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¿Qué era en realidad lo que hacía mi Abuelo en la rivera del Río Coco?:
Tomando en cuenta que una de las mejores formas para que el pueblo tome
conciencia de esta gesta libertadora es mediante el estudio de su vida y obra,
que son parte de la historia ejemplar de Nicaragua, pues la figura del General
Augusto Cesar Sandino ha trascendido las fronteras nacionales hasta alcanzar
a nivel mundial dimensiones de símbolo y bandera de las luchas populares de
los pueblos del mundo que combaten la opresión, la explotación y todo tipo de
dominación extranjera. A fin de que estos propósitos cumplan el destino que la
historia les señala, pretenderemos presentar a ustedes al típico nacionalista,
mismo hombre que sin ser militar fue general y sin tener una cultura académica
supo recoger en frases el anhelo de ver una patria digna y mejor, quien fue
capaz de recoger frases paradigmas que con el tiempo se convirtieron
memorables.
Para nuestra familia, ésta seria la versión más acertada de cómo sucedieron
los hechos históricos acontecidos la noche del 21 de Febrero de 1934. Ya que
las fuentes utilizadas son seguras y de toda credibilidad para nuestra familia.
También es nuestro deseo que estas líneas, sirvan para reflexionar a todos en
nuestro país y puedan provocar una reacción de orden histórico.
El Gral. Sandino, con parte de sus ahorros traídos de México, adquiere unos
cuantos rifles y municiones, con un grupo de trabajadores del mineral de San
Albino, a quienes había convencido de sus ideales políticos. Libró la primera
batalla de su vida el 2 de Noviembre de 1926, en un lugar llamado "El Jícaro";
enrolado con los liberales del Dr. Juan Bautista Sacasa Sacasa y el Gral. José
María Moncada Tapia. En esta ocasión, acompañaban al Gral. Sandino
veintinueve hombres y se enfrentó a una fuerza de doscientos guardias
nacionales que por la superioridad numérica vencieron rápidamente al grupo
armado y dirigido por el Gral. Sandino. Posteriormente se dirige a Puerto
Cabezas usando pipantes y atraviesa la selva de la Costa Atlántica usando sus
ríos, en compañía de seis ayudantes, en solicitud de mas armas ante el Dr.
Juan Bautista Sacasa, así consta en un documento que poseemos escrito por
mi abuelo Titulado “BLANCA Y SUS VERDUGOS, para la prensa honrada del
mundo en general”, fechado el 18 de Marzo de 1929, desde su Cuartel General
El Chipoton y escribe entre otras cosas lo siguiente: …“Mi permanencia en
puerto cabezas fue de 40 días, el 24 de Diciembre de 1926 los Yankees
declararon zona neutral a Puerto Cabezas ordenando al Dr. Sacasa la
evacuación del Puerto en el término de 48 horas, por todo ejercito
constitucionalista y el retiro de elementos bélicos nicaragüenses que ahí
hubieran. Al recibir la grosera intimidación procedieron a desocupar aquella
plaza los constitucionalistas en el escaso tiempo de la intimidación. No
pudiendo llevar todos los elementos bélicos ahí almacenados, gran cantidad de
ellos fueron arrojados al mar por los Yankees. La desesperante humillación dio
lugar a que las fuerzas de Sacasa dejaran abandonados 40 rifles y 7,000
cartuchos sobre la raya de la costa entre Puerto Cabezas y Prinzapolka. Mis
seis ayudantes y yo no quisimos dar un paso sin llevar con nosotros los
elementos abandonados, con la ayuda de algunos nativos de la Mosquitia
condujimos por tierra a Prinzapolka aquellas armas y el parque. Moncada
estaba en Prinzapolka y las armas recogidas por mí, volvieron a quedar bajo su
control. Varias cartas había escrito yo al Gral. Moncada en solicitud de
elementos para dar empuje a la guerra constitucionalista en las Segovias. Con
engaños me entretuvieron. En mi afán de hacer algo por la Patria manifesté al
Gral. Moncada que me permitiera tan siquiera los 40 rifles y el parque que ya
estaban perdidos de no haberlos recogido yo, me contesto Moncada que yo no
haría nada en las Segovias, y que lo mejor para mi era ingresar a una de las
columnas que él estaba destacando hacia en interior. Mi contestación fue que
yo no miraba éxito en el ejercito que él estaba destacando hacia el interior, si a
la vez el enemigo no tenia una atención por las Segovias. Que en otro caso en
Ejército Constitucionalista quedaría deshecho en las rondas de Chontales, no
le gusto a Moncada mi razonamiento, se negó a darme las armas y yo me
regresé para Las Segovias con mis seis ayudantes.
