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Diagnóstico
La agorafobia es un trastorno de ansiedad que puede aparecer o no asociado
con ataques de pánico. Se caracteriza por una gran ansiedad que se da en
distintas situaciones, en general en sitios públicos, que se acompañan con
conductas de evitación que reducen el malestar. El DSM IV y la CIE 10 incluyen
sus criterios diagnósticos
1. Palpitaciones o taquicardia
2. Sudoración
3. Temblores o sacudidas
4. Sensación de ahogo
5. Sensación de atragantamiento
6. Opresión o malestar torácico
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
9. Desrealización o despersonalización
10. Miedo a volverse loco o descontrolarse
11. Miedo a morir
12. Parestesias (hormigueos o entumecimientos)
13. Escalofríos o sofocaciones
De los mencionados, como dijimos, debe haber 4 o más para que la crisis sea
completa.
Crisis o ataque
De pánico
¿Cómo se clasifican las crisis de pánico?
Si dividimos los síntomas posibles del pánico, según sus manifestaciones en los diferentes
sistemas del organismo, podemos clasificarlos en:
• Cardiológicos Palpitaciones
• Taquicardia
• Neurovegetativos Sudoración
• Escalofríos
• Sofocaciones
• Respiratorios Disnea
• Opresión o malestar torácico
• Neurológicos Temblores o sacudidas
• Inestabilidad o mareos
• Digestivos Atragantamiento
• Nauseas
• Molestias abdominales
• Mentales o psíquicos Miedo o malestar intenso
• Miedo a descontrolarse
Recopilación de Información por
Sindy Hernández
Psicología Clínica, UMG
• Miedo a volverse loco
• Miedo a morir
• Despersonalización
• Desrealización
Los ataques de pánico no responden a los efectos fisiológicos de una sustancia o a una
enfermedad, no pueden explicarse mejor por otro trastorno mental y pueden ocurrir con o
sin agorafobia
¿Qué es la agorafobia?
La agorafobia (AGF) es una patología asociada, con altísima frecuencia, al pánico y que se
desarrolla como consecuencia del mismo, en la mayoría de los casos. Anteriormente, se la
definía como el miedo a los espacios abiertos, de ahí su nombre, pues agora era la plaza o
mercado de las ciudades griegas. Hoy se la define como el miedo a sentirse solo,
desamparado, sin escape e imposibilitado de recibir asistencia en caso de tener una crisis
de pánico. Se la define también como el miedo a encontrarse en lugares o situaciones en
los cuales no esté disponible una ayuda, en el supuesto de tener un ataque o en las
circunstancias en que el escape resulte dificultoso, debido a restricciones físicas o sociales.
Por lo tanto, el agorafóbico tiende a evitar alejarse de los lugares que considera seguros,
como por ejemplo su hogar, aunque en algunos casos graves tampoco puede quedarse
solo en casa. Si se aleja, es probable que necesite de la compañía de alguien que
Origen de la agorafobia
Macaurelle, R.; Belanger, C. Marchand, A. (2003). Marital relationship and the
treatment of panic disorder wit agoraphobia: a critical review. Clinical Psychology
Review. 23, 247-276Quizás debido al citado deterioro de las relaciones de pareja
asociado a la agorafobia se ha especulado con la afirmación de que su origen se
puede asociar a la aparición de problemas graves en las relaciones de pareja. Sin
embargo, los estudios recientes afirman que, si bien el desencadenante del problema
puede estar relacionado con un suceso muy estresante, los problemas de pareja no
tienen por qué ser precisamente los más frecuentes, aunque si sean relativamente
habituales. Por el contrario se ha observado que una buena relación de pareja supone
un buen pronóstico en el tratamiento.Que el desencadenante esté en un suceso
estresante anterior se puede explicar porque al estar sometido a un fuerte estrés las
sensaciones se hacen mucho más desagradables y cualquier incremento de la
ansiedad puede saltar el umbral de la tolerancia y activar alarmas, porque hasta
entonces las sensaciones habían sido soportables. Se dispara entonces una lucha
contra el sufrimiento intentando controlar las sensaciones apareciendo conductas de
control del cuerpo como hiperventilación, tensión, disociaciones, etc. Como las
sensaciones no son controlables, el esfuerzo incrementa la ansiedad de forma muy
importante de manera que se puede desencadenar un ataque de pánico. Las
conductas sociales de búsqueda de seguridad, dejando de salir y evitando las
situaciones en las que pueda tener problemas, el trastorno está en marcha y la
agorafobia se incrementa.
