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¿De qué hablamos cuando hablamos de especialidad?


o De los desafíos de la especialización de los actores del sistema de justicia
penal adolescente
Francisco Estrada Vásquez1
_________________________________________________________________________

Cuenta Nabokov, cuando el relato de Lolita va llegando a su desenlace, la historia del


barbero de Kasbeam.
A través de la voz de su narrador Humbert nos dice:
“En Kasbeam, un barbero decrépito me cortó el pelo de modo
muy mediocre. Parloteaba acerca de un hijo suyo jugador de béisbol, y cada
estadillo me escupía saliva en el cuello; cada tanto limpiaba los cristales de
sus anteojos frotándolos en el lienzo que me envolvía, o interrumpía sus
trémulos tijeretazos para exhibir recortes doblados de diarios amarillentos.
Yo estaba tan distraído que me sobresalté al advertir, cuando él señaló un
retrato que se hallaba entre los viejos frascos de loción, que el joven jugador
de béisbol había muerto treinta años antes.”3

El mismo Nabokov en el Epílogo de Lolita ha señalado los puntos secretos, los nervios de
la novela que lo consagraría internacionalmente. Entre esas “coordenadas subliminales
mediante las cuales ha sido urdido el relato”, se encuentra el párrafo recién leído. Cuenta
al pasar que le tomó más de un mes escribirlo, y confiesa que comprende muy bien que esas
escenas probablemente serán pasadas por alto.
Por lo pronto, debo reconocer que yo jamás reparé en el barbero de Kasbeam las dos o tres
veces que leí Lolita, hasta que me topé con esta historia en medio del célebre libro de
Richard Rorty, Contingencia, ironía y solidaridad.4
Rorty usa esta historia para remarcar un aspecto que en su lectura de Nabokov resulta
crucial para entenderlo. Según el autor norteamericano, la forma de crueldad que más
inquietaba a Nabokov era la indiferencia (incuriosity).
En la breve historia del barbero de Kasbeam, Nabokov logra dos cosas muy difíciles
técnicamente, al mismo tiempo. Por un lado, ejemplifica una situación de dramática
indiferencia: un anciano hablando de su hijo muerto treinta años atrás a un hombre que no

1
Abogado, Jefe del Departamento de Menores del Ministerio de Justicia.
3
Sigo para estos efectos la edición de Anagrama de 1991 pero con correcciones mías a la
traducción demasiado españolizada.
4
Rorty (1991), Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Buenos Aires –Barcelona- México.
2

le escucha y que no le interesa escucharlo. Pero además, y este es un mérito técnico mayor,
consigue que los lectores repitamos la experiencia de distracción de Humbert. No
escuchamos la historia del barbero, la pasamos por alto, no nos interesa escucharla,
atrapados como estamos por el embrujo de la nínfula Dolores Haze. Y es sólo al llegar al
epílogo, o al tropezarnos con un texto de filosofía política, que volvemos atrás para
escuchar la historia del barbero decrépito.
Lo que cuenta Nabokov, me parece, es una historia que cambiados un par de nombre
propios (Kasbeam por el Centro de Justicia, el barbero por un fiscal o un defensor o un
magistrado), es posible imaginarla, es temible imaginarla, ocurriendo entre nosotros, con la
Ley N° 20.084 de telón de fondo.
Y es que esa indiferencia con ciertos relatos, o historias o voces o formas de vestir, es
justamente lo que combate con un denodo singular el principio de especialidad del sistema
de justicia penal adolescente.
Justamente porque tenemos una cierta tendencia a la distracción, a la confusión de voces,
que resulta esencial generar mecanismos que nos permitan distinguir entre tantas voces,
aquellas que nos está contando una voz en que se cruzan el dolor, la esperanza, la rabia, el
temor.
La voz del joven en el sistema de justicia requiere oídos capaces de escuchar, ojos capaces
de leer, entre el RUC, el RIT, el artículo 436, la existencia o no de agravantes, el iter
criminis, la compleja historia detrás de su aparición en el sistema de justicia penal.
El principio de especialidad se instala para ayudarnos a cumplir con el viejo precepto de
Ulpiano de dar a cada uno lo suyo.

