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PREVENCIÓN DEL DELITO Y JUSTICIA PENAL

Asamblea General
Sexta Comisión: Asuntos Jurídicos

Introducción
El hombre nace, crece y se desarrolla en sociedad, interaccionando y
relacionándose estrechamente con otros hombres. Se agrupan en la
sociedad en grupos permanentes, alternativa o eventualmente coincidentes
o antagónicos en sus intereses o expectativas. Los conflictos entre dichos
grupos, se resuelven de forma tal que se logre una cierta estabilidad que
tienda a conservar el orden social.
Lo cierto es que en toda sociedad se presenta también una estructura
con grupos de poder, con grupos que dominan y grupos que son dominados,
con sectores más cercanos o más lejanos a los centros de decisión.
Conforme a esta estructura, se “controla” socialmente la conducta de los
hombres.
En la realidad social existen conductas, acciones, comportamientos,
que importan conflictos que se resuelven de un modo común
institucionalizado. Estas conductas, consideradas disvaliosas, están
previstas en la ley penal, amenazadas legalmente con una pena, por hacer
peligrar el orden social.
En este contexto, el derecho no pretende ser otra cosa que un
regulador de conductas, una herramienta en las manos del hombre que
tiene por fin introducir un orden en la vida social, materializando el llamado
“control social”. El mismo es una “condición básica e irrenunciable de la
vida social”1mediante la cual todo grupo o comunidad asegura las normas y
expectativas de conductas de sus miembros, indispensables para seguir
existiendo como tal, a la par que pone límites a la libertad del hombre y
conduce a su socialización. Si bien todos los instrumentos de control social
pretenden evitar ciertas conductas socialmente indeseables o estimular
determinados comportamientos socialmente deseados; mediante la
amenaza de la imposición de sanciones, el derecho penal es el encargado
de prever las sanciones más drásticas de que dispone el orden social; como
forma de evitar la comisión de delitos, que resultan altamente intolerables
para la convivencia en sociedad, por tratarse de los comportamientos
desviados, especialmente peligrosos o lesivos, de los más destacados
bienes jurídicamente protegidos.
En tiempos anteriores, se consideraba que el poder punitivo del Estado
era absoluto, debido a su soberanía. Hoy, sin embargo, todo Estado ha de
aceptar limitaciones de su autonomía en el área jurídico penal, tanto por la
existencia de normas jurídicas superiores como también por la de un poder
jurisdiccional supraestatal.2 Es por ello que en el ámbito internacional, el
Derecho Penal Internacional se ha ido constituyendo, afianzando y
desarrollando dentro de un ambiente de plena actividad delictiva
internacional, es decir; "frente a la violación por parte de los individuos de
las normas del derecho internacional" existe una "reacción jurídica" a través

1
HASSEMER, Winfred, Fundamentos del derecho penal, traducción y notas de Francisco Muñoz Conde
y Luis Arroyo Zapatero, Bosch, Barcelona, 1984, p. 390.
2
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho Penal. Parte general, 4ª ed., traducción de José Luis
Manzanares Samaniego, Comares, Granada, 1993, p.9

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de un proceso de perfeccionamiento cooperativo estatal sobre la prevención


y la represión de actos delincuenciales.

Clasificación del Derecho Penal según su territorialidad:


El derecho penal vigente se aplica a un determinado espacio físico, o
sea, se puede imponer dentro de los límites territoriales determinados por él
mismo. Dicho espacio físico puede ser nacional o internacional, dando
origen así a dos tipos de derecho penal.
Derecho penal nacional: Es el derecho vigente y aplicable dentro de los
límites políticos determinados por un Estado, que rige con carácter de
obligatoriedad a todos los individuos de una nación y sus principios pueden
ser aplicados, inclusive, mediante la fuerza pública.
Derecho penal internacional: Es aquel derecho punitivo que tiene un
mayor alcance de acción y aplicación, definiendo a través de diversos
instrumentos, los tribunales competentes, los delitos y las penas.
Los instrumentos que utiliza el derecho penal internacional son: Los
tratados internacionales, los estatutos, los pactos, etc. Es de estos que
emanan los principios y los procedimientos.

Teoría del delito:


Es el medio técnico-jurídico para establecer a quién se debe imputar
(atribuir) un hecho claramente establecido como anti-legal en el sistema
jurídico-penal escrito de un determinado Estado. En otras palabras, es la
herramienta que permite al juez investigar sobre el hecho acontecido para
que el mismo, habiendo analizado e interpretado la norma escrita, pueda
abstraer lo general a lo concreto, o sea, la ley penal llevada al caso en
particular, y así poder atribuirle la autoría del hecho ilícito al culpable.

Pena:
Es el ejercicio de poder punitivo (derecho de castigar que tiene el
Estado) hacia aquel individuo que llevó a cabo una acción contraria al
ordenamiento jurídico, siendo la misma el resultado del análisis de la teoría
del delito anteriormente nombrada.

