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Transcripción del segundo conversatorio

organizado por la Sd’EA [1]


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Tema: Sonido, cerebro y estados de consciencia


Invitado: Jordi Galcerán (Dir. del Centre Audició i Salut, Barcelona)
Fecha: 3 de marzo de 2004
Lugar: Centre Cívic Cotxeres de Sants

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El conversatorio tiene dos partes muy claras y diferenciadas, la primera Soni-


do y cerebro, pretende ser un marco introductorio conceptual en el cual se definirán
algunos conceptos a los que hay que remitirse para poder hablar de música, estados
de conciencia y como se percibe el sonido. La segunda parte ahondará un poco en lo
que es,...lo que ha sido la música, lo que ha representado a lo largo de los tiempos y
cómo nosotros podemos llegar a percibirla de forma consciente y cómo la percibi-
mos de forma inconsciente.

El sonido es objeto de estudio de la acústica, y la acústica es una de las mu-


chas disciplinas de las que consta la física, por lo tanto cualquier aproximación al
sonido debe tener lugar desde el campo de la física; evidentemente todo concepto
dentro de la física tiene un correlato en el campo psicológico, por ejemplo el concep-
to físico de frecuencia, en psicología es tono. Así pues, a pesar de usar terminología
física lo que se trata de hacer es sentar el cómo esta terminología física aparece en
psicología.

El sonido como tal tiene muchas definiciones, en realidad sólo una, pero se
define de muchas formas. De todas hay una que parece la más válida de todas en
este caso: “El sonido es el movimiento de los cuerpos transmitido por un medio elás-
tico”. Por movimiento hay que entender vibración, movimiento vibratorio transmitido
a través de un medio de propagación, por tanto cuando se produce sonido a través
de un medio elástico se transmite energía (el sonido es transmisión de energía), y un
medio elástico es aquel medio o aquel estado de la materia que puede modificar su
volumen, por lo tanto el sonido sólo es transmisible a través de gases y líquidos. El
sonido que habitualmente recibimos viene lógicamente transmitido por el aire, tanto
como si es la voz humana, música o simplemente el ruido de la calle. El sonido tiene
diferentes atributos, los más comunes y a los que hay que atender más claramente,
son frecuencia y amplitud.

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A partir de enero de 2004, la Sd’EA organiza mensualmente un acto que denominamos “Conversatorio”. En él
se invita un especialista relacionado con algún tema científico de interés de la Sd’EA para que exponga sus tra-
bajos. Durante 50 minutos el invitado expone sus investigaciones en un tono informal y acto seguido hay una
tanda de preguntas, sugerencias, comentarios... conversación por parte de los asistentes, cuya cifra se limita a 40.
Esta transcripción, realizada por Enrique Plúmez, corresponde a la exposición realizada en el segundo conversa-
torio.

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Frecuencia hace referencia al número de veces que ocurre un hecho en un
tiempo determinado. En el caso del sonido, frecuencia es el número de veces que se
produce una vibración en un segundo y recibe el nombre de Hertzio o ciclos por se-
gundo. Una frecuencia de 1000 Hz significa que el objeto que produce el sonido ha
vibrado 1000 veces en un segundo. La frecuencia es equivalente a lo que nosotros
entendemos por tono,...por ejemplo, en música, al hablar de la nota La 440 estamos
indicando que ese tono tiene una frecuencia de 440 Hz.

Evidentemente el oído humano no puede percibir todo el sonido, de hecho el


sonido tiene carácter infinito porque a un sonido de cualquier frecuencia siempre
podríamos sumarle o incrementar su valor 1 unidad por lo tanto podemos hablar de
que el oído humano tiene un rango de frecuencia audible; este varía desde los 20Hz
hasta 20000Hz. Al nacer el umbral superior puede estimarse en unos 21000Hz o
22000Hz, cifra que normalmente no se supera, perdiendo capacidad auditiva con el
paso de los años sobre todo en la percepción de sonidos agudos. El sonido de fre-
cuencia inferior a 20Hz es lo que conocemos como infrasonido; de la misma manera
aquel que esté por encima de los 20000Hz es lo que conocemos como ultrasonido.