El principio de especialidad y su consagración normativa


Me parece conveniente recordar que el principio de especialidad encuentra su origen
normativo en el sistema internacional de derechos humanos. Aquí, es necesario reconocer
el rol que ha jugado Carlos Tiffer, y otros consultores de UNICEF en la difusión de estos
instrumentos. Por lo mismo no me voy a detener en este aspecto sino sólo enunciar
someramente los distintos cuerpos normativos.

En primerísimo lugar, la Convención de Derechos del Niño, en su artículo 40 establece


claramente la obligación de los Estados de tratar de una determinada manera a los
adolescentes imputados de haber infringido la ley penal.
¿Qué manera? Una “acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que
fortalezca el respeto del niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales de
terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la importancia de promover la
reintegración del niño y de que éste asuma una función constructiva en la sociedad.”
He ahí el mandato de incorporar una mirada especial respecto de la edad.

En un segundo lugar, las Reglas Mínimas para la administración de la justicia de menores,


o Reglas de Beijing. En la regla 22 se nos dice que “Para garantizar la adquisición y el
mantenimiento de la competencia profesional necesaria a todo el personal que se ocupa de
3

casos de menores, se impartirá enseñanza profesional, cursos de capacitación durante el


servicio y cursos de repaso, y se emplearán otros sistemas adecuados de instrucción.”

En tercer lugar, las Reglas de Naciones Unidas para la protección de menores privados de
libertad, de 1990. me parecen quizá – disculpen la expresión- el más práctico de todos los
instrumentos internacionales. Son también el instrumento que contiene una mirada más
amplia acerca de lo que entiende por especialidad. No sólo se refiera a la capacitación del
personal y a su competencia técnica, (reglas 81 a 85), sino también aborda la cuestión de la
infraestructura (reglas 28 a 34) y la condición física de los centros.

Por su parte, las Directrices para la prevención de la delincuencia juvenil, o Directrices de


RIAD, repiten la idea de la necesidad de contar con personal capacitado (regla 58)

Finalmente, las Reglas Mínimas de Naciones Unidas para la administración de las medidas
no privativas de libertad, o Reglas de Tokio, también de 1990, finalizan el encuadre
normativo reiterando la capacitación del personal en la regla 15 y disponiendo en la regla
16 que “El objetivo de la capacitación será explicar claramente al personal sus funciones en
lo que atañe a la rehabilitación del delincuente, la garantía de los derechos de los
delincuentes y la protección de la sociedad. Mediante capacitación, el personal también
deberá comprender la necesidad de cooperar y coordinar las actividades con los organismos
interesados.”

Prosiguiendo esta revisión de la consagración normativa del principio de especialidad, nos


corresponde recordar lo ordenado en la Ley N° 20.084:
“Artículo 29.- Especialización de la justicia penal para adolescentes. Los
jueces de garantía, los jueces del tribunal de juicio oral en lo penal, así como
los fiscales adjuntos y los defensores penales públicos que intervengan en las
causas de adolescentes, deberán estar capacitados en los estudios e
información criminológica vinculada a la ocurrencia de estas infracciones,
en la Convención de los Derechos del Niño, en las características y
especificidades de la etapa adolescente y en el sistema de ejecución de
sanciones establecido en esta misma ley.

No obstante, todo fiscal, defensor o juez con competencia en materias


criminales se encuentra habilitado para intervenir, en el marco de sus
competencias, si, excepcionalmente, por circunstancias derivadas del sistema
de distribución del trabajo, ello fuere necesario.”
Y continúa el artículo.
Quisiera destacar que el inciso primero del artículo 29 indica expresamente algunos
contenidos de la especialización:
- Información criminológica sobre infracciones juveniles;
- Convención de Derechos del Niño;
- Características y especificidades de la etapa adolescente; y
- Sistema de ejecución de sanciones establecido en la ley.
4

Me preocupa que las respectivas capacitaciones que están llevando a cabo las instituciones
públicas recojan este índice mínimo de contenidos. La información proporcionada por
ejemplo, por la Academia Judicial, respecto de los programas de sus cursos de formación
especializada – en varios de los cuales he participado- muestra que este mínimo estándar no
se está cumpliendo.