Prevención del delito a nivel de Naciones Unidas:


Con objeto de intensificar la cooperación internacional en materia de
prevención del delito y justicia penal, en febrero de 1992 el Consejo
Económico y Social creó una Comisión de Prevención del Delito y Justicia
Penal.
La Comisión está constituida por 40 miembros elegidos por el Consejo
de Seguridad de acuerdo con la distribución geográfica siguiente: Estados
de África (12), Estados de Asia (9), Estados de América Latina y el Caribe
(8), Estados de Europa occidental y otros Estados (7), Estados de Europa
oriental (4).
Las funciones principales de la Comisión son: proporcionar orientación
normativa a las Naciones Unidas en la esfera de la prevención del delito y la

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justicia penal; fomentar, supervisar y examinar la aplicación del programa


de las Naciones Unidas en materia de prevención del delito y justicia penal;
facilitar y ayudar a coordinar las actividades de los institutos de las
Naciones Unidas para la prevención del delito y el tratamiento del
delincuente; movilizar a los Estados Miembros para que aporten su apoyo al
programa.
La Subdivisión del Prevención del Delito y Justicia Penal del Centro de
Desarrollo Social y Asuntos Humanitarios, situado en la Oficina de las
Naciones Unidas en Viena, presta los servicios de Secretaría a la Comisión.

DISPARADORES
Fiscalización de estupefacientes
El 26 de junio es el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido
y el tráfico ilícito de drogas. Este día, establecido por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en 1987, sirve para recordar el objetivo convenido
por los Estados Miembros de crear una sociedad internacional en la que no
se utilicen indebidamente las drogas.
La fiscalización de estupefacientes es una temática en constante
debate en Naciones Unidas, tanto así que designo en 1997 a la Oficina de
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito la labor de asistir a Estados
miembros en su lucha contra las drogas ilícitas, crimen y terrorismo,
intensificar esfuerzos para luchar contra el crimen transnacional en todas
sus dimensiones, redoblar los esfuerzos de la comisión para contrarrestar el
problema de la droga en el mundo y para tomar acciones concertadas
contra el terrorismo internacional.
Para el período 2008-2011 se preparó una estrategia de la oficinas de
las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, como respuesta a la
resolución 48/14 de la Comisión de Estupefacientes, en la que ésta instaba a
la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito a que siguiera
elaborando una estrategia general, en consulta con los Estados Miembros.
Durante el período entre sesiones anterior al 50º período de sesiones
de la Comisión de Estupefacientes y el 16º período de sesiones de la
Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal, la Oficina emprendió un
proceso de consultas con Estados Miembros, organizaciones
intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales y otros
interesados e hizo exposiciones y sostuvo debates en las reuniones entre
períodos de sesiones de la Comisión de Estupefacientes y la Comisión de
Prevención del Delito y Justicia Penal.
Por otro lado encontramos la labor de La Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) que es un órgano de fiscalización
independiente y cuasi judicial, establecido por un tratado, encargado de
vigilar la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas.
La Junta se estableció en el año 1968 mediante la Convención Única de
1961 sobre Estupefacientes. Sus predecesores en virtud de los anteriores
tratados de fiscalización de drogas datan de la época de la Sociedad de las
Naciones.
Las funciones de la JIFE están consagradas en los siguientes tratados:
la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, enmendada por el
Protocolo de 1972; el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971, y la

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Convención de las Naciones Unidas contra el Tráfico Ilícito de


Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas de 1988.
La Convención de 1988 exhorta a los estados miembros a que tomen
las medidas adecuadas en la asamblea general así como en los órganos
financieros de la asamblea para establecer la debida prioridad y a que
aprueben las consignaciones presupuestarias necesarias con el fin de
proveer a la División de Estupefacientes y a la Secretaria de la Junta
Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de los recursos necesarios
para desempeñar plenamente las tareas que se les han confiado en virtud
de la Convención de las Naciones Unidas contra el Trafico Ilícito de
Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, la Convención Única de 1961
sobre estupefacientes, y el convenio de sobre sustancias sicotrópicas de
1971.

