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Trastorno de pánico

Diagnóstico
La agorafobia es un trastorno de ansiedad que puede aparecer o no asociado
con ataques de pánico. Se caracteriza por una gran ansiedad que se da en
distintas situaciones, en general en sitios públicos, que se acompañan con
conductas de evitación que reducen el malestar. El DSM IV y la CIE 10 incluyen
sus criterios diagnósticos

¿Qué son los ataques y el trastorno de pánico y


cuáles son sus causas?

El trastorno de pánico es una enfermedad aparentemente muy común que y se


dice que Afecta a una de cada treinta personas. Aparentemente común, porque
muchas personas pueden padecerlo sin darse cuenta, que tan grave podría
llegar a ser.
Su origen tiene una base neurobiológica y genética, influyendo también otros
factores como el aprendizaje infantil y el estrés acumulado en los meses
previos a su aparición. Se inicia generalmente entre los 20 y 30 años de edad.
Prácticamente, se ha comprobado que el 3% de la población general tiene el
sistema de alarma del cerebro
hipersensible, por lo cual el umbral para que se dispare la

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respuesta de alarma es más bajo. Por ello, en algún momento de su vida esta
respuesta se gatilla sola, espontáneamente, sin motivo aparente. Es decir, que
sin que existan condiciones de peligro real en el exterior, la alarma interior se
activa en forma de falsa alarma. Se produce entonces una respuesta similar ala
que habría en caso de una amenaza verdadera y es lo que constituye el ataque
de pánico. Tanto el estrés físico, producido, por ejemplo, por accidentes,
cirugías o ciertas enfermedades, como el estrés mental, causado por
frustraciones, desgracias o pérdidas emocionales, suelen ser antecedentes
frecuentes a la aparición de una primera crisis de pánico. Circunstancias
reiteradas de estrés van estimulando crónicamente al sistema nervioso
simpático. Quienes están por sufrir un trastorno de pánico (TP) presentan una
vulnerabilidad particular que los hace generar falsas alarmas, debido a la
existencia de un conjunto de factores que, sumados, llegan a producir el
pánico. Hay una predisposición familiar a padecer el TP, que en parte es
hereditaria y por otra parte tiene que ver con el aprendizaje de los modelos
parentales a lo largo de la infancia. También pueden ser factores
desencadenantes el estrés acumulado en los meses anteriores a las primeras
crisis, (casamiento, divorcio, embarazos, nacimientos de hijos, muerte de algún
ser querido, dificultades económicas y en algunos casos consumo de drogas
estimulantes o panicógenas). Lo habitual es quela persona suponga que su
primera crisis ha ocurrido sin un factor desencadenante, dado que la relación
entre el primer ataque y estos factores no es directa o inmediata.3La primera
crisis, generalmente, tiene lugar cuando los hechos estresantes ya han pasado,
está todo en calma aparente y por lo tanto es necesario explorar qué ha
sucedido en la vida en los meses anteriores. En el pánico, la reacción física es
similar a la que ocurre en una respuesta de alarma ante un peligro real, con la
diferencia De que en este caso, es gatillada en ausencia de una amenaza
concreta. Actualmente puede lograrse la recuperación de este trastorno en la
mayoría de los cas, integrando la psi coeducación con un fármaco-terapia
específico y recursos psicosociales, como la terapia cognitiva-comporta mental

¿Qué consecuencias tienen las crisis de pánico en


quien las sufre?