Para finalizar esta revisión de la consagración normativa quiero recordar el


fundamento constitucional que está en su base: La Igualdad ante la ley.

El tradicional entendimiento del principio de igualdad conllevaba un cierto carácter


encubridor de la desigualdad fáctica. De ahí que el actual constitucionalismo haya exigido
una evolución del principio hacia un modelo relacional que permita al legislador el
tratamiento diferenciado de aquellos sujetos que se encuentran en supuestos de hecho
diferentes. De este modo el derecho constitucional contemporáneo extiende el contenido
del principio de igualdad hacia un aspecto sustancial que exige el reconocimiento de las
diferencias existenciales entre los sujetos como presupuesto para que las regulaciones,
legislaciones, o decisiones de autoridad tengan legitimidad constitucional.5
Hoy en día es indiscutido que en determinados ámbitos el legislador no sólo puede,
sino que debe establecer diferencias de trato, "pero como lo establece la jurisprudencia
constitucional e internacional uniformemente, la regulación de las diferencias debe estar
justificada racionalmente"6. De ahí entonces que, en la actualidad, el problema de la
compatibilidad o incompatibilidad que las regulaciones diferenciadas pueden presentar con
el principio de igualdad, se resuelve a partir de la existencia o no de una justificación
razonable que explique la diferencia de trato.7 Por lo tanto -y siguiendo en esto a Prieto
Sanchís- la violación al principio de igualdad se podrá dar tanto en los casos que implican
un tratamiento desigual, sin razón que lo permita, como en aquellos en que se da un
tratamiento igual, existiendo una razón que lo impide.
Así específicamente en el ámbito del derecho penal: por ejemplo el caso de la
inimputabilidad por minoría de edad o enajenación mental, entre otros. Como afirma el
profesor Juan Bustos, la aceptación de las desigualdades existenciales y su correspondiente

5
Como sostiene Linares Quintana, Segundo: "No se trata, por consiguiente, de una igualdad
absoluta, sino que ha de aplicarse la ley en cada caso conforme a las diferencias constitutivas del
mismo. La igualdad supone, por lo tanto, la distinción razonable entre quienes no se encuentren en
la misma condición; por lo que ella no impide que la legislación contemple en forma distinta
situaciones diferentes, siempre que la discriminación no sea arbitraria ni responda a un propósito de
hostilidad contra determinada persona o grupo de personas, o importe indebido favor o privilegio
personal o de grupo"; citado por Eugenio Valenzuela Somarriva (en su momento Ministro del
Tribunal Constitucional) en la razón 4ª de su voto de minoría en la sentencia del Tribunal
Constitucional chileno, Rol Nº 28, del 8 de abril de 1985.
6
Caballero, Felipe (2005), “El artículo 324 del Código Orgánico de Tribunales y el principio de
igualdad en el ordenamiento jurídico chileno”, Revista de Derecho de Valdivia, Vol. XVIII, N° 2,
pp.155-166.
7
cfr. Tribunal Constitucional chileno, sentencia Rol Nº 297 de 02 de noviembre de 1999,
considerando 11º.
5

regulación "tienen repercusión no sólo en el ámbito del sujeto responsable, esto es, a nivel
de las definiciones de inimputabilidad, sino ya en el injusto, en cuanto puedo incluir, por
ejemplo, la comprensión de un elemento normativo del tipo como si algo es ajeno o es sin
dueño determinado, o bien, el problema de cuáles son los derechos defendibles en la
legítima defensa.”8
A partir de esta lectura contemporánea del principio de igualdad, que representa el tratar en
forma desigual a los desiguales, que podemos fundar constitucionalmente también, la
obligación de tratar de modo adecuado a sus especificidades a los adolescentes.

No es, entonces, el principio de especialidad una suerte de consejos al juzgador o una


máxima moral que estimula nuestra perfección ética. No. El principio de especialidad no es
sino la herramienta a través de la cual logramos conformar nuestro actuar a derecho, es
nuestra forma de honrar la igualdad ante la ley de los desiguales.

