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Introducción
Todos nuestros proyectos, intereses y acciones fenecen con el cierre del libro de nuestra
mundana condición, pues todo cambio tiene su tiempo. Que esto sea así contribuye, en
buena medida, a dar valor a nuestras vidas, pues no valoraríamos la vida si ésta
estuviese abocada a proseguir por siempre .El hecho de tener que enfrentarnos a su fin
es lo que le confiere mayor valor y dignidad. La vida invita, so pena de caer en la
banalización y a pesar de la precariedad de nuestro conocer, a toda una suerte de
reflexiones acerca del sentido y valor del tiempo como quehacer personal, del hay que...
hacer y ser ,de la dignidad humana ,de la marcha y sentido de la historia, de si es posible
traspasar todo condicionamiento inferior y anterior en un nuevo horizonte para la
conciencia y cuyas respuestas afectan y transforman la vida personal y colectiva.
Considerar esta condición conlleva adentrarse en los sistemas de ideas, creencias, ritos,
psicología, política y economía determinadas, pues la muerte que es un proceso
individual, lo es también social, dado que morimos como miembros de una sociedad y
de un status social, por el que, en parte, somos pensados, y con el que tenemos más
parecido que con nuestros padres biológicos.
Para el cristiano la muerte no sólo resulta ser un hecho, sino un hecho de la vida dotado
de sentido trascendente, ”pues la vida no se nos quita, se transforma”(“vita mutatur ,
non tollitur” ) como bien expresa el Oficio de Difuntos. Es el umbral que conduce a la
presencia o ausencia divinas, pues según San Pablo: hemos sido elevados a la
condición de Hijos Adoptivos de Dios, por lo tanto herederos suyos.
Somos los hacedores de toda una trayectoria vital en la que no contará ya sino lo que
hayamos hecho y sido, cual uva de vendimia que atesora todos los soles del estío.
Somos responsables de nosotros mismos y el pasado es, entonces, nuestro definitivo
haber, por eso hay tantas muertes como personas. Quizá, por eso mismo, sentimos ese
peculiar respeto de dignidad y nobleza ante la ambigua y desconcertante presencia del
difunto.
Los testamentos de los siglos XVII y XVIII contribuyen, en parte, a ofrecernos una
visión del modo de ser religioso de la época, registrando, a tales efectos, las creencias y
actitudes colectivas ante la muerte y la escatología que ésta comporta para un cristiano .
Son, en buena parte, Cartas del Alma en las que los otorgantes manifiestan su última y
postrimera voluntad -también- en lo que a su Fe concierne.
Las últimas voluntades forman parte de la perspectiva cristiana de una buena muerte
(ars bene moriendi), el dejar bien arreglados los asuntos del mundo que pasa y los que
remiten a la otra orilla del río, el negocio más importante y que no es otro que el de la
salvación. En síntesis y en expresión popular: El cuerpo a la tierra, las deudas a los
acreedores , la hacienda a los herederos , la limosna a los necesitados y el alma a Dios.
Por contra, en la sociedad actual se pretende, en parte, solapar y distraer la atención de
la condición de mortalidad con referentes más interesantes y menos comprometidos ,
perdiendo del horizonte el sí-mismo, aligerando la vida de matices a fin de una mejor
aceptación y buscando refugio en la cotidianeidad del señor-se. No ocurre así en las
sociedades tradicionales en las que la apertura a lo sagrado y al misterio exige una
adecuada respuesta, a la vez que los Jinetes del Apocalipsis rondan por doquier, que la
escuálida parca acecha, sin distinción, las mansiones de los poderosos y las cabañas de
los humildes o su imprevista llegada extingue la llama de la vida (“in ictu oculi”) y que
su imperio traduce a despojos las vanidades de los placeres, riquezas, ciencia, gloria...
(”finis gloriae mundi”). Conviene, por tanto, estar bien preparado y no olvidar jamás las
severas advertencias: “recuerda que has de morir” (“memento mori”),”recuerda tus
novísimos y no pecarás jamás”.
Los Escribanos, también los Párrocos según los “Repertorios de Párrocos”, recogen en
fórmulas relativamente protocolarias, y así hasta mediados del siglo XIX, las últimas y
postrimeras voluntades en lo que a creencias, mores, valores, ritos y ceremonias de la
época se refiere, así como al resto de disposiciones.
Es de notar, por lo que a los contenidos del dogma cristiano se refiere y manifiestos en
el símbolo de la Fe, que el Escribano actúa como fedatario público de las creencias
oficiales de la época que, en principio, no anulan el sentimiento religioso individual del
testador. El mismo Escribano, independientemente de su preparación profesional, ha de
presentar ante la autoridad, para poder ejercer su oficio, las certificaciones que
manifiestan estar bautizado, ser descendiente de cristianos viejos, sin mancha de judíos
ni moros ,etc.
El Escribano, al pie del lecho, cuando el otorgante está enfermo, situación harto
frecuente, toma nota escrita, a modo de borrador -bastardelo- de lo de que de viva voz
le comunica el otorgante. Luego le dará forma según los protocolos al uso y,
últimamente, da lectura del mismo ante el otorgante y testigos que firman con el
Escribano.
Los testamentos son pues documentos civiles de carácter público en los que, también, se
legitima a los herederos, los bienes o heredades, la posesión y reparto de los mismos, el
reconocimiento de acreedores y deudores, de obligaciones y cargos de conciencia,
desatendidos a veces, y todo ello verificado por el otorgante ante un Escribano del
número de S.M, o bien, en otros casos, en testamentos ológrafos o ante el párroco y
testigos, y que han de ser validados con posterioridad.