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Los seres humanos estamos constantemente tratando de evaluar y
comprender qué ocurre a nuestro alrededor y en el mundo. Cuando no
encontramos explicación a un hecho, para tranquilizarnos, siempre intentamos
darle un significado o rotularlo. Cuando ignoramos qué es lo que nos pasa,
tendemos a permanecer hiperalertas y a interpretar las sensaciones de nuestro
cuerpo como indicadoras de una enfermedad o de pérdida del funcionamiento
normal. El panicoso espera, con mucho temor, la manifestación de algún
desastre personal, siente que se va a morir, desmayar, descontrolar o
enloquecer, dado que el ataque es realmente dramático y no le encuentra una
explicación valedera a su aparición. Es entonces cuando el afectado comienza
a generar pensamientos e interpretaciones negativas o catastróficas. El
componente comporta mental se manifiesta en cambios en su conducta
habitual. Cuando las crisis tienden a repetirse una y otra vez, el enfermo deja
de ser el que era antes, no tiene descanso, se vuelve asustadizo, pierde su
seguridad, trata de evitar las situaciones o lugares en los cuales ocurrieron los
primeros ataques y adonde se pueda sentir atrapado o desamparado.
Comienza a consultar repetidamente a salas de guardia y emergencias, va a
cardiólogos o clínicos, buscando un reaseguro y para que le digan qué es lo que
está pasando con su cuerpo. Tiene miedo a la soledad o al desamparo, en caso
de que se repitan sus crisis, cuyos motivos no alcanza a comprender. Empieza
a pensar que el ataque debe ser una señal de que algo anda muy mal dentro
suyo:"¿qué pasa si tengo una crisis cardíaca y me muero?", "puedo
enloquecer", "puedo descontrolarme o desmayarme". Es habitual que no se
anime a contarle a los demás lo que le ocurre, por temor a ser juzgado como
loco y porque su aspecto exterior no evidencia ningún cambio. Además, cuando
consulta a un médico clínico, muchas veces éste lo examina en detalle y le dice
que "todo está normal", "son sus nervios", "es el estrés". Esto se debe al
desconocimiento que aún hay del tema en algunos profesionales y que,
afortunadamente, cada vez es menor

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¿El trastorno de pánico es un problema
Físico o psicológico?

Hoy se considera que es un problema neurobiológico, que puede traer severas


consecuencias psicológicas, si no se lo trata. Hay factores estudiados en
profundidad que señalan la existencia de una tendencia familiar, tanto genético
hereditaria como debida a influencias del aprendizaje infantil. También la
respuesta terapéutica específica que se obtiene con ciertas medicaciones, ha
demostrado que el modelo biopsicosocial es el que mejor explica el trastorno.
Los dos aspectos fundamentales en la terapia del trastorno de pánico son:
primero bloquear las crisis y luego que el paciente aprenda a afrontarlas sin
temor, con lo cual disminuirá también su ansiedad anticipatoria. Al recuperar la
seguridad en sí mismo, reduce la evitación fóbica, o sea los síntomas
agorafóbicos. La medicación es un tratamiento de primera línea para bloquear
las crisis y lo mejor es que el paciente también aprenda habilidades cognitivas
comportamentales para afrontarlas. El considerar al pánico como un problema
médico, originado en una vulnerabilidad genética o neurobiológica, libera al
paciente del estigma de ser un débil o un incapaz de superarlo por sí mismo y
lo exime de la culpa de ser el responsable de su enfermedad. Por otra parte,
amplía su aceptación y cumplimiento de las indicaciones médicas, al ubicar a
este padecimiento dentro del espectro de los problemas médicos, como la
úlcera péptica, la diabetes o la hipertensión arterial.
Impedirle a un paciente con TP acceder a una medicación adecuada es como
privar a un hipertenso de su medicación específica, o no administrar un
antiulceroso en presencia de una úlcera péptica. Actualmente es tan
descabellado como impedir a un asmático en crisis o a un diabético tomar su
medicación

¿Cómo es una crisis o ataque de pánico?


Describiremos a continuación, siguiendo los lineamientos del DSM-IV-TR, en
que consiste una crisis o ataque de pánico. Comprende la aparición temporal y
aislada de miedo o de malestar intensos acompañada de cuatro o más de los
siguientes síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima
expresión dentro de los primeros 10 minutos. Los síntomas de las crisis o

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ataques de pánico pueden ser ordenados, según la frecuencia estadística de
aparición, de mayor a menor y además del miedo intenso o pánico, de la forma
siguiente:

1. Palpitaciones o taquicardia
2. Sudoración
3. Temblores o sacudidas
4. Sensación de ahogo
5. Sensación de atragantamiento
6. Opresión o malestar torácico
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
9. Desrealización o despersonalización
10. Miedo a volverse loco o descontrolarse
11. Miedo a morir
12. Parestesias (hormigueos o entumecimientos)
13. Escalofríos o sofocaciones
De los mencionados, como dijimos, debe haber 4 o más para que la crisis sea
completa.