Los contenidos de la especialización

Quiero pasar ahora al tema de los contenidos de la especialización.


Comienzo adelantando que entendemos que especialización es más que capacitación. Dicho
esto, qué contenidos debieran abordarse a partir del principio de especialidad por los
distintos actores del sistema.

1.
Lo primero es partir desde nuestra historia. Lo digo no sólo porque sea conveniente
siempre, en cualquier disciplina en construcción, partir por el comienzo, por el relato de los
orígenes y ofrecer una mirada de dónde estamos a partir de dónde venimos. Eso es justo y
necesario, nuestro deber y salvación, como dice el Misal, pero traigo a colación la historia,
porque si bien este es el primer sistema que nuestro país va a tener en su historia destinado
a dar una respuesta específica a los delitos cometidos por jóvenes no es la primera mirada
que como sociedad hemos tenido respecto del binomio niños-delitos.

Al respecto, no me canso de recomendar la lectura de un estupendo joven historiador,


Marco Fernández Labbé quien en Prisión común, Imaginario social e identidad9
(Editorial Andrés Bello), nos muestra el continuo que hemos tenido como país respecto del
binomio ya citado. La imagen es elocuente pero el pie de foto lo es aun más. “Este que aquí
veis un granuja de cinco años de edad, ha caído preso más veces que los años que carga”,
Revista Sucesos, 1920.
Y desde esa mirada vertical, paternalista, autoritaria, empapada de buenas intenciones,
hemos construido leyes y tribunales de menores.

8
cfr. "Principios Fundamentales de un Derecho Penal Democrático", en Revista de la Asociación de
Ciencias Penales de Costa Rica, año 5, Nº 8, marzo de 1994, p. 25
9
Fernández, Marco (2003), Prisión común, Imaginario social e identidad 1870-1920, Centro de
Investigación Diego Barros Arana, Editorial Andrés Bello, Santiago.
6

Por lo que para partir, es preciso hacernos cargo de esta historia, de nuestra carga genética y
poder descubrir qué es lo novedoso, lo que va a tensar a mi institución, lo que va a
contracorriente de cómo siempre hemos mirado el mundo penal juvenil. En algunos casos
lo novedoso será lo penal. Y habrá que insistir y remarcar que hay doscientos años de
dogmática penal que entran a jugar también como viento fresco en junio del 2007. Y que
ese viento hará caer inexorablemente buenas intenciones tutelares, buenas intenciones
clínicas, etc.

Lo que me recuerda una reflexión que a propósito de las reformas penales latinoamericanas
hiciera Alberto Binder, experto argentino. Enseña Binder que probablemente por un buen
tiempo, persistirá la tensión entre el viejo paradigma inquisitivo y el actual modelo
acusatorio. Que esa pugna no se acaba con la promulgación de códigos procesales. Aun
más que esa lucha hay que observarla y estimularla como la única manera de defender los
valores políticos y democráticos detrás del acusatorio. Los retrocesos en la región parecen
darle la razón a Binder. Creo que es posible advertir algo semejante respecto del viejo
sistema tutelar y el actual modelo de la responsabilidad penal. Las buenas intenciones de
los salvadores de los niños, la mirada puesta más en el sujeto que en el acto reprochable,
probablemente persistirán después del 8 de junio del 2007. Hay que observar esas tensiones
y seguirlas muy atentamente de modo que no se cuelen resabios tutelaristas bajo, p. ej.
herramientas como el principio del interés superior del adolescente o la sanción accesoria
del artículo 7 de la Ley.

En otros casos, lo novedoso es mucho y parte por el lenguaje. Nos construimos desde el
lenguaje y como ocurre desde Babel nos gusta jugar a hablar en lenguas indescifrables para
quienes no son de mi tribu sacerdotal. En ese saber, nos recordó Foucault, se juega nuestro
poder. Los lenguajes del sentenciador, del fiscal en medio de una formalización, del
defensor en la discusión de la sanción más idónea, del profesional psicosocial respecto de la
procedencia de la sustitución de la pena, son todos lenguajes altamente necesitados de
dialogar unos con otros y para eso es preciso bajar las barreras de defensa, algo pomposas,
algo tramposas, y que olvidan la contingencia de nuestros discursos y pretenden, a veces, o
sacralizarlos o naturalizarlos.