Trata de Personas
Hablar de Trata de Personas supone varios problemas ya que es tanto
un conflicto moral como un problema de crimen organizado, un problema
migratorio, de orden público, laboral y fundamentalmente un problema de
Derechos Humanos.
Cuando hablamos de “trata” estamos aludiendo a un mercado que
produce anualmente 10 mil millones de dólares, consolidándose así como la
tercera actividad ilegal que más ganancias reditúa, detrás del tráfico de
armas y drogas.
Según cifras del UNICEF cada año 1.2 millones de niños son víctimas
de la trata, cifra que aumenta a los 2 millones cuando se contabiliza a las
mujeres, que conforman el sector vulnerable de la población.
El Protocolo para Prevenir, Reprimir Y Sancionar la Trata de personas,
especialmente mujeres y niños (Protocolo contra la Trata de personas) se
introdujo en 2001 para complementar la Convención de las Naciones Unidas
contra la Delincuencia Organizada Transnacional y entró en vigencia el 25
de diciembre 2003. Es el primer instrumento internacional de su tipo que
contiene una definición consensuada de la “Trata de personas” que
reconoce todas las formas de Trata (las definiciones anteriores sólo
reconocen la Trata con fines de explotación sexual).
La “Trata de personas” aparece en el artículo 3, se define como “la
acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas,
recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción,
al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de
vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para
obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra
con fines de explotación”.
El objetivo del Protocolo contra la Trata de personas es establecer
normas internacionales que darían lugar a similitudes en las respuestas
nacionales en materia penal a la Trata de personas y a fomentar la
cooperación internacional en la investigación y el procesamiento de casos
de Trata de personas.
Con respecto al consentimiento dado por las personas, se respeta la
capacidad de los adultos de tomar por sí mismos decisiones acerca de su
vida, concretamente en cuanto a las opciones de trabajo y migración. Sin

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embargo, en el Protocolo se excluye la defensa basada en el consentimiento


cuando se demuestre que se ha recurrido a medios indebidos para
obtenerlos. Un niño no puede consentir en ser objeto de trata; el Protocolo
excluye toda posibilidad de consentimiento cuando la víctima es menor de
18 años. Es decir, aun cuando no haya amenaza ni se emplee la fuerza en
su contra o no sea objeto de coacción, secuestro o engaño, el niño no puede
dar su consentimiento al acto de la trata para fines de explotación.
Suele confundirse en legislaciones el tráfico ilícito de inmigrantes con
la trata de personas, es por eso que se detallan tres diferencias
importantes:
• Consentimiento: En el caso de tráfico ilícito de migrantes, que suele
realizarse en condiciones peligrosas o degradantes, los migrantes
consienten en ese tráfico. Las víctimas de la trata, por el contrario,
nunca han consentido o, si lo hicieron inicialmente, ese
consentimiento ha perdido todo su valor por la coacción, el engaño o
el abuso de los delincuentes.
• Explotación: El tráfico ilícito termina con la llegada de los migrantes a
su destino, en tanto que la trata implica la explotación persistente de
las víctimas de alguna manera para generar ganancias ilegales para
los delincuentes. Desde un punto de vista práctico, las víctimas de la
trata también suelen resultar más gravemente afectadas y tener más
necesidad de protección frente a una nueva victimización y otras
formas de abuso que los migrantes clandestinos.
• Transnacionalidad: El tráfico ilícito es siempre transnacional,
mientras que la trata puede no serlo. Ésta puede tener lugar
independientemente de si las víctimas son trasladadas a otro Estado
o sólo desplazadas de un lugar a otro dentro del mismo Estado.
Los tratados y resoluciones más importantes de Naciones Unidas frente
al tema son los siguientes:
• Resolución 53/111 de la Asamblea General, de 9 de diciembre de
1998, http://www.un.org/spanish/Depts/dda/ares54126.pdf
• Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada
Transnacional.
• Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas,
especialmente mujeres y niños
http://www2.ohchr.org/spanish/law/pdf/protocoltraffic_sp.pdf

El Protocolo contra la Trata instruye a los estados a legislar


internamente contra la trata penalizando la misma de la siguiente forma:
“Cada Estado Parte adoptará las medidas legislativas y de otra índole
que sean necesarias para tipificar como delito en su derecho internos las
conductas enunciadas…” (Art. 5 inc. 1).
Incluye entre esas medidas la tentativa de comisión del delito, la
participación como cómplice y la organización o dirección de otras personas
para la comisión del delito (Art, 5 inc. 2).
Esto es importante porque muchas veces se argumenta en diversos
sectores o países que existen figuras delictivas similares en legislaciones

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vigentes, códigos penales o códigos de procedimiento que permitirían


sancionar a aquellos involucrados en la trata. Sin embargo, el Protocolo es
muy claro en su requerimiento de una legislación específica que incorpore
este delito al ordenamiento legal interno de los estados.
Cabe destacar que la mayoría de países que ratificaron este Protocolo
todavía no han establecido leyes que regulen este delito, o en su defecto no
lo han tipificado en el ordenamiento jurídico de manera explícita.
El capítulo III del Protocolo se refiere a las medidas de prevención,
cooperación y otras medidas. Así, en su Artículo 9, establece que los
Estados Parte establecerán políticas, programas y otras medidas de carácter
amplio con miras a:
a) prevenir y combatir la trata de personas;
b) proteger a las víctimas contra un nuevo riesgo de victimización.
Esas medidas incluyen:
- actividades de investigación
- campañas de información
- medidas para mitigar factores como la pobreza, el subdesarrollo y la falta
de oportunidades equitativas que generan vulnerabilidad a la trata (Aspecto
muy relacionado con el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio)
- medidas legislativas u otras educativas, sociales y culturales para
desalentar la demanda
- cooperación bilateral o multilateral, de ONGs y de otras instituciones de la
sociedad civil (Tercer Propósito de la CNU)

En el Art. 10 se refiere al intercambio de información y capacitación.