Invocación
En el caso de los Dones suele identificarse el otorgante con nombre y dos o más
apellidos .En el resto de los otorgantes: el nombre, primer apellido, el segundo -a veces-
y estado u oficio, parecen ser suficientes a efectos de identificación.
Se acepta la enfermedad natural como algo que tiene que ver con la Divina Providencia:
“Dios nuestro Señor fue servido de me dar...”, pues la enfermedad purifica al hombre
y lo asimila a los sufrimientos de Cristo. El sufrimiento y la cercanía de la muerte
cambian las expectativas seculares, las actitudes y valoraciones mundanas, a la vez que
posibilitan la “devolución del cuerpo a la tierra y el alma a Dios”.
Se impone prepararse y reconciliarse para el trance final, pues según la severa sentencia
del profeta Ezequiel: ”Del lado que el árbol caiga, de ese lado quedará caído para
siempre. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo, él mismo salvará su
vida”. Es por lo que en la piedad de la época se pide con frecuencia a Dios que “ nos
libre de la muerte repentina”.
Creencias
Intercesores
Todo orden social, también el religioso, está transido de ritos y ceremonias que
pretenden dar corporeidad a nuestras ideas y creencias. En cada etapa del viaje de la
vida los humanos hacemos de las crisis transicionales un acontecimiento social y así,
llegado el turno, cada persona cumple su papel y juega su parte, pues nada puede
escapar al comienzo ni al final. Los ritos funerarios posibilitan participar en las
ceremonias religiosas y preparar a los vivos para afrontar la propia muerte, reajustar a la
comunidad después de la pérdida de uno de sus miembros, así como canalizar los
afectos pues la muerte evoca pesar, a la vez que propician esplendor y profundidad a la
vida por medio del drama de su realización. No sería decoroso, sino muestra de gran
crueldad, que se les tratara como cadáveres de animales, por lo que darles tierra no es
sólo una cuestión sanitaria sino expresión de un superior rango cultural.
Tenemos noticia, desde tiempos muy remotos, de las actitudes sociales respecto de los
cadáveres humanos. Judíos, Griegos y Romanos, entre otros, despreciaban a quienes no
dejaban recursos con los que pagar sus funerales, a la vez que se consideraba como
castigo ejemplar dejar sin honras fúnebres la memoria del difunto. En el Libro de
Tobías se consideran el sepulcro y los funerales como un deber de caridad, así: ”(...)
luego que Dios recibiere mi alma ,entierra mi cuerpo y honrarás a tu madre todos los
días de tu vida”. ”(...) y cuando ella hubiere cumplido el tiempo de su vida, la
enterrarás cerca de mi”.
Señala Tertuliano que los primitivos cristianos envolvían los cadáveres con finos
lienzos, a la vez que los velaban durante tres días, conduciéndolos luego al sepulcro con
acompañamiento de cirios y cantando Salmos en honor de Dios, queriéndose significar
con ello la esperanza en la Resurrección. Se oraba por ellos y se ofrecía el Santo
Sacrificio, se daba festín a los pobres y otras limosnas, así como se conmemoraba su
memoria al término de un año.
Es justo respetar los restos mortales de una vida santificada con el Bautismo y demás
Sacramentos que, según San Pablo, han sido templo del Espíritu Santo y que un día se
levantarán del polvo para unirse a un alma bienaventurada, siendo, por tanto, normal la
preocupación por el destino del cuerpo.
a) Mortaja
Una sábana blanca cosida por un lado o una camisa blanca servían de mortaja entre los
más humildes y pobres de solemnidad. La inercia social conduce a que, en algún caso,
el pobre de solemnidad solicite de limosna el hábito del Santo.
Lo usual, caso de los Presbíteros, es la mortaja con las vestiduras sacerdotales: ”(...) y
sólo se me ponga el alba en atención a los cortos medios con que me hallo”. ”(...) sea
sepultado mi cuerpo con las vestiduras y ornatos sacerdotales”. ”(...) y caso de no
tenerlas yo al tiempo de mi fallecimiento, o no habiendo quien me las diere, se pongan
las de la Iglesia Parroquial del dicho San Andrés y que se le satisfaga a la dicha Iglesia
como se acostumbra”. ”(...) con los ornatos de decir Misa, de Sacerdote, y sean de los
más viejos que tuviere la dicha Iglesia...y de dicho ornato mando se devuelva a la
Iglesia un alba nueva de lienzo “. ”(...) sea adornado con las vestiduras sacerdotales
las cuales se paguen con mis bienes”. ” (...) y por sotana se me ponga el hábito de San
Francisco de 30 reales”. ”50 reales de vellón del importe de una casulla blanca de la
parroquia con que se le enterró”.
b) Sepultura
En una sociedad de corte estamental, no resulta ser un asunto baladí la elección de la
sepultura que es una decisión obligada por el status y la condición económica que, en
otro orden de cosas, no es ajena al beneficio de las indulgencias y sufragios. La
sepultura, desde otra perspectiva, posibilita reunir a familiares y amigos inspirando, a
su vez, “reflexiones saludables, cual ocurre con los responsos, ofrendas y hachas en
dicho lugar”.
Si bien hay casos en los que la elección de sepultura se deja a criterio de los
testamentarios, su mujer o familiares, en otros, caso de los Dones, se explicita bien el
lugar y/o precios: ”Según mi estado y calidad“. ”En la sepultura propia (...) de la
Iglesia del Señor San Andrés de la que soy feligrés”. ”En la sepultura dotada de su
casa”. ”En la sepultura dotada de su madre”. ” En la Capilla Mayor de Nuestra
Señora de la Encina”. ”En el Convento de la Concepción Francisca”. ” Junto a las
gradas del Altar Mayor”. ”Al lado de la Epístola”. ”Al lado del Evangelio. ”Debajo la
lámpara del Santísimo”. ”(...) en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encina
donde lo está Dª Francisca de Castro, mi señora y abuela, y estando dicho sitio
ocupado, donde dispusiesen mis testamentarios”. ”Feligrés en la Parroquia de San
Andrés, en una de las sepulturas de tres ducados”. “(...) en San Andrés, capilla de D .