El segundo concepto importante es lo que denominamos amplitud. La ampli-


tud es la distancia que recorre el sonido en un periodo determinado de tiempo, por lo
tanto la amplitud hace referencia a la velocidad a la que se propaga el sonido. Esta
velocidad, cuando “impacta” en el oído humano genera una sensación de fuerza o de
presión sonora.

Otra característica importante del sonido es el timbre. El timbre es aquello


que nos permite identificar la fuente sonora. Al hablar de timbre hace falta introducir
el concepto de sonido simple y sonido complejo...de hecho, nuestra forma de perci-
bir el sonido es una ilusión acústica. El sonido no se produce tal y como lo percibi-
mos y esta circunstancia es un mecanismo del cerebro para poder interpretar y dar
sentido al sonido. Cualquier sonido es la suma de cientos de vibraciones que se pro-
ducen de forma simultanea, por lo tanto, el hecho de percibir el sonido como un con-
tinuo o como una sola unidad es una ilusión acústica, es decir, es el mecanismo que
desarrolla nuestro cerebro para poder llegar a identificar aquello que esta sonando,
aquello que está vibrando.

El sonido complejo es la suma de cientos de sonidos que dependen de uno funda-


mental. Cuando se produce el sonido siempre hay una frecuencia que se produce a
mayor intensidad que las demás. Todas las que acompañan a esa frecuencia funda-
mental forma parte de lo que es la “sombra” de ese sonido y constituye el espectro
sonoro. Dentro de ese espectro sonoro, aquellos sonidos que coinciden con un múl-
tiplo de las vibraciones de la frecuencia fundamental se conocen como armónicos;
de hecho, cuando identificamos las notas musicales o cuando identificamos los so-
nidos del lenguaje lo que hacemos es reconocer los armónicos de ese sonido.
Por supuesto también hay sonidos simples, tonos puros, aunque se hace difícil
hallarlos en estado natural; de hecho, la única forma de generarlos es de forma arti-
ficial.

Una vez descritos los conceptos de timbre, amplitud y sonido estamos en disposi-
ción para hablar posteriormente de lo que es la percepción del sonido.

Sobre el cerebro ahondaremos poco, pero hay dos conceptos en neurología que
han de quedar claros: uno es el desarrollo del SNC y el otro es la relación entre las
distintas partes del propio SNC, de hecho, esto es fundamental para poder entender

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el trabajo que hace la vía auditiva y sobre todo para entender cómo se percibe el
sonido a nivel consciente y a nivel inconsciente.

Nuestro SNC en la actualidad es fruto de millones de años de evolución, evolución