Destaca la necesidad de cooperación entre las autoridades encargadas de
hacer cumplir la ley, así como las autoridades de migración y otras
competentes.
Para todo ello el Protocolo (Art. 10 inc. 2) solicita a los estados
capacitar a funcionarios públicos para prevenir la trata, enjuiciar a los
involucrados y proteger los derechos de las víctimas, incluyendo su
seguridad personal.
El Art. 11 se refiere a medidas fronterizas: mejorar el control, control
de transportistas, y reforzamiento de la cooperación entre organismos de
control fronterizo de los estados.
En el Art. 12 se plantea la seguridad y control de documentos y en el
Art. 13 la legitimidad y validez de los mismos.
El papel más importante lo juega cada Estado, teniendo como
obligación proteger y velar por el cumplimiento de los Derechos Humanos
de todas las personas que se encuentran bajo su jurisdicción,
independientemente de su nacionalidad y condición migratoria. Es por eso
que se necesita un marco jurídico nacional que aplique todos los avances en
lo que respecta al Derecho Internacional sobre la cuestión relativa a este
delito.

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Corte Penal Internacional


La Corte Penal Internacional es un tribunal de justicia internacional
permanente cuya misión es juzgar a las personas que han cometido
crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad como la esclavitud,
el apartheid, el exterminio, los asesinatos, las desapariciones forzadas, las
torturas, los secuestros y el delito de agresión, entre otros. Tiene su sede en
La Haya, Países Bajos.
La Corte funciona como un organismo autónomo de cualquier otro
poder o estado. Sin embargo, esto no obsta a que, en el cumplimiento de su
deber, cuente con la colaboración de los poderes públicos de cada país.
Las características de la Corte Penal Internacional son las siguientes:
Es un tribunal internacional, creados por un órgano
internacional de acuerdo a procedimientos del Derecho
Internacional Público
La Corte Penal Internacional, su Estatuto fue aprobado en la
Conferencia Diplomática de Plenipotenciarios de las Naciones Unidas
celebrada en Roma en 1998.
Es un tribunal que juzgan individuos
En este sentido, sólo tiene competencia para conocer casos en los que
se deba determinar la responsabilidad individual de los sujetos que incurran
en algunos de los delitos previstos en el Estatuto de la Corte Penal
Internacional.
Es un tribunal con competencia para determinar la
responsabilidad penal de las personas sometidas a su jurisdicción
Imponiendo las penas privativas de libertad respectivas, tomando en
cuenta la gravedad de la infracción y la situación personal del acusado.
Es un tribunal independiente
Es decir, en el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales no están
subordinados ante los órganos u asambleas que decidieron su creación o
aprobaron su Estatuto.
Es un tribunal colegiado
Pues están integrados por varios magistrados, provenientes de
distintas regiones del mundo.
Los crímenes que puede conocer la Corte se encuentran limitados a los
señalados en el artículo 5 del Estatuto de Roma, que son:
- El genocidio (art. 6);
- Los crímenes de lesa humanidad (art. 7);
- Los crímenes de guerra (art. 8); y
- El delito de agresión (no definido).
La investigación de los hechos que fueran constitutivos de delitos se
puede iniciar por tres formas (art. 13):
- Por remisión de un Estado Parte a la Corte de una situación particular;
- Por solicitud del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (donde se
aplica el veto invertido); y

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- De oficio por el Fiscal de la Corte.