Los sucesos estresantes pueden ser inmediatos, muchas veces, pero otras puede que
hayan aparecido incluso muchos meses antes. Se sitúa la persona en un nivel tal de
excitación que cualquier pensamiento de posibles problemas puede desencadenar el
ataque.
Leve:
El sujeto presenta algún tipo de evitación o resistencia a las situaciones que le producen
malestar, llevando una vida relativamente normal. Por ejemplo, puede ir al trabajo o de
compras sin compañía si es necesario, aunque por lo general evita desplazarse solo.
Moderada:
La evitación da lugar a un tipo de vida bastante restringida. El individuo es capaz de salir
solo de su casa, pero no puede desplazarse más allá de algunos kilómetros sin compañía.
Grave:
La evitación obliga a estar casi por completo dentro de casa, o hace al individuo incapaz
de quedarse solo en su hogar o de salir, si no es acompañado de PANICO.
Tratamiento básico
Existen varios tipos de tratamiento de la agorafobia. Los más estudiados y
contrastados experimentalmente son el farmacológico y el cognitivo conductual. El
cognitivo conductual muestra como ventaja sobre el farmacológico que permanece
después de cesar la administración, mientras que el que se restringe a la medicación
pierde sus efectos cuando cesa la toma de medicación (Echeburúa y Corral, 1992).
También se pueden emplear de manera conjunta, aparentemente con ventajas en los
resultados que se obtienen, aunque los resultados de la terapia combinada aún están
en estudio.
La tercera generación de la terapia cognitivo conductual ha supuesto un progreso
importante en la aplicación de las técnicas clásicas que han mostrado empíricamente
su validez. El objetivo de la terapia no es acabar totalmente con el sufrimiento, sino
que la persona sea capaz de aceptar el sufrimiento inevitable y que evite luchar contra
él, porque si lucha, se va a causar una ansiedad mucho mayor. Esta ansiedad añadida
constituye el núcleo de la agorafobia. Las técnicas son las mismas; pero el objetivo es
diferente: antes se pretendía la eliminación de la ansiedad a ultranza para que el
paciente pudiera seguir con su vida. Ahora se cambian las prioridades: se trata de que
el paciente siga con su vida, aunque no se elimine la ansiedad. Como efecto
secundario de esta política la ansiedad queda reducida a la mínima expresión y lo que
es más importante, el paciente puede seguir su vida plenamente, sin miedo a las
recaídas.
En un resumen muy escueto, el tratamiento cognitivo conductual clásico de la
agorafobia se basa en el entrenamiento de las habilidades necesarias para la posterior
autoexposición gradual programada del paciente a las situaciones temidas. (Para más
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Sindy Hernández
Psicología Clínica, UMG
detalle ver: Echeburúa y Corral, 1992; Craske y Barlow 1993, Barlow, 1997). Hacer una
exposición implica una preparación importante del paciente, porque solamente él sabe
como evita. La Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes y otros, 1999; Wilson y
Luciano, 2002, Hayes y otros, 2004) proporciona los métodos adecuados para realizar
esa exposición. La exposición es una técnica difícil de realizar, sobre todo por uno
mismo; en el "Curso Terapéutico de Aceptación I y II" se dan instrucciones detalladas e
incluso contiene una grabación que guía en el proceso. Se hace desde el punto de
vista de que el paciente recupere su vida, pese a al ansiedad que tenga. Se puede ver
con más detalle la aplicación de estas técnicas en "aplicación del Curso Terapéutico de
Aceptación I y II a la agorafobia"
Cuando existen ataques de pánico asociados hay que realizar primeramente el
tratamiento de este trastorno para que la exposición a las situaciones temidas sea
adecuada. En ese caso la exposición a estímulos interoceptivos (a las propias
sensaciones de miedo) empleando las técnicas corporales es altamente efectivo (Beck
J. G. et al. 1997, Craske, 1997). Algunas de estas técnicas, como la aceptación de
sensacione, están expuestas con detalle y con ejercicios guiados en CD en el "Curso
Terapéutico de Aceptación I y II" .
