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cv) Kevin Madigan y Carolyn Osiek (eds.) Mujeres ordenadas en la Iglesia primitiva Una historia documentada 9 nN 05] 2 G| | | 09] 00] a obra de Kevin Madigan y Carolyn Osiek tan estudin digurosn deena coleccidin de texte ¢ inscripciones de los siglos i- en los que aparecen mencionadas mujeres junto a sus Oficios eclesiales: didcono, diaconisa presbitero... Los autores hacen un andlisis ponderado de las fuentes sin abandonarse a faciles relaciones 0 deducciones, teniendo siempre en cuenta el contexto y el momento hist6rico en el que deben ser interpretados el texto o la inscripcion. El resultado es una obra seria y rigurosa que avanza en la direccion iniciada por algunos estudios menos conocidos por el gran publico ala vez que los amplia. El libro esta llamado a ser na obra de referencia no sdlo para los estudios sobre los origenes del cristianismo © la teologia sino también para otras dreas como la historia antigua, los estudios de género, la historia de la mujeres, el derecho antiguo, la filologia, etcétera eva www.verbodivino, CAROLYN OSIEK, Pralteeie ocr tel) eer cela Lar Lele la Universidad de Harvard en Nuevo Testamento y Orig del cristianismo. Peer] enon Cen Cn) Nuevo Testamento en la catedra Charle iitraplomUam Cmte vem DUiar OVmere pele locery Christian University). Ha sido presidenta de la Catholic Biblical Association y de la Societ Biblical Literature. Entre su abundante produccién destacan obras como Beyond the Ce ee GU ee ee kOe A ROU aeRO UCN) Testament? (ed. rev. 1992) y A commentary to The Shepherd of Hermas (1999). Ademas, es coeditora con D, Balch de Early Christian Families in Context (2005), y coautora, con M.Y. MacDonald, de Woman's Place: House Churches in Earliest Christianity zee} KEVIN J. MADIG. (8 dae oam sient) del cristianismo por la Universidad de Ce recom TULA Lela PTaaer) anon iComi an TEKS eer een een) Divinity School de la Universidad de Harvard. Trabajo con C. Osiek en la CTU de Chicago, donde sigue siendo Premera een ae eceg een eee ered Estd especializado en exégesis y teologia medieval escolastica. Ha publicado Olivi and the Interpretation of Matthew in the High Middle Ages (Cha re Ronen seer aos of Jesus in the High Middle Ages: An Essay on the Development of Christological Doctrine, En la actualidad trabaja junto a Jon Levenson en una obra cuyo titulo provisional e: Tere The Jewish-Christian Connection Mujeres ordenadas en la Iglesia primitiva Una historia documentada KEVIN MADIGAN y CAROLYN OSIEK (eds.) Otros titulos de la coleccién eR nan Carme Soto Varela (ed.) La resurreccién de Maria Magdalena Jane Schabe (Tm Urea Modelos de autoridad femenina (aime mears CUT Omni) Carmen Bernabé Ubieta (ed.) Crm Ue Mujeres ordenadas Consejo de redacci6n de ALETHEIA . . wae sanoe y coordinaci6n: e n la Ig | es I a pri mM Itiva Carmen Bernabé Ubieta, Universidad de Deusto (Bilbao) Consejo asesor: Elisa Estévez Lopez, Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) Marta L6pez Alonso, Instituto Superior de Ciencias Morales (Madrid) Aurora Salvatierra Ossorio, Universidad de Granada Carme Soto Varela, Madrid ROLYN OSIEK (eds.) Marta Zubia Guinea, Universidad de Deusto (Bilbao) KEVIN MADIGAN y CA Una historia documentada eva Editorial Verbo Divino Avenida de Pamplona, 41 31200 Estella (Navarra), Espafia Teléfono: 948 55 65 11 Fax: 948 55 45 06 Internet: http://www. verbodivino.es E-mail: evd@verbodivino.es Titulo original: Ordained Women in the Early Church. A Documentary History Traduccién: Teresa Atistegui Aguirre Disefio de coleccién: Francesc Sala © 2005 The johns Hopkins University Press. ll rights reserved. Published by arrangement with The Johns Hopkins University Press, Baltimore, Maryland. © Editorial Verbo Divino, 2006. Impresién: Gréficas Lizarra, Villatuerta (Navarra), Depésito Legal: NA. 2.769-2006 ISBN 84-8169-375-8 — 978-84-8169-375-1 Impreso en Espaita - Printed in Spain INDICE 17 31 33 42 46 Si 52 116 161 162 176 188 199 209 209 Presentacién de la edicidn espaiiola Prlogo Abreviaturas de las fuentes Capitulo 1 INTRODUCCION Capitulo 2 TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO Y SUS COMENTARIS- TAS PATRISTICOS Romanos 16, 1-2 1 Timoteo 3,8-11 1 Timoteo 5,3-13 Capitulo 3 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS, REFERENCIAS LITERARIAS, INSCRIPCIONES Textos literarios Inscripciones Capitulo 4 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS SOBRE LA PRACTICA ECLESIASTICA Didascalia de los Apéstoles y Constituciones Apostdlicas Otras fuentes previas al siglo vi en orden cronolégico Justiniano, Novellae Capitulo 5 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS POSTERIORES Capitulo 6 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL Textos literarios 212 215 221 239 239 239 248 251 251 255 270 286 297 303 303 305 306 308 309 314 317 Inscripciones Cénones y comentarios sobre la practica eclesidstica Capitulo 7 MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI Y TEXTOS RELACIONADOS, Capitulo 8 MUJERES PRESBITEROS En oriente Textos literarios, canénicos y leyendas Inscripciones En occidente Esposas de clérigos ‘Tres norteafricanos contra las mujeres presbiteros Canones y cartas cpiscopales Inscripciones Capitulo 9 : pee - CONCLUSION Apéndices A. Ubicacién de las inscripciones de las didconos B. Ubicacién de las didconos en las fuentes literarias C. Ubicacién de las presbiteros D. Parentescos de las mujeres identificados en las i inscripciones Indice de nombres antiguos Indice derliaconisas, presbiteras y episkopas Indice de autores contemporéneos PRESENTACION DE LA EDICION ESPANOLA stamos muy complacidos de presentar este estudio al piiblico his- E panohablante, gracias al interés de Carmen Bernabe y la editorial Verbo Divino. Otros han hecho gran parte del trabajo preliminar sobre el que nosotros hemos construido, especialmente Ute Eisen y Giorgio Otranto, a quienes agradecemos su dedicacion. Gracias a arama investigacion, nos ha sido posible avanzar y ampliar la panoramica para realizar la presente obra. Esperamos que ustedes gocen leyendo este libro tanto como no- sotros hemos disfrutado trabajando en él. Kevin Madigan y Carolyn Osiek 11 de octubre de 2006 PBOLOGO n la siguiente recopilacion creemos haber incluido todos los testi- E monios conocidos sobre mujeres diaconos y presbiteros, al menos en el mundo grecolatino. Los testimonios existentes aparecen publica- dos en muchas fuentes; algunas son accesibles para el piblico en gene- ral, y otras, sin embargo, han sido publicadas en informes antiguos y oscuros. Un numero considerable no han sido traducidos de sus len- guas originales. Las fuentes son muy diversas ¢ incluyen ordenaciones eclesiasticas, decretos conciliares, inscripciones funerarias y dedicato- rias, cartas, biografias y otro material literario. En aquellas ocasiones en las que somos conscientes de que un mismo texto aparece en mul- tiples publicaciones, ofrecemos todas las referencias que conocemos, pero no hemos tratado de registrar todos los lugares en los que una misma inscripcién aparece publicada. Lo que nos ha sorprendido ha sido la gran informacién existente acerca de mujeres diaconos, espe- cialmente en testimonios epigraficos funerarios. Muchos de estos tes- timonios aparecen recopilados aqui por primera vez. Kevin Madigan es el maximo responsable de las entradas latinas y Carolyn Osiek de las griegas y del material complementario, aunque los dos hemos leido todas las entradas. Todas las traducciones son ori- ginales. Ninguno de los dos somos expertos en siriaco cristiano, y como esta coleccién contiene unos pocos textos e inscripciones siria- cos, traducidos por otros como hemos mencionado in situ, no alega- mos haber presentado una coleccién exhaustiva en este campo. Si hemos pasado por alto algun testimonio, nos alegraria recibir los cjemplos adicionales que los lectores pudicran conocer. Este proyecto comenzo hace varios afios cuando impartimos con- juntamente un curso sobre «La mujer en la Iglesia primitiva» en la Catholic Theologic hecho varios estudios exhaustivos sobre el oficio eclesial de la mujer Union de Chicago. A pesar de que ya se habian en los primeros afios del cristianismo, caimos en la cuenta de que nadie habia tratado de recopilar todos los testimonios. Hoy en dia Kevin trabaja en la Harvard Divinity School de Massachusetts y Carolyn en la Brite Divinity School de Texas. No obstante, desde la distancia hemos culminado este proyecto comin. Esta ha sido una labor agradable e incluso placentera a medida que ibamos examinando minuciosamente los textos y disfrutando de los nuevos descubrimientos, especialmente aquellas reminiscencias per- sonales mostradas en inscripciones funerarias de mujeres reales que raramente son conocidas por el publico en general. Este libro lo dedi- camos con nuestros mayores respetos a todas las mujeres diaconos y presbiteros que prestaron sus servicios a sus comunidades eclesiales y a todas aquellas que intentan hacer lo mismo hoy en dia. Damos las gracias a todos aquellos que nos han ayudado con el material siriaco, cuya labor la reconocemos in situ. Agradecemos a Giorgio Otranto, de la Universidad de Bari, ya que fue él quien, en su investigacién sobre las mujeres presbiteros de 1982, recopilé las fuen- tes e hizo la mayor parte del trabajo preliminar en este campo. Fue él quien gentilmente nos proporcioné la ilustracién de la inscripcién de Flavia Vitalia. E] reciente libro de Ute Eisen ha supuesto un trabajo de investigacién decisivo para esta recopilacién. Ademas, Kevin Madi- gan querria dar las gracias a su ayudante de investigacién, Andrew MacCarron, y a su asistente administrativo, Eric Unverzagt. Carolyn Osiek agradece a Laurie Brink, de la biblioteca de la Universidad de Chicago, su gran ayuda a lo largo de todo el proceso. Asimismo, que- tria dar las gracias a su entonces ayudante de administracién en la Brite Divinity School, Kim Bell, por su incalculable ayuda en la prepa- racion de la versién electrénica, asi como a su ayudante de investiga- cién, Nancy Smith, por las referencias de tiltima hora y los mapas. Su mas sincero agradecimiento, no obstante, es para J. J. Leese, quien afios atras, y con objeto de aprender sobre la mujer en la Iglesia primi- tiva, se ofrecié de manera voluntaria a ayudarle en la investigacion. Aprendié mucho reuniendo los primeros textos y haciendo las traduc- ciones preliminares para este proyecto. ABREVIATURAS DE LAS FUENTES AASS ACW AE BCH BE CA CCL CIG CIL CSEL DA DACL EG Eisen, Acta Sanctorum, J. Bollandus et al, (eds.), Victorem Palme, Paris 1863- Ancient Christian Writers, Newman Bookshop, Westminster, MD, 1946- LAnnée Epigraphique, Presses Universitaires de France, Paris 1888- Bulletin de Correspondance Hellénique Bulletin Epigraphique Constituciones Apostélicas. Didascalia et Constitutiones Apostolorum, F. X. Funk (ed.), 2 vols. F, Schoeningh, Paderborn 1905 Corpus Christianorum, Series Latina, Brepols, Turnhout 1953- Corpus Inscriptionum Graecarum, August Boeckh (ed.), G. Olms, Hil- desheim 1977 Corpus Inscriptionum Latinarum, Deutsche Akademie der Wissen- schaften zu Berlin (ed.), G. Reinerum, Berlin 1862- Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum Didascalia Apostolorum, F, X. Funk (ed.), 2 vols., F. Schoeningh, Pader- born 1905 Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie, 15 vols., Paris 1907- 1953 Epigraphica Graeca IV, Margherita Guarducci (ed.), Istituto Poligrafico dello Stato, Libreria dello Stato, Roma 1978 Women Officcholders: Eisen, Ute, Women Officeholders in Early Christia- nity: Epigraphical and Literary Studies, Liturgical Press, Collegeville 2000. Traduccién de Amstrdgerinnen im friihen Christentum. Epigraphische und literarische Studien, Vandenhoeck & Ruprecht, Gotinga 1996 Elm, Viegins of God: Elm, Susannah, Virgins of God:The Making of Asceticism in Late Antiquity, Oxtord University Press, Nueva York 1994 Feissel, Recueil: Feissel, Denis, Recueil des inscriptions chrétiennes de Macédoine du IF auVF sidcle. BCH Supplément 8, Dépositaire, Diffusion de Boc- card, Paris 1983 Funk, Didascalia: Funk, Francis Xavier (ed.), Didascalia et Constitutiones Apos- tolorum, 2 vols., F. Schoeningh, Paderborn 1905 GCS Griechischen Christlichen Schriftsteller, J. C. Hinrichs, Leipzig - De Gruyter, Berlin 1879- GRBS Greek, Roman, and B} Byzantine Studies Grégoire, Recueil: Grégoire, H. (ed.), Recueil des Inscriptions Grecques-Chrétiennes d’Asie Mineure, A.M, Hakkert, Amsterdam 1968 Gryson, Ministry of Women: Gryson, Roger, The Ministry of Women in the Early Church, Liturgical Press, Collegeville 1976. Traduccién de Le ministeve des femmes dans I’ Eglise ancienne, Recherches et synthéses, Section Phistoire 4, J. Duculot, Gembloux 1972. Hermas\is.: Pastor de Hermas, Visiones IG Inscriptiones Graecae, De Gruyter, Berlin 198 1- ILCY — Inscriptiones Latinae Christianae Veteres, E. Diehl et al, (eds.), Wiedman, Berlin 1925-1985 JECS Journal of Early Christian Studies JFSR Journal of Feminist Studies in Religion JTS Journal of Theological Studies Kraemer, Women’s Religions: Kraemer, Ross S, (ed.), Women’s Religions in the Greco RomanWorld:A Sourcebook, Oxford University Press, Oxford 2004 Eampe, Lexicon: Lampe, G.W. (ed.), A Patristic Greek Lexicon, Clarendon, Oxford 1961 LCL Loeb Classical Library TH The Lausiac History of Palladius, J. Armitage Robinson (ed.), Texts and Studies 6,2, Cambridge University Press, Cambridge 1904 MAMA Monumenta Asiae Minoris Antiqua, 8 vols, American Society for Archeological Research, Manchester University Press, 1928-62 Mansi, Sacrorum conciltorum: Sacroram conciliorum nova et amplissima collecto, editio novissima, G, D. Mansi (ed.), H. Welter, Paris 1901-1927 Martimort, Deaconesses: Martimort, Aimé George. Deaconesses: An Historical Study, Ignatius Press, San Francisco1986. Traduccién de Les Diacones- ses, Essai Historique, Edizioni Liturgiche, Roma 1982 Mayer, Monumenta: Monumenta de viduisdiaconissisvnginibusque tractantia, Jose- phine Mayer (ed.), Florilegium Patristicum 42, Peter Hanstein, Bonn 1938 MDAI Mitteilungen des deutschen archdologischen Instituts, Athenische Abteilung Meimaris, Sacred Names: Meimaris, Yiannis E., Sacred Names, Saints, Martyrs and Church Officials in the Greek Inscriptions and Papyri pertaining to the Christian Church of Palestine, MEAETHMATA 2, National Hellenic Research Foundation, Centre for Greek and Roman Antiquity, Atenas 1986 / MGH = Monumenta Germaniae Historica, G. H. Pertz et al. (eds.), Impensis Bibliopolii aulici Hahniani et al., Hannover 1826- New Docs: New Documents Ilustating Early Christianity, G. H. R. Horsley (ed.), Ancient History Documentary Research Centre, Macquarie Univer- sity 1981 Otranto/Rossi, «Priesthood»: Rossi, Mary Ann, «Priesthood, Precedent, and Prejudice: On Recovering the Women Priests of Early Christia- nity», JFSR7:1 (1991) 73-94, Traduccién e introduccién de Georgio Otranto, «Note sul sacerdozio femminile nell’antichita in margine a una testimonianza di Gelasio I», Vetera Christianorum 19 (1982) 341- 360 PG Patrologia Graeca, J.-P. Migne (ed.), Migne, Paris 1857-1866 ; . Migne et al. (eds.), Garnieri Fratres, Paris PL Patrologia Latina, J.- 1844-1891 PNPN Padres nicenos y postnicenos PO Patrologia Orientalis ; PW — Real-Encyclopaidie des klassischen Altertumswissenschaft, A. Pauly, G. Wis- sowa,W. Kroll (eds.), J. B. Metzler, Sttutgart 1894-1972 Rahmani: Testamentum Domini, 1. Ephracm II Rahmani (ed.), F. Kirchheim, Maguncia 1899 RB Revue Biblique RQ Ramische Quartalschaft SC Sources chrétiennes, Editions du Cerf, Paris 1941- SEC Supplementum Epigraphicum Graecum, J. J. Hondius et al. (eds,), A. W. Sijthoff, Lyon 1923- Ti Syllege Inscriptionum Graecarum, Wilhelm Dittenberger (ed.), 4 vols. S. Hirzel, Leipzig 1915-1924 : Swete, In Epistolas: In Epistolas Beati Pauli commentarii: The Latin Version with Greek Fragments, H. B. Swete (ed.), 2 vols. (Gregg, Farnborough 1969) TA Hipélito, La tradicién apostélica TAM — Tituli Asiae Minoris TD Testamentum Domini TS Texts and Studies TU Texte und Untersuchungen ZPE Zeitschrift fir Papyrologie und Epigraphik SIG 1 | INTRODUCCION A pesar de que recientemente se han Ilevado a cabo muchos estudios sobre el oficio de la mujer en la Iglesia, nadie ha tratado de recopi- lar todos los testimonios, tanto literarios como epigraficos. Este es el objetivo del presente volumen. Amplia y complementa la coleccion de textos literarios de Josephine Mayer, los exhaustivos estudios de Gryson y Martimort, y las colecciones de inscripciones parciales que se mencio- nan 0 se tratan en los trabajos de Susannah Elm, Giorgio Otranto y Ute Eisen. De esta manera, se pretende que este volumen sea una fuente exhaustiva de todos los testimonios textuales —literarios, canonicos y epigraficos— del mundo grecolatino asi como de parte del material pro- cedente de las Iglesias orientales, que mantuvieron relacién con el mundo citado. El presente volumen proporciona al lector interesado no versado en las lenguas originales todos los testimonios de las mujeres con titulos y funciones reconocidas como oficios eclesiales. La mayoria de los testimonios provienen de textos y colecciones epigrificas accesibles en bibliotecas especializadas teoldgicas y clasicas. Todo lector que desee consultar los textos originales los encontrara facilmente alli. Otros testimonios, sin embargo, provienen de publica- ciones muy antiguas y cripticas, de dificil acceso excepto para los expertos. En esos casos, proporcionamos el texto original en una nota. Lo mismo sucede con las inscripciones latinas clave de los presbiteros, aunque aparecen publicadas en el Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL). Puesto que los textos y contextos dejan claro que el papel de los profetas y el orden de las virgenes no eran considerados como oficios eclesiales y estaban fuera de la ordenacién, no se incluyen aqui. En la ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA e mayoria de los casos, lo mismo se aplica a las viudas. Pero encontra- mos algunas excepciones: unos pocos textos sobre viudas insintian que estaban ordenadas y/o que eran miembros de unas iglesias especificas. En otros pocos casos, se les confunde con diaconisas. Sdlo hemos incluido estos textos sobre viudas. La fecha limite es el afio 600 d.C., aunque hemos incluido algunos documentos clave posteriores a ese ano, ya que ayudan en la interpretacién de textos anteriores, Se inclu- yen, por ejemplo, comentaristas tardios como Atto de Vercelli, que da por sentado que existieron mujeres diaconos o presbiteros en fechas mas tempranas, aunque él no tenga constancia de ninguna en la iglesia occidental de su tiempo. Los estudios diacrénicos anteriores de Gryson y Martimort demuestran que la institucién del diaconado de las mujeres siguio existiendo y se desarrollé muchos siglos después del afio 600, mas extensamente en oriente, pero también hasta cierto punto en occidente. Desafortunadamente, una de las inscripciones diaconales occiden- tales mas deliciosa y sugerente ha resultado ser una falsificacién. Se public por primera vez en 1749 y Henri Leclercq seguia creyendo que era auténtica en 1920’, Estudios previos El estudio sobre el ministerio de las mujeres en la Iglesia primitiva no es nuevo. Hay muchos estudios importantes y minuciosos publica- dos en el giglo xx y antes incluso, concretamente sobre mujeres didco- "Véase Martimort, Deaconesses, 220, Este es CI 5,180: DACIANA DIACONISSA QUE V AN XXXXV M IL ET FUIT F PALMATI COS ET SOROR VICTORINI PRESBRI ET MULTA PROPHETAVIT CUM FLACCA ALUMNA V A XV DEP IN PACE III ID AUG [La diaconisa Daciana, que vivid 45 aiios y 3 meses, ¢ hija de Palmacio, consul, y hermana de Victorino, presbitero, y profetizé mucho con Flaca, nifia adoptiva que vivid 15 aijos. Sepultada en paz, agosto 13}. Publicado por primera vez por Francesco Scipione Maffei, en Museum Veronense hoc est Antiquarum Inscriptionum atque Anaglyphorum Collectio cui Taurinensis adjungitur et Vindobonensis, Seminary Press, Verona 1749, p. 179; incluido como auténtico por Henri Leclercq en «Diaconesses», DACL 4 (1920) 733. Palmacio es desconocido en las listas consulares, pero aparece en las tardias Actas de Calixto (AASS 54, pp. 439-441, 14 de octubre). INTRODUCCION ALETHEIA nos?. La coleccién mas temprana de textos, Monumenta de Mayer cn 1938, comienza con el Nuevo Testamento y se extiende hasta la Edad Media, reuniendo textos literarios, histéricos, candnicos y legales en griego, latin y traducciones latinas de algunos textos siriacos. No incluye ninguna inscripcién. La coleccién es muy exhaustiva con los textos legales, no asi con el resto, pero no ofrece ninguna definicion del oficio 0 anilisis del material y no hace distincion de oficios en orga- nizaciones reconocidas, por lo que incluye a las virgenes y viudas con- sagradas junto con las mujeres diaconos. En este aspecto, es util dado que la coleccion es completa, pero quiza lo hubiera sido mas si Mayer hubiera incluido titulos como profeta o maestro, como hizo Eisen. Roger Gryson, respaldandose en testimonios epigraficos, ofrece en su obra Ministry of Women un estudio interpretativo exhaustivo de textos literarios y canénicos. Comenz6, con la ayuda de un estudiante del seminario, a recopilar una coleccion completa de inscripciones pero abandoné su labor antes de acabarla’. Georges Martimort, en su obra Deaconesses, llevé a cabo el estudio mas exhaustivo exclusivamente sobre las mujeres diaconos, pero él tampoco pretende recopilar todas las fuentes. Virgins of God, de Susannah Elm, trata sobre el desarrollo del ascetismo de las mujeres en el contexto mas amplio del movi- miento ascético, pero contiene discusiones muy buenas y algunas refe- rencias epigraficas provechosas sobre las mujeres didconos*. El pio- nero articulo de Giorgio Otranto acerca de las mujeres presbiteros en occidente (Otranto/Rossi, «Priesthood») recopila y trata sobre todas las inscripciones conocidas de mujeres presbiteros que pueden ser interpretadas como referidas a oficios eclesiasticos. Por ultimo, el reciente y magnifico libro de Ute Eisen, Women Officeholders, retine la Véase, por ejemplo, Henri Leclercq, «Diaconesses», DACL 4 (1920) 725-33 y Adolf Kals bach, Die altkitchliche Einrichtung der Diakonissen bis zu ihrem Erléschen (Herder, Friburgo 1926). Para una bibliografia de los estudios més importantes véase Gryson, Ministry of Women, 121-123. Las extensas bibliografias de Eisen no incluyen ninguna coleccién especi- fica sobre este tema *Véase su nota 158, pp. 153-54. *Véase su discusién en, Virgins of God, 170-183. oS ALETHEIA N Ss MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA mas amplia, pero atin incompleta, coleccién hasta la fecha de inscrip- ciones. Sin embargo, y dado el amplio ambito de su estudio, al ae de esos testimonios aparecen resumidos. Su coleccién es mucho menos minuciosa con las fuentes literarias, Con objeto de tratar ma detalladamente los oficios especificos de los didconos y presbitero is hemos intentado abarcar los asuntos més complejos pai los aj i les, profetas, maestros y obispos, como hace Eisen, iL no to- Suposiciones falsas Examinando los testimonios hemos encontrado vari nes que resultan ser falsas. 1 de que nunca hubo mujere : jas suposicio- a primera de esas falsas suposiciones es la Pee " s con oficios eclesidsticos en occidente. A © que es en oriente donde claramente se da una preponderancia de testimonios de mujeres didconos, occidente no carece de ellos siendo normalmente prohibiciones conciliares, presumiblemente i : mulgadas para controlar o suprimir la practica existente. Existen ine. cripciones en occidente, aunque son mucho menos habituales us ; oriente. Muchos de estos testimonios se pasan por alto ridebaabehte y se deben tomar en serio, En especial Otranto y Eisen han Ilevado parte de este material a primer plano. Uno de los factores mas intri gantes es que los testimonios de mujeres presbiteros son més c : en occidente que en oriente, et La segunda falsa suposicion es que el titulo de diaconisa sustituyé al de mujer diacono a finales del siglo i. A pesar de que los testi as nios sobre la funcién de esas mujeres son poco precisos, el tit Io de diakones para las mujeres existe durante el siglo vi. Este i ime F : un tema que sc tratara mas extensamente mas adelante. : la tercera falsa suposicién es que todas las mujeres con oficios eclesidsticos eran célibes, bien virgenes o viudas. Una vez més. | mayoria de los testimonios candnicos, literarios y epigraficos insi ian esto y muchas de estas mujeres fueron enterradas voles en sus vumbas (Atanasia en Delfos y Tetradia en Tesalia amenazaron con im aa un castigo escatoldgico a cualquiera si no se les mantenia soles en sus INTRODUCCION tumbas) o algunas de ellas junto con otras ascetas (Posidonia, Teodo- sia), Otras muchas fueron enterradas en agrupaciones familiares que no dicen nada respecto al estado civil de la mujer con oficio eclesias- tico. Sin embargo, hay excepciones y ambigiiedades. Parece que en algun tiempo y lugar ésta no cra una norma que se cumplia tan a raja- tabla. Muchas de ellas tuvieron hijos que atin vivian, pero podrian haberse ordenado siendo viudas. Unas pocas enterraron a sus esposos, como es el caso de Basilissa, Domna o Eistrategis, y nos preguntamos si pudicron haberse ordenado en tan poco tiempo tras la muerte de sus maridos, aunque siempre puede ser que el monumento se instalara afios mas tarde. Agathe de Filipo podria haber estado casada cuando fallecié. Leta, la presbitero de Calabria, lo estaba; de hecho, fue su marido quien la conmemoré. Dada la tendencia general de que hom- bres mayores se casaran con mujeres mas jovenes, son mas frecuentes las viudas que los viudos en ese tipo de poblaciones funebres. A pesar de que en muchos casos se requeria que la mujer fuera virgen o viuda para su ordenacién diaconal, no se puede suponer que algunos de estos estatus fueran requeridos en todos los lugares y en todas las oca- siones. La cuarta falsa suposicién es que para los siglos v y vi el titulo de diaconisa sélo se expedia a las superioras en la vida monastica. Otra vez mas, a pesar de que si es cierto que muchas de las que eran supe- rioras de los conventos en este tiempo poseian el titulo de diaconisa, no todas lo tenfan. A veces habia en las comunidades, al parecer, dia- conisas que no eran superioras (p. ej. Lampadion en el monasterio de Macrina, o Elisantia, Martiria y Paladia en el monasterio de Olim- pia), y muchas diaconisas en estos siglos no pertenecian a comunida- des monasticas, como por ejemplo aquellas que ejercian el ministerio en la gran Iglesia de Hagia Sofia bajo el reinado de Justiniano y aque- llas conmemoradas por sus hijos y hermanos. Es mas, muchas muje- res didconos estaban enterradas dentro de sistemas familiares, como evidencian sus tumbas en los sepulcros familiares (véase el apéndice F sobre los parentescos de las didconos). Eisen observ que ninguna de las conmemoraciones de Palestina indicaba relacién familiar ALETHEIA R ALETHEIA 8 _ MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, alguna*. El caso de Palestina es quiza demasiado insignificante, pero la razén de esta ausencia podria haber sido también el cardeter ascé- tico de la iglesia alli, que fue para finales del siglo rv un centro monastico muy importante. La mayorfa de las relaciones familiares conocidas de mujeres diaconos se encuentran en Asia Menor Central pero ésta es también la zona de donde provienen la mayoria de las inscripciones. ‘Tampoco fue conocida como un centro importante de vida monastica, como si lo fueron Palestina y Egipto, por ejemplo. Henri Leclercq indicé en su articulo DACL de 1920 que el diaco- nado de mujeres derivé del orden de las viudas®. Después de incluir a las diaconisas entre aquellas que tenian ordenacién (cheirotonia) yuna posicion privilegiada en el clero, Leclercq equipara su ordenacién a una bendicién, porque no compartian el papel sacramental de los did- conos. Mientras se discute la naturaleza de su ordenacién, esta tam- bién claro que las viudas siguieron existiendo en la iglesia como un grupo diferenciado al mismo tiempo que el orden de las mujeres dia- conisas estaba floreciendo. Asimismo, Elm supone que para el siglo v el papel de las diaconisas ya subsumia (inclufa) el de las viudas y ie las virgenes, y que era sindnimo de abadesas de un monasterio’. Todos los testimonios demuestran que estas dos suposiciones son incorrectas, Problemas metodoldgicos Hay varios problemas metodoldgicos que han de considerarse. El primero de ellos es que la referencia a Febe como diakonos en Rom 16,1 nos advierte de que, independientemente de la funcion de un diakonos en la Iglesia paulina del siglo 1, en los primeros afios cualquier referencia a diakonoi como grupo no se ha de referir necesariamente a hombres. No hemos recopilado todas las menciones que se acen a los diaconos donde esto pudiera ser el caso, como es el caso en * Women Officeholders, 162. “Véase nota 1 ” Virgins of God, 180-182, INTRODUCCION Fip 1,1 0 las Cartas de Ignacio, pero tenemos que tener presente esta ambigiiedad. Es solo en el siglo m, con cl florecimiento del diaconado expresamente de mujeres, cuando es mas probable que el término dia- konos se refiera exclusivamente a hombres, ¢ incluso mas adclante el titulo se sigue usando para referirse a las mujeres. El segundo problema es la tendencia por parte de algunos escrito- res modernos a suponer que todos los personajes femeninos impor- tantes de la Iglesia primitiva eran didconos, a pesar de no haber una mencion especifica de su ordenacién, Esto es especialmente cierto en personajes ascéticos significativos como Paula, las dos Melanias 0 Macrina*. Ninguno de sus bidgrafos hace referencia a tal ordenacion. Hemos omitido estas referencias debido a la ausencia de pruebas fir- mes que no se basan en suposiciones posteriores. El tercero y mas importante problema metodologico es, por un lado, la posible discrepancia entre el concepto antiguo y moderno de ministerio ordenado y de clérigo, y, por el otro, las variaciones crono- logicas y geograficas. Se han de hacer algunas distinciones que normal- mente son ignoradas por historiadores y comentaristas modernos. Es necesario tener presente las diferencias entre tres aspectos del lide- razgo eclesiastico que afectaba a las mujeres: ordenacion, pertenencia al clero y estatus de un grupo especial. En ocasiones estas tres designa- ciones se solapan, pero normalmente no sucede asi. Las viudas de Ter- tuliano de Cartago, por ejemplo, por lo visto no estaban ordenadas, aunque parece que se les consideraba miembros del clero, ya que se sentaban junto con los presbiteros en asambleas formales y acudian con ellos a las audencias disciplinarias. Las viudas y presbiteras del Tes- tamentum Domini probablemente no estaban ordenadas tampoco, aun- que jugaban un papel importante en las asambleas liturgicas. En algu- nas ocasiones no hay duda de que las diaconisas estuvieran ordenadas (DA, CA), aunque no tuvieran una funcién sacramental en el altar. Pero * Por ejemplo, Kyriaki Karidoyanes Fitzgerald, «The Characteristic and Nature of The Order of the Deaconess», en Thomas Hopko (ed.), Women and the Priesthood, St. Vladimit’s Seminary Press, Crestwood, NY, 1983, pp. 75-95. ALETHEIA N a ALETHEIA R MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA los comentaristas facilmente asumen su ausencia en el altar como carencia de toda funcién liturgica, sin hacer distincién alguna entre lo litirgico y lo sacramental. Occidente, que, excepto en las tradiciones monisticas, esta muy empobrecido liturgicamente, con su fijacién en cl sacramento y en la predicacién, puede olvidar con facilided que la recitacién del Oficio Divino es un componente esencial de la liturgia. Hay abundantes testimonios que demuestran que las mujeres diaconos ejercian liderazgo en esta funcion, y de hecho, como documenta Otranto, también existen testimonios sugerentes de mujeres presbite- ros que parecen haber ejercido el ministerio en el altar, incluso en oriente. ¢Ordenacién sacramental? La cuestién de si la ordenacién de mujeres didconos estaba consi- derada como «sacramental» estd lena de problemas de interpretacién anacronica. Martimort duda de la naturaleza sacramental de la orde- nacién de las mujeres hasta en las Constituciones Apostélicas. Grys acepta sobre la base de la secuencia de los ritos de ordenacidn: se cia en la que las diaconisas se encuentran eni conos y lectores, entendiendo estos dos ult verdaderas, Martimort hace todo lo posible timonios antiguos en «los conceptos de la t tras que Gryson quiere ver los testimonios antiguos en términos pro- pios®. Unautor expuso que cheirotonia era el término general para nombramiento Y que cheirothesia tenia un significado mds especifico para ordenacién sacramental todo lo contrario: es decir, q mediante la imposicién de m cuen- tre los didconos y subdia- imos como ordenaciones para hacer encajar los tes- ‘eologia moderna», mien- - Otro experto, sin embargo, argumenta jue cheirotonia quiere decir ordenacién ‘anos, reservado s6lo para los obispos, * La discusidn se expone en un apéndice de nn. 1-2, en respuestaa la recensidn de Marti "C,H. Turner, «Cheirotonia, cheirothesia, 24 (1922/23) 496.504, Gryson, en Ministry of Women, 115-120 y 156, ‘morta la edicidn francesa del libro de Gryson, thesis cheirdn (and the Accompanying Verbs)», JTS INTRODUCCION resbiteros, ditconos y diaconisas, mientras que las érdenes crakes recibian sdlo una bendicién o reconocimiento cary Macy or trado que bien entrado el siglo xu la terminologia de la or Ta 7 Ja Iglesia latina no era tan precisa y que las iiniain ys oe consideraban igual de ordenadas que el clero mascul oe peu occidente. Se esperaba que las abadesas desarrollaran ad as ranae sacramentales, como por ejemplo predicar y escuchar las confe: onjas"”. ; at “No hay duda de que en algiin tiempo y lugar la suas oid mujeres didconos se consideraba sacramental, a pesar le qu ar ran exactamente las mismas funciones que los tisconos = ia i Sociedad de Derecho Canénico de América legé a esa conc ri an 1995 e hizo propuestas para la reintroduccién eee on ordenacién'’, En contraste, el acne sobre el diacona pa Comision Teoldgica Internacional del Vaticano de 2002 ee ee en un tiempo las diaconisas eran miembros del clero, pero a Pe pié en las diferencias entre su ordenacién y la de los ombre niéndose ademas de juzgar el caracter sacramental de la misma"*. Entonces, ;cual era la labor de las diaconisas? a Una vez se hubo desarrollado la identidad del estado ¢ aaa decir, para principios del siglo 1, queda bastante ot que oe res ordenadas 0 del clero habitualmente no tenian las ie ed nes que sus homdlogos varones, Las funciones de las ee ice ia como un ministerio especial para las mujeres se descri pen een en Didascalia y de manera mas extensa en las ee ian 7 que dependen de ella. Estas funciones son la asistencia al bau “ Cipriano Vagaggini, «L’ordinazione delle diaconesse nella tradizione greca e bizantina», ip . sdica 40 (1974) 146-189. ; aly alt «thd Oldies Women in the Early Middle Ages», Theological Studies 61 " Gary Macy, « 2000) 481-507. ; teal : 7 Casco Implications of Ordaining Women to the Permanent Diaconate, aanapa Comité ad hoc de Derecho Canénico de América presentado en el LVII Encuentr | ‘omi Canon Law Society of America, Washington, DC, 1995. teeth Quaestiones de Diaconatu, Comision Teologica Internacional, julio de 2002 ALETHED! vy a ALETHEIA yD a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA mujeres, que incluye la uncion del cuerpo de la mujer bautizada, visi- tas pastorales y ensefianza religiosa con mujeres, acogida y manteni- miento del orden entre las mujeres en una asamblea, y viajes y repre- sentacion autorizada de la iglesia, Ellas eran el vinculo entre las mujeres y el obispo, y acompajiaban a las mujeres que lo visitaban"’. Pero estas descripciones canénicas no explican todas las referen- cias textuales, como por ejemplo la funcién de la diaconisa Lampadion en la obra Vida de Macrina, de Gregorio de Nisa, que sin duda fue una especie de lider pero no la superiora de la comunidad monastica (titulo reservado a Macrina); 0 la referencia que se hace en Novellae 6,6, de Justiniano, a la aparente participacién de hombres y mujeres en ritos sagrados (aporrétoi, sebasmiétata mystéria) y en la administracién del bautismo (y no en la asistencia a ellos), Un estudio més exhaustivo de algunas de las fuentes literarias desarrolla mejor esa descripcién. Las mujeres diéconos preparaban a las mujeres para el bautismo y les ofrecian hospitalidad durante el periodo de transicién antes y después (Manaris, Romana). Acogian y protegian a mujeres socialmente vulne- tables (diacono anonima de Cesarea), Defendian y representaban a las mujeres laicas en la iglesia (Susana). Viajaban con mujeres peregrinas (Tedfila). Emprendian peregrinajes (Severa de Jerusalén). Algunas eran superioras mondsticas (Eugenia, Jana, Olimpia, Teédula, Vale- riana). Algunas eran maestras fidedignas (diacono anénima de Teodo- reto). Otras eran miembros de comunidades monasticas, pero no eran superioras (Lampadion, Flisantia, Martiria y Paladia). Otras supervisa- ban importantes centros de peregrinacién (Martana, Matrona de Cosila). Otras vivian en su propia casa (Eusebia), Supervisaban las fun- ciones liturgicas de las mujeres y les guiaban en la oracién liturgica (Elisantia, Martiria y Paladia). Algunos textos canénicos aseguran que en la Edessa de los siglos v y vi las superioras religiosas de las mujeres, que eran diaconisas, llevaban a cabo una serie de funciones litargicas, " Las Constituciones Aposedlicas amplian las labores de las diaconisas, pero al mismo tiempo intentan reducir su autoridad en ciertos sentidos. Véase discusién en Gryson, Ministry of Women, 54-63, INTRODUCCION hasta el punto de verter el vino y el agua en el caliz en la Eucaristia y hacer otras labores en el santuario en la ausencia de un sacerdote o didcono, También leian el Evangelio y otras Escrituras en asambleas Al menos una de ellas crié a una nifia adoptiva (Atanasia de Corycos). Algunas veces poseian esclavos (Irene de Tebas). Ellas, al igual que otros en la iglesia, dedicaban pavimentos de mosaicos (Agrippiané, Andrémaca, Matrona de Stobi, Zoe), columnas (Areté, Celerina) y mamparas de los altares (Zaortha). Algunas estan enterra- das en Ambitos eclesidsticos, otras en ambitos familiares. Algunas pro- ceden de familias con muchos miembros del clero, otras no. En oca- siones las mujeres superioras de los monasterios eran diaconos, y en otros casos, una o varias mujeres diaconos residian en los monasterios pero no ocupaban el puesto de superiora. Curiosamente, dos textos que no identifican sus personajes feme- ninos como diaconos nos podrian dar una pista sobre algunas de las actividades liturgicas de las mujeres diaconos. En la obra de Cirilo de Escitopolis Vida de Teodosio (236, 19-237,1; el tiempo de narracion es alrededor de 450 d.C.) el autor relata que el superior de Teodosio, siendo este ultimo aspirante a monje, palestino y principiante en la vida ascética, le mandé a donde una santa mujer Ilamada Hikelia (a la cual no se le da un titulo) que estaba construyendo la Iglesia de Kathisma de la Madre de Dios entre Jerusalén y Belén para que le ayu- dara en el oficio y ministerios de la iglesia. Seguramente alguna de las labores de Hikelia eran actividades caritativas. Pero Cirilo relata tam- bien que Hikelia, utilizando velas, introdujo la celebracién de la fiesta de la Presentacion de Jestis en el Templo. Recibid a Teodosio y le pro- mulgé cantor en la iglesia y miembro del grupo ascético bajo su auto- ridad. Cuando Hikelia fallecié, Teodosio fue nombrado encargado de la iglesia, cuya labor, como deja claro el relato, no era la misma que la del superior de la comunidad ascética. * Resumido con varias citas parciales en Martimort, Deaconesses, 139-143. Los textos son de Rabula (412-435), Juan bar Qursos (538) y Jacobo de Edesa (683-708). ALETHEIA N a ALETHEIA iN) od MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA La Vida de Ciriaco (233,27-28) de Cirilo también menciona una mujer cantora de la Iglesia de la Andstasis, en Jerusalén. A pesar de que ningun texto dice que las mujeres en cuestion fueran diaconos u ocu- paran una posicién oficial en la iglesia, ambas mujeres ejercian clara- mente un liderazgo litérgico. Hikelia fue tanto una innovadora como coordinadora liturgica. Esas son las funciones que las mujeres didco- nos, estuvieran o no ordenadas, podrian haber desempefiado en oriente por aquel entonces. Al contrario de lo que habitualmente sucedia con las esposas de los presbiteros, las esposas de los diaconos no poseian el titulo de dia- conisas. Esto se ve claramente, por ejemplo, en dos inscripciones de Adriandpolis, en Frigia, en las que las esposas conmemoran a sus difuntos maridos didconos y no se hace mencién alguna de los titulos de las esposas"’. ¢Didconos 0 diaconisas? El titulo mas temprano, utilizado ya en Rom 16,1-2 de Febe, es diakonos con el articulo femenino. Aunque no se sepa con certeza, la mayoria asume que las ministrae de Plinio son sus equivalentes. El tér- mino posterior diakonissa aparece por primera vez en un texto griego en el canon 19 de Nicea. Ese término se utiliza en la traduccién latina de Didascalia, pero se desconocen la fecha de la traduccién y el ter- mino que aparece en el texto griego original. También aparece en las Constituciones Apostélicas, que normalmente se cree que datan de finales “MAMA 7,175: «Aurelia Domna Papados a su querido esposo Claporinio (Calpurnius), cono, lo construyé en su memoria mientras ella atin vivian (p. 35); MAMA 7,176: (Presumi- blemente una diferente 0 casada por segunda vez] «Aurelia Domna construyé este monu- mento a su esposo Gayo, didcono, en su memoria» (p. 35). Véase, sin embargo, Brian Brennan, «“Episcopae”: Bishops’ Wives in Sixth-Century Gaul», Church History 54.3 (1985) 311-323, sobre las esposas de los presbiteros (prebyterae) y de los obispos (episcopae), que adoptaron el celibato con la reciente ordenacién de sus esposos pero que seguian viviendo con ellos y, en ocasiones, tuvieron una gran influencia en la iglesia merovingia. ™ Martimort especula que el término original en griego en Didascalia era hé diakonos (Deaco- nesses, 41). INTRODUCCION del siglo 1v (CA 3, 11,3, un pasaje independiente de la Didascalia). Fl libro octavo utiliza siempre el termino diakonissa, excepto en una oca- sion en la que utiliza el término alternativo diakoné (8,13,14). Esto indica que el uso del titulo estaba ya generalizado. De ahi en adelante se utilizan los dos términos en [a literatura y en las inscripciones, sin percibir ninguna diferencia en tiempo o espacio. En latin empieza a uti- lizarse otra version de este término: diacona. Eisen, en Women Officehol- ders, intenta sacar conclusiones acerca del uso regional, pero las mues- tras son tan escasas que no se puede asegurar nada. Aparte de las pocas pruebas encontradas en algunas regiones, existe también la dificultad afiadida de que algunas de las inscripciones abreviaran el titulo del ofi- cio a di, diak o similares, lo que puede querer decir diakonos o diakonissa. En los textos literarios autores diferentes se han referido a la misma persona con titulos distintos. Juan Criséstomo se referia a su tia Sabi- niana como diakonos, mientras que Paladio la llamaba diakonissa. Olim- pia, la amiga de Juan, es siempre diakonos. Incluso en algunos de los ulti- mos textos canénicos se usan los dos términos tanto en occidente como en oriente (p. ej., en los Concilios de Orange, 441 d.C., y de Epaon, 5174.C., y en la Vida de santa Radegunda, alrededor de 600 d.C.: diacona; en el epitafio de Teodora de Ticini, 539 d.C.: diakonissa; en las regulacio- nes de Justiniano se usan los dos términos, intercambiandolos en el mismo articulo, Novellae 6,6). Unicamente basandonos en los testimo- nios de hoy en dia podemos concluir que los términos eran intercambia- bles, Las traducciones inglesas tienden a ser inexactas en cuanto a esto se refiere y en ellas se asume que «diaconisa» es el termino apropiado para referirse a la mujer (incluso en ocasiones para referirse a Febe en Rom 16,1!). En la traducciones hechas en este libro hemos intentado aclarar Jas diferencias presentando «didcono» por diakonos 0 diacona y «diaco- nisa» por diakonissa, mencionando la duda ante la abreviatura diak. Presbiteras Existen sin duda muchos menos testimonios de mujeres presbite- ros que de diaconos, a pesar de que esta claro que algo en esta linea a z 29 ALETHEIA, MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA w S sucedié en determinados tiempos y lugares; quiza bajo la influencia del montanismo en oriente a comienzos del siglo 1 y bajo el movi- miento priscilianista en occidente, Heresiélogos como Tertuliano, Epi- fanio y Agustin quieren dar la impres «desviados» existia esta practica. Aun asi, los testimonios existentes no jon de que sdlo en estos grupos se limitan solo a miembros de estos movimientos. Documentos como el Sinodo de Nimes y la Carta de Gclasio estan destinados a su propio pueblo y obispos. Se desconoce en qué consistian exactamente sus funciones, Lo que si se puede asegurar con certeza es que la afirma- cion de que las mujeres nunca ejercieron como presbiteros en la Igle- sia «ortodoxa» es simplemente falsa. Conclusién La mayoria de los estudios previos sobre las mujeres didconos se han centrado en la naturaleza de su ordenacién y en su funcién sacra- mental o falta de la misma. Hemos estudiado esta cuestién, pero espe- ramos poder ir mas alla de estas cuestiones juridicas, y, aportando mas testimonios, poder comprender mejor quiénes fueron y qué hicieron realmente estas mujeres. No hay duda de que existen muchos menos testimonios de muje- res presbiteros, pero no se restringen a grupos marginales o heréticos. Lo que resulta intrigante es el hecho de que la cantidad de referencias es mayor en occidente que en oriente, a pesar de los grandes esfuerzos de varios coneilios para eliminarlos. 2 TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO Y SUS COMENTARISTAS PATRBISTICOS om 16,1-2 y 1 Tim 3,11 son los textos del Nuevo ‘lestamento mas I\. frecuentemente entendidos como referentes a oficios eclesiales de las mujeres y que han sido comentados favorablemente respecto a las mujeres diaconos. Aunque hoy en dia existe discrepancia entre los expertos sobre si las mujeres en 1 Tim 3,11 son didconos o esposas de didconos, antiguamente, en un mundo en el que las mujeres didconos eran conocidas, se creia que eran didconos. Esta claro que los autores abajo mencionados entendian los textos segun su propio contexto. Pelagio y Ambrosiaster no conocian el oficio de las diaconisas en occi- dente, pero Pelagio admitia la existencia de las mismas en oriente. Juan Criséstomo estaba muy familiarizado con las mujeres en el diaconado. La discusi fundid a autores como Pelagio, que mezclé los oficios o funciones de n acerca de la inscripcidn de las viudas en 1 Timoteo 5 con- las viudas y diaconos. 1 Tim 2,11-15, un pasaje que rechaza la autoridad de la mujer para ensefiar, fue también entendido en todas partes contra el liderazgo de la mujer, especialmente en contra de los grupos «heréticos» que lo practicaban mas ampliamente. Los gnésticos y marcionitas fueron muy criticados en este punto’, Fip 1,1 también necesita una breve mencién. Aqui, al contrario de su habitual costumbre de dirigirse a «la iglesia» o a «los santos» de un determinado lugar, se dirige en la carta a los Filipenses a «todos los san- " P.ej., Epifanio, Panarion 49,3, donde contra el uso montanista de Gal 3,28, cita Gn 3,16b; 1Tim 2,12; 1 Cor 11,9 (fuera de contexto); y 1 Tim 2,14. ALETHEL: we 8 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA tos en Cristo Jestis» en Filipo con los episkopoi y diakonoi. La traduccion de estos términos usados en una asamblea predominantemente pagano- cristiana a mediados del siglo | es problematica. En ocasiones se tradu- cen como «obispos y diaconos», a pesar de que el término episkopos no tenia ninguna de las connotaciones que tiene hoy en dia el término «obispo», o incluso después de Ignacio de Antioquia, Es un término que se ha tomado prestado de las funciones de la administracién, cuyo significado es supervisor o inspector’. Tampoco el término diakonoi comporta las connotaciones que adquiriria el siglo siguiente. Lo que si esta claro, sin embargo, es que estos términos en Flp 1,1 no se han de entender como referidos al grupo formado exclusivamente por hom- bres, a la luz de Rom 16,1-2, donde Febe posee el mismo titulo. Ade- mis, la importancia de Evodia y Sintique en Flp 4,2, cuando la carta hace un Iamamiento a la unidad, sugiere que estas dos mujeres se encuentran entre los episkopoi y son probablemente lideres de las igle- sias de casas locales’. Es interesante apuntar que Teodoro de Mopsues- tia entiende Flp 4,2 como una lucha de las mujeres por el poder’. Pero no hay ninguna referencia directa a las mujeres en Flp 1,1 y no sabemos las funciones que tenian los diakonoi, incluida Febe, en aquel tiempo. Lo mas seguro es que el oficio incluyera ser agente 0 representante de la comunidad, quiza en negocios o en las relaciones con otras iglesias’. Fl uso del término diakonia en otros textos del Nuevo Testamento debe también tenerse en cuenta para captar el desarrollo del significado contextual del campo seméntico en el siglo 1. Se han de considerar en especial Le 16,40 y Hch 6,1-6. En el primero, en el famoso incidente entre Maria y Marta, Marta practica la diakonfa y se queja de que su her- mana le ha dejado sola para diakonein. Dado el uso del mismo vocabula- * Véase, por ejemplo, Frederick W. Danker, A Greek-English Lexicon of the New Testament and other Early Christian Literature, University of Chicago Press, Chicago '2000, pp. 379-380. * Para mas datos, véase Carolyn Osick, Philippians Philemon, Abingdon New Testament Commentaries, Abingdon, Nashville 2000, pp. 100-113. * Peri proteién 4,3. Swete, In Epistolas, 1,245. Gracias aYancy Smith por esta referencia, *Véase John N. Collins, Diakonia: Re-interpreting the Ancient Sources, Oxford University Press, Nueva York 1990. TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO Y SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS rio en Hch 6, la funcion de Marta parece que va mas alla de servir la mesa. En el pasaje de los Hechos, los Doce caen en la cuenta de que no puede abandonarse la diakonfa diaria a las viudas (Heh 6,1), por lo que delegan la labor de servir la mesa (diakonein trapezais) a otros siete varo- nes (andres). De ese modo, los Doce se pueden dedicar a la diakonia de la palabra y oracién (Hch 6,4). Asi, el término diakonia en el contexto cristiano no se limita sdlo a servir la mesa, sino también a predicar. Sin embargo, el término se hace mas confuso en el siguiente pasaje cuando Esteban, uno de los elegidos para servir la mesa, predica. Al contrario de lo que se puede esperar, en este pasaje no se nombra a nadie como diakonos. El significado exacto sigue sin quedar claro. ROMANOS 16,1-2 Febe, Romanos 16,1-2 Pablo concluye su carta a los Romanos mencionando a todos aque- los a los que les manda saludos. Pero primero escribe una recomenda- cin de la que probablemente sea la portadora de la carta, Febe. Se ha dudado de si el capitulo 16 de la carta no era en un principio parte de la carta de Pablo a los Efesios, ahora perdida, dado que algunos de los nombres (p. ej. Prisca y Aquila) estan en esta etapa tardia de la vida de Pablo asociados a esa ciudad, y dada la supuesta inverosimilitud de que Pablo conociera a tanta gente en una ciudad que nunca habia visitado*. Sin embargo, el destinatario —Roma 0 Efeso—no repercute en los datos y carece de importancia para nuestros propésitos. Os recomiendo a nuestra hermana, Febe, didcono (diakonos) de la iglesia de Cencreas, para que la recibdis en el Sefior de una manera digna de los santos y la asistais en cualquier cosa que necesite de vosotros, por haber sido benefactora (prosta- tis) de muchos e ;incluso de mi mismo! « Karl P, Donfried, «A short Note on Romans 16», en The Romans Debate, Karl P. Donfried (ed.), edicién revisada y aumentada, Hendrickson, Peabody, MA, 1991, pp. 44-52. ALETHEL, we pre ALBTHEIA w & MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, EI lenguaje del pasaje es tipico de una carta de recomendacion. Febe es primeramente Hamado diakonos de la iglesia de Cencreas, el puerto maritimo del este de Corinto, Pablo se refiere a si mismo y a otros misioneros en sentido figurado con este titulo (p. ej. 1 Cor 3,5; 2 Cor 3,6; 6,4), pero Flp 1,1 nos muestra que este era también un titulo de algtin tipo de funcién u oficio en iglesias locales (véase tam- bién 1 Tim 3,8-13). La labor exacta de un didcono en esta epoca no esta clara, pero podria haber incluido no sélo servicios ministeriales locales sino también una especie de representacion oficial de la comu- nidad. Este parece ser el caso aqui, ya que Febe estéa punto de emprender un viaje, siendo éste el motivo que impulsa a Pablo a escri- bir la carta. Febe podria haber viajado por motivos personales o por asuntos de las iglesias de Cencreas y Corinto. No hay ningun indicio que indique que su ministerio fuera un ministerio de mujeres en particular, la clase de ministerios que se desarrollarian més tarde en las iglesias sirias. Aqui se utiliza el titulo masculino, que no se ha de confundir con la institucién de las diaconi- sas del siglo ill. A pesar de ser incorrecto, la traduccién que se hace habitualmente de diakonos en este pasaje es «diaconisa», basandose en la suposicién de que el titulo apropiado para la mujer didcono es siem- pre diaconisa, Como veremos mas abajo, ése no es siempre el caso, incluso hasta el siglo vi. Febe es la tnica diécono que conocemos de una iglesia del siglo 1. (Los sicte hombres designados por los Doce en Heh 6,1-6 son llamados para la diakonfa de la mesa, pero nunca se les Mama didconos.) A Febe tambien se le llama prostatis, benefactor o patron de Pablo y de muchos otros. Esto le situa en el sistema social del patronazgo como un personaje de un estatus relativamente elevado, con quien Pablo esta en deuda por la ayuda econémica prestada. Es decir, es rela- tivamente adinerada y probablemente tenga un rango social més ele- vado que Pablo. Una comparacién plausible es Junia Teodora del Corinto del siglo 1, originariamente de Licia, quien proporcioné un centro hospitalario y de ayuda a los licios que estaban de paso por esta ciudad comercialmente estratégica. Su patronazgo consistia en pro- TEXTOS DEL NUEVO. TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS porcionar hospitalidad en su propia casa a los licios que viajaban yen predisponer a las autoridades romanas a su favor. Es decir, sus favores no slo iban dirigidos a los licios, sino que también influy6 a su favor ante las autoridades politicas. El decreto de la ciudad licia deTelmessos habla de su prostasia en el contexto de hospitalidad y mediacion’. Origenes, Comentario sobre Romanos 10,17 sobre Romanos 16,1-2° Origenes (185-253), exegeta biblico y tedlogo preeminente de su tiempo, fue lider de la famosa escuela catequética en Alejandria desde principios del siglo hasta el afio 231. En ese momento, fue ordenado en Palestina, cuyo obispo local, Demetrio de Alejandria, le privé de su sacerdocio debido a la irregularidad de su ordenacion (y posiblemente también por envidia). Entonces Origenes marché a Cesarea, donde fundd otra gran escuela teoldgica, Alli continud escribiendo, ense- fiando y predicando durante alrededor de dos décadas. Durante la per- secucidn deciana (249-251) fue torturado y quiz