Pedro de Olmo, de 6 ducados”. ”Junto al Altar Mayor de la Iglesia Parroquial de San
Pedro del Barrio de la Puebla”.
En el caso de los clérigos suele manifestarse: “En sepultura principal destinada a los
sacerdotes, conforme a mi estado y condición”. ”(...) en San Pedro, Capilla del
Rosario”. ” Junto a las gradas del Altar“. ”Capilla Mayor”. ”(...) donde está
enterrado mi tío cura que fue de Toral de Merayo”. ”(...) parte desocupada y fuere más
proporcional y decente a mi estado sacerdotal”. ” En sepultura principal junto al Altar
Mayor”.
Para hacer frente a las gastos de entierro, funerales y demás sufragios, figuran en
algunos testamentos disposiciones ad hoc del siguiente tenor: ”Que se vendan los dos
machos con sus aparejos para la satisfacción de mi entierro y funeral”. ”Se venda una
vaca morena con su cría y tres cerdos de cría”. ”Se vendan cuatro arcas para
cumplimiento de mi ánima y testamento y unas paneras, doce estrados, dos sábanas y
tres mesas”. ”Que de la cosecha de granos que está recogida, todo el pan que sobre,
después del que se gastare en el entierro y autos, se dé de limosna a los pobres
necesitados”. ”Se venda una pollina, las pareja de bueyes y una jata mamona”. ” Se
vendan tres jornales de viña, un canto de tierra que fue colmenar y que hace dos
cuartillos de sembradura”. ”Se venda una ropilla, jubón, calzón, anguarina y capote y
cuatro pies de castaño”. “Se venda una viña de seis jornales que tengo en el Rebollo”.
”En pública almoneda o fuera de ella”. ”Se venda para el entierro y funeral tres
jornales de viña en el Vahillo”. ”Se venda todo, menos la ropa blanca, para Misas y
sufragios”. ”Y durante el año de mi fallecimiento mando se me digan en el altar
Privilegiado de las Ánimas de dicha iglesia 50 misas rezadas por mi ánima y que sea a
cargo y quien tuviere obligación, y todo esto se pague de las soldadas que me está
debiendo el dicho D. Juan de Cuéllar mi amo, que mando se haga por su declaración y
asiento que tiene de ellos ,y si no alcanzasen, se pague y saque del legado que me dejó
mandado Dª Clara de Bustillo, su mujer y mi ama, por cláusula de testamento ante el
presente escribano”. ”(...) y el vino de la cuba de 13 miedros para pagar los gastos de
entierro y funerales”. ”Mis bienes en Misas para que salga pronto del Purgatorio”.
”Dejo a mi ánima por heredera de mis bienes en Misas y sacrificios”. ”Lo necesario de
mis bienes en pública almoneda o fuera de ella”.
Los gastos que conlleva el entierro y más actos litúrgicos, según la legislación del A.
Régimen, se han de detraer de la herencia -restados los débitos- que se dividía en quince
partes iguales, siendo tres de las mismas, el quinto, de libre disposición. De esta parte
podían disponer los padres, en caso de descendientes, si así lo deseaban, para sufragar ,
por ejemplo, los gastos de entierro, Misas, ofrendas etc. y que, con frecuencia, era
sobrepasada.
Acompañamiento y sufragios
En los últimos momentos el enfermo está asistido por sus familiares y allegados y otro
tanto deberá suceder en el entierro, en las Misas, Oficios y Autos, puesto que se
pertenece a una comunidad, a una iglesia o asamblea de creyentes de la que se forma
parte, porque no hay muerte ni entierro más deshonroso que el que sucede sin el
auxilio, acompañamiento y sufragios de los convecinos.
a) Clérigos
El número de sacerdotes que asisten a los Autos suele pedirse sea igual a los del
entierro, si bien hay casos en los que se reduce considerablemente la petición de los
mismos. De igual modo, y en la medida en que nos adentramos en el siglo XVIII,
aumenta el número de peticiones de asistencias así como de Misas. El promedio de
asistencias de clérigos es del orden siguiente: Dones, 16. Clero, 12,5. Escribanos,
letrados, cirujanos y boticarios, 18. Estado Llano, 11,7.
b) Pobres
No podían faltar entre las disposiciones testamentarias de algunos Dones las referentes
al mundo de los pobres. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento están transidos de
referencias al mundo de los pobres, es más, parece que el Reino de los Cielos tiene
mucho que ver con los pobres. Nuestros antepasados conocen las severas advertencias
y que sin la consabida solidaridad hacen vana nuestra Fe. Así: ”El pobre será para
vosotros lo que Jesucristo para todo el género humano”. ”La caridad cubre la
multitud de faltas”, Carta de San Pedro. “Rescatad vuestros pecados con la limosna”.