El lenguaje es un desafío en el diálogo entre el mundo jurídico y el mundo psicosocial.


Y este diálogo es imprescindible tanto en la determinación de la sanción más idónea en
conformidad al art. 24 letra f), como respecto de la aprobación del plan personalizado como
en las audiencias de sustitución, remisión o quebrantamiento de pena.

Pero el lenguaje es también un desafío respecto de los mundos adultos y juvenil,


culturalmente a kilómetros o años luz de distancia.

2.
Luego de partir desde nuestra historia y hacer un trabajo de reconocer dónde están las
tensiones, los dolores, los apretones de zapato, encuentro necesario, en segundo lugar,
7

abordar aquellos ámbitos que la literatura ha ido consolidando como los temas a revisar en
procesos de especialización del sistema de justicia, y aquí, nuevamente, es posible mapear
el aporte que Carlos Tiffer, Elías Carranza entre otros buenos amigos de Costa Rica han
realizado.
Me parece que los ámbitos donde la literatura está conteste debe revisarse el tema
especialidad son.
1. Definición de las infracciones juveniles: Y aquí hay una tensión entre los
proyectos despenalizadores o propugnadores de un derecho penal mínimo con lo
que ha sido la política criminal latinoamericana. ¿Hasta dónde es posible conciliar
el sacrosanto derecho a la seguridad colectiva, en las palabras de García Méndez,
con el sacrosanto derecho a la libertad personal y las garantías individuales? La Ley
N° 20.084 es criticada porque en este aspecto marca un retroceso respecto del
anteproyecto del 98. Yo creo que una propuesta despenalizadora no tenia viabilidad,
carecía del más mínimo respaldo social y pudo haber generado repuestas informales
de autotutela que son siempre más nocivas que las formales.
Dicho lo anterior, la Ley N° 20.084 avanza respecto de las faltas simples y de las
calificadas cometidas por menores de 16 años, y renuncia a una intervención en
sede penal. De la legitimidad o el prestigio de la respuesta que dé la judicatura de
familia se podrá continuar con un proceso despenalizador de la delincuencia de
bagatela.

2. Dogmática penal juvenil: Es necesaria la construcción de un discurso penal juvenil


que permita articular el encuentro entre esos doscientos años de dogmática penal a
que aludí anteriormente con los propósitos de intervención que plantean los
sistemas juveniles, con las prácticas de los operadores del sistema de atención a la
infancia. Es cierto que el sistema es nuevo. No es cierto que estemos partiendo de
cero. Hace un tiempo se informó al congreso el nombre y profesión de todos los
delegados de libertad asistida del país. Creo, a ojo de buen cubero, es decir, sólo
basado en mi experiencia, que tenemos delegados con 5 a 10 años de experiencia.
Un activo muy valioso en cualquier sistema penal juvenil en el mundo. ¿Cómo,
entonces, articulamos, p. ej., el discurso del límite de proporcionalidad de la sanción
con la experiencia que estos actores tienen del trabajo con adolescentes?
3. El tercer tema que es propio de procesos de especialización es el de la respuesta
específica.
Es decir, que la respuesta estatal debe ajustarse al sujeto adolescente, a su etapa de
desarrollo, a sus tiempos, a lo que la criminología nos ha enseñado. P. ej. En la
literatura norteamericana, pienso en Barry Feld, se da cuenta de la alta correlación
entre el primer arresto y la probabilidad de futuros conflictos con el sistema de
justicia. Esta probabilidad aumenta hasta cuatro veces si el primer arresto ocurre
durante la adolescencia. Sabemos esto, ¿qué hacemos con este saber? El profesor
Couso ha propuesto lo que él denomina la prevención especial de la no
desocialización como límite de la pena. Evitar o sustituir la pena es algo valioso
para el sistema de justicia, y, al menos respecto de adolescentes, cuenta con sustento
empírico. Se trata, entonces, de fortalecer estas herramientas con que cuenta el
sistema: uso más intenso del principio de oportunidad, de salidas alternativas. Es así
8

como estamos trabajando junto con SENAME, Ministerio público y Defensoría en


una Mesa que busca justamente esto y que además tiene la pretensión de que se
mida si esto efectivamente ocurre.
Avanzar en la especificidad de la respuesta a la infracción adolescente, me parece,
es algo que la 20.084 permite y es un camino aún en el inicio de su recorrido.