Crisis o ataque
De pánico
¿Cómo se clasifican las crisis de pánico?

Las crisis de pánico se clasifican en:

• Completas o típicas (si tienen 4 o más síntomas).


• Incompletas o de síntomas limitados (con menos de 4síntomas).
En cuanto a las circunstancias determinantes de su aparición, se dividen en:

• Inesperadas o espontáneas: Son aquellas en las que no puede detectarse un factor


causal y ocurren típicamente al comienzo del TP. Pueden repetirse en cualquier
Momento de la enfermedad.

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• Situacionales: Se desencadenan por la exposición a un estímulo atemorizante y aún
por la anticipación del mismo. Además de ocurrir en el TP con o sin agorafobia,
pueden darse en la fobia social y en el TEPT (Trastorno de Estrés Post Traumático).

• Más o menos relacionadas a situaciones determinadas: Ocurren a veces, al exponer


a la persona a estímulos Potencialmente fobígenos, por ejemplo al viajar en avión o
en subte, un agorafóbico puede o no tener una crisis.

Las 4 PREGUNTAS CLAVES PARA HACER UN


DIAGNOSTICO
DE TP, son las siguientes:

1. ¿Tuvo usted episodios repentinos de palpitaciones, temblores, dolor u opresión en el


pecho, mareos o falta de aire, que duraron varios minutos, con un pico de
intensidad y sin una causa aparente?
2. ¿Cuántos fueron?
3. ¿Qué idea, preocupaciones o temores tiene acerca de los mismos?
4. ¿Cambió en algo su vida desde que los tuvo, en el sentido de restringir o evitar
ciertos desplazamientos?

Si dividimos los síntomas posibles del pánico, según sus manifestaciones en los diferentes
sistemas del organismo, podemos clasificarlos en:

• Cardiológicos Palpitaciones
• Taquicardia
• Neurovegetativos Sudoración
• Escalofríos
• Sofocaciones
• Respiratorios Disnea
• Opresión o malestar torácico
• Neurológicos Temblores o sacudidas
• Inestabilidad o mareos
• Digestivos Atragantamiento
• Nauseas
• Molestias abdominales
• Mentales o psíquicos Miedo o malestar intenso
• Miedo a descontrolarse
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• Miedo a volverse loco
• Miedo a morir
• Despersonalización
• Desrealización

¿Cómo define el DSM-IV-TR (APA 2001) a la enfermedad


o trastorno de pánico?

Para que exista un trastorno de pánico es necesaria la presencia de ataques de pánico


recurrente e inesperado, y al menos una de las crisis ha sido seguida durante un mes (o
más) de uno (o más) de los siguientes síntomas:

• Inquietud persistente ante la posibilidad de tener más crisis.


• Preocupación por las consecuencias o implicancias de la crisis.
• Cambio significativo del comportamiento relacionado con las crisis.

Los ataques de pánico no responden a los efectos fisiológicos de una sustancia o a una
enfermedad, no pueden explicarse mejor por otro trastorno mental y pueden ocurrir con o
sin agorafobia

¿Qué es la agorafobia?
La agorafobia (AGF) es una patología asociada, con altísima frecuencia, al pánico y que se
desarrolla como consecuencia del mismo, en la mayoría de los casos. Anteriormente, se la
definía como el miedo a los espacios abiertos, de ahí su nombre, pues agora era la plaza o
mercado de las ciudades griegas. Hoy se la define como el miedo a sentirse solo,
desamparado, sin escape e imposibilitado de recibir asistencia en caso de tener una crisis
de pánico. Se la define también como el miedo a encontrarse en lugares o situaciones en
los cuales no esté disponible una ayuda, en el supuesto de tener un ataque o en las
circunstancias en que el escape resulte dificultoso, debido a restricciones físicas o sociales.
Por lo tanto, el agorafóbico tiende a evitar alejarse de los lugares que considera seguros,
como por ejemplo su hogar, aunque en algunos casos graves tampoco puede quedarse
solo en casa. Si se aleja, es probable que necesite de la compañía de alguien que

