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Asamblea General
Sexta Comisión: Asuntos Jurídicos
Introducción
El hombre nace, crece y se desarrolla en sociedad, interaccionando y
relacionándose estrechamente con otros hombres. Se agrupan en la
sociedad en grupos permanentes, alternativa o eventualmente coincidentes
o antagónicos en sus intereses o expectativas. Los conflictos entre dichos
grupos, se resuelven de forma tal que se logre una cierta estabilidad que
tienda a conservar el orden social.
Lo cierto es que en toda sociedad se presenta también una estructura
con grupos de poder, con grupos que dominan y grupos que son dominados,
con sectores más cercanos o más lejanos a los centros de decisión.
Conforme a esta estructura, se “controla” socialmente la conducta de los
hombres.
En la realidad social existen conductas, acciones, comportamientos,
que importan conflictos que se resuelven de un modo común
institucionalizado. Estas conductas, consideradas disvaliosas, están
previstas en la ley penal, amenazadas legalmente con una pena, por hacer
peligrar el orden social.
En este contexto, el derecho no pretende ser otra cosa que un
regulador de conductas, una herramienta en las manos del hombre que
tiene por fin introducir un orden en la vida social, materializando el llamado
“control social”. El mismo es una “condición básica e irrenunciable de la
vida social”1mediante la cual todo grupo o comunidad asegura las normas y
expectativas de conductas de sus miembros, indispensables para seguir
existiendo como tal, a la par que pone límites a la libertad del hombre y
conduce a su socialización. Si bien todos los instrumentos de control social
pretenden evitar ciertas conductas socialmente indeseables o estimular
determinados comportamientos socialmente deseados; mediante la
amenaza de la imposición de sanciones, el derecho penal es el encargado
de prever las sanciones más drásticas de que dispone el orden social; como
forma de evitar la comisión de delitos, que resultan altamente intolerables
para la convivencia en sociedad, por tratarse de los comportamientos
desviados, especialmente peligrosos o lesivos, de los más destacados
bienes jurídicamente protegidos.
En tiempos anteriores, se consideraba que el poder punitivo del Estado
era absoluto, debido a su soberanía. Hoy, sin embargo, todo Estado ha de
aceptar limitaciones de su autonomía en el área jurídico penal, tanto por la
existencia de normas jurídicas superiores como también por la de un poder
jurisdiccional supraestatal.2 Es por ello que en el ámbito internacional, el
Derecho Penal Internacional se ha ido constituyendo, afianzando y
desarrollando dentro de un ambiente de plena actividad delictiva
internacional, es decir; "frente a la violación por parte de los individuos de
las normas del derecho internacional" existe una "reacción jurídica" a través
1
HASSEMER, Winfred, Fundamentos del derecho penal, traducción y notas de Francisco Muñoz Conde
y Luis Arroyo Zapatero, Bosch, Barcelona, 1984, p. 390.
2
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho Penal. Parte general, 4ª ed., traducción de José Luis
Manzanares Samaniego, Comares, Granada, 1993, p.9
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Pena:
Es el ejercicio de poder punitivo (derecho de castigar que tiene el
Estado) hacia aquel individuo que llevó a cabo una acción contraria al
ordenamiento jurídico, siendo la misma el resultado del análisis de la teoría
del delito anteriormente nombrada.
2
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DISPARADORES
Fiscalización de estupefacientes
El 26 de junio es el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido
y el tráfico ilícito de drogas. Este día, establecido por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en 1987, sirve para recordar el objetivo convenido
por los Estados Miembros de crear una sociedad internacional en la que no
se utilicen indebidamente las drogas.
La fiscalización de estupefacientes es una temática en constante
debate en Naciones Unidas, tanto así que designo en 1997 a la Oficina de
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito la labor de asistir a Estados
miembros en su lucha contra las drogas ilícitas, crimen y terrorismo,
intensificar esfuerzos para luchar contra el crimen transnacional en todas
sus dimensiones, redoblar los esfuerzos de la comisión para contrarrestar el
problema de la droga en el mundo y para tomar acciones concertadas
contra el terrorismo internacional.
