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Nildo Viana
1
DIAZ, Carlos. Marxismo-Anarquismo: Una Relectura. In: BAKUNIN, Mikhail. La Libertad. 2ª edición,
Madrid, Ediciones Jucar, 1980.
errores mutuos fue la exacerbación de las incompatibilidades mutuas”2.
Una de las formas de sobrepasarse los “errores mutuos” de estos dos representantes del
socialismo revolucionario reside en la comparación entre la evaluación del movimiento
operario revolucionario realizada por ambos3. La Comuna de París, debido su
importancia histórica para la lucha operaria, puede esclarecer puntos fundamentales de
esta evaluación y por ello la elegimos como fenómeno histórico que permite de forma
ejemplar tal comparación.
2
DIAZ, C. ob. cit., p. 13.
3
Esto significa romper con el procedimiento común: ver la evaluación de Bakunin hecha por Marx y
viceversa. Tal procedimiento no consigue recuperar la riqueza del pensamiento de los dos autores y ni
permite percibir los equívocos mutuos de interpretación. La crítica de Bakunin sobre el “Estado Popular”
de Marx – expresión que este nunca utilizó y pertenecía al “marxista” Wilhelm Liebneckt – apunta para
una interpretación que no corresponde al pensamiento marxista, pues el estado no es uno “instrumento
neutro” y sí una organización burocrática que reproduce determinadas relaciones de producción, y que
busca perpetuarse y reproducir. De la misma forma, el pensamiento de Marx sobre Bakunin no estaba
libre de equívocos e interpretaciones cuestionables (y la evaluación de Engels es mucho más cuestionable,
problemática y abrió camino para legitimar la negación del anarquismo por los pseudomarxistas, además
de su propia análisis no ser, ella misma, marxista).
4
MARX, Karl & ENGELS, Friedrich. Manifesto do Partido Comunista. 6ª edición, São Paulo, Global,
1987.
5
Cf. GUÉRIN, Daniel (org.). Bakunin. Textos Escolhidos. Porto Alegre, L&PM, 1983.
6
BAKUNIN, Mikhail. La Comuna de París y la Noción de Estado. In: Obras de Bakunin. Vol. 2. Madrid,
Ediciones Jucar, 1980, p. 188). Vea una versión incompleta en GUÉRIN, D. ob. cit.
7
MARX, Karl. A Guerra Civil na França. São Paulo, Global, 1986, p. 76.
Para Bakunin, la Comuna representó a recusa del estado, cuya “existencia memorable”,
marcó una ruptura con la vieja sociedad. La acción espontánea de las masas promovió la
destrucción del poder del estado. Para Marx, la Comuna significó la lucha de la clase
operaria contra el poder centralizado del estado, aparato de la clase dominante, siendo
también uno “autogobierno de los productores”, marcando la forma de emancipación
proletaria.
Para Marx, la abolición de las clases sociales es precondição para la abolición del estado
por regla general. Habría así durante el pasaje del capitalismo al comunismo, con la
destrucción de la sociedad burguesa, la destrucción inmediata del poder burgués, del
estado capitalista, pero él significaría la abolición del Estado capitalista, y no del estado
por regla general. Solamente con el fin del proceso revolucionario es que se tendría la
8
ARVON, Henri. Bakunin: Absoluto y Revolución. Barcelona, Herder, 1975.
9
ARVON, H. ob. cit., p. 67.
abolición definitiva del estado, ya no más burgués, lo que significa que ya no es más
uno “estado propiamente dicho”, pues abole la burocracia, la jerarquía, etc., y conserva
del estado sólo su función represiva, donde la clase operaria mientras totalidad (y no
una burocracia que habla en su nombre) reprime los resquicios contrarrevolucionarios,
de forma igualitaria, horizontal, pues se trata de una “revolución de la mayoría”. Este
proceso revolucionario abarca no una “etapa del desarrollo de la sociedad”, tal como
pensaron los epígonos de Marx, pero tan-solamente el periodo de derrocamiento del
estado capitalista y de guerra civil, que dura hasta la derrota completa de la burguesía y
de sus aliados, lo que significa que las clases sociales son definitivamente abolidas10. La
autogestión operaria, realizada por la mayoría de la población, del periodo
revolucionario, es substituida por una autogestión generalizada, del conjunto de la
población, una sociedad sin clases ya constituida. El pasaje de la primera fase de la
sociedad comunista para la segunda es justamente constituida en este proceso, no
habiendo ninguno “período transitorio” que formaría un otro tipo de sociedad antes de
la comunista (tal como en la ideología pseudomarxista del pasaje del capitalismo al
comunismo terciada por un régimen llamado “socialista”).