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considera protector. Muchas personas evitan el lugar donde ocurrió su primera crisis de
pánico. En estos casos, el temor a ese lugar o alguna actividad ocurre por
condicionamiento (una experiencia aterrorizante como el pánico se asocia a un evento
neutral, por ejemplo, viajar en omnibus y a partir
de entonces se evita este medio de transporte). Posteriormente, el temor suele
generalizarse a otros medios de transporte, los medios y lugares usualmente más temidos
son aquellos de los que resulta más difícil escapar, en caso de sentirse mal o de tener una
crisis, tales como: subterráneo, tren, barco, ferry, avión, puentes, túneles, autopistas,
teatros, estadios, shoppings. El enfermo suele preferir aquellos vehículos en los que pueda
controlar o modificar el trayecto
(auto propio, taxi, motocicleta, etc.) o lugares de fácil salida para poder acceder más
fácilmente a un lugar seguro, si se descompone

Origen de la agorafobia
Macaurelle, R.; Belanger, C. Marchand, A. (2003). Marital relationship and the
treatment of panic disorder wit agoraphobia: a critical review. Clinical Psychology
Review. 23, 247-276Quizás debido al citado deterioro de las relaciones de pareja
asociado a la agorafobia se ha especulado con la afirmación de que su origen se
puede asociar a la aparición de problemas graves en las relaciones de pareja. Sin
embargo, los estudios recientes afirman que, si bien el desencadenante del problema
puede estar relacionado con un suceso muy estresante, los problemas de pareja no
tienen por qué ser precisamente los más frecuentes, aunque si sean relativamente
habituales. Por el contrario se ha observado que una buena relación de pareja supone
un buen pronóstico en el tratamiento.Que el desencadenante esté en un suceso
estresante anterior se puede explicar porque al estar sometido a un fuerte estrés las
sensaciones se hacen mucho más desagradables y cualquier incremento de la
ansiedad puede saltar el umbral de la tolerancia y activar alarmas, porque hasta
entonces las sensaciones habían sido soportables. Se dispara entonces una lucha
contra el sufrimiento intentando controlar las sensaciones apareciendo conductas de
control del cuerpo como hiperventilación, tensión, disociaciones, etc. Como las
sensaciones no son controlables, el esfuerzo incrementa la ansiedad de forma muy
importante de manera que se puede desencadenar un ataque de pánico. Las
conductas sociales de búsqueda de seguridad, dejando de salir y evitando las
situaciones en las que pueda tener problemas, el trastorno está en marcha y la
agorafobia se incrementa.
Los sucesos estresantes pueden ser inmediatos, muchas veces, pero otras puede que
hayan aparecido incluso muchos meses antes. Se sitúa la persona en un nivel tal de
excitación que cualquier pensamiento de posibles problemas puede desencadenar el
ataque.

¿Qué se evita en la agorafobia?


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• LUGARES O SITUACIONES ACTIVIDADES TEMIDAS
• Manejar o viajar en auto
• Usar medios de transporte
• Caminar o alejarse
• de su casa
• Estar solo en su casa
• Esperar en filas o colas
• Estar en espacios abiertos
• Ejercicios
• Relajación o inactividad
• Discutir o poner límites
• Quedarse encerrado
• Supermercados
• Shopping Centers
• Muchedumbres
• Cines, teatros
• Puentes, túneles
• Ascensores
• Lugares desconocidos
• Aviones y barcos
• Mudarse o
• cambiar de trabajo
• Fiestas o reuniones

¿Cuáles son los temores típicos del Agorafóbico?

• Tener una crisis de pánico y sufrir sus consecuencias.


• Sentirse acalorado, sofocado o asfixiado.
• Perder el control, sentirse fuera de sí o enloquecer.
• Mostrar signos de ansiedad o parecer tonto.
• Desmayarse o sentirse débil.
• Según el psicólogo David Barlow, la agorafobia está presente en un 95% de los TP
diagnosticados

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¿Cómo se establece la severidad de la agorafobia?
La agorafobia puede clasificarse, según su severidad, en:

Leve:
El sujeto presenta algún tipo de evitación o resistencia a las situaciones que le producen
malestar, llevando una vida relativamente normal. Por ejemplo, puede ir al trabajo o de
compras sin compañía si es necesario, aunque por lo general evita desplazarse solo.