Para el período 2008-2011 se preparó una estrategia de la oficinas de
las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, como respuesta a la
resolución 48/14 de la Comisión de Estupefacientes, en la que ésta instaba a
la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito a que siguiera
elaborando una estrategia general, en consulta con los Estados Miembros.
Durante el período entre sesiones anterior al 50º período de sesiones
de la Comisión de Estupefacientes y el 16º período de sesiones de la
Comisión de Prevención del Delito y Justicia Penal, la Oficina emprendió un
proceso de consultas con Estados Miembros, organizaciones
intergubernamentales, organizaciones no gubernamentales y otros
interesados e hizo exposiciones y sostuvo debates en las reuniones entre
períodos de sesiones de la Comisión de Estupefacientes y la Comisión de
Prevención del Delito y Justicia Penal.
Por otro lado encontramos la labor de La Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) que es un órgano de fiscalización
independiente y cuasi judicial, establecido por un tratado, encargado de
vigilar la aplicación de los tratados de fiscalización internacional de drogas.
La Junta se estableció en el año 1968 mediante la Convención Única de
1961 sobre Estupefacientes. Sus predecesores en virtud de los anteriores
tratados de fiscalización de drogas datan de la época de la Sociedad de las
Naciones.
Las funciones de la JIFE están consagradas en los siguientes tratados:
la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes, enmendada por el
Protocolo de 1972; el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971, y la
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Trata de Personas
Hablar de Trata de Personas supone varios problemas ya que es tanto
un conflicto moral como un problema de crimen organizado, un problema
migratorio, de orden público, laboral y fundamentalmente un problema de
Derechos Humanos.
Cuando hablamos de “trata” estamos aludiendo a un mercado que
produce anualmente 10 mil millones de dólares, consolidándose así como la
tercera actividad ilegal que más ganancias reditúa, detrás del tráfico de
armas y drogas.
Según cifras del UNICEF cada año 1.2 millones de niños son víctimas
de la trata, cifra que aumenta a los 2 millones cuando se contabiliza a las
mujeres, que conforman el sector vulnerable de la población.
El Protocolo para Prevenir, Reprimir Y Sancionar la Trata de personas,
especialmente mujeres y niños (Protocolo contra la Trata de personas) se
introdujo en 2001 para complementar la Convención de las Naciones Unidas
contra la Delincuencia Organizada Transnacional y entró en vigencia el 25
de diciembre 2003. Es el primer instrumento internacional de su tipo que
contiene una definición consensuada de la “Trata de personas” que
reconoce todas las formas de Trata (las definiciones anteriores sólo
reconocen la Trata con fines de explotación sexual).
La “Trata de personas” aparece en el artículo 3, se define como “la
acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas,
recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción,
al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de
vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para
obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra
con fines de explotación”.
El objetivo del Protocolo contra la Trata de personas es establecer
normas internacionales que darían lugar a similitudes en las respuestas
nacionales en materia penal a la Trata de personas y a fomentar la
cooperación internacional en la investigación y el procesamiento de casos
de Trata de personas.
Con respecto al consentimiento dado por las personas, se respeta la
capacidad de los adultos de tomar por sí mismos decisiones acerca de su
vida, concretamente en cuanto a las opciones de trabajo y migración. Sin
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Terrorismo
Para conceptualizar la idea de terrorismo nos remitiremos a la
definición establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su
resolución 49/60 del 17/02 de 1995:
“Actos criminales con fines políticos concebidos o planeados para
provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de
personas o en personas determinadas; son injustificables en todas las
circunstancias, cualesquiera sean las consideraciones políticas, filosóficas,
ideológicas, raciales, étnicas, religiosas, o de cualquier otra índole que se
hagan valer para justificarlo”.