Una vez que el Fiscal maneje estos antecedentes, puede o archivarlos
o presentar una acusación que es revisada por la Cámara de Asuntos
Preliminares, que revisa los antecedentes hechos valer por el Fiscal. Si es
procedente se acoge la acusación que pasa a ser conocida por la Cámara de
Primera Instancia, donde se realiza el juicio. Una vez absuelto o condenado,
tanto el Fiscal como el condenado en su caso, pueden apelar o casar ante la
Cámara de Apelaciones.
Las penas que puede establecer la sentencia puede ser de prisión por
un plazo no mayor de 30 años, o (por la gravedad de los crímenes) cadena
perpetua, además de una multa y el decomiso de las especies que sean de
propiedad del condenado (art. 77).
El cumplimiento de la pena se puede llevar a cabo en el país sede de la
Corte (Holanda) o en otro de acuerdo con los convenios que se puedan
establecer entre la Corte y otros países.
La Corte, en virtud de las normas del Estatuto que la autorizan, podrá
pactar con diferentes Estados diversas formas de cooperación, de
investigación o de cumplimiento de condenas. Estos pactos suelen ser
considerados complementarios al Estatuto para quienes los firman.
En cuanto a las Naciones Unidas, el Estatuto en su artículo 2 señala
que: la Corte estará vinculada con las Naciones Unidas por un acuerdo que
deberá aprobar la Asamblea de los Estados Partes en el presente Estatuto y
concluir luego el Presidente de la Corte en nombre de ésta. En este sentido,
es importante destacar la situación del "veto invertido", establecido en el
Estatuto. Esta modificación cambia el efecto que tiene la aplicación por
alguno de los países que cuentan con un asiento permanente en el Consejo
de Seguridad, de su derecho a veto. Esto se traduce en que al momento de
utilizar este derecho, sólo tendrá el efecto de evitar que el Consejo haga
aplicación del derecho que tiene a solicitar a la Corte la no iniciación o
suspensión de una investigación en curso ante la Corte.
El Estatuto de la Corte no ha sido firmado ni ratificado, entre otros
países, por Estados Unidos, Rusia, China, India, Israel, Cuba e Iraq, lo que
denota la política de evitar someter a organismos supranacionales este tipo
de casos.

La delincuencia Organizada Transnacional


Se entiende por crimen organizado a colectividades socialmente
organizadas que desarrollan actividades delictivas con fines de lucro. Entre
dichas actividades suelen encontrarse el tráfico de drogas, armas, réplicas
de obras artísticas o tesoros arqueológicos. La mayoría de estas
colectividades tienen un orden jerárquico siendo las formas de pandillas y
mafia las más comunes. Han protagonizado importantes operaciones, sobre
todo durante el siglo XX, entre los que cabe destacar el tráfico de alcohol
durante la ley seca en Estados Unidos, el tráfico de armas tras la caída de la
URSS y el plagio al por mayor de diseños textiles y bienes culturales en
China y el sudeste asiático.
Por lo tanto, como toda asociación o sociedad, estará sujeta a normas,
disciplina y rigidez para realizar su fin; por tanto la Delincuencia Organizada
actuara como una "Sociedad del Crimen", ya que sus actos, aparte de ser

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ilegales tendrán el fin de obtener ganancias lucrativas de esas actividades


ilícitas.
La fuerza de la delincuencia organizada radica en el establecimiento de
"alianzas y vínculos" que logra en todos los niveles, incluyendo el político y
el militar; con la ayuda de actos de corrupción logran su impunidad. Así, las
organizaciones dedicadas a la delincuencia organizada emprenden
operaciones ilegales de tipo financiero, mercantil, bancario, bursátil o
comercial; acciones de soborno, extorsión; ofrecimiento de servicios de
protección, ocultación de servicios fraudulentos y ganancias ilegales;
adquisiciones ilegítimas; control de centros de juego ilegales y centros de
prostitución
Varios son los factores que han influido en esta dinámica hasta
alcanzar una fase novedosa del mismo fenómeno que, por su carácter
predominantemente internacional, es que se ha denominado “crimen
organizado transnacional”. Este modelo de crimen organizado presenta tres
diferencias fundamentales con fases anteriores del fenómeno: una
operatividad a escala mundial, conexiones transnacionales extensivas y,
sobre todo, la capacidad de retar a la autoridad nacional e internacional.
El crimen organizado prospera en plena turbulencia política y
económica. Las oportunidades de comunicación les permiten trasladar a
zonas en conflicto o inestables, donde obviamente disminuyen los controles,
gran cantidad de capitales que cubren la huida de los fondos legales en
momentos de perentoriedad de efectivo y en los que el rendimiento de la
inversión suele ser alto por las propias características del riesgo asumido.
Armas, drogas, información industrial y militar, dinero de origen ilícito,
materiales radioactivos, mano de obra, tráfico de personas, órganos
humanos, embriones, obras de arte, animales, etc., son bienes cuyo
intercambio a nivel mundial ha generado un nuevo sector de la economía
mundial. Según el GAFI, grupo de acción financiera Norteamericano; las
principales fuentes de ganancias ilegales son: el tráfico de drogas, el fraude
bancario, los fraudes con tarjeta de crédito, insolvencias punibles y los
delitos societarios. Una gran parte del dinero de origen ilegal que ingresa al
sistema financiero, procede de la criminalidad organizada. A nivel
internacional, los grupos criminales más exitosos se ubican en Italia, Japón,
Colombia, Rusia, Europa del Este, Nigeria y el Lejano Oriente.
El incremento de la delincuencia común y del crimen organizado tiene
vasos comunicantes, pero está más asociado a una transición incompleta
hacia la democracia, la debilidad del Estado de derecho y la tardanza en la
instrumentación de la reforma del Estado en el sector de seguridad.
Estas vulnerabilidades son agravadas por la industria de la droga,
especialmente por la producción, el tráfico y el consumo de cocaína. De
acuerdo a la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito
(UNODC, por sus siglas en inglés) se calcula que en América del Sur se
producen al año 1.000 toneladas de cocaína, que en su mayoría se envía a
10 millones de consumidores en Estados Unidos y Europa.
Las víctimas son los países y comunidades atrapados entre ambos
fuegos. La delincuencia relacionada con las drogas y la violencia que esta
alimenta en la región son una amenaza para la seguridad pública y un
obstáculo para el desarrollo. Afecta negativamente a sectores de la

