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PABLO”
UNIDAD ACADÉMICA SANTA CRUZ
CARRERA DE PSICOPEDAGOGÍA
PRINCIPIO DE LA
JUSTICIA SOCIAL HUMANA
JUSTICIA SOCIAL
INTRODUCCIÓN
1
Pío XI, Encíclica Quadragesimo anno, 1931.
Universidad Católica Boliviana San Pablo
Unidad Académica Santa Cruz
Carrera de Psicopedagogía
Humanismo de Cristo III Lic. María Suxo
Oscar Jesús Hallens Córdova
La idea de justicia social late en el “equilibrio reflexivo” de los principios de
justicia de Rawls: libertades básicas, principio de diferencia y la acción afirmativa
como discriminación positiva, basada en la justicia entendida como equidad,
cuestión que ha sido discutida y parcialmente resuelta por el principio de igualdad
de oportunidades, pero no ha sido desarrollada hasta las acciones y consecuentes
legislaciones de los movimientos humanistas en torno a la discriminación, la
libertad y las Encíclicas Sociales: la distribución de los frutos del desarrollo y la
dignidad humana.
La lucha contra la distribución desigual de bienes que son de todos, la
solicitud o preocupación por el bien común, la idea de que justicia equivale a paz y
la conciencia de ello en los individuos son todos componentes de un sistema
social justo. El balance de las desigualdades sociales en beneficio de los menos
favorecidos, dando a la justicia la categoría de equidad, como preocupación social
para el desarrollo humano y de la sociedad, ya define la nueva situación de estas
cuestiones en la humanidad. Este tipo de problemas favorece la tentación del uso
de la violencia para combatir situaciones consideradas socialmente injustas; los
problemas principales señalados como ejemplos son vivienda y desempleo y
cuestiones internacionales de calado, que posee un carácter progresista
(acumulativo) y una fundamentación empírica y racional, desarrollando una
doctrina social basada en estos puntos: desarrollo, solidaridad, dignidad humana e
identidad de cada comunidad.
Como teología moral, su definición llega más allá del contrato social: “los
bienes de este mundo están originalmente destinados a todos”, que forma un
conjunto de principios, criterios de juicio y directrices de acción, “un compromiso
para la justicia según la función, vocación y circunstancias de cada uno”2. Se ha
construido ya un modelo de filosofía moral para la sociedad civil y se ha
incorporado a la estructura social a través de las Ciencias Sociales, es decir, con
aportaciones y puntos de vista de técnicas multidisciplinarias, variadas.
Encíclicas sociales
Las Encíclicas Sociales son los pronunciamientos oficiales del Papa sobre
temas sociales dirigidos a los obispos, creyentes y a toda la humanidad.
Conforman en su conjunto la doctrina social de la Iglesia Católica.
Desde León XIII con Rerum novarum3 sobre la cuestión social en 1891, a
ella se siguen refiriendo los pontífices, Pío XI en Quadragesimo anno4 sobre las
cuestiones laborales en 1931, Juan XXIII en Mater et Magistra5 sobre los
campesinos en 1961, después Pacem in terris6 en 1963, Pablo VI
sobre Populorum progressio7 en 1967 y Ochenta Aniversario sobre los nuevos
2
Sollicitudo rei socialis, Juan Pablo II PP.
3
Sobre las cosas nuevas
4
A cuarenta años.
5
Madre y Maestra.
6
Paz en la Tierra
7
El progreso de los pueblos
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Carrera de Psicopedagogía
Humanismo de Cristo III Lic. María Suxo
Oscar Jesús Hallens Córdova
problemas sociales en 1971. Laborem Exercens en 198, Juan Pablo II, el 'Trabajo
Humano', 'Solicitud de la cosa social', Sollicitudo rei socialis con temas
sociológicos y metodológicos de la situación de la humanidad en
1988, Centesimus annus (Centésimo año) cosas nuevas de hoy en 1991,
cuestiones agrícolas, Veritatis splendor en 1993, esplendor de la verdad
y Evangelium Vitae de 1995, sobre la vida humana, evangelio de vida sobre el
valor de la vida.
Los aspectos comentados o el enfoque asignado de política social, se
desarrollan ampliamente el tema de los valores, las creencias y las ideologías y
obviamente los derechos humanitarios desde una perspectiva católica. Por tanto
deben considerarse como los pronunciamientos de la Iglesia Católica ante los
cambios de la sociedad y el mundo y por tanto prescripciones normativas de lo
correcto y justo.
Históricamente representaron en su comienzo, sobre todo Rerum Novarum,
una respuesta a las demandas y agendas políticas de los partidos y movimientos
políticos de orientación obrera o socialista o anarquista. Siendo la base para la
creación del socialcristianismo como movimiento social y político desde fines del
siglo XIX y comienzos del XX.
Además han servido como marco conceptual en las actividades de los
sociólogos de orientación católica. La amplitud social dentro de las encíclicas es
grande si bien las primeras se referían a los derechos sociales de los trabajadores,
también hacían referencia a los patrones y la relación entre ellos. Posteriores
encíclicas tratan del rol de diversas instituciones en la vida social como lo son las
comunicaciones sociales y el pacificismo.
En el caso de Latinoamérica sirvieron de inspiración en la redacción
del Documento de Puebla (1979). Así como la base, aunque no apoyada
oficialmente, de la Teología de la Liberación.