”Haceos amigo del pobre pagando alguna deuda temporal que le oprima y le haga
perder su libertad entre los hombres”, Libro de Daniel. ”Dad limosna de lo que os
sobre”. ”El que da limosna quedará limpio de sus manchas”, Lucas. ”La buena vida
tiene los días contados, mas el buen nombre permanecerá para siempre”. ”De tus
haberes haz limosna y no apartes tu rostro de ningún pobre, que tampoco se apartará
de ti el rostro del Señor”. ”Si tuvieres mucho, da con abundancia, si tuvieres poco dalo
de buena gana”. ”Por cuanto la limosna libera de todo pecado y de la muerte y no
permitirá que el alma vaya a las tinieblas”. “Come tu pan con los hambrientos y
menesterosos y con tus vestidos cubre a los desnudos.”El rico cuando muriere, nada
llevará consigo, abrirá sus ojos y nada hallará”. ”Cuando durmiere el sueño de la
muerte, todo lo dejará acá, abrirá los ojos del alma y conocerá la vanidad de las cosas
de este mundo por las que se afanó tanto y verá que son nada. Porque ¿qué haré
cuando Dios se levantare a preguntar si negué a los pobres lo que necesitaban o hice
esperar a la viuda, si comí sólo mi bocado?”, Lib .de Job.”Al atardecer de la vida me
examinaré de amor”, San Juan de la Cruz.”Porque tuve hambre y me dísteis de comer,
tuve sed y me dísteis de beber, fui forastero y me recogísteis (...)”, Mateo.”Procuraos
amigos con las riquezas injustas para que cuando os falten os reciban en las moradas
eternas”, Lucas.
Así:“Item mando que dicho día de mi entierro se dé a los pobres de los más necesitados
y beneméritos, la cantidad de pardo que eligieren dichos mis testamentarios”.”Que se
dé limosna a los pobres que llegaren a mi entierro, pan, vino, sardinas o carne a
voluntad de mis testamentarios”.”Que se maten dos castrones y se cuezan y dé limosna
de pan y carne a los pobres en lo que alcanzase”.
“(...) siete pobres se vistan con vara y cuarto de pardo, los que lleven mi cadáver,
entre ellos Lorenzo mi criado”.”(...) ocho pobres con vara y cuarto de pardo y los
cuatro que lleven mi cuerpo, con vara y media de pardo, y acompañen mi cuerpo con
sus hachas y encomienden mi ánima a Dios”.”Se vista a los pobres que asistan a mi
entierro, a parecer de mis testamentarios”.
”Item, que el día de mi entierro y el de los Autos referidos se dé una carga de pan y
vino y cinco maravedises a cada pobre de los que llegaren a ella aquel día”.”Item digo
que se dé limosna a todos los pobres que el día de mi entierro y Autos concurriesen a
pedirla(...) y dos cargas de centeno cocido para que encomienden a Dios mi ánima. Se
vistieren veinticuatro pobres con vara y media de pardo cada uno, atendiendo a los
más desnudos y necesitados que asistan al dicho entierro y Autos, y que estos así
vestidos asistiesen a los dichos Autos, se les encargue pidiesen a Dios Nuestro Señor
por mi ánima .Que se dé, por vía de limosna, a la fábrica de la Iglesia Parroquial de
Nuestra Señora de la Encina de esta Villa, para ayuda de reparar y componer la torre
y órgano de ella, 300 reales de vellón. Igualmente a la Escuela de Cristo 60 reales de
vellón, y otros 300 para los pobres y enfermos de esta Villa”. (Testamento de D .Pedro
Alonso de Andrade, año de1737).
“Item decimos que el dicho difunto (D .Alonso Romero) nos dejó encargado y
comunicado y dispuesto en el dicho poder, que el día de su entierro se llamasen y
vistiesen 24 pobres a nuestra elección con tal que fuesen 6 de esta Villa, otros 6 del
lugar de Fuentesnuevas, otros 6 del de Columbrianos y los otros 6 del referido lugar
de San Lorenzo. Y que 4 pobres de los mencionados llevasen su cuerpo desde la casa a
la sepultura y que a cada uno de estos 4 se le dé de limosna y para vestirse tres varas
de pardo, y a cada uno de los otros 20 pobres dos varas de pardo y que así vestidos en
la forma dicha fueren todos con sus hachas encendidas alrededor del ataúd en dos filas
encomendando a Dios la ánima del dicho, y así se cumplió y ejecutó como nos lo dejó
encargado y dispuesto. (...) y la Hermandad y Cabildo Eclesiástico con sus capas y
cetros en forma de tal, y dichas Comunidades y Religiosos y además de todos éstos, 37
Señores Sacerdotes que concurrieren y pudieren ser habidos y asistan con sus capas y
cetros en forma de tal y las dichas Comunidades”. (Codicilo de Dª Catalina de Samos
Pardo, año de1748).
Un 25% de los Dones disponen la asistencia de pobres a su entierro, siendo de unos
diez el promedio de los mismos.
c) Cofradías
Son instituciones populares de carácter abierto y plural para todos aquellos “que son
cristianos viejos o nuevos, hijos de sangre y sin mancha de judíos y moros “, que asisten
a enfermos, marginados, pobres, presos, desamparados -y que constituyen un
importante porcentaje en la sociedad de la época- proporcionando a todos ellos
asistencia moral, económica y hospitalaria. La Cofradía auxilia, si el caso lo requiere, a
los cofrades enfermos con médico y medicinas. Pero su función principal es de ámbito
religioso: la participación en el culto, asistencia al moribundo y familia,
acompañamiento del Viático hasta la casa del enfermo. Se encarga, por otra parte, de
cuanto se refiere al velatorio y cuanto remite a la organización de los actos fúnebres, de
la obligada asistencia de los cofrades, con la cera e insignias, al entierro y demás actos y
a los sufragios propios que la Cofradía organiza por el ánima del difunto.
Las Cofradías que se citan en los testamentos están bajo la protección de una
advocación, a la vez que pertenecientes a las distintas Parroquias de la Villa, así como
bajo supervisión eclesiástica. Algunos son cofrades de la práctica totalidad de las
mismas. En promedios, los Dones lo son de 4 al menos, los Clérigos de 1,2; Escribanos,
Letrados, Boticarios y Cirujanos de 6, y el Pueblo Llano del orden de 3.