que empezó alrededor de unos 300 millones de años cuando a partir del canal medu-
lar empezó a ensancharse lo que se conoce como el tronco encefálico. Ese primer
cerebro es el cerebro de los reptiles y su función era emitir respuestas reflejas a los
estímulos medioambientales. Por encima del tronco encefálico se desarrolló lo que
conocemos como sistema límbico; que Daniel Golemann popularizó como sistema
emocional, y supone un cambio evolutivo importante porque a las respuestas refle-
jas se añade la posibilidad de emitir una respuesta en función del aprendizaje, por lo
tanto, el hecho de que el sistema límbico nos permita aprender del entorno y elegir la
respuesta más adecuada en todo momento supone un primer desarrollo de la memo-
ria. Por encima del sistema límbico, hace unos 60.000 años, empezó a desarrollarse
la corteza cerebral, que es el cerebro de los primates, y lógicamente, el cerebro de
los humanos. La aparición de la corteza cerebral supuso la posibilidad de adquirir
las funciones cognitivas superiores, la comunicación, el lenguaje, el pensamiento y a
nivel emocional,...y esto es importante, la capacidad de sentir; de hecho, la diferen-
cia que hay entre un sentimiento y una emoción es que nosotros somos capaces de
colocarle una “etiqueta” cognitiva a la emoción, con lo cual a un estado de agitación
nerviosa le llamamos ansiedad,...o a un estado de melancolía o depresión le llama-
mos tristeza. Evidentemente los mamíferos inferiores no gozan de esta capacidad.
Estas tres estructuras del SNC funcionan obedientes a dos principios: Uno, de “je-
rarquía”, por el cual cada vez que aparece un nuevo estrato en el SNC se adueña de
la conducta, de hecho, en los reptiles la única forma de conducta era la respuesta
refleja y en los mamíferos inferiores la conducta era únicamente emocional (capaci-
dad agresiva, luchar, huir, inmovilización, ingesta o necesidad de apareamiento,...).
Cuando aparece la corteza por encima del sistema límbico el abanico de respuestas
crece y teóricamente deberíamos suponer que es la corteza la que regiría nuestra
conducta. El segundo principio por el cual se rige nuestro sistema nervioso es de
“rebeldía”; tanto el tronco encefálico como el sistema límbico en su momento han
sido fundamentales para la supervivencia de la especie, con lo cual, estas conductas
propias de estratos o estructuras inferiores del cerebro se transmiten de generación
en generación y están presentes en todos los individuos, tanto las respuestas refle-
jas como las respuestas emocionales; y esta funcionalidad, cuando nos despistamos
un poco, hace que estas conductas afloren y “tomen el mando” de nuestro compor-
tamiento; de hecho, y en paralelismo a la política...nuestra corteza es el gobierno del
estado y el cerebro emocional un grupo guerrillero bien organizado que esta inten-
tando tomar el poder porque considera que muchas cosas no son justas, con lo que
cuando el estado se despista es asaltado y de alguna forma lo que hace es tomar
decisiones, acertadas o no, o llevar a cabo conductas que pueden ser consideradas
impropias en determinadas situaciones. Evidentemente el gobierno debe reprimir
estas conductas y para ello dispone de la corteza que sería como un ministerio de
defensa o de interior con el cual reprime los levantamientos de la guerrilla siempre
que puede. Las respuestas reflejas las podemos asimilar un poco a un grupo terro-
rista,...comete atentados de vez en cuando pero la corteza no las reprime porque en
el fondo le dan votos y les ayuda a mantenerse en el poder, con lo cual la respuesta
refleja que en muchas ocasiones nos salva la vida...evidentemente no se puede re-
primir, en ningún momento cabe reprimir una respuesta refleja.

El sistema auditivo dentro de todo este sistema neurológico recorre todos estos es-
tratos. Filogenéticamente es el segundo sistema sensorial del que se dispuso des-
pués del tacto, y además, el hecho de ser filogenéticamente muy antiguo, hace que
el órgano periférico tenga una capacidad de recoger la señal muy bruta. Aún res-

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pondiendo mucho antes a la estimulación que por ejemplo, el ojo, la captación de la
información es bruta o poco precisa, con lo cual debe hacer una reorganización o
reestructuración para llegar a hacer inteligible esa señal. Así pues, el procesamiento
de la información auditiva es fundamental. Por ejemplo, en la visión, cuando se trans-
mite desde el nervio óptico al tálamo y a la corteza visual en el lóbulo occipital la
información que recogemos de la luz, esa información está completamente elabo-
rada por la retina, con lo que el cerebro, independientemente de que la tenga que
invertir, recibe todos los detalles recogidos en esa información, cosa que el sistema
auditivo no puede hacer. Hay muchos núcleos de relevo a lo largo de la ruta auditiva
que se encargarán de reelaborar la señal.

