severo, se consideraba un liberal,
como liberal fue, y de los importantes, Leopoldo O’Donnell, cruel represor en Cuba
España de su tiempo.
Diez Años. Martí es detenido, juzgado y condenado a seis años de cárcel por firmar una
−profética reiteración−, por haberse enrolado en el ejército español para combatir a los
insurgentes, y le recuerda que él, Castro, es un discípulo de Rafael María Mendive, lo que
tres han ejercido, o ejercerán pronto, el mando en Cuba: Francisco Serrano −el llamado
Antonio Caballero de Rodas. Otro de los firmantes, Juan Prim −ex Capitán General en
Puerto Rico, donde gobernó con la punta de la fusta−, tuvo una cierta amistad con Carlos
5
Exiliada la reina Isabel II y derrocada la dinastía, los golpistas buscan a otro
del Parlamento, que sea demócrata y católico. Por fin, encuentran a un príncipe italiano
de la casa de Saboya, hijo del rey de Italia, quien en noviembre de 1870, tras ser elegido
por la mayoría del Parlamento español, jura su cargo como Amadeo I. Cuba, pues, tiene
un rey italiano-español y parece ser el monarca perfecto: liberal, masón (con licencia
papal) y tolerante. Previamente, en 1869, las Cortes han aprobado una Constitución
conspiraciones de los militares, las divisiones entre las distintas facciones liberales, los
depuesta), hacen al país ingobernable. “Esto es una jaula de locos” exclama, desesperado,
más de una vez, el pobre rey italiano. Por fin, en febrero de 1873 abdica y regresa a Italia,
e inmediatamente se declara la primera República Española. Entre las personas que viven
apasionadamente esos hechos en España está José Martí, entonces un joven estudiante
artículos en la prensa.
6
popular para cambiar el régimen en España, les nieguen a los cubanos esos mismos
término, porque entonces no existía, pero hace una clara defensa del “derecho a la
autodeterminación”.
Sin embargo, la experiencia de esa primera república española debe haber sido
contradictoria para Martí: se exacerban todos los conflictos internos en la Península, pero
reglas que conceden una enorme dosis de autonomía a las regiones, pero lo que sucede es
que España casi se desintegra en una lucha que incluye conspiraciones militares, graves
consecuente bombardeo de Almería por los insurrectos, quienes, entre otras locuras,
piden ser anexionados por Estados Unidos. Es en ese clima caótico donde se justifica la
frase lapidaria y desesperada, aunque escasamente elegante, con que el primer presidente
de estos hechos, largándose subrepticiamente a París: “estoy hasta los cojones de todos
nosotros”. Realmente, visto a siglo y medio de distancia, lo que parece asombroso es que
Cuba una guerra colonial terriblemente impopular y costosa. En ese momento Martí ya
naufragaba la república con gran pena y sin ninguna gloria. Pocos días más tarde, casi al
7
terminar el año, el general Arsenio Martínez Campos, para alivio de casi todo el país,
puso fin al fallido intento republicano y le dio inicio a la restauración de los Borbones
El Martí graduado de derecho y filosofía que abandonó España, aunque todavía muy
joven −apenas 21 años−, probablemente ya había adquirido una formación ideológica que
seguramente no tenía cuando arribó a la Península. El muchacho que a los 16 años soñaba
con una nación independiente sin definir su estructura, ya era un joven abogado que había
aprobado cursos de Derecho Político y, sobre todo, había presenciado in situ el intenso
convivencia ciudadana.