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economía, alejando a inversores públicos y extranjeros, además de


desestimular el turismo.
La delincuencia organizada tiene un eje central de dirección y mando y
está estructura en forma celular y flexible, con rangos permanentes de
autoridad, de acuerdo a la célula que la integran; alberga una permanencia
en el tiempo, más allá de la vida de sus miembros; tienen un grupo de
sicarios a su servicio; tienden a corromper a las autoridades; estos son dos
de los recursos conocidos para el cumplimiento de sus objetivos; opera bajo
un principio desarrollado de división del trabajo mediante células que sólo
se relacionan entre sí a través de los mandos superiores.
Los retos son muchos, pero las consecuencias son nefastas y
representan un riesgo para todos los países, por eso la cooperación es
fundamental para actuar sobre las causas del problema.

Tratamiento del tema en Naciones Unidas


La Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado
Transnacional entró en vigencia el 29 de setiembre de 2003. Se trata de la
primera convención internacional contra el crimen organizado. Tres
importantes Protocolos complementan la Convención, los cuales definen
medidas específicas para que los Estados puedan combatir aspectos
particulares del crimen organizado transnacional. Estos Protocolos son los
siguientes:
1. Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas
especialmente de Mujeres y Niños;
2. Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes por Tierra, Mar y Aire,
3. Protocolo contra la Fabricación y Tráfico Ilícito de Armas de Fuego,
sus Piezas y Componentes y Municiones.
La Convención tiene por objetivo fomentar la cooperación para
prevenir y combatir con mayor eficacia el crimen transnacional organizado.
La Convención constituye un importante paso adelante en la lucha contra el
crimen transnacional organizado y significa el reconocimiento por los
Estados Miembros de la gravedad del problema y de la necesidad de
fomentar y realzar una estrecha cooperación internacional para afrontar
estos problemas.
Así mismo, el director de la Oficina de la ONU contra la Droga y el
Delito (UNODD), Antonio María Costa, señaló que los grandes reservas de
dinero en efectivos con que cuentan las redes criminales y la necesidad de
liquidez que padecen los bancos son una combinación peligrosa para la
lucha contra la delincuencia organizada.
El responsable de UNODD fue uno de los encargados de presentar en
la sede de Naciones Unidas una nueva iniciativa para combatir las redes
criminales que en los últimos siete años han contribuido a desestabilizar
África Occidental. El proyecto coordina las acciones de organismos
regionales y agencias internacionales, como la agencia policial internacional
(Interpol), para capacitar a las fuerzas de seguridad y asistir a los sistemas
judiciales de los países que se han convertido en tierra de paso de las rutas
del narcotráfico.

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Además de la Interpol, las agencias implicadas en esa iniciativa son la


UNODC, el Departamento de Operaciones de Paz de la ONU (DPKO), el
Departamento de Asuntos Políticos de la ONU (DPA), la Comunidad
Económica de Países de África Occidental (ECOWAS) y la Oficina de la ONU
para África Occidental (UNOWA).
El proyecto se llevará a cabo primero en cuatro países, Costa de Marfil,
Liberia, Sierra Leona y Guinea Bissau, en donde las Naciones Unidas ya
cuentan con una fuerte presencia.