Las más nombradas en los testamentos son las siguientes: Santísimo Sacramento de la
Encina, Jesús Nazareno (una buena parte de los otorgantes del siglo XVII se manifiestan
cofrades fundadores), Santísimo Sacramento de San Andrés, la Vera Cruz, las Ánimas
de” Nª Sra. de la Plaza”, Nuestra Señora de la Encina, Nuestra Señora de la Natividad,
San José, San Sebastián, la Misericordia, el Ángel de la Guarda, San Pedro, San
Crispín, Santa Lucía de San Andrés, San Bartolomé, Nuestra Señora de Vizbayo del
Barrio de Otero de esta Villa, Nuestra Señora del Rosario de Santo Tomás, Santa
Escuela de Cristo, Venerable Seráfica Orden Tercera, Ánimas de San Esteban, Nuestra
Señora de los Sastres, Santa Escuela de Cristo.
Entre el hombre y Dios hay una institución mediadora, de Derecho Divino, que es la
Iglesia Católica, correspondiendo, en principio, la mediación a la iglesia jerárquica
representada por aquellos a quienes se les ha conferido el Sacramento del Orden. No es
de extrañar, por tanto, la solicitud testamentaria pidiendo la asistencia de tal número de
”Señores Sacerdotes y todos digan Misa por mi ánima”, que, evidentemente, está en
consonancia del status y capacidad económica del otorgante, o remitiéndolo, en otros
casos, al criterio de los albaceas testamentarios.
Las honras fúnebres van precedidas por la Vigilia u Oficio de Difuntos en el canto
litúrgico gregoriano (Salmodia de los Salmos y Lecciones), de cuya solemnidad,
belleza, grandeza y significado trascendente no cabe duda alguna. De igual modo la
Misa cantada de “corpore insepulto” da cohesión a la comunidad y es un lenguaje -el
canto gregoriano- válido para todo lenguaje, amén de que cantar una vez puede ser
mejor que rezar varias.
Al igual que en el caso de los sacerdotes asistentes, ocurre algo parecido con los
sufragios por lo que a su cuantificación se refiere: ”(...) dejo por herederos de mi Ánima
a las Misas y demás sufragios para que salga pronto del Purgatorio”.”Según tengo
convenido con el Rector de Nª Sra. de la Encina”.”Como es costumbre”.”Según mi
calidad y estado”.”A voluntad de mis testamentarios”.“Según mis herederos”.”A
voluntad de Juana Pérez, mi mujer”.”(...) y cuantos sacerdotes estén en la Villa, digan
Misa por mi ánima”.”Se saquen 650 ducados y se entreguen al Mayordomo de la
Iglesia de San Pedro y se inviertan en Misas”.”(...) que las Misas las diga el Ldo.
Francisco Capón, Pbro. y se le paguen 100 reales, luego que empiece a
decirlas”.”Misas Gregorianas, 2 reales de limosna, por Pedro Ruiz en el Convento de
San Agustín”.
“Durante el año de mi fallecimiento y en cada uno de los domingos del, se digan Misas
por dicha mi alma y se ofrezcan sobre mi sepultura una tarja o pan de dos libras, medio
azumbre (el azumbre es una medida de dos litros de capacidad) de vino y dos velas de a
medio real y que durante dicha Misa, ardan las cuatro hachas alumbrando al Santísimo
Sacramento”.”Se hagan otros tres Autos semejantes al del entierro lo más presto
posible que se pueda, que son los correspondientes a los 9 días, medio año y cabo de
año, y que a cada uno se llamen 12 señores sacerdotes que asistan y digan Misa por mi
ánima, las tres cantadas con asistencia de diácono y suddiácono, vigilia y nocturno y a
todos se les pague su limosna”.”Que durante los domingos del año de mi fallecimiento
se digan Misas por mi ánima (...) reponso y por la dicha Misa se dé al sacerdote que las
dijere 10 ducados”.“Durante el año de mi fallecimiento y en cada uno de los domingos
del, se digan Misas por dicha mi alma... y que durante dicha Misa ardan dichas 4
hachas alumbrando al Santísimo Sacramento hasta que se acaben y no se puedan tener
en el hachero”.”Se me hagan otros tres Autos semejantes al del entierro y para cada
uno de ellos se llamen otros tantos señores sacerdotes y todos digan Misa por mi
alma”.
No son ajenos a los sufragios las ánimas de familiares y de aquellos otros sobre quienes
cabe una obligación moral, así: ”(...) que el año de mi fallecimiento se diga un Auto con
su Misa cantada y vigilia por el ánima de Miguel Morán y Baltasar Morán, mi padre y
abuelo, en el Real Convento de San Andrés de Espinareda donde están enterrados, y
asistan a él 6 monjes y cada uno diga Misa por las ánimas de dicho mi padre y abuelo
(...) y traigan cartas de pago”.”Mis obligaciones y antepasados”.”El día de San
Nicolás en el Convento de San Agustín”.”Una Misa anual por mis antepasados, rezada,
sin oferta, el día de Sto. Domingo”.”En Misas y sufragios por mis antepasados”.”(...) y
200 Misas rezadas para el cumplimiento del testamento de mi hija Juana y de dicho mi
marido, ya difunto”.”(...) y se digan 8 Misas rezadas por el ánima de mi padre”.”(...) y
otras 10 Misas por mis obligaciones hasta ahora desatendidas”.
El promedio de Misas, caso de los Dones, es del orden de 410, de las que 164 son en
Altares Privilegiados. En los Clérigos, 262 y 65. Escribanos, Abogados, Boticarios y
Cirujanos, 98 y 2. Pueblo Llano, 38 y 9 respectivamente.