Sin duda, ese tipo de gobierno −pensaba−, pese al guirigay en que había devenido
y equilibrios con los tres clásicos poderes independientes, autoridad limitada, y periódica
rendición de cuentas. También, sin duda, creía en la superioridad del método democrático
para tomar las decisiones colectivas y para designar a los representantes del pueblo con el
fin de administrar los órganos de gobierno. Martí, pues, era un republicano liberal y un
Estado, ni un socialista que predicaba el igualitarismo. Por el contrario, tenía muy claro
(y así lo expresó más adelante) el papel creador de riqueza de los empresarios privados y
la inevitabilidad de las diferencias económicas, que no surgen, como creían los marxistas
−el texto que sigue está escrito en 1883, el mismo año en que murió Marx− de la
8
propiedad de los medios de producción, sino de las peculiaridades intelectuales,
“Los hombres inferiores ven con ira la prosperidad de los hombres adinerados, y
éstos ven con desdén los dolores reales y agudos de los hombres pobres. No se detienen
aquéllos (…) a ver que los hombres ricos de ahora son los pobres de ayer; que el hombre
leal, heroica y respetable, sobre los demás hombres; que del resultado combinado del
genio, don natural, y la constancia, virtud que recomienda más al que la posee que al
genio, no puede responder como de un delito el que ha utilizado las fuerzas que le puso
obra confusa ajena, aquella que ve como trozo de su entraña y ala arrancada de sus
común entre los cubanos y los españoles progresistas de su tiempo y están vinculadas a
Francisco de Arango y Parreño, José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y
Caballero, José Antonio Saco −por sólo mencionar los más notables−, y luego se
prolonga en figuras ya contemporáneas de Martí como Ignacio Agramonte (n. 1841) −el
más enérgico y claro defensor que tuvo el liberalismo en su tiempo−, Enrique José
9
Varona (1849), o los brillantes autonomistas José Antonio Cortina (1851), Rafael
autonomistas y anexionistas−, pero compartían las mismas ideas sobre las características
esenciales que debería tener el Estado de Derecho idóneo para organizar la vida pública
de los cubanos, y éstas eran las propias de las sociedades liberales surgidas de la
primera Constitución de Cuba en armas, el modelo que tienen en mente −y así lo declara
Céspedes en una carta que hace circular−, es la constitución norteamericana, extremo que
no deja de ser una ironía, porque los liberales españoles a los que combate, al otro lado
del Atlántico, en ese mismo año redactan su nueva constitución, la más liberal de su
Yaya, tuvo más largo aliento). Este nuevo texto está integrado, como era de rigor, por una
parte dogmática, una parte orgánica que describe las instituciones de gobierno, y una
cláusula de reforma que explica cómo modificarla. Se trata, pues, de una Constitución
claramente liberal, y lo probable, pues, es que ese documento final hubiera tenido el visto
bueno de Martí, porque no hay en él absolutamente nada que pugne con el pensamiento
del Apóstol, dado que la Enmienda Platt −a la que seguramente se habría opuesto− no
formaba parte del texto aprobado por los constituyentes, sino fue un apéndice impuesto
10
Lo que quiero decir es que la famosa república que soñó Martí fue la que se
estrenó el 20 de mayo de 1902, aunque con las limitaciones humillantes que le imponía la
institucional razonable, y la Isla contaba con el capital humano indispensable para que el
constituyentes que firmaron el texto, o el gabinete de Estrada Palma, para advertir que la
media intelectual era bastante elevada. El novelista Carlos Loveira calificaba con cierta
ironía a esa clase dirigente cubana de los primeros tiempos como de “generales y
doctores”, pero ni es extraño que los generales presidan las repúblicas democráticas
cuando se hace la paz −Washington, Jackson, Taylor, Grant, Eisenhower son buenos
andadura en 1902, y es ingenuo pensar que su sola presencia, de no haber muerto en Dos
como Enrique José Varona y Rafael Montoro −ambos políglotas, cultísimos y refinados,
11
constructivamente en la vida política sin mancharse, pero también sin lograr un cambio
República? La Cuba de 1902 tenía problemas muy concretos, que se pueden resumir
cultural y los relacionados con factores materiales concretos. Los de carácter histórico-
cultural eran, por lo menos, cinco problemas intangibles, pero medulares, que afectaban
sido gobernada desde España a lo largo de toda su historia. Durante una buena
parte del siglo XIX no hubo otra autoridad que la voluntad del Capitán General
2. El poco respeto que la clase dirigente criolla sentía por el cumplimiento de la ley.
leyes que afectan de la misma manera a todas las personas (the rule of law),
exitosas. Ese desprecio por la ley no era sólo una actitud de la clase dirigente:
12
corruptos o a los que violaban las reglas, como se comprobaba elección tras
3. El culto por la violencia y por los hombres de acción. Las virtudes intelectuales y
morales pesaban menos que el prestigio que confería el valor personal. Las
favorita de la sociedad cubana y no el respeto por las virtudes cívicas o por los
revolucionario.