Brevemente, hay dos conceptos clave que se manejan en esta
definición. En primer lugar, se los clasifica como actos criminales,
injustificables, lo cual indica que deben ser castigados con los
procedimientos apropiados. En segundo lugar, se hace hincapié en el hecho
de que tienen fines políticos y buscan causar el terror en las personas, lo
cual los separa de otras formas de crimen, haciendo a estos actos
fácilmente discernibles, lo cual conlleva la idea de que merecen un
tratamiento especial. He aquí la necesidad de un marco jurídico específico
que trate del terrorismo.
Desde hace largo tiempo Naciones Unidas empezó a tratar el tema del
Terrorismo Internacional. Desde 1963 hasta 1999 la Comunidad
Internacional elaboró 12 convenciones y protocolos contra el Terrorismo,
que hoy por hoy conforman el marco jurídico global de convenios relativos
al terrorismo internacional. Este régimen de convenciones y tratados
internacionales suministra el marco legal para la supresión de actos
terroristas y la persecución de los culpables. Fija, además, formas para
limitar el acceso ilegal a instrumentos de los cuales pudieran hacer uso los
terroristas.
Las Naciones Unidas, a través de la Asamblea General y el Consejo de
Seguridad, demás de instar en todas sus Resoluciones a los Estados a firmar
los 12 instrumentos Internacionales y a implementarlos en sus legislaciones
nacionales cumpliendo las obligaciones que estipula cada instrumento,
encara la lucha contra el terrorismo internacional con esfuerzo especial,
estudiando constantemente todos los aspectos de un problema tan
complejo.
De acuerdo a lo manifestado por el Secretario General de Naciones
Unidas, Kofi Annan, en su carta del 6 de Agosto de 2002 dirigida al
presidente del Consejo de Seguridad, deben ser considerados como base de
acción para enfrentar este flagelo los tres pilares básicos, que son:
a) Disuadir a los grupos de descontentos de adoptar el terrorismo;
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Este órgano exige a los Estados que, entre otras cosas: se abstengan de
proporcionar todo tipo de apoyo financiero a los grupos terroristas;
denieguen refugio, sostén o apoyo a los terroristas; intercambien
información con otros gobiernos acerca de los grupos que cometan actos de
terrorismo o prevean cometerlos; cooperen con otros gobiernos en la
investigación, la detección, la detención y el procesamiento de quienes
participen en esos actos; tipifiquen como delito en su legislación interna la
asistencia activa y pasiva al terrorismo y enjuicien a quienes infrinjan esa
legislación; se adhieran cuanto antes a las convenciones y los protocolos
internacionales pertinentes relativos al terrorismo;
De todas maneras, un paso fundamental que debe dar la comunidad
internacional de la mano del Consejo de Seguridad y la Asamblea General,
es el de lograr una definición precisa y consensuada de terrorismo,
concretamente una que responda de manera clara y concisa a la pregunta
“¿qué es el terrorismo?” Porque si examinamos por ejemplo el artículo 1 de
la Convención de la OIC (Organización de la Conferencia Islámica) sobre la
lucha contra el terrorismo internacional, encontraremos una definición de
terrorismo muy convencional: “…cualquier acto de violencia o amenaza,
prescindiendo de sus motivaciones o intenciones, perpetrado con el objetivo
de llevar a cabo un plan criminal individual o colectivo con el fin de
aterrorizar a la gente o amenazarla con causarle daño o poner en peligro su
vida, honor, libertad, seguridad, derechos…”. Ahora bien; si observamos lo
que sigue en el artículo 2: “La lucha de los pueblos, incluida la lucha
armada contra el invasor extranjero, la agresión, el colonialismo y la
hegemonía, que persigue la liberación y la autodeterminación de acuerdo
con los principios del derecho internacional no se considerará un crimen
terrorista”, vemos que la controversia con occidente es grande.
Las Naciones Unidas deben velar por que la protección de los derechos
humanos constituya una preocupación fundamental. Las Naciones Unidas
desempeñan una función primordial en la preparación de instrumentos
jurídicos para su aprobación y aplicación efectiva. En sus esfuerzos
disuasivos, la Organización ha realizado y debe seguir aportando su
contribución en tres esferas: el establecimiento de normas, los derechos
humanos y las comunicaciones.
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