4. En cuarto lugar, se habla de procedimiento especial. En este aspecto


disiento de algunos autores. Personalmente creo muy difícil haber contado con una
ley de RPA antes de haber instalado en todo el país un sistema procesal penal.
Creo que hoy, más allá, de los déficit normativos, hay esfuerzos posibles
de realizar que no pasan por reformas legales sino por estándares más sofisticados
de actuación de los diversos intervinientes.
Y aquí hay que tener cuidado con ciertas lecturas deformadas, en mi opinión,
de las obligaciones que resultan de la Convención.
Así como el SENAME ha hecho un esfuerzo por terminar con los “tíos”,
otros actores deberían terminar con los “niñitos.” García Méndez nos advierte
sobre la dualidad del idealismo ingenuo versus el retribucionismo hipócrita (Caso
de “mi niñito”).
Manejo de audiencia, estándares de resguardo de derechos, de voluntariedad,
caso norteamericano y caso art. 31 Ley N° 20.084.

5. En quinto lugar, actores especializados. La ley establece un sistema de


especialización preferente, y no exclusiva. Ciertamente resulta problemático y
entendemos esta norma como el punto d e partida de un proceso que conlleva
presupuesto adicional estimación de un óptimo, y un cronograma para alcanzar
algún porcentaje de este óptimo. Dicho esto, y tratando de leer desde el vaso lleno,
creo que va ser bueno que no partamos con actores con dedicación exclusiva. Va
ser bueno, digo, que no se encierre entre algunos actores la discusión relativa a la
infancia infractora porque, nuestra historia y nuestra historia reciente, nos muestra
que esas exclusividades suelen devenir en la conformación de neo salvadores del
niño, para usar la expresión de Anthony Platt. No se trata de que el número de
niñológos aumente sino que la comunidad del sistema de justicia incorpore, en su
conjunto, la mirada de la Convención y de los instrumentos internacionales. Y que
por lo menos, por parte de algunos, se sepa que no se sabe, que esta es una
materia, un área del derecho penal, que existe y en la que es preciso formarse.

6. Y finalmente, infraestructura. No aparece en los temas de la literatura pero


la experiencia de construcción del centro e cumplimiento de condena de la región
metropolitana en Til-Til nos ha enseñado la relevancia de la articulación entre los
discursos jurídicos, psicosocial, médico y el de la arquitectura con sus reglas de
espacios, volúmenes, materiales y flujos de circulación.
Nomenclatura de centros. “Condena a 10 años en el Arco Iris.”
9

A estos que son, diría yo, los temas clásicos, agregaría aquellos que la Comisión de
expertos en responsabilidad penal adolescente, convocada por el Ministerio de Justicia,
recomendó en su Primer Informe. A saber:

• Género: la definición de conceptos referidos tanto a la igualdad de género como a