menos que el culto por ciertos líderes que, a su vez, estimulaban esos vínculos
de principios del siglo XX, la mambisa, los cubanos se agruparon tras José
Miguel Gómez (el primer caudillo que conoció el país), Menocal o Machado, tres
por los que se recibía un salario sin tener que trabajar− para recompensar a los
13
5. Desprecio por el trabajo manual. Dentro de la peor tradición latina (no sólo
hispana), los criollos tendían a no cultivar los trabajos manuales y los oficios, por
los que tenían poco respeto. Era una sociedad con muchos más abogados que
prestigio, quizás porque en época de la esclavitud ésos eran los trabajos que
desempañaban los negros libertos. No en balde, no fue hasta fines del siglo XVIII
cuando Carlos III emitió su Real Decreto dejando sin efecto el carácter vil y
problemas materiales que tuvo que afrontar la República fueron los siguientes:
tránsito político y económico hacia una nueva etapa, la guerra tuvo un alto costo
económico y arruinó a una buena parte del patriciado criollo. Durante los tres
de colaborar con los insurrectos. Esos bienes no fueron devueltos a sus dueños
2. Pocas oportunidades laborales. La base productiva del país −que no era muy
campesinado hacia las ciudades, dando lugar a una masa laboral de difícil
14
objetivo de muchas personas, independientemente de sus méritos, dado que se
por la falta de oportunidades era la población negra. Como regla general, era la
el fin de la esclavitud, pero una parte sustancial de esta masa humana de cientos
que decretaba la igualdad absoluta de blancos y negros, los negros no solían ser
república.
15
5. Dependencia del azúcar. La economía del país dependía en gran medida del
país muy vulnerable. Cuando subía el precio del azúcar, como sucedió durante la
situación de Cuba era mucho más favorable que la de casi todos los países de
surgió a la independencia con ese grado de orden y legitimidad. Los cubanos, sin
embargo, no supimos aprovechar la oportunidad. ¿Por qué? Tal vez, porque para
lograr que se produzca el milagro de la gobernabilidad no basta con tener una buena
constitución y un grupo de líderes notables. El propio José Martí vio cómo fracasaba
hubiera alcanzado los ochenta años de edad, habría podido comprobar cómo se
16
de 1931 (inspiración de la cubana de 1940), aun cuando en las Cortes o en el
Ejecutivo comparecían personas del calibre de José Ortega y Gasset, Fernando de los
mucho mejor qué pasó en el país y por qué aquella ilusionada aventura acabó en el
buen sistema judicial para que una sociedad consiga prosperar estable y
sociólogo Robert Putnam, profesor de Harvard, y sabemos que una sociedad en la que
la sociedad civil para defender causas comunes, alcanza mucha más estabilidad que
postguerra −Alemania, Italia, Japón−, hemos podido estudiar, además, los casos
17
y económico en medio de continuas guerras, y bajo el acoso permanente de
numerosos enemigos.
República Checa, Eslovaquia o Polonia, y ya nadie bien informado duda sobre cuál es
la fórmula para crear riquezas o −por la otra punta del fenómeno− como se destruye,
malgasta o se impide su creación. En otras palabras, viendo lo que otros han hecho
bien, podemos deducir exactamente lo qué nosotros hicimos mal entre 1902 y 1959,
hasta que se produjo el descalabro que nos trajo la dictadura comunista, y con ella la
república cubana nos daríamos de bruces con una singularísima paradoja: el gran
males que exhibía el país, dado que eran plenamente conocidos −corrupción,
quienes tenían que hacerla respetar−, sino en el remedio con que se pretendió corregir
paso entre los cubanos, de manera arrolladora, el culto por la revolución. Algún día,
18
soñada por Martí, mientras mágicamente crearían las condiciones para que se
surgir del desorden, la violencia y la ingeniería política y económica diseñada por los
laboral, usualmente afectadas por espasmos fundacionistas que los precipitan a tratar
tan poco afines con la fragilidad del diseño institucional republicano. Sencillamente,
Estos papeles comienzan por una cita de Simón Bolívar: “La destrucción de la
moral pública causa bien pronto la disolución del Estado”. Y así es, aunque al
apotegma del venezolano debe agregársele un matiz: ese fenómeno ocurre con mucha
las personas y no en la imposición forzada, tiene necesariamente que cumplir con los
19
objetivos para los que fue creado. ¿Por qué tantos cubanos apoyaron acciones
reaccionaron con total indiferencia ante ellos? ¿Por qué no se escandalizaban ante
sustancial de los cubanos no sentía que ese orden constitucional destrozado les
pertenecía, o que ese gobierno ilegítimo que alcanzaba el poder iba a ser muy
país de una vez por todas, es porque dejaron de creer en las instituciones republicanas
con cada pucherazo electoral que se producía, con cada injusticia que contemplaban,
con cada descarada violación de la ley que quedaba impune. Llegó un punto, tal vez
dejó de creer que el Estado surgido en 1902, ese espacio común donde se produce la
convivencia pública de los ciudadanos, podía servir para reflejar sus ideales y
defender sus intereses. Fue entonces cuando comenzó a creer en la revolución, sin
advertir que ése era el camino de la arbitrariedad y el fin del ideal republicano que,
Debemos recordar, cuando nos llegue, otra vez, el momento de estrenar la libertad,
que fuera del cumplimiento de la ley, fuera de las instituciones de Derecho, solo
20
21