Cuando hablamos del oído normalmente lo asociamos a la comunicación, al lenguaje


y al uso y disfrute de la música. La función del sistema auditivo está muy alejada de
estos dos conceptos. Si tenemos en cuenta que fue el segundo sistema en desarro-
llarse y que los reptiles ya gozaban de un buen oído podemos decir que no fue el len-
guaje ni tampoco la percepción de la música lo que hizo necesario el desarrollo del
sistema auditivo, fundamental para la supervivencia. Hace 300 millones de años de-
tectar el seseo de una serpiente deslizándose por la hierba era de vital importancia
para la supervivencia con lo cual, esta es la primera función del sistema auditivo.
Además percibir el entorno acústico nos ayuda a tener una noción de espacio, con lo
cual, la orientación en el espacio es la segunda función que cumple el sistema audi-
tivo. Sólo cuando se desarrolla la corteza aparece la posibilidad de desarrollarse la
comunicación y el lenguaje.

De la anatomía del sistema auditivo es interesante comentar que tiene muchísimo


que ver con estas funciones fundamentales, de hecho el oído como órgano del equi-
librio, vestíbulo y la musculatura oculo-motora dependen del mismo sistema. La ana-
tomía estructural del sistema auditivo, como todo sistema sensorial, consta de un
sistema periférico que capta la señal) y un sistema central que la transmite hasta los
centros que van a hacer el análisis posterior; de hecho aunque trabajen simultánea-
mente, el sistema periférico y el sistema central cumplen dos funciones completa-
mente opuestas: El sistema periférico es un órgano transductor que funciona exac-
tamente como lo hace un teléfono y su misión es convertir la energía física en un im-
pulso eléctrico para lo que disponemos de un pabellón auditivo, una rampa timpáni-
ca, un tímpano, un oído medio y un oído interno. Su función es convertir la energía
que transporta la onda sonora en un impulso eléctrico que se va a transmitir a través
del nervio auditivo. El sistema central es un sistema conductor que hace llegar a tra-
vés de los distintos núcleos de relevo la señal que ha transducido el sistema periféri-
co hasta nuestra corteza cerebral. El sistema periférico, además es un órgano analí-
tico que descompone el sonido en los componentes de frecuencia, así pues, cuando
hablábamos de la ilusión acústica, el cerebro percibe el sonido como un continuo lo
que hace es recomponer lo que ha descompuesto el oído interno, con lo cual el sis-
tema central es un sistema sintético. Una vez el oído interno ha descompuesto el so-
nido en sus componentes de frecuencia, y a través del nervio auditivo llega al tronco
encefálico, empieza la ruta auditiva central. En el tronco del encéfalo se produce un
primer análisis muy elemental de la información auditiva en la que se detecta el tono,
el aspecto temporal del sonido y los primeros patrones acústicos; además se locali-
za la fuente sonora por la diferencia de llegada en sonidos de baja frecuencia entre
ambos oídos o por la diferencia de presión en los sonidos de frecuencias altas. El
tronco encefálico es el responsable de activar la atención y la memoria después de
hacer relevo en tres núcleos distintos y de cruzar la línea media en tres ocasiones,
así la señal auditiva llega al tálamo que actúa a la vez como filtro y como centralita ya
que este decide que parte del sonido continúa hacia la corteza y al mismo tiempo
reparte la señal entre la amígdala y la corteza. La amígdala recibe aferencias de to-

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dos los sistemas sensoriales y es la responsable de evaluar el contenido emocional
de la información acústica y decidir si hay que poner en marcha los recursos emo-
cionales, para lo cual activa el hipotálamo a través del sistema autónomo y almacena
la información en la memoria a través del hipocampo. Si la amígdala no debe inter-
venir se inhibe la respuesta desde la corteza arbitro-frontal. Una vez la corteza reci-
be la señal en el área auditiva primaria, el hemisferio derecho se encarga de una
parte del análisis y el hemisferio izquierdo de otra, después, las áreas auditivas de
asociación y el área de asociación multimodal ponen fin al camino de la señal acústi-
ca integrando la información visual, táctil, gustativa, olfativa y auditiva de cualquier
cosa que se quiera examinar.

Esbozado un poco el sonido y cómo circula a través del SNC, podemos entrar en
cuando empezamos a oír.