aspectos relacionados la especificidad de la atención que debe entregarse según sexo, por
ejemplo, riesgos de salud específicos, desarrollos emocionales, cognitivos y sociales
diferentes. Deben distinguirse las estrategias o técnicas terapéuticas de mayor o menor
eficacia en hombre o mujeres.
• Vulnerabilidad social10: El tema de la vulnerabilidad surge en el contexto de las
investigaciones que visualizan el fenómeno de la pobreza no sólo desde la perspectiva de
las condiciones de ingreso sino también desde las dimensiones psicosociales,
educacionales, laborales, políticas y familiares. Su potencial radica en ofrecer un
instrumental analítico que combina distintos elementos con el fin de explicar de mejor
forma las dinámicas de reproducción de los sistemas de desigualdad y desventajas
sociales.
• Consumo de alcohol/drogas: Hay amplio consenso que los problemas con el
alcohol y otras drogas afectan más gravemente a los adolescentes que cuando el consumo
se da en etapas posteriores del ciclo vital y que también su deterioro tiene un impacto más
profundo en todos los ámbitos de la vida. Los adolescentes tienen poca experiencia en el
uso de alcohol, una baja tolerancia a sus efectos y limitados recursos para minimizar los
riesgos y daños asociados a su uso problemático. Los daños severos relacionados con el
alcohol y otras drogas en la adolescencia tienen peores consecuencias - muertes,
accidentes graves discapacitantes, embarazo no deseado, enfermedades de transmisión
sexual, violencia, que los daños generados por las enfermedades crónicas relacionadas
con el consumo problemático en poblaciones mayores (Organización Mundial de la Salud,
1999).
• Etnia: Esta variable influye en las modalidades conductuales, en las fuentes de
legitimación de esas conductas y en la necesidad de adecuar las intervenciones a esas
condiciones para alcanzar resultados.
• Etapas de la adolescencia: Se debe considerar que la adolescencia es un proceso
continuo que considera las siguientes etapas: Temprana (10 – 13 años), Media (14 – 16
años) o Tardía (17 – 19 años). Cada una de estas etapas establece una diferencia en el
desarrollo de la persona y el sentido que motiva el actuar, por lo tanto, las intervenciones
deben considerar estas condiciones específicas dadas por el tramo etario en que se
encuentra el joven.

10
“La noción de vulnerabilidad es entendida como un proceso multidimensional que confluye en el
riesgo o probabilidad del individuo, de ser lesionado o dañado psíquica y/o socialmente ante
cambios o permanencia de situaciones externas y/o internas. Está particularmente ligado
especialmente a la vida de y en la calle, la vulneración de derechos y al nivel de inserción en redes
(sanitarias, sociales, escolares, etc.) del adolescente y su familia.”
10

• Psicopatología del desarrollo: El desarrollo patológico se concibe como una falta


de integración de las competencias sociales, emocionales y cognoscitivas, importantes
para la adaptación en un nivel de desarrollo particular. Los trastornos del funcionamiento
psicológico pueden ser comprendidos desde un contexto del desarrollo normal. Esto es que
todo trastorno precoz puede encontrarse en el origen de un trastorno de mayor
envergadura que después aparezcan. El papel del enfoque del desarrollo consiste en
ayudarnos a comprender los comportamientos anormales a la luz de los procesos de
desarrollo.
• Cultura juvenil y grupo de pares: La juventud, según la mayoría de los expertos, es
considerada como el período de la vida más importante en la toma de decisiones y
aprendizajes útiles para lograr una inserción social exitosa11. Durante la juventud suceden
un conjunto de experiencias determinantes para la vida de la personas, en tanto se
construyen elementos básico del proyecto de vida y se define la propia identidad. El tiempo
de “ser joven” varía entre los diferentes estratos socioeconómicos, culturas y clases
sociales, puesto que el desarrollo juvenil se da en estructuras de oportunidades y
condiciones económico-políticas que se traducen en la heterogeneidad de las juventudes.
• Autocuidado de los equipos: Un fenómeno común en las instituciones que trabajan
con altos niveles de estrés, como son los centros de tratamiento y rehabilitación de
adolescentes, es el llamado “síndrome de agotamiento” o “síndrome de burn-out”, el que
se caracteriza precisamente por un desgaste o agotamiento de la persona, causado por la
excesiva demanda de sus energías, fortalezas o recursos. Estas situaciones, de no mediar
factores preventivos o protectores, llevan a la persona a manifestar un conjunto de señales
físicas y mentales que pueden desencadenar en depresión. Es por este motivo que la
preocupación por el cuidado de los equipos es central.