como consecuencia de ello fallecié en el afio 253. Muchos de sus voluminosos trabajos se perdieron porque contenian opiniones que mas tarde se considerarian erréneas. Otros, incluido este texto, sobreviven en la traduccién al latin del monje Rufino de Aquileya (345-410). «Os recomiendo a Febe...» Este pasaje ensefia con autoridad apostélica que las mujeres también estén constituidas (consti- tuti) en el ministerio de la Iglesia (in ministerio ecclesiae), oficio en el que se establecié a Febe en la iglesia de Cencreas, Pablo, con grandes elogios y alabanzas, enumera incluso sus magnifi- cas obras... Y por ello este pasaje ensefia dos cosas de igual manera y su significado se ha de interpretar, como ya hemos dicho, como que las mujeres han de considerarse ministras ” Roz Kearsley, «Women in Public Life in the Roman East: Junia Theodora, Claudia Metrodora, and Phoibe, Benefactress of Pablo», Ancient Society: Resources for Teachers 15 (1985) 124-137; New Docs 6.3, pp. 24-25 * Der Rimerbriefkommentar des Origenes, Caroline P, Hammond Bammel (ed.) (Herder, Friburgo 1990-1998), 3,832-833; Mayer, Monumenta, 8-9 ALETHEIA w a ALETHEIA w a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, (haberi... feminas ministras) de la Iglesia, y que se debe admitir en el ministerio (tales debere asumi in ministerium) a quienes han prestado sus servicios a muchos; por sus buenas obras se merecen el derecho de recibir alabanza apostdlica. Martimort argumenta que aqui Origenes queria insinuar que se convocaba a las mujeres para servir a la iglesia de igual manera que Febe Jo hacia —en actos de caridad y hospitalidad esencialmente— y que dichos actos se deberian alabar’. El «ministerio» que aqui se cita «es, por tanto, la consagracién por parte de la Iglesia de los actos cari- tativos efectuados por el bien de los hermanos cristianos de uno». Martimort argumenta a continuacion que cuando Origenes declara que «‘hay mujeres diaconos en la Iglesia” es inadmisible inferir de esta afirmacién que estuviera hablando de una institucidn existente en la iglesia de Alejandria de su tiempo o, incluso, en cualquier otra iglesia determinada de aquella época». Martimort concluye que «ni las viu- das ni las diaconisas estaban [para Origenes] incluidas en la sagrada jerarquia»'". Gryson, con quien Martimort se muestra explicitamente de acuerdo, ya habia argumentado que Origenes «nunca incluyé a las diaconisas entre los ministros de la iglesia» y que, «en todos los casos en los que los alejandrinos mencionaban a las didconos 0 viudas, se referian al pasado, no al presente»''. Es una pena que el texto se haya conservado solo como traduccién latina, ya que es mas dificil hacer una interpretacion definitiva, Ade- mas, es evidente que el estatus juridico de las mujeres ministras, su relacién con la jerarquia de los hombres, institucién ritual y cualifica- ciones (aparte de las referentes a la caridad y a Ja asistencia) no quedan claras en el texto. Incluso no queda claro si ministra se deberia traducir aqui por «ministray 0 por «diaconisa», asi como si ministerium podria significar «diaconado» en vez de «ministerio». Aqui ofrecemos la tra- * Deaconnesses, 82-83. " Ibid., 83. Véase también Andnimo, «On the Early History and Modern Revival of Deaconesses», en Church Quarterly Review 47 (1898-1899) 302-341, que argumenta lo mismo categoricamente en las pp. 308-309, " Ministry of Women, 32. TEXTOS DEL. NUEVO. TESTAMENTO Y SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS ALETHEIA duccién mas literal por prudencia. Pero no es imposible, pace Marti- mort, que Origenes tuviera en mente la institucion de las diaconisas y el ministerio del diaconado de las mujeres. Juan Criséstomo, Homilia 30 sobre Rom 16,1-2” Juan Crisdstomo (c. 347-407), ciudadano muy culto de Antioquia, fue ordenado didcono y presbitero de esa ciudad en 381 y 386 respecti- vamente. Se hizo tan popular como predicador que le dieron el so- brenombre de Crisdstomo («boca de oro»). Fue tal su fama que le nombraron obispo de la capital de la parte oriental del Imperio, Cons- tantinopla, en el afio 398, momento en el que comenzé su decadencia. Gran orador, carecia del sentido de lo «politicamente correcto» y pronto se gano la antipatia de algunas de las personas poderosas de la corte del Imperio, especialmente de la emperatriz Eudoxia. Al mismo tiempo, otros amigos —entre los que se encontraban las diaconisas Olimpia, Pentadia y Procla~ lo defendieron incondicionalmente., Final- mente fue juzgado, derrocado y enviado al exilio, donde fallecié cuatro afios mas tarde, Juan Criséstomo es considerado el mejor orador de la Iglesia patristica y es uno de los cuatro doctores de la Iglesia oriental. «Os recomiendo a nuestra hermana Febe, una diécono de la iglesia de Cencreas.» Mirad cémo la distingue entre todas las. demas, ya que la nombra antes que a ninguna otra y la llama «hermana». Por si fuera poco nombrarla hermana de Pablo, le eleva el estatus Hamandola «didcono». «Que le recibais de una manera digna de los santos.» Es decir, por causa del Sefior, ella debe ser honrada por vosotros. Aquel que es reci- bido por causa del Sefior, a pesar de no ser muy importante, sera recibido con mucha atencién. Puesto que es santa, pen- sad cudnta es EL atencién que merece. Por esto afiade que le deberian recibir de una manera «digna de los santos». Hay un doble motivo por el que debe ser cuidada por vosotros: por tener que ser recibida por causa del Sefior y por ser santa»... ” PG 60,663-664. Be a ALETHEIA w ro MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA ~Como no va a ser bendita, disfrutando de tal testimonio de Pablo, aquella que es capaz de ayudar a quien se dirige al mundo entero? Este es el extremo de sus buenas obras, ya que va hasta el punto de decir «e incluso de mi mismop» (p. ej., que ella es patrona, prostatis). Qué significa este «e incluso de mi mismo»? Del mensajero del mundo, del que sufrié tanto, del que satisfizo a innumerables personas. Todos, hombres y mujeres, jimitemos a esta santa! En este breve comentario sobre la carta a los Romanos, Crisés- tomo reconoce el rango de diacono de Febe, probablemente equipa- randolo con el oficio de las diaconisas existente en su tiempo, con el que estaba muy familiarizado (véase, por ejemplo, su relacién con Olimpia). Subraya con elocuencia el cardcter divino de Febe de mancra un tanto inusual pero seductora, con objeto de atraer a sus oyentes, tanto hombres como mujeres. Desafortunadamente, entre las citas del pasaje que aqui se ofrecen no hace ningtin comentario acerca del término prostatis con el que Pablo designa a Febe. Teodoreto de Ciro, Comentario sobre Romanos 16,1-3"* Teodoreto (c. 393-460) fue criado en Antioquia y educado en escuelas monasticas. Después ingresé en un monasterio, de donde salié en el 423 para convertirse en obispo de Ciro, en Siria. Se vio involucrado en la controversia cristolégica entre Nestorio y Cirilo de Alejandria, siendo mis partidario de los argumentos nestorianos. Por este motivo entré en conflicto con Cirilo y con su sucesor Didscoro. ‘Teodoreto fue derrocado cn el «latrocinio» de Efeso en el 449 y en el 450 fue elegido de nuevo por los nuevos gobernantes: Pulqueria y Marciano. En el 451 tomé parte en el Concilio de Calcedonia. Un siglo mas tarde, sus escritos en contra de Cirilo fueron condenados en el II Concilio de Constantinopla del 553. Se han conservado muchos de sus escritos, en especial comentarios biblicos. ” PG 82,217; Martimort, Deaconesses, 117. TEXTOS DEL NUEVO. TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS ALETHEIA «Os recomiendo a nuestra hermana, Febe, didcono de la igle- sia de Cencreas, para que la recibais en el Sefior de una manera digna de los santos y la asistdis en cualquier cosa que necesite de vosotros, por haber sido patrona de muchos je incluso de mi mismo! Saluda a Priscila y Aquila, mis colabo- radores en Cristo Jestis.» Cencreas es un pucblo importante de Corinto. Es de admirar el impacto que tuvo la predicacion. En un breve periodo de tiempo no sélo las ciudades, sino también los pueblos, estaban Henos de piedad. Era talla importancia de la iglesia en Cencreas, que tenia una mujer didcono, honorable y muy conocida.Tantos eran sus talentos que recibio las alabanzas apostolicas. «Por haber sido patrén de muchos ¢ incluso de mi mismo.» Intuyo que lo que él llama patronazgo (prostasia) es hospita- lidad (philoxenia) y proteccién (kédemonia). La piedad la inunda. Parece que Febe le hospedé en una casa por poco tiempo, ya que queda claro que él permanecié en Corinto. ba le abrié el mundo a ella y ella es celebrada en todos los paises y mares. Ya que no sdlo la conocen los romanos y griegos, incluso todos los barbaros. Cencreas es de hecho uno de los dos puertos maritimos de Corinto, situado en el lado oriental del Egeo. Teodoreto insintia que el tamajio o importancia de Cencreas tiene que ver con que la comuni- dad tenga una mujer didcono. Este hecho dice probablemente mas sobre la iglesia que Teodoreto conoce que sobre la iglesia de Corinto del siglo 1. Pero desde luego tiene muchas cosas reveladoras que decir sobre Febe. Teodoreto también entiende el patronazgo como la pro- teccién que una persona de un estatus social superior proporciona a otra de un estatus inferior. Ambrosiaster, Comentario sobre Romanos 16,1'* Ambrosiaster («Pseudo-Ambrosio») es el nombre que se le da al autor del comentario latino més antiguo sobre las cartas paulinas. 4 CSEL 83 (1966) 476-477. w © & averneta MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Basandose en referencias internas del texto (como la referencia a Damaso [366-384] que preside como papa hodie [«actualmente»]) el comentario se ha datado a finales del siglo 1v. Durante la Edad Media se le atribuyo erréneamente a Ambrosio, Arzobispo de Milan (340- 397), un «doctor de la Iglesia», por lo que cl comentario disfruté de una autoridad considerable. En el siglo xvi, Erasmo demostré que la atribucion era falsa y desde entonces el autor es conocido como Ambrosiaster. Segun Gryson, en la mayoria de los comentarios sobre Pablo, Ambrosiaster es «extremadamente cruel con las mujeres». «Os recomiendo a nuestra hermana, Febe, diaconisa de la iglesia de Cencreas, para que la recibais en el Sefhor como corresponde a los santos y la asistais en cualquier cosa que necesite de vosotros, por haber sido ayudante de muchos e incluso de mi mismo.» Ambrosiaster dice que Febe es minis- tra (ministram) de la iglesia de Cencreas. Y por haber ayu- dado auc} dice que a ella también se le deberia ayudar en su viaje. Para Ambrosiaster ministra no es una categoria definida ni recono- cida del oficio eclesidstico. Segin él, tampoco ha de enumerarse a Febe entre las «diaconos» de las iglesias. Como Gryson correctamente ha observado, Ambrosiaster entendia el término ministra «en un sentido no técnico»'®. En lo que a él respecta, eso simplemente quiere decir que Febe era una «ayudante» de muchos y les ha asistido en calidad no juridica o general. Los comentaristas latinos como Ambrosiaster hacian frente s6lo a la versi6n latina de la Biblia para evitar que algunos enten- dieran ministra como equivalente de «mujer didcono» o «diaconisa». Pelagio, Comentario sobre Romanos 16,1” Pelagio es uno de los nombres mas conocidos en Ia historia ecle- sidstica. Normalmente se le asocia con la doctrina, con el tiempo " Ministry of Women, 92. "Ibid. 97. "PL 30,714, TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS declarada herética, de que la humanidad podria dar el primer paso hacia la salvacion sin el auxilio de la gracia divina. (Este es un resumen un tanto simplificado de sus ideas fundamentales.) De origen britanico y ascético, nacié a mediados del siglo Iv y se convirtié en lider de un movimiento aristocratico austero y laico cn Roma. Desde alli emigrd al norte de Africa. Después de que se fuera al oriente, dos concilios norteafricanos condenaron a Pelagio y su doctrina en el 416, condena- cidn reiterada por el papa Inocencio un afio mas tarde. Es probable- mente més conocido por haber criticado (como hicieron sus seguido- res y defensores, en especial el obispo Julian de Eclana) muchos de los escritos de Agustin acerca del pecado original, el libre albedrio, la gra- cia y la antropologia. Pelagio fue un escritor prolifico; sin embargo, muchos de sus escritos se han perdido. Otros se han transmitido bajo la autoria de otros. Por ejemplo, su comentario sobre el corpus pau- lino, completado a principios del siglo v, por lo general atribuido a Jerénimo. E] siguiente texto es un extracto de su Comentario sobre Romanos (alrededor de 405-409), probablemente completado cuando Pelagio ocupaba un puesto activo en la aristocracia en Roma a finales del siglo 1v y antes de que se viera involucrado en la controversia que hoy Heva su nombre. «Os recomiendo a nuestra hermana Febe, sierva de la iglesia de Cencreas» (Rom 16,1). Exactamente igual que hoy en dia en oriente, las diaconisas (diaconissae) ejercen un ministerio en el bautismo de aquellas de su mismo sexo o tienen el ministerio de la palabra, ya que hemos encontrado mujeres que han ensefiado en privado (privatim docuisse feminas inve- nimus), como hizo Priscila, esposa de Aquila. Este texto puede interpretarse de dos maneras. La primera inter- pretacién es que Pelagio supone que el diaconado de la mujer en occi- dente, en un tiempo y una realidad que ya no existe. Esto bien podria indicar que ya no existfa en Roma, (Sin embargo, otras inscripciones y textos literarios indican que existia en otras partes de occidente mucho después de que Pelagio estuviera activo en Roma). Pero tam- bién puede interpretarse que Pelagio supusiera que el oficio nunca ALETHEIA 7 ALETHEIA 8 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA existid en occidente", Si esto fuera cierto, el texto podria interpre- tarse como que Pelagio todavia no era consciente del oficio en occi- dente. Seguin Eisen, esto es debido a que los «testimonios explicitos de las mujeres diaconos comienzan a hacerse [solamente] en el siglo Iv» 0 «solo se convierte en un problema en el siglo Iv» y Pelagio, por tanto, ignoraba el oficio y los testimonios que indicaban su existencia. En cualquier caso, es interesante observar como Pelagio comenta que ha conocido mujeres que ensefian en privado, Esto reflejarfa, como insi- nud De Bruyn, «las costumbres de su tiempo, cuando las mujeres aris- tocratas instruian y eran instruidas en la privacidad de sus hogares» ”. 1 TIMOTEO 3,8-11 Los expertos consensuadamente datan 1 Timoteo a finales del siglo 1, escrito por un seguidor de la tradicién paulina que, probable- mente, también escribié la carta a Tito y quiz4 2 Timoteo, una o dos generaciones después de que Pablo falleciera. La carta a Tito refuerza la necesidad de ser fiel a la tradicién y a la estructura de familia propia de la comunidad (véase 5,1-19). Asimismo, que los didconos sean dignos, hombres de una sola palabra, que no abusen del vino, que eviten las ganancias ilicitas y que guarden el ministerio de la fe con una conciencia limpia. Que sean primero probados y luego, si resultan irreprochables, ejerzan el ministerio del diaconado. Igualmente que las mujeres sean dignas, no murmuradoras, sobrias, ficles en todo. No esté claro si las mujeres citadas en el versiculo 11 son mujeres didconos 0 esposas de los diéconos de los versiculos anteriores, ya que ™ Véase Eisen, Women Officcholders, 185. Eisen también comenta que «en siglos anteriores sustentaban el titulo diacona y eran, por tanto, terminolégicamente invisibles dentro del grupo de diaconi» (ibid.), término que podria haber abarcado tanto hombres como mujeres diaconos. Esto podria también explicar por qué Pelagio no es consciente de la existencia de las mujeres diéconos en occidente. ” Theodore de Bruyn, Pelagius’s Commentary on St. Paul’s Epistle to the Romans (Oxford University Press, Oxford 1993) 151 n. 2 TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTO Y SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS el griego no distingue entre «mujer» y «esposa» ni «hombre» y amarido». Sin embargo, dos indicios sugieren que se trata de mujeres diaconos. El primero es la mencidn a Febe, mujer diacono, en una etapa anterior del desarrollo de las estructuras del ministerio en las iglesias paulinas (Rom 16,1-2). En segundo lugar, la estructura del versiculo 8 sobre los hombres y el 11 sobre las mujeres son paralelos: es decir, las tres primeras palabras del texto griego son exactamente las mismas, solo que con variacién de género. Si todavia se nombraba a las mujeres di&conos mediante la designacién masculina como en Rom 16,1, no habria ninguna otra forma de diferenciar el género en el versiculo 11, habiendo ya usado el término genérico diakonoi en el versiculo 8. Algu- nos comentaristas modernos optan por esposas de los diaconos en este texto, pero como veremos a continuacion, bastantes comentaristas tem- pranos entendian que el texto hacia referencia a las mujeres diacono. Juan Criséstomo, Homilia 11 sobre 1 Timoteo 3,11” «Asimismo que las mujeres sean modestas, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo.» Algunos apuntan que habla de las mujeres en general. Pero eso no puede ser. Por qué querria decir algo sobre las mujeres en general en mitad del pasaje? Parece mas bien que esta hablando de las mujeres que poseen el rango de didcono. «Los diaconos han de ser esposos de una sola mujer.» Esto también se aplica a las mujeres didconos (diakonoi), ya que es necesario, apropiado y correcto, espe- cialmente en la Iglesia. El apunte que hace Juan se sigue discutiendo en la interpretacion del texto de Timoteo (véase la discusién sobre el texto mas arriba). Esta claro cudl es la opinién del comentarista en este caso. En las igle- sias de Juan en Antioquia y Constantinopla las mujeres diaconos 0 dia- conisas eran una realidad. El hecho de aplicar la norma de un tnico matrimonio a las mujeres didconos parece indicar que en la Antioquia del siglo Iv se les permitia casarse, por Jo que no tenian que ser célibes. ® PG 62,553; Mayer, Monumenta, 18; referencia en Martimort, Deaconesses, 118. ALETHEIA - a Bf avernesa MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Teodoreto de Ciro, Comentario sobre I Timoteo 3,117 «Asimismo que las mujeres», es decir, las didconos (diako- nous), «sean dignas, no murmuradoras, sobrias, ficles en todo». Lo que prescribe a los hombres, se lo prescribe igual- mente a las mujeres. De igual modo les dijo a los hombres que fueran dignos, les dijo lo mismo a las mujeres. Del mismo modo que ordend que los hombres fueran honestos, ordené a las mujeres que no fueran calumniosas. Y del mismo modo que ordené que los hombres no abusaran del vino, ordené a Jas mujeres que fueran sobrias. Teodoreto es otro de los comentaristas de 1 Timoteo que inter- preta las mujeres como didconos. Segtin Teodoreto, el autor tiene las mismas expectativas acerca de la conducta virtuosa tanto de los hom- bres como de las mujeres didconos, Teodoro de Mopsuestia, Comentario sobre 1 Timoteo 3,11” Teodoro de Mopsuestia (350-428) fue uno de los comentaristas biblicos griegos més prolifico e influyente de su era. Despues de estu- diar retérica en Antioquia, ingresd en la escuela y monasterio de Antioquia, donde estuvo diez afios. En el 392 fue proclamado obispo de Mopsuestia. Fue condenado en dos ocasiones por dualismo cristo- logico, en los Concilios de Efeso (431) y Constantinopla (553). Sin embargo, comentaristas modernos han dado buenas razones para creer que esas condenas no estaban fundadas. Sélo se han conservado varios fragmentos en griego de sus comentarios acerca de las epistolas menores de Pablo y fragmentos mas extensos en su traduccién latina, «Las mujeres, asimismo, han de ser dignas, no calumniadoras sino sobrias, ficles en todo.» Pablo no quiere decir esto en este pasaje porque sea apropiado que ellos [didconos] tengan esposas, sino porque es adecuado que se establezca a las mujeres para ejercer labores similares a las de los didconos. * PG 82,809; Martimort, Deaconesses, 118. ® Swete, In Epistolas, 2,128, ‘TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS Segun Teodoro, como segun sus contempordneos griegos, existe un orden de las diaconisas que es paralelo en estatus y fun- ciones a la del diaconado de los hombres. Por consiguiente, co- menta que esas mujeres han de ser discretas (non accusatrices), capa- ces de guardar confidencias con objeto de evitar discusiones y divisiones (divortia) en la comunidad”. En su comentario sobre 1 Tim 5,9, aprendemos mas sobre cémo percibe él su estatus y lugar en la jerarquia. Ambrosiaster, Comentario a I Timoteo 3,11" «Las mujeres, asimismo, han de ser castas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo»... Pero los catafrigios aprovechan cualquier ocasién para errar. Como las mujeres son citadas después de los didconos argumentan con una vaga presun- cién que las mujeres diaconisas (diaconissas)* deberian ser ordenadas (debere ordinari), a pesar de que ellos saben que los apéstoles eligieron siete didconos varones. ;Significa eso que no se encontr6 ninguna mujer apropiada (idonea), cuando leemos que, entre los once apéstoles, habia mujeres santas? Pero —como es habitual en los herejes, los cuales construyen sus creencias sobre las palabras de la ley en vez de sobre el significado de la misma- se oponen al Apéstol usando sus propias palabras. Asi, cuando ordena a las mujeres que guar- den silencio en la iglesia, ellos, por el contrario, tratan de rei- vindicar la autoridad del ministerio de ellas. Ambrosiaster asigna el origen del oficio de las diaconisas a «los catafrigios» —el nombre mediante el cual él y (como veremos) Agustin y Juan de Damasco !laman a los montanistas—. Aqui utiliza la santidad de las mujeres entre los apéstoles para subrayar que son inapropiadas para el ministerio diaconal. A pesar de su santidad, su género les » Ibid. * Ambrosiaster, Commentarius in Epistulas Paulinas, CSEL 81 (1969) 267-268. * El editor Vogels escribe diaconas entre paréntesis después de diaconissas sin explicacién alguna. ALETHEIA & ALETHEIA & a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA excluy6 de tal oficio, Curiosamente, utiliza el mandato apostdlico de guardar silencio en la iglesia para sugerir que las mujeres estaban excluidas de una forma de ministerio que no requeria, ni tan siquiera permitia, un discurso por parte de las mujeres alli. En su Comentario sobre Romanos, Ambrosiaster recurre a razones filolégicas para negar la institucién del diaconado de las mujeres. Pelagio, Comentario sobre 1 Timoteo 3,11” Las mujeres, asimismo, han de ser castas [pudicas] (1 Tim 3,11). El ordena que han de ser escogidas de la misma manera que lo son los hombres. Aparentemente esta hablando sobre las que hoy en dia (adhuc hodie) se siguen Hamando diaconisas (diaconissas) en oriente. Pelagio, que escribio esto alrededor del afio 410, entiende que hay una fundacién apostélica para el diaconado de las mujeres. Una vez mas, su comentario sugiere que cree que el diaconado de occi- dente ya no existe, al mismo tiempo que insinta que si lo hace su homdlogo de oriente. Segan él, por tanto, hay un vestigio de la prac- tica en oriente que no tiene paralelo en la Iglesia de Roma. Hace refe- rencia a las cualificaciones que esas mujeres han de tener para ser miembros del diaconado —pudica significa «casta» 0 «puray—, pero no hace ninguna referencia a la funcién litargica o pedagogica ni al esta- tus eclesiastico. 1TIMOTEO 5,3-13 Véase la seccion anterior para una introduccién a 1Timoteo. Honra a las viudas que en verdad lo son. Si una viuda tiene hijos o nietos, a ellos les corresponde en primer lugar cuidar de su propia familia y corresponder a los beneficios que de sus padres han recibido. Esto es agradable a Dios. Mas la que en verdad es viuda y ha quedado sola, espera en Dios, y es * PL 30,880, TEXTOS DEL NUEVO TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS ALETHEIA diligente en stiplicas y oraciones noche y dia. Pero la que se entrega a los placeres, aunque parezca viva, esta muerta. Incillcales estas cosas para que sean irreprochables. Si uno no mira por los suyos, y especialmente por los de su casa, ha renegado la fe y es peor que un infiel. Para que una viuda sea inscrita en el grupo de las viudas es necesario que haya cumplido ya los sesenta afios, que haya estado casada una sola vez, que tenga testimonio de sus bue- nas obras, que haya criado hijos, ejercitado la hospitalidad, lavado los pies de los santos, socorrido a los afligidos, practi- cado toda clase de obras buenas. No admitas a las viudas jéve- nes, porque cuando los impetus de la pasion las apartan de Cristo, quieren volver a casarse, incurriendo asi en condena- cidn por haber faltado a su primer compromiso. Y ademas, se acostumbran a estar ociosas y a ir de casa en casa; y no sélo ociosas, sino que también chismosas y entrometidas, hablando de lo que no debieran. Aqui parece que se habla de dos requisitos diferentes respecto a las viudas, En primer lugar, las viudas que realmente no tienen medios en la familia seran mantenidas por la Iglesia. En segundo lugar, se requieren otras cualidades para ser aceptada en este grupo que suponen servicios adicionales: una carrera ejemplar como esposa y madre y una disposicién atestiguada para proporcionar hospitalidad. Probablemente esto sea una referencia temprana de lo que mas tarde se convertira en muchos lugares en el «orden de viu- das», que fue un servicio de la organizacion de la Iglesia primitiva, especialmente para obras de caridad a mujeres necesitadas y hospi- talidad a los visitantes. Dada la esperanza de vida en la antigiiedad, 60 afios era una edad avanzada. Las severas palabras acerca de las mujeres como chismosas ambulantes reflejan la red de comunica- cién informal de las mujeres que existia en la mayoria de las cultu- ras tradicionales, despreciada habitualmente por los hombres por estar excluidos de ella. Este es un estereotipo que se repite en la bibliografia posterior. a 3 Sl avernera ‘MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Teodoro de Mopsuestia, Comentario a I Timoteo 5,9” «Ninguna viuda sera puesta en la lista a menos que sea mayor de 60 afios, que haya sido fiel a su esposo, y sea cono- cida por sus buenas obras, como criado hijos, ejercitado la hospitalidad, lavado los pies de los santos, socorrido a los que sufren, y se haya dedicado a practicar toda clase de obras buenas.» Sobre todo, el Apéstol creyé que habia designado la edad que tenian que alcanzar aquellas que serian recibidas en el orden de las viudas (in ordinem viduarum). Sin embargo, hay gente que, sin considerar sus razones por las que queria indicar esta edad, se han preguntado si era apropiado que las diaco- nisas (diaconissas) fueran ordenadas (ordinari) antes de alcan- zar esa edad. Esta traduccion latina del griego desconcierta. Sin embargo, por lo que sabemos por otros textos sobre las viudas y diaconisas, pode- mos sacar algunas conclusiones. La primera es que para Teodoro (a diferencia de para Epifanio de Salamina) las viudas parecian ser miem- bros de una «orden» ys por tanto, parte del clero. Lo mismo se puede decir sobre las diaconisas. Es mas, estan ordenadas hasta el punto de que Teodoro es consciente de ello; esto coincide, de hecho, con lo que estaba sucediendo en la iglesia oriental a partir del siglo tv, Pelagio, Comentario a I Timoteo 5,9” «Ninguna viuda seré elegida menor de 60 afios...» (1 Tim 5,9). £1 queria que dichas diaconisas fueran elegidas para que sir- vieran de ejemplo de vida para todos. Aqui Pelagio identifica a viudas y diaconisas, y considera que su papel es ejemplar en la comunidad. ” Swete, In Epistolas, 2,128. » PL 30,883. JEXTOS DEL NUEVO. TESTAMENTOY SUS COMENTARISTAS PATRISTICOS Conclusién Por lo general, alli donde las mujeres didconos son ya conocidas y aceptadas, los textos biblicos se han interpretado como apoyo a la prictica que ya se ejerce. Juan Criséstomo, Teodoreto yTeodoro cono- cen y aceptan a las mujeres diaconos. La posible excepcion aqui es Origenes, ya que se ha argumentado que, con excepcién i este pasaje, hay una carencia absoluta de testimonios de mujeres diaconos en Egipto y, por tanto, podria no haberse referido a la iglesia de Ale- jandria, Sin embargo, hay muchas mas probabilidades de que cono- ciera el auge del diaconado de la mujer en Cesarea 0 en otros lugares que visito en sus numerosos viajes. Sea como fuere, es él quien reivin- dica con mas vehemencia la «autoridad apostolic» para la institucion. Pelagio es conocedor de ello, pero sdlo en oriente y se muestra neu- tral al respecto. Pero mezcla las viudas y las diaconos en | Timoteo. Ambrosiaster, nunca conocido como favorecedor de las mujeres, pre- fiere considerar Romanos 16 en el marco general del ministerio y se resiste a ver mujeres diaconos en 1 Tim 3,11. Pero los textos biblicos son sdlo el primer paso. ALETHEIA & 2| MujeRes DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL. textos literarios, ceferencias ltterarias, INSCLIPCIONES s evidente que el oficio de las mujeres diaconos o diaconisas estaba E mucho mis presente en oriente que en occidente. Probablemente podemos suponer que Febe y otras mujeres didconos andnimas como ella pertenecian, en el siglo 1 y quiza en el siglo 11, a un oficio 0 funcién que no diferenciaba entre sexos (véase discusién en el capitulo 2). El oficio de Febe en el siglo 1, fuera cual fuera, no tenia nada que ver con el oficio de las diaconisas posteriores. En oriente, el nuevo oficio exclu- sivamente de mujeres aparece por vez primera en la Didascalia a princi- pios del siglo m1. Sin embargo, ninguno de los testimonios literarios 0 epigrificos de mujeres didconos verdaderas que realmente pertenecfan a este oficio se puede datar antes del siglo 1v; con la obvia excepcién de Febe y 1 Timoteo 3,11, como ya se ha discutido en el capitulo 2, y las dos referencias en Pastor de Hermas y en la Carta de Plinio a Trajano, Aqui incluimos a Grapté (HermasVis, 2,4,3) porque su papel corres- ponde a la labor de las diaconisas posteriores, a pesar de que no se le concede tal titulo. Se desconoce el papel que jugaban las ministrae de la esclava de Plinio y se cuestiona si el nombre, quiza traducido por el mismo Plinio, es realmente equivalente a diakonoi. Sin embargo, estos dos textos del siglo 1 podrian describir las labores de las mujeres, las que en el siglo siguiente se desarrollarian en el oficio de las diaconisas. El panorama que resulta tras la observacién de las referencias a verdaderas mujeres diaconos historicas, ya sea en referencias literarias 0 inscripciones, puede luego complementarse con textos prescripti- vos y comentarios. Pero es mas prudente tener en cuenta la realidad antes de examinar la legislacién y las consideraciones del clero oficial. ALETHEIA w v MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Los testimonios abarcan desde el siglo m hasta por lo menos el siglo vil, desde Armenia hasta la Galia. TEXTOS LITERARIOS En primer lugar consideramos los textos sobre Grapte y las minis- trae de Plinio, ya que son claramente anteriores al resto. Grapte, la mujer a la que Hermas confia su revelacién en Roma para que la comunique a las viudas y huérfanos (Hermas Vis. 2,4,3), en teoria debe- ria considerarse de occidente, no de oriente. Pero, dado que las refe- rencias que claramente proceden de occidente son muy posteriores (siglo vt), Ia incluimos aqui porque a Grapté no se le da realmente un titulo, ya que se supone que la comunidad grecoparlante de la clase marginada de Roma era originariamente de oriente y porque parece que Grapté ejerce un ministerio con las mujeres y nifios que presagia el de las diaconisas posteriores. La alusién a ancillae ministrae en la carta latina de Plinio normalmente se supone que hace referencia a las mujeres didconos que eran también esclavas. Como veremos, dicha identificacién es bastante posible, pero no segura, Después de estos dos textos, el resto se ordenan alfabéticamente, ya que unos son mas dificiles de datar que otros. Algunos son legenda- rios (p. ej., Eusebia [Xené] y Justina), pero la mayoria son relatos sobre diaconos histéricas. Estos testimonios y los textos legales inclui- dos en los capitulos 4 y 5 son fundamentales para conocer lo que hicie- ron y como funcionaron las mujeres didconos. Grapté Hermas Vis. 2,4,3! EI pastor de Hermas es un largo documento apocaliptico y parené- tico probablemente escrito en o cerca de Roma en varias ediciones _ chepheed of Hermas, Molly Whittaker (ed.), GCS Apostolischen Vater, Akademie-Verlag, Berlin 1967, p. 7; Carolyn Osick, The Shepherd of Hermas, Hermeneia, Fortress, Minneapolis 1999, Pp: 58-59. Fd. esp.: El pastor de Hermas, BAC, Madrid "1993. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS, durante la primera mitad del siglo 11 d.C. Este pasaje es parte del prin- cipio de la primera de tres secciones y hace referencia a la primera parte de la ensefianza reveladora dictada a Hermas, su destinatario, por una anciana mas tarde identificada como la Iglesia. Por tanto, tu escribiras dos pequefios rollos y enviards uno a Clemente y uno a Grapté. Clemente [lo] enviara a las ciuda- des extranjeras, porque éste es su deber. Pero Grapté amones- tard a las viudas y huérfanos. A Hermas se le ordena hacer dos copias escritas de la revelacion que ha recibido, mientras que da a conocer el mensaje de forma oral a la Iglesia y a sus presbiteros. Una copia es para Clemente, que proba- blemente se pueda identificar, historicamente o como referencia litera- ria, con el autor de la primera Carta de Clemente, un lider prominente en la Iglesia romana de finales del siglo 1, La otra copia es para una maestra por lo demas anénima que era la responsable de la instruccion del de- sarrollo espiritual de un grupo identificable de viudas y sus hijos. A pesar de que en el texto no se le da ningun titulo a Grapte, ejerce una funcidn importante como lider pastoral y maestra de un grupo de viu- das y sus hijos, funcién que mas tarde desempefiaran las diaconisas. Plinio el Joven, Epistola a Trajano 10,96’ Alrededor de 110 d.C. varios cristianos fueron ejecutados por el legado del imperio, Plinio Secundo, en Bitinia y Ponto (provincias del imperio al sur del mar Negro) por ser cristianos. Tras la ejecuci6n, Plinio procedié a prohibir por decreto todas las asociaciones voluntarias (hetae- riae). A pesar de que la publicacién del decreto restringié algunas activi- dades cristianas (en especial la comida comin), «el crimen», como lo llamé Plinio, «seguia extendiéndose». Al de poco tiempo recibié una acu- saci6n anénima que contenia los nombres de muchos cristianos. En res- 'Véase R. C. Kukula (ed.), C. Plini Caecili Secundi. Epistularum Libri Novem, Epistularum ad Traianum Liber Panegyricus, Teubner, Leipzig 1912, p. 317; Pliny, Letters and Panegyricus, trad. Betty Radice, LCL, Harvard University Press, Cambridge, MA, 1969, pp. 2,284-291; Mayer, Monumenta, 5 ALETHEIA wn oO ALETHEIA w & MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA puesta, Plinio exigié a los nuevos acusados que rezaran a los dioses y que hicieran una ofrenda de incienso y vino a la imagen del emperador Tra- jano (98-117). También les obligé a anatematizar a Cristo. Sin embargo, Plinio queria descubrir mas acerca de las practicas de culto de Ja asocia- cién prohibida. En su célebre Carta a Trajano, Plinio relata cémo hizo esto. Crefa que era necesario descubrir por medio de dos esclavas (ex duabus ancillis) a las que se les Hamaba didconos (ministrae)', qué era cierto -y descubrirlo por medio de la tortura (per tormenta). Este es el texto latino més temprano que parece referirse a las muje- res diaconos como una categoria diferenciada del ministerio cristiano, Solo por esa razén resulta de gran interés. Obsérvese, sin embargo, que cl texto no dice nada acerca del estatus y funcién de estas mujeres en la * Eisen, siguiendo el argumento de A, N, Sherwin-White, experto en las cartas de Plinio, cree que ministra es una traduccién literal del término griego diakonos. Véase Sherwin-White, The Letters of Pliny: Historical and Social Commentary, ed. vev., Clarendon Press, Oxford 1985, pp. 691ss. Eisen también argumenta que esta traduccion se confirma en el comentario de Ambro- siaster sobre Rom 16,1 (CSEL 83,476-477). Aunque no deberiamos confiar en un texto escrito mas de dos siglo después de Plinio para confirmar el significado del uso en e} siglo 0 Eisen, Women Officeholders (173) tambien observa una «férmula griega paralela al latin de Pli- nio» en Apologia 1,65.5 (c. 150) de Justin. En ésta los didconos (presumiblemente tanto hombres como mujeres) administraban la Eucaristia. Eisen concluye: «Los diaconos, por tanto, ejercieron claramente funciones sacramentales. No hay motivo para pensar que este servicio no lo llevaran a cabo tanto hombres como mujeres» (173). Sin embargo, esto des- cribe una situacién unos cuarenta afios después de Plinio y en occidente; por lo que seria arriesgado decir qye la situacién descrita por Justino se refleja en Asia Menor alrededor del 110. Martimort, Deaconesses, esta a este respecto mucho mas cerca de la verdad y comenta: «No sabemos absolutamente nada por Plinio 0 por algin otro testigo sobre cual podria haber sido el papel o funcién de estas ministrae en la comunidad de Bitinia» y «traducir la palabra sencillamente como “diaconisa” es forzar excesivamente el sentido del texto y caer en un puro anacronismo»(26). Por lo tanto, no podemos estar totalmente de acuerdo con Eisen cuando afirma que «la carta de Plinio es un testimonio temprano de las mujeres didconos en el nor- este de Asia Menor», ya que la verdad sobre esto sélo podria determinarse si supidramos lo que quiere decir exactamente con adiéconos». De este modo, podria caer en el anacronismo del que Martimort advierte, Como veremos, especialmente en el exegeta de Ambrosiaster (cuyos escritos, como sostiene Eisen, no abogan tajantemente por la traduccién de «didcono» en este caso), la palabra latina minisera seguira planteando dificultades para su traduccién ¢ interpretacin porque no es tan precisa como los térn inos griegos «diéicono» o «diaconisa>. MUJERES IIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS comunidad cristiana. Por tanto, seria arriesgado relacionar estas ministrae con alusiones a «diaconisas» 0 «didconos» o «mujeres» en cualquier otro texto de la literatura cristiana temprana. Es posible que estas mujeres diaconos fueran iguales a las mujeres referidas en 1 Tim 3,11 con res- pecto a su funcién y estatus. Pero esto no se puede asegurar con certeza. Quiza es mejor concluir que ministra significa un papel bastante bien definido y reconocido en la comunidad y aceptar que no podemos decir nada concreto sobre ello. El hecho de que las dos mujeres se designen como «esclavas» (ancillae) es interesante, aunque cualquier significado relacionado con esto debe estar dentro del contexto de la afirmacién que mas adelante hace Plinio en la carta. Plinio comenta que los cristianos en estas provincias provenian de todas las clases y afiade, que eran de todas las edades, ambos sexos, de la ciudad y del campo. En cualquier caso, el texto sugiere el origen in nuce de la mujeres didconos en Asia Menor. Amproukla Juan Criséstomo, Cartas 96.103.191* Juan Crisdstomo (347-407) fue uno de los oradores mas elocuen- tes y uno de los maestros de la Iglesia primitiva educados en Ja cultura clisica. En la politica, sin embargo, no tuvo tanto éxito, Nacié en Siria alrededor del afio 347 y fue bautizado en el 368, tras haber estudiado durante un tiempo en Antioquia con Libanio, el orador mas famoso de la época. Después de estudiar el cristianismo, se refugio varios afios en Ja vida eremitica y cultivé Ja soledad. Para el afio 386 era presbitero de la iglesia de Antioquia, haciéndose famoso por sus sermones sabios y sugestivos. Debido a ese punto fuerte, se convirtid en arzobispo de Constantinopla en 398 (contra su voluntad), y a partir de entonces la situacién le sobrepas6. Su caracter honrado no podia sobrellevar las complejidades de la politica imperial y pronto aumento la oposicion contra él, no sélo por parte del clero y otros obispos, sino también por parte de la emperatriz Eudoxia, Para cl afio 404 estaba ya por “Texto: PG 52,659-660,662-663.718-719; discutido en Martimort, Deaconesses, 137 4 3 = 55 ALETHEIA w a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA segunda vez y para siempre en el exilio, en algun lugar al oriente de Antioquia, donde fallecié tres afios mds tarde. Su correspondencia desde el exilio es abundante y muchas de sus cartas van dirigidas a mujeres. Su seguidora ms fiel fue Olimpia. Para mas informacién sobre Juan Criséstomo véase Pentadia mas abajo. Carta 191: «Para la didcono Amproukla» Cartas 96 y 103: «Para la diécono Amproukla y aquellas con ella» En la Carta 103 le Hama «mi mas honorable y venerada dama» En Ja Carta 191 le Hama «mi mas honorable y flamante dama» No sabemos nada mas sobre esta diakonos aparte de su aparente ubi- cacién en Constantinopla y su apoyo incondicional a Juan. Las cartas de Juan a Amproukla son afectuosas y de confianza, En ellas Juan teologiza sobre su situacién y le agradece a Amproukla su correspondencia y apoyo, y le pide que le escriba pronto sobre su salud y situacién gene- ral. Los encabezamientos en las Cartas 96 y 103 que incluyen a «aque- Ilas con ella» parece que se han de entender como que ella es la supe- riora, o por lo menos miembro de un monasterio, Sin embargo, en las cartas Juan desea tener noticias sobre toda la casa (oikos), lo que podria referirse a los parientes y esclavos, Esta referencia nos hace pensar que no esta en un monasterio, a no ser que esté en su propia casa. Luego se dice de nuevo que Olimpia reunié a muchos de sus parientes y cin- cuenta de sus camareras en su monasterio (Vida de Olimpia 6). Amprou- Kla podria ser la misma que la didcono Procla en el Didlago 10,50 de Paladio (véanse las fuentes sobre Pentadia y Olimpia més abajo). Anastasia Severo de Antioquia, Cartas 69, 70, 71, 72° Severo (c. 465-538) fue educado en Alejandria y Beirut, bauti- zado en el 488 y mas tarde se hizo monje. Para el afio 508 actuaba * Texto siriaco y traduccién: A Collection of the Letters of Sererus of Antioch, E,W. Brooks (ed.), PO 14.1, Firmin-Didot, Paris 1920, pp. 75-118; M. Chaine, Une lettre de Sévére d’'Amioche & la diaco- nese Anastasie, Oriens Christianus n.s. 3 (1913) 36; discutido en Martimort, Deaconesses, 135 (MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS en Constantinopla a favor de los monjes monofisitas perseguidos. Le nombraron obispo de Antioquia en el afio 512 después de la des- titucién de Flaviano II de ese oficio, pero fue destituido por el emperador Justino en el 518 debido a sus creencias monofisitas. Se exilié en Egipto, donde fue formalmente excomulgado por un sinodo de Constantinopla en el afio 528. Severo fue un importante tedlogo de Ja tendencia monofisita moderada. Sus multiples escritos se siguen editando. Se conservan por lo menos 125 homilias y 400 cartas, la mayoria en traducciones siriacas de los textos griegos ori- ginales. Las cuatro cartas a Anastasia fueron probablemente escritas des- pués de exiliarse de Antioquia. No se sabe con exactitud dénde vivid Anastasia, pero habia adoptado la vida monastica’, La Carta 69 es muy larga. Comienza por pedir una explicacion sobre la parabola de la peti- cién nocturna de hospitalidad (Le 11,5-13). Le sigue una larga exége- sis alegdrica que Hleva a una discusién acerca de las recompensas del asceticismo, todo ello enriquecido con muchas citas y referencias de textos biblicos, Gregorio de Nisa, Basilio y Sozomeno. También con- tiene una alusiOn a la Virgen Maria sacada de un Evangelio apocrifo, que estaba recluida en el Templo. Casi al final Severo comenta la declaracién que habia hecho anteriormente Anastasia de que crefa que para ser perfecta deberia sentirse desprendida de su hermano Inocente y de sus «hermanas de la fe», quiza su comunidad monastica, Sin embargo, él le anima a no pensar de ese modo, sino a continuar siendo afectuosa hacia ellos y hacia él. Las otras cartas son comentarios mas breves de varios pasajes de las Escrituras y de la vida ascética, y no contienen informacién contextual, probablemente porque dicho material se elimind en la edicién. Al contrario que el texto original griego, la traduccién siriaca de la historia de Anastasia, abadesa en Tabennesi en el Medio Egipto, identifica en el ciclo de historias sobre Abba Daniel a esta Anastasia como la misma persona, pero «probablemente esto no sea mas que una conjeturay, segin Sebastian P, Brock y Susan Ashbrook Harvey, Holy Women of the Syrian Orient, University of California Press, Berkeley y Los Angeles 1987, p. 143, ALETHEIA w x ALETHEIA wn oo MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Las cuatro cartas se dirigen a: «La didcono Anastasia» La palabra siriaca para diaconisa es mshamshanité, el término normal. Solo la alusién a que se preocupe de sus «hermanas de la fe» en la Carta 69 podria sugerir que Anastasia es una superiora. No hay nada mas que indique esto. Como también vemos en el caso de Lampadion en Asia Menor dos siglos antes y las diaconisas en el monasterio de Olimpia con- temporaneo de este texto, una diaconisa en un monasterio no es necesa- riamente la superiora. Esto es mas evidente cuando se considera la carta de Severo a Eugenia (véase més adelante), que especifica que es tanto dia- conisa como superiora. En ese caso, Severo cree necesario dirigirse a ella con los dos titulos, lo que podria indicar que no son sindnimos’, Axia Teodoreto de Ciro, Carta Patmos 48 (44)* Teodoreto (c. 393-460) nacié en Antioquia y se convirtié en obispo cerca de Ciro en el aiio 423, En las controversias con respecto al concilio de Efeso su cristologia hizo contribuciones importantes a la postura antioquena, razén por la cual fue depuesto del episcopado en el latrocinio» de Efeso en el 449, donde prevalecieron los intereses alejandrinos. Sin embargo, en el 451 fue de nuevo elegido en el Con- cilio de Caledonia. A Axia, didcono La carta es un breve mensaje de condolencia a una diakonos por la muerte de una mujer llamada Susana, de la que Teodoreto dice que era famosa por su sabidurfa, bondad y sus atenciones. No se sabe nada mas * Agradecemos a MeCatron su ayuda con el texto siriaco “Texto: Theodoret de Cyr: Correspondance, Yvan Azema (ed.), SC 40 (1955) 118; discutido en Gryson, Ministry of Women, 89, 153 n. 140. Las cartas de Teodoreto se encuentran en tres colecciones diferentes, todas ellas editadas por Azema en SC, vols. 48, 98 y 111. Esta carta Proviene de una coleccién de cuarenta y siete publicadas en 1885 por Sakclion a partir de un manuscrito sobre Patmos. De ahi que las cartas en esta coleccidn se identifiquen normal- mente con ese nombre. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS ALETHEIA ni de Susana ni de Axia y se desconoce la fecha de la carta. Para otras cartas de Teodoreto, véase Casiana y Celerina. Basilina Cirilo de Escitépolis, Vida de Juan el Hesicasto 218,21-219,7; 219,19-220,4° Cirilo nacié alrededor del afio 525 en Escitépolis, el nombre hele- nistico-bizantino de la antigua ciudad de Bet Shean al sur de Galilea en el valle del Jordan. Su primer encuentro con san Sabas fue en su ciu- dad natal en el $31. En el afio 543 se fue de casa para abrazar la vida eremitica, y tras su conversién a dicha vida viajé a Jerusalén y vivid después como ermitaiio a orillas del rio Jordan. Ya para el aio 544 estaba en el monasterio de san Eutimio en el desierto de Judea. Esa comunidad se disolvié por disputas teolégicas producto de la contro- versia origenista, pero en el 555 Cirilo participé junto con los monjes ortodoxos en su refundacién. Dos afios después, se traslado al cercano monasterio de Sabas, que hoy en dia sigue existiendo. Antes de escribir las Vidas, fue ordenado presbitero. Cirilo escribio las vidas de siete famosos lideres monasticos palestinos, las cuales son importantes fuentes para la historia del monacato en Palestina desde el 405 al 558. Juan el Hesicasto, 0 el Silencioso, nacié alrededor del 454 en Nic6- polis, Armenia. Después de la muerte de sus padres, y cuando contaba con 18 afios, adopté la vida ascética. Para el afio 481, y en contra de su voluntad, era obispo de Caolonia en Armenia. Viajé a Constantinopla y luego a Jerusalén, donde residié en un hospicio como monje laico y conocié a san Sabas, quien le convencié para ir a su nuevo monasterio. Alli hizo labores de poca importancia durante afios, Cuando Sabas, con- vencido de que Juan debia convertirse en obispo, le Ievé ante el obispo Texto: Eduard Schwartz, Kyrillos von Skychopolis, Hinrichs, Leipzig 1939. Las referencias a Jas paginas en el titulo son de esta edicién, Una traduccién disponible de todo el texto es la de R. M, Price y John Binns, Cyril of Skythopolis: The Lives of the Monks of Palestine, Cistercian Publications, Kalamazoo 1991, pp. 237-239. wa oC MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA QI averner Elias de Jerusalén para su ordenacién, Juan confesd que ya era obispo y pidié que se respetara su secreto, Después vivid en el desierto durante siete afios hasta que Sabas le convencid de que regresara a su monaste- rio, donde fallecié alrededor del 558. Tanto Juan como Sabas conocian personalmente a Cirilo y tuvicron gran influencia sobre él. Cierta mujer de Capadocia, Hamada Basilina, didcono de la gran iglesia de Constantinopla, vino a Jerusalén con un sobrino de alto rango que era devoto pero no en la comunién de la Iglesia catélica, ya que pertenecia a la secta severina. La didcono estaba haciendo grandes esfuerzos para hacerle cam- biar de opinién y Ilevarle a la unién con la Iglesia catdlica. Con ese objetivo, pidié a todo hombre honrado que rezara por él. Habiendo oido sobre la gracia que rodeaba a san Juan, Basilina deseaba ponerse a sus pies. Pero cuando oyé que no les estaba permitido a las mujeres entrar en la laura, se dirigié a su disci- pulo Teodoro y le rogé que Ievara a su sobrino al santo anciano, convencida de que por medio de su oracién Dios le eliminaria la deshonestidad de su corazén y le yeria merece- dor de estar en unién con la Iglesia catélica. Asi que el discipulo le llevé a donde el anciano y tocé la puerta como de costumbre. Cuando el anciano estaba a punto de abrir la puerta, los dos se paralizaron. El discipulo dijo: «Bendiganos, Padre». El anciano abrié la puerta y dijo: «A ti te bendigo, pero a éste no le doy mi bendicién. El disci- pulo dijo: «No permitas que eso sea asi, padre». Pero el anciano,contesté: «Desde luego que no le voy a bendecir hasta que no se aleje de los pensamientos apéstatas y confiese su comunién con Ja Iglesia catélica». Cuando el joven escu- ch6 esto, quedo aténito por el don de perspicacia del anciano y, debido al maravilloso suceso, accedié a estar en completa comuni6n con la Iglesia catélica. Luego el anciano le bendijo, le alz6 y compartié con él los misterios sagrados, por haber eliminado por completo toda deshonestidad de su corazén. Cuando Basilina se enteré de lo ocurrido, lo que mas deseaba era ir a ver al santo con sus propios ojos y tramé vestirse con [MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS una vestimenta de hombre para poder visitarle en la laura y asi exponer su alma ante él. Pero esto le fue revelado al anciano por una visién angélica y le envié un mensaje, diciendo: «Que sepas que si vienes no me verds. No lo inten- tes, permanece donde estas. Yo apareceré en un suefio tuyo, escucharé lo que me quieras decir y te diré todo Io que Dios me inspire decir». Escuchando esto y creyéndoselo, recibié la visién claramente. El se le aparecié en suefios y dijo: «Mira, Dios me ha enviado a ti. Dime lo que quieras». Ella hablé de su alma y recibié una respuesta adecuada. Se despert6 dando gracias a Dios y cuando el discipulo Hego le conté la forma y apariencia del anciano. Yo escuché esto de la propia didcono Basilina, y asi lo narro aqui en el texto. Esta encantadora historia demuestra la actitud compasiva de los monjes santos, incluso cuando se atenian a Jas normas sobre la compa- fiia de las mujeres. Basilina esta lejos de su casa, quiza en Jerusalén ocupandose de asuntos de la iglesia. Sus fuertes convicciones con res- pecto a la ortodoxia asi como su fe firme completan la historia que Cirilo escuchd directamente de boca de quien lo experimento. El grupo severino, al que pertenccia el sobrino, se entiende que es el de Severo de Antioquia (véase Anastasia). Casiana Teodoreto de Ciro, Sirm. Carta 17” Teodoreto fue obispo y tedlogo de Antioquia a principios del siglo v. Para mas informacion sobre él, véase Axia y Publia. Texto: Theodoret de Cyr: Correspondance, Yvan Azema (ed.), SC 98 (1964) 62.64; discutido en Gryson, Ministry of Women, 89, 153 n, 140. Las 232 cartas de Teodoreto que se conservan se encuentran en tres colecciones; 142 fueron editadas y publicadas por primera vez por Jacques Sir mond, S.J., en Paris en 1642, Esta carta y la dirigida a Celerina provienen de esa coleccién, con numeracién propia y normalmente precedida por la abreviatura «Sirm.». La carta a Axia es de otra coleccidn, llamada «Patmos». ALETHEIA 2 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 8 A Casiana, didcono Esta segunda carta de condolencia a una diakonos (véase Axia) le recuerda a Casiana que ya esta acostumbrada a vivir segtin las Escritu- ras. Ella deberia darles tanto a las mujeres como a Jos hombres un ejemplo de © «luminoso»”*. E] texto describe luego la vida ascética que Salafza Texto: Henri Grégoire y M.-A. Kugener, Marc le Diacte, Vie de Porphyre Evéque de Gaza, Société d’Edition «Les Belles Lettres», Paris 1930, pp. 78-79, con traduccién francesa. Una traduccién muy arcana al inglés es la de G. F, Hill, The Life of Porphyry Bishop of Gara by Mark the Deacon, Clarendon, Oxford 1913, discutido en Gryson, Ministry of Women, 90, 153 n. 145. *Véase Grégoire y Kugener, Mare le Diacre,78 n. 1 ALETHEIA ~ a ALETHEIA 74 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, adopta, indicando una relacion entre el estatus de kanonike y el asce- tismo”, Sin embargo, la funcién de la diacono Manaris no es practicar el ascetismo, sino responsabilizarse de la iglesia. Existen otros contex- tos que indican que una de las funciones principales de las mujeres did- conos es la instruccién de las mujeres para el bautismo (véase Romana). Pero en este caso se trata de la proteccién y el patronazgo de una chica joven sin familia. Martana Egeria, Peregrinacién a los Santos Lugares 23,3” Hay mucho escrito sobre esta fascinante peregrinacién a los Santos Lugares. El texto fue descubierto a finales del siglo xix, aunque la fecha de su composicién, la audiencia a la que esté destinado y el autor no estan del todo claros. Los expertos estan generalmente de acuerdo, sin embargo, en que el texto fue escrito a principios del siglo v, desde luego no mis tarde del afio 417 d.C. (Sin embargo, se desconoce la fecha de la peregrinacién.) La autora fue posiblemente una monja, abadesa o una virgen consagrada que escribia a otras mujeres religio- sas. Hay indicios que sugieren que era la hija de un oficial espafiol de la corte imperial, quiz la de Teodosio (379-395), por medio del cual podria haber conseguido una escolta para ir aTierra Santa. En cual- quier caso, la peregrinacion la emprendié una mujer devota que visité Jerusalén, asi como lugares santos en Egipto, Palestina, Siria y algin sitio mas. Durante su peregrinacién hace un viaje especial a Seleucia en Isauria (hoy en dia Silifke, en las costas turcas), unos 10 kilémetros al suroeste de‘Tarso, Seleucia era el emplazamiento del sepulcro de santa Tecla, una legendaria discipula de Pablo, que fue inmortalizada en los Hechos de Pablo y Tecla del siglo 1 (véase Tertuliano, Sobre el bau- tismo 17,4) y en la Vida de santa Tecla, tradicionalmente atribuido a Basi- ® Se sabe muy poco sobre la funcién de las kanonikai en esta época; para una breve discusion véase Eisen, Women Officeholders, 179-180, Texto: Pierre Maraval, Journal de voyage: Itinéraire/ Egérie, SC 296 (1982) 226-228. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS lio de Seleucia”. En el sepulcro de Tecla encuentra una comunidad de celdas mondsticas para hombres y mujeres y a una vieja amiga. Alli encontré a una querida vieja amiga llamada Martana, una santa diaconisa (diakonissa) a quien conoci en Jerusalén, donde fue a rezar y cuya forma de vida pueden atestiguar todos en oriente. Gobernaba (regebat) estas celdas monasti- cas de apotactitas o virgenes (apuctatitae vel virginum). Martana es la wnica contemporanea que se menciona en toda la peregrinacién. El término apuctatitae es quiz una transliteracion latina del término griego apotaktitai. Un comentario mas adelante en el mismo capitulo y otro en el capitulo 28 del diario indican claramente que ella gobernaba (regebat) tanto a hombres como a mujeres, por lo que el tér- mino apotaktitai, transliterado como apuctatitae, era probablemente el término nativo para un clase concreta de monje y monja. Se ha argu- mentado, de hecho, que el término hace referencia a monjes y monjas que tienen un régimen especialmente estricto de ayuno y de autodisci- plina®. En latin antiguo vel no distingue necesariamente dos categorias de cosas, por lo que resulta dificil asegurar si aputactitae representa una categoria distinta a la de las virgenes. En cualquier caso, lo que si esta claro es que Martana era una especie de abadesa que presidia lo que podriamos denominar un «doble monasterio» de hombres y mujeres. Matrona de Cosila, cerca de Calcedonia Sozomeno, Historia eclesidstica 7,21" Este capitulo de la Historia eclesidstica de Sozomeno relata el descu- brimiento y el traslado a Constantinopla en dos fases de la cabeza de Juan el Bautista, Como narra la historia, la cabeza fue descubierta milagrosamente por varios monjes de la secta de Macedonia en Sicilia, » PG 85,618; G. Dagron y M. Dupré la Tour, Vie et miracles de sainte Thécle. Texto, traduccion y comentario, Subsidia Hagiographica 62, Société des Bollandistes, Bruselas 1978. Véase A. Lambert, «Apotactices et Apotaxamenes», en DACL 1,2604-2626. Texto: PG 67, 1482-1485. ALETHEIA ~ a ALETHEIA ~ a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA en el sureste de Asia Menor (para ms informacién sobre los macedo- nianos, véase Eusebia). El emperador Valente (328-378) dio érdenes de que se lllevara la reliquia a la capital, pero cuando el carro estaba en el distrito de Pantiquio, cerca de Calcedonia, las mulas que lo empujaban se negaron a seguir adelante. Esto se entendié como un signo divino y la cabeza fue entonces depositada en el pueblo de Cosila. Mas tarde, el emperador Teodosio I (379-95) quiso Ievarla a Constantinopla. Para mas informacién sobre Sozomeno, véase Olimpia. La nica que se opuso al traslado fue Matrona, una virgen santa, que era su didcono y guardién. Dejando a un lado el uso de la fuerza, él traté con todas sus fuerzas, y por medio de suplicas finalmente ella, reacia, lo consintié porque recor- daba lo que habia sucedido cuando Valente lo intent6. El revistid la caja regiamente y la levé al lugar llamado Heb- doma en los suburbios de Constantinopla, donde le erigié una gran y hermosa iglesia. Aunque el emperador lo intentara con stplicas, no convencié a Matrona de que rompiera su jura- mento, ya que pertenecia a la secta de los macedonianos. El relato continua con la historia contrapuesta de un presbitero macedoniano Ilamado Vicente, que era el capellan de la reliquia, El, como otros macedonianos, habia prestado juramento de que nunca cambiaria sus creencias, pero dijo que si Juan el Bautista podia seguir al emperador esta vez, él también lo harfa, La historia termina as‘: Pero Matrona se qued6 en el pueblo de Cosila hasta el final, viviendg con gran santidad y sabiduria como lider de un grupo de virgenes. Incluso hoy en dia se dice que sus vidas virtuosas son dignas de su maestra. El titulo de Matrona es auté (dativo singular) diakonos, es decir, es su didcono (de la reliquia). Por tanto, es posible que el término diakonos se haya utilizado en un sentido mas amplio como ministro o guardian de una reliquia. Pero dado que se utiliza el término més comin de didcono ~un término con un sentido eclesidstico definido en esa época-, es mas probable que fuera una mujer diécono con una responsabilidad especial. Es también la superiora de un grupo de virgenes, lo que probablemente MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS era antes de que la cabeza llegara. Es, por tanto, en el monasterio donde vivlan Matrona y las virgenes donde residia la reliquia. El hecho de que Matrona perteneciera a los macedonianos, al igual que lo hacia probable- mente todo el monasterio, y que, por tanto, la cabeza de Juan el Bautista fuera confiada a ellas, no parece haber molestado a los emperadores. Nectaria oe oe 2 Sozomeno, Historia eclesidstica 4,24 Nectaria y todas las personas asociadas a ella tenian dudosa repute: cién. Elpidio, obispo de Satala en Armenia, fue acusado de abusar le la autoridad y de crear escandalos. Una de las razones que conteibuye a su deposicién fue el hecho de que restablecié a un presbitero llamado Eusebio, Para ms informacién sobre Sozomeno, véase Olimpia. Eusebio habia sido depuesto porque consideré a Nectaria digna del diaconado, a pesar de que habia sido excomulgada por quebrantar acuerdos y cometer perjurio. Esto iba clara- mente en contra de las leyes de la Iglesia. No se dice quién orden a Nectaria y tampoco se le da ningun titulo. Sdlo esta claro que, después de haber sido excomulgada, Euse- bio traté de readmitirla como miembro del diaconado. Si sus seguido- res fueron depuestos, podemos estar seguros de que ella también 7 fue y que tenia un estatus social suficiente como para estar tan impli- cada en la politica eclesiastica. Nicarete eee ele 8 Sozomeno, Historia eclesidstica 8,23 [Nicarete, una noble sefiora de Bitinia residente en Constan- tinopla] intenté disimular sus modos virtuosos con su humil- "Texto: PG 67,1193; GCS 50,181. 16-18; Ecclesiastica Historia, Robert Hussey (ed.), oa en versity Press, Oxford 1860, pp. 1411; discutido en Gryson, Ministry of Women, 89, 153 n. 135. " Mayer, Monumenta, 27; PG 67,1576. ALETHEIA x a ALETHEIA a eo MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA dad. Por tanto, se consideraba a si misma indigna del honor del diaconado asi como de ser nombrada lider de las «virge- nes eclesidsticas», a pesar de que Juan le habia instado a menudo para que aceptara. El contexto del pasaje son una serie de historias sobre la persecu- cién de los seguidores de Juan Criséstomo después de que fuera depuesto de su cargo de obispo y fuera expulsado de Constantinopla. A pesar de su avanzada edad, Nicarete fue una de las que huyé voluntaria- mente de la ciudad porque no se sentia a salvo en medio de los ataques y saqueos militares. Habia jurado virginidad perpetua y alcanzé renom- bre por su virtud y generosidad para con los pobres. Aun ast, rechazé la ordenacién al diaconado (axiéma diakonou, la dignidad de ser diakonos) u otra funcién eclesiastica con el grupo de las virgenes consagradas. Otras fuentes dan fe de este Ultimo grupo como una comunidad de mujeres que, en un principio, vivieron en privado en sus hogares, pero que para esa época muchas de ellas ya vivian en comunidad en asenta- mientos urbanos como alternativa a la vida monastica en el desierto. Olimpia presidia una de esas comunidades en la monasterio urbano que habia fundado. Este pasaje, entre otros, muestra que la labor de las dia- conisas no era simplemente la de presidir comunidades de ese tipo. Olimpia Nacida alrededor del afio 365 en el seno de una familia noble, Olimpia fue una de las mujeres mds adineradas, poderosas y populares de su tiempo.Su abuelo fue Ablabio, prefecto pretoriano y consul en el 331, perteneciente a la nueva nobleza cristiana creada por Constantino. Siendo joven, Olimpia conocié a Gregorio Nacianceno durante su breve permanencia en el episcopado de la capital en el 381. Fue poste- riormente invitado a la boda de Olimpia, aunque no asistié, envidndole como regalo un poema. Alrededor del 385 estaba casada con Nebridio, que probablemente era mucho mayor que ella, porque éste era para él su segundo matrimonio. Nebridio se convirtié en prefecto de Constan- tinopla en el 386, pero fallecié poco después. Cuando contaba mas © menos con veinte afios, Olimpia era ya viuda. Desde entonces, rechazd MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS ALETHEIA casarse de nuevo, a pesar de la presién incluso por parte del emperador Teodosio I, quien al principio le privé del derecho de administrar sus inmensas propiedades hasta que cumpliera los treinta con la intencion de disuadirla, Sin embargo, Olimpia adopts la vida ascética y fundé un monasterio de mujeres al lado de la catedral de Constantinopla, que se convirtid en un centro de vida espiritual, obras de caridad y, debido a su elevada posicién y contactos, centro de la vida politica. El obispo Nectario ordend diaconisa a Olimpia cuando rondaba la treintena, a pesar de que la ley candnica especificara una edad minima de sesenta. (Alrededor de cincuenta afios mas tarde el Concilio de Cal- cedonia reduciria la edad minima a cuarenta.) Esta excepcién podria haberse debido a su extraordinario patronazgo del obispo y a su puesto cercano como su consejera personal y politica. Olimpia fue muy gene- rosa con otros obispos, sacerdotes y ascetas de ambos sexos, por lo que era muy popular. Gregorio de Nisa le dedicé el comentario sobre el Cantar de los Cantares. Su amigo mas conocido fue Juan Criséstomo, sucesor de Nectario, y ella fue su seguidora mas fiel, por lo que se vio involucrada en el conflicto que Ilev6 a Juan al exilio en el 404. Desde entonces hasta su muerte, en el afio 407, de las cartas que él le escribid sc conservan diecisicte. Tras el exilio de Juan, Olimpia fue también juz- gada y exiliada por apoyarle. Murié en el exilio, probablemente en Cizico o Nicomedia, entre el 407 y el 419. Olimpia es una santa de la Iglesia oriental, pero también se le nombra en el martirologio romano. El autor anénimo del siglo v de laVido de Olimpia podria haber sido un contemporaneo y testigo ocular de los acontecimientos de su vida. Existe otro texto sobre ella, la Narracién referente a santa Olimpia, de Sergia, sucesora de Olimpia como superiora del monasterio, proba- blemente sobre el afio 630. Su documento cuenta los milagrosos suce- sos en torno al traslado de los huesos de Olimpia desde su lugar origi- nal de entierro fuera de la ciudad, hasta su destino de descanso final en el monasterio. No hace ninguna alusi6n a su oficio como diacono*. % Introduccién y traduccién en Elizabeth A. Clark, Jerome, Chrysostom, and Friends: Essays and Translations, Edwin Mellen, NuevaYork 1979, pp. 117-119.145-157. ~ oS ALETHEIA 2 S MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Vida de Olimpia 6* Luego la voluntad divina la ordené didcono (diakonos) de la santa y gran Iglesia de Dios y construyé un monasterio en la esquina sur de ésta. Para ello, todas las casas situadas cerca de a santa Iglesia y todos los talleres de la esquina fueron derrui- dos. Construyé un pasadizo desde el monasterio hasta el nartex de la santa iglesia. En la primera seccién encerré a sus cin- cuenta camareras, todas ellas puras y virgenes. Luego Elisantia, su pariente, viendo todas las buenas obras que satisfacen a Dios que la gracia divina le habia ayudado a conseguir, siendo ella también virgen, quiso imitar su sagrado fervor y renuncié, junto con sus dos hermanas virgenes Martiria y Paladia, a todas las cosas efimeras y vanas de esta vida. Las tres entraron junto con las demas, después de haber mandado mover todas sus per- tenencias al monasterio. De igual manera Olimpia, sobrina de Olimpia, junto con muchas otras mujeres de familias nobles, segtin la gracia y voluntad de Dios que desea la salvacién de todos, estando inspirada por el amor divino, eligié el reino de los ciclos, despreciando todas las cosas terrenales que nos arrastran, por lo que el ntimero de mujeres reunidas en el rebafio sagrado de Cristo por la gracia de Dios eran ciento cin- cuenta, todas dotadas con la corona de la virginidad y viviendo la vida sublime apropiada para los santos. La ordenacién de Olimpia como didcono mientras era superiora del monasterio puede Ieyarnos a la conclusion, en ocasiones ya sacada, de que en siglos posteriores didcono o diaconisa era simplemente otro titulo para designar a la superiora mondstica. Sin embargo, en una fecha posterior sus parientes, las tres hermanas, fueron también orde- nadas por el sucesor del obispo Nectario, Juan Criséstomo (véase Eli- santia, arriba), y en el momento del exilio de Juan habia otras dos did- conos en el monasterio: Pentadia y Procla (véase mas adelante). *Textos: Anne-Marie Malingrey, Vie anonyme d’Olympia, SC 13 (1968) 418-420. Traduccién completa y discusién en Clark, Jerome, Chrysostom, and Friends, 117-119, 145-157; Kraemer, Women’s Religions, 227-236. [MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS Paladio, Didlogo sobre la Vida de Juan Criséstomo 10,50-67* Paladio (c. 365-425) nacié en Galacia, y estudié y practicd el monacato en Palestina y Egipto, en especial con Evagrio de Ponto, uno de los grandes escritores mondsticos. Finalmente Paladio se convirtié en obispo de Helidpolis en Bitinia y mas tarde de Aspuna, en Galacia. Escribié el Didlogo alrededor del 410 con objeto de defender la memoria de Juan Criséstomo y su mas famosa Historia Lausiaca (alre- dedor del 419), una importante coleccién de relatos sobre la historia del monacato y de sus personalidades. En el relato, en forma de dialogo entre Paladio y un diacono romano, se le acaba de decir a Juan Crisdstomo que la sentencia de condena se acaba de emitir y que ha recibido la orden del emperador de abandonar Constantinopla. Abandona el palacio episcopal entre lamentaciones de sus seguidores, Es importante recordar que no es un informe de los hechos, sino una reconstruccién de Paladio. Dirigiéndose al baptisterio, él [Juan Criséstomo] Ilamé a Olimpia, que siempre estaba en la iglesia, y a Pentadia y Pro- cla, es decir, las tres didconos (diakonoi), y también a Silvina, esposa del bendito Nebridio, adornada con distincion en su viudedad, y les dijo: «Venid aqui, hijas, y escuchadme. “Veo que el fin de mis asuntos esta cerca. He hecho mi camino y, asimismo, no volveréis a verme””. Pero esto es lo que os pido: que ninguna de vosotras interrumpa vuestra habitual devocién a la iglesia. Pero al que sea ordenado (cheirotonia), por su propia voluntad, con el consentimiento de todos y sin haberlo planeado, inclinadle vuestras cabezas como lo hicie- rais a Juan, porque la iglesia no puede estar sin un obispo. Deseo que recibdis la gracia. Recordadme en vuestras ora- ciones». Vencidas por las lagrimas, se postraron a sus pics. Luego, Hamando la atencién de uno de los distinguidos pres- biteros, dijo: «Llévatelas de aqui, no vaya a ser que la multi- ° Dialogue sur la Vie de Saint Jean Chrysostome, Anne-Marie Malingrey (ed.), SC 341 (1988) 2,206-207. Le 22,37; 2Tim 4,7; Heh 20,25 ALETHEIA 2 ALETHEIA I 9 8 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA tud se subleve». Asi, d é - Ast, después de agarrarse a sus pie: cedieron, : ee Parece que se reconoce a Olimpia, Pentadia y Procla, las tres dia- konoi del monasterio, como lideres y portavoces del monasterio, De Olimpia seria totalmente comprensible, dada su posicién social especial relacién con Juan, pero el hecho de haber llamado a las tres 7 la vez indica que ejercian una especie de liderazgo compartido. ‘ Paladio, Didlogo sobre laVida de Juan Criséstomo 16,179-190* El didcono dice: «Ahora, sino es mucho problema, cuéntanos algo sobre Olimpia, si es que sabes algo de ella». El obispo: «¢Quién de ellas? Hay varias», EI didcono: «La diécono de Constantinopla, esposa de Nebri- dio, el anterior prefecto». El obispo: «La conozco bien». El diécono: «:Qué clase de mujer es?». El obispo: «No digas “mujer”, sino “tal persona” (an thrépos), ya > 7 an’ eraun hombre (aner), a pesar de su apariencia fisicay, iacono: «;Cémo es posible eso?». El obispo: «Debido a su vida, su ascetismo y sabiduria, y su pactente resistencia en las pruebas». _ Este didlogo socrati i atico rect impi j cease cane evonstruido alaba a Olimpia por su coraje y - Es tipico del genero retdrico de la época que la mayor alabanza a ; . ; anes le pudiera hacer a una mujer fuera lamarla hombre. «Mujer» a. olizaba debilidad de la carne; «hombre» simbolizaba coraje y fuerza. La i pos signil id palabra griega anthrépos significa gramaticalmente una per- sona i tumana de cualquiera de los sexos, mientras que anér es un varon. Pero se solian solapar los dos términos debido al predominio del pen. samiento androcéntrico. Comparese 1 Cor 7 is 1, donde se dic : yl, e que «es bueno para un anthrépos no tocar a una mujer. : »*, El pasaje narra a con- ™ SC 341 (1988) 2,318-320, ® Se ha escrito mucho sobre este fenémeno en los inici istian é i plo, Elizabeth A. Clark, «ldeology, Histor deine dentate tee 5 and the Construction of “Woman” in Late MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS tinuacién un incidente en la vida de Olimpia en el cual Teofilo, obispo de Alejandria, habla sobre ella de manera ofensiva, acusindole de esconder a unos monjes que él habia expulsado de su iglesia. Paladio, Didlogo sobre laVida de Juan Crisdéstomo 17,122-130" La labor de Olimpia en dar cobijo a los monjes maltratados por Teofilo se resume en el capitulo 17. Son éstos los despreciados por los sacerdotes y levitas, y para vergiienza de los hombres, una mujer varonil (andreia) les dio cobijo, y para vergiienza de los obispos, una mujer did- cono (diakonos) les proporcioné hospitalidad. Ella, cuya ala- banza resuena en las iglesias por muchas otras razones, a imi- tacién de ese Samaritano, quienquiera que fuera. Yendo a Jericé, encontré un hombre golpeado por los ladrones y medio muerto, le monté en su propio caballo hasta la posada, mezclando el aceite de la compasién con el vino que sana, curando asi sus heridas. Esta comparacién de Olimpia con e] Buen Samaritano aparece tam- bién en al capitulo 5 de la Vida de Olimpia. Aqui el texto pasa a narrar su temprana viudedad, el propuesto matrimonio con Elpidio y su rechazo en favor de una vida ascética, detalles también narrados en la Vida. Pala- dio dice que su matrimonio con Nebridio duré veinte meses pero que Ja creencia popular era que permanecid virgen (17,137). Esta idealiza- cidn de la virginidad era tipica de la época. Se dice en muchos sitios que su patronazgo incluia la manutencién absoluta del obispo de Constanti- nopla, tanto Nectario como Juan, y que fue también una generosa benefactora de muchos otros obispos, entre ellos Basilio y los dos Gre- gorios. En la Historia Lausiaca 56, escrita alrededor del 419, Paladio habla de ella como una figura ilustre del pasado y le da el término de la época martirial, «confesora», anteriormente reservado a aquellos que Ancient Christianity», JECS 2 (1994) 155-184; Gillian Cloke, This Female Man of God: Women and Spiritual Power in the Patristic Age AD 350-450, Routledge, Londres 1995. SC 341 (1988) 2,342-344, ALETHEIA 20 o @ | avernera MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA habian sufrido por la fe, puesto que Olimpia habia sufrido por su lealtad a Juan. Aqui la duracién de su matrimonio se limita a varios dias, proba- blemente para ajustarlo mejor a la creencia de su sempiterna virgini- dad. En este corto pasaje se alaban su generosidad para con los necesita- dos y apoyo a los obispos y se dice que es venerada como confesora en Constantinopla. Este texto no menciona que su oficio fuera el de did- cono, como tampoco lo hace otra referencia a Olimpia en la Historia Lausiaca 61,3, donde se la elogia por haberse deshecho de sus lujosas prendas como regalo a la iglesia, como lo hizo Melania la Joven. Sozomeno, Historia eclesidstica 8,9" Sozomeno fue un historiador laico nacido cerca de Gaza, en Pales- tina. Llegé a la corte real en Constantinopla después del 425 y escri- bid una historia sobre la Iglesia del siglo anterior, basada fundamental- mente en fuentes previas de los afios anteriores. Ya que esta mujer [Olimpia] provenia de una familia promi- nente y a pesar de ser una viuda joven que levaba una vida vir- tuosa segiin la ley de la Iglesia, Nectario [la] ordené didcono. Nectario, predecesor de Juan, fallecido en el 397, la ordend (cheiro- tonein) diacono (diakonos), sin atender a la limitacién de edad canénica, que probablemente era sesenta. No est4 claro cudl era la funcién de una mujer didcono monastica en Ia catedral de la capital del Imperio. Ella y su monasterio eran conocidos por su caridad hacia los pobres, y ésta podria haber sido parte de su funcién como didcono, Sozomeno, mas adelante en su relato, nos da més informacidn acerca de su ordenacién en el momento en el que la oposicion a Juan Criséstomo, sucesor de Nectario, iba creciendo en Constantinopla. Una de las razones de esta oposicién era el resentimiento de un archididcono de Egipto llamado Serapion por el consejo que Juan le dio a Olimpia. Segin Juan, ella se habia deshecho de parte de sus propiedades de manera imprudente dan- dosela a aquellos que no lo necesitaban. Elle aconsejé que lo dejara a su “ GCS 50,361; Mayer, Monumenta, 27; PG 67,1537. 1540. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS disposicion y él vigilarfa que Megara a quien realmente lo necesitaba. Seg la Vida, ella hizo esto de buena gana. Como es de suponer, est concentracién de inmenso poder y riqueza en manos de Juan causé el resentimiento de aquellos que anteriormente se beneficiaron de ello. Sozomeno, Historia eclesidstica 8,24” En esta situacion dificil la diacono (diakonos) Olimpia demos- tr6 tener coraje varonil (andreia). Véase el comentario, mas arriba, de Paladio, Didlogo sobre la Vida de Juan Crisdstomo 179-180 sobre la atribucién a una mujer del coraje varo- nil como un cumplido. La situacion a la que se alude es la consecuencia del exilio fuera de Constantinopla de Juan Crisostomo. Sus seguidores y detractores llegaron a las manos en la catedral, y en medio de tal con- fusion, la iglesia se incendié y ardid. Cada uno de los bandos culpé al otro de haberla quemado. Muchos de los seguidores de Juan fueron exiliados, se les confiscaron sus propiedades 0 se les castigé de otra manera. Muchos, como Nicarete, huyeron. Uno de los lectores de la catedral fue torturado hasta morir. A Olimpia se le traté violentamente en los interrogatorios y se le acuso de incendiar la iglesia. Desdeiié al tribunal y no se defendi, negando tener algo que ver con el sucesor de Juan, Arsacio, muy al contrario de lo que supuestamente le aconsejé Juan, por lo menos segun lo redactado por Paladio en Didlogo 10, citado arriba. La mayor parte de sus propiedades fueron confiscadas y Olimpia abandoné la ciudad, por voluntad propia 0 exiliada, a Cizico, cerca de Constantinopla, donde murid a los pocos aiios, Pentadia Juan Criséstomo, Cartas 94.104.185** Para més informacién sobre Juan Crisdstomo, véase Amproukla. * Mayer, Monumenta, 28; PG 67,1577. 1580. ; “'Textos: PG 52,657-659.663-664.716; discutido en Martimort, Deaconesses, 137 y Gryson, Ministry of Women, 89, 153 n. 133, ALETHEIA 0 a ALETHEIA ~ a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA A Pentadia, diaconisa Antes de que Juan accediera al episcopado de Constantinopla, a Pentadia se le conocia como la esposa de un consul exiliado, Timasio. Sozomeno relata que cuando Timasio fue desterrado a Egipto, donde inds tarde fallecid, Pentadia intenté refugiarse en una iglesia de la capi- tal, pero Eutropio, el cunuco del imperio responsable del problema se lo denego y la sacé fuera de la iglesia, como parte de su politica de no honrar el asilo en las iglesias (Sozomeno, Historia eclesidstica 8,7). Durante su exilio (404-407), Juan Crisdstomo escribié varias cartas a esta mujer —quien para entonces era una diakonissa— de las que se con- servan tres. En ellas, Juan se muestra muy compasivo por los esfuerzos de Pentadia de mantenerle informado y apunta que ha ofdo que ella asi como su casa (oikos) y aquellos que estan con ella (no se especifica al genero; véase discusién en Amproukla) goran de buena salud y prospe- ridad. Esto no significa necesariamente que Pentadia esté en un monasterio, La breve carta 185 incluye un lastimero: «Por qué no he sabido ultimamente cémo estas?>. En el Didlogo sobre la Vida de Juan Crisdstomo de Paladio, las dos dia- cones, Pentadia y Procla, son convocadas en la iglesia con Olimpia antes de que forzaran a Juan al exilio (Didlogo 10,50). Esta es proba- blemente la misma Pentadia. Puede que Paladio confundiera el nom- bre de su compafiera Procla con Amproukla, o bien podria tratarse de una persona diferente. Publia Teodoreto de Ciro, Historia eclesidstica 3,14* _ Teodoreto (c, 393-c. 466), nativo de Antioquia, fue consagrado obispo de Ciro en el 423. Siendo obispo, se vio involucrado en la con- troversia cristolégica que en aquella época dividia las iglesias de oriente. Probablemente era partidario de las ideas heréticas nestoria- “Texto: PG 82, 1109-1112; traduccién al latin en A485 52,995-996, 9 de octubre MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS nas hasta por lo menos el afio 435, razon por la cual fue depuesto en el segundo Concilio de Efeso (449), aunque parece que abandond esa ideologia algtin tiempo después de que el Concilio de Calcedonia ana- tematizara a Nestorio en el 451. Algunas de sus obras fueron condena- das por el segundo Concilio de Constantinopla (553). Entre los pocos escritos que se han conservado de Teodoreto se encuentra la Historia eclesidstica, la cual, en cinco libros, continta la famosa historia de Euse- bio hasta el afio 428. En el tercer libro, Teodoreto habla sobre Publia (0 Poplia), una diacono de alto rango de Antioquia, que presidia un monasterio en su casa durante el reinado de Juliano el Apéstata (361- 363). Una vez se convirtié en emperador, Juliano intenté debilitar la iglesia volviendo a poner en vigor el culto de los antiguos dioses, secu- larizando la educacién, retirando muchos de los privilegios con los que Constantino y sus sucesores habian colmado a la Iglesia ¢ incluso encarcelando a los cristianos por el mero hecho de practicar su reli- gidn. En la Historia eclesidstica de Teodoreto se identifica a Publia como didcono (diakonos) sdlo en el titulo, al inicio del capitulo. Puede que Teodoreto haya deducido el estatus de diacono de Publia por haber sido la directora del coro de su comunidad (didaskalos: latin, magistra). También puede ser posible que Teodoreto, que escribié alrededor de medio siglo después de la muerte de Publia, estuviera reflejando una tradicién local (muy posiblemente basada en la realidad) segdn la cual Publia era una diacono. Como indican otros textos de esta colecci no era atipico que las lideres de las comunidades de virgenes en Siria y otros lugares de oriente fueran consagradas diaconos. Titulo del capitulo: «Sobre el oficial Artemio y la diacono Publia y su devota osadia (parrésia)» Tras exponer brevemente la oposicién de Artemio a la idolatria: Aqui afiadiré a la narraci6n la historia de cémo una distin- guida y loable mujer, para las mujeres, dotada de entusiasmo divino, desdeiié su [de Juliano] furia. En aquel entonces, habia una tal Publia, popular y celebrada por su excepcionalmente virtuosa persona y obras. Habiendo ALETHEIA ~ Q ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 20 oo Mevado el yugo del matrimonio durante poco tiempo, ofrecié su mejor fruto a Dios, del cual salié Juan, al que dio a luz y fue durante mucho tiempo el lider de los presbiteros de Antio- quia. Era habitualmente elegido por votacién para la Sede Apostélica”, honor que siempre rechaz6. Esta mujer tenia a su cargo un grupo de virgenes, que habian profesado la virginidad perpetua. Solian alabar a Dios Crea- dor y Salvador asiduamente. En una ocasi6n en la que el emperador pasaba por ahi, todas ellas cantaron mas alto, diciendo del perseguidor que era despectivo y ridiculo. Can- taron sobre todo los Salmos donde se ridiculiza la debilidad de los falsos dioses y dijeron con David: «Los idolos de la nacién son de plata y oro, hechos por la mano del hombre» “. Después de haber expuesto la estupidez de los idolos, afia- dieron «aquellos que los creen serdn como ellos y asi seran los que confien en ellos». Cuando Juliano les oyé, se enfurecié y les mand6 callar mien- tras que él pasara por alli. Pero ella, sin consideracién alguna de sus leyes, animé al coro de virgenes a cantar con mas entu- siasmo. Mientras el emperador pasaba por ahi, ella les ordené cantar por segunda vez: «Que Dios y sus enemigos se disper- sen»*, Cuando esto ocurri6, Juliano monté en célera y ordené que Je Hevaran a la maestra (didaskalos) del coro. A pesar de ver la edad venerable de la mujer, no respeté sus canas ni el gran caracter de su alma y ordené a uno de sus guardaespaldas que le abofeteara hasta hacerla sangrar. Ella, sin embargo, tomé este insulto como el mayor honor y volvié a su casa. Le © Es decir, al obispo de Antioquia, la primera «scde> del apéstol Pedro, Se ha dicho que este hijo eta Juan Criséstomo, ya que fue realmente presbitero de Antioquia durante algunos afios, pero otras fuentes apuntan que el nombre de la madre de Juan Criséstomo era Anthusa. Teodoreto, que escribié después del 428, sin duda lo habria dicho si hubiera creido que se trataba de Criséstomo, el quien més tarde se convertiria en obispo de Constantino- pla. Crisdstomo fallecié en el 407. “ Sal 135,15. Sal 135,18. * sal 67,2. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS expuls6 con misica espiritual, de igual manera que el autor y maestro de esa miisica silenciaba el espiritu maligno que estaba atormentando a Saul”. Al parecer, Publia fue una mujer de alto rango y una diaconisa que goberné una comunidad monastica en su casa. Swan argumenta que, ademas, «en la comunidad habia varias diaconisas»®. En ocasiones se dice que fue una martir, quiza porque fallecié en el 362-363 durante el reinado de Juliano y tras haber recibido el castigo de uno de sus hom- bres. Su dia festivo es el 9 de octubre y todos los que escriben sobre ella la loan por su valiente oposicién al malvado y apéstata emperador. Incluso hoy en dia organizaciones de viudas la recuerdan con espe- cial afecto. Romana La vida de santa Pelagia, la prostituta” Esta obra, pieza exquisita y profundamente conmovedora de la antigua literatura cristiana, fue muy probablemente escrita en el siglo v por un diacono llamado Santiago, del cual no sabemos mas que sirvid al obispo Nonno (didcesis desconocida), uno de los principales personajes de la historia. Santiago escribid en griego, pero la historia solo se conserva en siriaco” y latin. El relato trata sobre la conversién de una popular prostituta de Antioquia que vivid a finales del siglo 1v. Se trata posiblemente de la mujer anénima a la que Juan Criséstomo © 1 Sm 16,14-23 * Laura Swam, The Forgotten Desert Mothers: Sayings, Lives, and Stories of Early Christion Women, Paulist, Mahwah, NJ, 2001, p. 123. No hemos encontrado ningiin indicio sobre esto ni en Teodoreto ni en ninguna otra fuente que hemos consultado. Swam no ofrece ninguna docu- mentacién, pero quiza haya alguna fuente que ignoremos. No cabe duda de que habia muchas otras diaconisas ilustres en la iglesia de Antioquia a finales del siglo 1v; lo que se cuestiona es si habia otras que vivian en la comunidad de Publia ” PG 68,636-637. ® Para una traduccion completa de la versién siriaca, véase Sebastian P. Brock y Susan Ashbrook Harvey, Holy Women of the Syrian Orient, University of California Press, Berkeley 1987, pp. 40-62. ALETHEIA © MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA S| avernen hace referencia en una homilia sobre Mateo. Su Vida fue muy popular en el occidente latino medieval y fue un modelo literario influyente en los textos hagiograficos de la época. Al comienzo de la historia, la guapa (y a medio vestir) Pelagia pasa en burro ante una asamblea de obispos. Segtin la versién siriaca del texto, era tal su aspecto que hizo que todos, incluso el obispo Nonno, se enamoraran de ella. Nonno también la acusa de ser el motivo de lujuria y de tropiezo para muchos. Por medio de un acto de «misericordiosa pro- videncia», Pelagia aparece en la iglesia un dfa que Nonno estaba predi- cando acerca de la sentencia escatoldgica de los pecadores. Ella se con- mueve hasta el Ianto. Pronto le escribe a Nonno para que la reciba en una audiencia con otros obispos y su peticién es aceptada. Al llegar a ellos, se tira inmediatamente al suelo en sincera y obvia agonia de culpa- bilidad y penitencia y ruega a los obispos (en esta ocasion son ellos los que lloran) que la bauticen. Tras vacilar un poco, Nonno accede, pero manda antes a su diacono, Santiago (es decir, el autor), a buscar a una diaconisa. Con la ayuda de un obispo de la zona, Santiago regresa con «la sefiora Romana, la primera de las diaconisas» (dominam Romanam primam diaconissarum). Después, cl obispo exorciza y bautiza a Pelagia. Y su padrino (pater spiritalis) fue la santa sefiora Romana, la primera de las diaconisas, que la cogié y la subi6 al lugar de Jos catecimenos. Romana esta presente para preservar el decoro. Asi, cuando el texto dice que «cogid» a Pelagia, se ha de entender que Ia recibié a la salida de Jas aguas bautismales. Obsérvese que padrino en este caso, a pesar de ser el equivalente de «madrina», esta en mascu- lino. Es decir, se dice que Romana es, literalmente, el «padre espi- rituaby de Pelagia. El hecho de haberla Ilamado domina indica que pertenecia a un elevado estatus social. Después del bautismo, Satan grita por la pérdida de Pelagia, que se santigua y aniquila al demonio echdndole el aliento. Al cabo de dos dias, estando durmiendo con su madre espiri- tual, la santa Romana (sancta Romana commatre sua), en su habitacién, el demonio aparecié en la noche y desperté a la sierva de Dios, Pelagia. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS, De nuevo, Pelagia reprende al diablo y éste desaparece. Obsérvese que la diaconisa acompafia constantemente a la recién bautizada Pelagia. Al dia siguiente, Pelagia hace una lista de todos sus bienes mundanos que quiere dar a la Iglesia. Ella inmediatamente hizo Hamar a Nonno, el santo obispo, por medio de su madre espiritual, la santa Romana. Romana le hace saber este mensaje al obispo, no solo para preser- var el decoro, sino porque, como catectimena, Pelagia debia de estar confinada en su cubiculo hasta el octavo dia de su bautismo. En el octavo dia, Pelagia se levanta en medio de la noche y, sin nadie saberlo, ni siquiera Romana, se pone la tunica de Nonno y no se la vuelve a ver en Antioquia. La santa Romana llor6 las lagrimas mas amargas, pero el santo Nonno solia consolarla diciendo: «No llores, hija, rego- cijate de alegria. Pelagia ha elegido la mejor parte, como lo hizo Maria, a quien Dios prefirié en vez de a Marta en el Evangelio». Ella, sin embargo, se fue a Jerusalén y se cons- truy6 una celda en el Monte de los Olivos, donde el Sefior oraba, La versin siriaca cuenta que Romana proporciond de su propio bolsillo alimento y todo lo que Pelagia requirid. Se convirtié rapi- damente en una madre carifiosa y consideraba a Pelagia su propia chija querida». Por eso, Je inundé la pena y, sein la version siriaca, se preguntaba desesperada e incesantemente sobre el para- dero de Pelagia. Al final del texto, Santiago va a Jerusalén con la bendicion de Nonno con objeto de preguntar por un tal hermano Pelagio, «monje y eunuco». Santiago se encuentra accidentalmente con Pelagia en Jerusalén antes de descubrir que «Pelagio» habia muerto. Cuando sacaron a «Pelagio» de su celda para que su cuerpo fuera ungido, descubren que «Pelagio» es realmente una mujer, la que fuera la prostituta Pelagia. Pelagia es enterrada cere- moniosamente, con la presencia de decenas de virgenes de Jericé y del Jordan. ALETHEIA xe ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 8 En la versién Jatina no se sabe nada mas de Romana una vez que el obispo Nonno trata de consolarla. La historia de Romana es una repre- sentacidn interesante del patronazgo religioso de una mujer de alto rango que se convierte en un carifio intenso y maternal a una hija joven en la fe, asi como de la continua labor de las diaconisas en el de- sarrollo espiritual de las mujeres a las que han asistido en el bautismo. Sabiniana Juan Criséstomo, Carta 13 [6* a Olimpia] *’ Juan, exiliado en Armenia, escribe a Olimpia, exiliada en Cizico: Mi sefiora la diacono (diakonos) Sabiniana Megé el mismo dia que nosotros, agotada y abrumada por la fatiga, ya que esta en una edad en la que es dificil hasta moverse. Pero es joven en su voluntad ¢ insensible al sufrimiento. Dijo que estaba prepa- rada para viajar a Escitia, ya que el rumor dice que es ahi donde seremos levados. Dice que esta dispuesta a no regresar nunca jamds y vivir alli donde estemos. La gente de la iglesia le recibié afectuosamente y con mucha atenci6n y cuidado, Esta es probablemente la misma Sabiniana, tia de Juan, sobre la cual Paladio también hablé. Paladio, Historia Lausiaca 41* Paladio enumera una serie de mujeres virtuosas que ha conocido. Para mas informacién sobre Paladio, véase Olimpia. Me encontré en Antioquia con una distinguida mujer que conversaba con Dios, la diaconisa Sabiniana, tia de Juan, obispo de Constantinopla. Al mencionar a Sabiniana en la carta, Juan (arriba) no dice que es su tia ni tampoco le da el titulo que se le da aqui, diakonissa, por lo que en ocasiones se duda de si estas dos mujeres son la misma: «Es muy poco Texto: $C 1 3bis (1968) 130, “Texto: LH 41, 129. Véase también ACW 34.118; Gryson, Ministry of Women, 89, 153 n. 134. ‘MUJERES DIACONOS EN LA IGLESYA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS ALETHEIA probable que Crisstomo hubiera hablado sobre ella con Olimpia sim- plemente como “mi sefiora Sabiniana, la diaconisa’», Por el contrario, asi seria como Criséstomo hubiera hablado de ella, tratandola de manera oficial, a alguien que ya conociera su parentesco, Paladio la situa en Antioquia, de donde vino Juan. Estaba muy interesado en él y com- puso el Didlogo sobre la vida de Juan Crisdstomo (véase Olimpia). Al conside- rar conjuntamente estas dos referencias, se puede interpretar que los titulos diakonos y diakonissa se usaban indistintamente para las mujeres. Severa de Jerusalén Evagrio Péntico, Cartas 7,2; 8,2; 19,2; 20% Evagrio de Ponto (346-399) fue ordenado didcono de Constanti- nopla por Gregorio Nacianceno en el afio 379. Pocos afios después fue en busca de los asentamientos monasticos de Judea y Egipto, pasando un tiempo con Melania y Rufino en su monasterio del Monte de los Olivos en Jerusalén. Para el aio 383 estaba en el desierto de Nitria, en Egipto, donde vivié el resto de su vida, desarrollando una espirituali- dad ascética basada en la teologia de Origenes. Estas cartas, por tanto, han de datarse después de su estancia en Jerusalén, Melania la Anciana (c. 342-c. 410) era una adinerada aristocrata romana que, tras la muerte de su esposo en el 365, adopté la vida ascética. Alrededor del afio 372 abandono Roma para visitar los monasterios de Egipto, Después se afincé en Jerusalén, donde, junto con Rufino, construyé un doble monasterio en el 381 en el Monte de los Olivos. Sobre el 400 regresé a Italia, donde estuvo unos pocos * Edmund Venables, Dictionary of Christian Biography, Literature, Sects, and Doctrines, William, Smith y Henry Wace (eds.), 4 vols., John Murray, Londres 1911; reimpreso en AMS Press, NuevaYork 1984, pp. 4,573. Texto: Evagrius Pontikus, W. Frankenberg (ed.), Abhandlung der Kéniglichen Gesselschaft der Wissenschaften zu Gottingen, Philologisch-historische Klasse n.s. 13,2, 1912-1914; Weidemann, Berlin 1914, pp. 573,579; traduccion al aleman de Gabriel Bunge, Eragrios Pontikos: Briefe aus der Wiste, Paulinus, Trier 1986, pp. 220-221,232-233; discusidn y traduc- cién parcial en Elm, Virgins of God, 277-279. Rey oO B | averneia MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA afios, regresando a Jerusalén antes de la invasién goda de Italia. Mela- nia la Anciana fallecié en Jerusalén. Fue venerada por los circulos monasticos cristianos primitivos por su ascetismo y piedad, a pesar de estar involucrada en las conspiraciones politicas entre Jeronimo y Rufino, su compafiero monastico. Rufino de Aquileya (c. 345-410) fue amigo y companero de estu- dios de Jeronimo en Roma. Sobre 373-380 vivio en los monasterios de Egipto, donde conocié a Melania y fue alumno de Didimo el Ciego, quien le dio a conocer las ensefianzas de Origenes. Cuando su viejo amigo Jerénimo llegé y establecié otro doble monasterio con Paula en Belén, Rufino y Jerénimo se vieron implicados en una amarga y larga disputa a cuenta de la ortodoxia y la correcta interpretacién de los escritos de Origenes. Rufino regresé a Italia en el 397 y fallecié en Sicilia durante la invasién goda de Italia. Estas cartas se pueden datar, por tanto, entre el 383 y 397 y presu- miblemente se escribieron todas al mismo tiempo. La situacién que parece estar detrds de las cuatro cartas es que una mujer diacono llamada Severa, de la comunidad de Melania en Jerusa- lén, querfa emprender una dura peregrinacién a alguno de los lugares santos mas remotos, como hizo Egeria sobre esa misma época. Eva- grio escribe para convencer a los que la podrian disuadir de hacerlo, ya que temia por su vida y la de aquellos que le acompafiaran. La Carta 7, destinada a Rufino, dice lo siguiente acerca de la situacion. Respecto a la casta diacono Severa, alabo su intenci6n, pero no puede aceptar el hecho. No entiendo qué puede ganar de este largo viaje, de tan costoso itinerario. Pero por el Sefior, puedo ensefiarle a ella y a los que la acompafian cudnto daiio pueden sufrir. Apelo, pues, a tu santidad para que detengas a quienes han abandonado el mundo a fin de que no conti- niien tan dificil camino, ya que es un milagro que en toda esta distancia no beban el agua del Guijén” ni en su mente ni ” El manantial de Guijén se encuentra al sur de Jerusalén. Aparentemente la expresién sim- bolizaba atravesar el mundo (Bunge, Evagrios Pontikos, 336). ‘MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS ALETHEIA en sus actos. Aquellos que viven en castidad desconocen estas cosas. La Carta 8, destinada a Melania, parece referirse a la misma situa- cién, aunque de manera indirecta. Ensefia a tus hermanas ¢ hijas* a no emprender largos viajes por lugares desérticos y a no acomodarse en emplazamientos dudosos. Todo esto es un comportamiento extrafio para toda alma que ha renunciado al mundo. La Carta 19 esta nuevamente destinada a Rufino. Deseaba darle a la casta virgen algo util para su salvacién, pero el tiempo no lo permiti6, por lo que transmitimos todo lo que ya le habiamos dicho: que deberia rezar por este deseo mentalmente sin cesar, mediante la moderacién necesaria para reprimir su deseo con la renuncia y la ira con la mansedumbre. Por esas ideas [como las de ella] se ahoga la palabra de Dios, pero por el poder que en nosotros reside se cumple y quiere que se muestre en nosotros mediante nuestras obras ocultas y muestre nuestro secreto Padre y Creador. Por ultimo, la Carta 20 esta destinada a la propia Severa. Habla sobre la situacién sdlo en términos generales y la mayoria del tiempo alaba la vida monastica oculta. Quiza para cuando Evagrio compuso esta carta ella ya habia renunciado a sus planes. El documento al que Evagrio hace referencia es supuestamente su Tratado a una virgen, el que podria, por tanto, haber sido escrito expresamente para ella como consuelo tras haber cancelado su peregrinacién. He sabido de tu intencién espiritual y me he maravillado por tu deseo de aprender y me regocijo de tu progreso, porque habiendo puesto tu mano en el arado y no mirando atras al mundo mortal ya las cosas transitorias, luchas la buena lucha Asi se interpreta en la traduccion de Bunge. Sin embargo, la edicién critica de Franken- berg dice realmente , una referencia a Rom 16,1-2, donde Febe, portadora de la carta de Pablo a Roma, es recomendada a los destinatarios de la carta como diakonos —el uso mas temprano de ese término, junto con Flp 1,1, donde se refiere a un oficial de una iglesia concreta~ y prostatis, patrona o bene- factora (véase Febe). La comparacién con Febe probablemente no sea debido a su condicién de didcono, lo que era comin en muchas mujeres de la época, sino a su funcién como patrona y benefactora. G. H.R. Horsley propone comparar esta inscripcién con muchas otras en las que se aclama a los hombres como «nuevo Homero», «nuevo Temistocles», «nuevo Tedfanes» y «nuevo Dionisio». En todos estos casos, el motivo para el titulo es que fueron importantes benefac- tores en su propia ciudad o en su ciudad adoptiva. Los titulos podrian haber comenzado como aclamaciones populares que les acompafiaron hasta la muerte'', Ese mismo podria ser el caso de Sofia. ' NewDocs 4,241, | ALeTHEIA a ns ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Teodora de Corycos'' Un sarcéfago procedente de Corycos, en Cilicia, con un altar en relieve. Existen otros similares. En opinion del editor, éstos son sarcd- fagos precristianos reutilizados de forma que el relieve del altar no tiene un significado cristiano’. Por tanto, en el caso de Teodora no puede suponerse que implica un servicio en el altar", Limpieza [?] deTeodora... diécono ADYTPA SEU AW PARA AIAKONDY Figura 10. Teodora de Corycos, MAMA 3,395, p, 158; dibujo, p. 157 La primera palabra, loutra, es ambigua. La palabra singular loutron («lavado») se usaba comunmente como una referencia al bautismo en muy diversos contextos. Ya que se trata de una inscripcion funeraria, quiza se utiliza cl bautismo como alusién a la muerte, Teodora era una diakonos. Entre su nombre y la palabra diakonos hay un amplio fragmento que esta borrado, el cual se prolonga mucho més a la derecha de las tres letras que se conservan, que estan verticalmente alineadas. El frag- mento borrado puede ser debido a un uso anterior del sarcéfago. Teodosia'* Tres mujeres que se dedicaron al servicio divino fueron enterradas juntas en una de las tumbas de un gran cementerio del monasterio de "Texto: MAMA 3,39, p. 158; Eisen, Women Officeholders, 163-164, 189 n, 45; discutido en Elm, Virgins of God, 176 n, 115. "MAMA 3, p. 121. “Véase discusién en Bisen, Women Officeholders, 163-164. ‘Texto: Feissel, Recueil 20, pp. 39-40; Eisen, Women Officeholders, 181-182. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS Hagia Triada (Santa Trinidad), del siglo v-vi, en Edesa, Macedonia. El cementerio fue descubierto en 1865. De las veintiocho inscripciones halladas, diecinueve eran cristianas, agrupadas muy cerca alrededor de la iglesia. Un buen numero de estas inscripciones son de personas con un puesto en la igles cantor. Otra inscripcion del mismo lugar conmemora a las virgenes Teodosia y Aspilla. Al parecer eran nombres locales populares. : presbiteros, didconos, virgenes, un lector, un Memorial de la didcono Teodosia y Aspilla y Agathokleia, vir- genes. + + [MHMePIONGEO AOFIAFAIAKONY KAIAFTIHAIAC K MAP AGOKAH ACTA POENON Figura 11. Teodosia de Macedonia. Siglos v-v1. Feissel, Recueil 20, pp. 39-40 Teodosia era una diakonos y las otras dos eran indudablemente vir- genes consagradas. Se desconoce el estatus civil de Teodosia, pero es posible que ella también fuera virgen, ya que no fue conmemorada por su esposo 0 hijos. Te6fila'* Breve inscripcion sobre la tapa de un sarcéfago procedente de Corycos, Cilicia. DeTe6fila diacono Teéfila era una diakonos. No se puede saber nada mas de ella. “Texto: MAMA 3,418, p. 161; discutido en Elm, Virgins of God, 176 n, 115; Eisen, Women Officeholders, 164, 189 n. 47. GD ALETHEIA LETHEIA =| Dia & MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Teoprep(e)ia" Procedente de Bonitsa, Macedonia, finales del siglo 1v. Aqui yace la sierva del Seftor, Teoprepeia, virgen perpetua y diacon{zisa?] de Cristo, quien ha Hevado una vida ascética, ferviente y distinguida en el Sefior Dios Esta inscripcion contiene mucha informacién. El nombre que apa- rece en la inscripcién es Teoprepia, pero Teoprepeia es también un nombre conocido. El titulo de «sierva del Sefior» es tradicional (véase Sofia). Teoprepeia era aciparthenos, término que habitualmente se refiere a una virgen consagrada que es aclamada por su vida ascética. Era también una diak, abreviatura comin que podria significar diakonos 0 diakonissa. No es inusual la combinacién del papel eclesiastico de dia- cono con el ascetismo, que siempre incluia el celibato. Otras inscrip- ciones incluyen a Agathokleia y Sofia, y aquellas didconos que eran superioras o miembros de monasterios. Tetradia de Volos” Una placa completa de mérmol blanco descubierta en 1935 en la parte sur de la ciudadela de Volos, en Tesalia, en la fabrica de la Asocia- cién de Destileria de Tesalia (Panthessalike Hetaireia Oinopneumatopoiia). La inscripcion esta hermosamente rotulada, pero contiene muchas discrepancias ortograficas. Hay dos 0 tres cruces en la parte superior y una en la parte inferior central, Tumba de da didcono Tretadia. Si alguien excepto yo la abre, le costar el castigo del fuego eterno. “Texto: Mastrocostas, «Palaiochristianikai basilikai Drumou Bovitses», Athens Anals of Archaeo- logy 4 (1971) 185-195, en 188-189 (fig. 6); E. Popescu, «Griechische Inschriften», en Quellen zur Geschichte ds frhen Byzanz (4.-9, Jahrhundert). Bestand und Probleme, F. Winkelmann y W. Bran- des (eds.), Gieben, Amsterdam 1990, pp. 81-105, en 95; Eisen, Women Offccholders, 178. ‘7 KOIMHTHPION | TETPAAIAC | AIAKONOY HITIC AYTO ANIY=I IIAPES EMIOY AATIANYICI AYTON | ITYPOC EQINIOY AHKH. N.1. Giannapoulos, «, Epeterias etatteias Byzantinén spoudén 12 (1935) 26 con foto; dis- cutido en Martimort, Deaconesses, 144. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS aes 1 Ai +) KOIMHTHPION/ TETROSIAL | AItAKONOYH TICAYTOAN | Y SIMAPEREM CAATIAN HH f CIAYTON ¢ TIYPOCEW Figura 12. Tetradia. N. I. Gianapoulous, «Palaiochris- NIZA KE! cianthe epigraphen, Epeterias etairetas Byzantinén spoudén _— —12.(1935) 26. Son comunes las amenazas contra los ladrones de tumbas, aunque normalmente se amenaza con el castigo legal de una importante multa. Tetradia va més all4 en su amenaza, hasta la condenacidn escato- légica. El comentario que hace sobre que nadie salvo ella puede abrirla (pareks emou) es probablemente un comentario humoristico o una expresién de fe en su venidera resurreccién. Pero quiza también significa que la tumba fue erigida mucho antes de su muerte y que la quiere preparada para cuando Ilegue. Timotea'* Inscripcién sobre la entrada de una camara sepulcral en Corycos, Cilicia. Camara de la sepultura de Timotea didcono del sagrado monasterio... Parece que Timotea fue lo suficientemente importante —o adine- rada— como para tener su propia camara sepulcral. Su titulo aparece abreviado en diak, por lo que es imposible saber si era una diakonos 0 diakonissa. Las siguientes dos palabras (nomes a) podrian significar sim- "Texto: MAMA 3,744, p. 208; Eisen, Women Officeholders, 163; discutido en Gryson, Ministry of Women, 90, 153 n. 154; Elm, Virgins of God, 1760. 115. G | ALETHEIA | aveTHera a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA plemente algo sobre una «vivienda sagrada», pero lo mas probable es que se refiera a un monasterio, del cual ella podria haber sido la supe- riora o guia liturgica. Zoe” Dos inscripciones en mosaico de una iglesia procedentes de Rihab, Transjordania, en la provincia de Arabia, didcesis de Bostra, bajo el patriarca de Antioquia. Datadas en el 594 d.C. En frente del altar: Por la salvacién de Zoe, diac... En el suelo frente al altar, debajo del escalon y de la reja de la cancela: --De Zoe diac... En la primera inscripcién el oficio de Zoe aparece abreviado en dik, seguido de un espacio ilegible. En la segunda, el titulo es diako. Ambos podrian haber sido abreviaturas de diakonos 0 diakonissa. Obvia- mente Zoe fue una mujer con medios para haber podido dedicarse dos inscripciones en mosaicos, lo que probablemente significa que pagé el pavimento del mosaico alrededor del altar y el de debajo del escalén. No se sabe nada mas de ella. ZGrta” Una serie de inscripciones, unas en griego, y otras en siriaco, fue- ron descubiertas en los paneles del presbiterio de una basilica des- truida del cristianismo primitivo en Zebed, en la zona norte del centro de Siria, Esta es una transliteracién griega del siriaco: Zaortha samastha, Se cree que esta y otra inscripcién similar de un tal Rabila, situada dos “ Texto: Michael Avi-Jonah, Quarterly of the Department of Antiquities in Palestine 13 (1947) 69 n°, 3-4; Meimaris, Sacred Names, 178, n°, 889-890; referencia y dibujo, Michele Piccirillo, The Mosaics of Jordan, American Center of Oriental Research Publications | (American Cen- ter of Oriental Research, Aman 1992), 311. % ZapGa Gapacba, por Emno Littmann, Semitic Inscriptions, Publications of the Ameri- can Archaeological Expedition to Syria in 1899-1900, Part Four, Century, Nueva York 1904, p. 55, dibujo, 46; discutido en H. Leclercq, «Diaconesses», DACL 4 (1920) 734 n, 3. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS paneles a la izquierda, son contemporaneas. Este podria ser el obispo Rabillé de Edesa'', que era originario de la zona de Zebed. Alrededor del 385 distribuyé todos sus bienes y se retiré al desierto de Palestina, convirtiéndose mas tarde en obispo de Edesa (412-435). Esta inscrip- cin podria conmemorar cl regalo a la iglesia de Zebed. Si nuestra ins- cripcion es contemporanea, dataria de finales del siglo 1v y atestiguaria la pronta interaccién entre el griego cristiano y el siriaco. Las letras se sitian en la parte superior y tres letras en el lado derecho del panel con un dibujo central en forma de X. Zadrtha diaconisa La palabra «diaconisa», que esta transliterada al griego como samasha, es el término siriaco shamashtd, no mshamshdnité, la palabra habitual siriaca. El significado de la raiz del término es el mismo, «sier vo» 0 «ministro», y se desconoce si se trata de una variante regio- nal. Tampoco se sabe nada mas sobre la diaconisa Z“6rta. No estamos ante una conmemoracién funeraria, sino ante una dedicacién de un trozo del presbiterio por una ofrenda piadosa a la iglesia. Era, por tanto, una persona con medios, probablemente una patrona en la comunidad, Ella, junto a la diaconisa, a quien Severo escribid, son tes- timonio de la existencia del oficio en las iglesias siriacas'”. Diaconisa anénima'” Inscripcién fragmentada procedente de Asia Menor, 80 kilémetros al noroeste de Iconio, en Frigia oriental. w= [y] a [... dia]conesfa...] La palabra «la» esta clara, en acusativo femenino singular (ten), por Jo que la palabra que le sigue es probablemente diaconisa. No se puede decir nada mas de la inscripcién. 