Terrorismo
Para conceptualizar la idea de terrorismo nos remitiremos a la
definición establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
resolución 49/60 del 17/02 de 1995:
“Actos criminales con fines políticos concebidos o planeados para
provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de
personas o en personas determinadas; son injustificables en todas las
circunstancias, cualesquiera sean las consideraciones políticas, filosóficas,
ideológicas, raciales, étnicas, religiosas, o de cualquier otra índole que se
hagan valer para justificarlo”.
Brevemente, hay dos conceptos clave que se manejan en esta
definición. En primer lugar, se los clasifica como actos criminales,
injustificables, lo cual indica que deben ser castigados con los
procedimientos apropiados. En segundo lugar, se hace hincapié en el hecho
de que tienen fines políticos y buscan causar el terror en las personas, lo
cual los separa de otras formas de crimen, haciendo a estos actos
fácilmente discernibles, lo cual conlleva la idea de que merecen un
tratamiento especial. He aquí la necesidad de un marco jurídico específico
que trate del terrorismo.
Desde hace largo tiempo Naciones Unidas empezó a tratar el tema del
Terrorismo Internacional. Desde 1963 hasta 1999 la Comunidad
Internacional elaboró 12 convenciones y protocolos contra el Terrorismo,
que hoy por hoy conforman el marco jurídico global de convenios relativos
al terrorismo internacional. Este régimen de convenciones y tratados
internacionales suministra el marco legal para la supresión de actos
terroristas y la persecución de los culpables. Fija, además, formas para
limitar el acceso ilegal a instrumentos de los cuales pudieran hacer uso los
terroristas.
Las Naciones Unidas, a través de la Asamblea General y el Consejo de
Seguridad, demás de instar en todas sus Resoluciones a los Estados a firmar
los 12 instrumentos Internacionales y a implementarlos en sus legislaciones
nacionales cumpliendo las obligaciones que estipula cada instrumento,
encara la lucha contra el terrorismo internacional con esfuerzo especial,
estudiando constantemente todos los aspectos de un problema tan
complejo.
De acuerdo a lo manifestado por el Secretario General de Naciones
Unidas, Kofi Annan, en su carta del 6 de Agosto de 2002 dirigida al
presidente del Consejo de Seguridad, deben ser considerados como base de
acción para enfrentar este flagelo los tres pilares básicos, que son:
a) Disuadir a los grupos de descontentos de adoptar el terrorismo;

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b) Negar a grupos o individuos los medios para llevar a cabo actos


terroristas;
c) Fomentar una cooperación internacional amplia en la lucha
contra el terrorismo.
En dicho documento, Annan destaca los puntos que debe reforzar
Naciones Unidas en la lucha contra el terrorismo internacional:
1. La Organización ha realizado y debe seguir aportando su contribución
en tres esferas: el establecimiento de normas, los derechos humanos
y las comunicaciones. La Organización debe establecer un examen
periódico del régimen de tratados existente y ha de poner de relieve
las conexiones entre los instrumentos jurídicos internacionales contra
el delito y las convenciones sobre la lucha contra el terrorismo.
2. Las Naciones Unidas deben velar por que la protección de los
derechos humanos constituya una preocupación fundamental. El
terrorismo suele aparecer en lugares en los que se violan los
derechos humanos, lo que acentúa la necesidad de fortalecer las
medidas contra las violaciones de los derechos humanos. El propio
terrorismo debe considerarse como un ataque a los derechos
fundamentales. En todos los casos, la lucha contra el terrorismo ha
de respetar las obligaciones internacionales sobre derechos
humanos.
3. Las Naciones Unidas deberían proyectar una posición clara y de
principio que ponga de relieve la inaceptabilidad del terrorismo,
destaque la función de la Organización en la tarea de hacerle frente y
prevenirlo y garantice que la lucha contra el terrorismo no desvirtúe
la labor fundamental de las Naciones Unidas.
4. El mandato singular del Comité contra el Terrorismo lo coloca en el
centro de las actividades de las Naciones Unidas encaminadas a
negar oportunidades para la comisión de actos terroristas.
5. Debido a la preocupación existente de que los terroristas puedan
acceder a reservas de armas de destrucción en masa o tecnologías
conexas, las actividades de las Naciones Unidas en el sector del
desarme han de adquirir una pertinencia renovada.

Con miras a consolidar e impulsar estas actividades, los Estados


Miembros abrieron una nueva puerta a sus esfuerzos contra el terrorismo al
acordar una estrategia mundial contra el terrorismo.
La estrategia constituye el fundamento de un plan de acción concreto
encaminado a hacer frente a las condiciones favorables para la proliferación
del terrorismo; prevenir y combatir el terrorismo; adoptar medidas para
desarrollar la capacidad de lucha contra el terrorismo de los Estados;
fortalecer la función de las Naciones Unidas en la lucha contra el terrorismo;
así como velar por el respeto de los derechos humanos en la lucha contra el
terrorismo.
El Secretario General estableció el Equipo Especial para la Lucha
contra el Terrorismo en julio de 2005.
Los miembros del Equipo Especial han recopilado un Manual
electrónico que contiene sus actividades contra el terrorismo y también

12
PREVENCIÓN DEL DELITO Y JUSTICIA PENAL

proporciona información sobre los actuales recursos contra el terrorismo


disponibles en todo el sistema de las Naciones Unidas.