Moderada:
La evitación da lugar a un tipo de vida bastante restringida. El individuo es capaz de salir
solo de su casa, pero no puede desplazarse más allá de algunos kilómetros sin compañía.
Grave:

La evitación obliga a estar casi por completo dentro de casa, o hace al individuo incapaz
de quedarse solo en su hogar o de salir, si no es acompañado de PANICO.

Tratamiento básico
Existen varios tipos de tratamiento de la agorafobia. Los más estudiados y
contrastados experimentalmente son el farmacológico y el cognitivo conductual. El
cognitivo conductual muestra como ventaja sobre el farmacológico que permanece
después de cesar la administración, mientras que el que se restringe a la medicación
pierde sus efectos cuando cesa la toma de medicación (Echeburúa y Corral, 1992).
También se pueden emplear de manera conjunta, aparentemente con ventajas en los
resultados que se obtienen, aunque los resultados de la terapia combinada aún están
en estudio.
La tercera generación de la terapia cognitivo conductual ha supuesto un progreso
importante en la aplicación de las técnicas clásicas que han mostrado empíricamente
su validez. El objetivo de la terapia no es acabar totalmente con el sufrimiento, sino
que la persona sea capaz de aceptar el sufrimiento inevitable y que evite luchar contra
él, porque si lucha, se va a causar una ansiedad mucho mayor. Esta ansiedad añadida
constituye el núcleo de la agorafobia. Las técnicas son las mismas; pero el objetivo es
diferente: antes se pretendía la eliminación de la ansiedad a ultranza para que el
paciente pudiera seguir con su vida. Ahora se cambian las prioridades: se trata de que
el paciente siga con su vida, aunque no se elimine la ansiedad. Como efecto
secundario de esta política la ansiedad queda reducida a la mínima expresión y lo que
es más importante, el paciente puede seguir su vida plenamente, sin miedo a las
recaídas.
En un resumen muy escueto, el tratamiento cognitivo conductual clásico de la
agorafobia se basa en el entrenamiento de las habilidades necesarias para la posterior
autoexposición gradual programada del paciente a las situaciones temidas. (Para más
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detalle ver: Echeburúa y Corral, 1992; Craske y Barlow 1993, Barlow, 1997). Hacer una
exposición implica una preparación importante del paciente, porque solamente él sabe
como evita. La Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes y otros, 1999; Wilson y
Luciano, 2002, Hayes y otros, 2004) proporciona los métodos adecuados para realizar
esa exposición. La exposición es una técnica difícil de realizar, sobre todo por uno
mismo; en el "Curso Terapéutico de Aceptación I y II" se dan instrucciones detalladas e
incluso contiene una grabación que guía en el proceso. Se hace desde el punto de
vista de que el paciente recupere su vida, pese a al ansiedad que tenga. Se puede ver
con más detalle la aplicación de estas técnicas en "aplicación del Curso Terapéutico de
Aceptación I y II a la agorafobia"
Cuando existen ataques de pánico asociados hay que realizar primeramente el
tratamiento de este trastorno para que la exposición a las situaciones temidas sea
adecuada. En ese caso la exposición a estímulos interoceptivos (a las propias
sensaciones de miedo) empleando las técnicas corporales es altamente efectivo (Beck
J. G. et al. 1997, Craske, 1997). Algunas de estas técnicas, como la aceptación de
sensacione, están expuestas con detalle y con ejercicios guiados en CD en el "Curso
Terapéutico de Aceptación I y II" .
Una de las dificultades que el psicólogo tiene que salvar para poder llevar a cabo el
tratamiento es que el planteamiento de la terapia es contrario a lo que aparentemente
afirma la lógica. En efecto, mientras que parecería que si sufrimos, nuestro primer
objetivo ha de ser obligatoriamente acabar con ese sufrimiento para poder ser felices
y llevar una vida plena, las leyes que rigen el sufrimiento psicológico indican que es
enfrentándose a lo que se teme, incluidas las propias sensaciones, cómo se consigue
alcanzar una vida con sentido y feliz. Es la persecución a ultranza de nuestras
aspiraciones más internas, por encima del sufrimiento que conlleve, lo que nos va a
liberar y lo que nos va a permitir llevar una vida plena. De forma secundaria el proceso
lleva a la habituación y extinción del sufrimiento