5. E] mismo nombre se deletrea a menudo Rabbila; la doble consonante desaparecidé en el siriaco occidental (Littmann, Semitic Inscriptions, 52) “1 Agradecemos a Richard McCarron su asistencia con este texto, ‘Texto: MAMA 8,91, p. 16. Ty | ALETHETA XI ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 1 a 8 Diaconisa anénima de Tasos'* Una tumba compuesta de tres huecos descubiertos en 1950 contra los cimientos de la pared norte del nartex en la basilica del 4gora de los siglos v-vi. Las inscripciones estan pintadas en negro sobre fondo marrén cerca de cada tumba. La tumba del centro es de un martir Ila- mado Acacio, la del norte de una diaconisa y la del sur no es legible, Algunos creen que el tal Acacios era un martir de Constantinopla y que, en vez de una tumba, lo del centro era un relicario. El estado en el que se encuentran los restos no permite dar una respuesta definitiva. La inscripcién de la tumba del norte dice: + ané..is + diakoni: La palabra situada a la derecha de la cruz central es el comienzo de la palabra diakonissa. Una diaconisa enterrada al lado del que lo mas seguro es que fuera un célebre martir local. La palabra a la izquierda es probablemente su nombre, pero no se conserva suficiente del mismo como para saber cual era. Mujer didcono anénima, pariente de Simplicio, de Iconio'* Texto reconstruido con al menos tres lineas no conservadas al ini- cio y probablemente algunas mas al final, por lo que la traduccién es muy inexacta. «+ [si queréis saber] quien yace en paz aqui, de vida distin- guida y modos brillantes, que vivé longevamente [o que vivid plenamente], impecable en juicio, derramando gracia divina, completamente reverente, de habitos honorables, que obtuvo el honor del diaconado (diakonia) con brillante repu- tacion. Simplicio es el nombre [del que la situé aqui], con su [de él] hermana e hijos queridos de muchas maneras. Nos ale- gramos eternamente. “Texto: BCH 75 (1951) 158-160; Feissel, Recueil, 256B, p. 214; Eisen, Women Officeholders, 196 n. 149. "Texto: MAMA 8,321, pp. 56-57. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS LITERARIOS Gran parte de la reconstruccién es hipotética y no se especifica la relacion de esta mujer anénima con Simplicio y con el resto de su familia, pero lo mas seguro es que fuera su madre 0 esposa. Lo que si esta claro es que la mujer pertenecia al diaconado. Conclusién Esta extensa presentacién de material sobre mujeres diaconos en oriente ha demostrado que aparecen en todo tipo de contextos: funera- rios, dedicatorias, como destinatarias y sujetos de cartas, guardianas de santuarios, heroinas de conflictos eclesidsticos, superioras y seguidoras monasticas, lideres de coros, e incluso en contextos en los que se preo- cuparon por otros y en los que ellas mismas fueron motivo de preocu- pacion para otros, Provenian de la nobleza y de la poblacion de a pie. Unas estaban sometidas a la autoridad eclesiastica y otras eran mas independientes, como la mencionada guardiana de reliquias, Matrona de Cosila, quien mantuvo su lealtad a la iglesia resistiendo incluso la presién del emperador Teodosio, u Olimpia, quien, en su devocion a Juan Crisdstomo, desafié a la autoridad de su sucesor episcopal. Como veremos en el siguiente capitulo, no faltaba legislacion sobre ellas. Q | aveTHeia 6 4 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL cdnones ¥ comentarios sobre la practica eclesidstica espués de haber visto algunos de los testimonios reales acerca de D iavides y actividades de las mujeres diéconos, pasamos a ver algunos de los textos prescriptivos para asi poder comparar sus funcio- nes en la Iglesia. La Didascalia de los Apéstoles es el texto mas temprano de ordenanzas de la Iglesia que describe el oficio de las mujeres diaco- nos. El Concilio de Nicea fue el primer concilio eclesidstico que legislé sobre ellas y el canon 19 trata sélo de un problema concreto, no de las diaconisas en general. Las Constituciones Apostélicas, del siglo tv, inclu- yen la descripcién mas completa sobre las actividades de las diaconisas antes de Justiniano. Después, las Novellae de Justiniano nos proporcio- nan la informacién mis atractiva sobre cémo funcionaron las diaconi- sas en la Gran Iglesia, Hagia Sofia de Constantinopla, cuya disposicién, indudablemente a mayor escala que en ningun otro sitio, era presumi- blemente el modelo liturgico que seguian otras iglesias a mediados del siglo vi. El decreto de Teodosio, el canon 15 de Calcedonia, los «Cano- nes arabes» de Nicea y Novellae 6,6 de Justiniano tratan sobre la edad minima establecida para la ordenacion de mujeres al diaco- nado. Sus dudas y discrepancias indican variaciones en la practica. Olimpia y Maria de Moab (véase capitulo 3) son excepciones cono- cidas de mujeres ordenadas a, incluso, la edad minima de cuarenta afios. En este caso, como en toda legislacién de la época, el lector no deberia suponer que lo que estaba legislado era siempre lo que se hacia. MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA D | ALETHEIA S DIDASCALIA DE LOS APOSTOLESY CONSTITUCIONES APOSTOLICAS DA 9 = CA 2,26,3.5-8' La Didascalia de los Apéstoles es uno de los textos de ordenanzas eclesiasticas mas desarrollados de la Iglesia primitiva, escrito en griego durante la primera mitad del siglo m en Siria. Sélo se conser- van una traduccién completa al siriaco y una parcial al latin. Las Cons- tituciones Apostélicas, conser vadas en el original griego, son un esbozo de una recopilacién de ordenanzas de la Iglesia que incluyen la DA y que datan de finales del siglo 1v. Ambos textos reflejan iglesias para entonces muy centradas en la autoridad episcopal y con una diversi- dad de funciones ministeriales que incluyen viudas y mujeres diéco- nos. Las CA incluyen las virgenes como un grupo diferenciado. La DA esta incorporada en dos libros, 1-6, de las CA. En el siguiente texto, Jas palabras en cursiva no estan escritas en la DA, pero estan incluidas en la version editada de las CA. 3. Para estos [obispos] son tus sumos sacerdotes y los presbi- teros son tus sacerdotes y tus levitas son los didconos y los Jectores y cantores y porteros, tus mujeres didconos, tus viudas y virgenes y huérfanos, pero el sumo sacerdote estd por encima de todos estos... 5. Que el didcono se sitte al lado de é1 [el obispo] como Cristo al del Padre... 6. Que las mujeres didconos sean también honoradas por vosotros de igual modo que al Espiritu Santo, no haciendo ni diciendo nada independientemente del didcono, igual que el Pardclito no hace ni dice nada excepto glorificar a Cristo, mante- niéndose conforme a su voluntad. Y de igual manera que nadie puede creer en Cristo sin las ensefianzas del Espiritu, que ninguna mujer se acerque al didconé o al obispo sin la mujer didcono. ‘Funk, Didascalia, 1,105; Mayer, Monumenta, 18. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS ALETHEIA 7. Y que los presbiteros sean estimados por vosotros como una especie de nuestros apéstoles... 8. Y que las viudas y huérfanos sean considerados por vo- sotros como una especie de ofrenda sacrificial. La primera frase de esta seccidn de las CA refleja las reivindica- ciones deliberadas de la Iglesia primitiva para reemplazar las estruc- turas religiosas de Israel. Por ello, a cada grupo de ministros se le asigna una correspondencia con algun aspecto del servicio del Tem- plo israelita. En la segunda parte de la seleccion, la teologia trinita- ria pasa a primer plano; al igual que Cristo esta a la derecha de Dios, el diacono varén se situa al Jado del obispo en la liturgia. La mujer didcono representa al Espiritu Santo, que, de acuerdo con la teo- logia aqui presentada, acta en armonia con Cristo, El hecho de que los presbiteros, el consejo del obispo, correspondan a los apéstoles mientras que el didcono representa a Cristo, muestra el propésito fundamentalmente tipoldégico del pasaje y quiza también la cre- ciente importancia de los diaconos como agentes personales del obispo. La tipologia de los diaconos y presbiteros (sin mujeres dia- conos) la utilizé por primera vez Ignacio en Magnesios 6 y aqui se desarrolla. En esta iglesia, las mujeres diaconos estan presentes junto con las viudas y virgenes consagradas. El hecho de que solo se escojan las mujeres didconos como participantes en la tipologia tri- nitaria, mientras que las viudas son relegadas a la ofrenda, indica que los didconos de ambos sexos tenian un papel oficial. En las dos referencias que se hacen a las mujeres diaconos, la palabra diakonos se utiliza junto con el articulo femenino. Todavia no se ha introdu- cido la palabra posterior para «diaconisa» (véase CA 3,11,3 mds abajo). El prudente procedimiento de que una mujer diacono acompaiie a cualquier mujer que se acerque a un didcono varon u obispo, presumiblemente para una conversacion confidencial, coin- cide con el decoro caracteristico del Mediterraneo oriental y mues- tra una funcién adicional de las mujeres diaconos, como una especie de carabina. I 3 a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Q | svereeia DA 12 = CA 2,57,10.12* 10. Y que los porteros se sitiien en las entradas de los hombres para vigilarlos y que las mujeres didconos se sitiien en las de las mujeres. 12. Y que las virgenes y las viudas y las ancianas sean las prime- ras de todos en permanecer de pie o sentarse. La mencién de las diferentes entradas al lugar de asamblea para hombres y mujeres se hace después de la descripcién de sentarse sepa- rados (parrafo 5 del mismo capitulo). Los porteros varones controlan la entrada de los hombres porque los didconos varones estan ocupados con el ministerio de la liturgia, mientras que las mujeres diaconos vigilan las entradas de las mujeres. En ambos casos supervisan que aquellos que entran vistan atuendos adecuados y lo hagan de manera ordenada, Nuevamente se designa a las mujeres didconos con el tér- mino masculino y los articulos femeninos, como en 26,3,5-8. El con- texto del v. 12 es la disposicién sobre sentarse y permanecer de pie en la asamblea. Mientras que los nifios y las mujeres mas jovenes se senta- ran o permaneceran de pie, dependiendo del espacio disponible, a las mujeres ancianas se les da la prioridad al sentarse. Las CA incluyen a las virgenes en este grupo, tal vez por el honor concedido a las virge- nes consagradas. El término para «mujeres ancianas» (presbytides) es una forma femenina de presbitero 0 anciano y en ocasiones bien puede referirse a las mujeres presbiteras. Sin embargo, esto es improbable en este caso, ya que se les ha enumerado después de las virgenes y viudas (pero véase el canon 11 del Concilio de Laodicea). DA 12 = CA 2,58,6° Si cualquier persona pobre viene [a la asamblea], ya sea local 0 visitante, o anciana o joven en edad, y no hay sitio, que el didcono con todo su empeiio encuentre un lugar para quienes son como éstos, para que su respeto no sea meramente humano, sino que su ministerio sea satisfactorio para Dios. ¥ * Funk, Didascalia, 1,163; Mayer, Monumenta, 19, * Funk, Didascalia, 1169-171; Mayer, Monumenta, 19 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS que las mujeres didconos hagan Io mismo con las mujeres a medida que vayan viniendo, ya sean ricas o pobres. Tradicionalmente se ha concedido una atencién especial a los pobres (véase Santiago 2,1-4, que posiblemente inspiré este pasaje). Aparte del hecho de que en las CA se incluye a las mujeres, existe una diferencia significativa entre ambos textos; la DA ordena al obispo, no al diadcono, buscar un lugar donde sentar a los pobres, jaunque el obispo se tenga que sentar en el suelo! DA 15 = CA 3,6,1-2* No es ni apropiado ni necesario que las mujeres ensefien, sobre todo acerca del nombre de Cristo y Ja Redencién de su pasion. Ya que vosotras no habéis sido designadas (constitu- tae) para ensefiar, vosotras mujeres, y especialmente vosotras viudas, sino para rezar (ut oretis) y suplicar al Sefior Dios. El texto de las CA es mas breve: No permitimos que las mujeres ensefien en la iglesia, sélo que recen y escuchen a los maestros. Ambos textos nombran después a Maria Magdalena; Maria, esposa de Santiago (jhija en la DA!), y la otra Maria, con objeto de usarlas como ejemplo de mujeres que podrian haber sido, aunque no lo fue- ron, enviadas por Jestis para ensefiar. Las CA incluyen a la madre y las hermanas de Jestis, a Marta y Maria hermanas de Lazaro y a Salome. La Didascalia, como sugirié Gryson*, parece dejar abierta la posibilidad de que las mujeres ensefien al menos los «rudimentos» de la fe aunque la ensefianza de asuntos dogmaticos mas profundos esté proscrita, Las CA citan también 1 Cor 11,3, «La cabeza de la mujer es el varén», conclu- yendo que no es correcto que el resto del cuerpo gobierne la cabeza. El uso de esta cita muestra la estrecha relacion hecha en la Iglesia pri- mitiva entre ensefiar y gobernar. El contexto es la supresién de la acti- * Funk, Didascalia, 1,190; Mayer, Monumenca, 21. * Ministry of Women, 37. | AL QD avernera eee ee eee ee ee eee eee ee lee eee alataanininiaiatait ALETHELA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 166 vidad de la ensefianza de las viudas, a quienes se les dice que no vayan de casa en casa. Fl hecho de que se le dé tanta importancia a la discu- sidn indica que algunas mujeres, en especial las viudas, estaban ejer- ciendo el ministerio de la ensefianza en casas privadas. La palabra latina constituo —designar— puede también significar que se esta dotado de algo innato. Asi, la segunda frase puede interpretarse como que las mujeres no son capaces de ensefiar por naturaleza, idea en coherencia con aquellas que se habian ido extendiendo por las cada vez mas definidas comunidades cristianas ortodoxas. El unico papel que les quedaba era el de rezar (por los donantes de limosnas y por la Iglesia universal). Por otro lado, y ms positivamente, el hecho de ser «desig- nadas» podria sugerir que constituian un orden eclesistico diferen- ciado, un orden reconocido y estimado por tener un lugar especifico en las asambleas lituirgicas. Aunque este texto no menciona expresamente a las mujeres en el oficio eclesiastico, muestra la sensibilidad respecto al liderazgo de las mujeres en las iglesias de Siria de los siglos m1 y Iv. DA 15 = CA 3,8,1-3° 1. Por tanto, las viudas han de ser serias y han de obedecer a los obispos y a los presbiteros y a los didconos ¢ incluso mds a las mujeres didconos con piedad, reverencia y temor, sin usur- par su autoridad ni desear hacer nada concerniente a la ins- trucci6n aparte del consejo del didcono (varén) [DA: obispo], como por ejemplo desear ir a la casa de alguien a comer 0 beber o recibir algo de alguien. Pero si hace alguna de estas cosas sin que se lo hayan mandado, que se la castigue con el ayuno 0 con Ia separacién, como uno que esta infectado. 2. ¢Qué sabe ella, de qué clase de mujer esta recibiendo o de qué ministerio est4 apartando comida?... 3. Asimismo, que las viudas obedezcan a lo que se les ha sido ordenado por los superiores y que obedezcan las ensefianzas del obispo como a Dios. * Funk, Didascalia, 197-199; Mayer, Monumenta, 22. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS Nuevamente se usa la palabra masculina diakonos con el articulo femenino. El tema del pasaje es la sumisién de las viudas a los cuatro - obispos, presbiteros, diéco- grupos que ejercen autoridad en la Iglesi nos varones y mujeres diaconos. El problema parece que es e] abuso de Jas viudas al aceptar invitaciones a cenar sin una super visin apropiada. Se conoce por otros textos esta practica de caridad y algunos de los problemas resultantes (p. ej. Hipdlito, Tradicidn Apostélica 30)’. En el texto paralelo de la DA se concede una autoridad ms centra- lizada al obispo —en vez de al diacono-, siendo éste el superior al que las viudas han de rendir cuentas. DA 15 = CA 3,9,1° CA: Ahora, en cuanto a las mujeres que llevan a cabo el bau- tismo, os aseguramos que no supone poco riesgo para aque- los que lo asumen. Por eso, no lo aconsejamos ya que es peli groso, muy poco habitual e irreverente. DA:No aprobamos que las mujeres bauticen ni ser bautizados por mujeres porque es ilicito y un gran riesgo tanto para los que bautizan como para los que son bautizados. Ya a finales del siglo 1 Tertuliano habia hablado en contra de la practica del bautismo por parte de la mujer entre grupos que él consi- deraba heréticos (De praescriptione Haereticorum 41,5). Aqui, mas de un siglo después, se vuelve a plantear el problema, lo que sélo puede sig- nificar que la costumbre se mantuvo en algunos lugares y circunstan- cias. Los dos textos son tan diferentes que damos ambas traducciones. La DA advierte del peligro para las dos partes, mientras que las CA slo advierten a la persona bautizada. Ademis, las CA, mas de un siglo des- pués que la DA, desaconsejan su practica pero no la prohiben, como es el caso de la DA. Por lo que sabemos acerca de las costumbres oficiales del bautismo en esta época, el ritual sdlo tenia lugar en presencia del 7 Véase discusién en Charles A. Bobertz, «“The Role of Patron in the Cena Dominica of Hip- polytus” Apostolic Tradition», JTS 44 (1993) 170-184. * Funk, Didascalia, |,199-201; Mayer, Monumenta, 22. @ | avevHeia g MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA obispo como presidente principal y administrador. Parece que la obje- cién a que las mujeres bauticen corresponde a estas iglesias; no es un problema del exterior o de los grupos heterodoxos, como sucedia con Tertuliano. ;De que se esta entonces hablando y cual es el peligro per- cibido? A lo largo de las CA 3,16,4 el obispo bautiza y luego el diacono o diaconisa unge el cuerpo desnudo, segin el sexo respectivo, Quizd esta objecién alude a mezclar los sexos, es decir, que una diaconisa ungiera el cuerpo de un neéfito varén. Existe también la probabilidad de que el bautismo creara una especie de relacion patronal, en la que la persona que Ilevaba a cabo el bautismo ocupaba una especie de posicion de superioridad y responsa- bilidad con respecto a la persona bautizada. Eso también habria sido desaconsejado para las mujeres. CA 3,11,3° Pero nosotros no permitimos a los presbiteros ordenar didconos, diaconisas, lectores, asistentes, cantores 0 porteros, sino sdlo a los obispos. Este es el orden y la armonia de Ia iglesia. Este pasaje no tiene un texto paralelo en la DA, pero esta comple- tamente insertado en las CA. Aqui aparece por primera vez en el texto de las CA la palabra «diaconisa» (diakonissa) como término espe- cifico para las mujeres diaconos. Sdlo se permite a los obispos orde- nar los oficios y fanciones eclesiales, El término para «ordenary (chei- rotonein), literalmente «imponer las manos», antes significaba simplemente «elegir» 0 «nombrar». Para esta época puede referirse al nombramiento imperial o divino (p. ej. CA 5,20,11), pero parece tener mas bien el significado especifico de ordenacién al ministerio como miembro del clero. Este pasaje es uno de los indicios mas claros de que las diaconisas o mujeres didconos eran ordenadas como miem- bros del clero. ? Funk, Didascalia, 1,201; Mayer, Monumenta, 23. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS ALETHEIA CA 3,15,5" Ya que el obispo ha de preocuparse por todos, por el clero, las virgenes, las viudas y por el laicado. El obispo es el principal pastor de la Iglesia y su preocupacién pas- toral se extiende a todos. Como sabemos por textos anteriores a las CA que hay mujeres diaconos o diaconisas en la Iglesia, el hecho de no haberlas nombrado con las virgenes y viudas sdlo puede querer decir que estan incluidas entre el clero (klérikoi). DA 16 = CA 3,16,1-2.4" 1. Por tanto, oh obispo, nombra a tus colaboradores de vida y rectitud, didconos que sean agradables a Dios, que tii apruc- bes por destacar entre todo el pueblo y bien preparados para servir como didconos. Y nombra también a una mujer dia- cono pura y digna de confianza para servir a las mujeres. Ya que a veces, en ciertas casas, no puedes enviar a un didcono var6n a las mujeres debido a los incrédulos. Por tanto, y debido a las actitudes de los perversos, envia una mujer diacono. 2. Ya que necesitamos a una mujer diécono por muchas razo- nes, la primera en los bautismos de mujeres, e! didcono varén ungird sdlo sus frentes con el aceite sagrado, y después de él la mujer didcono las ungird; ya que no es necesario que los hom- bres vean a las mujeres... 4. Por tanto, oh obispo, unge la cabeza de aquellos que se van a bautizar, ya sean hombres 0 mujeres, con aceite sagrado como una especie de bautismo espiritual. Luego, cualquiera de vosotros, el obispo o el presbitero decid la formula sagrada sobre ellos invo- cando al Padre, Hijo y Espiritu Santo, y bautizadlos en el agua. Y que los didconos varones reciban al hombre y las mujeres didconos a la mujer, para que la distribucién de los beneficios del sello del bautismo se haga con sobriedad. Y después de esto, que el obispo unja con aceite a aquellos que han sido bautizados. "Funk, Didascalia, 1,209. "Tbid., 1,209-211; Mayer, Monumenta, 23. oS ALETHEIA 170 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Mientras que la traduccién al latin de la DA utiliza la palabra diako- nissa, las CA en griego conservan el término diakonos con los atributos gramaticales femeninos, La DA prevé un posible caso en el que no exista ninguna mujer para ungir el cuerpo de una mujer que va a ser bautizada. Las CA asumen la presencia de una mujer didcono. Este texto ilustra las dos funciones principales de las mujeres didconos en la iglesia de las CA: visitas pastorales a las mujeres en sus casas y ungir a las mujeres en el ritual del bautismo. Mientras que el texto de las CA limita su papel a esas dos funciones, la DA afiade la funcién de instruir después del bautismo para mantener el cardcter sagrado del mismo durante la vida. Tanto las visitas pastorales como la instruccién presu- ponen una movilidad y responsabilidad considerable de la mujer dia- cono para con las mujeres de la comunidad. CA 617,42 Y que la diaconisa sea una virgen pura; y sino, por lo menos una viuda casada sdlo en una ocasién, fiel y honorable. Este texto y su contexto no tienen un paralelo en la DA. Aqui la palabra diakonissa se utiliza en el texto griego como en las CA 3,2,3. La preferencia de que las mujeres ministras sean virgenes hace més difusa la distincién entre éstas y las virgenes consagradas, otro grupo en la Iglesia, pero no es de extraiiar dada la creciente estima de la virginidad en esta época. La univira, mujer casada sdlo en una ocasién, era ya un ideal en la vida familiar del Imperio romano. Ella personificaba la fide- lidad y el decoro (véase 1 Tim 5,9)". El interés por el estado sexual de las mujeres ministras y el rechazo a que las mujeres casadas desempe- faran tales labores fue continuo en la Iglesia. El contexto resulta muy Bunk, Didascalia, 1,341; Mayer, Monumenta, 25. "'M, Lightman y W, Zeisel, «Univira: An Example of Continuity and Change in Roman Society», Church History 46 (1977) 19-32; Suzanne Dixon, The Roman Mother, Routledge, Londres 1988, pp. 6.22. Irénicamente, el ideal se mantuvo mientras la legislacién sobre el matrimonio de Augusto estuvo muy a favor de volverse a casar. Véase también I Tim 5,14 y Jos inicios de la extensién cristiana del ideal a los hombres en 1Tim 3,2. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS interesante. Para entonces ya se habia extendido el ideal de 1 Tim 3,2 de que el obispo estuviera casado sdlo una vez. En el pasaje anterior (17, 1-3) se dice que un obispo, presbitero 0 diacono sélo pueden casarse una vez, hayan o no fallecido sus esposas, y, si han sido ordena- dos solteros, no se les permite casarse después (v. 1). De igual manera los asistentes, cantores, lectores y porteros sdlo pueden casarse una vez, aunque ese Unico casamiento puede tener lugar incluso después de haber entrado en el clero (eis kléron parelthdsin, v. 2). Sin embargo, a nadie del clero (en t6 klerd) se le permite tener una concubina, una esclava amante, una viuda o una mujer divorciada (v. 3). Tras éste, y como versiculo final del parrafo, esta el pasaje sobre las diaconisas que indica que ellas también son miembros del clero. DA 19 = CA 3,19, 1-2" Y que los didconos sean inocentes en todas las cosas como lo es el obispo, pero incluso mas activos, en proporcién al tamaio de la iglesia, con objeto de que sean capaces de servir a los no poderosos como «obreros desvergonzadosy (2Tim 2,15). Y que la mujer encargada de las mujeres se apresure a dar cuidado, ambos mediante la proclamacién, los viajes, el ministerio (hypéresia), servicio (douleia), como Isafas también habl6 respecto al Sefior diciendo «Para justificar al justo que sirve a muchos» (Is 53,11). 2. Por tanto, que cada uno entienda su propio lugar y que lo cumpla adecuadamente, con consenso, con un solo entender, sabiendo la recompensa del ministerio (diakonia). Aqui se hace hincapié en las labores de las mujeres diaconos y de los di4conos varones en el cuidado pastoral bajo la supervisidn del obispo. Los didconos son la extensién del ministerio del obispo. Curio- samente, no se les da ningin titulo a las mujeres, siendo literalmente «mujer de las mujeres» en las CA y mucho menos especifico en la DA. Mientras que la Dd hace hincapie al final del pasaje en la armonia que "Funk, Didascalia, 1,213-15; Mayer, Monumenta, 24, J | AverHera 3 d ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA deberia caracterizar la interaccién del ministerio de los hombres y mujeres, las CA prevén un ministerio activo para ambos, que incluye predicar y viajar para llegar a aquellos que requieran de sus servicios. CA 8,13,14 Y después de esto, que los obispos reciban su parte, luego los presbiteros y los didconos y los subdidconos y los lectores y los cantores y los ascetas, y entre las mujeres, las mujeres did- conos y las virgenes y las viudas, luego los nifios, y lego toda la gente segtin un orden establecido con reverencia y discre- ci6n sin temor. Aqui sc hace referencia al orden de la recepcin de la comunién en la liturgia. La lista es la de los grupos eclesiasticos reconocidos, comen- zando por los hombres y mujeres con responsabilidades ministeriales asignadas. Los «ascetas» varones se corresponden probablemente con las mujeres «virgenes», como aquellos que estaban consagrados a la oracion y al ascetismo, pero no al ministerio. El hecho de haber nom- brado a los nifios despues de las viudas ignifica que se refiere probable- mente a sus propios hijos, no a los nifios en general, ya que la Iglesia mantenia tanto a las viudas como a los huérfanos (es decir, los hijos de las viudas). Aqui se introduce un nuevo término para referirse a las mujeres didconos: diakone, una forma femenina de diakonos. CA 8,19-20: ordenaci6n de la diaconisa" 19.1 ahora, con respecto a una diaconisa, yo Bartolomé ensefio lo siguiente. 19,2 Oh obispo, impondrés las manos sobre ella en presencia de los presbiteros y de los didconos y las diaconisas y dirds: 20,1 «Oh Dios Eterno, Padre de nuestro Sefior Jesucristo, Creador de hombres y mujeres, que Henaste con el Espiritu a Miriam y Debora y Ana y Hulda, que no desdeiié que tu Uni- " Bunk, Didascalia, 1,516; Mayer, Monumenta, 25. “Punk, Didascalia, 1,524. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS génito naciera de una mujer, que también en el tabernaculo del testimonio y en el Templo nombraste a los guardianes de las puertas sagradas (Ex 38,8; 1 Sm 2,22), 20,2 ahora, mira hacia tu sierva que va a ser elegida al diaco- nado y dale el Espiritu Santo y limpiala de toda indecencia de la carne y espfritu para que pueda llevar a cabo dignamente la labor que se le confia a tu gloria y la alabanza en tu Cristo, con cuya gloria y culto seré para ti y para el Espiritu Santo por siempre. Amén.» La oracién para la ordenacién de la diaconisa (diakonissa) es para- lela y sigue a la del diacono (caps. 17-18) que empieza: «Con respecto a la ordenacién (cheirotonia) de los diaconos». El comienzo de la ora- cion para la diaconisa no repite el término «ordenacién», pero Ja colo- caci6n paralela con la del diacono implica que es también una ordena- cin, El posterior resumen de las CA, el Epitome 19-20", utiliza el titulo «Sobre la ordenacién (cheirotonia) de la diaconisa» en el capitulo. Igualmente, el canon 14 del Concilio de Trullo del 692 especifica los limites de edad para la cheirotonia de los diaconos (veinticinco) y diaco- nisas (cuarenta)"*. Se considera a la diaconisa como las profetisas bibli- cas, y como tal se le invoca el Espiritu Santo. La oracién para la lim- pieza y la alusion a la carne y al espiritu son los tipicos comentarios ambigiios que muestran la preocupacién acerca de las funciones sexua- les de las mujeres (véase CA 6,17,4). CA 8,24,2; CA 8,25,2-3” 24.2. No se ha de ordenar a una virgen porque no tenemos una orden del Sefior... 25.2 No se ha de ordenar a una viuda, pero si perdié a su esposo hace muchos afios y ha vivido de manera moderada e irreprochable cuidando bien de su hogar, como las distingui- das Judit y Ana, que sea elegida para el orden de las viudas. " Ibid., 2,81. Mayer, Didascalia, 1,524 ” Funk, Didascalia, 1,528; Mayer, Monumenta, 25. Q | averHera a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 25.3 Pero si ha perdido a su esposo recientemente, no confi enclla. En ambos pasajes el término para «ordenada» (cheirotoneitai) es pro- bablemente un término técnico en este documento, a pesar de que se usan libremente muchos otros términos similares, todos ellos con el sig- nificado de elegir 0 nombrar por imposicién de manos. Al contrario de las diaconisas, ni las virgenes ni las viudas desempefian labores ministe- riales, por lo que su ritual de eleccién es diferente. La duda sobre acep- tar o no a las viudas recientes se hace eco de la sospecha en 1 Tim 5,11- 12 de que no se mantendran firmes en su decision de no volverse a casar. El hecho de que se declare claramente que las virgenes y las viu- das, asi como los exorcistas (26,2), no se ordenan, deja mas que claro que aquellos que les preceden en el texto, concretamente obispos, pres- biteros (8,16), didconos (8, 17-18) y diaconisas (8, 19-20), silo estaban. CA 8,28,4-8” 4. Un didcono no bendice ni da una bendici6dn, sino que la recibe de un obispo o presbitero. No bautiza ni hace la ofrenda, pero cuando el obispo o el presbitero hacen la ofrenda, él se la da a la gente, no como sacerdote sino como asistente de los sacerdotes, 5.No se le permite al resto del clero ejercer una labor como la del didcono. 6. Una diaconisa no bendice, ni hace nada que hagan los pres- biteros o.diéconos, sino que ha de vigilar las puertas y asistir a los presbiteros en el bautismo de las mujeres para preservar la decencia. 7.Un didcono puede separar a un subdidcono, un lector, can- tor 0 a una diaconisa si la situacién asi lo requiere y si no se encuentra disponible ningiin presbitero. 8.No es licito que un subdiacono separe a nadie, ni a un lector, nia un cantor nia una diaconisa, tampoco que separe a un clé- rigo oa un laico, ya que ellos son asistentes de los didconos. * Funk, Didascalia, 1,530; Mayer, Monumenta, 26. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS Sélo el obispo y los presbiteros pueden pronunciar bendiciones sobre las ofrendas y la gente y hacer la ofrenda de la Eucaristia. El ver- siculo 6 deja claro que las diaconisas (diakonissa) no ejercen un papel liturgico en el altar como lo hace el diacono, Como sucede en DA 16/ CA 3,16,1-4, el papel principal de la diaconisa es supervisar a las muje- res en la asamblea y asistir en el bautizo de las mujeres. El diacono, en virtud de su funcién directa de representar al obispo, tienc la autoridad de imponer ciertos castigos a aquellos que desempefian otras labores ministeriales, incluyendo a la diaconisa. La palabra que aqui se traduce como «separar» (aphorizein) probablemente signifique en este contexto una exclusion temporal de la asamblea como penitencia. Sin embargo, el v. 5 deja claro que las diaconisas y posiblemente tambien los subdia- conos, lectores y cantores (vy. 7-8) son miembros del clero (kléros). CA 8,31,2” De acuerdo con el juicio del obispo o de los presbiteros, que los didconos distribuyan las ofrendas sobrantes de los miste- rios entre el clero: al obispo, cuatro partes; al presbitero, tres partes; al diacono, dos partes; y al resto, a los subdidconos o lectores 0 cantores o diaconisas, una parte. Las porciones de la distribucién representan obviamente grados de honor, no de necesidad. La colocacién de las diaconisas (diakonissai) al final, como sucede en las CA 8,28,7, sera debido al orden por género en vez de por rango, ya que en el resto de los casos se les enumera antes que a los lectores y cantores. Pasaje 1 de las CA 19-22” 19. Por lo que el obispo unge sélo la cabeza de la mujer que esta siendo bautizada, pero el didcono unge la boca y el pecho y la diaconisa unge el cuerpo entero. » Funk, Didascalia, 1,532-534; Mayer, Monumenta, 26. ® Funk, Didascalia, 1,140; Mayer, Monumenta, 27. 1 ALETHEIA 3 5 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, S| avereta a 20. Con respecto al bautismo, los didconos recibiran a los hombres y las diaconisas recibiran a las mujeres. 21. El laicado no bautizara, ofrecera sacrificio, ordenara ni bendecira. 22. Las mujeres no haran nada, ni bautizar ni ensefiar. Este texto, cuya procedencia y fecha son inciertas (jen cualquier momento entre los siglos Iv y xi!”’), repite las costumbres y regulacio- nes liturgicas ya presentes en textos anteriores. La diaconisa juega un papel en el bautismo de mujeres, bien durante la ceremonia como en el «recibimientoy de las mujeres, lo que probablemente incluya la ense- fianza antes y después del bautismo; funcién de las mujeres lideres tes- tificada en muchos otros contextos. En vista del v. 21, que interfiere entre la funcién de las diaconisas y la de las mujeres, las mujeres en el y, 22 se han de entender como mujeres laicas, y no diaconisas, una mayor especificacion de género de la afirmacién que inmediatamente le precede (comparese la descripcién de los diéconos en 1 Tim 3,8-13, en la que «las mujeres» del v, 11 no son mujeres en gencral sino muje- res didconos o posiblemente esposas de didconos). Esta y similares pro- hibiciones a que las mujeres ensefien se refieren a la instruccién en publico de grupos mixtos, no a mujeres que ensefian a otras mujeres. OTRAS FUENTES PREVIAS AL SIGLO V. EN ORDEN CRONOLOGICO Clemente de Alejandria, Stromata 3,6,53* Tito Flavio Clemente, maestro y escritor prolifico, nacié alrede- dor del 150 y fallecié sobre el 215 d.C. Su busqueda para la correcta instruccién comenzo en Grecia, lo que finalmente le Ilevé a la escuela «catequética» de Pantano en Alejandra, escuela que mas tarde dirigi- ria. Segtin Eusebio, Clemente fue erudito cristiano, un hombre casado ® Funk, Didascalia, 1 ,xxxiti-xxxiv. ™ GCS 15,220; Mayer, Monumenta, 7-8. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL; CANONES Y COMENTARIOS ALETHEIA y probablemente no era un presbitero, sino un maestro laico. obras mas importantes son el Protreptikos o «Exhortacién», Paidagégos o us «Pedagogo», y Stromata 0 «Antologia». Pero por el otro lado, éstos [es decir, los apéstoles], de acuerdo al ministerio, se dedicaron a predicar sin distrac- cién; tomaron a las mujeres, no como esposas sino como her- manas, compajieras ministras de los hogares de las mujeres. Mediante ellas, las ensefianzas del Sefior entraron sin escan- dalo también en los alojamientos de las mujeres. Ya que tam- bién sabemos mucho respecto al ministerio de las mujeres, que el mismo Pablo enseiié en la otra carta aTimoteo. En un contexto en el que Clemente defiende el bien del matrimo- nio, apunta que los apéstoles varones iban acompaiiados de acompa- fiantes femeninas (cf. 1 Cor 9,5). La expresion de Pablo «una hermana mujer» o «una hermana esposa», lo que probablemente quiera decir una mujer que es creyente, es interpretado por Clemente como una relacion célibe, una especie de equipo ministerial de hombres y muje- res (diakonia), en la que las mujeres son co-ministros (syndiakonoi) de los hombres para el ministerio de las mujeres. Esta necesidad de sepa- rar los géneros en el ministerio refleja mas las expectativas de la época y lugar de Clemente que las de Pablo. Aunque la iglesia alejandrina de Clemente no parece haber tenido diaconisas, Clemente extrapola su necesidad desde las iglesias paulinas. El pasaje de Timoteo al que Cle- mente se debe estar refiriendo no es de Ja «otra» carta (es decir, de la segunda), sino de 1 Tim 3,11. Concilio de Nicea, Canon 19” El Concilio de Nicea se celebré en el 325 d.C. a instancias de Constantino para acabar con la controversia arriana. El Concilio, ade- mas del pronunciamiento trinitario, emitid doce decretos disciplina- rios o cénones. ® Texto: Mansi, Sacrorum conciliorum, 2,675-678; Mayer, Monumenta, 10-11; traduccién con comentario, PNPN n.s. 14,40-42. 3 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 178 Los paulinistas de los que se habla en el texto son probablemente seguidores de Pablo de Samosata, obispo de Antioquia (260-268). En el 268 un sinodo episcopal le depuso por sus ensefianzas trinitarias heterodoxas, pero Pablo se negé a abandonar la iglesia episcopal (el complejo residencial del obispo) hasta que, tras el llamamiento de los obispos al emperador Aureliano, fue expulsado por las tropas del Imperio. Esta fue la primera vez que se usaron las fuerzas del Imperio contra un grupo cristiano a peticién de otro. Ante la duda de si el bau- tismo de Pablo fue completamente trinitario, se decreté que se vol- viera a bautizar para asegurar su validez. Respecto a los paulinistas, que han huido a refugiarse a la Iglesia catélica, se ha decretado que todos ellos han de vol- verse a bautizar, pero si alguno se le ha enumerado anterior- mente entre el clero, si de hecho parecen inocentes e irre- prochables, cuando hayan sido bautizados, que el obispo de Ia Iglesia catélica les ordene; pero si en la prueba se descubre que no son aptos, entonces se les deberfa rechazar. Del mismo modo, en lo que respecta a las diaconisas y a todas aquellas que han sido examinadas en las normas de la fe, se debe cum- plir el mismo patrén. Pero por diaconisas nos referimos a aquellas que han sido formalmente seleccionadas, ya que ellas no tienen imposicién de manos. Por esta razén, se han de enumerar exclusivamente entre el laicado. La Iglesia paulina tenia diaconisas (diakonissai), pero los padres del concilio no consideraban que tuvieran ordenacién (cheirothesia) y, por tanto, estimaban que pertenecian al laicado. Es importante apuntar que el concilio no rechazaba la ordenacién de las diaconisas mediante este canon, sino que legislaba el caso concreto de aquellas procedentes de una Iglesia cismatica que, al parecer, no las ordenaba. Los legislado- res nicenos estaban familiarizados con las diaconisas y no sabian qué otro nombre podian dar a estas mujeres ministras. Por lo que, si habian recibido la imposicién formal de manos (cheirothesia), se consi- deraban entre el clero. Ademéas, sabemos que otras mujeres didconos si la recibicron (p. ej. CA 8,19-20). MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS ALETHEIA Basilio de Cesarea, Carta 199,44” Para mas informacién acerca de Basilio, véase capitulo 3, hijas anénimas del conde Terencio. La mujer diacono que fornicé con el griego deberia ser admitida a la penitencia. Que sea admitida a la comunién en la ofrenda en el séptimo aiio, siempre que permanezca pura. Pero el griego que vuelva a cometer sacrilegio después de haber aceptado la fe, regresa al vémito (Prov 26,11). Dado que el cuerpo de la mujer didcono est4 consagrado ya, no permitimos que tenga uso carnal. Este pronunciamiento pertenece a una serie de regulaciones ecle- siasticas que en ocasiones se conocen como los Canones de Basilio. Como es habitual en la época, lugar y regulaciones de Basilio, el cas- tigo por el pecado sexual es mas severo para la mujer que para el hombre. Parece que aqui el caso es un hombre pagano que mantuvo relaciones sexuales con una mujer didcono (diakonos), que entra en la fe y renuncia a la relacién y mas tarde intenta volver a retomarla. No se sabe nada mas de la situacién. El texto es otro testimonio del espe- rado celibato de las mujeres didconos (véase CA 6,17,4) y quiza de la ignorancia de la edad minima para la consagracién como mujer dia- cono (véase Sozomeno sobre la ordenacién de Olimpia en el capitulo 3), un minimo de edad que fue gradualmente disminuyendo de sesenta a cuarenta. Gryson cree que la penitencia de siete afios impuesta a la mujer diacono indica que los del orden de la Iglesia de Basilio no estaban considerados miembros del clero, ya que los miembros del clero que cometian el pecado de fornicacién eran depuestos, y no excomulgados”, * PG 32,730; Mayer, Monumenta, 143 Saint Basil: The Letters, Roy J. Deferrari (ed.), LCL, Heinemann, Londres 1930, 3,130. ” Gryson, Ministry of Women, 51. 1 3 9 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA % | ALeTHEIA 6 Teodosio, Codex 16,2,27* El eddigo de leyes que promulgé el emperador oriental Teodosio (379-395) revela lo estrechamente unidas que estaban las csferas impe- riales y eclesidsticas. Este cédigo muestra lo interesado que estaba el emperador en la salud de la Iglesia y el poco miedo que tenia en inter- venir directamente en los asuntos eclesiasticos. El Codex incluye una serie de leyes con relacién a las viudas y a las diaconisas, y el siguiente texto, datado el 21 de junio del 390, es un ejemplo de ello: Seguin el precepto del Apéstol, no se trasladar a ninguna mujer a la asociacién de diaconisas (diakonisarum consortium) a no ser que haya vivido sesenta aiios y cuya progenie desea- da (votiva proles) esté en casa. Segtin Sozomeno (siguiente entrada), esta ley fue promulgada con objeto de que las mujeres no fueran aceptadas en el diaconado hasta la edad de sesenta para prevenir un escandalo como el ocurrido en Cons- tantinopla, donde una mujer aristécrata que estaba rezando en la igle- sia fue violada por un clérigo”. Obsérvese que aqui se enumeran los mismos requisitos para pertenecer al grupo de las diaconisas que los que se citan en 1 Tim para ser admitidas en el grupo de las viudas. Sin embargo, parece que hay otro motivo para la promulgacién de la ley, ya que a continuacion se pide que no se permita que las diaconisas nombren herederos de su propiedad a ninguna iglesia, clérigo o per- sona pobre (nullam ecclesiam, nullum clericum, nullum pauperem). Por tanto, la razon principal para que se promulgara la ley no fue el deseo de evitar un escandalo, sino mas bien el evitar que la riqueza del diaco- nado «cayera tan facilmente en manos de los eclesidsticos», como ha sugerido Gryson®, (Mas tarde el emperador Marciano abolié la ley.) En cualquier caso, la ley es un testimonio no eclesiastico de la existen- cia de las diaconisas y del reconocimiento por parte del Imperio de la * Codex Theodosianus, Theodor Mommsen y Paul Meyer (eds,), 2 vols., Weidmans, Berlin 1905, 2,843. "Véase Historia eclesidstica 7, 16,1-10. * Gryson, Ministry of Women, 70. ‘MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS legitimidad de su estatus, funciones y prerrogativas, asi como los limi- tes de su libertad. Sozomeno, Historia Eclesidstica 7,16" Para mas informacién acerca de Sozomeno, véase Olimpia en el capitulo 3. Esta referencia a una regulacion sobre la edad para la ordenacién diaconal de las mujeres procedente del Cédigo de Teodosio 16,2,27 se encuentra al final de un fascinante capitulo en el que Sozomeno cuenta su versién —a pesar de que admite que hay otras versiones en circula- cién~ sobre el motivo del cese de la confesién individual y de la peni- tencia individual en la iglesia de Constantinopla. Sozomeno insintta que anteriormente era una costumbre establecida que el obispo encar- gara a un presbitero de incuestionable virtud y sabiduria quedarse en la iglesia para escuchar en privado las confesiones de los penitentes. Pero bajo el obispo Nectario, predecesor de Juan Criséstomo, una mujer distinguida que permanecié en la iglesia para rezar después, denuncié haber sido violada por un diacono. El didcono fue inmediata- mente depuesto y se cesé con la practica de la confesién privada. jSozomeno lamenta que en el sistema antiguo la gente pecaba menos por su temor a confesar sus pecados! Luego comenta que el empera- dor Teodosio tenia lo mismo en mente al promulgar lo siguiente, lo que presumiblemente significa que Teodosio estaba intensificando las normas. Fue por esta razén, creo, que el emperador Teodosio, con intencién de promover el renombre y la distincién de la Igle- sia, decreté que no se les tuviera permi ‘0 a las mujeres entrar en el ministerio diaconal de Dios a no ser que hubie- ran tenido hijos y que fueran mayores de sesenta afios, segtin el precepto del apéstol Pablo. También decreté que las muje- res que se habian rapado la cabeza deberian de ser expulsa- "Texto: PG 67,1457-1464; GCS, 50, 322-324; traduccién completa del capitulo en Ecclesias tical History of Sozomen, trad, Edward Walford, Henry H. Bohn, Londres 1855, pp. 334-339. | ALeTHEIA 8 | AL 8 | ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA das de la Iglesia y los obispos que las habian admitido depuestos del episcopado. No estaba permitido que las mujeres sin hijos y menores de sesenta fueran admitidas a la diakonia. Por tanto, esto es un buen testi- monio de que en muchos lugares y épocas la virginidad no era un requisito para la ordenacion. Parece que aqui incluso se excluye tal requisito, aunque resulta dudoso, ya que probablemente se da por sen- tado que las virgenes pueden ser didconos. Dada la esperanza de vida media, muchas mujeres no sobrevivian a la edad de sesenta, y quiza por eso el Concilio de Calcedonia (451) y Justiniano (mediados del siglo vi, Novellae 123,13) redujeron la edad requerida a cuarenta. La alusién a Pablo es a 1 Tim 5,9, donde se dice que para que una viuda sea inscrita para ser mantenida por la Iglesia ha de tener lo menos sesenta, estar casada una sola vez, tener pruebas de haber criado bien a sus hijos y de probada virtud. Es interesante ver cémo Sozomeno y los legisladores de Teodosio mezclan a las viudas en 1 Tim con las diaconos de su propia iglesia. No esta clara la alusion a las mujeres con cabezas rapadas. Quiz se trataba de tonsura monastica o alguna otra practica ascética. Para una prohibicién similar, véase el canon 17 del Concilio de Gangra (en las décadas de 340 6 360 en Paflagonia). Epifanio, obispo de Salamina, al obispo Juan de Jerusalén, Carta 51, traducida por san Jerénimo” Los obispos Epifanio y Juan habian estado enemistados por una serie de conflictos de caracter teoldgico y canénico. Entre otras cosas, eran los lideres antagonistas en la controyersia origenista®, En esta carta, del 394, Epifanio explica por qué habia ordenado irregular- mente, primero como diacono y mas tarde como sacerdote, a Pauli- niano, hermano de Jerénimo y monje que Juan crefa tener bajo su "1, Hilberg (ed.), Sancti Eusebii Hieronpmi Epistulae, Epistola 51 en CSEL 54 (1996) 395-412, ” Véase J. N. D. Kelly, ferome, Harper and Row, Nueva York 1975, pp. 195-209 y 227-263, para una buena discusién de la controversia, MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS jurisdiccién. Epifanio explica que, como monje, Pauliniano no estaba dentro de los limites de la jurisdiccién de Juan. Epifanio pasa a decla- rar en su propia defensa: Yo nunca he ordenado (ordinavi) diaconisas (diaconissas) para enviarlas a las provincias de otros. Esta carta solo se conserva en la traduccién del griego al latin de Jeronimo *, La intencin de Epifanio no es indicar que no ordena dia- conisas —practica extendida en oriente a finales del siglo 1v—, sino mas bien insistir en que no las ordena con el propésito de dejarlas ejercer sus ministerios en didcesis que no son la suya (alienas provincias). El texto sugiere que Epifanio, como obispo que era, estaba siguiendo la practica habitual de oriente respecto a la ordenacidn de diaconisas en su propia provincia. (Puede también insinuar que Epifanio creia que Juan habia ordenado ministras para el ministerio en didcesis que no eran la suya.) En todo caso, el texto sugiere que Epifanio consideraba a las diaconisas parte del clero y que su estatus clerical se indicaba por induccién en un rito de ordenacién. Sin embargo, dado que sdlo tene- mos una traduccién, tal interpretacion no es segura. Obispo de Edesa, Canon de Rabula El siguiente canon fue conservado en un volumen del siglo Xvill sobre los escritos de la Iglesia siria monofisita por el distinguido bibliotecario y orientalista del Vaticano Joseph Simeon Assemani (1687-1768) *. A mediados del siglo xvilt fue reimpreso por John Pinius (1740) en un tratado sobre diaconisas". El canon fue emitido a principios del siglo v por el obispo Rabula de Edesa (412-435), apo- dado por el clero local «el tirano de Edesa»”. Muy involucrado en la * Se ha cuestionado la fidelidad de Ja traduccion. Véase J. Labourt, trad. Saint Jéréme: Lettres, 8 vols. (Les Belles Lettres, Paris 1951) 2,203. © De syris monophysitis dissertatio (Roma: Sacred Congregation Propaganda Fide, 1730); Mayer, Monumenta, 18 » Tractatus de Ecclesiae Diaconissis, en AASS 1 de septiembre, v-vi, ” Edesa es la ciudad contemporanea de Urfa, Turquia. 8 | ALETHEIA wo MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA B | avernera controversia cristolégica del siglo v, apoyé fervientemente a Cirilo de Alejandrfa, quien le dirigié su tratado Sobre Ia fe ortodoxa. A principios del siglo v, en el sinodo de Edesa, ratifico el siguiente decreto sobre la relacidn en el Oficio Divino, del que deberfamos llamar el clero regu- lar y secular. Que los monjes no procedan a las vigilias sin el presbitero, asi como tampoco las monjas sin la diaconisa (diaconissa), para que asi el presbitero preceda (pracest) a los monjes y la dia- conisa a las monjas en el Oficio Divino. En este texto vemos que la funcion y estatus de la diaconisa, ¢ incluso el significado de la palabra, eran diferentes en esta zona del Imperio a principios del siglo v. La diaconisa tenia la misma relacién para con las monjas que el presbitero con los monjes en el ejercicio del liderazgo liturgico en la recitacién del Oficio Divino. La diaconisa podria tambien haber sido la superiora de una comunidad de monjas (como parece que lo fue, de hecho, la diaconisa Martana en el relato del Itinerario de Egeria.) De hecho, podria ser que el término «diaco- nisa» aqui sea sindnimo de «abadesa». No se menciona ninguna fun- cién sacramental en la Eucaristia ni en el bautismo. Por tanto, Marti- mort esta en lo cierto al observar que la diaconisa «era una mujer que ejercia una funcion de autoridad en la comunidad religiosa»*, pero que tal autoridad incluia también una especie de liderazgo liturgico, no sacramental. En esta funcion concreta en el Oficio Divino, lo que el presbitero era para los monjes, lo era la diaconisa para las monjas. Tal conexion entre diaconisa y superiora de una comunidad religiosa comenzé a hacerse no mds tarde de finales del siglo 1v con Olimpia en Constantinopla, Sin embargo, tal conexién no siempre se observé en todos los lugares, ni entonces ni después. * Deaconesses, 139: véase también la discusién de los textos del siglo vi procedentes de la misma regién, que presumen que la diaconisa lidera una comunidad de monjas (ibid.). MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS Concilio de Calcedonia, Canon 15” El Concilio de Calcedonia, en 451, creé la formula cristologica mas importante sobre la total e indivisible humanidad y divinidad de Cristo que ha dominado desde entonces las Iglesias de oriente y occi- dente y que causé el gran cisma oriental de los coptos, sirios y arme- nios en los siglos v y vi. Los obispos que se reunian en los concilios para debatir cuestiones teolégicas aprovechaban siempre la oportuni- dad para decidir sobre algunas cuestiones disciplinarias. Aqui mostra- mos una de elas. No se ordenard a una mujer diaconisa antes de la edad de cuarenta y esto sdlo tras un estricto examen. Pero, si tras haber recibido la ordenaci6n y haber ejercido durante un tiempo el ministerio (leitourgia) se casa, entonces estar4 des- defiando la gracia de Dios. Anatematizadla a ella y al hombre aella unido, A pesar de que varios pronunciamientos conciliares sugirieron que las diaconisas no estaban realmente ordenadas, el Concilio de Calce- donia asume la ordenacién (cheirotonia) de las diaconisas (diakonissai) pero determina un limite de edad inferior para la ordenacion (cf. 1 Tim 5,9, donde se dice que una viuda no seré inscrita en la organiza- cin del servicio de la iglesia de las viudas antes de la edad de sesenta). El minimo de edad para las diaconisas diferia también en épocas y lugares distintos. Segun las CA 6,17,4, las diaconisas tenian que ser 0 virgenes o viudas, situacion que aqui se presume. La palabra para «ministerio», leitourgia, no se suele utilizar al referirse al ministerio de la mujer, ya que en esta época connotaba habitualmente un ministerio en el altar aqui previsto, no asi en las CA, donde las mujeres quedaban excluidas de tal ministerio. Pero el Oficio Divino es también leitourgia y en éste sentido existen muchos testimonios del liderazgo de las mujeres. El modo del que se habla sobre el posible casamiento de Texto: Mansi, Sacrorum conciliorum, 7,363-364, Mayer, Monumenta, 28; todo el texto inglés con comentario se encuentra en PNPN n.s. 14,279. 9 | ALETHEIA a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, S| ALeETHEIA a las diaconisas sugiere un hecho consumado, quiza una boda secreta sin el conocimiento del obispo. El anatema como castigo es probable- mente la excomunién de la Iglesia. Didascalia Arabe 38,21" Este documento, presumiblemente del siglo 1v-v, existe en dos versiones: arabiga y etiope. La version etiope esta mayormente inspi- rada en las CA, mientras que la que aqui mostramos, la arabiga, se ins- pira sobre todo en el TD. Por tanto, que el obispo Ieve a cabo la liturgia con el velo corrido. Tras de él estan los presbiteros, didconos, subdidco- nos, lectores y viudas, a las que se Hama diaconisas (diaconis- sae), y aquellos que tienen dones espirituales. El orden litirgico tiene un gran parecido al imaginado en TD 1,23, del que depende. En ambos textos se corre un velo que rodea al clero, Al contrario que en el TD, aqut se identifica a las viudas y a las diaconisas, por lo que el autor de esta Didascalia ciertamente imagi- naba a esas mujeres como parte del clero. Mucho mas problematica es la cuestion de si este texto refleja la practica real en Egipto o Etiopia. La dependencia de este texto del TD y la carencia de otros testimonios nos lleva a estar de acuerdo con la conclusion de Martimort: «este tipo de texto... ha llevado a algunos historiadores a pensar que la insti- tucion de las diaconisas existia, después de todo, en Egipto. Sin embargo, este tipo de textos fueron importados de oriente y, de hecho, no tuvieron una influencia en la practica de las instituciones locales ni en Egipto ni en Etiopia»"'. * Funk, Didascalia, 2,132. No existe bibliografia sobre los manuscritos arabes y etiopes de este texto. Véase también la introduccién, 2,xxviii-xxxii, Funk conserva los tnicos fragmen- tos de la versién érabe traducidos al latin, 2,120-136, Véase también F, Nau, La Didascalie des douze Apatres, Lethielleux, Paris "1912, pp. ix-x.xxii-xxiiis J. M. Harden, The Ethiopic Didasca Jia, Macmillan, Londres 1920, y ‘I, Pell Platt, The Ethiopic Didascalia, Londres 1834. * Deaconesses, 96. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES ¥ COMENTARIOS C4nones arabes de Nicea 74/79” Los ochenta «Canones arabes de Nicea» no fueron redactados por los Padres en el primer concilio ecuménico de Nicea (325). Los expertos generalmente coinciden en que produjeron solo veinte cano- nes. No obstante, la época y el lugar de estos «Canones drabes» son confusos, aunque son posteriores a Nicea (algunos de los canones se cogieron de los cédigos posteriores de Teodosio o Justiniano). Gryson ha sugerido que se produjeron en o alrededor de Antioquia en el siglo v*. En cualquier caso, se conocen dos versiones latinas desde la segunda mitad del siglo xvi. La primera la tradujo el jesuita Francisco Torres, quien también intenté demostrar que los Canones nicenos excedian los veinte en ntimero. La segunda de las versiones la tradujo el maronita Abraham de Hekel, que tenia ochenta y cuatro canones en su coleccién y traduccién latina, aunque no creia que fueran de origen niceno. Los dos canones que aqui son objeto de consideracién tratan sobre las diaconisas. Canon 74 (Torres) Estas [diaconisas] (diaconissae)... han de tener sesenta afios de edad, como ordené el bendito Pablo. Que las diaconisas de este tipo estén sélo preparadas para esto: recibir a las mujeres en el bautismo. Canon 79 (Hekel) Que estas [viudas] sean nombradas, quienes han probado ser irreprochables... que tengan por lo menos sesenta afios de edad, como ordené el bendito Pablo, en especial para asistir a las diaconisas en el bautismo. Sea cual sea la diferencia entre ambos textos, los dos cénones coin- ciden en que las diaconisas han de haber alcanzado la edad de sesenta y que su unico papel es la asistencia en cl bautismo de mujeres. ® Mansi, Sacrorum conciliorum, 2,978,108. Véase discusién en Gryson, Ministry of Women, 63. © Gryson, Ministry of Women, 63 & | ALerHela = a % | ALETHELA 3 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, JUSTINIANO, NOVELLAE* Tras su carrera militar, Justiniano (482-565 d.C., emperador bizantino, 527-565) sucedié a su tio Justino (518-527) en el trono de Constantinopla. Bajo su mandato, florecié la era dorada del poder y cultura bizantinas. Después de los disturbios en la capital de Nika con- tra él (532), Justiniano reconstruyé el palacio imperial y la gran iglesia Hagia Sofia, que todavia se mantiene en pie. La iglesia de Santa Cata- lina en el monte Sinai y la iglesia de la Natividad en Belén son otros de los edificios que se conservan. Uno de los logros de Justiniano que todavia se conserva fue la codificacién de todas las leyes romanas ante- riores, junto con su propia legislacién en el Codex, Digestum, Institutes y las nuevas leyes 0 Novellae. De esta ultima coleccién provienen los siguientes articulos de la legislacién, que tratan sobre las mujeres did- conos en el contexto de las regulaciones clericales. Es conocida la gran influencia que la emperadora Teodora tuvo sobre él, y fue ella la res- ponsable de mejorar el estatus legal de las mujeres en la legislacién Novellae 3,1 Mientras que en algunos articulos las mujeres diaconos no estan consideradas como miembros del clero (kérikoi), en otros la distincién no esta tan clara. Ejemplo de esta ambigiiedad es el siguiente articulo, escrito con el proposito de controlar el namero de personal eclesids- tico dependiente de la Iglesia. En la primera frase se hacen tres clasifi- caciones: clérigos, mujeres diaconos y porteros. Sin embargo, en el segundo parrafo las mujeres diaconos estan incluidas en el clero y los porteros son los unicos excluidos de él. Decretamos que aquellos que ahora estan en la santisima gran iglesia [Hagia Sofia en Constantinopla] y el resto en las “Texto: Mayer, Monumenta, 34-37; Corpus luris Civilis, vol. 3, Novellae, Rudolf Schoell y William Kroll (eds.), Weidmann, Berlin 1954, pp. 18-23.43-45 .604.608-611.616.623- 624.661-662, Traduccién disponible al inglés en Enactments of Justinian, S. P. Scott (ed.), 17 vols., Cincinnati 1832; reimpr. AMS Press, Nueva York 1973, resulta de ayuda pero no es fiable en cuanto a los términos técnicos. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS otras casas [religiosas], y los clérigos y mujeres didconos (gynaikas diakonous) y los porteros més pios deberan perma- necer donde se les ha asignado. No reducimos la distribucién actual, sino que la prevemos para el fututo. En el futuro, que no se ordene (cheirotonia) hasta que se alcance el mimero del reverendo clero establecido al principio por aquellos que fundaron las iglesias. Decretamos que no se pueden asignar mas de sesenta presbi- teros a la mds santisima gran iglesia, cien hombres didconos, cuarenta mujeres didconos, noventa subdidconos, ciento diez lectores y veinticinco cantores, para que el ntimero total del reverendo clero de la mas santa gran iglesia no exceda los cuatrocientos veinticinco, mds cien de aquellos lamados porteros. La lista de los funcionarios asignados nos da una idea de las cele- braciones masivas Ilevadas a cabo en la gran iglesia de Hagia Sofia durante la época de Justiniano. La gran disparidad entre el numero de hombres y mujeres diaconos (cien y cuarenta respectivamente) indica que aqui también, como en la mayoria de los casos, los hombres diaco- nos tenian un campo mas amplio de responsabilidades. Novellae 3,2 E] siguiente articulo prohibe el movimiento del clero de una igle- sia a otra y repite que no se permiten nuevas ordenaciones hasta que el personal eclesidstico sea menor que el nimero establecido (determi- nado en 3,1). Especifica ademas que esto es con respecto a la gran iglesia. Con respecto a las otras iglesias que estan apoyadas financie- ramente por la gran iglesia, decretamos que aquellos que estan alli, deben permanecer como se establecié y que no se permita ordenar a nadie mas hasta que se alcance el estatuto* determinado para cada iglesia por sus fundadores de presbi- * La palabra griega starouton, préstamo de la palabra latina statutus, significa «lijado» 0 «esta- blecido». 9 | ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA | AverHera teros y didconos, hombres y mujeres, subdidconos, lectores, cantores y porteros, y no se afiadird ni uno mas. El mismo decreto pasa a decir que aquellos que se van a ordenar seran enviados al obispo por el mismo emperador. El patriarca de Constantinopla ha de rechazar todas las peticiones, incluso si proceden de palacio, so pena de una multa, Este articulo nos ofrece una intere- sante informacidn sobre el grado de control que ejercia la autoridad imperial en las actividades eclesiasticas, asi como el grado de influen- cia que tenian algunas personas de alta posicién en las ordenaciones. Novellae 6,6 Elarticulo 6,6 trata integramente sobre las mujeres diaconos, a las que en la primera parte se les Hama diaconisas (diakonissai) y diakonoi después, Legisla la edad y cualificaciones para la ordenacién y las penas por abandono del deber. Aqui nuevamente parece que no se incluye a las diaconisas entre el clero. Todo lo dicho sobre el reverendo clero (klérikoi) queremos que se haga con respecto a las diaconisas amadas por Dios, para que no hagan nada fuera de las regulaciones apropiadas. Primero, deberan tener la edad correcta, ni muy jévenes en la plenitud de la pasi6n, vulnerables a dar pasos en falso, sino ya entradas en aiios, alrededor de cincuenta afios, de acuerdo con los cénones sagrados. Entonces, podran llegar a la sagrada ordenacién (cheirotonia), ya sean virgenes 0 hayan estado casa- das con un solo hombre. No permitimos a aquellas que hayan estado casadas en dos ocasiones 0 aquellas que hayan tenido una vida notoria o bajo sospecha alcanzar el diaconado (tén hieran... diakonian), administrar (hypéretein) el bautismo a quie- nes se presentan (masculino plural) y participar (pareinai) en otros ritos sagrados (aporrétoi) y en los mas sagrados misterios (sebasmiétatois mystériois) que acostumbran a practicar. Pero si es necesario ordenar a alguna didcono menor a la edad mencionada, que se le ordene en algin monasterio en el que deba vivir, ya que no ha de mezclarse con hombres o ele- gir su propio modo de vida, sino que daré buen testimonio MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES Y COMENTARIOS mediante una vida retraida y moderada. Queremos que aque- las ordenadas como didconos, ya sean viudas o virgenes, no vivan con «hermanos» o parientes o con aquellos llamados agapétoi". Con ésos, su vida estard llena de sospecha. Que vivan solas 0 sélo con sus progenitores o hijos, o hermanos 0 tios verdaderos, de los que si alguien se atreve a sugerir el pecado, ese alguien serd juzgado impio e irreverente. Si se ha dicho algo sobre alguien que quiere acceder a la ordenacién como diaconisa que ha vivido disfrazada bajo una buena apariencia y por tanto esta bajo sospecha del mal, de ninguna manera accedera tal mujer a la ordenacién diaco- nal. Si ha sido ordenada y luego hace tal cosa y vive con alguien bajo un nombre falso o disfrazada, que sea expulsada del diaconado, y bien ella como el hombre implicado estaran sujetos a nuestras leyes y serdn castigados de la misma manera que aquel que cometa el crimen de la seduccién (cf. Novellae 123,43). Todas las reverendas diaconisas ordenadas, en el momento de su ordenacién, deberan ser amonestadas y deberan escuchar las sagradas ensefianzas en presencia de las otras reverendas diaconisas para que reverencien a Dios y confien en las sagra- das ensefianzas, se avergiiencen de apartarse del mandato sagrado (hiera taxis), sabiendo que si se atreven a deshonrar su ordenacién 0 a abandonar el mandato sagrado para casarse o para elegir cualquier modo de mala vida, estaran sujetas a la pena de muerte y se confiscardn sus pertenencias para las iglesias santas o para los monasterios en los que han Se hace referencia a la practica ascética de hombres y mujeres que viven juntos en celibato, muy atestiguada en la Iglesia patristica. Esta podria ser la referencia de 1 Cor 7,36-38. Es dificil especificar lo extendida que cstaba esta costumbre, pero no parece haber tenido el respaldo oficial de la Iglesia, puesto que la mayoria de las referencias de los obispos y de la legislacion eclesiastica son intentos de eliminarla. Sobre «matrimonio espiritual» véase Eli- zabeth A. Clark, «John Chrysostom and the Subintroductae», Church History 46 (1977) 171- 185; Ascetic Piety and Women’s Faith: Essays on Late Ancient Christianity, Edwin Mellen, Lewiston 1986, pp. 265-290; y Reading Renunciation: Asceticism and Scripture in Early Christianity, Prince- ton University Press, Princeton 1999. © | ALeTHEIA Oj suetHera MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVa, estado. Aquellos que se atrevan a corromperlas 0 casarse con ellas, estardn sujetos a la espada, y su propiedad serd confis- cada para el tesoro piiblico. Ya que si en las leyes antiguas para aquellas lamadas virgenes la muerte era el resultado de su error cuando eran corrompidas, tanto mas aquellas real. mente dedicadas a Dios deberan de ver que la modestia ha de ser protegida de tal manera que se conserve lo que es ade- cuado para la naturaleza y para el clero (hierosyné). La edad para la aceptacion en la asociacién oficial de viudas se determiné en los sesenta en 1 Tim 5,9. La edad canénica para la orde- nacion de las mujeres diaconos se fijé en cuarenta afios en el canon 15 de Calcedonia, aunque en ocasiones variaba en otras épocas y lugares, Aqui es cincuenta. En el articulo 123,13 la edad ha sido reducida a cuarenta, mientras que el siguiente parrafo de ese mismo articulo prevé una serie de excepciones, que probablemente fueron muchas. (Véase el caso de Olimpia en el capitulo 3, a la que se ordend a finales del siglo 1v en Constantinopla cuando estaba muy por debajo de la edad canonica.) La prohibicién de liderar la iglesia a aquellos que se han casado por segunda vez se hace ya en 1 Tim 3,2 y 5,9. El articulo anterior del codigo (6,5) rechaza un segundo matrimonio para el clero masculino y no toma en consideracién a aquellos casados por segunda vez para la ordenacién al episcopado. Sin embargo, no se les penaliza de una manera tan severa como a las mujeres, El segundo parrafo pasa a dar detalles sobre el verdadero papel litirgico dellas diaconisas. Asi como en las DA/CA se especifica un Papel en el bautismo. Pero, sorprendentemente, aqui no parece que el papel se limite a la asistencia en el bautismo de las mujeres. El lenguaje es mas general y sorprendentemente no se diferencia en cuanto a género. El resto de la descripcidn de sus deberes utiliza un lenguaje general sobre ritos secretos y sagrados, intrigantes y sin especificar. Sin lugar a dudas, tendran alguna conexién con la celebracién de la Euca- ristia y quiz con otras funciones sacramentales o casi sacramentales. zPor que podria ser necesario ordenar a una mujer didcono con edad inferior a la requerida? Esto nos podria decir algo sobre la fun- MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONESY COMENTARIOS ion del estatus social. Podria ser que la ordenacién era considerada un honor que en ocasiones podria no serle negado a las mujeres de alto estatus si asi lo requerian. También podria referirse a una situacién de necesidad pastoral. La legislacion en este articulo nos dice bastante entre lineas sobre la relativa libertad social de las mujeres en gencral para clegir como vivir —a cambio de su reputaci6n, claro esta. La antigua fijacién sobre la castidad de las mujeres tan comiin en las culturas mediterraneas como un signo de una sociedad bien ordenada se exagera en estas legislaciones en el caso de mujeres publicamente dedicadas al celibato o virginidad, Las «antiguas leyes» sobre Ja pena de muerte a las virge- nes que quebrantaban su virginidad mencionadas en el ultimo parrafo es una referencia a las virgenes vestales de la antigua Roma; mujeres jovenes especialmente seleccionadas de las familias prominentes para servir como sacerdotisas en el templo de la diosa Vesta en el Foro romano durante treinta afios, periodo durante el cual la violacion de su virginidad era castigada con la muerte. Esta es una interesante alu- sién a la consciente continuidad del imperio bizantino con la legenda- ria gloria de la antigua Roma. Novellae 123,5 La siguiente legislacion permite que los presbiteros, diaconos y subdidconos acepten responsabilidades familiares como albaceas del patrimonio. Puesto que no se especifica el género de los diaconos nombrados y dado que es sabido que las mujeres diaconos posefan propiedades y a menudo tenian hi tracién independiente de sus propiedades bajo ciertas condiciones, es razonable pensar que aqui estan incluidas. No permitimos que los obispos o monjes queridos por Dios sean, bajo ninguna ley, nombrados guardianes 0 custodios de nadie en absoluto. Pero permitimos que los presbiteros, dia- conos y subdidconos sean guardianes y custodios de una pro- piedad si tienen una relacién apropiada y necesaria, y les autorizamos a que asuman esta responsabilidad (leitourgia jos y que las mujeres tenian adminis- © | aLeTHEIA S MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, SB avernera Novellae 123,13 Mientras que anteriores legislaciones citadas mas arriba especifi- can la edad minima de cincuenta afios, aqui se fija en cuarenta; testi- monio quiz de la diversidad de fuentes de las que se conforma esta legislacion. No permitimos que nadie sea presbitero con menos de treinta afios ni ningiin didcono o subdidcono con menos de veinti- cinco, ni un lector con menos de dieciocho afios. No se orde- nara (cheirotoneisthai) a ninguna diaconisa que tenga menos de cuarenta o que haya estado casada por segunda vez. Novellae 123,21 Si alguien interpone una demanda” contra un clérigo o monje o diaconisa (diakonissa) 0 monja (monastria) o mujer asceta (askétria), que esa persona informe primeramente al obispo al que ambas partes estan sujetas y que el obispo decida el caso. E] articulo pasa a especificar que después de diez dias la parte agredida, si no esta satisfecha, puede dirigirse a un magistrado, y si la decision de este ultimo es diferente a la del obispo, puede ir a un tri- bunal supremo. La legislacién muestra que las mujeres, incluso aque- las que profesaran estilos de vida eclesidsticos 0 ascéticos, estaban sujetas a procedimientos legales. Por supuesto, el demandante podia también ser uha mujer. Novellae 123,30 Las diaconisas juraban mantener el celibato. El castigo por que- brantamiento era la deposicién, relegacién a un monasterio y confisca- cién de la propiedad. Esta legislacién nos muestra que la iglesia soste- nia a las mujeres de buena posicién, pero que podian vivir de manera independiente, tener su propia casa y legar su propiedad a sus hijos. © Agige, una accidn legal MUJERES DIACONOS EN LA IGLFSIA ORIENTAL: CANONES ¥ COMENTARIOS De ninguna manera permitimos que una diaconisa viva con un hombre de tal manera que levante la sospecha de una vida indecorosa. Si ella hace caso omiso de esto, el obispo“ al que ella esta sujeta le notificara claramente que ha de expulsar a tal hombre de su casa. Si ella duda en hacerlo, se le privaré de su puesto (hypéresia) y de su sustento diario y se le Ilevaré a un monasterio para el resto de su vida. Si tiene hijos, se distri- buira su propiedad equitativamente entre ellos y el monaste- rio recibiré la parte de ella para pagar su manutencién. Si no tiene hijos, su propiedad se distribuira equitativamente entre el monasterio al que ha sido destinada y la iglesia que previa- mente le fue asignada. La «sospecha de una vida indecorosa» puede ser la institucién de las agapetae. Véase la discusion en Novellae 6,6. Novellae 123,43 Si alguien viola, seduce o corrompe a una mujer asceta o diaco- nisa o monja, o cualquier otra mujer de vida beata 0 que leva un hdbito religioso (schéma echousan), ordenamos que, como castigo, su propiedad y la de sus cémplices en la profanacién sean entregados al lugar santo donde la mujer vivid, por los santos obispos y sus encargados asi como por los goberna- dores de cada provincia y sus contingentes. Tanto aquellos que yerran en este sentido como aquellos que participan serdn condenados a muerte. Se investigara completamente a la mujer y se le destinara con su propiedad a un monasterio en el que podra ser vigilada con seguridad para que no ocu- rra el mismo hecho. Si tal diaconisa tuviera hijos legitimos, la parte legalmente especificada habra de darsela a los nifios. * La palabra aqui es hiereus («sacerdoten) pero no se ha de entender como presbitero, a quien no se Ie Hamaba «sacerdote» en esta época. Mas bien es el obispo quien ejerce el oficio sacerdotal, véase Novellae 131,13. © | ALeTHEIA a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Q avernera La frase introductoria supone un amplio abanico de formas de vida que las mujeres que quieren practicar el ascetismo o sirven den- tro del contexto eclesidstico pueden elegir. El habito religioso parece haber sido bastante distinguible. El siguiente articulo (123,44) pro- hibe a cualquiera con una profesién mundana, especialmente actores y prostitutas, usar o imitar el habito de hombres y mujeres bajo pena de un castigo corporal y el exilio. No es dificil imaginar como gustaba en el teatro comico hacer uso de él. No parece que se haga distincién alguna entre la violacién y la seduccién. El castigo es el mismo, aunque desde luego mucho mas severo para los hombres que para las mujeres. Incluso se autoriza a los obispos a llevar a cabo la accién civil de incautar la propiedad del delincuente para darselo al monasterio que sc le ha asignado a la mujer. La siguiente declaracion parece suponer que tal violacién o seduccion no la puede llevar a cabo un solo hombre, sino que necesita- ria ayuda. En el texto sdlo se prevé que fuera la diaconisa la que tuviera hijos, puesto que podria ser viuda, mientras que se supone que las otras mujeres ascetas no habian estado casadas. Novellae 131,13 No se permitia a los obispos que dieran a su familia 0 a cualquier desconocido la propiedad que habia recibido después de la ordenacién episcopal, aunque podia usarla en su propia iglesia y en obras caritati- vas. Por tantg, tenian una responsabilidad financiera de usar sus bienes para su ministerio, Sin embargo, se les autorizaba a dar a su familia la propiedad adquirida antes de la ordenacién episcopal. Lo mismo se aplicaba a los administradores de orfanatos, de los albergues para los pobres, de los hospitales, geriatricos, hospicios para los viajeros y de las otras instituciones piadosas durante el tiempo que los administra- ban. La mencion de tantas obras caritativas da la impresién de que los intentos de ayudar estaban bastante bien organizados, por lo menos en la capital. No se especifica el rango clerical 0 social de esos administra- dores, aunque eran presumiblemente miembros del clero, diaconisas 0 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: CANONES ¥ COMENTARIOS el laicado. (Véase capitulo 3, donde se nombra a Eneon [si la lectura es correcta] administradora o liturgista de un hospital de Jerusalén.) Después la legislacién pasa a especificar lo que sucede cuando alguien con oficio eclesiastico fallece sin testamento. Si un obispo o clérigo 0 eclesiastico de cualquier rango o dia- conisa de una iglesia fallece sin testar y sin un heredero legal, Ja herencia ird destinada a la iglesia en la que él o ella fueron ordenados. Conclusién Desde la Didascalia del siglo m hasta !a legislacion de Justiniano del siglo v1, las mujeres diaconos fueron objeto de regulacién junto con otros miembros del clero. Las discrepancias entre las legislaciones, aunque procedan todas ellas de la Iglesia oriental, muestran el de- sarrollo de Ja autocomprensién de varias iglesias en relacién con otras y con la vida de fe en sus asambleas y en su vida cotidiana. Las estruc- turas evolucionaron para dar respuesta a las nuevas necesidades y la estructura del diaconado era parte de esa evolucién. ALETHEIA 197 5 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL Textos posteciores relacionados con testimontos anteriores as siguientes discusiones en la Iglesia oriental del siglo vu y poste- L riores arrojan luz sobre nuevas interpretaciones de algunos de los textos presentados en el capitulo anterior, Muchas de estas discusio- nes, por ejemplo, atestiguan la creencia en su dia de que, a pesar de que las diaconisas no desempefiaban ya un papel liturgico, fueron en un tiempo miembros completamente ordenados del clero, encargadas incluso de alguna clase de ministerio en el altar. Juan de Damasco, Sobre herejias 49' Juan de Damasco (c. 676-c. 749) es normalmente considerado el Ultimo de los Padres de la Iglesia oriental. Un «doctor de la Iglesia», Juan es tal vez mas conocido por defender las imagenes en la contro- versia iconoclasta. Su obra mas conocida es La fuente del conocimiento, y la mitad de la misma es un tratado Sobre herejias, que se conserva. Sin pretension de comentar su originalidad, el libro de Juan tenia un caracter enciclopédico, E] tratamiento que hace de herejias conocidas depende en gran medida de la obra Panarion de Epifanio. Es mas, de las alrededor de cien herejias que discute, ochenta las copia textualmente de Epifanio y el material restante consiste en la discusién de nuevas herejias (y del islam). Mientras que la obra se conserva integramente €n siriaco, slo se conservan fragmentos en griego y la traduccién que aqui damos proviene de una versién latina. En el capitulo 49 del tra- "PG 94,707-709, MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, tado, Juan discute sobre el papel de las mujeres en la herejia de los pepucianos, Los pepucianos, también Iamados quintilianistas quienes se parecen a los Artotyritae— son dos herejias distintas. Aunque sc les incluye entre los catafrigios, los pepucianos creen cosas diferentes que ellos no creen, Conceden un rango divino a Pepuza, una poblacién deshabi- tada entre Galacia y Capadocia, y dicen que Frigia es Jerusa- lén... permiten a las mujeres ser maestras y sacerdotisas (magistrates et sacerdotia deferent). Celebran ritos sagrados perforando a un nifio con agujas de metal —como tienen por costumbre los catafrigios—. Una vez que la harina esta mez- clada con sangre (sanguini farina admista), hacen el pan y lo distribuyen en el sacrificio. Aunque Juan afirma que los pepucianos constituyen una herejia distinta, parecen casi iguales. Todos los grupos nombrados tienen conexiones teoldgicas y disciplinarias con el montanismo. Como los montanistas, los pepucianos permitian a las mujeres tener funciones significativas, autoridad y estatus, aqui explicitamente sacerdotal. La obra llamada Praedestinatus’, falsamente atribuida a Agustin, también hace referencia en el capitulo 27 a los catafrigios (a los que identifica con los montanistas) y los distingue de los pepucianos, que, segin él, se creen mejores que los catafrigios. (Tal vez sea ésta la unica diferen- cia significativa.) Estos ultimos, afirma también el autor, conceden el liderazgo a la mujer y honran a algunas como sacerdotisas. Recorde- mos que la realizacién de la Eucaristla con la sangre de un nifio se atri- buye también a los catafrigios en Agustin, Sobre herejias 27. Leyendas sobre practicas similares fueron atribuidas anteriormente a judios y cristianos. ‘ase PL $3,58ss. Algunos argumentan que el autor fue Arnobio el Joven. Véase, p. ¢j., F. Gori (ed.), I! Pracdestinacus di Arnobio il Giovane, Institutum Patristicum Augustianum, Roma 1999, MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS POSTERIORES: Cénones 14, 15 y 48 del Sinodo Trullano’ El Concilio 0 Sinodo Trullano se celebré en el 692 en el vestibulo abovedado (trullus) del palacio imperial de Justiniano II en Constanti- nopla con objeto de complctar el trabajo disciplinar de dos concilios anteriores, numerados quinto y sexto en el 553 y 680-681, de ahi su otro nombre de «quinisexto» o «quinto-sexto». Sus cénones trataban sobre todo sobre cuestiones de la vida clerical y no fueron aceptados en occidente. Canon 14 Que se conserve el canon de nuestros padres en la fe, concre- tamente, que no se ordene a un presbitero antes de los treinta aunque esté completamente cualificado, sino que se le Cone tenga. Ya que Nuestro Sefior Jesucristo fue bautizado en a tri- gésimo aio y comenz6 a sermonear. Al igual que a un diécono antes de los veinticinco, tampoco se ordenara (cheirotonein) a una diaconisa (diakonissa) antes de la edad de cuarenta. Se reafirma el limite de edad para la ordenacién diaconal de las mujeres acordado en Calcedonia. Canon 15 7 No se ordenaré a un subdiécono antes de los veinte afios. Si se ordena a alguien en cualquier rango sacerdotal (hieratike) antes de la edad establecida, que sea depuesto. La primera parte de este canon sigue tratando simplemente sobre las limitaciones de edad para el clero, El resumen que comprende la segunda parte considera a las diaconisas parte del clero, ya que se les incluye en la lista de arriba. Canon 48 ; La esposa de uno que haya ascendido al rango episcopal, con el normal consentimiento del esposo con quien ha estado viviendo, debera ser separada con anterioridad, y después de la ordenacién del esposo que ingrese en un monasterio lejos de la residencia episcopal, y que se beneficie de la providen- “Texto: Mansi, Sacrorum conciliorum, 11,949.965-966; Mayer, Monumenta, 40-41. & j avernera ALETHEIA 202 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA cia episcopal. Pero si se la considera digna, se le ascenderé al estatus diaconal (diakonia). Aqui se refuerza el celibato de los obispos, incluso los que previa- mente estaban casados, mediante la separacion involuntaria de sus espo- sas. E] canon exige un consentimiento comtn, pero la eleccidn era pro- bablemente separarse o renunciar al cargo episcopal. La ex esposa debera abandonar el lecho conyugal antes de la ordenacidn e ingresar en el monasterio una vez se haya celebrado la ordenacién —equiza para que pudiera estar presente en la ceremonia?—. La unica eleccién que se le da a la mujer es su manutencién con los fondos de la iglesia. La ordenacion diaconal de la mujer es consecuencia de una decision posterior y no parece estar estrechamente relacionado con el nuevo estatus del esposo. Focio, Coleccién canénica 1,30* El nombre de Focio (c. 810-895) es muy conocido en la historia de las relaciones y posterior deterioro de las mismas entre oriente y occidente. Fue nombrado patriarca de Constantinopla en el 858 tras la deposicién de su predecesor, quien se nego a abdicar. El consiguiente cisma implicé en la pelea al obispo de Roma y a muchos otros. Tras la muerte de su rival, en 877, Focio asumié el cargo de patriarca. Durante todo el periodo estuvo muy involucrado en las controversias teolégicas y disciplinares entre oriente y occidente, y fue defensor de la autonomia de la Iglesia oriental respecto a Roma. Segtin el modelo del Sefior Heraclio, en la gran iglesia habia ochenta presbiteros, cincuenta didconos, cuarenta diaconisas (diakonissai), setenta subdidconos, ciento sesenta lectores, veinticinco cantores y setenta y cinco porteros. Heraclio, emperador bizantino entre 575-641, comenzd a reinar diez aftos después de la muerte de Justiniano I, quien construyé la nueva Hagia Sofia en Constantinopla, la «gran iglesia» a la que Focio se refiere y la que todavia se yergue en marchito esplendor, En cualquier * PG 104,556; Mayer, Monumenta, 63. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS POSTERIORES caso, la cantidad es menor a la que se da en Novellae 3,1 de Justiniano, lo que implica una reduccién desde la época dorada del gran Justi- niano. Se trata de una cuestién econdmica: todos estos clérigos servian exclusivamente a la Iglesia y estaban mantenidos por la subvencién del Imperio (véase Justiniano). Aun asi, las cantidades que aqui se dan implican un servicio importante con personal abundante. Teodoro Balsamon, Comentario sobre algunos canones eclesiasticos Teodoro Balsamon (c. 1140-1195), canonista griego y comenta- rista de la ley eclesidstica y civil en Constantinopla, fue nombrado patriarca de Antioquia, aunque jamas ocupé el cargo porque los cruza- dos latinos estaban en posesion de la ciudad y de la regién, por lo que tuvo que permanecer en Constantinopla. Sobre el canon 19 del Concilio de Nicea* Esto es lo que sucede con las diaconisas (diakonissai). Las vir- genes venian a la iglesia y con el estimulo del obispo, se les mantenia por dedicarse a Dios pero con el atuendo del la cado. De esta manera fue como se establecié, Habiendo alcanzado los cuarenta afios de edad, eran dignas de la orde- naci6n (cheirotonia) como diaconisas, si se les creia total- mente merecedoras. Si se averiguaba que alguna estaba entre os paulinistas, se les trataba igual que a los hombres. Balsamon afiade mas de lo establecido en el canon de Nicea, ya que pasa a especificar Ja edad de ordenaci6n, informacion sacada del canon 15 de Calcedonia. Insina que el oficio de las diaconisas empe- zaba con las virgenes consagradas y que surgia de este grupo. Como veremos en alguno mas de sus comentarios, Balsamon asume también un ministerio sacramental original para ellas. El comentario final esta relacionado con la integracién de los seguidores de Pablo de Samosata “Texto: PG 137,304; Mayer, Monumenta, 63 (parcial). 8 | arerwera B ALETHEIA g MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, en la Iglesia catélica: sus ordenaciones, llevadas a cabo antes de la reconciliacién y el (reybautismo en la Iglesia, no se consideraban vali- dos (véase canon 19 de Nicea). Sobre el canon 15 del Concilio de Calcedonia‘ Balsamon comienza por citar el canon: Las cuestiones con respecto al presente canon han recibido mucha atencién [o, estin completamente obsoletas; pantzes- cholasam]. Hoy en dia una diaconisa (diakonissa) no esta ordenada, a pesar de que a algunas mujeres ascetas se las lame sin excesivo rigor diaconisas. Ya que hay un canon que delimita que las mujeres no pueden entrar en el santuario (bema). ¢Cémo pucde alguien que no puede acceder al altar (thysiastérion) desarrollar la funcion de los didconos? Leed los cdnones catorce y quince del Sinodo Trullano, donde se depone a una diaconisa ordenada antes de la edad de cua- renta. (No anatematiza el presente canon al que se casa des- pués de la ordenacién? Ofende la gracia de Dios. Aqui Balsamon mezcla dos cosas. El primer comentario confirma que la ordenacién de las diaconisas es una cosa del pasado, aunque algunas mujeres mondsticas todavia portan el titulo en la Constantino- pla del siglo xu, sin una funcién ministerial. La razén por la que las mujeres son excluidas del altar se da en su Respuesta a la pregunta 35 de Marco: «la afliccién mensual». Sin embargo, el comentario final se refiere al Sinodo Trullano (692), que si presupone la existencia de las diaconisas pero estableciendo una edad minima, De hecho, el canon 15 habla exclusivamente de los subdidconos, afirmando después que todo el clero arriba mencionado (presbiteros, didconos, diaconisas y subdidconos) debertan ser depuestos si son ordenados antes de la edad requerida. Por tanto, Balsamon es testigo de la interpretacién que consideraba a las diaconisas miembros del clero. (Véase texto y comentario sobre el Sinodo Trullano.) "Texto: PG 137,44 Mayer, Monumenta, 64 (parcial). MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS POSTERIORES Sobre el canon 48 del Sinodo Trullano’ No es cierto que sélo las legas estén cualificadas para el oficio diaconal (diakonikon). Las monjas (monazousai) también estén cualificadas. El canon 48 del Sinodo Trullano (692) estipula la ordenacién diaco- nal de ex esposas de obispos cualificadas que han ingresado en el monas- terio, y que, por tanto, eran previamente legas. Quizé la confus que las mujeres monasticas no podian ser diaconisas surgid de este canon, ya que existen muchos testimonios del periodo anterior de mujeres mondsticas ascéticas que si lo fueron. La conexion entre este comentario y el anterior es sorprendente, ya que en el anterior Balsa- in de mon dice que en su época sd/o las mujeres monasticas portaban el titulo. Respuestas a las preguntas de Marcos, 35* En esta seccién el interrogador plantea una serie de preguntas especificas sobre las leyes canénicas para el clero; Pregunta 35: El canon divino menciona a las diaconisas (dia- konissai). Entonces, queremos saber cudles eran sus funciones lituirgicas (leitourgema). ; ; Respuesta: En el pasado, las 6rdenes (tagmata) de las diaconi- sas estaban reconocidas y tenfan acceso al santuario (bema). Pero la afliccién mensual’ les aparté del divino y sagrado santuario. En la santa iglesia de la sede de Constantinopla, las diaconisas eran nombradas para el oficio sin ninguna partici- pacién en el santuario, pero ocupandose de muchas funcio- nes eclesidsticas y dirigiendo la asamblea de mujeres de acuerdo con el procedimiento de la Iglesia. Aqui Balsamon sugicre nuevamente que la ordenacion de las dia- conisas se practicd en su dia y que entonces ejercian una especie de fexto: PG 137,688; Mayer, Monumenta, 64. “Texto: PG 138,988; Mayer, Monumenta, + (parcial). : * Kakésis, palabra que connotaba el mal hecho a alguien, por lo que podia entenderse como adesastre» 0 «catastrofen ALETHEIA 2 S 5 N § | ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA ministerio sacramental, de ahi que pudieran acceder al santuario. Sin embargo, Balsamon piensa, que una vez que la liturgia se establecié en Constantinopla en el siglo Iv, ya se habia puesto fin a esta practica, Podemos preguntarnos si establecer el minimo de edad para la orde- nacidn en cuarenta afios no fue ya un intento de tratar el problema que suponia la menstruacién para el culto, Sin embargo, Balsamon atri- buye la restriccién de las mujeres al santuario no a una inferioridad inherente, sino a un asunto de la pureza del culto, Mateo Blastares, Coleccién Alfabética 11" Mateo Blastares fue un monje y un recopilador candnico en Tesa- l6nica a principios del siglo x1v. Se cree que su coleccién alfabética de canones fue escrita en 1335. El texto es un testimonio importante de las memorias posteriores sobre mujeres didconos en siglos anterio- res. Obviamente Blastares no tuvo experiencia directa de elas. Anteriormente habia un orden (tagma) de mujeres diéconos (diakonoi gynaikai) y otro de viudas. Los padres ordenaban (cheirotonein) a aquellas diéconos que elegian la dignidad de Ja virginidad y levaban una vida casta y tenian al menos cua- renta afios. Para estar fuera de toda sospecha de su tendencia a engafiar con facilidad y a decantarse al mal, ellos [los padres] pensaron que esta edad era necesaria, ya que el apés- tol determiné que aquellas que eran aceptadas en el orden de las viudas deberian tener como minimo sesenta", como es razonable. Porque aquellas que no han saboreado el placer mundano no seran tan facilmente arrastradas a él después de tanto tiempo. Pero las viudas, acostumbradas al lecho conyu- gal, tenderan a inclinarse masa la pasion, con sus actitudes carnales habituales mds despiertas. Por ello establecieron la edad de sesenta para las viudas, para que, al ser ya maduras, Ja ama de la pasion se hubiera extinguido. “Texto: PG 104,1173; Mayer, Monumenta, 65 "1 Tim 5,9. (MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA ORIENTAL: TEXTOS POSTERIORES Pero algunas que no habian alcanzado los sesenta afios y que habfan vivido moderadamente, eligieron el atuendo laico. Puesto que la mayorfa de los padres se preocupaban por ellas, privadas de esposos y mantenidas por la iglesia a causa de su necesidad, buscarian necesariamente un segundo matrimo- nio cuando los viudos se lo proponian para proporcionarles una vida segura en muchos sentidos. En la primera carta del gran Pablo a Timoteo, se dice claramente cuanta atencién merecen las viudas por parte de la iglesia”. Después las mujeres diéconos desempefiaron ciertos servicios entre el clero (kléroi), lo que hoy en dia casi todos descono- cen. Hay unos que dicen que bautizaron a mujeres porque no era adecuado que los hombres vieran desnudas a aquellas de cierta edad que estaban siendo bautizadas. Otros afirman que se les permitia acceder al altar sagrado y evar a cabo casi todas las funciones que desempefiaban los diaconos varones. Los Padres posteriores prohibieron el acceso y la realizacién de esas labores debido a su flujo mensual, que no puede ser controlado. Por tanto, en tiempos anteriores fue legitimo que las mujeres accedieran al altar sagrado y, de hecho, que muchas otras cuidaran de él, especialmente segtin la oracién funeraria que el gran Gregorio hizo para su hermana. Sin embargo a mi no me parece plausible que una mujer sea didcono del sagrado e incruento sacrificio. No es una politica segura [literalmente: una palabra restrictiva] que a aquellas a las que no se les permite ensefiar ptiblicamente se les permita el rango de diécono, cuya labor es la de limpiar mediante sus ensefianzas a los no creyentes que se acercan a bautizarse. Blastares, al igual que Balsamon, reconoce que en la Iglesia primi- tiva las mujeres diaconos pertenecian al clero y admite que, segun algunos, ejercian un ministerio sacramental. Blastares da tres razones, todas ellas tipicamente misoginas, para el cese de esta practica: la inclinacién de las mujeres hacia el mal y la pasion, la menstruacién y la prohibicion de la ensefianza en publico (véase 1 Tim 2,11-12). La "1 Tim 5,3-8. ALETHEIA § ALETHEIA 208 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, referencia a la atraccién de las mujeres al mal estaba sin duda alimen- tada, no originada, por las interpretaciones de Géne: 3, La creencia de que las mujeres eran sexualmente més apasionadas era corriente y perduro hasta la época victoriana. La idea de que las mujeres bautiza- ban a las mujeres puede haberse sacado de la Didascalia y de las Consti- tuciones Apostélicas, donde un obispo o presbitero comienza el bau- tismo pero la mujer didcono unge el cuerpo de la mujer bautizada. La alusién a la hermana de Gregorio es a la Oracidn fiinebre 8 de Gre- gorio Nacianceno a su hermana Gorgonia, una madre casada que para Gregorio ejemplificaba el ideal de la maternidad cristiana en su virtud, ascetismo y conocimientos. En el parrafo 18 el Nacianceno cuenta que, estando afligida por una enfermedad de fiebre y pardlisis, se dirigié a la iglesia a la noche, tom6 la Eucaristia, pidié remedio, iy lo obtuvo! El juego de palabras en el ultimo parrafo sobre la sangre y la pureza pone implicitamente a las mujeres, a la sangre y a la impureza en un lado y a los diaconos varones y a la pureza en el otro; un modo de pensar sobre las mujeres que no es atipico en esta cultura. Conclusién Incluimos esta breve seleccién de textos posteriores para mostrar las opiniones de algunos de los autores eclesiasticos posteriores acerca de que las mujeres diaconos ejercieron en los primeros siglos de la iglesia. Esos comentarios eran, en gran medida, un ejercicio de esos autores para narrar lo que una vez sucedid. Sin embargo, demuestran que la Iglesia seguia recordando lo que una vez existid. El tema de la sangre como impureza indigna de la pureza del altar, como lo expuso Mateo Blastares, fue una de las razones que mas comunmente se die- ron para la exclusidn de las mujeres del servicio en el altar una vez que la celebracién de la Eucaristia se relacioné con la pureza cultica que acompaié a la creencia de que sustituia al sacrificio del Templo. 6| MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL o hay ningun testimonio de mujeres diaconos en occidente hasta N el siglo v, sobre la época en la que, curiosamente, aparecieron has inscripciones de las mujeres presbiteros. Las objeciones a que las muje- res sirvan en el altar, sin embargo, son del siglo anterior, probable- mente bajo la influencia de Prisciliano (véase capitulo 8, Primer Sinodo de Zaragoza). TEXTOS LITERARIOS Los dos textos que tenemos de occidente datan de finales del siglo vi y ambos hacen referencia a mujeres monasticas. A partir del siglo 1v el monacato florecié en la Galia. Durante los siglos v y vi, se estable- cieron distinguidos y nobles conventos de monjas en los importantes pueblos romanos de Tours y Poitiers, asi como en (0 cerca de) otras ciudades francas. Las mujeres que habitaban y presidian en estas casas solian ser aristécratas y acomodadas. Como consecuencia, solian pedir 6 les era concedida la proteccién directa del papado, lo que dejaba al ordinario de] lugar un poder de supervision limitado. ; La Carta de Gregorio Magno a Respecta no especifica un titulo u oficio y la Vida de santa Radegunda es muy legendaria. Teniendo en cuenta la practica que se conoce de la época y de los siglos posteriores, se puede suponer que la ordenacién de Respecta fue al orden de las diaconisas, como se especifica en la Vida de santa Radegunda. Este ultimo texto ha de compararse detenidamente con las condenas pre- vias y contemporaneas de esta practica hechas por varios concilios y sinodos, los que damos mas abajo. N = | ALeTHEIA So MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Gregorio a la abadesa Respecta, 15 de noviembre de 596! Uno de los cuatro «doctores de la Iglesia», el papa Gregorio Magno (590-604), es cominmente conocido, y con razén, como «el padre del papado medieval». Su influencia en la historia de la Iglesia medieval —no tanto por el ejemplo de su vida— puede decirse, y sin exagerar, que fue enorme. Entre las areas en las que ejercié una influencia mas efectiva y profunda fue en la promocién del monacato. Aparte de haber fundado siete monasterios y de haber sido monje antes de diacono, diplomatico y mas tarde papa, Gregorio también escribié la Vida de san Benito, dandole asi al santo y a su Regla el consi- derable patrocinio de su nombre. Mucha de su abundante correspon- dencia aborda el tema de la regulacién de la vida monastica. Como indican sus cartas, Gregorio participé activamente en la concesién de ciertos privilegios a los monasterios, tanto de hombres como de muje- res. Aqui, en una carta a la abadesa Respecta del monasterio de San Casiano en Marsella, Gregorio, mientras describe los privilegios que le ha concedido al monasterio que Respecta preside, explica el pro- ceso mediante el cual se debera seleccionar y designar a las abadesas. Por consiguiente, al monasterio consagrado en honor de san Casiano para cuya presidencia tii has sido elegido... le hemos proporcionado estos privilegios que, cuando la abadesa del monasterio arriba mencionado muera, se ha de ordenar (ordi- netur) no a una extrafia, sino a aquella que haya sido clegida de entre las de la congregacion. Si se le ha considerado digna del ministerio, le ordenara (ordinet) el obispo del mismo lugar. Algunos de los monasterios del siglo vi estaban exentos, por la accién papal, de la jurisdiccidn del ordinario del lugar. Este es un buen ejemplo de ello. Como consecuencia, el monasterio de San Casiano al que aqui se hace referencia queda bajo la autoridad del papa Gregorio. Aqui, por tanto, no sdlo resulta interesante que se diga que la abadesa Mayer, Monumenta, 49-50; Gregorit I Papae Registrum epistolarum. Libri I-VII, C. Rodenburg (ed.), Monumenta Germaniae historica (MGH). Epistolae saeculi XIII e regestis, Weidemanns, Ber- lin 1883-1894, 1,454; PL 77,866. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL, esta «ordenada», sino el hecho de que sea el mismo papa quien utiliza este lenguaje y que se siga usando incluso hasta cerca del 600. Radegunda, Didcono, Venancio Fortunato, Vida de santa Radegunda’ Nacido alrededor del 540 en Treviso (cerca de Venecia), Venancio Fortunato fallecié sobre el afio 600 en Poitiers, la ciudad donde presi- did durante mucho tiempo como obispo. Fue uno de los ultimos gran- des poetas y compositores de himnos galo. Ademas de escribir unos once libros de poesia, proporcioné parte de la letra y métrica del famoso himno Pange Lingua. También escribié una vida poética de San Martin y una Vita para conmemorar la vida de Radegunda (nacida c. 536), cuya santidad le impresioné tanto que decidié hacerse sacer- dote. En los capitulos que preceden al duodécimo, aqui citados, Rade- gunda era la reina consorte de Clotario I (511-558), de cuyo matri- monio no tuvo hijos. Al principio del capitulo se dice que al hermano de Radegunda lo matan en una batalla; desgracia que, junto con sus circunstancias maritales, le impulsé a «vivir en religion». En el siguiente episodio (c. 550-555) Radegunda, habiendo abandonado al Rey, se dirige a Médard, obispo de Noyons y Tournai’. Los nobles francos intentan evitar que el obispo ordene a Radegunda y el obispo duda. Sin embargo, Radegunda le exige que la consagre. Di ndose al bendito Médard en Noyon, le suplicé con vehemencia (instanter) que le permitiera cambiar sus vestidu- ras y fuera consagrada (consecraret) al Sefior... La santisima mujer, entrando en la sacristia y poniéndose la vestimenta mondstica (monachica veste), avanz6 hasta el altar y hablando al bendito Médard, le dirigié estas palabras: «Si dudas en consa- grarme (consecrare)... Pastor, se te pediran cuantas por el alma de su oveja». Impresionado por ese argumento, puso la mano sobre ella y la consagré (consecravit) diaconisa (diaconam). "Yenanti Honori Clementiani Fortunati presbyteri italici Opera pedestria, Bruno Krusch (ed.), MGH Antiquissimi, Weidemanns, Berlin 1885, 4,2.41, *Véase Gregorio de Tours, History of the Franks, 4,19. XN = | avernera ALETHEIA 212 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Como hagiografia que es, no se han de creer todos los detalles de este texto. Sin embargo, esto es probablemente un indicio de que las anteriores prohibiciones candnicas sobre la consagracién y ordenacién de las diaconisas eran, desde hacia mucho, leyes en desuso en la Galia y que, como mas tarde, a finales del siglo vi, todavia se nombraban mujeres para el oficio —a pesar de todas las prohibiciones canénicas que hemos considerado~ mediante un ritual de consagracién. Este texto es también un buen testimonio del puesto de poder que ocupa- ban algunas mujeres en la sociedad franca*. Ademas, sugiere una rela- cion, conocida ya en Constantinopla a finales del siglo 1v, entre el esta- tus de las mujeres diaconisas y la comunidad religiosa. En el texto se dice explicitamente que Radegunda se viste el habito monastico, Algu- nos de los detalles de su historia, asi como la estrecha relacin entre su estatus y la vida religiosa, son notablemente andlogos a los de la vida de Olimpia de Constantinopla. INSCRIPCIONES Los testimonios epigraficos de Occidente son escasos, quiza por- que rara vez se conservaron las inscripciones debido a los esfuerzos de los concilios de los siglos v y v1 por eliminarlas. Deberian también. compararse los canones y cartas episcopales sobre el acceso de las mujeres al altar que mas abajo mostramos. El hecho de que se hicieran tantos esfuerzos para su eliminacién indica una mayor costumbre que la que revelan las pocas inscripciones y referencias literarias. Accepta® Inscripcién procedente de Rukuma, en el Africa proconsular. Esta gravada en una losa de piedra caliza local y en la actualidad est rota. Accepta la diaconfisa]. * Para un docto tratamiento de ese tema, véase S. F. Wemple, Women in Frankish Society, Uni- versity of Pennsylvania Press, Filadelfia 1981, Wemple menciona a Radegunda en la p. 142. * AE 1981,881, p. 249. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL Esta inscripcién, gravada en una tumba, data de finales del siglo vi 0 principios del siglo vil. Todo lo que sabemos de Accepta es su nombre y su titulo. Ella es la unica mujer diacono atestiguada en Africa. Ana‘ La siguiente es una inscripcién votiva del siglo vi procedente de Roma. En ella se describe un voto ofrecido por un funcionario papal de alto rango y por su hermana. Por el don de Dios y del Bendito Apéstol Pablo, Domecio, el diacono y tesorero del dinero de la santa y apost6lica sede papal, junto con Ana la diacon[isa], su hermana hizo este voto (hoc votum) al bendito Pablo. Tanto a Domecio como a Ana se les describe en esta inscripcion usando la misma abreviatura latina: DIAC. No hay duda de que Dome- cio era didcono, pero es imposible saber con certeza el titulo de Ana. Eisen (Women Officeholders, 182-183) traduce DIAC como «diécono», pero luego reconoce, correctamente, que «el titulo del oficio de Ana aparece abreviado, por lo que no podemos saber si se le lamaba dia- cona 0 diaconissa. Ambos titulos aparecen en occidente atestiguados uno junto al otro a partir del siglo v en adelante». Igual de ambigua resulta la inscripcion de Ausonia (véase abajo), del siglo vi, puesto que se utiliza la misma abreviatura. Ausonia’ Esta inscripcién del siglo v1, procedente de Doclea, Dalmacia, es otro de los pocos testimonios epigraficos en latin que se ha conser vado “Texto en C. M. Kaufmann, Handbuch der altchristlichen Epigraphik, Eriburgo 1917, p. 294; Eisen, Women Officeholders, 182-183, Véase la breve y poco reveladora discusién en Marti- mort, Deaconesses, 202. *fexto en CIL 3,13845 e ILCY 1,1239, también con discusidn y bibliografia en Eisen, Women Officeholders, 183-184; Gryson, Ministry of Women, 91 y 153 n. 158; y una breve alusién en Martimort, Deaconesses, 202. ALETHEIA X a NX = averueia Bz MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, sobre la existencia de mujeres didconos o diaconisas en el mundo mediterraneo latino en la Antigiiedad tardia. Ausonia la diaconfisa] (diac) por su voto y por el de sus hijos (filiorum).* La abreviatura latina diac es por si misma traducible mediante dos términos: didcono o diaconisa. Eisen lo traduce como «didcono»: Gryson, sin embargo, como «diaconisa»’, En cualquiera de los casos la inscripcién «da fe», como ha observado Gryson: «de la diaconisa en esta [es decir, mediterranea] cultura». Teodora de Ticini'® Inscripcién procedente de Ticini, en Santa Trinidad, la Galia. Aqui yace en paz Ja diaconisa (diaconissa) Teodora de bendita memoria, que vivié en el mundo unos 48 aiios. Fue enterrada aqui el 22 de julio de 539. Esta inscripcién, junto con los varios decretos sinodales y concilia- res desde el siglo tv hasta el v1, atestiguan la existencia y actividad de las diaconisas en la Galia, a pesar de los intentos por parte de los con- cilios de erradicarlas, limitar sus actividades 0 prohibir su ordenacién, Como demuestra esta inscripcién, estos decretos permanecicron, al menos hasta cierto punto, en desuso. Esta inscripcién es interesante en comparacién con la de Auso- nia en el sentido de que su titulo no aparece abreviado. Queda claro, por tanto, que Teodora portaba el titulo de «diaconisa», no «diacono». * +Ausonia diac. ° Gryson, Ministry of Women, 91; Eisen, Women Officeholders, 183, * GIL 5,6467; ILCY 1,1238, Discusion en Eisen, Women Officeholder, 184; Gryson, Ministry of Women, 91, 153 n. 158, y una breve alusién en Martimort, Deaconesses, 202 MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL ALETHEIA CANONES Y COMENTARIOS SOBRE LA PRACTICA ECLESIASTICA Las referencias mas tempranas sobre mujeres diaconos en occi- dente aparecen en los decretos de los concilios eclesidsticos que inten- taban suprimir la practica, probablemente procedente de oriente, donde estaba floreciendo en esta época. Después de dos condenas, el Segundo Concilio de Orleans (533) reconocié la existencia de las mujeres diaconos, pero quiso poner fin a la practica. Incluso en siglo xr un papa no sélo reconocié sino que confirmé la practica en Portugal. Concilio de Orange, Canon 26'' El Concilio de Orange fue convocado en noviembre de 441, (No ha de confundirse con el mas famoso Sinodo de Orange, en el aiio 529, que traté casi exclusivamente sobre aspectos del libre albedrio y la gracia.) A él asistieron diecisiete obispos de tres provincias y redac- taron treinta canones sobre muy diversos temas. Muchos de estos canones tratan sobre el estatus y la conducta de las mujeres con oficios consagrados. Por ejemplo, uno de ellos decreté que las viudas debian hacer una profesién de castidad y Ievar el atuendo apropiado. Otro recomendé que aquellas que habian incumplido su profesién de virgi- nidad deberian de ser obligadas a hacer penitencia. Por ultimo, el canon 26 trata sobre las diaconisas, en especial sobre la cuestion de si deberian o no ser ordenadas. De ninguna manera (omnimodis) se ordenara (ordinandae) a las mujeres didconos (Diaconae). Si hay algunas que ya han sido ordenadas (si quae iam sunt), que sometan sus cabezas a la bendicién (benedictioni... capita submittant) que se otorga al laicado (quae populo impenditur). Este canon es tan fascinante como frustrantemente atractivo. En primer lugar, al igual que ocurre con otros cnones de los siglos tv y v, ™ Concilia Galliae, 314-506, en CCL 148 (1963) 84. 215 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 2 | acern 2 era no es seguro si la irregularidad que condena esta siquiera sucediendo (si....). Aun asi, lo mas probable parece ser que la practica prohibida habia existido a principios del siglo v en la Galia. Eso explicaria tanto la razon por la que se habia promulgado el canon como su contundencia: de ninguna manera se ordenard a las mujeres didconos"’. Obviamente, los obispos reunidos en Orange estaban ansiosos por preservar la distincién entre el clero de hombres y el laicado, del cual, seguin ellos, las mujeres didconos constitufan una parte. Por tanto, la recomendacién de recibir Ta bendicién que se da al laicado como un ritual se hace con el propésito de eliminar su elevacién al clero y de volverlas a situar entre el pueblo, al que pertenecen. E] interés central del texto es el estatus de las viudas y cémo esta simbolizado; no dice nada sobre su funcién. Resulta de especial interés la prohibicién de ordenaciones en esta provincia de occidente porque queda inequivocamente claro por otras fuentes que, en el oriente, las mujeres didconos estaban siendo ordena- das publicamente en esa misma época mediante la imposicién de manos y oraciones del obispo, oraciones similares a las que se usaban en otro tipo de ordenaciones. En otras palabras, en oriente a las muje- res didconos se les consideraban completamente como parte del clero en el siglo v, lo que probablemente indica que los padres reunidos en Orange estaban intentando por todos los medios evitarlo en occidente. Concilio de Epaon, Canon 21" Este concilio franco fue convocado en el afio $17 bajo la presiden- cia del obispo Avito de Viena (m. 520), justo seis afios después de que se hubiera escrito una carta redactada por tres obispos galos. El canon promulgé un decreto que prohibia la consagracién de altares construi- = Véase el comentario de Martimort: «¥ mientras el Concilio de Nimes parecia hacer refe- rencia a una prictica propia de otro lugar y no declarada claramente, los obispos del Conci- lio de Orange estaban desaprobando un abuso mucho més cercano al pais y quiad existente en su propio territorio, Un abuso, ademas, en el que estaba involucrado un miembro de la jerarquia, ya que se trataba de una ordenacién» (Deaconesses, 193-194), “CCL 148a (1963) 163-165. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL dos de cualquier material que no fuera piedra. Este decreto podria haber indicado una nueva oposicién para la ordenacién de mujeres dia- conos. El concilio también prohibié que los cristianos cenaran con judios (nuevamente, un indicio de que esto probablemente estaba sucediendo). Ademas, abordé el modo en el que los heréticos debian volver a ser recibidos en la Iglesia, en cuyo contexto se discute la imposicion de manos. Para nuestros propésitos, es ésta la discusién mis interesante porque es la unica manera de bendicién que los obis- as. Como resulta pos alli reunidos querian que recibieran las diacot aparente, los obispos se mostraban incomodos con el propio término «diaconisa». Abolimos completamente en toda nuestra regién la consa- gracién (consecrationem) de las viudas, a las que se les Hama diaconos (diaconas); si desean convertirse, que reciban sélo la bendicién penitencial. Este canon indica que el canon 26 del Concilio de Orange —mediante el cual quedaba prohibida la ordenacién de las mujeres dia- conos y se requeria que se sometieran a la bendicién que se le daba al Jaicado— no fue del todo exitoso. Evidentemente, ocho décadas mas tarde se seguian ordenando mujeres en la Galia, por lo que el término consecratio que aqui se utiliza es probablemente el equivalente a ordina- tio usado en Orange"*. Ambos términos indican la bendicion mediante un solemne ritual que convertia a las mujeres en parte del clero y les daba el reconocimiento de diaconos. Aqui los obispos solicitan que recibieran solamente la bendicién dada por aquellos que deseaban publicamente abrazar (0 «convertirse a») la vida ascética o penitencial y que recibieran la bendicién mediante la imposicion de manos. En este sentido, parece que quieren abolir también el diaconado de la mujer y, por tanto, excluir a Jas mujeres del clero. “ Sin embargo, Martimort no esté de acuerdo y cree que el concilio evité el término ordina- tio intencionadamente (Deaconesses, 198). Gryson est més acertado al apuntar que «los tér- minos benedictio y consecratio, y sus correspondientes verbos, aparecen frecuentemente como sindnimos de ordinatio y ordinare en los textos de esta ¢poca» (Ministry of Women, 107). ny © | averneia a Nv = | ALerHeIA oo MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Segundo Concilio de Orleans, Canones 17 y 18" Este fue el segundo de seis concilios nacionales en el periodo merovingio celebrados en Orleans, En él se reunieron veinticinco obispos en junio de 533 bajo la presidencia de Childeberto. Este con- cilio, como otros convocados en la Galia en los siglos v y vl, abordé diversos temas. Entre otras cosas, prohibié el matrimonio entre judios y cristianos (como siempre, indicio de que probablemente era una practica existente) y dejaba fuera de la comunién eclesidstica a todo aquel que comia carne sacrificada a los idolos. Dos de los cénones tra- taban asuntos referentes a las mujeres diaconos. Canon 17 Las mujeres que hasta este momento hayan recibido, en con- tra de la interdiccién de los cdnones, la bendicién del diaco- nado (benedictionem diaconatus), si se demuestra que se han casado de nuevo, se les prohibird la comuni6n. Canon 18 Se ha decidido que, de ahora en adelante, no se le concederé a ninguna mujer la bendicién diaconal (diaconalis benedictio) debido a la fragilidad de su sexo. Eso de la «interdiccién de los canones» se refiere presumible- mente a los decretos de Orange y Epaon, los cuales han sido clara- mente ignorados. Los obispos aqui reunidos se muestran especial- mente preocupados por las mujeres que han sido consagradas al diaconado y lo han abandonado para casarse por segunda vez, razn por la cual se les excomulga. De hecho, toman tan en serio la «frdgil» tendencia de las mujeres a huir del diaconado para volver a casarse, que en el canon 18 acabaron completamente con la bendicién diaco- nal. Segun la opinion de Gryson, aqui no se intenta sdlo eliminar un Tito, sino que los obispos estan tratando de abolir en su totalidad una categoria u oficio eclesidstico'’. La debilidad a la que hacen referencia © CCL 148a (1963) 64-71 " Ministry of Women, 107. MUJERES DIACONOS EN LA IGLESIA OCCIDENTAL significa, por tanto, la dificultad de vivir fuera de la vida consagrada en el mundo en vez de en el convento, Jo que presumiblemente les prote- gia de la «tentacién» del matrimonio. El papa Benedicto VIII a Benedicto, obispo de Oporto” Esta carta fue escrita en 1017 por el papa Benedicto VIII (1012- 1024) al obispo de Oporto, en el noroeste de Portugal, ciudad cono- cida por su vino tinto. La carta confirma algunas concesiones (p. ¢j. dos pescadores, una isla con dos iglesias, etc.) y ciertos privilegios al obispo, entre los cuales se encuentran los siguientes: Del mismo modo, os concedemos y confirmamos a ti y a tus sucesores para la eternidad toda ordenaci6n episcopal (ordi- nationem episcopalem), no sélo de presbiteros, sino también de didconos 0 diaconisas (diaconissis) o subdiaconos. A pesar de todos los esfuerzos anteriores de los concilios de occidente de eliminar a las diaconisas, es sorprendente encontrar a un papa, a principios del siglo x1, que no sdlo reconoce el oficio de las diaconisas, sino que admite que el rito de la iniciacién es una ordenacion. Conclusién A pesar de que los testimonios de las mujeres diéconos en occi- dente son escasos y tardios, deben de representar, en cierta medida, sdlo una pequefia muestra de lo que en realidad estaba sucediendo, como atestiguan los decididos intentos de los concilios de poner freno a cualquiera que fuera esa practica. No parece que el diaconado de las mujeres en occidente tomara una forma definida. Probablemente con- sistia en adaptaciones locales de lo que la gente de la época y del lugar conocia sobre el oficio en oriente, en ocasiones confundido con el orden de las viudas. Sin embargo, un papa confirmé el oficio en el siglo x1, eli- © PE 139,1921; Mayer, Monumenta, 52. La concesion fue afirmada por el papa Leon IX (1049-54) practicamente con las mismas palabras. Véase PL 143,602. | averneia N o ALETHEIA 220 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA minando cualquier duda en lo que respecta a su propiedad. Aparente- mente ¢] oficio del diaconado de las mujeres existia definitivamente en occidente en el siglo v, aunque no gozaba de una aceptacion gencrali- zada. 7| MUJERES DIACONOS |. Testamentum DomInI Nostc1 Jesu Chytst1 y textos relacionados 1 TD es una ordenanza de la Iglesia cristiana primitiva que litera- E riamente depende de alguna manera de la Tradicién Apostélica de Hipdlito, asi como de un apocalipsis y otras fuentes’. Pretende incluir las instrucciones que Cristo dio a los Doce después de la Resurreccién sobre asuntos de ordenaciones eclesiasticas, arquitectura, oracién dia- ria y otros asuntos. La fecha, motivo, autoria y origen de este texto son un tanto inciertos, Escrito probablemente en griego a finales del siglo 1V o (como sugirié Harnack) del siglo v’, en la actualidad se con- serva en siriaco, etiope’ y arabe. El lugar donde se escribié es incierto pero los expertos han propuesto que fue en Siria, Egipto y Asia Menor, siendo ésta ultima la posibilidad m4s probable. A finales del siglo xIx fue editado y traducido al latin por el distinguido orientalista y patriarca catdlico siriaco Monsefior Ignacio Efrén II Rahmani*, Los "Testamentum Domini Nostri Jesu Christi, ed, y trad. Ignatius Ephraem If Rahmani, F. Kirch heim, Maguncia 1899, p, 27. Rahmani utiliz6 tres textos siriacos y la edicidn siriaca que pre- paré se incluye también en paginas enfrentadas con el latin. Al interpretar textos como el TD w otras ordenes de la Iglesia primitiva, no hay que olvidar, como advirtié Bernard Botte, que esos documentos reflejan los ideales de los recopiladores por lo menos como, y proba blemente més, que la realidad eclesiastica contemporanea. Cf. LOrient Sprien: Revue trimes- trielle d'études et de reserches sur les Eglises de langue syriaque, vol. 5, Paris 1960, p. 346. > «Vorliufige Bemerkungen zu dem jiingst syrisch und lateinisch publizierten “Testamentum Domini nostri Jesu Christi”», en Sitzungberichte der Berliner Akademie der Wisseschaften (1899) 878-891. De forma poco conveniente, Rahmani propone una fecha mucho mas temprana (Testamentum Domini, xliii, xlviii). Testamentum Domini éthiopen, ed, y trad. R. Beylot, Peeters, Lovaina 1984. * Rahmani propuso que el TD se escribié en el siglo it. Sin embargo, su propuesta no ha tenido gran aceptacién entre los expertos MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Nv | averuera nueve textos del TD que aqui presentamos estan traducidos del latin de esta edicién del siglo xix°. Estos textos no encajan en ninguna otra categoria. El TD menciona a las diaconisas, viudas y mujeres presbiteros, y en él todos los grupos se distinguen claramente uno del otro. Al contrario que en cualquier otra ordenanza eclesiastica, el TD les concede a las viudas la mayor res- ponsabilidad y honor. Los otros dos textos que incluimos guardan cierta relacion con el TD. Testamentum Domini 1,19 En el siguiente texto, sacado de la parte del primer libro que trata sobre la constitucién de la Iglesia, se discute como se sentaran y coloca- ran las viudas y diaconisas en relacion a los otros oficiales en la liturgia. Que la posicién (aedes) del obispo esté cerca del lugar Ia- mado atrio (atrium). Asimismo, que el sitio de las viudas‘, de quienes se dice que tienen precedencia al sentarse (praecedentian sessionis), esté en el mismo lugar (ibidem). Que el lugar de los presbiteros y diaconos esté detras del baptisterio (post bapisterium). Que las diaconisas’, sin embargo, permanezcan cerca de la puerta principal de la iglesia (apud portam domus dominicae). En este texto, como en otros del TD, las viudas gozan de un papel prominente en la comunidad eclesiastica y, es mas, son veneradas por ella. Gryson fia observado correctamente que «ningun otro docu- mento atribuye a las mujeres un rango tan alto en la jerarquia eclesias- "Ni ésta ni otra edicién cumplen el estandar de una edicién critica moderna. El texto arabe no estd editado. Véase la traduccion al inglés de selecciones del siriaco y griego con una introduccién excelente y actualizada y las notas de Grant Sperry-White, The Testamentum Domini:A Text for Students, with Introduction, Translation, and Notes, Grove, Bramcote 1991. Se ha contrastado el latin de todas las traducciones con el siriaco con la ayuda de J. F. Coakley del Department of Near Eastern Languages and Civilization, Universidad de Harvard. « Siriaco: armlathé * Siriaco: mshamshényétha. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI ALETHEIA tica como el de las viudas»*. Aqui su rango se expresa por su ubicacion en la asamblea litargica. Al contrario incluso que los presbiteros hom- bres, ellas se colocan y se sientan en el atrio de la iglesia. Las diaconi- sas, en cambio, no tienen apenas papel en el TD. Como ha observado Martimort, «las diaconisas ocupaban un lugar muy humilde en este tipo de asuntos»’. Se sittan en la puerta principal de la iglesia y parece que su funcién se limita a saludar y vigilar la entrada de las mujeres congregantes a la iglesia. Por tanto, resulta muy instructivo hacer una comparacién global con las CA. De hecho, la situacion que en esta ultima se describe con respecto a las mujeres y el ministerio, es la con- traria a la descrita en el TD. Este ultimo presta mucha mas atencién a las funciones, estatus y cualidades requeridas de las viudas. Testamentum Domini 1,23" En el Sabbat que [los obispos] ofrezcan tres panes como sim- bolo de la Trinidad; el domingo, cuatro panes como imagen del Evangelio. Cuando ofrezca el sacrificio, cerrad completamente el velo del santuario como signo del antiguo pueblo errante, y que lo distribuya con el velo corrido entre los presbiteros, didco- nos, viudas candnicas (viduis canonicis), subdidconos, diaconi- sas (diaconissis), lectores [y] aquellos que tengan dones espi- rituales (charismata). Que el obispo se sittie el primero en el medio y los presbite- ros inmediatamente detras de él, a ambos lados; las viudas (viduae) detrds de los presbiteros que estén en el lado izquierdo; los didconos detras de los presbiteros que estén en el lado derecho; y detrds de éstos los lectores; y detras de los lectores los subdidconos; y detras de los subdiaconos, las dia- conisas (diaconissae). * Ministry of Women, 66. * Deaconesses, 49. °° Rahmani, Féstamentum Domini, 35, 37. 223 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 224 Durante el sacrificio de la Eucaristia, el TD imagina que se correr§ un velo, Detras del velo se situan todas las categorias y miembros del clero. Se menciona tanto a las viudas como a las diaconisas y, de hecho, ambas son consideradas miembros del clero. Hay, sin embargo, una jerarquia vertical estricta en la oblacién y parece que las viudas sufren un «rebajamiento». Mientras que en 1,19 ocupan una posicién conti- gua al obispo, en esta ocasién ocupan un lugar detras de los miembros de los tres Grdenes de hombres mas importantes. Parece, por tanto, que su lugar en la jerarquia va cambiando a lo largo de la celebracién de la Eucaristia. Al mismo tiempo, la diaconisa, que practicamente no tiene mas funcidn que la de saludar a las mujeres en la puerta de la iglesia, se situa detras del velo y, aunque se le menciona la ultima, experimenta un cambio «a mas» en la jerarquia por asi decirlo y se le incluye explicitamente entre la penumbra del clero, Todos ellos estan claramente separados del laicado. Testamentum Domini 1,23 [2]" Que el clero (clerus)” reciba primero en el siguiente orden: Obispo, luego presbiteros, después los didconos, luego las viudas, luego los lectores, luego los subdidconos, luego aque- Nos que gozan de dones espirituales, y los recientemente bautizados y luego los nifios. El laicado (populus) en este orden: los ancianos, los hombres virgenes, luego el resto". Las mujeres: primero las diaconisas, luego las otras. Aqui nuevamente se incluye a las viudas —mds explicitamente que en ningin otro lugar en el TD— entre el clero (clerus). Sin embargo, la reciben sdlo después de los miembros de los tres érdenes de hombres principales, pero se les situa antes de los lectores, subdiaconos y caris- maticos. Curiosamente, parece que este texto excluye del clero a las " Ibid., 47. Siriaco: kahné, “Es decir, el resto de los hombres. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRIJESU CHRISTI ALETHEIA diaconisas y, aunque son las primeras en recibir la Eucaristia entre las mujeres, se las incluye entre el laicado. Esto quiz concuerde con el papel limitado que generalmente tienen en comparacién con sus homélogas en las CA. Sin embargo, parece estar en conflicto con la decisién de incluirlas entre el clero en Ja oblacién descrita en 1,23. Testamentum Domini 1,34" En la iglesia, que se designen (noti sint) doce presbiteros, siete diéconos, cuatro subdidconos y tres viudas, con precedencia al sentarse (pracedentiam sessionis). El TD especifica el ntimero de presbiteros y didconos. El hecho de indicar también el numero de viudas es una muestra de su importancia en la comunidad. Testamentum Domini 1,35 (La oracion del didcono) * Roguemos por los obispos... Rogamos por los presbiteros... Rogamos por los didconos... Rogamos por las mujeres presbiteros (presbyteris [feminis])"*, que el Sefior escuche sus stiplicas y, por la gracia del Espiritu, guarde perfectamente sus corazones y les ayude en su tra- bajo. Rogamos por los subdidconos, lectores y diaconisas (diaconis- sis), que el Sefior permita que reciban la recompensa (merce- dem) de su paciencia. Eisen argumenta que el término presbyterae en este caso hace refe- rencia a las mujeres presbiteros'”, Puede ser cierto, como sugiere Eisen, que en el siglo Vv en occidente «las mujeres presidian comunida- des como presbiteros o presbiteras». Pero ni este texto ni ningun otro “ Rahmani, Testamentum Domini, 83. Ibid., 85.87. Siriaco: gashishatha. "Women Officeholders, 125-127. 2 v 5 N ID | AverHeia MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, del TD permiten respaldar tal conclusién. Tanto todo el contexto del TD como la estructura particular del texto que aqui es objeto de con- sideracin sugieren claramente que el TD no imaginaba a las mujeres con estatus y poderes presbiterales (es decir, poderes presidenciales y litirgicos). Sin embargo, las mujeres presbiteros son miembros del clero, situadas (aqui, como en TD 1,34) en el cuarto peldaiio de la jerarquia clerical (por debajo de los obispos, presbiteros y diaconos). En todo el TD se considera la oracion su principal tarea. En la congre- gacion se les ha de distinguir de las viudas, como esta especialmente claro en TD 2,19, donde durante la fiesta pascual rezan y descansan junto al obispo hasta e] amanecer mientras que las viudas permanecen en el templo. Testamentum Domini 1,40 (Sobre la ordenacién de las viudas) * Que sea ordenada” una viuda (ordinetur) que ha sido elegida (cligitur), que durante mucho tiempo haya estado sin esposo, y que haya sido persuadida por muchos hombres para casarse; pero que a causa de su fe no haya deseado estar unida aun hombre. Por el contrario, que no se elija todavia (non- dum eligenda est), sino que sea por un tiempo (sed ad tempus probetur), si ha sido piadosa, si ha educado a sus hijos en san- tidad, si no les ha ensefiado la sabiduria del mundo, si les ha educado en el amor de la ley sagrada y de la Iglesia, si ha orado cqn asiduidad, si se ha mostrado humilde, si ha ayu- dado gustosamente a los afligidos, si todo esto concerniente a ella lo han conocido los santos, si no ha desatendido a los santos, si ha servido con toda su fuerza, si es digna de llevar y sostener el yugo (iugum). En segundo lugar, que rece sin cesar y sea perfecta en todos los sentidos, ferviente en espi- ritu y que tenga los ojos de su corazén abiertos a todas las cosas. Que sea agradable en toda ocasién, amante de la sim- “ Rahmani, Testamentum Domini, 95,97. ” Siriaco: tettasrah. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI ALETHEIA plicidad, que no posea nada en este mundo, sino que porte y eve continuamente la cruz, que elimina todo mal, perseve- rante en el altar dia y noche, devota en su trabajo gustosa- mente y en secreto. Si tiene uno, o dos o tres compafieras que se mantengan undnimes, yo estaré entre ellas. Que sea per- fecta en el Sefior, como uno que es visitado por el Espiritu. Que realice esas cosas que se le han ensefiado con temor y diligencia. Que exhorte a las mujeres desobedientes (mulieres inobedientes), que instruya a las ignorantes”, convierta a las culpables, y que ensefie a aquéllas a ser castas, y que examine a las diaconisas detenidamente. Que haga saber a las que entran cémo y quién deben ser, y que exhorte a aquellas que permanecen fuera. A aquellas que escuchen, que les ofrezca pacientemente consejos respecto a esas Cosas que son buenas. Que no hable a la desobediente después de tres admoniciones (admonitiones). Que acoja a aquellas que vivi- rn mucho tiempo en virginidad o pureza. Que corrija modesta y pacificamente a aquellas que son con- trarias, Con todas, que sea pacifica. Que regafie en privado a aquellas que digan cosas superfluas y vanas. Si se niegan a escucharla, que lleve consigo una mujer de avanzada edad o que le haga al obispo (ad aures episcopoi) conocedor del asunto. Que sea silenciosa en la iglesia y asidua en la oraci6n. Que visite a las mujeres enfermas y lleve cada domingo a uno 0 dos didconos para que le ayuden”. Se aceptardn sus stiplicas a Dios y serdn el sacrificio (holocaus- tum) y altar” de Dios. Aquellas que ejerzan correctamente (probe) serdn glorificadas por los arcangeles. Pero aquellas que sean inclementes, locuaces, curiosas, furiosas, beodas, malvadas, o demasiado aficionadas a los placeres (vehementer diligentes delectationes), la semejanza (simulacra) de sus almas, que se mantienen en presencia del Padre de la Luz, perecera y ser levada para que more en la oscuridad. * Es decir, mujeres ignorantes, Es decir, las mujeres enfermas ® Siriaco: madbha. 2 8 7 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 2: S 8 Sus obras que, de hecho, son visibles, ascienden al supremo, son empujadas facilmente al abismo, para que después de la transformaci6n y destruccién de este mundo, la semejanza de sus almas suban para testificar en su contra y para impedir que miren hacia arriba. De hecho, la imagen 0 caracter de todas las almas permanecen en presencia de Dios antes de la creacién del mundo. Por tanto, elegid a la que pueda ir en contra de las phialas sagradas”. De ellas son los doce presbiteros (presbyteri) que alaban a mi Padre en el cielo, quienes reciben las oraciones de todas las almas puras y las ofrecen al mas Supremo como si fueran un dulce aroma. Este es un capitulo entero del 1D. Trata solamente sobre los crite- rios para la ordenacion 0 nombramiento y sobre los papeles contem- plativos y dedicados a la oracién que las viudas han de asumir y ejem- plificar (algunos tomados de 1 Tim 5). En primer lugar, se dice explicitamente que las viudas estan «ordenadas» en su oficio. Como ha observado Gryson, el TD no distingue (al contrario que las C4) entre «ordenar» y «designar». Ademias, se dice que las viudas estan «ordena- das» precisamente de la misma manera que lo estan otros clérigos importantes. En el capitulo anterior, por ejemplo, se «ordena» al dia- cono de Ja misma manera que a la viuda™. Como ha apuntado Gryson, el hecho de que se «eligiera» a las viudas implica casi con seguridad (como lo hace con obispos, sacerdotes y didconos) «una eleccion correcta y justa, que supone un interrogatorio y una prueba»*. En segundo lugar, aqui el ideal de la casada sdlo en una ocasion (univiram), como en otros textos de esta coleccién, se loa con el codi- cilo de que la futura viuda ha de haber rechazado explicitamente ofer- tas de matrimonio «por la fe». De esta manera, demuestra su dedica- *' Rahmani especula que el traductor siriaco confundié aqui dos términos griegos Quan y ‘dvAn-, y que, por tanto, la frase deberia leerse no como obviam ire phialis sanctis sino obviam ire turmis sanctis-»ir en contra de los sagrados escuadrones» (Testamentum Domini, 97 n. 2) * Ibid., 91-95, Lo mismo observa Gryson en Ministry of Women, 64-65 » Ministry of Women, 66. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI ALETHEIA cidn a su ministerio pastoral. En tercer lugar, el texto es inusualmente receptivo a la nocién tanto de la comunidad como de la propia viuda, que funcionan como portadores de la revelacién del Espiritu Santo. De hecho, la revelacién a «los santos» parece ser un criterio de nom- bramiento y un signo de la aprobacién de la comunidad, y se cuenta con que la misma viuda sea «visitada» por el Espiritu Santo, quien, de nuevo, la considera la favorita entre las mujeres de la comunidad. Aqui sus labores coinciden con las de las diaconisas de las CA. Ellas son, por asi decirlo, un obispo auxiliar para las mujeres. Por ultimo, el texto detalla minuciosamente su papel ejemplar como asceta y contempla- tiva, y supone que no sera una labor facil. Debera ser apta y capaz de sostener un yugo pesado y llevar constantemente una cruz de pobreza e incesante oracién. En esta conexién final, se Ja relaciona tanto fisica como simbélicamente con el altar. Testamentum Domini 1,41 (Oracién de la viudas que se sientan delante) * Como ya hemos mencionado, el TD incluye oraciones para la ordenacién de todo el clero, incluyendo la de las mujeres. El siguiente texto son las instrucciones para la ordenacién de una viuda y la ora- cin que el obispo dice al ordenarla. La ordenacién (ordinatio)” de una viuda ser de la siguiente manera. Mientras que ella esté rezando en la entrada del altar y mirando hacia abajo, que el obispo diga en voz baja (sub- misse), de manera que s6lo puedan oirlo los sacerdotes: «Dios santo y sublime, que ves a las mujeres humildes, que has elegido a los débiles y a los poderosos™, que has creado, oh Venerado, incluso a estos que son desdefiados, transmite, oh Sefior, un espiritu de poder sobre esta sierva tuya”, y for- % Rahmani, Testamentum Domini, 99. ” Siriaco: mattasthanuta, ® eDébily y «poderoso» estén en masculino plural en siriaco. ® La palabra siriaca en este caso sc traduciria al espaol como sirvienta», 229 ® | averneia N 36 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA talécela en tu verdad de tal manera que, cumpliendo tu man- damiento y trabajando en tu santuario, sera para ti una hon- rada vasija y dard gloria en el dia, oh Sefior, en el que glorifi- cards a tus pobres. Dale poder para que practique felizmente las ensefianzas por ti descritas en la norma de tu sierva. Dale, oh Sefior, un espi- ritu de humildad, de poder y paciencia y amabilidad, para que pueda, llevando tu carga con alegria inefable, seguir haciendo sus labores. Sinceramente, Senior Dios, que conoce nuestra debilidad, perfecciona a tu sierva para la gloria de tu casa; fortalécela para que edifique como un brillante ejem- plo. Dios, santificala, hazla sabia y consuélala, porque, Dios nuestro Padre, tu reino es bendito y glorioso...» La gente: «Amén». Se utiliza la misma palabra siriaca para ordenacién, mettasrhanuta, para los obispos, presbiteros, diaconos y subdidconos. Este texto es otro testimonio de la elevada consideracién de que gozan las viudas en la comunidad. Sin embargo, véase la opinién de Martimort, quien apunta que es un «error hablar de la ordenacién de las viudas», ya que la imposicion de manos, bajo su punto de vista, esta limitada sdlo para los tres ordenes sacerdotales”. El énfasis en «cosas desdefiadas» parece un tanto contradictorio con el papel venerado del que gozan las viudas en el resto del documento. Aqui se enfatizan su papel e ideal, asi como cualidades que ya nos eran conocidas: capacidad de rezar en el altar; llevar la carga de la pobreza, de la soledad y de la oracién ince- sante; y servir con una capacidad ejemplar a la comunidad. Testamentum Domini 1,42” Este capitulo, que sigue al que da las instrucciones sobre la orde- nacién de las viudas, describe cémo se han de comportar al comenzar su nueva vida y ministerio, ” Deaconesses, 51. * Rahmani, Tescamentum Domini, 101. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI Después de que la viuda haya sido establecida de esta manera, que no solicite nada: sino que esté ella sola (solitaria) y que se ocupe de las stiplicas de piedad. Ya que la fundacién de la santidad y de la vida de las viudas consiste en la soledad (in solitudine), para que no ame a otro que no sea el Dios de los dioses, el Padre que esta en el cielo. En las horas establecidas, que ofrezca sola sus alabanzas, a la noche y al amanecer. Si tiene la menstruacién (menstrua), que permanezca en la nave y que no acceda al altar, no por estar contaminada (non quasi sit polluta) sino debido al honor del altar (propter hono- res altaris); y después de que haya ayunado y se haya lavado, que persevere en el altar. En los dias de Pentecostés, que no ayune. En la fiesta Pascual, que dé a los pobres de las cosas que posea, y que se lave y rece de esa manera. Cuando dé las gracias y ofrezca sus alabanzas, si tiene compa- fieras que son virgenes de un mismo sentir (unanimes) con ella, seria mejor que recen con ella respondiendo: «Amén». Si no, que rece sola bien en la iglesia bien en casa, en especial a media noche (media nocte). Los momentos en que es necesario que ella ofrezca sus ala- banzas son los sabados (sabbatum), el dia del Sefior, ya sea Pascua, Epifania o Pentecostés. El resto del tiempo, que dé las gracias en humildad con salmos, canticos y meditaciones; y que obre de esta manera. De hecho, el Altisimo les santificard [a las viudas] y perdo- nar todos los pecados que se les hayan imputado y su igno- rancia. Mi celestial Padre les confortara e iluminara sus caras, como las caras de las vasijas sagradas, y brillaran en mi gloria el dia de la recompensa. Queda claro por este texto que la funcion principal de las viudas es la de orar solas, para lo cual necesitan la capacidad de perseverancia en el altar. Rahmani observa que el fragmento sobre la menstruacién no aparece en la versién copto-arabe ”. Aunque en el texto prevalezca *Tbid., 100n. 2. D | averueia No ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 232 la preocupacién sobre la pureza de las zonas del altar, es significativo el hecho de que no se considere contaminada a la viuda que tiene la menstruacion. Y lo que es mas importante: el texto parece indicar que la edad candnica de sesenta era discutible y que se imaginaba a viudas mas jovenes casadas en una sola ocasion para esta comunidad. Este texto es uno de los pocos del TD que enumera las recompensas con las que se colmara a las viudas, lo que incluye (a pesar de la cruel referen- cia a la ignorancia que, nuevamente, parece ser contradictoria con el papel pedagogico que se espera que las viudas adopten para con las mujeres) la remision del pecado y la promesa de la gloria eterna. Nue- vamente, éstos son indicios claros del elevado estatus de estas mujeres en la comunidad. Testamentum Domini 2,4* Este texto proviene de un capitulo sobre las instrucciones y con- ducta de los catectimenos que estan a punto de ser bautizados. Que las mujeres no se adornen... para que los hombres jéve- nes y la iglesia no caigan en la trampa; sino que actiien con modestia y sabiduria (scienter): de lo contrario, que sean cas- tigadas por las viudas que se sientan enfrente (a viduis haben- tibus praecedentiam sessionis). En este texto se vuelve a enfatizar el papel pedagdgico y exhorta- tivo ejercido por las mujeres que ya hemos visto en mas ocasiones (p. ej. 1,40). Ademas, da fe del inmenso respeto con el que se trataba a estas mujeres ordenadas y del papel particular que ejercian con las mujeres congregantes y las catectmenas. Testamentum Domini 2,8* Este texto, del que se desconocen sus fuentes, esta incluido por el autor del TD. Como ha apuntado Martimort, el hecho de que este "Ibid., 119. “Ibid. 129.131. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI texto no se encuentre en la DA y si esté incluido en el TD podria refle- jar que es una practica real en su comunidad *. Que las viudas que se sientan enfrente unjan (ungantur) a Jas mujeres [a las que se va a bautizar], mientras que los presbi, teros recitan la formula sobre ellas. Y en el bautismo también que esas viudas reciban a la mujer envuelta en un velo mien- tras que el obispo les da las formulas de la profesién: y de nuevo cuando él ofrezca las férmulas de la renuncia. Aqui es obligatoria la presencia de las mujeres ministras —en este caso viudas, no diaconisas— y se sefiala en especial la preocupacion por el decoro y la decencia, Como correctamente observa Martimort, éste es uno de los textos en los que el TD revela su especial preocupa- cién «por los problemas de decencia y modestia que surgian con rela- cidn al bautismo de las mujeres». En este caso, sin embargo, las provi- siones son «mucho mis estrictas» que, por ejemplo, en la DA tanto en el compromiso de las viudas como en el uso del velo. Apréciese que en este caso el ministerio le es confiado a la viuda y no a la diaconisa, como en la DA. Testamentum Domini 2,19 (Orden de destituci6n durante Ja Fiesta Pascual)” Que los creyentes, habiendo sido despedidos, se vayan de acuerdo con sus 6rdenes. Que las mujeres se vayan con sus esposos... Que las viudas" permanezcan hasta el amanecer (tempus matutinum) en el templo, donde tendran comida. Que las mujeres presbiteros (presbyterae)” permanezcan con el obispo hasta el amanecer, rezando y descansando. % Deaconesses, 47. * Ibid., 47-49, ” Rahmani, Testamentum Domini, 141. ® Siriaco: armlatha. Siriaco: qashishatha, literalmente «mujeres ancianas»; ni viudas ni presbiteros. 8 | avernera a ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 8 & Aqui es evidente que todo lo referente a la liturgia pascual se orquesta y organiza cuidadosamente, incluso la despedida, que procede de manera ordenada y regular. A las viudas (claramente diferenciadas de las mujeres del pueblo) se les provee con comida y no abandonan el servicio, sino que permanecen en la iglesia orando, Como sucede en el TD 1,35, las viudas se diferencian de las mujeres presbiteros, Estas ulti- mas tienen un puesto mds elevado en Ia jerarquia de la congregacién y se sientan en un lugar prominente durante la liturgia. En un contexto como éste, presbyterae se traduciria simplemente por «mujeres ancia- nas», pero su papel especial al lado del obispo implica un estatus y fun- cién especial. Como sucede en el 7D, han de rezar, su principal respon- sabilidad como mujeres presbiteras en la congregacién. Canon de Clemente Este texto tan misterioso fue traducido al latin por J. A. Assemani de un texto siriaco llamado Nomokanon de Bar Hebreo” —compuesto probablemente entre finales del siglo m y principios del siglo v—, cuya fecha se desconoce. Por tanto, y solamente por razones lingiiisticas, queda claro que no lo escribié Clemente, presbitero romano del siglo | que, de haberlo escrito, lo hubiera hecho en griego*!. En una seccién de un capitulo dedicado a la constitucién de las diaconisas, el autor siriaco atribuye los cénones de su trabajo a los apdstoles Pedro y Andrés, y aqui a Clemente. Este es slo uno de los muchos textos de la Iglesia primitiya atribuidos a Clemente de Roma con objeto de aumentar su autoridad. * El texto siriaco fue editado por Paul Bedjan, Nomocanon Gregorit Barhebraei (Paris, 1898). Hay razones por las que pensar que la traduccién del siriaco de Assemani no es adecuada. Véase «Bar Hebraeus», en Dictionnaire de droit canonique 2, donde Carlo de Clercq la des- cribe como «assez defecteuse». Agradecemos esta informacién, asi como otros detalles pro- vechosos sobre este texto a William Monroe de la Universidad de Brown. Agradecemos también a J. F. Coakley de la Universidad de Harvard por su ayuda al contrastar cl latin con el siriaco de la edicion de Bedjan “Sin embargo, Mayer identifica inequivocamente a Clemente como el autor y como el cuarto papa de Roma (Monumenta, 5 n. 1). MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI ALETHEIA Que se elija a una viuda que haya estado mucho tiempo sin esposo, a pesar de haber sido coaccionada (compressa). Sino Io ha consentido y ha perseverado en oracién y castidad, que sea ordenada (ordinetur), constituida en los escalones del altar; y que el obispo rece la oracién adecuada en silencio sobre su cabeza. Cuando haya sido establecida, que rece sin cesar. Y si esté menstruando, que permanezca en la nave (in templo) y que no acceda al altar, no por ser impura (immunda), sino por el honor del altar. Después de que haya ayunado y se la hayan Ilevado, que sea asidua a la fiesta pas- cual, que se lave y de esta manera que rece. Que no ayune en los dias de Pentecostés. Queda también claro por motivos no lingitisticos que este docu- mento no data del siglo 1. Como apunta Mayer, guarda cierto parecido con un documento monofisita del siglo v titulado «Constituciones de la Iglesia egipcia»'. Sin embargo, guarda también un parecido incluso mas impactante (quiza incluso dependencia) con TD 1,40 y 1,42. Por tanto, existe cierta relacién literaria compleja y una dependencia entre estos textos, aunque tal dependencia no sea probablemente directa. Es posible que este texto también dependa de alguna versién de la TA. Lo que complica esa hipétesis (entre otras cosas) es que en la TA 11 se afirma explicitamente que cuando se designaba a una viuda, «no se le ordenada» sino que se le elegia. Aqui lo mas probable es que esté orde- nada, como lo esta en el TD, mediante la imposicién de manos que se reserva a los tres érdenes de hombres mas importantes en el TD. La ansiedad respecto a la aproximacién de las viudas menstruantes al altar, visto también en el TD, implica que no se tenia en cuenta la edad canénica de sesenta y que, por tanto, se ordenaba también a viudas mas jévenes. © Véase Scriptorum veterum nova collectia e vaticanis codicibus, Angelo Mai (ed.), Typis Vaticanis, Roma 1825-, 10/2.7,7, que contiene parte del texto sobre la viuda menstruante que Mayer no incluye en su edicién, ® Mayer, Monumenta, $n. 1 235 | ALETHEIA 236 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Constituciones de la Iglesia egipcia 37,1-6" La procedencia, autoria, genealogia literaria y otros aspectos de esta ordenanza de la Iglesia egipcia son dudosas, Parece que se origina- ron en comunidades monofisitas en algin momento del siglo V. Se duda también de si dependen de ordenanzas eclesidsticas anteriores, Parece que guardan algun tipo de relacién literaria con alguna forma (version, variante) de la TA de Hipélito, quizd los coptos Cénones de Hipélito, asi como con el TD y con el Libro 8 de las CA. Aunque proba- blemente se escribiera originariamente en griego, en 1900 se descu- brio una traduccién arcaica al latin del documento. Los siguientes canones incluyen instrucciones sobre el nombramiento, caracter y funciones de las viudas designadas, , 1. Si se designa (constituitur) a una viuda, que no se le ordene (ordinetur), sino que se le elija (cligatur) por el nombre. 2. Sisu esposo fallecié mucho tiempo antes, que se le designe. 3. Si, por el contrario, no ha transcurrido mucho tiempo desde que su esposo fallecié, no depositéis confianza en ella. 4. A pesar de que sea de avanzada edad (aetate Provecta), pro- badla durante algin tiempo; normalmente esas pasiones cre- cen con aquel que les da cobijo dentro se si. Que se designe solamente por palabra (verbo tantum) a una viuda y que se una a las otras [viudas después], y que no se le bendiga mediante la imposicién de manos (nec vero manus ei impona- tar) porque ella no ofrece el sacrificio, ni leva a cabo la litur- gia (quia nop oblationem offert neque liturgiam facit). 5. El clero esta ordenado (ordinatio fit in clero). Sin embargo, que la viuda se designe (constituatur) para la oracién, lo que es comin para todos. Una de las principales diferencias entre estas Constituciones yla TA cs el modo gramatical. Lo que era indicativo en Hipdlito se convierte en este texto en subjuntivo yusivo. Dicho de otro modo, lo que se des- © Die aligemeine Kirchenordnung, fibchristliche Liturgien und kirchliche Uberlieerung, Theodor Schermann (ed.), F. Schoening, Paderborn 1914-1916, 1,52-53; DA 2,105. 106. MUJERES DIACONOS: TESTAMENTUM DOMINI NOSTRI JESU CHRISTI cribe en TA, aqui se ordena. «Que no se ordene» (TA: «no se ordena>); «que se designe a la viuda» (7A: «se designa a la viuda»). No es facil explicar el porqué de este cambio gramatical: quiza la intencion del autor era simplemente subrayar mas enfaticamente que Hipdlito que las viudas no se ordenaban, o su intencién era, tal vez, acabar con la practica de la ordenacién de las viudas que quiza se estaba llevando a cabo en esa comunidad. Estas Constituciones difieren también de TA en que, en el canon 6, indican explicitamente el fundamento para la ordenacién del clero y no de las viudas, mientras que en TA Hipdlito hace referencia a ello implicitamente. A las viudas Unicamente se les nombra y se les designa —no se les ordena— y no se les ordena porque no ofrecen el sacrificio de la Eucaristia ni tienen una funcion liturgica. En todo el texto hay una notable distincion entre ordinatio y constitutio (es decir, entre ordenacién y designacién), y la diferencia tiene que ver con su implicacién en el oficio y servicio liturgico. Por tanto, sea cual sea el ritual que indica la introduccién en la lista de las viudas, no es la imposicion de manos. Para el autor de estas Constituciones la unica fun- cién de las viudas es rezar y, como apunta en el sexto canon, ésta es una funcién que comparte con todos los cristianos, con la diferencia de que ellas lo hacen mas intensamente. Conclusién Es sorprendente encontrar discusiones sobre viudas ordenadas tan tarde en el desarrollo del oficio eclesiastico. El Testamentum Domini y otros pocos textos relacionados han de considerarse independientes de una legislacion anterior, e incluso contemporanea, porque atesti- guan la inhabitual costumbre de un grupo de Iglesias de oriente que tenian varios y diversos tipos de oficios para mujeres —entre las que se incluian las viudas, presbiteros y diaconisas—, por lo que probable- mente estaban relacionados de alguna manera a las estructuras ecle- sidsticas reveladas en los Hechos de Felipe y el Martirio de Mateo (véase capitulo 8). Otro aspecto inusual es que en estos textos las viudas gozan de un mayor estatus que las diaconisas. Como se dijo en el capi- 2 ALETHEIA a 7 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA B roy tulo 1, se ha de distinguir entre pertenencia al clero, ordenacién, ministerio liturgico y ministerio sacramental, Parece que ninguna de estas mujeres ejercid un ministerio sacramental, pero claramente algunas de ellas pertenecieron al clero y estuvieron ordenadas. 8 | MUJERES PRESBITEROS E 1 titulo de presbitero esta siempre sujeto a interpretaciones con- textuales. Ya sean hombres o mujeres, puede hacer referencia a una persona adulta, como por ejemplo los presbyteroi y presbyterai en 1 Tim 5,1-2, mientras que los presbyteroi del 5,17 ocupan probable- mente cierto cargo de autoridad. Ademas, el titulo femenino de pres- bytera puede a veces hacer referencia a la esposa de un presbitero varon, Aunque, como veremos a continuacién, en ocasiones no es el caso. EN ORIENTE A pesar de que los sinodos y concilios tanto de oriente como de occidente condenaron en repetidas ocasiones la practica de las mujeres presbiteros, los testimonios epigraficos y literarios insinuan que seguian existiendo, si bien en pequefio numero, De las pocas referen- cias que aqui presentamos, son mas las que proceden de occidente que de oriente. En estos ejemplos, no se puede trazar claramente el limite entre «ortodoxia» y «herejia», excepto en aquellos en los que se iden- tifica a un grupo conocido (p. ej. los montanistas de Epifanio y Agus- tin). TEXTOS LITERARIOS, CANONES Y LEYENDAS El Concilio de Laodicea y el Padre de la Iglesia Epifanio condena- ron el establecimiento de mujeres presbiteros, mientras que los Hechos de Felipe y el Martirio de Mateo no argumentan a favor de las mujeres ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 2 z 10 presbiteros, sino que mas bien asumen su existencia. ;Fue de estas comunidades de donde otras estaban tomando ejemplo? Concilio de Laodicea, Canon 11' Hay dos posibles concilios de Laodicea (Frigia), ambos de fechas inciertas. El primer concilio, del cual proviene el siguiente decreto, se celebré probablemente a finales del siglo Iv o principios del v. Sin embargo, hay expertos que piensan que sus cdnones representan una coleccion de decretos formulados durante varios afios. El segundo con- cilio, cuyos decretos no se han conservado, se celebré posiblemente entre el 478 y 481, y fue convocado para juzgar el caso de Esteban, obispo de Antioquia, que fue absuelto del cargo del nestorianismo. Con respecto a aquellas a las que se Hama presbiteras o muje- res presidentes (prokathémenai), no esté permitido designar- las en la Iglesia. Presbytides, el primero de los dos términos dificiles que en este texto se utilizan, lleva consigo la misma ambigiiedad que su homdlo- gos masculino presbyteros, lo que puede significar tanto hombre anciano como «ancianoy en oficio; es decir, un oficial o presbitero, El contexto nos deberia especificar su significado, y aunque es escaso, lo poco que hay sugiere algin tipo de funcién u oficio eclesidstico; quiza, «mujer anciana» o presbitera. El segundo término, prokathemenai significa mujeres que ocupan los asientos de delante, o el puesto de lider o pre- sidenta. La palabra connota honor, privilegio y estatus. El t¢érmino que se utiliza para’la designacién, kathistasthai, difiere del lenguaje habitual de la ordenacién (cheirotonia 0 cheirothesia). El resultado es confuso, ya que mientras que los términos para las mujeres implican oficios eclesiasticos, el término para su designacién no lo hace. Es evidente que el canon pretende acabar con la practica, fuera cual fuera. Una posibilidad es que el decreto hable sobre las dia- "Texto: Mansi, Sacrorum conciliorum, 2,565-666; Mayer, Monumenta, 11; texto completo en inglés con comentario, PNPN n.s. 14,130-131 MUJERES PRESBITEROS conisas superioras que portan un titulo y responsabilidad especial con respecto a otras diaconisas y mujeres en la Iglesia en general, quiza la de presidir los grupos de mujeres y asumir una especie de funci6n casi presbiteral. Otra posibilidad es que estas mujeres ejercieran algun papel presbiteral auténtico con una especie de ordenacién en la Igle- sia, con la que el decreto queria acabar, Una manera de hacer eso es menospreciar al oficio mediante el uso de un término que niegue su ordenacién reduciéndolo simplemente a «designacion». El canon 45 de la misma coleccién parece tener un objetivo similar: «Las mujeres no deberdn acceder al altar». Dicha legislacién se promulga tnica- mente para intentar acabar con una practica consolidad: Epifanio, Panarion (Caja de medicinas) 49,2,1-3 (En contra de los quintilianistas... a los que se les han sumado los artotiritas)’ Epifanio (c. 315-403), nativo de Palestina, fue obispo de Salamina en Chipre y un incansable combatiente de la fe ortodoxa. Su obra principal es el Panarion 0 Caja de medicinas, que contiene el diagndstico y tratamiento contra todas las herejias. También se conoce como Adver- sus Haereses 0 En contra de los herejes y es una obra polémica y en ocasio- nes descuidada, que depende de anteriores catalogos de herejias, en especial de la de Hipdlito. Cuando se refiere a los quintilianistas, real- mente esta hablando de los montanistas, un movimiento carismatico que nacié en Frigia en la segunda mitad del siglo | y que pronto se extendié por gran parte del mundo mediterranco. Usan tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento y también hablan de igual manera sobre una resurreccién de los muer- tos. Consideran a Quintilla y Priscila sus fundadoras, lo mismo que los catafrigios. Llevan consigo muchos testimo- nios inttiles y atribuyen una gracia especial a Eva porque ella *Véase discusidn en Eisen, Women Officeholders, 116-123: “Texto: PG 41,879-882. Traduccién completa disponible en Frank Williams (ed.), The Pana- rion of Epiphanius of Salamina, vol. 2, Brill, Leiden 1994, iN) avernera 2 a ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, 2. S 2 fue quien comio primero del 4rbol del conocimiento. Consi- deran a la hermana de Moisés profetisa, para respaldar su practica de designar mujeres para el clero. Ademas, segun ellos, Felipe tuvo cuatro hijas que profetizaron. Es habitual que en sus asambleas entren siete viudas vestidas de blanco portando lamparas para profetizar a la gente. Engafian a la gente que esta presente, dando la impresién de éxtasis; fin- gen llorar, como si estuvieran mostrando el dolor del arre- pentimiento derramando lagrimas y, por su apariencia, Jamentando la vida humana. Las mujeres entre ellos son obis- pos, presbiteros y el resto, como si no existiera diferencia de naturaleza. «Porque en Cristo Jestis no hay diferencia entre varén 0 mujer» [Gal 3,28]. Estas son las cosas que hemos escu- chado. Se les llama artotiritas porque en sus ministerios utili- zan pan y queso y de este modo llevan a cabo sus ritos. Este pasaje aporta un interesante testimonio sobre el uso de los textos biblicos como «documentos de autoridad» por parte de los grupos que argumentaban a favor 0 en contra de los roles de liderazgo de las mujeres en la Iglesia primitiva. Este texto ofrece también la unica descripcién de un excepcional ritual litirgico montanista. No se conocen mas testimonios del uso del pan y del queso como elementos sacramentales. Se puede sospechar que si Epifanio fue el tnico en narrar este extrafio suceso, tal vez fuera debido a que se dejo llevar por la imaginacién. Sin embargo, la afirmacién de que estos grupos tenian mujeres obispos y presbiteros esta bien fundamentada, ya que sabemos que estos grupos aceptaban el liderazgo de las mujeres. Epifanio, Panarion (Caja de medicinas) 78,23,2.79,3,6-79,4,1' Otros sostienen este sinsentido sobre la santa Virgen perpe- tua: actuando asombrados y de forma disparatada han estado y estan descosos de ponerla en el lugar de Dios. Ya que se ha dicho que algunas mujeres en Arabia, procedentes de la region de Tracia, propusieron esta estipida idea: preparan “Text 2 PG 42,735-746, MUJERES PRESB/TEROS una especie de tarta en nombre de la siempre Virgen, se reu- nen y, en nombre de la santa Virgen, intentan emprender una obra que es irreverente y blasfema inconmensurablemente: ejercen de sacerdotas de mujeres en su nombre. Es evidente que Epifanio denigra totalmente la practica que se le ha contado, de la cual no sabemos nada mas. Luego pasa a defender come- didamente el honor legitimo de Maria. Repasa las referencias en las Escrituras hebreas y cristianas, argumentando que ninguna mujer fue nombrada sacerdotisa, ni tan siquiera las cuatro hijas de Felipe o ni la propia Maria, que ciertamente fue elegida. Cristo podria incluso baber sido bautizado por ella, pero, en cambio, eligid que le bautizara Juan. Esta claro que existe un orden de diaconisas en la Iglesia, pero no para la funcién del sacerdocio (hierateuein) ni para nada por el estilo que se les vaya a confiar, sino por el bien de la conveniencia de las mujeres ya sea en el bautismo 0 al exa- minar alguna enfermedad o problema y cuando se ha de des- vestir el cuerpo de una mujer, que no ha de ser visto por el sacerdote var6n (anér hierargén), sino por la ministro mujer que ha sido nombrada para la ocasién por el sacerdote para que ella pueda hacerse cargo de las necesidades de la mujer cuyo cuerpo se ha de desvestir. De este modo, se proporcio- nan debidamente la regularidad y el orden segtin la costum- bre. Esto es también el motivo por el que la palabra de Dios no permite que una mujer hable en la iglesia’ o gobierne a un hombre‘. Se podria decir mucho mas al respecto. Sin duda se necesitaba el orden de las diaconisas en la Iglesia, pero también se menciona a las viudas y, entre ellas, a muje- res mayores 0 «ancianas», pero no se menciona en ningtin lugar a las mujeres presbiteros 0 a las mujeres sacerdotes. Ciertamente, incluso ni a las didconos en el orden de la Igle- sia se les confia la proclamacién del misterio, sino sdlo asistir una vez los misterios se hayan realizado. 41 Cor 14,34. *1Tim 2,12. | ALETHEIA 243 ALETHEIA E MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Esta afirmacién la hace Epifanio al tratar el tema de las coliridia- nas, un grupo de mujeres de Arabia que ejercen una especie de liturgia eucaristica feminista en honor a Maria. Esta practica no se conoce en mas lugares en este periodo. Después de reafirmar el honor que se le debe a Maria y el sacerdocio de los varones del Antiguo Testamento, Epifanio proporciona uno de los testimonios mas tempranos del argu- mento de que si Jestis hubiera querido sacerdotes mujeres, hubiera ordenado a Maria. Todo el pasaje tiene un tono condescendiente e insultante (p. ej.: «El sexo femenino es errénco, falible y pobre en inteligencia... Venid ahora, siervos de Dios, utilicemos una mente varonil y dispersemos la locura de estas mujeres»). Esto reitera la exclusion de las mujeres del ministerio en el altar y limita su papel a la asistencia en el bautismo de las mujeres. La palabra diakonissa se usa para referirse a la diaconisa. Las muje- res presbiteras son presbytides (véase canon 11 del Concilio de Laodi- cea) y las mujeres sacerdotisas son preshyterides, termino que se apro- xima mas a la palabra masculina presbyteroi Hechos de Felipe 1,12,8-9" Los Hechos de Felipe datan probablemente de finales del siglo 1v 0 principios del v y proceden de un grupo ascético que fue perseguido por la Iglesia mayoritaria. Podria haber surgido de entre los encratitas, conocidos por haber defendido la abstinencia del matrimonio, la carne y el vino como esencial para la practica del cristianismo por los cre- yentes que debian mantenerse puros. Algunos expertos sugieren que el periodo del texto es inmediatamente posterior al 381-383 d.C., cuando Teodosio I promulgé los decretos condenando a los disidentes ascéticos, y apunta que provenian de la Frigia rural, donde habia un historial de cultos de fertilidad conducidos por mujeres. El contexto del pasaje es que el apdstol Felipe se ha encontrado en su camino desde Galilea a una mujer Ilorando la muerte de su hijo. "Texto: Acta Philippi, Francois Bovon, Bertand Bouvier y Frédéric Amsler (eds.), Brepols, ‘Turnhout 1999, p. 385 (comentario en francés de F. Amsler, pp. 515-516) ‘MUJERES PRESBITEROS Felipe resucita al joven de la muerte y éste recita lo que ha experimen- tado mientras estaba muerto: una visita al infierno, similar en forma a otros del mismo género (p. ej. Apocalipsis de Pedro). Alli vio a varias personas con diversos tipos de atuendos y el angel Miguel, su guia durante el viaje, o los propios sufridores le ensefiaron qué mal habian hecho para merecer tal tormento, El mayor pecado parecia haber sido intentar corromper o incluso desdefiar y tratar con desprecio a los apuros» (es decir, miembros de esta comunidad). Aquellos que mejor simbolizan y personifican esta pureza son la gran variedad de oficiales en la Iglesia. El contexto del siguiente pasaje es que Miguel le ha dicho al joven que se le ha convocado para regresar al mundo, La presencia de Cer- bero es una combinacién interesante de temas cristianos y clasicos. Cuando escuché esto, me apresuré a irme, y saliendo vi en la puerta un hombre y una mujer y el gran perro llamado Cer- bero, de tres bocas que estaba atado a la puerta con fuertes cadenas. Estaba devorando al hombre y a la mujer y tenia sus higados en las patas. Y ellos, medio muertos, estaban gri- tando: «Ten piedad de nosotros! ;Ayuda!» Pero nadie les ayud6. Entonces yo fui a apartar al perro, pero Miguel me dijo: «Déjales, porque también blasfemaron contra los pres- biteros varones (presbyteroi), mujeres presbiteras (presbytides), eunucos, didconos, diaconisas (diakonissai) y virgenes, mediante falsas acusaciones de impureza y adulterio, y una vez hicieron esto se encontraron conmigo, Miguel, asi como con Rafael y Uriel, y se los dimos a este perro como alimento hasta el gran dia del juicio». En mas lugares del libro primero de los Hechos de Felipe hay listas de los oficiales de la Iglesia: en todas ellas, episkopoi, presbiteros, virge- nes y eunucos (1,6,8; 7,8-9.17.22-23; 8,23; 10,10-11). Solo aqui esta la lista completa, incluyendo mujeres presbiteros, didconos y diaconi- sas. Aqui el término presbytides no puede s6lo significar «mujeres adul- tas», como en otras ocasiones (p. ej. 1 Tim 5,2;Tit 2,3), ya que esta incluido en una lista de otras funciones eclesiasticas reconocidas. Ha ALETHEIA & ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 246 de referirse a una especie de ministerios eclesiasticos oficiales. Debido también a la existencia de las diaconisas para desarrollar funciones dia- conales, lo mas probable es que la labor de las presbytides sea de algin modo litargica y complementaria a la de los presbiteros varones. El comentarista de la edici6n critica apunta que quiza estos encratitas habian preservado «la tradicién antigua cristiana» de la presencia de las mujeres en los ministerios, a pesar de que la presencia de los pres- biteros mujeres podria haberse visto influenciada por el clima reli- gioso de Asia Menor, donde los testimonios arqueoldgicos y literarios parecen indicar una mayor prominencia de mujeres en puestos religio- sos de liderazgo en las religiones grecorromanas. Martirio de Mateo 28° Se desconocen el origen e incluso la forma original de este docu- mento, La historia de los manuscritos es complicada y se conservan muchos manuscritos griegos de la era medieval primitiva y traduccio- nes al latin, eslavo antiguo y armenio. Hay numerosas posibilidades de interpolacién literaria con otras tradiciones apostolicas apécrifas anti- guas. Aunque aqui parezca que el evangelista Miguel es el martir en cuestion, hay otras posibles relaciones con los Hechos de Andrés y Mateo (véase Hch 1,26). Los nombres de Mateo y Matias se han confundido en ocasiones en las tradiciones posteriores. Debido a que los manus- critos que se han conservado son tardios, no se puede decir mucho sobre la época y lugar de origen. A Mateo te acompaiia su condiscipulo Platén. Cuando Mateo es martirizado, quemandolo sobre un atatid funerario, se le ve ascender al cielo, Después, le habla a Platon y le da indicaciones para la celebra- cién de la Eucaristia. Platon ve a Mateo sobre el mar, acompajiado de dos hombres con atuendos brillantes y un hermoso nifio. El rey que *Textos en griego y en latin en Maximilian Bonnet (ed.), Acta Apostolorum Apocrypha (Wissens- chaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1959), 2.259; discusién de las tradiciones ms. , ibid, xxxiii-xxxv; discusin del documento de Aurelio de Santos Otero en New Testament Apocrypha, Wilhelm Schneemelcher (ed.), Westminster/John Knox, Louisville, KY, 1992, 2,458-460. MUJERES PRESBITEROS ordené la ejecucién también es testigo de la visién e inmediatamente se arrepiente y se convierte. Platén lo bautiza y sobre ellos aparece Mateo y les da nuevos nombres al rey, a su esposa, a su hijo y a su hija politica. Bonnet da tres versiones diferentes. 