Terrorismo y Derecho Internacional Humanitario


El derecho internacional humanitario (DIH) es el ordenamiento de
derecho internacional que se aplica cuando la violencia armada alcanza el
nivel de un conflicto armado, sea internacional o no.
Uno de los principios fundamentales del DIH estipula que las personas
que participan en los conflictos armados deben distinguir, en toda
circunstancia, entre civiles y combatientes y entre objetivos civiles y
objetivos militares. El "principio de distinción", como suele llamarse a esta
norma, es la piedra angular del DIH. En situaciones de conflicto armado, el
hecho de describir a los actos de violencia deliberados contra civiles o
contra bienes de carácter civil como "terroristas" no tiene significación
jurídica alguna, pues esos actos ya constituyen crímenes de guerra. En
virtud del principio de jurisdicción universal, los presuntos criminales de
guerra pueden ser juzgados no sólo por el Estado donde se ha perpetrado el
crimen, sino por todos los Estados.
El DIH sólo es aplicable en conflictos armados. Un elemento
fundamental de la noción de conflicto armado es la existencia de "partes"
en el conflicto. Las partes en un conflicto armado internacional son dos o
más Estados, mientras que en los conflictos armados no internacionales las
partes pueden ser Estados o grupos armados, por ejemplo fuerzas rebeldes,
o sólo grupos armados. En ambos casos, las partes en conflicto tienen la
capacidad de respetar y garantizar que se respete el DIH.
Los Estados tienen la obligación y el derecho de defender a sus
ciudadanos contra los actos terroristas; esto puede abarcar el arresto y la
detención de personas que presuntamente han cometido crímenes
terroristas. Sin embargo, esas medidas siempre deben tomarse de
conformidad con un marco jurídico nacional y/o internacional claramente
definido.
Las personas detenidas en relación con un conflicto armado
internacional en el que se oponen dos o más Estados en el marco de la
lucha contra el terrorismo, están protegidas por el derecho internacional
humanitario aplicable en conflictos armados internacionales (se debe
conferir a los combatientes capturados el estatuto de prisioneros de guerra).
La situación de los prisioneros acusados de cometer actos terroristas
es sin duda una de las cuestiones más controversiales en lo que respecta a
la lucha contra el terrorismo y en este marco no sorprende que Estados
Unidos sea hoy uno de los países más criticados por sus tratos a los
prisioneros acusados de cometer actos terroristas, alojados en la base
militar de Guantánamo (cerca de Cuba), ya que no es claro el status jurídico
adscrito por las autoridades estadounidenses a estos prisioneros.
De conformidad con los Convenios de Ginebra, el Comité Internacional
de la Cruz Roja (CICR) debe poder tener acceso a las personas detenidas en
el marco de un conflicto armado internacional, sean prisioneros de guerra o
personas protegidas por el cuarto Convenio de Ginebra.
El Comité Contra el Terrorismo (CCT) es un órgano subsidiario del
Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, creado en Septiembre del 2008.

13
PREVENCIÓN DEL DELITO Y JUSTICIA PENAL

Este órgano exige a los Estados que, entre otras cosas: se abstengan de
proporcionar todo tipo de apoyo financiero a los grupos terroristas;
denieguen refugio, sostén o apoyo a los terroristas; intercambien
información con otros gobiernos acerca de los grupos que cometan actos de
terrorismo o prevean cometerlos; cooperen con otros gobiernos en la
investigación, la detección, la detención y el procesamiento de quienes
participen en esos actos; tipifiquen como delito en su legislación interna la
asistencia activa y pasiva al terrorismo y enjuicien a quienes infrinjan esa
legislación; se adhieran cuanto antes a las convenciones y los protocolos
internacionales pertinentes relativos al terrorismo;
De todas maneras, un paso fundamental que debe dar la comunidad
internacional de la mano del Consejo de Seguridad y la Asamblea General,
es el de lograr una definición precisa y consensuada de terrorismo,
concretamente una que responda de manera clara y concisa a la pregunta
“¿qué es el terrorismo?” Porque si examinamos por ejemplo el artículo 1 de
la Convención de la OIC (Organización de la Conferencia Islámica) sobre la
lucha contra el terrorismo internacional, encontraremos una definición de
terrorismo muy convencional: “…cualquier acto de violencia o amenaza,
prescindiendo de sus motivaciones o intenciones, perpetrado con el objetivo
de llevar a cabo un plan criminal individual o colectivo con el fin de
aterrorizar a la gente o amenazarla con causarle daño o poner en peligro su
vida, honor, libertad, seguridad, derechos…”. Ahora bien; si observamos lo
que sigue en el artículo 2: “La lucha de los pueblos, incluida la lucha
armada contra el invasor extranjero, la agresión, el colonialismo y la
hegemonía, que persigue la liberación y la autodeterminación de acuerdo
con los principios del derecho internacional no se considerará un crimen
terrorista”, vemos que la controversia con occidente es grande.
Las Naciones Unidas deben velar por que la protección de los derechos
humanos constituya una preocupación fundamental. Las Naciones Unidas
desempeñan una función primordial en la preparación de instrumentos
jurídicos para su aprobación y aplicación efectiva. En sus esfuerzos
disuasivos, la Organización ha realizado y debe seguir aportando su
contribución en tres esferas: el establecimiento de normas, los derechos
humanos y las comunicaciones.

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