Al paciente le parece un programa duro o imposible, pero cuando entra en el proceso


de aceptación, rápidamente, se da cuenta de que es el camino correcto: aprendiendo
a enfrentarse al miedo al abandono, a la soledad, a volverse loco o a morirse mientras
se toma el control de la propia vida para hacer lo que se quiere es cómo se consigue la
liberación. Es la aceptación del sufrimiento para seguir nuestros valores lo que libera.
El "Curso Terapéutico de Aceptación I y II" plantea de forma clara y asequible este
camino, que es el que se recorre realizando una psicoterapia cognitivo conductual bajo
la guía de un psicólogo especializado en terapia de aceptación y compromiso. Esta
terapia establece el marco adecuado para que el paciente comprenda la necesidad de
ese enfrentamiento para poder vivir de acuerdo con sus objetivos y valores, que son
los que dan sentido a su vida, en lugar de centrar toda su actividad en la evitación de
la ansiedad, lo que restringe y limita la vida a cuatro paredes.

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Para profundizar en la filosofía de la Terapia de Aceptación y Compromiso se puede
consultar El Curso Terapéutico de Aceptación que plantea, además, un aprendizaje
graduado de técnicas básicas para realizar la exposición a los estímulos internos.

Resultados y problemas en el tratamiento


El tratamiento cognitivo conductual se ha mostrado eficaz en un porcentaje entre el
65% y el 75% de los pacientes que acaban el tratamiento (Echeburúa y Corral, 1992),
aunque a ello hay que añadir una tasa que oscila entre el 10% y el 15% de abandonos
o rechazos del tratamiento. En todo caso se ha mostrado superior a otros tratamientos
como el farmacológico. La aplicación del tratamiento dentro del marco planteado por
la Terapia de Aceptación y Compromiso promete mejorar estos datos, aunque los
resultados están en proceso de evaluación empírica (García Higuera, 2007).
Está claro que es preciso establecer nuevas estrategias para mejorar la eficacia del
tratamiento. La Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes y otros, 1999; Wilson y
Luciano, 2002) acelera el proceso y aumenta el número de personas que acaba la
terapia.
En el tratamiento se plantean dos tipos de problemas que pueden ser solucionados y
que ayudarán a mejorar la eficacia. Por una parte está el miedo al miedo que es
inherente a los ataques de pánico, pero que de alguna manera está presente en todas
las agorafobias. Por otra parte están los problemas que presentan algunos pacientes
para seguir la exposición gradual que se ha pactado, pese a saber y creer que así
solucionarán el problema puesto que ya han conseguido algunos avances. Por eso se
añaden al tratamiento, cuando es necesario algunas técnicas adicionales.

Técnicas adicionales
Miedo al miedo: exposición a estímulos
interoceptivos.
Dentro del entrenamiento para la consecución de técnicas de manejo de la ansiedad
que permitan la exposición gradual y efectiva se pueden incluir las técnicas corporales
que entrenan en el manejo de los estímulos propioceptivos relacionados con la
ansiedad.
Ya Clark (1989) señaló el papel que jugaba la respiración en el mantenimiento de la
agorafobia y actualmente se considera que el entrenamiento en respiración es una
ayuda importante para el paciente en sus duras tareas de exposición. La experiencia
clínica indica que el entrenamiento en técnicas corporales, y no solamente en una
respiración adecuada, puede jugar un papel importante y efectivo en el tratamiento.
De hecho los pacientes agorafóbicos están muy preocupados por los síntomas
corporales y en general por todo lo que pueda ocurrir en su cuerpo; están atentos
buscando cualquier indicio que pueda señalar un problema que les lleve a la pérdida
de control o a la muerte. Cuando mejoran la relación con su cuerpo y aprenden otra

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forma de relacionarse con sus estímulos propioceptivos, la aplicación de los pasos
necesarios para la exposición a las situaciones temidas se hace más fácil.
Las técnicas corporales que se exponen en (García Higuera, 1992) son una ayuda
inapreciable en este trabajo puesto que permiten un avance rápido y mejoran las
probabilidades de éxito, puesto que permiten asociar la exposición a las sensaciones
corporales con técnicas que son intrínsecamente relajantes con lo que se consigue que
la misma exposición sea una técnica que permite el manejo de la ansiedad. Existe un
curso en el que se trabajan estas técnicas concretas desde el punto de vista de la
Terapia de Aceptación y Compromiso Iy II y que ayudan al paciente para realizar las
exposiciones, tanto a los estímulos interoceptivos como a las situaciones temidas y
que se puede consultar pinchando aquí.