Quisiera destacar que el Ministerio, consciente de las falencias de la formación de algunos


actores, ha sostenido reuniones en regiones de modo de generar procesos de capacitación
con formatos de talleres en al menos dos o tres aspectos que nos resultan críticos:
i. Diagnóstico y tratamiento del consumo problemático de drogas o alcohol en
adolescentes infractores de ley penal,
ii. Planes de Intervención Individual: Su diagnóstico, formulación, ejecución,
supervisión y su informe a los actores del sistema de justicia; ,
iii. Teoría de Desarrollo Adolescente

11
Según la Cuarta Encuesta Nacional de la Juventud, los jóvenes realizan durante esta etapa la
más importante acumulación de capital humano en la educación formal, ingresan al mundo del
trabajo, amplían sus redes sociales, inician el emparejamiento y la sexualidad adulta activa.
Además, adquieren responsabilidades y derechos ciudadanos y se exponen a nuevos sanitarios y
sociales.
11

Especialización es más que Capacitación

Un equívoco común consiste en asimilar especialización con capacitación.


Ésta es necesaria, indispensable de verdad. Pero no agota los procesos de especialización.
Los jueces pueden volver a sus regiones llenos de nuevos discursos, con una ley en su
maletín e ir a sentarse en sus despachos y seguir haciendo lo mismo.
“Queda apercibido bajo el artículo 26”
Y esto no ocurre porque haya algunos actores más deficientes que otros. Ocurre que es
necesario contar con la inercia inherente a nuestras instituciones y, por ende, es preciso,
tomar medidas concretas para no volver al más de lo mismo.

Especialización como Rutinas de trabajo


La especialización no está bien lograda hasta que no se traduce en rutinas de trabajo.
Esto significa p. ej. Oficios e instructivos. p. ej. cuando el Fiscal Nacional dispone en el
oficio 139 de febrero del 2006:
“Será, por tanto, fundamental que los fiscales conozcan en detalle cada una de
estas sanciones y estén permanentemente informados de la capacidad y
modalidades del sistema de cumplimiento de estas penas en el ámbito local de
que se trate. A este respecto, las Fiscalías Regionales deberán desempeñar un
rol importantísimo de enlace y coordinación con el Servicio Nacional de
Menores y sus instituciones colaboradoras a fin de contar con información
actualizada y representar oportunamente los problemas o deficiencias que se
detecten.”
Hay aquí una clara política institucional que no se condice con los casos, espero que
aislados, de fiscales que no devuelven los llamados o los correos electrónicos de los
directores de los programas de libertad asistida.
Las rutinas de trabajos se expresan también en Manuales institucionales, en Estándares de
gestión o atención
O se manifiestan a través de manuales de buenas prácticas.
O en los tiempos estimados de duración de audiencias

Especialización como Evaluación


Finalmente, especialización, demás de capacitación y de rutinas de trabajos significa
evaluación del sistema.
Del sistema en cuanto tal y ahí está el corazón del trabajo de la comisión de estadísticas.
Y evaluación también al interior de cada institución. Los indicadores de gestión no pueden
seguir siendo los mismos.
Ya puse el caso del reforzamiento del uso de la suspensión condicional del procedimiento

Conclusión
Comencé con una cita de Nabokov que descubrí gracias a Rorty, el filósofo
norteamericano. Al terminar su libro y refiriéndose a la solidaridad, plantea este autor que
el reforzamiento de esta actitud, reside en una conciencia del nosotros más amplia, en
incrementar quiénes somos “nosotros”. La forma correcta, dice Rorty, de analizar el tema
12

consiste en proponernos crear un sentimiento de solidaridad más amplio que el que tenemos
ahora.
La pura apelación a tratar a alguien como par “porque es un ser humano” ha mostrado ser
poco convincente. Estamos “nosotros” y están “ellos”. Para el asunto que nos convoca estos
“ellos” son los jóvenes que hemos enviado al cuarto oscuro de castigo o protección de
nuestro sistema tutelar o de nuestro sistema penitenciario, aquellos que son aprehendidos de
madrugada en las esquinas de las poblaciones. La gracia de construir desde el principio de
especialización radica en argumentar desde una mirada que los entienda como parte de un
nosotros y no como seres ajenos que nada tienen que ver con quienes asistimos a
seminarios o audiencias en el centro de justicia. Escuchar entre el ruido y la violencia esas
voces y no distraernos con la cómoda indeferencia como en el caso del barbero de
Kasbeam, es el desafío básico para todos nosotros, un nosotros cada vez más grande.
Muchas gracias.

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