1. Griego ms. PF: Y en ese momento Mateo designé (katestésan) presbitero al rey (basileus), de treinta y siete afios, y designé didcono al hijo del rey, de diecisiete afios, y designé presbi- tera (presbytida) a la esposa del rey y a la mujer de su hijo la designé diaconisa (diakonissa), con diecisiete afios. Habia una alegria enorme en la iglesia y todos se decian unos a otros: «jAmén! Alabado sea el sacerdocio (hierosyné) y la bendicién’ en Cristo. Amén». 2. Griego ms. VUE: El bendito Mateo ordené (echeirotonesen) al rey presbitero, a su hijo didcono, y también a su esposa y a su novia" diaconisas (diakonissai). Luego los alabaron diciendo: «La alabanza y la gracia de nuestro Sefior Jesucristo esté siempre con vosotros». 3. Latin ms. EQ: En ese mismo momento nuestro bendito Mateo ordené (ordinavit) al rey (imperator) presbitero: tenia treinta y siete. Y ordené a la esposa del rey diaconisa (diako- nissa); tenfa treinta. Y al hijo del rey lo ordené didcono: tenia diecisiete. Y a su mujer la ordené diaconisa (diakonissa) y tenia diecisiete. Después habia gran alegria en la iglesia del Sefior y todos decian: «Aleluya, amén. Jerusalén es glorifi- cada en el nombre de Cristo». Seguin el interés clerical, el texto adopta una forma u otra. Las versiones | y 3 estan relacionadas de manera mas estrecha, aunque la esposa del rey es presbitera en la version griega y diaconisa en la latina. Solo se le asigna una edad en esta ultima version, Es interesante el cuidado a la hora de especificar las edades, dado que diecisiete aiios era muy joven en cualquiera de las listas como requisito de edad para la ordenacién. Las Novellae 123,13 de Justiniano establecen los treinta "Texto: enlogismos, en vez de eulogismos (Lampe, Lexicon) con referencia a este pasaje. °° EI texto no especifica quién es cada mujer. B | averuera a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, ty & | svetuea afios para la ordenacién presbiteral, veinticinco para los didconos y cuarenta para las diaconisas. La edad para la ordenacién de las diaconi- sas variaba de una época a otra y de un lugar a otro, pero diecisiete hubiera sido demasiado joven en cualquier parte. La segunda versién griega cita las edades de todos. E] término para la ordenacién en la version I es menos claro, mientras que en las otras dos se utiliza la ter- minologia generalmente aceptada. E] titulo de presbitera para la esposa del rey que se da en la versién 1 posiblemente no se le haya dado por ser la esposa del presbitero, ya que se utiliza el mismo len- guaje de constitucién para los cuatro y el titulo de diaconisa es rara- mente utilizado —si es que alguna vez se ha utilizado— para referirse a las esposas de los didconos. En las tres versiones es evidente la tenden- cia de evitar sugerir la ordenacién presbiteral de las mujeres. INSCRIPCIONES A pesar de que la primera inscripcién, la de Ammion, ha sido nor- malmente entendida como montanista debido a su época y lugar, no es seguro. Las otras es poco probable que sean montanistas y, por las razones mas abajo expuestas, es poco probable que se refieran simple- mente a una mujer anciana, La presbitero Ammion"' Inscripciéy funeraria de la primera mitad del siglo 1 procedente de Usak, en Frigia, Asia Menor, Es una de tres inscripciones que nom- bran a un tal obispo Diogas. En otra inscripcién, Diogas dedica el memorial de un obispo llamado Artemidoros, que ha sido costeado por los fondos de la iglesia. La otra es el memorial del mismo Diogas, erigido por su esposa Aurelia Tatiané, que atin vivia cuando él fallecié. "Texto: Elsa Gibson, «Montanist Epitaphs at Ucak», GRBS 16 (1975) 433-442, esp. 437-438 y The «Christians for Christians» Inscriptions of Phrygia. Greek Texts, Translation and Commentary, Harvard Theological Studies 32, Scholars, Missoula 1978, p. 136; NewDocs 4,122,7, p. 240; Eisen, Women Officeholders, 116-117; traduccién en Kraemer, Women’s Religions, 256-257. MUJERES PRESBITEROS Los editores suponen que estas tres inscripciones se refieren a la misma persona y, por tanto, datan aproximadamente del mismo perio- do. También se ha sugerido que los textos provienen de una comuni- dad montanista porque se hallaron en Frigia, la cuna del montanismo, y porque Epifanio da fe de la existencia de mujeres presbiteras monta- nistas (véase arriba, Panarion 49,2), contraria a Ja presunta ausencia de mujeres presbiteras en la iglesia «ortodoxa». Sin embargo, no hay otras caracteristicas tipicas del montanismo en estas inscripciones y hay quien ha dudado de este argument”. El obispo Diogas en memoria de Ammion la presbitero Ammion es un nombre comin de mujer en Asia Menor central. Sin embargo, jes el titulo de Ammion, presbytera, un titulo de oficio o su designacién de mujer anciana? No hay un factor comparativo en la inscripcién, es decir, no se la compara con alguien que es mas joven que ella. Ademas, ;por que querria el obispo local, en vez de sus parientes, ser el que la conmemora si el significado del titulo es solo «mujer ancianay?Y si Diogas fuera un pariente suyo, zno lo hubiera dicho en la inscripcién? En otra de las inscripciones, Diogas conme- mora a otro obispo. Parece, entonces, que el obispo era la persona apropiada para conmemorar a aquellos en el oficio eclesiastico. Artemidora, presbitero”’ Procedente de una inscripcién de una momia en Egipto, siglo 1! om. (Momia) de Artemidora, hija de Mikkalos y madre Paniskiai- né, presbitero, descansé en el Sefior. EI titulo pres’b’ en ocasiones se entiende como «anciana» en el sen- tido de edad avanzada, pero normalmente se trata mas bien de un Discusion minuciosa en Eisen, Women Officeholders, 116-123. "Texto: Frangois Baratte y Bernand Boyaval, «Catalogue des étiquettes de momies du Musée du Louvre (C.E.M.L,)-texts grees», Cahiers de Recherches de I'Institut de Papyrolagie ct 4’ Egyptologie de Lille 5 (1979) 237-339, en 264 n°, 1115; NewDocs 4.240, n°, 122.6; Eisen, Women Officeholders, 125-126. B | averieta 6 ALETHEIA a MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, titulo de oficio. El orden de las palabras sigue la forma habitual en este tipo de inscripciones: nombre, padre, madre, edad, origen, titulo y fecha". Aqui no aparecen la edad, ni el origen, ni la fecha. Esta es la lectura mas probable, aunque los tres nombres aparecen en genitivo, por lo que es posible (pero menos probable) otra lectura de la inscrip- cién: que Artemidora es la esposa de Mikkalos y madre de Paniskiaine, En este caso, podria ser posible que Paniskiainé fuera la presbitero de la familia. Se desconoce su funcién como presbitero, pero tales ins- cripciones deberian entenderse en el contexto del canon 11 del Con- cilio de Laodicea a finales del siglo 1v, cuya intencién era la de abolir precisamente lo que estaba haciendo esta mujer. Epikto Presbytis‘ Breve inscripcién procedente de la isla de Tera, una de las islas Cicladas del mar Egeo. El angel de la presbitero Epiktd Existen unas cuarenta y siete inscripciones procedentes de Tera que comienzan por la palabra angelos, seguida en la mayoria de los casos de un nombre propio en genitivo. Se discute si las inscripciones son paganas, judias o cristianas, aunque la mayoria apunta a que son cristianas. La idea de un angel guardian de la tumba se encuentra en mas lugares (véase Agaliasis, de la isla cercana de Melos) pero es mas pronunciada en esta coleccién procedente de Tera. El término para presbitero, presbytis, podria significar simplemente mujer mayor, pero esto es poco probable en una tumba conmemorativa, donde se utilizan los titulos funcionales y honorarios (para los antecedentes, véase el canon 11 del Concilio de Laodicea, arriba) '*. “Eisen, Women Officeholders, 126. “Texto: Grégoire, Recueil 167, p. 58; discusidn, Eisen y Denis Feissel, BCH 101 (1977) 209- 228, en 210, 212 (fig. 2, p. 211) '© Mas discusién en Eisen, Women Officeholders, 123-125, MUJERES PRESBITEROS Kale Presbytis” Inscripcién procedente de Centuripae, Sicilia, probablemente del siglo Vv ov. Aqui yace Kale, presbitero, que vivié cincuenta afios de manera intachable. Fallecié en la decimonovena kalenda de octubre [14 de septiembre]. El titulo de Kale aparece abreviado en preb; abreviatura de «presbi- tero» que aparece en mas lugares de las inscripciones tanto griegas como latinas, La abreviatura podria referirse a presbytis o presbytera, dos formas con més 0 menos el mismo significado. Ambos podrian signifi- car «mujer mayor», pero Manni Piraino y Eisen apuntan que no apa- rece tal designaci6n para ese tipo de mujer en ningun otro lugar en las inscripciones de Sicilia. El término podria significar también esposa de un presbitero, opcién poco probable en este caso dado que no se men- ciona ni se da titulo alguno a ningun esposo. La expresidn de «Aqui yace...» (enthade keitai) es comtn en Italia, especialmente en las ins- cripciones judias procedentes de Roma. EN OCCIDENTE Algunos de los mejores testimonios tanto literarios como epigrafi- cos de mujeres presbiteros provienen de occidente. La mayoria de ellos, debido a la naturaleza de la dinamica de su supresion, son cir- cunstanciales y estan sujetos a multiples interpretacioncs. ESPOSAS DE CLERIGOS Con titulos tales como presbytera, existe siempre la posibilidad que se refiera a la esposa de un presbitero varon. De hecho, ésta era la cos- ‘Texto: AE 1957.454, p. 114; Eisen, Women Officeholders, 128-129, con discusién; Maria Teresa y Manni Piraino, /scrizioni grecke lipidarie del Museo di Palermo, S. F. Flaccovio, Palermo 1972, 36-37, n°. 13 (ilustracién 7); traduccién en Kraemer, Women’s Religions, 256; mencio- nado en NewDocs 1,79, p. 121. | avetHera Ny ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA g N tumbre incluso en occidente en ciertas épocas; asimismo se utilizaba el titulo de diaconisa para referirse a la esposa de un diécono ®. Ejem- plo de ello son el canon 19 del Segundo Concilio de Tours, el Sinodo de Auxerre y el posterior Sinodo de Roma (743). Estos se incluyen aqui para contrastarlos con el material que sigue, donde es muy poco probable que ése sea el caso. Segundo Concilio de Tours, Canon 19” Este concilio, al que asistieron nueve obispos, se reunid en noviembre de 567 en la basilica de San Martin. Se emitieron veinti- siete canones, algunos de los cuales tratan sobre las relaciones entre el clero varén casado, obispos incluidos, y sus esposas. El canon 12 ordena a los obispos casados vivir en el celibato, rodeados de su clero y separados de sus esposas. El canon 19 comienza poniendo en duda que muchos arciprestes rurales, asi como didconos y subdidconos, «estan bajo sospecha de seguir con las relaciones sexuales con sus esposas». Luego pasa a declarar lo siguiente: Si se ha encontrado a un presbitero con su presbitera (pres- byteria) 0 a un didcono con su diaconisa (diaconissa) 0 a un subdidcono con su subdiaconisa (subdiaconissa), que sea excomulgado (excommunis) por un afio entero, depuesto de todo oficio clerical y sea puesto entre el laicado. Tanto el lenguaje de este canon en particular como el alcance global de los cénones en el Concilio indican que las presbiteras, diaconisas y subdiaconisas sdn las esposas de los presbiteros, didconos y subdidconos respectivamente. Por tanto, el canon esta hablando sobre las esposas de los hombres que estaban casados antes de la ordenacién. No se exigia que los hombres se separaran de sus esposas cuando eran ordenados, sino que se mantuvieran célibes. El hecho de que los obispos se vieran ** Para més discusién, véase Brian Brennan, «“Episcopae”: Bishops’ Wives Viewed in Sixth- Century Gaul», Church History 54,3 (1985) 311-323. El articulo trata sobre las esposas de obispos y muestra cémo ellas también ejercieron funciones de liderazgo importantes. Concilia Galliae, C. de Clercq (ed.), CCL 148A (1963) 134, MUJERES PRESB/TEROS obligados a emitir el decreto y que comenzaran anunciando que el requerimiento de la continencia estaba siendo ignorado, indica que esos hombres no estaban absteniéndose de las relaciones conyugales. En cual- quier caso, una vez casados, sus esposas eran Ilamadas presbyterae (0, como en este caso, presbyteriae), diaconissae 0 subdiaconissae, segtin el caso. Sin embargo, no es suficiente decir, por ejemplo, que las diaconisas en esta época son simplemente «las esposas de los diaconos», como sugiere Martimort”. A pesar de ser cierto, no va lo suficientemente lejos, ya que seguro que habia alguna diaconisa que para esta época se hubiera consagrado a la virginidad. Sin embargo, Martimort esta en lo cierto cuando apunta que aqui estamos realmente hablando de una nueva cate- goria al utilizar el término «diaconisa». Segun este documento, las dia- conisas y las presbiteras y las obispas han de ser célibes consagradas que no mantienen relaciones sexuales con sus esposos ordenados. Se da por hecho que no tienen un papel liturgico o un estado clerical. Sinodo de Auxerre, Canon 21” Este pequefio sinodo diocesano estuvo presidido por Anacario, el obispo de Auxerre, en el 578 y a él asisticron siete abades, treinta y cuatro sacerdotes y tres didconos. A pesar de su reducido tamafio, el s{nodo emit cuarenta y cinco canones. Uno de ellos prohibié que las nifias interpretaran coros 0 canciones en la iglesia, Otro, el canon 22, prohibié que las viudas de un sacerdote, diacono o subdiacono se vol- vieran a casar. El canon 36 prohibié que la mujer que tuviera la mano al descubierto recibiera la Eucaristia. Dada la cantidad de abades pre- sentes, no es extrafio que varios de los decretos traten sobre la disci- plina monastica, incluyendo el canon 24, que prohibe a un abad o monje huir del claustro para casarse. El canon 21 demuestra que en ocasiones el titulo de presbytera no indica un oficio eclesidstico. No le esta permitido a ningiin presbitero, después de haber recibido la bendicién de la ordenacién, dormir en la misma » Deaconesses, 201. ™ En Concilia Gallia, C. de Clercq (ed.), CCL 148A (1963) 268, S avernera 3 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA & z cama con su presbitera (presbytera) o unirse en pecado carnal (in peccato carnali miscere); como tampoco a un didcono o subdiacono. Este sinodo se celebré mas o menos una década después del Segundo Concilio de Tours. Ambas asambleas francas utilizan el tér- mino presbytera en el mismo sentido, En este caso, como en Tours, el término se refiere a la esposa de un sacerdote que ha sido ordenado después de haberse casado. El y su esposa estan obligados a vivir en castidad ¢ incluso a dormir separados (aunque bajo el mismo techo) tras su ordenaci6n, y esta obligacién se aplica también a aquellos con ordenes menores, De nuevo, la necesidad de promulgar el decreto probablemente indica que esas parejas no estaban llevando una vida casta tras la ordenacion sacerdotal o diaconal. Lo que si es seguro es que la presbytera aqui no se refiere a una mujer presbitero con funcio- nes sacerdotales. Sinodo de Roma” En el 743 se celebré un sinodo en Roma bajo la presidencia del papa Zacarfas (741-752), al que asistieron sesenta obispos. El sinodo se convocé para considerar una serie de asuntos relacionados con la disciplina eclesiastica. Se emitieron catorce canones en relacién a esos asuntos, que incluian cuestiones sobre matrimonios en cuarto grado y ofrendas a dioses paganos. El quinto canon nos resulta especialmente interesante. Nadie deberia presumir de unirse fisicamente a una abomina- ble consorte, como a una presbitera (presbyteram), diaconisa (diaconam), monja (nonnam) o mujer (monacham) © matrona espiritual (espirituales commatrem). Cualquiera que cometa un acto de este tipo, deberia saber que est4 destinado a los grilletes del anatema (anathematis vinculo) y condenado por el juicio de Dios y excluido del cuerpo y sangre sagrados del Sefior Jesucristo. ® Mansi, Sacrorum conciliorum, 12.383; Mayer, Monumenta, 50. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA Irénicamente, la formula para la excomunién fue redactada por el propio papa Zacarlas. Distinguia tres tipos de excomunién, de las cua- les el anatema era la pena reservada para las ofensas mas graves contra la disciplina eclesiastica. Al promulgar la sentencia, el papa tenia que estar vestido de manera solemne, sentarse frente al altar y entonar la formula del anatema: «Privamos a N., a él mismo y a todos sus cém- plices e instigadores, de la comunién del Cuerpo y Sangre de Nuestro Seftor; le separamos de la sociedad de todos los cristianos; le exclui- mos del seno de Nuestra Santa Madre Iglesia en el Cielo y en la tierra, le declaramos excomulgado y anatematizado; y le juzgamos a estar condenado al fuego eterno con Satan y sus angeles y con todos los reprobados, hasta que no reviente los grilletes del demonio, haga penitencia y satisfaga a la Iglesia; lo entregamos a Satan para que mor- tifique su cuerpo, para que su alma se salve el dia del juicio». Se envia una nota escrita a los obispos y sacerdotes de los alrededores avisando- les de que no den la comunién al anatematizado. Esta es la pena severa que aqui se prevé. Las presbiteras y diaconisas en cuestién eran las esposas de los sacerdotes y diaconos que estaban casados antes de ser ordenados y eran posteriormente obligados a la castidad. TRES NORTEAFRICANOS CONTRA LAS MUJERES PRESBITEROS ‘Tertuliano creia firmemente que las mujeres poseian el don de la profecia, pero no el derecho de acceder al altar. En ocasiones identi- fica a las que ataca como cheréticas», aunque no es asi en el caso de la historia de Tecla (Sobre el bautismo 17,4). Al mismo tiempo, es evidente en Sobre la modestia 13.7 y A su esposa 1,7 que miembros del orden de Jas viudas, aunque no ejercieran funciones sacerdotales, eran conside- radas miembros del clero en su iglesia catafrigia. La carta de Firmi- liano en la coleccién de Cipriano indica probablemente la presencia de la influencia montanista, aunque se podria pensar que para mediados del siglo 1 habia ya una clara delineacién en Asia Menor entre monta- nistas y otros, y que condenar algo como parte de «la Nueva Profecia» 2: oy 5 ALETHEIA 2: a 16 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA seria suficiente. Firmiliano no traza ese limite en este texto. Agustin simplemente repite las descripciones de las practicas igualitarias mon- tanistas en fa seleccibn del clero (véase Epifanio). Tertuliano, De praescriptione haereticorum 41,5” Nacido en Cartago, norte de Africa, Quinto Septimio Floro Tertu- liano (c. 160-225) fue uno de los Padres latinos mas influyente y bri- llante. Fue muy critico, en especial con las mujeres, a pesar de que la mayoria de esos comentarios abusivos han de ser cuidadosamente con- textualizados e interpretados”. Converso del paganismo, Tertuliano se convirtid en un apologeta prolifico y efectivo del cristianismo. En sus obras teolégicas hizo un gran esfuerzo (junto con la Biblia latina, segu- ramente disponible ya a finales del siglo !) por aumentar y desarrollar el vocabulario teoldgico de la Iglesia. De hecho, se empled tanto en ello que normalmente se le llama «el padre de la teologia latina». A pesar de su moral rigorista, se ha exagerado la influencia que en él tuvieron la Nueva Profecia o el movimiento montanista. Aunque pro- bablemente no fuera como se ha dicho en ocasiones— el editor de la Pasién de Perpetua y Felicitas, tiene mucho que decir sobre las mujeres y Su ejercicio del ministerio (a pesar de que no dijera nada sobre las dia- conisas). En su obra antiherética De praescriptione haereticorum, escrita sobre el 200, cuando el autor se encontraba en lo que los expertos llaman su «periodo catdlico» (es decir, antes de que su pensamiento manifestase signos de la influencia montanista), Tertuliano expone su famoso argu- mento de que los herejes no tienen derecho a interpretar las Escritu- Tas porque no son suyas. Al final del tratado, narra el comportamiento ” De praescriptione haereticorum, R. F. Refoulé (ed.), CCL 1 (1954) 221, * Seguin un estudio reciente, «las opiniones de'Tertuliano acerca de las mujeres, consideran- dolas dentro de su propio contexto cultural y teolégico, no eran inusualmente negativas sino relativamente positivas»; y «hay varias declaraciones [en sus escritos] que respaldan la idea de que él consideraba a las mujeres ontologicamente iguales a los hombres». Véase Daniel Hoffmann, The Status of Women and Gnosticism in Irenaeus and Tertullian, Mellen, Lewis. ton, NY, 1995, pp. 148.152. MUJERES PRESBITEROS de sus oponentes, considerando la actividad ministerial de las mujeres en estas sectas. Estas mujeres heréticas: ;qué descaradas (procaces) son! Se atreven a ensefiar (audeant docere), a debatir, a evar a cabo exorcismos, a intentar curar, quiza incluso a bautizar (for- tasse an et tingere). Aislandolo de su contexto, parece que el objetivo prioritario de este texto es el de relatar las irregularidades del ministerio de las mujeres en las sectas heréticas a las que Tertuliano deplora. Sin embargo, dentro de su contexto, queda claro que la queja principal de Tertuliano va dirigida contra la disciplina de las sectas heréticas en si, y en especial contra las desviaciones de los hombres heréticos. Con rela- cidn a esto, las practicas «descaradas» de las mujeres sirven como ilus- tracién de la irregularidad, capricho y arrogancia de los hombres heré- ticos, cuya incapacidad para controlar a las mujeres en las sectas es prueba suficiente de mayores defectos. A pesar de que el texto no vaya principalmente dirigido contra las mujeres heréticas, resulta valioso para indicar inequivocamente qué fanciones ministeriales, segin Tertuliano, no se les permitla asumir a las mujeres. La proscripcion de ensefiar aparecera de nuevo en los escritos de Tertuliano (véase el texto de Adversus Marcionem 5,8,11, mas abajo), que la basa también en un texto paulino (1 Cor 11,5) y ahi se aplicara también a mujeres que son impecablemente ortodoxas. En cuanto a la proscripcién de exorcizar y curar, ¢s significative que Tertuliano parece permitir siempre a los varones cristianos ortodoxos laicos llevar a cabo estas funciones. En su Apologia, por ejemplo, dice que el exorcismo puede Hevarlo a cabo a quolibet Christiano, es decir, «cualquier cristiano». En otras palabras, estas actividades no eran, en la medida en que Tertuliano lo veia, la prerrogativa de los sacerdotes 0 de cual- quiera de las otras categorfas del clero. (De hecho, los exorcistas no Hle- garon a ser miembros del clero cristiano hasta mucho después de que Tertuliano acabara esta obra.) Por tanto, uno se ve forzado a concluir ® Apologeticum, 23.4, CCL 1 (1954) 131. Q lavernera a ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA que, por lo menos en este caso, el estatus no ordenado de una mujer no era lo que la exclufa de sacar los demonios y curar, sino su sexo. Si no le estaba permitido exorcizar ni curar, no le estaba permi- tido, a fortiori, ensefiar. Esta idea yace implicitamente en este texto, al igual que lo hace explicitamente en todos los comentarios de Tertu- liano sobre los pronunciamientos paulinos de guardar silencio y de no ensefar en 1 Cor 14,34-35 y 1 Tim 2,12. A la luz de la prohibicion de ensefiar resulta también significativa la opinion comprensiva de Tertu- liano sobre las mujeres que profetizan (véase el texto de Adversus Mar- cionem 5,8,11, mas abajo), que la basa también en un texto paulino (1 Cor 11,5). El lenguaje que utiliza Tertuliano al describir el bautismo levado a cabo por las mujeres sugicre no sélo que considera esto como una de las ofensas mas graves que aqui discute («incluso» bauti- zar), sino ademas que no puede estar seguro («quiz») de que sean las mujeres realmente las culpables de ello. Tertuliano, De cultu feminarum 2,12,1° La obra que actualmente conocemos como De cultu feminarum (c. 200) estaba compuesta originariamente por dos obras distintas escritas por Tertuliano y que ahora aparecen unidas. Como consecuen- cia, los dos libros que componen Sobre el atuendo de las mujeres no son coherentes ni continuos. Sin embargo, en ambas obras, Tertuliano trata sobre los mismos temas, centrandose en algunos detalles sobre el peinado, pigmentos, tintes de pelo, vestimentas elaboradas, excesos en la vestimenta y temas similares, amonestando a las mujeres a recha- zar todo esto tanto por su origen diabdlico como por ser signos exter- nos de la castidad interior, (Tertuliano también advierte a los hombres [2,8] de que no estan exentos de estos comentarios.) En el pentltimo capitulo de la obra, utiliza la palabra «sacerdotisa» con relacién a las mujeres, aunque lo que Tertuliano tiene en mente es un tipo especial de sacerdocio, ® De culty feminarum 2.12.1, E, Kroymann (ed.), CCL 1 (1954) 367. MUJERES PRESBITEROS Deseemos solamente no ser motivo de la blasfemia. Qué gran motivo de blasfemia (blasphemabile) es si ta, de quien se dice que eres la sacerdotisa de la castidad (sacerdotes pudicitae), aparecieras en ptiblico vestida y maquillada (cultae et expic- tae) como las no castas. Este texto indica claramente el unico papel sacerdotal que Tertu- liano quiere conceder a las mujeres. Sino se les permite ensefiar, debatir o bautizar, ni incluso curar ni exorcizar, podrfan servir como «sacerdoti- sas» de la castidad. Al utilizar este término Tertuliano presumiblemente no imaginé que «sacerdotisa» fuera realmente un papel social o una stica como lo era «viuda», ¢ incluso menos aun como un categoria ecle oficio que fuera reconocido en un ritual de ungimiento u ordenacion. Parece més bien que lo utiliza para sugerir que las mujeres, en especial con relacién a su vestimenta y su papel social, ejemplificaban y «hacian de mediadoras» de la virtud de la castidad. Obviamente, este papel se expresa implicita y silenciosamente, y no de forma publica y explicita, a menudo a través de los hechos expresivos del presbiterado, En este sen- tido, tenian un papel «apologetico» que ejercer en el sacerdocio, en Ja medida en que manifestaban al mundo romano la gran virtud moral caracteristica de la Iglesia cristiana. En otras palabras, no ejercian el ministerio de la oracién o ensefianza que las convertiria en mediadoras sacerdotales en el sentido estricto de la palabra. El término sacerdotes pudicitae nos recuerda sin duda a las virgenes vestales de Ja antigua religion romana, aunque deberiamos cuestionar si Tertuliano relacioné estas sacerdotisas cristianas con aquellas anti- guas virgenes romanas. Sin embargo, y en més ocasiones en su obra Exhortacién a Ia castidad 13, las utiliza como simbolo de castidad a imi- tar por las viudas cristianas. Tertuliano, De baptismo 17,4” Valiosa como testimonio para la historia del rito de iniciacién, la obra de Tertuliano Sobre el bautismo (c. 200) fue, al parecer, propiciada ” De boptismo, J. Borleffs (ed.), CCE 1 (1954) 291-292 Q averneia y @ | averneta MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA por las criticas de una tal Quintila, una «vibora de la herejia cainita» (De Bapt. 1), una secta cuya obra «venenosa» traté de abolir el bau- tismo. En respuesta, Tertuliano escribié un conjunto de piezas breves sobre los inicios, significado y adecuada administracion del rito bautis- mal, cuestionando al final tanto el derecho de las mujeres a instruir como a bautizar, aunque los cainitas habian rechazado el sacramento. Aparentemente, Tertuliano reaccioné ante la practica de algunas muje- res que, siguiendo el ejemplo del bautizo de Tecla a si misma en el agua de Ia acequia del anfiteatro de Antioquia (Hechos de Pablo y Tecla 34), estaban reivindicando el derecho a bautizar. Sin embargo, la petulancia de esa mujer (petulantia mulieris), que erréneamente ha adoptado el derecho a ensefiar, no engendrar también el derecho a bautizar (tinguendi ius)", a no ser que viniera una nueva serpiente, de forma que, como la primera [es decir, Quintila] destruyé el bautismo, asi otra deberia por su propia autoridad (per se) conferirlo. Pero si los escritos que erréneamente se dicen que han sido escritos por Pablo [es decir, Hechos de Pablo] afirman el ejemplo de Tecla de permitir que las mujeres ensefien y bauticen, que se sepa que en Asia, el sacerdote que falsificé ese escrito (como aumentando el prestigio de Pablo por el suyo propio) fue descubierto y, aunque confesé que lo hizo por amor a Pablo, perdié su puesto. ;Cémo se puede creer que alguien que no ha permitido a una mujer ni siquiera aprender por derecho, le diera el poder de ensefiar y bautizar a la mujer? «Que guar- den silencio», dice, «y que pregunten en casa a sus esposos» [1 Cor 14,34-35]. Una vez mas, Tertuliano cuestiona el derecho de ensefiar de las mujeres. Si, segun la orden apostdlica, la mujer no puede ni aprender, entonces por consiguiente (de nuevo a fortiori) no puede legalmente ensefiar ni bautizar. (Aunque, sin embargo, aTertuliano le parece posi- ble que algunas podrian haber estado haciéndolo). Ademas, no es sim- * En sus escritos Tertuliano solia utilizar el término legal ius, que significa un derecho a ejer- cer algin privilegio. MUJERES PRESBITEROS plemente qué ha ensefiado lo que a Tertuliano le parece problematico, sino que haya declarado su autoridad personal y la de una obra eviden- temente apécrifa en contra de la autoridad apostélica explicita. Por tanto, la cuestion no es tanto que una mujer esté ensefiando la doc- trina herética, como que sca una autoridad magisterial. Tertuliano no queria que la mujer ensefiara en absoluto, aunque su labor fuera estrictamente la pedagogia ortodoxa del bautismo. Tertuliano, Adversus Marcionem 5,8,11” Escritos sobre el 206-212, los cinco libros contra Marcion consti- tuyen el trabajo mas extenso de entre todas las obras de Tertuliano, Son también algunos de los testimonios mas importantes sobre el pensa- miento de Marcién. Después de tratar la doctrina de Dios y el pen- samiento cristolégico de Marcin en los tres primeros libros del tra- tado, en los dos ultimos libros Tertuliano pasa a comentar la Antitesis de Marcin y su interpretacién de la Biblia en general. El siguiente texto trata de la discusién de los dones del Espiritu que se habian presagiado en «La Ley», es decir, en el Pentateuco, y, mas en general, en otras partes de Ja Biblia hebrea. Aqui Tertuliano esta decidido a demostrar que «el Apéstol» (es decir, Pablo) esta en conformidad con los profetas hebreos (uno de los puntos que Marcién traté de negar por todos los medios en la Antitesis) y hace uso de ellos como autoridad al hablar de los dones espirituales (especialmente en 1 Corintios). Una de las intenciones de Tertuliano, ademas de demostrar la permanente autori- dad de las Escrituras hebreas, es la de desafiar a Marcién a citar hom- bres y mujeres que hubicran profetizado, porque esto hubiese sido para Tertuliano signo de autoridad y autenticidad. Asimismo, al prescribir (praescribens) a las mujeres guardar silencio en la iglesia, que no hablen con el propésito de aprender [1 Cor 14,34-35] -aunque él [Pablo] ya ha mostrado que incluso ellas tienen derecho a profetizar, cuando pone un velo sobre la mujer que profetiza [1 Cor 11,5-6]-, utilizé » Adversus Marcionem, E. Kroymann (ed.), CCL 1 (1954) 688. ALETHEIA, 8 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 2 a 2 su autoridad para someter a las mujeres (subiciendate femi- nae) ala ley (ex lege)... que [Marcién] también me muestre a mi alguna de esas mujeres especialmente santas de su comu- nidad que haya profetizado.. Una vez mas, la cuestién de los derechos y limitaciones de las mujeres a hablar en la iglesia conlleva al tema central bajo discusi6n. Durante una discusién mas extensa sobre la duradera validez de la Ley y de la posesidn del Espiritu, Tertuliano vuelve a hacer alusion a la prohibicién apostdlica de que las mujeres hablen en la iglesia, al menos con relacion a la ensefianza yel aprendizaje. Ademas, haciendo referencia nuevamente a Pablo, y quiza reflejando la influencia de su apego al montanismo, Tertuliano concede explicitamente a las muje- res el derecho a profetizar (cf. 1 Cor 11,5: «Pero cualquier mujer que ore 0 profetice con su cabeza descubierta deshonra su cabeza»). La «ley» a la que Tertuliano se refiere es posiblemente Gn 3,16. Aqui, como en mas ocasiones, Tertuliano no permite que las mujeres ense- fien 0 ejecuten un acto sacramental, pero si les permite profetizar. De hecho, lo considera como un signo de posesién del Espiritu y, por tanto, de autoridad. Tertuliano, De virginibus velandis 9,1” Tertuliano consideraba el asunto del velo de las virgenes tan importante que no sdlo lo abordé en De virginibus velandis (gc. 207?) sino también en dos de sus otras obras latinas y en una griega. En el curso de una larga discusién sobre este tema, Tertuliano considera cua- les son las leyes generales que rigen la actividad de las mujeres en la Iglesia. En especial pregunta si se deberia permitir que las mujeres ensefien, bauticen 0 ejerzan como sacerdotes. No se permite que una mujer hable en la iglesia (Non permitti- tur mulieri in ecclesia loqui).Tampoco puede ensefiar (docere), bautizar, ofrecer (offere), ni adoptar para si (sibi uindicare) ® De virginibus velandis, E. Dekkers (ed.), CCL 2 (1954) 1218-1219. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA ninguna funcién propia de un hombre (nec ullius uirilis mune- ris), en especial el oficio sacerdotal (nedum sacerdotalis officii). Este texto es uno de los listados mas completos en las obras de Tertuliano acerca de las funciones sacerdotales que no les estaban per- mitidas a las mujeres, Aunque Tertuliano escribiera este texto en la época en la que estaba bajo la influencia del montanismo y, por tanto, a favor de que las mujeres profetizaran, seguia sin querer permitir a las mujeres ejercer cualquier funcién sacerdotal u oficio, Ademas, afirma claramente que las mujeres no han de desarrollar labores sacerdotales porque éstas son adecuadas solamente para los hombres. Con el tér- mino offere, Tertuliano quiere decir celebrar la Eucaristia. Tertuliano, De virginibus velandis 9,2" En el mismo texto, Tertuliano ofrece la descripcién mas detallada sobre el orden de las viudas. En ella se incluyen detalles con respecto a su emplazamiento fisico en la reunién ciltica, requisitos para la admi- sidn en el orden y los ministerios que ejercian sus miembros. Debian tener al menos sesenta afios de edad, estar casadas en una sola ocasi6n, ser conocidas por haber educado bien a sus hijos, y sabias y suficiente- mente experimentadas para dar buenos consejos. El siguiente texto hace referencia a la decisién equivocada de un obispo de introducir a una virgen en el orden de las viudas. Sé a ciencia cierta que en cierto lugar (alicubi) se introdujo a una virgen en el orden de las viudas (in viduatu). Si el obispo habia estado obligado a proporcionarle alguna ayuda, segu- ramente lo podria haber hecho de alguna otra manera, para haber preservado el respeto a la disciplina, para que no se sefiale en la Iglesia tal milagro (no diré monstruo) como una virgen-viuda (virgo vidua). Este texto demuestra la existencia del orden de las viudas en la Iglesia norteafricana. Queda claro que la objecion de Tertuliano no va ™ CCL 2 (1954) 1219. 263 B | avernera MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA dirigida al deseo del obispo a proporcionar ayuda a una virgen necesi- tada, sino a su decisién de iniciarla en un orden cuyos criterios para el ingreso —cn esta ocasién, lo mas probablemente el criterio de edad— no se habia cumplido. El resultado no es simplemente la embarazosa indisciplina eclesiastica, sino una falta del respeto que bien se merece el orden de las viudas. La «virgen-viuda» podria ser facilmente identi- ficada por el lugar donde se sienta en la iglesia, normalmente reser- vado para las viudas. Es evidente, por tanto, que Tertuliano estaba decidido a preservar el estatus definido y especial del orden de las viu- das en Cartago. Tertuliano, De exhortatione castitatis 10,5” Tertuliano insta a un amigo a no casarse de nuevo y le recomienda una vida de continencia. En el décimo capitulo del tratado, Tertuliano hace hincapié en las ventajas de la viudedad. Recurriendo a ejemplos de las Escrituras hebreas y de Pablo acerca del atractivo de la pureza, Tertuliano habla sobre lo que fue revelado en un oraculo de la profe- tisa montanista Prisca. De nuevo mediante la santa profetisa (prophetidem) Prisca se predica el evangelio de esta manera [es decir, mediante la profecia], que la santa ministra conoce para servir a la santi~ dad. «La pureza», dice ella, «trae armonia, y ellos ven visiones y, volviendo sus rostros al suelo, también oyen voces claras, que son tan saludables como misteriosas». Aunque generalmente Tertuliano se opone con vehemencia a que una mujer ejerza un papel magisterial, aqui reconoce (como lo hace en Sobre el alma 9,4) que algunas mujeres (como Prisca), bajo la inspira cién del Espiritu Santo, si pronuncian profecias autoritativas. Tertu- liano considera el oraculo de Prisca una autoridad junto con las Escri- turas hebreas y el Apéstol, ya que la accién del Espiritu Santo ha tenido un efecto sobre todos ellos. ” De exhortatione castitatis, J.-C. Fredouille (ed.), en SC 319 (1985) 106. MUJERES PRESBITEROS. ALETHEIA Tertuliano, De monogamia 11,1" Escrito sobre el 213, éste es uno de los tres tratados que Tertu- liano escribié —probablemente bajo la influencia del montanismo— sobre el matrimonio y sobre segundas nupcias, que decididamente repudia, De hecho, las considera moralmente equiparables al adulte- rio. Aqui, en el primer capitulo del tratado, Tertuliano pregunta como alguien puede pedir al clero mondégamo santificar un segundo matri- monio cuando ellos mismos estan comprometidos a un unico ma- trimonio. Esta claro que la monogamia implica la obligacién de casarse en una sola ocasién en la vida (no mas de un matrimonio simultanea- mente). ¢Cémo solicitais la bendicién de un matrimonio si a aque- llos mismos a los que se lo pedis no les esta permitido tener, concretamente a los obispos monégamos, a los presbiteros y didconos, obligados a la misma promesa, y a las viudas cuyos modos (sectam) habéis rechazado para vosotros mis- mos? Este texto demuestra mediante paralelismo gramatical (como lo hace en De pudititia 13,7, mas abajo, en el énfasis sobre el emplaza- miento de las viudas en las asambleas litirgicas) que Tertuliano consi- deraba a las viudas parte del clero*. Tertuliano, De pudititia 13,7* ¢Por qué... guidis al penitente adultero a la mitad de la iglesia y le mandais arrodillarse, en saco y cenizas... ante las viudas, ante los presbiteros (ante viudas, ante presbyteros), implo- rando las lagrimas de todos, besando las huellas de todos, apretando las rodillas de todos? ” De monogamia, en SC 343 (1988) 178, y E. Dekkers (ed.), CCL 2 (1954) 1-5. Expertos contemporineos estan de acuerdo. Véase Danidlou, Ministry of Women in the Early Church, trad. G, Simon, The Faith Press, Londres 1961, p. 17, y Gryson, Ministry of Women, 20. De pudicitia, C. Munier (ed.), SC 394 (1993) 2,208. & MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Este pasaje, compuesto entre los afios 217 y 222, es otro de los que indica que las viudas en Cartago se sentaban separadas del laicado y junto a los presbiteros; disposicion también sugerida en las CA y el TD. En este pasaje un penitente esta pidiendo el perdén de todos los alli reunidos, clero segregado, presbiteros y viudas. La colocacién de las viudas en Ia iglesia y su agrupamiento con los presbiteros sugiere, como Daniel Hoffman ha apuntado, que «esta practica reconoce que estas mujeres estaban involucradas en ministerios importantes. No eran meras destinatarias de caridad» *. Tertuliano, Ad uxorem 1,7” De entre los varios trabajos sobre el matrimonio y las segundas nupcias que Tertuliano escribié, Ad uxorem es probablemente el mas conocido y con seguridad el mas significative para nuestros proposi- tos. En su mayoria, el tratado incluye consejos (u ordenes) que la esposa de Tertuliano ha de cumplir después del fallecimiento de su esposo. El siguiente texto resulta de interés por su referencia a la orden paulina (1 Tim 5,9) con respecto a la admisi6n a la viudedad e, incluso més, por la explicita conviccién de Tertuliano de que «las viu- das» constituian un «orden» (ordo), es decir, una clase especial y oficial dentro de la sociedad eclesiastica. Es mucho menos explicito (hasta el punto de no hacer referencia alguna) en cuanto a los ministerios ejer- cidos por este ordo, si es que habia alguno. En la medida que podamos, amemos la oportunidad de la continencia. Cuando se presente por primera vez, decidamos aceptarlo, para que lo que no podemos adoptar en el matri- monio lo abracemos en la viudedad (in viduitate). La ocasién ha de abrazarse, concluyendo asi lo que a necesidad solia ordenar. Qué perjudiciales para la fe, y qué impedimento para la santidad son los segundos matrimonios, como decla- % The Status of Women and Gnosticism in Irenaeus and Tertullian, Mellen, Lewston, NY, 1995, p. 164, * Ad uxorem, E, Kroymann (ed.), CCL 1 (1954) 381. MUJERES PRESBITEROS ran la disciplina de la Iglesia y las restricciones (praescriptio) del Apéstol, ya que él no permite que los hombres casados por segunda vez presidan [1 Tim 3,11] y cuando no permitié a una mujer entrar en el orden de las viudas (in ordinem) a no ser que hubiera estado casada sélo con un hombre (univiram)... De hecho, es adecuado que el altar de Dios sea presentado puro (mundam)." Tertuliano utilizé el término ordo para describir una categoria social oficialmente reconocida dentro de la Iglesia. Al aplicar este tér- mino a las mujeres, Tertuliano sugiere que las viudas son parte del clero cristiano, aunque no haya una profesidn explicita de viudedad De hecho, en la época en la que Tertuliano escribié esto las viudas estaban reconocidas por toda la comunidad cristiana como una clase especial de los cristianos, espacialmente simbolizadas en la asamblea litargica mediante la ocupacién de un lugar aparte y por los pecado- res penitentes que buscaban la reconciliacién ante ellas y ante los presbiteros. Incluso para la época de Tertuliano, las condiciones para la admision a la categoria —que las mujeres tuvieran al menos sesenta afios de edad, que hubieran estado casadas en una sola ocasién y hubieran educado bien a sus hijos— estaban bien establecidas y reco- nocidas. Cipriano de Cartago, Carta 75, de Firmiliano, obispo de Cesarea en Capadocia” Pagano de nacimiento y versado en retérica, Cipriano se convirtié al cristianismo sobre el 246. En el periodo de dos ajios, fue consa- grado obispo de Cartago, el puesto eclesidstico de mas poder en el norte de Africa. Durante muchos aiios estuvo involucrado en una agria disputa con el obispo Esteban de Roma (+ 257) sobre la posibili- dad de reconciliacién de los apéstatas (Japsi) en la persecucién deciana Sobre las viudas como altar, véase C. Osiek, «The Widow as Altar: The Rise and Fall of a Symbol», Second Century 3 (1983) 159-169. * CCL 3C (1996) 590-592. ALETHEIA 20 a 7 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA y luego sobre el asunto de si los herejes (en este caso, los misioneros novacianos en el norte de Africa) podian legitimamente bautizar. La opinién de Cipriano era que dichos herejes debian volverse a bautizar. Esteban no estaba de acuerdo, tachando a Cipriano de un «falso Cri mis virulenta, lo que condujo a afirmaciones contrarias de dos episco- to». La correspondencia entre ambos hombres fue siendo cada vez pados poderosos y tradiciones antiguas, la cartaginense y la romana, dos eclesiologias y dos puntos de vista sobre la teologia sacramental. Cipriano se las arreglé para asegurarse el apoyo de la Iglesia de Capa- docia, especialmente del obispo Firmiliano de Cesarea, quien habia adoptado una opinién rigurosa y «cipridnica» acerca de los montanis- tas en Frigia, En la carta que Firmiliano escribid, sobre el 256, a Cipriano identifica a los herejes con los falsos profetas. Después, da el ejemplo de cierta mujer anénima activa en Capadocia que se habia proclamado profetisa unas dos décadas antes. Alli aparecié cierta mujer que, en estado de éxtasis, se pre- senté como una profetisa (prophétén) y actué como si estu- viera lena del Espiritu Santo... Pero esa mujer, que previa- mente mediante las ilusiones y trampas del Demonio con intencién de engafiar a los creyentes... también se habia atre- vido a esto... santificar el pan y pretender realizar la Euca- ristia y hacer el sacrificio al Sefior... y también bautizé a muchos, usurpando el habitual y legitimo modo de pregun- tar, para que pareciera que nada se habia desviado de la norma eclesiastica. La profetisa que Firmiliano tenia en mente era probablemente montanista, pero resulta interesante que la tache no como miembro de un grupo desviado sino como una desviada dentro de la propia Igle- sia, El papel principal que asume en la administracién de los sacra- mentos concuerda con la elevada consideracién y estatus de las muje- res profetisas en el montanismo. Este texto es un buen testimonio de que, antes de que se definiera la frontera entre la Iglesia «catdlica» y la «ortodoxa», algunas comunidades permitian que las mujeres adopta- ran un papel significativo y, en este caso, presbyteral (y profético). MUJERES PRESBITEROS Agustin, Sobre las herejias 27° En el 427 6 428, Quodvultdeus, didcono (y mas tarde obispo) de Cartago, pidid a Agustin que escribiera un tratado sobre las herejias para el uso del clero. En el 428-429 Agustin procedié a recopilar un manual de las herejias, aunque no pudo acabarlo porque fallecié en el 430. La obra es esencialmente un registro y una descripcién de las herejias desde la época de Simén el Mago hasta Pelagio. (Casi una sexta parte de su libro se dedica a discutir sobre los maniqueos.) Agustin se inspir6 especialmente en un compendio del Panarion de Epifanio, como resulta evidente en la discusion sobre los pepucianos en este capitulo. Los pepucianos 0 quintilianistas reciben su nombre de cierto lugar, del cual Epifanio dice ser una ciudad del desierto. Juz- gandolo como algo divino (divinum aliquid), la Haman Jerusa- lén. Conceden tales puestos de liderazgo (tantum principa- tum) que entre ellos algunos son honrados incluso entre el sacerdocio (sacerdotio). Dicen que en la misma ciudad de Pepuza se ha revelado Cristo en forma de mujer (specie femi- nae) a Quintila y Priscila, de ahi que se las Name también quintilianistas. También hacen con la sangre de un nifio lo que mas arriba hemos dicho que hacen los catafrigios, por- que dicen que han surgido de ellos. Seguin Agustin en Sobre las herejias 26, Montano fue quien dio comienzo a los catafrigios*', El ritual al que aqui se refiere es un «sacramento truculento» en el que se dice que los catafrigios confec- cionan la Eucaristia perforando el cuerpo de un nifio y mezclando la sangre de las heridas con trigo’”. Este extrafio (e imaginario) ritual “R. Vander Plaetse y C. Beukers (eds.), CCL 46 (1969) 302-303 * Los partidarios del movimiento al que llamamos montanismo se hacian llamar «la nueva profecia», El término «atafrigios» se lo pusieron sus enemigos con intencion de ofenderles. Véase D. Powell, «Tertullianists and Cataphrygians», Vigiliae Christianae 29 (1975) 33-54. ® Sacramenta perhibentur habere funesta: nam de infantis anniculi sanguine, quem de toto ejus corpore minutis punctionum vulneribus extorguent, quasi eucharistiam suam conficere perhibentur, miscentes eum farinae, panemque inde facientes: qui puer si mortuus fuerit, habetur apud cos pro martyre; si ‘autem vixerit, pro magno sacerdote (CCL. 46 [1969] 302). iN) Q | averuera ALETHEIA, st 3S MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, que se parece al medieval libelo de sangre es atribuido a los catafrigios por Epifanio en Panarion 48,14 y 15,7". De hecho, todo este capitulo depende en gran medida del epitome de Epifanio. En Panarion 49, Epi- fanio mantiene que estos grupos afines tienen «mujeres obispos, muje- res presbiteros y todo lo demas» Jo que, asegura, basan en el] texto paulino, «En Cristo no hay ni varén ni mujer» (Gal 3,28)". Si el mate- rial sobre el uso de la sangre de nifios puede considerarse con certeza como vilipendio antiherético, Agustin mantiene el reconocimiento genuino de que los montanistas destinaban un lugar especial para las mujeres profetas y lideres, aunque, al contrario que Epifanio, no dice nada acerca de las mujeres obispos. La aparicién de Cristo en specie feminae es muy poco frecuente en la literatura cristiana antigua’. CANONES Y CARTAS EPISCOPALES Desde finales del siglo Iv en adelante, comenz6 un movimiento en occidente, estimulado en parte por el movimiento de Prisciliano, que abogaba por papeles de mayor liderazgo para las mujeres. La carta de Gelasio a finales del siglo v requiere cierta contextualizacién. No solo Gelasio, sino también los tres obispos de la Galia pocos afios después y Fulgencio Ferrando en Africa, medio siglo después, sugieren que la prac- tica de las mujeres que sirvieron en el altar habia tenido lugar en algunas épocas y lugares en occidente. Fulgencio relaciona el oficio de las muje- res presbiteros con las de Grecia oriental, quienes tuvieron gran influen- cia en el sur de Italia, lugar a donde Gelasio remite su carta. Finalmente, damos la opinidn posterior —siglo x— de Atto de Vercelli que decia que en a Iglesia primitiva las mujeres eran ordenadas presbiteros. * Como también por Pseudo-Jerénimo, Indiculus 32,20 (PL 81,641) * Jiargen Dummer, Epiphanius, Il. Panarion Haer. 34-64, GCS 31, Akademieverlag, Berlin 1980, 49,2,2-5.49,3,2, pp. 24485. “Véase C. Osiek, «The Social Function of Female Imagery in Second-Century Prophecy», Vetus Christianorum 29,1 (1992) 54-74. La descripcién de Agustin sobre los catafrigios, pepu- ‘Ganos y quintilianistas probablemente influencié otro manual sobre herejias escrito no mucho después de su muerte: el Praedestinatus de Arnobio el Joven (CCL 25B [2001}), caps. 26-27. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA Primer sinodo de Zaragoza“ Segun Sulpicio Severo (363-420), contemporaneo de Jeronimo, y Agustin y hagiégrafo de Martin de Tours, se celebré un sinodo en el 380 en Zaragoza, al que asistieron obispos de Espaiia y Aquitania (véase Historia Sagrada 3). El sinodo se convocé principalmente para combatir los errores del priscilianismo, movimiento nacido en Espaiia sobre el 370, que se expandid rapidamente por todo el pais hasta el sur de la Galia, Entre sus adeptos se encontraban Instancio y Salviano, dos obispos. Un grupo estrictamente ascético, los priscilianistas tenian marcadas similitudes con los maniqueos, con los que podrian haberse confundido en estos cénones. Una serie de objeciones a las practicas y creencias de la secta por parte del obispo de Cérdoba a su metropoli- tano, al papa Damaso, al sinodo de Zaragoza (380) y finalmente el recurso a la Corte imperial en Tréveris dieron como resultado la deca- pitacion de Prisciliano. Fueran cuales fueran las intenciones del empe- rador, la ejecucién produjo la conversién de Prisciliano en martir y la radicalizacién del movimiento que llevaba su nombre. De hecho, se hizo mas heterodoxo, como apunté, para su horror, el sinodo de Toledo (c. 398). En cualquier caso, ninguno de los herejes, a pesar de estar invi- tados, acudieron a Zaragoza. Sin embargo, el sinodo los condend y amenaz6 con excomulgar a cualquiera que estuviera en comunién con ellos. Agustin, en su Epistola 237, hace referencia a la asistencia a los conventiculos priscilianistas de aquellos interesados en la interpreta- cion tanto de las Escrituras apostélicas como apécrifas, a las que parece aludir el siguiente canon. Que toda mujer creyente que pertenezca a la Iglesia catélica se ausente de las reuniones y conventiculos de hombres extranios, y de las mujeres que dan charlas, fuera tanto del afan de ensefiar como de aprender, ya que esto es lo que el Apostol ordena. [1 Cor 14,34-35; y 1 Tim 2,12: «No consiento que la mujer ensefie...»] * Mansi, Sacrorum conciliorum, 3,633-634. 