De entre los Altares Privilegiados de mayor devoción y demanda, figuran los siguientes:
Ecce Homo de Bembibre, Nuestra Señora de la Peña, Nuestra Señora del Rosario de
Santo Tomás, San Francisco de Villafranca, Convento de Cabeza de Alba, Nuestra
Señora de la Encina, Nuestra Señora de Vizbayo, Cristo de Villar de los Barrios,
Nuestra Señora de Fonlibar, San Andrés de la Villa, Misas Gregorianas en el Convento
de Nuestra Señora de Gracia, Hospicio de Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora
de las Ermitas(...), Angustias de Cacabelos, San Roque Amador de Camponaraya, San
Antonio de Priaranza, Santo Cristo de Tabuyo, Cristo del Bayllo, etc.
La Misa de Funeral y Autos es cantada, especificándose, frecuentemente, si con vigilia ,
nocturno, responso y asistencia de diácono y subdiácono; el resto, rezadas. Se suele
pedir que a los Autos asista el mismo número de sacerdotes que en el día del entierro o,
en su defecto, los que a voluntad se determinen. El promedio de Autos -nueve días ,
medio año y cabo de año- es del orden de 1,8 para personas del Estado Llano y de 2,5
para los demás niveles.
Ofrendas
”Dicho día de mi entierro se ofrezca por mi ánima una fanega de trigo, 12 cañadas de
vino y 4 velas de cera de a medio real, y se compre la más cera necesaria para los
altares”.”Que dicho día de mi entierro se ofrezca por mi alma una anega de trigo, un
pellejo de vino y cuatro velas de a real”.”Una carga de trigo, un miedro de vino y la
cera menuda necesaria para los altares”.”Dos tarjas de pan, cada una de 2 libras,
medio azumbre de vino y dos velas de a medio real”. “El día de mi entierro se ofrezca
por mi ánima, pan, vino y cera que pareciese a mis testamentarios”. ”Doce panes de
trigo de a dos libras cada uno, cuatro cañadas de vino del mejor que tuviese en mi casa
y cuatro cerillas de a medio a real”.”Dos cuartillos de vino, dos doblados de cera y dos
libras de pan”.”Una carga de trigo, un miedro de vino y 24 velas de a real y se compre
la más cera necesaria para los altares”.
Para el tempus lugendi (el año del tiempo de luto) Autos y demás sufragios: ”Item
mando, que todos los domingos del año de mi fallecimiento se diga Misa por mi ánima
en dicha iglesia parroquial del Apóstol San Andrés de esta Villa, una Misa rezada con
su responso sobre mi sepultura y por ella se pague lo acostumbrado al sacerdote que la
dijere y, al mismo tiempo, se ofrezca por mi ánima sobre mi sepultura dos tarjas ,dos
cuartillos de vino y ocho cuartos de cera, y ardan sobre ella cuatro hachas de cuatro
libras y durante dicha Misa alumbren al Santísimo Sacramento”.”Dos tarjas cada una
de a dos libras, dos velas cada una de a medio real y medio azumbre de vino, y lo
mismo en los Autos que son tres”.”Y que en cada uno de los tres Autos asistan ocho
sacerdotes que digan Misa por mi ánima, la una cantada, como es costumbre, y las
demás rezadas, y que en cada uno se ofrezca sobre mi sepultura cuatro libras de pan,
un azumbre de vino y dos velas de a medio real (...) y se pague todo de mis
bienes”.”Item mando que se compren dos blandones de cera que pesen cuatro libras,
los cuales ardan sobre mi sepultura todos los domingos del año de mi fallecimiento al
tiempo de la Misa, y en cada una se ofrezca por mi ánima dos libras de pan, un
cuartillo de vino y dos velas de a dos cuartos cada una”.“Una tarja de pan de dos
libras y un azumbre de vino”.”Item mandamos se ponga sobre la sepultura de cada uno
dos blandones de cera blanca que pesen seis libras y que ardan sobre nuestra sepultura
todos los domingos del año de nuestro fallecimiento“.”(...) se ofrezca sobre mi
sepultura en los Autos un pan de dos libras, un cuartillo de vino y una vela de a
real”.”(...) se compren dos hachas de cera que pesen ocho libras que ardan durante el
sacrificio de la Misa del pueblo y otras treinta velas de a real“.Todos los Domingos del
año de mi fallecimiento ,se ofrezca sobre mi sepultura dos tarjas de dos libras y dos
velas de a medio real y medio azumbre de vino.Y se compren dos blandones de cera que
pesen seis libras para que ardan el año después de mi fallecimiento sobre mi sepultura
los domingos del año a la hora del ofertorio“.”Item mando se compren cuatro hachas
de cera amarilla y más cera menuda para las funciones de entierro y las hachas ardan
durante el año y día de mi fallecimiento y los Domingos del, que lo que han de pesar lo
dejo a voluntad de mis testamentarios”.”Una tarja todos los domingos del año de mi
fallecimiento, medio azumbre de vino y dos cerillas de dos cuartos”.”Y en cada uno de
ellos se ofrezca sobre mi sepultura cuatro libras de pan, cuatro velas de a ocho
maravedises cada una y un azumbre de vino y, en el año y día de mi fallecimiento, se
ofrezca asímismo por mi ánima la ofrenda que es costumbre y se compren seis
blandones de cera que pesen seis libras para que ardan sobre mi sepultura en el
entretanto que se celebra el Santo Sacrificio de la Misa en los domingos durante el
dicho año y día de mi fallecimiento”.”Cuatro blandones de cera blanca de 10 libras y
lo que sobre... para alumbrar el Santísimo Sacramento”.”Se alquilen 8 hachas en el día
del entierro y velas en los Autos”.”Dejo 10 reales para los gastos de ofertas”.”Que por
el alquiler y consumo de dicha cera se pagó a dichas Cofradías 50 reales de vellón”.