Cuando en 1927 el Gral. José María Moncada se encontraba sitiado por las
Fuerzas Conservadoras, pidió apoyo a los muchachos Segovianos
comandados por Sandino. ¿Que molesto debe haber sido para Moncada haber
realizado tal desesperada petición? Así fue; El Gral. Sandino describe esta
situación de la siguiente manera: “Yo había enviado varios correos con el
objeto de ponerme en contacto con las Fuerzas del Gral. Moncada; ya lo había
conseguido y las cartas del Gral. Moncada para mi eran desesperantes, en la
última de ellas hay un párrafo que mas o menos dice así: “…Si Usted no viene
pronto en apoyo del Ejercito, le haremos responsable por los desastres que
pudiera haber, esta la firmaba Luis Beltrán Sandoval y José María Moncada…
en los mismos días de la desesperación de Moncada me llegaron dos
columnas de voluntarios desarmados, una de ellas al mando del Coronel
Antonio López y la otra al mando del Coronel Pompilio Reyes…Blanca (Blanca
Stella Arauz) y yo discutimos en privado el plan de combinación que debía
permitirnos el envió de fuerzas al Gral. Moncada y la toma de la Ciudad de
Jinotega…en una de las tardes del mes de Marzo del mismo año, reuní a toda
mi columna en la plaza de San Rafael del Norte, organicé las Fuerzas Armadas
en cuatro Compañías, un Estado Mayor y una Gobernación de Campo. Hice
circular la noticia que íbamos para donde el General Moncada”.
El Gral. Sandino sale para Chontales el 13 de abril de 1927 en horas del medio
día, a la cabeza de ochocientos hombres de caballería, bien equipados. Toma
el poblado de San Ramón, Departamento de Matagalpa el día 18 de abril; sigue
avanzando hacia Chontales y Boaco el 19 de abril. Derrota a las fuerzas del
conservador Adolfo Díaz cerca de El Bejuco. Sandino ocupa el cerro El Chiflón
el 30 de abril de 1927, también ocupa el cerro de El Común, en el
departamento de Boaco el 2 de mayo de 1927 y no solo fue luego a derrotar al
Ejército sitiador de la columna de Moncada, sino que tomo todo su cuartel
general del Ejercito Conservador con varios miles de rifles y muchos miles de
cartuchos, con lo que tenia de sobra para equipar perfectamente a todo su
Ejercito, ya bastante numeroso. Moncada se sintió tan sorprendido y envidioso
por esta acción del Gral. Sandino, que no pudo disimular las intensiones que
pretendía para deshacerse de él; pero la trama no dio resultado y quedó
descubierta al poco tiempo. El malestar de Moncada fue creciendo al ver que
parte de sus soldados se incorporaban a las columnas de Sandino
vitoreándolo. Algún tiempo después sucedió aquel acontecimiento que retrata a
Moncada en toda su desnudez moral, vendiendo la libertad nicaragüense en el
Pacto del Espino Negro de Tipitapa.
No vaciló un solo instante ante tal peligro, en sacrificar sus anhelos de mayores
beneficios, bajo un Gobierno de principios fraternales, de igualdad de derechos
y obligaciones; La paz se firmo el 2 de Febrero de 1933, un día después
declaro: “Quiero la paz en Nicaragua y he venido a hacerla” publico La Prensa
del 3 de febrero de 1933 y se retiro con sus hombres a las montañas
segovianas, y seguidamente se dio a la tarea de organizar una Comuna
Universal y Fraternal entre los obreros, agricultores, mineros e industriales a fin
de que con su trabajo honrado pudieran ganar su subsistencia sin ser
peligrosos en lo mas mínimo a la paz del país que tanto amaban, creando
luego nuevas fuentes de riquezas, como lo fueron las plantaciones de plátanos
en extensos terrenos de las llanuras de la Segovias, para exportar al extranjero
y además emprendiendo la explotación de minas de oro, lavando las arenas
auríferas del río Coco que por las Segovias existían en abundancia.