Una de las dificultades que el psicólogo tiene que salvar para poder llevar a cabo el
tratamiento es que el planteamiento de la terapia es contrario a lo que aparentemente
afirma la lógica. En efecto, mientras que parecería que si sufrimos, nuestro primer
objetivo ha de ser obligatoriamente acabar con ese sufrimiento para poder ser felices
y llevar una vida plena, las leyes que rigen el sufrimiento psicológico indican que es
enfrentándose a lo que se teme, incluidas las propias sensaciones, cómo se consigue
alcanzar una vida con sentido y feliz. Es la persecución a ultranza de nuestras
aspiraciones más internas, por encima del sufrimiento que conlleve, lo que nos va a
liberar y lo que nos va a permitir llevar una vida plena. De forma secundaria el proceso
lleva a la habituación y extinción del sufrimiento
Técnicas adicionales
Miedo al miedo: exposición a estímulos
interoceptivos.
Dentro del entrenamiento para la consecución de técnicas de manejo de la ansiedad
que permitan la exposición gradual y efectiva se pueden incluir las técnicas corporales
que entrenan en el manejo de los estímulos propioceptivos relacionados con la
ansiedad.
Ya Clark (1989) señaló el papel que jugaba la respiración en el mantenimiento de la
agorafobia y actualmente se considera que el entrenamiento en respiración es una
ayuda importante para el paciente en sus duras tareas de exposición. La experiencia
clínica indica que el entrenamiento en técnicas corporales, y no solamente en una
respiración adecuada, puede jugar un papel importante y efectivo en el tratamiento.
De hecho los pacientes agorafóbicos están muy preocupados por los síntomas
corporales y en general por todo lo que pueda ocurrir en su cuerpo; están atentos
buscando cualquier indicio que pueda señalar un problema que les lleve a la pérdida
de control o a la muerte. Cuando mejoran la relación con su cuerpo y aprenden otra
La interpretación biologicista del pánico considera que tiene un origen fisiológico, que
existe una predisposición que podría ser genética hacia el pánico. Podría estar toda la
vida latente; pero algunas situaciones puede hacer que aparezca, haciéndose realidad
un desequilibrio en los neurotransmisores. Es posible que pueda hacerse crónico y
se produzca un trastorno de angustia. El tratamiento farmacológico podría volver los
neurotransmisores a su sitio; pero continuará la predisposición y la vulnerabilidad y los
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Sindy Hernández
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ataques podrían volverse a repetir.
La visión psicológica es diferente. No se puede negar que algunas personas sean más
vulnerables que otras a la ansiedad. Pero en el disparo del ataque de pánico juega un
papel muy importante una reacción inadecuada a las señales de ansiedad. La
ansiedad, la angustia, el miedo, etc. son estados que se caracterizan todos por una
gran excitación fisiológica, que nos prepara para luchar o para huir haciendo frente al
peligro que la causa. Si las sensaciones asociadas a la excitación fisiológica nos
provocan más miedo o angustia, podemos entrar en un círculo vicioso, porque al
esforzarnos por huir o luchar en contra de esas sensaciones, nuestra excitación inicial
se incrementa. De esta forma luchamos además de contra el origen de nuestro miedo,
angustia o ansiedad; también contra las propias sensaciones de excitación. Esta
espiral excitación - miedo o angustia - excitación nos puede inducir en segundos un
ataque de pánico.
Por ejemplo, cuando tenemos miedo se suele respirar rápido para dar a los músculos más
oxígeno y prepararlos así para huir o luchar. Si no se consume ese oxígeno; porque no se huye
o lucha de inmediato, se puede producir una sensación de mareo asociada a una ligera
hiperventilación. Si la pequeña sensación de mareo nos da miedo (quizás porque la
interpretamos como que nos vamos a desmayar, a perder el sentido, a morirnos, ...)
respiraremos más rápido todavía con lo que el mareo aumentará. En pocos segundos podemos
estar totalmente mareados y con sensaciones de hormigueo e incluso de tetanización de los
músculos y en consecuencia con un miedo totalmente descontrolado y disparado y unos
pensamientos catastróficos de que nos vamos a desmayar o a morir o ...
Con esta visión, aunque exista una predisposición genética a la ansiedad, el sujeto puede
aprender como cae en el ataque de pánico y como puede salir de ese camino que ya no le lleva
necesariamente a la catástrofe.