Dificultades en la realización de la exposición


Otro problema que se encuentra en la práctica clínica es el seguimiento de los planes
pactados con el paciente, encuentra excusas para no hacerlo, aunque sepan y hayan
experimentado que pueden pasar la situación con una ansiedad que será soportable.
No son excusas fundadas en impedimentos objetivos, entran en juego razones no
siempre explícitas que se disparan de forma automática en el paciente y le impiden
avanzar en el tratamiento. Por eso el trabajo de descubrimiento de sus valores y su
incorporación a la terapia, se convierte en el motor que hace que el paciente vea lo
que realmente se está perdiendo y que es importante para él, mientras está en cas
luchando inútilmente intentando controlar su ansiedad.
Los hábitos de conducta fuertemente establecidos son otra de las dificultades que se
encuentra el paciente para realizar sus tareas. Muchos de estos hábitos están
establecidos en la infancia y son automáticos y por lo tanto inconscientes.
En esta página se muestra con más detalle cómo se realiza la exposición en la terapia
cognitivo conductual.

En el cambio y modificación del hábito se pueden


presentar distintas situaciones:
A veces, en su historia y evolución, el paciente ya ha aprendido a solucionar las cosas
de manera diferente a como lo hacía en la infancia o adolescencia, cuando se fijó el
hábito de conducta. Pero el esquema de funcionamiento es automático y se dispara en
las situaciones similares a las que se estableció, que en general son de alto estrés por
lo que predomina en ellas la conducta mejor establecida que en general suele ser la
más antigua; por eso se inicia automáticamente sin control consciente por parte del
paciente. Por eso hacerlo consciente y volver a construir como podría haber sido su
vida si se hubieran solucionado los problemas de otra forma es un trabajo que sirve
para afianzar el cambio y hacerlo más general. Reconstruir la vida no supone
reprocharse nada, sino ver que con nuestras capacidades actuales los problemas los
habríamos resuelto de otra manera con lo que la preparación para resolverlos como lo
habíamos hecho entonces no sirve para nada.

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Así cambian la actitud, concebida como preparación a la acción (Frijda, 1969) y el
estado de ánimo que es consecuencia del mantenimiento de las emociones. Se
aprende que los esquemas que hemos incorporado a nuestro comportamiento
disparan actitudes y preparaciones a la acción que conllevan ansiedad, sufrimiento y
no son tan efectivas como las que sabemos emplear ahora. Cuando se detectan los
esquemas se pueden modificar y realmente la vida se convierte en algo más
agradable.
Cuando el paciente todavía no ha aprendido otras alternativas para solucionar el
problema, y lo sigue haciendo de la manera que lo ha hecho siempre, es preciso
realizar en la terapia el cambio de la conducta para que experimente que
efectivamente hay otras soluciones más efectivas y menos dolorosas. Es entonces
cuando se puede aplicar el paso anterior y reconstruir de nuevo su vida desde la
nueva perspectiva.

Las relaciones sociales


Las relaciones sociales de las/os agorafóbicas/os se ven muy afectadas por su
problema. Por una parte no salir y no poder ir solos a muchos sitios restringe las
posibilidades de poder estar con gente y su vida social se va reduciendo de forma
notable. Por otro lado se ven obligados muchas veces a establecer una dependencia
tremenda de una persona allegada, porque a gran parte de los sitios no pueden ir sin
compañía. Por eso desarrollan habilidades especiales para conseguir compañía y
manejar a las personas que los quieren..
En algunos casos puede ocurrir que se estén manteniendo las relaciones por no perder
la compañía. Entonces la trampa es tremenda, pensar solamente en romper la relación
la genera una gran ansiedad; pero continuarla la pone igualmente ansiosa.
El terapeuta tiene que estar atento a este proceso, porque cuando mejoran sus
posibilidades de movilidad y aprende a enfrentarse al miedo y a la ansiedad, tienen
que replantearse sus relaciones personales desde esta nueva perspectiva y ambos
miembros de la pareja aceptar la nueva situación.