Aquellos rudos hombres, que no temblaban ante nada, lloraban por el fatídico
viaje del Gral. Sandino a la Capital, en especial del hombre más fiel a su causa
revolucionaria, el General Pedro Altamirano (Pedrón), un hombre de carácter
áspero y de facciones grotescas, pero valiente como los guerreros antiguos;
quien fracasado en su perorata persuasiva, suplicándole a mi abuelo, que
desistiese de su viaje a Managua, lloraba como un niño. Cuando se
despidieron ambos hombres; mi tío Pedro Antonio Arauz nos contaba que ésta
fue una de las pocas veces que vio llorar a Pedrón. Era sin duda, el último
adiós de dos generales revolucionarios, compañeros de lucha.
Que usted tiene en el río coco, al mando de los generales Francisco Estrada y
Juan Santos Morales; fuerza ésta que es constitucional desde el momento que
es puesta por usted en su carácter de Presidente de la República y
comandante general y que está al arbitrio de usted para su continuación o no.
Con el propósito de que usted, por parte de la gente que militó conmigo, no
tenga ninguna dificultad para el desarrollo de su programa de gobierno y de
ofrecerle asimismo las facilidades para que reglamente la forma y
procedimientos de la Guardia Nacional de acuerdo con la constitución de la
República. Influiré en el ánimo de los hombres que integraron mi ejército, a fin
de que unánimemente demos a usted un voto de confianza en el sentido de
fortalecer su autoridad y pueda hacer más eficaces las garantías a que nos dan
derecho los Convenios del 2 de Febrero de 1933 y pueda también durante un
tiempo determinado verificar la reglamentación de la Guardia Nacional.
A. C. Sandino»
Con el mayor agrado le dirijo esta carta en forma de satisfacer a los deseos
expresados por usted, por la actitud patriótica que se ha demostrado
inquebrantablemente desde que firmamos el convenio de paz, y también por
las manifestaciones espontáneas que me ha hecho en cuanto al fortalecimiento
de mi autoridad, las que agradezco muy sinceramente.
De usted atentamente,
Juan B. Sacasa
Mi abuelo el día lunes 19 de febrero envía otra nota al Presidente Dr. Sacasa:
reiterándole que “la Guardia es inconstitucional”. La cuestión a resolver, casi
única, pero que era fundamental y legal y que por lo mismo no constituía una
exigencia, era la manera como el Presidente se pondría en condiciones de
hacer efectivas las garantías ofrecidas. En esas pláticas de paz mi abuelo
exige garantías para los combatientes que pelearon defendiendo la soberanía
nacional mancillada por los invasores y apoyados por algunos traidores y
entreguistas nicaragüenses. Mi abuelo en forma clara le decía al Presidente
Sacasa: “la Guardia los esta aniquilando a pesar de haber un compromiso de
alto al fuego y respeto mutuo, pero si esto continúa volverán a coger las armas
los combatientes”.
La Sta. Maruca Sacasa Arguello, hija del Presidente Sacasa, venía en otro
automóvil detrás de Sandino y fue testigo de su detención; diciéndoles a los
militares de que el General venía de cenar con su padre; al comprobar que era
inútil, volvió a Casa Presidencial a informar al Presidente Sacasa. Preocupado
el Dr. Sacasa inmediatamente llamó al Campo Marte, pero sus llamadas por
órdenes del Gral. Somoza no fueron atendidas.