Por los abusos de luces en los altares, dice el C. de Trento: Destiérrese de la iglesia el
abuso de decir que un determinado número de Misas con un determinado número de
luces tiene poderes especiales, lo cual es cosa de superstición más que de verdadera
religión.
Debido a los posibles excesos, el Consejo de Castilla determina, ya a finales del siglo
XVIII, que no haya en ninguna función de entierro más de 12 hachas, que los ataúdes se
cubran con bayetas de paño u holandilla negra, y sólo los de los niños pueden ser de
seda y de otros colores. No se cubran con bayetas las paredes de las Iglesias ni de las
casas, no se toleren llantos y duelos inmoderados.
Hasta finales del siglo XVIII figuran en los testamentos unas mandas forzosas, que
tienen su motivación histórica, y en las que se manifiesta: ”Item mando a la Santísima
Trinidad Redención de Cautivos y más Órdenes Mendicantes, 34 maravedís -35 en
otros casos- “y otros 34 -también 35- a la Casa Santa de Jerusalén con que les aparto
de mis bienes”.
Aniversarios
“Manda se cobren las deudas que contiene dicho su testamento y las más que
parecieren (...) y de las cantidades que se cobraren, se funden por su heredera y
testamentarios tres Memorias de Misas perpetuas en la Hermandad de Sacerdotes de
esta dicha Villa, sita en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encina. La una
día de Nuestra Señora del Carmen que es a 16 de Julio. La otra día de San Antonio
Abad, 17 de Enero. La otra día de Santo Tirso, 28 de dicho mes de cada un año con sus
Vísperas, Misa cantada y 4 sean rezadas y Responso, como es costumbre en dicha
Hermandad que han de cumplir en dichos días perpetuamente en cada un año (...) y
cobradas que se paguen a dicha Hermandad por cada una de dichas memorias 100
ducados de moneda de vellón por una vez”. (Codicilo del Ldo. D. Tirso Moral, Cura
propio de la iglesia parroquial de N. Sra. de Vizbayo en el Barrio de Otero de dicha
Villa, año de 1698).
Capellanías
Suponen estas fundaciones un considerable patrimonio del que suelen ser beneficiarios
los segundones de la familia a fin de facilitarles una congrua pensión a lo largo de
generaciones, si bien la fundación de las mismas es escasa, pues una parte importante
del patrimonio había de ser enajenada.
“Se funde una Capellanía volatina con la carga y obligación de Misas que pareciesen
congruentes al Patrono y fundador (...) y los bienes de ella han de pertenecer y tener en
primer lugar a los parientes de mi linaje como propincuos y que se pueda llamar a
otros habiéndolos idóneos y la puedan gozar estando ordenados de Prima hasta
Orden Sacra y gozar las rentas encargando las Misas hasta que las pueda decir por sí
(...)a tener 300 ducados de renta eclesiástica .En cada un año la ha de vacar y el
Patrono elegir otro y faltando de mi linaje el dicho Patrono que fuere haga cumplir las
Misas y elija la persona que le pareciere ,y nombra por primer Patrono al Ldo.
Francisco Buelta de Velasco ,Presbítero, estante al presente en esta Villa y opositor en
la Ciudad de Astorga, y después a la persona que el susodicho eligiere y nombrare al
cual encargo haga dicha fundación con las más fuerzas ,vínculos y fianzas que le
pareciere y sean necesarias para su perpetuidad (...)”. (Codicilo del Licenciado .D.
Tirso Moral, Cura de Otero, año de 1698).
“Una Capellanía lega (...) para servicio de Dios y descanso de las Almas del
Purgatorio. (...) El primer Patrono elige al Capellán ,según aptitud e idoneidad (...) de
buenas costumbres (...) que perciba y goce, mientras fuere Capellán, todas las rentas
que abajo van declaradas (...) por línea recta de varón ,como sea dentro de segundo
grado (...) aunque sea de edad sólo de 7 años y no ordenado de Prima Tonsura, y el
grado de consanguinidad se ha de computar conforme al Derecho Canónico (...) tenga
obligación de ordenarse de Sacerdote en llegado a la edad de 25 años cumplidos (...) y
que el Ordinario Eclesiástico, ni otro, pueda entrometerse en la dicha Capellanía ni
pedirle la contribución de los censos. (...) El primero es de 9.000 reales de vellón (...) y
el segundo es de 1.000 ducados de vellón (...)”. (Fundación de Aniversario y Memoria
perpetua del P .Martín de Lossada, religioso de la Compañía de Jesús, año de 1687).
Fuentes Documentales:
Apéndice Documental.
Documento Nº 1
.
Documento Nº 3
“In Dey nomine, amen. Sepan cuantos esta pública escritura de testamento vieren ,
como yo Juan García, herrador, vecino de esta Villa de Ponferrada, estando enfermo
en cama de enfermedad natural que Dios Nuestro Señor fue servido de me dar, aunque
en mi sano juicio y entendimiento natural cual su Divina Majestad fue servido de me
dar, y recelándome de la muerte que es natural a todo viviente criatura, tomando como
tomo por mi intercesora a la Virgen Santísima para que ruegue y pida a su
Preciosísimo Hijo, encamine mi ánima en carrera de salvación, cuando su Divina
Majestad fuese servida de me llevar de esta presente vida y a su honra y gloria ,hago y
ordeno este testamento en la forma y manera siguiente:
Primeramente encomiendo mi ánima a Dios nuestro señor que me la redimió con su
preciosa sangre ,y el cuerpo a la tierra de donde fue formado.