10
En su primera formulación, regalo en el Manifiesto Comunista, la idea de “estatização de los medios de
producción” concede una acción no solamente represiva de la clase operaria pero también su intervención
relativamente centralizada en la esfera de la distribución y de la producción, que, sin embargo, es acción
de una clase o de los “individuos asociados”. Pero tal como si ve en el prefacio de 1872 la esta misma
obra, este equívoco es deshecho: el propio Manifiesto, según Marx y Engels, explica que la aplicación de
sus principios depende de las circustancias históricas y que por ello “no se debe atribuir demasiada
importancia a las medidas revolucionarias enumeradas en el fin del segundo capítulo”. Con el desarrollo
de la gran industria y del proletariado, y de sus luchas, sobre todo la Comuna de París, quedó demostrado
que no basta que el proletariado se adueñe del estado para realizar sus fines (MARX, K. &ENGELS, F.
Ob. cit., p. 72).
a la prosperidad material11. Sin embargo, esta importancia con la educación, instrucción,
etc., no es acrítica y es marcada por una percepción de sus contradicciones y del papel
de los detentadores del poder en el sentido de hacer de la educación algo conservador12 .
Este análisis apunta para semejanzas entre Marx y Bakunin, que, por caminos diferentes
aunque a veces contiendo coincidencias ni siempre de fácil percepción, apuntan para lo
mismo proceso de abolición del estado e implantación de la autogestión social. La
Comuna de París presenta para ambos el significado de uno ensayo de liberación
humana, de realización de la acción colectiva emancipatória de los trabajadores,
constituyendo una sociedad radicalmente diferente. Se para Bakunin, anteriormente al
desencadenamiento de la lucha heróica de los trabajadores durante la Comuna, era
visible su negación radical del estado y su concepción vuelta para su abolición
inmediata, en el caso de Marx, fue necesario el proceso histórico concreto para que esta
percepción brotase. En el caso de Bakunin, la identificación entre dios y el estado y la
cualificación de ambos como uno abstractum absoluto y arbitrario que existe en favor
de los dominantes le permitió pensar en su abolición inmediata. En el caso de Marx, su
tesis de la lucha de clases mientras “motor de la historia” y que es en la experiencia
histórica y práctica del movimiento operario que se puede percibir como ocurre el
proceso revolucionario y como si constituye una nueva sociedad (y no, como para
muchos “socialistas utópicos”, a través de planos de organización creados
arbitrariamente por intelectuales) no le permitía apuntar este proceso antes de una
primera ocurrencia histórica. Por ello, tras la Comuna de París, Marx altera su
posicionamiento y avanza en el sentido de adecuar su concepción al movimiento
histórico del proletariado revolucionario. El proletariado no puede adueñarse de la
máquina estatal y utilizarla para sus fines, pues es necesario destruirlo, tal como hizo el
proletariado parisiense durante la Comuna.
Como estos dos pensadores con sus diferencias y antagonismos personales llegaron a
las mismas conclusiones? Es difícil para aquellos que critican las autoridades pero se
11
Cf. ARVON, H. ob. cit.
12
BAKUNIN, M. O Socialismo Libertario. 2ª edición, São Paulo, Global, 1979.
13
BAKUNIN, Mikhail. Conceito de Libertade. Lisboa, Rés, 1975, p. 23.
14
BAKUNIN, Mikhail. Ob. cit., p. 23.
15
“EL Estado... es la consagración histórica de todos los despotismos, de todos los privilegios, la razón
política de todas las escravizações económicas y sociales, la propia esencia y el centro de toda la
reacción” (BAKUNIN, M. ob. cit., p. 234).
apegam les, sea ellas vivas o muertas, del regalo o del pasado, individual o colectivo,
concreto o ideal, aquellos que viven la lucha socialista de forma religiosa, comprender
esto, pues la oposición maniqueísta entre el bien y lo mal es el único criterio válido en
este caso y en este eterno conflicto ninguna conciliación es posible. Sin embargo,
vislumbramos en esta coincidencia lo mismo deseo y compromiso con la liberación
humana, y así en medio de las diferencias y conflictos, observamos un fin común, lo
que provoca el apoyo de ambos a la lucha operaria y a la Comuna de París. Es
justamente el contenido revolucionario regalo en las ideas de los dos pensadores que
permiten algunas aproximaciones, incluyendo la evaluación de la Comuna de París. Sin
duda, los seres humanos utilizan en su lucha por la liberación de banderas, símbolos,
tesis, ideas, referencias por regla general, inclusive individuos que asumen la posición
de ejemplos sean seguidos. Sin embargo, cuando esto se vuelve una relación invertida,
cuando las banderas, símbolos, etc., se vuelven más importantes y determinantes en la
lucha revolucionaria que la finalidad, tenemos la repetición del fenómeno criticado tanto
por Marx cuanto por Bakunin: la alienación (para Marx: fetichismo). El criador se
vuelve criatura en el nebuloso mundo fetichista y pasa a morir por su ídolo y en la
mayoría de los casos contra su propia causa, pues esta se subordinó a la idolatría. Un
revolucionario auténtico no es aquel que es totalmente fiel la Marx, Bakunin, Debord es
decir allá a quien fuere y sí aquel que no traiciona el objetivo final, el proyecto
revolucionario de liberación humana y constitución de una sociedad radicalmente
diferente, fundada en la autogestión social.