En las cárceles del hormiguero dejan a Don Sofonías y a Don Gregorio, al resto
se los llevan en un camión con destino desconocido. Mientras tanto los
militares Policarpo (alias el Coto Gutiérrez), López Barrera y Davidson Blanco
toman como cuartel del Campo de Aviación, próximo a la casa de Salvatierra
quienes después de rodearla la ametrallan durante 15 minutos en forma
indiscriminada, muriendo peleando en el operativo el Coronel Sócrates Sandino
que no había ido a la cena y un niño inocente, criadito de Don Sofonías que
jugaban en la puerta principal, resulta herido el yerno del Ministro Salvatierra, el
joven Rolando Murillo Rivas. Lograron escapar por la parte trasera de la casa al
terminárseles el parque, el Coronel Santos López quien resulta herido en el
intercambio de disparos y el Capitán Juan Ferreti que andaba de visita en el
Hotel Anaya y recién llegaba al lugar de los hechos; huye a Costa Rica donde
posteriormente dio declaraciones sobre los acontecimientos.
Se dice que el Cptn. Lisandro Delgadillo, debía dar la orden, pero tuvo un
escrúpulo por ser hermano masón de Sandino, no quiso presenciar la masacre,
poniendo en manos del Subteniente Carlos Eddy Monterrey el mando del
pelotón, pero disparando Delgadillo al aire desde un matorral en señal que
autorizaba a éste a hacer fuego. Una bala penetró en la cabeza del héroe y
otra en el corazón, el resto de los generales recibieron una lluvia de balas. (Ya
muertos al Gral. Sandino le quitaron parte de su ropa, su reloj, una leontina de
oro y un anillo de brillantes). Mientras tanto en la prisión "El Hormiguero" su
padre Don Gregorio Sandino al escuchar los disparos dijo: "....Ya los están
matando. El que se mete a redentor, muere crucificado...."
“En la ciudad de Managua a las doce y quince minutos de la tarde del día 24 de
Febrero de mil novecientos treinta y cuatro, se presentó el Señor Gregorio
Sandino López, casado, mayor de edad, agricultor del departamento de
Masaya.
Ante el Capitán Joaquín Rivas S., Guardia Nacional, Presidente del consejo de
investigación nombrado por el Jefe de División de la Guardia Nacional, en
relación con los deplorables hechos ocurridos la noche del veintiuno de febrero
del presente año.
Entonces mi hijo César Augusto y los demás que íbamos, no me fijé si el señor
Salvatierra hizo lo mismo, levantamos las manos y mi hijo Cesar Augusto
ordenó que dejáramos que ellos quitaran las armas, porque él no ensuciaba
sus manos, y así fue que ellos las quitaron. A continuación ordenaron que
echáramos pie a tierra, todos menos el chofer quien quedó en el carro y
entonces los guardias quitaron dos maletas pequeñas que llevábamos en el
carro y nos condujeron al Hormiguero o cuartel, Estando allí nos pusieron a
todos en fila y prepararon todos las ametralladoras las pusieron bala en boca,
apuntándonos y entonces mi hijo Cesar Augusto les habló a los guardias
diciéndoles: Dígale por, teléfono al General Somoza que porque me manda a
fusilar, pues yo los quiero a todos Uds. como a mis hermanos, pues son
Nicaragüenses y yo también y luché por sacar al invasor o interventor y cuando
logré que hubieran desocupado el país vine hacer la paz y ahora estoy
haciendo o formando una compañía anónima minera para ir a trabajar allá en
las regiones de Wiwili, para que, tengamos oro y tengamos trabajo para todos
los que quieran irse a trabajar allá, pues aquellos minerales son muy
riquísimos, dígale más que el me ha declarado que es mi amigo, pues así me lo
demostró cuando me fue hacer un visita a casa del Ministro Salvatierra y yo
correspondí igualmente yendo a su casa a pagarle la visita cambiando retratos
con dedicatorias y otras cosas más que hace como cinco días que nos
encontramos en casa Presidencial, yo le daba la mano y el me dijo que no era
la mano sino un abrazo fraternal y acto seguido me abrazó fuertemente
diciéndome que los dos estaban identificados para conciliar la paz en
Nicaragua y trabajar por la prosperidad de ella.