Item mando, que si Dios Nuestro Señor fuese servido de llevarme de la presente
vida, mi cuerpo se a sepultado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Encina,
de esta villa, debajo del arco mayor .y se pague por el rompimiento lo acostumbrado.
Item mando a la Santísima Trinidad, redención de cautivos y más Órdenes
Mendicantes, 35 maravedís que los aparto de mis bienes.
Item mando, que para el día del entierro se llame a la Hermandad de los Señores
Sacerdotes de esta Villa y se les pague lo acostumbrado. Y de ofrenda de dicho día con
una fanega de trigo, dos cañadas de vino y cuatro velas de a medio real .Y en cada uno
de los tres Autos se llamen a doce Sacerdotes, y se ofrezca en cada uno de ellos ,
cuatro tarjas de pan de a dos libras, cuatro velas y un azumbre de vino.
Item mando, se me ofrezcan todos los domingos del año, después de mi
fallecimiento, sobre mi sepultura, de haber fenecido ,dos tarjas de dos libras y dos velas
de a medio real y medio azumbre de vino. Y se compren dos blandones de cera que
pesen seis libras para en el año después de mi fallecimiento ardan sobre mi sepultura
los domingos del año. Item mando se me entierre con el hábito de mi Padre San
Francisco que tengo en mi casa.
Item digo que soy cofrade de las Cofradías: el Ángel de la Guarda, San Pedro ,
Nuestra Señora de la Encina, de la que soy fundador, la Misericordia, Nuestra Señora
de la Natividad, Nuestra Señora de Vizbayo, San Bartolomé, Santa Lucía, San
Sebastián, Nuestra Señora del Rosario de Santo Tomás. Encargo a los Mayordomos
me asistan con las insignias y cera de ellas en mi entierro y más Autos. Debo a la
Cofradía de la Misercordia 12 reales. y pido se le paguen y con ellos acabo de pagar
la entrada como cofrades mía y de mi mujer...”.
Documento Nº 4
Documento Nº 5
“In Dey nomine, amen. Notorio y manifiesto sea a todos los que la presente
pública escritura de testamento y última y postrimera voluntad vieren como yo Ana
Núñez residente en esta villa en servicio de D. Juan de Cuéllar vecino y regidor de ella
y natural de Baloua, estando enferma en cama de enfermedad natural que Dios Nuestro
Señor ha sido servido de me dar ,aunque en mi sano juicio y entendimiento natural
creyendo como firme y verdaderamente creo en el misterio de la Santísima Trinidad
que son Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres Personas distintas y un solo Dios verdadero
y en todo lo demás que tiene y cree y confiesa la Santa Madre Iglesia Católica Romana
en cuya fe y creencia protesto vivir y morir como católica cristiana y tomando como
tomo por mi intercesora y abogada a la bienaventurada siempre Virgen María y a
todos los santos de la corte celestial de mi devoción para que pidan e intercedan con su
divina majestad sea servido de perdonar mis culpas y colocar mi ánima en su santo
reino y temiéndome la muerte que es segura, cosa cierta a toda criatura viviente a cuyo
loor y alabanza hago y ordeno mi testamento en la forma y manera siguiente:
Primeramente encomiendo mi ánima a Nuestro Señor Jesucristo que me la
compró y redimió con el misterio de su Santísima Pasión y muerte y al cuerpo mando a
la tierra de que fue formado. Item mando que cuando la voluntad de Nuestro Señor
fuese servido de llamarme de esta presente vida, mi cuerpo sea enterrado en la Iglesia
Parroquial de Nuestra Señora de la Encina de esta dicha Villa, debajo del arco de la
capilla mayor y se me entierre con el hábito de Nuestro Padre San Francisco. Se
llamen para mi entierro doce Señores Sacerdotes con el Señor Rector y que asistan a
él y digan misa por mi anima, la una cantada, y se ofrezcan cuatro panes de a dos
libras, un azumbre de vino, cuatro velas de a medio real y se alquilen dos hachas para
que ardan a dicho mi entierro y misa y se pongan velas en los altares. Item mando, se
me hagan los tres autos consecutivamente y para cada uno se llamen seis Señores
Sacerdotes que asistan con misa, la una cantada como es costumbre, y se ofrezca en
cada auto dos panes de a dos libras, medio azumbre de vino y dos velas de a medio
real. Y durante el año de mi fallecimiento mando se me digan en dicho altar, digo en el
altar privilegiado de las Ánimas de dicha Iglesia, 50 misas rezadas por mi ánima y que
sea a cargo y quien tuviese obligación, y todo esto se pague de las soldadas que me está
debiendo el dicho D. Juan de Cuéllar mi amo, que mando se haga por su declaración y
asiento que tiene de ellos, y si no alcanzare se pague y saque del legado que me dejó
mandado Doña Clara de Bustillo, su mujer y mi ama por cláusula de testamento ante el
presente escribano que ha de entregar asímismo a dicho mi amo. Y mando a la
Santísima Trinidad y redención de cautivos y mas órdenes mendicantes, treinta y cuatro
mrs., con que los aparto de mis bienes (...) y si no alcanzare de los más bienes en
almoneda”.
Documento Nº 7
Lutos y cera (para el entierro de Francisco Núñez, pagados a José Verea, mercader
de Ponferrada),19.600 maravedís.
Por cuatro varas de bayeta de Palencia para un luto, 2780 maravedís.
Del pardo que se dio a los pobres el día del entierro (a Luís del Valle, mercader de
Ponferrada),2414 maravedís.
Entrada de la Cofradía de Nª. Señora del Rosario de Sto .Tomás, 680 maravedís.
Cofradía del Ecce Homo de Bembibre, 1600 maravedís.
Cofradía de las Ánimas, entrada, 1224 maravedís.
Cofradía de San José, 1122 maravedís.