3. Santo Tomás de Aquino: La Ley Natural. Dice que los ciudadanos han
de tener los derechos naturales, que son los que Dios les da. Estos derechos son
más tarde llamados Los Derechos Humanos.
Función creadora
Los cristianos, más que cualquier otra persona, tienen una responsabilidad
hacia el Creador y hacia el orden creado por ese mismo Creador, quien vino a
“salvar” su creación.
Función de denuncia
Función reforma
Jesucristo rechaza la hipocresía que el falso celo oculta, pues con ello se
justifica para no cumplir con otros deberes esenciales: la justicia, la misericordia y
la fidelidad. El cristiano no debe caer jamás en un situación como aquella:
nuestras ofrendas voluntarias son gratas a Dios cuando cumplimos con las
obligatorias y necesarias, determinadas por la justicia; esta virtud manda dar a
cada uno lo suyo y se enriquece y perfecciona por la misericordia y la caridad.
Estas cosas había que hacer, sin omitir aquéllas.
Vivir la justicia con el prójimo es mucho más que el mero no causarle daño, y
no basta para cumplirla con lamentarse ante situaciones de injusticia; quejas y
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Oscar Jesús Hallens Córdova
lamentaciones que serán estériles si no se traducen en más oración y obras para
remediar esa situación. Cada cristiano ha de plantearse cómo vive la justicia en
las circunstancias normales de su vida: en la familia, en el trabajo profesional, en
las relaciones sociales...
Debemos vivir los deberes de justicia con aquellos que el Señor nos ha
encomendado, dedicándoles tiempo, colaborando en la formación de todos,
tratando con más esmero a aquel que, por enfermedad, edad o por sus
condiciones particulares, más lo necesita.
Somos justos cuando damos a cada uno lo suyo. El empresario, con la justa
retribución de los empleados, de acuerdo con las leyes civiles justas y con la recta
conciencia; «la justicia no se manifiesta exclusivamente en el respeto exacto de
derechos y de deberes, como en los problemas aritméticos que se resuelven a
base de sumas y de restas». Al cristiano le importa, sobre todo, ser justo ante
Dios, y esto le llevará a cumplir más allá de lo meramente establecido por las
leyes, teniendo en cuenta las circunstancias personales y familiares de quien
trabaja a su cargo.
La economía tiene sus propias leyes y mecanismos, pero estas leyes no son
suficientes ni supremas, ni esos mecanismos son inamovibles. El orden
económico no debe concebirse -insiste el Magisterio de la Iglesia- como un orden
independiente y soberano, sino que ha de estar sometido a los principios
superiores de la justicia social, que corrijan los defectos y deficiencias del orden
económico y tengan en cuenta la dignidad de la persona.
ANEXO 1
La Justicia Social
José Musse Torres
¿Por qué no podemos crear cortes populares que resuelvan los casos menores en
30 minutos? ¿Acaso no hay miles de problemas agobiantes que con menos
tiempo pueden resolverse si hay alguna autoridad que los atienda? No hablamos
de elucubrantes homicidios, ni millonarias falsificaciones o fraudes que requieran
de un irrenunciable desfile de testigos, testimonios de expertos, ni de peritaje
forense o de elevado conocimiento en criminalística. Hablamos de un propietario
que tumbó un árbol y destruyó sin proponérselo el automóvil del vecino y que se
niega a indemnizarle. Del inquilino que no paga el arriendo, del alma feliz que
martiriza al vecindario cada fin de semana con 200 decibeles, desde las ocho de la
noche hasta las cinco de la madrugada y de la que sus invitados refundan sus
botellines en nuestro jardín y del propietario al que nuestros reclamos le importan
un bledo y al que la policía tampoco atiende. Algo sencillo desemboca en una riña
callejera o en un homicidio. Un solo caso como el descrito es molesto, vivir este
evento ruidoso semanalmente y en forma imparable a través de los años es un
infierno. Termina acabando con la salud física y mental, genera trastornos,
enfermedades y recae en el valor de venta de las propiedades.
Nos referimos a los hijos del vecino que ha marcado con pelotas nuestra fachada
recién pintada y a la que nada importan los reclamos, padres que se desentiende
del asunto, de los que creen que la calle y parques son urinarios o defecaderos de
sus mascotas o de ellos mismos. Trayendo peligrosas secuelas de enfermedades
Panamá parece ser el país donde mejor acogida ha tenido este programa. Cristina
Pérez González de “La Corte de Familia” de la cadena Telemundo sigue este
mismo estilo que copia el modelo judicial de la sociedad norteamericana y que son
todavía una fantasía lejana para la mayoría de sudamericanos.
Algo que no tiene porque ser oneroso al Estado ni a los contribuyentes, pues esto
debe ser sufragado por el litigante perdedor. Creamos puestos de trabajo,
difundimos mejor imagen nacional y establecemos una base ancha de justicia
social.
Construir la justicia social en un país, debe hacerse desde sus cimientos, esto nos
ayudará a abandonar esas imágenes tercermundistas de ajusticiamientos
callejeros. Violadores linchados, carteristas quemados vivos en la vía pública, por
una sencilla razón: El agotamiento de la paciencia de un pueblo que no tiene
controles ni válvulas de escape.