La audición intrauterina ha dado pie a muchos ensayos clínicos más que cuestiona-
bles, a mucha literatura fantástica y cómo no... a diseños experimentales muy bien
hechos. Dado que el sistema auditivo es filogenéticamente el segundo en desarro-
llarse, cuando se desarrolla el embrión, también es el segundo sistema en desarro-
llarse y es después del tacto el sistema sensorial que antes se activa; de hecho, se
conoce que los humanos somos capaces de discriminar entre dos sonidos distintos
a las 34 semanas (experimento realizado con niños prematuros). Alrededor de las
26-28 semanas se cree que el feto es capaz de percibir algunos sonidos. Evidente-
mente el rango audible del feto es muy diferente al que tenemos los humanos desa-
rrolla dos, pero no es debido a que no tenga la capacidad de percibir entre los 20Hz
y los 20000Hz sino porque el sonido que llega al feto intrauterino es mucho menor
que en el exterior. Pasar de un medio aéreo a un medio acuoso supone un cambio en
la longitud de onda, es decir, la velocidad de la onda al cambiar de medio se modifi-
ca. La propagación del sonido en el agua es mucho más rápida que en el aire pero
por ciertos principios físicos buena parte del sonido es rechazada o repelida; y los
pocos ensayos clínicos realizados en este sentido demuestran que el feto sólo puede
oír sonidos por debajo de 500Hz. Esto es importante dado que posteriormente va a
afectar al lenguaje, habiendo constatado mediante ensayos clínicos que el feto sólo
percibe lo que se conoce como el “habla dirigida a niños”, con características de-
terminadas. Lo que es aquí importante es que cuando al lenguaje le suprimimos las
frecuencias por encima de 500Hz sólo somos capaces de percibir la prosodia, es
decir, el contenido del lenguaje se hace imperceptible, aunque si que seríamos ca-
paces de reconocer el ritmo. Todo lenguaje tiene un ritmo determinado; por ejemplo,
en catalán se habla con un ritmo determinado diferente del castellano o del fran-
cés,...etc. Este hecho, el hecho de que el feto esté expuesto a la prosodia de la voz
materna es lo que le permite, después de nacer, distinguir el habla de la madre del
resto de idiomas. De hecho, si existiesen 100 idiomas en el mundo, el niño no apren-
dería uno sino que olvidaría 99. Cuando el niño nace tiene la capacidad de hablar
cualquier idioma simplemente al estar expuesto a él.

Cuando el niño ha nacido se produce un aprendizaje auditivo que supone ser capaz
de reconocer los patrones acústicos que caracterizan al sonido. De hecho, cuando
somos capaces de identificar el ruido de la calle, es porque reconocemos esos pa-
trones acústicos determinados, al igual que ocurre con el lenguaje. Por patrón acús-
tico se entiende una frecuencia fundamental más todos los armónicos que acompa-
ñan a ese sonido. Cuando somos capaces de reconocer ese patrón acústico somos
capaces de identificar el sonido como lenguaje. El primer sonido que un niño es ca-
paz de identificar es el ruido medioambiental que se sitúa en una franja que no su-
pera los 750Hz, por encima de esa franja aparece el lenguaje, que puede llegar has-
ta frecuencias de 3000 Hz en castellano, 4000Hz en catalán, 6000Hz en inglés,

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12000Hz en japonés...y así el niño aprende a “sintonizar”, a distinguir esos sonidos y
a reconocerlos como lenguaje y a vocalizarlos entre los seis u ocho meses. A partir
de este momento se desarrolla el lenguaje.

Adentrándonos en lo que es la música y los estados modificados de conciencia po-


demos decir que la música como tal a existido siempre (las primeras flautas de hue-
so datan de unos 35000 años atrás), en todos los pueblos, en todas las culturas y hoy
se mantiene viva. Esto, en principio, no sería sorprendente si no nos ponemos a pen-
sar que la música no tiene un sentido evolutivo “per se”, para sobrevivir no era nece-
saria; si lo fue el lenguaje, ya que nos capacita para la comunicación y por tanto para
la organización social. La música no se considera ni anterior ni tampoco posterior al
lenguaje y posiblemente apareció de forma simultanea, de hecho el lenguaje puede
ser considerado como una forma musical.