El Teniente López que era el que estaba con nosotros, le obedeció y fue al
teléfono y después que habló con Somoza llego donde estábamos parados y
ordenó que el Ministro Salvatierra y yo quedáramos parados en el mismo lugar
y que Augusto, Estrada y Umanzor fueran conducidos para la puerta de salida
y quede escuchando el ruido como caminaban con dirección al Oriente como
quien va para la iglesia del Perpetuo Socorro.
Según nos relataron nuestros familiares, a pocas millas del campamento, seis
meses más tarde de la masacre, el Coronel Abraham Rivera es capturado por
el Coronel Rigoberto Reyes y por el Mayor Alberto Baca, cuando éste se
encontraba en el “Río Llamales” en compañía de su Sra. esposa doña Petrona
Irías y de varios acompañantes. "El Gral. Rivera agotado de andar huyendo, sin
armas y sin hombres, es fusilado en el acto junto con su esposa y demás
acompañantes siendo enterrados en un lugar llamado "Playa Hermosa".
Algunos de los hombres del General Sandino: Marcial Rivera Zeledón, Tomás y
Germán Blandón (hermanos del Gral. Pedro Blandón y de Vicente) fueron
perseguidos implacablemente y asesinados por patrullas de la Guardia
Nacional al mando entre otros, del Teniente Edmundo Delgado (Juan
Matagalpa) y sus hombres.
Con reloj en mano, cinco minutos antes de las seis de la tarde, llegó a la oficina
del General Somoza en el Campo de Marte, donde encontró reunidos a un
grupo de oficiales. Dice que llegó completamente ajeno a lo que iba a tratarse,
pero en cuanto escuchó las primeras palabras y opiniones que salían de los
corrillos formados en la Oficina, se dio cuenta que se trataba de solucionar las
dificultades existentes entre el Gral. Sandino y la Guardia Nacional.
Dice que el General Somoza no llegó sino hasta las seis y cuarenta y cinco de
la tarde. A su llegada hicieron silencio y se sentaron en semicírculo. Somoza,
detrás de su escritorio, les habló así: “Les he mandado a llamar por ser ustedes
oficiales de mi entera confianza y para someterles a sus consideración la
solución que debe darse a las dificultades que existen entre la vida del General
Sandino y la vida de la Guardia Nacional. Yo vengo ahora mismo de la
Embajada Norteamericana y he presentado al Ministro Arthur Bliss Lane, este
mismo problema y él me ha prometido su apoyo incondicional.”
Alguien de los presentes dispuso que se hiciera una Acta firmada por cada uno
de los asistentes y así se realizó. Se sabe que se redactaron dos actas, la
primera fue elaborada por el Capitán Francisco Mendieta pero al leerse la
misma, el Gral. Gustavo Abaunza objetó que ella estaba redactada de manera
tan ambigua que parecía que era el Poder Ejecutivo quien ordenaba la
ejecución que estaban planeando, por tal motivo se redacto una segunda acta
y esta fue elaborada por el mismo Gral. Abaúnza, obedeciendo al cargo para el
cual había sido colocado allí (Jefe del Estado Mayor de la Guardia Nacional).
Esta última Acta fue aprobada por unanimidad, pues era más clara la
responsabilidad directa sobre el Ejército.
Al momento de firmar el Acta, el Tnte. Abelardo Cuadra observo que las firmas
eran completamente ilegibles; y entonces propuso que todos, para asumir la
responsabilidad consiguiente, pusieran su nombre en letras de molde bajo cada
firma.
El Acta en mención hasta hace muy poco fue considerado como un secreto de
Guerra, llamado “Pacto de Sangre” o conocido también como “La Muerte del
Cesar”. En el que literalmente se puede leer lo siguiente:
Managua, Nicaragua
Los suscritos, miembros del Estado Mayor de la Guardia Nacional y altos
oficiales del mismo cuerpo, CONSIDERANDO que el país pasa por un
momento de angustia proveniente del no-desarme de las fuerzas del General
Sandino, quien se había comprometido a efectuarlo el 17 de febrero pasado,
valiéndose de subterfugios o imposiciones que van en mengua del buen
nombre del gobierno de la Republica y del Ejercito que es la salvaguardia de
las instituciones patrias; CONSIDERANDO que no nos cabe el derecho de
deliberar, pero si de robustecer la acción de aquel que tenemos como jefe
superior a fin de que el en sus procedimientos este respaldado por la opinión
unánime de los jefes y oficiales subordinados a su comando, ACORDAMOS
dar un voto de confianza al Jefe Director de la Guardia Nacional, General
Anastasio Somoza, a fin de que sus gestiones se encaminen a sacar avante el
buen nombre de la Republica, de nuestro eximio gobernante Dr. Juan B.