Qué es un ataque de pánico


Definición del DSM-IV
Definición del CIE 10
.

La interpretación biologicista del pánico considera que tiene un origen fisiológico, que
existe una predisposición que podría ser genética hacia el pánico. Podría estar toda la
vida latente; pero algunas situaciones puede hacer que aparezca, haciéndose realidad
un desequilibrio en los neurotransmisores. Es posible que pueda hacerse crónico y
se produzca un trastorno de angustia. El tratamiento farmacológico podría volver los
neurotransmisores a su sitio; pero continuará la predisposición y la vulnerabilidad y los
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ataques podrían volverse a repetir.

La visión psicológica es diferente. No se puede negar que algunas personas sean más
vulnerables que otras a la ansiedad. Pero en el disparo del ataque de pánico juega un
papel muy importante una reacción inadecuada a las señales de ansiedad. La
ansiedad, la angustia, el miedo, etc. son estados que se caracterizan todos por una
gran excitación fisiológica, que nos prepara para luchar o para huir haciendo frente al
peligro que la causa. Si las sensaciones asociadas a la excitación fisiológica nos
provocan más miedo o angustia, podemos entrar en un círculo vicioso, porque al
esforzarnos por huir o luchar en contra de esas sensaciones, nuestra excitación inicial
se incrementa. De esta forma luchamos además de contra el origen de nuestro miedo,
angustia o ansiedad; también contra las propias sensaciones de excitación. Esta
espiral excitación - miedo o angustia - excitación nos puede inducir en segundos un
ataque de pánico.

Por ejemplo, cuando tenemos miedo se suele respirar rápido para dar a los músculos más
oxígeno y prepararlos así para huir o luchar. Si no se consume ese oxígeno; porque no se huye
o lucha de inmediato, se puede producir una sensación de mareo asociada a una ligera
hiperventilación. Si la pequeña sensación de mareo nos da miedo (quizás porque la
interpretamos como que nos vamos a desmayar, a perder el sentido, a morirnos, ...)
respiraremos más rápido todavía con lo que el mareo aumentará. En pocos segundos podemos
estar totalmente mareados y con sensaciones de hormigueo e incluso de tetanización de los
músculos y en consecuencia con un miedo totalmente descontrolado y disparado y unos
pensamientos catastróficos de que nos vamos a desmayar o a morir o ...

Si se aprende a no tener miedo a la pequeña sensación inicial de mareo el ciclo no se


producirá. Si nos entrenamos para respirar de manera correcta cuando tengamos miedo, es
decir, dejamos de respirar como si estuviéramos en una situación de extremo peligro,
cortaremos el ciclo. Si interpretamos las señales corporales de forma adecuada, como ansiedad
o miedo normal, y no de forma catastrófica (pérdida de control, desmayo, enfermedad, muerte,
etc.) el problema se soluciona.
He puesto un ejemplo con sensaciones asociadas a la respiración, que son las más frecuentes,
pero no son las únicas, otras veces son sensaciones de inseguridad, desequilibrio, irrealidad,
etc.

La teoría es sencilla. Llevarla a la práctica es un proceso terapéutico complejo, puesto que no


basta con el convencimiento intelectual, hay que tener conciencia vivida (desacondicionarse al
estímulo decimos los psicólogos) para que el proceso en espiral de disparo del pánico se corte.
La experiencia es que cuando se puede realizar una exposición a los estímulos internos del
sujeto y se pueden interpretar de forma adecuada, los ataques de pánico se dejan de producir
en una etapa muy temprana de la terapia, aunque esta suele ser mucho más larga porque se
tiene que perder el miedo en todas las situaciones que se han evitado.

Con esta visión, aunque exista una predisposición genética a la ansiedad, el sujeto puede
aprender como cae en el ataque de pánico y como puede salir de ese camino que ya no le lleva
necesariamente a la catástrofe.

Recopilación de Información por


Sindy Hernández
Psicología Clínica, UMG

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