Para entrar a hablar de la percepción musical del consciente y del inconsciente qui-
zá sería interesante delimitar lo que es la conciencia; aunque no sea el tema propio
de conversación ya que esto tendría muchísima más amplitud, pero al menos, ubicar
donde podemos encontrar la conciencia y dónde no la vamos a encontrar. La con-
ciencia es a la vez algo tan trágico como cómico; trágico porque a pesar de los in-
numerables debates habidos no hemos llegado a un acuerdo ni sabemos donde ésta;
y cómico porque si nos ponemos a cenar con una buena botella de vino podemos
llegar a conclusiones sobre la conciencia fantásticas. No definiré conciencia pero si
me gustaría enmarcarla en el espacio-tiempo. Un eje espacial para la conciencia
sería toda aquella actividad que se produce en la corteza cerebral por lo tanto cual-
quier estructura situada por debajo de la corteza no va a ser conciencia; y en un
marco temporal situaría la conciencia debe darse en un estado de vigilia, cuando
estamos despiertos, por lo tanto cualquier estado en el que no estemos despiertos
no es un estado consciente, como por ejemplo el sueño. Lógicamente, entre el sueño
y la vigilia podemos establecer muchos estados de conciencia: la obnubilación, el
aturdimiento, la somnolencia,... incluso el coma es un estado modificado de con-
ciencia. Cuando hablemos de percepción consciente, sería aquella percepción a
nivel cortical durante el estado de vigilia.

Al hablar de la percepción del tono se dice que escuchar música es escuchar una
secuencia ordenada de tonos. Del tono hay que destacar la altura (graves o agudos),
la amplitud (intensidad de volumen), la duración y el timbre. La percepción musical,
al igual que cualquier percepción del sonido, se inicia en el sistema auditivo periféri-
co,...el oído interno a transducido la energía física en un impulso eléctrico, y el im-
pulso eléctrico llega al cerebro. El tronco encefálico hará un primer análisis incons-
ciente de la música que consiste en detectar el tono, el ritmo y los patrones acústi-
cos que caracterizan ese sonido. Una vez el sonido llega al tronco del encéfalo em-
piezan las primeras respuestas a nivel corporal; estas repuestas son vegetativas y
una de ellas constituye la sincronización del ritmo del sonido con el movimiento cor-
poral; en función de la tasa de descarga de las neuronas en los núcleos cocleares
del tronco encefálico se sincronizan con las neuronas motoras y a través de la médu-
la espinal sincronizamos el ritmo del sonido con nuestro movimiento, lo que explica
que algunas personas sepan bailar. Cuando sintonizamos el ritmo del sonido con la
duración del movimiento somos capaces de bailar al compás de la música. La se-
gunda sincronización se produce con el sistema respiratorio con lo cual acoplamos
nuestra frecuencia respiratoria al ritmo de la música, de hecho, si nos ponemos a
escuchar cualquier pieza musical y nos dejamos llevar por la melodía acabaremos
respirando exactamente donde el compositor respiraba al escribir; todos, cuando
hablamos, hacemos pausas para respirar (gráficamente con puntos y comas); la mú-
sica también tiene sus comas, la música también tiene sus frases en la partitura;

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unos instrumentos preguntan y otros contestan...todo esto tiene un ritmo al cual no-
sotros adaptamos nuestra respiración. La tercera función a nivel vegetativo es la
activación de los sistemas de atención y de memoria...; cuando el sonido llega al
tronco encefálico lo que hace es detectar la “importancia” de ese estímulo. A través
del sistema noradrinérgico activa la corteza para que el estado de vigilia sea mucho
más activo y atendamos a la información sonora; a través del sistema colinérgico se
pone en marcha el mecanismo de memoria para recordar la información que nos
viene de fuera y a través de la serotonina se reprime o se regula desde la corteza los
impulsos que pudiera generar la liberación de acetilcolina y noradrenalina; por
ejemplo, si ponemos música para un grupo de personas quizá a alguien le apetezca
bailar...pero piensa que no es demasiado adecuado, pues bien, esa compensación
entre lo que es el inicio de la actividad y la regulación de dicha actividad esta deter-
minada por la serotonina. Una vez la información de la música deja el tronco del en-
céfalo llega al tálamo, y del tálamo se dirige a la amígdala, y es ésta la que decidirá
cual es la respuesta adecuada.