2 ALETHEIA XN 2 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, Los chombres extrafios» a los que el canon hace alusion son clara- mente miembros de la secta priscilianista. Lo mas seguro es que hubiera mujeres catdlicas que asistian a las reuniones prisci anistas. Quiza resulte mas importante la insinuacién de que eran las propias mujeres las que organizaban y daban las charlas con el propésito de ensefiar e instruir. Seguin Sulpicio Severo, estos conventiculos eran especialmente populares entre las mujeres*’ y el emperador condend a Prisciliano en parte porque él y sus seguidores fueron acusados de organizar estos conventiculos todas las noches con mujeres «disolutas». Sinodo de Nimes, Canon 2“ Segiin una referencia en los escritos de Sulpicio Severo (Didlagos 2,15), alrededor del 294 se celebré un sinodo nacional galo en Nimes (apud Nemausum). A pesar de la cercania a su sede episcopal, Martin de Tours no asistid, Este sinodo se olvidé practicamente hasta el siglo xvi, cuando se publicaron finalmente sus actas. Estas revelan que, aunque el obispo de Tours no asisti6, si lo hicieron por Jo menos otros diecisiete obispos galos (dos de los cuales firmaron los cénones por otro compafiero) procedentes de siete provincias. Promulgaron sola- mente siete cénones breves, mayormente dirigidos contra los mani- queos (de ultimis Orientis partibus venientes, como les describe el primer canon) y, en especial, contra los priscilianistas. De entre todas las prac- ticas heterodoxas observadas, la que més alarma caus6 entre los obis- pos reunidos en Nimes, slo unos pocos afios después del sinodo de Toledo, fuc 1a ascension de las mujeres a oficios clericales, ya que, segun ellos, estos puestos estaban reservados a los hombres. Algunos individuos sugirieron lo siguiente, que contrario a la ensefianza apostélica (apostolicam disciplinam), parecia que mujeres desconocidas habian asumido el servicio levitico (in ministerium... leuicitum videantur adsumptae) en algiin lugar que otro (necio quo loco). La disciplina eclesiastica no permite © Véase Chronicle 2.46.6 (CSEL 1,99.31-100.2). * Concilia Galliae, CCL 148A (1964) 50. MUJERES PRESBITEROS esto porque es inapropiado (indecens),y tal ordenacin debe- ria disolverse (distruatur) cuando se ha efectuado en contra de la razén (contra rationem). Deberia observarse para que nadie presuma eso en el futuro.” Este breve texto es fascinante tanto por los detalles que aporta como por lo frustrantemente tentadores que resultan los que omite La nocién de que las mujeres habian asumido un servicio «levitico» resulta, sin duda, de interés significativamente prima facie, aunque sea en un grupo que haya sido tachado de herético por las autoridades ortodoxas. Nos gustaria saber lo que implicaba este servicio. Gryson ha apuntado que el «servicio levitico» implicaba actividad diaconal pero incluso él reconoce que no se usan los términos «diaconisa» 6 «diaconado» *. Martimort traduce la frase clave de in ministerium... leui- citum videantur adsumptae como «ascendida al ministerio de los didconos»*, En efecto, tal traduccion es posible, pero no es seguro que el «ministerio leviticoy deba ser presentado como «ministerio diaconal». A finales del siglo 1v en occidente, «levitico» y «sacerdotal» podian usarse, y normalmente se usaban, como sinénimos”, por lo que ha Tazones filolégicas para pensar que estas mujeres priscilianistas panes funcionando como presbiteros. Hay sélidas razones historicas para pensar lo mismo. La actitud priscilianista acerca de la materia y el cuerpo hacia que el género fuera indiferente en muchos sentidos. Por tanto, es muy posible que las mujeres ejercieran los mismos roles sacerdotales y disfrutaran del mismo estatus sacerdotal que el sacerdocio de los hombres del grupo. “ Agradecemos a Carol Neel de la Universidad de Colorado su ayuda en la traducciéi P ; st n de © Ministry of Women, 101 * Deaconesses, 193. *Véase, por ejemplo, Commentarii in Ezechiclem 14 de Jeronimo: qui ridentur laict nec pervenire ad sacerdotalem et leuiticum gradum, F. Glorie (ed.), CCL 75 (1964) 737. Véase también la tra aie de jerdnimo en la Vulgata de 2 Esdras 13,29: qui pollunt sacerdotium ius que sacerdotale et leviticum ALETHEL 273 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 2 2 4 Quiza sea, sobre todo, esta conducta indecens e irrazonable la que mejor explica el vigor con el que responde el concilio, como también ha apuntado Gryson, No obstante, nos vemos de nuevo frustrados por la imprecision filologica de un término clave, y quiza sea mejor no precisarlo mas de lo debido. Resulta también de interés la ambigiiedad geografica necio quo loco, aunque sin duda el priscilianismo se habia extendido hasta el sur de la Galia para cuando se celebré el sinodo. Este se muestra muy poco ana- litico en su rechazo del sacerdocio de las mujeres, apuntando solo que no es tradicional, debido a la indecens, y que eso es irracional. Final- mente, la enérgica recomendacién de que tales ordenaciones han de ser disueltas suma al debate (cosa que estaba ocurriendo casi en la misma época en el norte de Africa) la permanencia de la ordenacién sacerdotal y de la consagracién episcopal. La postura «ortodoxa» que desarrollé Agustin en el conflicto con los donatistas es que tales orde- naciones no podian ser disueltas. Académicos de la Edad Media desa- rrollaron esta postura, dotandola de un mayor fundamento filosdfico, ya que esos tedlogos insistian en que la ordenacién imprime un cardcter en el alma de la persona ordenada que no puede ser revocado ni borrado. Los obispos aqui reunidos creian no sdlo que se podia, sino que se debia revocar. Papa Gelasio I, Carta 14, a los obispos del sur de Italia” En su breve pontificado (492-496), el papa Gelasio caus6 un gran impacto en muchas esferas de la vida eclesiastica, especialmente en el ambito de las relaciones entre las Iglesias de oriente y occidente, y entre el emperador y la Iglesia. Fue un escritor muy prolifico de cartas y un gran defensor de lo que él consideré tradicidn eclesiistica antigua e inalterable, E] siguiente extracto esta sacado de una carta muy extensa fechada el 11 de marzo de 494, consistente en veintisiete canones. La carta, dirigida a los obispos de las provincias de Lucania y “A, Thiel, Epistulae Romanorum Pontificum Genuinae, E. Peter, Braunsberg 1874, pp. 360-379. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA Bruttium al sur de Italia y de la provincia de Sicilia, aborda diversos asuntos organizativos y disciplinarios. Cuatro de los decretos tratan sobre las virgenes y las viudas. El canon 26 trata sobre la noticia que le ha Ilegado a Gelasio acerca de que hay mujeres sirviendo en el altar en el sur de Italia con el supuesto conocimiento de los obispos de alli. Hemos ofdo, para nuestra consternacién, que el desprecio de Jas cosas divinas ha Hegado hasta tal punto que las mujeres son animadas (firmentur) a servir en los sagrados altares (ministrare sacris altaribus) y desarrollar todas las demés labo- res (cunctaque) que son asignadas sélo al servicio de los hom- bres (non nisi virorum famulatui sexum), y para las que ellas [las mujeres] no son apropiadas (cui non competunt). Este texto es de crucial importancia para formular las preguntas de cuando, donde, como, sobre qué base y si funcionaban las mujeres como presbiteros en el cristianismo latino primitivo. Sin embargo, su significado y sentido no son del todo claros, ya que, debido a varias ambigiiedades textuales y omisiones, queda sujeto a mas de una inter- pretacién. Como es légico, los expertos se encuentran polarizados acerca de su significado. Lamentablemente, algunas interpretaciones parecen no basarse en razones historicas. Jean Daniélou, por ejemplo, ha Hegado a la conclusion de que «nunca se ha mencionado que nin- guna mujer haya desarrollado oficios puramente sacerdotales. Nunca hemos visto a una mujer ofreciendo el Sacrificio de la Eucaristia, u ordenando, 0 predicando en la Iglesia», Enfatizando quizd demasiado la ambigiiedad del texto, Gryson declara que «es dificil imaginarse la situacién a la que se oponia el papa Gelasio» y apunta que «es lamenta- ble» que no se dispongan de «més detalles». No obstante, al igual que Daniélou, Gryson esta convencido de que «nunca se han conocido mujeres obispos ni sacerdotes en la Iglesia catélica» *, Por otro lado, Giorgio Otranto, mas cerca de la verdad, lee el texto como testimonio del argumento de que «a finales del siglo v, Ministry of Women in the Early Church, 7. * Gryson, Ministry of Women, 105.112 2 _ 5 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA ICLESIA PRIMITIVA, 2 x 6 algunas mujeres, habiendo sido ordenadas por obispos, estaban ejer- ciendo un sacerdocio verdadero y propiamente ministerial en gran parte del sur de Italia, como quiza también en otras regiones anonimas de Italian. Aunque esta conclusién sea sensata, algunos de los argumentos que la respaldan no lo son, Por ejemplo, Otranto traduce muy a la ligera ministrare como «oficiar» y afirma, sin argumentarlo, que corres- ponde a la palabra griega leitourgein. En efecto, podemos estar de acuerdo con Otranto en que esto «implica indudablemente un servicio liturgico en el altar»; sin embargo, el verbo ministrare por si solo no es suficiente para indicar que las mujeres estaban oficiando en un puesto sacerdotal en los altares. Esto es el caso cuando recordamos, como lo hace Otranto”, que ministra podia utilizarse, como lo fue posible- mente en la Carta de Plinio a Trajano, para referirse a las mujeres dia- conos, quienes no habrian asumido un servicio sacerdotal en los altares**, Ademas de eso, una carta del papa Zacarias (741-752) a Pipino y a las autoridades eclesidsticas francas escrita en enero de 747, donde invoca explicitamente la carta de Gelasio, interpreta sacris alta- ribus ministrare como «servir en los altares divinos». Con esto se refie- rena leer la Biblia en publico durante la Misa, cantar en Ja Misa u ofre- cer un Aleluya o una cancion antifona. Nunca se le ocurrié a Zacarias creer que el ministrare podria significar oficiar como presbitero”. Una * Otranto/Rossi, «Priesthood», 84. * Ibid., 81 * Obsérvese, sin embargo, que Otranto/ Rossi argumentan que Julian Pomerio, un escritor norteafricano del siglo v que emigré a la Galia, habia utilizado ministrare como «oficiar en los altares» (ibid., 81). Véase De vita contemplativa 2,7,3: qui aut propriis illud confessionibus produnt, aut nescientibus aliis quales occulei sunt, ipsi in se voluntariae excommunicationis sententiam ferunt, et ab altari cui ministrabant, non animo, sed officio separati,vitam suam tanquam mortuam plangent, (PL 59,452). Una traduccién inglesa ha vertido la frase critica simpiemente de la siguiente manera: «Que o lo revela en sus propias confesiones o que, si los otros no saben lo que son en, secreto, se sentencian voluntariamente la excomunién propia; separandose no en corazon sino en las labores del altar en las que ayudaban....». Julianus Pomerius, The Contemplative Life, trad. Sr. M. J, Suelzer, Newman, Westminster, MD, 1947, p. 70 (la cursiva es nuestra). © Papa Zacarias, Carta 8, PL 89,933. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA carta posterior de los obispos francos al emperador Luis el Piadoso (0 Ludovico Pio), que también invoca el decreto de Gelasio, interpreta «servir» en lo que podriamos llamar términos diaconales: entrar en el santuario, llevar las vasijas consagradas, entregar las vestimentas sacer- dotales a los sacerdotes y administrar los elementos consagrados a la congregacion®. Por tanto, el término ministrare es, por si mismo, insu- ficiente para indicar actividad presbiteral de las mujeres. El factor determinante de la interpretacién de Otranto es la pala- bra latina con el enclitico cunctaque: «Y todas las demds cosas» (énfasis afiadido) que hacen los presbiteros varones y para las que, segiin Gela- sio, las mujeres no son competentes. Otranto capta el significado de cuncta muy bien: esta palabra, como apunta correctamente, implica «todos los atributos de los servicios de los varones: liturgico, juridico y magistral». Una vez explicado el sentido filolégico de esta palabra, podemos estar de acuerdo con Otranto en que «las funciones ejercidas por las mujeres en los altares, por consiguiente, pueden referirse dnica- mente a la administracién de los sacramentos, al servicio liturgico y al anuncio publico y oficial del mensaje evangélico; todas las cuales cons- tituyen las labores del sacerdocio ministerial... Por tanto... Gelasio... no trat6 de estigmatizar y condenar el ejercicio del servicio litargico de las mujeres, sino un abuso que le parecia mucho mas grave: el de las verdaderas y auténticas presbiteros que estaban llevando a cabo todas las labores tradicionalmente reservadas sélo para hombres»*'. Como veremos, existen algunas inscripciones procedentes del sur de Italia unas cuatro décadas antes de que Gelasio escribiera, que refuerzan la interpretacién de Otranto de que las mujeres estaban fun- cionando como presbiteros, en el sentido completo de la palabra, en Bruttium a finales del siglo v. En su carta, Gelasio pasa a censurar con dureza y tono amenazante a los obispos del sur de Italia. Para hacer esta condena, Gelasio recurre especialmente a la tradicion y los cano- © Carta tomada de H. van der Meer, «Priestertum der Frau? Eine theologiegeschichtliche Untersuchung», en Quaestiones Disputatae 42, Herder, Friburgo 1969, p. 118, © Otranto/ Rossi, «Priesthood», 82. 277 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 278 nes de la Iglesia: las «ordenanzas eclesiasticas» y los canones que, segiin su argumento, los obispos del sur de Italia no respetan”. Luego pasa a advertir a los obispos de manera apocaliptica que, si tal situacién no se corrige, no sdlo peligran sus puestos, sino que incluso el destino de la Iglesia universal se vera afectado™, La advertencia es ejemplo del profundo conservadurismo que, como ya han observado varios comentaristas, era tipico en la correspondencia de Gelasio. Otranto concluye que Gelasio intentd también condenar «que se otorgara cl sacramento del sacerdocio a las mujeres», un «mandato que algunos obispos otorgaron a las mujeres para que ejercieran el ministe- rio sacramental», Otranto califica esto como una «hipotesis» y declara, algo débilmente, «estar convencido» de que los obispos habian autorizado y legitimado el presbiterado de la mujer’. Su argumento puede verse reforzado al obser var que la misma carta declara (aunque en voz. pasiva) que las mujeres son «animadas» (firmentur) a servir en los altares. ;Quiénes las animan? ;Los obispos? Realmente es posible, pero, sobre la base del texto, esta lejos de ser cierto, sobre todo porque Gela- sio insina que algunos de los obispos simplemente condenaron esta conducta en vez de fomentarla, Sea como fuere, este texto, sobre todo al contextualizarlo con los testimonios de inscripciones contempora- neas, constituye un sdlido testimonio de que algunas mujeres estaban funcionando como presbiteros en ciernes con el conocimiento de los obispos en las didcesis del sur de Italia. Es crucial observar que estas mujeres no eran miembros de sectas heréticas, sino de iglesias que afir- maban ser «catélicas» o estar en comunién con la Iglesia de Roma“. © «,..sine ullo respectu regulae Christianae praecepitia funesta sectentur» (Thiel, Epistulae Romano- rum Pontificum Genuinae, 377). © «.,,quae non solum ipsos videatur obruere, sed et ecclesiis universis mortiferam, si non sanentut, infe- re pernicienp» (ibid.). * Otranto/Rossi, «Priesthood», 83. © Ibid. “ Otranto sugiere de manera inoportuna que «Gelasio probablemente traté de mencionar problemas que no eran exclusivos de las regiones mencionadas» (ibid.). Sin embargo, si ése fuera el caso, :por qué dirigir una carta papal s6lo a tres provincias italianas? MUJERES PRESBITEROS. ALETHEIA Carta de tres obispos galos” Escrita en el 511 por tres obispos de las didcesis de Tours, Rennes y Angers del norte de la Galia, esta carta esté dirigida a dos sacerdotes bretones. Los cinco clérigos son nombrados en la primera frase de la carta, la que reprende una situacién (segin ellos una abominacién) muy parecida a la descrita por Gelasio menos de dos décadas antes. Los obispos Licinio, Melanio y Eustoquio a los sacerdotes Lovacato y Catihernio, nuestros mas benditos sefiores y her- manos en Cristo. Hemos sabido por el sacerdote Sperato, un hombre venerable, que no habéis desistido de llevar ciertos altares (tabulas) por los domicilios de algunos ciudadanos y presumir de decir misas alli con mujeres, a las que Ilamais conhospitae, quienes se emplean (adhibitis mulieribus) en el sacrificio divino; por lo que, mientras vosotros estais distri- buyendo la Eucaristia, ellas sujetan los calices y se atreven a administrar la sangre de Cristo a la gente de Dios. Esta nove- dad y supersticién insélita nos entristece no poco, cémo una secta tan espantosa, que de ninguna manera ha existido jamas en la Galia, parece estar emergiendo en nuestros tiem- pos. Los padres de oriente llaman a esta secta la pepodiana porque Pepodio fue el fundador de este grupo cismatico. Debido a que esta secta se atrevia a tener mujeres asociadas al sacrificio divino, los padres prescribieron que cualquiera que deseara estar involucrado en este error debia ser excluido (extraenus) de la comunién eclesidstica. Por consi- guiente, creemos que Vuestras Caridades deberian ser amo- nestadas, en primer lugar, por amor a Cristo para la unidad de la Iglesia y de la fe catélica. Les rogamos, por tanto, que cuando las paginas de esta carta os lleguen, corrijais inme- diatamente Jo arriba mencionado: es decir, los altares men- cionados, que... no dudamos de que estuvieran consagrados por sacerdotes; y lo de estas mujeres, a las que llamais conhos- © Mayer, Monumenta, 46-47. Texto y traduccion francesa en P. de Labriolle, Les sources de I’his- toire du montanisme, Leroux, Paris 1913, pp. 226-230. 2 a 9 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 280 pitae, cuyo término no se nombra ni se escucha sin cierto peligro para el alma, ya que trae infamia al clero y porque tan detestable nombre provoca vergiienza y horror para la reli- gidn sagrada. Por consiguiente, siguiendo los estatutos de los padres sagrados, exhortamos a Vuestras Caridades, no sdlo a que este tipo de tontas mujercillas (huiuscemodi mulierculae) no contaminen los divinos sacramentos por su ayuda ilicita, sino también a cualquiera que quiera tener bajo el techo de su pequefia celda a alguien —excepto a su madre, tia, hermana © nieta— para cohabitar deberia, por decreto canénico [pro- bablemente canon 3 de Nicea I] apartarse de los limites sacrosantos (sacrosantis liminibus) de la iglesia. Por tanto, nos parece correcto, queridos hermanos, que si es cierto lo que hemos ojdo respecto a este asunto, hagais répidamente un cambio, porque lo correcto para la salvaci6n de las almas y para la construccién de la gente es que tales practicas depra- vadas sean rdpidamente corregidas, para que la tenacidad de esta obstinacién no os cree mayor confusién, y para que no nos sea necesario ir alli con un cetro apostélico [1 Cor 5,5], si rechazais nuestra caridad seréis entregados a Satan en la des- truccién de la carne, para que vuestro espiritu sea salvado. Ser entregados a Satan significa lo siguiente: cuando alguien se ha separado del rebafio de Ja Iglesia por un error suyo, que no dude que sera devorado por los demonios y los lobos. Esta carta esta dirigida a dos sacerdotes bretones que construye- ron altares portatiles con objeto de ir por el campo y celebrar Misa en las casas de los campesinos. Distribuian la Eucaristia con la ayuda de mujeres, aqui llamadas «cohabitantes» (conhospitae), que viajaban y vivian con ellos. El término conhospita® parece ser sindnimo del primi- tivo término subintroducta, que se refiere a la practica en los siglos 1, IN, lv y quiza 1, en los que una mujer vivia célibemente con un hombre, El titulo hospita aparece en una inscripcién cristiana en Tréveris (ILCV 2,3082B; CIL 13,3795) y dos en Roma: Inscriptiones Christianae Urbis Romae, n.s., P. Silvagni (ed.), Pontificio Istituto di Archeologia Cristiana, Roma 1922, 6,1595 y 9,24780. Se desconoce el significado de este término, pero puede estar relacionado. Gracias a Janet Tulloch por esta referencia MUJERES PRESB/TEROS incluyendo clérigos varones. Esta practica fue condenada explicita- mente en el tercer canon del Concilio de Nicea (325). Al parecer, es este canon el que los tres obispos galos tenian en mente al referirse a «los estatutos de los santos padres», ya que lo citan casi literalmente. Ni este canon ni los cénones que reiteraban la condena de esta practica consiguieron erradicarla completamente. Pepodiana es probable- mente una nominalizacion del epénimo Pepuza, un pueblo en Frigia cerca del cual Montano, acompafiado de dos mujeres profetisas llama- das Prisca y Maximila, profetizs a finales del siglo 1 que el reino de los cielos descenderia dentro de poco”. Por tanto, los obispos temian la nueva aparicion en Ja Galia del montanismo extatico, profético y apo- caliptico, que habia sido condenado como herético por varios sinodos de oriente. Por esta razén, y debido a su enfado por Ja contaminacién de los espacios sagrados por la presencia de mujeres, reprenden a sus hermanos sacerdotes con notable vigor. El tono amenazante con el que concluye la carta es signo de su profunda indignacién. Canon de Fulgencio Ferrando de Cartago” Fulgencio, diacono de la Iglesia de Cartago, fue una autoridad teo- ldgica y canonica conocida de la época. Justo al final de su vida, quizd en el afio en el que fallecid (547), recopild una lista de 232 cénones Namada Breviatio Canonum. En esa obra, traté de resumir la ensefianza de los concilios griegos y africanos anteriores. El siguiente canon trata el asunto de las viudas y la ordenacién. Que no es adecuado que las mujeres que entre los griegos se Haman presbiteras (presbyterae), y que entre nosotros se Ia- man viudas, o ancianas (seniores), casadas una sola vez (uniui- rae), y las inscritas (matriculae), sean designadas como orde- nadas (tanquam ordinatas) en la Iglesia. Asi lo ha sugerido Gryson, Ministry of Women, 106. Obsérvese que Juan de Damasco (De haeresibus, 49) se refiere a los «pepuctanos», a los que también llama «quintilianistas», Véase breve discusién en Martimort, Deaconesses, 195-196. ” Breviatio Canonum, C. Munier (ed.), CCL 148 (1974) 305. 0 | ALETHEIA y ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA rd v No se puede hacer una interpretacién definitiva de este texto, ni de ninguna coleccién de canones, precisamente porque es una recopi- lacién de otras colecciones canénicas reunidas hasta dos siglos antes en un contexto cultural y eclesiastico muy diferente al del norte de Africa en el siglo vi. Sin embargo, Fulgencio era muy selectivo con su material y el hecho de que decidiera incluir este canon en la coleccion podria indicar la cada vez mas vehemente oposicién a la ordenacién de las viudas y diaconisas, especialmente acentuada en occidente, en especial en la Galia en el mismo siglo. Antiguos canones de la Iglesia” Una serie de colecciones candnicas publicadas a principios del periodo moderno se refieren a un «Cuarto Sinodo de Cartago», supuestamente celebrado en el 398 y en el que, al parecer, los 214 obispos alli reunidos promulgaron 104 canones. A lo largo de los siglos XIX y XX, una serie de expertos han dado muy buenas razones para dudar de si el sinodo tuvo lugar ese afio. Otras colecciones de decretos contienen los mismos (0 casi los mismos) 104 canones, pero los agru- pan, con mas exactitud, bajo el titulo general de Statuta Ecclesia Antiqua. De hecho, esta coleccion de 104 canones no se origina de nin- gun sinodo, sino que es mas bien una recopilacién de un desconocido sacerdote galo llamado Genadio de Marsella, quien reunié los canones parte de sinodos africanos y parte de testimonios orientales, en espe- cial de las Constituciones Apostélicas. (De ahi que los manuscritos italia- nos de la coleccién se titulen Statuta Orientis.) Los canones tratan, entre otros asuntos, sobre varias herejias, incluidas la pelagiana y la monofisita. Estas referencias constituyen la prueba posible mas sdlida de que los cénones fueron promulgados mucho después del afio 398, aunque las referencias internas del texto apuntan también que la coleccién se completé antes de finales del siglo vi. Al parecer, al final ™ Statuta Ecclesiae Antiqua, en Concilia Galliae, CCL 148 (1963) 172-173, Estas prohibiciones se repitieron de forma casi idéntica en posteriores colecciones canénicas, Véase, por ejem- plo, Concilia Africa sec. trad. Coll. Hispanae, C. Munier (ed.), CCL 149 (1974) 352. MUJERES PRESBITEROS tuvieron una influencia considerable al ser incluidos en los Falsos Decretos de Pseudo-Isidoro, logrando asi que se incluyeran en el Decretum de Graciano en el siglo xl. Aunque los canones tratan sobre asuntos relacionados con las herejfas, abordan ademés una gran varie- dad de cuestiones, en especial sobre la conducta del clero varén. Unos diez tratan sobre las mujeres y el oficio consagrado. Los canones 37 y 41 tratan asuntos de los oficios de las mujeres. 37. Una mujer, aunque sea docta y santa (quamuis docta e sancta), no debera atreverse a ensefiar en una reunion de hombres (viros in conuentu) 41. Una mujer no ha de atreverse a bautizar (baptizare non praesumat). Desgraciadamente, la ambigiiedad cronoldgica y geografica de esta coleccién occidental, ademas de su fuerte dependencia en un texto siriaco del siglo Iv, nos permite sacar muy pocas conclusiones concretas de estos documentos, en especial sobre el cristianismo de Europa occidental y sobre las mujeres en el siglo v. Sin embargo. los cénones, si bien no son locuaces, no son del todo mudos. En primer lugar, el hecho de que los dos se promulgaran y repitieran indica que la practica prohibida estaba siendo practicada en algun lugar y época en contextos de Europa del sur, africanos u orientales entre los siglos vy vi. La especificidad del canon 37, en particular la prohibicién de ense- ar en una reunién de hombres, parece indicar que la ensefianza por parte de las mujeres estaba ocurriendo precisamente en esos contextos. En caso contrario, ;por qué prohibirlo? De igual manera, el prohibir que las mujeres bautizaran parece indicar que las mujeres estaban real- mente Ilevando a cabo dicha practica, Es habitual en la historia ecle- siastica que los canones se promulgaran de manera reactiva y no pros- pectiva. Si se aplica este principio de interpretacién a este caso, entonces parece que, efectivamente, las mujeres estaban ensefiando a los hombres y bautizando en algunos lugares del mundo mediterréneo en el periodo antiguo tardio, Quiza el mas probable sea el contexto sirio del siglo Iv, ya que ambas prohibiciones aparecen en las Constitu- ciones Apostolicas (3,6; 3,9). Si Genadio las reprodujo mecdnicamente 0 ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA % para combatir las irregularidades observadas en la Galia, es una cues- tion ms dificil de contestar, siendo imposible decir con seguridad, basandonos sdélo de este documento, si las mujeres estaban ensefiando y bautizando en la Galia en los siglos v y vi. Carta de Atto, obispo de Vercelli, a Ambrosio el sacerdote” Atto fue un experto abogado en canones y obispo de Vercelli, un pueblo en el Piamonte a principios del siglo x. Entre sus escritos hay un comentario sobre las epistolas de Pablo, colecciones de varios canones y muchas cartas. E] siguiente extracto esta sacado de la Carta 8 y va dirigida a un sacerdote (aparte de esto desconocido) llamado Ambrosio, que al parecer habia escrito a Atto para preguntarle el sig- nificado de los términos presbytera y diacona en los cénones antiguos. Atto responde que los términos podrian referirse a mujeres que se habian casado con sacerdotes y didconos antes de su ordenacion, Pero Atto también dice lo siguiente: Porque tu prudencia te ha Ilevado a preguntar c6mo debe- riamos entender «mujer sacerdote» (presbyteram) 0 «mujer didcono» (diaconam) en los canones: segtin mi parecer, en la Iglesia primitiva, de acuerdo con la palabra del Sefior, «la cosecha era abundante y los trabajadores pocos»”; las mujeres religiosas (religiosae mulieres) solian también ser ordenadas como cuidadoras (cultrices ordinabantur) en la santa Iglesia, como san Pablo muestra en la carta a los Romanos, cuando dice: «Os yecomiendo a mi hermana Febe, que esta al servicio de Ia iglesia de Cencreas»”. De aqui se entiende que no sélo los hombres, sino también las mujeres, presidian en las iglesias (sed etiam feminae praeerat ecclesiis) por su gran utilidad. Pues a las mujeres, acostumbradas desde hacia mucho a los ritos de los paganos e instruidas también en las ensefianzas filoséficas, ” PL 134,114-115. Para comentario, véase Martimort, Deaconesses, 209-210, y Otranto/Rossi, «Priesthood», 90-92 Le 10,2 * Rom 16,1 MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA Por esta raz6n, se les convertia mds facilmente y se les ense- fiaba mas libremente en el culto de la religion. El canon 11 del Concilio de Laodicea” prohibe esto cuando dice que no es apropiado que esas mujeres a las que se les llama mujeres presbiteros (presbyterae) o presidentes (presidentes) sean orde- nadas en las Iglesias. Creemos realmente que las mujeres did- conos han sido ministros de esas cosas. Ya que decimos que un ministro es un didcono (diaconum), de lo que percibimos que han derivado mujeres didconos (diaconam). Finalmente, lee- mos en el decimoquinto canon del Concilio de Calcedonia que no se ha de ordenar a una mujer didcono antes de los cua- renta afios, y esto era lo mas grave. Creemos que se les encar- gabaa las mujeres el oficio del bautismo para que trataran los cuerpos de otras mujeres sin ningtin profundo sentimiento de vergiienza... al igual que aquellas a las que se Hamaba mujeres presbiteros (presbyterae) asumian el oficio de predicar, liderar y ensefiar, de igual manera las mujeres didconos habian asu- mido el oficio del ministerio y del bautismo, una costumbre que ya no es conveniente. Atto cree firmemente que, antes del siglo tv, las mujeres habian sido ordenadas lideres de las iglesias, las habian dirigido y presidido y habian predicado en ellas. Atto piensa que estaban ordenadas por su idoneidad para el ministerio y también por la escasez de presbiteros varones; solo el Concilio de Laodicea en la segunda mitad del siglo 1 puso fin a esta practica. Esta carta es un raro testimonio de principios de la Edad Media de la creencia entre algunos clérigos varones (incluso, como en este caso, un obispo) de que las mujeres ejercieron en un tiempo el oficio presbiteral en la Iglesia primitiva. Sin embargo, debido en parte a que el documento fue escrito unos seis siglos des- pués de los acontecimientos que parece describir, no constituye un testimonio claro de la existencia de mujeres presbiteros en la Iglesia primitiva. Aun asi, echa por tierra sin duda la nocin de que «la tradi- cin» es undnime al negar la existencia de las mujeres presbiteros. ® Siglo w. 8 ALETHEIA MUIERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA a a INSCRIPCIONES Incluso en las inscripciones de Leta y Flavia Vitalia, no quedan cla- ras cudles eran las funciones que desempefiaban estas presbyterae. En la mayoria de los casos, parece que no habian llevado a cabo un ministe- rio sacramental pero posiblemente sirvieron como agentes en los negocios oficiales de la iglesia. Sin embargo, al comparar estas inscrip- ciones con la ansiedad expresada en los documentos contemporaneos arriba citados, no estamos tan seguros. Episkopa Q” Esta inscripcién versificada en una |apida de marmol fragmentada proviene del cementerio de la basilica de San Pablo en Roma. Debido al deterioro del marmol, la primera linea del texto no esta clara. La segunda linea dice asi: Aqui yace la mujer venerable, obispo Q (uenerabilis fem[ina] Episkopa Q), Enterrada en paz hace cinco [aiios]... +Olibrio. Son muchos los datos sobre esta inscripcion que son inciertos, empezando por la fecha. No resulta imposible, como indicé Muratori, que la lapida fuera dedicada a finales del siglo v o a principios del vi. Pero esa sugerencia es dudosa”. La fecha podria ser, y quiza es mas probable que sea, anterior. La fecha consular escrita en la ultima linea podria situar la inscripcidn a finales del siglo iv, ya que en esa época existié un Anicio Olibrio que sirvié, a muy temprana edad, como cén- sul de occidente en el 395 y fallecié en el 410, cuando los vandalos saquearon la ciudad. Jeronimo se refiere a él en su Epistola 130,3 a Demetrias, la virgen noble ¢ hija de Olibrio”. Si éste es el Olibrio al que alude la inscripcién, la fecha de la muerte de Q puede fijarse * CIL 11.4339, ILCV 85; Anthologia Latina, sive Poesis Latinae supplementum, F. Buecheler y A. Riese (eds.), Hakkert, Amsterdam 1964, 2.3,n°. 2026, p. 64. ” Véase breve anélisis en CII 11.4339, donde se apunta que otros expertos han dejado la fecha de la inscripcién simplemente in ambiguo. * PL 22,1108. MUJERES PRESBITEROS exactamente en el afio 390. (El hijo de Olibrio fue emperador durante pocos meses en el 472.) Por lo que Q podria haber sido la madre 0 esposa del papa Siricio (384-399), Solamente por ocupar tal posicion podria haber tenido muchas posibilidades para el ministerio, quiza sobre todo de mujeres. Dada la feroz oposicién de Siricio al priscilia- nismo, en la que las mujeres parece que jugaban un papel pedagogico y de liderazgo importante (véase el canon del primer Sinodo de Zara~ goza), es muy poco probable que Q ejerciera responsabilidades simila- res en la Iglesia de Roma. Sin embargo, una mujer como ella podria haber estado probablemente entre las lideres eclesiasticas mds promi- nentes de la comunidad. Leta la presbitera” Sagrada en su buena memoria. Leta la presbiter[a] vivid cuarenta aiios, ocho meses y nueve dias. Su esposo hizo [esta lapida]. NI VEER OM yh Figura 13. Leta Presbytera (CIL 10.8079; ILCV 1.1192). Fotografia cortesia de Gior- gio Otranto, Htalia meridionale e Puglia paleocristiane. Saggi storici, Edipuglia, Bari 1991, p. 110, ” CIL 10,8079; ILCY 1,1192. BMS LETA PRESBITERA VIXIT ANN, XL MVII DVILIT QVEI BENE FECIT MARITUS. PRECESSIT IN PACE PRIDIE IDUS MAIAS ALETHEIA is) 2% XQ ALETHEIA MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA 288 Ella le precedié a él en paz el dia antes de el idus de mayo.” Esta es una inscripci6n del siglo 1v o v de Tropea, Calabria. El con- senso sobre Ja interpretacién de esta inscripcién, hasta el pionero ar- ticulo de Otranto™, habia sido que Leta era la esposa de un presbi- tero”. Un comentarista observa que se registré en una inscripcion la memoria de un presbitero Hamado Monsis, de Tropea, sobre la misma época en la que se hizo la lapida de Leta y sugiere que Leta fue su esposa™. Pero seria arriesgado, por decir poco, relacionar a Monsis y Leta como marido y mujer, Eisen esta mas en lo cierto cuando advierte que no debemos concluir tan rapidamente que «toda referen- cia a una presbytera, diaconissa 0 subdiacona es la esposa de un hombre que ocupa el correspondiente oficio»*. Mas recientemente los expertos, encabezados por Otranto, han argumentado —correctamente en nuestra opinién— que esta inscrip- cin ha de ser interpretada a la luz de la carta de Gelasio. Si llegamos 0 no hasta el extremo al que Iega Otranto al concluir que Leta era «una verdadera y auténtica presbitera» (una vera e propia presbytera)** es otra cuestién. Pero muchos testimonios parecen apuntar en esta direccién. Los dos testimonios son aproximadamente sindnimos. Ambos provie- nen de Ia misma zona de Italia. Ademas, segtin Otranto, lo habitual en las inscripciones es que «siempre que un presbitero prepara una tumba para su esposa, se refiere a ella mediante el término coniux © Es decir, el 14 de mayo, *'Véase comentario sobre la Carta 14 del papa Gelasio, més arriba. ® Véase, por ejemplo, Carl Kaufmann, Handbuch der altchristlichen Epigraphik (Herder, Fri- burgo 1917), 256; Ana Crispo, «Antichita cristiane della Calabria prebyzantina», en Archivo Storico per La Calabria ¢ La Lucaina 14 (1945) 127-141.209-210; y Antonio Ferrua, «Note su ‘Tropea Paleocristiana», en Archivo Storico per La Calabria e La Lucaina 23 (1954) 9-29. “' Ferrua, «Note su Tropea Paleocristiana», 11. La inscripcién se puede encontrar en [LCV 1150. * Bisen, Women Officeholders, 131. Aqui Eisen comenta el canon 19 del Concilio de Tours (567), donde, implicitamente reconoce, que el canon se estd refiriendo a las esposas del lero varén. ® Otranto, «Sacerdozio femminile», 352; Otranto/Rossi, «Priesthood», 86. MUJERES PRESBITEROS (esposa”) 0 amantissima (“mas querida”)»*. Por ultimo, Eisen observa correctamente que el esposo de Leta aparece identificado, pero no como alguien con oficio”. E] testimonio expuesto por Otranto y Eisen es, como minimo, intrigante, La coincidencia de tiempo y espacio del testimonio litera- rio y de la inscripcién es especialmente sugerente. Aun asi, la informa- cidn es escasa y exigua como para llegar a las extensas y radicales con- clusiones de Otranto. Al fin y al cabo, estamos hablando de dos testimonios procedentes del sur de Italia y la inscripcién es, desafortu- nadamente, especialmente ambigua. Ademas de la reducida cuantia de testimonios, existe el hecho molesto de que presbytera puede, como reconoce Eisen, referirse a la esposa de un sacerdote en los documen- tos eclesiasticos latinos de la Antigiiedad tardia, Finalmente, podemos concluir que sin duda es posible, aunque poco seguro, que Leta fuera «una verdadera y auténtica presbitero». Una mayor labor arqueolégica reforzaria posiblemente el caso des- crito por Otranto y Eisen. La inscripcién sobre una «sacerdota» de Salona, en Dalmacia, proviene, por asi decirlo, de la misma érbita cul- tural y eclesidstica que la de Tropea y aproximadamente de la misma época, lo que podria arrojar mas luz al asunto, Marcia la presbitera [?]* Este es un grafito hallado cerca de Poitiers, en la Galia, Se desco- noce la fecha. Podria datar de finales del siglo 1v o principios del v, aunque otros testimonios, incluyendo los escritos conciliares y episto- lares considerados en este volumen, lo datan en el siglo vi. Marcia la presbitera (presbyteria) hizo (ferit)” la ofrenda (obblata) junto con Olibrio y Nepote. ® Otranto/Rossi, «Priesthood», 87. "Women Officeholders, 131 ™ Martia preshyteria /ferie obblata Olebri/o par{iter] et Nepote (CHL 13,1183; ILCY 1191), Sobre las fechas, véase breve discusién en la nota CIL 13,1183. © = uli. 2 ALETHEIA e 9 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA, S javerneia La interpretacidn del grafito ha de comenzar con la fecha y con un anilisis filolégico de presbyteria, Desafortunadamente ambas cuestio- nes, en especial la primera, son bastante ambiguas. Mientras que algu- nos expertos determinan que data del siglo v, otros lo establecen mas tarde. Luego esta la pregunta sobre el significado de presbyteria. Algu- nos expertos lo consideran como un adjetivo que modifica a obblata («ofrendas sacerdotales», es decir, los elementos eucaristicos no con- sagrados). Otros, incluyendo Otranto, lo consideran como un sustan- tivo y como un titulo”. Nosotros estamos de acuerdo con Otranto. En primer lugar, el Concilio de Tours (567) utiliz6 presbyteria como titulo aproximadamente en la misma época en la que se hizo este gra- fito; de igual manera lo hizo el Concilio de Auxerre (578), celebrado un poco mas tarde que el anterior®'. Estos tres testimonios provienen de la Galia. Estamos de acuerdo también con Otranto en que «Olibrio y Nepote son casi con seguridad dos presbiteros que ofician en la comuni- dad a la que pertenecia también Marcia; y es probable que esta mujer colaborara con ellos durante la celebracién de la Eucaristia»”. Sin embargo, discrepamos parcialmente con el razonamiento de Otranto. Otranto quiere interpretar este grafito a la luz de los dos concilios galos mencionados. Los tres textos se refieren a «presbiteras», pero esta bien claro, aunque Otranto parece no darse cuenta, que las presbiteras men- Cionadas en los concilios galos se refieren a las esposas de los sacerdotes que no tienen un papel liturgico o diaconal concreto. Otranto se sittia en terreno mas sdlido al discutir sobre la intencionalidad del autor del gra- fito: «El hecho de que hubiera un deseo de registrar una labor Ilevada a cabo por Marcia durante una celebracién liturgica, significaria no el ser- vicio habitual de la persona creyente en el momento de la ofrenda, sino mas bien una labor habitualmente desarrollada por un didcono u otro miembro del clero». Otranto hace bien al interpretar este texto a la luz © Otranto/Rossi, «Priesthood», 89. » Otranto indica incorrectamente que se utiliza el mismo término en el grafito y en los dos concilios (bid.). "Ibid. MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA de la carta de tres obispos galos (véase el texto mas arriba)”. Ambos textos fueron hallados aproximadamente en el mismo periodo; am- bos se refieren a las actividades en la Galia; ambos hacen referencia a la participacion de las mujeres en la celebracién de la Eucaristia. A la luz de los testimonios literarios contemporaneos y de la existencia del grafito, parece probable que Marcia ejercia un papel importante como ministra en Ja celebracién del servicio eucaristico en Poitiers. Flavia Vitalia, presbytera* Esta inscripcién, datada en el 425, fue hallada en Solin, hoy en dia Croacia, y después Salona en la provincia colonial romana de Dalmacia en el Adriatico. Ironicamente, Salona, un importante centro cristiano primitivo, podria ser el lugar de nacimiento de uno de sus perseguidores mas severos, el emperador Diocleciano (284-303). De hecho, se hizo tan importante que el obispo de Salona se convirtié en obispo metropo- litano de la provincia. En los siglos v y v1 la ciudad fue destruida por los invasores barbaros y todavia hoy permanece arruinada, Décadas antes de que se redujera a ruinas, Flavia Vitalia, una lider de la comunidad cris- tiana, vivié y fallecié alli, Una lapida comprada por un hombre llamado ‘Teodosio nos dice muchas cosas interesantes sobre ella. Bajo nuestro SefiorTeodosio, consul por undécima vez, y Valen- tiniano, el hombre mas noble de Cesar, I, Teodosio, compré [una tumbal de la matrona (matron) Flavia Vitalia, la santa pres- biter[a] (presbytera sancta) por tres s6lidos dorados. {Qué podemos decir con seguridad sobre Flavia? En primer lugar, su descripcién como matrona nos indica que fue libre de nacimiento y estuvo casada. En segundo lugar, el titulo presbytera nos indica, con “Ibid. ® Dominis nostris Thaeodosio consule XI etValentiniano viro nobelissimo Caesare. Ego Thaedosius emi a Flavia Vitalia presbytera sancta matrona auri solidis Ill. Sub die, CIL 3.14900; F, Bulic, «lscrizioni Inediti. Salona (Solin)», Bolletino di Archaeolagia ¢ Storia Dalmata 21 (1989) 141-148, en 147 n, 2428, Véase también discusién en Otranto/Rossi, «Priesthood», 87-88, y en Eisen, Women Officeholders, 131-132. Oo MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA toda probabilidad, que ocupaba un lugar oficial y reconocido como lider en la comunidad eclesidstica de Salona. Desafortunadamente no podemos saber lo que esto implicaba exactamente. Para los siglos 1v y vi, las ventas y la administracin de los solares de los enterramientos en Roma habian pasado a estar en manos de los oficiales eclesiasticos, incluidos los presbiteros®’; practica que parece reflejada aqui por la compra de Teodosio de un terreno en Salona por tres solidos de oro. No podemos decir con seguridad lo que el titulo presbytera implicaba, en particular si abarcaba todo el espectro de las actividades sacerdota- les, incluyendo el liderazgo en la liturgia y los rituales, Aun asi, el testimonio emerge de un entorno eclesiastico-cultural similar al que reprendié el papa Gelasio, y Flavia estaba ejerciendo como presbytera sobre la misma época en la que actividades como la suya tanto enfurecieron al papa. A la luz de esto, es igualmente imposi- ble concluir que Flavia Vitalia no fuera un presbitero —con cl estatus y todas las funciones del oficio sacerdotal— en el sentido pleno y autén- tico del término. Una sacerdota de Solin” Otro testimonio epigrafico importante también sugiere, quiza incluso mas enérgicamente, que las mujeres estaban funcionando como sacerdotisas en Salona en el siglo v. w de/para [?] una sacerdotisa El epigrafe en esta lapida esta fragmentado. Es la forma genitiva 0 dativa de sacerdota, que significa «sacerdotisa». El otro pedazo de epi- grafe que se conserva es una cruz, lo que indica que la persona ente- rrada era una sacerdotisa cristiana, no pagana. Obviamente, como la lapida procede de Solin se ha de interpretar a la luz de la inscripcién de Flavia Vitalia y viceversa. Si las consideramos conjuntamente, indi- *Véase P.Testini, Le catacombe ¢ gli antichi cimitericristiani in Roma, Bolonia 1966, pp. 221-226. * CIL 3,490; véase también Bulic, «Iscrizioni Inediti. Salona (Solin)», 141-148; discusin en Otranto/Rossi, «Priesthood», 88, y Eisen, Women Officeholders, 132-133. ”” (SACIERDOTAE+) MUJERES PRESBITEROS ALETHEIA can una gran posibilidad, por lo menos, de que las mujeres estuvieran funcionando como presbiteros en la comunidad. Eisen sugiere incluso que «es posible que la sacerdota a la que se nombra en el epigrafe fuera el obispo» de la comunidad”. Eisen esta en lo cierto. Es posible. Esa posibilidad se ve reforzada filologicamente por el uso del término sacerdota en vez de presbytera. Claramente no se trata de la esposa de un sacerdote, ni es sdlo una anciana de la comunidad. Se trata de una «sacerdotisa», una mujer con un estatus oficial elevado y una especie de funcién oficial importante en la comunidad de Solin. El fragmento de una unica palabra, cuando se interpreta conjuntamente con los testimonios de inscripciones con- temporaneos, puede tener mucho peso histérico. Guilia Runa, presbitera de Hipona” Esta inscripcién proviene de un medallén de mosaico de la iglesia de san Agustin en Hipona, norte de Africa, del periodo de la ocupa- cidn vandala, después del 431. Guilia Runa la presbitera (presbiterissa), descanse en paz, vid cincuenta afios. Figura 14, Guilia Runa Presbiterissa, Basilica de San Agustin, Hipona (AE 1953, n°. 107). Fotografia de David Brecht. ™ Eisen, Women Officeholders, 133. * «Guilia Runa presbiterissa quiebit [sic] in pace, vixift] an[nos]L» (AE 1953,107, p. 365 1958,290, p. 72; 1962, p. 81). 2 o 3 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA Parece que Guilia, por el nombre, es vandala. Esto es importante, ya que podria haber sido bautizada como cristiana arriana. Justiniano (527-565) habia reconquistado todo el norte de Africa para el 534. Muchos clérigos huyeron y muchos de los vandalos super vivientes fueron capturados y Ilevados a oriente para servir como esclavos. Jus- tiniano, que no era en absoluto tolerante con las herejias, devolvié a la ahora reestablecida Iglesia catolica todos los derechos y privilegios que habia tenido antes de la ocupacién vindala y gasté grandes sumas de dinero en la renovacién y construccién de nuevas iglesias, Es imposible saber si Guilia murié arriana o «convertida», debido al escaso vestigio de los cristianos vandalos en el cristianismo catolico tras la reconquista de Justiniano. El titulo presbiterissa indica que tenia algdin papel reconocido como Ider en la comunidad. Parece que por lo menos ocupé un estatus y un papel parecido al de las viudas 0 didconos. Aunque es improbable que ejerciera funciones «presbiterales» rutinarias, lo mas seguro es que se encontrara entre las principales mujeres ministras de la comunidad. Conclusién Como suele ser habitual en la historia eclesiastica, las fuentes no nos dicen lo que nosotros mas deseamos saber. Las prohibiciones con- ciliares o episcopales existen junto a los testimonios de exactamente la misma practica que prohiben y normalmente los testimonios de la continuada existencia de la practica son posteriores a las prohibicio- nes, Parece que en algunas épocas y lugares habia mujeres presbiteros en la Iglesia, incluso en circulos «ortodoxos», tanto en oriente como en occidente, aunque mas claramente en occidente. Siguen sin quedar claras las labores exactas que llevaron a cabo, con la excepcién de Fla- via Vitalia, que fue agente por derecho propio para vender propiedad de la iglesia. El celibato no era siempre un requisito, ya que Leta falle- cié antes que su esposo. Guilia Runa es un fantastico testimonio del oficio eclesiastico en las Iglesias arrianas, de las que sabemos muy poco. MUJERES PRESBITEROS ALBTHEIA La Carta de Gelasio y la de los tres obispos de la Galia indican el conocimiento de que las mujeres servian en cl altar, al menos en un servicio casi diaconal de la administracion del caliz. El mero hecho de que las mujeres estuvieran en el altar constituia para esa época una ofensa para los prelados varones, conscientes de la pureza y del esta- tus. Al contrario, el escritor del siglo x Atto de Vercelli fue mas recep- tivo en sus estimaciones sobre el oficio eclesiastico a principios de los aiios apostdlicos y posapostolicos, y no tuvo ningun reparo en recono- cer el liderazgo presbiteral total que ejercian entonces las mujeres, aunque sabia que esa practica ya no existia en su propia iglesia. Quiza le invadia la nostalgia al pensar en «los buenos tiempos». Los testimonios no nos dejan ir mas alla de estas insatisfactorias y dispares afirmaciones. 2 > Ss 9| CONCLUSION E n las paginas precedentes, hemos presentado lo que creemos que son todos los testimonios existentes en latin y en griego de muje- res que ocupaban el oficio de didcono y presbitero en la Iglesia tanto de oriente como de occidente. También hemos incluido las pocas refe- rencias procedentes de las Iglesias siriacohablantes de oriente que conocemos, aunque no alegamos haber recogido todas ellas. La referencia mas temprana a una mujer didcono aparece en las car- tas paulinas: Febe, en Rom 16,1. En ese momento, no se hacia distincién de sexo. Las pocas referencias del siglo 1 y 11 son ambiguas por varias razones. Ya para el siglo u, el oficio especial de las mujeres diaconos o diaconisas se habia desarrollado en oriente, previsto en especial para el ministerio de las mujeres. Esta claro que en la mayoria de las iglesias en Jos siglos tv, v y v1 las diaconisas eran consideradas miembros ordenados del clero con labores especiales. Algunos de los textos literarios que se refieren a las mujeres didconos o presbiteros indican que, para algunas labores (p. ej. representacin de la iglesia en negocios o contextos politi- cos), su papel se solapaba con el de los didconos varones. El titulo diakonos no dio paso al mas nuevo diakonissa, sino que el término original diakonos siguié existiendo conjuntamente con el tér- mino posterior diakonissa después del siglo tv, normalmente en con- textos que parecen indicar la posibilidad de un total intercambio de ambos titulos. En aras de la exactitud, hemos mantenido la distincién de cada titulo en las traducciones. La aplastante preponderancia de testimonios sobre las mujeres didconos proviene de Grecia oriental. Aqui presentamos aproximada- MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA mente sesenta y una inscripciones de oriente y cuatro de occidente de mujeres diaconos conocidas, ademas de cuarenta referencias literarias de oriente y cuatro de occidente de mujeres reales que desempeiiaron el oficio'. En oriente, después de una interrupcion entre el Nuevo Tes- tamento y Plinio el Joven por un lado y la Didascalia en el siglo m1 por el otro, las mujeres diaconos empezaron a aparecer en gran numero y continuaron a lo largo del periodo de nuestro estudio y posterior- mente. Los comentarios de algunos pocos escritores posteriores muestran que aceptaban totalmente la existencia de las mujeres diaco- nos ordenadas en una ¢poca anterior, si bien no reconocian la conti- nuidad del oficio en sus dias. Fl presente libro es una fuente de informacién amplia y profunda sobre mujeres diaconos que ejercian funciones liturgicas, supervisaban la vida de las mujeres creyentes, proporcionaban cuidado a las mujeres que habian sido bautizadas, y que fueron vistas en peregrinaciones y relacionandose con sus propias familias y la poblacién de diversas maneras. La cantidad de viudas que conmemoraron a sus esposos pone en duda la suposicién de que en todos los sitios y en todas las épocas las mujeres didconos habian de ser célibes, aunque la mayoria atesti- guan que se requeria la virginidad o la viudedad. La mayor parte de las inscripciones y otras referencias sobre didconos provienen de Asia Menor central, de donde provienen también los mejores testimonios de la relacién con las propias familias de los didconos, Quiza en esta region geografica, sustancialmente influenciada por el montanismo, se probaron variantes en cualificaciones y practicas que rara vez se lleva- ron a cabo en otros lugares. En occidente, la institucién de las mujeres diaconos no parecié sur- gir hasta el siglo v, mucho después de que estuvieran activas y fueran "Una enumeracién exacta es dificil y est abierta a interpretaciones, No queda claro si la diaconisa siriaca Za6rtha y la referencia en el Canon de Rabula (conservado en latin) debe- rian incluirse en Grecia oriental y si se deberian contar las inscripciones dudosas. Ademés, tres de las historias mas maravillosas sobre mujeres didconos, las de Eusebia Xéne, Justina y ‘Teédula, son muy probablemente legendarias. Por tanto, los niimeros aproximados son mas significativos que los exactos. CONCLUSION ALETH muy conocidas en oriente. Quiza fue en ese momento cuando la cos- tumbre de oriente empezé a influir en ciertos circulos eclesiasticos en occidente, quiza por el asunto de las mujeres presbiteros, que parece haber surgido antes. Aun asi, la impresién definitiva que se le da al lec- tor es que la mayoria de los concilios episcopales de occidente no acep- taron ninguna de esta practica. Sin embargo, esto no impidié que cier- tos grupos respetados ordenaran mujeres didconos, como lo muestran las cuatro inscripciones y las dos referencias literarias de occidente, todas ellas del siglo vi. Las dos referencias literarias a mujeres diaco- nos, ambas en mosaicos, indican una estrecha relacién entre la profe- sin monistica y la ordenacién diaconal. En el caso de Respecta, el papa Gregorio Magno utilizd el lenguaje de la ordenacidn para la aba- desa de un monasterio. Sin embargo, en el caso de santa Radegunda, la otra referencia de occidente, la naturaleza legendaria de la historia no esconde el hecho de que se trata de su profesién monastica, y no el ofi- cio de liderazgo, la que ocasiona su ordenacién diaconal. Se desconoce la historia completa de las mujeres didconos. Des- graciadamente, la amplia distribucion geografica de los testimonios y Ja pequefia cantidad en ciertas dreas no nos permiten sacar conclusio- nes claras sobre la aparicién de ninguna clase de patrones regionales. En Asia Menor existen mas contextos familiares para los didconos que en ningun otro sitio. En Palestina no hay ninguna referencia a las fami- lias de las didconos. ;Quiere esto decir que las mujeres didconos de Palestina nunca vivieron o nunca tuvicron un contacto significativo con sus familias y que las de Asia Menor si? Dado lo que sabemos acerca de Ja popularidad del monacato en Palestina a finales del siglo Iv, es posible que ninguna de las mujeres diaconos de Palestina cuyo testimonio se ha conservado tuviera su origen alli, sino que mas bien Iegaron de otro lugar para ingresar en la vida monastica. Esto podria explicar la ausencia de los contextos familiares, aunque la cantidad es demasiado pequefia como para llegar a conclusiones sélidas. La historia de las mujeres presbiteras es incluso mas elusiva. Sor- prendentemente hay mas testimonios de ellas en occidente que en oriente, si bien la cantidad sigue siendo tan escasa que no hay manera de 299 MUJERES ORDENADAS EN LA IGLESIA PRIMITIVA saber si son representativas. Las de oriente podrian haber estado bajo la influencia del montanismo. En occidente, el tema de las mujeres presbi- teros surgié por primera vez.a finales del siglo 1v, probablemente debido ala influencia de Prisciliano, cuyo movimiento, con base en Espaiia, favorecié el ministerio de las mujeres. Es posible que las inscripciones de Episkopa Q y de Priscila derivaran de ese movimiento, Guilia Runa era probablemente una arriana vandala de Hipona posterior a la invasion vandala. No se puede decir lo mismo de Leta o Flavia Vitalia en Brut- tium y la Galiaa finales del siglo v. El testimonio de sus vidas, ademas de la carta del papa Gelasio a sus propias iglesias del sur de Italia, indican un movimiento mas cercano a circulos

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