Sacasa y de la Guardia Nacional, único cuerpo armado de la Republica, que es
el sostén de las instituciones nacionales.
El Gral. Somoza García, un hábil asesino, que para protegerse e impedir que
en el futuro alguno de los implicados quisieran negar su participación en el
crimen, les hizo firmar el Acta. Escogió para la ejecución del crimen a los
Capitanes Lisandro Delgadillo y Policarpo Gutiérrez (apodado “el coto
Gutiérrez”, por haber perdido un brazo en la guerra contra Sandino) y a los
Tenientes Federico Davidson Blanco y José Ángel López, quienes se reúnen a
solas con Somoza.
En una de estas fotos aparece el joven Rolando Murillo Rivas, yerno de Don
Sofonías Salvatierra, quien fuera herido de bala el día del infame asesinato del
Héroe Nacional, el General Augusto Cesar Sandino. También aparece el Sr.
Norberto Salinas de Aguilar, un gran amigo personal del Gral. Sandino, escritor
y abuelo del actual Ministro del Turismo de Nicaragua, Cro. Mario Salinas
Pasos.
Nota importante: Solo para que el lector tenga una idea de lo que significaba el
tesoro producto del trabajo de los campesinos de la mina en Wiwili, podemos
concluir sin temor a equivocarnos lo siguiente: Se conoce que la cantidad de
oro que el Gral. Sandino traía consigo en su ultimo viaje a Managua era de 768
onzas, equivalente a 60 libras de oro aproximadamente. Eso significaba una
fortuna para aquella época, si tomamos en cuenta que el oro se ha establecido
como una inversión refugio tras el estallido de la crisis financiera, en busca de
posiciones seguras, los grandes capitales de todo el mundo han recurrido al
metal amarillo para capear el temporal bursátil. Así pues, la onza de oro llegó a
un récord de 1,030.80 dólares americanos en marzo de 2008, lo que
significaría que esa misma cantidad de oro en el mercado internacional hoy en
día tuviera un precio aproximado de 791,654.40 dólares.
Se creía también que este crimen había sido incubado en el mismo Gobierno
del Presidente Sacasa y la prueba de ello es que inmediatamente de cometido
ese bochornoso crimen, se estableció la más estricta censura, no dando a
nadie cuenta de los resultados de las investigaciones que prometió ese mismo
Presidente a raíz del crimen y el mundo siempre espero los pormenores
verídicos que de ese Gobierno nunca se tuvo. El Presidente Sacasa pudo
haber parado la inevitable masacre, pero calló por temor a Somoza. Al mismo
tiempo se hizo publica también en Managua la opinión del ex presidente José
María Moncada, que en la misma noche en que se supo de la matanza la
justificó asegurando que: “solo matando a Sandino podía haber seguridad”.
Para el Gral. Sandino, Sacasa era un hombre noble y honrado, le enviaba con
frecuencia informes de sus trabajos en la Comuna, le participaba con toda
buena fe, sus proyectos sus éxitos, sus triunfos, sus métodos y todo se lo decía
como a un hermano, de confianza ilimitada; hasta pensaba que le protegería
pecuniariamente para llegar mas pronto a la realización de sus anhelados
sueños.
Hoy los descendientes directos del Gral. Augusto Cesar Sandino, tenemos el
deber y la obligación de dar a la luz esta verdad sobre la muerte de nuestro
abuelo y sabemos que los criminales no han quedado impunes; pues
conocemos que la Ley de la Justicia Divina no perdona; ella es la Ley que
anota, pesa, paga y cobra con supremo dolor.