Hay muchas teorías al respecto de porqué la música es capaz de generar o de mover


las emociones. Algunas teorías que se conocen como referencialistas, hacen hinca-
pié en la capacidad icónica o simbólica de la música, por ejemplo, en “La Pastoral”
Beethoven intenta imitar el trinar de los pájaros...cosa que realmente logra, o en el
“Don Giovanni” de Mozart en el intento de convencer a una chica de que ella es la
única se pueden percibir unas risas de fondo hechas con violines, y realmente da la
sensación de carcajadas. Esto representa la capacidad simbólica de la música para
despertar emociones. Otro aspecto emocional de la música se produce por asocia-
ción;...cuando somos capaces de asociar por proximidad ( o condicionamiento) una
determinada música a un determinado hecho siempre que escuchemos esa música
vamos a recordar el hecho sucedido. Otro punto es el que afirma que la música pue-
de provocar emociones por ella misma; Meyer proponía una teoría de la música co-
mo la del equilibrio entre lo esperado y lo no esperado. La música es una sucesión
de tonos con los cuales nuestro sistema auditivo puede sintonizar y por tanto, en
muchas ocasiones, llegar a predecir lo que va a suceder; cuando una música tiene el
equilibrio entre lo esperado y lo no esperado se hace más inteligible y puede llegar a
provocar emociones con facilidad. Una forma de categorizar en psicología a las
emociones sitúa a estas como el equilibrio entre opuestos, alegría-tristeza, agrado-
desagrado, ira-miedo y expectativa-sorpresa; a partir de la combinación de todas
estas situaciones van apareciendo estados emocionales determinados: entre alegría
y tristeza estaría la euforia o la melancolía, entre agrado y desagrado podemos si-
tuar la repugnancia y el éxtasis, etc; evidentemente las diferentes combinaciones
producen diferentes estados emocionales.

El análisis consciente de la música es el que se produce en los dos hemisferios.


Aunque cada hemisferio recibe exactamente la misma información hace de ella un
uso distinto. En el hemisferio derecho la percepción es mucho más sintética, con lo
cual, somos capaces de percibir contornos melódicos o frases enteras. El hemisferio
izquierdo hace un procesamiento mucho más analítico y compara los tonos uno de-
trás de otro distinguiendo las diferentes alturas. El hemisferio derecho se encarga
de la detección del timbre, el hemisferio izquierdo de la percepción del ritmo. Hay
muchas formas de escuchar música, de hecho, el análisis obedece a la naturaleza de
la propia música. Podemos hacer un análisis de las diferentes estructuras, y la com-
binación de toda la información de este análisis es el que va a dar pie a los diferentes
sentimientos de agrado, rechazo, expectativa, sorpresa,...El análisis estructural de
la música consta de cuatro partes: un análisis de la estructura vertical, de la estruc-
tura horizontal, de la estructura rítmico-métrica y de la estructura dinámica. La es-
tructura vertical de la música es la estructura armónica, que hace referencia al aná-

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lisis de todos aquellos sonidos que se producen simultáneamente. Una melodía es
una sucesión de tonos, y cuando esa melodía se acompaña con instrumentación, los
tonos van sobreponiéndose formando la armonía de la música; los acordes mayores
producen la sensación de alegría, de hecho, es en el acorde mayor donde se produ-
cen mayor coincidencia de armónicos en todas sus notas, por lo tanto, cuando ma-
yor es la coincidencia de armónicos mayor es la transmisión de energía y mayor es
la sensación de agrado que recibimos...por ejemplo, en un acorde do-mi-sol-do que
es un acorde de do mayor, los armónicos de estas notas, que de forma aislada tienen
unos armónicos determinados, en conjunto son muy coincidentes con lo cual se pro-
duce mayor sensación de energía y es mucho mas agradable al oído que los acordes
menores que tienen menor coincidencia de armónicos. Cuando el sonido es conso-
nante también produce mayor sensación de agrado, por el contrario, si el sonido es
disonante la sensación de agrado es lógicamente menor. La estructura horizontal
del sonido es la estructura melódica, la sucesión de tonos que se van encadenando a
lo largo de la partitura. Cuando esta sucesión de tonos es ascendente produce sen-
sación de tensión y de alegría, cuando es descendente produce sensación de triste-
za y de distensión. Cuando la melodía asciende y utilizamos escalas mayores la co-
municación de placer o satisfacción es mucho mayor que cuando utilizamos escalas
menores que producen sensación de tristeza. La estructura rítmico-métrica hace
referencia al ritmo y al tempo de la partitura, el tempo es la cadencia a la que se va
produciendo la música y el ritmo es la combinación de los distintos valores de las
notas. Cuando el tempo es rápido se produce mayor sensación de alegría y de exci-
tación, cuando el tempo es lento hay mayor sensación de relajación y generalmente
se da en piezas tristes. Un ejemplo de esto podemos encontrarlo en “marcha triunfal
de la ira” de Verdi o por el contrario en “la marcha fúnebre”. El ritmo también inter-
viene en la sensación de alegría o agrado, por ejemplo, los “puntillos”, las sincopas,
o las pausas dan mayor sensación de agilidad y de alegría a la pieza, la monotonía y
la lentitud acompañan a lo que es la tristeza o abatimiento. La combinación de mono-
tonía y una estructura mucho mas diversa produce una sensación alternante de ten-
sión-relajación o expectativa-sorpresa; los saltos en la melodía introducen el factor
sorpresa que puede ayudar a producir tensión o distensión según sea salto ascen-
dente o descendente. La estructura dinámica, por último, es la que combina la es-
tructura rítmico-métrica con la estructura horizontal y la estructura vertical. Por
ejemplo, cuando la melodía asciende y el ritmo también lo hace se crea un momento
de tensión; si la melodía y el ritmo desciende y el tempo se hace mas lento se crea un
momento de distensión. Evidentemente, el aumento de altura y de intensidad produ-
ce tensión, los cambios bruscos producen sorpresa; la relación a lo largo de la pieza
de entre esos momentos de equilibrio y sorpresa, de la expectativa y lo inesperado
es lo que hace a una pieza interesante y que a su vez, sea capaz de transmitir algo.

En cuanto a los estados modificados de conciencia hay algunos estudios en los que
se ha demostrado que determinadas músicas activan el sistema mesolímbico-
dopaminérgico, este es uno de los sistemas de refuerzo de nuestro cerebro que ac-
tiva los centros de placer y esta muy asociado a las teorías sobre las adicciones, de
hecho, los consumidores de opiáceos, derivados del opio y cocaína cuando consu-
men activan ese sistema. Cuando se activa este sistema se puede llegar a experi-
mentar lo que se conoce como un “viaje”. Sin embargo no podemos considerar la
música como desencadenante de dichos estados modificados de conciencia por si
misma.

A modo de conclusión podemos decir que el sonido, en cuanto que música, tiene una
virtud, y es que esta exenta de arbitrariedades;...que un mueble con cuatro patas se
llame silla, eso es una arbitrariedad, pero la música no es arbitraria en el sentido de
que nadie se ha puesto de acuerdo para que una escala menor con un tempo lento

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sea algo triste o que una sucesión de tonos ascendente produce sensación de ten-
sión y de alegría,...esto es así aquí y allí,...es algo subyacente, transcultural y arque-
típico ligado al genero humano.

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