La noche del 21 de Febrero de 1934, fecha de este infame asesinato del Gral.
Sandino y sus Cros. de lucha, sus cuerpos fueron montados en la plataforma
de un camión GN, en la cabina del mismo iban el chofer, el capitán Delgadillo y
el subteniente Carlos Eddy Monterrey. Entre los custodios estaban el sargento
Rigoberto Somarriba y el cabo Alfonso Delgado. El camión tomó rumbo hacia la
zona nororiental de Managua, cerca del Aeropuerto Xolotlán que quedaba por
donde están ahora las oficinas de Migración y Extranjería, cerca de la loma
conocida como de Chico Pelón.
Todos los cadáveres fueron llevados en medio de los potreros que estaban en
los alrededores del Aeropuerto Xolotlán hasta las barracas abandonadas de lo
que había sido el Hospicio Zacarías Guerra. Antes en este lugar estuvieron las
fuerzas de ocupación norteamericanas. Cuando el terremoto de 1931 sirvió
como oficina policial y más tarde se construirían las famosas cárceles de La
Aviación. (todavía en la actualidad se pueden ver los cimientos de este
tenebroso local)
Somoza en 1944 mandó a su hijo Luis y al mismo Papa Chepe, a dirigir las
excavaciones para exhumar los restos de Sandino y sus generales y el niño de
10 años y quemarlos en una hoguera que se hizo casi frente a donde está hoy
el restaurante Los Gauchos, en la parte norte de un pozo de ENACAL.
Precisamente desde este lugar se aprecia a lo lejos la efigie del General de
Hombres Libres, que descuella en la Loma de Tiscapa y la bandera de
Nicaragua.
No recuerda que alguien les hubiera dado una explicación directa sobre aquella
extraña casa blanca (ese color lo tenía posiblemente por su repellado a base
de cal). Sin embargo, recuerda que en los años de 1960, en el velorio de un
anciano carpintero del barrio llamado Jesús María Díaz, Don Chu, escucho por
primera vez algo relacionado con la existencia de la bóveda. La gente comentó
algunas barbaridades cometidas por el dictador Anastasio Somoza García
contra la gente más antigua del barrio, especialmente contra Don Chu.
Escucho hablar de cárceles, torturas y asesinatos.
Según una narración del Sr. Jorge Estrada Granizo, primo de Rafael Espinoza
Estrada, dice que en el año de 1986, en la casa de Miami del Coronel Rafael
Espinoza Altamirano (Padre), que fuera el fundador de la Fuerza Aérea de
Nicaragua y quien trajo desde México el avión “Tomochic”, en el cual
trasladaron a Sandino de la Segovia a Managua; se reunieron dos de los
generales que habían sido miembros del Estado Mayor de la Guardia Nacional.
En esa ocasión, al calor de los tragos, uno de los generales, le dijo al otro
general: Hombré, ¿y viste cuántos disparates andan diciendo sobre la tumba
de Sandino? Unos dicen que está enterrado en la Aviación, otros que lo
descuartizamos y lo esparcimos por ahí, otros que lo cremamos en la casa de
la Finca Santa Feliciano; en fin, se ha hecho una alharaca, pero nadie tiene
idea de cómo nos desembarazamos del cadáver.
Esta pista se obtuvo a partir del 21 de Febrero del 2007, cuando el Presidente
de la República, Daniel Ortega, prometió en un acto público retomar el desafío
de buscar los restos del General Augusto César Sandino a los 73 años de su
asesinato. Días después recibimos varias llamadas telefónicas en nuestra casa
de habitación dándonos a conocer sobre nuevas pistas. Pero hubo una en
particular que a nuestra familia le pareció la más acertada y se trata de las
declaraciones que nos brindara un familiar del Gral. Camilo González
Cervantes, quien en sus últimos días de vida le confesó el lugar exacto donde
se encuentran los restos del Gral. Sandino y sus acompañantes. Una comisión
de familiares y amigos nos dirigimos al lugar, encontrándonos que el sitio aun
permanece factible para la excavación, además nos entrego una foto aérea de
la época, donde aparece el lugar exacto indicado.